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D I S C U R S O
Q UE EN L A S SOLEMTíES EX EQ U IAS C E L E B R A D A S
EN L A R E A L U N IV E R S ID A D D E O V IE D O ,
E N M E M O R IA D E S U B IE N H E C H O R
E L E X CM O . S. D . J U A N P E R E Z V JL L A M IL ^
F U N D A D O R D E U N A C A T E D R A
D B R E L J Q J O Í T E 2T L A M ISM A^
D I X O
E L R. P. M. Fr.. MANUEL DE CASO,C A T E D R A T IC O D E T E O L O G IA Y M O D E R A N T E
D E O R A T O R I A .
Con las licencias necesarias,
O v ie d o : e n l a o f i c i n a d e l a v i u d a d e p r i e t o .
1839.O :-
c ó : í ü : - ^ m
■ . 1 K 7 rití^
' •,; :*:r (T a '.jí3 0 '^->::' / . [ ' . j ■i.
r / . 'W 'V jiX '.ú a . ■’Á ¿ i '" 'n ? a o v .3f l r ' ■'
Tlv^^l . ( í .?* .O -;','- J A
\ K / i U l i f i 5 o r K a v i \ i \
K j. v . a -vüoi'oi iE . ii. a a.*•
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a T Z A a a a o H y ¿ l o o j r a r s a o : ) iT A a o 5 iïA 3. A i Ä O T A j i o a a
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Omne opus electm n ju stîfica b itu r , e t qui
operatur i llu d nugn ijica bitur in ilio.
E g l i . 14 . v . 21.
<-OOOaOOCïOœOOOOOSOOBBOOO£}OO£ï0
^ xcm o. Sr, ; Sabîo y respetable Congreso .* Si el
bienhechor insigne de este L iceo á quien pagamos es
te justo testimonio de nuestra gratitud , no hubiera he
cho en el discurso de su vida sino servir á la vanidad-
si se hubiera enamorado , como tantos , del fantasma
del mundo y de su figura , que pasa : Si hubiera an
helado á los empleos en lugar de hacerse digno de
obtenerlos y de que los empleos viniesen á buscarle :
y a no habria memoria al cabo de cuarro años que ha
fallecido , ni siquiera de su nombre. L a memoria de esos
hombres inutiles y que solo viven para si , se acaba
con ellos m ism os. L os que han hecho señalados se rv r
cios á sus sem ejan tes, los q u e , como este de quien
hablo , en vez de gastar en profusiones inutiles , en re
galos y comodidades un Patrimonio fr u to de su econor
miel y so b ried a d , le dedica á un Establecim iento d s
( Odonde p u ed a ven ir algún bien solido y durable d la
causa pública", viven y vivirán siempre en la memo
ria de la posteridad mas remota. E l buen olor de su
nombre pasa á las futuras generaciones y el tiempo
que todo lo consume y acaba no es capaz de obscu
recer su gloria. Las obras escogidas , dice el D ivino
Espirito en las palabras que dnn principio y materia
á mi d iscu rso , las obras escogidas se justificarán y
aplaudirán siempre y el que las ha hecho será por
ellas recomendado y alabado; et q u i operaiur i l lu d
m agnijicabitur in ilio.
2, Las de este hombre digno de toda vuestra
aten ció n , marcadas todas con el sello de la Justicia y
de la utilidad pública , no podrán olvidarse por los que
tengan algún amor á la justicia y al bien de la R e
ligión y d e l E sta d o . Su conducta privada y pública
podrá siempre citarse por m odelo. Los progresos que
h 'zo en las Ciencfas este Sab’o de primer orden servi
rán siempre de estím ulo á cuantos se dediquen á las
letras. Y el buen uso que hÍ20 de ellas este hombre
no menos modesto que grande deberá ser la pauta á
que nos conformemos en las diferentes situaciones y
empleos de la vida. Y cuando los Profesores de este
L iceo quieran e x c 'ta r á sus alumnos al amor del Estu
dio bien d irigido, tendrán s'empre el consuelo de alegar
el exem plo de un hom bre que hizo a q u i su carrera
litera ria , que en esas A u la s adorna su alma con los
primeros conocim ientos que le abrieron tan útil y b ri
llante carrera : y en la buena dirección de su aplica
ción y de sus estudios encoatraráiv siempre »n- esti*
m ulo para alentar a los que ahora comienzan y cursan
á dirigir y perfeccionar los suyos.
3. Con efecto , que otra cosa será menester pa
ra alentar á los Alum nos de este L iceo al u ú l estu
dio y aplicación que mentar el nombre del digno M a
gistrado , cu y a m emoria honramos hoy ? Bastará decir
les í Quet'eis hacer en vuestra carrera progresos facÜeS
y que vuestros conocimientos pufdan ser útiles á la
Patria y á vuestro buen nombre ? Im itad al bienhe
chor de aqueste L iceo , al Fundador de esa C áte
dra , que estableció y dotó de su Patrimonio , dando
margen á los que formaron el nuevo Plan de Estudio^
y á nuestro C atolíco M onarca ( que Dios guarde ) pa
ra adoptar en tedas las Universidades el m ism o Esta
blecim iento , convencidos de las juntísimas razones que
le m ovieron á ello. Im itad al bienhechor de aqueste
L iceo : N o tengáis pa sio jtqtie e l amor d e la C ien iia ,
n i otro deseo que e l d e l bien j^vblico , e l bien de la
R elig ió n y d e l E sta d o , Asi es como se hizo celebre
y acreedor á la est'm acion general y asi os sucederá
á vosotros.
4. N o fundaré y o en otra cosa el elogio del
EXCMO. SR. D . J U A N PEREZ V I L L A M I L , N A T U R A L
r>BL P U E R T O DE S A K T A M A R I N A D E V E G A EN ESTE
P R IN C IP A D O , C A B A L L E R O PENSIONADO D E L A R í A L Y
D I S T I N G U I D A O R D F N D E GARLOS I I I . C O N D E C O R A D O CON
L A F L O R D E LIS DR L A V E N D E B , D IR E C T O R DE L A
R E A L A C A D E M I A D E L A H I S T O R I A , CONSEJERO DE ES
T A D O D E L R E Y N. S- , PR E S ID E N T E D E L A J U N T A DE
H A C I E N D A y M I N l f T R O IN T E R I N O DE L A MISMA.5. N o tem o y o , E x cm o , Sr. , no temo y o te
ner que profanar el ministerio de la verdad á que estoy
destinado por V . E . elogiando á un hombre que tie
ne tan Juftamente en su favor la opinion del público
y que tiene también en su favor la opinion calificada
de V . E . y la de otros Sres. que me hacen el honor
de oírme. \^. E . ha recogido de su boca los sentimien
tos patrióticos y religiosos que le animaban , sus ar
dientes ansias por que la erección de esta C átedra se
veriíicase , la com placencia qué le causaban las venta
jas que de ella se prometía : Y á V . E . toca y éi
mismo encomendo vigilar sobre la ejecución de su vo
luntad : Asi V . E . honrando con su presencia esta
corporacion respetable honra al mismo tiempo la me
m oria de un A m igo y manifiesta su interés en que
aquellas justas ideas tengan el debido cum plim iento.
Asi que no temo , com o he dicho , S ab io s, tener que
profanar el M inisterio de la verdad á que estoy con
sagrado, elogiando á un hombre que tiene tan justa
mente en su favor la opinion del público. L o que
temo y lo que pienso e s , que mis alabanzas no po
drán corresponder á su elevado m érito. L a elocuencia
que tal vez alcanza á echar un velo sobre defectos
verdaderos 6 sembrar algunas flores sobre virtudes por
lo común eq u ivo ca s, queda embarazada á la vista de
aquellos méritos sobresalientes que nada esperan de su
arte y que son por si mismos sus propios panegi
ristas. Por otra parte para elogiar á un hombre gran
de era menester serlo. Los que no pasamos y quizá
ni llegamos á una m ed ian ía , no alcanzamos á mas
que admirar á ios que descuellan sobre nosotros y
quedar asombrados de la distancia enorme que los se
para de nosotros. Considero también , que elogiar al
Sr. V illa m il es elogiar á todas las ciencias , y el amor
y el celo dcl bien público. Y para elogiar las cien
cias era necesario poseerlas : para elogiar el celo y amor
del bien público es necesario arder en este sagrado fue
go. Y bien que todos nosotros no debamos respirar otros
sentimientos ( p o r q u e ; donde está el vil egoista que
apenas sabe si tiene una P atria?) y aunque todos noso
t r o s , d ig o , no debamos respirar otros sentim ientos, pe
ro , quien puede liscngearse de haber llegado á aquel pun
to de desinterés, de desprendimiento y de ce lo , que
todo lo sacrifique efectivam ente al b le n d e la P atria , co*
mo lo hizo el Sr. V iila m ii? Porque hemos de advertir
y no conviene que olvidem os, que pensaba y quería rea
lizar la erección de la C átedra fundada en esta U n i-
■versidad durante su v id a , y que la Implacable muerte
a.taió sus deseos y le privó de la satisfacción de ver
realizado su proyecto , y esperimentar los frutos que
de su ejccucicn debian resultar.
6. Sin embargo por dificultoso que sea proporcio
nar á su merito el elogio , es necesario que un enco
gim iento nimio no nos reduzca al silencio y nos ocul
te las virtudes de este Patricio nuestro. E l elogio de
los hombres grandes es una lección para el público y
no debe defraudarse al pú bl'co del conocimiento de lo
que tanto importa para su ilustración y utilidad. E l p ú
blico á quien tengo el honor de hablar y de cuyos sen-
tiir.ientos debo ser el Interprete, verá con placer y con
iaterés los rasgos de una vida y de una carrera que de**
be serrir de modelo i los que se aplican á las letras y
á los M aeitvos que ?e destinan á enseñarlas.
7. N o nos detengamos en la niñez ó puericia de
un hombre que puede decirse que fué siempre grande.
E s la medianía la que se forma lentamente ; los hom
bres grandes lo son de im proviso y no pasan por
aquellos grados que son las señales de nuestra debilidad.
E l Sr. V illa m íl apenas se destinaba á un cstud'o cuan
do desde luego manifestaba toda la escension y fuerz»
d e íus talentos. Se sabe que su memoria prodigiosa era
k adiniracio-n de los primeros Maestros á quienes se en
com endó su enseñanza : memoria que con una feliz com -
prehj-nsion conservc» toda su vida y 1« m ereció el renombre
de B iblioteca ambulante.
8. Sus Pad res que no querían que se malograse
en la ociosidad un taíento que tantas ventajas p ió m e-
tía y á quienes no faltaban facultades , le destinaron
ár esta. U niversidad. Los progresos que hixo en e llí eil'
el estudio de las Artes, y de la Jurisprudencia son bien
notorios. Algunos de los presentes fueron testigos de d io«
y basta para coiiocerlos tener alguna noticia d e sus pro
ducciones en que brillan el buen juicio y la erudi
ción. Los Tribunales qu& tubieron el honor de conocer
le y de oirle pudieran deponer de aquella exactitud en ei
raciocin io , de aquel lenguage castizo y sublime sin os-
tentación , de a-quella erudición, escogida síb es tu d ia ,
de aquell» am enidad que adorna siempre los discursos
de un: hombre que supo fecundar su espirirn’ con- et
riego de la mejor doctrina. Podria decirse quffsirs ra**’
zoaam ienios teniaa el p rivilegia de hacer ra?iqnales-
cuantos los oían. Esto es lo que deponen los que tra
taron al Sr. V illa m il. L a celebre Convocatoria d e l A l
calde de M ostoles , su prólogo á la traducción de Bonald
son una muestra de aquel lenguage que es propio de
un M agistrado por la severidad y exactitud del racio
cinio: de un hombre nutrido de las mas sanas ideas,
de UH talento lleno de previsión y de un corazon que
no respira sino amor al bien y á la justicia. A h !
Q u e no ocupara h o y este sitio uno de los que le tra
taron de cerca y que hubiese b^;bido de los raudales
de sabiduría que corrían de sus labios ! Q ue no habla
sen en mi lugar los editores de su traducción de las
Investigaciones filosóficas acerca de los prim eros o b je
tos de los conocimientos morales : aquellos que tuble-
ron la dicha de ser testigos de sus ardientes votos por
la felicidad de la P atria : que le oyeron repetir hasta
en el lecho de la m u erte , que serian vanos los esfuer
zos del Gobierno para cim entarla y afianzar la restau
ración sobre bases inderrocables , sí los hombres de a l
gún s.iber y celo no trabajaban esforzadam ente en so
focar y estirpar las semillas de las perversas doctrinas
que despues de haber asolado la Europa,, hicieron en
España una irrupción mas desastrosa que la Sarracéni
ca 1 É l por su parte trabajo cuanto pudo y si bien le
sobraba caudal para darnos de su cosecha produccio
nes útiles , todavía su natural m odestia le retenia y
prefiriendo la ventaja de ser ú til á la gloría de ser
A utor, se ha lim itado por de pronto al ím probo y
enojoso trabajo de traducir las del celebre Bonald
c o in c id id per^sctameme con sus idea» Monarqul*B
cas y religiosas. | Q ue lasilm a que no hubiera escrito
e l Prólogo que rceditaba y en que pei:‘ aba d lrip r al
G obierno su respetable v o z , estlii'íulándolc á que atendie
se con diligencia suma á la educación religiosa , moral
y política de las generaciones nacientes , sin descui
dar ni desesperar de la curación de las y á v ic ia d as,
indicando los medios que su antigua sabiduría le habia
sugerido!
9 . Pero y cóm o se hizo con un caudal tan co
pioso de útiles é importantes conocimientos ? Esto es lo
que conviene observar á los que están empeñados en
la carrera de las ciencias. Y á he dicho que tenia una
memoria prodigiosa y una comprehension feliz. Pero esto
hubiera servido poco , si sus tareas no hubiesen sido
dirigidas con prudencia y si se hubiese dejado enamo
rar de lecturas frivolas qu« sirven para irritar las pa
siones en vez de ilustrar el entendim iento. M as dadme
on joven que no tenga otra pasión que el amor de la
cien cia con las buenas disposiciones de la naturaleza :
entendim iento c la r o , juicio so lid o , reflexión atenta y
aplicación asidua , y se verán ¡guales frutos _ en los tra
bajos literarios. M o que todos hayan de descollar y ser
eminentes , pues la naturaleza produce pocos de estos
genios singulares , y com o dijo un sa b io , parece que
cuando ha form ado un hombre grande , contenta y ai
rosa con su producción quebranta y arroja e l molde
en que le ha vaciado y tarda en formar y dar á luz
otro. Pero á lo menos aspirará cada uno á seguir é
¡mitar aunque de lejos á estos excelentes modelos que
como faros eminentes nos alumbran de trecho en tre-
clw)4 Y según las circunstancias que también concurren
en gran manera á hacer sobresalir los ta le n to s, se ve
rán M agistrados íntegros y sabios que en todo hagan
brillar la justic ia , Ministros del Santuario depositarios
fieles y celosos de la sana doctrina, Em pleados en to
dos los ramos de la administración , adornados de ú tiles é importantes conocimientos.
lo . Es verdad que este deseo , esta pasión d e sa
ber y d e la ciencia debe ser razonable. L a estudiosi
dad es una virtud que com o todas las morales con
siste en un justo m edio. Los extrem os que la vician
6 se le oponen son la curiosidad nimia y la haraga
nería y la ociosidad. A quella sugiriendo al hombre el
deseo de saber lo que no le im p orta, le deja en una
lastimosa ignorancia de lo que mas le interesa. H acién
dole atender á muchas cosas á un tie m p o , es menor
la atención á cada una de ellas é insuficiente para el
logro de lo principal. Las fuerzas del alma reunidas en
un solo objeto es como le alcanzan fácilm ente. Son como
los rayos del sol que reunidos en un foco prenden y
encienden la materia com bustible. Y aun por eso mis
m o es necesario no divagar tras de objetos varios p e r
res va rias forn ica n tes ( i ) y sobre todo tras de ob
jetos vanos y peligrosos que roban y enagenan el co
razon. Los ojos son ladrones del alm a. E s necesario
ponerlos en los libros y que la afición del Estudiante
sea únicamente á ellos y entonces serán los adelantamientos indudables.
( I ) N ú m . 1} V . 3 9 ,
f ro )1 1 . Tero en qi:ií U b re s íe hiin de pcner los ojos?
E n les q ce os en las niíincs vuejtros Ivlucírros,
en los que ellos os señalan y ciian 'ara comprchender
mejor y dar soluc'on á ciertas dificultades , guardán
doos empero de la lectura de aquellos que puedan lle
nar vuestra imrginacion de ¡deas peligrosas y corrom
per vuestras costumbres. Q ue ? ¿ Hemos de salir al en
cuentro á los p eligro s, cuando y a son tantos los que
sin nuestra elección nos cercan y nos acometen? i'or deígra-
ciaesos Libros se han hecho comunes con dolor de todos los
b u en os: andan ocultos, es v e rd a d , se leen á hurtadi
llas. E l espíritu de singularidad con que algunos sugc-
tos se producen , hace á un Joven inexperto desear b,:-
ber en aquellas fuentes. Por lo mismo que í o d furti
vas se las pinta su imaginación como mas d u lc e '( i )
eiqute fu r th (€ dtilciores : se leen , el veneno cunde y
se propaga , se pierde el gusto á los conocim ientos
átiles y solidos y con la pérdida de las costumbres
nos es preciso llorar la pérdida y el atraso de las
ciencias.
12. N o sucede asi á los que fe dedican á ellas
con un fin loable y animados del Santo temor de Dios,
com o el Sabio de quien hablo. M irando el estudio co
mo una virtud que condena y reprueba todos los es-
tremos , cuan lejos estará de dejar las fuentes vivas y
cristalinas y puras que le señalan sus Maestros y de
ir á buscar unos pozos y cisternas rotas , unos libros
( 1 ) Proverb. 9* v . 17,
cn yo único m entó es un oropel engañofo , unas fraíes
fosfóricas , pero sin medula de solida doctrina , sin aguas
que rieguen y fertilicen el campo de nuestro entendi
m iento? Y no solo abominarán esos libros , mirarán con
indiferencia todos los que no sean necesarlos pava el lo
gro de la cienc'a á que se destinan.
13- Cuanta aversión tubiesc á los Ubres de que
hablo nuestro Sr. V illa m il se colige y re vé bien claro
en su representación al Supremo Consejo en donde llo
ra '* la desgracia de aquellos , que por la vana am b l-
«cion de adquiiirse en las letras lo q ie se llan:a buen
« g u s to , fácilmente se im buyen de e rrc re s y opiniones
« anti-religlosas y anti-politicas en que abundan muchos
» de los A A . , que con nombradla d j Filósofos y C ía -
»sicos nos díó la mitad del pasado siglo para extra-
« vio y corrupción de los ánimos de la juventud que >» los lee con entusiasmo , y se deja seducir de la be-
»> llcza del lenguage y del artificio de sus sofismas»
14. L a aversión á estos libros seductores y el
amor á la Santa Religión en que habia sido educado,
que era tan vivo en su alma , como lo dan bien á en
tender los libros que se encontiaban sobre su bufete:
el incomparable Granada , San:a Teresa de Jesús , de
quien era cordial devoto , y la Sagrada Escritura , con
especialidad el nuevo Testam ento , la aversión , di^o ,
á estos libros seductores y el amor á la Santa R eligionj
debía ser en su corazon cada vez mas grande , á la m edi
da que observaba en las diferentes situaciones y co yu n
tura de su vida y en sus forzosas relaciones en el
m u n d o , los estragos de la incredulidad y los pa-
f 12 ) 'SOS por donde el hombre llega á este horrendo abismo»
15 . V io con e fe c to , y no pedía ccDltar^e X su
espíritu reflexivo , qae los desvarios d cl espíritu siguen
los ¡nlbinDs pasos que los desarreglos del corazon ; que
mientras q'.ie el h onbre respeta las reglas de probidad
y de conducta en que fus criado en el seno de la
Iglesia , no siente la menor repugnancia en sujetarse al
juicio y á los dictámenes de una M adre que está per
suadido que le guia por un camino recto á la consecu
ción de su verdadero ñn. Pero que si comienza á desarre
glarse su corazón y a mira con í.idíferencia y aun coa
averíion las prácticas á que le obl'ga la Iglesia. Y a
qiii;-lcra que ella no tubiese autoridad para dirigir su
conducta , y como ésta es inseparable de la que le asiste
para arr.:glar su f é , forma á lo menos deseos de con
siderarla deitituida de esta autoridad. Bien pronto en
lugar de atender á este T ribunal siempre subsistente
que vela sobre las costumbres y sobre la doctrina , se
quiere formar un tribur;al dentro de si m ism o , donde
se haga el árbitro de su fé. D ado este paso , qué re
curso queda en un cam ino tan resvaladizo para no su
mergirse .en el abismo de los m ayores errores? E l en
tendimiento no recibirá ni aprobará sino aquello que el
cora7x)n sugier^ , y co m oel co rá ro n se corrom perá cada
vez m a s , llegará á formar los deseos mas contrarios á
la razón y á las reglas. En vano se le dirá , que !a
Iglesia lo enseña , que la Iglesia lo ordena y lo pres
cribe. Sacudió y á este y u g o : no mira y a á la Ig le
sia como á su Juez ni com o á su M aestro. Q u é ver
dad incómoda abrazará su corazon ? Pues su entendí-
mienro tam poco se ocnpar.i de lo que el covTzon de
secha. E vitará á lo menos el pencar e;i las verdades
que antes conocía y cu y o recuerdo le produce tantas
amai-gijras. Las piadosas p rá c tic a s , los venerables R itos
y ceremonias d é la Igiesia , el uso de los Sacramenios : to
do , todo será para él un objeto desabrido y triste , y de
seará vivir sin otra regla que su capricho y no reco
nocer sobre sí autoridad alguna.
16. Lastimosa situación! Y que temible es que
la lectura de un libro im p ío , ó la conversación y el
trato con algunos incrédulos le arrastren hasta dar asen
so á las impiedades mas grandes ! N o llegará desde luego á desconocer y negar la existencia de un Ser
Supremo , la inmortalidad del a lm a, los premios y las pe
nas de la vida fu tu ra ; pero oirá con una cierta apro
bación interior, pero gustará leer los discursos libertinos
de los que se atreven á com batir ó á poner en duda
verdades tan notorias , aunque no pueda menos de sen
tir el convencim iento que traen consigo. E n una pa
labra , no negará que h aya un D io s ; pero abrigará en
su interior secretos deseos de que no le hubiese , para
correr impunemente en pos de todos los deseos de su
corazon.17. T a l es la disposición interior de todos los in
crédulos que hübiendo nacido y educádose en el seno
de la verdadera R eligión , llegan á poner en duda y
á no respetar la autoridad de la Iglesia. Debemos llo
rar la suerte de los que nacieron fuera de ella y pe
d ir al Señor que los traiga al verdadero redil ; pero
cuánto mas culpables son los hijos de la Iglesia , los
( h )que han sido educados en la R eligión C atólica, y des
pués llegan al grado de corrupción y ceguedad que
acábo de d elin ear!
i8 . N uestro Sabio , ponderando todo el horror de
tan lastimoso estado , ideó y tomó todas las precau
ciones para librarse de él y para preservar de él á sus
seniejanies. E n la lectura de los libros que m anejaba,
que fueron siempre los mas útiles y solidos , vio , que
para convencer i entendimientos de la clase que aca
bo de d e c ir , es necesario de-andar el camino por
donde llegaron al abismo de la im piedad. Esta es el
arte de descreer: es preciso hacerlos creer , vo lver de
verdad en verdad , hasta colocarlos en aquel térm ino y
punto seguro en que se hallaban cuando com enzaron á
corromperse á emanciparse de la autoridad legitima de
la Iglesia. Esto es lo que hacen los Apologistas de la
R eligión , que eran sus delicias. Com ienzan á pro
bar la existencia de Dios , á refutar el Ateísm o. Es
tablecida la verdad de la eKistencIa de Dios , pasan á
hacer ver que el D h s de E plciiro , un Dios sin Pro
videncia es com o si no le hubiese. C on la verdad de
la Providencia está enlazada intimamente la de ia In
m ortalidad y espiritualidad del alma , y lo está de con-
ílguiente el dogm a de los premios y castigos de la orra
vida. Un Dios que derrama sobre nosotros sus benefi
cios, exige nuenra gratitud y nuestro amor. SI por des
gracia le ofendem os, necesitamos saber el m odo de
aplacarle y hacérnosle propicio. Y he ai la necesidad
de un culto que no p u iien d o dejarse á la discrecciora
Y al arbitrio de cada uno , pues en ese caso habría
( M )tantos c u lto s , como los caprichos de los hom bres, es
preciso que h aya una autoridad siempre subsistente á
U que debamos seguir y someternos en este particular.
Fue' al primer Padre del ünage humano á quien D ios
reveló inmediatamente los dogmas priniitivos sin que el
genero humano nunca pudo e x is t ir , y este primér hom
bre los transmitió á su posteridad. L a vida larga de
los A nti-diluvian os era m u y á propósito para que se
conservasen por tradición de Padres á hijos todás las
verdades tocantes al dogm a y á las costumbres.
19* R educido despues del D ilu v io el geneno hu
mano á un segundo tronco en la persona de N o é , que
con sus tres hijos se salvó d el naufragio , se podia con
servar la misma tradición y se conservó en efecto , has
ta que los hombres se fueron corrompiendo y o lv i
dando las verdades y la doctrina en que fueran edu
cados. Siempre la corrupción del corazon ha sido la
causa de los errores y desvarios del entendimiento.
E l hombre , dejándose llevar de sus pasiones y entrega
do á los v ic io s , quiso en algún m odo divinizárlos : y
este fu é entre otros e l origen de la Idolatría. Corrom
pidas las N aciones y marchándo cada una por erra
dos y reprobados cam inos, quiso el Señor segregarse un
pueblo en quien se conservase la fé del verdadero Dios
y que le tributase un culto puro y prescrlpto por el
mismo. Escogió para el efecto á Abrahan á quien sacó
del pais de los C a ld eo s, é hizo Padre de todos los cre
yentes , prom etiéndole que en su posteridad serian benditas todas las generaciones,
20. E l culto que prescribió á esta N ación era
f i f i - )todo figurativo y aquel Pueblo todo profètico anun
ciaba un nuevo Pueblo , que había de ver disipadas
las sombras , descorrido el velo de todas las figuras y
cum plidas todas las profecías. Este Pueblo es la Ig le
sia de Jesucristo que plantó y regó con su Sangre. Á,
esta d ió la potestad de enseñar , la hizo depositaria
de la verdadera doctrina , la prometió su asistencia has
ta la consumación de los siglos y quiso que la oyése
mos com o á M aestra y guia infalible. Si hubiera dejado
al arbitrio de cada uno el determ inar lo que ha de creer
y obrar , qué confusion no habría entre los hom bres!
Sí para el conocim iento de k.s verdades que mas nos
interesan hubiere cada uno de consultar y aguardar los
dictámenes de su razón , cuantos serian los que llegasen
á co n o cer, no y a los Misterios sobrenaturales que tu
bo á bien S. M . revelarnos; sinó las mismas verda
des naturales? Es necesario, pues j oir á la Ig le s ia ,
sea cuando enseña lo que debemos cre e r , sea cuando
propone reglas de conducta. Sí nos propone Misterios
inccmprv-hensibles , no debemos alarmarnos. Sabemos que
D ios la ha enseñado, que el E spirita D ivin o la ha íns-
tru 'd o en teda verdad y que Dios que tantas cosas
ha criado incomprehensibles á nuestro entendim iento, po
drá revelarnos Misterios m u y superiores al alcance de
nuestra razón débil ; en una palabra , que no sería Dios si
nosotros pud'eramos com prehenderle.
2 1. l i é aquí al incredulo reducido al punto de
donde hab'a com enzado á precipitarse y errar. ¿ Será fá
cil reduc‘r!e por el raclocm io y de verdad en verdad
al estado en que se hallaba , cuando com enzó á corrom-
( 1 7 ) .perse su corazon , y su entendimiento a estraviarse ? E s
de solo D ios m over y ablandar los corazones por una
m ocion y un auxilio sin el cual no puede haber f é ;
pero puede sin este auxilio convencerse el'éntendim ien-
tc. Si admite algún principio y sabe discurrir consi
guientem ente 5 no podrá menos de reconocer su error.
Supongo que no se trata con Pirrónicos que lo niegan
to d o : aunque si se ha de confesar francamente la ver
dad , no h ay tales entes , ó son unos locos especula
tivos que en la practica son hombres com o los de
mas , y se conducen en la vida com ún de la sociedad
por reglas que tienen por incontestables. E s verdad que
h a y otros en cierto modo mas tem ibles, ios E sce p ti- ‘
ces que se com placen en sembrar dudas sobre todo y
cab ilar, hasta sobre ia existencia de Dios : diciendo que
sus atributos son inconciliables , que su libertad es in
com patible con su inm utabilidad y otras cosas á este
tenor ; pero no es difícil convencer á estos tales : ha
cerles ver que discurren desatinadam ente: que la ver
dadera lógica enseña á discurrir de lo conocido á lo
desconocido y no al co n trario : que com o dice el P ,
San Agusíin (i) á quien ciertamente no se negará un cla
ro entendimiento, no se debe negar ni poner en duda lo que
es manifiesto y evidente , porque no podamos comprehen-
der lo que está o cu lto : Q ue pues sabemos evidente
mente que h ay un D ios ( y no pudiera ser siquiera ob
jeto de disputa , si esta idea no fuese connatural y
tan antigua como el hombre) (2) que pues sabemos ev i-
(1) D e dono persev. c. 14.(2) E n sayo analit. de Bonald pag. 28. I t . pag. 154 .
( . 8 )dentemente gn e h ay D ios , y que es un ente Infinlia-
mente perfecto , no debem os dudar de esta verdad tan
notoria, por que tengamos alguna dificultad en conci
liar sus Atributos. F alta de L ógica , en que también
incurren los que se rehúsan á creer los Misterios á ti
tulo de incom prehensibles, cuando debieran discurrir que
por incom prehensible que sea una cosa es verdad desde
que se sabe que Dios, la ha revelado , y esto se
sabe por que la revelación está contestada con m ila
gros y todos los testim onios mas auténticos que pueda
desear nuestro entendimiento.,
22. H e aqui los pensamientos que, revoibia en su
interior un hombre que jamas se ocupó inútilm ente y
que destinaba y consagraba sus ocios á la lectura de
los mejores lib ros, y á las mas provechosas ocupacio
nes., Las obras del célebre Bonald , aquel Sabio que
en m edio de la Fran cia revolucionaria osó levantar la
vo z , e im pugnar los sistemas anti-políticos y an ti-reli-
giosos : su traducción en que se ocupaba aun durante la
enferm edad de que ha fallecido : la traducción de nues
tro célebre G eop on ico el inm ortal C olum cla y otras
obras que por las circunstancias de los tiempos dejó
de dar á la prensa................ V iv ie ra s ah! V iv ie ra s
l^re sabio en toda la extensión d e este nombre , para
ilustración de los Españoles ! M as y a que la muerte ha
cortado el h ilo precioso de tus d ia s , no podrá qui
tarnos el consuelo de ver lo que trabajasteis y el celo
que os devoraba por el R elig ión y d e ¡a P a
tria . Os dolíais en vuestro corazon de ver que este
C a tó lic o R ein o , que desde el tiempo del glorioso R ecaredo
adoptó exclusivam ente la Religión Católica estubiese ton
á pique de perder su fe por la lectura de los malos
libros : Os lamentabais de la ignorancia de su Religión
y de los fundamentos de ella que reynaba en los mas
de los Españoles ; por manera que como decís en vues
tra Exposición j sino fuese por la predicación , por e l
cu lto e x te r n o , y por el com ercio de ideas relig iosas,
y a no habria R eligión en España. Conocíais los funes
tos efectos de esta ignorancia , no solo en lo que toca
á nuestra futura suerte , sino en orden al bien de la
sociedad , pues el buen orden de esta, la sumisión y
obediencia á las potestades legítim as, el cumplimiento
de todos los deberes sociales solo puede esperarse de
espíritus verdaderamente religiosos. T odo esto inflama
ba en vuestro corazon el deseo ardiente de oponer un
rem edio á los giavísim os males de la incredulidad.
E l amor d el Trono y d e l Altar^ e l deseo d e l bien p ú b li-
ca de la R elig ión y d e l E sta d o ha sido el fruto de
vuestro amor á la ciencia de vuestros bien dirigidos Es
tu d io s, y objeto de vuestra aplicación infatigable.
23. Por lo que toca al celo de la J u s t ic ia y d e l
bien p ú b lico , quién no jabe el desempeño exacto de
los empleos que obtuvo , y a de Fiscal en la R eal
Audiencia de M allorca , donde ademas de ser el orá
culo de la Justicia y de las L eyes dirigió sus cami
nos y carreteras con tanto acierto que pueden servir de
m odelo á los mejores del R e y n o : y á de Fiscal T oga
do del R ea l Consejo de la G uerra ; y á de Ministro
A uditor general d el Alm irantazgo ? Q uién no lia cido
hablar de su integridad incorruptible haciendo frente , y
oponicnaore al m ayor poder ? Q uién no ha oído ha
blar de su desinterés y desprenduniento y de la con
fianza que merecía á cuantos le hacían árbitro de sus
querellas y de sus diferencias?
24. U n hombre que tan Justamente merecía el
general aplauso y estimación por su profundo saber ,
por su vasta literatura y por sus conocimientos polí
ticos , no podía menos de llamar la atención del Usur
pador y sugerirle el designio de inclinarle á su in
justa causa. Pero , qúan al contrario sucedió! 'Entonces
fu é , cuando escribió aquella famosa convocatoria , que
con trib uyó tanto á entusiasm ará toda la N ación , o c u l-
tándo modestamente su nombre ( y le hubiera ocultado,
aunque no lo exigiese asi el imperio de las circunstan
cias, por que era m u y modesto su saber , com o y á he
notado ). Entonces fué , cuando conociendo Bonaparte el
infliijo que podia tener en la in-iurreccion que empren
dimos y llevamos al cabo con tanta gloria , le hizo con
ducir á Francia com o prisionero y reo de Estado , don
de permaneció en Ortes dos años á sus expensas , sin
que bastase nada á rendir y doblar su constancia. E n
tonces f u é , cuando viendo Napoleon su inalterable fir
m eza le díó pasaporte para volver á España d íc ien d ole:
** anda v é , sé que no vas á servir á mi hermano ;
>» pero servirás al público en la traducción que tienes
«com enzada del Español C o lu m ela." E n to n ce s, cuan
do por no v iv ir sugeto á una dominación ilegítima, en
lugar de venir á M adrid , por intrincadas trochas y sen
deros escusados y por entre mil peligros de tropas ene
migas , se dirigió á A lican te con otros dos am'gos que
trajo con sigo en calidad de criados : el Sr. Torres C ón
sul , otro bienhechor de esta Universidad y que la ha
honrado por sus bien raeiecidos asct^nsos, el Sr. T o r
res C ónsul y D . G erónim o D ia z. Se d ir ig ió , d ig o , á
A licante y se embarcó para C ád id , donde el año de
1 8 1 2 , le nombraron Consejero de Estado y luego R e
gente del R ein o, Pero un hombre tan íntegro , tan aman
te de su patria y de su M onarca , tan celoso de la
justicia y del bien público , mal podia prestarse á los
planes desorganizadores de la facción dom inante en aque
llas Cortes. Por ese m otivo fué separado de aquel car
go con los otros cuatro R egentes y se mantubo por
tiempo de catorce meses sin sueldo ni carácter alguno.
H asta que á la feliz entrada del R e y N . S. en sus
dominios de vuelta de su largo cautiverio , fué llamado
á V a le n c ia , é intervino en la formacion del R eal
D ecreto de 4 de M a y o del año de catorce , asi como
en cuantas medidas y providencias se tomaron en aquel
año de la primera restauración de la M onarquía.
2^. E l espíritu de piedad y de religión que le
habia animado siempre , el conocimiento reflexivo de los
estragos de la incredulidad y de los males que podia
producir á su Patria , com o los habia producido en otras
K aciones : y por qué no diremos tam bién sus infortu
nios , su vida privada en España y su larga prisión en
Francia ? T o d o esto le estimulaba á leer , despues de
sus graves ocupaciones , los Apologéticos de nuestra Sa
grada R elig ió n , en los que en su Exposición y a citada
se muestra tan versado. ¿ Y en qué no estaba versado
é instruido este hombre ? Leía pues, y meditaba los
( 22 }_Apologéticos de nuestra R eligión : conoció todo el peli
gro de la irreligión y de la impiedad y se aplicó con
todos sus conatos y con el sacriticio de su patrim onio
á idear el verdadero remedio.
26. Conoció , que el plan de nuestra R eligión San
ta abrazando toda la extensión de los tiempos , ofre
ce á los dardos del im pío y á las objecciones del in
credulo una superficie inmensa , por decirlo asi : que
es m u y fácil poner objecciones contra alguna parte ais
lada de este plan tan va sto , aunque jamas presentarán
un plan capaz de contrarrestarnos ? A h ! Q u é plan es
capaz de formar el hombre que pueda entrar en com
paración con la obra de D io s , que abraza y comprehen-
de todos los tiempos ? ¿ U n plan que tiene por cimiento
e l error puede ser otra cosa que un edificio en el a y -
re que basta un soplo para derribarle ? Los mismos in
crédulos se combaten unos á otros y nos ahorran el tra
bajo de com batirlos. N o quiere el Protestante recono
cer por Juez á la Iglesia y pretende que cada uno
pueda interpretar las Escrituras según su espíritu parti
cular. V é d lo s y a por el hecho mismo en guerra unos
con otros y sujetos y expuestos á eternas variaciones.
C ada uno creerá ver en las Escrituras sus opiniones
particulares. Cansado de estas variaciones vendrá un So-
ciniano y dirá , que D ios A utor de las Escrituras no pue
de habernos revelado cosas que estén en contradicción
con las luces de la razón. Tendrá por contradictorio á
estas luces el M isterio Altísim o de la Trinidad y de
consiguiente se decidirá á negarlo. Mas si es asi , dirá
el D e ís ta , no solo este M isterio , sino otros muchos que
C 2 3 )8e dicen revelados , contiadiccn á la razón. N o h ay
p u es. M isterio alguno y no h ay por consiguiente re
velación. L a s ó la razón basta, l'ero la razón , dirá e l
A i e l í i a ( ó el E s c é p tic o , por que ¿ dónd.^ está el hom
bre que esté persuadido que no h ay D ios? N o , no h ay
de esios m onstruos; y si los hubiera por el hecho mis
mo de set lo , nos demostrarían que en el orden regular y
natural todos están convencidos de la existencia de un
Ser Supremo ) vendrá , pa¿s , un E scepiico y d iiá : Los
atribuios que la razón parece dictar que combienen al
Ser Supremo son entre ú incon ciliables: su libertad con su
im inutabilidad, 5u bondad con su justicia: su eter¡¡idad con la creación en tiempo : . . . Un ente Supremo de quien nada
puede afirmarse escom o i>ino e x is t ie r a . . . . Desisto deerpe-
cj.licar tales ü c líiio s , por que ni y o tengo valor para narrar
semejantes b.astemias , ni vuestra piedad os perm ite oirías
cpn calma y con lndi;erencia. Y por otra parte pue
do decir con L icracj.io en una o a;ion íeine}a.;te , xicTc’or
ne non minus deliru re videatnr qiti liai; refelU nda cen- suerit. ( i)
27. Pero en fin com o llevo dicho es m u y fácil
poner objecciones contra el plan vastísimo de nuestra R e-
l ’gion y no lo es Igualmente satisfacer á estas objeccio
nes. A l simple fiel le baita saber que cree lo que
creyeron todos los SS. y por cu ya fé murieron tantos
m illones de M M . y lo que ha sido la creencia de to -
d o í los SS. P P . y D D . de la Iglesia , es decir de
(1) D e ira D d . cap. 10
los hombres mas ilustrados y mas grandes que hubo ert
el mundo en mas de diez y ocho siglos. K o se le pide
jn a s; pero es honor de nuestra R e l 'g ’on qi:e haya quiea
cierre la boca á ’os charlatanes é iuipíos adestrados por
infames Maestros y en la lectura de tantos libros pestí
feros en el arte de blasfemar. K a deben buscarse , lo
confieso , no deben buscarse ocasiones de combatir con
e llo s , antes su compañía se debe huir com o da hombres,
apestados y heridos de m ortal contagio.. Pero , cuando
en lances imprevistos se o y e á alguno de. éstos poner
su boca sacrilega en el C ielo y engreírse d e una fal
sa ciencia que se lebanta contra Dios ¿ no es honor de
nuestra R eligión . que h a y a quien, los reduzca a l silen
cio ? Y no és m u y conveniente que haya sugetcs pre
venidos para rechazar los impotentes esfuerzos de estos,
hijos de in q u 'd a d í
28.. Qq'sOj, pues , nnestro Bienhechor que de este-
L ic e a . d e esta C átedra por él fundada , bajo la d 'rec-
cicn de un sabio M aestro,, salix sen. superes a d kella
docti.s'.m i { \ ) y que sostub'esen en cualquier encuentro
los derechos de nuestra Belig-on Santa. Y en su 'm a-
g'nacion v ’ó con placer y con emociones de p ’edad á
lo s A 'um n os de aquesta Cátedra, salir a l paso á todas
las ob’ecc'on s que pueda oponer la incredulidad : im
pugnar al A teo qne no n'ega la ex'srencia de D ios si
no por que le tem e, pues como d ce el P . S. Agus
tín ; nema. D eu m ne^at e s s r , n isi cui' exp ed it Deum ,
( i ) C an t. 3 . V . 8 .
nom sse-. N ad ie niega que haj^a un D ios, sino aquel aquien tendría cuenta que no le hubiese.
2i>. ¿ Y á quien tiene cuenta que Dios no exista? ¡ A y
D ios 1 Y cuánta es vuestra paciencia! Y com o permitís que
haj'-a quien escriba tales blasfemias? E l pensamiento de que
D ios no existe , (hubo quien íe atrevió á proferirlo y á es-
íatHparlo) el pensamiento de que no h a y Dios , á nadie
asusta • * • < C on q u e no os asusta , ó Incrédulos, el pen
samiento y la consideración de que todo ha de perecer- pa
ra vo so tro s: y despues d e una vid a que la mas feliz
está m ezclada y sembrada de tantas calamidades , os
contentáis con el pensamiento d e vuestra total aniquila
ción ? ¿ N o vale mas esperar de su Bondad el premio
de unas pequeñas y momentáneas m ortlíicaciones? Pero
com o el incrédulo en nada se mortifica , solo conside-f
ra en D ios un Juez irritado. Y si D ios e x is te , d ice ,
y es tan ta su Bondad ¿ á qué nos ha hecho capaces de
obrar e l m a l , y de consiguiente de condenarnos por
haberle obrado ? L a razón es bien obvia y clara. Es q u e
D ios quiere servidores que le iirv an librem ente y por
elección para tener con esto de que prem iarlos. Si al-
gunos abusan d e esta libertad , y no quieren expiar su
p ecad o, á quién deben Im putarlo sino 1 simismos ?
¿Queríais que D ios os hubiera criado en la imposiblli-,
dad de p ecar? E n ese caso tam bién «eriais Incapaces de
merecer , y no tendríais que esperar nada de su mano;
remuneradora,
30. Sin em bargo se atréven á vendernos com o un,
descubrimiento im portante á la humanidad , que el alma.
g « c c e coa e l cuerpo. \ Bello descubrimiento, dice C ic e -
ron j cí de los Epicúreos! Y nótese, que por buena
cuenta hasta el tiempo de E picuro nadie habia nega
do la inm ortalidad. Y lo dan bien á entender los des
medidos elogios que le prodigan sus Sectarios ¡ Bello
descubrimiento , decia pues Cicerón , el de los Epicúreos,
cuando quieren persuadirnos que la muerte será para
ellos una destrucción total. ¿ C uando fuese cierto , ten
drian de que alegrarse ? Por lo que á mí toca , decia
este docto R o m a n o , no estoy nada agradecido á los
que quieren arrancarme la persuasión de mi inmortali
dad. Pascal decia tam b ién ; pi^insan habernos dado una
gran n o tic ia , con decirnos que dudan sí nuestra alma
n o es otra cosa que un poco de viento ó de hum o;
y decírnoslo con ayre de contento y alegría. ¿ N o se
ría por el contrario una cosa para decirse en el tono
mas triste y lúgubre com o la cosa mas triste del mun
do ? Si toda la R eligión no es una fábula , el impío
es perdido sin remedio. Aun cuando la Religión pudie
ra ser dudosa, el impío corriera el m ayor peligro. Y
aun cuando la R eligión fuese falsa nada ganaría en ello,
siendo todo su recurso llegar á ser un poco de ceniza.
Pero no: no creámos á esos hombres que se tienen por
ilustrados y los únicos que saben pensar. Por lo mismo
que tíinto raciocinan deberían persuadirse de lo contra
rio. Y en efecto, si se íes quita la mascara se ve rá , que
lejos de merecer el dictado que se d a n á si mismos de-
esp iritus fu e r t fs y sow los hombres mas cobardes. Si de
sean su total destrucción, es que no tienen el valor de ser
inmortales. N o están persuadidos y sin embargo tratan
de persuadir á otros. C om o ios nmos que tienen miedo
por la noche y procuran distraerse cantando y dando
voces , asi ellos quieren deshacerse del temor de la
muerte á fuerza de gritar y escribir que el alma no
es mas que la materia de tal ó tal manera modificada.
Por otra parte se duda ó se afecta dudar de la exis
tencia de Dios y de la Inmortalidad del alma , en tan
to que se goza buena saluz ; pero en viniendo la vejez
y la enfermedad y agravandose esta , se cree en aquel
D ios de cu y a existencia se dudaba.
3 1 . jY qué espectáculo el de un incrédulo en el
lecho de la muerte ! Q u é espectáculo el de un hom
bre que espira en esas crueles Incertidumbres y que
mira á pesar suyo' las verdades de la Religión , que tra-
vajaba inútilm ente en desarraigar de su alma 1 T odo
contribuye á desasosegarle. Píeme aqui , se dice asi mis
mo , heme aqui en el lecho de la muerte. Hem e aquí
destituido de toda esperanza de v iv ir en el mundo.
Los M édicos me abandonan y me han dosauciado. Mis
amigos no tienen mas que ofrecerm e , que suspi.os Inú
tiles y lágrimas Impotentes y esteriles. Los remedios son
sin fruto , las consultas sin suceso. Y no solo esta por-
cion de bienes de fortuna que poseo , sino que el mun
do entero no alcanzaría á librarme de aqueste estado.
Es necesario m orir. N o es y a un P redicador que gri
ta , no es un libro el que me habla : no es ningún de
clamador : es la muerte misma. Y a siento un no se que,
que y e ’a mi sangre. Y a un sudor frió se derrama por
todo mi cuerpo. M is p ie s , mis manos, todos mis miem
bros descarnados tienen y a mas de cadaver, que de cuer
po anim ado, y casi estoy mas muerto que vivo. N o
h a y sino morir. i Y á donde v o y ? Q ue va á ser de
m i? M i incredulidad me dice , que el alma no es mas
que una pordon sutil de la materia , que el otro mun
do es una visión, que una vida p o r venir es una
quimera. Pero todavia no sé que siento que descon
cierta mi incredulidad. E l pensamiento de la nada por
terrible que e s , me parecería soportable , si la idea de
de un inñerno no se representara á mi espidtu á pe
sar mió. Mas f o le veo : ese infierno de que hacia el
objeto de mis burlas y sa tira s , y o le veo abierto
á mis pies : oygo los espantables ahullidos que lanzan
aquellos desgraciados espíritus , y e l humo que sa le d e l
^ o zo d e l abismo y a turba m i imaginación y ofusca mi pensamiento.
3 2 . Pero volvam os a l asunto. V i o con placer y
consuelo nuestro bien h ech or, salir de esta enseñanza los
A lum n os, impugnando al A teo que no niega la ex is
tencia de D ios sino por que le te m e , y que por con
siguiente , en el hecho mismo le reconoce y confiesa.
H aciéndole ver la necesidad de una R e lig ió n , pues la
razón dicta que adoremos al Autor de nuestro ser. Pues
si el Universo es la obra de un Dios A u tor de cuan
to existe ¿no nos dictará la razón que adoremos y
testifiquemos nuestro amor á este Padre benefico que
nos conserva y sostiene ? L a idea de su existencia im
presa en todos los espíritus , el amor , el reconoci
m iento que sentimos acia nuestros bienhechores, esos
principios de equidad y de justicia , de que el hom
bre mas selvajc y mas barbaro no puede desentender
se sin hacerse c u lp a b le s in fe liz , por los rem ordim ientos
que le devoran ¿no son órdenes qtre Díos ìntirrta á. ca
da uno de nosotros , com o quien tiene derecho á man
darnos? Sería una ceguedad uisensata el dudar que es
ta le y suprema que reina en nuestras almas , no- sea
el efecto de una Sabiduría Superior y D ivina que nos
instruye y dirige nuestros pasos. Pues ahora , sí los hom
bres con ser tan Im perfectos, tienen horror á ciertos
crímenes y no pueden negar su estimación y aprecio
á la virtud : ese am( r al bien , y ese horror al vicio,
no debe hallarse con mas fuerte razón en el Crúidor
que ha inspirado esos sentimientos á sus criaturas y
hallarse en el en un g r 'd o infinito ? q u i pUnta-vit au-
rem non audit podemos decir con 'Dúv\á , et qui fin -
x i t Qculum non con siderati Com o él es quien ha esta
blecido este orden , quiere sin duda que este orden
se observe, A i l su justicia no nos perm ite pensar que
el desprecio que haga de él el impío haya de que-
dar impune y que su destino pueda ser un día el
mismo que el d¿l hombre virtuoso que h aya escuchado
su voz y le haya ofrecido un cu lto. T en er otros sen
timientos sería ahogar las luces de la razón , aniqui
lar la D ivin idad y abrir la puerta á las mas infames
m'^ldades. Sería en una palabra no menos injurioso á la
sociedad que al Ser Supremo,
33. Pero esto es dar por cierta la Inmortalidad
del alma d 'ce el incrédiilo. M as¿ com o puede dudarse?
contesta nuestro Alum no. Ese es el dogma de la n a tu -
turaleza y h fé d el genero humano. Los Filósofos G en
tiles lo confesaron^ Los prem 'os y las penas de la
otra vida siempre fueron reconocidas Y sobre qué
establece el celebre H om ero y fabrica muchas de sus
mas bellas ficciones ? Pero el alma no puede ser in
mortal sino es espiritual. ¿ Y puede dudarse que nues
tra alma es espiiitu. ? Es cosa bien siagalar ver al
hombre agotar los recursos de su razón para probar o
para persuadirse que no es superior á los brutos. Ese
ser que discurre y duda si será esto ó lo otro , es
cla io que no es nada de lo que piensa fuera de si. ( i)
C uanto mas raciocina sobre esto el m aterialista, mas
probará contra si mismo. Cuanto mas retrocedamos acia
el principio d¿l mundo , vemos mas bien establecida la
espirirualidad y la in iiio rta liia i del alma. E l viejo
G riego E picuro fue el primero que osó ponerlo en du
da. E l docto Cicerón j (2) dá el epitecto de filoso’-
fa stro s, ó tilosofillos, ó com o quiera traducirse el w/««-
t i f ilo s o fi , á los que la niegan y dice ; ^üus apud
m e antiijiiorum authoritas valet»
34. E n bu¿n h )ra , dice el in cré d u lo , que deba
mos á D ios un culto y que no haya de ser igual la
suerte de los que se le ofrecen ó se lo rehúsan. Pero
bastará para determinar este culto la razón natural. A h
dice nuestro A lu m n o, esos millares de D ivininades que
se veiaii en el mundo p a g a n o , ese culto ridiculo y
extravagante y aun infame que los pueblos mas ilus
trados tributaban al objeto que tenían por D io s , las
contradicciones q u e reinaban entre los filosofes antiguos
(1) V ease á S. Agustin lib. 10. de T rln it. c , lo*(2) D e nat. D cotum .
acerca de las verdñdes mas evidentes , nos sirve todo'
para convencernos de la necesMad de una revelncion,
y los extravíos de los incrédulos de nuestros d ía s ,
nos ofrecen de esta necesidad pruebas convincentes. Des
de que el hombre se aparta de aquesta guia ¿ en qué
precipicios no está espuesto á caer? L a flaqueza y de
bilidad que evidentemente percibimos en nu.stra razon-
nos hace con clu ir, que es indiípen<able que D ios nos
hable, para que ha) a un culto entre los mortales y :
que nos instruya de su voluntad. E l C ielo ha pro-
vehido en efecto á nuestras necesidades. L a j
parte mas ilustrada del m u n d o, testifica que esta re
velación existe. Las pruebas que la afianzan consisten
en hechos m aravillosos, ruidosos y auténticos que no •
pueden negarse ó ponerse en duda sin declinar á un
insensato Pirronismo , contra el que reclama la sana ra
zón y el senúr com ún. Estos echos ha mucho tiem
po que pasaron , es verdad ; pero duran en sus efec
tos , pero por su antigüedad nada perdieron de su va
lor y de su fuerza ; pero la tradición cuanto es
mas antigua , es un m ayor y mejor título de prescripción.
3 5 . Sea a i i , replica el in créd u lo , sea necesaria
una revelación ; pero alegando en su favor la revelación
todas las diferentes Religiones que hay en el m undo, •
en la incertidum bre de cual sea la verdadera,, podrá
el hombre inocentemente y sin culpa , seguir la que se
le antóje, sin ser por eso criminal á los ojos de D ios, '■
Pero añade nuestro A lum n o: es verdad que los Gefes
de todas las sectas pretendieron tener, com uníc-ciones, /s
con . la D iv in K k d . Sócrates con un gemo , L icurgo con
A polo , N um a Ponpiiio con la N in fa E g eria , M ahom a
con el Á n g e l G abriel ; pero solo en la R eligión Cris
tiana y en la Judaica que es su tronco , se hallan
m otivos de credibilidad que convencen. Subiendo al ori
gen de las otras R e lig io n e s , la im postura salta á los
ojos inmediatamente» A l contrario cuanto mas se pro*
fun dice la R eligión Cristiana , aparecen sus fundamen
tos mas solidos,
36, Pero y qué ? añade : st otras Religiones soir
obra de la impostura y efecto de la política de los
Xegisladores y del artificio de los Sacerdotes, por qué-
n o podrá serlo la Cristiana Ì Porque la Cristiana trae
su origen desde el principio del mundo y P' r consi—
gHÍente no puede vemc tino de Dios mL'mo,. ¿ C o m a
esta R eligión qne tiene un origen tan antiguo , podia
ser obra de la impostura de los Sacerdotes ? Eso se
ría suponer que hubo Sacerdotes antes de haber una
R elig ió n y im culto , y el menot buen sentido basta
para conocer este absurdo. Si íe digese que tan luego
com o hubo hombres , hubo obligación de dar á D ios
un culto , y que el primer hombre , que estaba obli
gado á trib u tarselo , era Sacerdote el mismo , se d i
rla la verdad y lo que está fundado en razón ; pero
por- lo mismo ai destruidos todos, los sistemas d®-
la incredulidad:,37, E l fundamento-de la revelación , insiste e l fun
damento de 1a revelación , que exclusivam ente se atribu ye
la R eligión Cristiana , se tom a de los libros de M oysés y
Otros del antiguo. Testam ento , en que el crlstiarnsmo y U
Iglesia se d ice que e*t:ba profetizada y figurada. Pero si
M oysés fué un iinpo-tor , un astuto , y diestro político que
supo eugañar á la N ación Judia. Ah ! Lejos de haber ra
zones para dudar de la sin ceridai de M oysés , todo
concurre á coiiármar el testim onio de ios Judíos y de
los Cilstianos q-je le liíiie .i por u.i Profeta Santo y
divinamente in sp irad a ¡ Bello modo por cierto de en
gañar á los jü d ios , cargarlos de tantas penosas prac
ticas , no dibi lu la r nunca sus defectos y echarles con
tinuamente en cara sus apostasías é infidelidades ! Y
puesto que M oyses era tan a<.tuto y q u eáa se d u cirá
su N ación , por qué no em buelve en las tinieblas de
la obscuridad y en tiempos m u y lejanos la historia de
la creación , de manera qne el engaño no pueda ma
nifestarse ? < A qué habla de un D iluvio Universal y
reduce al liiia‘¿e humano á un segundo tronco ? ¿ A qué
habla de la confu^íjn de las lenguas y otros h ech o s,
c u y a fabedad p o jia tan fácilmente demostrarse por tes
tigos casi c >nce npi)ran¿os, ó que habían oido á otros que
debían estar im truídos en el particular por la tradi
ción , lan fácil de conservarse en un co ito número de
generaciones ?
38. Pero dejemos efto ; no es fácil que el incré
dulo éntre y se halle en una disputa en regla C )n el
C atólico docto é instruid/). N o : los incrédulos no tra -
t'^n de atacar á los Sabios. Se dirigen á espiiítus p o
co ilustrados y que no se hallan en estado de respon
derle?. Pero ese hombre preciado de d octo , y que ha
bla con tanta confianza y que triunfa delante de aque
llos que apenas conocen $u iLeligloa , quedaría humilU*
do , corrido y confun^lJo ‘ i entrofe en roclócinío con'
los que la poseen , y ofrecería el nvím o es'j'ecuiculo,
dice un cierto Escritor , q fe una muger d'^puc ndo con
un G eógrafo sobre los A n t íjo d a '. l i l Cristiano ¡ní-trui-,
d o , tiene una ventaja tan grande sobre el incrédulo,
que por mucho que éste se piccie de talento y de in
gen io , no puede defenderse , sino renunciando á fus
propias luces y abandonando los principios mas bien
establecidos. Por mas que dé un tono seductor á cuan
to d ig a , por mas que sazone sus objecciones con todas las
gracias del lenguage ; el Cristiano instruido é ilust ado
no se deja deslumbrar v ?parta á un lado este falso
brillo y reduce, al incrédulo al punto de la cuestión
que procura evitar^La autoridad que le opone , le descon-
c'erta ; si la rech aza, se vé precisado á refugiarse á
un insensato Pirrónismo que hace desvanecerse en humo
todos sus conocim ientos y ]e precipita en una suerte,
de im becilidad y de extravagancia que deshonra la huma
nidad. E l espiritu pervicaz y obít'nado en frente del
docto , no sale del mal paso sino por agudezas , chis
tes y sales que nada signitkan , ó por rasgos satíricos,
injuriosos y descomedidos en que p rorrim pe sin mi
ram iento. Pero las burlas y chocarrerías tan contrarias
á la decencia y buena crianza no son respuestas, y los
hombres de algun juicio lo perciben fácilmente.,
39, ¿Y és materia de chistes , burlas y satiras
la R eligión ? C u a l es el asunto serio y que deba
tratarse con m adurez, sino aquel en que va no me
nos que una felicidad ó infelicidad eterna ? N i hay
que excusarse con la falta de luz y de evidencia. L a h a y .
b:iftanre en la R eligión. N o se vé lo e r e re eroe; pero re
vé eviJeniem ente, que l-s necefarío crecr. r'oi-orra pane aua
cuando la R jH gionijo fuera tan evidente, como lo es, d^bia
el incrédulo desconjiar de sus luces , y dcftvir á la
autoridad que se le presenta ; per que debe conocer
que en mateiias dudosas, es ordinariamente el corazon quien
decide , y el corazon corrom pido decide contra aque
llo q ;e le incom oda. Sin embargo , es el arma de la
sátira y la del ridiculo , la que mas frecuentemente
manejan estos enemigos de la Religión. Com ienzan ri
diculizando las práciicas de la Iglesia , y están seguros
de encontrar en jóveñes corrompidos é incautos , en quie
nes las pasiones están en su efervescencia , lectores ávi
dos é inconsiderados , que ven con cierto maligno pla
cer , desacreditar los u so s, las prácticas y la d iscip l-
na que pone á raya sus apetitos. Mas ¿ quién no ad
vierte á poco que reflexione , que la sabiduría y la
santidad, de aquestas prácticas , de aquesta disciplina y
del cuito externo , está comprobada por el hecho mis
mo de no tener sino á corazones corrompidos por ene-
migos , y no encontrar adversarios sino entre los que
quisieran dar entera libertad á sus pasiones f
- 40. N o t no es el hombre de b ie n , no es el
que trata de procuiarse la calma de su corazon hacien
do que la razón domine y mande com o señora que
debe ser , no es ese hom b re, d ig o , quien ridiculi/a
nuestras prácticas de piedad. A l contiaiio no ve en
todo esto , sino un estimulo al bien y á Irs obras de vir
tud , un recuerdo continuo de sus mas esenciales obli
gaciones , u n incentivo para mirar con odio y detes-
tacion al vicio , un poderoso y eficaz egem plo que d«s-
p icita su fervor.
4 1 . Y ¿ cuánto no con trib uye este respeto y su-
geccion á la I¿ U i.ia , á la que debemos á las autori
dades Lgíiim as ?A h l Es dcsm otalizando y descarolizan-
do al pueblo, com o se le arma contra los Monarcas,
L a irreligión formando Apostaras, hace siempre rebel
des. Ha tiempo que se d’ jo , que el Crisiiano de C a l-
vino era ne.-esariamenre dem ócrata. Y qué será según
Cito el Ateivia , el D.i^ta , el Esccpiico , el M aterialis
ta ? L os sistemas impíos de un mismo gólpe , conm ue-
ben y desquician los fundamentos de la R eligión y los
apoyos del Tron o, Y digan lo que quieran los partida
rios de la im^ieJad , y por mas q u e traten de encu
b a r sus perversos d e íi¿ n io s, el sublevar á los pueblos
contra la R eli¿i n y contra la Iglesia , es sublevarlos
contra los Tronos. N o se ataca la R eligión sin conm o
verlos, Desde que no se quiera reconocer l.i autoridad de
D io s , se reconocerá y se obedecerá la de los M onar
cas ? Y nó se dirá , qae es una usurpación , una tiranía
autorizada por la superstición de los Sacerdotes ? Esc
es el lenguage común de los incrédulos, y con decir es-»
to y sin tom irse el trabajo de p ro b arlo , piensan ha
ber triunfado. Miserables!4J. Y ved a q u í, S ab 'o s, por que nuestro Bien
hechor a m in te de la Religión y d c l T ron o, quiso que
de este Liceo pudiesen salir sugetos, capacjs por sus
conocimientos de nuestra Religión y de la influencia que
tiene , no solo en el bien espiritual sino en la fe l 'c i-
d a i temporal y en el bien estar de la sociedad *• ca*
paces , digo , de desvanecer en una palabra , con tin «•im
p le raciocinio las obiecciunes de tanta caterva de in
crédulos : capaces de instruir sólidamente en la R eligión
á los simples fieles, cu y o cuidado pueda encomendárse
le s , y capaces también de refutar en solidos discur
sos , esas producciones de iuiquidad que aborta el abis
m o cada día.
43. L o habcis com eguido , ó esclarecido Bienhe
chor de aqueste L ic e o y Lo conseguiréis de cada vez
m as, y se h rá con esto cada vez mas célebre vuestro
nombre. Las obras escogidas se justificarán y se aplau
dirán siempre , tributándose al que las ha hecho los de
bidos elogios: omne opus electum ju stijica b itu r , f t q u i
c fe r a íu r i llu d magnijii abititr in illa,
4 4 . N o se os p fd rá disputar la gloria de haber
sido el primero en Idear y egecutar un proyecto tan
saludable y haber dado ccasú n á los que formaron el
Plan de Estudios á que adrptasen tan sabio y útil Es
tablecim iento. M erced á é l , y a no habrá que llorar el
•»cortísimo estudio que la m ayor parte de los Profeso-
« r e s , de quienes la doctrina y el exem plo ha de des-
*> cender á los demas , hacian de los fundamentos de la
n R e lig ío n : no habrá que llorar los erróte? en que por
•»su ignorancia se precipitab:m tantos sin presentir su
»»extravio.” E l amor á la R eligión y el amor al M o
narca , se arraigar.ín en los corazones. Y la lectura de
vuestra representación , que S. M . quiere que se ve
rifique todos los años en presencia de los A lum n os , los
estimulará sin duda á h¿cer progresos y á bendecir vues-
tro uombre.
45* A q u i , en esta p u led ra , el T e o lo g o , acos-'
tum brado á defender los dogmas en particular , se ins-'
truirá en el coa¡unro o en el codo del Plan D ivin o d e '
la R elig ió n , ideado d*:.de la E tern id ad , realizado en e l •
Paraíso, descmbuelto magestuosamenre en tiempo de la-
le y naC'iral , delineado mas particularm ente por M o y - '
s é ; , y llevado á sü perfección por Jesucristo. A qu í ve --
rá conservados &in inierrupcíon los dogmas prim itivos por
la tradición D om estica tiempo de los Pairiárcas , p o r '
la 'Nacional desde que M oysés se hizo el caudillo de
un nuevo pueblo y por la Católica y Universal , des
de la prom ulgación de la le y de gracia. A qu í aprende
rá- ,el Jurista a conocer los verdaderos piíncipios so
ciales , los fundam entos solidos en que estriba el Divi~>
no establecim iento y grandioso edificio de la sociedad.
A q u í aprenderá á despreciar » los sueños de esos hom-
» bres de imaginación , que con sus escritos sacaron á
« lo s pueblos de su sosiego despues de haber seducido
« á los i.icautos y servido de autoridad á los perver-
»»sos para saciar su ambición y su codicia" A q u í apren
derá el Canonista á sostener los derechos de -esa Lega
cía perpetua que estableció Jesucristo en su Iglesia y
que debe durar tanto com o el mundo,: autorizando á
los Apóstoles y á sus Sucesores con su misión divina ,
haciéndolos depositarios de la verdadera doctrina y man
dando á todos los fieles escucharlos , como legítimos in
terpretes de su voluntad y de las órdenes de su Maes
tro , á quien oímos oyéndolos á ellos. A quí aprende
rán todos á mirar con . desprecio esos libros impíos que
tanto daño han causado al mundo. ................
46. H abéis v is to , Sabios , com o nuestro Bienhe
chor se hizo célebre , no con aquella celebridad que
producen los hechos ruidosos , sino la que produce el
Saber modesto y ú t i l , e l celo d e l bien p iíb lico y las
em presas que tienen por objeto e l bien g e n era l de la
R elig ión y d e l E stad)» | O h ! Podamos nosotros pOj.
nuestros Estudios bien G inpdos , íer útiles á la R e li
gión y á la Pàtria , y alcanzar la dichosa inmortalidad
en que piadosamente podemos persuadirnos que descan
sa , vistos los exemplos de virtud que nos ha dejado y
e l celo de la R eligión que ha manifesrado...........................
. . . Mientras qve haya Universidad durará su memoria: y
si su retrato no se coloca al lado del de N tro . Ilustrísímo
fundador ( por que quien me quitará de firm ar ál con
cluir mi discurso , este deseo ? ). Si su retrato no se co
loca al lado del Ilustrísím o fu n dador, no por eso de
jará de viv ir grabado en nuestros corazones , y todos
los buenos hallarán en su conducta que alabar y que
im itar , alabando al Dios que le ha inspiraao tan piado^
sos y religiosos sentimientos. A m e n *
Of '.f' . . C!î?;'v': <
•siiff ííHí."^íij,ÍyJ • up?. <fi! , , - .^ iiZ ;>orf>
\‘.\ y ‘/u:; \H. C. > > Vi 'J-'nis'.
tV VV.-.. V ;\mO ‘‘.C:x r..-VíV- TT;#
• fcV Äir::vi líCI*;-. a \.'»>.:->íV-■'VA, - ? .' .'.»■•j . ■ . . . • I •• •;
- ..•■ '.‘Ji , ?.• -‘ , • ;■ •' '■¡ Î . ■■ ' I
3!,, ïi~ V -'wL r. v
' ' •■•:/ • -;. '.V'-,-'-' ■ '••■■ -í- !•■ w j óiip n'a
i '■ . .■>• - . n-,' /■'■j í;í-/ , 12
....................................... . b• ' .7 - : á \ : ' ; • J .-■ - ; í ; j . . i - ,
■fii'i*''. -jib !» i: i?-.. : h ' 'a li—;.’.-:i !: . 0:1 ; v ‘< t:.: ''. r. •■. . .> •: •, i l í
\ *-Jí . . . ' • 'c -
• -;b 1 -• • , jr:., • ' ;
.ïa;r.v;>i'(v^,.- I ' , tu. . T i l ' s 'i' ■ iflWí H Vii
i V * 4 < ' w i í - í . ' i J i ' t i *■ , ’ ». 0 0 « I ' ^ C . Ì ' . ' . I f J J i n f i
■ .i-’i.:j.;iiií.ij<{ ¿U'iaxj.-t.-i'i ía í
¡Tm« . .k .
• r:'. ' •'••• /
a. ■ -i '-v •.
i- liV'.i!'*-' "í
• íH’S'TA'' '»-A* \»
'Jf
R A Z Q K y
D E L A S E X E Q U I A S D £ L
EXCMO, SEÑOR VILLAMJZ.,
m j I C laustro d e la R e a l XJni'oetsidad d e Ovie~
d o que convencido de los relevantes méritos d e l Excm o*
^r • D . J u a n P e r e z V illa m il y de su celo p or e l bien
d e este E sta blecim ien to literario^ le habia- condecorado con
/íi B o r la y hecho d e l nnmero de su s D D . luego que
supo la Í7tfauAta tjoíicia de su fa llecim ien to , determinó
h a cer p o r su aJfna les sufragios de costum bre, sin
f e r ju ic io d e a iorda r p a ra m ando se verificase Li
fu n d a ció n ü e la C á ticita de Religion , que entre otras
p ia d o sa s memorias d ejó recctncndcda en su Testamen^
to , una solí tnne J-i-i.cion ¿fe E A cq u ia s , cu a l corres
p o n d ía ci la fíum cria d e tan generoso S ien h eth o r y
á la s sobresalientes i ia lid a d e s de un sugeto tan be
nemerito^ A consecuencia tíe esto , verificada y a la
fu n d a ción de la referida CM -sdta y desem barazado e l
Claustro de otras atenciones , determinó que se disjiu-
siese una fu n ció n solemne con toda la O rquesta de la
Sta. Ig les ia C a ted ra l y con Oración fu n eb re que hu
biese de d ecir un G ra d u a d o. Se ofrecieron d tener
la M isa y cantar e l E van g elio y la E p ísto la respec-^
tibam ente e l Sr. P r io r de la Sta. ig le s ia D . J u a n
d e la C ru z Ceruelo d e V elasco Gobernador d e l O b is
p a do , e l Sr. T). 'Victor Ceruelo de V elasco , A r c e d ia
no cíe R iva deo , Canónigo D ig n id a d de la misma Ig le-
sia y D . C arlos Treceno M erin o tam bién Canónigo,
iodos tres d e l G rem io y Claustro de la U niversidad.
Y se encargó d e la Oración fu n eb r e e l M . F r , M a
n u el de Caso , L ector J u b ila d o d e l orden d e San
F ra n cisco ¡ C atedrático d e Teología y M oderante de
O ratoria. Se comisionó d dos G ra d u a d os p a ra convi
d a r personalm ente d la s p rin cip a les autoridades y se
im prim ieron esquelas p a ra otras per%onas, comunidcT
des y corporaciones. L leg a d o e l d ia 12 d e ’N oviem
bre d e l año p a sado d e 1828 , d ía que se habia es
cogido como e l mas oportuno por la concurrencia y reu
nión de los Alum nos y P rofesores de la U n iv ersid a d ;
á las d ie z de la m añana se dió prin cip io a l oficio
solemnísimo con la O rquesta y a d ich a y voces d e la.
Ig les ia C a ted ra l. L a concurrencia f u e muy lu cid a y
num erósa, contribuyendo mucho d la solem nidad d e es
te acto religioso la asistencia d e l E xcm o . è lllm o . Sr,
Obispo j ¿a d e l Teniente g e n era l D . N ico lá s d t P o n
te , Com andante g e n e r a l d e l P r in c ip a d o , la d e l Co
ronel d e M i l i c i a s , Sr. Conde d e M a r c e l d e P e n a l-
)va : los comìsionnHos de Li R e à l A tidiencìii , d è i Ca-i-
bildo E c les iá stico , d e l Ayuntam iento de la c iu d .id y
de otras corporaciones y com unidades y la de íodúS
los G ra d u a d os con insignias de luto , segitn se háb{¿t
acordado. E l D r . D . Antonio Pi^juero, Catedrdtici)
de P rim a d e C á nones, se habia esmerado como P r i
m icerio en decentar y adornar la C a pilla con toda la
suntuosidad y m agnificencia propia de tales circuns
tan cias. H a b ía en e l medio un C a tafalco d e buen g us
to y elevación correspondiente con in scrip ci ones a lu si
va s d los m éritos y virtu d es de este insigne B ien h e
chor de la U n iv ersid a d y adornado con e l número com
p eten te de luces. D u ró d ich a fu n ció n hasta mas d e la
una concluyéndose con e l D iscu rso que precede.
D e este modo ha procurado pagar la U n iv ersid a d e l
ju s to tributo de su reconocimiento á un Bienhechor cuya
m uerte le ha sido tan sen sible. E l Orador, por desem
p eñ a r e l p la n que se habia propuesto y no cansar de"
m asiado á los oyentes , om itió muchos rasgos intere
santes que harían mucho honor d la v ir tu d y p ie d a d
d e l siigeto d e su elogio. Y aunque se habia concebí-
do e l pensam iento d e ponerlos en notas ; pero por no
abultar este escrito , se contenta con aña¿iir, que los
Conventos pobres que socorría , los necesitados de to-"
d as clases que particip aban en secreto d e sus lar
g u e z a s , los amigos á quienes ed ificaba con su egem
p lo y atraía con su amena erudición , los am antes
d e la s letras que se aprovechaban d e su ilustración y
sa bid u ría , llorarán esta p érd id a . E l Claustro que ha
tenido en e lla tanta p a rte , la ha querido tener tam*
H en en que la sabiduría y re lig io sid a d de un sugeto
tan benemérito tengan toda la p u b lic id a d p o s ib le , y
p u ed a n serv ir de estim ulo á sus P rofesores y A lum -
nos y d todos los am antes de la R elig ion y d e l M o-- n^rca*
u : r
T c í ;a