Deberes Cristianos Hostil - stbm.mxstbm.mx/images/quienes-somos/predica/Revista-Predica7.pdf ·...

20
“que prediques la Palabra...” 2 Timoteo 4:2 ÓRGANO FORMATIVO E INFORMATIVO DEL SEMINARIO TEOLÓGICO BAUTISTA MEXICANO DICIEMBRE / 2013 Relaciones Interpersonales en la comunidad Cristiana Los Deberes Cristianos Hostil ante el mundo Masculinidad al estilo de JESÚS

Transcript of Deberes Cristianos Hostil - stbm.mxstbm.mx/images/quienes-somos/predica/Revista-Predica7.pdf ·...

“que prediques la Palabra...” 2 Timoteo 4:2

ÓRGANO FORMATIVO E INFORMATIVO DEL SEMINARIO TEOLÓGICO BAUTISTA MEXICANO

DICIEMBRE / 2013

RelacionesInterpersonales

en la comunidadCristiana

Interpersonalesen la comunidadInterpersonales

en la comunidad LosDeberes Cristianos

Hostilante el

mundo

Deberes CristianosDeberes CristianosDeberes CristianosMasculinidad

al estilo de JESÚS

“que prediques la Palabra...” 2 Timoteo 4:2

DIRECTORIO

Director y Editor: Misael Pascual López

Diseño Editorial: Adán R. Fuentes Barrera

[email protected]

Distribución y Publicidad:Edgar A. López De la Paz

Lizbeth J. Azcorra Robledo

DIRECTORIO DEL S.T.B.M.

Presidente de la C.N.B.M.: José Trinidad Bonilla Morales

Vicepresidente de Educación Teológica: Elías Salvador Ramírez López

Presidente de CoEducate: Susana Irene Blake de Ramírez

Director: Daniel Jiménez TorijaDecano Académico: Misael Pascual López

Administrador: Fernando Hernández Zepeda

ÓRGANO FORMATIVO E INFORMATIVO DEL SEMINARIO TEOLÓGICO BAUTISTA MEXICANO

DICIEMBRE / 2013

Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.

Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo,

antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.

Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor.

Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado

mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa

de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si yo no hubiera venido,

ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.

Juan 15:18-22

EDITORIAL Por Misael Pascual

Misael Pascual López

Construir relaciones sanas una necesidad

“La Biblia nos enseña a relacionarnos con los de la familia, con los vecinos, con los amigos, con los empleados,

con los superiores, con los débiles, con los que se han convertido en nuestros enemigos; en fin,

con todas las personas”.

Absolutamente nadie vive sin relaciones y nadie

puede prescindir de ellas. Es cierto que mientras

algunos tienen relaciones interpersonales sanas

con los que les rodean, otros viven y sufren en

medio de relaciones quebrantadas, pero nadie está

aislado.

Oscar Thompson en “Círculos Concéntricos”

apunta que la cosa que satisface el deseo más

profundo del ser es la relación con alguien. Esto se

fundamenta en el hecho de que el hombre es un ser

social; fue creado para relacionarse. De esta forma,

podemos afirmar que la falta de relaciones

interpersonales es una imposibilidad, así como

también aseguran los estudiosos en la materia que

lo es la comunicación.

De ahí que, si hemos de coexistir con otros, las

relaciones son insoslayables, por lo que es

menester que las mismas se lubriquen mediante

acciones y actitudes intencionales que conduzcan

a interacciones personales llevaderas, y aun

felices, lo cual es enteramente posible. Lo anterior

implica que tener relaciones interpersonales sanas

y satisfactorias no tiene que ver con lo que los

demás hacen o dejan de hacer, sino con uno

mismo. Es decir, somos nosotros los que tenemos

que hacer esfuerzos conscientes y deliberados en

la construcción de esta clase de relaciones. A esto

es lo que se llama proactividad.

En esto, la Palabra de Dios abunda en mandatos y

ejemplos que los creyentes en Jesús debemos

seguir si en ello hemos de ser exitosos. La Biblia

nos enseña a relacionarnos con los de la familia,

con los vecinos, con los amigos, con los

empleados, con los superiores, con los débiles, con

los que se han convertido en nuestros enemigos;

en fin, con todas las personas. Pero en todos los

casos pone sobre nuestros hombros la

responsabilidad de tomar la iniciativa y emprender

la construcción según se deduce de los mandatos.

Es entonces, una actitud sabia acudir a la Biblia

para saber cómo conducirnos en este campo tan

especial de nuestra vida.

El presente número de Predica! está dedicado al

tema de las relaciones interpersonales por la

importancia que este aspecto reviste para todos los

seres humanos, pero con particularidad para los

hijos de Dios. Esperamos que los aportes vertidos

contribuyan con ideas, sugerencias, recordatorios

y exhortaciones para la búsqueda de relaciones

interpersonales bendecidas.

¡Ánimo!

Relacionesinterpersonales

en la comunidadCristiana

Relaciones

Irma Patricia Zavala López

“Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. (Romanos 12:10)

Los seres humanos fuimos creados para vivir en comunidad, no en aislamiento. Esta disposición divina se concreta a través de la familia, la iglesia y la sociedad. Pero dicha realidad nos desafía a mejorar nuestras relaciones interpersonales ya que los miembros de la comunidad nos necesitamos mutuamente para nutrirnos física, emocional y espiritualmente. Esto es aún más cierto para los cristianos, puesto que la concreción de este ideal nos permite cumplir con nuestro propósito y vocación al ser llamados a servir en el reino de Dios.

Sin embargo, no siempre resulta fácil establecer buenas relaciones en la familia, en la iglesia o en la sociedad. Muchas veces diferimos en lo que consideramos mejor para llevar a cabo algún propósito o para satisfacer alguna necesidad. Esto, no obstante estar seguros de la dirección de Dios, pues cada uno interpreta la realidad de acuerdo con su propia perspectiva y experiencia.

Con frecuencia las tensiones se manifiestan porque no logramos establecer acuerdos satisfactorios. Las diferencias que también llamamos problemas, al no resolverse, según Peck “suscitan en nosotros frustración o dolor, tristeza o sensación de soledad o culpabilidad o arrepentimiento o cólera o miedo o ansiedad o angustia o desesperación.” Esto se agrava en condiciones de indiferencia para buscar soluciones, y dejar que otros resuelvan el problema. Esta es la realidad que se aprecia en muchas familias e iglesias que son los contextos más palpables donde se ponen en evidencia los efectos de los problemas.

En el presente ensayo daremos una mirada a un suceso particular relacionado con un fuerte desacuerdo entre dos siervos de Dios que podemos reconocer como incansables misioneros y amantes de su obra: Pablo y Bernabé. El suceso se registra en Hechos 15:36-41. Y aunque el mismo no parezca ser el mejor ejemplo para la resolución de conflictos, si ofrece el contexto para buscar aplicaciones y abrir caminos para mejorar nuestras relaciones interpersonales.

Pero antes de pasar al análisis, haremos un breve recordatorio de sus antecedentes. En Hechos 11:22-26, se nos informa que Bernabé era un varón bueno y lleno del Espíritu Santo. Cuando Pablo se convirtió fue Bernabé quien le introdujo a la comunidad de los discípulos ya que éstos tenían temor de él (Hechos 9:26-27).

Relaciones interpersonales

en la comunidad Cristiana

Relaciones

“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley”. (Romanos 13:8)

Por otro lado, de Pablo sabemos su incansable labor y amor por la obra de Dios. Hasta antes del conflicto que estamos tratando ya había realizado su primer viaje misionero precisamente en compañía de Bernabé (Hechos 13). Después de que hicieran juntos este viaje misionero, predicando, enseñando, sufriendo juntos las persecuciones, fueron convocados a Jerusalén para contribuir en la solución de una polémica en torno a la circuncisión (Hechos 15). En dicho evento la asamblea escuchó a Bernabé y a Pablo, y después de ese concilio ellos regresaron a Antioquia donde permanecieron enseñando y predicando por un tiempo más. Un elemento más a considerar en este contexto histórico es un relato de Pablo en Gálatas 2:11-13: el hecho de que cuando Pedro vino a Antioquia comía con los gentiles, pero cuando llegaron los judíos, se apartaba de aquellos porque temía a los de la circuncisión, y “aun Bernabé había sido arrastrado por la hipocresía de ellos”. Ante esto, Pablo los enfrenta, y pese a eso la relación con Bernabé había continuado.

Si bien los desacuerdos y las tensiones en las relaciones interpersonales son una realidad, muchas veces tendemos a concebirlos como una debilidad propia de aquellos que no están viviendo una verdadera espiritualidad. Sin embargo, al descubrirlas en estos siervos de Dios, de quienes claramente la Palabra dice que estaban llenos del Espíritu Santo, podemos ver con mayor objetividad cómo una situación de conflicto es totalmente posible y nada ajena a cualquier ser humano.

Las malas relaciones interpersonales se dan aun en los vínculos seguros.

Podríamos asegurar que es en las relaciones interpersonales de mayor confianza donde con mayor frecuencia e intensidad se dan los desacuerdos. Esto no es así en el trato con los desconocidos donde se busca más la diplomacia, pues sabemos que de lo contrario habrá mayores riesgos de pérdidas. Si me enojo con mi jefe sé que podría ser despedido; si estoy tramitando un servicio y me enojo más allá de lo permisible, quién sabe si obtenga lo que deseo. Sabemos entonces, que es mejor conservar la calma en tales casos. Ahora bien, cuando esto no es posible, y surge la mala relación, como se trata de desconocidos y posiblemente no se vuelva a ver a esa persona, el incidente podría pasar al olvido; aunque nos haya lastimado, no le daremos demasiada importancia.

Sin embargo, cuando hay vínculos de relación las cosas son distintas. Cuando se trata del cónyuge, padres, hermanos, amigos, parientes, pastores, donde nos conocemos, donde hay trato y continuidad en la relación, tener un conflicto y romper puede ser doloroso.

¿Qué estrategias podríamos llevar a cabo para salir bien librados en las situaciones de conflicto en las relaciones?

En nuestro pasaje clave, se indica que Pablo como líder sugiere volver a los lugares que habían visitado en ese primer viaje misionero. Observemos los principios implicados en el proceso:

1. Usar un lenguaje incluyente: Compartir proyectos evitando acciones unilaterales.

Tal es el lenguaje de Pablo en el v. 36: “volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la Palabra de Dios.” Aquí no hay ningún problema. Pablo toma en cuenta a Bernabé, expresando de manera entusiasta y cálida el proyecto. Parece estar considerando el antecedente de la buena experiencia que habían vivido juntos aunque pasaron por situaciones difíciles; pero era una experiencia compartida.

2. Mostrar integridad y fidelidad a las convicciones: Ser uno mismo.

Bernabé se sintió tan motivado que propone llevar a su sobrino Marcos (v. 36; ver también Col. 4:10). Éste, aunque finalmente los abandonó (Hecho 13:13), ya les había acompañado en el primer viaje misionero (Hechos 12:25). Por el tiempo imperfecto en que se encuentra el verbo “querer”, da a entender que Bernabé deseaba llevar a su sobrino. Es posible que de manera enérgica se mantuviera en ello; quizá haya exigido. En el vr. 38 Lucas expresa que a Pablo no le parecía llevar a Marcos que se había apartado en el trayecto. La palabra que se usa para describir la acción de Marcos es “apóstata” (áðïóôáíôá). A esto se suma la insistencia de que no había ido con ellos a la obra. Siendo Bernabé un hombre capaz de dar segundas oportunidades, para él era importante llevar al joven Marcos, y se mantuvo fiel a esa convicción. Quizá para algunos esta insistencia sea más bien sinónimo de terquedad. Pablo, por su parte, también se mantiene firme en su decisión y expresa sus razones para oponerse. Éstas son razones de peso, y las expresó con palabras fuertes y acusadoras.

Si bien los desacuerdos y las tensiones en las relaciones interpersonales son una realidad, muchas veces tendemos a concebirlos como una debilidad propia de aquellos que no están viviendo una verdadera espiritualidad.

“De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano”. (Romanos 14:12-13)

La palabra “desacuerdo” traducida de paroxismo (ðáñïîõóìïò) en el v. 39 es una palabra demasiado fuerte que denota una exasperación e ira intensa; una disputa con ira. Sólo aparece en este pasaje, y vaya, ¡es con estos dos siervos de Dios! La presencia del término indica, entonces, que la discusión no fue nada amable. Lo valioso a rescatar de este ríspido diálogo es que el asunto a tratar fue el de llevar o no a Juan Marcos al viaje, sin sumar otros elementos negativos verificados en la relación. Al parecer, Bernabé no aprovechó la situación para cobrarle a Pablo el favor de haberlo introducido a la comunidad cristiana. Esto es digno de observar y aprender del incidente puesto que normalmente cuando peleamos, olvidamos el enfoque de la pelea y sacamos a relucir las deudas pendientes para presionar y salirnos con nuestra voluntad.

Por otra parte, vemos también esa integridad en Pablo, pues al saberse deudor hacia Bernabé por lo que éste hizo con él en el pasado, no se sintió impelido a aceptar la presión de Bernabé en base a ese compromiso o deuda moral. Asimismo, no usó la experiencia de haber censurado a Bernabé en el asunto de su asociación con los gentiles y su posterior separación de ellos (actitud que Pablo llamó hipocresía) para silenciarlo y quitarle autoridad.

En ambos discípulos vemos expresada una actitud libre de malicia al encarar este problema mutuo, y al hacerlo, no se inhibieron pensando en los demás, en qué iban a decir o cómo podrían cuestionar su testimonio. No fingieron su malestar al grado que tomaron una solución drástica: se apartaron uno del otro (v. 39). Esto resulta aleccionador para el contexto familiar o de la iglesia, ya que muchas veces en estos ámbitos, con el fin

de mantener la “tranquilidad” y la buena relación, no se permite expresar esas diferencias sino que se guardan. Sin embargo, un arreglo así lo único que genera es resentimiento, ira, y lo que es peor, los involucrados pierden la oportunidad de expresar su individualidad, ya que ceden por presión, por obligación, por compromiso. Todo por una triste y patética alineación; de esta manera nos encontramos frente a convicciones que no se manifiestan.

Hay cuatro tipos de negociación que los estudiosos plantean en las relaciones interpersonales bajo situaciones de conflicto:

1) Negociación Malévola: Cuando quiero imponer mi voluntad a toda costa, pisando a los demás, pésele a quien le pese. Esta no es una buena negociación ya que solo favorece a una persona con la consecuente pérdida para la otra.

2) Negociación Estúpida: Impongo mi voluntad perjudicando al otro, pero de paso yo también salgo perjudicado. Por ejemplo, el maestro que impone una carga excesiva de trabajo a sus alumnos, para mostrar su autoridad, aunque de paso él tenga que esforzarse y pasar más tiempo calificando.

3) Negociación Incauta: Es una negociación de bondad en la que el otro sale ganando pero yo termino perjudicado.

4) Negociación Inteligente: Es cuando ambos salen ganando; ninguno se beneficia a costa del otro; ambos buscan un punto medio que beneficie a los implicados.

“Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros”. (Romanos 15:14)

Pareciera que en el caso de Pablo y Bernabé, ninguna de estas negociaciones asomó. Ninguno de los dos se dejó pisotear; ninguno cedió aunque se sintiera perjudicado en esta decisión. Tampoco podemos suponer que alguno de ellos buscara perjudicar al otro de manera intencional. Pero tampoco apareció la negociación inteligente. Esta última hubiera podido arrojar alguna de las siguientes alternativas de solución:

“Pongámoslo a prueba con una tarea especial y evaluémoslo”.

“Que trabaje, ahorre y nos alcance en el viaje”.

“Podríamos tomar a una persona más como una previsión por si vuelve a fallar.”

“Diseñemos un reglamento que establezca las condiciones de participación en el viaje.”

Es claro que aunque había la posibilidad de otras soluciones, ninguna de ellas fue puesta en práctica. No hubo manera de conciliar las diferencias entre estos dos personajes, por lo que ambos tomaron rumbos diferentes y no volvieron a trabajar juntos. Esta es la imagen que Marcos nos presenta del caso. Bernabé tomo a Juan Marcos y emprendió el viaje a Chipre de donde era oriundo. Pablo, por su parte, toma a Silas y pasa por Siria y Cilicia.

3. Aceptar los desacuerdos.

Si bien cada uno se apartó aceptando la decisión y determinación que el otro tomó, también vemos un ejemplo muy noble por parte de la Iglesia de Antioquia que nos habla de esa capacidad de contención de los conflictos. Los hermanos tuvieron la delicadeza de encomendar a la gracia del Señor a Pablo y Silas, y aunque no se menciona a Bernabé, podemos suponer que también lo hicieron con él. No desacreditaron el testimonio, ni la misión que estos hombres de Dios tenían, sino por el contrario, los respaldaron. La iglesia trató el asunto con toda madurez, pues no tomó partido, ni se dividió; fue capaz de validarlos, seguir creyendo que eran hombres idóneos que Dios quería usar para el extendimiento de la obra, que eran hombres llenos del Espíritu Santo no obstante este agudo conflicto.

De lo anterior puede afirmarse que una buena relación interpersonal, es aquella que es capaz de aceptar las diferencias. Esto no sólo se observó en la Iglesia, sino aún en Pablo y Bernabé que eran los directos involucrados en el conflicto. Ambos siguieron caminos separados, pero no se desacreditaron uno al otro. Pablo, más tarde, al escribir a los Corintios, defiende a Bernabé (1 Corintios 9:6). Bernabé, por su parte, no influyó negativamente en Marcos para que éste ya no quisiera saber nada de Pablo. Más bien, tiempo después puede verse a Juan Marcos como compañero muy apreciado

de Pablo. (Colosenses 4:10). En la carta a Filemón, cuando Pablo insta a aquél a recibir a Onésimo, de alguna manera, intencionalmente quizá, al mencionar a Marcos (v. 24), deja vislumbrar la posibilidad de que las relaciones pueden ser restauradas. En su última prisión, ya para morir, Pablo solicita la presencia de Marcos (2 Timoteo 4:11).

En una relación interpersonal madura es importante no temer al conflicto. Sería excelente no tenerlo, pero si se da, hay que enfrentarlo con integridad, sin menoscabo del otro ni de uno mismo. En ello es muy importante poner límites de lo que estamos dispuestos a aceptar y lo que no. También sería bueno buscar no sólo una solución, sino todas las posibles, con el propósito de que todos ganen.

Conclusión

Bernabé nos da ejemplo de esa actitud que busca lo positivo en las otras personas. Quién diría que ese joven Marcos, al final resultaría ser el autor del Evangelio que lleva su nombre. Por ello es importante mirar más allá de lo que tenemos delante, y ver que un conflicto en las relaciones puede ser una oportunidad insospechada para descubrir el potencial en otros, inclusive en nosotros mismos. Pero es de esperarse que en muchos casos habrá costos muy altos como el que asumieron Pablo y Bernabé al separarse.

Por lo que a Pablo toca, esa experiencia dolorosa no se convirtió en un estigma que le marcara, paralizara e impidiera crecer. Continuó ministrando y escribiendo. De hecho, ese hermoso pasaje de su autoría que habla del amor (1 Corintios 13) lo escribió tiempo después del conflicto que nos ocupa

Nuestros dos personajes siguieron su camino sin desacreditarse; mantuvieron la integridad en sus vidas y construyeron la capacidad de establecer nuevos vínculos; sus vidas fueron vigorizadas y sus horizontes se ampliaron. Sí, una relación interpersonal conlleva dificultades, pero éstas ayudan a madurar y crecer con la ayuda de Dios. Si la relación es madura, resulta en una verdadera bendición, capaz de expresarse sin fingimiento, con honestidad y con capacidad de soportar las diferencias.

Bibliografía:Peck, M. Scott. La nueva psicología del amor. Argentina: Emece, 1978.

Robertson, A.T. Comentario al Texto griego del Nuevo Testamento. Barcelona, España: Editorial Clíe, 2003.

I. Patricia Zavalza Gómez es egresada del Seminario Teológico Bautista Mexicano en la carrera de Licenciatura con Idiomas; realizó estudios de Maestría en Terapia Familiar en la UCM de Madrid, España, y es comentarista del libro de “Oseas” en la Biblia de Estudio Mundo Hispano.

Los deberes cristianosante el Mundo hostilMundo

Misael Pascual López

Romanos 12:14-21

Según el Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI, toda la sección de los vv. 9-21 contiene una serie de recomendaciones relacionadas con la obligación de amar a los demás de acuerdo con lo anunciado en el primer versículo de los mencionados. Aunque no se puede establecer una demarcación rígida entre los mismos, la primera parte que va de los vv. 9-13 toca lo concerniente al amor que se deben los cristianos entre sí, en tanto que los vv. 14-21 tratan sobre la relación que los cristianos establecen con los que no son de la iglesia, y en la que ha de salir a relucir el amor cristiano.

Es precisamente en el segundo grupo en el que han de encontrarse muchos que mostrarán ante nosotros en ocasiones altos grados de antipatía. Y si tal es la realidad, ¿qué debemos hacer los discípulos de Jesús? El apóstol Pablo, asumiendo un escenario de relaciones hostiles en una sociedad sin Cristo, plantea recomendaciones que toman forma de deberes, pero cuyo cumplimiento garantiza el poder de Dios para transformar nuestro mundo. He aquí la estrategia:

I. El deber de ejercer el perdón. ”Bendigan a quienes los persigan;...” (v. 14).

En esta exhortación Pablo se hace eco de las enseñanzas de Jesús en Mateo 5:44 y Lucas 6:28 con los mandatos de amar a los perseguidores así como orar por ellos en el primer caso, y bendecir y orar por quienes nos maldicen y maltratan, en el segundo. Es por demás evidente que este amor tiene exigencias que con mucho superan al amor humano, sobre todo, si se le ve a la luz de la aguda lógica que propone Jesús en Mateo 5:46-47: “Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen esto hasta los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente,

¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles?”.

Dichas exigencias tienen su razón en el hecho de que la justicia de los cristianos procede del carácter de Dios que bendice aun a los malos (Mateo 5:45, 48), lo cual permite reconocer que el amor humano está condicionado por quien recibe, en contraste con el amor ágape que es incondicional. William Barclay dice que “Una de las más fuertes fuerzas de atracción al Cristianismo ha sido esta serena actitud de perdón que han mostrado los mártires de todos los tiempos. Esteban murió pidiéndole a Dios que perdonara a los que le estaban apedreando” (Hechos 7:60). ¿Estaba acaso Pablo recordando la oración de Esteban al morir cuando exhortó a sus lectores a bendecir a sus perseguidores? Los hijos de Dios somos desafiados a brindar amor aun a quienes no han querido reconciliarse con nosotros. Cabe aquí la extraordinaria reflexión de José Martí en su poema:

Cultivo una rosa blanca

Cultivo una rosa blancaen julio como en eneropara el amigo sincero

que me da su mano franca;y para el cruel que me arranca

el corazón con que vivo,cardo ni ortiga cultivo,cultivo la rosa blanca.

“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”. (Juan 3:19)

Los deberescristianos ante el

Mundo hostilMundo

II. El deber de ejercitar la empatía. “Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran.” (v. 15).

Todas las personas en algún momento de la vida pasan por circunstancias de dolor, soledad o frustración. En tales casos las necesidades más sentidas son la compañía y el consuelo de los amigos y familiares, pero sobre todo de los hermanos de la fe. En circunstancias así, es necesaria la identificación profunda en todas las formas posibles con quienes padecen. Esto es “pararse en los zapatos del otro”. Este proceso es lo que de manera natural sucede con el cuerpo biológico, y es lo que se espera que suceda con el cuerpo de Cristo según lo señalado por el apóstol Pablo en 1 Corintios 12:26: “Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él.” Es, entonces, una anomalía que los miembros del cuerpo de Cristo no respondan a las necesidades de quienes experimentan algún sufrimiento.

Pero la otra cara de la moneda está con los que obtienen algún triunfo. No todas las personas están dispuestas a celebrar con ellos sus logros; más bien, en algunos corazones se genera el descontento, la envidia o la sospecha. Crisóstomo, según nos informa Barclay, dijo que es más fácil llorar con los que lloran que gozarse con los gozan porque para lo segundo es necesaria mayor gracia. La envidia y el resentimiento son con toda seguridad elementos amargos que socavan la capacidad de celebrar con el que celebra, especialmente si se trata de alguien que se ha convertido en un enemigo. Pero la invitación al corazón regenerado es “En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes (1 Pedro 3:8). Esto es practicar la empatía.

“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (Gálatas 5:13-14)

III. El deber de evitar la venganza. “No paguen a nadie mal por mal.” (v. 17).

Es muy fácil devolver bien por bien, pero qué difícil es hacer bien a quienes nos han perjudicado. Con todo, éste es precisamente el encargo para quienes se han encontrado con Jesús. El proverbista ha dicho “Nunca digas: “¡Me vengaré de ese daño!” Confía en el Señor, y él actuará por ti.” (Proverbios 20:22). Jesús, por su parte, en el marco del Sermón del Monte instruyó a sus discípulos: “Pero yo les digo: no resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.” (Mateo 5:39). Alguien dijo en algún lugar: “Retornar mal por bien es la conducta animal; retornar mal por mal, es la conducta humana; pero retornar bien por mal, es la conducta divina.” Nosotros, los hijos de Dios estamos capacitados para lo último. Aun mas, tenemos todos los recursos divinos para procurar el “bien delante todos hombres.” (17b). La Justicia por mano propia impulsada por el odio y el rencor tiene la venganza como fin último; en cambio, la

justicia de Dios es perfecta, pues no da ni más ni menos, además de tener el propósito de traer al arrepentimiento. De ahí la invitación “dejen el castigo en las manos de Dios...” (v. 19).

IV. El deber de esmerarse en la armonía social. “Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.” (v.18).

Esta admonición repetida en 14:19 y Hebreos 12:14 revela que una gran carencia en la sociedad de cualquier tiempo ha sido la paz. Ante esto, hemos de observar que no se manda a los creyentes adoptar una actitud pasiva, sino a involucrarse activamente promoviendo paz en su entorno.

“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,...”. (Efesios 4:1-2)

Es decir, debe haber aquí una meta intencional de hacer posible la paz, lo cual en ocasiones será a expensas de la propia comodidad, cuando no de la seguridad personal. Martin Luter King, condecorado con el Premio Nobel de la Paz en 1964, después de haber encabezado una heroica labor al frente del Movimiento por los Derechos Civiles de los Afroamericanos mediante varias manifestaciones pacíficas y sus numerosas protestas contra la guerra de Vietnam y la pobreza, fue asesinado en 1968 cuando se preparaba para liderar una manifestación. Jesús dijo “Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9). Aquí debe ponerse atención en el hecho de que no siempre es posible evitar el choque, pero cuando se presente, que no sea responsabilidad del cristiano.

V. El deber de envolver con amor. “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;” (20).

Ahora, citando Proverbios 25:21-22 según aparece en la LXX, Pablo conmina a sus lectores a mostrar la esencia del carácter regenerado: el amor. Este amor se evidencia mediante acciones prácticas, cuyas implicaciones son:

a) Que es un acto de obediencia. “dale de comer;...dale de beber;...” (v. 20).

Al parecer, el origen de estos mandatos se encuentra en Éxodo 23:25 y Levítico 19:18, luego repetidos en el libro

de los Proverbios 25:21. Si para el pueblo de Israel que era el pueblo de Dios, distinto de los demás, estos mandatos eran insoslayables, ahora para los creyentes en Jesús los mismos se convierten en imperativos que es necesario acatar. Ciertamente, los judíos corrompieron esta enseñanza diciendo “ama a tu prójimo y odia a tu enemigo” (Mateo 5:43), donde el prójimo sólo podía ser otro judío, pero Jesús la corrigió enseñando “Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen,...” (Mateo 5:44). De esta manera, envolver con amor en actitud obediente a quienes nos son hostiles es un signo que debe caracterizarnos a los creyentes en Cristo.

b) Que es un acto de fe. “Actuando así harás que se avergüence de su conducta.” (v. 20).

Es William Barclay quien dice que la venganza puede quebrantar el espíritu pero la amabilidad quebrantará el corazón. Hacer un favor en actitud amorosa al enemigo es tocar lo profundo de su conciencia haciendo que “se ponga rojo de vergüenza”. Esto, sin embargo, nada tiene que ver con el dicho popular que habla de “dar una cachetada con guante blanco”, porque avergonzar al adversario no es el fin último de auxiliarle cuando está en necesidad; más bien, el propósito es que se arrepienta y cambie actitud. Esperar este cambio como producto del obrar de Dios habiendo nosotros cumplido con lo que nos corresponde, es precisamente un acto de fe. Envolver, pues, con amor a quien nos aborrece, es practicar la fe que Jesús demanda.

ConclusiónLas relaciones humanas efectivas no son producto del azar. Éstas se construyen intencionalmente con visión y esfuerzo. Pero su concreción no es posible sino en el contexto de vidas genuinamente transformadas por el poder de Dios en Jesucristo. Solamente esta clase de vidas tendrán los recursos divinos para ejercer el perdón, ejercitar la empatía, evitar la venganza, esmerarse en la armonía social y envolver con amor, deberes que plantean ante nosotros desafíos de dimensiones nada comunes, sobre todo, “en medio de una generación torcida y depravada” (Filipenses 2:15) que demanda con urgencia el amor de Cristo reflejado en sus discípulos. Seamos nosotros los agentes de transformación en las relaciones que nuestro mundo necesita.

Las relaciones humanas efectivas no son producto del azar. Éstas se construyen intencionalmente con visión y esfuerzo.

MASCULINIDADal estilo de Jesús

¿Cómo construirla?Gustavo Peralta

Masculinidad

por completo, es responsabilidad de cada uno de nosotros. Si todavía hay mucho de nuestro proceder que impide que Cristo sea visible es porque no hemos sido quebrantados lo suficiente. Entonces, conviene preguntarnos ¿Qué de nuestro carácter impide ver al Cristo que vive en nuestro interior?

Nuestros errores están escondidos a nuestros ojos. La mayoría de las ocasiones, no somos capaces de vernos desde fuera para contemplar la 'fealdad' de aquellos rasgos de nuestro carácter que nos impiden representar dignamente a nuestro Salvador (Salmo 19:11-14). Por esa razón, necesitamos dar la confianza a otros para que nos señalen con honestidad aquello que no representa a Cristo. Esos amigos fieles pueden ser vistos como 'el cincel' en las manos del Maestro para nuestra madurez (Colosenses 1:28).

“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. (Efesios 4:32)

Sobre el presente artículo, su autor, Gustavo Peralta, escribe la siguiente nota: “Lo que comparto a continuación, pretende ser incluido en la nueva edición del libro titulado “El Hombre y su Relación con Otros”, editado hace más de diez años por Milamex. El libro en cuestión resume el resultado y la experiencia de más de cinco años de ministerio varonil bajo la bandera “Hombres de Integridad, Hombres de Verdad”. Dicho ministerio resultó en vidas transformadas y familias restauradas, además de un mayor compromiso con la iglesia local y con la Gran Comisión de parte de los integrantes del equipo directivo y de muchos varones que se vieron beneficiados de su influencia. Dios hizo poderosos cambios en la vida de cientos de hombres que se daban cita cada lunes en los talleres varoniles de edificación mutua en grupos pequeños que llevamos a cabo en un conocido salón de eventos al norponiente de la Cd. de México.”

Manifestar a Cristo es responsabilidad de todo creyente. En alguna ocasión escuché una anécdota que a continuación comparto contigo: Una mujer, que había sido testigo cotidiano del esmerado trabajo de un reconocido escultor, por haber sido ella contratada para retirar los escombros de la demolición que resultaba del tallado de la roca por el cincel del artista; también había sido invitada a la develación de la obra escultórica, en la que había quedado representado con maestría el presidente de la nación norteamericana, Abraham Lincoln, promotor de la emancipación de los miles que habían servido como esclavos. Asombrada la expectante mujer del realismo de la obra de arte, se acercó al artista, a quien le hizo una pregunta peculiar: ¿Cómo sabía usted que Abraham Lincoln estaba dentro de la gran roca que talló? Después de pensar un rato cómo responder a la curiosa pregunta, dijo a la mujer: “Es cierto que él estaba ahí, mi trabajo sólo consistió en quitar aquellas partes que no le correspondían”. Así, igualmente, para todo varón cristiano, su trabajo es abandonar todo pensamiento, actitud, y hábito que no represente dignamente a Cristo. Si Cristo no se deja ver

MASCULINIDADal estilo de Jesús ¿Cómo construirla?Ministerio

quienes, mediante su ejemplo y consejo, pueden ser el instrumento divinamente escogido para invitarnos a salir de nuestra comodidad y conformismo (Filipenses 3:12, 17). Como veremos, abundan ejemplos en el Nuevo Testamento de hombres usados por el Espíritu Santo para la transformación de otros hombres. Alguno podría insistir que lo único necesario es una correcta relación con Dios, sin embargo, recordemos que la relación con Cristo puede ser personal, pero el crecimiento espiritual es mayormente corporativo (Efesios 4:16; Hebreos 10:24-25). En mi trayectoria personal de más de treinta años en la fe, además del poder transformador de la Palabra de Dios por el Espíritu, pocas cosas han sido tan poderosas en la formación de mi carácter cristiano cómo aquellas que tienen que ver con la amonestación y el consejo oportuno de algunos hombres de Dios que han venido a mi lado con el fin de señalar algo de mi carácter que necesito reconsiderar. Así, cuando después de ser exhortado por un buen amigo, y movido por el Espíritu Santo me he propuesto dejar que Dios trabaje en mi carácter, perseverando en mantener un corazón quebrantado, el resultado obtenido ha sido, en cada ocasión, un sano 'rompimiento' de mis esquemas personales dejándome con menos de mí mismo y con más de la masculinidad al estilo de Jesús. En las Escrituras encontramos que dice: “Hierro con hierro se aguza; Y así el hombre aguza el rostro de su amigo” (Proverbios 27:17) ¡Qué sabias las palabras de la Biblia!

Evitemos sentirnos superiores a los demás. Un problema común es sentirse superior a los demás. Esto nos convierte en jueces (Santiago 4:11-12); y peor aún si nuestro juicio es sin la correcta perspectiva. Esto sucede cuando se considera la parte sin el todo, y se observa el hecho sin reconocer la trayectoria y el contexto en el que sucedió. Esta actitud juzgona, me hace pensar que algunos ya se sienten lo suficientemente completos como para sentir que están para 'arreglar' a los demás. Sin embargo, ninguno de nosotros puede decir que sea 'producto terminado'. El mismo apóstol Pablo, con todo y ser ejemplo para muchos dijo a sus consiervos en la Carta a los Filipenses 3:13a: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado”. Estos mismos que se complacen en descalificar a los demás son incapaces de reconocer cuando ellos mismos se equivocan, aún cuando se les señalan sus errores.

“No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,...”. (Colosenses 3:9-10)

Todos hemos sido llamados a experimentar el poder que esto tiene. Sólo necesitamos dar a otros nuestro permiso de referirnos aquellas cosas que ven en nosotros y que no corresponden a la imagen de Cristo. Estaremos en constante crecimiento si siempre estamos dispuestos a hacer cambios inmediatos en nuestra manera de proceder. Como alguien dijo: Lo más importante es reconocer nuestros errores y reparar a la brevedad.

La verdadera hombría es la que Cristo modeló para nosotros. Mejores retos harán mejores hombres, y máxime si esos retos vienen de un buen amigo a quien hemos facultado para que nos diga con regularidad y con honestidad qué cosas de nosotros pueden no estar reflejando el carácter humilde y recto de nuestro Señor para ser transformados por su gracia.

Sin importar el estado de vileza en el que el hombre se halle, la gracia de Dios abundará aún más para hacernos siervos de aquella rectitud celestial modelada por Cristo, de tal modo que aún lo sabio y poderoso de este mundo quede avergonzado (1 Corintios 1:27 y Romanos 5:20-21, 6:19).

Además de las Sagradas Escrituras, el Espíritu Santo usa hombres para inspirarnos. Quizá más de uno podría argüir que la transformación de la que venimos hablando, es la función del Espíritu Santo. Efectivamente, el Espíritu Santo es el Artífice de nuestra transformación a la imagen de Cristo (2 Corintios 3:18), y las Sagradas Escrituras son la fuente de sabiduría para perfeccionarnos (2 Timoteo 3:15-17). Sin embargo, las Sagradas Escrituras nos alientan a seguir el ejemplo de

“Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo”.

Proverbios 27:17

“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”. (Colosenses 3:12-13)

un excelente bálsamo…” (Salmo 141:5).

La disciplina que los creyentes necesitamos es para forjar el carácter de Cristo. Dios nos ama y nos recibe en el estado en que venimos, pero nos ama tanto, que afortunadamente no nos deja en el estado en que venimos (Hebreos 12:6, 10). La disciplina celestial, aunque proviene de Dios, se aplica a través de la adversidad (1 Pedro 3:14-17) o de la reprensión espiritual de algún hermano fiel (2 Corintios 7:8). Se aprovecha mediante un sano quebrantamiento de nuestra autosuficiencia (2 Corintios 7:9-11) y, finalmente, se completa a través del consuelo y aliento recibido mediante el consejo de la Palabra de Dios (Santiago 1:2-5).

Permíteme ilustrarlo del siguiente modo: Se cuenta que un diestro herrero inglés, elaboraba las mejores espadas del reino. Además de ser magnífico artesano era un hombre de convicciones cristianas, y su devoción espiritual era como un fuego que abrazaba su interior desde que había escuchado el mensaje del evangelio de labios de un predicador itinerante. Su mejor amigo, que había sido testigo de cómo batallaba el artesano con algunos problemas de salud y otros asuntos no menos importantes, y esto aún después de su conversión, le cuestionó sobre por qué el Dios del cielo, a quien él amaba, no aligeraba su carga en respuesta a su devoción. El herrero no parecía tener una respuesta ante tal cuestionamiento. Después de pensarlo un rato, el herrero respondió a su compadecido amigo, diciéndole:

Quizá por esta razón, la indicación bíblica de restaurar al que ha fallado deberán ejercerla los que son espirituales, los que lo harían con espíritu de mansedumbre, los que regularmente se consideran a sí mismos reconociendo su personal vulnerabilidad al pecado (Gálatas 6:1).

¡Abandonemos nuestra autosuficiencia enmascarada en una espiritualidad individualista! En conclusión, somos esas piedras vivas, que están siendo preparadas ¿Cómo? Somos cortadas de la cantera y luego talladas hasta tener las dimensiones, la forma y la textura adecuadas, lo que es necesario para ser edificadas al lado de otras, como santuario para el Señor, pues así nos dice el Nuevo Testamento (1 Pedro 2:5a): “… vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual…”. Entonces, debemos preguntarnos: ¿Es espiritual que abrigados por una teología mal aplicada de la 'relación personal con Cristo' dejemos de buscar el consejo y la amonestación de otros creyentes? ¿Nos hemos engañado cuando movidos por falsa espiritualidad nos sentimos 'cristianos autosuficientes'? ¿En qué consiste la meta a la qué Pablo se refiere en Filipenses, capítulo tres? ¿Qué ejemplos tenemos en el Nuevo Testamento acerca de los verdaderos retos que forjan verdaderos hombres? ¿Cómo Dios forjó a Pedro, a Pablo, a Timoteo, a Marcos y a otros muchos, a quienes reconocemos como hombres de Dios, usando para ello a otros hombres también imperfectos? Todo esto, es analizado en este último capítulo. En tanto, considera las palabras del salmista cuando dice: “Que el justo me castigue, será un favor, y que me reprenda será

“...la indicación bíblica de restaurar al que ha fallado deberán ejercerla los que son espirituales, los que lo harían con espíritu de mansedumbre, los que regularmente se consideran a sí mismos reconociendo su personal vulnerabilidad”.

“Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros;...”. (1 Tesalonicenses 4:9)

“¿Ves ese montón de hierros retorcidos? Son aquellos pedazos de metal que habían sido destinados a convertirse en las mejores espadas del reino, pero no aguantaron el golpe de mi martillo, ni el crujir provocado por pasarlo del incandescente fuego al frío aceite” Entonces el artesano miró hacia el cielo y gimió: “Señor, no me sueltes, hasta que hayas terminado tu obra”. Así nosotros, si soportamos la disciplina, estaremos listos para mostrar la rectitud debida con un espíritu apacible (Hebreos 12:11).

La obra de Dios en nosotros culminará cuando el Señor vuelva. Dios diseñó que unos a otros, en el cuerpo de Cristo, nos edifiquemos mutuamente con el fin de soportar los reveses de la vida, y mantenernos fieles y maleables en las manos del Gran Artesano. Construir la madurez espiritual y la hombría cristiana es la tarea de Dios, la que por cierto, quedará completa en nuestro encuentro con el Señor Jesucristo cuando él vuelva por los que son suyos (1 Corintios 13:11-12).

Hombres en la mano de Dios son usados para formar a Cristo en otros. Como ya hemos dicho, Dios usa instrumentos humanos para ir completando nuestra estatura espiritual. Ahora echaremos un breve vistazo a algunos ejemplos que dejan ver claramente que en realidad, el plan de Dios es ir formando a Cristo en nosotros (Gálatas 4:19) mediante la participación de hermanos más experimentados (2 Corintios 1:5-6). “Hierro con hierro se aguza; Y así el hombre aguza el rostro de su amigo” (Proverbios 27:17).

Gustavo Peralta es Ingeniero Industrial de profesión pero que desde hace ya varios años ha dedicado su vida a servir al Señor, y actualmente colabora en el ministerio pastoral de la Iglesia Bautista “Bethel” en sus campus de Echegaray y Chimalhuacán. Dos libros son de su autoría: El Hombre y su Relación con Otros, y el Evangelio Desconocido.