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DEL PALACIO DE MONTELEÓN A LA PLAZA DEL DOS DE MAYO ARCO DE MONTELEÓN Y ESCULTURA DE DAOIZ Y VELARDE Victoria Chisbert Simón Patrimonio y Museología Grupo: 5º B Historia del Arte Universitat de València Noviembre de 2012

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DEL PALACIO DE MONTELEÓN A LA PLAZA DEL DOS DE MAYO

ARCO DE MONTELEÓN Y ESCULTURA DE DAOIZ Y VELARDE

Victoria Chisbert Simón

Patrimonio y Museología

Grupo: 5º B

Historia del Arte

Universitat de València

Noviembre de 2012

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SUMARIO

Resumen .................................................................................................................................................. 1

1. El Palacio de Monteleón en el s. XVII-XVIII. .................................................................................... 2

2. El Palacio como sede del Real Museo Militar y Parque de Artillería a principios del s. XIX............ 6

3. La industrialización llega a los terrenos de Monteleón. .................................................................... 11

4. Demolición de las ruinas de la finca y transformación en el arco conmemorativo. .......................... 13

5. Intervenciones y restauraciones en el monumento desde finales del s.XIX...................................... 22

6. El grupo escultórico de Daoiz y Velarde. Configuración actual de la Plaza del Dos de Mayo......... 26

Conclusión............................................................................................................................................. 34

Bibliografía............................................................................................................................................ 36

Imagen de portada: Monumento a Daoiz y Velarde en la Plaza del Dos de Mayo, Gregorio Prieto, 1957,

(Museo de Arte Contemporáneo de Madrid).

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Del Palacio de Monteleón a la Plaza del Dos de Mayo.

Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

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Resumen.

De la noble finca de Monteleón, actualmente sólo se conserva el arco de ingreso a la

propiedad, que a modo de reducto invencible, se sitúa en el centro de la plaza del Dos de

Mayo, como testigo de la que fue una de las residencias madrileñas más destacadas de los s.

XVII-XVIII. Durante su empleo como Real Museo Militar y Parque de Artillería presenció la

sublevación del pueblo español contra las tropas francesas en 1808, momento que le dará la

autoridad y el reconocimiento necesario para sobrevivir al paso del tiempo y convertir el lugar

en símbolo de la victoria española y de los sacrificios de la contienda. Posteriormente, la finca

será utilizada como fábrica metalúrgica, dentro de la evolución propia de la ciudad y de la

incipiente industrialización que llega a Madrid, en la segunda mitad del s. XIX. Como

resultado del paso de las décadas, de los graves daños sufridos durante la Guerra de la

Independencia y la inexistente conservación del conjunto, la construcción será declarada en

estado ruinoso, a mediados de siglo. Finalmente, el interés gubernativo por realizar reformas

urbanísticas y ampliar los espacios públicos en la segunda mitad del s. XIX, originan el

derribo de las ruinas del Palacio de Monteleón. Será en este momento, cuando el Arco de

Monteleón se salve de la destrucción y adquiera el protagonismo en la nueva plaza como arco

conmemorativo.

Este trabajo presenta cada uno de los pasos que nos permitirán aproximarnos a las etapas

vividas por el Palacio y su finca, a través de sus distintos propietarios y sus diversas funciones

o usos, para finalizar la travesía en la actualidad, con el Arco de Monteleón, acompañado por

el grupo escultórico de Daoiz y Velarde, en la Plaza del Dos de Mayo, constituyendo uno de

los enclaves madrileños donde más ha prevalecido la memoria histórica de la ciudad.

Más allá de aspectos arquitectónicos o estéticos, pretendo poner en valor la pervivencia

del Arco, su relevancia por el hecho mismo de haber llegado hasta nuestros días, gracias a su

relevancia histórica, a su significado, a la visión social que se ha tenido del lugar y del

monumento con el paso del tiempo, a su reconocimiento, a la preocupación por conservarlo…

se trata en definitiva de constatar su importante valor patrimonial.

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1. El Palacio de Monteleón en el s. XVII-XVIII.

Durante el s. XVII, la villa de Madrid se consolida como capital del país y de este modo

se produce un notable crecimiento urbanístico que conecta con el desarrollo arquitectónico de

la ciudad. Frente a la sobriedad y austeridad propia del Madrid de los Austrias, comienzan a

construirse en los territorios de la ciudad, numerosos palacios con un doble objetivo, servir

como residencia para esa élite nobiliaria que había seguido a la familia real hasta Madrid y

transmitir una sólida imagen de poder y riqueza1 en el entorno de la nobleza cortesana.

Los propietarios iniciales del palacio fueron los Duques de Monteleón quienes formaban

parte del círculo más próximo al monarca, Carlos II y ostentaban diferentes títulos nobiliarios,

adquiridos por compromisos matrimoniales y herencia. Así, como descendientes de Hernán

Cortes eran también marqueses del Valle de Oaxaca y duques de Terranova, además de

marqueses de Montalbán como sucesores de la familia de Gonzalo Fernández de Córdoba. La

duquesa fue durante años camarera mayor de la joven reina María Luisa de Orléans, primera

esposa de Carlos II.

Esta vinculación con la corona, el origen aristocrático de los duques y su relevancia en el

círculo cortesano facilitaron que su residencia alojara a familias y personajes de la más

variada condición durante el periodo.

El Palacio de Monteleón es construido en la segunda mitad del siglo XVII2 como

paradigma del tipo de residencia barroca rodeada de esplendor, símbolo del status y el nivel

social de sus propietarios, “según consta en las crónicas de aquellos tiempos, fue unos de los

mejores palacios de Madrid (…) algo excepcional no sólo por las dimensiones de la finca, que

lo albergaba, sino por lo suntuoso de las estancias y la decoración interior” 3.

Del aspecto original de la construcción sólo se conocen algunos detalles referidos por

algunos autores como Mesonero Romanos o la baronesa y escritora francesa, Marie-Catherine

le Jumelle de Barneville4, además de una pequeña lámina de dibujo con aguada de color,

1 María Bernal Sanz (2008), “No se escatimaron recursos en construcciones y ornamentación, estableciéndose una notable competencia, pues no en vano debemos reconocer las inmensas fortunas de que disponían, bien por las riquezas obtenidas por las tierras y el comercio, bien por las que fueron adquiridas en las tierras de ultramar”, p. 159.

2 Por el momento se desconoce con exactitud la fecha de su construcción y sólo existen referencias poco precisas al respecto.

3 Ibíd., p. 162.

4 La baronesa d’Aulnoy (1651-1705) fue una escritora francesa de la época, conocida por sus cuentos de hadas y por algún relato en el que narra sus vivencias en cortes como la española en Memorias de la Corte española/Relación del viaje a

España (1691) o la inglesa en Memorias de la corte inglesa (1695). Se discute si verdaderamente la escritora estuvo en España, aunque autores e historiadores como Agustín González de Amezua, el Duque de Maura o José Antonio Muñoz Rojas lo consideraron cierto, a pesar de las exageraciones e invenciones frecuentes que la baronesa incluye en sus textos.

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conservada en la Fundación Lázaro Galdiano y atribuida a Valentín Carderera y Solano

(1796-1880).

Fig. 1. Palacio de Monteleón. Valentín Carderera, 1850 (Fundación Lázaro Galdiano).

Según nos cuenta Ramón de Mesonero Romanos en su obra El Antiguo Madrid, el palacio

se levantaba en una extensa finca situada a las afuera de la ciudad, con una superficie con

forma trapezoidal de 617.248 pies (aproximadamente 54.000 metros cuadrados) 5.

Esta finca, que contaba con un amplio huerto y una gran zona ajardinada, pudo albergar

otro palacio anterior, de igual nombre al que sustituyó, cuyo trazado ya se reflejaba en el

plano de la ciudad de Texeira (1656). En la Topographia de la Villa de Madrid, el cartógrafo

muestra la disposición del espacio de manera detallada. Su minuciosidad y exactitud en el

dibujo permiten identificar el edificio y sus alrededores hasta el punto de reconocer las plantas

de las construcciones e incluso las puertas y ventanas.

La puerta principal de la finca se abría a la calle de San José y frente a la de San Pedro

Nueva, había otra puerta por medio de la que los edificios de la parte interior y posterior, que

servían de cuadras, cocinas y talleres, se comunicaban con la calle Ancha de San Bernardo y

la Ronda.

5 María Bernal Sanz, óp. cit. “Al parecer esta extensa finca se formó unificando varios solares en un lugar totalmente despoblado. Según consta en los archivos municipales se llevó a cabo una modificación con motivo de las obras realizadas en el camino Real que conducía desde El Pardo hasta El Retiro, por lo que hubo que expropiar la parte colindante con dicho camino”, p. 162.

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Fig. 2. Detalle del Plano de la Villa. Pedro de Texeira, 1656 (Biblioteca Digital Hispánica).

Del interior, Mesonero Romanos también comenta, a partir de los restos que se

conservaban del palacio en el s. XIX y que llegó a admirar personalmente, la existencia de

“una escalera pintada al fresco por Bartolomé Pérez, famoso artista del periodo, yerno de Juan

de Arellano (que, por cierto, murió en esta operación cayendo desde un elevado andamio)”6.

La baronesa d’Aulnoy por su parte, en su obra Relación del viaje a España, realiza una

descripción del ambiente, de los personajes, de las costumbres, de las relaciones… que rodean

a la corte madrileña. En la narración, la autora incluye la descripción pormenorizada de la

familia Monteleón y de su residencia, a la que acude invitada a una merienda.

Así, parece que el palacio se distribuía en dos plantas. En la principal se situaban los

salones de recepciones, las habitaciones y estancias privadas de la familia que se comunicaba

con la planta superior, a través de la escalera que menciona Mesonero Romano en sus textos.

La baronesa también hace referencia a la riqueza decorativa de los interiores, en los que

enumera la situación de las diferentes estancias con mobiliario, tapices, objetos decorativos

realizados con oro, plata, terciopelo, porcelana, nácar o coral entre otros materiales preciosos,

“difícil sería encontrar una residencia más suntuosa, casa donde vive la Duquesa. Las

habitaciones altas, que son las que ocupa, están recubiertas con preciosos tapices recamados

6 Este suceso mencionado por Mesonero Romano y acontecido en 1695 sirve para que algunos autores, como María Bernal Sanz, valoren la posibilidad de que la construcción del Palacio comenzará alrededor de 1690. Aún así, se trataría solo de una hipótesis.

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de oro. Vense en una larga sala, más larga que ancha, varias puertas vidrieras que conducen á

los aposentos de las señoras7”.

En 1723 el palacio sufre un grave incendio, pero debió recuperarse de los daños con

rapidez, puesto que un año después, allí estuvieron alojados durante una temporada Felipe V y

su mujer, Isabel de Farnesio. En 1746, tras la muerte del monarca, la reina y dos de sus hijos

menores residirán en la finca durante trece años. No hay constancia, hasta la fecha, de que la

propiedad sufriera ningún cambio notable hasta principios del s. XIX.

7 Marie Catherine d’Aulnoy (1891), p. 105.

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2. El Palacio como sede del Real Museo Militar y Parque de Artillería a principios del s. XIX.

Con el cambio de siglo, inscrito dentro de la época8 y fruto de la corriente ilustrada que

también llega a España, en 1803 a instancias del Manuel Godoy, por Real Decreto de 29 de

marzo, se crea el Real Museo Militar. El edificio que hasta entonces había sido residencia

palaciega es inaugurado como sede museística en 1805, tras la realización de una serie de

obras de remodelación y acondicionamiento9. La familia de los duques de Monteleón y

Terranova traspasó la propiedad al Estado y se trasladó a Italia.

Dada la amplitud de la finca, su espacio también se destinó a almacén de armamento,

cuartel y parque de Artillería, durante los años previos y los primeros momentos de la Guerra

de la Independencia española.

A partir de este periodo y en lo sucesivo, la finca de Monteleón se asociará a la histórica

jornada del Dos de Mayo de 1808 y con ello a la toma de conciencia de un sentimiento

patriótico10 frente a un enemigo común y al papel que jugó el pueblo madrileño en la revuelta

popular, personificado en los capitanes de Artillería, Daoiz y Velarte.

Son muy numerosas las estampas que se publicaron en España tras la Guerra de la

Independencia y en concreto sobre los acontecimientos del Dos de Mayo de 1808 en Madrid,

en las que aparece representada de manera sistemática, la construcción de Monteleón.

Algunas de estas estampas se publicaron casi de forma simultánea al acontecimiento, con

cierto valor informativo, mientras que otras tuvieron función conmemorativa, tiempo después.

Existe una serie muy popular y que posiblemente llegó a ser una de las de mayor difusión de

la época. Este grupo está integrado por cuatro estampas en las que intervino el grabador

Tomás López Enguídanos, realizadas con la técnica de aguafuerte y buril, publicadas con el

epígrafe común de Día dos de mayo de 1808 en Madrid11. En una de ellas, se representa la

resistencia del pueblo madrileño dirigido por las figuras de Daoiz y Velarde con el arco de

entrada al Parque de Artillería a sus espaldas. Juan Carretero considera que la serie debió

tener buena acogida y éxito de venta, ya que el 21 de noviembre de 1814 se ponía a la venta

en Madrid una nueva colección de estampas, realizadas a buril, con las mismas escenas,

8 A mediados del s. XVIII comienzan a surgir los grandes museos del mundo, así en 1757 se crea el Museo Británico de Londres, en 1765 el Hermitage en Leningrado, en 1782 el Vaticano en Roma, en 1801 el Louvre en París. Más allá de Europa, se inaugura el Museo Nacional de Río de Janeiro en 1818 y en España en 1819, el Real Museo de Pintura.

9 La colección original estaba formada por materiales, maquetas, aparatos y cualquier elemento de apoyo que sirvieran para ilustrar las técnicas e ingenios de los cuerpos militares. A todo ello, se añadió la colección de 94 modelos de artillería y fortificación del Marqués de Montalembert, además de diferentes armas y objetos donados por Manuel Godoy.

10 Una constante en la época será recordar el acontecimiento y a sus héroes a través de la construcción de monumentos: Obelisco del Paseo del Prado (1840), Grupo escultórico de Daoiz y Velarte (1830), Monumento al Teniente Ruiz (1862)…

11 Juan Carretero Parrondo (2007), p. 254.

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temas, lugares, encuadres… pero dibujadas por José Ribelles Felip y grabadas por Francisco

Jordán y Alejandro Blanco, lo que ocasionó la queja de los artistas que habían realizado la

primera serie. De nuevo en esta segunda colección, aparece representada la escena de los

héroes militares frente al acceso del acuartelamiento12. Las similitudes entre ambas son

notables, aunque la calidad de la primera parece superior a la realizada con posterioridad.

Fig. 3. Muerte de Daoiz y Velarde. López Enguídanos, Fig. 4. Mueren Daoíz y Velarde defendiendo el Parque de 1808 (Museo de Historia de Madrid). Artillería. Ribelles, 1814 (Museo de Historia de Madrid).

Importantes pintores españoles del s. XIX, como Joaquín Sorolla, Leonardo Alenza o

Manuel Castellano entre otros, también realizaron obras con escenas que aluden el momento

histórico señalado. Son grandes lienzos de pintura de historia, que los artistas presentarán para

concursar en exposiciones nacionales13. En esta obras se refleja, en la misma línea que las

imágenes grabadas, el momento del combate y la defensa del Parque en el que perecen entre

otros, los dos capitanes, aunque cada obra se realiza de acuerdo al estilo personal de cada

pintor.

Los artistas quizá pudieron conocer las estampas señaladas anteriormente o ejemplos

similares de las que circularon en la época y que les sirvieron como modelo para sus

composiciones. Las pinturas confirman el papel y el valor que durante todo el siglo se les

otorgará a los dos militares. Junto a ellos, también en estas obras aparece representado el

Parque de Artillería con el protagonismo de su simbólica puerta incluida en cada una de las

escenas, como marco espacial representativo del momento.

12 Ibíd, p. 281.

13 Manuel Castellano logró la medalla de tercera clase al presentar Muerte de Daoiz y defensa del Parque de Monteleón, en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1862, mientras que Joaquín Sorolla recibe la medalla de segunda clase en la exposición celebrada en 1884 con La defensa del Parque de Artillería de Monteleón.

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Fig. 5. Muerte de Daoiz y Velarde en

el parque de Artillería de Monteleón.

Leonardo Alenza, 1835 (Museo. Nacional, Romanticismo)

Fig. 6. Muerte de Daoiz y defensa del

Parque de Monteleón. Manuel Castellano, 1862 (Museo de Historia de Madrid).

Fig.7. Defensa del Parque de Artillería

de Monteleón. Joaquín Sorolla, 1884 (Biblioteca Museo Víctor Balaguer)

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Los acontecimientos del Dos de Mayo afectaron de manera importante al edificio y a la

institución puesto que supusieron la pérdida de multitud de objetos, quedando el resto de la

construcción, prácticamente abandonado al devenir de la guerra. Como uno de los focos de la

insurrección, el lugar estuvo sometido a las tropas francesas hasta el 28 de mayo de 1813

(salvo el periodo entre el 11 de agosto y el 03 de noviembre de 1812, días en los que las

fuerzas francesas estuvieron fuera de España). El abandono de los meses posteriores permite

que se saqueen sus fondos de todo tipo de piezas, aparatos o utensilios “que pudieran servir de

juguete a los niños, así como vidrieras, puertas o ventanas que o bien desaparecieron o

quedaron destrozadas14”. Por su parte, el ejército francés se apoderó de la colección de armas

de fuego y armas blancas reunidas hasta el momento.

Tras el final de la guerra, en 1814, se intenta recomponer el Real Museo. De hecho, se

logra en cierta manera y comienza a incrementar sus colecciones. También, es el momento en

el que se elabora el “Plan Museológico del Real Museo Militar”, a pesar de que la idea

original de Godoy para el Museo había sido la de albergar una colección técnica para la

instrucción de los oficiales del arma de Artillería e Ingenieros, pero sin plantearse ninguna

finalidad histórica15.

Existen autores, como Luis Núñez Martínez, que consideran que este plan estaba sentando

las bases de lo que se puede considerar como un primer esbozo de plan museológico en

España. La dirección del Museo, durante este periodo se propone la tarea de organizar y

mejorar la institución y así surge la concreción de sus ideas en el Plan aprobado por Real

Orden de 14 de septiembre de 1814. En este procedimiento se tratan aspectos como la

ubicación céntrica del museo, la distribución de las salas expositivas, de la biblioteca o del

gabinete topográfico, también las salas de conferencias, la sala de trabajo para los destinados

y una casa para el conserje, así como una enumeración de las actividades que realizará el

museo (horario de apertura, conferencias, exposiciones, visitas guiadas, formación de

personas destinadas en el museo, plan de adquisición de fondos, programas de

mantenimiento) o la plantilla necesaria para realizar las actividades señaladas, además de las

cuestiones de gestión económica16. Incluiría de esta manera, muchos de los aspectos propios

de un plan museológico actual.

A pesar de las buenas intenciones y los esfuerzos por conservar los restos del antiguo

edificio como sede museística, las consecuencias de la contienda se reflejan en el pésimo

14 Marcos Mayorga Noval (2006), p. 195.

15 Félix Herrera Díez (2003), p. 90.

16 Luis Nuñez Martínez (2006), p. 129.

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estado del palacio. La gran escalera del edificio principal y los salones permanecieron en

estado de abandono y degradación tras la Guerra de la Independencia hasta su demolición. El

mismo rey Fernando VII visita el lugar el 20 de mayo de 1814 y queda convencido del triste

estado de la construcción, por lo que dos años después por Real Orden de 8 de marzo de 1816,

tras confirmar su estado de ruina, se llevará a cabo el traslado del Museo a su nueva ubicación

en el Palacio de Buenavista.

En la siguiente ilustración, extraída de una imagen de la maqueta de la ciudad realizada en

1830, por León Gil de Palacios, se identifica el terreno que seguía ocupando en ese momento

el antiguo Parque de Artillería con sus jardines y es posible incluso identificar el arco de la

puerta de acceso.

Fig. 8. Detalle de la maqueta de León Gil de Palacio, 1830 (www.viendomadrid.com).

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3. La industrialización llega a los terrenos de Monteleón.

A partir de la segunda década del s. XIX, Monteleón inicia una larga etapa de abandono

hasta que a mediados de siglo, como señala, Mesonero Romanos los restos del edificio

“albergan una fábrica de maquinaria y fundición”17.

En 1844, el palacio y sus dependencias son comprados por el catalán, José Safont, quien

instala allí una fábrica de maquinaria y fundición18. Para poder desarrollar dicha industria, que

en el Madrid de la época es casi inexistente, Safont importa materiales de Manchester lo que

le permite construir algunas de las primeras máquinas de vapor que se hicieron en España. A

finales de los años 60, como veremos, los propietarios de la empresa deciden vender las

instalaciones, donando al Ayuntamiento la posesión del arco que servía de entrada.

Existen referencias que sitúan, con anterioridad a partir de 1839, otra fábrica de fundición

de hierros y construcción de máquinas, en los terrenos de Monteleón. Así, parece que el

ingeniero inglés, William Sanford, se habría establecido en los terrenos de la finca de manera

que habrían coincidido durante un par de años ambas empresas en el mismo lugar, puesto que

lo que sí se puede confirmar es que en 1846, Sanford traslada su fábrica al nº 12 del Paseo de

Recoletos19. En sus trabajos de fundición incluía desde pequeñas piezas de hierro, maquinaria

para fábricas hasta la producción de locomotoras y piezas de repuesto para el ferrocarril de la

línea Madrid-Aranjuez, lo que significó además el desarrollo de una producción que intentaba

consolidarse para suplir las importaciones del extranjero.

El aprovechamiento de la zona con una finalidad industrial responde a la evolución propia

de la época. Desde la segunda mitad del s. XIX, la ciudad vive numerosos cambios

ocasionados por un crecimiento de población rural constante, motivado por las dificultades

que se viven en el campo, así como por el desarrollo, aunque todavía lento, de los transportes.

Estos nuevos habitantes de Madrid serán los que contribuyan al despegue del proceso

industrializador en la capital. Con el paso de las décadas, ya a finales del s. XIX, los nuevos

negocios y las fábricas se irán trasladando a lugares más amplios en las afueras de la ciudad,

dejando el centro urbano libre de estas explotaciones que resultaban sucias y requerían de un

espacio mayor para sus equipamientos y maquinaria. La reubicación de estas empresas

generará la aparición de solares antiguos en espacios céntricos de la ciudad que pronto serán

objetivo de los nuevos planes urbanísticos.

17 Ramón de Mesonero Romanos (1861), p. 295.

18 Teresa Tortella (2000), p.81.

19 Ibíd.

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Mesonero Romanos apunta la finalidad que estaba previsto que tuviera la zona abierta de

la finca de Monteleón, “el inmenso espacio erial de su antigua huerta, que sale largo trecho

más allá de la puerta de Fuencarral, está llamado a sustentar una barriada entera de calles y

edificios de importancia”20. Parece que el autor ya preveía cual sería el destino próximo del

solar y de los terrenos de Monteleón.

Fig. 9. Vista exterior del Patio de Monteleón, 1850, Manuel Miranda (Museo Historia Madrid).

Fig. 10. Vista interior del Patio de Monteleón, 1862 (Biblioteca Digital Hispánica).

20 Ramón de Mesonero Romanos, óp. cit., p. 295.

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4. Demolición de las ruinas de la finca y transformación en arco conmemorativo.

Tras la Revolución de 1868, se inicia en España el periodo histórico conocido como

Sexenio Revolucionario (1868-1874). En las elecciones municipales celebradas por sufragio

universal en diciembre del mismo año, es nombrado alcalde de Madrid, Nicolás María Rivero

(1868-70). El nuevo gobierno de la ciudad se propone llevar a cabo toda una serie de reformas

urbanísticas cuya coordinación se le encarga, como concejal de obras, a Ángel Fernández de

los Ríos, cargo que ocupará durante los siguientes meses. El político y escritor reúne en su

obra, Estudios en la Emigración. El Futuro Madrid. Paseos mentales por la capital de

España tal cual es y tal cual debe dejarla transformada la revolución, sus ideas sobre las

transformaciones urbanísticas previstas y plantea un objetivo claro.

“Si es urgentísimo derribar y trasladar es preciso que no se repita la

improvisación del año 3521, que derribos y traslaciones y ventas obedezcan a

un plan general que responda á las necesidades de hoy y á las del porvenir.

De esta ocasión depende que Madrid pueda ser digna capital de España ó que

se la condene á no salir de lo que es, un pueblo de empleados, sin condiciones

agrícolas, ni industriales, ni locales, ni higiénicas, ni amenas para constituir

una gran ciudad. No basta, pues, que la revolución derribe por derribar, se

necesita que derribe para construir (…) Hay, pues, que aprovechar los

materiales de los derribos en levantar las construcciones que más necesita el

pueblo, y afortunadamente, caben muchas combinaciones para lograr

cómodamente los dos resultados á la vez. Madrid no tiene más que plazuelas,

y necesita grandes plazas, no es más que un laberinto de calles revueltas y

necesita largas y anchas vías”22.

El plan general previsto se opone a cualquier intento de cambio y destrucción

improvisado. En las palabras del concejal se advierte una preocupación por actuar de acuerdo

a unas normas, con un propósito que es llegar a dignificar la ciudad como capital del país. Se

trata así, de un plan sobre el que previamente se ha reflexionado para decidir hacia donde

deben confluir todas las acciones urbanísticas. En esta línea, parece que no es suficiente

21 Probablemente está haciendo referencia a la destrucción artística sufrida con motivo de la las decisiones que se producen como consecuencia de la Desamortización de Mendizábal acontecida en 1835.

22 Ángel Fernández de los Ríos (1868), p. 15.

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Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

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derribar por derribar sino que es necesario tener como finalidad la combinación de derribo y

construcción23.

Curiosamente, como veremos, el origen del Arco de Monteleón como monumento

conmemorativo se localiza en el mismo momento en que se está planteando el cambio

urbanístico de la zona y la eliminación de los restos de Monteleón. Unos ciudadanos

alarmados, tal vez por el conocimiento de estos proyectos dirigen una carta al alcalde de la

ciudad en la que le exponen su preocupación “en los momentos que vemos levantada la

piqueta destructora movida por la especulación, para arrasar los restos del mal parado Palacio

de los Monteleón, y entre estos escombros se envolverá la gloriosa entrada del Parque viejo

de Artillería, sombra permanente de una guerra popular”. Ante esta realidad, los señores

Gaviña, Pliego y Jiménez, integrantes del Consistorio municipal, aconsejan la adquisición de

la ruina para conservarla y para evitarle cualquier daño, incluso plantean la posibilidad de

rodearla con una reja para evitar el tránsito en sus proximidades.

Dada la relevancia que parece tener la zona, el Ayuntamiento se interesa por adquirir el

Arco y sus terrenos circundantes, aspecto confirmado por el dictamen emitido por la

Comisión de obras del Ayuntamiento, “para conservar como Monumento histórico el Arco de

entrada del antiguo Palacio de Monteleón”24.

A principios de 1868, el 20 de marzo, “Antonio Menéndez Cuesta en carta dirigida a

Wenceslao Gaviña, se compromete a ceder gratuitamente los terrenos que se necesitan para

erigir el monumento, a cambio de que el Ayuntamiento costee toda la urbanización del

entorno, del que es propietario”25. En la misiva además, remite una propuesta de ordenación

de los terrenos, redactada por al arquitecto Miguel García. El fallecimiento repentino de

Menéndez Cuesta retrasó los planes y aunque el 2 de Mayo de ese año el Ayuntamiento toma

posesión de la zona, no será hasta un año después cuando se inaugure como monumento

conmemorativo.

Fernández de los Ríos expresa también su punto de vista sobre las reformas necesarias en

la finca de Monteleón. De esta manera, es posible saber cuál era la situación del palacio en el

periodo:

“el teatro de las más gloriosas escenas del Dos de Mayo fue el parque viejo de

artillería (palacio de Monteleón), el arco de entrada y la calle de Daoiz y 23 Quizá con esta afirmación no sólo estuviera pensando en las premisas de una revolución urbanística, sino en algo incluso más relevante, como la revolución política y social que acaba de vivir el país, en la que también sería recomendable seguir planteamientos de reconstrucción.

24 Mª Socorro Salvador Prieto (2008), óp. cit., p. 122. La autora adjunta la transcripción completa del dictamen realizado por el vocal, Francisco Mº Cortázar.

25 Íbid. p. 113. La autora adjunta también la transcripción completa de la carta de 20 de Marzo de 1868.

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Del Palacio de Monteleón a la Plaza del Dos de Mayo.

Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

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Velarde; pues bien, el palacio es un montón de ruinas, el arco está profanado

por una pintura bárbara y con riesgo de desaparición, y el sitio de la calle

donde ocurrió la escena capital ahogado por la reedificación del convento de

Maravillas que es la única obra que a Fernando VII se le ocurrió hacer en

aquel paraje. Pedimos, pues, el derribo del convento, la restauración del arco,

tal como estaba el Dos de Mayo, la construcción de una armadura ligera y

elegante de hierro, que le ponga a cubierto de la intemperie (…) pedimos, en

fin, un jardín en la plaza que resultará alrededor del arco del Dos de Mayo”. 26

En el diario El Imparcial del 30 de abril de 1868, en la sección de Hechos varios es

posible identificar una breve noticia en la que se señala como se desarrolla el plan municipal:

“ con motivo de la función cívica del Dos de Mayo, se está haciendo el derribo

del muro que rodea la posesión de Monteleón, para dejar aislado el marco de

entrada, cedido al Ayuntamiento por el propietario de dichos terrenos, el cual

constituirá en adelante un nuevo monumento de nuestras glorias nacionales.

El día 1º de Mayo, a las tres de la tarde, se trasladará a dicho sitio una

comisión del Ayuntamiento para tomar posesión del arco (…) La comitiva

parece que será presidida por el señor conde de Velarde, hermano de D.

Pedro, y desde dicho día quedará prohibido el paso por debajo del arco, sobre

el que se colocará una bandera nacional con las armas de Madrid”.

Fig. 11. Estampa de la entrada al Parque de Artillería (El Museo Universal, 16 de mayo 1868).

26 Ángel Fernández de los Ríos (1868), p. 155.

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Del Palacio de Monteleón a la Plaza del Dos de Mayo.

Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

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Dos cuestiones se desprenden del texto de Fernández de los Ríos y de El Imparcial de una

manera muy significativa. En primer lugar, la posición que adopta el gobierno madrileño

respecto a las “ruinas” del palacio y en segundo lugar, la consolidación de un espíritu

patriótico identificado y conectado con los restos arquitectónicos.

Con el primer asunto se muestra cómo inicialmente la intención del gobierno de la ciudad

era mejorar la situación de los restos de Monteleón con el derribo del muro que delimitaba la

finca. Pero la imposibilidad de conservar las partes todavía en pie, les llevará un año después

a confirmar la declaración del estado de ruina y a la posterior destrucción de todos los restos

con la excepción del arco de acceso a la gran finca.

A pesar de lo señalado, parece que no se trató de una destrucción descontrolada, carente

de finalidad, no fue destruir por destruir, como señalaba Ángel Fernández de los Ríos, porque

el objetivo no era eliminar el rastro del pasado, sino llevar a cabo un proyecto urbanístico

moderno en el que primaba el interés por ordenar y embellecer la ciudad. No obstante, hay

que recordar que el plan urbanístico de la zona también supuso la destrucción de otras

construcción como refleja Fernández de los Ríos: “en tan corto tiempo logramos hacer los

derribos del convento de las Maravillas, de las casas de la calle Dos de Mayo y de san Andrés,

de los restos del Palacio de Monteleón (de que no se conservaba más trozo importante que

unas portadas en que revelaba el gusto de Churriguera), abrir tres calles en el solar del parque

(…) y ajardinar la plaza, cuya inauguración se celebró con toda solemnidad en la tarde del 1

de mayo”27.

La postura gubernamental parece contradictoria, porque al mismo tiempo que se están

deshaciendo de elementos relevantes del patrimonio de la ciudad con los derribos, quieren

mantener restos de la ruina, comportamiento propio de una conciencia histórica y artística

significativa. Parece que el criterio para seleccionar lo que debía permanecer y lo que debía

desaparecer era fruto del juicio particular de los gobernantes del momento.

Más allá de esta realidad paradójica, lo cierto es que la transformación urbana y

arquitectónica implicó en este caso, la destrucción de patrimonio. A pesar de que se trata de

un periodo de gran sensibilidad en la parcela histórico-artística, las consecuencias del

desarrollo humano lo supera todo y así, prevalece el crecimiento urbano sobre la valoración

del pasado.

Prueba de la sensibilidad mencionada son las fotografías que el gobierno municipal

encarga realizar al fotógrafo J. Suárez, para recoger imágenes de todos los monumentos que

iban a ser derribados o las zonas más relevantes que serían transformadas, a partir de 1869.

27 Ángel Fernández de los Ríos, (1876), p. 175.

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Del Palacio de Monteleón a la Plaza del Dos de Mayo.

Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

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De este modo, como considera la autora Cristina Rodriguez-Salmones, con las fotografías se

aprecia en la época una cierta conciencia histórica “que hubiera sido de agradecer que

compartieran las sucesivas corporaciones que también emprendieron importantes reformas,

pues esto hubiera permitido conservar testimonios, de los que carecemos en muchos casos”28.

Así, el 8 de marzo de 1869, se publica en el Boletín Oficial del Ayuntamiento, la orden ya

comentada de fotografiar, a medida que se iban desarrollando las obras, las plazas de Santa

Cruz, la de la Cebada, las ruinas de Monteleón, el Pósito y la Puerta de Alcalá. Además, se

establecía la obligatoriedad de enviar un ejemplar de cada foto tomada, al Archivo del

Ayuntamiento, a la Biblioteca Nacional y también a las bibliotecas del Congreso, El Escorial,

Academia de la Historia, Bellas Artes, Museo del Prado, Gabinete Topográfico y a varios

ayuntamientos extranjeros.

Fig. 12. Panorama de Monteleón desde la entrada, hasta las ruinas de Palacio, 1869 (Museo Historia Madrid).

Fig. 13. Detalle del Arco todavía frente a la fachada del convento de las Maravillas, 1869 (Museo Historia Madrid).

28 Imágenes (1984), p.13.

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Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

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Fig. 14. Detalle de las ruinas del Palacio, 1869 (Museo Historia Madrid).

Estas imágenes permiten apreciar con total claridad las transformaciones del trazado de la

Plaza del Dos de Mayo, y la pérdida patrimonial con el derribo de las ruinas del Palacio de

Monteleón y la desaparición del convento de las Maravillas, que tras los daños causados por

la Guerra de la Independencia había sido mandado reedificar por Fernando VII, para ser

destruido de nuevo.

Del Palacio de los duques de Monteleón apenas se conserva en pié la estructura principal,

tras la que asoma el chapitel de la torre de la iglesia de Montserrat, en la calle de San

Bernardo, y la cúpula de la iglesia de las Comendadoras de Santiago. En la imagen superior

(fig. 13) todavía se puede observar el edificio del Convento de las Maravillas haciendo

esquina frente a la puerta de la finca, mientras que en la imagen inferior (fig. 14), sobresalen

de los muros unas formas verticales, identificadas como las antiguas chimeneas conservadas

de su antigua función industrial.

Un segundo aspecto destacable en este periodo, y que se refleja a partir del texto de

Fernández de los Ríos y sobre todo de la noticia recogida en el Imparcial, es el interés y la

intención de reconocer el lugar, “como monumento de las glorias nacionales”, lo que

responde a la conciencia de un sentimiento nacional y patriótico que se identifica y conecta

con el espíritu del pueblo madrileño, que recuerda lo acontecido en el mismo lugar sesenta

años atrás. Se puede decir, que en este ambiente, renace el mito del Dos de Mayo, es el

momento en el que Benito Pérez Galdós está escribiendo su tercera parte de los Episodios

3acionales, El 19 de marzo y el 2 de mayo.

Este sentimiento se potencia en un periodo política y socialmente bastante convulso para

España, en el que se suceden gobiernos breves, donde existen divergencias entre los

principales grupos políticos, continúa el avance industrializador y además surge el peligro de

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Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

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la Guerra de Cuba29, que amenaza con desestabilizar todavía más la realidad y la integridad

española. Tampoco debe obviarse en este sentido, que las autoridades que dirigen el país en

estos años son militares como los generales Prim, Serrano... interesados en recordar unos

acontecimientos en los que los militares participantes perviven en la memoria de un pueblo

que los sigue valorando como héroes.

Mesonero Romanos también se refiere al reconocimiento y significado que se le otorga a

la construcción en este periodo: “en nuestros días adquirió este famoso palacio otra celebridad

más imperecedera, cuando sirviendo de Parque de Artillería, el glorioso día Dos de Mayo de

1808, fue el punto principal del alzamiento del pueblo de Madrid contra los franceses, y el

sitio donde se inmortalizaron los héroes don Luis Daoiz y Pedro Velarde, capitanes del cuerpo

de Artillería, defendiendo la puerta de la calle que hoy lleva sus ínclitos nombres, y antes se

llamaba de San Miguel y San José y da frente a la de San Pedro Nueva, hoy del Dos de Mayo

por donde tocaron las columnas enemigas” 30. De nuevo el escritor nos habla de la unidad del

pueblo madrileño, de héroes, de un acontecimiento fundamental para entender la

independencia y la libertad del país… y así, se concreta la idea de la existencia de una

conciencia, de un sentimiento común entre los habitantes de la ciudad, de una voluntad que

les lleva a ver en la puerta de Monteleón, la imagen de un capítulo notorio de la Historia de su

ciudad.

Todo ello gira en torno a la tendencia de buscar elementos del pasado que permitan incidir

en la visión del presente. Así, el gobierno municipal refleja una vez más el deseo de conectar

e identificarse con los grandes momentos de la Historia a través de las imágenes y la memoria

del pasado. Esta memoria toma forma en el Arco como imagen inseparable de la guerra y de

la revuelta del Dos de Mayo.

Así, se constata también la existencia en estos momentos, de un ambiente patriótico en

Madrid. Algunos autores explican esta exaltación nacionalista como el ideal propio de “una

burguesía que acaba de acceder al poder y que trata de transformar su triunfo en el triunfo del

pueblo, tapando las distancias de clase. Todos somos españoles, todos ganamos con el triunfo

de la revolución burguesa, la lucha de clases ha terminado”31.

Diversos ejemplos y actividades dan muestra de ello. Una comisión llegó a ejecutar por

todo el país y el extranjero, la búsqueda de los restos de hombres importantes en la Historia de

29 En 1868 se inició en la isla caribeña una insurrección anticolonial que derivó en lo que los cubanos denominan la “Guerra Larga”. Tuvieron que pasar diez años hasta que las autoridades españolas consiguieron pacificar la isla con la firma de la Paz de Zanjón en 1878.

30 Ibíd.

31 Javier Hernando Carrasco (1987), p. 93.

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Del Palacio de Monteleón a la Plaza del Dos de Mayo.

Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

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España, como Luis Vives, Juan de Herrera o Lope de Vega para colocarlos y conservarlos en

el Panteón de hombres ilustres, de nueva creación. También se produce el cambio de los

nombres de algunas calles y plazas, aunque el hecho que tiene mayor significación es el

montaje de una auténtica fiesta cívica, como se ha señalado con anterioridad, para

conmemorar el sesenta aniversario de los acontecimientos del Dos de Mayo con la

inauguración del Arco de Monteleón.

Fig. 15. Plaza del Dos de Mayo, J. Laurent,1869 (Fototeca del Patrimonio Histórico).

A principios de abril de 1869, se subastaron las obras de demolición y de limpieza del

terreno, que se llevaron a cabo con gran celeridad32. Tras el plan de remodelación que estuvo

finalizado en varios días, la zona queda distribuida en una plaza, a la que se llamó del Dos de

Mayo, conectando con los acontecimientos vividos en la zona décadas atrás y un trazado

urbano en el que se prolongaron calles como la del Divino Pastor hasta San Bernardo y se

abrieron otras como la de Monteleón, Teniente Ruiz, Manuela Malasaña o Galería de Robles.

En la conmemoración del Dos de Mayo de ese año, como ya se ha señalado, se produce la

inauguración oficial del monumento con la presencia del alcalde Manuel Becerra. En la

siguiente imagen (Fig. 16) se observa a la multitud presente en el acto, junto a las autoridades

y el piquete de honores. En la parte central del arco se colocó una corona de laurel con el

texto “El Ayuntamiento Popular de Madrid a los Héroes del 2 de Mayo 1808”.

32 Francisco Pezzi Peñalver (2008a), p. 45.

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Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

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Fig. 16. Inauguración de la Plaza del Dos de Mayo, 1869 (Museo Historia Madrid).

Fig. 17. Estampa de la Inauguración (El Museo Universal, 9 de mayo 1869).

Arquitectónicamente, la puerta se caracterizará desde entonces por su sencillez y

sobriedad. Cuenta con un solo vano formado por un arco carpanel enrejado y está realizado en

ladrillo sobre un zócalo de sillería de granito. La estructura queda cubierta por un tejadillo

también de ladrillo a cuatro aguas. Las medidas aproximadas de la puerta se sitúan en 7

metros de ancho, 7, 60 altura y una profundidad de 2,70, mientras que el arco tiene una

apertura de 3, 40 metros.

A pesar del interés centrado en la conservación del Arco, es necesario aclarar, que la idea

original de la corporación madrileña fue derribar la vieja entrada y sustituirla por un arco

triunfal. El periódico El Imparcial del 30 de abril de 1868, de nuevo daba referencia del

proyecto: “Llamaráse este monumento Arco del Triunfo, y después se construirá otro más

artístico en el mismo sitio, para perpetuar la memoria de los que murieron en defensa de la

independencia de su patria”. Por fortuna para el de Monteleón, antes de que el Ayuntamiento

pudiese llevar a la práctica su idea, se inició la Revolución de 1868.

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Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

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5. Intervenciones y restauraciones en el monumento desde finales del s.XIX.

Con el paso de los años, se consideró necesaria la intervención en sucesivas ocasiones,

para restaurar algunos elementos del arco conmemorativo. Como señala, Francisco Pezzi33,

antes de la celebración del primer centenario del Dos de Mayo en 1908, el arco ya había

sufrido operaciones de retejado y de saneamiento de los cimientos. Un ejemplo se aprecia en

1868, cuando después de sesenta años de abandono, se trabaja para adecentarlo con motivo de

su recepción por el Ayuntamiento de Madrid, aunque también se constata alguna actividad en

1888.

Fig. 18. Plaza del Dos de Mayo con el conjunto de Daoiz y Velarde en la calle Carranza, 1870 (Museo Historia Madrid).

En 1904 aparecen documentadas las obras de consolidación del Arco a través del

presupuesto de la obra. Así, se describen las siguientes intervenciones34:

- Desllagado y retundido con cemento del zócalo de piedra berroqueña.

- Rasgado y limpieza de los enfoscados actuales en una altura media de tres metros

sobre al zócalo de piedra.

- Revoco de la fachada en los mismos tonos y dibujo de lo existente, incluso pintura al

óleo del cornisamiento, modillones y cercos de hierro y de la puerta.

- Reparación del tejado, incluso suministro de tejas.

33 Francisco Pezzi Peñalver (2008b), incluye referencias de los expedientes instruidos para las diversas tareas de restauración realizadas en el s. XX, localizados en el Archivo General de La Villa de Madrid, donde también se incluyen presupuestos detallados.

34 Ibíd, p. 40. Signatura 15-317-28. Expediente instruido para ejecutar las obras de consolidación en el Arco del Parque de Monteleón.

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Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

23

Fig. 19. Arco de Monteleón en 1908 (Revista Aforos, 71).

Años después en 1916, se realiza de nuevo una intervención para seguir manteniendo el

monumento en las mejores condiciones posibles. En la Orden de reparación y revoco del

arco35 se incluyen diferentes acciones para conservar la estructura de ladrillo, madera y la

cantería del zócalo.

Una vez finalizada la Guerra Civil española, se plantea en 1940 la renovación del

pavimento de la plaza. En 1942, no obstante parece que no se ha acometido ninguna mejora

puesto que se conserva una carta de Ramón Antonio Becerro de Bengoa, presidente del la

Orden Española y Humanitaria de la Santa Cruz y Víctimas del Dos de Mayo (la misma

organización que en 1876 defiende la presencia en la plaza del conjunto escultórico del Dos

de Mayo, como luego veremos) dirigida al alcalde de la ciudad en la que solicita que el

Ayuntamiento se responsabilice de la restauración del Arco ya que su situación es de un

estado “deplorabilísimo y casi ruinoso”.

Fig. 20. Vista de la Plaza del Dos de Mayo en plenas obras de remodelación, 1940, Pando (Museo Municipal de Madrid).

35 Ibíd, Signatura 20-53-72. 1916 Orden de reparación y revoco del arco.

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Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

24

La respuesta del Ayuntamiento, a través de su Dirección de Arquitectura36 confirma la

intención del consistorio de restaurarlo dentro del plan de reforma de los jardines de la Plaza

del Dos de Mayo. Las obras de 1943 muestran el Arco rodeado de andamios. También se

aprecia el pavimento de la plaza levantado y una estructura metálica colocada en las aristas

del Arco.

Fig. 21. Restauración 1943, M. Santos Yubero. Fig. 22. Conjunto monumental, 1960 (Archivo Reg.C. Madrid).

El deterioro del arco y los numerosos cambios en los paramentos de ladrillo llevan a

plantear la posibilidad de que en algún momento el Arco pudiera haber sido derribado

completamente y sustituido por otro de nueva construcción. Sin embargo, Francisco Pezzi,

respondiendo a su propio planteamiento recogido en la Revista Aforos nº 71, publica en un

segundo artículo en el número siguiente que “estas consideraciones, apoyadas por la falta de

indicios de que se procediera a una reconstrucción total del arco, me llevan a considerar que la

decisión final fue la de mantener el Arco, retirar los hierros que lo ceñían, chapar con ladrillo

todas sus caras, aunque no se reprodujo exactamente el modelado anterior y renovar con

ladrillo el revestimiento de la bóveda para lo que es preciso admitir que se realizó una labor

muy delicada de sucesiva y precisa sustitución de las roscas de ladrillo sin comprometer la

seguridad del conjunto”37.

A finales del siglo XX, en 1997 tiene lugar la reforma más reciente de la plaza del Dos de

Mayo, a partir del proyecto del arquitecto madrileño, Pedro Moleón38. En la entrevista que el

36 Ibíd, p. 41, Carta Ayuntamiento de Madrid. Dirección de Arquitectura Sección de Cultura e Información a Don Ramón Antonio Becerro, de 20 de marzo de 1943.

37 Ibíd, p. 43.

38 Entrevista al arquitecto Pedro Moleón. “Madrid se puede sentir orgullosa de su arquitectura” EL PAIS, jueves 20 de febrero de 1997.

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Del Palacio de Monteleón a la Plaza del Dos de Mayo.

Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

25

periodista, Fernando Íñiguez, le realiza al arquitecto se habla de la plaza como “uno de los

lugares que mejor representan el espíritu del madrileño contemporáneo. Sin embargo, siempre

ha estado mal cuidada, y sus estatuas, casi ocultas por el enorme hoyo de la plaza”. La

reforma de Moleón sirvió para dar mayor dinamismo al conjunto, rodeándolo de cipreses, a

pesar de que la ejecución del proyecto se alargó durante más de año y medio. El arquitecto

menciona también que cuando los vecinos le veían cargado con planos y dirigiendo las obras,

se acercaban a él para plantearle sugerencias “deseosos de ver su plaza dignificada”. De esto

se desprende que a pesar del paso del tiempo la plaza y sus monumentos siguen siendo objeto

del interés y de atención por parte de los ciudadanos.

Fig. 23. Vista actual del Arco en la Plaza del Dos de Mayo (Revista Aforos, 72).

Fig. 24. Vista frontal del Arco en la Plaza del Dos de Mayo (Ilustración de Madrid, 7).

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Del Palacio de Monteleón a la Plaza del Dos de Mayo.

Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

26

6. El grupo escultórico de Daoiz y Velarde. Configuración actual de la Plaza del Dos de Mayo.

Pero la plaza del Dos de Mayo con el Arco de Monteleón, es también la historia de una

obra escultórica. Escultura que de manera itinerante recorre un largo camino hasta acabar

situándose junto al arco salvado de las ruinas, espacio precisamente en el que los

protagonistas representados, los capitanes de artillería Luis Daoiz y Pedro Velarde39, pasaron

a ocupar un lugar destacado de la Historia contemporánea española.

Incidiré en primer lugar en las circunstancias en las que se origina la idea y cómo se crea

el monumento, y a continuación realizaré unas consideraciones sobre el estilo de la obra y su

significado para finalizar con el recorrido itinerante que la escultura llevará a cabo hasta

acabar ubicada junto al Arco de Monteleón, complementando entre sí el valor de ambos

elementos.

El monumento a Daoiz y Velarde es el primero que se dedica en España a militares. Los

capitanes de Artillería son de este modo, los primeros militares protagonistas de un

monumento urbano.

La iniciativa de levantar la escultura homenaje a los militares surge del rey Fernando VII40.

La obra se le encarga al escultor catalán, Antonio Solá41 que desde 1817 es uno de los artistas

españoles pensionados por la monarquía en Roma. Estos artistas, para justificar el apoyo

económico recibido, realizaban obras para la institución o el organismo correspondiente. Su

contrato por tanto, le exigía mandar obras a España periódicamente.

El grupo fue modelado primero en yeso entre 1820 y 1822, logrando la admiración de los

círculos romanos42, según refiere el propio artista en carta remitida al monarca el 30 de mayo

de 1822. Con este escrito, Solá adjuntaba los gastos que supondría realizar la obra que

ascendía a 2.700 duros, si la escultura había de ser modesta y a 3.000, si se deseaba ampliar el

gasto43. La difícil situación económica del Ayuntamiento de Madrid sumado a que ya habían

comprometido un presupuesto para el Obelisco del Prado, impidió que la obra se iniciara con

39 Existe numerosísima bibliografía y referencias sobre las figuras de los capitanes Luis Daoiz (1767-1808) y Pedro Velarde y Santillán (1779-1808) así como de los acontecimientos acaecidos durante la jornada del Dos de Mayo. Como el objeto de este trabajo no es centrarme en sus protagonistas ni en los hechos históricos, para conocer algo más sobre estos aspectos de manera resumida: Carmen Manso Porto (2008), p. 507-520.

40 Intenciones publicadas por Real Orden de 26 de junio de 1822.

41 Antonio Solá (1782-1861). El escultor trabajó prácticamente toda su vida en Roma. Entre sus obras más reconocidas junto al grupo escultórico de Daoiz y Velarde se encuentra el Monumento a Cervantes, fundido en bronce, que preside la Plaza de las Cortes frente al Congreso de los Diputados. Fue miembro de la Academia romana de San Lucas, de la que llegaría a ser presidente entre los años 1837-40, junto a Thorvaldsen, el único extranjero que llegó a ostentar dicho cargo. En 1828 es nombrado académico de mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y en 1846, escultor de cámara honorario de la reina Isabel II.

42 Carmen Manso Porto (2008), p. 526-527.

43 José Rincón Lazcano (1909), p. 44.

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Arco de Monteleón y Escultura de Daoiz y Velarde

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inmediatez. Fue entonces cuando se publica en El Universal de 23 de julio, un artículo de un

artillero compañero de Velarde, en el que se animaba al Cuerpo de Artillería a sufragar los

gastos de la escultura. En 1827, Solá recibe la autorización real para esculpir el grupo en

mármol de carrara y parece que a mediados de 1830 está casi terminado. Antonio Solá firmó

y fechó su obra sobre el soporte del cañón, junto al pie derecho de Daoiz.

La obra viaja desde Roma al puerto de Alicante donde llega en 1831 para trasladarse

posteriormente a Madrid y ser expuesta en el Real Museo de Pinturas (futuro Museo del

Prado) donde permanecerá provisionalmente durante años44.

La escultura representa a los dos militares en pie, en una composición frontal cogidos de

la mano rememorando con este gesto su juramento45. Solá, en su carta enviada al gobierno en

1822, justifica el motivo de la escena “con la actitud de jurar ser víctimas de las tropas del

usurpador, antes que humillarse a su perfidia…”. Los dos capitanes se apoyan en un cañón,

arma muy significativa en su última batalla que además conecta con el arma de Artillería a la

que ambos pertenecían y cuyo Cuerpo subvencionaba, como ya se ha indicado, la obra.

Son dos personajes definidos por un hecho popular aunque asimilados a figuras de la

mitología clásica, idealizados. En esta línea, Solá tiende hacia el neoclasicismo estético,

corriente que queda patente al observar los rostros que siguen modelos clásicos o el

tratamiento del cabello. Como elemento más novedoso, la mezcla que realiza en el atuendo

de los militares que visten con el uniforme de la época, pero también van cubiertos con

clámides clásicas.

Se trata de una escultura de características neoclásicas, que sin embargo conecta con el

ideal patriótico más próximo a la corriente romántica. La temática de la obra es

contemporánea, puesto que los hechos no están tan lejanos en el tiempo, sin embargo

“responde a un espíritu apasionado y retórico, poco habitual en la escultura neoclásica. Figura

a los héroes humanizados, como si fueran personajes vivos, pero sin pretender ser retratos”46.

La idea se podría relacionar, con el posicionamiento ideológico de Solá. No se debe obviar, en

este sentido, que junto a otros artistas del periodo como José Álvarez Cubero estuvo incluso

en prisión en Italia por no reconocer a José Bonaparte como rey de España y por este motivo

hay autores como Carmen Manso que consideran que a través de esta obra reivindica la

valentía al defender la patria ante la invasión extranjera.

44 La inscripción en caracteres romanos señala lo siguiente: ANTONIO SOLÁ DE BARCELONA/LO HIZO EN ROMA/1830.

45 En los momentos previos a la defensa del Parque de Artillería, los dos capitanes hacen juramento de ofrecer su vida por el rey y por la libertad de España.

46 Carmen Manso Porto (2008), óp. cit., p. 527.

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La trayectoria de la escultura, como se ha señalado tras llegar a Madrid en 1831, comienza

en el Real Museo de Pinturas como una obra más de las colecciones. Los desacuerdos de los

diferentes gobiernos e instituciones ocasionan que el grupo, a lo largo de los siguientes cien

años, llegue a ocupar hasta siete ubicaciones distintas.

En 1846 la reina Isabel II ordena el traslado de la obra para instalarla en el Parterre del

Real Sitio del Buen Retiro, sobre el pedestal construido para sustentar la estatua ecuestre de

Felipe IV. Posteriormente, en 1850, regresa de nuevo al Real Museo de Pinturas.

Fig. 25. Escultura situada en el Parterre del Real Sitio del Buen Retiro entre 1846-1850 (entredosamores.es).

En 1869 sale del Museo, a propuesta de Fernández de los Ríos, para ser colocados en el

barrio de Monteleón, en la confluencia de las calles Carranza y Ruiz, en el lindero de la tapia

de la antigua finca. En esta ocasión, además el Ayuntamiento incorpora una inscripción

conmemorativa y en la parte trasera unos versos del poeta, José de Espronceda en los que

alaba el triunfo de los “mártires de la gloria”, retirados por orden de Alfonso XII, y repuestos

de nuevo en 1981 por el Ayuntamiento madrileño.

Fig. 26. Inauguración de la escultura en las proximidades de Monteleón (El Museo Universal, 9 de mayo 1869).

Años después en 1875, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando elabora un

informe en el que se solicita la vuelta del monumento al museo, para poder protegerlo de las

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condiciones meteorológicas y situarlo en un lugar más adecuado a sus condiciones artísticas,

donde quede libre de los peligros que la amenazan: “No es sitio a propósito una carretera

pública, rodeada de terrenos todavía incultos, agrestes y repulsivos para colocar el

monumento conmemorativo (…) todos los insultos y pedradas y desacatos de los muchachos,

de los ignorantes, y de los malévolos, su aislamiento y en aquel remoto y olvidado sitio”47.

Durante el año siguiente, se inician las conversaciones entre la Real Academia y el

Ayuntamiento, lo que provoca la reacción de los vecinos de la zona y de organizaciones como

la Orden Española Humanitaria de la Santa Cruz o la de Víctimas del Dos de Mayo, que

plantean la “inconveniencia e impopularidad de ese proyecto (…) esa otra página, como

perenne testimonio de una epopeya que estando hoy completa, piensa destruir la

Municipalidad, tan solo por una simple consideración, al parecer de ornato público. En esta

vista los exponentes creen haber cumplido con un deber patriótico…”48.

Pese a que en ese momento se logra detener el nuevo traslado, en 1879 el ministro de

Fomento, conde de Toreno, por Real Orden de fecha de 16 de enero, dispuso que se trasladara

nuevamente al Museo para su colocación, delante de su entrada principal, donde permaneció

hasta 1901. Parece que este quinto desplazamiento se llevó a cabo por la noche, a cargo del

Gobierno, sin contar con el Ayuntamiento49.

Fig. 27. Obra situada en la fachada principal del Museo Nacional de Pinturas entre 1879-1901 (entredosamores.es).

En 1902 nuevamente fue conducido a otra ubicación, esta vez en una plaza en la entrada

de la zona de Moncloa.

47 Mª Socorro Salvador Prieto (2008), óp. cit., p. 125. La autora adjunta la transcripción completa del Informe de 2 de Octubre de 1875.

48 Íbid, p. 119. Extracto de la carta dirigida al Ayuntamiento por la Orden de Santa Cruz. Archivo Villa. Expediente de traslado, 5-32-87.

49 Carmen Manso Porto (2008), óp. cit., p. 537.

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Fig. 28. Grupo escultórico en la zona de Moncloa entre 1902-1932 (Pérez de Guzmán y Gallo).

Finalmente, el 2 de mayo de 1932, con el octavo traslado, la escultura queda ubicada en la

Plaza del Dos de Mayo junto al Arco de Monteleón, aunque separados por sus respectivas

rejas de protección (Fig. 20). Será con posterioridad, cuando se decida conectar la presencia

de ambos monumentos de manera que la escultura ilustra el lugar con la representación de los

dos militares, mientras que el arco acoge, enmarca y en cierta manera contextualiza, el

conjunto escultórico de los capitanes españoles que participaron en la defensa del cuartel en la

histórica jornada del 2 de mayo de 1808.

Fig. 29. Vista frontal del conjunto escultórico Fig. 30. Estampa de la escultura, Paolo en la actualidad (entredosamores.es). Guglielmi, 1830 (Museo del Romanticismo).

Lo cierto es que uno de los hechos de la historia de Madrid más representado en sus calles

es el Levantamiento del Dos de Mayo, simbolizado además de por esta escultura, por el

Obelisco de la plaza de la Lealtad, la estatua del teniente Ruiz o por varias placas

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conmemorativas. Además, el callejero de Madrid actualmente incluye junto a la Plaza del Dos

de Mayo, calles que evocan a los protagonistas militares o al acontecimiento, con nombres

tan populares como Monteleón o las dedicadas a Luis Daoiz, PedroVelarde o a Jacinto Ruiz.

La relevancia de los hechos se mantiene hasta nuestros días, prueba de ello es que cada dos de

mayo se celebra la festividad de la Comunidad Autónoma de Madrid.

En la historia de la recepción patrimonial del conjunto, no se puede obviar el uso

desafortunado que en ocasiones se le da a los monumentos, también en etapas más recientes.

Cuando se confunde la idea de patrimonio de un pueblo con el derecho a apropiarse de un

monumento para fines particulares, surgen incoherencias como las que muestra la imagen

(fig. 31) que no contribuyen ni a dignificar la obra, ni a su conservación.

Con el lema, “Mejor un hombre cuidador que un hombre de cuidado”,

colocado sobre el pedestal de la escultura, una asociación de hombres por la igualdad,

justifican la acción de vestir a los protagonistas de la obra con un delantal de cocina o

colgándoles un muñeco y una fregona, como una forma de llamar la atención sobre sus

pretensiones. Seguramente existen mejores maneras de reivindicar cualquier propuesta de este

tipo.

El monumento se sigue adaptando a las particularidades y vicisitudes de cada época, y

como consecuencia de ello sucede lo mencionado. En este caso parece que se ha evitado el

daño material del monumento, pero lo evidente es que se crea una imagen de

desconsideración o menosprecio por el valor histórico y artístico de la obra.

Fig. 31. El monumento como medio de reivindicación (madridfotoafoto.blogspot.com).

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En casos más graves y preocupantes, la obra es objeto de diversión y vandalismo,

llegando a colocar restos de basura sobre la escultura, a realizar pintadas, a subirse sobre el

monumento o incluso a orinar en el pedestal o en la parte inferior del Arco. De esta manera,

es notable el deterioro y los daños que con relativa frecuencia sufre la obra, como

consecuencia de la falta de educación, civismo y sentido común de los ciudadanos.

En este sentido flaco favor realizaba un periodista en prensa, cuando en el texto de su foto

noticia sobre un tema de actualidad sobre la zona, señalaba lo siguiente: “Botella en mano,

Daoiz y Velarde, los héroes del alzamiento contra los franceses en 1808 que presiden la plaza

del Dos de Mayo, parecían sumarse ayer al debate. "Se ha pasado del botellón al botellín",

había dicho el lunes Javier Conde, coordinador de Seguridad del Ayuntamiento. Se refería a

que se ha pasado de las grandes aglomeraciones a pequeños grupos dispersos (…) ¿Qué

opinarán Daoiz y Velarde, testigos mudos de una de las zonas calientes del botellón?”50. Nada

sobre la imagen y el daño a la obra, ya que para el periodista la botella es sólo un elemento

anecdótico, que le permite jugar con el enfoque del texto.

Fig. 32. Vista frontal del conjunto escultórico (El País, Cristobal Manuel, 20-10-10).

Fig. 33-34. Imagen de algunos daños causados al monumento (blasdemolina.wordpress.com).

50 Periódico EL PAIS, 20-10-10.

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Habrá quien alegue ante estas imágenes, ignorancia, que se trate sólo de un gesto

gracioso, una travesura… Pero lo cierto es que la conservación del patrimonio, en estos casos

está en manos de todos, al margen de instituciones, presupuestos, planes de rehabilitación,

restauraciones… y por ese motivo también se hace necesario fomentar en la sociedad una

conciencia de responsabilidad colectiva en la protección y conservación de los bienes

culturales, para evitar este tipo de despropósitos.

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Conclusión.

Conservar y observar el arco de entrada a la finca, en su emplazamiento original, provoca

que nos interesemos por su pasado de manera que la memoria de la construcción y el valor

que atesora se conserven siempre. Sabiendo lo que se esconde detrás de este sencillo

monumento, de donde procede, cual ha sido el papel jugado en cada época por la construcción

y porque todavía sigue en este lugar, es más fácil comprender como afectan las distintas

etapas en el enfoque actual que tenemos del conjunto. Esta visión de las vicisitudes vividas

por el Palacio y sus restos, a lo largo de los siglos, confirman la relevancia del monumento

como patrimonio artístico y contribuyen a la configuración de la identidad histórica del país,

así como a luchar por superar el olvido.

Es emocionante saber cómo el Arco de Monteleón se mantiene en pie, ocupando el mismo

lugar desde hace centurias, a pesar de los cambios sufridos a su alrededor. El monumento ha

sobrevivido al paso del tiempo, fruto en ocasiones de la fortuna, otras de la decisión y la

sensibilidad de algún gobernante o incluso de la voluntad de los ciudadanos que no dejaban

de reconocer en el arco, al testigo de su Historia, de sus raíces, de su memoria y la de aquellos

que les precedieron

Iniciaba este trabajo planteando la necesidad de reconocer el valor patrimonial del Arco de

Monteleón integrado en el conjunto de la Plaza del Dos de Mayo, por el hecho mismo de

haber llegado hasta nuestros días. Espero que además, este texto haya servido para explicar

cómo tuvo lugar la transformación de un excelente palacio barroco en arco conmemorativo,

que circunstancias y decisiones acontecieron para que, trascendiendo al paso del tiempo, siga

hoy en día, aproximándonos y evocando numerosos pasajes y hechos de la Historia de la

ciudad, que nos hablan de la riqueza del patrimonio histórico-artístico del lugar y del

monumento urbano conmemorativo51.

51 A pesar de todo no está incluido dentro del inventario de bienes culturales de la ciudad de Madrid ni de la Comunidad.

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