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83 Autores científico-técnicos y académicos UNA BÚSQUEDA ANTIGUA ¿Estamos solos en el Universo? Esa es una buena pregunta, y una pregunta antigua. Hace más de dos mil quinientos años, en la vieja Grecia, había ya quien se preocupaba por estas cuestiones significativas y lanzaba al aire respuestas. Entre estos hombres estaba un filóso- fo de la escuela de Epicuro; un tal Metrodoros. Según él, pensar que la Tierra era el único mundo con vida en la infinidad del espacio, resultaba tan absurdo como juzgar que en un enorme campo plantado de mijo, solamente una semilla podía llegar a crecer. Hubo varios que apoyaron esta creencia a lo largo de la Historia. No pocos de ellos ardieron en las llamas a las que les condenaron por esa razón los inquisidores. Es curioso que tan severos jueces fueran discípulos fer- vorosos de unos dogmas basados en creer a ciegas lo inefable, y que se mostraran incapaces, sin embargo, de admitir una fe más modesta, una simple creencia, la de que quizá Dios no se habría tomado la molestia de crear un Universo tan grandioso, si nosotros, habitantes de la Tierra, fuéramos los únicos seres capaces de con- templarlo y maravillarnos. Como se dice en la película Contact, basada en un libro del astrónomo Carl Sagan, “sería un enorme desperdicio”, además de –esto lo añado yo– enormemente triste. Teniendo en cuenta que somos los únicos seres inteligentes de cuya existencia tenemos constancia, es difícil hacer extrapolaciones. Somos, como leí u oí una vez en algún sitio, una “estadística de caso único”. Al menos por ahora... Quizá podamos considerarnos afor- tunados por ello, aunque si realmente estamos solos, ¿a quién puede importarle nuestra buena suerte? ¿A quién podría importarle que dejáramos de existir? Figura 1. Carl Sagan Ángel Gutiérrez ¿Dónde están? ¿Dónde están?

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UNA BÚSQUEDA ANTIGUA¿Estamos solos en el Universo? Esa es una buena

pregunta, y una pregunta antigua. Hace más de dos milquinientos años, en la vieja Grecia, había ya quien sepreocupaba por estas cuestiones significativas y lanzabaal aire respuestas. Entre estos hombres estaba un filóso-fo de la escuela de Epicuro; un tal Metrodoros. Segúnél, pensar que la Tierra era el único mundo con vida enla infinidad del espacio, resultaba tan absurdo comojuzgar que en un enorme campo plantado de mijo,solamente una semilla podía llegar a crecer.

Hubo varios que apoyaron esta creencia a lo largode la Historia. No pocos de ellos ardieron en las llamasa las que les condenaron por esa razón los inquisidores.Es curioso que tan severos jueces fueran discípulos fer-vorosos de unos dogmas basados en creer a ciegas loinefable, y que se mostraran incapaces, sin embargo,de admitir una fe más modesta, una simple creencia, lade que quizá Dios no se habría tomado la molestia decrear un Universo tan grandioso, si nosotros, habitantesde la Tierra, fuéramos los únicos seres capaces de con-templarlo y maravillarnos. Como se dice en la películaContact, basada en un libro del astrónomo Carl Sagan,“sería un enorme desperdicio”, además de –esto loañado yo– enormemente triste.

Teniendo en cuenta que somos los únicos seresinteligentes de cuya existencia tenemos constancia, esdifícil hacer extrapolaciones. Somos, como leí u oí unavez en algún sitio, una “estadística de caso único”. Almenos por ahora... Quizá podamos considerarnos afor-tunados por ello, aunque si realmente estamos solos, ¿aquién puede importarle nuestra buena suerte? ¿A quiénpodría importarle que dejáramos de existir?

Figura 1. Carl Sagan

Ángel Gutiérrez

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LAS PROBABILIDADES DE UN MILAGROSe calcula que nuestra galaxia tiene entre dos-

cientos y cuatrocientos mil millones de estrellas, yque en todo el Universo hay al menos cien mil millo-nes de galaxias. Asumiendo que la Vía Láctea es unagalaxia de tamaño medio, tenemos que existen almenos veinte mil “billones” de estrellas. En principio,es lícito pensar que pueda haber vida inteligente enalgún planeta que gire alrededor de alguna de esasestrellas. Si así fuera, no resulta imposible que uno omás de esos privilegiados mundos comparta connosotros la galaxia. Las supuestas civilizaciones quehayan surgido en tales planetas habrán tenido, aligual que la nuestra, una evolución, pasando de viviren cuevas y comer carne cruda de animales –y pro-bablemente de algún que otro compañero de latribu, más débil de lo normal–, a usar herramientas,primero de piedra y luego metálicas, y más tarde adesarrollar la ganadería y la agricultura, a inventar larueda, el motor a vapor, el de explosión, las armasnucleares, las naves espaciales, los ordenadores, y lasfrases que decir cuando se pisa por primera vez unpedazo de tierra fuera del propio planeta. Esomismo, o algo equivalente.

La evolución lleva su tiempo, como es lógico, ytiene –debería tener, al menos– unas consecuencias.Al ser humano le ha llevado un millón de años colo-nizar el planeta Tierra, construir armas que seríancapaces de destruirlo mil veces, poner el pie en laLuna, y enviar sondas a Marte y, como se decía en elImperio Contraataca, también a las “infinitas distan-cias del espacio”. Aunque lo parezca, no es muchotiempo si lo comparamos con la edad de la galaxia,que se estima en unos diez mil millones de años. Deseguir a este ritmo, que crece exponencialmente, noes descabellado pensar que dentro de otro millón deaños, o de tres, o de cincuenta, habrá colonias dehumanos en todos los rincones de esta galaxia, yquizá de alguna otra. Y eso aun considerando que,en todo ese tiempo, no seamos capaces de construirnaves que viajen a velocidades relativistas (no des-preciables respecto a la velocidad de la luz), ni descu-bramos el modo de atajar camino en el espacio-tiem-po a través de agujeros de gusano o de cualquierotro modo impensable por el momento.

Si se aplica esto mismo a cualquier otra civiliza-ción que haya podido surgir desde el comienzo delUniverso, y no parece haber ninguna razón que nos

impida hacerlo, es posible llegar a una interesanteconclusión. Revisemos los números que tenemos: laedad de la galaxia es de unos diez mil millones deaños (T=1010) y admitamos que a una civilización lelleva colonizar toda su galaxia cien años de desarro-llo exponencial (t=100), lo que es una barbaridad,pues toda nuestra Historia es sólo una fracción deese tiempo. Pues bien, la probabilidad de que, desdela formación de la galaxia, una civilización inteligentehaya podido colonizarla es, con tales premisas:

TP = exp ( --------- ) ≈ 1043.000.000t

Este valor es tan enorme que resulta verdadera-mente inimaginable. No obstante, para que usted yyo podamos hacernos una leve idea de lo descomu-nal que es, se puede comparar con otros númerosrealmente grandes que, a su lado, resultan del todoirrisorios. Por ejemplo, el número de vasos quepodrían llenarse con el agua de los océanos de laTierra está en torno a 1021; y el número de átomosestimado de todo el Universo es del orden de 1079.Ni siquiera uno de los números más grandes conce-bidos por el ser humano –concretamente por uno deellos, el matemático Edward Kasner–, el googol(10100) se acerca siquiera al valor anterior.

Comprobado ya que este número es muy, muygrande, se puede afirmar que si hubiera otra civiliza-ción inteligente en nuestra galaxia, deberíamos tenerpruebas de su existencia, pues lo contrario sería unmilagro en toda regla, una sola posibilidad entre1043.000.000, o lo que es lo mismo, una probabilidadde un cero y una coma seguido de más ceros de losque podrían escribirse en todo el Universo, y, al final,un uno. Sin embargo, el milagro ha ocurrido, estáocurriendo, pues ya se ha dicho que no tenemosconstancia de que exista más vida inteligente que lade este planeta. Se trata, a primera vista, de unacontradicción, que hasta tiene nombre: Paradoja deFermi, o también El Gran Silencio.

Pero como todas las paradojas, la de Fermi essólo una contradicción aparente. Hay varias razonesque pueden explicar este milagro. Son estas:

• Los extraterrestres no existen. Esta es,quizá, la solución más obvia de la Paradoja deFermi. Si no hay más vida inteligente que lanuestra en todo el Universo, ninguna otra civi-lización ha podido visitarnos, por más tiempoque haya pasado.

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Las condiciones necesarias para la vida son muyexigentes y la evolución bioquímica es extremadamen-te compleja e impredecible. Así es que puede ser que lavida, al menos la vida inteligente, sea algo raro en elUniverso; más que raro, excepcional, y que los huma-nos seamos, después de todo, su única muestra, laúnica semilla que terminó germinando en el enormecampo de mijo.

• Los extraterrestres existen, pero no noshan colonizado todavía. Hemos demostradoque la falta de tiempo no sirve de justificaciónpara el hecho de no haber sido ya colonizados.Por tanto, hay que buscar otras explicacionesposibles para ello. Una, es que simplemente lacivilización colonizadora se haya destruido antesde llegar a nosotros, bien por causas naturales(el impacto de un meteorito que destruyó suplaneta, por ejemplo), o por otras artificiales(una guerra nuclear generalizada que hubieraacabado con toda la vida inteligente).

Otra opción es que los extraterrestres hayan decidi-do no colonizarnos, por decisión propia o en cumpli-miento de un tratado interestelar, o bien por razonescientíficas, religiosas, o de cualquier otro tipo. Quizá,simplemente, no tengamos el menor interés para ellos,porque nos consideran estúpidos y atrasados. Puede,incluso, que les hallamos pasado desapercibidos.

Estas y otras razones similares, aunque son posi-bles, sólo resultan probables si el número de civiliza-ciones inteligentes es muy reducido, pues, de no serasí, es poco creíble que absolutamente todas ellas sehayan destruido, o hayan decidido respetarnos oignorarnos. Es una mera cuestión de lógica: los cata-clismos no son universales, ni tampoco la buenavoluntad, ni, por supuesto, los recursos de que unacivilización puede disponer sin expandirse.

Y esto nos lleva a la tercera posibilidad...

• Ya hemos sido colonizados. Tal colonizaciónpodría ser dispersa y poco significativa. Seguroque ha visto películas sobre seres de otros pla-netas, unos buenos y otros malvados, que hanllegado a la Tierra y se han mezclado con sushabitantes; y también que ha oído hablar delfenómeno OVNI, del cambio de vacas por tec-nologías como el velcro (¡!), o de la célebre Área51, la base ultrasecreta de la Fuerza Aérea deEstados Unidos en la que, supuestamente, seocultan una nave extraterrestre y algún que otroalienígena. Así es que ya sabe a qué me refiero.

Por otro lado, existe la posibilidad de que haya-mos sido colonizados totalmente, de algún modo queignoramos. Esta es, desde luego, una posibilidadinquietante y quizá hasta descabellada, aunque nodel todo inverosímil. De hecho, la programación quehoy en día puede verse en la televisión, es un buenargumento a favor de esta hipótesis...

Figura 2. Imagen de la base secreta conocida por Área 51,situada en el desierto de Nevada

CUANTIFICAR LO DESCONOCIDO: LA ECUACIÓN DE DRAKE

Como podrá imaginar, este Drake no es el corsa-rio al que los ingleses llamaban vicealmirante, sino elastrónomo Frank Drake, que, a principios de 1960,inició una campaña sistemática y rigurosa paraencontrar, entre el ruido del espacio, señales de vidainteligente. Con ese objetivo utilizó un radiotelesco-pio, el del Observatorio Nacional de Radioastrono-mía (NRAO) en Green Bank, Virgina Occidental.

La idea de que un radiotelescopio pudiera utili-zarse con este fin, había sido también sugerida porPhilip Morrison y Giuseppe Cocconi. Estos dos físi-

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cos de la universidad de Cornell trataron de ponerlaen práctica en el radiotelescopio de Jodrell Bank,pero les fue negado el permiso para hacerlo.

Figura 3. Radiotelescopio del NRAO en Green Bank

Había dos preguntas clave que Drake tuvo quehacerse: por un lado, en qué frecuencia del espectroelectromagnético se debía buscar y, por otro, a quéparte del Cosmos debía apuntarse. Pues bien, la fre-cuencia elegida para enviar y recibir los mensajespara y de los extraterrestres fue la de 1420 MHz(equivalente a una longitud de onda de 21 cm), quees la frecuencia de radioemisión del Hidrógeno. Estafrecuencia, conocida por línea del Hidrógeno, habíasido también propuesta por los físicos Cocconi yMorrison, argumentado que siendo el Hidrógeno elelemento más común del Universo, podría ser un

buen canal, por llamarlo de alguna manera, uno quepodría habérsele ocurrido utilizar a una civilizacióninteligente para comunicarse con cualquier otra.

NOTA: En 1971, el vicepresidente de HewlettPackard, Bernard Oliver, gran entusiasta y partidariodel proyecto de búsqueda de inteligencia extraterres-tre, propuso otra frecuencia de búsqueda, además dela del Hidrógeno. Se trataba de la línea del Hidroxilo,localizada en la frecuencia de los 1662 MHz, equiva-lente a una longitud de onda de 18 cm. A la zona delespectro electromagnético entre ambas líneas, la delHidrógeno (H) y la del Hidroxilo (OH), se le denomi-nó water hole, agujero del agua, pues de la unión deuno y otro surge el agua (H2 O). Ese “agujero” pare-cía una elección lógica para cualquier civilizacióninteligente, pues el Hidroxilo es, como el Hidrógeno,muy común en todo el Universo; además, la zona delwater hole, es la más tranquila del espectro, y elagua, formada como se ha dicho por la unión deHidrógeno e Hidroxilo, es un principio básico de lavida según nosotros la conocemos.

Figura 4. Agujero del agua

La segunda cuestión que Drake tuvo que plante-arse, la de a dónde apuntar el radiotelescopio, estuvodeterminada hasta cierto punto por la todavía algoprecaria tecnología de la época. Se eligieron dosestrellas cercanas (dentro de un radio de diez años-luz) y de características similares a las de nuestro Sol:Tau Ceti y Epsilon Eridani.

Drake dio al proyecto el nombre de Ozma, por laprincesa que aparece en el famoso cuento –luegotransformado en película– El mago de Oz. La bús-queda no tuvo éxito, si tenerlo significaba encontrar

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señales de vida inteligente extraterrestre, pero supu-so, no obstante, un primer y decisivo paso, que pocodespués llevaría a la hoy célebre reunión de GreenBank. A ella asistió un reducido y selecto grupo decientíficos, entre los que se encontraban el propioDrake, Carl Sagan, Giuseppe Cocconi, Philip Morri-son o el químico Melvin Calvin, hijo de emigrantesrusos, que, por coincidencias del destino, si es queaquellas no son incompatibles con éste, se enteródurante la reunión de que había recibido el premioNóbel de química.

NOTA: Los asistentes a la reunión se denomina-ron a sí mismos “La orden de los delfines”, en unareferencia simpática al libro que acababa de publicaruno de ellos, John Lilly, en el que afirmaba que losdelfines eran seres inteligentes.

El mero hecho de que se produjera esta reunión,la probada capacidad de los que a ella asistieron, yla seriedad y el rigor científico con que se trató elasunto central de la misma, terminaron de sacar dela oscuridad la búsqueda de pruebas acerca de laexistencia de vida inteligente fuera de la Tierra. Loque hasta entonces había sido considerado pormuchos un cuento de brujas (o de Oz) se convirtió,casi de la noche a la mañana, en tema de estudiocientífico.

Figura 5. Frank Drake

En la reunión de Green Bank, Frank Drake presen-tó la ecuación que lleva su nombre. Ella sirvió paraestimar el número de civilizaciones inteligentes quepodrían existir en nuestra galaxia y comunicarse connosotros. Se llegó a la conclusión de que ese número

podía oscilar entre mil y mil millones. La diferenciaentre uno y otro valor resultaba considerable, es cierto,pero lo importante no era establecer un número exac-to, sino el hecho de que de un modo no arbitrario sepudiera obtener “algún” número, se lograra cuantificarlo desconocido. Ese era, y es, el auténtico significadode la ecuación de Drake, que se define como sigue:

N= R · fp · ne · fl · fi · fc · L

• R ritmo anual de formación de nuevasestrellas. Este valor se refiere a las estrellasque se crearon en la Vía Láctea en la altura enque surgió nuestro Sistema Solar. El valor quese le asignó fue 1, pues se calculó que en esaépoca se formaba en nuestra galaxia unanueva estrella cada año.

• fp porcentaje de estrellas que cuentan conun sistema planetario. No todas las estrellastienen planetas girando a su alrededor, aunquelas observaciones astronómicas parecen haberdemostrado que la presencia de planetas eshabitual, al menos en torno a estrellas jóvenes.En cualquier caso, es difícil determinar con exac-titud esta variable, pero suelen admitirse valoresentre 0,1 (10%) y 0,8 (80%).

• ne número de planetas por estrella capa-ces de albergar vida . Tomando comomodelo el Sistema Solar, este parámetro ten-dría un valor de 3, pues en él existen tres pla-netas en los que hay o podría haber vida: laTierra, obviamente, Marte y Venus. En gene-ral, se considera que el valor de ne puede osci-lar entre 1 y 5.

• fl porcentaje de planetas que puedenalbergar vida (ne) en los que efectivamen-te ésta llega a surgir. Por lo general, se acep-ta que formas de vida más o menos complejasterminan desarrollándose en todos los planetasque pueden albergarlas. Por tanto, el valor quesuele asignarse a este parámetro es 1 (100%).

• fi porcentaje de planetas en los quesurge la vida (fl) que llegan a desarrollarseres inteligentes. Por seres inteligentes seentiende aquellos cuya tecnología les permitecomunicarse con otras criaturas inteligentesque puedan habitar en la galaxia. Están asíexcluidos, en el caso de la Tierra, los primates,los delfines, los perros, u otros animales a losque se supone inteligentes.

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Este es uno de los parámetros en los que existemayor indeterminación. Para unos, la probabilidadde que terminen desarrollándose seres inteligentes enun planeta capaz de soportar la vida, es muy alta;para otros, en cambio, esa probabilidad es muyremota. Los primeros, asignarán a esta variable unvalor próximo al 1, o incluso el 1 (100%), mientrasque para los segundos, su valor será cercano a 0, o elpropio cero. Por supuesto, entre lo imposible y loseguro existen todas las demás opciones, que se tra-ducen en algún valor para este parámetro situadoentre cero y uno.

• fc porcentaje de planetas en los que sedesarrollan seres inteligentes (fi) en losque éstos tratan de comunicarse conotras civilizaciones fuera de su planeta.Aquí se incluyen tanto los casos en que talesseres intentan deliberadamente comunicarse(por ejemplo, enviando mensajes a través deradiotelescopios), como aquellos en lo que lapropia tecnología o actividad de esos seres esdetectable por otra civilización (por ejemplo,una nave extraterrestre podría pasar casual-mente junto a la Tierra y detectar la presenciade nuestros satélites, descubriendo así queexistimos aunque no haya recibido nuestrosmensajes).

También en este punto hay discrepancias, lo quehace oscilar entre el 0 y el 1 el valor del parámetro.

• L tiempo medio que dura una civiliza-ción capaz de comunicarse con civiliza-ciones de otros planetas. El tiempo L seindica en años y puede ser muy variable. Siuna civilización logra no autodestruirse ysuperar todos los graves y numerosos obstácu-los que muy probablemente se le presentarána lo largo del tiempo, como la superpoblación,la falta de recursos, la polución, o las catástro-fes naturales o cósmicas, puede durar miles,decenas de miles, o hasta millones de años.Por el contrario, siendo tantos los peligros, noresulta tampoco extraño que hasta la másavanzada civilización acabe desapareciendoen relativamente poco tiempo.

Explicado ya el sentido de cada variable de laecuación de Drake, no puedo resistirme a la tenta-ción de hacer un cálculo para ver cuántos vecinosalienígenas nos observan desde ahí arriba. Los valo-res que yo he elegido son:

R= 1fp= 0,5ne= 3fl= 1fi= 0,1fc= 1L=10.000

Lo que hace que el número de civilizaciones inte-ligentes que podría haber en la Vía Láctea, aparte dela nuestra, sea:

N= 1 · 0,5 · 3 · 1 · 0,1 · 1 · 10000 = 1.500

Es emocionante, ¿verdad?

PROYECTO SETISETI es el nombre con el que se denominó al

proyecto científico de búsqueda de inteligencia extra-terrestre (Search for ExtraTerrestrial Intelligence),encabezado por varios científicos, algunos de loscuales ya conocemos. Dos de ellos, Giuseppe Cocco-ni y Philip Morrison, sugirieron el uso de radioteles-copios para tratar de comunicarse con otras civiliza-ciones inteligentes, y la línea del Hidrógeno como elcanal de comunicación que, más probablemente, seles podría ocurrir utilizar a las mismas, en un artículopublicado en la revista Nature el 19 de septiembre de1959, fecha que bien podría considerarse el momen-to de fundación del proyecto SETI.

Figura 6. Philip Morrison y Giuseppe Cocconi

Poco después, Frank Drake desarrolló su proyectoOzma, al que siguió la decisiva reunión de Green Bank,en la que por fin se juntaron las principales figuras cientí-ficas que hasta ese momento trabajaban más o menosindependientemente en un objetivo común: la búsquedacientífica de vida inteligente extraterrestre. Los “delfines”

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de Green Bank fueron así los primeros miembros delproyecto SETI, al que con el tiempo se irían uniendomuchos más; y la ecuación de Drake se convirtió en unarma contra los escépticos.

A pesar de ello, hubo un cierto periodo de relajacióndurante el resto de los sesenta. Al menos en lo referente anuevas campañas de búsqueda mediante radiotelesco-pios, del estilo del proyecto Ozma, pues la actividad inte-lectual sobre el tema sí fue muy intensa. Entre la discusio-nes acerca de la naturaleza de los extraterrestres, el estadoy tipo de su tecnología, o los modos posibles de comuni-carse con ellos, se produjo un acontecimiento extraordi-nario que revolvió las aguas, para unos claras, para otrosno tanto, de la posibilidad de vida extraterrestre.

Corría el año de 1967. Estados Unidos y la UniónSoviética se encontraban en plena carrera espacial, y laposición de uno y otro país en esta competición no erapor entonces la que sugiere el orden en que yo los henombrado. Diez años antes, la URSS había puesto enórbita el primer satélite artificial, el Sputnik 1, al quesiguió, poco después, el Sputnik 2. Los rusos fuerontambién los primeros en hacer llegar una nave no tripu-lada a la superficie de la Luna y en llevar un hombre alespacio, Yuri Gagarin, el 12 de abril de 1961, que fueprecedido por una perra, Laika (viajaba dentro del Sput-nik 2 y, desgraciadamente, murió en su interior).

Figura 7. Yuri Gagarin

Los americanos, en cambio, tras un principio bas-tante desastroso en el que varios cohetes saltaron porlos aires –explotaron, para ser más claros, pues preci-samente lo que no hicieron fue lo que les competía:saltar por los aires y llegar al Espacio–, no lograronen general más que mantenerse a la zaga de losrusos, celebrando, con más o menos entusiasmo,conquistas de segunda mano. Las tornas cambiaron,o al menos se equilibraron, el 20 de julio de 1969,cuando una pequeña nave se posó en el mar de laTranquilidad –imagino que suavemente, como el

nombre promete– y un ser humano pisó por primeravez la Luna. Pero esa es otra historia, así es que vol-vamos al tema del que estaba hablando: el aconteci-miento que en 1967 agitó la búsqueda de inteligen-cia extraterrestre.

Ocurrió en la universidad de Cambridge, en la queuna joven licenciada en Física, Jocelyn Bell, estaba cur-sando su doctorado. El tema de éste eran los quásars,unos extraños y extremadamente lejanos objetos que semueven a velocidades vertiginosas y emiten una enormecantidad de radiación. Para sus estudios, Jocelyn emple-aba un radiotelescopio acabado de construir. Analizandolos registros obtenidos por él, descubrió que había algoextraño, unas señales de radio demasiado rápidas y regu-lares para atribuirse a un quásar. En un primer momento,Jocelyn y su tutor, Anthony Hewish, imaginaron que setrataba de interferencias de origen terrestre de algún tipo,pero cuando trataron de filtrarlas por los medios habitua-les se dieron cuenta de que no era así y de que las seña-les procedían realmente del espacio exterior.

La singular naturaleza de dichas señales hizo pensarque podían ser la ansiada transmisión de una civilizaciónextraterrestre. No era algo absurdo considerarlo, aunqueni Jocelyn ni Hewish estaban plenamente convencidosde que lo fueran. Así, medio en broma medio en serio,empezaron a referirse a la fuente de esas emisionescomo LGM, Little Green Men, hombrecillos verdes.

Figura 8. Imagen del registro original de la señal LGM

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El misterio llamó la atención de muchos otros cien-tíficos, que acudieron al observatorio de Cambridgepara analizar las señales. Y al final se descubrió la ver-dad. No se trataba de una comunicación extraterrestre,sino de un objeto cósmico ya previsto por la Física teó-rica pero que hasta entonces nunca había sido obser-vado, un púlsar, que consiste en una estrella de neutro-nes que gira a gran velocidad y posee un campo elec-tromagnético muy intenso.

Nota: Las estrellas de neutrones son resultado delcolapso gravitacional de una estrella.

En 1971, después de este “susto”, se inició por finuna nueva serie de observaciones, como las queDrake efectuara diez años antes, también en el obser-vatorio de Green Bank. Esta vez fueron dirigidas porG. L. Verschuur, a cuya disposición fueron puestos unbuen y moderno equipamiento y dos radiotelescopios(Drake sólo pudo utilizar uno, de menor dimensiónque cualquiera de estos), pero la experiencia no fuemuy afortunada. El propio Verschuur no estaba dema-siado convencido de la viabilidad del proyecto, apesar de ser él su director y, además, aunque lasobservaciones fueron más precisas y numerosas quelas que hizo Drake, el tiempo que se les dedicó fuemucho menor y repartido a lo largo de un periodomás largo. Aún así, fueron las similitudes con el pro-yecto Ozma, más que las diferencias, las que determi-naron el nombre de este segundo proyecto, que quedóbautizado como proyecto Ozpa.

No tardó esta vez en seguirle uno más ambicioso,el proyecto Ozma II. Se realizó también en las insta-laciones de Green Bank y se prolongó durante cuatroaños. En ese tiempo se verificaron casi setecientasestrellas, a las que se dedicó un tiempo de observa-ción más de tres veces superior al que Drake empleóen el proyecto Ozma.

Uno de los momentos más relevantes que hastaahora se han dado en la historia del proyecto SETI, fueel envolvimiento en él de la propia agencia espacial deEstados Unidos, la poderosa y prestigiosa NASA. Todoempezó en 1970, gracias a John Billingham, un miem-bro destacado del centro de investigación Ames de laNASA que convenció al entonces director de ésta,Henry Mark, para hacer un estudio sobre las técnicasempleadas por el proyecto SETI y sobre la viabilidadde la existencia de vida extraterrestre inteligente. Eneste estudio, patrocinado por la universidad de Stan-ford, además de por el centro Ames de la NASA, parti-cipó Bernard Oliver, el vicepresidente de Hewlett Pac-

kard y uno de los fundadores del proyecto SETI, delque ya he hablado. La propuesta de la comisión queelaboró el estudio fue la construcción de un millar deradiotelescopios, de cien metros de diámetro cada uno,que ocuparían una superficie de ochenta kilómetroscuadrados y costarían diez mil millones de dólares. Elproyecto, denominado muy apropiadamente Cyclops,fue rechazado por la NASA, dado su coste astronómico(nunca mejor dicho).

Nota: En el estudio se analizó la construcción dediversos tipos y configuraciones de radioteles-copios, que podrían situarse en la superficieterrestre, en la Luna o en satélites artificiales.

Figura 9. Proyecto Cyclops

Tras el rechazo del Cyclops, la NASA financióvarios proyectos más modestos relacionados con elSETI durante los setenta, y a finales de ese deceniose sentaron las bases para la creación de dos centrosde búsqueda, uno en el observatorio de Arecibo, enPuerto Rico, dirigido por el centro Ames de la NASA;y otro en el Complejo de Comunicaciones del Espa-cio Profundo, en el desierto de Mojave, supervisadopor el JPL (Jet Propulsion Laboratory) de Pasadena.Ambos programas recibieron el nombre conjunto deMOP, Microwave Observing Program, Programa deObservación de Microondas.

Todo parecía ir bien, hasta que entró en escena elsenador William Proxmire...

A este íntegro y sobrio senador del estado de Wis-consin se le ocurrió crear, en 1975, un premio llama-do The Golden Fleece, el “Vellocino de Oro”. Estepremio, que de premio sólo tenía el nombre, se atri-buía a los programas sufragados con fondos públicosque, en opinión de Proxmire, eran un absoluto des-perdicio. El primero fue concedido a la Fundación

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Nacional para la Ciencia de Estados Unidos, por gas-tarse 84.000 dólares en un estudio para averiguarqué hace a las personas enamorarse.

Como ya habrá podido imaginar, la NASA recibióuno de estos temidos galardones por su proyectopara la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Estoocurrió en 1978. Cuatro años después, la presión yla influencia de Proxmire llevaron a la elaboración deuna enmienda de ley, mediante la que el senadorpretendía cortar totalmente los fondos de la NASAdedicados a ese fin. Por fortuna, un encuentro perso-nal entre Carl Sagan y Proxmire logró ahuyentar elpeligro. Sagan unió a sus propios argumentos con-vincentes un documento firmado por varios científi-cos de alto nivel –entre ellos, siete premios Nobel–,en el que mostraban su apoyo al proyecto SETI.

Nota: Otros premiados con el “Vellocino de Oro”durante los años setenta fueron: la Adminis-tración para el Refuerzo y Asistencia de laLey, por un estudio para descubrir por qué lospresos quieren huir de la cárcel; el ministeriode Agricultura, por la elaboración de un pro-grama de ejercicios periódicos destinado a loscerdos recluidos, cuyo fin era reducir su abu-rrimiento y estrés; la Fuerza Aérea, por unestudio de seis meses de duración en el que seanalizó el uso de paraguas por parte del per-sonal masculino del Pentágono; o el InstitutoNacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alco-holismo, por gastarse millones de dólares paraaveriguar, entre otras cosas, si los peces sonmás agresivos cuando están borrachos quecuando están sobrios.

Figura 10. En esta página puede encontrar todos los premios “Vellocino de Oro”

(http://www.taxpayer.net/awards/goldenfleece/history.htm)

Después de tantos contratiempos, los radioteles-copios de Arecibo y del desierto de Mojave empeza-ron por fin sus observaciones al servicio del proyectoSETI, estrenando un nuevo nombre: HRMS, porHigh Resolution Microwave Survey, Estudio de AltaResolución de Microondas. Sin embargo, el trabajose prolongó durante menos de un año. Pasado esetiempo, un nuevo ataque político –esta vez por partedel senador de Nevada Richard Bryan– acabó defini-tivamente con la participación de la NASA en el pro-yecto SETI.

Entonces, una buena parte del equipamientodesarrollado por el centro Ames de la NASA fueadquirido por una entidad privada envuelta en elproyecto SETI, el SETI Institute. Este avanzado ins-trumental permitió seguir la búsqueda, que tras elabandono de la NASA volvió a rebautizarse con eladecuado nombre de proyecto Fénix.

Durante algún tiempo, los científicos del InstitutoSETI fueron de un lugar a otro con sus equipos, pri-mero al observatorio Parkes, en Australia, y luego alobservatorio de Green Bank, hasta que, finalmente,en 1998, se instalaron en el observatorio de Arecibo,uno de los que, recordemos, la NASA había elegidopara sus proyectos. Desde entonces analizan, a travésde él, estrellas o zonas concretas del Espacio previa-mente seleccionadas, en las que se considera mayorla probabilidad de encontrar señales de vida inteli-gente.

Otra importante entidad privada envuelta en elproyecto SETI, The Planetary Society, tomó un cami-no algo distinto. Sus científicos decidieron hacer unabúsqueda general, en vez de centrarla en puntos con-cretos del Universo. Para ello, apoyaron estudios rea-lizados en diversos observatorios, incluido el de Are-cibo. En éste se desarrolla el denominado proyectoSERENDIP, del que forma parte un ingenioso pro-yecto que ha tenido enorme éxito: SETI@home.

SETI@HOME¿Le gustaría participar en la búsqueda de inteli-

gencia extraterrestre? No necesita ninguna titulación,ni siquiera moverse de su casa –de hecho, el nombreSETI@home, s ignif ica precisamente “SETI encasa”–. Basta con que se descargue de Internet unpequeño programa. Yo lo tengo, y conmigo más decuatro millones de personas en todo el mundo.

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El programa de búsqueda SERENDIP de The Pla-netary Society recoge una ingente cantidad de datos,que deben ser analizados. Ahí es donde entra el pro-grama SETI@home. Lo que hace esta pequeña apli-cación es recibir datos de SERENDIP, recogidos deArecibo y tratados por un grupo de colaboradoresdel proyecto SETI en la universidad de Berkeley,desde la que se dirige el proyecto, procesarlos yenviar los resultados de vuelta a Berkeley.

Lo que el SETI consigue con la ayuda de losusuarios de SETI@home es añadir a la suya propiauna capacidad de proceso enorme, equivalente porel momento a más de 1.300.000 años. Lo que ustedpuede ganar, es servir de ayuda en esta verdaderaodisea, formar parte de algo grande y noble. Y siestos argumentos no le convencen, quizá lo haga laposibilidad de tornarse famoso, de convertirse en eldescubridor de una señal de vida inteligente a la quequizá le dejen poner su nombre.

Descarga e instalaciónPara descargarse el programa SETI@home, debe

entrar en:

http://www.hispaseti.org/oficial/download.html

En esta página, haga clic en el enlace que corres-ponda al sistema operativo de su equipo. Lo másnormal es que se trate de alguna versión de Win-dows. Si efectivamente así es, deberá elegir Win-dows (95/98/Me/2000/NT/XP).

Figura 11. Página de descarga de SETI@home

Al final de una nueva página con diversos comen-tarios sobre el programa, aparecen los enlaces dedescarga propiamente dichos, Descargar. La des-

carga puede hacerse desde dos mirrors (servidoresde origen) distintos. Elija uno cualquiera de ellos. Sino ocurre nada, o si nota que la descarga es muylenta, pruebe con el otro mirror.

Lo que descargará es un archivo ejecutable, con unnombre del estilo de “setiathome_win_3_07.exe”. Alejecutarlo, se iniciará el asistente de instalación. No voya explicar todos sus pasos, porque son bastante obviosy comunes a cualquier asistente de este tipo: deberáaceptar las condiciones de la licencia de utilización delsoftware, elegir dónde instalar el programa y darle unnombre a la carpeta del menú Inicio-Programas deWindows que se creará y desde la que podrá consultarla ayuda del programa, ejecutarlo y desinstalarlo.

Cuando termine de hacer todo esto, deberá confi-gurar algunas características, o preferencias, de lasque sí voy a hablar con algo más de detalle. En laventana de preferencias, debe establecer básicamentedos cosas. La primera es si desea que el programafuncione de modo esporádico, como un salvapanta-llas, sólo cuando el sistema no esté ocupado (esta esla opción por defecto de Data Analysis), o bien quelo haga continuamente. Si dispone de 64 MB de RAMo más, lo ideal es que elija esta segunda opción, por-que de este modo SETI@home podrá procesar unacantidad de datos mucho mayor. Y no se preocupepor el rendimiento de su equipo, ya que salvo encasos muy especiales no notara alguna merma.

Figura 12. Configuración de las preferencias deSETI@home

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La otra opción básica que debe establecer es si elprograma tiene o no que pedirle permiso para conec-tarse a Internet. SETI@home necesita hacerlo pararecoger datos y enviar los resultados una vez hayansido procesados. Si usted no está permanentementeconectado a Internet, lo mejor será que elija Ask mebefore connecting to the Internet. En el caso deque tenga una línea dedicada (ADSL o cable, porejemplo), puede elegir la opción que prefiera.

Después de establecer las preferencias, pulse OK.

Nota: Si su equipo pertenece a una red empresarial,o si tiene una red propia en su casa y accedea Internet a través de un servidor proxy, debe-rá indicar las características de éste mediantela ventana a la que se accede con Proxy Ser-ver.

La primera vez que se ejecute SETI@home –estoocurre automáticamente después de configurar laspreferencias–, el programa le preguntará si es unnuevo usuario o uno antiguo. Voy a suponer que esla primera vez que instala el programa –si no es así,ya sabrá qué hacer–, así es que verifique que estáactivada la opción First-time user (create newacount) y pulse OK.

Figura 13. Creación de una nueva cuenta de usuario enSETI@home

Se le pedirán algunos datos, como el apodo(nickname) con el que desea registrarse, su direcciónde email, o el país al que pertenece; también, se lesolicitará permiso para mostrar su apodo y su emailen el sitio web de SETI@home y se le pedirá queindique si su equipo es de una escuela, de una

empresa o particular. Cuando termine de rellenar losdatos, oprima Submit. Si en las preferencias eligióque el programa le pidiera permiso antes de conec-tarse a Internet, aparecerá una ventana en la que sele solicita que se conecte. Si, por el contrario, se deci-dió por la opción de conexión automática, el progra-ma accederá por sí solo a Internet para descargar elprimer paquete de datos.

Y eso es todo.

¡Fel ic idades! Ya es usted un usuario deSETI@home.

Figura 14. SETI@home

¿De dónde provienen los datos?Dado que el radiotelescopio de Arecibo es fijo,

sólo resulta posible recoger datos de una cierta franjadel cielo, que, por el momento, es de unos veintegrados a uno y otro lado del radiotelescopio. Las lec-turas proceden, por tanto, de cualquier lugar delEspacio, dentro de esa franja, que esté situado en uncierto radio de distancia. Durante el tiempo en quelleva desarrollándose el programa SETI@home, seha analizado al menos una vez toda esa zona delcielo. El objetivo inmediato es revisarla tres veces.

El espectro de frecuencias barrido en cada obser-vación está centrado en la línea del Hidrógeno (1420MHz) y tiene un ancho de 2,5 MHz. Es decir, el inter-valo de frecuencias va de los 1418,75 MHz a los1421,25 MHz. Cada grupo de datos recogidos duran-te unos 107 segundos ocupa entre 50 y 100 MB, porlo que no resulta práctico enviárselo al usuario en sutotalidad.

Lo que se hace, en cambio, es dividir cada unode estos grupos en 256 trozos de unos 350 KB, que

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constituyen las unidades de trabajo, los pequeñospaquetes que el usuario efectivamente procesa. Estospaquetes abarcan un intervalo de frecuencias deunos 10.000 Hz (9765,620 Hz, para ser exactos). Deahí que en el eje X del gráfico que genera el progra-ma SETI@home se indique que la frecuencia va de 0a 9765,620 Hz (0,009765620 MHz).

En realidad, ésta va de 1418,75 Mhz a 1418,760Mhz (1418,75 Mhz + 0,009765620 MHz), en el pri-mer paquete de datos; de 1418,760 Mhz a 1418,770Mhz, en el segundo; y así sucesivamente hasta com-pletar los 256.

Nota: En la parte superior derecha de la ventana delprograma, bajo el título Data Info, aparece laBase Frequency, que permite saber en quéparte del espectro barrido está localizada cadaunidad de trabajo.

Figura 16. Esquema de la división de los datos en unidades de trabajo

¿Cómo se tratan los datos?El paquete de datos que se recibe de Berkeley

está compuesto por señales de diversa naturaleza yde distintos anchos de banda. La cuestión es saberqué tipo de señal se le ocurriría enviar a una civiliza-ción extraterrestre. Pues bien, mandar una señalintensa en un espectro amplio de frecuencias demanera que consiga llegar a una distancia muy gran-de, requiere una enorme cantidad de energía. Poresa razón, parece lógico pensar que la señal deberíaestar restringida a un pequeño ancho de banda, loque no sólo ahorra energía sino que hace que laseñal sea más fácilmente distinguible entre el ruidode fondo del Espacio.

Por tanto, lo primero que hace el programa nadamás recibir los datos procedentes de la universidadde Berkeley, es eliminar las señales de banda larga yquedarse con las de banda estrecha, que se reducen,además, a un mismo nivel de referencia. A este pro-ceso se le llama suavizado de línea de base (Baselinesmoothing).

Los archivos de datos muestran la variación decada señal en función del tiempo, cuando lo intere-

Figura 15. Zona del cielo ya cubierta por el proyecto SETI@home (banda gris claro)

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sante es analizar la intensidad de la señal también enfunción de la frecuencia, pues esto permite detectarseñales constantes y fuertes en frecuencias concretas.Para transformar unos tipos de datos en otros, se rea-liza un tratamiento matemático, la transformaciónrápida de Fourier (Fast Fourier transform).

Todavía hay una corrección más que hacer, debi-do al hecho de que ni la Tierra, donde se halla elobservatorio terrestre, ni la fuente de la señal, estánfijos en el Espacio, sino que ambos se mueven segúnunas trayectorias propias. Eso lleva a que la señalesté sujeta al efecto Doppler, produciéndose cambiosaparentes en su frecuencia en función de la variaciónde la distancia entre la fuente (una estrella, por ejem-plo) y el receptor (el radiotelescopio de Arecibo, eneste caso). Esta corrección es la que hace el progra-ma cuando dice que está Chirping data, “poniendo atono” los datos.

Búsqueda de señales “sospechosas”Después de estas transformaciones y correccio-

nes, empieza la búsqueda de distribuciones gaussia-nas (Gaussians) entre los datos, es decir, de señalescuya intensidad varíe según una distribución normal(de Gauss) en un cierto intervalo de tiempo. Dichode un modo simple, se buscan señales cuya intensi-dad vaya creciendo hasta un máximo y luego decrez-ca, de un modo simétrico, en un cierto intervalo detiempo.

La variación de intensidad es un indicativo deque la fuente emisora no es terrestre o artificial (unsatélite de comunicaciones, por ejemplo), ya que eneste caso la intensidad se mantendría constante enmayor o menor medida.

Hay otro factor que ayuda también a distinguir sila fuente de emisión está en la Tierra o sus inmedia-ciones, o bien en el Espacio profundo. Es el tiempoque dura la señal. Dicho tiempo está determinadopor lo que tarda el objeto visado en atravesar elcampo del telescopio que, recordemos, en el caso deArecibo, está fijo y no puede, por tanto, seguir alobjeto. Obviamente, el tiempo de paso depende dela distancia a la que se encuentre el objeto y de suvelocidad, pero lo más habitual es que los objetosque se observan desde Arecibo tarden unos 12segundos en salirse del foco del radiotelescopio. Portanto, 12 segundos es el tiempo que aproximada-mente debe durar la señal en este caso.

Figura 17. Ejemplo de una emisión gaussiana

Además de distribuciones gaussianas, SETI@homebusca otro tipo de formaciones que puedan atribuirse auna inteligencia extraterrestre. Concretamente, pulsos(pulses) y tripletes (triplets), es decir, puntas de intensi-dad en parejas o tríos repetidas a intervalos regulares.

Figura 18. Ejemplo de triplete

Por último, de entre todos los gaussianos, pulsos ytripletes que el programa identifica –si es que encuen-tra alguno–, hace una selección y elige los mejores. Esdecir, en el caso de los gaussianos, se queda sólo conlos de mayor intensidad (indicada por un valor alto depower) y que más fielmente se ajusten a una distribu-ción normal (los que tengan un valor más bajo de fit);y en el caso de los pulsos y tripletes, con los que mos-traron picos de intensidad más altos y mejor puntua-ción (un score mayor que 1).

LA SEÑAL ¡WOW!Hagamos un resumen de las características que

podría tener una genuina señal emitida por una inte-ligencia extraterrestre:

• Debe tener una frecuencia cercana a la líneadel Hidrógeno o que esté dentro del rango delagujero del agua.

• Debe estar localizada en un estrecho rango defrecuencias.

• La intensidad de la señal debe variar segúnuna curva de Gauss y, si ha sido detectada por

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el radiotelescopio de Arecibo, debe durar unos12 segundos.

Una señal que cumpla todas estas condiciones,tendría un aspecto parecido al que se muestra en laimagen:

Figura 19. Posible aspecto de una señal extraterrestre, tal ycomo se vería en SETI@home

De modo fehaciente, sólo una vez hasta ahora seha detectado una señal con todas las característicasde una emisión alienígena. Quedó registrada en elradiotelescopio Big Ear de la universidad estatal deOhio el 15 de agosto de 1977, y fue descubierta porJerry Ehman, un profesor universitario que trabajabaen el observatorio. La señal se conoce como wow!

signal, por la expresión de asombro que se le escapóa Ehman cuando la descubrió al analizar los regis-tros.

Hasta el momento no ha sido posible explicar lanaturaleza de esta señal, descartadas todas las inter-ferencias debidas a causas naturales o humanasconocidas que podrían haberla originado. Tampocoha sido posible sintonizarla de nuevo en ningún otroobservatorio del mundo. Ha quedado, pues, comoun verdadero enigma, que quizá no llegue a resolver-se nunca, por lo que sólo nos resta especular: quizála produjo algún objeto cósmico aún por descubrir, oun satélite espía, o un nuevo y secreto prototipo denave espacial.

O quizá no...

Mi sincero agradecimiento al señor Vladimir M.Lipunov, doctor en astrofísica, profesor de la uni-versidad de Moscú y jefe de investigación del Insti-tuto de Astronomía Sternberg, por su pronta yamable aclaración sobre una duda que me surgiódurante la elaboración de este artículo.

Gracias también a The Planetary Society, alSETI Institute y a los responsables del proyectoSETI@home, por aportar el grueso de la docu-mentación empleada.