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BILL CROWDER De las cenizas La presencia de Dios en el dolor de Job SERIE TIEMPO DE BUSCAR

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BILL CROWDER

I S B N 978-1-60485-844-0

9 7 8 1 6 0 4 8 5 8 4 4 0

C3974

De lascenizas

La presencia de Dios en el dolor de Job

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SERIE TIEMPO DE BUSCAR

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Introducción

De las cenizas:La presencia de Dios en el dolor de Job

La «ley de la cosecha» es fácil de entender. Cada semilla produce su fruto. Como le escribió el apóstol Pablo a la iglesia de Galacia

en el siglo i: «No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará» (Gálatas 6:7).

El libro de Job expresó esta misma idea mucho tiempo antes. Uno de los amigos de este hombre, dando a entender que, hasta cierto punto, Job merecía las calamidades que lo habían asolado, preguntó: «Recuerda ahora, ¿quién siendo inocente ha perecido jamás? ¿O dónde han sido destruidos los rectos? Por

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lo que yo he visto, los que aran iniquidad y los que siembran aflicción, eso siegan» (JOB 4:7-8).

Sin embargo, resulta que la ley de la cosecha puede ser una idea sumamente engañosa. Solamente por esa razón, espero que las páginas siguientes, escritas por el maestro bíblico adjunto de Ministerios Nuestro Pan Diario, Bill Crowder, sean leídas por muchos y despierten un nuevo interés en una de las historias más antiguas e importantes de la Biblia.

Mart DeHaan Ministerios Nuestro Pan Diario

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Contenido

1Preguntas difíciles, respuestas esquivas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

2Un corazón hecho pedazos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

3Una guerra en dos frentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .15

4Una sabiduría obtenida mediante el dolor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25

5Lecciones de vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .29

Título del original en inglés: Out Of The Ashes

Foto de portada: iStockPhoto Fotos interiores: (p. 1) iStockPhoto; (p. 5) Nadjib Aktouf / Stock.xchng; (p. 9) John Nettleship / Stock.xchng; (p. 15) Muris Kuloglija Kula / Stock.xchng; (p. 25) Troy Stoilkovski / Stock.xchng; (p. 29) J. Purymski / Stock.xchng

ISBN: 978-1-60485-844-0

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas están tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS ©

Copyright 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usadas con permiso. Todos los derechos reservados. © 2014 Ministerios Nuestro Pan Diario. Todos los derechos reservados.

SPANISH Impreso en EE. UU. • Printed in USA

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La presencia de Dios en el dolor de Job [ 5 ]

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Preguntas difíciles, respuestas esquivas

Con ácida ironía, Woody allen declaró: «la vida está llena de miseria, soledad y sufrimiento, y se termina demasiado rápido». allen no dijo nada

nuevo. El dolor y el sufrimiento están entretejidos en nuestra experiencia humana. El sufrimiento brota en forma global a través de guerras, terremotos, maremotos, inundaciones y tifones. se expresa personalmente: la pérdida de una relación interpersonal, de la salud, de un hijo, de un matrimonio, de un trabajo. El sufrimiento nos toca de maneras para las cuales no solemos estar preparados. Nos apresa con un dolor que no podemos definir. Nos afecta física, emocional, relacional y espiritualmente. En el sufrimiento, nos chocamos con un enemigo despiadado, sin nombre y sin

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rostro, que evoca preguntas para las cuales solo tenemos respuestas inadecuadas.

sin embargo, por más difíciles que sean, estas mismas preguntas nos impulsan a buscar mejores respuestas. leemos libros; consultamos a pensadores, filósofos, teólogos y maestros; argumentamos y debatimos sobre explicaciones del problema del sufrimiento. Pero, sin importar cuán altas sean nuestras expectativas o cuán prometedoras parezcan estas fuentes, nos dejan con preguntas sin responder... misterios desesperantes que nos alejan de Dios o nos acercan más a Él.

En las páginas de este librito, examinaremos solo algunas de las preguntas que se arremolinan como un huracán alrededor de este tema tan difícil. ¿Cómo es el sufrimiento? ¿Cómo respondemos cuando llama a nuestra puerta? ¿Cómo podemos encontrar a Dios en medio de los momentos más oscuros de la vida?

No hay mejor punto de partida para observar el sufrimiento que desde las experiencias de un hombre llamado Job. su historia se cuenta en el libro más antiguo de la biblia.

Job vivió en la tierra de Uz, en la época más antigua registrada en la historia humana. se lo presenta como un hombre que vivía en comunión con Dios, y se lo describe como «intachable», «recto» y «apartado del mal» (JOb 1:1). buscaba hacer el bien y agradar a Dios. sin embargo, una rápida serie de sucesos catastróficos destruyeron su mundo y amenazaron esa relación.

La presencia de Dios en el dolor de Job [ 7 ]

Es notorio que el libro más antiguo de la biblia se concentre en el común denominador

de la experiencia humana: el problema del dolor y el sufrimiento. aunque la historia de Job es conocida para muchos, tiene más para decir de lo que imaginamos. Más sobre nuestro mundo, más sobre nosotros y más sobre Dios.

En el sufrimiento, nos chocamos con un enemigo despiadado, sin nombre y sin rostro, que evoca preguntas para las cuales tenemos solo respuestas inadecuadas.

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La presencia de Dios en el dolor de Job [ 9 ]

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Un corazón hecho pedazos

Hay ciertas lecciones que preferimos dejar en el plano teórico y abstracto. Pero, en ese ambiente, nunca pueden comprenderse por completo. El

profesor Howard Hendricks dijo una vez que no hay cursos por correspondencia para aprender a nadar. tampoco se puede aprender a distancia sobre el sufrimiento; esta es una experiencia profunda e inevitablemente personal. ¿Qué características del sufrimiento contribuyen a la agobiante tribulación que experimentamos? a continuación, veremos varias perspectivas de la experiencia de Job.

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El sufrimiento nos resulta misterioso (Job 1:1-12)Primo levi, un prisionero en el campo de concentración de auschwitz durante la segunda Guerra Mundial, describió cómo una vez, apiñado en su cuartel y muerto de sed, intentó tomar una estalactita desde la ventana, para humedecerse la boca seca. Pero, antes de que pudiera mojarse los labios resquebrajados, un guardia le quitó la estalactita y lo empujó lejos de la ventana. Impactado por semejante crueldad, levi le preguntó al guardia por qué. Este le respondió: «aquí no existen los porqués».

a veces, nos sentimos así en la vida. Pareciera que sufrimos sin una respuesta razonable a nuestros porqués, y el silencio parece burlarse diciendo: ¿por qué no? seguramente, Job se sintió así cuando entró en el crisol del sufrimiento. No tenía idea del telón de fondo espiritual que había en su vida. Es más, durante la escena de apertura de su historia, este patriarca se encuentra tras bambalinas. Job 1 cuenta sobre una reunión de seres angelicales ante el trono de Dios, entre los cuales se encontraba satanás, cuando algo increíble sucede: «Y el Señor dijo a satanás: ¿te has fijado en mi siervo Job? Porque no hay ninguno como él sobre la tierra, hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Respondió satanás

Debido a la caída de la raza humana por el pecado, el sufrimiento es una experiencia común a todas las personas. Aunque lo experimentamos en distintos grados y formas, es una vivencia humana universal. Por eso, las historias de perseverancia son tan poderosas.

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al Señor: ¿acaso teme Job a Dios de balde?» (JOb 1:8-9).

Dios cuestiona a satanás, nuestro enemigo espiritual, respecto a sus observaciones acerca de los hombres y las mujeres sobre la tierra, destacando a Job, e incluso haciendo alarde de él. Pero satanás arremete contra el elogio divino. Cuestiona las motivaciones de Job para amar a Dios. ¿Cómo no iba a servirte? Es lo

que da a entender. ¡si le diste todo! Entonces, Dios le da permiso al diablo para probar la fe de Job. Este hombre se transforma en parte de un experimento cósmico, y el sufrimiento será la variable para probar la pureza de su devoción al señor y su relación con Él.

Este intercambio entre Dios y satanás muestra claramente que nuestras vidas están conectadas con la esfera espiritual y eterna, pero también nos demuestra que Job era absolutamente inconsciente de la razón de su sufrimiento... lo único que podía ver era

A veces, nos sentimos así en la vida. Pareciera que sufrimos sin una respuesta razonable a nuestros porqués, y el silencio parece burlarse diciendo: ¿por qué no?

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la tribulación. la causa era un misterio. Como lo expresa Os Guinness: «la vida no solo es difícil. también es injusta; cósmicamente injusta, de una manera aterradora. Después de eso, el suelo ya no parece tan firme».

ante el repentino embate de dolor, aflicción y pérdida, el corazón de Job latía con preguntas que no encontraban respuestas

El sufrimiento parece abrumador (Job 1:13-19)En Hamlet, de shakespeare, Claudio declara: «... ¡las desgracias nunca vienen solas, sino todas juntas y en batallones!». sin duda, esto le sucedió a Job; un mensajero tras otro llegó trayéndole noticias de una pérdida devastadora.

Y aconteció que un día en que sus hijos y sus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en la casa del hermano mayor, vino un mensajero a Job y dijo: los bueyes estaban arando y las asnas paciendo junto a ellos, y los sabeos atacaron y se los llevaron. también mataron a los criados a filo de espada; sólo yo escapé para contártelo. Mientras estaba éste hablando, vino otro y dijo: Fuego de Dios cayó del cielo y quemó las ovejas y a los criados y los consumió; sólo yo escapé para contártelo. Mientras estaba éste hablando, vino otro y dijo: los caldeos formaron tres cuadrillas y atacaron los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada;

Qué decirle al que sufre: «No lo sé…». «Lo lamento tanto…». «Yo tampoco lo entiendo…». «Te amo…». «Dios te sigue amando».

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sólo yo escapé para contártelo. Mientras estaba éste hablando, vino otro y dijo: tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en la casa de su hermano mayor, y he aquí, vino un gran viento del otro lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, y ésta cayó sobre los jóvenes y murieron; sólo yo escapé para contártelo (JOb 1:13-19, ÉNFasIs añaDIDO).

los informes trepidantes de las pérdidas devastadoras desgarraron el corazón de Job. los siervos prácticamente se tropezaron unos con otros a medida que llegaban con más malas noticias. En la época de Job, la riqueza se medía en función de los siervos y las propiedades. Estas eran armas en el ataque al corazón de Job. En primer lugar, fue la pérdida de los bueyes y las asnas, y la muerte de los siervos (1:14-15). Después, se le informó que había caído «fuego de Dios» y consumido sus ovejas y más siervos (1:16). luego, le llegó el mensaje de que los invasores caldeos habían robado sus camellos y matado más siervos (1:17). Con cada anuncio, aumentaba la angustia, ya que las pérdidas eran cada vez mayores. Pero la pérdida más terrible llegó cuando uno de los mensajeros anunció la desgarradora noticia de que los hijos y las hijas del patriarca habían muerto (1:18-19).

Cuando las olas de dolor nos ahogan, ya sea solas o todas juntas y en batallones, su solo

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peso y su naturaleza implacable pueden ser asfixiantes. El sufrimiento nos abruma.

El sufrimiento se experimenta a solas (Job 2:13)Entonces se sentaron en el suelo con él por siete días y siete noches sin que nadie le dijera una palabra, porque veían que su dolor era muy grande (JOb 2:13).

El ataque final de satanás fue a la salud de Job (2:1-8). Después de eso, Job se sentó en el polvo, rascándose las dolorosas úlceras, desconcertado por el giro que había dado su vida. su esposa y sus amigos estaban con él, pero, en realidad, estaba solo en su dolor... solo a no ser por la presencia de Dios.

simone Weil, una filósofa francesa del siglo xx, escribió: «la aflicción hace que Dios parezca ausente por un tiempo, más ausente que un hombre muerto, más ausente que la luz en la oscuridad absoluta de una celda. Una especie de horror inunda toda el alma».

El gemido desconsolado que salió de los labios de Cristo en la cruz expresó esta sensación de aislamiento en las épocas de sufrimiento: «Eli, Eli, ¿lema sabactani? […]. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (MatEO. 27:46). Probablemente, este también fue el clamor del corazón de Job, sentado en el polvo mientras hacía duelo por sus grandes pérdidas.

a través de los milenios, ni la naturaleza ni las causas del sufrimiento han cambiado. Para algunos, el sufrimiento jamás se acercará a los horrores de la experiencia de Job. En el caso de otros, quizá incluso los supere. Pero, en cada caso, nuestro sufrimiento es solo nuestro, y sentimos su peso porque es misterioso, abrumador y, en última instancia, se experimenta en forma individual.

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Una guerra en dos frentes

Los historiadores de guerra atribuyen la pérdida de adolfo Hitler en la segunda Guerra Mundial a su decisión de atacar Rusia mientras estaba en guerra

con Inglaterra. los líderes militares advierten contra intentar batallar una guerra en dos frentes porque casi siempre termina mal. la división de los recursos, la energía, la estrategia y la atención hace que este tipo de guerra sea prácticamente imposible de ganar.

Job se enfrentó a la desagradable perspectiva de una guerra en dos frentes. No se trataba de una guerra sobre tierra, ni de una batalla con armas. la suya era una batalla espiritual, peleada en el terreno emocional de su corazón roto. la primera batalla fue contra sus «amigos», por el bien de su integridad. El segundo y más doloroso conflicto fue con el Dios en quien confiaba y al que servía.

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lo interesante de esta historia es la manera en que está relatada. a menudo, nos concentramos en el sufrimiento que experimentó este hombre. Fue tan horrendo que desafía el entendimiento. sin embargo, la Escritura narra estas tragedias en solo dos capítulos (1–2) y utiliza los 40 restantes del libro para describir el forcejeo de Job con sus amigos y con Dios por la razón de su sufrimiento.

Con amigos como estos...En el primer momento de la tragedia, Job respondió con una fe y una seguridad profundas: «Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor» (JOb 1:21). sin embargo, estas poderosas palabras de confianza pronto se desvanecerían para dar paso a un tono más oscuro y doloroso. El primer empujón hacia el barranco de la desesperación vino de parte de su esposa, quien, sin duda, también estaba haciendo duelo por la pérdida de sus hijos. Con un cinismo lleno de enojo, alentó a su marido: «Maldice a Dios y muérete» (2:9). aunque él se negó, la introducción al discurso de Job en el capítulo 3 muestra el peso de su sufrimiento, y el efecto sobre su fe y su resolución: «Después abrió Job su boca y maldijo el día de su nacimiento» (JOb 3:1).

Al igual que los amigos de Job, solemos decir demasiado cuando intentamos consolar al que sufre. En tiempos de tribulación, tenemos que resistir la tentación de «hablar en nombre de Dios», aunque tengamos buenas intenciones. En el crisol del sufrimiento, las palabras suelen no ser suficientes.

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la fe reluciente de Job había sido subyugada por el dolor y el sufrimiento que invadieron su vida. su lamento fue dolorosamente en aumento, y hasta llegó a declarar: «¿Por qué se da luz al que sufre, y vida al amargado de alma; a los que ansían la muerte, pero no llega, y cavan por ella más que por tesoros?» (JOb 3:20-21).

En lugar de la muerte, lo que llegó fue la experiencia de una oscurísima noche: problemas y temores que incluso le robaron la esperanza de tener paz (vv. 22-26).

Como si el dolor ya no fuera insoportable, el lamento de Job es recibido con cinismo y juicio. Parado frente a sus espectadores, sin poder y quizá sin querer esconder su dolor y su angustia, lo envolvieron olas de acusaciones en lugar de compasión, de condenación en lugar de consuelo... al igual que las tragedias de los días anteriores. El «consejo» de su esposa fue solo el comienzo.

Durante siete días, los amigos de Job (Elifaz, bildad y Zofar) se habían sentado a observar su agonía (JOb 2:13). al octavo día, desataron una tormenta de crítica (JOb 4–31). las olas seguían un patrón: una acusación y la respuesta de Job. los tres amigos aplicaron su escrutinio teológico a la experiencia de Job. ¿su táctica? Cada uno lo acusó de falta de integridad al afirmar que vivía en rectitud. seguramente, escondes

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algún pecado grave, le dijeron. Después de todo, Dios no castiga al inocente. Cuando el patriarca defendió con firmeza su inocencia y los reprendió por sus acusaciones, sus amigos pasaron a una táctica ofensiva y agredieron al hombre que ya estaba lastimado emocional, espiritual y físicamente. los ataques implacables agotaron a todos, en una guerra que, al final, no sirvió para nada.

Por más increíble que parezca, después de que su esposa y sus tres amigos íntimos lo acusaron, un cuarto colega, Eliú, desató su ataque (JOb 32–37). al igual que los demás, para Eliú, el sufrimiento de Job era evidencia de que había desagradado a Dios. Es más, sus argumentos alcanzaron nuevas alturas (en realidad, llegaron aun más bajo). Job 32:2 describe su profunda ira. las acusaciones airadas de Eliú reiteran la aparente contradicción entre las afirmaciones de inocencia de Job y el sufrimiento que seguramente venía como juicio divino.

Este argumento suena trágicamente familiar. Es un punto de vista que puede surgir cuando los demás sufren. En esto se basaban las acusaciones de los «consoladores» de Job. a menudo, se le llama la «doctrina de la retribución»: Dios solo recompensa a los justos y siempre juzga o castiga a los malos.

Esta presunción, que resuena en los salmos 34 y 37, es la justificación de la batalla incansable que los tres amigos

La gente suele tomar uno o dos enfoques cuando trata con alguien que está sufriendo. El primero es filosófico: intenta dar respuestas. El segundo es más pastoral: busca ofrecer consuelo.

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desataron contra Job. Contraatacar significaba una batalla perdida, peleada en terreno desconocido y con recursos insuficientes. Era una guerra que Job no podía ganar, lo cual se evidencia en su respuesta a las acusaciones de Eliú... silencio.

la guerra de Job empezó con un ataque implacable de parte de su familia y amigos, pero también había un segundo frente.

¿Dónde está Dios?En toda la disputa verbal con sus amigos, Job defendió su integridad y proclamó su inocencia. Pero su defensa también contenía una ofensiva, e hizo algunas acusaciones propias. sin embargo, Job no se refería a su esposa ni a sus amigos. apuntó a Dios mismo, arremetiendo con sus propias preguntas, dudas, inquietudes e incluso acusaciones. sus refutaciones tienen notas de enojo e ironía.

la transparencia de Job es parte de lo que hace que esta historia sea tan accesible y relevante. sentimos su dolor y su angustia;

A la esposa de Job suele representársela como una persona sin fe. Pero ¿cómo habríamos respondido nosotros en su situación? Al igual que Job, ella había perdido a sus hijos y sus riquezas. Ahora estaba obligada a observar cómo sufría su esposo con una enfermedad espantosa.

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empezamos a entender la profundidad de su desesperación y su confusión, y la razón de todas estas emociones. Como resultado, los lamentos del patriarca hacen eco en nuestros propios gemidos perplejos.

la lucha interior de Job conlleva, al menos, tres cuestionamientos implícitos, que probablemente se encuentran a la punta de la lengua de cualquiera que sufre.

Un cuestionamiento de temor al Dios del consuelo

temeroso estoy de todos mis dolores, sé que tú no me absolverás (JOb 9:28).

luchamos con nuestros sufrimientos y con el Dios que parece permitirlos, y descubrimos que el temor ha paralizado nuestro corazón. a veces, en lugar de hallar consuelo en nuestra comunión con Dios, cuestionamos esta relación. De repente, no tenemos un fundamento firme para salir del abismo de nuestro dolor y nos preguntamos por qué el Dios del consuelo permite tanto tormento.

Un cuestionamiento de injusticia al Dios justo

He aquí, yo grito: “¡Violencia!”, pero no obtengo respuesta; clamo pidiendo ayuda, pero no hay justicia (JOb 19:7).

Cuanto más misterioso e injustificado es nuestro sufrimiento, más injusto parece. algo está terriblemente mal en el universo, y no sabemos qué hacer. Esta es una reacción comprensible al sufrimiento, y se amplifica cuando vemos sufrir al débil, al inocente y al joven. al igual que Job,

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nos preguntamos cómo podemos creer en la posibilidad de la justicia cuando la vida parece tan irreversiblemente injusta.

Un cuestionamiento de debilidad al Dios de la fortaleza

Es Dios el que ha hecho desmayar mi corazón, y el todopoderoso el que me ha perturbado (JOb 23:16).

Cuando el sufrimiento es abrumador, nos recuerda nuestra pequeñez y la magnitud del mundo que nos rodea. En esos momentos, necesitamos desesperadamente la fortaleza del señor; pero, al mismo tiempo, pareciera que Él mismo permite las mismas cosas que nos hacen desangrar de dolor. las palabras aterrorizadas de Job pueden resonar en nuestro corazón cuando nos enfrentamos a nuestra debilidad en los momentos donde más se necesita ser fuerte.

los cuestionamientos de Job suenan a acusaciones, como un marco para sus desilusiones, sospechas y dudas; y sus preguntas

Algo está terriblemente mal en el universo, y no sabemos qué hacer. Esta [...] reacción […] se amplifica cuando vemos sufrir al débil, al inocente y al joven.

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(al igual que las nuestras) no obtienen respuesta, hasta que entra en la presencia del Dios vivo.

Job quería confrontar a Dios; pidió una audiencia; quería respuestas a sus preguntas. ¡Y Dios apareció (JOb 38:1)! Cuando el señor le habló al indignado y frustrado Job que sufría y lo acusaba desde su torbellino, lo desafió con algunas preguntas propias:

¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia. ¿Quién puso sus medidas?, ya que sabes, ¿o quién extendió sobre ella cordel? ¿sobre qué se asientan sus basas, o quién puso su piedra angular cuando cantaban juntas las estrellas del alba, y todos los hijos de Dios gritaban de gozo? (JOb 38:4-7).

Job se vio cara a cara con el Creador, cuya mente es insondable y cuya sabiduría y propósitos se reflejan en la majestad de su creación. ¿Qué derecho tenía él de cuestionar la sabiduría del Creador? ¿Podía acusar al autor de la vida? ¿se atrevía a proclamar su propio valor en la presencia del santo Dios?

En la época bíblica, la gente solía creer que el sufrimiento y las enfermedades estaban directamente relacionados con el pecado personal. En los Evangelios, los discípulos de Jesús preguntaron: «Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?» (Juan 9:2).

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la experiencia de Job refleja la del líder de alabanzas asaf, quien tampoco tenía respuestas a sus luchas, hasta que entró en el santuario y la

presencia de Dios (salMO. 73:17). En la presencia del señor, Job descubrió que, aun sin respuestas y sin alivio a su sufrimiento, tenía todo lo que necesitaba, porque Él le había concedido su presencia.

Entonces Job respondió al Señor, y dijo: Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado. “¿Quién es éste que oculta el consejo sin entendimiento?” Por tanto, he declarado lo que no comprendía, cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no sabía. “Escucha ahora, y hablaré; te preguntaré y tú me instruirás.” He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza (JOb 42:1-6).

En hebreo, el versículo 5 dice literalmente: «¿Dónde estabas tú (Job) cuando yo (Dios) fundaba la tierra?».

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sin explicarle el misterio ni aliviar el dolor, Dios le recordó a Job que su poder y sabiduría lo sobrepasaban infinitamente.

la solución al sufrimiento y a las dudas que genera no se encuentra en argumentos. se halla al aprender a descansar en la gracia de Dios y a confiar en su poder, incluso cuando ese sufrimiento sea misterioso y abrumador.

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Una sabiduría obtenida mediante el dolor

Las épocas de sufrimiento son difíciles, pero no tienen por qué ser en vano. los padecimientos pueden enseñarnos e informarnos. Como dijo

benjamin Disraeli: «Ver mucho, sufrir mucho y estudiar mucho son los tres pilares del aprendizaje».

El sufrimiento no es un maestro admirado. Pero ¿qué aprendió Job en su viaje a la oscuridad de la pérdida, el dolor y la angustia?

El sufrimiento es inevitablePorque la aflicción no viene del polvo, ni brota el infortunio de la tierra; porque el hombre nace para la aflicción, como las chispas vuelan hacia arriba (JOb 5:6-7).

Carl sandburg escribió lo que, según él, era el poema más corto de la literatura inglesa: «Nació. sufrió. Murió».

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Ralph Waldo Emerson escribió: «El que nunca ha visitado la casa del dolor no ha visto sino la mitad del universo. Como el mar salado cubre más de las dos terceras partes del mundo, así también las aflicciones se entrometen en la felicidad del hombre».

No sabemos si lo que dijo Elifaz temanita en Job 5:6-7 fue para consolar o acusar, pero es verdad. El sufrimiento es una parte inevitable de la vida en un mundo desfigurado por el pecado, «como las chispas vuelan hacia arriba». En un mundo destruido, el sufrimiento es la norma, no la excepción. la presencia del sufrimiento, y no su ausencia, define lo que es normal.

Dios está vivoYo sé que mi Redentor vive, y al final se levantará sobre el polvo (JOb 19:25).

¿Cómo respondemos frente al sufrimiento y la pérdida inevitables? ¿Con fatalismo? ¿Realismo? ¿Dudas? ¿Desesperación? ¿Fe? ¿Una mezcla de todo esto? a menudo, tenemos el corazón y la mente divididos entre estas opciones. a veces, nos desesperamos en fatalismo; otras, afirmamos nuestra fe en medio de las dudas ensordecedoras. En lugar de dudar de la existencia de Dios, el sufrimiento de Job

La palabra hebrea traducida aquí «Redentor» es gaal. En los libros históricos del Antiguo Testamento, gaal se usaba para referirse a alguien que volvía a comprar una propiedad empeñada, o que compraba a un amigo o pariente que había sido vendido como esclavo.

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lo llevó a confirmarla. aferrarnos a nuestra seguridad de la realidad y el poder de Dios,

en especial cuando las circunstancias desafían nuestro entendimiento, puede elevar nuestras experiencias de tribulación y transformarlas en otra cosa. En algo más sublime. En algo de valor porque Dios está allí.

Dios sabePero Él sabe el camino que tomo; cuando me haya probado, saldré como el oro (JOb 23:10).

Dios no solo está vivo, sino que conoce bien los desafíos que enfrentamos. En Cristo, Él puede «compadecerse de nuestras flaquezas» (HEbREOs. 4:15). Conoce los propósitos que puede alcanzar nuestro dolor. Job descubrió que Dios sabe bien cuál es el camino de nuestro sufrimiento; después de todo, no es tan accidental. las épocas oscuras de la vida pueden ser herramientas en sus manos para moldearnos y transformarnos en lo que Él desea.

Dios no desperdicia nada, incluso las temporadas de sufrimiento que tanto nos

En un mundo destruido, el sufrimiento es la norma, no la excepción..

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enseñan sobre la vida, sobre nosotros y sobre nuestro Padre celestial.

Dios es digno de nuestra confianzaY dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor (JOb 1:21).

al final, la respuesta inicial de Job fue su mejor respuesta. Expresada en fe, probó ser acertada. la fiabilidad de Dios es una de las lecciones que mejor se aprenden en el crisol del sufrimiento. su sabiduría y fidelidad inescrutables son un ancla segura en las tormentas más turbulentas de la vida.

La presencia de Dios en el dolor de Job [ 29 ]

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Lecciones de vida

Esquilo, el poeta de la antigua Grecia, basó su filosofía del aprendizaje en el terreno duro del sufrimiento. Escribió las palabras que citó Robert

Kennedy frente a una multitud en Indiana, Estados Unidos, el 4 de abril de 1968, cuando anunció el asesinato del Dr. Martin luther King, Jr.:

Incluso en nuestros sueños, el dolor que no puede olvidar cae gota a gota sobre el corazón hasta que, en nuestra desesperación y contra nuestra voluntad, llega la sabiduría a través de la terrible gracia de Dios.«sabiduría a través de la terrible gracia de Dios». sabiduría

a un alto precio. En otro trasfondo, la sabiduría que alcanzó Job puede parecernos un truismo o cliché; sin embargo, cuando sufrimos, se transforma en el salvavidas al cual aprendemos a aferrarnos.

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Elie Wiesel estaba entre los prisioneros del campo de concentración de auschwitz que fueron obligados a observar la ejecución de un muchachito. Cuando el niño murió, una voz entrecortada detrás de él sollozó: «¿Dónde está Dios? ¿Dónde está Dios?». El corazón de 15 años de Wiesel solo encontró una respuesta: «Dios está ahí, colgado de esa horca».

Hay verdad en la observación de Wiesel. En el análisis final, la cruz es la respuesta de Dios al problema del sufrimiento. En la cruz, Dios entró al sufrimiento con nosotros y lo redimió para siempre. Peter Kreeft dijo acertadamente: «Jesús es las lágrimas de Dios».

Henri Nouwen llegó a la conclusión de que Dios libera, no al salvarnos del sufrimiento, sino al compartirlo con nosotros. Jesús es «Dios que sufre con nosotros», lo cual se ve con mayor claridad en la cruz de Cristo. Quizá por eso, George Macleod escribió:

a Jesús no lo crucificaron en una catedral entre dos velas, sino en una cruz entre dos ladrones; sobre la pila de basura del pueblo; en un cruce de carreteras tan cosmopolita que tuvieron que escribir su título en hebreo, griego y latín; en la clase de lugar donde los cínicos hablaban pestes y

Fredrick Nietzsche, un ateo que fue un filósofo brillante, pasó los últimos años de su vida en un hospital psiquiátrico. Un mundo sin redención, sin gracia ni misericordia es demasiado apabullante y horrendo como para vivir en él.

La presencia de Dios en el dolor de Job [ 31 ]

los soldados apostaban. Porque allí fue donde murió. Y por eso murió.

la realidad del salvador que sufre como «el Dios que sufre con nosotros» llevó a John stott a decir: «Nunca podría creer en Dios si no fuera por la cruz. El único Dios en el que creo

es aquel que Nietzsche ridiculizó como “el Dios sobre la cruz”. En un mundo real de dolor, ¿cómo podríamos adorar a un Dios inmune al sufrimiento?».

Dios nos ama con amor eterno. los seguidores de Cristo pueden aferrarse a esto con esperanza y confianza, y pueden ofrecérselo a un mundo que sufre más de lo que imaginamos. No ofrecemos credos ni ideologías, teorías ni teologías. al final, ofrecemos a Jesús, el «Dios que sufre con nosotros».

En la cruz, Dios entró al sufrimiento con nosotros y lo redimió para siempre

[ 32 ] DE LAS CENIZAS

Notas: