Discutir Laclau

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Theomai ISSN: 1666-2830 [email protected] Red Internacional de Estudios sobre Sociedad, Naturaleza y Desarrollo Argentina Veltmeyer, Henry El proyecto post-marxista: aporte y crítica a Ernesto Laclau Theomai, núm. 14, segundo semestre, 2006, pp. 1-15 Red Internacional de Estudios sobre Sociedad, Naturaleza y Desarrollo Buenos Aires, Argentina Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=12401402 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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  • TheomaiISSN: [email protected] Internacional de Estudios sobre Sociedad,Naturaleza y DesarrolloArgentina

    Veltmeyer, HenryEl proyecto post-marxista: aporte y crtica a Ernesto Laclau

    Theomai, nm. 14, segundo semestre, 2006, pp. 1-15Red Internacional de Estudios sobre Sociedad, Naturaleza y Desarrollo

    Buenos Aires, Argentina

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    El proyecto post-marxista: aporte y crtica a Ernesto Laclau

    Henry VeltmeyerTraduccin: Valentina Picchetti

    Introduccin

    El trabajo de Ernesto Laclau constituye una contribucin al pensamiento post-marxista. Enla opinin anticipada por el mismo Laclau en el prefacio de la edicin espaola de Hegemona yEstrategia socialista. Hacia una Radicalizacin de la Democracia, escrito junto a Chantel Mouffe: l [ellibro] ha estado desde entonces [su publicacin en 1985] en el centro de una serie de debates, almismo tiempo, tericos y polticos (...) en el mundo anglosajn (p.VII). Y as fue. Algunos puedenignorar o restar importancia a este aspecto, por ejemplo Born (1996), pero no hay dudas de que ellibro de Laclau y Mouffe persiste como un punto de referencia crtico en el debate an vigente querodea a lo que algunos prefieren ver como un impasse terico, como una crisis que pone encuestin no slo al marxismo, tambin a todas las formas de anlisis estructural, lo mismo que a laconstruccin de grandes teoras asociadas al proyecto Iluminista del siglo XVIII para estableceruna mejor forma de sociedad en la cual haya progreso econmico, justicia social y democracia.Pero la verdadera cuestin (y es una pregunta hecha por Born, entre otros) es si el post-marxismo,en los trminos formulados por Laclau y Mouffe, como proyecto terico y poltico, ha tenido unimpacto directo, terico y prctico en el mundo real, en las luchas actuales, y an msespecficamente, en el surgimiento de nuevos movimientos sociales en Amrica Latina(Caldern, 1995; Escobar y lvarez, 1992). En trminos menos ambiciosos o idealistas, la preguntaes si el post-marxismo ofrece una perspectiva terica til y, en relacin al marxismo, un conjuntosuperior de herramientas intelectuales para el anlisis de las luchas y de los movimientos para elcambio.

    No obstante estas preguntas, el libro de Laclau y Mouffe (en adelante HES) y otros escritosde igual carcter como New Reflexion on the Revolution of our time (en adelante NR) proveen de unpunto de referencia til al aporte crtico del pensamiento post-marxista. Proponemos encargarnosde tal aporte en relacin a la pretensin de Laclau y otros post-marxistas de dar una necesaria ysaludable extensin al pensamiento marxista, en otras palabras, de ser una crtica del marxismodentro del marxismo.

    Por el contrario, nosotros sostenemos que el post-estructuralismo constituye un abandonodel marxismo y el rechazo de los principios del materialismo histrico en los que ste se basa. Eneste contexto, afirmamos que el post-marxismo no es sino el ltimo de una serie de ataques a la

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    posibilidad de la Ciencia Social, tanto en su versin marxista como en la no marxista. En efecto, elpost-estructuralismo supone el rechazo a los principios y al mtodo que define a la Ciencia Socialcomo tal, en la medida en que entre estos principios quedan comprometidos tres: el objetivismo(la realidad objetiva de las condiciones materiales tomadas como hechos sociales), elestructuralismo (la existencia de estructuras que subyacen a las relaciones sociales y que son slovisibles en sus efectos y aprehensibles de manera parcial) y la racionalidad de los procesos decambio de gran escala. La base de un ataque de estas caractersticas es una epistemologa idealista(subjetivismo, situacionismo y nihilismo) que subyace tanto al post-marxismo como alpostmodernismo. Nosotros criticamos y establecemos los lmites y contradicciones del post-estructuralismo tal cual es formulado por Laclau, tomando en cuenta la manifiesta incapacidad delidealismo para construir las bases para el anlisis concreto de cualquier formacin socialhistricamente dada o movimiento social, sea novedoso o de otro tipo. En este marco tambindesafiamos las pretensiones del post-estructuralismo de constituirse como una forma de anlisissuperior al marxismo.

    El programa terico del post-estructuralismo

    En repetidas ocasiones, Laclau y Mouffe se esforzaron por establecer el contenido terico yprctico de un programa post-estructuralista, con pocos resultados, podramos agregar. Como esde esperarse, el punto de partida de este programa es la crisis que acos ostensiblemente almarxismo, al igual que a otras formas del estructuralismo. Sin embargo de un modo sorprendente,ellos no sitan al comienzo de la crisis en la mitad de la dcada del 70, como lo hace la mayora delos exponentes del post-modernismo. Ellos lo proyectan hacia atrs hasta los escritos de Marx, dehecho, hasta los comienzos cuando Marx y Engels estaban saldando cuentas con la ideologaalemana y, de paso, con el idealismo en sus distintas formas incluyendo o, en particular, con laforma hegeliana de sus propios pensamientos. En efecto, segn Laclau y Mouffe, el marxismosiempre estuvo en crisis, infectado desde el principio por una capacidad limitada para teorizar yanalizar los problemas que l mismo haba planteado. No se trata simplemente de undistanciamiento histrico respecto del marxismo donde las nuevas condiciones generadas no seancomparables ni explicables en los mismos trminos. El marxismo naci muerto y bastardo es unjuicio que Laclau y Mouffe comparten, sin ser en esto inocentes, con los crticos de la derechaconservadora como Karl Popper (1962) o, incluso con anterioridad, von Hayek (1944). En palabrasde Laclau: l [un defecto fatal del marxismo] no es un [problema de] derivacin de alguna fuenteprstina, sino [de algo] que domina todo el trabajo del propio Marx (HES: VIII).

    Cul es ese defecto fatal en el marxismo? Laclau y Mouffe no son claros al respecto pero,por lo que podemos deducir, se trata de una dualidad que trataremos de eliminar [mediante] laafirmacin del carcter primario y constitutivo del antagonismo lo cual implica la adopcin deuna postura post-marxista (NR: 192). El antagonismo? ste se encuentra dentro de la historiaconcebido de un lado, como racional y objetivo resultado de la contradiccin entre fuerzas yrelaciones de produccin y, del otro, como dominado por la negatividad y la contingencia que, entrminos marxistas, sera lucha de clases.

    En otras palabras, Laclau y Mouffe proponen sobreimprimir una ambigedadestrechamente percibida en el pensamiento de Marx, esto es, el espectro que a travs de los aos hadesvelado no slo al pensamiento marxista sino tambin a la sociologa. Al respecto estn lasdimensiones objetiva y subjetiva de la dialctica que Marx mismo ya haba identificado en1844 en las acciones superiores de los tejedores silesianos que actuaban no slo por cieganecesidad sino tambin con una conciencia terica de las razones de su lucha, constituyndose aellos mismos, en palabras de Georg Luckcs, como el mismo sujeto-objeto de la historia.

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    Olvidando de momento el idealismo de la posicin de Marx mismo al respecto, cul es elpunto de partida del post-estructuralismo con respecto a la ambigedad en el pensamiento deMarx sobre este antagonismo primario? En primer lugar se debe entender que este antagonismoentre lo subjetivo y lo objetivo fue planteado como el problema terico central por diversasexpresiones del discurso filosfico y sociolgico y que la formulacin de Marx es el punto departida y referencia ms conveniente de todos. Aunque es evidente que en el anlisis prcticotom una forma o la otra. Es decir, la historia fue concebida en trminos estructurales -ocientficos- como un proceso inscripto en las funciones de un sistema, donde los datos objetivos ocondiciones determinan las acciones y pensamientos de la gente en tanto individuos, grupossociales o clases, de acuerdo a su posicin o ubicacin en dicho sistema. De manera alternativa, lahistoria fue vista en trminos bastante diferentes con el nfasis puesto en la subjetividad, laheterogeneidad y la contextualidad. En estos trminos la historia es percibida como el resultado deformas de accin que son subjetivamente significantes y socialmente orientadas, basadas en ideasque una vez concebidas, luego son actuadas en conformidad. El contexto de la accin social y de laproduccin de la historia no es provisto por las condiciones objetivas dadas en un sistema,producto de sus estructuras subyacentes. Al contrario, est basado en la contingencia, encondiciones que no son estructurales ni necesarias, sino accidentales y heterogneas, siendo susformas determinadas por los significados subjetivos que la gente otorga a sus acciones ensituaciones especficas.

    Con el correr de los aos hubo varios intentos para construir una sntesis terica de esteantagonismo primario, pero en el anlisis prctico -que es en el pensamiento- adopt una u otraforma. En este contexto, las interpretaciones favorables al pensamiento de Marx centraron suatencin en este antagonismo viendo al marxismo como una solucin terica al problema antesplanteado por Kant y posteriormente por Hegel en trminos de la dialctica de la razn. Laposicin de Kant era que dicha dialctica, en la que la aparente contradiccin entre la idea y larealidad se resolva en la unidad del ideal que existe slo como potencialidad -una idea sinrealidad como Kant lo conceba-, y que requiere para su realizacin una prctica separada, concondiciones que no estn pre-dadas en el pensamiento. En breve, la dialctica implica la extensinde la razn ms all de los lmites empricos del mundo sensible hasta alcanzar su unidadconceptual. De acuerdo a Kant, este proceso est contenido necesariamente en el pensamiento. Sinembargo, en la adopcin de la teora kantiana de la dialctica de la razn Hegel sostiene que Kantse habra equivocado al entenderla tan slo como un proceso del pensamiento. Segn laconstruccin de Hegel, la dialctica de la Idea es el modo en que la historia se despliega,proposicin aceptada por Marx pero agregando un sujeto humano y as dndola vuelta.

    Aqu yace el problema y la fuente de tanta confusin, evidente en la formulacin queLaclau hace del problema. Poner de cabezas la dialctica hegeliana como lo hace Marx significaestablecer un principio fundamental del materialismo histrico: las condiciones de existenciasocial determinan las formas de la conciencia social, es decir, las primeras moldean y limitanlas ideas. Sin embargo, el verdadero tema se relaciona con las condiciones necesarias para uncambio efectivo. Estas condiciones estn, como Hegel las conceba, determinadas por elpensamiento pero, al mismo tiempo, inmanentes en la historia? O, como argumentaba Kant, ellasrequieren una forma de la prctica diferente que tiene lugar por fuera del pensamiento, es decir,condiciones que no estn pre-dadas ni determinadas, ni en el pensamiento ni por l. El mismoMarx da cuenta de este problema filosfico en sus Tesis sobre Feuerbach cuando afirma que no setrata de interpretar la realidad sino de cambiarla sobre la base de un movimiento real y prcticohistricamente dado y cuyas condiciones no estn pre-dadas en el pensamiento. Pese a que Marxno realiz un desarrollo filosfico sobre este problema, su posicin es bastante clara: lascondiciones para la transformacin social son tanto objetivas como subjetivas. En sntesis, laambigedad que Laclau sita dentro del pensamiento de Marx y que seala como un defecto fatal

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    se reduce a que las condiciones para una transformacin histrica no pueden ser predeterminadas,ni dadas al pensamiento como una solucin terica para un problema de la prctica. De hecho,todo lo que Marx establece al respecto son algunos principios guas y una teora que seala losefectos sociales de ciertas prcticas institucionalizadas y estructuras identificables. En la mirada deMarx, las condiciones generadas por estas estructuras no pueden verse como enteramentedeterminantes y luego explicativas de la forma actual y especfica del desarrollo histrico. Ensuma, el antagonismo primario identificado por Laclau no puede ser resuelto dentro delpensamiento como Hegel y, segn parece, Laclau quieren creer.

    Esto es lo esencial del problema planteado por Laclau. l basa al post-marxismoprecisamente en la capacidad de eliminar aquel antagonismo primario. Esta es la fuente de sufundamentacin de que la lgica del anlisis post-marxista es incompatible con las categoras del[marxismo clsico] (HES: 4). En la construccin de esta lgica post-marxista: colocndo[nos] enel espacio post-marxista es necesario rechazar a ambos a la concepcin subjetivista marxista delas clases (...) [y] su visin de la idea del curso histrico del desarrollo capitalista (...) [y] porsupuesto, una concepcin del comunismo como una sociedad transparente en la cual losantagonismos [histricos] deben desaparecer (HES: 3). Ninguna de estas ideas, dice Laclau,pueden sostenerse hoy.

    Entonces, qu es lo que por su parte sostiene Laclau? Cul es el punto de partida y culeslas bases tericas de su posicin que van ms all de Marx para resolver la ambigedad delpensamiento marxiano y extender la lgica de su anlisis social -alejada del socialismo, en vistas ala construccin de la democracia radical- y an as encontrar la solucin dentro del marxismo?Para clarificar su posicin y decodificar la lgica del anlisis post-marxista de Laclau y Mouffenecesitamos examinar su deconstruccin del marxismo clsico. A eso apuntamos.

    La lgica del Post-marxismo

    Contradiccin social y la lgica de la lucha de clases

    Como dijimos, el punto de partida para la crtica de Laclau y Mouffe al marxismo clsico ysu lgica para el anlisis de clase es una ambigedad que ellos encuentran profundamenteenraizada en los trabajos del propio Marx. De un lado tenemos la visin brillante aunque breveencapsulada por Marx en el Prlogo de 1859 a la Contribucin a la crtica de la Economa Poltica.All la historia se desenvuelve en trminos de un conflicto entre las fuerzas y las relaciones deproduccin. Del otro lado tenemos la famosa afirmacin del Manifiesto Comunista de que lahistoria de toda sociedad realmente existente, es la historia de la lucha de clases. Cuando Laclau yMouffe deconstruyen estas dos afirmaciones, la primera es una contradiccin al interior de unantagonismo, mientras que la segunda es un antagonismo dentro de una contradiccin (HES:5). En ningn caso, y esta es la cuestin de fondo para los autores -como lo es para la lgicapositivista y otras crticas al pensamiento dialctico-, la realidad en apariencias es ambas cosas,incluso su oposicin o negacin como la piensa Herbert Marcuse al igual que otros estudiosos yadherentes del razonamiento dialctico. Sin embargo, la realidad no admite tal contradiccin(Kosik, 1976). No puede ser positiva y negativa al mismo tiempo: es o no es.

    La conclusin lgica que Laclau y Mouffe desprenden de esta premisa epistemolgica esque la contradiccin aparentemente fundada en la realidad es meramente discursiva, sin anclaje enla realidad. Como Gayatri Spivok (Nugent, 1995: 124-5), otro post-estructuralista, lo hace conrespecto al concepto marxista de clase al decir que ste no tiene referente emprico, no existecomo tal sino como una relacin discursiva con la realidad. La conclusin es clara: los aspectoscontradictorios del capitalismo son convertidos, va el discurso post-estructuralista, en unproblema de semitica, una cuestin de lenguaje, de expresin de una idea. Tal problema, en tanto

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    vivido y experimentado, desaparece al mismo tiempo que algunos socilogos conservadoresatinan a exclamar: Por favor, djennos arreglar de una vez y para siempre este terrible malentendude las clases sociales! No hay razones para la lucha de clases, todo puede reducirse a un problemade comunicacin (citado en Born, 1996:23). Igualmente, en el andamiaje construido por Laclau laexistencia de las clases es una cuestin de imaginario poltico.

    Sigamos esta lnea lgica no-dialctica tal cual fue trazada por Laclau y Mouffe. Por quno hay antagonismo dentro de la contradiccin existente entre las fuerzas de produccin y suscorrespondientes relaciones sociales? He aqu su respuesta: un antagonismo presupone laexistencia de un contexto externo, fctico y contingente que poco tienen que ver con lo que eldiscurso marxista toma como formas de leyes del desarrollo econmico o movimiento social.Laclau plantea este problema y sostiene su postura en los siguientes trminos:

    Demostrar que las relaciones capitalistas de produccin son intrnsecamente antagnicasimplica entonces, demostrar que el antagonismo emerge lgicamente de la relacin entre elcomprador y el vendedor de fuerza de trabajo. Pero, precisamente, esto no puede ser demostrado(...) slo si los trabajadores se resisten a esta extraccin [de plusvala] la relacin se vuelveantagnica; no hay nada en la categora de vendedor de fuerza de trabajo que sugiera talresistencia como conclusin lgica. (NR: 25)

    En este punto concluye que:

    Por ms que haya un antagonismo entre trabajador y capitalista, este antagonismo no esinherente a la relacin de produccin en s, sino que se encuentra entre la relacin de produccin yalgo cuyo agente se halla por fuera de esta relacin -por ejemplo, una cada en los salarios niega laidentidad de los trabajadores como consumidores. Hay entonces una objetividad social -elmotivo del beneficio y su lgica- que niega otra objetividad -la identidad como consumidor. Perosi una identidad es negada significa que su construccin total como objetividad es imposible(NR: 33)

    Tan preocupado est Laclau por combatir el reduccionismo clasista-que se halla ms enla mente de Laclau que en los escritos marxistas serios- y los mltiples y diversos esencialismosdel marxismo vulgar, que l cae en la trampa del reduccionismo discursivo: de la reduccin dela realidad al concepto, transformando las cosas en palabras. En la versin sociolgica y renovadadel idealismo trascendental de Laclau, el discurso mismo es construido como esencia de lo real aldefinir su significado y darle su forma. Los datos objetivos o mundo ya constituido -incluyendo lahistoria actual de la lucha de clases- es un proceso transformado a una lgica discursiva y sucarcter conflictivo, establecido por Marx no mediante la lgica sino por el anlisis de lascondiciones histricamente dadas, es disuelto. Por lo tanto, la explotacin capitalista no puedederivarse de la ley del valor y la extraccin de plusvala aparece slo si los trabajadores pueden serrepresentados discursivamente, o como Kautsky alguna vez seal, si alguien desde afuerainyectase en las venas de los trabajadores la conciencia de clase. La apropiacin capitalista deplusvala como proceso objetivo no puede constituir un antagonismo, como as tampoco la luchade clase hasta tanto los trabajadores no se rebelen y resistan. Para Laclau el problema no son lascondiciones sociales de produccin de clase, sino ms bien, algn tipo de borrosa identidad socialde los trabajadores como consumidores. Ms an, en este imaginario poltico de lostrabajadores como agentes sociales, Laclau desplaza a Marx de la ontologa productivista(relaciones de produccin de explotacin) del materialismo histrico y se acerca a Marx como si suteora estuviese fundada en una ontologa del intercambio de base mercantil (lucha de preciossobre los factores de produccin). Por supuesto, Laclau sabe exactamente qu es lo que est

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    haciendo o escribiendo aqu. En los aos 70 l mismo haba lanzado una tremenda crtica contraestas no poco comunes mal interpretaciones de Marx y el marxismo (Laclau, 197?).

    En este punto podemos remarcar que toda esta cuestin ya fue abordada por Marx mismoen sus primeros trabajos; en su crtica a Proudhon, as tambin como en su crtica a la dialcticahegeliana que estaba precisamente enunciada sobre la base del antagonismo entre la realidad y suconcepto. Es cierto que para Marx un antagonismo (en referencia a la dialctica hegeliana,invertido y luego dado a un sujeto humano) era la caracterstica decisiva de la contradiccin entretrabajadores asalariados y capital. Pero esto no significa la constitucin automtica de lostrabajadores asalariados en un sujeto histrico predestinado por las fuerzas de la historia aredimir la humanidad, a reapropiar la esencia humana o, en su versin cientfica, a superar lasociedad basada en la explotacin de la clase trabajadora.

    Es un error asociar al marxismo con una idea de predestinacin o inmanencia en la cual losresultados ya estn prefigurados y predeterminados. Pese a las declaraciones en contra, incluso lashechas por el mismo Marx, en este tema Marx est ms prximo a Kant que a Hegel. Esto esporque Marx, al contrario que Hegel, no tom el antagonismo primario de Laclau como pre-dado o resoluble en el pensamiento mediante su derivacin de un discurso lgico como Laclaubusca hacer. En la perspectiva de Marx, esto requerira y acarreara un proceso distinto y separado,dado que las condiciones en las que debe crearse no se encuentran en el pensamiento sino en laprctica. Para ser ms precisos, requiere de una prctica poltica que est conformada de acuerdoal desarrollo capitalista. Las condiciones objetivas y subjetivas de la lucha de clase no pueden serpredeterminadas por el pensamiento, como Marx seala en los siguientes trminos:

    La dominacin del capital cre para esta masa una situacin de intereses comunes. Por lotanto, esta masa se convirti en una clase en-s gracias al capital; pero an no es una clase para-s.Los intereses que ellos defendieron se convierten en intereses de clase. Pero la lucha de clasecontra clase es una lucha poltica (Marx, 1970: 158)

    Unos cuantos aos despus en el 18 Brumario, Marx elaborara esta idea al argumentar quelas condiciones objetivas de una clase en-s no son ms que el punto de partida del proceso deformacin y lucha de clase, condiciones que, bajo ningn criterio, pueden ser predeterminadas enel pensamiento. Estas condiciones incluyen una clara conciencia de la posicin y de los intereses declase, una forma de organizacin que supere la tendencia a formar facciones en las luchas locales yla formacin de un instrumento poltico capaz de guiar esta lucha (Marx y Engels, 1966: 318).

    Estas ideas, reiteradas innumerables veces por Marx, desmienten la nocin del carcteresencialista del proletariado y del carcter automtico de sus formas de accin, una mentirarepetida durante aos por las formas vulgarizadas del marxismo, como las expuestas por loslderes tericos de la II Internacional resucitadas por Laclau. En efecto, lo que hace Laclau seenmarca en la mejor (o peor) tradicin de polmicas conservadoras y liberales con respecto alpensamiento marxista y al anlisis de clase, no obstante su esfuerzo por colocar al post-marxismotericamente dentro del marxismo. En su discurso post-estructuralista, Laclau se auto-posiciona enuna larga y tortuosa tradicin de ataques idealistas al objetivismo, al materialismo histrico y alestructuralismo en las ciencias sociales, o sea, a la posibilidad misma de existencia de una cienciasocial. Luego volveremos sobre este punto.

    Subordinacin, opresin y dominacin

    Podemos encontrar la clave de la deconstruccin que realiza Laclau de la teora quesubyace al anlisis marxista de clase, en el ltimo captulo de Hegemona y Estrategia Socialista. AquLaclau y Mouffe presentan el concepto de subordinacin como la expresin crtica de la relacin

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    que supone la existencia de conflicto social al interior de la sociedad. El objetivo de estapresentacin es proveer de un anlisis terico de las condiciones bajo las cuales una relacin desubordinacin se convierte en una relacin de opresin y, por lo tanto, en las bases para (...) [el]antagonismo (HES: 172). En este anlisis se sostiene que existe una relacin y condiciones desubordinacin cuando un agente est sujeto a las decisiones de otro -un empleado con respectoa su empleador, las mujeres con respecto a los hombres en ciertas organizaciones familiares, etc..Por otra parte, las relaciones de opresin forman un subtipo dentro de las relaciones desubordinacin basadas en su transformacin como bases del antagonismo.

    El discurso post-estructuralista nos lleva al concepto de poder de Max Weber anclado enuna teora de la accin social y abstrada de todo contexto especfico o estructural. En este marco,las relaciones de dominacin constituyen la totalidad de las relaciones de subordinacin ypueden, por ende, coincidir o no con las relaciones de opresin realmente existentes en unadeterminada formacin social (HES: 172).

    El problema, segn Laclau y Mouffe, es determinar cmo y baja qu condiciones estasrelaciones de subordinacin puede y dan lugar a relaciones de opresin. Ahora, pueden serdeterminadas por adelantado mediante y dentro del pensamiento, esto es, teorizadas del modoque Marx lo hizo a propsito de la experiencia histrica previa? Otorgando centralidad a estacuestin reproducimos en forma completa la posicin de aqullos autores:

    Es claro por qu las relaciones de subordinacin, consideradas en s mismas no puedenser relaciones antagnicas: porque una relacin de subordinacin simplemente establece unconjunto de posiciones diferenciales entre los agentes sociales, y sabemos que un sistema dediferencias construye todas las identidades sociales (...) no slo no puede ser antagnico sino quecombina las condiciones ideales para eliminar cualquier antagonismo (...) Es slo en los extremosque la naturaleza positiva y diferencial de la posicin de subordinacin de un sujeto se subvierte.Siervo, esclavo, etc., en s mismos no designan posiciones antagnicas, tan slo es as entrminos de la formacin de un discurso diferente, como por ejemplo, es por los derechoshumanos primordiales que la posibilidad diferencial de estas categoras puede ser subvertida y lasubordinacin construida como opresin (HES: 172-173).

    Poner el problema en estos trminos saca a la luz un nmero de preguntas e invita a lacrtica seria. Primero, lo que es ms notable en este prrafo es que el antagonismo y la opresin desiervos y esclavos son construidas en dependencia a un discurso explicativo y emancipador, o sea,a una forma de pensar, de hablar o de escribir sobre un rea de conocimiento u objeto terico. Estaes una forma del idealismo (post-estructuralista, para ser precisos) que de hecho atraviesa no sloel prrafo citado sino al texto completo. Apreciar la situacin de los antiguos esclavos o siervosmedievales (y podramos agregar, en referencia al actual contexto de la sociedad capitalista, a lostrabajadores asalariados) desde este ngulo es asumir que estos agentes sociales ignoraban quesu relacin de subordinacin (con respecto a los esclavistas o los seores feudales) contena unantagonismo y las condiciones objetivas de la opresin. De cualquier modo, como observa Born(1996) cuando remarca este punto, la historia no ha registrado demasiados casos de esclavos ysiervos felices con su situacin o afortunados en la vida.

    En esta tnica, Born agrega que puede asumirse con seguridad que estos agentessociales estaban bastante enterados de ambas: de la opresin y de la relacin antagnica queexista entre ellos y los esclavistas y seores feudales. Y esto pesa a la ausencia de un discurso quebusque justificar la relacin de dominacin-subordinacin y las condiciones sociales de la opresina aquella asociada, ya sea para mantenerlos en su lugar o, en diferentes contextos, aplacar lasllamas de la rebelin. Sin embargo, como Laclau y Mouffe la conciben, la opresin o explotacinslo existe bajo la forma y determinadas condiciones de un discurso terico o ideolgico que,enmascara la situacin a sus vctimas.

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    Esto nos lleva nuevamente a los primeros trabajos de Marx donde, junto a sus compaerosde teora (los jvenes hegelianos de izquierda), suscriba a lo que ms tarde l llam irrisoriamenteIdeologa Alemana -la idea de que los portadores sociales de la relacin social y de lascondiciones de opresin y alienacin (el proletariado o la humanidad sufriente) requeranpara su emancipacin del elemento activo de pensamiento (la filosofa), a ser provisto por losintelectuales (los filsofos). Sin embargo, Marx y Engels saldaron cuentas con esta posturaintelectual revivida por Laclau y Mouffe. Tomemos por ejemplo, la discusin de Engels sobre lasluchas campesinas en la poca de Lutero. l observa que stas aparecen para muchos como unconflicto religioso de cara a la Reforma y la cuestin de la subordinacin a Roma, sin ningunaconexin con la opresin ejercida por la aristocracia sobre el campesinado. No obstante, contina,esto no fue ms que el sntoma por el cual se manifest un antagonismo de clase exacerbado por ladescomposicin feudal. Si los campesinos se rebelaron, tal cual lo hicieron, poco tuvo esto que vercon las 95 tesis clavadas por un monje agustino en la puerta de la catedral de Wittenburg, sino queesencialmente fue una reaccin a las condiciones materiales de la opresin ejercida por los seoresfeudales a los que estaban sujetos y de lo cual eran muy concientes.

    En cualquier caso, si vamos a tomar a Laclau y Mouffe seriamente, lo que exista enAlemania y en cualquier otro lugar antes de la aparicin de un discurso pertinente era el serenomundo de la subordinacin sin las relaciones de clase propias del antagonismo ni lascondiciones de opresin. Sin embargo y como seala Born (1996), desde esta perspectiva seradifcil de explicar la larga historia de rebeliones de esclavos y campesinos, sin recurrir a undiscurso intelectual que apele a un derecho social primordial a la igualdad y haga un llamado asubvertir el orden social. Asimismo, sera difcil explicar la huelga de los tejedores silesianos de1844 que forz la conciencia filosfica de Marx (la Ideologa Alemana) hasta llevarlo a lo quel ms tarde llamara el camino real hacia la ciencia en referencia a la concepcin de lascondiciones objetivas que dan lugar al conflicto y lucha de clases.

    El anlisis del discurso de Laclau y Mouffe se parece y, tal vez, deriva de los anlisisrealizados por Michel Foucault sobre las relaciones entre formas de conocimiento (enmarcadas enun discurso significativo) y las relaciones de poder y subordinacin en la sociedad. No obstante, loque este tipo de anlisis del discurso post-estructuralista no llega a comprender es que las luchashistricas de los pueblos y las clases contra la opresin y la explotacin, por lo general, preceden ala aparicin de un discurso terico pertinente (explicativo) o a un discurso ideolgico(polticamente movilizador).

    De este modo, se requiere de una mejor explicacin que puede encontrarse, parcialmente,en la distincin de Marx entre clase en-s y clase para-s, pese a su aparente simplicidad yambigedad identificadas y desafiadas por Laclau y Mouffe. La utilidad conceptual de estadistincin es la identificacin de ambas: las condiciones objetivas generadas por la estructura derelaciones sociales que los individuos entablan, por un lado y, por el otro, sus correspondientesformas de conciencia social que, como Marx puntualiz, no pueden ser determinadas deantemano, es decir, tericamente, pero requieren tanto del anlisis emprico como de la prcticaideolgica y poltica.

    El problema de la hegemona

    El concepto de hegemona es central en el modelo terico que construyen Laclau y Mouffey en sus esfuerzos por trascender al marxismo dentro del marxismo. El problema consiste en elhecho de que el concepto de hegemona en el que ellos abrevan se enmarca en una teora (elmarxismo) que es incompatible con la lgica social que ellos intentan construir, pese a que no loven as. En sus propias palabras:

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    Nuestra conclusin bsica al respecto [de la relacin entre el concepto de hegemona y lateora marxista] es la siguiente: detrs del concepto de hegemona se esconde algo ms que untipo de relacin poltica que es complementaria con las categoras bsicas de la teora marxista. Conl [el concepto de hegemona] se introduce, en efecto, una lgica social que es incompatible con [lateora marxista] (HES: 3. Itlicas en el original).

    Se desprenden diferentes comentarios sobre esta conclusin bsica. Primero, no quedadel todo claro por qu en la construccin de su modelo Laclau y Mouffe insisten en hacer repetidasreferencias a un aparato terico conceptual que postula una lgica social que es incompatiblecon los argumentos que ellos proponen. Qu constituye la ruptura epistemolgica que ellosinvitan a hacer con el marxismo clsico? Seguramente, no ha de ser el hecho mundano desucederlo en el tiempo. El problema est planteado por Laclau en una entrevista con el peridicoStrategies (Marzo, 1988), donde l afirma el objetivo de que el concepto de hegemona sirva comopunto de partida para un discurso post-marxista en el vientre mismo del marxismo en el cualadmite concebir lo social como resultado de la articulacin contingente de elementos alrededorde ciertas configuraciones sociales (bloque histrico), que no puede ser predeterminada por elpensamiento y que est esencialmente ligada a las luchas concretas de los agentes sociales (NR:194).

    Como fue reseado por Born (1993) en su crtica a esta formulacin, ac tenemos elelemento de una forma (neo-estructuralista) del discurso que puede proyectarse hacia atrs hastael concepto de Louis Althusser de efectos especficos de la superestructura ideolgica y queincorpora una teora que el mismo Althusser critic por su abierto estructuralismo, es decir, por sucarencia de contenido social y especificidad. El problema en cuestin aqu es la interpretacin queLaclau hace del concepto gramsciano de hegemona. Una interpretacin es la basada en laconcepcin de Althusser de prctica ideolgica, distinta de la prctica terica y de la poltica, ycon sus condiciones estructurales especficas. Desde esta perspectiva Laclau abstrae el concepto deGramsci y descarta la idea de que ste se basa en la existencia y accin de la clase social dominante(y dirigente) formada a partir de la propiedad de los medios de produccin.

    En la formulacin post-marxista del Laclau del concepto hegemona, su contenido de clasearticulado por Gramsci desaparece, disuelto en una concepcin del bloque histrico conformadapor difusos e identerminados sujetos sociales y un poder encarnado en su voluntad colectiva yexpresado por ellos bajo condiciones histricamente especficas y concretas pero indeterminadas(no especificadas). Sin embargo para Gramsci, no importa cun complejas sean las mediacionescontingentes involucradas a nivel terico y en la prctica (en la cultura e ideologa tambin), elconcepto de hegemona est fundamentalmente ligado a la existencia de las clases conformadas enla esfera econmica de la produccin, as como polticamente definido en la lucha de clase. Enpalabras de Gramsci: si la hegemona es tico-poltica [por su carcter] no puede, entonces, evitarser econmica (...) al estar basada en la funcin decisiva ejercida por el grupo dirigente en el ncleodecisivo de la actividad econmica (Gramsci, 1966:31).

    En nuestra deconstruccin del concepto de hegemona de Laclau y Mouffe queda claro que,pese a la formulacin de Gramsci, no se basa ni en la teora marxista de clase ni en su concepcinsubyacente del materialismo histrico, principios que definen al marxismo a nivel terico.Entonces, qu queda de la pretensin de Laclau de decir que el post-marxismo es una forma delmarxismo, una renovada versin que captura ms adecuadamente y comprende lo que otrosdefinieron como la condicin posmoderna? El post-marxismo se queda con los mejoresfragmentos del marxismo y, por lo tanto, representa una continuacin intelectual y poltica delproyecto llevado a cabo por Marx y ahora moribundo, segn sostienen Laclau? O, por el contrarioy como nosotros sostenemos, se trata de una abandono de este proyecto para lanzar otro distintoque, en efecto, diagrama e intenta unir un esfuerzo actualmente establecido en pro de ladesmovilizacin intelectual y poltica de la lucha de clase contra un sistema opresivo y explotador?

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    De la clase social al agente social

    La base del post-marxismo es el rechazo al concepto que yace en el corazn mismo delanlisis marxista: la clase, definida en trminos de las relaciones de los individuos con los mediosde produccin bajo condiciones que, de acuerdo a Marx, estn definidas y trascienden suvoluntad y corresponden a estados del desarrollo de fuerzas de produccin de una sociedad. Loque Laclau y los post-modernistas, en general, le objetan a la concepcin marxiana de las clases esque especifica condiciones que son estructurales en su origen y objetivas en sus efectos, de modoque, de hecho, reduce una estructura social compleja con diversas posiciones subjetivas arelaciones de propiedad de los medios de produccin y que, an ms, reduce un espectroheterogneo de intereses y experiencias a las condiciones objetivas de estas relaciones. La realidad,argumentan, no es tan simple. Por otra parte, como Nietzche sostuvo en un contexto diferente: nohay hechos, slo interpretaciones. Pese a que las relaciones que la gente entabla pueden ser vistascomo pautadas o estructuradas, las estructuras as conformadas no pueden asimilarse a lasrelaciones de clase y sus condiciones objetivamente definidas. De hecho, Laclau y Mouffe dicen enreferencia al primer principio del materialismo histrico establecido por Marx que: sonindeterminadas y no trascienden la voluntad individual. En general, ellos observan que la clase esmejor vista y entendida en trminos de diversas y contingentes posiciones subjetivas, en base a lascuales los individuos adquieren su identidad social, experimentan e interpretan su realidad yluego actan. En estos trminos podemos identificar (Laclau y Mouffe escriben al respecto)agentes sociales antes que clases sociales.

    Pese a que no estn claramente expresadas en ninguno de los trabajos que hemos discutido,es posible identificar en el discurso post-estructuralista y en el proyecto a l asociado de Laclau yMouffe, tres lneas de ataque al concepto marxista de clase. En primer lugar, haciendo diversasreferencias entremezcladas a argumentos proporcionados por los socilogos norteamericanosposmodernistas ms importantes, varios post-estructuralistas sostienen que el conceptosobregeneraliza y esencializa condiciones que se fundan en contextos particulares y, comoresultado, obscurece clivajes que son igualmente importantes como el gnero, la etnia y otrosfactores sociales; de modo que no puede dar cuenta de la presencia ni de cmo actan estos otrosfactores al interior de la sociedad. Se sugiere entonces que la heterogeneidad de estas diferenciasdefine las polticas contemporneas a nivel de las identidades. La segunda lnea de ataque sederiva de la lectura y crtica post-estructuralista de los discursos tericos e ideolgicoscontemporneos. Sobre esta base, la clase es percibida como una construccin meta-terica, unconcepto sin referente emprico, es decir, no hay objetividad dadas las condiciones quedeterminan la forma y los lmites estructurales de los intereses de clase. Por el contrario, sesostiene que estos intereses no son ms que una construccin terica y que sus condiciones deexistencia son subjetivas en el sentido de que no estn objetivamente determinados (asignados aposiciones), sino que son definidos y cobran sentido sobre la base y los trminos de la identidadsocial de los individuos involucrados; a su vez, esta identidad est determinada, esto es, definidadentro de un contexto cultural especfico (no estructural). Al mismo tiempo, estos significadossubjetivamente determinados y culturalmente definidos, que los individuos otorgan tanto a susacciones como a las de los otros, determinan cmo ellos perciben y experimentan la lucha porintereses diversos y heterogneos. En breve, el tema en cuestin no es qu condiciones llevan ala gente a actuar y ver las cosas de cierta manera, por ejemplo, sus intereses; sino ms bien, qusignificados otorgan a las acciones de los dems en contextos especficos. Obviamente, estossignificados son sociales as como construcciones conceptuales, pero como tales de ningunamanera derivan de condiciones objetivamente dadas de una estructura social basada en lasrelaciones de clase. Ms bien, ellos son construidos socialmente en base a diversas posicionessubjetivas al interior de una estructura heterognea y de un contexto especfico.

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    Sumado a estas dos lneas de ataque al concepto marxista de clase, algunos post-estructuralistas remarcan que hubo vastas transformaciones en la economa y en la sociedad quearrasaron con las viejas divisiones de clase y vuelven inaplicables sus correspondientesdistinciones conceptuales. Quienes proponen esta mirada no rechazan la conexin entre las formaso los significados dados por los individuos y las distintas posiciones subjetivas dentro de un texto(discurso terico) o en el mundo exterior. Pero, argumentan, este mundo ha cambiadoradicalmente; en efecto y de hecho, ya no es posible detectar ninguna estructura estable o procesointeligible en la condicin posmoderna; como resultado, el concepto marxista de clase se volviirrelevante as como inadecuado para aprehender en el pensamiento aquello que existe en larealidad.

    Siguiendo una o ms de estas tres lneas de ataque y haciendo referencia a las condicionesque son, al menos, percibidas y entonces tomadas por lo real, algunos post-marxistas reconocenla existencia y significacin de la propiedad de los medios de produccin como una posible basepara la identidad social y la accin. Pero ellos ven las relaciones de produccin como altamentevariables, contingentes en su forma dentro de sus contextos especfico, en definitiva, comocondiciones que son ms subjetivas que objetivas.

    En este contexto, el concepto de clase es visto como una herramienta pobre e inadecuadapara el anlisis y opuesto al de agente social (sujeto o agente) que en su aplicacin es, almismo tiempo, general y especfico. No hay aqu ningn problema de lucha de clase de lostrabajadores contra un sistema definido por su modo de produccin, ni de la toma por parte de lostrabajadores de los instrumentos y aparatos del Estado como base para un proyecto emancipadorque lance un proceso de transformacin social, es decir, para la construccin de un socialismo.

    El tema central (y el proyecto) para el post-marxismo, tal cual lo construyen Laclau yMouffe, no es ms la transformacin del capitalismo y la construccin del socialismo, sino lainstitucin de una democracia radical que, irnicamente para la actitud escptica de los post-marxistas y posmodernistas hacia todos los grandes relatos o meta.-narraciones, se trata deuna extensin del proyecto Iluminista del siglo XVIII, tal como lo pensaba Rousseau y otrosexponentes de la filosofa poltica, esto es, como la creacin o concepcin de lo que debiera ser unabuena sociedad. Dentro de esta mirada, Laclau y Mouffe parecen partir las aguas con losestudiosos del postmodernismo que rechazan de plano este proyecto en sus distintas dimensionesy en sus bases intelectuales de pensamiento cientfico.

    Hacia una conclusin. El post-marxismo: renovacin o fin del marxismo?

    A travs de sus trabajos y una serie de polmicas con marxistas, Laclau define al post-marxismo como una posicin dentro del marxismo. Ms especficamente, l argumenta: Yo norechazo al marxismo. Lo que ha ocurrido es muy distinto, el marxismo se desintegr y yo creo queme qued con sus mejores fragmentos (NR: 211).

    Dos observaciones pueden hacerse sobre este punto. Primero y con respecto a ladesintegracin del marxismo, Laclau aparentemente tienen en mente y hace una repetida (casiobsesiva) referencia al colapso del socialismo en la antigua Unin Sovitica y el Bloque del Este.No obstante, es un curioso procedimiento para desafiar y rechazar todo un corpus terico y ademsescribir a propsito de su desintegracin sobre la base de la prctica de un rgimen polticoinstaurado en su nombre. La relevancia del marxismo, como corpus terico y como mtodo deanlisis, de ninguna manera puede colocarse en la base del colapso de los socialismos realmenteexistentes. Tampoco por esa razn puede asentarse en referencia a la aparente negativa de la clasetrabajadora en las sociedades capitalistas para desempear el papel otorgado a ella en la teoramarxista, una falla que llev a muchos a buscar una fuerza social sustituta para la transformaciny a otros, como Gorz o Laclau, a abandonar en su totalidad el proyecto socialista. En segundo

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    lugar, la frase me qued con sus mejores fragmentos revela la forma y los lmites del anlisis deLaclau. Su procedimiento -deconstruir ciertos fragmentos de un texto y combinarlos con elementosde otros- nos hace recordar a una de las crticas decisivas hechas por Althusser al individualismometodolgico y al eclecticismo que caracterizaron al pensamiento y anlisis liberal. Tambin esuna reminiscencia de la crtica de Luckcs a las formas de anlisis que violan los principios de lalgica dialctica, siendo que sta constituye al marxismo a nivel terico ms que el determinismoeconmico (Luckcs, 1971: 27). Como Luckcs formulaba, la lgica dialctica de Marx est basadaen la perspectiva de la totalidad, esto es, la capacidad de reconstruir en el pensamiento(entendido como una abstraccin concreta, para usar el lenguaje de Althusser) la complejidad deun todo social contradictorio, multidimensional y dinmico. En este contexto, el pensamiento no-dialctico y no-marxista es incapaz de aprehender la realidad en sus mltiples dimensiones comouna totalidad. Este pensamiento tiende a descomponer la realidad en varias partes y fragmentosreificndolos como si tuvieran una existencia independiente (economa, poltica, sociedad ycultura) y ve a cada uno de stos desde un ngulo distinto con su propio campo y aparatointelectual, por lo tanto, abstractos en su forma y sin sustancia (la Economa, la Ciencia Poltica, laSociologa, la Antropologa).

    Sin lugar a dudas, Laclau es sincero al pensar que se ha apropiado o quedado con losmejores fragmentos del marxismo. Sin embargo, es significativo que tantos estudiosos yadherentes al marxismo hayan sido incapaces de determinar qu son estos fragmentos quereconstruye Laclau y que hayan sido incapaces de ver alguna conexin entre tales fragmentos y latradicin intelectual fundada por el filsofo de Trveris. An ms, incluso si fuera intelectualmenteposible partir al marxismo en varios fragmentos, pareciera ser de algn modo contradictorio,por un lado, buscar y preservar los mejores fragmentos del marxismo, mientras que por el otrose argumenta la importancia de deconstruir al marxismo y no tan slo abandonarlo. En estasintona con su entrevista con Strategies, Laclau sostiene, y esta vez con buenas razones, que larelacin con la tradicin no debe ser de sumisin y repeticin sino de transformacin y crtica(NR: 189).

    Pero lo que est ausente y poco claro en sus escritos es cualquier evidencia de que latradicin marxista de la teora y el anlisis de clase se haya convertido en un obstculo a lacreatividad y a la formulacin/resolucin de nuevos problemas. Como resultado, el propsito deLaclau, esto es, la fundacin de un nuevo proyecto intelectual y poltico (el post-marxismo), cuantomenos ha quedado suspendido en el aire. Primero, porque el objeto de su polmica estpobremente definido o mal encuadrado. Una revisin objetiva y desapasionada de los trabajos deLaclau por alguien que respete su inteligencia y la naturaleza sistemtica de sus reflexiones,sugiere que en todo momento Laclau tom las peores deformaciones y vulgarizaciones delmarxismo representadas por la II y III Internacionales. Es por esto que Laclau puede imaginar yescribir lo siguiente:

    (...) una teora basada en la simplificacin gradual de la estructura de clase en elcapitalismo y la creciente centralidad de la clase trabajadora [que considera] al mundo comofundamentalmente dividido entre capitalismo y socialismo (...) [de la cual] el marxismo es suideologa (NR: 213-214)

    Qu marxista se reconocera en tal caricatura? Y as contina a lo largo de su texto; elmarxismo es asimilado a sus diversas vulgarizaciones y, como los peores apologistas delcapitalismo en su actual forma neoliberal, equiparado a los socialismos realmente existentes(hoy ya difuntos). Por alguna desconocida o no declarada razn, Laclau ignora totalmente muchasy significativas contribuciones al corpus de la teora marxista hechas por tantos que han trabajado ylo continan haciendo dentro de la tradicin terica del marxismo, algunas veces polmicamente

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    pero siempre con creatividad, extendiendo sus horizontes y afilando sus herramientas. Paraninguno de estos u otros estudiosos, la tradicin marxista constituy un obstculo insuperablepara el trabajo innovador, al contrario.

    En contraste con estos tericos marxistas, Laclau y Moufffe encontraron conveniente eincluso necesario establecer al post-marxismo como la purga de aquellos elementos queinfectaron al marxismo desde sus orgenes con efectos fatales. No obstante, en ninguna parte desus muchos escritos ellos ofrecen argumentos convincentes para apoyar su postura crtica. Enlugar de esto, lo que encontramos al interior de sus distintas deconstrucciones son afirmacionestras afirmaciones sobre el marxismo, muchas de las cuales lo acusan de reduccionismo, deeconomicismo o de esencialismo, moneda corriente en la Ciencia Social norteamericana, sin queninguna de estas acusaciones sea particularmente novedosa. Como ejemplo sobre este puntotomemos las citas y reflexiones de Laclau sobre la ultra conocida formulacin de Marx delmaterialismo histrico del Prlogo de 1859 a la Contribucin a la crtica de la Economa Poltica. Loscomentarios de Laclau sobre el pasaje ms importante, tomado de un texto escrito originalmenteen alemn y citado con el objeto de certificar el carcter determinista del marxismo, focalizan sobreel verbo bedingen que debiera ser definido como condicionar (opuesto al verbo bestimmen que setraduce como determinar). Pese al hecho de que Marx especficamente eligi y utiliz el verbobedingen en lugar de bestimmen, Laclau interpreta a Marx con la connotacin de este ltimo. Estapoco inocente mal interpretacin del pensamiento de Marx (Marx claramente opta por el uso debedingen) reaparece en New Refletions en el marco de la polmica con Norman Geras, bajo la formadel siguiente argumento: el modelo base/superestructura afirma que la base no slo limita sinoque determina la superestructura de la misma manera que los movimientos de la manodeterminan los de sus sombra en la pared (NR: 128).

    Esta interpretacin de Marx autoriza dos breves observaciones. Primero, el significadodado por Marx es conciente o inconscientemente (por ignorancia) mal interpretado en lo querespecta a la traduccin del verbo begingen. Segundo, ningn marxista que se precie de serloutilizara, hoy en da, un modelo tan determinista como el que se refleja en la frase la mano y susombra que tanto hiere la sensibilidad de Laclau.

    El tema aqu no es como lo plantea Laclau: un esfuerzo para descubrir la importancia dereal del trabajo de Marx (NR: 213). Ms bien, la mirada est puesta en convertir al marxismo envagas expresiones de referencia poltica, cuyos contenidos, lmites y alcances debieran serdefinidos en cada coyuntura, como un significante flotante que permita hablar del fin de lasideologas abriendo la posibilidad de construir ingeniosos juegos de lenguaje o de formar unaalternativa poltica imaginaria (NR: 213). Aunque en la propia construccin de Laclau de estaoperacin intelectual el objetivo es suficientemente claro: liquidar al marxismo y, por extensin, alsocialismo, tanto como utopa libertaria cuanto proyecto de transformacin social.

    Laclau realiza esta redefinicin del proyecto socialista en los siguientes trminos:

    como una radicalizacin de la democracia; esto es, como la articulacin de las luchascontra diferentes formas de subordinacin -clase, gnero, raza- como tambin otros opositorescomo los movimientos ecologistas, anti-nucleares y anti-institucionales. Esta democraciaradicalizada y plural que proponemos como el objetivo de una Nueva Izquierda se inscribe en latradicin del proyecto poltico moderno formulado por el Iluminismo (HES: IX)

    De tal manera, ningn socialista podra disentir con tal proyecto, siempre y cuando, ste norequiera la renuncia a la necesidad de suprimir el capitalismo, objetivo que ni siquiera EdwardBernstein, quien pese a todo era un socialista, hubiese concedido. Sin embargo, es esto lo queLaclau y Mouffe piden: en lugar de socialismo ellos proponen una forma radicalizada dedemocracia que, luego de todo lo dicho y hecho, no requiere ni predica una transformacin social

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    del actual sistema. De este modo ellos completan su itinerario, empezando con una rupturaepistemolgica con el marxismo (en realidad, con las formas abstractas y vulgarizadas asociadas ala II Internacional), terminan archivando el proyecto socialista, sustituyndolo por una formacapitalista ms humana de organizacin econmica y social basada en la democracia radical. Sindecirlo, Laclau y Mouffe comparten la tesis enunciada por Francis Fukuyama y la Nueva Derechasegn la cual el capitalismo marca el captulo final de la historia humana.

    Aqu es necesario formularse una pregunta: La formulacin de Laclau y Mouffe constituyeuna renovacin o una renuncia del marxismo como proyecto intelectual y poltico, se trata de unaextensin o de un repudio? La respuesta aparece en un examen ms cercana de lo que estosautores quieren decir con democracia radicalizada. En un nivel, lo que quieren decir est losuficientemente claro: El objetivo de la Izquierda (...) no consiste en rechazar la ideologademocrtico-liberal; sino ms bien, [consiste] en profundizarla y extenderla en direccin a unaforma de democracia radicalizada y plural (HES: 199). Como profesores de Ciencia Poltica,Laclau y Mouffe son muy concientes de que tal profundizacin y extensin de la ideologadominante no puede escapar de las condiciones y los lmites del funcionamiento del sistemacapitalista y de su articulacin con una estructura de dominacin y explotacin basada en la clase.Aos de debate y anlisis (Lenin, Luxemburgo, etc.) sobre las conexiones entre el liberalismo comoideologa, la democracia como objetivo y el capitalismo como sistema subyacente sonabsolutamente ignorados, como tambin lo son los obvios lmites estructurales y de claseidentificados por Barrington Moore y otros historiadores marxistas, por no hablar de Max Weber yotros no-socialistas quienes, cuanto menos, tomaron seriamente los lmites de la democracialiberal. En este nivel (del discurso terico) el anlisis de Laclau y Mouffe es molesta ysorprendentemente fcil y superficial. Como discurso est desconectado de cualquier anlisis seriode las fuerzas coyunturales y estructurales que, como nunca antes, operan a escala global, inclusopenetrando en las formaciones sociales ms aisladas y marginales, como las serranas de Chiapas.

    En el marco de estos desarrollos, en los que la realidad -y las condiciones objetivas- de laclase es reconocida an por los apologistas del neoliberalismo y el capitalismo, hablar y escribirsobre la democracia radicalizada y renunciar al reclamo de polticas de transformacin social, esdar un paso atrs y auto-declararse en contra del marxismo. En este contexto, Laclau y su proyectopost-marxista deben ser tomados como lo que son: el rechazo y no la renovacin del marxismo;como tal es una posicin de avanzada en el ltimo coletazo de la larga disputa del idealismocontra el materialismo y la ciencia social en general. El efecto -si bien no es el propsito concientede esta disputa-, es aislar e indeterminar la base social para un cambio social fundamental,quitndole una de sus ms importantes herramientas poltica e intelectual: el marxismo.

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