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218 Racismo institucional, violencia y políticas culturales. Legados coloniales y políticas de la diferencia en Colombia R ESUMEN Este artículo se inscribe dentro de la línea de reflexión que propuse en otro titulado “Memorias en conflicto y paz en Colombia. La discriminación hacia lo(s) negro(s)”, en el cual planteé un estudio sobre el racismo y la discriminación hacia los descendientes de la gente africana en Colombia, no sólo como una práctica cotidiana, sino ante todo como un problema de larga duración que también atañe a la cultura institucional estatal. Cultura institucional que, desde la perspectiva histórica, tendría sus raíces en los legados coloniales de la administración imperial y en su actualización durante la vida republicana. Se sugiere la hipótesis de la vigencia de legados de las políticas de la diferencia imperial y colonial en el Estado colombiano de hoy y se plantean varios interrogantes respecto al compromiso de los intelectuales historiadores y geógrafos en relación con las políticas públicas. P ALABRAS CLAVE Racismo institucional, violencia, políticas públicas, educación, cultura, Colombia, Colonia, República. Institutional Racism, Violence, and Political Cultures. Colonial Legacies and the Politics of Difference in Colombia A BSTRACT This article is part of a line of thought that I proposed in another article “Memories in conflict and peace in Colombia: discrimination towards blackness and black people”, in which I planted the seeds for a study about racism and discrimination towards the descendents of African people in Colombia not only as an everyday practice but especially as a long-standing problem tied to the institutional culture of the state. From an historical perspective, this institutional culture has its roots in the colonial legacy of imperial administration and its transformations during the Republican period. I suggest that the politics of imperial and colonial difference are still felt in the contemporary Colombian state. I also raise various questions about the commitment of intellectuals, historians, and geographers with regard to public policies. K EY W ORDS Institutional Racism, Violence, Public Policy, Education, Culture, Colombia, Colonial Period, Republican Period. Licenciatura, Maestría, Diploma de Estudios Avanzados (DEA) y Doctorado en Historia del Centro de Estudios Africanistas, Universidad de París 1 (Panteón-Sorbona), Francia. Profesora Asociada del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Actualmente ésta en estudio en Colciencias la clasificación de su grupo de investigación Estudios culturales afrocolombianos coloniales y contemporáneos. Sus áreas de interés son la Historia moderna euro-afro-americana, la Historia del África precolonial y la Historia afroamericana. Sus últimas publicaciones son Brujería y reconstrucción de identidades entre los africanos y sus descendientes en la Nueva Granada, siglo XVII (Bogotá: Imprenta Nacional-Ministerio de Cultura, 2005) y Jaime Arocha y Adriana Maya, “Afro-Latin American Peoples”, en A Companion to Latin American Anthropology, ed. Deborah Poole (Oxford: Blackwell Publishing, 2008), 399-426. [email protected] Luz Adriana Maya Restrepo HISTORIA CRITICA EDICIÓN ESPECIAL, BOGOTÁ, NOVIEMBRE 2009, 362 PP. ISSN 0121-1617 PP 218-245 Racismo institucional, violencia y políticas culturales. Legados coloniales y políticas de la diferencia en Colombia

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historia y critica multimillonaria

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    Racismo institucional, violencia y polticas culturales. Legados coloniales y polticas de la diferencia en Colombia

    r E s u m E nEste artculo se inscribe dentro de la lnea de

    reflexin que propuse en otro titulado Memorias

    en conflicto y paz en Colombia. La discriminacin

    hacia lo(s) negro(s), en el cual plante un estudio

    sobre el racismo y la discriminacin hacia los

    descendientes de la gente africana en Colombia,

    no slo como una prctica cotidiana, sino ante

    todo como un problema de larga duracin que

    tambin atae a la cultura institucional estatal.

    Cultura institucional que, desde la perspectiva

    histrica, tendra sus races en los legados

    coloniales de la administracin imperial y en

    su actualizacin durante la vida republicana. Se

    sugiere la hiptesis de la vigencia de legados de

    las polticas de la diferencia imperial y colonial

    en el Estado colombiano de hoy y se plantean

    varios interrogantes respecto al compromiso de los

    intelectuales historiadores y gegrafos en relacin

    con las polticas pblicas.

    p a l a B r a s c l a v E Racismo institucional, violencia, polticas pblicas,

    educacin, cultura, Colombia, Colonia, Repblica.

    Institutional Racism, Violence, and Political Cultures. Colonial Legacies and the Politics of Difference in Colombia

    a B s t r a c tThis article is part of a line of thought that

    I proposed in another article Memories in

    conflict and peace in Colombia: discrimination

    towards blackness and black people, in which I

    planted the seeds for a study about racism and

    discrimination towards the descendents of African

    people in Colombia not only as an everyday

    practice but especially as a long-standing problem

    tied to the institutional culture of the state. From

    an historical perspective, this institutional culture

    has its roots in the colonial legacy of imperial

    administration and its transformations during the

    Republican period. I suggest that the politics of

    imperial and colonial difference are still felt in

    the contemporary Colombian state. I also raise

    various questions about the commitment of

    intellectuals, historians, and geographers with

    regard to public policies.

    K E y W o r d s Institutional Racism, Violence, Public Policy,

    Education, Culture, Colombia, Colonial Period,

    Republican Period.

    Licenciatura, Maestra, Diploma de Estudios Avanzados (DEA) y Doctorado en Historia del Centro de Estudios Africanistas, Universidad de Pars 1 (Panten-Sorbona), Francia. Profesora Asociada del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Bogot, Colombia. Actualmente sta en estudio en Colciencias la clasificacin de su grupo de investigacin Estudios culturales afrocolombianos coloniales y contemporneos. Sus reas de inters son la Historia moderna euro-afro-americana, la Historia del frica precolonial y la Historia afroamericana. Sus ltimas publicaciones son Brujera y reconstruccin de identidades entre los africanos y sus descendientes en la Nueva Granada, siglo XVII (Bogot: Imprenta Nacional-Ministerio de Cultura, 2005) y Jaime Arocha y Adriana Maya, Afro-Latin American Peoples, en A Companion to Latin American Anthropology, ed. Deborah Poole (Oxford: Blackwell Publishing, 2008), 399-426. [email protected]

    Luz Adriana Maya

    Restrepo

    Historia Critica Edicin EspEcial, Bogot, noviEmBrE 2009, 362 pp. ISSN 0121-1617 pp 218-245

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    1. la historia, los historiadorEs, los funcionarios y las polticas culturalEsDesde el cambio constitucional de 1991, las polticas culturales y

    educativas en Colombia han debido atender la precisin inscrita en el artculo 7 de la constitucin nacional, el cual redefini la nacin como plurittnica y multicultural. Desde entonces, antroplogos, socilogos, comunicadores sociales, artistas, gestores culturales y funcionarios del Estado, entre otros, han reciclado sus conocimien-tos disciplinares y sus experiencias de gestin y los han puesto al servicio de las nuevas ofertas y retos planteados por las ciudadanas identitarias que se han abierto paso de manera inusitada dentro del reciente multiculturalismo del Estado colombiano.

    As desde la ltima dcada del siglo pasado, los temas relacio-nados con las identidades, las memorias histrico-culturales o la etnicidad han adquirido una relevancia que haba sido desdeada hasta entonces por la ciencia poltica en particular. Hasta por lo menos el primer quinquenio de esa dcada la dimensin cultural o tnica del conflicto colombiano era considerada como una varia-ble menor, puesto que hasta entonces el paradigma del anlisis de la violencia poltica colombiana enarbolaba la ausencia de Estado como doctrina fundamental del anlisis poltico nacional1. Sin em-bargo hoy, 18 aos despus del cambio constitucional, los asuntos tnicos y memoriales se han convertido en puntos sensibles y neu-rlgicos cuando se trata de analizar la violencia, dar cuenta de los movimientos sociales y sacar adelante leyes y decretos para legis-lar la educacin y la cultura en nuestro pas.

    Racismo institucional, violencia y polticas culturales. Legados coloniales y polticas de la diferencia en Colombiac

    c Este artculo constituye un avance de la investigacin en curso titulada Racismo institucional, violencia y polticas pblicas. El caso de la escuela en Colombia 1886-1993, que se halla inscrita en calidad de proyecto post-doctoral en el CADIS (Centre dAnalyse et dintervention sociologique) de la cole des Hautes tudes en Sciences Sociales -EHESS- en Pars, y avanza bajo la direccin del director del CADIS, doctor Michel Wieviorka. Tambin est inscrita en el CESO de la Universidad de los Andes y ha sido financiada por la Facultad de Ciencias Sociales y el Departamento de Historia de la Universidad.

    1. Ver el ndice de artculos publicados por la Revista Anlisis Poltico del Instituto de Estudios Polticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia hasta 1995. Ver Biblioteca virtual CLACSO www.clacso.org. Este interesante e importantsimo listado da cuenta de la tendencia terica y poltica de las publicaciones sobre la violencia en Colombia, las cuales hasta esa fecha orientaron sus esfuerzos hacia la comprensin de la violencia poltica en trminos de la lucha de clases y de la ausencia del Estado como argumentos esenciales de interpretacin. Ver tambin Rodolfo Stavenhagen, Los conflictos tnicos, Relaciones 110 (julio de 1993): 124-140.

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    No obstante, dentro del nuevo contexto poltico del multiculturalismo de Estado, sor-prende la tmida participacin de los historiadores e historiadoras, tanto como el tenue impacto y resonancia de sus apreciaciones en los mbitos de decisin estatal concerni-dos, todo ello pese a la importancia de la historiografa sobre memoria, cultura, historia y poder en nuestro pas2. Parecera como si el estudio del pasado y en particular los aportes numerosos del oficio de historiador y de la historia cultural a los dilemas del presente no tuvieran, ante los ojos de funcionarios y gestores, la suficiente relevancia, utilidad y pertinencia actual que se demanda cuando se procede a disear las polticas culturales y educativas. No obstante, considero que tanto las unas como las otras re-quieren adems de los anlisis coyunturales y de las etnografas posmodernas, mayor profundidad histrica, requisito indispensable para dar cuenta de la naturaleza de la diversidad cultural de la nacin, y por otra parte, para comprender las inercias y las transformaciones de las culturas institucionales del Estado colombiano en lo referente a la cultura y a la educacin nacional.

    Por lo tanto este artculo tiene, entre otros, el propsito de llamar la atencin de mis colegas historiadores y gegrafos respecto a la necesidad de posicionar de manera clara y contundente el oficio y el resultado de nuestras pesquisas, en el mbito del de-bate sobre las polticas en educacin y cultura. Sus resultados constituyen un insumo de excepcin en estas controversias, sobre todo en un pas como el nuestro, en el cual la amnesia histrica inunda no slo las ciencias sociales y humanas debido al relati-vismo postestructuralista y posmoderno, sino adems porque en los pases en guerra se configura una fuerte voluntad de olvido respecto a los acontecimientos de pasado, tanto en el seno de la memoria colectiva como dentro de las instituciones estatales.

    En consecuencia este texto, que como veremos sugiere la hiptesis de la vigencia de legados de las polticas de la diferencia imperial y colonial en el Estado colombia-no de hoy, plantea varios interrogantes respecto al compromiso de los intelectuales historiadores y gegrafos en relacin con la polticas pblicas, a saber: Qu podemos aportar los historiadores y los gegrafos a la discusin sobre las polticas culturales y educativas en Colombia? Cul es nuestro compromiso como intelectuales, docentes e investigadores respecto a las instituciones estatales tales como el Ministerio de Cultura y de Educacin? Cules son los pasos a seguir para que las instituciones estatales res-ponsables de la educacin nacional y de la cultura se puedan vincular y beneficiar de nuestro trabajo investigativo y crtico, con la misma claridad y celeridad con la

    cual convocan e incorporan en la gestin pblica el conocimiento producido por otras disciplinas de las ciencias sociales y humanas? Cmo crear las condiciones necesarias y de excelencia para que los jvenes investigadores, egresados de los programas acadmicos

    2. Ver las obras de Renn Silva, Ricardo Arias, Diana Luz Ceballos, Marissa Lasso, Alfonso Mnera, Juan Camilo Escobar, Mauricio Nieto, Jos Antonio Amaya, Alberto Castrilln y Claudia Leal, entre otros y otras.

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    de historia y geografa, adquieran el perfil de consultores y asesores idneos y crti-cos y con criterio profesional y tico dentro del marco poltico del multiculturalismo de Estado que plantea la constitucin colombiana? stas y muchas otras preguntas requieren de la creacin de puentes de comunicacin entre la academia y en espe-cial entre los departamentos de historia y geografa y las instancias pertinentes de los Ministerios de Educacin y Cultura. Tal dilogo, de realizarse de manera sistemtica, responsable, comprometida y respetuosa y atendiendo a las particularidades de las partes y de los oficios, permitira aunar esfuerzos para optimizar los recursos econ-micos y humanos con el fin de orientar a los estudiantes que as lo deseen hacia una formacin histrica y geogrfica competitiva y rigurosa en asuntos de consultora y asesora a los entes del Estado, que hoy ms que nunca requieren de equipos altamente calificados y ticamente responsables en lo referente a la gestin pblica de la diversi-dad cultural y biolgica de la nacin.

    Por otra parte, es mi intencin llamar la atencin de los funcionarios del Estado colombiano y de los entes internacionales con sede en Colombia sobre la urgencia de proveer de mayor profundidad histrica y precisin geogrfica aquellos debates con-ducentes a la toma de decisiones relativas a las polticas culturales y educativas. Pues la cultura, la identidad y la memoria de los pueblos tambin son histricas y no solamen-te sincrnicas, y su devenir se ancla en espacios geogrficos y ecosistemas especficos. Por lo tanto, para lograr comprensin, sntesis y acierto en los procesos de toma de decisiones polticas en la era global es imprescindible conocer el devenir cultural de nuestros pases en el tiempo y en el espacio que les han sido propios. De lo contrario nos veremos obligados a realizar aclimataciones inadecuadas y apresuradas de la nor-matividad internacional en temas culturales y educativos, todo lo cual desemboca en conflictos de intereses entre las necesidades locales y regionales y las establecidas por el nuevo orden mundial.

    Por ltimo me parece prioritario realizar un esfuerzo investigativo que d cuenta, en primera instancia, de la historia de las instituciones del Estado tanto en Colombia como en Amrica Latina en general, y en particular de aquellas que se han dedicado a legislar la educacin y la cultura. Al tener un mejor conocimiento de su historicidad y desenvolvimiento, podremos poner en marcha acciones que permitan contrarrestar sus inercias y sacar adelante los procesos de concertacin entre stas y los reclamos ac-tuales y numerosos de los movimientos sociales. stos ltimos solicitan incesantemente la desactivacin de las ideologas de diferenciacin negativa en aras de contrarrestar las desigualdades persistentes, tales como la discriminacin racial y cultural, que cons-tituyen entre otras el fundamento de la pobreza y la desigualdad de oportunidades frente al empleo en la regin.

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    2. racismo institucional, violEncia y polticas culturalEsEste artculo se inscribe dentro de la lnea de reflexin que propuse en otro ti-

    tulado Memorias en conflicto y paz en Colombia. La discriminacin hacia lo(s) negro(s)3, en el cual plante un estudio sobre el racismo y la discriminacin hacia los descendientes de la gente africana en Colombia, no slo como una prctica co-tidiana, sino ante todo como un problema de larga duracin que tambin atae a la cultura institucional estatal. Cultura institucional que, desde la perspectiva histri-ca, tendra sus races en los legados coloniales de la administracin imperial y en su actualizacin durante la vida republicana.

    As pues, en este escrito el racismo institucional4 ser entendido como una forma de violencia metapoltica5 de Estado dinmicamente simblica, la cual ha estructu-rado en la larga duracin un sistema de valores que discrimina, diferencia y excluye mediante las estrategias ideolgicas de la invisibilidad, el ocultamiento, la negacin, la omisin y la estereotipia6. El concepto de invisibilidad alude de manera precisa a la negacin y ocultamiento de la historia y del pasado africano de los descendientes de los esclavizados en Colombia, as como a la impugnacin de su calidad de sujetos y actores polticos en el presente. Todo esto incide de manera contundente en la percepcin que se tiene de su capacidad para transformar su devenir social, cultu-ral y econmico. Desenmaraar el espesor histrico de este proceso es fundamental

    para entender tanto los mecanismos de discriminacin racial y cultural que se han construido en nuestro pas hacia los descen-dientes de africanos, como para abordar el delicado problema del endoracismo o auto-discriminacin que los propios sujetos y comunidades afrocolombianos han elaborado de manera subje-tiva y social desde tiempos coloniales hasta hoy. Por estereotipia entiendo las estrategias conscientes o inconscientes de nega-cin, ocultamiento o inferiorizacin, entre otras, que sustentan ideologas racistas tanto en mbitos cotidianos como en los ins-titucionales de Estado. Dichos estereotipos han dado forma a un complejo universo de representaciones arquetpicas negativas y tienen como consecuencia la inferiorizacin cultural y racial de los descendientes de los africanos en Amrica y de manera espe-cfica en Colombia.

    Atendiendo a esta definicin de racismo institucional y a la conjetura que de ella se deriva y haciendo uso del mtodo histri-co como herramienta de primer orden, es mi intencin subrayar la pertinencia de reconstruir histricamente las orientaciones

    3. Luz Adriana Maya, Memorias en conflicto y paz en Colombia. La discriminacin hacia lo(s) negros(s), en Estudios Latinoamericanos sobre cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalizacin 2 (Caracas: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO, 2001), 179-197.

    4. Daniel Sibony, Institution et racisme, en Racisme et modernit, sous la direction de Michel Wieviorka. (Pars, Editions de La Dcouverte. 1993), 141- 146. Ver tambin James Jackson y Daria Kirby, Racisme institutionnel et ignorance pluraliste: une comparaison transnationale, en Racisme et modernit, 244-263.

    5. Michel Wieviorka, La violence (Pars : Hachette Littratures, 2005), 61-62-63.

    6. Nina De Friedemann, Estudios de negros en la antropologa colombiana, en Un siglo de investigacin social: antropologa en Colombia. Jaime Arocha y Nina de Friedemann eds. (Bogot: Planeta Editores, 1984).

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    ticas y las pautas histrico-polticas que han encaminado las polticas culturales y educativas en la Colombia, las cuales a mi entender han sido herederas de los legados diferencialistas e inferiorizantes que se consolidaron desde tiempos colo-niales y que atravesaron inclumes la vida republicana, muy a pesar de las reformas constitucionales de finales del siglo XX, que justamente propendieron por el reco-nocimiento de la diferencia histrica y cultural como un valor positivo esencial de la nacionalidad y de la construccin de la democracia participativa. En esta pers-pectiva, la hiptesis que propongo tambin debera servir para explicar cmo la Escuela colombiana contempornea ha socializado a los/as ciudadanos/as a partir del modelo de discriminacin negativa: sea sta de orden racial, social, cultural, poltico o econmico respecto a las disporas7 africanas y a sus culturas, y respec-to a los pueblos indgenas8. Todo esto con el fin de preguntarnos si dicho racismo institucional de Estado sera una variable de peso a considerar en la historia de la educacin y de la cultura en Colombia9 a lo largo del siglo XX y del siglo XXI, a pesar del intento de los movi-mientos sociales indgenas y afrocolombianos por contrarrestar esta postura estatal, y en detrimento de las polticas de repara-cin y reconocimiento promulgadas en las legislaciones tnicas nacionales y de adhesin a tratados internacionales que hoy pro-penden por la equidad, la lucha contra el racismo y la igualdad de oportunidades10. Esto supondra dificultosas encrucijadas para la democracia constitucional y participativa en nuestro pas11. De tal suerte que para poder hablar de racismo institucional de Estado ser necesario considerar en primer lugar la compleji-dad tica y metodolgica que tal interrogante encierra. Ms an cuando conjeturamos que los fundamentos histricos de este asunto se anclan en las prcticas del gobierno imperial espaol y en la cultura institucional, cuya divisa consisti en legislar a par-tir de un complejo sistema de diferenciacin cultural, el cual no fue abolido por la revolucin independentista ni por el proyecto republicano del siglo XIX.

    3. lEngua y fE: variaBlEs culturalEs dE difErEnciacin nEgativa En El sistEma dE castas

    Las castas como bien hemos aprendido gracias a los numerosos aportes de la historiografa nacional y luso-hispanoamericana fue-ron marcadores que establecieron los lmites y posibilidades de la

    7. Edmund T. Gordon, Negotiating Modernity: Disparate Racial Politics in the Twentieth Century, en Disparate Diasporas. Identity and Politics in an African-Nicaraguan Community (Austin: University of Texas Press, 1998), 51-91.

    8. Christian Gros y Marie-Claude Strigler, tre indien dans les Amriques. Spoliation et rsistance. Mobilisations ethniques et politiques du multiculturalisme (Pars: Editions de lInstitut des Amriques et ditions de lInstitut des Hautes tudes de lAmrique Latine, 2006).

    9. Aline Helg, La educacin en Colombia 1918-1957: una historia social, econmica y poltica (Bogot: CEREC, 1987). Ver tambin Javier Senz, Oscar Saldarriaga y Armando Ospina, Mirar la infancia: pedagoga, moral y modernidad en Colombia, 1903-1946, 2 tomos (Bogot: COLCIENCIAS - Ediciones Foro Nacional por Colombia - Ediciones Uniandes, 1997).

    10. Artculo 7 y Ley 70 de 1993 de la Constitucin colombiana y Convencin de Durban, a la cual Colombia adhiri en 2002.

    11. Fernn Gonzlez, La violencia poltica y las dificultades de la construccin de lo pblico en Colombia: una mirada de larga duracin, en Las violencias inclusin creciente (Bogot: Facultad de Ciencias Humanas/CES, 1998), 163-186.

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    movilidad social, adems de los derechos y las obligaciones de quienes eran conside-rados o no sujetos dentro del sistema monrquico imperial que rigi la vida en estas partes de los reinos de Espaa. No obstante, al realizar un examen detenido de este concepto comprendemos que la diferenciacin y jerarquizacin que se deriv de ellas estaba en gran parte definida por la naturaleza cultural de los sujetos as ordenados y clasificados.

    A partir de mis anteriores investigaciones afroamericanistas y en especial gracias al estudio detallado de la obra de Alonso de Sandoval y de los papeles de la Inquisicin de Cartagena de Indias (1610-1725)12, puedo aseverar que el concepto de casta fue un dispositivo de poder y de gobierno que incluy por lo menos dos variables culturales de diferenciacin de las poblaciones del reino, a saber: la lengua y la religin. Tanto Fray Rodrguez Freyle como Alonso de Sandoval nos ensean que a lo largo de los siglos XVI y XVII, en pleno mbito de la Contra Reforma y en medio de la expansin imperial espaola en el Nuevo Mundo, los aborgenes americanos tanto como los africanos y sus descendientes fueron diferenciados de los ibricos y de sus proles por los grados de incorporacin y apropiacin de la lengua castellana y del catolicismo. De ah que la idolatra de la cual fueron acusados por tribunales inquisitoriales y eclesisticos no fuera slo considerada como un afecto hertico por los dolos, sino tambin como una gramtica cultural que los colocaba en las mrgenes del proyecto civilizatorio contrarreformista. Por lo tanto, desde la perspectiva de Estado imperial, la barbarie idlatra debera atenuarse mediante la inversin presupuestal del Estado en la evangelizacin de los gentiles aborgenes y a partir de la responsabilidad asu-mida directamente por los seores de cuadrilla y las rdenes religiosas, respecto al restablecimiento de la salud espiritual de los de los africanos recin llegados proce-dentes de las costas del frica occidental.

    Dentro de esta perspectiva, la ladinizacin de las poblaciones no peninsulares se-ra el primer proyecto cultural de Estado en lo que hoy llamamos Amrica Latina, el cual podra ser considerado como el plan fundacional que estructur las orientaciones de las polticas culturales tanto en Colombia como en el resto de repblicas hispa-noamericanas. Dichas polticas tenan como fin gobernar mediante la reduccin de las diferencias y la homogeneizacin cultural de poblaciones portadoras de diferen-tes memorias histrico-culturales, poniendo en marcha estrategias de accin poltica conducentes a la incorporacin del castellano y del catolicismo. En consecuencia, los

    ladinos seran el primer eslabn que permitira comprender el pro-yecto cultural del Imperio, sus polticas culturales de gobierno y los cimientos de la cultura de la diferenciacin institucional del Estado contemporneo colombiano y latinoamericano.

    12. Luz Adriana Maya, Brujera y reconstruccin de identidades entre los africanos y sus descendientes en la Nueva Granada, siglo XVII (Bogot: Imprenta Nacional-Ministerio de Cultura, 2005).

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    4. la raza no Es Barroca: isomorfismo y disomorfismo dE las criaturas dE diosEn segundo lugar me parece imprescindible sealar que en la documentacin de

    archivo correspondiente a los siglos XVI y XVII no aparece la palabra raza, tal como s sucede a partir del ltimo cuarto del siglo XVIII con el advenimiento de la tropicali-zacin de la Ilustracin en Amrica y sus claros esfuerzos de clasificacin natural de las poblaciones del reino. No obstante, es necesario sealar que si bien la Historia Natural es producto de la Iluminacin del XVIII, los autores barrocos como Sandoval dedica-ron extensos captulos a las descripciones anatmicas de los llamados etopes con el nimo de americanizar el debate escolstico sobre el isomorfismo y el disomorfismo de las criaturas de dios.

    Sin embargo, en los siglos XVI y XVII el asunto de la diferenciacin fsica o fe-notpica (diramos hoy) de los etopes atenda menos a la intencin de establecer diferencias anatmicas que a una voluntad de precisar que stas estaban ligadas a la voluntad divina de privilegiar al mundo catlico como modelo civilizatorio enraizado en la verdad revelada, puesto que segn el mismo Gnesis eran los cristianos y no los otros los que haban sido creados a imagen y semejanza de dios. Esta interpretacin escolstica, liderada por los jesuitas y de gran impacto en las polticas de la diferen-cia con las cuales se gobern en la Nueva Granada, explicara en parte por qu los negros fueron colocados en la base de la pirmide de las castas, en la posicin ms baja y despreciable de la jerarqua social y cultural, a diferencia de los aborgenes americanos, quienes siendo tambin considerados idlatras, gozaban de la buena-ventura de no portar el fardo estigmtico de la exgesis del Gnesis operada por la patrstica medieval, segn la cual los primeros eran considerados pecadores innatos por ser descendientes de Cam y herederos de su maldicin. Pero por otra parte y para el propsito que nos ocupa es necesario sealar que la diferenciacin as establecida por los espaoles en pleno contexto histrico y poltico de la Contra Reforma, y des-pus de la cada de Granada en manos de los catlicos Isabel y Fernando, dio lugar a una legislacin diferencialista basada en criterios culturales escolsticos -lengua y fe- como identificadores de isomorfos y disomorfos, de tal suerte que incluso los Cdigos Negros fueron creados para gobernar y juzgar a las castas de negro y slo a stas. Entretanto, los aborgenes americanos y los mestizos -mezclas de espaoles e indios- fueron juzgados mediante las leyes generales que regan la vida de los reinos espaoles en el Nuevo Mundo. De ah que pueda colegirse con intencin hipottica que la cultura institucional del Estado imperial espaol en estas partes del mundo se fund y oper por ms de tres siglos sobre el establecimiento preliminar de unas polticas de la diferencia cultural, con fines de gobierno y de legislacin aunadas por la conviccin de la inferioridad de aquellos que no hacan parte de la comunidad de

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    pertenencia lingstica y religiosa establecida por la voluntad de verdad y de poder del catolicismo y del modelo civilizatorio anclado en la latinidad.

    Siguiendo a Bartolom Bennassar13 es claro que este modelo poltico-cultural es-paol antecedi su implantacin en Amrica, pues los castellanos lo aplicaron en sus propios territorios y de manera especial antes de la Conquista de Amrica res-pecto al califato de Granada y a los moros infieles mahometanos en general. De ah que el problema del racismo institucional de Estado en pases como Colombia o de Amrica Latina en general no alude en modo alguno a las prcticas de diferencia-cin, segregacin o discriminacin realizadas por personas o individuos miembros de las instituciones del Estado, y menos an se pretende levantar acusaciones en este sentido, pues el trabajo del historiador consiste en reconstruir procesos histricos y no en ejercer en calidad de juez, ya que para eso estn las cortes y los jueces. Se trata, eso s, de comprender y reconstruir con el rigor del mtodo histrico y de la crtica documental de las fuentes primarias los procesos histricos que vinculan la historia cultural hispanoamericana con la gestin de lo pblico, en este caso, con la de las memorias histricas y culturales que componen la nacin, y por ltimo con la historia del Estado en nuestros pases. El problema que atendemos en el presente es de gran envergadura, gravedad y complejidad, a saber: Cmo trabajar hoy desde la academia y en particular ejerciendo el oficio de historiadores e historiadoras para contribuir a que las instituciones del Estado, en especial las encargadas de la cultura y la educacin, valoren la diferencia histrica y cultural de manera positiva, tal como lo reconoce la Constitucin Poltica de Colombia en su artculo 7 y leyes, tales como la Ley 70 de 1993 o las correspondientes relativas a los pueblos aborgenes de Colombia? Cmo contribuir a la desactivacin de las ideologas diferencialistas culturales ex-cluyentes cuando durante ms de tres siglos de gestin pblica imperial y casi dos de vida republicana las constituciones y las leyes le otorgaron una valoracin negativa y consolidaron prcticas de gobierno diferencialistas inferiorizantes? No es suficiente con el cambio de la norma para provocar un cambio en las mentalidades ni menos an para transformar de la noche a la maana las culturas institucionales del Estado. Por eso considero importante que los historiadores entrenados en el oficio de reconstruir el pasado y en especial los interesados en la historia cultural del pas contribuyamos con nuestras investigaciones en este sentido y revirtamos el resultado de nuestras pesquisas en proyectos educativos y de comunicacin y difusin masiva. Del mismo modo, resulta imprescindible adelantar alianzas con las instituciones estatales y las escuelas de gobierno para reflexionar sobre estas temticas delicadas y moldear nue-

    vas perspectivas de trabajo mancomunado entre la academia y las instituciones del Estado que se ocupan de la educacin y la cultura,

    13. Bartolom Bennassar, Histoire des Espagnols. Tome I. Du VIe au XVIIe sicle (Pars : Editions Perrin, 2005).

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    dando la prioridad a la formacin de jvenes investigadores en estos campos y a la de los funcionarios del Estado y a la de los adalides comunitarios.

    5. los archivos dE la infEriorizacin En colomBia: etiopismo y negrismoLa nocin de archivo de inferiorizacin se inspira de la propuesta

    metodolgica de Sad, en especial la trazada en la primera parte de su obra titulada Orientalismo14. En el captulo titulado Conocer lo Oriental Sad establece una refinada relacin entre conocimien-to y poder, y posteriormente describe la puesta en marcha de una estrategia de dominacin simblica y jurdica que pasa por la com-pleja elaboracin de un vocabulario, unas imgenes y una retrica que le sirven para definir las relaciones de poder que establecern los colonos ingleses y franceses respecto a lo que ellos denominan lo oriental y los orientales. En el caso que me ocupa entien-do por archivo de inferiorizacin la construccin de un derrotero comparable por parte de los europeos respecto a los africanos y a sus descendientes, los cuales fueron definidos y caracterizados como inferiores tanto por los prelados e inquisidores catlicos im-periales como por los criollos independentistas y republicanos. En consecuencia, otra de las conjeturas que ha orientado mi reflexin presume que el esclavismo y el colonialismo crearon una poderosa epistemologa de negacin, de invisibilizacin, de inferiorizacin y de discriminacin15 respecto a frica, su gente, sus culturas y sus disporas en Colombia. ste seguira vigente y se habra extendido hasta hoy en el seno del sistema educativo el cual habra instruido y socializado a los/as ciudadanos/as dentro del esquema cognitivo y tico del etiopismo16 y del negrismo17 heredados de la modernidad negrera y esclavista y del colonialismo interno18 de los siglos XIX y XX. En este artculo me referir de manera especfica a los legados coloniales y su relacin con las polticas de la diferencia haciendo especial nfasis en el etiopismo.

    La nocin de etiopismo a la que aludo fue ampliamente expuesta en el libro titulado Brujera y reconstruccin de identidades entre los afri-canos y sus descendientes en la Nueva Granda, siglo XVII y ella se refiere al acervo de informaciones y contenidos elaborados por la Iglesia con-trarreformista y los jesuitas acerca de frica, sus pueblos y culturas en esa centuria. Dicho bagaje defini a los africanos sub-saharianos,

    14. Edward W. Said, El Orientalismo (Barcelona: Random House Mondadori, 2004), 57-135.

    15. Luz Adriana Maya, Propuesta de estudio para una formacin afroamericanstica, Amrica Negra 6 (Bogot: Pontificia Universidad Javeriana, 1994), 139-158.

    16. Luz Adriana Maya, Brujera, 39-209.

    17. Luz Adriana Maya, Memorias en conflicto, 179-197. Ver tambin el Dossier Raza y Nacin II de la Revista de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, agosto 2007.

    18. Pascal Blanchard, Nicolas Bancel y Sandrine Lemaire, La fracture coloniale (Pars: Editions de La Dcouverte, 2006). El colonialismo interno consiste en la utopa colonial republicana puesta en marcha por los criollos independientes y republicanos respecto a las antiguas zonas de colonizacin imperial. Dicha utopa se articulara sobre la pretensin civilizatoria de la regin andina y sus elites sobre las regiones de bosque tropical, ecuatorial y valles clidos inter-andinos poblados esencialmente por las antiguas castas, para entonces ya redefinidas en trminos de razas inferiores. Dicho colonialismo tendra por objeto civilizar a los brbaros mediante la puesta en marcha de un nuevo orden territorial dirigido desde el Estado central y republicano andino en aras de llevar a cabo el ideario del progreso. Ver tambin Alfonso Mnera, Fronteras imaginadas. La construccin de las razas y de la geografa en el siglo XIX colombiano (Bogot: Editorial Planeta colombiana, 2005) y Juan Camilo Escobar, Progresar y civilizar. Imaginarios de identidad y elites intelectuales de Antioquia en Euroamrica, 1830-1920 (Medelln: Editorial EAFIT, 2009).

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    retomando los conceptos de la Antigedad clsica, en especial el de Aethiops, gente de cara quemada, concepto basado en la teora de la combustin y de la fsica de entonces. No obstante, durante la Edad Media San Agustn realiz una maniobra exegtica del Gnesis atribuyendo al color negro de los Aethiops una explicacin de tipo moral segn la cual la supuesta pigmentacin tendra como explicacin el pecado cometido por Cam contra su padre. Despus de construir el Arca, No embriagado y desnudo habra sido objeto de la burla de su hijo Cam quien es delatado por sus hermanos Sem y Jafet. As la maldicin de No a su hijo Cam sera doble: ser condenado a ser esclavo de sus hermanos y ser expulsado de la narrativa histrica de la cristiandad19. Ambas ideas fueron ampliamente difundidas en la Nueva Granada en el siglo XVII y XVIII por los inquisidores y por los jesuitas tales como Alonso de Sandoval en su obra Instauranda Aethiopum Salute, publicada en Sevilla en 162720.

    El etiopismo constituira entonces el primer el acervo de inferiorizacin sobre los africanos y sus descendientes construido por la Iglesia inquisitorial y contrarreformista en el siglo XVII, compendio que los defini como idlatras, brujos y sortlegos prioritariamente. El negrismo, por su parte, sera la ideologa de diferenciacin negativa hacia los africanos y sus descen-

    dientes elaborada por la ciencia ilustrada en Colombia dentro de los dos eventos cientficos ms importantes del siglo XIX entre la Ilustracin y la Regeneracin, a saber: la Expedicin Botnica y la Comisin Corogrfica. Las razas inferiores de Caldas y las herencias de Buffon en su obra seran el pun-to de anclaje de este concepto que, basado en las nuevas teoras cientficas de los Enciclopedistas, habra hecho carrera desde la pre-independencia hasta el alba del siglo XX, junto con la reactivacin del viejo paradigma que asociaba las teoras de las zonas climticas a la degeneracin de la per-sonalidad, el carcter y la moral de los individuos y de las sociedades. As pues, este doble archivo de inferiorizacin secular en Colombia legitimara la supuesta superioridad de los europeos y de quienes se han reclamado sus descendientes y de la cultura occidental, y la supuesta inferioridad de los africanos, sus disporas y sus culturas. Este archivo constituira el campo de orientaciones epistmicas y ticas que condensan arquetpicamente tendencias discriminatorias y racistas seculares, tanto hacia los indgenas como hacia los descendientes de los africanos en Colombia. De tal suerte que este archivo generado por la Iglesia imperial y el Estado republica-no mediante sus producciones cientficas decimonnicas contendra las predisposiciones ideolgicas, inconscientes o conscientes que se destilan en las polticas pblicas culturales y educativas, generando desigualdades persistentes de larga duracin como son la pobreza, el fracaso escolar y la imposibilidad de insercin laboral21.

    19. Luz Adriana Maya, Brujera, 299.

    20. Alonso De Sandoval, De Instauranda Aethiopum Salute (Sevilla: Francisco de Lyra Editor, 1627).

    21. Ver Desigualdad. Pobreza, vulnerabilidad y cohesin social, en Cohesin social. Inclusin y sentido de pertenencia en Amrica Latina y el Caribe (Santiago de Chile: CEPAL, Agencia Espaola de Cooperacin. Secretara General Iberoamericana, enero de 2007), 43-69; lvaro Bello y Marta Rangel, La equidad y la exclusin de los pueblos indgenas y los afrosdescendientes en Amrica Latina y el Caribe (Santiago de Chile: Revista de la CEPAL 76, abril de 2002), 39-54; David Noe, Jorge Rodrguez y Isabel Ziga, Brecha tnica e influencia de los pares en el rendimiento escolar: evidencia para Chile (Santiago de Chile: CEPAL/NACIONES UNIDAS, febrero de 2005); Marta Rangel, El derecho a la educacin, en Propuesta para el anlisis comparado de temas destacados de los derechos de los afrodescendientes en Amrica Latina. Santiago de Chile: CEPAL/NACIONRD UNIDAS, Serie Poblacin y Desarrollo, noviembre de 2005; Michel Wieviorka, La France raciste (Pars: Editions Points Actuels, 1992).

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    6. El archivo dE infEriorizacin dE lo(s) nEgro(s) y los movimiEntos socialEs afrocolomBianosEn este mismo orden de ideas, y desde el enfoque de los actores afrocolombianos/

    as, dichas desigualdades generaran radicalizaciones tnico-raciales reales y simblicas frente al Estado, discontinuas pero recurrentes, de la parte de sus movimientos sociales como respuesta a la discriminacin racial, social, cultural, poltica y econmica. En con-secuencia, esta misma condensacin arquetpica racista institucional sera, entre otras, una de las razones por las cuales la cultura y la participacin poltica de los movimientos sociales de origen africano en Colombia entraran en crisis22. Frente al conflicto y en par-ticular frente a la negociacin de derechos etnoeducativos y culturales con el Estado, los movimientos sociales afrocolombianos y sus adalides generaran una tensin cuyo enca-denamiento sera auto-discriminacin, resistencia simblica y/o real23 y posterior trance de radicalizacin24. A lo largo de todo el siglo XX pero de manera amplificada despus del nuevo orden global mundial de 1990, esta di-nmica sera interactiva y reactiva como parece demostrarlo el caso de la Escuela25. Primero, porque la tensin entre auto-discriminacin o endoracismo y cultura poltica de la resistencia pareceran escindir al sujeto26 de la dispora africana. Segundo, porque ante esta comple-ja situacin las polticas pblicas educativas y culturales en lugar de propender por la desactivacin de la auto-discriminacin y la discri-minacin, funcionara como un dispositivo que recicla y actualiza los arquetipos de inferiorizacin, lo cual dara como resultado un corto circuito conducente a exacerbar la tensin subjetiva de los actores de los movimientos sociales, acarreando su radicalizacin27. Esto nos lleva a sugerir que el racismo institucional28 de Estado forjado sobre la base del etiopismo y del negrismo desde tiempos coloniales hasta hoy impregnara la normatividad, la legislacin, las prcticas de las polticas pblicas educativas y el saber escolar en Colombia. De tal suerte que quizs el Estado se convertira en un garante de la recu-rrencia de las violencias culturales y tnico-raciales al activar dichos arquetipos mediante polticas pblicas educativas, saberes pedag-gicos y prcticas didcticas escolares.

    7. la historia dE la nEgrura: una historia quE conEcta a Europa con frica y con amrica

    La historia de la negrura no slo es larga en la Europa medi-terrnea, sino que sta tambin se extiende a todo su universo trasatlntico a partir del momento mismo de su expansin a finales

    22. Juan Pablo Estupin, Afrocolombianos y censo 2005. Elementos preliminares para el anlisis del proceso censal de la poblacin afrocolombiana. El caso de Colombia. Proyecto de tesis doctoral en curso en la Universidad Federal de Baha, Brasil. Comunicacin personal del autor.

    23. Luz Adriana Maya, Brujera, 499-764.

    24. Michel Wieviorka, La violence instrumentale, en La violence, 161-174.

    25. Franois Dubet, Le racisme et lcole en France, en Racisme et modernit, 298-307.

    26. Michel Wieviorka, La marque du sujet, en La violence, 283-308. Ver tambin Michel Wieviorka, La tentation anti-smite (Pars: Editions Robert Laffont, 2005); Alain Touraine, Un nouveau paradigme. Pour comprendre le monde aujourdhui (Pars: Fayard, 2005) y Critique de la modernit (Pars: Fayard, 1992); Tzvetan Todorov, Nous et les autres. La rflexion franaise sur la diversit humaine (Pars: Editions du Seuil, 1989).

    27. Michel Wieviorka, Violence, perte et recharge de sens, en La violence, 217-232.

    28. Daniel Sibony, Institution et racisme, 141-146. Ver tambin James Jackson y Daria Kirby, Racisme institutionnel et ignorance pluraliste: une comparaison transnationale, 244-263.

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    del siglo XV. As, la primera modernidad (1492-1789) en lo que hoy es Colombia se in-augur baja la gida negrera, esclavista e inquisitorial. Las prcticas de persecucin, sujecin, voluntad de dominio y expropiacin simblica son discernibles en los archi-vos inquisitoriales. Dentro de ellas se destacan por lo menos tres: la violencia contra los cuerpos, la coaccin de los actos y el escudriamiento de las almas29. Mientras la Iglesia llevaba a cabo la labor del buen gobierno mediante la pastoral inquisitorial, el Estado imperial produca los cdigos que legitimaban las prcticas de dominacin en la vida cotidiana. As, los Cdigos Negros fueron la ms poderosa y eficaz maquinaria jurdica que justific las atroces formas de violencia30 real y simblica contra la gente deportada de frica y sus proles americanas. Por lo tanto, lo negro no es ni un concepto ni una realidad inaugurados en la segunda modernidad ilustrada, sino que ms bien all se recicla y reactiva al servicio de los nuevos intereses polticos y econmicos de las elites criollas independentistas y republicanas, como tampoco lo es la aplicacin que el Estado ha hecho de ese acervo de inferiorizacin en el campo de sus polticas. En este sentido la historia est en mora de hacer trabajos de investigacin mancomunados con la ciencia poltica orientados a la reconstruccin histrica de las polticas pblicas de la diferencia en nuestro pas, y en particular la de su relacin con las herencias im-periales y coloniales en los preceptos que orientan la toma de decisiones en el mbito educativo y cultural. De ah que sea la intencin de este artculo poner sobre la mesa esta discusin, puesto que esta pregunta nos enva a otra no menos importante sobre la naturaleza del Estado colombiano actual. Parecera como si este debate estuviera salda-do y que la historiografa relativa al siglo XIX hubiera dado las pautas claras y concisas para dar fe del cambio absoluto del Antiguo Rgimen colonial al republicano revolucio-nario en trminos simblicos y poltico-culturales. No obstante, quedan por aclarar las caractersticas de la transicin del uno al otro en lo referente a la tica y filosofa que ha orientado sus polticas en cuanto a las poblaciones, a la educacin y a la cultura.

    Como tratar de demostrar en adelante, una de las mayores herencias del Estado imperial a la segunda modernidad (1789-presente) fue justamente la de una tica dis-criminatoria y diferencialista en los discursos y prcticas del Estado, ambos heredados de la primera modernidad trasatlntica. Durante ms de tres siglos las afirmaciones de los prelados y jueces estuvieron imbuidas de advertencias sobre la diferencia de

    los Aethiops, en particular sobre su sub-humanidad. Esto justific su deportacin masiva hacia Amrica y su reduccin a la condicin de cautivos y esclavos en las leyes que rigieron sus vidas en estas partes del mundo. De tal suerte que el etiopismo no slo fue una re-presentacin discursiva, sino sobre todo una prctica de gobierno de la diferencia cultural la cual produjo extensos compendios de

    29. Luz Adriana Maya, Memorias en conflicto, 179.

    30. Anglica Mara Molina, Representaciones, prcticas y discursos del cuerpo esclavizado en la Nueva Granada, siglo XVII (Tesis de grado, Departamento de Historia, Universidad de los Andes, 1997).

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    leyes civiles y eclesisticos que los definieron como castas de negros y asimismo como idlatras, brujos, sortlegos e hijos del demonio prioritariamente31.

    Para el caso que nos ocupa, el etiopismo sera el zcalo ideolgico legitimador de la violencia simblica y real contra las castas de negros. Pero adems, sus orientacio-nes ticas y las aplicaciones de los resultados de tales empresas de conocimiento al servicio del poder habran moldeado histricamente las premisas y los legados de las polticas de la diferencia contempornea puestas en marcha por el Estado colombiano. El archivo etipico encierra un complejo campo de orientaciones epistmicas y ticas que se condensan en arquetipos discriminatorios y racistas hacia los descendientes de los africanos en Colombia, que an estn por estudiar. Estas tendencias, como bien he dicho, se expresan tanto en los mbitos de lo privado como de lo pblico, siendo de in-ters en este trabajo el que atae a las polticas pblicas culturales. Pero qu relacin podra tener ese archivo de inferiorizacin y discriminacin hacia lo(s) negro(s) de los siglos XVI, XVII y XVIII en las polticas pblicas referentes a educacin y cultura?

    8. El etiopismo, El negrismo y El complEjo criolloEn 1968 Germn Colmenares public Las Convenciones contra la cultura, y en uno de

    sus captulos titulado Las elites contra las turbas, escribi: La idea de fustigar la propia sociedad para que se inclinar frente a valores un

    poco exticos pero que se perciban vagamente como superiores hacia parte,

    durante el siglo XIX, de un profundo complejo criollo. No se requiere hurgar

    demasiado en los textos historiogrficos del siglo XIX para encontrarse con una

    hostilidad manifiesta hacia lo ms autctono americano, hacia lo indgena,

    hacia las castas. El fastidio hacia lo rstico y elemental de las masas campesi-

    nas iletradas se converta en franca repulsin cuando se trataba de indgenas,

    mulatos y mestizos32.

    Qu podramos decir hoy casi al finalizar la primera dcada del siglo XXI de este asunto en la vida poltica colombiana? Qu ha su-cedido desde entonces con el profundo complejo criollo y cmo se expresa no slo en la vida cotidiana, sino tambin en las institu-ciones del Estado? Persiste, ha desaparecido, hay nuevos matices en sus manifestaciones?

    Son numerosos y recientes los debates relacionados con los temas de racismo en Colombia. La prensa nacional y las universida-des33 han puesto a la opinin pblica al corriente de las violaciones a los derechos humanos por causa de prcticas de racismo en

    31. Luz Adriana Maya, Brujera.

    32. Germn Colmenares, Las convenciones contra la cultura. Ensayos sobre historiografa hispanoamericana del siglo XIX (Medelln: La Carreta, 2008, 5 ed.), 49-50. Las cursivas son mas.

    33. Fallo de la corte constitucional en favor de tutela por racismo en Cartagena. Ver Observatorio del racismo en Colombia. CIJUS. Universidad de los Andes. Ver tambin Tatiana Alfonso, Isabel Cavelier y Csar Rodrguez, El derecho a no ser discriminado. Primer informe sobre discriminacin racial y derechos de la poblacin colombiana (Bogot: CIJUS Uniandes, 2008).

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    muchos momentos y contextos de la vida nacional. Cmo explicar entonces que a lo largo de 200 aos de vida republicana los avances en este tema hayan sido tan tenues? Cmo dar cuenta de la tenacidad de un fenmeno ideolgico tan devastador y tan nocivo? De qu manera esa franca repulsin a la que alude Colmenares persiste hoy en la cultura poltica estatal aun cuando Colombia ostenta una constitucin multicul-turalista? Qu tiene que decir la historia y en particular la historia cultural acerca de los procesos de permanencia y ruptura de esta ideologa en el seno de las instituciones del Estado? Qu polticas se han liderado en la vida republicana de Colombia respecto a la diversidad de memorias histrico-culturales que componen la nacin?

    stas y muchas otras preguntas han orientado mi reflexin acerca de la importan-cia de reconstruir sintticamente las grandes lneas del archivo de la inferiorizacin y discriminacin hacia lo(s) negro(s) en Colombia. Como bien debo aclarar, en nin-gn momento este texto pretende ser una disertacin exhaustiva sobre el periodo comprendido entre el siglo XVI y el presente. Tal tarea requerira de una vida y ms. El propsito es ms modesto: se trata de avanzar algunos criterios histricos ante todo para contribuir a una discusin que ya se halla bastante adelantada. Por lo tanto, la puesta en perspectiva del tema de la historia de las polticas de la inferio-rizacin estatal en Colombia es un ejercicio saludable si pretendemos adentrarnos en las discusiones sobre la raza y el racismo en nuestro pas desde una perspectiva postcolonial y postesclavista. Pero por otra parte y sobre todo porque deseo lla-mar la atencin sobre el hecho que las polticas de la diferencia en Colombia no se inauguraron con la Constitucin de 1991 ni mucho menos. Esto se debe a que el fun-damento tico y filosfico que justific la expansin imperial y colonial hispana de finales del siglo XV fue diferencialista. Entonces, llamar la atencin sobre la dimen-sin histrica de largo aliento de este acontecimiento es uno de mis objetivos, tanto como el que pretende sugerir la urgencia de reconstruir la interconexin histrica

    euro-afro-americana34.

    9. El impErio Espaol y las polticas dE la difErEnciaEspaa, ms quizs que ningn otro pas de la Europa

    Renacentista, haba conocido los rigores de las invasiones almor-vides con una ocupacin de ocho siglos35. Moros, judos y esclavos etopes moraron en la pennsula hasta que los muy catlicos Isabel y Fernando decidieron reconquistar los territorios del Al-Andalu. En ese momento, la Inquisicin36 har suya la tarea de diferenciar para gobernar, castigar, condenar, expulsar y despojar al reo de to-dos sus bienes materiales y simblicos. Las abjuraciones de levi y

    34. Debo al Doctor en Historia Juan Camilo Escobar Villegas de la Universidad de EAFIT, reconocimiento por sealarme la importancia del concepto de Historias Conectadas. Agradezco sus numerosos comentarios y tiempo dedicado a la discusin de estos aspectos tericos y metodolgicos tiles para la reconstruccin de la historia cultural euroamericana.

    35. Bartolom Bennassar, Histoire des Espagnols, 36-41.

    36. Julio Caro Baroja. Las brujas y su mundo (Madrid: Alianza Editorial, 1993).

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    de vehementi no fueron otra cosa que un acto de expropiacin simblica, expresado en la sentencia que obligaba al reo a renegar de s y de sus convicciones, a dimitir de s mismo para ser integrado en la periferia de la civilizacin catlica y en los mrgenes de la sociedad. As, para los ibricos catlicos, judasmo, mahometanismo e idolatra etipica fueron categoras simblicas de diferenciacin tanto como categoras jurdicas para juzgar a esos anticipadamente identificados como otros.

    Gobernar diferenciando y discriminando fue parte de la motivacin que orient la pluma de Eymmerich cuando escribi su Manual del Inquisidor, que no slo fue un discurso, sino tambin una herramienta clara y precisa que se aplic contra todos y todas aquellos que desafiaban el orden divino y sus clusulas de ordenamiento social. Del mismo modo que se escribieron muchos otros compendios para administrar a los hijos del demonio, inferiores y en mucho, segn la ideologa imperial y colonial de la limpieza de sangre de los cristianos viejos.

    De tal suerte que el problema de la discriminacin, en su sentido ms amplio de di-ferenciacin, en Colombia y en la Amrica Latina luso-hispana tiene una profundidad histrica que sin duda se origina en el Estado imperial, colonial e inquisitorial, y de ma-nera especfica en sus instituciones tanto civiles como eclesisticas. La aproximacin a los archivos coloniales ensea que no es posible reconstruir ni la historia moderna colombiana ni latinoamericana sin tener en cuenta la legislacin que rega la diferen-ciacin de rango, calidad, lengua, fe y condicin de cada individuo. Sin esta mnima precaucin el historiador naufraga en el ocano documental colonial.

    En consecuencia, la historia de la cultura institucional de la diferenciacin o discrimi-nacin tiene una larga historia en lo que hoy es Colombia, que remonta por lo menos a la primera mitad del siglo XVI, momento en el cual las Leyes Nuevas ordenan de manera contundente los territorios conquistados y los que quedaban an por redu-cir y poblar. Para reconstruir esa historia, pienso que hay que tener en cuenta al menos dos aspectos esenciales: el primero tiene que ver con los procesos histricos propios del Imperio y de la manera como durante ms de tres siglos los espaoles gobernaron y juzgaron a los otros, diferencindolos, y luego, el lugar que los espa-oles dieron a estos vencidos en las leyes que crearon para gobernar sus reinos de ultramar y las poblaciones que en ellos habitaban. La representacin inferior de esos otros no slo fue una arenga difundida en crnicas, relatos e imgenes. Fue so-bre todo una prctica de poder y dominacin concreta ejercida de manera continua y cotidiana por el Estado imperial mediante la aplicacin de sus leyes, todo lo cual constituy la esencia de la primera modernidad, es decir, de aquella que se inici con la expansin transatlntica europea en 1492. Comprender en algo estos antece-dentes histricos de largo aliento, fundacionales de la relacin entre Estado imperial

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    y colonial y sus polticas de la diferencia, nos permitira, tal vez, avanzar con paso ms seguro y gozar de mayor perspicacia para establecer la permanencia o ruptura de esta cultura poltica de la discriminacin institucional durante la Independencia y a lo largo de la Repblica.

    La Expedicin Botnica, realizada en tiempos del Imperio y al fragor de la simiente independentista, y la Comisin Corogrfica de la mitad del siglo XIX son dos sucesos mayores depositarios de esa episteme diferencialista o discriminatoria de los espaoles, aunque en ambos participaron de manera activa y remarcable criollos americanos que arengaban derechos de igualdad. Segn el historiador Germn Colmenares, estos dos eventos de la historia cultural y cientfica colombiana fueron realizados por hombres que: [] encerrados hasta entonces en la imaginera barroca que adornaba las naves de los templos o de los retratos encorsetados de funcionarios reales, descubran con el mismo aire maravillado de los viajeros extranjeros el mundo extrao y abigarrado de su propio entorno37.

    Sin embargo, tanto asombro y maravilla fue vivido y narrado por los criollos de-cimonnicos, alentados por [el] desprecio convencional por lo humilde y lo rstico, que en el costumbrismo tena un tono menor y un subjetivismo romntico []. Por otra parte, como seala Colmenares, [] adquiri virulencia inusitada en la contrapo-sicin de civilizacin y barbarie. Por lo tanto, [] [n]o resulta extrao que la tesis [] sobre la civilizacin y la barbarie fuera tan influyente a partir de su formulacin. Esta era una polaridad implcita ya en toda interpretacin que tuviera que enfrentar conflictos sociales de una cierta magnitud38.

    As pues, estas reflexiones sugieren la conveniencia y pertinencia de adelantar inda-gaciones propensas a reconstruir histricamente y en la larga duracin, el archivo de la inferiorizacin puesto en marcha por el Estado imperial y decimonnico. Conceptos, leyes y resultados cientficos financiados por el Estado aparecen como el corolario de una compleja estrategia de expropiacin, colonizacin e inferiorizacin simbli-ca cuya aplicacin en el campo de las polticas culturales y educativas parece haber sido una constante, no slo desde la Ilustracin hasta hoy, sino desde por lo menos la promulgacin de las Leyes Nuevas de 1542. Esta perspectiva histrica no pretende ser historicista, sino que busca contribuir al debate sobre la historia de las polticas culturales en nuestro pas, el cual pasa por un estudio necesario de las polticas de la

    diferencia. stas, desde 1991 han hecho irrupcin de manera amplia y diversificada tanto en mbitos acadmicos como entre los funcio-narios del Estado encargados de disear las polticas pblicas en educacin y cultura, atendiendo a las exigencias constitucionales referentes a la plurietnicidad y la multiculturalidad de la nacin39.

    37. Germn Colmenares, Las convenciones, 48.

    38. Germn Colmenares, Las convenciones, 49. Las cursivas son mas.

    39. Artculo 7 de la Constitucin de la Repblica de Colombia.

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    10. lEgados colonialEs y polticas dE la difErEncia En la primEra modErnidad En colomBia: la gEo-poltica dE las castas (1492-1789)

    Durante el periodo temprano de la conquista y el posterior periodo colonial, mlti-ples formas de cimarronaje fueron puestas en marcha por los esclavizados para resistir a las inhumanas legislaciones imperiales y coloniales en todo el continente, las cuales partan del supuesto ontolgico que eran sub-humanos. Esta tendencia tico-filosfica sustent la otra, que pretendi que adems eran cosas o mercancas, sin conciencia de s ni de su pasado, es decir, que no eran sujetos sino objetos y en consecuencia tampoco eran actores de su propio destino.

    Esta condicin particular de objetos qued claramente estipulada en los cdigos civiles, mientras que los inquisitoriales y eclesisticos les atribuan la de ser demo-nacos. Todo esto daba a los espaoles la autoridad para regir la vida terrenal de los esclavos mediante un gobierno pastoral que deba propender ante todo por el resta-blecimiento de su salud espiritual. As reza la intencin y contenido de la Bula Inter Caetera, mediante la cual el Papa bendijo y autoriz el comercio negrero realizado por los portugueses desde finales del siglo XV en el reino del Kongo y en otros puntos de la costa occidental africana. La expansin trasatlntica de los europeos occidenta-les estuvo encabezada por los ibricos, lusitanos e hispanos, quienes en sus variadas empresas de dominacin colonial y expansin imperial tuvieron que enfrentar nue-vas realidades culturales y crear nuevas legislaciones para gobernarlas y explotarlas y mantenerlas bajo su control.

    La iglesia catlica y en particular la inquisicin espaola en Cartagena de Indias, como ya seal, se dieron a la tarea de reprimir y extirpar las memorias y las tradicio-nes culturales e histricas de las muy variadas naciones africanas que llegaron a lo que hoy es Colombia. En el libro Brujera y reconstruccin de identidades entre los africanos y sus descendientes en la Nueva Granada en el siglo XVII conjugu mis esfuerzos para demostrar que la persecucin inquisitorial hacia estos pueblos fue tan aguerrida debido a que los inquisidores comprendieron que la idolatra encerraba las claves esenciales de las diferentes memorias histrico-culturales, tanto como el savoir faire necesario para la reproduccin de la cultura material.

    Con el concepto de corp-oralidad avanc algunas ideas para comprender en algo la naturaleza de las memorias idlatras, sus soportes y sus modos de transmisin para asegurar la reproduccin biolgica y cultural de cada grupo y de cada cultura. En esa pesquisa conclu, entre otros, que la memoria idlatra tena como soportes esenciales la palabra, el gesto y el icono, cuyas manifestaciones en el mbito de represin escla-vista conducan a los tribunales inquisitoriales. La represin, coercin y extirpacin de esta gramtica cultural de la gente africana deportada y de sus descendientes fue

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    el blanco de la persecucin inquisitorial y civil, pues en la permanencia de la trama de las memorias culturales e histricas se albergaba la posibilidad de la reconstruccin de la persona y de la vida social, es decir, del sujeto y de su autonoma. Este proyecto e ideario cimarrn, por supuesto, iba en contra del poder imperial.

    Al tiempo que los espaoles moldeaban la vida del imperio ultramarino en estas partes del mundo, orientados por la conviccin de quebrantar las identidades de los otros y cuando no por lo menos discriminarlas mediante la descalificacin, los cima-rrones luchaban por recuperar su libertad. Cada estrategia, cada accin individual o colectiva y cada logro por sobrevivir cultural y demogrficamente fueron moldeando los contornos de las diferentes afro-americanidades que hay en el continente y las di-ferentes afro-colombianidades que hay en el pas.

    11. la inquisicin y las polticas culturalEs dEl impErio Espaol Ese marco primordial podra definirse como un complejo campo de relaciones de

    dominacin y resistencia. Nada nuevo, por cierto, pero que vale la pena recordar. Con todo, para volver sobre el asunto de esta pesquisa resulta importante remarcar que la inquisicin de Cartagena de Indias fue una gran maquinaria de Estado que tuvo la responsabilidad de delinear y ejecutar las polticas culturales del imperio, polticas que tenan como punto neurlgico y sustancial la urgencia de conocer y desarraigar las memorias histricas y culturales de quienes representaban la mano de obra ms importante para la extraccin de los metales y la vida econmica en general de los reinos de Amrica: los esclavos. La revisin de los expedientes inquisitoriales sor-prende por la agudeza y aplicacin con que los escribanos de las audiencias dejaron huella escrita del rango, calidad y condicin cultural de los acusados de origen afri-cano y de sus descendientes.

    Los apartes correspondientes a la genealoga de los reos clasifican minuciosamente los orgenes culturales y geogrficos tanto como las edades y conocimientos adquiri-dos por ellos en sus lugares de origen, con el fin de delimitar los rangos de iniciacin en las prcticas demonacas. Las preguntas en las audiencias fueron orientadas con toda perspicacia con el fin de obtener informaciones detalladas y precisas sobre los complejos cognitivos y las representaciones de la tica, el cosmos, la naturaleza, la esttica y las normas de gobierno y sociales de los sentenciados. Del mismo modo, los extensos interrogatorios buscaban obtener informacin sobre todo lo relacionado con la cultura material tanto sagrada como profana. As, la colonizacin simblica oper no slo mediante la evangelizacin, sino adems gracias a la puesta en marcha de una produccin de conocimiento sobre las culturas esclavizadas. Tal conocimiento fue producido en el seno de la Iglesia inquisitorial y con fines de uso poltico a fin

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    de yugular la insurreccin permanente de los esclavizados, la cual pona en riesgo la estabilidad del reino y reduca la rentabilidad de la minera del oro. Desde este punto de vista, las relaciones de dominacin que se tejen en el seno de la esclavitud americana ciertamente se basan en polticas de la memoria y polticas culturales de la diferencia, ambas aliadas de las polticas econmicas lideradas por el poder imperial y colonial. No cabe duda que a finales del siglo XV y a lo largo de todo el siglo XVI, la circunvalacin del globo coloc a la Europa de los descubrimientos frente una de las ms importantes preguntas del Renacimiento, a saber: la del reconocimiento de otras humanidades y otras culturas.

    12. la filosofa natural dE la difErEncia En la lEgislacin indiana nEgrEraLa Edad Media envuelta en el supuesto oscurantismo que Huizinga40 destron haba

    adelantado debates sustanciales respecto a la alteridad. Centrados en su ensimisma-miento filosfico religioso y cristiano, San Agustn e Isidoro de Sevilla haban realzado una pregunta crucial: Cmo seramos si no furamos como somos? Los bestiarios y los libros de historia natural consagraron muchas pginas al captulo de los monstruos para significar con ello la alteridad del mundo cristiano, para denotar el caos infernal respecto al orden divino, para indicar los lmites de lo humano y de lo que no lo era. Lo uno y lo otro convergan entonces en las ideas sobre el isomorfismo o el disomorfismo de lo humano. Las Etimologas de Isidoro de Sevilla son sin duda una oda de la filosofa natural de la diferencia. Todos los seres conocidos e imaginados desde la antigedad se dan cita en sus descripciones e ilustraciones. El cuerpo y la anatoma son esencial-mente los criterios que orientan la representacin de la diferencia en la obra de Isidoro de Sevilla.

    No obstante, San Agustn retomando esta cuestin arguye cmo la pregunta por el isomorfismo o disomorfismo de lo humano no se puede contentar con examinar el cuerpo y la anatoma, pues sobre todo y en condicin de criaturas hechas a imagen y semejanza de dios la pregunta deba encaminarse a resolver la cuestin en el terreno del alma. De tal suerte que en su anlisis correspondi a los Aethiops el lugar de la ma-yor degradacin y depravacin moral dentro de todas las criaturas, sin que por esto San Agustn llegara a negar de manera radical y absoluta la calidad de hijos de Adn de estos seres sub-humanos. As, en el momento de la circunvalacin del globo y de los descubrimientos de esas otras humanidades, la teologa catlica y cristiana tena un amplio bagaje discursivo y prctico respecto a esos otros, el cual continuaba aferrado a los saberes de la antigedad clsica y de la patrstica medieval, pero que fue amplia-mente operativo para nombrar esas otras sub-humanidades. Las exploraciones develan nuevos territorios quizs imaginados pero

    40. Johan Huizinga, El otoo de la Edad Media (Madrid: Alianza Editorial, 2001).

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    nunca antes conocidos de manera directa y positiva. Viajeros y navegantes financiados por las cortes europeas daban cuenta en sus bitcoras e informes de otra gente inusi-tada que pareca corresponder a aquella descrita en libros e imgenes mucho antes. Mientras tanto, en ese largo siglo XVI que se complace an con las novelas de caballe-ra, la Iglesia contrarreformista tom la rienda, control y monopolio de la produccin de la episteme de la diferencia apoyada en las herencias escolsticas: manuales pastora-les, imgenes y cdigos serviran para hacer de ella una poltica de Estado.

    Siguiendo a San Agustn al pie de la letra y a otros tantos padres de la Iglesia, los cro-nistas, curas, corregidores, amos de cuadrilla, jueces civiles y eclesisticos y escribanos adoptaron la categora de Aethiops para diferenciarlos y clasificarlos dentro del sistema de limpieza de sangre ibrico, que segn las argumentaciones patrsticas era sinnimo de idlatras. Es decir, seres humanos que ostentaban caractersticas monstruosas y pertenecan a culturas y sociedades que desde tiempos del Antiguo Testamento ha-ban sido apartadas del destino de la cristiandad y de su historia debido al castigo de Noe a su hijo Cam. As, monstruosidad, sub-humanizacin y demonizacin seran los antecedentes de la episteme de la diferencia que durante siglos fue el zcalo de la juris-prudencia que sent las bases de la legislacin conocida como derecho inquisitorial y cdigos negros. De este modo, la bio-poltica imperial referida a los idlatras fue guiada por la pastoral y un gobierno de los hombres o de los sub-humanos, cuyo fin esencial consista en conducirlos hacia el restablecimiento de su salud espiritual y la salvacin, entendida sta desde la perspectiva de la verdad revelada del cristianismo y operati-vizaba mediante una legislacin que defina e identificaba diferencias en aras de su extirpacin. Este asunto de descubrimientos de otras humanidades y culturas dio lugar a una ignominiosa jerarqua en la cual las naciones de frica occidental involucradas en la trata negrera fueron catalogas como sub-humanas y monstruosas. Dicha inferio-rizacin qued estipulada en los cnones occidentales con gran precisin lexicogrfica e iconogrfica. As, palabras tales como etope o idlatras van a trascender la sim-ple significacin gentilicia para denotar la pertenencia o no a la fe catlica, los grados de destreza en la expresin lingstica latina tanto como caractersticas polticas hasta concluir que en realidad eran no slo sub-humanos por sus caractersticas fsicas, sino que adems eran sociedades ahistricas y por lo tanto carentes de toda posibilidad de ser actores de su propio destino, y por lo tanto, esclavizables.

    13. las polticas impErialEs dE la difErEncia y la nEgacin dEl sujEto dE origEn africanoLa negacin de la calidad de sujeto y por ende la de su capacidad de convertirse en

    actores polticos fue promovida por la Iglesia y el Estado colonial y puesta en marcha mediante la deshumanizacin, la cosificacin jurdica y cotidiana y la demonizacin

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    simblica. Las prcticas de dominacin que se gestaron en el seno de estas orienta-ciones jurdicas y tico-filosficas no fueron lote exclusivo de los pueblos africanos deportados. Ciertamente los pueblos aborgenes de Amrica en su totalidad tambin sufrieron esta suerte de estigmatizaciones y violencias. No obstante, hay que tener en cuenta que fueron los africanos y sus descendientes quienes a diferencia de los aborgenes americanos mantuvieron, a lo largo de todo el periodo colonial y hasta la abolicin definitiva de la esclavitud en 1851, la calidad de objetos y no de sujetos respecto a la ley, fuera sta imperial o republicana. As pues, en el caso de los pueblos africanos podramos afirmar que la episteme de la diferencia se ancl no slo en un conjunto de prcticas deshumanizantes como castigos fsicos y trabajos forzados, mal-tratos y extirpacin de sus prcticas y creencias, lote comn de todos los colonizados, sino que tambin se ancl en las leyes y por ende en las instituciones del Estado.

    Desde las universales Leyes de Indias que los definan como cosas y mercancas hasta las particulares de los Cdigos Negros que se debatan en una compleja querella pues, para que muchas de las sentencias emanadas de los cdigos fueran aplicables, era necesario reconocer al reo su calidad de humano. Sino cmo por ejemplo se podan juzgar delitos contra la fe? As tambin la aplicacin de castigos por delitos propios del cimarronaje, por ejemplo, los cuales implicaban iniciativa personal del reo. En tales casos los jueces interpretaban la norma particular a partir de la tica general que los cosificaba y demonizaba. De este modo, el sujeto acusado desapareca bajo la tercera persona del singular en las actas notariales, judiciales, inquisitoriales u otras. Durante ms de tres siglos mantuvieron el estatus de objetos o cosas, y no el de sujetos dentro del sistema jurdico monrquico imperial. Por su parte, los aborgenes colombianos, como bien se puede constar en la legislacin, adquirieron el carcter de sujetos de la corona, aspecto que marca una diferencia sustancial cuando se tiene la intencin de avanzar en el debate sobre la historia de las polticas de la diferencia en nuestro pas.

    14. la modErnidad nEgrEra Euro-afro-amEricana y la difusin dEl etiopismo En la Europa modErna

    Discriminar es separar, diferenciar. De manera general, la sociedad colonial no fue otra cosa. La legislacin en su totalidad estaba anclada en un principio universal dife-rencialista basado en la limpieza de sangre y aderezado con las nuevas confrontaciones de la diferencia, que se multiplicaban al ritmo que la navegacin martima y sus ade-lantos, los cuales permitan explorar nuevos y recnditos lugares del globo. Mientras ms otros distintos y sub-humanos eran identificados por los europeos, ms se for-taleca el fundamento de la sociedad de castas. sta tuvo en Amrica una expresin marcadamente ibrica y catlica, cuya obsesin por mantener la distancia respecto al

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    otro mediante el establecimiento de claras fronteras de diferenciaciacin era pro-porcional a la angustiante idea de no poder probar la limpieza de sangre en un mundo en construccin donde la mezcla haba sido la tradicin, tanto en Espaa misma como en sus reinos de ultramar. Espaa diferenci ciertamente, y la invasin almorvide y su presencia poltica, territorial, econmica y cultural no son un asunto menor en su aprendizaje histrico y puesta en marcha de polticas de la diferencia. Las castas y la legislacin que le fue inherente contienen la semilla de la informacin que podra in-dicarnos el camino de la gnesis del racismo institucional de corte hispanoamericano. Las castas y su estudio en esta perspectiva seran, sin duda, el indicador ms preciado para comprender la naturaleza y dinmica jurdico-institucional de la inferiorizacin estatal y de los antecedentes de las dinmicas de exclusin en nuestro pas.

    La inferiorizacin de los otros diferentes a los europeos ha sido sin duda una constante en la larga historia de consolidacin y afirmacin de la Europa cristia-na, por lo menos desde el inicio de la modernidad trasatlntica. En el contexto de los estudios americanistas existe la convencin tcita segn la cual la modernidad, histricamente, se iniciara en 1492 con el descubrimiento de Amrica. No obstante, esta fecha representa apenas una de las rutas de la modernidad instaurada con la primera expansin europea. Once aos antes, en 1481, Enrique el Navegante, rey de Portugal, tena ya entre sus manos resultados concretos de las exploraciones ultra-marinas de las costas del frica occidental que l mismo haba financiado, y cuyos datos haban sido obtenidos mediante la observacin directa y objetiva. Dichas in-formaciones sirvieron para la elaboracin de los portulanos que realiz la Escuela de las Azores, destacada empresa geogrfica y cartogrfica. As pues, el conocimiento de las costas occidentales de frica, su descripcin y su sistematizacin cartogrfica es un acontecimiento histrico que antecede, por lo menos en una dcada, al descubri-miento del Nuevo Mundo insular y continental.

    Al sealar esta precisin cronolgica pretendo llamar la atencin sobre varios aspectos: el primero de ellos tiene que ver con la urgencia de resituar nuestras re-flexiones histricas sobre la modernidad en un marco cronolgico y geogrfico ms amplio, el de las dinmicas de expansin colonial europea del Antiguo Rgimen, sin lo cual quedara reducido el marco de interpretacin geo-poltica de las poblaciones en tiempos del Imperio. Tales dinmicas delinean por lo menos tres rutas bsicas: la ruta africana, la ruta asitica y la ruta americana, siendo la del Nuevo Mundo la ltima en llevarse a cabo, y por lo tanto la receptora y de alguna manera sinttica de los apren-dizajes, conocimientos y formas de gobierno elaborados por los europeos respecto a los otros antes de su llegada a Amrica. El segundo aspecto est en relacin directa con el anterior en la medida en que es imprescindible no perder de vista el hecho que

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    la experiencia europea en frica, liderada por los portugueses desde las dos ltimas dcadas del siglo XV, produjo un archivo considerable de informaciones muy sofistica-das sobre ese continente y sobre sus culturas.

    15. la imprEnta, los gaBinEtEs dE curiosidadEs y la ruta africana dEl archivo EtipicoLa imprenta jug un papel decisivo en la difusin de los conocimientos producidos

    mediante la observacin directa. Zurara41 y Diogo Gomes, entre los portugueses, publi-carn antes de finalizar el quattrocento obras singulares como Cronica da Guinea42. Poco ms tarde Filippo Pigafetta publicar su famosa obra titulada Descripcin del Antiguo Reino del Kongo y sus zonas aledaas43. Por lo tanto, es plausible afirmar que el primer ar-chivo de inferiorizacin referente a los africanos y sus descendientes se constituye en esta primera modernidad y dentro de un orden cronolgico que debe tener en cuenta que las relaciones de Europa con frica y el universo de representaciones que de ese contacto se produjo antecedieron las relaciones que los europeos entretuvieron con los Aethiops en Amrica. De ah que las tentativas de estudiar las polticas de la dife-rencia, no slo en Colombia, sino en la Amrica luso-hispana en general deban tener en cuenta la relacin triangular y las conexiones histricas que se establecieron entre Europa, frica y Amrica, y que constituyen la primera modernidad en lo que respecta los discursos y prcticas respecto a la alteridad.

    Desde la dcada de los ochenta del siglo XV, los portugueses en particular haban explorado tanto las costas africanas occidentales y sus geografas, como las posibles alternativas para establecer redes mercantiles con los jefes africanos situados especial-mente en las zonas de litoral. No obstante las mltiples tentativas que tendan a dar prioridad a la extraccin y exportacin de los metales, el resultado no fue satisfactorio para los aventurados europeos. Los africanos mantuvieron el control de las riquezas del subsuelo y de muchas otras. Sin embargo, interesados en el trfico comercial op-taron por el intercambio de seres humanos por materias primas y productos manufacturados procedentes de Europa.

    De este modo, desde finales del siglo XV por lo menos, Europa en general, pero de manera especial los lusitanos contaban ya con una experiencia africana sistematizada en textos escritos, ico-nografas y cartografas sofisticadas, los cuales se nutran gracias a la experiencia comercial, cultural y poltica que surga de los contactos transatlnticos puestos en marcha con frica bajo el aus-picio del rey Enrique de Portugal, de sobrenombre el Navegante. Y mientras los portugueses viajaban y publicaban sus experiencias y conocimientos de ultramar, los holandeses desarrollaran desde

    41. Gomes Eanes de Zurara (1410-1474) fue conservador de la Biblioteca real de Portugal. Su obra ms importante fue Crnica do descubrimento e conquista da Guinea publicada en 1451.

    42. Avelino Texeira da Motta, Diogo Gomes, Primeiro Grande Explorador do Gmbia (1456). En Actas da 2 Conferncia Internacional dos Africanistas Ocidentais (Lisboa, 1950), 309-317.

    43. Filippo Pigafetta (1533-1604), A Report of the Kingdom of Congo, and of the Surrounding Countries, Drawn Out of the Writings and Discourses of the Portuguese, Duarte Lopez (Londres : J. Murray, 1881).

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    principios del XVII una amplia empresa editorial y de produccin literaria sobre frica y otras partes del mundo.

    16. jacoB van mEurs, olfErt dappEr y la EmprEsa Editorial africanista dE los pasEs Bajos En la sEgunda mitad dEl siglo xvii

    Olfert Dapper va a ser uno de los ms insignes y destacados escritores y difusores de conocimiento sobre los pueblos del frica occidental involucrados ya en la trata negre-ra. Dapper naci en msterdam al parecer en 1635. Hijo de una familia modesta, hizo estudios de medicina en la Universidad de Utrecht. Se presume que nunca viaj fuera de los Pases Bajos en donde muri en el ao de 1689. En menos de 25 aos public diez libros entre los cuales ocho se presentan in folio, de ms de 500 pginas cada uno y con numerosas y lujosas ilustraciones. A la edad de treinta aos se consagr a los estudios geogrficos que lo ocuparon hasta el fin de su vida.

    Desde muy joven particip activamente en un importantsimo movimiento edito-rial que tuvo lugar en msterdam y que se extendi a lo largo de un cuarto de siglo con estudios anlogos a los africanistas publicados por Nieuhof sobre China (1665), las Indias orientales y el Brasil (1682). Luego Montanus public en 1669 y en 1671 sus estudios sobre el Japn y el Nuevo Mundo; Baldeus escribi y public sus libros sobre la India y Ceiln en 1672; y Dapper, a diferencia de los anteriores, se lanz en una empresa de mayor envergadura, pues abord tanto a frica (1668) como a la China (1670), el norte de la India, Persia y Georgia (1672), Siria y Palestina (1677), Arabia (1680) y la pennsula y el archipilago griegos (1688). Hoy en da su libro ms conocido es la Descripcin de frica y en segundo lugar vienen sus obras sobre China y Medio Oriente44.

    Aparte de las traducciones de Digby y de Herdoto y de sus dos ltimos libros, todo lo que Dapper escribi fue publicado por el librero-grabador Jacob Van Meurs, quien naci en Arnhem en 1617 1618 y estableci en msterdam su taller. Este librero ilustr y public igualmente otras obras que tienen por objeto la descrip-cin de diversas partes del mundo extra-europeo. La primera experiencia editorial exitosa tuvo lugar en 1665 con la disertacin histrica de Johan Nieuhof sobre la Embajada de la Compaa Holandesa de las Indias Orientales en China. Al parecer es este gran xito editorial el que motivar a Van Meurs y a Dapper a llevar a cabo la edicin in folio ilustrada de los estudios consagrados a frica y a Asia. Van Meurs edit adems China monumentis illustrata dAthanasius Kircher (1667), los libros de

    Arnoldus Montanus sobre el Japn y el Nuevo Mundo (1669-1671) y en colaboracin con el impresor Van Someren, las crnicas de viaje de Johan Struys y Willem Schouten. 44. Adam Jones, Olfert Dapper et sa

    description de lAfrique, en Objets Interdits (Pars, Fondation Dapper, 1989), 73.

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    Despus de la muerte de Van Meurs en 1679, la empresa editorial fue retomada por su viuda Annetje Goelet, quien edit otros textos de Johan Nieuhof sobre el Brasil y sobre las Indias orientales y occidentales en un mismo volumen (1682). No se sabe con precisin la fecha en la cual esta casa editorial ces sus actividades. Pero para mediados de 1680 otros cuatro libreros de msterdam, Abraham Wolfang, Johannes Janssonius Van Waesberge, Hendrik Boom y Johan Van Someren se agruparon para realizar las publicaciones sobre los pases extranjeros. Los dos ltimos libros de Dapper aparecieron en 1688 y su sobrina Metta Dapper, quien se ocup de su to Olfert durante los ltimos ocho aos de su vida, seal en sus memorias haberlo escuchado deplorar muchas veces el poco dinero que reciba en retribucin por haberse dado tanto mal en escribir durante toda su vida. Dado el peso agobiante de los costos de produccin de los libros in folio de Dapper suntuosamente ilustrados, Van Meurs en vida, decidi que era de todo su inters hacerlos traducir, o al menos vender las placas a otros impresores extranjeros. As, Dapper ver las traducciones al alemn de seis de sus obras, todas ellas puestas en marcha por Van Meurs, su viuda o Johan Hoffman de Nuremberg, mientras que las versiones inglesas de tres de sus obras aparecieron en Londres y sola una de ellas, la Descripcin de frica, apareci en francs45.

    17. los gaBinEtEs dE curiosidadEs o El archivo iconogrfico dEl EtiopismoEsta tendencia europea a la sistematizacin editorial y a la difusin impresa de los

    conocimientos sobre los mundos recin descubiertos se acompaa de otra actividad no menos interesante que tambin da cuenta del inters de los europeos por conocer, sistematizar, diferenciar y clasificar las culturas extra-europeas. Se trata de los gabine-tes de curiosidades, antecesores de los gabinetes de anticuarios o antigedades. Durante el siglo XVII, nombres famosos como Van Dyck, Rembrandt o Velsquez figuran, entre muchos otros, como puntales de la esttica europea. Sin embargo, allende la mar, frica es el terreno de toda suerte de desafos comerciales florecientes, cuyos beneficios re-caen principalmente y de manera directa en manos de portugueses y holandeses. As, mercaderes, viajeros, comerciantes, misioneros y capitanes de navo tuvieron la po-sibilidad de obtener ciertos objetos autctonos. Ezio Basanni se ha dado a la tarea de levantar la lista de esos objetos en las colecciones europeas del siglo XVII. Este estudio permite conocer las caractersticas generales que orientaron la escogencia de los oc-cidentales, entre las cuales se pueden constatar, por ejemplo, que el material de la pieza fuera noble: marfil, cobre, rafia finamente trenzada o piel de mantarraya. En ese periodo, la madera dada su condicin de perecedera, entre otras razones, no fue muy apreciada como soporte escultural, contrariamente a lo que suceder en el siglo XVIII y sobre todo en el XIX.

    45. Adam Jones, Olfert Dapper, 74-75.

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    La funcin que orient la seleccin europea fue estrictamente utilitaria, exclu-yendo en este periodo los objetos propiamente rituales, los cuales, impregnados de brujera y hechicera, deban ser condenados a las llamas. As, los tejidos, las armas que combinaban metal y madera esculpida gozaron de un enorme prestigio dado sus atributos de poder y su corte decorativo. Los marfiles preciosos figuran entre los ms apetecidos. Segn estos criterios generales, el amateur coleccionista combinaba en su gabinete cuadros y esculturas antiguas con toda suerte de objetos curiosos y rarezas, como objetos exticos procedentes de indgenas americanos o africanos fabricados por el ser humano, y casi siempre escogidos en primer lugar segn el criterio de noble-za del material. La evocacin de estos gabinetes y sus objetos permite comprender la manera como los europeos lograron controlar y medir los lmites soportables de la extranjeridad dentro de sus vidas cotidianas, extranjeridad y extraeza que siempre les fue y ha sido atractiva. As la intronizacin posible de esos objetos lejanos se realiz a partir de la riqueza de sus materiales, la finura de sus decoraciones y la neutrali