D E J A D N O S V I V I R !!! · 2019-04-17 · D E J A D N O S V I V I R !!! “Crucificada está...
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D E J A D N O S V I V I R !!!
“Crucificada está la inocencia ante la perversidad del despiadado,
crucificadas las esperanzas de quien se atrevió a adentrarse en las entrañas de la vida. Crucificada la
verdad en nombre de lo conveniente.
Crucificada y vuelta a crucificar la justicia bajo la opresión de la corrupción y abuso de poder.
Crucificado el amor a causa del egoísmo, la soberbia o el placer, la indiferencia, por el miedo, por la
mediocridad, por el engaño.
Ellos… los crucificados de la historia, del camino, de los pueblos. Los anónimos y silenciados, los que para
vivir no cuentan.
Crucificados que gritan “Dejadnos vivir”…
Gritos que rasgan el cielo y que muchas veces solo encuentran el eco de la impotencia de su propio dolor
callado”.
ELLOS… CLAMAN POR NUESTRO COMPROMISO EN EL SERVICIO LIBERADOR Y SANADOR DE
SUS HERIDAS, CLAMAN LA RESTAURACION DE SU BELLEZA Y DIGNIDAD, SU DERECHO.
Vivir centrados, en armonía, en comunión significa volver a contactar con lo esencial, con aquello que
realmente vale la pena, por lo que hemos sido llamados y convocados: ¡ser instrumentos de vida!
Que nuestras actividades, ocupaciones y distracciones de esta Semana Santa (y de toda nuestra vida), no nos
descentre de la misión encomendada:
Que VIVAMOS EN COMUNIÓN estos días, con los que nos rodean y con quienes estando lejos e incluso
no conociéndoles, necesitan hoy y en este momento, la fuerza transformadora de la Resurrección, el coraje,
la audacia, la valentía, las agallas de dejarse sanar las heridas y redescubrir el sentido de su vida. Vivamos
estos días unidas y encarnadas en Oración, haciendo VISIBLE desde la INTERCESIÓN el MISTERIO
DE LA COMUNIÓN TRINITARIA, construyendo juntos lazos fuertes de fraternidad, de hogar, de
familia.
Quitemos la mirada narcisista, esa auto referencialidad que muchas veces nos ciega y enajena, y demos
pasos de trascendencia, caminemos junto a la cruz de muchos hermanos nuestros: intercediendo,
aliviando, sosteniendo, reparando, acariciando, reinventando. Que cada gesto concreto y desde la fe
profunda, posibilite la fuerza sanadora y liberadora “del cuerpo llagado de Cristo”, gestos de amor que
restauren la belleza de tantos “hermanos e hijos del camino” rotos, quebrados, heridos, maltratados por la
corrupción, la indiferencia y la injusticia.
No nos distraigamos, aprovechemos esta nueva oportunidad de estar atentos y despiertos a los signos
potentes de los que gritan “DÉJADNOS VIVIR”. Escuchemos y respondamos prontos al clamor del
oprimido y olvidado. Seamos instrumentos dóciles en la mano de Dios para que se cumpla su obra, se
manifieste su poder y su belleza. Seamos portadores de consuelo y esperanza. ¡ANUNCIEMOS LA
BELLEZA de la vida por todos los rincones, con la fuerza transformadora de la oración y misión!
¿Cómo hacerlo?
Desde lo cotidiano de estos días y con la fuerza de la ternura y la intercesión.
“Credlo” (…) “Unidas con el Hijo de Dios en fe, Esperanza y amor, os dice el Esposo (…) éstas son mis hijas, tus
hijas”. Y veis aquí el fruto del amor de Jesús para con su esposa y de ésta para con Jesús” (Cta 88,11)
Este material, no es un viacrucis, no tiene esquemas…solo la invitación a despojarse de estructuras y
distracciones, de centrar el corazón en lo esencial y dejarse llevar por el amor.
Ve despacio y a lo profundo, en sintonía con el latir de la cruz y de los Crucificados de la historia, ese
“próximo” que está ahí, con solo levantar la mirada.
Contempla, adora, actúa y únete en comunión “en acto simple y sencillo de amor” Y “mírale en este cuerpo
que es su Iglesia, llagado y crucificado, indigente, perseguido, despreciado y burlado. Y bajo esta
consideración, ofrécete a cuidarle y prestarle aquellos servicios que estén en tu mano. Mírale además como
a señor y dueño y rey del mundo, y como no reina en nosotros sin nosotros, sino con nosotros, en nosotros y
por nosotros, bajo este punto de vista ofrécetele también a cuanto quiera de ti” (Cta 42, 2).
Que lo disfrutes, que te duela, que lo ames, que te transforme, que te confirme, que te comprometa…
El … La agonía de la incertidumbre, del miedo, del cansancio, ese momento
vital de la vida donde una decisión pueda cambiar el rumbo de la historia.
TESTIMONIO
“Aparta de mi este cáliz, Señor, tengo miedo, no sé si podré, ellos son poderosos. Quisiera no tener que hacerlo, de
verdad que tengo mucho miedo. Me pesa no saber qué hacer. Si lo hago sé que no será un camino fácil, que sabré
donde empieza pero no donde termina. ¿Y si no lo hago? ¿Cómo podré vivir con la conciencia tranquila de que
habiendo podido ayudar no lo hice?
Me interpelan tus gritos Iglesia!!! te escucho a cada instante, tu dolor me inquieta y confronta. Hay vidas… es tu vida
la que está en juego, la vida de los que me has confiado, la vida por quienes me has consagrado… ¿Cómo decirte que
no? Tengo miedo, mucho miedo.
Aparta de mi este cáliz, quisiera pedirte, mi corazón lo grita fuertemente, pero… Que se haga tu voluntad en mi, en
ellos, en todos! Que tu mano y tu protección nos conduzcan en este camino. La obra es tuya, confío y espero.
Aquí estoy, haz de mi lo que quieras, lo que necesites en este y en cada momento. No entiendo la corrupción, me da
rabia, impotencia, no puedo dejar de llorar. No lo entiendo. No acepto que el mal gane. No es justo que otros le
quiten la inocencia y la alegría al que es más frágil, al que está desprotegido.
¡La Iglesia me consagró para esto!, aunque se me vaya la vida sigo diciendo sí! ¡Aquí estoy! Soy cobarde pero Ellos
me hacen valiente, tengo miedo pero Ellos me hacen audaz, estoy cansada pero por ellos Dios sigue dándome las
fuerzas. ¡Esa es mi certeza! ¡Que la obra es Dios! ¡Y la salvación es para todos!
Soy feliz de ser instrumento para que Dios siga construyendo la historia junto a tantos que entregan diariamente su
vida a favor de la verdad, la justicia y el amor. Aquí estoy. Sigo teniendo miedo.”
Este paso vital que es capaz de cambiar el rumbo de la historia es el que te invito a contemplar…
Déjate cuestionar… ¿Qué te está diciendo la Iglesia? ¿Qué mueve a tu corazón?
Esto no tiene estructuras, tómate el tiempo que necesites para que baje a tu corazón, para darle hondura a
cada uno de tus pasos.
Este encuentro valdrá la pena en la medida en que dejes afectar o tocar la vida y el corazón. No te
arrepentirás. Dios todo lo convierte y lo transforma.
Voces… gritos… llantos… que rasgan el cielo pidiendo ser escuchados.
¿Los escucho? ¿Qué me dicen? Es la voz de los maltratados, violentados, postergados, los sin patria, de los
heridos por tantas formas de poder y de ambición.
Gritan fuerte, con desesperación… ¿Los escuchas?
¿Quién grita?¿Qué escuchas? ¿Qué te dice?
Ese rostro que acaba de venir a tus pensamientos es quien Dios te presenta este día para que acompañes en
su pasión. Su cruz es pesada, posiblemente se sienta muy solo. Y Dios te regala el privilegio de que
le acompañes. De que camines con El, como el Cireneo.
Contémplalo…
¿Por qué?
¿Para qué?...
Solo camina este camino de Cruz a su lado.
Dios te irá revelando todo lo demás.
Habla con El, pregúntale sobre su dolor, sobre su miedo, sobre su desesperanza. El está ahí esperando
que alguien le acompañe, que alguien le escuche, que alguien le diga que Él es valioso, que le importa a
alguien. Díselo, necesita escucharlo.
Si estabas distraído y no percibiste la vida que Dios te presenta, detente y vuelve a pasarlo por el corazón.
Dios te lo está ofreciendo y confiando solo a Ti. Quiere que seas su instrumento de sanación, reparación y
amor de sus pequeños, sus predilectos.
Este es un momento hondo, donde te has vinculado en Comunión y espiritualmente a alguien o a un grupo
de personas… Ellos te sienten, te perciben, aunque no sepan cómo, te necesitan, están esperándote. Lo hacen
desde tiempo.
TESTIMONIO
Vuelve a cerrar tus ojos… recibe espiritualmente a quien llega a ti desde su orfandad, sediento de
acogida, de escucha, de respeto.
¿Qué necesita? Mírale, te lo está diciendo, te lo grita suplicando.
Extiende tu mano y acaríciale, abrázale, consuélale, déjale que en tus hombros y en tu
regazo encuentre consuelo y fuerza para seguir caminando.
En este momento es la mejor oración de intercesión, la manera más delicada de reparar las heridas de ese
Cristo que te salió al encuentro, desde la ternura y la caricia… suaves, delicadas, cargadas de amor, de
comprensión, de empatía.
No lo hagas de prisa, tómate tu tiempo, con la certeza que por tu intercesión, en este momento, miles como
El, como Ella, como Ellos y Ellas, están recibiendo en su propia carne este gesto de amor, entre tanta tortura
hoy estarán recibiendo caricias de amor, entre tanta soledad abrazo de comprensión.
“Gracias… tenía ganas de hablar contigo, de escuchar la voz de
quien, sin saber cómo, me salvó la vida.
Pienso en ti, en cómo serás. Cómo es tu mirada, tu cara, tus
palabras. Sin conocerte me conoces más que nadie y tu fuerza me
da valor.
Tu eres valiente, yo soy cobarde… no puedo, ellos son poderosos y
malvados… tengo miedo…
Con este gesto… tu me has dado vida otra vez. Me gusta eso que
me dices: ¡que soy valiosa! Es la primera vez que alguien me dice
que mi vida es valiosa. Quisiera escucharlo una y otra vez, que me
lo digas y grabarlo en mi corazón. Suena bien y si tú lo dices es
porque es verdad.
No te conozco, pero se que puedo confiar en ti, hay una fuerza y ese
“no sé qué” que me une a ti. Se que tu no me harás daño”
Hazlo de corazón y con profundidad, con ese solo gesto, tu amor puede estar salvando la vida de alguien. No
sabemos el alcance de nuestra oración, pero si sabemos que, de ello, Dios es capaz de obrar milagros.
CRÉELO. Y será realidad!
Ellos lo sienten… no entienden de donde les viene, pero lo sienten, y lo necesitan, por eso con un corazón
agradecido lo reciben.
TESTIMONIO
“Para mi, lo primero y principal, significa un gran regalo de Dios el poder experimentar lo que supone ser
madre en el sentido de colaborar con la vida, desde el cuidado, desde el desvelo, desde el amor
incondicional, desde el cambio de prioridades, de que lo fundamental y primero es la vida de aquel a quien
se ama y acompaña, del “hijo”.
Es dejar fluir el amor incondicional, sin preocuparme si puedo dormir, o si no puedo realizar otras
actividades que me gustan o si no tengo tiempo para mi, o si no tengo espacios que he cuidado con mucha
añoranza toda mi vida, de silencio y espacios personales, o sino puedo leer o trabajar.
Es el sentir que no me pesa, no solo que no me pesa sino que es un gozo poder acoger al “hijo” en el
momento que sea, como esté. Vivo el amor traducido en pequeños detalles, de que no me importaría dar la
vida, de hecho la estoy dando en esos pequeños gestos.
Que lo propio desaparece porque empieza a ser lo nuestro, que sufro con su sufrimiento, que me gozo con
su alegría y su sonrisa, que no me importaría sufrir para que la persona que quiero esté alegre, o para que
pueda disfrutar de un poco de paz y serenidad.
Que todo lo vivo como un regalo, no como una cruz sino como un auténtico regalo, como un privilegio, que
como para cualquier madre poder acompañar a su hijo es un privilegio. Es lo que yo experimento en este
momento”
Jesús se encuentra con su madre… esas vidas que Dios te confió al ponerlas frente a ti también se han
encontrado con su madre. Vivían en orfandad pero hoy saben que le pertenecen a alguien.
“Madre para tantos sin familia, para los que viven la horrenda soledad de la orfandad, para quienes les ha
sido arrebatado el derecho de saberse hijos: deseados, amados, elegidos, protegidos”.
Madres que suavizan el dolor, que regalan caricias que sanan y reconstruyen, que se donan en esperanzas a
manos llenas, que con su sola mirada nos dan seguridad que pase lo que pase todo terminará bien.
Te invito a hacer un doble gesto…
Primero, vuelve a ese rostro regalado por Dios y por la Iglesia… acaríciale nuevamente, dile que serás su
madre, que ya no estará solo en el mundo, que no tiene que cargar con su dolor en soledad. Que estarás ahí
para El, para Ella siempre, espiritualmente.
Díselo con confianza para que te crea, para que sienta la seguridad de que es así... necesita que se lo digan,
necesita saberte ahí, junto a El, junto a Ella, al pie de esa cruz dolorosa que está cargando. ¡Dile que estarás,
por favor, el amor salva la vida, su vida!!!
Luego, tómate unos minutos y agradece, “esa madre amorosa” que te ha cuidado y te cuida… biológica, de
crianza, de historias compartidas, o quizá esa hermana que ha hecho de “madre”. Quien merezca en nombre
del amor, llamarse así.
Llámale, y en gesto, que, aunque no comprenda, Dios si lo sabe, dile: ¡gracias por existir, gracias por ser mi
mamá!
Contempla y adora el amor que brota del gran Amor…
Y escucha, como de ese silencio amoroso brota la gratitud de tantos hijos espirituales que la vida te va
regalando, y especialmente por los que hoy Dios te consagra, y que solo Él sabe el bien que harás por sus
pequeños, sus hijos predilectos.
No hay cruz que no pese, que no incomode, que no duela, que no canse…y solo el amor lo trasciende y lo
transforma. Solo el amor.
Ante la corrupción, la ambición, el poder, el placer, la indiferencia… ante la torturas y abusos que sufren
mucha gente de la humanidad, ante los gritos desesperantes de la injusticia y la impotencia, ante la burla, la
blasfemia…
Ante todo, ese dolor y hoy especialmente, ante el dolor de tu nuevo hijo espiritual: ¿Qué sientes? ¿Cómo lo
sientes? ¿Dónde lo sientes?
Ellos están agradecidos que este día no solo cargues con tu cruz, o te lamentes de los “clavos o azotes que le
has dado a Cristo” sino que te agradece por cargar su cruz, por aliviar su dolor, por cada caricia que le has
dado.
¡Gracias!!! Por asumir esta parte del dolor de la humanidad. Gracias por haberte implicado, por dejarte
afectar por el dolor, por la impotencia, por las lágrimas, por la orfandad, por la necesidad de ser cuidado y
acompañado. Gracias por recibir el Dios que va dentro de tu hijo espiritual sin defensas, por dejarte llenar
por El, por hacer tuyas las necesidades de la Iglesia, por esa Iglesia concreta que Dios hoy te ha confiado.
Hoy, alguien menos ha llorado, alguien menos ha sido lastimado, alguien menos se ha sentido solo,
alguien menos a deseado morir, alguien menos se ha ahogado es su rabia. ¡Alguien menos porque tu has
sido ALGUIEN MAS, que se atreve a creer en la fuerza trascendente de la oración y la intercesión!
G r a c i a s !
TESTIMONIO
(Estas niñas están hablando de su familia espiritual, que no la conocen, pero saben con certeza que le aman)
María le dice a su amiga Ana: “Ana no llores! Que ahora no estamos solas. Mira, mamá está aquí (y dibuja
sobre el dibujo de Ana a una madre armando con su cuerpo una cueva, abrazándole y protegiéndole para que
nadie le haga daño).
Mama, tiene brazos largos y fuertes, y en esa cueva nadie te hará nunca más nada. (borra el dibujo y vuelve
a dibujar a la madre con más músculos y más fuerte). Ella nos sacó de ahí y nos protegerá. Tiene sus manos
extendidas en esta casa y con mucha otra gente cuidándonos.
Ana le responde: pero no es tan fuerte, y ellos la lastimarán también a ella. Y no quiero que te lastimen a ti,
ni a mí, ni a mamá.
María toma rápida y espontáneamente un lápiz y dibuja sobre la madre, a la abuela y a las tías. Mira, mamá
te cuida a ti, a ella la cuida la abuela y la tía, y a ellas otras tías, y las otras estas otras. (¡Dibujó como 30!)
Así nadie podrá llegar a nosotras ni a mamá. ¿Te parece? Ana sonrió.
(…) así es Ana, ella viene a visitarte y cuando sale el sol viene a abrazarte y cuando sale la luna te cuida de
noche.
Ana pregunta: ¿y si llueve? María con espontaneidad responde: si llueve mamá te enviará un arcoíris. Pero
siempre estará. Está bien, dice Ana, ya no tendré miedo y saldré a jugar todos los días al patio para recibir
los abrazos de Mamá, de las tías y las abuelas”.
Lo demás, lo dejo para que lo contemples… donde Dios y la Iglesia te lleven… sea lo que sea, que
encuentren de tu parte un corazón siempre dispuesto a decirle si, a amar intensamente.
Tus hijos espirituales y aquellos que te confía día a día te necesitan.
Que por ellos gastes tu vida y dones lo mejor de ti. ¡Vale la pena!
¡El dolor y el cansancio tienen pleno sentido cuando tiene sabor a vida entregada a favor de la verdad, la
justicia y el amor!!!
Que la Resurrección sea una oportunidad de dar gracias por la abundancia recibida y un donarnos
más y más por el Reino y por tantos “huérfanos de la historia”.