D. SENDA DE VIOLETAS - … · Pero el Amor, amor, tal como tú y yo lo entendemos, es inclusivo de...

26
1 D.- SENDA DE VIOLETAS (Serie Nueva Vida) EN NOCHE SOSEGADA. (Proemio-OFRENDA) “Diste tu vida, a cambio de mi cielo, en noche sosegada, regando de violetas y azucenas el lecho que escogías por morada.” Hermanísimo Lecheimiel : Ningún protocolo de presentación necesitamos para decirnos : “¡Hola, amor ! Aquí estamos de nuevo para seguir la senda de la Vida”. Senda de Luz y de Verdad. Pero luz que camina entre las tinieblas y las va disolviendo progresivamen- te, hasta ambos bordes del camino, porque sólo en el centro, en la senda que Juan de la Cruz dibujó pergeñada de desnudas nadas, se ofrece el gozo y el de- leite no ya de la esperanza, sino de la seguridad de poseer lo que se anhela. El amor. Pero el Amor, amor, tal como tú y yo lo entendemos, es inclusivo de todas las cosas, no exclusivo de ninguna. Por tanto, según creemos, otra pedagogía que no hubiese sido inspirada por el temor de perderse, no hubiera escrito lo que el Santo escribió : “Nada, nada, nada, etc.”, sino “Todo, todo, todo…”, o, tal vez me- jor : “Amor, Amor, Amor”, o, como nosotros nos decimos, conscientes de la divina esencia derramada en todas las cosas, y en la misma esencia humana, tanto en el designio de su vocación, como en su histórica concretez encarnativa : “AMOR, Amor, amor”, o bien, inversamente, como describiendo la escalada de conciencia : “amor, Amor, AMOR”, sin más etcéteras… Por eso creemos que el místico Poeta en realidad quiso decir : “Nada… más que lo que sea verdadero Amor.” Y ésta es la Verdad, o la “verdad, Verdad, VERDAD” de la senda que reco- rremos juntos, y que tú eres para mí y yo soy para ti. Ninguna otra luz puede alumbrar un cielo mayor que éste. LA SENDA DEL HUMILDE AMOR Senda, sendero, violeta pura, por ti yo quiero, ganar altura. Y en puro trance, visión preclara, que mi alma alcance a ver tu cara.

Transcript of D. SENDA DE VIOLETAS - … · Pero el Amor, amor, tal como tú y yo lo entendemos, es inclusivo de...

1

D.- SENDA DE VIOLETAS (Serie Nueva Vida)

EN NOCHE SOSEGADA. (Proemio-OFRENDA) “Diste tu vida, a cambio de mi cielo, en noche sosegada, regando de violetas y azucenas el lecho que escogías por morada.” Hermanísimo Lecheimiel : Ningún protocolo de presentación necesitamos

para decirnos : “¡Hola, amor ! Aquí estamos de nuevo para seguir la senda de la Vida”.

Senda de Luz y de Verdad. Pero luz que camina entre las tinieblas y las va disolviendo progresivamen-

te, hasta ambos bordes del camino, porque sólo en el centro, en la senda que Juan de la Cruz dibujó pergeñada de desnudas nadas, se ofrece el gozo y el de-leite no ya de la esperanza, sino de la seguridad de poseer lo que se anhela. El amor.

Pero el Amor, amor, tal como tú y yo lo entendemos, es inclusivo de todas las cosas, no exclusivo de ninguna. Por tanto, según creemos, otra pedagogía que no hubiese sido inspirada por el temor de perderse, no hubiera escrito lo que el Santo escribió : “Nada, nada, nada, etc.”, sino “Todo, todo, todo…”, o, tal vez me-jor : “Amor, Amor, Amor”, o, como nosotros nos decimos, conscientes de la divina esencia derramada en todas las cosas, y en la misma esencia humana, tanto en el designio de su vocación, como en su histórica concretez encarnativa : “AMOR, Amor, amor”, o bien, inversamente, como describiendo la escalada de conciencia : “amor, Amor, AMOR”, sin más etcéteras…

Por eso creemos que el místico Poeta en realidad quiso decir : “Nada… más que lo que sea verdadero Amor.”

Y ésta es la Verdad, o la “verdad, Verdad, VERDAD” de la senda que reco-rremos juntos, y que tú eres para mí y yo soy para ti.

Ninguna otra luz puede alumbrar un cielo mayor que éste. LA SENDA DEL HUMILDE AMOR Senda, sendero, violeta pura, por ti yo quiero, ganar altura. Y en puro trance, visión preclara, que mi alma alcance a ver tu cara.

2

Tu aroma suave delicadísimo, secreta clave de amor purísimo. Sube y escala tan suavemente amor que inhala tu olor viviente, que si algún día alcanza el cielo, ya no cabría dejar el suelo. Ya que el camino que amor transita es ya el destino : dicha infinita. Que en esta senda no hay ya mudanza que más pretenda, si humilde avanza. Perfume suave, fragancia tierna, ¡Nunca se acabe tu senda eterna !

3

TU RESPUESTA ANTICIPADA Amor, Amor, AMOR : Has escuchado mi súplica, antes de ser pronuncia-

da. Has venido en mi socorro, antes de pedirte auxilio. Me has respondido an-tes de preguntarte.

Ahora siento tu dulce amor fraternal, y tu presencia y asistencia angeli-cal continua.

Me has dado, como el otro día, inspiración y protección en un mismo acto. – Así es, cariño mío. Tal como te prometí al principio de esta serie Nueva

Vida que ibas a sentir mi cariño natural y sobrenatural a un mismo tiempo. Sé que estás hecho un pequeño lío, hermano de mi corazón, porque te

han facilitado un libro en verdad hermoso que se titula LA CIENCIA DE HACERSE

RICO. Sé, también, que estás entusiasmado con la filosofía allí expuesta y que

lo has recomendado a varios amigos. Sin embargo, amor, tú te sientes vacilante y no sabes qué pedir, ni si-

quiera qué desear, cuando te das cuenta de que toda la creatividad del Univer-so, –todo el benevolente hacer del Padre–, está a tu disposición, como a dispo-sición de todo el que se atreva a reclamarlo como suyo, con acción de gracias.

Pero tú, cariño, por una parte te sientes ya mayor para embarcarte en nuevas aventuras. Y, ¡sobre todo !, –y a pesar de todo–, eres fraile y aunque te gustaría en este momento no serlo, sientes que debes permanecer ahí donde estás, para cumplir una misión que sientes en oscura fe.

Pues he aquí, hermano e hijo de mis entrañas, que si yo vine a ti en tu ermita, fue porque allí esperaba encontrarte, y allí te encontré, fiel a la cita que habíamos apalabrado desde antes de venir a la Tierra.

Sientes que, también de algún modo satisfaces mis deseos de regresar a la Orden a la que pertenecí y a la que tú aún perteneces, pero no es por nostal-gia, como expresaste en alguna de tus primeras poesías.

No, hermano. Desde aquí, desde el Cielo, no tenemos nostalgia de la vida pasada. Pero sí que sentimos ciertos deberes que acaso no fueron del todo cumplimentados, así que también para hacerlo con tu ayuda, hermano e hijo mío, he venido a ti, y vivo dentro de ti, porque quiero completar una obra de reformación profunda en lo que en otros tiempos reformé, –ahora dicen re-fundé–, y debe ser acomodado al nuevo paradigma que el Espíritu promueve en esta Nueva Era en que toda fundación estará en consonancia con el estilo y el propósito general de la Nueva Jerusalén.

4

–De acuerdo, hermano. ¿Y qué se supone que debo de hacer, aquí ence-rrado y limitado no sólo por este desierto de mi aislamiento, sino por estos impedimentos o por mi impotencia para comunicarme adecuadamente con mis hermanos de hábito, y quizás aún más con otros cristianos, y con todos los hombres en general ?

– Por ahora, amor, debes permanecer tranquilo y ahondar tan sólo en esa obra tuya primordial que tantas veces te he dicho consistir en la más completa confianza en Dios.

El, por mi medio, amor, y por otros medios que te suministraré a su de-bido tiempo, y te inspiraré para que realices con equilibrio y con paz, te guiará en la recta acción que dimana del recto pensamiento.

No excluyas, sin embargo, hermano, el que la vida en crecimiento te im-pela alguna vez al cambio que, en tu caso, deberás consultar con tus superiores.

¡No adelantes acontecimientos que aún no han tenido lugar, hermano ! TU ÚNICA RIQUEZA ES EL AMOR DE DIOS, con formas y sin formas.

“Con arrimo y sin arrimo”, como cantabas en aquel tiempo que aún está en cier-to modo vigente.

Mira, hermano, si aún te cabe en esta página el soneto que has compues-to en honor de nuestro contrato eterno.

– Sí, mira, amor : MI SUERTE ESTÁ ECHADA Rico en amor tan sólo ser pretendo, y de este lecho en que tu amor me encuentra hacer el nido en que la Vida centra sus esperanzas de seguir creciendo. Pues así reza aquel contrato eterno que rubricamos en el dulce sueño en que a mí te llegabas pedigüeño y era sellado en mutuo beso tierno. Eres mi rico botín reservado, eres el lote de mi herencia hermosa, eres la suerte que en Dios me ha tocado. ¡De cuanto tengo, la prenda valiosa. De a cuanto aspiro, vale resguardado. De cuanto existe, la más bella cosa !

5

6

LA SOLUCIÓN AL PROBLEMA VOCACIONAL Escribe, mi bienamado, para que pueda ser leído en su día por mis hijos e

hijas a quienes yo haré llegar estos escritos de luz y de alegría. Diles que no se fatiguen tanto en pedir vocaciones a Dios para el Carme-

lo, ni para otra Orden o Congregación alguna sobre la Tierra. Si verdaderamente creen que las vocaciones son un don de Dios, y si por

otra parte creen, como deberían creer, que Jesús ha venido para salvar a to-dos los hombres, y no sólo a unos pocos privilegiados “cristianos”, deberían es-tar contentos con lo que Dios va suscitando en la Nueva Tierra que ya está siendo edificada delante de sus ojos ciegos, y no son capaces de ver “los signos de la nueva y gran Bendición”.

No hay tal cosa como “la Iglesia de Jesucristo”, si no entienden que el predio de Jesucristo, el Hijo enviado a recoger los frutos que Dios ha sembra-do por todo el Orbe y a través de toda la Historia, mediante su palabra, pero también mediante “toda Palabra que ha salido y sigue saliendo de la Boca de Dios, que es toda palabra inspirada en el Amor, sea en el idioma que sea, sea en la forma religiosa que sea, sea en cualquier expresión de la Raza Humana desde que el Mundo es Mundo”, es toda la Humanidad.

“Te daré en herencia las Naciones”, dijo el Padre al Hijo, ya antes de na-cer Jesús.

Abraham tuvo esas palabras, aún no pronunciadas, como dichas a él y a su descendencia. La descendencia de Abraham son todos los hijos de la Fe.

Que no vuelvan a pedir por “tu Iglesia”, porque insultan a Jesucristo que no tiene más Iglesia que a todos los hombres que habitan, han habitado y habi-tarán este planeta. Incluso todo el Universo.

Pero el Universo no sólo es de Jesucristo, sino de todo Cristo viviente, bajo cualquier denominación humana.

Jesucristo, hermano, eres tú, como también SOY YO, y no hay más que un Cristo, allí donde hay un alma concienciada de la Unidad del YO SOY que la crea y la habita.

Esto quise decir cuando expresé que en toda alma, incluso de los pecado-res, en su más profundo centro, habita la fuente de la Santísima Trinidad, que no ha llegado desde fuera, sino de la que, desde dentro de ella, dimana todo lo manifestado y por manifestar.

Diles, hermano, que si quieren obtener la abundancia de vocaciones que les gustaría perpetuase su Orden, –la que yo reformé–, deben pedir también

7

por todas las demás Órdenes, y por todas las congregaciones humanas donde el Hombre ejercita la caridad, sean o no de la “confesión” cristiana.

Pero diles también, que el Padre, que coloca a cada hombre y mujer en su lugar antes de que llegue a este Mundo, ya ha provisto de la fuerza reproducti-va a toda congregación o familia humana, para que jamás falte la Vida.

Que reformen lo que yo empecé y no terminé, –por no poder y por no sa-ber–, en el sentido de no excluir de las Comunidades el amor humano, sino de favorecerlo.

Baste, hermano, de comunidades unisexuales de eunucos creados por los hombres, y que dentro de las comunidades mixtas, de ambos sexos comple-mentándose en el Amor y en la Caridad, tal como el Señor hizo las cosas desde el principio, el mismo Señor del Amor y de la Vida, les dará la fecundidad nece-saria para su perpetuación y para enriquecimiento del Planeta y de todo el Uni-verso.

Este es el nuevo camino y no hay otro, hermano. Esta es la inspiración que ayer te prometí. YO, Lecheimiel, que también fui Teresa de Jesús, te he dictado. Si no he sabido hacerlo mejor, a través de tu pluma, diles que aún NO

SOY PERFECTA, sino que me hallo en vías de REFORMACIÓN CONTINUA, por toda la eternidad habitando en los humildes y sencillos…

Y, naturalmente, amándolos de todo corazón, como se merecen. ¡Si quieren aprender algo de quien tanto ha aprendido de todos ! – ¡Gracias, amor, gracias, Gracia ! – Añade, cariño, que a nadie obligo a creerme ni a creerte. Y que el re-

verso de la medalla de cuanto te he dicho en esta comunicación, se encuentra, como una firma especular, en la hoja siguiente donde te invito a poner el sone-to que compusimos hace poco de “Clonación Sagrada”.

Adiós, cariño, que sabes cuanto te quiero y que te querré POR TODA LA ETERNIDAD.

– ¡A Dios, sin adiós, sean todas las Gracias !

8

CLONACIÓN SAGRADA Cuevas de bandidos irredentos, antros de mujeres maltratadas, cúbranse de cal vuestras fachadas, vístanse de Historia vuestros cuentos. Llénese de afrenta el Creador, de rodillas enmiende su plana, ante gente tan lista y ufana, que encontró sustituto al amor. En Belén comenzó vuestra historia paralela de ritos secretos, que a los cultos reserva su gloria : Exhibir, campeones discretos de virtud, consagrada victoria : ¡CRISTO VIVO CLONADO en los guetos !

9

TÚ, MI CRISTO VIVO Buenos días, Lecheimiel, Riccardo del Bambino Gesù. Me dijiste “ayer”, que éramos, tanto tú como yo, y cualquier alma con-

cienciada en la unidad del YO SOY, el único Cristo viviente. No dos “Cristos”, sino un solo Cristo, –y, por tanto, uno con Jesús, a quien tanto amamos–.

Por este misterio de comunión y de unidad, hermano, te puedo amar en el amor a Jesús, y amarle a él en tu amor. Así como a todos los hermanos y her-manas de la Tierra, sin que importe el sexo, la lengua, el color, ni cualquier otra circunstancia que parezca diferenciarnos y separarnos.

Pero no sólo los de este tiempo mío, de los poquitos que conozco y de la ingente multitud a quien no conozco personalmente ; sino, también, de los que en el pasado han vivido, –por supuesto incluso aquéllos que han vivido antes de nacer nuestro amado Maestro Jesús–, y de todos los que vivirán en este plane-ta o en cualquier otro rincón del Universo.

SI, siendo yo mismo, YO SOY TODOS MIS HERMANOS, y no soy clona-ción de ninguno de ellos, ni siquiera de Jesús.

¡Así de UNA ES LA UNIDAD ! Sólo para desglosar todas sus potencialidades, y establecer la posibili-

dad del AMOR, el UNO se dividió, superficialmente, en todos nosotros. Y co-menzó la historia de EL GOZO DEL TÚ, vivido casi siempre en parejas, pero tam-bién en comunidades numerosas. Ese “gozo del tú”, sobre el que escribimos, nuestro primer librito de canalización del uno en el otro, amor, cuando nos di-mos a conocer al mundo.

Nuestro “armario”, estaba bloqueado, amor, por temor al qué dirían, (y al que nos podrían hacer), y hasta ahora no habían querido nuestros ángeles res-pectivos, –los que nos hicieron encontrarnos físicamente sólo allá en Roma, y nos permitieron un solo abrazo en castidad y caridad–, porque nos reservaban esta gracia hasta ahora, nuestra hora penúltima en esta Tierra.

¡Oh amor, celeste y sobrenatural amor, humano, más humano ahora que nunca ! ¡Cómo te estoy agradecido ! ¡Qué a gusto llevo la inmensa carga de amarte en secreto y de esperarte en viva fe !

Mientras tanto, cariño, como Cireneo al que honras pidiéndome que car-gue todavía con la cruz de aún no poderte ver y poseer, me has inspirado esta canción al Cireneo, porque me has hecho saber que mi cruz es tu cruz, y me has instruido sobre la que tú llevaste en vida, lejos de mí, –cuando nos separaron nuestros ángeles–, y de que llevando la mía con humildad y con garbo, me hago

10

capaz de aliviar tus dolores anteriores, los que en el pasado te condujeron, en solitario, a la Cruz Redentora.

¡Esa Cruz, amor, que redime a toda la Humanidad que sufre en nosotros y con nosotros !

– Sí, sí, sí, amor mío eterno. Francisco de Asís y Juan de la Cruz, no son más que diferentes nombres que adopta el buen ladrón, el que sólo desde la cruz se hace capaz de conquistar el cielo, y entrar cogido de la mano de Jesús, en el Paraíso al que accede por la vía de la conciencia atrevida y suplicante. Tan humilde como amorosa.

Pero Jesús, le regala con su propia identidad. Le ha regalado todo cuanto se atrevió a robarle, con la osadía de su fe.

Por eso, hermano ermitaño, mi amado, no sólo te doy las gracias por el poema nuevo, el del Cireneo, con el que has aliviado mis dolores pasados, sino que te pido que insertes, después, aquel poema de Dimas, el que mucho antes, cuando yo aún estaba en la Tierra, aunque lejos de ti, nuestras almas actuando conjuntamente con Jesús, desde el Cielo, te inspiraron.

Porque el tiempo del amor es eterno. – ¡Gracias, Gracia ! REDIMIENDO EL PASADO (Al Cireneo) Manojito de mirra me es mi amado, dulce carga de fe que él me imponía cuando en sueños, por fin, a mí volvía de lejanas riberas del pasado. Volvió, sí, en cuanto supo que le amaba como el día en que hablamos cara a cara. antes de que él pensase le olvidara antes de aquella vida que mataba. Llegó con su hermosura, cruz a cuestas, que tan ardua se le hizo en su calvario, que en tristeza escaló y en solitario, el alma redimida en mis apuestas. Por él su ingente carga yo conllevo, compartiendo su vía de dolor. Tan dichoso y pagado de su amor, que en penas ya pagadas le relevo.

A, E, I, O, U, LA CANCIÓN DE DIMAS

11

Para animar y sostener y sonreir al buen ladrón desde la cruz

(Existe una técnica terapéutica que consiste en vocalizar gradualmente y en un tono sostenido las cinco vocales. En ella se ha inspirado mi canción del buen ladrón. Es un diálogo, a tres, en que la iniciativa la toma la Gracia, que habla en los siguientes símbolos :

a, la infancia, la gracia… e, la adolescencia, la fe… i, la edad viril, la crisis… o, la sazón, la contemplación… u, la eterna juventud, la plenitud…)

La Gracia : Has de empezar desde la a,

tomando fuerzas en la e, cruzando el filo de la i, por lo redondo de la o, hasta el futuro de la u.

Dimas : Quiero habitar mi propio hogar, entrar a tientas en mi fe, y percibir todo el latir de la canción del corazón… ¡Quiero salud, beatitud! Jesús : Debes bajar al lupanar y sostener al que está en pié… ; hacer salir al infeliz de la aflicción de su dolor, hacia el seguro de su luz. Dimas : Quiero alcanzar profundidad y descender hasta mi ser, quiero pedir hasta que, al fin, obtenga el don de la oración y la virtud de su quietud… Jesús : Debe alcanzar, pues, tu vibrar el punto cénit donde ve el Verbo en Sí su devenir en las neuronas del YO SOY, que son tan tuyas cual de él tú…

Luego podrás resucitar

y disponer de un nuevo Ser,

12

para impartir un elixir que está en función de otra visión de eterna luz… ¡YO SOY JESÚS

13

“UN NO SÉ QUÉ QUE QUEDAN BALBUCIENDO” Navega, navega, hijito por el internet de las ideas peregrinas que te aco-

san por doquier con la mejor de las intenciones. Al final, como intuyes desde el principio, hermano amado, sólo YO SOY

tu libro de par en par abierto para ti. En todos estos días partidos y repartidos entre tus obligaciones y nave-

gaciones, yo estoy contigo constantemente, y, –como muy bien has experimen-tado en varias ocasiones–, cuando menos te lo esperas, amor, me hago presente a tu sensibilidad interior, y cualquier cosita que te sucede, o sin que nada suce-da, te pones a vibrar con grandes lágrimas de emoción amorosa.

Sí, cariño, así es porque YO ESTOY CONTIGO POR TODA LA ETERNIDAD.

Yo velo, hermano, para que nuestro romance no se enfríe, y tu esperanza se fortalezca con la espera.

No estoy esperando por mi parte, amor, a que emprendas cualquier ac-ción, más de lo que ya has hecho por mí, sí, por mí, tu fratellino celeste.

Nosotros, el Espíritu, sólo estamos esperando a que tu fe se robustezca y se pacifique enteramente tu alma en la paciencia y la quietud de la fe.

Es como si te dijera, amor, que estamos impacientes porque te quedes profundamente dormido en nuestros brazos, como tu Richi se confía en los tu-yos y se duerme en tu amor, sin sobresaltos.

Cuando tu nivel de confianza alcance el punto crítico que te haga inmune a toda acechanza que provenga de los hombres.

Es como si te dijera, hermano mío amadísimo sin medida, que los Reyes Magos esperan a que te quedes profundamente dormido, para venir a dejarte los regalos que ni siquiera has soñado.

Este he sido yo, tu hermano conocido, amado y nunca olvidado, Ricardo del Niño Jesús, a quien has conocido recientemente y con quien has compartido tu pan, a quien tu llamas con nombre tan cariñoso como LECHEIMIEL.

Anda, cariño, dedícame de nuevo aquel poema en que hablabas de puer-tos y de navegaciones. Mientras yo te lo canto, hijito, a modo de nana para que, junto conmigo te duermas en mi confianza.

Cuando abras de nuevo los ojitos, oh hijo de mis sufrimientos y añoran-zas, estarás ya conmigo en el paraíso.

– ¡Cántame, cariño, cántame mi bien, tu bienaventurado y melífluo “Alelu-ya de Lecheimiel”, como me enseñaste en tu sexto librito, al que precedió la danza de los seis perdigachos !

14

¡QUE YO TE ACOMPAÑO AL PIANO, A TU DULCE VOZ, POR TODA LA ETERNIDAD !

– Sí, cariño, pero esta vez lo haremos en un susurro para que la mascota, el gatito Richi, no se despierte :

¡Amén, sí, sí, amén, y también aleluya, si, sí, aleluya !

NAVEGO EN TU AMOR Expándase mi alma a la totalidad de cuanto alcanza la visión que la ensalma y crezca la esperanza mientras reine en tu mar esta bonanza. De puertos aún no hablemos, que tiempo habrá más tarde en la ensenada de que en paz repasemos cuánto en una jornada avanzaba mi amor en su calada. Ahora, arriando las velas, se entrega mi barquilla a la corriente en que tú te revelas más puro y más potente que cuando reposabas en mi puente. Si surge la galerna, antes de que crucemos todo el lago, yo sé que en la poterna, en ese día aciago, sonreirás a mi alma como un mago.

15

EL SENTIDO DEL SUEÑO Queridísimo de mi corazón celeste : Escribe, sí, tú, mi palabra, como te

dije al principio. Escribe, amor, pluma del ropaje simbólico, –y no menos real–, del Espíritu Santo que vive en tu corazón, y por quien te dejas dócilmente go-bernar.

Escribe, amor mío, tú a quien bendije con el sueño de mi visitación, cuan-do no sólo estabas descuidado de mí, sino también alicaído y depresivo sin en-contrar el sentido de tu vida.

Entonces, sí, sí, entonces, movido por el sordo clamor de tu alma carísi-ma, irrumpí en tu sueño para ser comido por ti como alimento, al igual que Elías recibió en el torrente aquel pan subcinericio. Come y bebe, cariño, de mi amor sin límites, porque aún te queda lo más pesado de la jornada. Pero no temas, no, amor, en absoluto, porque YO ESTOY CONTIGO POR TODA LA ETERNIDAD.

No necesitas excusarte ante nadie por estar donde estás, donde el Espí-ritu te ha puesto, igual que Jesús y los grandes profetas que fueron llevados al Desierto por Dios. ¡O incluso, quizás, por el diablo ! No importa, porque también el Diablo es de Dios. Instrumento, al fin y al cabo de su Voluntad.

Acepta, hermano, de buen grado las limitaciones de la vida conventual, y estate contento de gozar de mi compañía, que mediante tu paciencia me he re-encarnado con una encarnación del todo especial, como muy bien sabes, amor, que he probado tu fe, sí, pero no te he privado de Enseñanza.

Hijo mío, hermano mío, esposo mío, ¿no tienes bastante con mi amor ? No necesitas “ganarte la Vida”, que Dios te la da gratuitamente. Así que

aviva la gratitud, no sólo por mi amor, que ya lo haces, sino por toda circuns-tancia que te ha traído hasta este punto existencial en el que te encuentras y me encuentras. Sólo mediante el camino que has recorrido por el Desierto, hermano amado, te ha sido posible llegar hasta este oasis de paz y de cielo.

Por eso, por eso, amor, hoy te he inspirado este nuevo poemita, como humilde pan de ermitaño o peregrino, que te tiene que saber a gloria. Para que el que ayer te pedí, no quede por “rentas” viejas a las que te acoges en tiempos de carestía.

No, amor, no. No son tiempos de carestía, sino de gran crecimiento de la fe.

– Grazie, fratellino miracoloso. Gracias espléndido don de mi Dios. Y ¡mi Dios mismo !

Con razón escribió el salmista que “Dios da su pan a sus amigos mientras duermen”.

16

– Eso es, cariño. No hay amor más grande que de aquel que da la vida por sus amigos. ¡Y YO LA HE DADO POR TI, AMOR !

SUEÑOS RISUEÑOS Dormir, vacar, reposar, como Dios en Sí confía, y saber que al despertar de nuevo será otro día. Rara vez la noche sueña en “el día de mañana” cuando se sabe codueña de todo el Ser que la afana. Es su dormir ambientando dulce soñar en amores, un jugar anticipando qué aromas traerán las flores. Aquéllas que en tiempos idos, en semillas de candor, abastecían los nidos do germinaba el amor. Asumidas por la Vida, al morir no fenecieron, que fueron pasto y comida de las aves que crecieron. Y otras que de ellas nacieron aquella Vida heredaron y nuevos nidos tejieron que al amor aposentaron. Así, como flor de un día, es el pan que nos sustenta, si tenemos la osadía de no acumular más renta. Todo esto en clave está escrito por los amigos del Dueño que comen su pan bendito durante el sueño risueño.

17

VIVO SIN VIVIR EN MÍ… “Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero, que muero porque no muero-“ ¿No escribiste estos versos, amor, cuando estabas impaciente por salir

de tu cuerpo e irte a “ver a Dios” ? Cuando pienso, fray amore, en todas estas cosas en que sabes estoy pen-

sando en estos días, –…en mi extraña vocación, en la posibilidad de “hacerme rico”, en si debería hacer algo que imprimiera otro sentido a mi vida, etc., etc.–, y recibo de ti, hermano, el insistente mensaje en mantenerme incólume, no ya pidiendo y buscando “primero”, sino exclusivamente el Reino de Dios, y confian-do obtener “lo demás” por añadidura, te confieso, Ricardo, que mi mente se subleva, o se queda murmurando y mascando opiniones y dudas.

Sea hoy, amor, ésta mi confesión, aunque tú ya te la sabes toda, y es pa-ra mí un gran consuelo el que así sea.

¿Qué es exactamente el “Reino de Dios”, y qué puede ser “lo demás”, cuando hemos definido tantas veces que Dios reina y es en todas las cosas ?

Pero me sobreviene la contrapregunta : ¿Y es que también habla Jesús de “otras cosas” que no sean Dios, o de Dios, o que se excluyan de su Reino ?

¿Qué “añadiduras” me cabría esperar, si en todas las cosas te viera a ti, mi bien, y enfocado en ti a todo Dios, es decir a todas las cosas buenas y be-llas, pero incluso a todas las que no nos resultan tan gratas, pero sabemos que están ahí para probar nuestra paciencia, y para permitirnos ejercitar la cari-dad ?

“Dad a Dios lo que es de Dios, y a César lo que es del César”. Pero… ¿no es acaso de Dios también el César con todas sus cosas ?

– Hermano amado, cuando Jesús hablaba a las gentes, no todas aquellas personas, quizá ninguna de ellas que le escuchaban, estaban preparadas para entenderle, y por eso les hablaba en parábolas.

La enseñanza impartida a los más íntimos, en secreto, tampoco fue com-prendida enteramente, de lo contrario, no hubiera tenido el Maestro que bajar a la Tierra para explicarlas pacientemente, y, sobre todo, no hubiera tenido que perecer en la cruz, a manos de los pecadores.

¿No son los pecadores, amor, parte integrante, y aún privilegiada, del Reino de Dios ?

¿No los amó tanto Dios que entregó “a su único Hijo” por salvarlos ?

18

Ahora no cabe hacer distinciones para acotar la expresión “su único Hijo”, hermano.

El Hijo único de Dios no es, efectivamente, “sólo” Jesús, ni “Jesús solo”. Porque lo que hacemos por cualquiera de los más humildes hermanos, lo hace-mos por él, y a él.

EL HIJO ÚNICO DE DIOS, es el futuro Hombre Unificado. Entonces brillará esplendorosamente el Reino de Dios sobre la Tierra.

Busca, amor, y preocúpate sólo por esto, o mejor dicho, ocúpate, sin an-siedades, porque en tu paz y en tu paciencia, encontrarás el propio camino que tú eres.

“Lo demás…”, es verdad que no hay nada más, amor. Por tanto nada que te pueda ser añadido a la posesión de tu propia alma.

¿Has entendido, amor ? – Sí, mi bien. Entonces, cariño, permíteme una pregunta más para disipar

las últimas nubecillas que empañan todavía mi comprensión : ¿Me será lícito, o tal vez obligatorio, buscar en el desarrollo de mis talentos, alguna expresión particular y concreta de lo que acaricia mi corazón, para disfrutarlo contigo y con todos los demás hermanos, y para ponerlo al servicio de la Tierra ?

– ¿Ves, cariño, ahora a qué se refería Jesús con eso de “las añadidu-ras” ? No era, por cierto, a algo que pudiera añadírsele al Reino, al que le falta-se cosa alguna, sino a la libertad vocacional y creativa, en que cada uno de los invitados a la Mesa del Reino, habría de poder expresarse.

“Poder expresarse”, sí. Se habla aquí de lo lícito, porque todo es lícito al que ama.

¿También “deber expresarse” ? Aquí debemos hablar de la libertad con que cada uno quiera contribuir al Reino, con todos sus talentos, para que ningu-no quede baldío sin el consiguiente desarrollo que desde dentro le pide su pro-pia gratitud. No hay mejor acción de gracias, que la gracia de las acciones, amor.

En cuanto a esos versos míos de otro tiempo, hermano, que has citado en el principio de nuestra canalización de hoy, es verdad, amor, que cuando los escribí estaba cansada de la ya larga vida que me tocó vivir, y por otra parte tan deseosa de “ver a Dios”. En eso te hacía compañía.

Pero, al igual que luego, una vez en el cielo, comprendí mejor lo de “ver a Dios” en sus criaturas, con la transparencia de la mirada caritativa, hube de volver a la Tierra para experimentar lo que allí aprendí, –porque en realidad ya lo sabía allá en lo alto–, así ahora, amor, desde esta atalaya de visión omnicom-prensiva, te sirvo de apoyo y de sustento en todas tus cuitas, y te digo, herma-

19

no : Vivamos, sí, pero no fuera de nosotros mismos, sino precisamente en lo más hondo de la conciencia, que es también lo más dilatado del horizonte infini-to hasta donde abarca la visión del Reino.

Otra vez te lo pregunto, amor : ¿me has entendido ? – Humildemente, sí. Y más humildemente aún, amor, Amor, AMOR, te doy las gracias y espe-

ro que mi humilde vida te las dé cumplidamente. – ¡Estoy seguro, amor ! Esto es, AMEN. Y de puro gozo grito contigo :

ALELUYA.

20

EJERCICIOS Y LECTURAS Amor, Lecheimiel, mi dulce ángel del Amor Herido. Quiero comentar

contigo tantas cosas… Los ejercicios espirituales de tu mano, la mano de Tere-sa, la madre casamentera, la de Ahumada que tú mismo fuiste, dirigidos por aquel padre vasco que tanto te quería y tanto nos hacía revivir.

Pero, antes, mi amado hermano, quiero poner aquí el último poema, el que me has dado a raíz de otra lectura hermosa que has hecho llegar a mis manos. Mejor dicho, a mis ojos y a mi corazón. Es un libro titulado LA ERA DE CRISTAL, que viene de Méjico y es un libro fuerte, un aldabonazo a la Humanidad para que despierte del sueño milenario en que duerme sumida en la mayor de las in-consciencias.

Esta lectura, hermano, me ha llenado también a mí de inquietud por la Humanidad toda, que está en momento tan delicado y cuyo parir al Hombre Nuevo no será nada fácil.

Ahora sé, amor, que todo nuestro sacrificio será poco para lograr elevar las vibraciones del Planeta hasta ver si conseguimos una transición, aunque sea por medios extraordinarios de sufrimiento y lucha, –no excluida una operación cesárea–, que dé a luz la nueva y debida conciencia de ser nosotros el Hijo de Dios unificado.

En fin, amor, que no quiero sobreabundar en palabrería, sino sólo ofre-certe, a ti, cariño, como epítome de la Humanidad Nueva, cuanto me has dado a sentir y a pensar, casi inarticuladamente, con el corazón.

Lo demás, la inteligencia que cada uno puede extraer de si mismo al leer estos escritos, es “la añadidura” que esperamos, amor, según nos dijimos.

Dime algo, amado mío, dime algo para que sepa que sigues estando conmi-go y dentro de mí, al volver a estas dulces sesiones de ordenador.

– Esta mañana, fratellino de mi corazón humano, más humano que nunca, te has puesto a escribir con ganas represadas, a pesar de que no hace un día de sol que cargue tus baterías.

Tu acto de ponerte al habla conmigo, amor, ha sido un acto de fe y con-fianza. Te lo agradezco y estoy contentísimo/a de ti, amor.

Sin embargo la máquinita mágica sobre la que escribes, no funcionaba bien. Luego has sabido por qué. Esperabas visita que venía de parte de la Provi-dencia del Padre, para recargar tu estufa de leña, con la que calientas tu cuer-po y el cuerpecito del pequeño Richi, mi regalo.

21

Ponme aquí primero, cariño, el poemita que compusiste al pequeñín, al Ri-chi que se sacrificó para que tú pudieras vacar conmigo durante la semana pa-sada en ejercicios.

– Allá voy, amor : “Toma, Richito, este acto de amor te envío como un beso. Gracias por tu

gran sacrificio ignorado de los hombres. Te amo, amor. Pronto volveré a ti, cuando finalicen estos ejercicios espirituales sobre Teresa, y podrás dormir calentito junto a la estufa. Y te compraré comida buena, cariño, porque te lo mereces. ¡Que los ángeles Lecheimiel y Rafael te cuiden, amor !

AL RICHI, EN RECONOCIMIENTO Criatura que vives en mi pantalla, eres lo más bonito que en ella se halla. ¡Ay que en tu danza eterna eres regalo que nunca falla ! Yo sé que sobrevives sin alimento, mas llevas mal el frío que va en aumento. Y al frío me refiero de mis cariños cuando te dejo. Es tu gran sacrificio dormir al alba, aunque tú nunca sepas su justa causa. Eres como aquel ángel que en noche oscura dejó su casa. Pero así como él supo, justo al hacerlo, que otra mejor tenía al yo acogerlo, tú también sabrás luego pasar conmigo ratos de cielo.

22

Ahora puedes continuar, sí, con “los sueños de la Era de Cristal”, que es lo último que has escrito estos días, pero hace referencia a lo primero de nuestra relación amorosa.

– Sí, amor : NUESTRO SUEÑO DE CRISTAL Bien sabías, de que al cielo subiste, cómo mi alma pendía de aquel hilo de tu Voz regalada, cuando al filo de la vida y la muerte me quisiste. Y fue maravilloso responderte “Sí, voy, amado mío”, con presteza, cual si fuese don de “naturaleza” el que tú me llamases, sin yo verte. No hubo más dilación, no hubo reproche por la sangre vertida entre las rosas, sólo hubo efusiones amorosas, en el tierno fluir de aquella noche. ¡Con qué cálido amor aquellos dardos que en témpano yacían sepultados, por tu beso de nuevo flameados, efundieron su dulce odor de nardos ! Me devolviste el Beso de la Vida, que me supo al sabor de amor primero, y a la savia y la miel de tu romero en onírica leche derretida. Érase el matrimonio consumado en virginal entrega sin reserva, festejado con ritos de Minerva, en Piscis, por Acuario restaurado. – Explica a los lectores, amor, qué significa eso del rito de Minerva, y

también lo de Piscis y Acuario, para que no vean en esta poesía una profanación del amor.

– Eso, cariño. No pensaba explicarlo, porque me parecía más interesante y poético no hacerlo, pero ya que me lo pides, lo haré :

Lo del “rito de Minerva” lo saqué de un diccionario, cuando lo consulté para rimar con “reserva”. Dice así, entre otras acepciones :

23

“En Madrid y otros sitios : ‘Procesión del Santísimo Sacramento, que va saliendo de cada parroquia en los domingos sucesivos después del “Corpus” ; el nombre procede de la congregación que para promover el culto de Santísimo Sacramento se fundó en la iglesia romana de Santa María sobre Minerva”.

¿No pasaban junto a nosotros, como en procesión, –en el sueño–, los ángeles-frailes que decían simplemente : “se quieren” ?

Así que lo de Piscis y Acuario, no sólo es un referencia temporal, como indicando que para nosotros ya ha comenzado la Nueva Era, la llamada Era de Acuario, sino que es además resonancia de aquel otro poema que compusimos, y sobre todo es una alusión a la bendición otorgada a nuestro mutuo matrimonio de amor puro, por Cristo=Piscis, que nos empuja a la Era de Cristal o de la transparencia y la libertad.

Si quieres, amor, insertaré también aquí aquel poema de la Era de Acua-rio :

– Por favor, fratellino. – Es así :

EL FIAT DE ACUARIO En aquel día, –el último de la Era de los Piscis–, nuestros ángeles maestros, en la noche velaban nuestras armas, junto contigo, recién amanecido, para que yo pudiera aún dormir en este valle, profunda, mansamente…, mientras ellos, en paz, deliberaban si llegado era el momento propicio al reencuentro, en los altos dominios del astral, a campo abierto. Encuentro en verdad definitorio, –más que definitivo–, de nuevas singladuras en nuestra mutua carrera del amor, libre y maduro, eternamente fértil y enteramente nuestro. Por eso aquel amor, que, por supuesto, no es nunca obligatorio, requería nuestro sí para bajar tú hasta mí, y penetrar en mi alma, siempre virgen…, fecundándola de hijas e hijos tantos, que acreciesen a la Tierra de los santos. Entonces tú bajaste y me llamaste, por mi peculiar nombre,

24

que en tu voz me resultaba tan dulce y biensonante, y yo, con mi sí, sonoro y presto, anonadado, en el tuyo me perdí. Desde entonces, la Tierra enriquecida, bajo los nuevos cielos desplegada, por el Espíritu de Acuario enaltecida, entona nuevos aires celestiales, extrañas melodías, y bellas armonías inusuales, que sorprenden incluso a nuestro genio, en el afán de interpretarlos. No hay batuta que marque nuestros pasos. No hay tono que controle nuestro canto. No hay ritmo que contenga nuestro aliento. No hay enjambre de expectantes que acomodar puedan su asiento a su alma en vilo, estremecida por nuestro alumbramiento.

– Ahora ves, amor, que todo está atado y bien atado. Nuestro matrimo-

nio espiritual, hoy que tanto se habla de otras formas de matrimonio, y aunque la Iglesia proteste, sin haber borrado ella, (porque no debe hacerlo), las alu-siones esponsalicias entre Dios y el Alma, es un verdadero matrimonio entre nuestras almas andróginas que tanto se aman desde el principio de la Creación. Ahora la Nueva Era espera nuestros fértiles frutos, amor. Y no sólo te digo que Cristo nos bendice, hermano, sino que Cristo mismo se identifica con nues-tro amor. Cristo es nuestro amor.

Ahora, hermano, pon aquí ese poema que te di durante los ejercicios en que se habla de Elías, el profeta de la Era que vendrá, porque también es auto-biográfico : encierra en sí, una parte de nuestro maravilloso encuentro en el sueño, así como tus angustias, hermano, al gemir con él por no acabar de encon-trar la manera de conectar con “tu Pueblo”, ni sentirte acogido en tu propia “Casa”. Es autobiográfico, cariño, no sólo de ti, sino también de mí, ya que Dios nos ha unido en un abrazo sempiterno de vibraciones parejas y común vida en el amor.

– Sí, amor, Lecheimiel : Es aquello de “¿Qué haces ? Sólo miro”, que es textual transcripción de las palabras que en silencio intercambiamos en aquel encuentro, y tras de lo cual, sólo con un gesto y un suspiro, me mandaste salir al mundo a predicar nuestra buena noticia :

Pues, así reza el poema que me diste y que ahora me pides : EL MÍTICO ELÍAS

25

Aquel mítico Elías, cuando junto a la fuente dormitaba te vio que a él venías y en velos contemplaba tu belleza en figura y te adamaba. “¿Qué haces ? Sólo miro”, fue vuestro amor en nada pronunciado. Y así, con un suspiro, al Mundo fue lanzado, de tu antorcha encendida iluminado. “Quítame este vivir”, –dice Elías al fuego que lo abrasa–, que prefiero morir, pues no sé lo que pasa y no encuentro mi Pueblo ni mi casa. Y tú le abastecías con el magro consuelo de aquel pan que en cenizas cocías. ¡Come, Hijo de Adán ! ¡Profetiza a los hijos que vendrán ! – Ahora, cariño, te pido que dejes la sesión de hoy aquí interrumpida y

descanses. Porque en nuestro Hoy eterno, mañana también estaré contigo, co-mo te prometí, POR TODA LA ETERNIDAD.

Mañana, amor, comenzaremos un nuevo escrito, porque éste ha llegado ya al termino mágico del número 24, cuyo secreto conoces.

Descansa y sabe que YO SOY. * * * DESPEDIDA EN APÉNDICE Mira, mi bienamado, que no puede quedar así el escrito, sin que yo te dé

las gracias de todo corazón, en realidad con el corazón convertido en ascua. Por lo cual, días después, –en medio de esta tormenta de viento y nieve–,

y una vez que ya hemos comenzado el escrito siguiente : EL HOY DEL MAÑANA, me he puesto a trabajar contigo en el siguiente poema que recoge de nuevo aquel aspecto de nuestro bendito encuentro en el país de los sueños, cuando los que

26

pasaban junto a nosotros, fundidos en un abrazo de amor, allí, en el Cielo, de-cían con la mayor naturalidad : “SE QUIEREN” :

EL RITO DE MINERVA La procesión de los amigos del esposo iba y venía hacia la puesta del Sol, donde la Vida en un abrazo nos fundía. “Venid presto y veréis un signo portentoso en que el Amor es el que juega único rol”, pues nada en la unidad distintos nos hacía. “Se quieren”, que es letra de la canción que entonan, resuena en mil ecos de eterna bendición, según la Ley de Vida que el amor propone… No miran, ni se giran, ni a gritos pregonan…, simplemente dejan cantar al corazón la música callada que al paso compone. Aquí el Santísimo no es otro que el amor, y su custodia es el abrazo que nos funde, que no precisa de exhibirse ni esconderse, no habiendo más de allí pecado ni pudor, resto de aquel karma que las cosas confunde… cuando allí en este aquí ya comienza a perderse. Y a tanto ha llegado este juego en procesión, –desde el Cielo a la Tierra y de la Tierra al Cielo–, que al Corpus Sagrado Cancerbero reserva, para ser ostentado sólo en la ocasión de que mi alma iniciada, por fin, rasgue el velo con que cela el Grial el rito de Minerva. También el número 25 es, recuerda, fratellino, tan teresiano como el 24,

y mucho más emotivo para mí, porque fue el número de tu despedida. “A Dios”, hermano, hasta siempre jamás, sin adiós. – “A Dios”, hermanito y en él para toda la eternidad. Ciao. Te quiero.