Defensa de La Poesia Percy B. Shelley

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 DEFENSA DE LA POESÍA O Algunas Reflexiones Sugeridas Por Un Ensayo Titulado "Las Cuatro Edades de la Poesía" Percy B. Shelley (1821)

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    DEFENSA DE LA POESA

    O Algunas Reflexiones Sugeridas Por Un Ensayo

    Titulado "Las Cuatro Edades de la Poesa"

    Percy B. Shelley

    (1821)

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    e acuerdo con cierto modo de contemplar esas dos

    clases de actividad intelectual que llamamos razn e

    imaginacin, la primera puede considerarse algo as

    como la mente atendiendo las relaciones que un pensamiento

    mantiene con otro, sea lo que sea lo que los produzca; y la

    segunda, como la mente actuando sobre esos pensamientos a

    fin de colorearlos con su propia luz y componer a partir de

    ellos, como si de elementos se tratase, otros pensamientos,

    cada uno de ellos dotado del principio de su propia integridad.

    La una es el pi, o el principio de sntesis, y tiene por

    objetos esas formas que son comunes a la naturaleza universal

    y a la existencia misma. La otra es el , o principio de

    anlisis, y su accin concierne a las relaciones entre las cosas

    en cuanto que simples relaciones, tomando los pensamientos

    no en su unidad integral, sino como las representaciones

    algebraicas que conducen a ciertos resultados generales. La

    razn es la enumeracin de cantidades ya conocidas; la

    imaginacin es la percepcin del valor de esas cantidades,

    tanto separadamente como en su totalidad. La razn

    contempla las diferencias; la imaginacin las similitudes de las

    cosas. La razn es a la Imaginacin lo que el instrumento al

    D

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    agente, lo que el cuerpo al espritu, lo que la sombra a la

    substancia.

    En un sentido general, la poesa podra definirse como la

    expresin de la Imaginacin: la poesa surge con el mismo origen

    del hombre. El hombre es un instrumento al que llega una

    serie de impresiones externas e internas, como el soplo

    siempre cambiante del viento sobre un arpa elica, incitndola

    con su movimiento a una siempre cambiante meloda. Pero

    hay un principio en el ser humano, y quizs en todos los seres

    sensibles, que acta de modo distinto que en el arpa,

    produciendo no slo meloda sino armona, por un ajuste

    interno de los sonidos o movimientos as excitados a las

    impresiones que los excitan. Es como si el arpa pudiese

    acomodar sus cuerdas a los movimientos de aquello que las

    pulsa de acuerdo con una determinada proporcin de sonido,

    al igual que el msico puede acomodar su voz al sonido del

    arpa. Un nio jugando a solas consigo mismo expresar su

    dicha con su voz y movimientos, y cada inflexin de tono y

    cada gesto mostrarn una exacta relacin con el

    correspondiente contratipo en las impresiones placenteras

    que los despertaron, ser la imagen reflejada de aquella

    impresin. Y as como el arpa tiembla y suena despus de

    apagarse el viento, el nio, al prolongar en su voz y

    movimientos la duracin del efecto, trata de prolongar

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    tambin la consciencia de la causa. Estas expresiones son, a

    los objetos que alegran al nio, lo que la poesa es a objetos

    superiores. El salvaje (puesto que el salvaje es a las eras lo que

    el nio es a los aos) expresa de una manera similar las

    emociones que le producen los objetos circundantes y el

    lenguaje y gesto, junto con la imitacin plstica o pictrica, se

    convierten en la imagen del efecto combinado de esos objetos

    y de su aprehensin de los mismos. A continuacin es el

    hombre en sociedad, con todas sus pasiones y placeres, el que

    se convierte en objeto de las pasiones y placeres del hombre;

    una clase adicional de emociones produce un tesoro

    incrementado de expresiones; y el lenguaje, el gesto y las artes

    imitativas, se convierten al mismo tiempo en representacin y

    medio, en pincel y cuadro, en cincel y estatua, en la cuerda y la

    armona. Las simpatas sociales, y esas leyes de las cuales (as

    como de sus elementos) la sociedad resulta, comienzan a

    desarrollarse desde el instante en que dos seres humanos

    coexisten. El futuro se halla contenido en el presente tal como

    la planta en la semilla; y la igualdad, diversidad, unidad,

    contraste, dependencia mutua, se convierten en los nicos

    principios capaces de proporcionar los motivos que incitarn

    la voluntad de un ser social (en cuanto que social) a la accin;

    y dan lugar al placer en la sensacin, la virtud en el

    sentimiento, la belleza en el arte, la verdad en el

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    razonamiento, el amor en las relaciones entre las personas. De

    aqu que los hombres, incluso en la infancia de la sociedad,

    observen un cierto orden en sus palabras y acciones distinto

    del de los objetos y las impresiones representadas por ellos,

    hallndose toda expresin sujeta a las leyes de aquello de lo

    que procede.

    Pero permtasenos abandonar esas consideraciones ms

    generales que nos llevaran a una investigacin de los

    principios de la sociedad misma y restringir nuestro enfoque

    al modo en que la imaginacin se expresa en sus formas. En la

    juventud del mundo, los hombres danzan y cantan e imitan los

    objetos naturales, observando en estas acciones, como en

    todas las dems, un cierto ritmo u orden. Y aunque todos los

    hombres observen un orden similar en los movimientos de la

    danza, en la meloda del canto, en las combinaciones del

    lenguaje, en la serie de imitaciones de los objetos naturales, no

    observan un orden idntico. Porque existe un cierto orden o

    ritmo para cada una de estas clases de representacin

    mimtica del que el oyente o espectador recibe un placer ms

    intenso y ms puro que de cualquier otro: el sentido de

    aproximacin a este orden ha sido llamado gusto por los

    escritores modernos. En la infancia del arte, cada hombre

    observa un orden que se aproxima en un grado u otro a se del

    que resulta el mayor goce; pero la diversidad no es lo bastante

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    patente, en el sentido de hacer perceptibles sus gradaciones,

    ms que en aquellos casos en que el predominio de esta

    facultad de aproximacin a lo bello (pues ha de permitrsenos

    denominar as a la relacin entre este placer supremo y su

    causa) es muy grande. Los que la poseen en grado sumo son

    poetas, en el sentido ms universal de la palabra, y el goce que

    resulta de la manera en que expresan la influencia que la

    sociedad o la naturaleza ejercen sobre sus mentes se comunica

    a otros y sufre una suerte de reduplicacin a causa de esta

    comunidad. Su lenguaje es vitalmente metafrico, esto es,

    pone de relieve relaciones entre cosas no percibidas

    anteriormente y perpeta esta percepcin, hasta que las

    palabras que las representan se convierten, con el tiempo, en

    signos de partes o clases de conceptos abstractos en lugar de

    imgenes o descripciones de pensamientos integrales. Y

    entonces, si no surgieran nuevos poetas para crear de nuevo

    las asociaciones que de ese modo se han visto desorganizadas,

    el lenguaje morira para todo lo que respecta a los propsitos

    ms nobles de las interrelaciones humanas. Estas similitudes

    o relaciones han sido sutilmente descritas por lord Bacon

    como "las mismas huellas de la naturaleza impresas en los

    diversos elementos del mundo",1 y este autor considera la

    facultad que las percibe como la mina de axiomas comn a

    1 Bacon, The Advancement of Learning, libro II, v.3.

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    todo conocimiento. En la infancia de la sociedad, cada autor es

    necesariamente un poeta porque el lenguaje mismo es poesa.

    Y ser poeta es captar lo verdadero y lo bello; en una palabra, el

    bien que existe en la relacin y que subsiste, primero, entre

    existencia y percepcin y, despus, entre percepcin y

    expresin. Cada lengua original prxima a su fuente es en s

    misma el caos de un cclico poema: la abundancia de

    lexicografa y las distinciones gramaticales son obra de una era

    posterior; son, meramente, el catlogo y la forma de las

    creaciones de la Poesa.

    Pero los Poetas, o aquellos que imaginan y expresan este

    orden indestructible, no son slo los autores del lenguaje y de

    la msica, de la danza y arquitectura, y esculturas y pintura:

    son los creadores de las leyes, los fundadores de la sociedad

    civil, los inventores de las artes de la vida y los maestros,

    capaces de aproximar esa parcial percepcin de las fuerzas del

    mundo invisible (que llamamos religin) a lo bello y lo

    verdadero. De aqu que todas las religiones originales sean

    alegricas y, como Jano, tengan una doble faz, a la vez falsas y

    verdaderas. Los Poetas, de acuerdo con las circunstancias de

    la era y nacin en las que surgieron, fueron llamados en las

    pocas tempranas del mundo legisladores o profetas: un

    poeta, esencialmente, comprende y une en s mismo estos dos

    caracteres. No slo capta el presente tal como es y descubre

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    esas leyes por las cuales deben ordenarse las cosas presentes,

    sino que contempla el futuro en el presente y sus

    pensamientos son las semillas de la flor y el fruto de los

    ltimos tiempos. No es que yo afirme que los poetas son

    profetas en el sentido burdo del trmino, o que pueden

    predecir la forma de las cosas con tanta seguridad como

    preconocen el espritu de los eventos: tal es la pretensin

    supersticiosa que hara de la poesa un atributo de la profeca,

    ms que de esta ltima un atributo de la primera. Un Poeta

    participa de lo eterno, lo infinito, lo uno: en lo que a sus

    concepciones se refiere, tiempo y lugar y nmero es como si

    no fueran. Las formas gramaticales que expresan los modos de

    tiempo y la diferencia de personas y la distincin de lugar son

    perfectamente intercambiables, en lo que a la alta poesa

    respecta, sin lesionarla como tal poesa. Y los coros de Esquilo

    y el libro de Job y el Paraso de Dante nos proporcionaran,

    ms que ningn otro escrito, ejemplos de este hecho, si los

    lmites de este ensayo no vetasen las citas. Las creaciones de la

    escultura, pintura y msica lo ilustran ms decididamente

    aun.

    Lenguaje, color, forma, incluso los hbitos de accin civil

    y religiosa, son todos ellos instrumentos y materiales de la

    poesa; de hecho, pueden denominarse poesa por esa figura

    del lenguaje que considera el efecto sinnimo de la causa. Pero

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    poesa expresa, en un sentido ms restringido, las

    disposiciones del lenguaje, y especialmente del lenguaje

    mtrico, creadas por esa regia facultad cuyo trono velado

    reposa en la invisible naturaleza del hombre. Y esto surge de la

    misma naturaleza del lenguaje, que es una representacin ms

    directa de las acciones y pasiones de nuestro ser interior; es

    susceptible de combinaciones ms variadas y delicadas que el

    color, la forma o el movimiento; y es ms plstico y obediente

    al control de esa facultad de la que depende la creacin. Y todo

    ello porque el lenguaje es producido de forma arbitraria por la

    Imaginacin y guarda relacin con los pensamientos

    solamente, mientras que todo el resto de materiales,

    instrumentos y condiciones del arte estn sujetos a relaciones

    entre ellos mismos que limitan y se interponen entre la

    concepcin y la expresin. El primero es como un espejo que

    refleja, y los ltimos como una nube que debilitan, la luz de la

    que todos ellos son medios de transmisin. De aqu que la

    fama de escultores, pintores y msicos, aunque las

    capacidades intrnsecas de los grandes maestros de estas artes

    no desmerezcan en nada de las de aquellos otros que han

    empleado el lenguaje como jeroglfico de sus pensamientos,

    no haya igualado nunca a la de los poetas en el sentido

    restringido de este trmino... del mismo modo que dos

    intrpretes de igual destreza extraern desiguales efectos de

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    un arpa o una guitarra. Slo la fama de los legisladores y

    fundadores de religiones, mientras sus instituciones perduran,

    parece exceder a la de los poetas en sentido estricto. Pero

    quiz ni merezca la pena preguntarse si ese plus de fama

    existira en caso de restar, de lo que a aqullos realmente les

    pertenece en su carcter superior de poetas, la celebridad que

    a menudo proporciona su adulacin de las burdas opiniones

    de la masa.

    Hemos circunscrito, as pues, el significado de la palabra

    Poesa dentro de los lmites de ese arte que constituye la

    expresin ms familiar y ms perfecta de la facultad misma.

    Es necesario ahora, sin embargo, hacer el crculo ms estrecho

    aun y determinar la distincin entre lenguaje mtrico y no

    mtrico, pues la divisin popular entre prosa y verso resulta

    inadmisible desde la perspectiva del rigor filosfico.

    Los sonidos tanto como los pensamientos guardan

    relaciones entre ellos y con eso que representan, y la

    percepcin del orden de estas relaciones siempre se ha visto

    conectada con la percepcin del orden de las relaciones entre

    los pensamientos. De aqu que la lengua de los poetas haya

    mostrado siempre una cierta recurrencia de sonido, uniforme

    y armoniosa, sin la cual no sera poesa y que resulta casi tan

    indispensable para la comunicacin de su influencia como las

    palabras mismas, sin referencia a ese orden peculiar. De aqu

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    lo vano de cualquier traduccin: tan sabio sera meter una

    violeta en un crisol a fin de descubrir el principio formal de su

    color y su aroma como intentar transfundir de un lenguaje a

    otro las creaciones de un poeta. La planta debe volver a brotar

    de su semilla so pena de no dar flores: tal es el peso de la

    maldicin de Babel.

    La observacin del modo regular de recurrencia de esta

    armona en la lengua de las mentes poticas, unida a su

    relacin con la msica, produce el metro, o un cierto sistema

    de formas tradicionales de armona del lenguaje. No es en

    absoluto esencial, sin embargo, que un poeta acomode su

    lenguaje a esta forma tradicional para mantener la armona

    que constituye su espritu. Tal prctica es desde luego

    conveniente y popular, y resulta preferible sobre todo en esas

    composiciones que incluyen mucha forma y accin; pero todo

    gran poeta debe inevitablemente innovar, de acuerdo con el

    ejemplo de sus predecesores, en lo que atae a la exacta

    estructura de su peculiar versificacin. La distincin entre

    poetas y prosistas es un vulgar error. A la distincin entre

    filsofos y poetas nos hemos referido ya. Platn era

    esencialmente un poeta: no puede concebirse mayor

    intensidad que la de la verdad y esplendor de sus imgenes y la

    meloda de su lenguaje. Rechaz el metro de las formas picas,

    dramticas y lricas, porque buscaba encender una armona en

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    los pensamientos despojada de figura y accin; y desestim

    cualquier plan regular del ritmo que incluyese, bajo formas

    determinadas, las diversas pausas de su estilo. Cicern trat

    de imitar la cadencia de sus periodos pero con poco xito.

    Lord Bacon era un poeta. Su lenguaje posee un ritmo dulce y

    majestuoso que satisface el sentido tanto como la sabidura

    casi sobrehumana de su filosofa colma el intelecto: es una

    tensin que distiende, que hace estallar la circunferencia de la

    mente del lector para verterse, junto a ella, en el elemento

    universal con el que guarda perpetua simpata. Todos los

    autores de opiniones revolucionarias son tan poetas como

    inventores, y no en la medida en que sus palabras desvelan la

    permanente analoga de las cosas por medio de imgenes que

    participan de la vida de la verdad, sino porque sus periodos

    son armoniosos y rtmicos y contienen los elementos del

    verso, y son el eco de la msica eterna. Y del mismo modo,

    esos supremos poetas que han puesto las formas tradicionales

    del ritmo al servicio de sus temticas son tan capaces de

    percibir y ensear la verdad de las cosas como aquellos que

    han omitido esa forma. Shakespeare, Dante y Milton (para

    limitarnos a unos pocos escritores) son filsofos de la ms

    elevada categora.

    Un poema es la misma imagen de la vida expresada en

    los trminos de su verdad eterna. La diferencia entre una

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    historia y un poema es que la primera es un catlogo de

    hechos separados sin otra conexin que la que resulta de

    tiempo, lugar, circunstancia, causa y efecto. El segundo, por

    otra parte, es la creacin de acciones de acuerdo con las

    formas inalterables de la naturaleza humana, tal como existen

    en la mente del creador, que es la imagen de todas las otras

    mentes. La primera es parcial y se aplica slo a un definido

    periodo de tiempo, as como a una cierta combinacin de

    eventos que no pueden volver a ocurrir; el otro es universal y

    contiene la semilla de la relacin con cualesquiera motivos o

    acciones que tengan cabida en las posibles variedades de la

    naturaleza humana. El tiempo, que destruye la belleza y

    utilidad de esa historia de acontecimientos particulares falta

    de la poesa que debiera vestirla, aumenta las de la Poesa y no

    deja de dar lugar a nuevas y magnficas aplicaciones de la

    eterna verdad que aqulla contiene.

    De aqu que los eptomes hayan sido llamados las polillas de la

    mera historia,2 puesto que devoran la poesa que hubiera en

    ella.

    2 Bacon, The Advancement ofLearning, libro II, .4.: "As for the corruptions and morhs of history, which are EPITOMES, the use of them deserveth to be banished". ("En cuanto a esas corrupciones y polillas de la historia que son los EPTOMES, su uso merece ser vetado.")

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    El relato de hechos particulares es como un espejo que

    oscurece y distorsiona lo que debera ser bello; la Poesa es un

    espejo que hace bello lo distorsionado.

    Las partes de una composicin pueden ser poticas sin

    que la composicin sea en su conjunto un poema. Una nica

    frase puede considerarse una totalidad incluso cuando se halla

    en una serie de fragmentos no integrados. Hasta una sola

    palabra puede ser una chispa de pensamiento inextinguible.

    Por ello todos los grandes historiadores, Herodoto, Plutarco,

    Livio, fueron poetas y, aunque el proyecto de estos escritores,

    especialmente de Livio, les impidi desarrollar esta facultad

    hasta su grado mximo, compensan abundantemente su

    sujecin llenando todos los intersticios de sus temas con

    imgenes vivas.

    Tras establecer qu es poesa y quines son los poetas,

    estimemos ahora sus efectos en la sociedad.

    A la poesa la acompaa siempre el placer: todos los

    espritus sobre los que desciende se abren para recibir la

    sabidura que llega mezclada con su goce. En la infancia del

    mundo, ni los poetas mismos ni sus oyentes son plenamente

    conscientes de la excelencia de la poesa, pues sta acta de un

    modo divino y subliminal, ms all y por encima de la

    consciencia. Y queda para generaciones futuras el contemplar

    y calibrar los poderosos causa y efecto en toda la fuerza y el

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    esplendor de su unin. Ni siquiera en los tiempos modernos

    alcanz ningn poeta vivo la cima de su fama: el jurado que ha

    de pronunciarse sobre un poeta, perteneciendo ste como

    pertenece a todos los tiempos, debe estar formado por sus

    pares, constituido por el Tiempo a partir de los ms selectos

    entre los sabios de muchas generaciones. Un Poeta es un

    ruiseor en la oscuridad que canta para reconfortar su solitud

    con sonidos dulces. Sus oyentes son como hombres en trance

    por la meloda de un msico oculto: se sienten conmovidos y

    serenados pero no saben cmo ni por qu. Los poemas de

    Homero y sus contemporneos fueron el deleite de la joven

    Grecia; eran los elementos de ese sistema social que

    constituye la columna sobre la que toda civilizacin triunfante

    reposa. Homero encarnaba la ideal perfeccin de su era en

    trminos de carcter humano y no podemos dudar de que, en

    los que lean sus versos, despertaba la ambicin de ser como

    Aquiles, Hctor o Ulises: la verdad y la belleza de la amistad,

    el patriotismo y la perseverante devocin a un objeto, eran

    desveladas en estas creaciones inmortales hasta sus mismas

    profundidades. Los sentimientos de quienes las escuchaban

    deben de haberse visto refinados y dilatados por la simpata

    con tan grandes y admirables personajes, hasta que de la

    admiracin pasaron a la imitacin y de la imitacin, a

    identificarse con aqullos a los que admiraban. Y no se objete

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    que tales personajes estn lejos de toda perfeccin moral y que

    de ningn modo pueden considerarse modelos edificantes de

    general imitacin. Cada poca ha deificado, bajo nombres ms

    o menos engaosos, sus peculiares errores: Venganza es el

    dolo desnudo del culto de una era semibrbara y Autoengao

    es la Imagen velada de un mal desconocido ante el que la

    opulencia y la saciedad yacen postradas. Pero un poeta

    considera los vicios de sus contemporneos como el ropaje

    temporal que debe vestir a sus creaciones y que cubre, sin

    ocultar, las eternas proporciones de su belleza. Se espera que

    un personaje pico o dramtico se cubra con ellos el alma del

    mismo modo que la antigua armadura o el moderno uniforme

    visten su cuerpo, por ms que sea bien fcil concebir

    vestimentas ms elegantes que cualquiera de los dos. El ropaje

    accidental no puede llegar a ocultar tanto la hermosura de la

    naturaleza interna: el espritu de su forma se comunica al

    mismo disfraz e indica la forma que encubre por medio del

    modo en que el sayo es portado. Ni el ms brbaro y burdo

    vestido impedir que una forma majestuosa y unos

    movimientos elegantes se expresen a s mismos. Pocos poetas

    de la ms alta categora han decidido exhibir la belleza de sus

    concepciones en su verdad y esplendor desnudos, y debemos

    preguntarnos si tal aleacin de indumentaria, hbito, etc. no

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    ser necesaria, al fin y al cabo, a fin de temperar esa msica

    planetaria para odos humanos.

    Toda la objecin a la inmoralidad de la poesa, sin embargo,

    reposa en una falsa concepcin respecto del modo en que

    aqulla acta para producir el perfeccionamiento moral del

    hombre. La ciencia tica organiza los elementos que la poesa

    ha creado y propone modelos y ejemplos de vida civil y

    domstica: no es por falta de doctrinas admirables, si los

    hombres odian y desprecian y censuran y engaan y se

    subyugan uno a otro. Pero la poesa acta de una manera

    distinta y divina. Despierta y ampla la mente misma

    convirtindola en el receptculo de un millar de

    combinaciones subliminales del pensamiento. La poesa

    levanta el velo que cubre la belleza oculta del mundo y hace

    aparecer los objetos familiares como si no lo fueran.

    Reproduce todo lo que representa, y los personajes vestidos

    por su luz elsea se erigen a partir de entonces, en las mentes

    de aquellos que una vez los contemplaron, como monumentos

    de ese contenido noble y exaltado que se extiende sobre todos

    los pensamientos y acciones con los que coexiste. El gran

    secreto de la moral es el Amor, o bien un salir de nuestra

    propia naturaleza para identificarnos con la belleza que existe

    en un pensamiento, accin o persona ajenos. Un hombre, para

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    ser excelso, debe imaginar intensa y comprehensivamente,

    debe ponerse a s mismo en el lugar de otro y de muchos otros,

    debe aceptar como propios los placeres y dolores de toda su

    especie. El gran instrumento del bien moral es la imaginacin

    y la poesa administra el efecto actuando sobre la causa. La

    poesa ampla la circunferencia de la imaginacin

    abastecindola de pensamientos de un deleite sin cesar

    renovado; pensamientos que tienen el poder de atraer y

    asimilar a su propia naturaleza todo otro pensamiento, dando

    lugar a nuevos intervalos e intersticios cuyo vaco anhela

    siempre fresco nutrimento. La poesa fortalece esa facultad

    que constituye el rgano de la naturaleza moral del hombre

    del mismo modo que el ejercicio fortalece los miembros.

    Por ello, un poeta hara mal si encarnase sus propias

    concepciones de lo recto y lo errneo, que normalmente son

    las de su tiempo y lugar, en sus creaciones poticas, que no

    participan de ninguno de los dos. Al asumir el inferior

    cometido de interpretar el efecto, en lo que quizs podra

    llegar al fin y al cabo a obtener algn resultado, aunque

    imperfecto, renunciara a la gloria de la participacin en la

    causa. Poco peligro haba de que Homero o cualquiera de los

    poetas eternos llegase a comprender tan mal su funcin como

    para abdicar del trono de su ms vasto dominio. Aqullos cuya

    facultad potica, aunque grande, es menos intensa, como

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    Eurpides, Lucano, Tasso, o Spencer, a menudo han albergado

    un fin moral y el efecto de su poesa se ha visto disminuido en

    exacta proporcin al grado en que nos fuerzan a percibir su

    propsito.

    Homero y los poetas cclicos fueron seguidos a cierta

    distancia por los Poetas dramticos y lricos de Atenas, que

    florecieron como contemporneos de todo lo ms perfecto en

    el mbito de las diversas expresiones de la facultad potica:

    arquitectura, pintura, msica, danza, escultura, filosofa y

    podramos aadir incluso las formas de la vida civil. Porque,

    aunque el proyecto de la sociedad ateniense se hallaba

    deformado por muchas imperfecciones que la poesa existente

    en la Caballera y la Cristiandad ha eliminado de los hbitos e

    instituciones de la Europa moderna, ningn otro periodo ha

    llegado a desarrollar tanta energa, belleza y virtud. Nunca la

    fuerza ciega y la forma pertinaz han sido disciplinadas y

    sometidas hasta tal punto por la voluntad del hombre, o esa

    voluntad ha sido menos extraa a los dictados de lo bello y lo

    verdadero, como durante el siglo que precedi a la muerte de

    Scrates. De ninguna otra poca en la historia de nuestra

    especie poseemos recuerdos y fragmentos tan visiblemente

    impresos con la imagen de la divinidad en el hombre. Pero es

    la Poesa solamente, en la forma, en la accin, o en el lenguaje,

    la que ha hecho memorable esa poca sobre todas las dems y

  • 21

    una mina de ejemplos para el tiempo imperecedero. La poesa

    escrita existi en aquella poca simultneamente con todo el

    resto de las artes y es ocioso preguntarse cul proporcion y

    cul recibi la luz; luz que, como si proviniese de un foco

    comn, todas ellas han derramado sobre los periodos ms

    oscuros del tiempo que las sigui. No sabemos de causa y

    efecto ms que el hecho de que ambas constituyen una

    constante conjuncin de eventos: la Poesa siempre se halla en

    coexistencia con lo que otras artes tributan a la felicidad y

    perfeccin del hombre. Me remito a lo ya establecido para

    distinguir entre causa y efecto.

    Fue en el periodo aqu sealado cuando el Drama tuvo su

    nacimiento. Y aunque un escritor posterior puede haber

    igualado o superado esos escasos y grandes ejemplos de

    drama ateniense que han llegado hasta nosotros, es un hecho

    indisputable el que ese arte en s mismo nunca se ha

    comprendido y practicado, de acuerdo con su verdadera

    filosofa, como lo fue en Atenas. Los atenienses se sirvieron

    del lenguaje, la accin, la msica, la pintura, la danza y las

    instituciones religiosas para producir un efecto comn en la

    representacin de los ms altos ideales de pasin y poder.

    Cada divisin del arte era llevada a su propia perfeccin por

    artistas de la ms consumada destreza y se la someta despus

    a una hermosa proporcin y unidad con todo el resto. En el

  • 22

    escenario moderno se emplean simultneamente slo unos

    pocos de los elementos capaces de expresar la imagen

    concebida por el poeta. Tenemos tragedia sin msica ni danza;

    msica y danza sin los excelsos personajes de los que aqullas

    son el apropiado acompaamiento; y tenemos una y otra cosa

    sin religin ni solemnidad. En efecto, la institucin religiosa

    ha quedado por lo comn desterrada del escenario. Nuestro

    sistema de despojar el rostro del actor de la mscara, en la que

    las muchas expresiones adecuadas al carcter dramtico de

    aqul quedan convertidas en permanentes e inalterables

    rictus, favorece slo a un efecto parcial e inarmnico: al

    monlogo, momento en el que toda la atencin puede

    concentrarse en algn gran maestro de la imitacin ideal. La

    costumbre moderna de fundir comedia y tragedia, aunque

    susceptible de grandes abusos en la prctica, constituye sin

    duda una extensin del crculo dramtico, pero la comedia

    debera ser como en El Rey Lear, universal, ideal y sublime. Es

    quizs la intervencin de este principio lo que determina que

    la balanza se incline a favor de El Rey Lear y en contra de Edpo

    Tirano o Agamenon o, si se quiere, de las trilogas a las que

    stos pertenecen, a menos que se considere que el intenso

    poder de la poesa coral, especialmente la de la ltima obra

    citada, restablece el equilibrio. El Rey Lear, si es que soporta

    esta comparacin, puede juzgarse el ejemplo ms perfecto de

  • 23

    arte dramtico existente en el mundo, a pesar de las estrechas

    condiciones a las que el poeta se hallaba sometido por la

    ignorancia de la filosofa del Drama que ha prevalecido en la

    moderna Europa. Caldern, en sus Autos Sacramentales, ha

    intentado satisfacer algunas de las altas condiciones de la

    representacin dramtica omitidas por Shakespeare, tales

    como relacionar drama y religin, y acomodar ambos a la

    msica y la danza. Pero, en cambio, no tiene en cuenta

    condiciones ms importantes aun y, en definitiva, se pierde

    ms que se gana con la substitucin de las vivas encarnaciones

    de la verdad de la pasin humana por los ideales rgidos y

    repetitivos de una supersticin distorsionada.

    Pero estamos divagando. El autor de Las Cuatro Edades de

    la Poesa ha obviado prudentemente argumentar sobre el

    efecto del Drama en la vida y las costumbres. Porque, si se

    reconoce al caballero por la divisa de su escudo, slo tengo que

    escribir Philoctetes o Agamenn u Otelo sobre el mo para

    poner en fuga los gigantescos sofismas que lo tienen

    hechizado: el espejo de una luz intolerable, aunque en el brazo

    de uno de los ms dbiles Paladines, puede cegar y dispersar

    ejrcitos enteros de paganos y nigromantes. La relacin entre

    la exhibicin escnica y la mejora o la corrupcin de las

    costumbres de los hombres ha sido reconocida

    universalmente: en otras palabras, se admite que la presencia

  • 24

    o la ausencia de poesa en su forma ms perfecta y universal

    est relacionada con el bien y el mal en la conducta y el hbito.

    La corrupcin que se tiene por efecto del drama comienza

    cuando la poesa empleada en su constitucin termina: me

    remito a la historia de la costumbres para determinar si los

    periodos del crecimiento de la una y el declive de la otra no se

    corresponden con una exactitud comparable a la de cualquier

    otro ejemplo de causa y efecto morales.

    El drama en Atenas, o en cualquier otro lugar en que

    haya podido aproximarse a su perfeccin, coexisti con la

    grandeza moral e intelectual de la poca. Las tragedias de los

    poetas atenienses son como espejos en los que el espectador se

    contempla bajo un fino disfraz de circunstancias, despojado de

    todo menos de la perfeccin y energa ideales que cada uno

    siente como el modelo interno de todo lo que ama, admira y

    quisiera ser. La imaginacin se ve acrecentada por la simpata

    con penas y pasiones tan poderosas que dilatan, en el acto de

    su misma concepcin, la capacidad de aquello que las concibe.

    Los buenos afectos son fortalecidos por la piedad, la

    indignacin, el terror y el infortunio, y en una exaltada calma

    se prolonga, hasta el tumulto de la vida familiar, la saciedad

    que produce el elevado ejercicio de esos sentimientos. Incluso

    el crimen es despojado de la mitad de su horror y de toda

    posibilidad de contagio al representarlo como la consecuencia

  • 25

    fatal de fuerzas insondables de la naturaleza. El error es

    librado de su premeditacin y los hombres ya no pueden

    estimarlo como resultado de su decisin. En un drama del

    orden ms alto hay poco pbulo para la censura o el odio;

    aqul ensea ms bien autoconocimiento y respeto de uno

    mismo. Ni el ojo ni la mente pueden verse a s mismos, si no

    es reflejados en eso que se les asemeja. El drama, en tanto en

    cuanto expresa poesa, es un espejo prismtico y de muchas

    facetas que concentra los rayos ms brillantes de la naturaleza

    humana y los divide y reproduce a partir de la simplicidad de

    estas formas elementales, y les infunde majestad y belleza, y

    multiplica todo lo que refleja, y lo dota con el poder de

    propagar sus imgenes por dondequiera que sea.

    Pero en los periodos de decadencia de la vida social, el

    drama simpatiza con esa decadencia. La tragedia se convierte

    en una fra imitacin de la forma de las obras maestras de la

    antigedad, despojada de todo el armnico acompaamiento

    de las artes anlogas. Y a menudo incluso malinterpreta esa

    forma, o no es ms que un plido intento de ensear ciertas

    doctrinas que el autor tiene por verdades morales y que

    usualmente no son sino engaosos tributos a un vicio o

    debilidad groseros de los que el autor est tan infectado como

    su pblico. De aqu lo que se ha denominado el drama clsico

    y domstico. El Catn de Addison es un ejemplo del primero y

  • 26

    ojal no fuera superfluo citar ejemplos del segundo. A estos

    propsitos la Poesa no puede someterse. La Poesa es como

    una espada hecha de la materia del relmpago, siempre

    desenvainada porque consume la funda que quisiera

    contenerla. Y observamos as que todos los textos dramticos

    de esta naturaleza son poco imaginativos en un grado

    singular: afectan sentimiento y pasin, que, despojados de

    imaginacin, no son sino otros nombres para capricho y

    apetito. El periodo en nuestra historia de la mayor

    degradacin del drama lo constituye el reinado de Carlos II,

    cuando todas las formas en las que haba llegado a expresarse

    la poesa se convirtieron en himnos triunfales al poder real

    sobre la libertad y la virtud. Milton se erigi en solitario,

    iluminando una era indigna de l. En esos periodos el

    principio de clculo impregna todas las formas de la

    exhibicin dramtica y la poesa deja de expresarse en ellas.

    La comedia pierde su ideal universalidad: la agudeza sucede al

    humor; remos de triunfo y autocomplacencia en lugar de

    placer. La malignidad, el sarcasmo y el desprecio suceden a la

    alegra sana; apenas remos, pero sonremos. La obscenidad,

    que es siempre una blasfemia contra la divina belleza de la

    vida, se torna, gracias al mismo velo que asume, ms activa si

    bien menos repulsiva: es un monstruo al que la corrupcin de

  • 27

    la sociedad le arroja siempre nuevo nutrimento, que ella

    devora en secreto.

    La relacin entre la poesa y el bien social es ms

    perceptible en el drama que en ningn otro gnero, al ser ste

    la forma en la que pueden combinarse el mayor nmero de

    modos de expresin de la poesa. Y resulta indisputable que la

    mxima perfeccin de la sociedad humana ha coincidido

    siempre con la ms alta excelencia dramtica, del mismo

    modo que la corrupcin o extincin del drama en una nacin

    en la que previamente haba florecido seala la corrupcin de

    las costumbres y la extincin de las energas que alimentan el

    alma de la vida social. Pero, tal como Maquiavelo afirma

    respecto de las instituciones polticas, esa vida puede

    preservarse y renovarse si los hombres se muestran capaces de

    hacer retornar el drama a sus principios. Y esto es verdad en lo

    que respecta a la poesa en su sentido ms amplio: todo

    lenguaje, institucin y forma exigen no slo ser producidos,

    sino tambin mantenidos: la labor y el carcter de un poeta

    participan de la naturaleza divina tanto en lo que respecta a la

    providencia como a la creacin.

    La guerra civil, las incursiones de Asia y el fatal

    predominio de las armas macedonias primero y romanas

    despus, fueron smbolos de la extincin o suspensin de la

    facultad creativa en Grecia. Los autores buclicos, que halla

  • 28

    ron patronazgo bajo los cultivados tiranos de Sicilia y Egipto,

    fueron los ltimos representantes del ms glorioso reinado del

    arte griego. Su poesa es intensamente melodiosa. Mientras la

    poesa de la poca precedente era como un viento sobre los

    prados de Junio que mezcla la fragancia de todas las flores del

    campo y aade un aroma propio, estimulante y armonizador,

    capaz de conferir a los sentidos el poder de soportar su

    extremo deleite, la poesa de estos ltimos es como el olor del

    nardo, que satura y enferma al espritu con su exceso de

    dulzura. La delicadeza buclica y ertica en la poesa escrita es

    correlativa con esa suavidad en la escultura, msica y artes

    anlogas, e incluso con las costumbres e instituciones, que

    distinguen la poca a la que ahora nos referimos. Pero no es a

    la facultad potica en s misma, ni a ninguna aplicacin

    errnea de la misma, a las que debe imputarse esta falta de

    armona. En los escritos de Hornero y Sfocles se halla una

    similar receptividad a la influencia de los sentidos y los

    afectos: el primero, sobre todo, ha vestido imgenes sensuales

    y conmovedoras de irresistibles atractivos. Su superioridad

    sobre los escritores subsiguientes consiste en la presencia de

    esos pensamientos que pertenecen a las facultades interiores

    de nuestra naturaleza, no en la ausencia de aquellos otros que

    estn conectados con las externas. Su incomparable perfeccin

    consiste en una armoniosa unin de todo ello. La imperfeccin

  • 29

    de los escritores erticos no est en lo que poseen, sino en lo

    que les falta. Si hay que relacionados con la corrupcin de su

    poca, es en tanto que no Poetas y no en tanto que verdaderos

    Poetas. Si esa corrupcin hubiera logrado extinguir en ellos la

    sensibilidad al placer, a la pasin y a los paisajes naturales,

    esto es, lo que se les reprocha como una imperfeccin, se

    habra consumado el ltimo triunfo del mal. Puesto que el fin

    de la corrupcin social es destruir toda sensibilidad al placer;

    por ello es corrupcin. Comienza tanto en la imaginacin y el

    intelecto como en el corazn, y se distribuye desde ah como

    un veneno paralizante, a travs de los afectos y los mismos

    apetitos, hasta que todo se convierte en una masa trpida en la

    que apenas sobrevive el sentido. Al aproximarse un periodo

    semejante, la Poesa apela siempre a esas facultades que

    resultan las ltimas en ser destruidas y, como los pasos de

    Astrea, se oye a su voz alejarse de este mundo. La Poesa

    comunica siempre todo el placer que los hombres son capaces

    de recibir: sigue siendo siempre la luz de la vida, la fuente de

    todo lo que de hermoso, o generoso, o verdadero puede tener

    cabida en los malos tiempos. No erraramos al pensar que,

    entre los opulentos ciudadanos de Siracusa y Alejandra, los

    menos fros, crueles y sensuales eran los que gozaban con los

    poemas de Tecrito. La corrupcin debe destruir por completo

    la urdimbre de la sociedad humana antes de que la Poesa

  • 30

    pueda cesar. Nunca han sido desunidos del todo los sagrados

    eslabones de esa' cadena que, a travs de las mentes de

    muchos hombres, est sujeta a aquellas grandes mentes: de

    stas, como si de un imn se tratase, surge una emanacin que

    al mismo tiempo conecta, anima y sostiene la vida de todos. Es

    la facultad que contiene en s las semillas de su propia

    renovacin y de la renovacin social. Y no circunscribamos los

    efectos de la poesa ertica a los lmites de la sensibilidad de

    aquellos a quienes estaba dirigida. Puede que stos

    percibieran la belleza de aquellas inmortales composiciones

    simplemente como fragmentos y partes aisladas, mientras que

    otros mejor organizados o nacidos en una poca ms

    afortunada, podran reconocerlas como episodios de ese gran

    poema que todos los poetas, al igual que los pensamientos

    combinados de una gran mente, han ido construyendo desde

    el principio del mundo.

    Las mismas revoluciones, a una escala ms reducida,

    tuvieron lugar en la antigua Roma, pero las acciones y las

    formas de su vida social no parecen haberse hallado nunca tan

    totalmente saturadas por el elemento potico. Da la impresin

    de que los romanos consideraron a los griegos los ms selectos

    depositarios de las ms selectas formas de las costumbres y la

    naturaleza, y de que se abstuvieron de crear en lenguaje

    mtrico, escultura, msica o arquitectura, nada que

  • 31

    mantuviese una particular relacin con su propia condicin,

    en lugar de una relacin general con la constitucin universal

    del mundo. Pero juzgamos desde una evidencia parcial y

    juzgamos, quizs, parcialmente. Enio, Varro, Pacuvio y Accio,

    grandes poetas todos ellos, se han perdido. Lucrecio es el ms

    alto y Virgilio es, en un sentido muy elevado, un creador. La

    exquisita delicadeza de las expresiones de este ltimo es como

    una niebla de luz que nos oculta la intensa y extrema verdad

    de sus concepciones de la naturaleza. Livio es un poeta innato.

    Sin embargo, Horacio, Catulo, Ovidio y en general el resto de

    los grandes autores de la era virgiliana, vieron al hombre y a la

    naturaleza en el espejo de Grecia. Tambin las instituciones y

    la religin romanas fueron menos poticas que las de Grecia,

    al igual que la sombra es menos vvida que la substancia. De

    aqu que la poesa en Roma pareciese seguir, ms que

    acompaar, a la perfeccin de la sociedad poltica y domstica.

    La verdadera Poesa de Roma vivi en sus instituciones, pues

    todo lo que de bello, verdadero y majestuoso contenan stas

    slo poda surgir de la facultad que crea el orden en el que

    ellas consisten. La vida de Camilo, la muerte de Rgulo, la

    imagen perfectamente serena y divina de los senadores

    ofrecida a la mirada de los galos victoriosos, el rechazo de la

    Repblica a firmar la paz con Anbal tras la batalla de Cannae,

    no fueron el resultado de un minucioso clculo de las posibles

  • 32

    ventajas personales que, de este ritmo y orden en los

    entresijos de la vida, se derivaran para aquellos que al mismo

    tiempo fueron los poetas y actores de semejantes dramas

    inmortales. La imaginacin que contempla la belleza de este

    orden lo cre a partir de s misma y de acuerdo con su propia

    idea: la consecuencia fue el imperio y la recompensa, fama

    imperecedera. Tales cosas no dejan de ser poesa quia carent

    vate sacro3. Son los episodios del cclico poema escrito por el

    Tiempo en la memoria de los hombres. El Pasado, al igual que

    un inspirado rapsoda, colma de su armona el teatro de las

    perdurables generaciones.

    Por fin culmin el antiguo sistema de religin y

    costumbres el ciclo de sus revoluciones. Y el mundo habra

    cado en completa anarqua y tinieblas, si no se hubieran

    hallado poetas entre los autores de los sistemas cristiano y

    caballeresco de las costumbres y religin, que crearon formas

    de opinin y de accin nunca antes concebidas; formas que,

    copiadas en las imaginaciones de los hombres, resultaron ser

    como generales para las huestes perplejas de sus

    pensamientos. Es ajeno al propsito del presente escrito tratar

    del mal producido por estos sistemas, pero s afirmamos, de

    acuerdo con los principios ya establecidos, que ninguna

    3 "Porque les falte un poeta sagrado" (Horacio, Odas, IX, 28).

  • 33

    porcin del mismo puede imputrsele a la poesa que aqullos

    contienen.

    Es probable que la asombrosa poesa de Moiss, Job, David,

    Salomn e Isaas, haya producido un enorme efecto en la

    mente de Jess y sus discpulos. Los fragmentos dispersos

    preservados para nosotros por los bigrafos de esta

    extraordinaria personalidad estn todos ellos nutridos de la

    ms vvida poesa. Sus doctrinas, no obstante, parecen

    haberse distorsionado rpidamente. Tras cierto periodo de

    prevalencia de un sistema de opiniones fundado en las

    promulgadas por l, las tres formas en las que Platn

    distribuyera las facultades de la mente sufrieron una suerte de

    apoteosis y se convirtieron en el objeto del culto del mundo

    civilizado. Aqu hay que confesar que la "Luz parece espesarse

    y que

    El cuervo torna el ala hacia el bosque donde habita, Las buenas cosas del da a decaer empiezan y a dormirse y las negras presencias nocturnas a sus presas persiguen.4

    Pero ntese qu orden tan hermoso ha surgido del polvo y la

    sangre de este caos fiero. Como resucitado y planeando con las

    4 Shakespeare, Macbeth, III.ii.50-53

  • 34

    alas doradas de la esperanza y el conocimiento, el Mundo ha

    retornado su vuelo todava enrgico hacia los Cielos del

    tiempo. Escuchad la msica, extraa a los odos externos, que

    es como un viento invisible e incesante y nutre su camino

    imperecedero de fuerza y rapidez.

    La poesa en las doctrinas de Jesucristo y en la mitologa

    e instituciones de los clticos conquistadores del imperio

    roman05 sobrevivi a la oscuridad y convulsiones relacionadas

    con el crecimiento y la victoria de estos ltimos, y aqullas se

    fundieron dando lugar a un nuevo entramado de opinin y

    costumbres. Es un error atribuir la ignorancia de las edades

    oscuras a las doctrinas cristianas o al predominio de las

    naciones celtas. Sea cual sea el mal que sus influencias

    pudieran contener, ste surga de la extincin del principio

    potico, relacionada con el progreso del despotismo y la

    supersticin. Los hombres, a causa de factores demasiado

    intrincados para discutidos aqu, se haban vuelto egostas e

    insensibles; su voluntad se haba hecho dbil y ellos, por tanto,

    esclavos de la voluntad de otros. La concupiscencia, el miedo,

    la avaricia, la crueldad y el fraude, caracterizaban a una raza

    en la que no haba nadie capaz de creacin en trminos de

    5 Parece que Shelley aqu usa 'cltico' en el sentido griego original de tribus brbaras nrdicas.

  • 35

    forma, institucin o lenguaje. Las anomalas morales de

    semejante estado de la sociedad no pueden atribuirse sin ms

    a cualquier clase de eventos directamente relacionada con

    aqullos, y los acontecimientos que ms merecen nuestra

    aprobacin son los que tenan el poder de disolver tal estado

    del modo ms expeditivo. Resulta desafortunado para los que

    no pueden distinguir las palabras de los pensamientos que

    muchas de estas anomalas se hayan incorporado a nuestra

    religin popular.

    Fue en el siglo undcimo cuando los efectos de la poesa

    de los sistemas cristiano y caballeresco empezaron a

    manifestarse. El principio de igualdad haba sido descubierto

    y aplicado por Platn en su Repblica, en cuanto que regla

    terica para la distribucin entre los seres humanos de los

    materiales del placer y el poder producidos por las comunes

    habilidades y labor de aqullos. Segn l, las limitaciones a

    esta regla deban ser determinadas slo por la sensibilidad de

    cada uno o por la utilidad del resultado para todos. Platn,

    siguiendo las doctrinas de Timeo y Pitgoras, ense tambin

    una doctrina moral e intelectual que comprenda al mismo

    tiempo el pasado, presente y futuro de la condicin del

    hombre. Jess divulg las sagradas y eternas verdades

    contenidas en estas teoras y la cristiandad, en su abstracta

    pureza, se convirti en la expresin exotrica de las doctrinas

  • 36

    esotricas de la poesa y la sabidura de la antigedad. La

    incorporacin de las naciones clticas a la exhausta poblacin

    del Sur imprimi en esta ltima la figura de la poesa

    contenida en la mitologa e instituciones de las primeras. El

    resultado fue la suma de la accin y reaccin de todas las

    causas incluidas en ello, pues puede aceptarse como mxima

    que ninguna nacin o religin puede substituir a otra sin

    incorporar algo, al menos, de aqulla a la que substituye. La

    abolicin de la esclavitud personal y domstica y la

    emancipacin de las mujeres, en lo que a gran parte de las

    restricciones que les impusiera la antigedad se refera, fueron

    algunas de las consecuencias de estos eventos.

    La abolicin de la esclavitud personal constituye la base

    de la esperanza poltica ms alta que el hombre pueda

    concebir. La libertad de las mujeres produjo la poesa ertica.

    El amor se convirti en religin y los dolos de su culto, en

    presencias constantes. Fue como si las estatuas de Apolo y las

    Musas hubiesen cobrado vida y movimiento para caminar

    entre sus devotos, de forma que la tierra fuese poblada por los

    habitantes de un mundo ms divino. La apariencia y proceder

    familiares de la vida se hicieron celestiales y milagrosos, y fue

    como si surgiese un paraso de las ruinas del Edn. Y tal como

    esta creacin era en s misma poesa, poetas fueron sus

    creadores y el lenguaje, el instrumento de su arte: "Galeotto fu

  • 37

    illibro, e chi lo scrisse."6 Los trovadores o inventores

    provenzales precedieron a Petrarca, cuyos versos son como

    sortilegios capaces de liberar las ms profundas fuentes

    encantadas de la dicha que existe en las penas de Amor. Es

    imposible sentidos y no volverse parte de esa belleza que

    contemplamos: resultara superfluo explicar de qu modo la

    gentileza y la elevacin mental relacionadas con estas sagradas

    emociones pueden hacer a los hombres ms afables, ms

    generosos, ms sabios, y alzados por encima de los opacos

    vapores del pequeo mundo del egosmo. Dante comprendi

    los secretos del amor aun mejor que Petrarca. Su Vita Nuova es

    una fuente inagotable de pureza de sentimiento y de lenguaje:

    es la historia idealizada del periodo e intervalos de su vida

    dedicados al amor. La apoteosis de Beatriz en el Paraso y los

    grados del amor del poeta, as como de los encantos de su

    amada -escalones por los que finge ascender hasta el trono de

    la Causa Suprema-, constituyen la ms gloriosa imaginacin

    de la poesa moderna. Los crticos ms perspicaces han dado

    la vuelta apropiadamente al juicio del vulgo y al orden de los

    grandes actos de La Divina Comedia, en el sentido de la

    admiracin que tributan al Infierno, Purgatorio y Paraso. El

    ltimo es un himno perpetuo del amor imperecedero. El amor,

    que entre los antiguos hall un poeta digno en Platn

    6 "Galahad fue el libro y quien lo escribi" (Dante, lnferno, V.13?).

  • 38

    nicamente, ha sido celebrado por todo un coro de los grandes

    autores del mundo renovado, y su msica ha penetrado las

    cavernas de la sociedad y sus ecos ahogan todava la

    disonancia de las armas y la supersticin. A intervalos

    sucesivos, Ariosto, Tasso, Shakespeare, Spenser, Caldern,

    Rousseau y los grandes escritores de nuestra propia era han

    celebrado el dominio del amor plantando en la mente

    humana, por decido as, trofeos de esa sublime victoria sobre

    la sensualidad y la fuerza. La verdadera relacin entre los

    sexos que caracteriza a la especie humana ha empezado a

    comprenderse algo mejor y, si las opiniones e instituciones de

    la moderna Europa han llegado a reconocer parcialmente el

    error de confundir la diversidad entre los sexos con la

    desigualdad de sus capacidades, ello se lo debemos al culto del

    que la Caballera fue ley y los poetas, sus profetas.

    La poesa de Dante puede considerarse el puente tendido

    sobre la corriente del tiempo, uniendo el mundo moderno con

    el antiguo. Las distorsionadas nociones de cosas invisibles que

    Dante y su rival Milton idealizaron no son ms que la capa y la

    mscara con las que estos grandes poetas marchan,

    disfrazados, embozados, a travs de la eternidad. No resulta

    fcil determinar hasta qu punto fueron ellos conscientes de la

    distincin, que debi de subsistir de algn modo en sus

    mentes, entre sus propios credos y los del pueblo. Al menos

  • 39

    Dante parece haber querido sealar claramente esa diferencia

    colocando a Ripheo, al que Virgilio llama justissimus unus, en el Paraso y revelando as un capricho de lo ms hertico en lo

    que a la distribucin de recompensas y castigos se refiere. El

    poema de Milton, por otra parte, contiene una refutacin

    filosfica de ese sistema del que, por una extraa y al tiempo

    natural anttesis, aqul ha constituido un apoyo popular de

    primer orden. Nada puede superar la energa y magnificencia

    del personaje de Satn encarnado en el Paraso Perdido. Es un

    error suponedo destinado a la personificacin popular del

    mal. Odio implacable, paciente astucia y una acechante y

    refinada habilidad para la estratagema a fin de infligir la

    angustia ms extrema al enemigo, son las cosas que definen el

    mal. Y aunque veniales en el esclavo, no pueden perdonarse en

    el tirano. Y aunque redimidas en el cado por mucho de lo que

    ennoblece su derrota, estn marcadas por todo lo que

    deshonra la conquista del vencedor. Como entidad moral, el

    Diablo de Milton es muy superior a su Dios, del mismo modo

    que alguien que persevera en un propsito tenido por

    excelente a pesar de la adversidad y la tortura lo es a otro que,

    en la fra seguridad de un triunfo indubitable, inflige la ms

    espantosa venganza a su rival; y ello no con el fin desacertado

    de hacerle arrepentirse de su enemistad, sino con el objetivo

    declarado de exasperado e inducido a merecer nuevos

  • 40

    tormentos. Milton ha violado el credo popular (si es que a esto

    puede llamrsele violacin) hasta el punto de haber negado a

    su Dios la superioridad moral sobre su Demonio. Y tan

    valiente omisin de un propsito moral directo es la prueba

    ms decisiva de la supremaca del genio de este poeta. Milton

    mezcl, por as decido, los elementos de la naturaleza humana

    como colores en una misma paleta y los us para su gran

    composicin de acuerdo con las leyes de la verdad pica, esto

    es, las leyes de ese principio por el que una serie de acciones

    del universo externo y de seres inteligentes y ticos es

    destinada a provocar la simpata de sucesivas generaciones de

    la humanidad. La Divina Comedia y el Paraso Perdido han proporcionado una forma sistemtica a la mitologa moderna

    y, cuando el tiempo y el cambio hayan aadido una

    supersticin ms al nmero de las que se han alzado y

    derrumbado sobre la tierra, los comentadores se dedicarn

    eruditamente a dilucidar la religin de la antigua Europa, no

    del todo olvidada pues un da fue tocada con la eternidad del

    gemo.

    Homero fue el primer poeta pico y Dante el segundo, es

    decir, el segundo poeta cuyas creaciones guardan una relacin

    inteligible y definida con el conocimiento, sentimiento,

    religin y las condiciones polticas de la poca en que vivi y

    de las edades siguientes, y se desarrollan en correspondencia

  • 41

    con estas ltimas. Lucrecio manch las alas de su gil espritu

    con los posos del mundo sensible. Virgilio, con una modestia

    que mal corresponda a su genio, afect la pose de un imitador

    a pesar de que creaba de nuevo todo aquello que copiaba. Y

    aunque dulces fueron las notas de Apolonio de Rodas, Quinto

    Calaber de Esmirna, Nonno, Lucano, Estacio o Claudiano,

    ninguna de estas aves de repeticin trat siquiera de satisfacer

    la mnima condicin de la verdad pica. Milton fue el tercer

    Poeta pico. Pues si el ttulo pico en su sentido ms alto debe

    serle negado a la Eneida, menos aun puede concedrseles al

    Orlando Furioso, Jerusaln Liberada, Las Lusiadas o La Reina Hada.7

    Tanto Dante como Milton se hallaban profundamente

    penetrados por la antigua religin del mundo civilizado y el

    espritu de esta ltima existe en su poesa, probablemente, en

    la misma proporcin en que sus formas sobrevivieron en el

    culto no reformado de la moderna Europa. El primero

    precedi y el segundo sigui la Reforma a intervalos

    equivalentes. Dante fue el primer reformador religioso y, si

    Lutero lo super, fue ms en rudeza y acrimonia que en la

    audacia de sus censuras a la usurpacin papal. Dante fue el

    primero en despertar a la hipnotizada Europa; cre, a partir

    7 Obras, respectivamente, de Ariosto y Tasso en italiano, Luis de Camoens en portugus y del dramaturgo isabelino Edmund Spenser.

  • 42

    de un caos de discordantes barbarismos, una lengua que era

    msica y persuasin. Fue l quien congreg a los grandes

    espritus que presidieron la resurreccin del cultivo del

    conocimiento; el Lucifer8 de ese tropel de estrellas que en el

    siglo XIII brillaron desde la Italia republicana como desde un

    cielo, iluminando las tinieblas de un mundo anonadado. Sus

    mismas palabras estn impregnadas de espritu; cada una de

    ellas es una chispa de luz, un tomo ardiente de inextinguible

    pensamiento, y muchas yacen todava cubiertas por las cenizas

    de su nacimiento, preadas con un relmpago que no ha

    encontrado an el medio en que fulgurar. Toda alta poesa es

    infinita, es como la primera bellota, que contena

    potencialmente todos los robles. Puede retirrsele velo tras

    velo sin que la ms ntima y hermosa desnudez de su

    significado llegue a quedar expuesta. Un gran Poema es un

    manantial rebosante para siempre de aguas de dicha y

    sabidura: cuando una persona y una poca han agotado toda

    su divina emanacin, cuyas peculiares relaciones les permiten

    compartir, otras y aun otras les suceden desarrollando

    siempre nuevas relaciones, fuente de imprevisto e

    inconcebible deleite.

    La era que sigui directamente a la de Dante, Petrarca y

    Bocaccio se caracteriz por un renacer de la pintura, escultura,

    8 'Portador de la Luz', estrella de la maana.

  • 43

    msica y arquitectura. Chaucer capt la sagrada inspiracin y

    por ello la superestructura de la literatura inglesa est basada

    en los materiales de la invencin italiana.

    Pero no nos desviemos de la defensa de la Poesa hacia

    una historia crtica de la misma y su influencia en la Sociedad.

    Baste haber sealado los efectos de los poetas, en el sentido

    amplio y verdadero del trmino, sobre su tiempo y todos los

    tiempos sucesivos y haber retomado los ejemplos parciales

    citados en Las Cuatro Edades de la Poesa aunque, en este caso, sea para sustentar la opinin contraria de la establecida

    all.

    Ahora bien, se ha pretendido arrebatar la corona cvica

    de los poetas para entregrsela a razonadores y mecnicos de

    acuerdo con otro pretexto. Se admite que el ejercicio de la

    imaginacin es de lo ms delicioso, pero se aade que el de la

    razn es ms til. Examinemos, en cuanto que fundamento de

    esta distincin, qu se quiere decir con Utilidad. El placer o el

    bien en general es lo que busca la consciencia de un ser

    sensitivo e inteligente y aquello en lo que, una vez hallado, se

    complace. Hay dos tipos de placer: uno perdurable, universal

    y permanente, y otro transitorio y particular. La utilidad

    puede expresar o bien los medios de producir el primero, o

    bien los medios de producir el segundo. En el primer sentido,

    todo lo que fortalece y purifica los afectos, ampla la

  • 44

    imaginacin y aade espritu al sentir es til. Pero el

    significado que parece haber dado a la palabra utilidad el

    autor de Las Cuatro Edades de la Poesa es ms estrecho, el que

    consiste en eliminar las importunas necesidades de nuestra

    naturaleza animal, hacer segura la vida de las gentes,

    ahuyentar los ms groseros engaos de la supersticin y

    establecer un grado de tolerancia mutua entre los hombres

    compatible con las motivaciones surgidas del deseo de ventaja

    personal.

    No cabe duda de que quienes propugnan la utilidad en

    este sentido limitado tienen su funcin en la sociedad. Siguen

    los pasos de los poetas y copian bosquejos de sus creaciones

    en el libro de la vida ordinaria. Crean espacio y proporcionan

    tiempo. Sus esfuerzos resultan del ms alto valor, siempre y

    cuando cian su administracin de los asuntos de los poderes

    inferiores de nuestra naturaleza a su rea especfica, sin

    invadir la de las facultades superiores. Ahora bien, mientras el

    escptico destruye groseras supersticiones, que evite

    desfigurar, tal como ciertos escritores franceses lo han hecho,

    las verdades eternas inscritas en la imaginacin de los

    hombres. Mientras el mecnico abrevia, resume, y el

    economista poltico crea sus alianzas, ejerce su influencia, que

    se cuiden de que sus especulaciones, por falta de

    correspondencia con esos primeros principios que pertenecen

  • 45

    a la imaginacin, tiendan a exasperar al mismo tiempo los

    extremos del lujo y la necesidad, tal como ha ocurrido en la

    Inglaterra moderna. stos han ejemplificado el dicho: "Al que

    posee, ms le ser dado; y al que no tiene, lo poco que tiene se

    le arrebatar."9 Los ricos se han hecho ms ricos y los pobres,

    ms pobres; y el bajel del estado va a la deriva entre las Escila

    y Caribdis de la anarqua y el despotismo. Tales son siempre

    los efectos de un exacerbado ejercicio de la facultad

    calculadora.

    Es difcil definir el placer en su ms alto sentido, puesto

    que semejante definicin implica una serie de aparentes

    paradojas. Y ello porque, debido a un inexplicable defecto de

    armona en la constitucin de la naturaleza humana, el dolor

    de las partes inferiores de nuestro ser est frecuentemente

    relacionado con los placeres de las superiores. La tristeza, el

    terror, la angustia, la misma desesperacin son a menudo

    escogidas expresiones de una aproximacin al bien ms

    elevado. Nuestra aficin a la ficcin trgica depende de este

    principio: la tragedia deleita porque proporciona una sombra

    del placer que existe en el dolor. ste es el origen tambin de

    la melancola que acompaa siempre a las melodas ms

    dulces. El placer que hay en la pena es ms dulce que el placer

    del placer mismo. Y de ah el dicho: "Ms vale ir a la casa del

    9 Mateo, 25:29; Marcos, 4:25; Lucas, 8:18, 19:26.

  • 46

    duelo que a la casa del regocijo."10 No es que la especie ms

    elevada de placer est necesariamente unida al dolor. La dicha

    del amor y la amistad, el xtasis en la admiracin de la

    naturaleza, el gozo en la percepcin y -ms aun- en la creacin

    de la poesa, a menudo son sentimientos sin ninguna mezcla.

    Producir y asegurar el placer en este sentido elevado es

    autntica utilidad. Los que producen y preservan esta forma

    de placer son Poetas o filsofos poticos.

    Los esfuerzos de Locke, Hume, Gibbon, Voltaire,

    Rousseau, y sus discpulos, a favor de la engaada y oprimida

    humanidad, merecen la gratitud de todos nosotros. Sin

    embargo, es fcil calcular el grado de desarrollo moral e

    intelectual que el mundo habra mostrado de no haber

    existido ellos. Algo ms de sinsentido se habra discutido

    durante un siglo o dos y puede que unos cuantos hombres,

    mujeres y nios ms hubieran ardido como herejes. Puede,

    incluso, que en este momento no estuviramos felicitndonos

    por la abolicin de la Inquisicin espaola. Pero excede toda

    imaginacin lo que hubiera sido la condicin moral del mundo

    de no haber existido Dante, Petrarca, Bocaccio, Chaucer,

    Shakespeare, Caldern, lord Bacon o Milton; si no hubieran

    nacido ni Miguel ngel ni Rafael; si no se hubiera traducido

    nunca la poesa hebrea; si el renacimiento del estudio de la

    10 Eclesiasts, 7:2.

  • 47

    literatura griega no hubiera tenido lugar; si no hubiera llegado

    hasta nosotros ningn monumento de la escultura antigua; o

    si la poesa de la religin del mundo antiguo se hubiera

    extinguido con su credo. Nunca habra podido la mente

    humana, excepto por la intervencin de estos factores, haber

    despertado a la invencin de las ciencias ordinarias y a la

    aplicacin del razonamiento analtico a las aberraciones de la

    sociedad... ejercicio que ahora se intenta exaltar por encima de

    la expresin directa de la facultad inventiva y creativa misma.

    Poseemos ms sabidura moral, poltica e histrica que la

    que somos capaces de poner en prctica; tenemos ms

    conocimiento cientfico y econmico del que podemos aplicar

    a la justa distribucin del producto que aqul multiplica. La

    poesa en estos sistemas de pensamiento queda oculta por la

    acumulacin de hechos y de procesos de clculo. No falta

    conocimiento en lo que respecta a la moral, gobierno y

    economa poltica, o al menos en lo que respecta a lo que es

    mejor y ms sabio de lo que los seres humanos practican y

    soportan ahora. Pero dejamos que un "No me atrevo espere al yo

    quisiera, como el pobre gato del adagio."11 Queremos que la

    facultad creativa imagine eso que conocemos; queremos que el

    impulso generoso ponga en prctica eso que imaginamos;

    11 Shakespeare, Macbeth, I.vii.44-45. El adagio, citado en los Proverbios de

    Heywood, un contemporneo de Shakesperare, es: Catus amat pisces, sednon vult tingere plantas (El gato quiere peces y no mojarse los pies).

  • 48

    queremos la poesa de la vida: nuestros clculos han dejado

    atrs toda concepcin; hemos comido ms de lo que podemos

    digerir. El cultivo de las ciencias que han ampliado los lmites

    del imperio del hombre sobre el mundo externo ha reducido,

    por falta de la facultad potica, el mundo interior. Y el

    hombre, tras haber esclavizado a los elementos, sigue siendo,

    l mismo, un esclavo. A qu atribuiremos el abuso de toda

    invencin destinada a simplificar y concertar el trabajo, para

    exacerbacin de la desigualdad humana, sino al cultivo de las

    artes mecnicas en un grado desproporcionado a la

    intervencin de la facultad creativa, que es la base de todo

    conocimiento? De qu otra causa procede el que los

    descubrimientos que debieran haber aliviado la maldicin

    impuesta a Adn le hayan aadido un peso aun mayor? La

    Poesa y el principio del Yo, del que el dinero es la encarnacin

    visible, son el Dios y el Mammn del mundo.

    Las funciones de la facultad potica son dobles: por

    medio de unas, crea nuevos materiales de conocimiento,

    poder y placer; por medio de otras, genera en la mente el

    deseo de reproducidos y organizarlos de acuerdo con ciertos

    ritmo y orden que pueden denominarse lo bello y lo bueno.

    Nunca resulta tan deseable el cultivo de la poesa como en

    periodos en que, debido a un exceso del principio egosta y

    calculador, la acumulacin de materiales de la vida externa

  • 49

    supera la capacidad de asimilarlos de acuerdo con las leyes

    internas de la naturaleza humana. El cuerpo se ha hecho

    entonces demasiado inmanejable para aquello que lo anima.

    La Poesa es, en efecto, algo divino. Es al mismo tiempo

    el centro y la circunferencia del conocimiento; es lo que

    comprende toda ciencia y aquello a lo que toda ciencia debe

    referirse. Es a un tiempo la raz y la flor de todos los dems

    sistemas de conocimiento: todo brota de ella, y ella todo lo

    adorna. Es aquello que, marchito, hace imposible el fruto y la

    semilla, y niega al mundo estril el alimento tanto como la

    sucesin de retoos en el rbol de la vida. Es la faz perfecta y

    consumada de las cosas, su ltima floracin; es lo que el olor y

    el color de la rosa a la textura de los elementos que la

    componen, lo que la forma y esplendor de la belleza impollita

    a los secretos de la anatoma y la corrupcin. Qusera de la

    Virtud, Amor, Patriotismo y Amistad, qu de este hermoso

    Universo que habitamos, qu consuelos tendramos a este lado

    de la sepultura, y cules seran nuestras aspiraciones ms all

    de ella, si la Poesa no ascendiera a las alturas para portarnos

    luz y fuego de esas regiones eternas a las que la facultad

    calculadora, con sus alas de lechuza, no se atreve a

    remontarse? La Poesa no es como el razonamiento, un poder

    que debe ejercerse de acuerdo con la determinacin de la

    voluntad. No puede decir un hombre: "Voy a componer

  • 50

    poesa." Ni siquiera el ms grande de los poetas puede decirlo,

    pues la mente en el acto de creacin es como un ascua

    mortecina que una influencia invisible, al igual que un viento

    inconstante, despierta a un transitorio resplandor. Este poder

    surge desde dentro, como el color de una flor que se debilita y

    cambia a medida que se desarrolla, sin que la parte consciente

    de nuestra naturaleza pueda anticipar su arribada o su

    partida. Si esta influencia perdurase en su pureza y fuerza

    originales, es imposible predecir la grandeza de sus

    resultados. Pero, cuando la composicin comienza, la

    inspiracin est ya en su declive y la poesa ms gloriosa que

    jams haya sido comunicada al mundo no es, probablemente,

    sino una debilitada sombra de la concepcin original del

    poeta. Apelo a los ms grandes Poetas de hoy en da para

    determinar si es un error o no el decir que los pasajes ms

    logrados de la poesa son el resultado de la labor y el estudio.

    El esfuerzo y el plazo recomendado por los crticos no significa

    nada ms que una cuidadosa observacin de los momentos

    inspirados y una conexin artificial de sus sugestiones

    salvando los espacios entre ellas por medio de una urdimbre

    de expresiones convencionales: necesidad impuesta

    nicamente por las limitaciones de la misma facultad potica.

    Milton concibi el Paraso Perdido como una totalidad antes de afrontar sus partes. Tambin nos confirma su autoridad

  • 51

    que la Musa le "dict" su "impremeditado canto"12, y que

    responda esto a aquellos que alegan las cincuenta y seis

    diversas lecturas del primer verso del Orlando Furioso.

    Composiciones as producidas son a la poesa lo que el

    mosaico a la pintura. Este instinto e intuicin de la facultad

    potica resulta aun ms perceptible en las artes plsticas y

    pictricas: una gran estatua o cuadro crecen bajo el poder del

    artista como un nio en el seno de su madre y la misma mente

    que dirige las manos formadoras es incapaz de dar cuenta del

    origen, gradaciones o medios del proceso.

    La Poesa constituye la crnica de los mejores y ms

    dichosos momentos de las mentes mejores y ms dichosas.

    Percibimos evanescentes visitaciones de pensamiento y

    sentimiento asociadas a veces con lugares o personas, relativas

    otras veces slo a nuestra propia mente, y siempre llegando

    imprevistas para partir a su antojo, pero estimulantes y

    deliciosas ms all de toda expresin. Tanto que incluso en el

    anhelo y nostalgia que dejan no puede haber ms que placer,

    participando aqullos como lo hacen de la naturaleza de su

    objeto. Es como si se tratase de la interpenetracin de nuestra

    naturaleza por otra ms divina, pero sus pasos son como los

    del viento sobre el mar, que la calma subsiguiente borra y cuyo

    recuerdo queda slo en la arena corrugada que lo pavimenta.

    12 Milton, Paraso Perdido, IX.21-24

  • 52

    stas y otras condiciones correspondientes son

    experimentadas, sobre todo, por aquellos que poseen la

    sensibilidad ms delicada y la imaginacin ms vasta, y el

    estado mental producido por ellas es incompatible con

    cualquier deseo abyecto. El entusiasmo de la virtud, el amor,

    el patriotismo y la amistad est esencialmente vinculado a

    estas emociones y, mientras duran, el yo aparece como lo que

    es, un mero tomo en comparacin con el Universo. Los

    poetas no slo son receptivos a estas experiencias en cuanto

    que espritus de la ms refinada organizacin, sino que

    pueden colorear todo aquello que combinan con las

    tonalidades evanescentes de este mundo etrico. Una palabra,

    un rasgo en la representacin de una escena o de una pasin,

    tocar esa fibra encantada y reanimar, en aquellos que

    alguna vez han experimentado estas emociones, la dormida,

    fra, sepultada imagen pasado. La poesa hace inmortal as

    todo lo mejor y ms bello de este mundo. Detiene las

    vanecientes apariciones que pueblan los interlunios de la vida

    y, cubrindolas de un velo de palabras o de forma, las enva

    entre la humanidad portando dulces nuevas de anloga dicha

    a aqullos con los que sus hermanas moran -moran, porque

    no hallan un portal de expresin entre las cavernas del

    espritu que habitan y el universo de las cosas externas. La

  • 53

    poesa salva de su declinar a las visitaciones de la divinidad en

    el hombre.

    La poesa vuelve todas las cosas amables. Exalta la

    belleza de lo bello y aade hermosura a lo ms deforme.

    Marida exultacin y horror, dolor y placer, eternidad y

    cambio; fuerza a la unin, bajo su yugo liviano, a todo lo

    irreconciliable. Transmuta todo lo que toca y cada forma bajo

    el fulgor de su presencia es transformada, por medio de una

    extraordinaria simpata, en una encarnacin del espritu que

    aqulla respira. Su secreta alquimia torna en oro potable las

    aguas ponzoosas que desde la muerte fluyen a travs de la

    vida. Arranca al mundo su velo de familiaridad y pone al

    descubierto la desnuda y dormida belleza que constituye el

    espritu de sus formas.

    Todas las cosas existen en cuanto que percibidas, al

    menos en relacin al perceptor. "La mente es su propio

    espacio y puede hacer del infierno un cielo, del cielo un

    infierno." Pero la poesa anula la maldicin que nos encadena

    al accidente de las impresiones circundantes. Y ya despliegue

    su historiado cortinaje o retire de la escena de las cosas el velo

    oscuro de la vida, crea para nosotros un ser dentro de nuestro

    ser. Nos hace habitantes de un mundo para el que el mundo

    familiar es un caos. Reproduce el universo comn del que

    nosotros somos partes y perceptores purgando nuestra visin

  • 54

    interior de la telilla de familiaridad que nos vela el milagro de

    nuestro ser. Nos obliga a sentir lo que percibimos y a imaginar lo que conocemos. Crea de nuevo el universo tras haber sido

    ste aniquilado en nuestras mentes por la recurrencia de

    impresiones embotadas de pura iteracin. Y justifica a Tasso

    cuando valiente y justamente dice: "Non merita no me di

    creatore, se non Iddio ed il Poeta. "13

    Un Poeta, en cuanto que autor para otros de la sabidura,

    placer, virtud y gloria ms altos, debera ser en su persona el

    ms feliz, ms sabio, ms ilustre y mejor de los hombres. Por

    lo que respecta a su gloria, que el Tiempo declare si la fama de

    cualquier institutor de la vida humana es comparable a la de

    un poeta. Que es el ms sabio, feliz y el mejor, en cuanto que

    poeta, resulta igualmente incontrovertible: los grandes poetas

    han sido hombres de la ms impecable virtud, de la prudencia

    ms consumada y, si pudisemos contemplar las

    interioridades de sus vidas, han sido tambin los ms

    afortunados de los hombres. Las excepciones, en lo que

    respecta a aquellos que poseen la facultad potica en un grado

    elevado pero algo inferior, confirman ms que anulan esta

    regla, si se las considera en su justa medida. Pongmonos por

    un momento a la altura del juicio popular y, usurpando y

    uniendo en nuestra persona los incompatibles aspectos del

    13 No merece el nombre de Creador sino Dios y el Poeta".

  • 55

    acusador, testigo, juez y ejecutor, decidamos sin juicio,

    testimonio o formalidad que ciertos rasgos de aquellos que

    "ocupan lugares all donde nosotros no nos atrevemos a

    remontarnos"14 son reprensibles. Asumamos que Homero

    fuese un borracho, Virgilio un adulador, Horacio un cobarde,

    Tasso un demente, lord Bacon un especulador, Rafael un

    libertino, y Spenser un poeta laureado. Sera inconsistente

    aqu para nosotros citar a poetas vivos, pero la Posteridad ha

    hecho amplia justicia a los grandes nombres referidos. Sus errores han sido sopesados y considerados nada ms que

    polvo en la balanza; si sus pecados "eran escarlata, son blancos

    ahora como la nieve",15 han sido lavados en la sangre del

    Tiempo mediador y redentor. Observad en qu caos absurdo

    se han mezclado las imputaciones de crimen real o ficticio con

    las calumnias contemporneas contra la poesa y los poetas;

    pensad qu pocas cosas son lo que parecen o parecen lo que

    son; fijaos en vuestras propias razones y no juzguis a fin de

    no ser juzgados.

    Tal como se ha dicho, la poesa difiere de la lgica en que

    no est sujeta al control de los poderes activos de la mente y

    en que su surgimiento o recurrencia no guarda

    necesariamente relacin con la consciencia o voluntad.

    14

    Milton, Paraiso Perdido, IV.829. 15

    Isaias 1, 1:18. 43 Mateo, 7: 1.

  • 56

    Resulta presuntuoso creer que stas son las condiciones

    necesarias de toda causacin mental, cuando se experimentan

    efectos mentales que no son susceptibles de atribuirse a ellas.

    La recurrencia frecuente del poder potico, puede muy bien

    suponerse, producir en la mente un hbito de orden y

    armona correlativo a su propia naturaleza y a sus efectos en

    otras mentes. Pero en los intervalos de la inspiracin, y stos

    pueden ser frecuentes sin ser duraderos, el poeta se vuelve un

    hombre y queda abandonado al brusco reflujo de las

    influencias bajo las que los dems viven normalmente. Ahora

    bien, puesto que est organizado de una manera ms delicada

    que otros hombres y es ms sensible al dolor y al placer,

    propios y ajenos, hasta un grado desconocido para el resto,

    evitar el primero y perseguir al segundo con un ardor

    proporcional a su diferente naturaleza. Y se hace detestable y

    objeto de calumnia cuando ignora aquellos casos en los que

    estos objetos de universal bsqueda y evitacin se han

    disfrazado el uno del otro.

    Pero no hay nada necesariamente maligno en este error;

    y as se observa que ni la crueldad, ni la envidia, ni la

    venganza, ni la avaricia, ni las pasiones puramente malficas

    se han contado entre las imputaciones populares formuladas

    contra las vidas de los poetas.

  • 57

    He credo importante para la causa de la verdad dar

    constancia de estas reflexiones a medida y en el orden en que

    acudan a mi mente al ponerme a considerar este tema, en

    lugar de seguir el del tratado que me ha inducido a hacedlas

    pblicas. As, aunque exentas de la formalidad de una rplica

    polmica, si la opinin que contienen es acertada, constituirn

    una refutacin de Las Cuatro Edades de la Poesa, o cuando

    menos de todo lo que respecta a la primera parte de su

    exposicin. No me cuesta imaginar qu ha concitado la bilis

    del cultivado e inteligente autor del texto y me confieso, como

    l, reacio a dejarme asombrar por las Teseidas de los roncos

    Codros de nuestra poca. Bavio y Maevio fueron sin duda

    personas insufribles. Pero compete al crtico filosfico

    distinguir ms que confundir.

    La primera parte de estas reflexiones trata de los

    elementos y principios de la Poesa y se ha mostrado, en la

    medida en que los estrechos lmites asumidos en ella lo han

    permitido, que lo que se llama poesa en sentido restringido

    tiene un origen comn con todo el resto de formas de orden y

    belleza que sirven para organizar los materiales de la vida

    humana y que constituye la poesa en su sentido universal.

    La segunda parte tendr por objeto la aplicacin de estos

    principios al estado presente del cultivo de la Poesa, as como

    una defensa del intento de idealizar las formas modernas de

  • 58

    las costumbres y opinin, forzndola a subordinarse a la

    imaginacin y a la facultad creativa. Y ello porque la literatura

    de Inglaterra, de la que siempre una enrgica floracin ha

    precedido o acompaado a cualquier desarrollo grande y libre

    de la voluntad nacional, se ha alzado como de un nuevo

    nacimiento. A pesar de la rastrera envidia que pretende

    minusvalorar el mrito contemporneo, la nuestra ser una

    poca memorable en logros intelectuales. Vivimos entre

    filsofos y poetas que estn ms all de toda comparacin con

    cualquier otro surgido desde la ltima contienda nacional por

    las libertades civiles y religiosas. El heraldo, el camarada, el

    seguidor ms indefectible del despertar de un gran pueblo,

    quien puede dar lugar a un cambio ms beneficioso en opinin

    o institucin, es la Poesa. En tales periodos aumenta el poder

    de comunicar y recibir concepciones intensas y apasionadas

    sobre el hombre y la naturaleza. Las personas en las que este

    poder reside a menudo parecen mostrar, en ciertos aspectos

    de su naturaleza, poca correspondencia con el espritu del bien

    del que son ministros. Pero incluso cuando niegan y abjuran

    del Poder que ocupa el trono de sus propias almas, se ven

    obligadas a servido. Es imposible leer las composiciones de los

    escritores del presente sin que la vida elctrica que arde en sus

    palabras nos conmocione. Tales figuras miden la

    circunferencia y sondan las profundidades de la naturaleza

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    humana con espritu comprehensivo y penetrante, y son ellos,

    quizs, los ms sinceramente asombrados por sus

    manifestaciones, pues en definitiva no se trata tanto de su

    propio espritu como del espritu de la poca. Los poetas son

    los hierofantes de una inalcanzada inspiracin, los espejos de

    las sombras gigantescas que el futuro arroja sobre el presente,

    las palabras que expresan lo que ellos mismos no entienden;

    son las trompetas que saludan la batalla sin sentir ellas

    mismas lo que inspiran, la influencia que mueve sin ser

    movida por nada. Los poetas son los legisladores no

    reconocidos del Mundo.