DE VUELTA AL CAMPO: UNA EXPERIENCIA EN LOS VALLES INTERANDINOS DE BOLIVIA

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DE VUELTA AL CAMPO: UNA EXPERIENCIA EN LOS VALLES INTERANDINOS DE BOLIVIA La vuelta al campo es la expresión moderna de la lucha por la autonomía y la sobrevivencia en un contexto de privación y dependencia- Van Der Ploeg, 2008 Las familias agri- cultoras subsidian la alimentación, aire fresco, agua limpia y la adapta- ción al cambio climático de las ciudades. Ade- más de la conser- vación de la agro- biodiversidad. Migración campo-ciudad En Bolivia durante mucho tiempo se ha vivido el peregrinaje campo-ciudad de la juventud, en gran parte por los efectos de la industrialización agrícola, bajos precios en el mercado, minifundio, fenómenos climáticos, baja productividad y en búsqueda de mejorar su calidad de vida. Como resultado se han creado pueblos fantasmas y comunidades pobladas por anciano/as y niño/as. Lamentablemente, el conocimiento tradicional asociado al manejo y uso de la agro- biodiversidad y de prácticas agrícolas locales se está per- diendo. En los últimos 20 años, la migración campo-ciudad en Co- chabamba a contribuido al rápido crecimiento de la mancha urbana. Para el año 2030 se estima que cerca del 70% de la población de todo el departamento radique en zonas urba- nas (INE 2010). Por lo general este crecimiento se da en tierras de uso agrícola con impactos socio-ambientales alar- mantes: deforestación, contaminación, pérdida de biodiversi- dad, marginalidad social extrema y pérdida de soberanía alimentaria. Asumiendo responsabilidades Las familias agricultoras son quienes se encargan de abas- tecer a las ciudades de alimentos frescos, de aire y agua limpia y de la conservación de los recursos genéticos. Re- cientemente, también se les ha atribuido la responsabilidad de la adaptación al cambio climático, sean o no causantes de este fenómeno. Es de vital importancia que las personas citadinas asuma- mos también nuestra cuota de responsabilidad de manera activa. Felizmente, son cada vez más las acciones urbanas y peri-urbanas relacionadas a la producción agroecológica de alimentos, comercio justo, conservación de biodiversidad y restauración de ecosistemas urbanos. Por ejemplo, en la ciudad del Alto se desarrolla un proyecto de huertos urbanos que promueve la producción de hortalizas en el barrios mar- ginales, elevando el consumo familiar de estos alimentos. Volviendo al campo Si bien la migración campo-ciudad continúa, cada vez son más las personas que van al campo a vivir y producir sus alimentos. Muchos jóvenes van al campo en búsqueda de nuevas fuentes de sustento, mejora de su calidad de vida y re-encuentro con su pasado agrícola. Lamentablemente no contamos con cifras bolivianas por lo que tomamos como ejemplo en caso Español. De acuerdo al movimiento la revuelta al campode España, en el año 2012 se registró un incremento del 79% de las solicitudes de incorporación de jóvenes al sector agrario respecto a la media del periodo 2007-2011”. La crisis económica Europea juega un papel importante en este proceso. La localidad de Apote en Cochabamba se ha convertido en el destino agrario de muchas familias citadinas. En este ar- tículo contamos la experiencia de vuelta al campo de dos hermanas con el apoyo por Naturefund. Helga Gruberg Cazón Abril de 2015 Agricultores conservacionistas en los Andes de Bolivia. Foto: Gruberg 2015

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DE VUELTA AL CAMPO: UNA EXPERIENCIA EN LOS VALLES INTERANDINOS DE BOLIVIA

“La vuelta al campo es la

expresión moderna de la

lucha por la autonomía y

la sobrevivencia en un

contexto de privación y

dependencia”

- Van Der Ploeg, 2008

Las familias agri-cultoras subsidian la alimentación, aire fresco, agua

limpia y la adapta-ción al cambio climático de las ciudades. Ade-

más de la conser-vación de la agro-

biodiversidad.

Migración campo-ciudad

En Bolivia durante mucho tiempo se ha vivido el peregrinaje

campo-ciudad de la juventud, en gran parte por los efectos

de la industrialización agrícola, bajos precios en el mercado,

minifundio, fenómenos climáticos, baja productividad y en

búsqueda de mejorar su calidad de vida. Como resultado se

han creado pueblos fantasmas y comunidades pobladas por

anciano/as y niño/as. Lamentablemente, el conocimiento

tradicional asociado al manejo y uso de la agro-

biodiversidad y de prácticas agrícolas locales se está per-

diendo.

En los últimos 20 años, la migración campo-ciudad en Co-

chabamba a contribuido al rápido crecimiento de la mancha

urbana. Para el año 2030 se estima que cerca del 70% de la

población de todo el departamento radique en zonas urba-

nas (INE 2010). Por lo general este crecimiento se da en

tierras de uso agrícola con impactos socio-ambientales alar-

mantes: deforestación, contaminación, pérdida de biodiversi-

dad, marginalidad social extrema y pérdida de soberanía

alimentaria.

Asumiendo responsabilidades

Las familias agricultoras son quienes se encargan de abas-

tecer a las ciudades de alimentos frescos, de aire y agua

limpia y de la conservación de los recursos genéticos. Re-

cientemente, también se les ha atribuido la responsabilidad

de la adaptación al cambio climático, sean o no causantes

de este fenómeno.

Es de vital importancia que las personas citadinas asuma-

mos también nuestra cuota de responsabilidad de manera

activa. Felizmente, son cada vez más las acciones urbanas

y peri-urbanas relacionadas a la producción agroecológica

de alimentos, comercio justo, conservación de biodiversidad

y restauración de ecosistemas urbanos. Por ejemplo, en la

ciudad del Alto se desarrolla un proyecto de huertos urbanos

que promueve la producción de hortalizas en el barrios mar-

ginales, elevando el consumo familiar de estos alimentos.

Volviendo al campo

Si bien la migración campo-ciudad continúa, cada vez son

más las personas que van al campo a vivir y producir sus

alimentos. Muchos jóvenes van al campo en búsqueda de

nuevas fuentes de sustento, mejora de su calidad de vida y

re-encuentro con su pasado agrícola.

Lamentablemente no contamos con cifras bolivianas por lo

que tomamos como ejemplo en caso Español. De acuerdo al

movimiento “la revuelta al campo” de España, en el año

2012 se registró un incremento “del 79% de las solicitudes

de incorporación de jóvenes al sector agrario respecto a la

media del periodo 2007-2011”. La crisis económica Europea

juega un papel importante en este proceso.

La localidad de Apote en Cochabamba se ha convertido en

el destino agrario de muchas familias citadinas. En este ar-

tículo contamos la experiencia de vuelta al campo de dos

hermanas con el apoyo por Naturefund.

Helga Gruberg Cazón Abril de 2015

Agricultores conservacionistas en los Andes de Bolivia. Foto: Gruberg 2015

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Una historia de transición Inspiradas en producir sus alimentos de manera saludable y en vivir de manera

tranquila junto con sus familias, las hermanas Natalie (33) y Mariana (32) Alem

Zabalaga decidieron volver al campo en el año 2014. Mariana y su hija Taira (4); y

Natalie, su esposo Marcelo (35) y su hijo Facundo (2) compraron juntos un terreno

de 4000 m2 en Apote, a una altura aproximada de 2700 msnm. Es ahí donde las

dos familias sueñan con construir su casa y cultivar sus alimentos.

Ambas son mamás; Natalie de Facundo de casi dos años y Mariana de Taira de

cuatro años. Gran parte de su deseo de volver al campo está relacionado con una

crianza cercana a la naturaleza. A continuación Natalie y Mariana nos cuentan las

razones detrás de esta importante transición.

Natalie:

“Facundo ama el campo. Me parece genial que una wawa [niño/a] sepa de donde sale la linaza y que sepa que esa es su planta. Ir, ver. Como nos ha tocado a no-sotros cosechar espinaca y pepinillo… Eso te hace decir ´así había sido, no tenia idea´. Además es orgánico. Ahorita ya no tienes idea de qué comes… Por lo me-nos saber qué es lo que vamos a comer nosotros y compartir algo sano”.

Mariana:

“¿Por qué me metí a la agroforestería? Siento que, digamos en Tapacari trato de promover parcelas agroforestales y siento que para enseñar algo tengo que sa-berlo y experimentarlo antes. También porque quiero vivir de eso. No hay nada más deli que cosecharte tu propias cosas”.

La agroforestería dinámica como puente de regreso al campo El proceso de retorno al campo no

es fácil, ya que requiere conoci-

mientos profundos de manejo de

recursos naturales, sistemas de

producción y de interacción con la

naturaleza. Además de requerir

recursos financieros para adquisi-

ción de materiales básicos para la

práctica agrícola y de demandar

mano de obra.

Naturefund reconoce la importan-

cia de apoyar a la juventud en su

proceso de retorno al campo. Es

así que el proyecto “mejoramiento

de las condiciones de vida de pe-

queños agricultores en el valle

semiárido de Cochabamba” no

sólo trabaja con familias agriculto-

ras de bajos recursos si no tam-

bién con personas de distintas

características sociales retomando

la agricultura en el campo.

La agroforestería dinámica se

constituye en un puente de facilita-

ción de este proceso al brindar

beneficios a corto y largo plazo.

Por ejemplo, al contar con una alta

diversidad de especies las familias

pueden contar con una producción

escalonada de alimentos sanos

mientras el o los cultivos principa-

les crecen. Además, la agrofores-

tería dinámica permite una crianza

de los niños y niñas muy cercana

a la naturaleza, elevando su nivel

de sensibilidad y brindando cono-

cimientos prácticos. Aspectos dis-

tintos en prácticas de monocultivo.

Mariana Alem Zabalaga en la instalación de su chacra. Foto: Cortesía Alem

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Es importante aclarar que la vuelta al campo apoyada por Naturefund se enfoca

en familias inspiradas por la naturaleza y decididas a trabajar en el campo y vivir

de la agricultura como fuente parcial o total de sus ingresos, indistintamente de su

procedencia socio-económica. Es así que no se trata de familias elitistas en bús-

queda de nuevas actividades de distracción social. Natalie y Facundo. Foto: Corte-sía Alem

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La huerta papá y mamá

En las huertas del papá y la mamá de Natalie y Mariana se pueden encontrar más de 100 especies forestales, frutales y de hortalizas entre otras.

El sistema agroforestal que emplean se basa en hileras de árboles frutales y/o fores-tales. Entre hileras se culti-van vegetales para el consu-mo familiar y plantas aromá-ticas para la fábrica de que-so artesanal de Ignacio. El espacio es muy bien aprove-chado ya que en el redondel de cada árbol se cultivan diversos cultivos en asocia-ción. Por ejemplo, alrededor de un árbol de chirimoya se plantó chia y amaranto con excelentes resultados.

Esta práctica es similar a la empleada en sistemas agro-forestales dinámicos por Naturefund (artículo 2: Agro-forestería dinámica y su singularidad). Pero fusiona la jardinería, estética y agri-cultura.; ya que mantiene el césped, separando la mate-ria orgánica de deshierbes y podas para compost.

Desde la izquierda: Natalie, Facundo, Mariana, Taira y Marcelo esposo de Natalie. Foto: Gruberg

Inspiración desde el núcleo familiar El llamado a la tierra de las hermanas Alem viene desde la cuna. Su papá y mamá

viven en Apote hace cerca de 17 años. Desde entonces practican la agroforestería en

un terreno de 4000 m2, donde tienen dos huertos de 1000 y 500 m2. Ahí cultivan de

manera orgánica una gran diversidad de especies nativas y exóticas, entre ellas se

encuentran la chia, el nogal, manga rosa, almendra, nuez, café, quinua, amaranto,

pera, manzana, mandarina, pacay y una gran variedad de hortalizas. Han llegado a

contar cerca de 100 especies diferentes. Describen la práctica agroforestal que reali-

zan su papá y mamá de la siguiente manera:

“Lo que hacen diferente ellos es que hacen una fila de árboles frutales y en los

redondeles de los árboles ponen cosas y también entre medio de los árboles. Es

agroforestería pero no hay el estrato arbustivo tanto”. Menciona Mariana

“Compartiendo una idea de tener un jardín bonito como mi mamá quiere y tener

cosas que se puedan comer como mi papá quiere. Es una

forma interesante”. Menciona Natalie.

Su papá y mamá han experimentado y aprendido mucho en

el transcurso de los años. Por ejemplo, han aprendido que es

necesario cavar huecos de 100 por 80 cm para asegurar el

buen crecimiento de la plantas. También, han experimentado

con diversas especies como es el café, la quinua y reciente-

mente con la mostaza. La producción destinada al consumo

familiar y como apoyo a la producción de quesos de artesa-

nales de su hermano Ignacio, llamados “Colinas del Sol”,

producidos en Apote. Los quesos se venden en distintos

departamento del país. La huerta de su familia le brinda hier-

bas aromáticas para los quesos como son la albahaca, el

orégano y el tomillo. Árbol de chirimoya asociado a chia y amaranto. Foto: Gruberg

Huerta con especies frutales. Foto: Gruberg

Ignacio produciendo quesos Foto: Los Tiem-pos

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Instalando sus chacras Gracias a su experiencia familiar y profesional, ambas hermanas estaban al tanto de

la agroforestería dinámica y tenían planteado instalar una huerta en el futuro. Una

vez que compraron su terreno en Apote con ayuda económica de su papá y mamá,

plantaron 16 árboles forestales. En un principio no esperaban hacer mucho ya que

no contaban con los recursos para hacerlo, debían terminar pagar el terreno.

A finales de año David Tovar le comentó a Mariana sobre el proyecto de Naturefund.

Ella, le preguntó: “No hay chance de que nosotras más hagamos?”. La respuesta de

David fue positiva y arrancaron con la instalación de una chacra de 500 m2.

“No teníamos mucha plata. No me quería meter a hacer nada, pero con este empu-

jón le meteremos. Cuando viva ahí, 1500 [m] del terreno tendrán plantas y frutas, el

resto casita y alguito de jardín”. Menciona Mariana.

Naturefund, está brindando ayuda en la instalación de la chacra de las hermanas

Alem con plantines, semillas y mano de obra en la apertura de hoyos. Si bien com-

parten la chacra cada una sigue un diseño distinto. Natalie ha optado por algunas

especies frutales, mientras que Mariana prefirió plantar varias especies frutales,

“surtidito” menciona.

Los primeros retos

“Nosotros somos unos campesinos ilusionados. No tenemos nada de campesinos”,

menciona Natalie al contar sus primeros intentos en cavar los hoyos de su chacra.

Su terreno es sumamente pedregoso por lo que cavar un sólo hoyo podía tomarles

el día entero. Es así que acudieron a la ayuda de jornaleros que lograban cavar 5

hoyos en un día.

Una vez instalada la chacra, las hermanas Alem se encontraron con un problema:

las hormigas. Los plantines han sufri-

do fuertes ataques. Gracias a la per-

severancia de Natalie y Mariana en el

uso de botellas plásticas, lana de

oveja y preparados orgánicos han

logrado mantener a las hormigas ale-

jadas y los plantines han recuperado.

Sin embargo, les preocupa el daño

que las hortalizas puedan sufrir. “Sólo

con botella de plástico invertida. No

comen el arbolito. Pero si tienes le-

chuga o tomate ¿cómo proteges eso?

Es mi susto”, explica Natalie.

Mariana reflexiona sobre el problema de las hormigas de la siguiente manera:

Árbol de naranja en la chacra de las hermanas Alem . Foto: Gruberg

Piedras sacadas de la chacra. Foto: Gruberg

Helga Gruberg Cazón - Prensa Naturefund Bolivia

[email protected]

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Árbol protegido de las hormigas con botella plástica. Foto: Gruberg

“En Ecuador conocí a unos señores de una finca orgánica bien simpática. Decían lo primero cuando vas a empezar es

hablarle a la tierra y preguntale lo que necesita no sólo poner lo que tu quieres tener si no lo que la tierra necesita. Combi-

nado para las hormigas y para ti. Siento que tenemos que leer mucho más”.

La visión de Mariana, alineada con los principios de la agroforestería dinámica, llama a una reflexión constante sobre

nuestro entorno y nuestra relación con él. Las hormigas también tienen una función en el sistema: transforman la materia

orgánica producida por los árboles en humus y mejoran así la fertilidad del suelo al largo plazo. Es en sentido que es im-

portante convivir con ellas y encontrar los medios para hacerlo.