Despropósitos - Antología poética

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Despropósitos Poesía reunida

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INTRODUCCIÓN A ESTOS DESPROPÓSITOS Hay que ser absolutamente posmoderno, que dice Antonio Portela, en referencia a unos versos de Rimbaud. Y no le falta razón. No por ello quiero encasillar en el movimiento posmoderno a toda esta gente que se ha prestado a ayudarnos a mí y a Alejandro, paupérrimos degenerados. En absoluto. Sí quiero decir, a partir del verso, que esta antología (no solo de poemas pero tremendamente poética) parece un gol a favor de la gran cantidad de voces nuevas que emergen, con distintos ecos del pasado. Echo la vista atrás, ya confeccionada esta colección de textos, y puedo ver la rebelde complejidad caligramática en Lucio, la comunicación de la conciencia tan propia de David González en Alejandro, la tierna levedad de una nueva sentimentalidad en Paula o las noches en La Mandrágora de Miriam, que siempre acaban con un vaso vacío de ginebra. También me encanta reconocer lo profundamente aferradas que se encuentran las ancestrales raíces de Roberto en el mundo urbano de Manhattan, lo vivos que están aún los primeros compases del rhythm & blues en Raquel o los pictóricos claroscuros que impregnan los textos de Carolina. Estoy libre del pasado y juego con él: descanso con otras formas eternas. Otras formas eternas, como puede ser la luz bien focalizada sobre unos versos o una instantánea –da igual– de la Belén más fugaz. Simultáneo a cada hombre del presente, a todas las edades de la historia. Y es que Granada es la misma que la de la Alhambra, la misma que la de Albéniz, la de Montero o la de Ana. La misma Granada, de cuerpo tangible. Puedo elegir mi tiempo. No así mi espacio. Nacho lo sabe muy bien. Los viejos héroes nos enseñan que el paso del tiempo en la poesía está sujeto a la libre de elección, y que el poeta puede permitirse visitar otros inviernos. Yo y mis contemporáneos hemos aprendido el olvido. Solo nos queda eso, aprender a despedirnos, aprender a echar de menos el sabor a abandono, como nos dice Dimas.

*** No sé por dónde empezar a agradeceros, maravillosos cabrones, vuestra implicación en este proyecto tan novato, y a la vez tan aferrado a las ganas de escribirse. Desde el principio fue una alegría recibir todo tipo de textos, de unos y de otros, de Gijón a Granada, para un proyecto que parecía breve pero que ya cumple dos años. Y aún más alegre se pone uno cuando descubre que la gente se acerca, algunos con cautela y otros con verdadero ímpetu romántico, a este género que durante tantos años ha sido el selectivo

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de la especie lectora. Y para cada uno de ellos hay una voz diferente por las que puede decantarse. No sólo debo agradeceros por vuestra complicidad, sino también la valentía. Valentía por atreveros a mostrarse desde una nueva sentimentalidad a un mundo tan gastado y trivial, con unas creaciones habladas de tú a tú con los clásicos. Para ello hemos querido contar con cuentos, poesías, narraciones líricas, fotopoemas... También la música es importante en esta nueva era. Y es que nunca fuimos tan libres. No sé bien qué va a pasar con esta antología en el mañana. Quizás dentro de algunos años sea algún archivo revelado en un antiguo disco duro a unos hijos que les ha dado por cotillear. O puede que algunos de de vosotros acabéis en un puesto político importante, y decidáis erradicar cualquier prueba que alguna vez mostrasteis librepensamiento. No lo tendré en cuenta. Os tengo en cuenta ahora. Tengo en cuenta el momento. Y mi momento es el resumen de todos los momentos del mundo. Pero por lo pronto, prometo compensaros con unas cañas y una cena. Variada. Porque también hay que ser absolutamente posmoderno en eso.

PABLO BEDIA SANJURJO Salamanca, febrero de 2014

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Aún recuerdo la tarde que, con nueve años, le ponía mi voz a un poema de Rafael Alberti en la fiesta de fin de curso de mi escuela. Ella, mi maestra, fue la que cambió el curso de mi vida e hizo que yo me encontrase con la poesía, para mí, la forma de decir lo que no tenía valor a contar en otros espacios. Aún protejo mis primeros manuscritos, que se morían de vergüenza cuando auguraban que alguien los iba a encontrar. Fue en el instituto, hace algún año, cuando Pablo y yo decidimos desnudarnos en público, en éste sitio, en ésta degeneración –del 93-. Hoy ya van dos años de esto y once de aquél agosto de 2003, cuando mi madre y mi padre me regalaban Marinero en tierra, en vez de comprarme uno de esos cuadernillos de verano que anunciaban en la tele para que fueses una de persona correcta. No tengo palabras para agradecer el apoyo que nos dieron todas estas personas que participan en esta primera antología, ni siquiera conozco en persona a la mitad, espero que pronto suceda el encuentro y que busquemos juntos la esencia de las cosas entre ginebra, cerveza y calor de los antros de alguna calle oscura. Pablo y yo seguiremos escribiendo, esperando nuevas incorporaciones –que ya las tenemos-, buscando dignificar la poesía y hacerlo desde abajo, como dice Eduardo Galeano, para los nadie, para el pueblo, de donde nunca tuvo que salir.

ALEJANDRO FERNÁNDEZ GARCÍA

Gijón, febrero de 2014

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ALEJANDRO FERNÁNDEZ GARCÍA El Franco (Asturias – España), 1993 http://degeneraciondel93.blogspot.com

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ESCUCHA Estoy esperando el momento: la porción de tiempo que me permita cargarme de valentía y equiparme con las mejores palabras de los manuales de oratoria. Sigo transitando, todos los días y todas las noches, la vereda que conduce hasta tu puerta. En el trayecto me arrepiento, pienso, medito y, al final, me avergüenzo. Si estás ahí, si estos ojos que me leen -desde arriba- son los tuyos, ven, avísame, juntos escribiremos la próxima poesía.

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VENECIA

Te engañas si es que piensas que Venecia está lejos. RODRIGO OLAY

Venecia. Es Venecia tu cuerpo, es el retal, el trozo de mapa, la suave brisa de su aroma, las entrelazas curvas, los vertiginosos segundos. Sí, es Venecia tu cuerpo, un recorrido en góndola, una calle húmeda, una farola encendida por el día. Claramente es Venecia tu cuerpo, una pecera inundada de amor, un idilio rodeado de agua, una cristalina mirada y ningún stop: -el agua fluye nunca se estanca-.

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VÉRTIGO Vértigo son los abrazos, las despedidas en los apeaderos, los te quiero con adiós y las señales que vienen tras el peligro. Vértigo es tu mirada, cada vez más borrosa, y el rastro que deja tu rebelde pelo. Vértigo es la luna, y el mar visto desde la montaña. Vértigo es tener este calor en enero, y echarte de menos cada vez que intento abrir los ojos y despertar de esto, a lo que algunos manuales llaman sueño. No es la caída, aunque sea libre, Vértigo, sino el miedo y la dureza del suelo, y los tiempos muertos que, si no nos damos cuenta, acabarán siendo cadáveres. Vértigo son las vidas como versos y los poemas del día a día tatuados con la tinta de la realidad en las llanuras de mi cuerpo. Siento que el vértigo, solamente, eres tú.

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NO ME ESPERES En este cálido invierno que inunda de agosto los días de enero. En esta estación de trenes donde, solamente, hay billetes de ida sin vuelta. En esta solitaria ciudad, donde ni siquiera hay castillos de arena en el aire y ellas solo caminan; no quiere volar ni soñar. En este exilio, en esta galera del látigo y del cuchillo, en esta cárcel, en este cementerio de vivos, solamente digo y replico: piedad. A las ocho, no me esperes en el parque del olvido, ni debajo de ningún árbol. Hubiera querido contarte lo que no me atreví a decirte a la cara ni susurrarte al oído. Y si esta carta no llega a destino, y si mis letras se pierden y si el mensaje queda en al aire, espero,

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que aunque no hagas acuso de recibo, mandes un ramo de lirios a la calle del amor Nº 8, 5º B. A tu puerta llegará una carta certificada, como certifican el suicidio los que ya no tienen nada que perder.

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CONFESIONARIO

Pero el odio también me modifica a mí mismo,

y cuando quiero darme cuenta soy otro

que no odia, que ama a esa desconocida cuyo nombre es el tuyo,

que lleva tu apellido, y tiene,

igual que tú, el cabello largo… ÁNGEL GONZÁLEZ

Llevo años intentado descubrir el interior el corazón el tuétano de la poesía. Para mí son las mañanas frías y las noches cálidas, los paisajes que veo desde aquí, los besos, los abrazos, la médula, la rótula, la tibia, el peroné, los pechos, el culo, el pelo húmedo recién salido del mar, los años, la esperanza, el tiempo, la inquietud… Para mí la poesía es lo mismo que para las beatas el confesionario...

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QUIXERA Quixera correr: engalar pol pico del llouxao, escougar, mirar, aprender. Quixera ver el meu tarrén, apalpar, sentir, querer. Quixera moyarme nel Porcía pa qu'el prao m'enxugue, pa qu'el herba me quira; pa llevar, nos meus hosos, el humedá y os recordos de condo os tempos eran miyores. Quixera chorar: que canten as mías penas delantre del mar vendo el vaivén del Cantábrico, el ir y el vir del augua que, al final, ta feita d'ún feixe de gotas…

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ANA ROSSI RODRÍGUEZ Córdoba (España), 1993

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ANTIGUA CICATRIZ

Tú me hablaste de la carga pesada Y qué poco me importó sostenerla Sostenerte en mis hombros en el hueco de mi clavícula que sólo sabía gritar Wish you where here y no estuviste nunca aquí. Sonabas a Aute, a cuerdas rotas a trenes que estallaron por tu miedo a seguir a un cada día estamos más cerca que ni tú te creíste. Marzo me trajo tu revolución las mañanas enredadas en los acordes de tu guitarra En aquella manía de hacerme la dormida Bajo tu piel Con julio llegaron los primeros miedos mi érase otra vez los cielos rojos que te empeñaste en pintar y octubre convertido en un naufragio en el mar del norte del que jamás regresamos. Me enseñaste a manchar las sábanas a desmaquillarme con urgencia a gritar cada vez que te alejabas con la maleta y el pelo revuelto. Y lo acabamos atravesando todo tal como se esperaba cada kilómetro cada sinsentido Llegó el pez muerto nadando en la garganta que dejó mis manos limpias vacías y a ti más lejos que nunca.

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Ven, te enseñaré Granada, amor

llena de ti. LUIS GARCÍA MONTERO

Creer en esta ciudad es morderte la boca Memorizar el tatuaje de tu costado izquierdo Viviendo diecinueve atardeceres en el Paseo de los Tristes. Déjame contarte que Granada tiene tus huellas Que huele a ti el sol desde mi balcón por las mañanas el té sabe distinto derramas el mundo en todos nuestros desayunos. Y me miras desde tu altura erupcionando volcanes Como si tu mirada fuese el puto precipicio

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donde todos los versos se han hecho carne. La primavera eres tú inundando mi espalda deshaciéndote en cada uno de mis vértices lamiéndome las viejas cicatrices. Déjame contarte, amor Que desde que nos dejamos todas las películas a medias la vida hasta me parece más completa.

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BELÉN GARCÍA VALLINA Candás (Asturias – España), 1993

http://estupendofink.tumblr.com/ http://craptacolor.tumblr.com/ http://anatomiadelanada.blogspot.com.es/

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Tommy, cuando veas estas virutas en la calle, aléjate. Es una orden. Son demasiado bonitas, la luz las atraviesa, son algo nuevo, distinto y temporal en la aburrida acera. No quiero verte cerca de ellas, son una distracción. Te digo esto porque esta belleza está emponzoñada, son fruto de una destrucción, y solo quieren que tú te conviertas en más virutas en la acera, porque en el fondo se sienten solas. Sí, ahí donde las ves, sienten, se ven a sí mismas reflejadas en las otras, son tan similares entre ellas, y sin embargo, las separa una distancia inabarcable. Si te acercas a ellas, primero las admirarás y después comenzarás a hacerte preguntas. No sé qué pasos seguirán a esto, pero sé que acabarán destruyéndote porque creen que la forma más perfecta y sublime de belleza, es la destrucción. Pero no es cierto Tommy, ¿crees que estas virutas han intentado moverse alguna vez? ¿qué han pensado sobre el espacio que las separa de todo lo demás? No lo han hecho Tommy, por eso son tan ambiciosas, por eso dejan que la luz las atraviese para llamar tu atención, porque necesitan saber que siempre habrá algo más que ha sufrido los estragos de un sufrimiento innecesario, algo que fue hermoso de una manera distinta, pero fue idiota y cayó en la trampa. Algo que ahora yace con ellas en una soledad bella y estúpida. Una soledad que solo podría tener una viruta de cristal.

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El tránsito emocional es un estado líquido. Se solidifica, contra toda ley, en exposiciones prolongadas a calor intenso y provoca fuertes torrentes si se somete a temperaturas frías. Esto último se intensifica en proximidad a puertas, ventanas, estaciones y aeropuertos. Puede resultar mortal en proximidad al mar.

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Las palabras solo embrutecen las cosas puras. Los contraluces me ayudan a distinguir las formas de la sustancia más amada.

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CAROLINA BAYÓN HERNÁNDEZ Salamanca (España), 1993 http://elnido-carolbaher.blogspot.com.es/ http://lostspiritday.blogspot.com.es/

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LUZ ¿No era más fácil cuando solo éramos luz? Fuimos entes infinitos pululando por la nada. Hazle una herida al río y recoge sangre, el viaje es largo y estamos perdidos. Nos apremia el destino de la eternidad, nos impulsa con la rosa de los vientos que siempre cuelga de su costillar. Vamos solos y ciegos a ninguna parte, tropezamos con la letal arena del reloj y buceamos a su núcleo para investigar. Como átomos nos rozamos o chocamos brutalmente con nosotros mismos. Nuestras curiosas ramas se acarician suenan a sonrisas de un niño pequeño, y se funden, se eliminan o pasan de largo. La hermosa inocencia de solo tocarnos la perdimos con el peligro de ojos humanos. La inteligencia logró apagarnos y poner mil nombres al mundo que rodeamos. Pero conservamos el instinto de astro, los rayos de nuestros padres nos siguen buscando. Fuimos entes infinitos pululando por la nada, y ha llegado la hora de volver a casa.

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OLEO Dar la vida por los ojos del azul aguamarina donde se pierden las noches confundidas con los días. Matar por la piel de nácar que en cristal es convertida, y huir de su cama a gatas con carmín de granza encima. Morir en la oscuridad que le da el verde vejiga a la sombra natural que el cabello difumina. Luchar con la realidad que el ocre amarillo pinta manchando con aguarrás; y con respirarlo, olvida.

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LA MOLEDORA Puta y reputa inmadura que no se cansa en doler, ¡cómo le gusta hacer daño! ¡cómo le gusta joder! No puedes ni abrir la boca y ya está ahí otra vez, más aprietas tú los dientes, menos te deja comer. Parece inocente y pura pero es dura de roer, por blanca y fuerte que seas mala caries que te de. Amargura es lo que siento, mucha rabia y frustración, y no hay a quien se lo cuente que no me de la razón. Y es que eres mala, hija puta, madre de la Enfermedad: tengo el alma hecha pedazos, no me dejas descansar. Ojalá cuando madures sea tu vida feliz, espero que no te encuentres nadie parecido a ti. El no poder enfadarme es sin duda lo peor, porque tu daño es mi daño, aunque solo sienta yo. Tu existencia es la agonía que no concebí al nacer, pues si lo hubiese supuesto no habría de padecer.

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Si ya lo dijo Quevedo, qué gallina es la mujer y puto el dolor de muelas cuando empiezas a crecer. El día del juicio llega al sentirte aparecer, de ahí tu nombre, vil martirio, así explico tu poder. Mi boca es una condena porque ya no sé hablar bien, desde que estás en mi vida solo me sale ¡joder!

Con todo mi cariño y mis mejores deseos,

a mi cordal 32.

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EL ESPANTAPÁJAROS Cada día, al atardecer, tras escuchar el canto de la alondra, Jacob bajaba a

los campos a recolectar los frutos que estuvieran lo suficientemente maduros. Era un hombre viejo, envuelto en mil arrugas, su mirada siempre estaba

surcada por mil sombras que nada tenían que ver con su sombrero, y por su cojera los niños del pueblo decían que había sido capitán pirata años atrás. Jacob no tenía amigos. No hablaba con nadie. Siempre estaba solo.

Como cada tarde, no tardó más de media hora en cumplir su cometido, echar un vistazo al huerto y emprender el retorno a la pequeña choza que llamaba casa.

Los demás agricultores le miraban de reojo cuando atravesaba por los campos, terminada su faena, mientras ellos se tenían que esmerar en colocar sus espantapájaros. Y es que las aves jamás habían atacado la huerta de Jacob, pero se habían cebado con las plantaciones del resto del pueblo.

Los más viejos decían que tenía un pacto con los cuervos para que cuidaran de noche sus tierras, y que durante el día era un águila quien sobrevolaba la cosecha para que ningún animal osara comerla. ¿Por qué se comportaban los animales de aquella manera? Las teorías acerca del pacto eran muchas, pero nadie osaba hablar de ellas delante del viejo pirata, por temor a que esa cara cicatrizada les mirara siquiera.

Fuera como fuera, aquel año los pájaros estaban más violentos que nunca con las huertas. Algunos de los más charlatanes y envidiosos juraban haber visto a los cuervos guiando a las aves hacia las tierras donde podrían comer, todas aquellas donde pareciera haber aún un hombre trabajando, allí las dejaban dar rienda suelta a su apetito entre escalofriantes graznidos, que decían, eran casi como auténticas risas humanas, astutas y malvadas.

Cada día que pasaba, al paso de Jacob más se oían rechinar los dientes de los demás trabajadores de pura rabia, mientras trabajaban en sus espantapájaros, haciéndolos cada vez más más realistas.

La imaginación de los hombres se acrecentaba cada noche en la taberna, tal era su ira contra el viejo pirata que nunca perdía una sola pieza de la cosecha.

Y así fue como por fin, una noche de luna llena, ocurrió la tragedia. Borrachos de envidia, cegados como fieras por la sed de venganza, inventaron la historia que les transformaría en bestias.

"Es un maldito pirata. Sus hombres, hartos de él, le abandonaron en un bote en el mar, y tras tres meses sin comer, prometió su alma al mismo diablo para no morir. El mismo demonio vela por él para que jamás vuelva a pasar hambre, hasta el día en que muera y cumpla su promesa".

Viendo en esta versión la escusa perfecta, dejaron que el pánico invadiera a mujeres y niños y se decidió, con la única intención de proteger la aldea, que aquella sería la única noche de Jacob en la tierra.

Lo sacaron de su choza y le llevaron a su propia huerta. Allí le cortaron las piernas, lo vistieron con chaqueta y sombrero, y lo crucificaron mientras chillaba pidiendo clemencia. Le cortaron la lengua y le dejaron morir.

A la mañana siguiente, nadie en el pueblo parecía recordar lo que había ocurrido. Jamás nadie volvió a mencionar a Jacob. Todos quitaron orgullosos sus espantapájaros, pero nadie quitó aquel que parecía mirarlo todo, realista y espeluznante, desde las tierras del viejo lobo de mar.

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Creyeron haber vencido, pues una alondra empezó a posarse todas las

tardes en el brazo del cadáver a cantar. Pero nada más lejos de la realidad. Los pájaros tuvieron aún menos problemas para evitar las tierras que no debían comer, gobernadas por un único espantapájaros. Se dedicaron con violenta locura a devorar el resto, y pronto el pueblo se vio obligado a desaparecer, quedando por fin solo en aquellos campos todas las aves de reinas velando a su capitán.

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EL CUERVO Todo empezó como un gran día. Llovía, el cielo estaba gris, las calles sucias, llenas de charcos, vacías de esa

escoria que se viene llamando genéricamente "gente". Me puse mi chaleco gris sobre una camiseta negra de Rammstein, para ir a

juego con aquella maravillosa tarde. Aunque a alguien le pueda parecer raro, me suda los cojones, nunca he sido de madrugar y mi día empezaba a las 19:00.

Me metí en los pantalones negros y escogí las converse más viejas y rotas. No podía desperdiciar aquella ocasión de mojarme los pies. Sentir el agua fría de los charcos empapando mi piel me pone cachondo. A veces.

Mirándome al espejo me rasqué la barba de meses y me alboroté un poco el pelo. Tengo que reconocer que adoro mi pelo moreno. Soy un animal nocturno. Tengo espíritu de cuervo.

Por fin, agarré la chupa de cuero más gastada, y el gorro. Recogí mecánicamente el tabaco, las llaves, la cartera y el libro de turno de Douglas Coupland. Volví al espejo para ver el resultado y ponerme las gafas de sol. Ojalá pudiera dormir y ducharme con ellas.

* * *

La sociedad es oscura, colega. Por eso no tengo amigos. Mientras camino por la acera, bajo la lluvia, va anocheciendo. Entre rayos y

truenos, con los humanos huyendo confusos o atemorizados, me siento cómodo. Es difícil convivir con un estómago más proclive al vómito según lo cerca

que estás de un elemento que se supone de tu misma especie. Pero me he acostumbrado a ser un Gulliver perdido. Siento auténtica repugnancia por estos apestosos animales que asientan las raíces de todo su comportamiento en la hipocresía.

Esto pienso mientras dejo caer mi cuerpo en la silla de mi garito preferido. Un sitio tranquilo, oscuro, casi vacío. Decorado como si fuera el interior de

un antiguo barco pirata, con un timón colgando en el aire, y sogas que se anudan recorriendo todo el techo.

Todas las mesas son de madera. Y la barra. Incluso las copas y el camarero ayudan a terminar el conjunto de este excéntrico local. Mi lugar perfecto.

El piano y yo nos entendemos. Lo vigilo desde mi posición al lado de la puerta, con la luz que entra por la cristalera puedo leer y observar las gotas pegadas al cristal perdiendo ante el poder de la gravedad.

Dejo el gorro y las gafas en la mesa. Mi café solo con cuatro cucharadas de azúcar acompaña a mis pertenencias enseguida.

Voy a ponerme a leer cuando un ruido, acompañado de un hedor que llega en poderosas oleadas hasta mi nariz, me hace girarme. Una pareja. Sentados en una de las mesas del fondo.

El tipo es horrendo. Me encantaría saltar sobre su mesa, agarrarle por la pechera y abofetear su grasienta cara para ver como se producen olas en su papada. Es el típico rockero, medio yonki, un prototipo de chico malote y cabrón que tanto atrae a las hembras. Un gilipollas en toda regla. Su personalidad está más propagada y copiada que una camiseta de Zara. Veo bichos de su estilo por todas partes. Parecen una cadena. Aquí llegan las arcadas.

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El imbécil ha roto una jarra. Imagino que su apestoso sudor, que utilizará para que la fémina sienta sus feromonas, es el causante de su torpeza. Eso y sus ganas de follarla a cuatro patas.

La chica no es fea. Pero, como todas las que caen en el cuento de esta serie de elementos, es retrasada. Posee mejor cuerpo que cabeza.

Son sin duda ejemplares perfectos de que el método evolutivo nunca ha seleccionado a los mejores. Oh, Darwin, si tú les vieras...

Vuelvo a mi libro. Pero ya no puedo parar de ojear por encima los movimientos de estos graciosos seres.

* * *

Él miente. Miente como un bellaco. Lo sé por el movimiento del iris de sus

ojos. Por las pocas palabras que puedo entender, pues babea como un perro y vocaliza con la misma gracia que lo haría un cerdo, primero preveo sus patéticas intenciones, y lo segundo, me doy cuenta de que lo más seguro es que aquí el subnormal este de los cojones tenga ya una chica.

Me muerdo la lengua y aprieto los dientes. Escondo el rostro detrás de mi libro. Pero qué brutal paliza tienes, qué hostias, con una pata de la mesa te dejaba sin costillas...

Si hubiera comido algo ya lo habría echado. Bebo un sorbo de mi café. Cuando mi madre me mandaba al psicólogo aquel tipo todavía se

preguntaba qué demonios me pasaba. Pues bien, no creo que sea muy difícil de comprender. ¿Somos esto? Qué triste. Qué triste todo. Qué asco. Qué auténtico asco.

Una chica, tal vez bella, con su gilipollez natural, confiando en ese ser, otorgándole su tiempo y pensando que es... ¿su protector? ¿el padre perfecto? ¿alguien por el que luchar? y todo mientras él empieza a levantar la mesa con la polla para impresionar a otra chica, que no es capaz de discernir lo obvio, y seguramente empiece a pensar como la primera.

Y todo esto sucede alrededor de un ente plagiado mil millones de veces, con la pose más abominable y repelente que soy capaz de digerir: "el incomprendido". Os aseguro que la política o la religión solo son excusas superficiales de la apariencia de estos sujetos. Son unos fantasiosos memos que piensan que si juegan a ir de solitarios luchadores de causas perdidas el mundo les prestará atención. Solo piden a gritos eso. Atención.

Me imagino a este ser solo, o con la cabeza en el váter, o devorando pizza en lo que se pasa doscientos mil videojuegos. Follando con tías y tías y tías a las que emociona con su "nadie me entiende, el mundo está mal, ojalá me muera, puedo con todo, arriba la causa". Incapaz de mantener a ninguna. Incapaz de sacar adelante su vida. Incapaz de limpiar unas putas sábanas. Vago. Hipócrita. Inmundicia. Como todo ser humano.

Qué decir de las mujeres que caen en este tópico. Les doy un gran aplauso. Su cerebro no dista mucho del de un ciervo. El macho que parezca mejor dotado, vence sobre los demás y se las lleva todas. Así, en manadita. Lo que ocurre con los seres humanos es que las apariencias hacen la victoria. De ahí que odie esta "mentalidad" que nada tiene de mental.

Pero siento pena, y rabia. Auténtica pena del que se aprovecha de esa debilidad, ganas de morder, de arrancar cuencas de los ojos, extremidades,

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miembros viriles. Pero ellas volverán a la carga después de dos llantos, con más experiencia, más hijas de puta.

Los tipos como este que contemplo son aún más débiles que ellas. Están creando los monstruos que les hinchan la polla. Luego se quejarán cuando las tornas se den la vuelta.

* * *

Cierro el libro. Al fin he terminado de leer. Son las tres de la mañana. Nunca

he visto este sitio cerrarse, si soy sincero. Suspiro mientras veo como el tío acaricia la mejilla de la chica. Va a ocurrir. El terreno está dispuesto. Y su aspecto de orco me está volviendo loco.

Miro por la cristalera. Sigue lloviendo. Ha sido un día perfecto. "Esto me dolerá más a mi que a ti" pienso mientras me levanto y dejo unas monedas por los cafés en la barra, al lado del camarero. Pero estoy de buen humor. Dejo de respirar y me acerco a la mesa. Apenas tengo unos segundos. No soporto esa peste.

- Disculpa, creo que nos conocemos. Acabo de joder el momento del beso. De nada. La chica me mira, confundida.

Él ya me odia. Pero no tanto como yo a él. Estoy conteniendo mis ganas de degollarle. Qué gran chorizo se haría con sus carnes y sus tripas...

- ¿Nos conocemos? Su voz es dulce. Parece una magdalena. - Puedo demostrártelo. Le tiendo la mano. Ella sonríe y se levanta. Le pongo el abrigo. El atónito ser

humano queda sentado mientras me encamino con la muchacha hasta la puerta. Caminamos hasta el final de la calle juntos, bajo la lluvia. En la esquina se

para. - No nos conocemos, ¿verdad?- ni contesto, estas mujeres...- Gracias.- Me

dice. Pone un beso en mi mejilla y se va. Con el pelo empapado era hermosa. Una pena lo de su cerebro. Antes de llegar a casa echo la raba en un portal. No podía contenerlo más.

Tendré que ducharme dos o tres veces, y desinfectar la bañera. Pero necesito comida. Tengo que parar en el veinticuatro horas que hay en mi calle.

No queda nadie. A estas horas de la noche, solo vuela el cuervo.

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DIMAS PRYCHYSLYY Arona (Islas Canarias – España), 1992

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INSTRUCCIONES PARA DESPEDIDA Olvídame. No me conoces. Todos tenemos una noche mala. ¿Quién no ha buscado, loco, calor tras la pantalla, en lo desconocido del abismo en el que alguna vez, por propia voluntad y soledad ajena, nos caemos? ¡Olvídame de una puta vez! No seas niño… la sal en las heridas te la echas tú solo, es más, a mí qué coño me cuentas de heridas, de despedidas, del gilipollas de tu último novio… ¡Déjalo ya! Ya tengo bastante con lo mío, con la congoja de tener que tirar pa´lante, de descubrir en tus besos que soy recuerdo y melancolía, que nunca fui para ti un amante, que fui algo parecido a una paterna figura que te traía libros y te hacía infusiones, que solo te enseñé la cara del Cesar de la vida, que ahondé en los desastres que tienen desenlace en tus estaciones. ¡Olvídalo, olvídame, déjame olvidarte! Cambiar los muebles no servirá de nada, de nada servirá cambiar de piso, despedir a la chacha, mandar a tu madre a un asilo. Dejémoslo estar, al fin, no fue tan malo…

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Me quedo con lo mejor de esta pesadilla, con las cogorzas que me has subvencionado, con que nos hemos sentido heroínos alguna que otra noche, con la satisfacción que me dio insultar aquella vez a tu padre. Venga, no hagamos amarga la despedida. Esto es el fin, así es la vida, no lo sientas… -que luego no puedo follar tranquilo-. Tú búscate a alguien para el día a día, y, bueno, si tienes un apuro me llamas que yo un favor no se lo niego a nadie. Pero es que tú sabes que no te convengo. Búscate a alguien que te lleve al Prado, con quien ir al McDonalds y al cine y con quien acostarse a las diez o a las once, a la una como máximo, y que te despierte su risa mientras disimula el mal aliento. Búscate a alguien que te regale pijamas, que cierre la ventana en octubre y evite que te resfríes las pelotas, que sepa cuidarte con un amor equilibrado, que llene tu vida de las simples cosas de las que, al fin y al cabo, se nutren los viejos evitando los suicidios con la llegada de la impotencia y la diabetes. Tú hazme caso, y si sobrevives… vente a mi funeral y a llevarme flores de plástico en invierno.

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ERRORES COTIDIANOS La locura fue – aun sabiendo que eras suyo- haberme prometido esa noche (después de las tres copas que teníamos por costumbre) seguir queriéndote aún más a la mañana. Ahora saboreo un largo instante que no acaba de disolvérseme en la boca, con todas las pesadillas que tu sabor conlleva. La calle trae esa soledad que acompaña a los olores sin nombre, como tú, amor mío, sin nombre. La calle es un redoble de tacones sobre el hielo que las lágrimas crean en su castigo. La calle siempre será Hortaleza 17, como aquella vez que nos refugiamos de la lluvia en uno de sus pestilentes portales clandestinos donde gatos y luna se echaban un póker. Las viejas vecinas entornaban los ojos antes de bajar estrepitosamente las persianas mientras el viento de la juventud enfriaba sus manos ya en la impenetrable soledad de sus salones. Pero nosotros azotados por el hambre no paramos de hacernos corazones en la boca, y el tabaco y el alcohol – es lo que toca- fue el néctar de la muerte en los labios. Pero hoy ya es mañana y te has ido sin perturbarme en mi resaca. Las alas de la negra noche solo me dejan olor a sexo trasnochado en la cabeza.

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No voy a negarlo, yo te espero en el bar de siempre junto a la Clerecía mientras te sacuden compañías de amigas feas y horas desiertas de futuro. Anaya sin ti es un pozo de turistas, una seca ruina de piedra iluminada, donde reina el frío humo de los sueños… Sentado en el cuarto escalón, te espero como si nada, bajo la segunda columna de la izquierda, para ver como pasas con algún tío nuevo, como pisas mis versos, y como me pesan, sin ti, cada mañana las mañanas.

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CAMBIAR DE SÁBANAS Cambiar las sábanas es como ducharse después del sexo, como pintarse los labios después de la comida. Cambiar las sábanas tiene algo de ruptura, algo que recuerda a las últimas páginas de los libros malos. Cambiar de sábanas a veces es un acto precipitado o vergonzoso. Lo cierto es que las sábanas compartidas - estas que son como piel de odio, mortaja de hipocresías, tierra de pelos y sorpresas- suelen acumularse en el cuarto de la lavadora hasta encartonarse, llenarse de cucarachas que se empadronan en sus tejidos y perder color y respeto, licencia de uso y la confianza ciega que todo sueño profesa a las sábanas decentes. Realmente la gente que usa sábanas estando dos o más personas en la misma cama merecería la muerte.

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EL CHICO DE LA PISCINA El chico de la piscina lleva tirantes. El chico de la piscina pisa con sucia mirada el césped amarillo. El chico de la piscina cierra los ojos. El chico de la piscina no sabe que llevo tres noches espiándolo. Él ya tiene más de cincuenta años. le faltan dientes, paraguas para soy y lluvia, amigos que recordar. Tiene una tumba en los huesos de su hija, denuncias por maltrato. Hambre. Y una miopía comparable al alzhéimer. Yo también he metido todos mis sueños en una botella de cerveza antes de arrojar mis tripas al asfalto. Creo que a los mendigos se nos podría comparar con los exiliados pero con patrias de bancos y cartones. De todas formas él seguirá siendo el chico que conocí en la piscina aquel verano del 78 en Barcelona. Me he hecho dos coletas para ver si me reconoce. Creo que este vestido robado de los chinos es perfecto.

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I Y desperté llorando bañado en tu sombra, y no era yo el que gritaba sino todos tus miedos. II Yo no puedo hacer más que derramar letras, como semen, en esta hoja. Tú dices saber lo que necesito. Quizás necesite que mi indiferencia y tu silencio se nos acaben pudriendo en la boca. III Compartimos el último cigarro en silencio entre el caos de la habitación desordenada, a oscuras. Ambos sabíamos que era solo un pacto entre dos hombres que se sienten solos. La última calada desencadenó el ritual de los abandonados, hasta que el ruido de la noche se abrió paso a la mañana siguiente y utilizamos nuestros cuerpos como holocausto en honor de los que no estaban.

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IV Ganarte o perderte es lo de menos haberte inventado es el problema. V Hoy, que solo han pasado 24 horas, he aprendido a echar de menos en mi garganta ese sabor a abandono de la tuya.

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LUCIO SERRANO ANDINO Rosario (Argentina), 1992 http://blogfemias.blogspot.com

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2 Tan ancha es castilla y tan angostos mis latidos cuando sonríes a tan poca vida y le das tanto sentido.

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CONFESIÓN DE AQUEL NÓMADA QUE ALLÍ PERMANECE Mis textos no son nada, ni pretenden serlo.

Escribo en verso, algunas veces, pero nunca hago poesía.

Todo lo que lees –las palabras ordenadas que compongo–

poco fin tienen en mi vida.

porque es verdad que la literatura a uno le gusta y le agrada

pero además de la expresión u ocio ningún fin tiene en mi vida.

Una tarde al sol,

una mirada perdida, el sabor de aires nuevos

y un chut al balón me da más vida

que estar solo sentado leyendo palabras vacías

escribiendo mentiras fingidas.

Me hago viejo, pero mi metabolismo avanza.

Escribo más, pero me harto más rápido.

Permanecer:

me estremece;

estar quieto:

me irrita.

El mundo es grande,

este texto

es

diminuto.

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MIRIAM MAESO DIAZ MERINO Manzanares (Ciudad Real - España), 1993 http://losuperlativodetudulzura.blogspot.com

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FRICCIÓN ES LO QUE YO QUIERO Me gustaría hablar contigo -ya sabes- de todo lo que hablan las personas

con coherencia y sentido... qué haces con tu rutina, qué o quién te quita el sueño, qué o quién te da sentido, de heridas abiertas, de cicatrices pasadas, de si existe un Dios o si toda la religión verdadera se encuentra en el fondo de un vaso, de poesía - ya sabes cómo me gusta desnudarme con estos temas-, de lo moral y de lo que no, incluso de la amoralidad, de la decandencia -que esto en España, cariño, nos gusta mucho-, de glorias pasadas, de viejos fantasmas, de puntos de sutura que debieron ser finales, de ajusticiamientos, de la vecina de en frente, de lo que guapa que estoy con este vestido pero lo poco que te gusta con esta chaqueta, del cine -dónde tú siempre has marcado las pautas-, de si Eastwood es un Dios cinematográfico o un profeta, de si todo es relativo o nos levantamos la falda ante lo universal, de la tiranicidad de tu carácter y el potencial del mío, de por qué nos han dado las seis hablando, de si tengo tan poca visión poética que me cuesta comprender tus poemas -pero que me fascinan y que acabaría tirándomelos en cualquier baño de cualquier bar con el fin de que me versaran el sexo-, de celos -tema al que algún día le escribiré mi testamento-, del celo, de tus expectativas frente a mi miseria... ...pero lo bonito es que todo me parezca poco al hablar contigo.

Pero no te preocupes, cariño, ya sabes que yo no me conformo.

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METAPOESÍA Hablar de ti es como entrar en un bucle infinito de poesía. Es como destilar sueños por los párpados y llanto por los poros. Hoy he vomitado palabras y todas las emociones se han caído a mis pies pidiendo que no te destierre de mi cabeza. Pero es que ya no quiero más sombras. Contigo pensar significaba carburar en mayúsculas y sin acentos. Y qué bonito pensabas en mayúsculas. Caer en la cuneta porque estamos hartos de las hipotecas. Y así es como te quiero. Muy lejos. De morirnos estamos ya todos cansados, no te lo discuto, pero morirse a deshora es el peor chiste que me has contado. Quién no llora no, mamá. Bajarme la falda y a tu infierno tienen la misma familia semántica. Gasto tanta credibilidad que estoy en números rojos.

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Hazte así en la boca que voy a arrancarte lo de umbrío por la pena. Te deseo en defensa propia. Escribirte es metapoesía.

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AYER CAMINÉ POR ESTE DESASTRE DE CIUDAD, tan símil de nosotros mismos, rota de ganas, sin dejarme observar. Ayer caminé por esta fría ciudad, que es más fría si tú no estás: imagínate que el invierno aguanta nueve meses, y luego tengo que enfrentarme al desastre de un verano en las trincheras sin tu boca. Ayer borré todas las citas que guardaba de Gil de Biedma, Ángel González, Sabina. Para sentirme inmune. A no sabemos qué. Jamás me había sentido tan dependencia. Ayer caminé por esta ciudad que es más fría si tú nunca la has mirado. Poco hemos escrito sobre hacer las maletas de madrugada, doblas los recuerdos, voz de Quique González y pelo mojado. Tengo los ojos hundidos en este pantano de echarte de menos. Días de impresiones, trenes. Lleno mi equipaje de libros, poesía. Las estaciones son los nuevos hospitales donde cogemos aire para sobrevivir, la soledad, la nueva muerte. Nunca había tenido el corazón tan rojo. Sin ideologías. Tengo los ojos hundidos en este pantano de mi necesidad de ti.

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Pero tú nunca te decides.

A dejarme descubrirte. A descifrarnos.

A venir. Y esta ciudad sigue fría.

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Y A ESTE PERIODO DE MI VIDA LE LLAMARÉ: Intento romperme la cabeza, los dedos, para escribir algo coherente o que me dé sentido. La luz desquiciada, parpadeante. Suena una voz enlatada de cualquier film que no nos deja escucharnos. Justo ayer les hablé de ti.

A todos. Y me tembló la voz. El pulso. Los párpados. La seguridad que da lo cierto. Lo bonito que es lo incierto

-Estás haciendo de algo precioso algo desesperante. He salvado frases. De todos.

-Deja tus putos dramas de lado. Los miedos. El miedo. A qué. A quién. Las guerras particulares entre las entrañas y lo que sentimos. Aquí encontramos al miedo. Las que siempre huimos. Pero que estamos hartas. De cenar duda. Esta declaración no se parece en nada a nada. Ni siquiera a mí.

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Atención.

Luces de neón.

Te doy permiso para el doble sentido.

Dependencia. Lo que mata es el no estoy, pero todavía no me he ido. Porque no responder es también una respuesta. Todas esas idas de cabeza. Responde, joder. Alguien está gritando. En la televisión sale un agónico Henry Fonda. Pero aquí no hay nadie que me explique el rollo de la lucha de clases. Me está sobrando hasta la piel.

Solo apunto fechas para exámenes.

Por la movida de Sabina del miedo a la vejez,

los almanaques.

Por el miedo a todo. Por el miedo.

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Todas las ciudades son pocas a mis ojos. Porque tú nunca las construyes.

Con tus putas manos. A qué.

A quién.

A conocerme y no reconocerme. A conocerte.

Pero tú no estás, vida. Más que al sur de mi boca. Sin buscar un 'de Madrid al cielo' porque nos merecemos más que agitadas ciudades contaminadas por falta de ética. Que no te estoy hablando de medio ambiente.

Estamos desangrando las horas. Rojo. Busca la cuarta acepción y ojalá te reconozcas. Ojalá me recompongas. Me veo en un fotograma persiguiéndote. Pedazos de nadie. Que me hastían los bares, los cualquieras, reconstruirme de costillas ajenas. Y que estoy cansada, qué coño.

Toda la puta vida cambiando de dirección. Hoy decido que me quedo en ti. Y que venga el miedo y nos despeine.

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NACHO GONZÁLEZ Seana (Asturias – España), 1960

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EN LA CASA DEL PADRE1

Para Covadonga López Canales

¿Y si el agua que fluye por la piedra fuera como los días que arrastran al olvido? ¿por qué no regresar a la patria olvidada, al tibio territorio de la infancia? Tú labrabas un sol sobre la roca, y nosotros seguíamos tus pasos por entre los naranjos y los lirios. ¿Dónde están hoy el perro, la senda, los guijarros, el camino del río, la aldaba de la puerta? ¿habrá borrado el tiempo las huellas en la tierra? ¿donde estará el amor si ya nadie lo nombra? ¿Dime dónde has dejado la llave de la casa? Por la arcada de luz que anuncia las estancias, la luna del armario que refleja los besos, y que nos vio mirarnos ateridos del miedo de crecer. ¿Para qué tanto amor, si hoy estás solo, frente a la inmensa noche entre las siemprevivas del jardín? ¿Adónde van los hijos cuando mueren, padre, los secos golpes del azar, el último fragmento de la dicha?

1 De Cuaderno de la ceniza, 2013.

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Sándalo y mirto por los bordes del luto, han vuelto más aciaga la vida en esta hora. Hay demasiado frío en esta noche nuestra, y duele de nostalgia este sur olvidado. Ahora que el barquero te arrastra a sus orillas, yo cogeré el cincel para la última piedra, y será digno , entonces, sentarse en tu jardín.

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EL HACEDOR DE VERSOS2

Escribir era esto: llegar desnudo al mundo,

ir vistiendo los años con la brisa infinita de los sueños, arropar, como a un niño, la palabra esperanza, cada vez que la vida la posa en tu regazo. Tener cerca el silencio, y los libros amados, conocer de la ausencia sólo lo necesario para hilvanar historias de dolor y de espanto. Dejar flores y cartas sobre a la tumba amada, y detener el miedo con estos tristes versos, que sienten, como tú, la rabia de este tiempo.

2 De Cuando enero fue pasto de las llamas, 2014.

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NOLI ME TANGERE (NO ME RETENGAS) Dame tu mano cuando comience la batalla. Ayúdame a llorar hasta que el viento me reseque los ojos, y no queden ya lágrimas con que anegar la vida. Ya nada sé de imperios, las murallas, que ahora cercan mis días, son las viejas paredes de la casa, humilde y solitaria en la que habito, y todo el universo es esta vieja estancia, vacía de tus manos, donde yacen, desnudos de palabras los poemas que nunca te escribí. Dime que ha sido tuyo el paisaje del agua que hoy cubre la maleza, que en él fuiste feliz, al menos un instante, en aquel tiempo de cereza y mirto. Será el triste cauterio a mis heridas. El invierno ha traído hasta mi puerta el manto del olvido. Desde los anaqueles me contemplan los héroes de un tiempo que ya ha muerto, y vienen a buscarme para el último sueño. Hoy podemos amarnos como nunca lo hicimos.

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Pero no me retengas cuando claudique el día, y la señal anuncie que mi tiempo ha vencido, sólo somos la lluvia que hemos dejado en otros, la leve brisa del amor efímero, y eso queda contigo.

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PABLO BEDIA SANJURJO La Caridad (Asturias – España), 1993 http://degeneraciondel93.blogspot.com.es/

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ICE DANCE DE SHIRLEY WALKER

Todo quisiera ser, indefinido, en torno a ti: paisaje, luz, ambiente,

gaviota, cielo, nave, vela, viento... ÁNGEL GONZÁLEZ

Las calles de nuestra ciudad vacías; la cara descubierta frente a este frío de noviembre que se resiste a olvidarte.

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1984

Este cansado mundo finisecular necesita otra sentimentalidad distinta,

[…] y en este sentido la ternura puede ser también una forma de rebeldía.

LUIS GARCÍA MONTERO

Cómo sino me salvaste. Tal vez seamos solo un verso breve de este poema dos palabras como el te quiero subversivo de aquella novela de Orwell.

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CUESTIÓN DE FE He estado elucubrando diversas teorías sobre el fin del mundo, pero sin jinetes, ni apocalipsis, –algo más profano– como un botellón mundial, una orgía multitudinaria y luego un suicidio colectivo, Ritmo 0 de Marina Abramovic; la última gran performance. Sin embargo me acuerdo de ti, de haberte visto a lo lejos, entre Platón y la teoría de los mundos posibles levantándonos las miradas apenas cinco segundos. Empezó a llover; yendo por las calles empedradas de las nubes blancas me di cuenta de dos cosas: que hace ya casi un año y que escribirte como a ella es solo una cuestión de fe. Creo que la humanidad, por hoy, puede estar a salvo.

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EN OTRO TIEMPO Me aferré a este mundo en unos versos. Me ataron como hizo tu mirada en otro tiempo.

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PAULA SÁNCHEZ LEDO El Franco (Asturias – España), 1994

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Anhelo miradas de noches encendidas, de pasión, de locura, en tu piel, en tu cuerpo… Deseo instantes efímeros de complicidad compartida. Mis ojos necesitan contemplar las mañanas a tu lado; mis labios sonreír a cada instante mientras te miro; mi piel el tacto de tus manos regalándome caricias de ternura. Sensaciones extrañas, inequívocas, entrañables, que solo tú me puedes hacer sentir.

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RAQUEL REYES MARTÍN Santa Marta (Salamanca – España), 1993 http://insomniodeunanochedeverano.blogspot.com

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PORQUE IGNORABA QUE EL DESEO ES UNA PREGUNTA Desvélame la novela, desvélame a mí. Léeme en braille, punto a punto, seamos ciegos. Atento a qué te dice cada poro, cada punto, cada coma, cada guión que introduzca dos palabras mías. Relee mi cara, mi pelo. Seamos perros olisqueándonos como desconocidos. Salvajes como ellos, moviéndonos por instintos tan solo. Escríbeme con tus dedos. Pásalos por mi cuerpo hasta tatuarme. Inyéctame tinta, como insulina de la vida, como un chute, sin resecarnos apenas, sin movernos. Haz poesía conmigo sin poemas. Sé escritor de un único verso, repítelo. Hasta que se desgaste. Hasta que lo grites. Hasta que se muera.

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ALITERACIONES3

Say, love me or leave me

La rutina atraviesa And let me be lonely Como esta aliteración You won't believe me Rota por otras consonantes But I love you only Pero gracias a que el silencio pasa I'd rather be lonely than happy with somebody else Se desliza indiferente, casi feliz.

3 Recomendación musical de la autora para este poema: Love me or Leave me de Nina Simone.

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VERDE El verde refleja la muerte en la obra de Federico García Lorca, nos han dicho los académicos. Lorca probablemente sin saberlo, nos entrega la metáfora del siglo XXI: muerte de bosques, de cielos, incluso de gobiernos. Primaveras verdes. La misma España tapa con adoquines el verde. Y muta, y se va por otras ramas. Europa está verde, para qué negarlo. Quizá ya no exista ningún verde que no sea el literario, hasta nos comemos los verdes, bueno, los rojos también. Quizá solo persiste el verde que inspira a los artistas, el verde de la absenta, tal vez. Solo prosigue y está en auge el verde de los estadios, el de los campos de fútbol, el de los deportistas españoles. Por lo demás, la gente prefiere el azul.

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ROBERTO TEGA El Franco (Asturias – España), 1982 http://carecedesentido.blogspot.com.es/

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TRÁNSITO De invierno en invierno he cruzado el camino subido en una cresta de estrellas inasibles. Miro atrás: Aquel verano tropecé con un cometa turista que cruzó lentamente nuestro cielo marino y después se fue. Con los años llegaste tú. Aún veo tu estela cambiar como un cronómetro de luz que se balancea a mi alrededor. Vives cerca de mí y te siento. (También te irás pero) me pregunto si coincidirán de nuevo nuestras órbitas para volver a tenerte cerca de mí... Vive Este viaje dura una mirada apasionada antes de que caiga la noche como un adiós sin despedida.

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El mar respira furioso. Es un corazón blanco dentro de las tinieblas del invierno. A esta distancia, el ropaje inquieto de un fuego persiste junto a aquel en un poema colgante. Afuera sopla el fuelle que los aviva a los dos y también los desgasta hasta matarlos. Antes de morir, el fuego y el mar brillan como una estrella que explota en mitad de La Noche. Pasado el frío renace el mundo: el domingo luminoso en las mañanas purpurinas de marzo, el sol benévolo en junio sobre el estuario del Porcía. Y el mar.

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MANHATTAN Siempre que te vas lejos tu ausencia deja un poso de sueño en mi realidad. Las mañanas transcurren por argumentos simples. Como los de las leyendas, acaban por detenerse bruscamente. Por las tardes, si hay siesta es breve y fácil. Después hablo unos instantes con los muebles, tomo un té, paseo. El mar vuelve a ser un animal asustado bajo el peso de un cielo plomizo. Las noches son cortas, falta un cuerpo sedante sobre la sábanas. Se abren y cierran las puertas de las mesitas. Busco sin encontrar, algo, quizá a ti. Ahora llueve, fíjate. El mundo sigue sin tu pensamiento, se reivindican las estaciones, el invierno es particularmente inclemente con todos nosotros.

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Las aceras parecen lenguas de plata mojada. Y el viento, sin soltar un solo verso, dice mucho pero las ramas de los árboles, desnudas, calladas, apenas pueden asimilar este canto ancestral, este secreto.

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