Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

download Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

of 20

Transcript of Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    1/20

     El Colegio De Mexico is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Foro Internacional.

    http://www.jstor.org

    Exclusión social y violencia urbana en América LatinaAuthor(s): Dirk KruijtSource: Foro Internacional, Vol. 44, No. 4 (178) (Oct. - Dec., 2004), pp. 746-764

    Published by: El Colegio De MexicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/27738678Accessed: 22-07-2015 19:02 UTC

    Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/  info/about/policies/terms.jsp

    JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of contentin a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship.For more information about JSTOR, please contact [email protected].

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/http://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=colmexhttp://www.jstor.org/stable/27738678http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/stable/27738678http://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=colmexhttp://www.jstor.org/

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    2/20

    EXCLUSION

    SOCIAL

    Y VIOLENCIA

    URBANA

    EN

    AM?RICA

    LATINA1

    Dirk

    Kruijt

    Exclusi?n

    social

    A

    comienzos

    del

    siglo

    xxi,

    la pobreza

    transgeneracional,

    la informa

    lizaci?n de

    la

    econom?a

    y

    la exclusi?n

    social de

    vastos

    segmentos

    de la

    poblaci?n

    son

    problemas

    estructurales

    que

    afectan

    a

    la

    Am?rica Latina de

    mocr?tica.

    Ciertamente,

    estos

    problemas

    no son nuevos.

    Ya

    hab?an

    sido

    identificados

    en

    t?rminos de

    miseria rural

    y

    marginalidad

    urbana.

    Hasta la

    segunda

    mitad

    del

    siglo

    XX,

    la

    pobreza

    extrema

    y

    la exclusi?n social

    en

    Am?rica Latina ten?an

    un

    rostro

    predominantemente

    rural:

    se

    trataba

    sobre todo de la

    poblaci?n

    ind?gena

    con carencias econ?micas, sociales y

    pol?ticas

    que

    se

    traduc?an

    en una

    ciudadan?a

    de

    segunda

    clase

    (Bastos,

    1998:

    100-101).

    En

    algunos pa?ses

    la exclusi?n

    social

    de los

    ind?genas

    adquiri?

    un

    estatus

    casi

    permanente.

    Por

    esta

    raz?n Solares

    (1992: 50)

    tipificaba

    a

    Guatemala

    como

    un

    estado sin

    ser una

    naci?n .

    Y

    Flores

    Ga

    lindo

    (1994: 213)

    caracterizaba

    a

    Per?,

    por

    la

    segregaci?n

    entre

    mestizos

    e

    indios,

    como

    una

    rep?blica

    sin

    ciudadanos .

    Sin

    embargo,

    la informalidad urbana

    se

    ha hecho

    sentir

    con

    toda

    su

    fuerza

    como

    resultado de

    la crisis econ?mica

    y

    de los a?os

    de

    reajuste

    es

    tructural

    que

    han

    experimentado

    casi todos

    los

    pa?ses

    del

    continente. La

    presencia

    de

    enormes

    contingentes

    de

    pobres,

    principalmente

    en

    las

    gran

    des

    aglomeraciones

    urbanas,

    comenz?

    gradualmente

    a ser

    identificada

    co

    mo

    problema

    de

    suma

    importancia.

    El desborde

    popular

    (Matos

    Mar,

    1984)

    de los

    migrantes

    rurales cambi? definitivamente

    la fisonom?a de las

    metr?polis

    y

    aglomeraciones

    urbanas

    en

    la

    forma de

    favelas, villas,

    barria

    das,

    comunas

    de

    miseria

    o

    barrios

    populares .

    En

    una

    publicaci?n

    sobre

    la din?mica de la

    pobreza

    urbana,

    la informalidad

    y

    la exclusi?n

    social

    en

    Am?rica

    Latina

    (Kruijt,

    Sojo

    y

    Grynspan,

    2002),

    introdujimos

    la

    noci?n

    de

    1

    Art?culo basado de una ponencia presentada en el seminario Crime, Justice and Vio

    lence ,

    el

    28

    de

    mayo

    de

    2004,

    en

    el Institute of Latin

    American

    Studies,

    University

    of London.

    Foro Internacional

    178,

    XLTV,

    2004

    (4),

    746-764

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    3/20

    oct-dic

    2004

    Exclusion

    social y

    violencia urbana

    en

    Am?rica

    Latina

    747

    una nueva

    clase

    transgeneracional

    de habitantes

    urbanos

    pobres

    a

    partir

    de los a?os ochenta

    en

    adelante.

    Entre 1950

    y

    1980,

    la econom?a informal

    (medida

    en

    t?rminos

    de

    autoempleo)

    en

    el continente creci?

    de 15

    hasta

    20%

    de la

    poblaci?n

    econ?micamente

    activa

    (PEA),

    para

    acelerarse

    consi

    derablemente

    m?s

    en

    las dos

    d?cadas

    posteriores

    a

    1980

    (Galli

    y

    Kucera,

    2003:

    24-26).

    Desde

    Monterrey

    en

    el

    norte

    de M?xico

    hasta Puerto

    Montt

    en

    el

    sur

    de

    Chile,

    los

    informales

    y

    los

    autoempleados

    invadieron

    el

    espa

    cio

    p?blico

    de

    las

    calles.

    Invadieron,

    literalmente,

    los anillos de

    miseria

    que rodean los cascos urbanos. A comienzos del siglo XXI,Am?rica Latina

    es

    el continente

    donde

    segmentos

    significativos

    de

    la

    poblaci?n,

    que

    en

    al

    gunos

    casos

    constituyen

    la

    mayor?a

    de la

    poblaci?n

    nacional,

    son

    a

    la

    vez

    pobres,

    informales

    y

    excluidos.

    La econom?a

    informal

    est?

    compuesta

    so

    bre todo

    por

    autoempleados

    cuya

    actividad

    econ?mica

    es

    de

    sobrevivencia

    diaria

    (Alba

    Vega

    y

    Kruijt,

    1995).

    Los

    microempresarios

    forman,

    dentro

    de

    la

    informalidad,

    una

    relativa

    ?lite.

    Portes

    y

    Hoffman

    (2003:

    51)

    enfatizan

    el hecho de

    que

    hay

    una

    zona

    gris

    entre

    la informalidad

    y

    la

    econom?a

    for

    mal.

    Sin

    embargo,

    tambi?n

    destacan el

    proceso

    de

    marginalizaci?n

    estruc

    tural

    de la

    informalidad.

    La

    informalidad

    tiene adem?s

    un

    rostro

    ?tnico;

    la

    etnicidad es un factor de estratificad?rtr Entre losmecanismos de sobrevi

    vencia

    predominan

    lazos

    ?tnicos

    y

    religiosos,

    relaciones

    de familia

    (reales

    o

    simb?licas)

    y

    cercan?a

    en

    t?rminos

    de

    lugar

    de

    nacimiento

    o

    d?

    perte

    nencia

    a

    los

    barrios

    populares.

    La econom?a

    y

    la

    sociedad

    informales

    se

    ha

    llan excluidas

    del

    empleo

    estable,

    del

    ingreso

    regular,

    de los

    sindicatos,

    de

    la

    legislaci?n

    laboral

    y

    del

    acceso

    a

    las instituciones

    sociales

    que

    proveen

    servicios b?sicos tales

    como

    los de

    vivienda.

    El

    panorama

    de las transformaciones

    econ?micas

    y

    sociales

    en

    Am?ri

    ca

    Latina

    puede

    ser

    analizado

    en

    detalle

    en

    el

    caso

    de Per?.

    Entre 1960

    y

    1995

    se

    redujo

    el

    porcentaje

    nacional de

    campesinos ind?genas

    de

    50

    hasta

    25

    (Coder,

    1995).

    Lima,

    ciudad

    elegante

    con

    medio mill?n de

    habi

    tantes

    a

    finales de la d?cada

    de

    los

    cuarenta,

    es

    ahora

    una

    rnetr?polis

    de

    primente

    con

    m?s

    de ocho

    millones. La

    estructura

    de clases

    en

    Per?

    ha

    sido

    afectada

    por

    estos

    cambios

    demogr?ficos

    y

    urbanos.

    Con la reforma

    agraria

    de

    los

    gobiernos

    militares,

    entre

    1968

    y

    1980,

    se

    expropiaron

    las

    posesiones

    de

    la clase

    latifundista.

    Esta reforma

    signific?

    tambi?n

    el

    co

    mienzo de

    un

    proceso

    de

    migraci?n

    masiva

    y

    sostenida

    del

    campo

    a

    la

    ciu

    dad.

    Igualmente,

    la

    estructura

    del

    trabajo

    urbano

    se

    modific?

    en

    forma

    dr?stica. Hasta

    el inicio

    de los

    a?os

    ochenta,

    65%

    de

    la

    PEA

    urbana

    recibi?

    un sueldo o salario formal. El cuadro 1muestra una reducci?n dram?tica

    de

    este

    porcentaje,

    acompa?ada

    por

    un

    fuerte

    incremento

    de

    la

    econom?a

    informal.

    Sintetizando

    varias

    fuentes

    (L?pez,

    1996;

    Kruijt,

    1997:

    205-207;

    Mintrabajo,

    2002),

    puede

    concluirse

    as?:

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    4/20

    748

    Dirk

    Kruijt

    FI

    XLIV-4

    Cuadro

    1

    Poblaci?n econ?micamente activa

    (PEA)

    en

    Per?

    (1995)

    29

    recibe

    sueldo

    o

    salario

    sector

    privado

    1

    560

    000

    8

    sector

    p?blico

    790

    000

    sector

    cooperativo

    200

    000

    61

    no

    recibe

    sueldo

    o

    salario

    independientes

    urbanos

    2

    516 0000

    campesinos

    1

    200

    000 14

    trab,

    familiares

    700

    000

    trab, informales 550 000

    trab, dom?sticas

    260

    000

    10

    desempleados

    864 0000

    100

    total

    PEA

    8 640 000 100

    Fuente:

    Kruijt,

    Sojo

    y

    Grynspan

    (2002:

    21),

    con

    base

    en

    datos

    de

    la

    OIT.

    -Al comienzo de los a?os

    ochenta,

    65%

    de la

    PEA

    recib?a

    un

    salario

    o

    sueldo

    regular.

    A

    partir

    de los a?os

    noventa

    se

    nota

    una

    reducci?n consi

    derable de

    esta

    categor?a

    de la

    PEA.

    Ello

    puede interpretarse

    como un

    indi

    cador del

    crecimiento de la econom?a informal

    en

    el

    pa?s.

    -Durante la d?cada de

    Fujimori

    (1990-2000) el

    pa?s experiment?

    una

    enorme

    reducci?n

    de

    su

    estructura

    sindical.

    En

    el a?o

    2000,

    solamente

    7%

    de los

    trabajadores

    del

    sector

    privado

    era

    sindicalizado

    y

    ?nicamente

    2%

    contaba

    con un

    convenio colectivo

    (Mintrabajo,

    2002).

    -Comparando

    los datos censales

    de

    1972,1981

    y

    1993

    puede

    observarse

    el crecimiento del

    empleo

    femenino:

    de

    34%

    hasta

    50%

    en

    1993. Este fen?

    meno

    puede

    ser

    interpretado

    como un

    indicador

    general

    de la feminizaci?n

    de

    la

    pobreza,

    dado

    que

    la econom?a

    informal

    genera

    el

    mayor

    empleo.

    -Entre 1980

    y

    1995,

    de cada cinco

    nuevos

    puestos

    de

    trabajo,

    cuatro

    hab?an

    sido

    generados

    en

    el

    sector

    informal. En el

    decenio

    del

    gobierno

    de

    Fujimori

    se

    consolid? la informalidad

    peruana.

    -Puede

    concluirse

    que

    el

    empleo

    informal

    generado

    en

    el mercado

    de

    trabajo

    fue consolidado durante la d?cada de los

    noventa.

    Cuadro

    2

    Estimaci?n de la

    pobreza

    en

    Per?

    (1985-2000)

    A?o oblaci?n total

    (x 1.000)

    Total de

    pobres

    (x 1.000)

    Porcentaje

    de

    pobres

    en

    Per?

    1985-1986 19

    490 8 4003

    1991

    2

    000

    12

    145

    5

    19943 130 123503

    1997

    4

    370

    12

    355

    1

    2000

    5

    660 13 890

    4

    Fuente:

    Mauro

    Machuca

    (2002: 23).

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    5/20

    oct-dic

    2004

    Exclusion

    social

    y

    violencia urbana en

    Am?rica

    Latina

    749

    Cuadro 3

    Evoluci?n del salario

    m?nimo urbano

    en

    Per?

    (1980

    =

    100)

    A?o992

    1993 1994 1995

    1996

    1997

    1998

    1999

    Am?rica

    Latina 68 68

    68 71

    70 70

    2

    3

    Per? 16

    12

    14

    15 15

    27

    30

    9

    Fuente: Webb

    y

    Fern?ndez

    Baca

    (2001: 105-106),

    con

    base

    en

    datos

    de

    la

    OIT.

    Estas

    conclusiones

    son

    apoyadas

    por

    los datos del

    cuadro

    2,

    que

    indica

    la

    evoluci?n

    y

    la estabilizaci?n

    de la

    pobreza

    en

    Per?.

    En

    la

    segunda

    mitad

    de la

    d?cada

    de

    los

    ochenta,

    durante el

    r?gimen

    de

    Garc?a,

    subi?

    el

    por

    centaje

    de la

    pobreza

    de

    45

    hasta

    55,

    para

    estabilizarse

    en

    alrededor

    de 50

    en

    los

    a?os de

    Fujimori,

    cuando

    la

    Constituci?n

    de

    1993

    adquiri?

    un ca

    r?cter

    neoliberal

    y

    antisindicalista.

    Los

    datos

    del

    cuadro

    3 indican

    el de

    sarrollo del

    salario

    m?nimo indexado

    en

    comparaci?n

    con

    el

    promedio

    de

    Am?rica

    Latina.

    Hasta los

    ?ltimos 30 a?os

    del

    siglo

    pasado,

    Per?

    era

    carac

    terizado

    por

    marcadas

    diferencias,

    tanto

    geogr?ficas

    como econ?micas

    y

    ?tnicas.

    La

    regi?n

    coste?a,

    con

    las

    grandes

    urbes,

    era

    mestiza,

    mientras

    que

    la

    regi?n

    de

    la

    sierra,

    con

    sus

    comunidades

    ind?genas,

    era

    mayoritaria

    mente

    quechua-hablante.

    Sin

    embargo,

    a

    partir

    de la

    segunda

    mitad de

    los

    sesenta,

    un

    proceso

    de

    migraci?n

    desde

    los

    departamentos

    serranos

    hacia

    los

    centros

    urbanos

    coste?os,

    especialmente

    Lima

    Metropolitana,

    comen

    z?

    a

    adquirir

    gran

    impulso.

    La

    corriente

    demogr?fica

    serrana

    era

    la

    causa

    principal

    de

    una

    expansi?n

    explosiva

    de los

    tugurios

    y

    las barriadas dentro

    y

    alrededor de

    la

    ciudad

    capital.

    La

    conclusi?n

    de

    este

    proceso

    es

    contradictoria:

    la

    sociedad

    peruana,

    hasta

    entonces

    segmentada

    fuertemente,

    se

    hab?a transformado debido

    a

    la

    migraci?n

    masiva,

    la

    poblaci?n

    nacional

    se

    hab?a

    integrado

    en

    la

    pobreza

    compartida.

    La

    mayor?a

    de

    los

    pobladores

    de las barriadas tiene familiares

    dentro

    de los

    departamentos

    quechua-hablantes.

    Sus

    parientes

    urbanos

    lle

    garon

    a

    la

    ciudad,

    invadieron

    localidades desiertas

    alrededor

    de los

    cascos

    urbanos

    y

    construyeron

    sus

    precarias

    casas

    con

    palos

    y

    materiales

    r?sticos.2

    2

    As? describi?

    Arguedas

    (1971)

    en

    su

    ?ltima

    novela el

    origen

    de

    la

    ciudad

    champi??n

    de

    Chimb?te

    y

    el

    surgimiento,

    de

    entre

    una

    variedad

    de

    migrantes,

    de

    un

    nuevo

    tipo

    de ciu

    dadano

    peruano:

    el

    ciudadano

    chimbotano,

    tripulante

    de

    las

    bolicheras

    u

    obrero

    en una

    de

    las

    harineras,

    poblador

    de

    una

    ciudad

    desesperante,

    donde no s?lo los vivos sino tambi?n los

    muertos

    del desierto cementerio

    son

    an?nimos.

    El

    desborde

    popular

    de

    la

    migraci?n

    masi

    va

    fue

    anunciado

    por

    Matos

    Mar

    (1984)

    y

    De Soto

    (1986)

    y

    analizado

    por

    Degregori,

    Blondet

    y

    Lynch

    (1987),

    por

    G?lte

    y

    Adams

    (1987)

    y

    por

    Adams

    y

    Valdivia

    (1994).

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    6/20

    750

    Dirk

    Kruijt

    FI

    XLIV-4

    Los

    migrantes posteriores

    se

    acomodaron

    en

    los barrios

    y

    los domicilios

    de

    sus

    familiares

    y

    vecinos

    ya

    establecidos,

    para

    luego

    alojarse

    en sus

    propias

    vi

    viendas

    de

    autoconstrucci?n,

    tratando

    igualmente

    de sobrevivir

    en

    la

    infor

    malidad. Este

    singular

    proceso

    de

    integraci?n

    mediante

    la

    pobreza

    compar

    tida

    puede

    ser

    ilustrado

    mediante

    la

    comparaci?n

    de datos

    intercensales

    de

    1972yl993:3

    *

    La

    PEA

    se

    duplic?

    entre

    1972

    (3

    786

    200)

    y

    1993

    (7

    121

    400).

    *

    La

    pauta

    migratoria

    parece

    haber

    encontrado

    un

    punto

    de

    equili

    brio (10% en 1940, 23% en 1961, 26% en 1972, 22% en 1981 y de

    nuevo

    22%

    en

    1993).

    ?

    La

    poblaci?n

    urbana creci? de

    59%

    en

    1972

    a

    70%

    en

    1993. La

    tra

    yectoria migratoria

    m?s

    importante

    era

    sin duda hacia Lima Metro

    politana

    y

    las ciudades coste?as. Sin

    embargo,

    a

    partir

    de los a?os

    noventa

    nuevos

    flujos migratorios

    se

    dirigieron

    hacia

    ciudades

    in

    termedias de

    la sierra

    y

    la

    costa.

    ?

    El

    volumen

    de

    familias encabezadas

    por

    mujeres

    jefas

    de

    hogar

    en

    1993

    represent?

    25%

    de todas las familias de

    la naci?n

    (de

    cuatro

    millones).

    El

    13%

    de las adolescentes

    eran

    madres solteras

    (1993).

    * El Ministerio de

    Justicia

    estima que, en 1999, 17% de los j?venes pe

    ruanos

    carec?a

    de documentaci?n

    legal

    y

    no

    estaba

    registrado

    en

    los

    archivos

    del

    sector

    p?blico

    o

    de los

    departamentos

    municipales.

    *

    Alrededor de 1170000

    peruanos

    menores

    de

    edad sobrevivieron

    en

    1999

    en

    la econom?a informal.

    De

    ellos,

    unos

    150000

    trabaja

    ban

    en

    minas,

    en

    la recolecci?n

    de

    basura,

    en

    actividades

    nocturnas

    en

    la

    calle,

    etc?tera.

    Estos

    fen?menos

    y

    sus

    consecuencias

    econ?micas

    y

    sociales fueron

    en

    su

    momento

    apenas

    calificados de alarmantes.

    Sin

    embargo,

    iniciaron

    un

    proceso

    de

    descomposici?n

    de clase

    y

    la reestructuraci?n

    del

    orden social

    en

    Per?

    y

    en

    toda

    Am?rica Latina.

    Sectores econ?micos

    paralelos,

    jerar

    qu?as

    sociales

    paralelas

    y

    estructuras

    institucionales

    paralelas

    se

    originaron

    en

    la

    formalidad

    y

    la

    informalidad,

    de lo

    que

    result?

    un

    orden

    econ?mico,

    social,

    pol?tico

    y

    cultural mucho

    m?s

    heterog?neo,

    que

    gira

    alrededor de

    la divisi?n

    entre

    la

    riqueza

    y

    la

    pobreza,

    la

    integraci?n

    y

    la

    exclusi?n.

    Una

    institucionalidad

    formal

    e

    informal

    se

    desarroll?

    con

    l?gica,

    moralidad

    y

    sanciones

    propias:

    el orden

    reglamentado

    de

    la

    econom?a

    y

    la

    sociedad

    in

    formales,

    a

    diferencia

    de

    la

    anarqu?a

    disfrazada

    de

    pobreza,

    informalidad

    y exclusi?n social. En el cuadro 4

    se

    expone el resultado de la coexistencia

    3

    V?ase

    Ponce

    (1995:

    130-140),

    actualizado

    con

    datos

    publicados

    por

    Social Watch

    (1999:33-35).

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    7/20

    oct-dic

    2004

    Exclusi?n

    social y

    violencia urbana

    en

    Am?rica

    Latina

    751

    aparentemente

    pac?fica

    de

    la

    formalidad

    y

    la informalidad

    en

    Per?

    y

    en

    Am?rica

    Latina. Puede

    notarse

    tambi?n

    que

    Per?

    se

    ha

    visto

    m?s

    afectado

    por

    la

    informalidad

    que

    el

    resto

    del

    continente.

    Cuadro 4

    Estructura del

    empleo

    urbano

    en

    Per?

    y

    en

    Am?rica

    Latina,

    1990-1999

    (porcentajes)

    Per?

    990

    Per?999

    Sector

    p?blico

    12

    Sector

    p?blico

    7

    Sector

    privado

    35

    Sector

    privado

    39

    Autoempleados

    33

    Autoempleados

    30

    Empleados

    en

    microempresas

    15

    Empleados

    en

    microempresas

    18

    Servicio

    dom?stico

    5

    ervicio dom?stico

    6

    Am?rica

    Latina

    1990

    Am?rica Latina 1999

    Sector

    p?blico

    16

    Sector

    p?blico

    13

    Sector

    privado

    41

    Sector

    privado

    40

    Autoempleados 22 Autoempleados 24

    Empleados

    en

    microempresas

    15

    Empleados

    en

    microempresas

    16

    Servicio

    dom?stico

    6ervicio dom?stico 7

    Fuente:

    Webb

    y

    Fern?ndez

    Baca

    (2001:

    104),

    con

    base

    en

    datos

    de

    la

    OIT.

    La

    econom?a

    y

    la

    sociedad

    informales

    generan

    asimismo brechas de

    mogr?ficas

    y

    desintegraci?n

    de la

    estructura

    familiar. Am?rica

    Central,

    cu

    yas

    sociedades han

    sido

    golpeadas

    por

    la

    pobreza

    y por

    los efectos de

    la

    guerra

    civil,

    presentan

    tal

    vez

    el

    ejemplo

    m?s

    tajante

    de tales

    rupturas.

    Mahler

    (2002)

    ofrece

    un

    panorama

    de

    los

    procesos

    migratorios

    tanto

    in

    ternos

    como

    externos

    de

    los

    pa?ses

    centroamericanos: el

    desplazamiento

    interno

    obligado

    por

    la

    violencia

    de la

    guerra

    civil

    y

    la

    migraci?n

    extrarre

    gional,

    de hecho

    un

    ?xodo hacia

    M?xico

    y

    los Estados Unidos. Alrededor

    de

    1130000 de los 30

    millones

    de

    centroamericanos

    viven ahora

    perma

    nentemente

    en

    los Estados

    Unidos.

    El

    40%

    de

    ellos

    proviene

    de

    El

    Salva

    dor.

    Otros

    700000

    centroamericanos

    se

    encuentran

    en

    este

    pa?s

    como

    indocumentados .

    Mahler

    analiza

    una

    serie

    de estudios de

    la

    CEPAL

    para

    subrayar

    la

    importancia

    de las

    remesas,

    que

    mantienen

    las

    econom?as do

    m?sticas de El Salvador, Guatemala, Honduras yNicaragua. P?rez S?inz

    (2002)

    lo

    complementa

    con

    un

    an?lisis

    m?s

    preciso

    de la

    dependencia

    fa

    miliar

    de las

    remesas,

    dada

    la

    reducci?n

    estructural del

    mercado de

    traba

    jo

    centroamericano,

    las

    tasas

    de

    desempleo

    de

    las

    mujeres

    y

    de los

    j?venes,

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    8/20

    752

    Dirk

    Kruijt

    FI XLIV-4

    el n?mero

    de

    familias

    desintegradas

    y

    la situaci?n de

    los

    que

    se

    quedaron

    en

    el

    pa?s

    mientras

    los familiares masculinos

    salieron

    al exterior

    ante

    la im

    posibilidad

    de

    obtener

    un

    puesto

    en

    el mercado laboral

    dom?stico.

    Relacionada

    con

    la cultura de la

    pobreza

    y

    la orientaci?n

    pol?tica

    de

    los

    informales,

    existe

    una

    profunda

    desconfianza

    en

    las instituciones for

    males

    de

    la

    democracia,

    tales

    como

    el

    parlamento,

    los

    partidos

    pol?ticos,

    el

    sistema

    legal

    y

    las

    cortes

    y

    los sindicatos

    obreros.

    En

    otras

    palabras,

    una

    de

    las

    principales

    consecuencias

    sociales

    y

    pol?ticas

    del

    proceso

    de

    pobreza,

    informalizaci?n y exclusi?n social es la erosi?n de la legitimidad del orden

    civil,

    pol?tico

    y

    p?blico.

    Los

    antipol?ticos

    de tendencia

    neopopulista,

    que

    en

    los a?os

    ochenta

    y

    noventa

    llegaron

    al

    poder

    con

    los

    votos

    de

    las

    ma

    sas

    excluidas,

    no

    pod?an

    dejar

    de escuchar

    la

    voz

    del

    descontento

    popular

    por

    el funcionamiento

    de

    las

    instituciones de

    la democracia

    y

    tuvieron

    que

    dejar

    ?stas

    de

    lado

    y

    establecer

    un

    estilo

    personalista

    de

    gobierno

    basado

    en

    el

    contacto

    directo

    con

    las

    masas.

    En

    algunos

    casos,

    este

    estilo

    plebisci

    tario fue

    apoyado

    por

    una

    alianza

    con

    las instituciones

    armadas.

    El

    estilo

    de

    gobierno

    en

    la democracia

    neopopulista

    cobr?

    rasgos

    particularistas,

    personalistas

    y

    patrimoniales.

    La

    cultura

    pol?tica

    asociada

    con

    este

    tipo

    de

    gobierno

    est?

    combinando

    neopopulismo

    con tecnocracias

    excluyentes

    y

    ?lites

    privilegiadas

    y

    conservadoras

    (O'Donnell,

    1999:

    65).

    Todos los sondeos del

    Latinobar?metro

    en

    los diferentes

    pa?ses

    del

    con

    tinente

    muestran

    esta

    desconfianza

    generalizada

    respecto

    de

    las

    institucio

    nes

    propias

    de la democracia:

    los

    partidos

    pol?ticos,

    las

    elecciones,

    las

    cortes,

    el

    parlamento,

    el

    gabinete,

    el

    presidente.

    El reciente estudio sobre

    La democracia

    en

    Am?rica Latina

    del

    PNUD

    (2004)

    corrobora

    esta

    desconfian

    za:

    seg?n

    las

    encuestas

    efectuadas

    por

    el mismo

    Latinobar?metro

    en

    toda

    Am?rica

    Latina,

    m?s de

    la mitad de la

    poblaci?n

    (58%)

    canjear?a

    sin

    ma

    yor pesar

    un

    r?gimen

    democr?tico

    por

    un

    gobierno

    autoritario,

    dado

    que

    ?ste acabar?a

    con

    la

    pobreza

    nacional. La desconfianza

    y

    tal

    vez

    el

    menos

    precio

    por

    las

    instituciones

    democr?ticas

    puede

    ser

    explicado

    en

    parte

    por

    el

    hecho de

    que

    la

    ley

    y

    el

    orden,

    y por

    ende las

    instituciones

    asociadas

    a

    la

    legalidad

    democr?tica,

    son

    ajenos

    al

    contexto

    inmediato

    de la

    informali

    dad. Sobrevivir

    significa

    ser

    extremadamente

    pragm?tico

    frente

    a

    actores,

    instituciones

    y

    derechos.

    La econom?a informal

    es un

    sistema de

    despro

    tecci?n:

    se

    trabaja

    sin

    horario,

    sin

    leyes

    laborales,

    sin derecho

    a

    la

    jubila

    ci?n

    o

    la

    seguridad

    social,

    sin convenios colectivos

    y

    sin

    sindicatos.4

    Quien

    4

    Otro

    ejemplo

    es

    el

    transporte

    informal.

    En Lima

    Metropolitana, conglomerado

    urba

    no

    de

    ocho millones de

    habitantes,

    operaban

    en

    agosto

    de 2002 unos 50 000 buses

    y

    100 000

    taxis

    informales.

    Para 1993 el

    gobierno

    de

    Fujimori

    hab?a

    liberado

    el

    transporte

    p?blico

    con

    el

    resultado

    de

    que

    casi

    no

    exist?a

    un

    transporte

    p?blico

    formal

    despu?s

    de

    una

    d?cada.

    La

    desreglamentaci?n

    y,

    en

    consecuencia,

    la

    anarqu?a

    autorizada

    en

    cuanto

    a

    l?neas,

    rutas,

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    9/20

    oct-dic

    2004

    Exclusi?n

    social

    y

    violencia urbana en

    Am?rica Latina 753

    ha

    aprendido,

    por

    necesidad,

    a

    operar

    fuera del

    contexto

    legal

    laboral,

    quien

    diariamente debe

    mostrarse

    pragm?tico

    frente

    a

    actores

    no necesa

    riamente

    amigables

    y

    no

    necesariamente

    leg?timos, quien

    debe buscar

    so

    luciones criollas

    y

    moverse

    por

    lo

    menos

    parcialmente

    fuera

    del

    contexto

    de

    convenios

    y

    sanciones

    amparadas

    por

    la

    ley,

    debe

    en

    cierto

    momento

    llegar

    a

    la

    conclusi?n

    emp?rica

    de

    que

    la

    ley,

    las

    autoridades

    y

    el sistema

    son

    ajenos,

    que

    sirven

    a

    los

    intereses de

    los

    ricos ,

    que

    la

    po

    l?tica

    es

    sospechosa

    y

    que

    el derecho

    es

    un

    bien

    inalcanzable

    para

    los

    pobres. Quien as? piensa y act?a en el ambiente econ?mico cotidiano, es

    tar?

    igualmente

    inclinado

    a

    adoptar

    una

    actitud

    semejante

    frente

    a

    los

    ac

    tores

    tampoco

    necesariamente

    amigables

    o

    leg?timos

    en un

    ambiente

    donde la

    violencia

    tambi?n

    es

    parte

    integral

    de la

    existencia

    diaria.

    Otro

    asunto

    problem?tico

    con

    respecto

    a

    la

    democracia

    es

    el de

    la

    in

    capacidad

    para

    ejercer

    el

    monopolio

    del

    uso

    leg?timo

    de

    violencia

    por par

    te

    de los

    gobiernos.

    ?sta

    no es

    consecuencia

    s?lo del

    legado

    autoritario

    y

    represivo

    de

    los

    reg?menes

    dictatoriales,

    sino

    tambi?n

    de la

    proliferaci?n

    de la

    violencia

    armada

    por

    parte

    de

    una

    variedad de

    actores

    no

    estatales

    (Koonings

    y

    Kruijt,

    2004b).

    Esta variedad de

    actores

    armados

    es

    la

    con

    trapartida

    del

    proceso

    mismo de democratizaci?n. Contrariamente a la

    violencia de los a?os de la

    dictadura,

    cuando el

    Estado

    mismo

    era

    uno

    de

    los

    principales

    proveedores

    del

    terror

    y

    la

    represi?n,

    la

    nueva

    violencia

    agrupa muy

    diferentes

    formas,

    como,

    por

    ejemplo,

    la

    violencia criminal

    de

    la

    calle,

    losmotines

    y

    disturbios,

    la

    limpieza

    social

    y

    los

    ajusticiamientos,

    la

    arbitrariedad

    de la

    polic?a,

    las actividades

    paramilitares,

    las

    actividades

    guerrilleras

    de

    la

    posguerra

    fr?a,

    etc.

    Algunos

    de

    esos

    actores

    poseen

    un

    car?cter

    semiinstitucionalizado,

    como es

    el

    caso

    de los

    actores

    armados

    en

    Colombia.

    Otros

    mantienen

    un

    estilo de vida

    asociado al

    uso

    de las

    armas

    como

    si ello

    fuese

    parte

    de

    una

    rutina laboral.

    Violencia

    urbana

    La ciudadan?a informal tiene

    un

    rostro

    violento.

    A

    finales de los a?os

    se

    tenta,

    Walton

    (1976,

    1977)

    introdujo

    el

    concepto

    de

    ciudades

    divididas

    Durante los

    a?os

    ochenta las

    ciudades

    divididas

    o

    fragmentadas

    fueron

    analizadas

    sobre todo

    en

    t?rminos de la

    miseria

    o

    la

    exclusi?n

    urbana,

    y

    seguridad

    y

    mantenimiento

    ocasiona

    que

    el

    p?blico

    en

    general

    se

    acostumbre

    a

    tener

    un

    transporte

    relativamente

    barato

    pero

    sin

    reglas

    ni

    sanciones

    (entrevistas

    del

    autor con

    Efra?n

    Salas

    -asesor

    del

    viceministro

    de

    Transporte

    a

    finales

    de la

    d?cada

    de

    los

    noventa

    y

    asesor

    del

    presidente

    de

    la Comisi?n

    Laboral del

    Congreso,

    Luis

    Negreiros

    Negrado,

    en

    2002-,

    los d?as

    10,

    15

    y

    23

    de

    agosto

    de

    2002).

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    10/20

    754

    Dirk

    Kruijt

    FI

    XLIV-4

    generalmente

    fueron

    tipificadas

    en

    funci?n

    de

    una

    dicotom?a: las ?lites

    y

    la

    clase

    media

    alta

    frente

    a

    los

    pobladores

    olvidados

    de

    las favelas

    o

    barria

    das.5

    Sin

    embargo,

    a

    partir

    de

    los

    a?os

    noventa,

    comenz?

    a

    identificarse

    las

    profundas

    divisiones urbanas

    con

    la falta de

    seguridad

    humana

    y

    la

    ausen

    cia

    de autoridades

    protectoras

    en

    las

    partes

    abandonadas del

    territorio

    ur

    bano,

    donde

    la

    pobreza

    suele coincidir

    con

    la

    violencia.

    El

    caso

    de

    R?o de

    Janeiro,

    por

    ejemplo,

    cuyas

    favelas

    paup?rrimas semejan

    ?reas de

    acceso

    li

    mitado,

    adquiri?

    una

    mala

    reputaci?n

    en

    el

    c?rculo

    de

    analistas

    de

    la

    vio

    lencia urbana. La obra de Ventura (2002 [1994]) sobre la cidade partida

    fue

    seguida

    por

    una

    serie de

    publicaciones.6

    La

    relaci?n

    entre

    la

    pobreza

    y

    la violencia

    en

    Gran Buenos Aires

    era

    discutida,

    en

    t?rminos

    comparati

    vos,

    por

    Sa?n

    (2002).

    El

    debate

    sobre

    el

    panorama

    actual de la

    violencia

    en

    los

    territorios

    metropolitanos

    de

    Am?rica Latina

    es

    descrita

    en

    los

    estudios

    comparativos

    de

    Rotker,

    Goldman

    y

    Balan

    (2002),

    Koonings

    y

    Kruijt

    (2004a)

    y

    Moser

    y

    Mcllwaine

    (2004).

    No

    obstante,

    la

    violencia

    no

    est?

    arraigada

    s?lo

    en

    la vida

    diaria

    de

    los

    pobres

    urbanos,

    es o

    era

    tambi?n

    una

    caracter?stica de las

    prolongadas

    guerras

    civiles

    de los

    pa?ses

    centroamericanos

    y

    andinos.

    Colombia

    y

    Gua

    temala

    son,

    tristemente,

    dos

    perfectos

    ejemplos

    de

    cadenas

    de

    causalidad

    entre

    la violencia

    generalizada,

    nacional,

    y

    enclaves de

    paz

    locales.

    Sin

    embargo,

    la violencia nacional

    se

    ha

    traducido

    en

    m?ltiples

    formas de

    vio

    lencia local.

    La

    Guatemala

    posb?lica

    es

    aquejada

    por

    nuevas

    formas

    de

    violencia

    causada

    por

    bandas

    juveniles,

    ex

    paramilitares

    que

    encontraron

    empleo

    en

    la

    criminalidad,7

    y

    ex

    militares

    y

    ex

    polic?as

    que

    se

    refugiaron

    en

    la

    criminalidad

    y

    el

    trafico de

    droga

    (v?ase

    Sieder

    et

    al,

    2002).

    En

    Co

    lombia

    se

    ha institucionalizado

    el desborde

    de la

    violencia

    durante

    los

    ?ltimos

    30

    a?os.

    El

    conflicto

    pol?tico

    tambi?n

    ha tenido

    consecuencias

    pa

    ra

    la

    violencia

    relacionada

    con

    el

    tr?fico

    de

    drogas y

    la

    criminalidad

    local.

    La

    guerra

    civil

    en

    este

    pa?s

    es

    reproducida

    a

    escala

    en

    las

    microguerras

    de

    las

    ?reas

    metropolitanas

    y

    las

    comunas

    urbanas.

    Abajo

    resumimos

    el

    com

    plicado

    panorama

    de los

    actores

    urbanos

    extralegales

    y

    armados

    involucra

    dos

    en

    las actividades

    paramilitares

    y

    criminales

    y

    en

    la

    industria

    de

    la

    ?

    O'Donnell

    (2003:

    14-15)

    se

    refiere

    a

    esta

    dicotom?a

    al

    describir las

    actuales

    fronteras

    internas

    de Am?rica

    Latina.

    6

    V?ase,

    por

    ejemplo,

    Barcellos

    (2003),

    Chaves

    Pandolfi

    y

    Grynszpan

    (2003),

    Evangelista

    (2003)

    y

    Zaluar

    (1994, 2001).

    7

    Seg?n

    ios datos

    proporcionados

    por

    el

    comisionado

    presidencial

    para

    la

    seguridad

    na

    cional,

    general

    Otto

    P?rez

    Molina,

    y

    publicados

    en

    El

    Peri?dico

    del

    13

    de

    mayo

    de

    2004,

    el

    n?mero total

    de

    pai

    amilitares

    empleados

    por

    el

    gobierno

    durante

    los

    a?os

    ochenta

    y

    noven

    ta

    fue de 1

    200000

    (la

    poblaci?n

    total

    era

    de

    12

    millones).

    De ?stos

    viven

    actualmente

    unos

    400000

    en

    los Estados Unidos.

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    11/20

    oct-dic

    2004

    Exclusion

    social

    y violencia

    urbana en

    Am?rica Latina

    755

    protecci?n

    en

    Medell?n,

    segunda

    ciudad del

    pa?s

    y

    anteriormente la

    capi

    tal de

    grandes monopolios

    de

    la

    droga,

    que

    tras

    la

    muerte

    de

    Pablo

    Esco

    bar fueron

    fragmentados.

    Mientras

    tanto,

    hay

    actores

    armados

    con

    un

    pasado

    militar, criminal,

    de

    narcotr?fico,

    de mar?

    juvenil

    o

    de criminali

    dad

    com?n

    que

    han construido sistemas

    de

    violencia de

    significaci?n

    na

    cional

    en

    pa?ses

    como

    Colombia,

    Guatemala

    y

    M?xico,

    y,

    en

    menor

    grado,

    en

    Argentina,

    Brasil,

    Per?

    y

    Surinam.

    En

    el

    peque?o

    Surinam,

    ex

    colonia

    holandesa

    independizada

    en

    1975

    y

    v?ctima

    en

    los

    a?os ochenta de sucesi

    vos gobiernos militares, surgi? una econom?a paralela basada en el comer

    cio de la

    droga

    hacia

    los estados caribe?os

    y

    Europa,

    la

    explotaci?n

    ilegal

    de

    yacimientos

    de

    oro

    y

    la

    exportaci?n

    de madera

    tropical,

    que

    constitu?a

    entre

    40

    y

    60%

    de

    la

    econom?a

    formal nacional. Esta

    econom?a

    era

    el

    mo

    tor

    financiero de la

    guerra

    olvidada ,

    una

    guerra

    civil

    con

    rasgos

    ?tnicos

    desarrollada

    entre

    1987

    y

    1992,

    cuando el

    ej?rcito

    nacional,

    bandas

    cima

    rronas

    de

    guerrilla

    y

    una

    variedad

    de

    agrupamientos

    paramilitares

    se

    en

    frentaron

    en

    acciones

    de

    insurgencia

    y

    contrainsurgencia.

    Los

    l?deres

    de

    ambas

    partes

    compart?an

    negocios

    de

    droga

    en

    los

    periodos

    de

    cese

    al fue

    go y

    durante

    las

    negociaciones

    de

    paz.

    Al describir el

    complicado

    escenario de la violencia

    colombiana,

    P?

    caut

    (1999)

    introdujo

    la noci?n

    de la

    banalidad

    de

    la

    violencia .8

    El

    pro

    longado

    conflicto

    interno

    transform?

    el

    pa?s

    en una

    serie de

    peque?os

    teatros

    de

    una

    guerra

    en

    la

    que

    m?ltiples

    actores

    armados

    trataron

    de

    in

    terferir. En el ?mbito

    nacional,

    puede

    hacerse

    una

    distinci?n

    entre

    las

    fuerzas

    estatales

    de

    seguridad;

    las

    FARC

    (Fuerzas

    Armadas

    Revolucionarias

    de

    Colombia)

    y

    el

    ELN

    (Ej?rcito

    de

    Liberaci?n

    Nacional),

    como

    actores

    ar

    mados

    de

    la

    izquierda ,

    y

    las

    AUC

    (Autodefensas

    Unidas

    de

    Colombia),

    como

    las

    fuerzas

    de

    la

    derecha,

    organizadas

    por

    iniciativa de

    las

    ?lites

    rura

    les

    y

    los

    representantes

    de

    la

    econom?a

    clandestina

    para proteger

    sus

    inte

    reses.

    Detr?s

    de

    esta

    configuraci?n

    nacional

    hay

    eslabones

    entre

    las

    fuerzas

    estatales

    de

    seguridad

    y

    las fuerzas

    oscuras ,

    las

    fuerzas

    del orden

    y

    la

    ley

    y

    las fuerzas

    del

    desorden,

    las fuerzas

    paramilitares

    y

    los

    escuadro

    nes

    de

    la

    muerte,

    entre

    la econom?a oficial

    y

    la

    clandestina.

    Focalizando

    los

    ?mbitos

    locales,

    aparece

    una

    estructura enormemente

    fragmentada.

    Escobar

    (2002)

    muestra

    la existencia de

    alianzas,

    las

    que

    se

    modifican casi

    continuamente,

    entre

    los socios locales

    y

    los

    actores

    nacionales. Aviles

    (2001:

    43-47)

    menciona

    m?s de cien

    asociaciones

    paramilitares,

    unificadas

    durante

    seminarios

    y

    conferencias

    en

    los

    a?os

    noventa

    en

    instituciones

    co

    mo CONVIVIR, un agolpamiento de movimientos de combatientes y de vigi

    8

    Otro

    autor

    que

    analiz? el conflicto

    colombiano,

    en

    cuanto

    a sus

    actores

    armados,

    es

    Leal

    Buitrago

    (1999,

    2000,

    2004).

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    12/20

    756

    Dirk

    Kruijt

    FI

    XLIV-4

    lantes financiado

    por

    empresarios

    rurales

    y

    consistente

    en

    comit?s

    y

    sere

    nazgos*

    locales. Ceballos

    Melguizo

    (2001:

    115-124)

    proporciona

    un

    an?li

    sis

    impresionante

    de la

    fragmentaci?n

    de

    la

    violencia

    en

    Medell?n

    durante

    los a?os

    ochenta

    y

    noventa.

    En

    estos

    micromundos de la

    violencia

    operan

    consorcios

    criminales

    como

    las bandas de la

    pesada,

    redes de

    empresarios

    clandestinos

    y

    del

    contrabando,

    y

    autoridades locales

    que

    emplean

    crimi

    nales

    para

    el

    trabajo

    sucio

    ocasional,

    organizados

    en

    oficinas. Hay

    tambi?n

    grupos

    de subalternos alrededor de los

    l?deres

    de

    las

    mafias

    que

    act?an

    co

    mo intermediarios en el macabro mercado de los contratos de lamuerte y

    la

    criminalidad

    en

    gran

    escala,

    galladas

    (pandillas juveniles)

    en

    torno

    al

    tr?fico

    de

    coca?na

    y

    sicarios

    (j?venes

    que

    matan

    por

    contrato).

    Las

    llama

    das bandas

    de

    chichipato

    emplean

    armas

    caseras,

    roban

    tiendas,

    casas-habi

    taci?n

    y

    veh?culos,

    y

    asaltan

    a

    peatones

    en

    los barrios de la

    pobreza;

    para

    ello,

    usan

    bazuco,

    una

    base de

    coca

    potente,

    como

    estimulante.

    Grupos

    de

    protectores

    y

    de

    limpieza

    social

    se

    dedican

    a

    las

    ejecuciones

    por

    contra

    to,

    mientras

    que

    agrupamientos

    fragmentarios

    de

    paramilitares,

    milicias

    y

    criminales locales

    encuentran

    empleo

    en masacres

    y

    otras

    actividades

    vio

    lentas.

    Hay

    tambi?n

    grupos

    de milicias

    h?bridos,

    compuestos

    por

    indivi

    duos de clase

    baja,

    procedentes

    de la

    guerrilla

    de

    izquierda

    y

    criminales

    comunes,

    organizados

    en

    bandas locales. El trafico

    de

    droga acompa??

    su

    surgimiento.

    Entraron

    en

    el mercado de la

    protecci?n,

    en

    los

    a?os

    noven

    ta,

    para

    actuar

    contra

    los escuadrones de la

    muerte

    y

    agrupamientos

    de

    limpieza

    social de la derecha. Present?ndose

    como

    grupos

    armados

    de

    los

    barrios ,

    comenzaron

    a

    combatir

    y

    a

    matar

    a

    criminales

    y

    traficantes

    de

    droga

    y

    bazuco.

    Los

    primeros

    grupos

    ten?an nombres

    como

    Milicias

    Po

    pulares

    del Pueblo

    y

    para

    el

    Pueblo

    (MP/PP),

    Milicias

    Populares

    Valle de

    Aburra

    (MP/VA),

    Milicias

    para

    Am?rica

    Libre,

    etc.

    Todos

    estos

    grupos

    esta

    blecieron

    lazos

    con

    bandas

    y

    l?deres

    locales

    de

    izquierda.

    Fueron

    producto

    de

    la anomia

    local,

    originada

    por

    el

    crecimiento

    explosivo

    de

    pandillas

    criminales

    y por

    la

    crisis

    y

    dispersi?n

    de la

    izquierda

    armada,

    despu?s

    de

    la

    pol?tica

    del

    presidente

    Betancur

    para

    la reinmersi?n

    en

    la

    sociedad

    (Leal

    Buitrago,

    2004).

    La consecuencia

    inmediata

    fue el

    fen?meno

    de

    campamentos

    de

    paz ,

    donde

    j?venes

    recibieron

    formaci?n

    ideol?gica

    y

    entrenamiento

    en

    el

    uso

    de

    armas.

    Algunos

    ex

    militantes

    de

    izquierda

    en

    contraron

    empleo

    en

    el

    mercado

    de la

    protecci?n

    y

    la

    autodefensa. Otros

    entraron

    en

    las bandas de la

    droga.

    La

    ret?rica revolucionaria

    fue

    reusada

    para

    actividades

    de extorsi?n

    disfrazadas de

    impuestos populares

    y

    do

    naciones revolucionarias . Otros grupos, como Los Capuchos, comenza

    ron

    a

    actuar

    como

    ronderos,

    una

    reminiscencia de los

    a?os de La

    Violencia

    *

    Serenazgo:

    servicio

    municipal

    de

    vigilancia

    y

    seguridad p?blica

    en

    Per?.

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    13/20

    OCT-DIC

    2004

    EXCLUSION

    SOCIAL

    Y

    VIOLENCIA URBANAEN

    AM?RICA

    LATINA

    757

    (1948-1953),

    ajusticiando

    criminales

    menores,

    lo

    que

    les

    aportaba

    apoyo

    popular

    y

    cierta

    legitimidad.

    Estos

    grupos

    se

    subdividieron

    r?pidamente

    y

    nuevos

    elementos de car?cter

    eminentemente

    criminal

    asumieron

    el lide

    razgo.

    En

    1993,

    el

    gobernador

    de

    Antioquia

    estimaba

    que

    el n?mero

    de

    ta

    les

    milicianos

    era

    alrededor

    de 5 000.

    En

    ese

    mismo

    a?o

    se

    organizaron

    negociaciones

    de

    paz

    que

    finalmente

    fracasaron.

    Los

    milicianos

    forma

    ron

    luego

    nuevas

    bandas,

    esta

    vez

    de

    menor

    tama?o,

    en

    abierta

    rivalidad

    con

    las bandas

    netamente

    criminales

    y

    con

    la

    polic?a.

    El

    proceso

    de

    frag

    mentaci?n continu? en los

    siguientes

    a?os.

    Vac?os

    locales

    de

    gobierno9

    La

    proliferaci?n

    de las

    miniguerras

    y

    de

    actores

    armados

    urbanos

    en

    Am?rica

    Latina

    est? relacionada

    con

    el

    fen?meno de los

    vac?os

    locales

    de

    gobierno.

    Estos vac?os

    se

    forman

    a

    ra?z de

    una

    prolongada

    ausencia

    de

    las

    autoridades

    y

    representantes

    de la

    ley

    y

    el orden

    en

    ?reas

    especificas

    (Kruijt

    y

    Koonings,

    2002:

    19).

    En

    estos

    vac?os

    emerge

    una

    simbiosis

    entre

    el Estado

    (la

    polic?a

    y

    el sistema

    legal),

    la criminalidad com?n

    y

    elemen

    tos

    criminalizados

    (anteriores

    miembros de las fuerzas

    armadas,

    la

    polic?a,

    las

    unidades

    paramilitares

    y

    las

    guerrillas).

    Entonces

    se

    adapta

    la

    ley

    y

    la

    justicia

    local al orden resultante

    de las

    fuerzas

    paralelas

    de

    grupos

    locales

    de

    poder

    y

    autoridades

    morales

    (representantes

    electos

    de asociaciones de

    vecinos,

    pobladores

    o

    moradores,

    sacerdotes

    o

    pastores

    evang?licos,

    a

    ve

    ces

    empresarios

    exitosos

    o

    propietarios

    de emisora

    de radio

    o

    televisi?n),

    en

    alianzas

    fluctuantes.10

    Es interesante

    puntualizar

    que

    en

    este contexto

    de violencia

    y

    de mini

    guerras por

    el control de

    peque?os

    territorios

    urbanos, cuyos

    escenarios

    tienen

    un

    alto

    grado

    de

    volatilidad,

    las fuerzas armadas

    no

    desempe?an

    un

    papel

    preponderante.

    Durante los

    largos

    a?os de la dictadura

    militar,

    go

    biernos

    c?vico-militares

    y

    guerras

    civiles,

    las instituciones

    armadas fueron

    los

    principales

    actores

    de la violencia relacionada

    con

    el

    Estado,

    dirigida

    hacia los

    enemigos

    internos de la

    seguridad

    nacional:

    movimientos

    revo

    lucionarios,

    guerrillas,

    frentes de

    campesinos,

    l?deres sindicales

    y

    supuestos

    comunistas.

    Un elaborado

    y

    a

    veces

    complicado

    sistema

    de terrorismo de

    9

    Utilizamos

    aqu?

    las

    conceptualizaciones

    anteriores

    de

    Kruijt

    y

    Koonings

    (2002),

    Koo

    nings

    y

    Kruijt

    (2004)

    y

    Koonings

    y

    Kruijt

    (2004b).

    10

    En

    un

    art?culo

    reciente,

    Davis

    (2004)

    reitera la

    estrecha

    correlaci?n

    entre

    la

    pobreza,

    la

    exclusi?n

    social,

    la informalidad

    y

    el

    surgimiento

    de

    nuevos

    l?deres

    morales de tinte reli

    gioso

    fundamentalista

    en

    las

    favelas

    y

    barriadas

    de

    Am?rica

    Latina

    y

    los

    barrios de miseria

    en

    ?frica.

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    14/20

    758 Dirk

    Kruijt

    F/XLIV-4

    Estado,

    formado

    por

    instituciones de

    inteligencia

    y

    seguridad

    y

    por

    uni

    dades

    paramilitares

    y

    policiacas,

    era

    el

    creador

    de sociedades del miedo

    de alcance

    nacional,

    y

    el

    ejecutor

    de

    la

    represi?n

    necesaria

    en

    zonas

    de

    combate

    y

    escenarios de

    contrainsurgencia,

    contra

    las fuerzas terroristas .

    En

    la

    d?cada de los

    noventa,

    durante el

    proceso

    de transici?n

    hacia

    gobier

    nos

    civiles,

    se

    transform? la

    ostentosa

    presencia

    de los

    pol?ticos

    militares

    en

    asesores

    en

    materia de

    seguridad

    e

    inteligencia

    militar

    para

    los

    pol?ticos

    civiles,

    en

    la

    sombra del

    poder

    y

    los eslabones de consulta .

    Incluso

    al

    co

    mienzo del siglo XXI, las instituciones de inteligencia yde seguridad en los

    pa?ses

    andinos

    y

    centroamericanos

    se

    siguen

    orientando

    hacia

    los

    ene

    migos

    internos del

    Estado. Sin

    embargo,

    en

    los

    pa?ses

    del Cono

    Sur

    y

    en

    M?xico las

    fuerzas armadas

    se

    retiraron de la

    arena

    p?blica

    para

    reformu

    lar

    sus

    objetivos

    institucionales,

    siguiendo

    la direcci?n de los militares

    profesionales ,

    como en

    los

    pa?ses

    miembros de la

    OTAN.

    Las

    instituciones

    armadas

    dejaron

    prudentemente

    la confrontaci?n

    p?blica

    con

    actores

    vio

    lentos

    no

    estatales

    a

    las fuerzas

    especiales

    de la

    polic?a,

    entrenadas

    en

    el

    combate de

    contraagresi?n

    urbana. No

    obstante,

    mientras las manifesta

    ciones de la

    nueva

    violencia

    asumen

    gradualmente

    rasgos

    permanentes,

    la anomal?a de esta situaci?n comienza a revelar el fen?meno del Estado

    fallido

    (por

    lo

    menos

    parcialmente)

    en

    materia de

    seguridad

    y

    usticia.

    Otro

    rasgo

    es

    la

    proliferaci?n

    de la

    vigilancia privada:

    la

    polic?a

    particu

    lar,

    guardianes

    nocturnos

    en

    los barrios de la clase media

    e

    incluso

    en

    los

    dis

    tritos

    populares,

    serenazgos,

    escuadrones de

    protecci?n,

    inconfundibles

    fuerzas del sistema

    bancario

    y

    financiero,

    fuerzas de

    justicia

    privada,

    coman

    dos

    paramilitares,

    escuadrones de la

    muerte.

    Originalmente

    asociadas

    con

    guerras

    civiles

    prolongadas

    en

    pa?ses

    como

    Colombia

    y

    Guatemala,

    estas

    aso

    ciaciones de

    orden

    y

    protecci?n

    privada

    se

    expandieron

    en

    toda Am?rica

    Latina

    y

    en

    algunos

    estados del Caribe

    como

    Jamaica.

    La

    fragmentaci?n,

    debida

    a

    la

    nueva

    violencia ,

    de los

    actores

    no

    estatales

    se

    nutre

    en

    algunos

    casos

    de los

    400 000

    ronderos

    peruanos

    y

    de

    1

    200

    000

    patrulleros

    de

    autode

    fensa

    guatemaltecos11

    que

    actuaron

    como

    fuerza

    paralela

    en

    las

    campa?as

    contra

    la

    guerrilla

    en

    los a?os ochenta

    (Guatemala)

    y

    noventa

    (Per?).

    En

    tercer

    lugar,

    podemos

    mencionar los

    nuevos

    actores

    armados

    en

    las

    favelas,

    villas,

    barriadas

    o

    comunas

    de miseria donde

    la autoridad

    local

    de

    facto

    es

    el

    traficante

    o

    el

    drug

    lord,

    quien

    ordena los

    ajusticiamientos

    a

    la

    vez

    que

    es

    el

    proveedor

    financiero de las

    ONG

    en su

    territorio.12

    No

    se

    trata

    de

    11La

    poblaci?n

    total de este

    pais

    es

    de

    12

    millones

    (2003).

    12

    Durante

    una

    entrevista

    (28

    de

    agosto

    de

    2003)

    del

    autor

    con

    Deusimar da

    Costa,

    pre

    sidenta de la

    Federa?ao

    Municipal

    das

    Asociac?es

    de Favelas do Rio de

    Janeiro

    (FEMAFARJ

    /FAR-Rio),

    ella

    enfatizo

    que

    la coexistencia

    pacifica

    con

    los traficantes

    locales

    era un

    asunto

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    15/20

    oct-dic

    2004

    Exclusion

    social

    y

    violencia

    urbana en

    Am?rica

    Latina 759

    peque?os

    territorios olvidados dentro de las

    aglomeraciones

    urbanas,

    sino

    de territorios de considerable

    proporci?n,

    que

    tal

    vez

    conforman el

    25%

    del

    contorno

    urbano

    en

    metr?polis

    como

    R?o de

    Janeiro,

    Sao

    Paulo,

    Buenos

    Ai

    res,

    Bogot?,

    Medell?n,

    M?xico,

    Guadalajara

    y

    otras

    ciudades

    importantes.

    Los

    traficantes,

    mayoritariamente

    j?venes

    o

    adultos

    j?venes,

    son

    los

    nuevos

    due

    ?os de la

    violencia

    urbana. Ellos

    act?an

    en

    sus

    barrios tambi?n

    como

    los

    nue

    vos

    representantes

    de la

    ley

    paralela,

    no

    por

    justicia

    sino

    ajusticiando.

    Aveces

    cobran

    impuestos paralelos

    y

    muestran

    una

    cierta benevolencia hacia

    el

    desarrollo local tambi?n paralelo, ofreciendo financiar las ONG locales en

    las

    favelas

    y

    villas

    marginalizadas.

    En

    otros

    casos

    negocian expl?citamente

    con

    los l?deres

    religiosos

    locales,

    quienes

    han

    aprendido

    a

    convivir

    en

    coexisten

    cia

    pragm?tica.13

    Los traficantes

    en

    las villas

    argentinas,

    las favelas

    brasile?as,

    los

    tugurios

    colombianos

    y

    las

    zonas

    guatemaltecas

    han

    reproducido

    escena

    rios de

    guerra

    o

    guerrilla

    nacional

    en

    los territorios

    urbanos.

    En

    algunos

    ca

    sos

    han

    expresado

    sus

    aspiraciones

    territoriales

    en

    p?blico.

    Recientemente

    los

    principales

    traficantes de R?o de

    Janeiro

    anunciaron

    -y

    efectuaron-

    el

    cierre de la

    autopista

    al

    aeropuerto

    internacional,

    demostrando as?

    que po

    d?an

    ejercer

    sanciones

    en

    caso

    de

    necesidad.

    Algunos

    miles de ni?os

    y

    adolescentes funcionan como soldados de

    la

    droga

    en

    las

    guerras

    urbanas

    en

    R?o

    de

    Janeiro.

    Zaluar

    (2000)

    tipific?

    la

    relaci?n

    entre

    bandas

    juveniles

    y

    el

    comercio de las

    drogas

    en

    las favelas

    de

    R?o de

    Janeiro

    con

    raz?n

    como

    una

    integraci?n

    perversa

    de la

    econo

    m?a clandestina

    y

    la violencia urbana.

    En

    este

    contexto

    tambi?n

    hay

    que

    analizar el

    nuevo

    papel

    de las bandas

    juveniles

    criminales

    ( maras )

    en

    Centroam?rica.

    En El

    Salvador,

    Honduras,

    Guatemala

    y

    en menor

    grado

    en

    Nicaragua

    las

    maras

    son

    oficialmente consideradas

    como

    la

    amenaza

    n?mero

    uno

    para

    la

    seguridad

    nacional

    (Savenije

    y

    Andrade-Eekhoff,

    2003; Savenije, 2004).14

    Decenas de miles de

    j?venes

    de

    entre

    12

    y

    30 a?os

    com?n

    y

    corriente.

    Ellos tambi?n

    son

    moradores ,

    dijo

    la

    se?ora,

    y

    su

    presencia

    no nos

    mo

    lesta. Ellos tienen

    el

    poder

    de intervenir

    y,

    a

    pesar

    de

    todo,

    son

    moradores. Puede decirse

    que

    mantenemos

    una

    vida simbi?tica. No

    estamos

    inclinados

    a

    llamar

    la

    polic?a

    a

    cada

    momento.

    13

    En entrevistas

    (los

    d?as

    29

    y

    30

    de

    agosto

    de

    2003)

    del

    autor

    con

    Jonas

    Pedreina,

    presi

    dente de

    la

    asociaci?n

    de moradores

    en

    una

    de las

    favelas del Cono Norte de R?o de

    Janeiro,

    ?ste

    dej?

    en

    claro

    que

    el traficante local hab?a ofrecido

    en

    repetidas

    ocasiones

    financiar las

    obras

    sociales de

    la

    iglesia

    y

    de las

    ONG

    afiliadas

    a

    la

    asociaci?n,

    sin

    ning?n

    compromiso ,

    pe

    ro

    que

    tanto

    ?l

    como

    el

    pastor

    evang?lico

    comprendieron

    que

    el

    arreglo implicar?a

    el

    recluta

    miento de

    j?venes

    para

    tareas

    de

    protecci?n

    y

    transporte

    de

    contrabando,

    v

    rechazaron

    sus

    ofrecimientos.

    El mismo fen?meno

    se

    presenta

    en

    Gran Buenos Aires

    (entrevista

    con

    Marcelo

    Sa?n,

    vice-ministro de

    Seguridad

    en

    la

    provincia

    de Gran Buenos

    Aires,

    26

    de

    junio

    de

    2003).

    14

    Actualmente,

    en

    el

    centro

    de San

    Salvador

    el

    fen?meno

    de

    las

    niaras

    est?

    expandi?n

    dose al sistema escolar

    profesional.

    Mareros estudiantiles

    se

    repartieron

    territorios

    de in

    fluencia

    en

    el

    centro

    de

    la

    ciudad

    (entrevista

    con

    Wim

    Savenije,

    12

    de

    mayo

    de

    2004).

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    16/20

    760

    Dirk

    Kruijt

    FI

    XLIV-4

    de edad

    pertenecen

    a

    una

    de las

    maras

    o

    pandillas

    juveniles,

    las

    que

    tienen

    una

    macabra

    presencia

    nacional

    por

    ser

    responsables

    de

    20%

    (Guatema

    la)

    y

    45%

    (El

    Salvador

    y

    Honduras)

    de los homicidios cometidos

    en

    2003

    (Peetz,

    2004).15

    La

    econom?a

    marera

    centroamericana

    depende

    del

    con

    trol

    territorial

    y

    el

    acceso

    al

    tr?fico

    y

    comercio local

    de las

    drogas.

    La

    es

    cala de

    operaci?n

    en

    t?rminos de

    la

    violencia

    percibida

    es

    tan

    grande

    que

    los

    parlamentos

    salvadore?o

    y

    hondureno

    aprobaron

    una

    legislaci?n

    es

    pecial

    antimarera

    que

    permite

    comandos

    especiales

    compuestos

    por

    miembros de las fuerzas policiales ymilitares ( Operaci?n Libertad en

    Honduras,

    Plan Mano Dura

    en

    El

    Salvador,

    ambos

    en

    2003).16

    En El

    Sal

    vador

    el n?mero de

    v?ctimas mortales de

    la

    violencia

    marera

    ya

    ha

    supera

    do

    el n?mero total de

    muertos

    durante

    la

    guerra

    civil.

    Todo

    eso

    lleva

    a

    preguntarse

    sobre

    la

    estabilidad

    de

    un

    orden

    pol?tico

    que

    implica

    la

    existencia

    generalizada

    de

    una

    ciudadan?a

    de

    segunda

    cla

    se.

    La

    pobreza

    dentro

    de

    un

    contexto

    de violencia

    parece

    ser

    el mecanis

    mo

    est?ndar de

    integraci?n

    de los

    marginalizados

    urbanos.

    Segmentos

    considerables de la

    poblaci?n

    de Am?rica Latina sobreviven

    en

    la

    econo

    m?a

    y

    la

    sociedad

    informales,

    donde

    se

    comparte

    la

    pobreza

    y

    la

    violencia

    diariamente. Muchos de los actores

    armados

    de esta nueva violencia son

    reclutados

    en

    las filas de los

    informales

    y

    los excluidos. Este fen?meno

    de

    la exclusi?n

    con

    violencia

    compartida

    por

    las

    masas

    de los

    pobres

    urbanos

    contribuye

    a

    la

    destrucci?n

    del orden

    democr?tico

    y

    los

    per?metros

    de la

    ciudadan?a. La violencia

    cr?nica,

    incluso

    dentro

    de

    los l?mites de enclaves

    territoriales,

    contribuye

    a

    la

    erosi?n

    de la

    legitimidad

    del orden

    pol?tico.

    Resulta

    parad?jico

    que

    varios

    gobiernos

    latinoamericanos,

    as?

    como

    l?de

    res

    populares

    y

    autoridades

    religiosas,

    en su

    contexto

    local,

    hayan

    aceptado

    una

    coexistencia

    pac?fica

    con

    los

    actores

    no

    estatales de la

    violencia,

    mien

    tras

    que

    ?stos

    no

    constituyan p?blicamente

    una amenaza

    para

    las

    auto

    ridades

    pol?ticas

    nacionales. La

    pregunta

    clave

    es,

    por

    supuesto,

    cu?nto

    tiempo

    m?s

    podr?

    ser

    garantizada

    la estabilidad del orden

    econ?mico,

    so

    cial

    y

    pol?tico

    en

    Am?rica

    Latina,

    en

    este

    precario

    equilibrio

    entre

    niveles

    aceptables

    de

    exclusi?n

    y

    niveles

    aceptables

    de violencia.

    l?

    Las estimaciones

    acerca

    del

    n?mero

    de

    mareros

    por

    pa?s

    difieren de

    manera

    conside

    rable.

    Peetz

    (2004: 59)

    cita distintas fuentes

    que

    mencionan

    entre

    14 000

    y

    200

    000

    en

    Guate

    mala,

    10 500

    y

    35 000 en El

    Salvador,

    y

    36 000

    y

    100 000 en Honduras.

    Tal

    vez

    Nicaragua

    cuente

    con

    4 500

    mareros,

    Costa Rica

    con

    2

    600,

    Panam?

    con

    1 385

    y

    Belice

    con

    100.

    16

    A

    la

    fecha

    (julio

    de

    2004)

    el

    gobierno

    de Guatemala est?

    preparando

    un

    paquete

    le

    gislativo

    similar.

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    17/20

    oct-dic

    2004

    Exclusion

    social

    y

    violencia

    urbana

    en

    Am?rica

    Latina

    761

    Bibliograf?a

    Adams,

    Norma

    y

    N?stor Valdivia

    (1994),

    Los

    otros

    empresarios.

    Etica

    de

    migrantes

    y

    for

    maci?n

    de

    empresas

    en

    Lima,

    Lima,

    IEP

    (2a

    edici?n).

    Alba

    Vega,

    C.

    y

    D.

    Kruijt

    (1995),

    La

    utilidad de lo

    min?sculo.

    Estudios sobre la

    informa

    lidad

    y

    la

    microempresa

    en

    M?xico,

    Centroam?rica

    y

    los

    pa?ses

    andinos, M?xico,

    El

    Colegio

    de

    M?xico

    ( Jornadas ,

    n?m.

    125).

    Arguedas,

    Jos?

    Mar?a

    (2001),

    El

    zorro

    de arriba

    y

    el

    zorro

    de

    abajo,

    Lima,

    Editorial Ho

    rizonte

    (5a edici?n) (primera

    edici?n: Buenos

    Aires,

    Editorial

    Losada, 1971).

    Aviles,

    W.

    (2001),

    Institutions,

    Military

    Policy,

    and

    Human

    Rights

    in

    Colombia ,

    Latin

    American

    Perspectives,

    vol.

    28,

    n?m.

    1,

    enero,

    pp.

    31-55.

    Barcellos,

    Caco

    (2003),

    Abusado. O

    dono

    do

    morro

    Santa

    Marta,

    R?o

    de

    Janeiro,

    Edito

    ra

    Record.

    Bastos,

    Santiago

    (1998),

    Los

    indios,

    la

    naci?n

    y

    el

    nacionalismo ,

    en

    Claudia

    Dary

    ,

    (ed.),

    La

    construcci?n

    de la

    naci?n

    y

    la

    representaci?n

    ciudadana

    en

    M?xico,

    Guate

    mala,

    Per?,

    Ecuador

    y

    Bolivia, Guatemala,

    Flacso,

    pp.

    87-157.

    Ceballos

    Melguizo,

    Ramiro

    (2001),

    The

    Evolution

    of the

    Armed

    Conflict

    in

    Mede

    llin. An

    Analysis

    of the

    Major

    Actors ,

    Latin

    American

    Perspectives,

    vol.

    28,

    num.

    1,

    enero,

    pp.

    110-131.

    Chaves Pandolfi, Dulce yMario Grynszpan (2003), A favela fala. Depoimentos ao CP

    DOC,

    Rio de

    Janeiro,

    Editora

    Funda??o

    Getulio

    Vargas.

    Chinchilla,

    Laura

    (2003),

    Citizen

    Security

    in

    Latin

    America ,

    en

    Moufida Goucha

    y

    Francisco

    Rojas

    Aravena

    (eds.),

    Human

    Security.

    Conflict

    Prevention

    and Pea

    ce

    in

    Latin

    America

    and the

    Caribbean,

    Santiago

    de

    Chile, Unesco/Flacso

    Chile,

    pp.

    237-249.

    Coder,

    Julio

    (ed.) (1995),

    Per?

    1964-1994.

    Econom?a,

    sociedad

    y

    pol?tica,

    Lima,

    IEP

    ( Per?

    Problema ,

    n?m.

    24).

    Davis,

    Mike

    (2004),

    Planet of

    Slums',

    New

    Left

    Review,

    n?m.

    26,

    marzo-abril.

    Degregori,

    Carlos

    Iv?n,

    Cecilia Blondet

    y

    Nicol?s

    Lynch

    (1987),

    Conquistadores

    de

    un

    nuevo

    mundo: de

    invasores

    a

    ciudadanos

    en

    San Mart?n

    de

    Forres,

    Lima,

    IEP.

    Escobar,

    C.

    (2002),

    Clientelism and

    Citizenship:

    The

    Limits of

    Democratic Re

    form

    in

    Sucre,

    Colombia ,

    Latin

    American

    Perspectives,

    vol.

    29,

    num.

    5,

    septiem

    bre,

    pp.

    20-47.

    Evangelista,

    Helio de

    Araujo

    (2003),

    Violencia,

    jogo

    de bicho

    e

    narcotr?fico

    segundo

    urna

    interpreta?ao,

    R?o de

    Janeiro,

    Editora Revan.

    Flores

    Galindo,

    Alberto

    (1994),

    Buscando

    un

    inca:

    identidad

    y

    utop?a

    en

    los

    Andes,

    Li

    ma,

    Editorial Horizonte

    (4a

    edici?n).

    Galli,

    Rossana

    y

    David Kucera

    (2003),

    Informal

    Employment

    in

    Latin America: Move

    ments

    over

    Business

    Cycles

    and

    the

    Effects

    of

    Worker

    Rights,

    Ginebra,

    ILO/Internatio

    nal

    Institutefor

    Labour Studies

    (DP/145/2003).

    G?lte, J?rgen yNorma Adams (1987), Los caballos de Troya de los invasores. Estrategias

    campesinas

    en

    la

    conquista

    de la

    gran

    Lima,

    Lima,

    IEP.

    Koonings,

    Kees

    y

    Dirk

    Kruijt

    (eds.) (2004a),

    Armed Actors:

    Organised

    Violence

    and

    State

    Failure

    in

    Latin

    America, Londres,

    Zed Books

    (por

    publicarse).

    This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 22 Jul 2015 19:02:41 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

  • 8/18/2019 Dirk Kruijt - Exclusión Social y Violencia Urbana en América Latina

    18/20

    762

    DirkKruijt

    fixuva

    Koonings,

    Kees

    y

    Dirk

    Kruijt

    (2004b),

    Armed

    Actors,

    Organised

    Violence and

    State

    Failure

    in

    Latin America:

    A

    Survey

    of

    Issues

    and

    Arguments ,

    en

    Kees

    Koonings

    y

    Dirk

    Kruijt

    (eds.),

    Armed Actors:

    Organised

    Violence and State Failure

    in Latin

    America,

    Londres,

    Zed Books

    (por

    publicarse).

    Kruijt,

    Dirk

    (1997),

    Pobreza,

    informalidad

    y

    exclusi?n social

    en

    Am?rica

    Latina ,

    en

    Rafael

    Menj?var,

    Dirk

    Kruijt

    y

    Lieteke

    van

    Vucht

    Tijssen

    (eds.),

    Pobreza,

    exclusi?n

    y

    pol?tica

    social,

    San

    Jos?,

    Unesco/Flacso,

    pp.

    198-220.

    Kruijt,

    Dirk

    y

    Kees

    Koonings

    (2002),

    Introducci?n:

    la violencia

    y

    el miedo

    en

    Am?rica

    Latina ,

    en

    Kees

    Koonings

    y

    Dirk

    Kruijt

    (eds.),

    Las

    sociedades de miedo.

    El

    legado

    de

    la

    guerra

    civil,

    la violencia

    y

    el

    terroren

    Am?rica

    Latina, Salamanca,

    Edi

    ciones de la

    Universidad de Salamanca

    ( Acta

    Salamanticensia/Biblioteca

    del

    Pensamiento

    y

    Sociedad ,

    n?m.

    84),

    pp.

    21-49.

    Kruijt,

    Dirk

    y

    Kees

    Koonings

    (2004),

    The

    Military

    and their

    Shadowy

    Brothers

    in

    Arms ,

    en

    Kees

    Koonings

    y

    Dirk

    Kruijt

    (eds.),

    Armed Actors:

    Organised

    Violence

    and State Failure

    in

    Latin

    America, Londres,

    Zed Books

    (por

    publicarse).

    Kruijt,

    Dirk,

    Carlos

    Sojo

    y

    Rebeca

    Grynspan

    (2002),

    Informal

    Citizens.

    Poverty,

    Infor

    mality

    and

    Social Exclusion

    in

    Latin

    America, Amsterdam,

    Rozenberg

    Publishers

    ( Thela

    Latin America

    Series ).

    Leal

    Buitrago,

    Francisco

    (ed.)

    (1999),

    Los

    laberintos

    de la

    guerra.

    Utop?as

    e

    incertidum

    bres sobre la paz, Bogot?, Tercer Mundo Editores.

    Leal

    Buitrago,

    Francisco

    (2000),

    Situaci?n

    pol?tica

    de

    Colombia ,

    Anuario Social

    y

    Pol?tico

    de

    Am?rica Latina

    y

    El

    Caribe,

    n?m.

    3,

    pp.

    55-64.

    Leal

    Buitrago,

    Francisco

    (2004),

    Armed Actors

    in

    the

    Colombian

    Conflict ,

    en

    Kees

    Koonings

    y

    Dirk

    Kruijt

    (eds.),

    Armed Actors:

    Organised

    Violence and State

    Failure

    in

    Latin

    America, Londres,

    Zed Books

    (por

    publicarse).

    L?pez,

    Silesio

    (1996),

    Per?:

    mapas

    de

    una

    ciudadan?a

    inconclusa ,

    Sociedad

    An?

    mica, diciembre,

    pp.

    3-23.

    Maler,

    Sarah

    J.

    (2002),

    Las

    migraciones

    y

    la

    problem?tica

    transnacional: tenden

    cias recientes

    y

    perspectivas

    para

    2020 ,

    en

    Klaus Bodemer

    y

    Eduardo Gama

    rra

    (eds.),

    Centroam?rica 2020. Un

    nuevo

    modelo de desarrollo

    regional,

    Caracas,

    Editorial Nueva Sociedad,

    pp.

    160-196.

    Matos

    Mar,

    Jos?

    (1984),

    Desborde

    popular

    y

    crisis del Estado. El

    nuevo

    rostro

    del Per?

    de

    la d?cada de

    1980,

    Lima,

    IEP

    ( Per?

    Problema ,

    n?m.

    21).

    Mauro

    Machuca,

    Ra?l

    (2002),

    Cambio

    en

    la

    pobreza

    en

    el Per?: 1991-1998. Un an?lisis

    a

    partir

    de los

    componentes

    del

    ingreso,

    Lima,

    CIES/DESCO

    ( Investigaciones

    Bre

    ve