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Cusca arqueológico y etnohistórico. Una introducción bibliográfica ltalo Oberti R. I Viajeros, exploradores, historiadores y etnólogos ( 1850-1920). George E. Squier (1821-1888), quien escribió entre los años 1863 y 1865 el libro intitulado, Peru: Incidents of Travel and Exploration in the Land of the Incas (1877), puede ser considerado como el pionero de la ar- queología científica por sus trabajos realizados con mucha severidad y preci- sión. Constituyéndose personalmente en las ruinas, acampando en ellas, es- tudiándolas y midiéndolas, provisto de equipo de compás, cinta de medir, es- tacas, lápiz y cámara fotográfica, superó el empirismo romántico y descripti- vo de los anteriores viajeros y exploradores. Entre los monumentos estudiados por él, hay que mencionar el Tem- plo del Sol, el Aqllawasi, Saqsaywaman y los palacios incaicos. Afirma que el Templo del Sol o Qorikancha es el más importante espacio sa grado del Perú y América. Y compara la arquitectura incaica con la egipcia, a través de la inclinación de sus muros, y la solidez y el estilo de sus cornisas. El análisis del estilo arquitectónico cusqueño de manpostería acanalada le recuerda el corte de piedra llamado bugnate, existente en el muro de Minerva, en Roma. Des- No. 2, diciembre, 1983 443

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Cusca arqueológico y etnohistórico. Una introducción bibliográfica

ltalo Oberti R.

I

Viajeros, exploradores, historiadores y etnólogos ( 1850-1920).

George E. Squier (1821-1888), quien escribió entre los años 1863 y 1865 el libro intitulado, Peru: Incidents of Travel and Exploration in the Land of the Incas (1877), puede ser considerado como el pionero de la ar­queología científica por sus trabajos realizados con mucha severidad y preci­sión. Constituyéndose personalmente en las ruinas, acampando en ellas , es­tudiándolas y midiéndolas, provisto de equipo de compás, cinta de medir, es­tacas, lápiz y cámara fotográfica, superó el empirismo romántico y descripti­vo de los anteriores viajeros y exploradores.

Entre los monumentos estudiados por él, hay que mencionar el Tem­plo del Sol, el Aqllawasi, Saqsaywaman y los palacios incaicos. Afirma que el Templo del Sol o Qorikancha es el más importante espacio sagrado del Perú y América. Y compara la arquitectura incaica con la egipcia , a través de la inclinación de sus muros, y la solidez y el estilo de sus cornisas . El análisis del estilo arquitectónico cusqueño de manpostería acanalada le recuerda el corte de piedra llamado bugnate, existente en el muro de Minerva , en Roma. Des-

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cubre que las piedras son ligeramente convexas y cortadas en forma sesgada a la altura de los bordes, de modo que las uniones forman pequeñas acanaladu-ras.

Las observaciones directas que realiza Squier le permiten rectificar a Prescott ( 1847), quien afirmaba que las casas incaicas eran de un solo piso, careciendo de ventanas. Para atestarlo , describe algunos edificios públicos o templos de dos o tres pisos con ventanas, no obstante el desconocimiento del vidrio y la falta de madera para ventanas y puertas. De igual manera, sus estu­dios lo facultan para explicar el trazo de la ciudad de Cusca. Squier sostiene que no existía una planta rectangular sino más bien una adaptación a los ac­cidentes topográficos y calcula que la población del Cusca no pudo haber lle­gado a más de 50,000 habitantes, de acuerdo con las posibilidades de la agri­cultura y labranza.

También debemos a Squier la introducción del término cíclope en los estudios arqueológicos, cuya máxima expresión en el Perú corresponde a Saqsaywaman. Según él, las piedras de la fortaleza fueron solamente trans­portadas desde unos 1,200 rus. , siendo para eso empleada la fuerza humana , asistida por instrumentos de rodillos de madera y piedra, y utilizando el plano inclinado para subir los elementos. En lo que respecta al estilo de Saqsaywa­man, sostiene que éste coincide con el de Tiawanaku, por la técnica de la pa­red de retención que sirve de base a las terrazas rellenadas y difiere en que sus muros no son rectos sino salientes y dentados. Al contrario de lo que pensaba Prescott ( 184 7), Saqsaywaman no era inexpugnable para una artille­ría europea , porque desde el rodadero podía ser vencida a fuerza de mosque­te.

Es de naturaleza diferente la contribución de Ernst W. Middendorf (1830-1908), a la arqueología e historia cusqueñas. Desde 1876 se dedica a estudios lingüísticos y arqueológicos, viajando por Italia y todo el sur de Eu­ropa. Tenía como objeto redactar una monografía monumental del Perú. La lectura de sus obras revela la personalidad de un americanista que, sin gran­des intenciones especulativas, nos pennite aproximarnos fácilmente a la rea­lidad, creando entonces una atmósfera tal de calidad que logra seducir al lec­tor, antes de proponerle temas culturales o asuntos especializados.

Entre 1893 y 189 5 publica Middendorf, Peru. Beobachtungen und Studien iiber das Land und seine Bewohner, en tres tomos. Abarca las regio­nes de Lima, del litoral a la Costa, de la región andina hasta la Selva .. esta úl­tima con referencias parciales. Analiza aspectos geográficos, históricos . eco­nómicos y antropológicos. Hasta ahora este trabajo no ha sido superado. Sus análisis, en los que se aunan las informaciones objetivas a las personales, el dato vivido a la noticia bibliográfica, incluyen todos los aspectos necesarios para la comprensión de la r0alidad peruana.

Mid<lendorf efectiviza sus propósitos recorriendo todo el territorio nacional. Despliega un gran esfuerzo de investigación en la costa peruana en búsqueda de ruinas incaicas, comparándolas entre sí como medio de deducir

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las condiciones culturales del pueblo que alguna vez había vivido en esos lu­gares antes ~e la conquista española. Para alcanzar sus objetivos, Middendorf recurría a su convencimiento de que dentro de los fenómenos antropológi­cos, el de la lengua hablada por las civilizaciones antiguas no podía ir desvin­culado de los de la etnología ni de la antropología.

Pero si el examen de los monumentos arqueológicos sirve de funda­mento para sus investigaciones lingüísticas, debe también anotarse que estas últimas lo llevaron a apreciaciones históricas de sólida elaboración y validez indiscutible. Middendorf sostiene -contra la usual costumbre de llamar incai­cas a las ruinas costeñas y la difundida creencia de que al Imperio Incaico ha­bía de atribuírsele to_do el patrimonio cultural del Perú antiguo- que no es el único ni el más antiguo, a pesar de ser el más poderoso y organizado de los pueblos sudamericanos. Antes de los Incas o simultáneamente, otras razas costeñas y andinas habían alcanzado un alto grado de progreso y cultura, lo cual no bastó, sin embargo, para confrontarlas a la inteligencia estatal y or­den cerrado introducidos por el Imperio de los Incas.

Entre los primeros arqueólogos de la región cusqueña hay que men­cionar a Charles Wiener (1851-1919), de nacionalidad francesa , enviado por el Ministerio de Educación de su país para realizar estudios de arqueología y etnografía. Visitó la casi t9talidad de los sitios antiguos, aibujando mapas y planos, entre los que aparece la ciudad del Cusca. Publicó en 1880, Pérou et Bolivie, récit de voyage suivi d'études archéo/ogiques et ethnographiques et de notes sur /'écriture et les langues des populations indiennes. Uno de sus principales aportes se refiere al estudio de materiales de construcción de los monumentos precolombinos del Perú y Bolivia. En el capítulo que dedica al tema escribe:

" ... Aparato · en el interior : Piedras megalíticas, Chulluc. Piedras cur­vas: Limatambo. Grandes ciclópeas: El Cusca, Puno, Ollantaitambo . Piedras poligonales rectangulares (grandes dimensiones): Casa del In­ca (Cajaman;a), el Cusca. Piedras cuadrangulares (pequeñas dimen­siones): Vilcas- Huamán, Casa del Inca , el Cusca. Piedras cuadrangu­lares (grandes dimensiones): Chavín , Huánuco, Ollantaitambo , Umas­bamba, Vilcas-Huamán, Vilcabamba. Piedras sin estuco : Chavín (in­terior de las galerías), Incahuasi , Vilcabamba. Piedras irregulares con antiguo estuco: lcatambo. Piedras irregulares llenadas con mezcla, sin estuco: Baños del Inca, Virú, Huamachuco, el Coyor, Chuquilin"(p.3).

De hecho, Wiener propone una clasificación de los aparejos. En pri­mer lugar, denomina ciclópeas a las piedras grandes, luego hace una tipología, partiendo de las dimensiones de éstas, las identifica con formas geométri­cas y asocia cada estilo a los monumentos más representativos. Nombra "gran proceso ciclópeo" a las piedras poligonales de grandes dimensiones, ajustadas las unas a las otras sin estuco ni mortero, ni ninguna materia pega­josa. Existen ejemplos en el Cusca: Hatun-Rumiyoc, Paccahuamay, Quenco,

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Hatun-Chullpa. También se pueden ver estos casos en Ollantaitambo. Las ca­ras de esas piedras, juntadas las unas a las otras, han sido trabajadas con es­mero y meticulosidad a diferencia de la cara exterior, poco cuidada y con ru­gosidades; esta forma de trabajo se distingue claramente cuando las piedras caen. (p. 3-4).

Wiener nombra "proceso poligonal en ángulo recto", a las piedras rectangulares, generalmente de seis, y a veces de ocho lados. Algunas son cú­bicas. Existen éstas en la Casa del Inca en Cajamarca, en el Templo del Sol (Cusco) , en todo el terraplén de Vilcas-Huamán, en las tumbas de Sillustani y otros sitios. El tamafio de estas piedras varía entre un metro cuarenta o cin­cuenta centímetros cuadrados de superficie. Las que componen la herradura de la basílica de Santo Domingo son las más grandes de este aparato (p. 4-5). Esta clasificación se basa en los elementos líticos de fino ensamble, con aca­bados cuadrangulares y rectangulares, cuyos volúmenes llegan hasta un me­tro cuarenta centímetros.

Senala también la existencia de muros de piedras cúbicas de pequeñas dimensiones (generalmente de 30 cms. cúbicos). Y da como ejemplos de ellos, fachadas laterales de las casas que forman el frente oeste de la plaza San Francisco y la plaza de Hatun-Ninac Pampa, en el Cusco (p.5} A nuestro entender. esta clasificación se refiere a los muros que corresponden, primero, a paredes levantadas después de la ocupación española y, segundo, a muros de la época colonial que han utilizado material proveniente de los antiguos edificios inqicos.

Menciona Wiener también la existencia de un aparato igualmente cuadrangular-rectangular, pero presentando fachadas oblongas y no cuadra­das. Existen ejemplos en Chavín, Huánuco Viejo , Urnasbamba, en el Palacio de Vilcas-Huamán y otros lugares. Las piedras tienen a veces hasta un metro de altura por dos o tres metros de ancho. Aquellas de los dinteles de las puer­tas tienen hasta cuatro y cinco metros de ancho (p.5}. Esos estilos están ca­racterizados por las denominadas /mancas, arquitectura muy temprana que corresponde a los centros ceremoniales administrativos, y las otras, confor­man los agregados arquitectónicos de los centros políticos administrativos Incas.

Son de otro género los trabajos de H. Cunow (1933) acerca del Perú Antiguo. Sus preocupaciones se acercan más a las perspectivas antropológi­cas contemporáneas en el área de las organizaciones sociopolíticas y religio­sas. En 1890, publicó en la revista semanal alemana, Das Aus/and, algunas páginas acerca de las comunidades de aldea y de frontera en el Antiguo Perú , y en 1896, el estudio sobre La organización social del Imperio de los Incas, cuya traducción en castellano apareció en 1933, con el subtítulo, Investiga­ción sobre el comunismo agrario en el Antiguo Perú. Desde el prefacio que­da clara la posición metodológica del autor:

"Puede causar sorpresa a muchos lectores y aún a etnólogos que dos

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pueblos de tan diferente modalidad, como son los antiguos peruanos y nuestros antepasados, los germanos, pudieran haber creado idénti­cas instituciones y organizaciones agrarias. Aunque la etnología gana, a diario, terreno en reconocer la identidad del desarrollo social, sin embargo, hasta hoy, se ha creído que la organización social del Impe­rio de los Incas, fue un raro y único producto en la historia de la hu­manidad. El Perú, en esta materia no ocupa una posición excepcional en el devenir social" (p. V-VI).

Son planteamientos del siglo XIX y no son extraños a las investiga­ciones que F. Engels resumió en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884 ). A ellas hace referencia Cunow cuando escribe:

"Lo que hay de comunismo en las instituciones del Imperio de los In­cas, es aquel comunismo agrario, el cual ha existido en un cierto gra dó de desarrollo en todos los pueblos civilizados, como producto na­tural de la organización de las comunidades gentilicias. Los Incas, en esta materia, sólo tuvieron el mérito de llevar a otras tribus las insti­tuciones por ellos encontradas" (p. VI).

Fue uno de los primeros autores en dudar de la objetividad de las in­formaciones codificadas por los cronistas españoles: " . .. Ellos (los españo­les) no estaban capacitados para llevar a cabo una investigación científica li­bre de prejuicios .. . " (p. VII) y lamenta el hecho de que los historiadores no hayan podido ordenar los documentos que utilizaban de manera fría y obje­tiva, más preocupado por las modas contemporáneas que por los hechos pre­hispánicos. Entonces, también es pionero en las recomendaciones que hace para las investigaciones futuras , deseando que se empleen tanto en la historia como en la etnología y, como otros autores alemanes del siglo pasado, en la lingüística.

En el campo de la arqueología, otro investigador alemán ejerció una amplia influencia a partir de los principios del siglo XX: fue Max Uhle ( 1856-1944 ), al que la mayoría de los auto res consideran como el "padre de la ar­queología andina" y peruana . Tuvo una fecunda labor en el terreno de las ex­cavaciones sistemáticas, introduciendo el método geológico de la estratigra­fía aplicado a los estudios de la arqueología, con el objeto de fijar la posición cronológica de los objetos y la arquitectura. Estuvo en Cusco por los años 1905 y los trabajos publicados sobre la civilización Inca fueron reunidos en el libro Estudios sobre historia incaica ( 1969).

Sus hipótesis y conclusiones sirven aún de guía a muchos investigado­res. Acerca de la evolución morfológica e iconográfica de la cerámica prove­niente del sur del Perú opinaba que las formas de civilización de la Sierra in­tercaladas entre la de Tiawanaku y la de los Incas, no son tan conocidas co­mo las de la Costa, pero hay indicios que demuestran parecido desarrollo (p. 53). Las excavaciones realizadas en Arequipa le permiten llegar a la conclu-

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sión que en los alrededores de la ciudad hay muchos cementerios que, por su desarrollo, pertenecen a períodos ulteriores a los precedentes encontrados en el espacio urbano. La forma y ornamentación de algunos vasos corresponden aparentemente al fin del período de Tiawanaku, pero al lado aparecen otros de técnica menos perfecta y de ornamentación más sencilla. A veces en la de­coración de los vasos se ha conservado el recuerdo de la ornamentación de las vestimentas del período anterior: dos listones anchos cruzando verticalmente los hombros. Se encontraron vasos de carácter idéntico en las orillas del Tití­caca (Chililala) y en las ruinas de Q'atan, cerca de Urubamba, en el valle del Vilcanota. Por lo anterior deducimos que en estos tres puntos hubo una civi­lización homogénea cuya posición cronológica respecto a la de Tiawanaku es completamente segura.

A través del análisis de la cerámica y de algunas tumbas, Uhle estable­ce la cadena entre la civilización de Tiawanaku y la de los Incas. Los vasos del valle de Yucay, cerca de las ruinas de Q'atan, le proporcionan las prime­ras señas del naciente estilo de los Incas: escudos doblemente cuarteados (rectángulos seccionados en ambas direcciones por dobles líneas diagonales), cuyas figuras trazan la nariz. Las líneas unidas rematan en borlas como orna­mento de cuatro rectángulos por el dorso del vaso. Estamos frente a una de las más típicas y significativas figuras de ornamentación de los Incas.

Esas observaciones del arqueólogo alemán nos indican la distancia li­mitada por la difusión de unos pocos , y no muy importantes, períodos de di­ferente civilización entre la de los Incas y los que la precedien~n , lo que impi­de no solamente hacer remontar, por infinitos milenios , las construcciones de Tiawanaku antes de las incaicas, sino también , suponer un desarrollo directo y una sucesión inmediata de una civilización a otra. Obedecen a esta conclu­sión las etiquetas del Museo de Lima (Perú) con las fechas aproximativas, ad­judicadas a la civilización de Tiawanaku (partiendo de la concepción que faci­litan más el entendimiento del desarrollo general y de la edad relativa de los diferentes períodos que las explicaciones abstractas sin referencia a ninguna clase de cronología). Tomando como base las observaciones anteriores, se ha ca lculado la distancia entre la fecha de los monumentos de Tiawanaku y el tiempo de la Conquista. en más o menos mil años. Si el período de Tiawanaku duró hasta cerca de 700 d.C., había en la Sierra suficiente tiempo entre 700 d.C. y 1200 d.C. para el transcurso de aquellas civilizaciones, intermedias en­tre la de Tiawanaku y el principio de la Incaica. También habría en la Costa suficiente tiempo entre 700 d.C. y 1400 d.C. para los dos períodos de aque­llas regiones, intercaladas entre la civilización de Tiawanaku y la conquista de las regiones costaneras por los Incas. Aunque estas fechas no corresponden exactamente a todas las exigencias de la ciencia, superan por su valor intuiti­tivo las series indefinidas, es decir, el purnnpacha de objetos cronológicamen­te indeterminados de otros museos, que representan un campo de especula­ciones geográficas y etnográficas, en lugar de servir a reconstrucciones histó­ricas, que es el fin más importante y más realzado de cualquier clase de ar-

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queología (p. 53). Tienen otro carácter y persiguen otros objetivos las exploraciones

realizadas en la región del Cusco por Hiram Bingham (1875-1956), quien lle­ga por primera vez al Perú en 1909, con la intención de descubrir el lugar de refugio de Manco Inca luego de su fracaso político al intentar desalojar a los invasores españoles en 1536. Bingham regresa al Perú en 1911 : después de explorar el valle del Urubamba descubre la ciudad de Machu Picchu , gracias a los auspicios de la Universidad de Yale (USA). Publicó muchos artículos acerca de sus exploraciones , recién en 1930 edita el libro The Lost City of the /neos en el cual da a conocer los resultados de su descubrimiento.

Bingharn no fue un arqueólogo profesional, fue un explorador influen­ciado por la literatura de fos cronistas de los siglos XVI y XVII, pero su gran mérito fue rodearse de un compacto equipe de profesionales a quienes él mismo debe su gratitud: especialistas en agr1~u1tura tropical y subtropical, antropólogos físicos, naturalistas, topógrafos, médicos y especialistas en la li­teratura conventual de los siglos XVI y XVII. Bingham se interesó por el re­gistro fotográfico, y dedicó muchas páginas al estudio de la escritura incaica, comparando los jeroglíficos a los caracteres de escritura egipcia y griega.

Del punto de vista metodológico, Bingham recomienda reunir tradi­ciones contradictorias escritas por primera vez en la época de la conquista es­pañola y sugiere que los estudios deben basarse en los fragmentos de ropa y cerámica, ubicados en ruinas de templos, terraplenes ; en los materiales que se pueden obtener de las sepulturas y en el análisis de lo que sabemos acerca de; la agricultura, horticultura e industria animal.

Elogia al historiador William Prescott (1796-1859) y desacredita al Inca Garcilaso de la Vega (1609) a quien acusa de mantener una atmósfera europeizante de la historia incaica. Tenía gran admiración por el cronista Montesinos (1644) y a él se refiere usando los mitos que éste recopiló acerca del origen y fundación del Cusco. Está perfectamente convencido que Paca­ryctambo es la cuna de la cultura cusqueña incaica, reforzando sus plantea­mientos con los argumentos de Pachacuti Yamqui Salcamayhua(l613). Por eso, el muro memorial que Bingham ubica en Machu Picchu, con tres venta­nas, supone sea el sitio del nacimiento de Manco Cápac:

"De acuerdo como estoy convencido de que el nombre de la parte más antigua de Machu Picchu era Tampu-Tocco, y que allí fue ente­rrado Pachacuti VI, y que representaba la capital del pequefio reino donde durante siglos, posiblemente ocho o diez, mantuvieron vivos entre los amautas y los Incas la sabiduría, destreza y mejores tradicio­nes del antiguo pueblo que desarrolló la civilización del Perú, usando como base las terrazas agrícolas, me parece bastante probable que Manco Cápac, después de haberse establecido como Inca en el Cus­co, construyese un hermoso templo para orar a sus antepasados . .. " (p. 235).

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La importancia turística de" Machu Picchu y la inconfundible belleza del lugar alzaron a Bingham a un pedestal que los trabajos arqueológicos eje­cutados bajo su dirección no merecían. Sin embargo, es justo reconocer el carácter multidisciplinario impreso a la expedición organizada por él y el in~ terés que despertó en muchos arqueólogos la ciudaclela de Machu Picchu. Si es cierto que Bingham no tenía la formación para responder a las preguntas que el lugar descubierto le planteaba, tampoco le faltó imaginación para ade­lantar algunas hipótesis, varias de ellas seguidas aún por autores contemporá­neos.

Clements Robert Markham (l 830-1916) llegó a la ciudad del Cusco en 1852, como resultado de su visita publicó, Cuzco. A Journey to the An­cient Capital of Peru ( 1856). Sus aportes a los estudios arqueológicos y etno­históricos son importantes, él introdujo la denominación megalítico dentro de la clasificación de los muros correspondientes a la época precolombina. Y no deja también de ser importante la manera como utiliza las fuentes de los siglos XVI y XVII , algunas de las cuales tradujo al inglés. Ese cuidadoso estu­dio de las crónicas le proporcionaron un profundo conocimiento de los An­des prehispánicos que él caracteriza, en el vocabulario del siglo XIX, refirién­dose a los incas, como "civilización" y como "imperio". Además fue uno de los primeros en opinar que el socialismo en el Perú tuvo una base sólida y contribuyó grandemente al beneficio del pueblo precolombino.

Previamente a que otros autores llegaran a conclusiones semejantes, Markham sostuvo la opinión que antes de los Incas, existió una sociedad constituida en imperio megalítico , que se desintegró en el transcurso del tiempo y lo único que quedó como testigo fueron las ruinas que hoy se ven . Predominaba entonces una sola lengua sobre ese vasto territorio y el mito de la divinidad creadora era el de llla-Ticci-Uira-Cocha. Sobre los cimientos del viejo imperio megalítico se establecieron los Incas, llegando a un rápido pro­greso unidos por su idioma, y articulados por instituciones cuya experiencia les permitió gobernar sabiamente los Andes.

En los albores de la historia , los Incas se encontraban divididos en va­rias tribus. independientes entre ellos, pero establecidos en ayllus, y con fa­milüis que pertenecían a una misma raza. Así los incas, quechuas, alcavizas, habitaban los valles que rodean el Cusco. Los qollas, lupacas, pacasas y uros vivían en la planicie del Titicaca. Los chancas , nación poderosa, ocupaba la región entre los valles de Apurímac y Cerro de Paseo, sometidos a ellos esta­ban los pocras, huancas, soras, lucanas y chinchas de la Costa. En el norte, en el valle del Marañón, en la región conocida bajo el nombre de Chinchaysuyo, habían muchas tribus, mientras que los Scyris de Quito formaban el centro e.le la multitud de los pequeños Estados alrededor de la línea ecuatorial.

Las preocupaciones de Markham son fundamentalmente de orden histórico y su formación de base es también en ese aspecto. Como lo mencio­namos anteriormente , uno de sus grandes méritos era el conocimiento exhaus­tivo de las fuentes en ese entonces desconocidas. La disciplina con que pudo

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manipular esos datos le permitieron reconstituir, de manera bastante riguro­sa para la época, muchos de los problemas que hasta ahora agobian la tradi­ción arqueológica y etnohistórica andina. Su obra The Incas of Pent ( 191 O) no tiene el alcance que en años ulteriores tuvieron otras. Sin embargo. in­fluenció a muchos investigadores y entre los autores vivos muchos le deben aún su interés y problemática.

De todos los autores que constituyen esta primera fase moderna de interpretación de las civilizaciones que se desarrollaron en el área cusqueña, se pueden sacar algunas conclusiones que clarifican muchos de los problemas que hasta ahora permanecen vigentes en la literatura arqueológica y etnohis­tórica cusqueña. Del punto de vista metodológico, es conveniente remarcar la importancia dada en el siglo XIX a las disciplinas que completaban las obser­vaciones con los resultados arqueológicos. Autores y viajeros como Midden­dorf insisten, con razón, en la necesidad de ampliar las hipótesis lanzadas por excavaciones, con datos provenientes de otras disciplinas , entre éstas la lin­guística y la tradición escrita y codificada por los cronistas de los siglos XVI y XVII.

Otros autores que llegaron al Perú a fines del siglo XIX o principios del siglo XX, se interesaron de preferencia por aspectos relacionados con la organización sociopolítica y religiosa prehispánicas. Cabe mencionar a Cu­now, cuya obra, aparentemente desconocida, ejerció una amplia influencia en algunos autores contemporáneos, pese a su hipótesis comparativa entre las civilizaciones germánicas antiguas y los Andes precolombinos. Muy acu­ciosos son sus comentarios desde el punto de vista metodológico, en los que también predomina la importancia atribuida a perspectivas de investigación multidisciplinaria.

Sin embargo, la tradición arqueológica en la región cusqueña nace ba­jo el impulso de algunos viajeros y las primeras observaciones minuciosas de los materiales recogidos en las excavaciones. Squier, Wiener, Uhle, y más tar­de o simultáneamente Bingham, abren los caminos a un nuevo enfoque de la realidad antigua cusqueña, visto a través de sus monumentos de piedra , de las construcciones prehispánicas y de la infinidad de muros perdidos en las cons­trucciones coloniales . Es de remarcar la minuciosidad con que Wiener estudia los muros cusqueños o existentes en la región de Cusco, cómo Squier dibuja los templos, casas y muros que encuentra en sus viajes y cómo Bingham pla­nifica los trabajos de Machu Picchu. De todas estas averiguaciones hereda la arqueología cusqueña contemporánea las preocupaciones históricas que la orientan, ya presentes en autores , como Markham , para quien la arqueología se apoyaba en los textos de la tradición escrita legada por los cronistas de los siglos XVI y XVII.

Cabe también subrayar otra preocupación presente en la mayoría de los autores que se acercaron al Cusco del siglo XIX y principios del siglo XX, con el afán de descubrir los·.·secretos de las civilizaciones andinas prehispáni­cas: la de comparar el mundo precolombino con las grandes civilizaciones an-

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tiguas, egipcia, griega y germánica. Algunos sugieren también las primeras hi­pótesis acerca de los lazos que unen México y el Perú prehispánico, siguiendo la tradición de ciertos cronistas del siglo XVI. Con el tiempo, varias tradicio­nes comparativistas se perdieron, primero por falta de preparación adecuada de los arqueólogos y etnohistoriadores, y luego , por una especialización ca­da vez más grande de los investigadores. Bajo esos dos aspectos el período si­guiente de arqueólogos cusqueños o investigadores de la historia antigua que llegan al Cusco , no siempre se conforman a los patrones de los primeros exploradores e investigadores.

II

Primera generación de arqueólogos y etnohistoriadores cusqueiios. Aportes extranjeros (1920 - 1935).

Entre IÓs peruanos que reciben la herencia de la generación de explo­radores , viajeros y etnólogos extranjeros hay que recordar en primer lugar a J . Uriel García (l 884- 1965), historiador y filósofo cusqueño, intelectual involucrado en el movimiento indigenista que por los años 20 de este siglo ganó importancia nacional. En lo que respecta a las investigaciones arqueoló­gicas y etnohistóricas, Uriel García publica en 1922 la obra La ciudad de los Incas, siguiendo de cerca la escuela evolucionista. Es el primer cusqueño que encara el problema arqueológico con rigidez científica, adelantándose a la ge­neración local de su época.

Los planteamientos metodológicos de Uriel García hacen resaltar la import ancia del estudio de las fu ent es etnohistóricas y la ayuda invalorable de la investigación arqueológica. Para el:

"la evolución política del Estado incaico puede asimilarse , facilmen­te , a la evolución del arte , especialmente arquitectónico; el llamado dominio de los Incas coincide con la aparición de los estilos del sillar labrado de seis caras" (p. 10.).

Era también la opinión de Wiener. investigador francés anteriormen­te mencionado , y Uriel García profundiza esa perspectiva, adaptando la teo­ría evolucionista al estudio de los sitios arqueológicos:

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"Para ha1.,·cr la reconstrucción de la época incaica sobre las bases de algo más só lido , es indispensable recurrir a los datos arqueológicos que son la fuente viva. qu e no se transforma , como la tradición, con la influencia del tiempo. Nada mejor para la historia atrayente y ori­ginal Je la etapa incaica que el estudio paciente del arte, en sus dis­tintas manifestaciones . La evolución arquitectónica , considerada en sus fases subjetiva y objetiva , puede orientarnos mejor en los oríge­nes del Imperio que la tradición que perdura en las consejas popula-

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res o en los relatos contradictorios de tantos autores de la Colonia, cuya disparidad aumenta más la confusión y hace densa la niebla que cubre el pasado" (p. 13 - 14).

Varias veces insiste en la importancia del dato objetivo que las inves­tigaciones arqueológicas proporciona al estudioso de las realidades prehispá­nicas. No es, pues, de extrañar el cuidado que Uriel García pone en el análisis de la escultura y, en general , de los estilos cusqueños prehispánicos, qu e ca­racteriza de la manera siguiente:

" .. . en la escultura y en el arte ornamental, la estilización de las imá­genes antropomorfas, zoomórficas y fitomórficas; la miniatura sim­plificada en la pintura, el dibujo simplista también estilizado , la falta de perspectiva, la tonalidad chillona, el dominio del rojo , del verde y del amarillo. En la cerámica, el ánfora de boca expandida. el asa an­cha y abierta, el apéndice de la llama o el puma, estilizados. Final­mente , en las artes plásticas, la significación ideológica" (p . 9).

Pocos años después de la publicación del libro de Uriel García en el Cusco, aparecía la obra de Luis E. Valcárcel Del Ayllu al Imperio ( 1925 ), cu­ya influencia repercutió en todos los círculos intelectuales de la época, Val­cárcel no es cusqueño de nacimiento , sin embargo , se graduó en la Universi­dad del Cusco y empezó ahí sus trabajos de docencia y de investigación , tan­to etnohistóricos como arqueológicos. Fue el que se encargó de reanudar las excavaciones en Saqsaywarnan, entre noviembre de 1933 y julio de 1934, cuyos informes fueron publicados después en la Revista del Museo Nacional, Lima, lil (1934) , IV (1935), V (1936) , VI( 1937).

L1 obra ele Valcárcel es inmensa. En su Historia del Pertí antiguo, pu­blicada y reactualizada varias veces, resume a todos los cronistas y hace el ba­lance ele los temas relativos a la vida sociopolítica , económica y religiosa de los Andes prehispánicos. Pero es en la obra Del ayllu al imperio en (]ll e me­jor compendia su pensamiento acerca de las civilizaciones qu e habitaron la región surandina , particularmente la cusqucña. El concepto presente en la lectura que él nos propone del pasado andino , no es extraño a las explicacio­nes históricas contenidas en F. Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado; pensamiento , también presente , en otros autores (]Ue consagraron sus trabajos a los Andes precolorn binas. Sintetizando. el punto de partida ele Valcárcel es la noción ele ayllu, que según él, comprend e varias expresiones de organización sociopolítica y familiar registradas en otras cul­turas. Se puede establecer la siguiente clasificación:

1- Fase hetayrica o el ayllu - horda; 2- Fase frática o el ayllu - fratía o clan ; 3- Fase gentílica o el ayllu - gens ; 4- Transición de la fase general cognática a la fase general agnática :

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Crónicas· Bibliográficas _______________________ _

5- Fase de las federaciones tribales; 6- Fundación de la ciudad; 7- Fase del ayllu-jefe o principal; 8- La monarquía; . 9- Disolución por conquista;

l O- Proceso regresivo del ayllu: Virreinato , República.

El pensamiento de Valcárcel acerca de cada una de las fases que dis­tingue en el ayllu y en la evolución cie las sociedades andinas prehispánicas, acusan la influencia de las doctrinas del siglo XIX. En lo que respecta al Ayl/u-ltorda afirma que por mucho tiempo prevaleció la hipótesis del pa­triarcado como estructura familiar originaria. Pero la hipótesis hetáyrica cuenta con más pruebas en su favor (1925). La horda era una colectividad no muy numerosa, cuyo vínculo común era el parentesco de grupo, en que la fuerza de cohesión de las moléculas componentes prevalecía sobre el indivi­duo (p. 13). El crecimiento demográfico del grupo provocaría, indudable­mente divisiones que darían origen al ayllu fratía o clan. Con éste aparecen también nuevas relaciones sexuales y la necesidad de imponer el tabú del in­cesto o de la prohibición de uniones sexuales entre miembros de la misma fratía . Y la tercera fase , la del ayllu gentílico no hace más que alargar las an­teriores tendencias. La gef(s, según los autores de la época, es el grupo de pa­rientes por línea materna que llevan el mismo nombre, adoran los mismos dioses y están unidos por el vínculo de sangre. siendo hermanos y aceptan­do el tabú de la unión sexual.

La transición de la fase cognática a la agnática aparece cuando la gens se divide en familias . Según Valcárcel , la familia pasó por las etapas poliándri­ca, poligárnica , syndyámica y rnonogámica; no se sucedieron estas formas en el tiempo. se presentaron simultáneamente. La monogamia no significó ningun progreso de índole moral , los obstáculos económicos eran los que guiaban las uniones entre hombre y mujeL los ricos era polígamQs y los po­bres monúgamos (p. 18). Con la nueva fase, la de las federaciones tribales, las frat ías se ex tendieron y multiplicaron; la residencia se volvió fija. Los ayllus se reconocieron unidos por la sangre y por la comunidad de origen , el tótem simbolizaba los lazos que los unían ; surgiendo un nuevo fenómeno: el extraiio al ayllu no se consideraba desde entonces como un enemigo, po­dría ser un pariente (p. 19).

r..espondiendo a una necesidad de defensa , escribe Valcárcel, nació la ciudad , que fue creada por una tribu o una confederación de tribus, para albergar a las poblaciones y prever los ataques de posibles enemigos; las murallas y fortalezas cumplían ese objetivo. De la misma manera que las fratías reunidas admitieron jefes parciales, acabaron reconociendo también un jefe común, que, en el caso de los Ayar, ancestros de los Incas, fue Man-

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______________________ Oberti: Cusco arqueológico

co, y un jefe supremo, el sapan inka; el ayllu del cual salió se llamó Kapac ayllu, ayllu principal o jefe (p. 21 ). La evolución sociopolítica no podía ne­gar la aparición de un jefe común con las características reales. Era el origen de la monarquía. El sapan inka vino a ser el "rey de reyes", el primero entre los inkas, sinchis, apus, curacas. El poder tan grande, consecuencia de la consideración tribal fue suficiente para emprender conquistas que llegaron a su punto máximo bajo los últimos reyes incas.

La disolución por conquista , la nueva fase Ue la historia de los Andes consignada por Valcárcel, es el resultado de la invasión española. En menos de un lustro, unos cuantos hombres misteriosos, salidos del mar destruyeron el imperio aborígen. Nació entonces una doble nacionalidad: la de los venci­dos y la de los vencedores, la primera, olvidando su conciencia colectiva, y la segunda, pugnando por el enriquecimiento individual. Desde ese entonces, el ayllu se replegó sobre sí mismo y ante la intromisión del extranjero tuvo que ir renunciando a sus funciones de gobierno. Ciertas leyes implantadas por el vencedor reconocían algunos derechos del antiguo ayllu y les garantizaban varios privilegios. Por eso supervivió por mucho tiempo una especie de auto­nomía o self government.

La obra de Valcárcel no se puede confinar a uno de sus escritos. Sin embargo, Del ayllu al imperio, siguiendo los pasos de la literatura de la épo­ca, más influenciada por el siglo XIX que por la literatura etnográfica e histó­rica de la primera mitad del siglo XX, recibe una amplia acogida y fija por al­gunas décadas la interpretación histórica de la evolución sociopolítica y reli­giosa de los Andes precolombinos. Ese mismo esquema aparece en otras obras y escritos de Valcárcel. Y muchos autores peruanos se refieren a éste no tanto para afirmar los detalles del patrón evolucionista. cuanto para su­brayar los aspectos historicistas de las fuentes etnohistóricas.

Con la nueva generación de investigadores peruanos. aparecen en el extranjero estudiosos que durante las próximas décadas ejercerán gran in­fluencia en la lectura de la historia prehispánica y en la interpretación de los datos arqueológicos del área cusqueña o incaica. Pertenece a esa nueva ola de investigadores Roberto Lehmann-Nitsche (1872--1938), alemán, que du­rante muchos años estudió las tradicionaes folklóricas argentinas, lugar don­de ejerció la docencia. Son también famosos sus trabajos sobre astronomía amazónica, de la que fue uno de los más ilustres pioneros. Por razones idénti­cas, consagró a la arqueología del Coricancha un largo estudio. editado en la Revista del Museo de La Plata en 1928 , en el que recuerda las publicaciones de Markham como instrumentos indispensables para la comprensión de los tiempos prehispánicos.

Lehmann-Nitsche somete los textos etnohistóricos relativos a la as­tronomía incaica a un análisis crítico antes de tomar posición acerca de los datos científicos que ellos puedan contener. Utiliza con criterio los trabajos de los autores en ese entonces disponibles y procede al estudio del dibujo del cronista Pachacuti Yamqui (1613 ), con una argucia hasta la fecha poco co-

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Crónicas 8 ibl iográficas _____________________ _

múnes. Distingue en el dibujo del altar mayor del Coricancha tres secciones perpendiculares: una central y dos laterales. Bajo la cumbrera, en la punta más alta de la pared, estaban representadas las siguientes figuras:

Grupos centrales (impares):

1. Grupo central (impar), número 1: La constdación "La manada de llamas machos".

2. Grupo central (impar), número 2: El gran disco de oro, imagen de Wiracocha, respecto al Sol.

Disgregación etimológica: Wiracocha y Tunupa. 3. Grupo central (impar), número 3:

La constelación "El fogón con olla de maíz y con olla de coca". 4. Grupo central (impar), número 4:

Representación de una pareja humana.

Grupos laterales (pares):

456

5. Grupos laterales (pares), número 1. Sa. Sección izquierda: El Sol. 5 b. Sección derecha: La Luna.

6. Grupos laterales (pares), número 2: 6a. Sección izquierda: Venus matutina. 6b. Sección derecha: Venus vespettina. 6a. Sección izquierda : Voz Chasca coyl/or. 6b. Sección derecha: Voz Choquechinchay. 6a. Sección izquierda: Voz Achachi ururi. 6 b. Sección derecha: Voz Apachi ocori.

7. Grupos laterales (pares),número 3: 7a. Sección izquierda: La Constelación de Las Pléyades, en vera­

no (visible), sei'íora de la malaria. 7b. Sección derecha: La Constelación de Las Pléyades, en invier­

no (nublado), señora de la madurez. 8. Grupos laterales (pares):

8a. Sección izquierda: "La llama silvestre hembra". 8b. Sección derecha: falta.

9. Grupos laterales (pares), número 5: 9a. Sección izquierda: El Rayo. 9b. Sección derecha: El Felino de oro.

Digresión uranológica 1: La Vía láctea. Digresión uranológica II: La Constelación de la tierra atigrada. Digresión uranológica III: (Sinopsis): Los eclipses. 1 O. Grupos laterales (pares), número 6:

1 Oa.Sección izquierda: El panorama del mundo. lOb.Sección derecha: El mar y la fuente.

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11. Grupos laterales (pares), número 7 : 1 la. Sección izquierda: Los ojos del dios /maymana ñaoray Vira­

cocha. llb. Sección derecha: El plantón.

La base.

Hasta hace pocos aí'íos, Lehmann-Nitsche no tuvo discípulos en el Perú y tampoco conocemos en el extranjero alguien que haya profundizado estos temas en el tiempo transcurrido desde la publicación de tan importante y novedoso estudio. Hace tres décadas Lévi-Strauss llamó, de nuevo, la aten­ción hacia las investigaciones astronómicas y desde ese entonces muchos et­nólogos se dedicaron a la recolección de datos entre las poblaciones tanto amazónicas como indígenas en general (Lévi- Strauss 1964: 203- 288).

En 1928, aparece en Francia , el libro de Luis Baudin (188 7-1 962), bajo el título, L'empire socialiste des /nka, que durante varias generaciones condicionará la visión general del período incaico andino y los estudios acer­ca de la organización sociopolítica, religiosa y económica de los Incas. No faltaron ediciones, tanto en francés como en castellano, para difundir las ideas de Baudin. En 1940, la editorial Zig-Zag, de Santiago de Chile , publi­caba la primera edición en castellano, a la cual sucedieron varias otras con co­rrecciones y datos nuevos. A los tiempos incaicos, dedicó otros trabajos, figu­rando entre ellos La vie quotidienne au temps des derniers Incas ( 1955).

Baudin estudió también la propiedad colectiva de los Incas y las for­mas socialistas de organización económica, al respecto escribe :

" ... el Perú de los incas no es, en manera, alguna, un Estado socialis­ta. puro, conforme a esta definición, sino que recuerda, por ciertos as­pectos, a otros Estados de la antigüedad, especialmente al de Egipto. De hecho, no existe socialismo puro, como no existe individualismo perfecto. Lo absoluto es un caso-límite que encuadra la vida econó­mica y que merece ser estudiado, en razón de su simplicidad, como primera aproximación a la realidad. La realidad misma es mucho más' compleja, y diremos, anticipándonos a nuestras propias conclusiones , que ha habido en el Perú, a la vez, colectivismo agrario y socialismo de Estado , el uno muy anterior a los Incas, el otro establecido por estos conquistadores ; el uno resulta­do de una larga evolución , el otro creación del género humano" (p. 8 , Ed. Santiago de Chile , 1945).

No son las únicas preocupaciones de Baudin. Su enfoque es compa­rativista. Diferencia las condiciones geopolíticas europeas y americanas, sor­prendiéndose que los Incas hayan alcanzado un alto grado de cultura sin in­fluencias de otras naciones. Atribuye este hecho al aíslamiento territorial. Al contrario, las sociedades europeas intercambian tecnologías y otros cono­cimientos científicos :

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Crónicas Bibliográficas------------------------

"Tres consideraciones hacen · particularmente interesante el estudio de este Imperio : en primer lugar, su aislamiento. Si una·influencia cualquiera venida del Viejo Mundo se hizo sentir en América antes de la llegada de Colón, ella remonta a tiempos tan lejanos, que puede ser considerada como de escasa importancia. Las grandes civilizaciones mediterráneas se han condicionado unas a otras, pero los pueblos de los Andes no han recibido de nadie la llama sagrada, y han debido ha­cer brotar la luz por sí mismos ... En segundo lugar, el estudio de la América del Sur en tiempos de los Incas no nos remonta a las épocas brumosas de la prehistoria, y ni siquiera tendría por qué ser compa­rado con el de Egipto o de Asiria ... En fin, aunque de época re­ciente, la última gran civilización andina precolombina permanece to­davía en el misterio . .. " (p. 9-1 O, Ed. Santiago de Chile, 1945).

Como lo habían enunciado anteriormente otros autores, Baudin coin­cide en opinar que los hechos de estructura social Inca deben ser estudiados con un enfoque interdisciplinario, porque:

"no es solamente el economista quien puede sacar provecho al estu­diar la organización incaica; el historiador, el sociólogo, el arqueólo­go , el etnólo~o tienen interés en conocerla bien para orientar sus in­vestigaciones' (p. 11, Ed. Santiago de Chile, 1945).

Son más amplias las perspectivas abiertas por Jacinto Jijón y Caama­ño (l 890- 1950), arqueólogo ecuatoriano que visitó la ciudad del Cusco en 1925 , publicando en 1929 sus trabajos sobre diferentes temas relacionados con la civilización incaica, bajo el título de Orígenes del Cuzco. Es uno de los primeros autores modernos en poner de relieve los datos relativos al siste­ma de ceques transcrito por Bernabé Cobo (1653), tratando de descubrir em­píricamente la organización ritual que el sistema presupone, con la ayuda so­bre todo de los escritos de Max Uhle. Utilizando números romanos, organiza los cuatro suyu. La distribución en cayao, payan y co/lana está designada con letras arábicas. Por ejemplo, la ruta del Chinchaysuyo queda ordenada de la manera siguiente : IA, IIB, IIIC, IVA, VB, VIC, VIIA, VIIIB, IXC (Cá­pac). Las otras rutas son igualmente distribuidas a partir de los mismos prin­cipios.

Means, autor americano que se interesó por los estudios arqueológi­cos cusqueños, proporciona a Jijón y Caamaflo las bases para el estudio de la cerámica expansiva del Cusco y para la reconstrucción del territorio político Inca. Refiriéndose a los estilos de cerámica encontrados en el espacio de in­fluencia incaica, comenta:

458

" . .. tenemos el estilo pictográfico, que parece tener su centro en la región de Atacama; el naturalista con flores, mariposas, insectos, de la hoya del Titicaca . el inspirado en la técnica y la ornamentación chimú, que se desarrolla en la costa peruana, y tiene una fuerte repre-

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______________________ Qberti: Cusca arqueológico

sentación en La Convención, valle ardiente de las inmediaciones del Cuzco y hasta uno tomebambino, en el que las formas cañaris, modi­ficadas, muestran decoraciones clásicamente cuzqueñas, como en un vaso encontrado en el Cuzco que se guarda en el American Museum of Natural History .. . " (p. 97 - 98).

Jijón y Caamaño también se interesa por los aparejos correspondien­tes a los andenes y residenc;ias de la ciudad Inca del Cusco, tomando por refe­rencia los trabajos anteriom1ente mencionados del investigador francés Char­les Wiener. Al análisis de la arquitectura añade el estudio de la cerámica, es­tableciendo una cronología tentativa del valle del Cusco, clasificando los ob­jetos en siete estilos:

l. II.

111. IV. v.

VI. . VII.

Pre-tia wanacota. Tia wanaq uense. Epigonal. Colla-chullpa Atacameño Incaico primitivo Incaico clásico

Y queriendo proporcionar un esquema global de la evolución de la arquitectura y de la cerámica en el valle del Cusco, elabora el cuadro No. 1 (pág. 460).

No sería justo completar este período que comprende lo.s orígenes de la arqueología y etnohistoria cusqueña contemporánea, sin nombrar a dos asistentes de campo de Luis E. Valcárcel durante las excavaciones realizadas en Saqsaywaman, cuando se celebraba el cuarto centenario de la fundación española de la ciudad del Cusco: Franco Hinojosa y Luis Llanos. Sus infor­mes se refieren a las tumbas descubiertas en 1934. Registran sus hallazgos utilizando un sistema alfabético arábico, bautizando la primera tumba con U y la segunda como K. Practicaron las excavaciones por el método de niveles artificiales y asocian el descubrimiento a la cerámica que denominan policro­mada, con los motivos geométricos y fitomorfos clasificados anteriormente por Jacinto Jijón y Caamaño. (Años más tarde, como veremos, Luis A. Pardo 1899-1980 amplía esa clasificación). A ellos debemos también el hecho de haber introducido el método de identificación de las osamentas humanas, es­tudiando los cráneos por edad y sexo, y determinando los años biológicos de las tumbas a través del desgaste dentario.

De igual manera conviene referir los trabajos arqueológicos de Emilio Hart - Terre que, en esa misma ocasión, realizó estudios sobre arquitectura pre-inca, sobre canteras incas. Por recomendación de su amigo Valcárcel, elaboró un cuadro genealógico de los aparejos de la cantería incaica. Para ello empleó el método geométrico instaurado por Wiener y, Jijón y Caama-

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Crónicas Bibliográficas __________________________ _

CUADRO No. 1

Ayllus y tradiciones Tipo Cerámica

arquitectónico

A Construcciones - pre- Alfarería emparentada tiahuanaquense. Tipo J. con Proto-Lima y Nazca

Y.

B) Primeras poblaciones de que Construcciones de esti- Alfarería de estilo tiahua-hay tradición, de estirpe lo tihuanacota. naquense y epigonal. aymará (Poques, Lares, Hua-llas) . Era de predominio aymará.

C) Llegada de los Sauasirayes Construcciones post- Alfarería epigonal y tiahuanaquenses. colla-ch u Upa.

y Antasayas. Invasión que- Tipo K. chua.

Construcciones post- Cerámica colla-chullpa y

D) Invasión de los Alcavizas. tiahuanaquenses. atacameña.

Dominio Atacameño. Tipos C, D, E. a) atacameña - diaguita. b) chincha - atacameña

diaguita.

E) Nueva invasión aymará, que Construcciones pre- Cerámica incaica-arcaica. provoca el resurgimiento de incaicas. Tipo F. los elementos quechuas, me-noscabo del poderío ata-cameño. Primeros Incas.

F) Hegemonía quechua. Definiti- Construcciones Incai- Cerámica incaica-clásica. va derrota de los elementos cas. Tipos G, H, I, L., que conservaron el poder en etc. los períodos anteriores (Chan-cas-Chinchas). Formación y desarrollo del gran Imperio.

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______________________ Qberti: Cusco arqueológico

ño , a quienes ya hicimos referencia. Hart-Terre, arquitecto, y en ese enton­ces residente en el Cusco, construye su tipología en base a la forma de los acabados en las uniones de ensamble y al acabado de las superficies externas de los paramentos, concluyendo:

"De los diversos géneros técnicos surgen los 'estilos'. He catalogado catorce géneros y siete estilos básicos, perfectamente definibles, dis­tinguibles unos de otros. Advierto que si no significan un proceso cronológico, o sea la sucesión de unos a otros, no dejaron de ser coe­táneos. Y es plausible si los consumados y clásicos derivan de los rús­ticos e irregulares, no quiere decir que los más bastos e imperfectos fuesen sustituidos, o dejados de lado. Un género o estilo, a mi pare­cer, no sustituye a otro. Por ejemplo, el 'escudiforme' ... no es sino un estilo proveniente de un género poligonal perfeccionado. Los rús­ticos tuvieron su destino como los esmerados y acabados con más ar­te, el suyo hasta lo ciclópeo -que tan fácilmente se atribuye a perío-

. dos más primitivos por falsa asimilación con los monumentos euro­asiáticos-- tuvo razón, de ser, contemporáneamente a los géneros y estilos más complejos. Los bastiones de la fortaleza de Sacsayhuaman son ciclópeos porque la necesidad de defensa, de invulnerabilidad, lo exigían así" (Hart-Terre 1965: 157-158).

Si miramos globalmente esta primera generación de etnohistoriadores y arqueólogos cusqueños, concluiremos que las perspectivas en que se encua­dran son de orden histórico y responden a preocupaciones heredadas del si­glo XIX. Valcárcel es, sin duda, una figura dominante por la grandeza de su obra y por la variedad de sus escritos. Supo interesar a muchos estudiantes por los temas que investigaba, y la generación de los aflos 30 en adelante con­sideran su trabajo como digno de gran atención. Sus publicaciones etnohis­tóricas no tienen hoy la importancia que ganaron en la década de los años 20, sin embargo es justo reconocer el interés que despertaron en el momento de su aparición.

Podemos afirmar lo mismo de Uriel García. Repasando los escritos de esos años, no cabe duda que aún en nuestros días, en el Cusco, otros no han tenido esplendor y fervor semejantes. Fue una generación de ardientes tra­bajadores e investigadores, aunque las técnicas y los resultados no hayan sido de los mejores ni de los más perfeccionados para su época. No obstante, han sido capaces de introducir el Cusco y su región en el debate nacional, a través de escritos de carácter científico, académico, político e histórico. Frente a los investigadores extranjeros, han podido aportar los resultados de sus pro­pias excavaciones e investigaciones etnohistóricas, logrando así que sus con­clusiones sean consideradas en el ámbito de la investigación científica.

La generación de los años 20 tuvo en Baudin un extraordinario difu­sor de la causa cusqueña prehispánica, particularmente en lo que se refiere a la sociedad incaica. El respondió a problemas del siglo XIX, como la mayo­ría de los hombres de su época. Sin embargo, hasta nuestros días, la sombra

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1

GENEALOGIA DE LOS APAREJOS Y ESTILOS DE LA CANTERIA INCAICA

POLIGONAL 1 RUSTICO

i

POLIGONAL ID . sin juntas con juntas

1 CURVILI NEO 1 CELULAR t--- de asiento t-- de asiento paramento rugoso labradas labradas ,_

RECTANGULAR 1 FUSIFORME 1

NO ISODOMO NO ISODOMO ._. con junta sin labrar 1-+

con juntas RECTANGU LAR

1 labradas .- hiladas onduladas

- hiladas a nivel isodomas

MEGALITICO ! _JM ICROLITO 1 con parametro 1 almohadillado ,...- trabajado

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______________________ Obertí: Cusco arqueológico

del "socialismo incaico" cubre la investigación, en lo que se refiere a los pro­blemas de orden económico. Muchos autores recurren a éste para explicar lo que fueron los Incas, pese a los avances registrados en los últimos años en materia socioeconómica prehispánica.

Otros autores forman parte de esta generación: el ecuatoriano Jijón y Caamaño, y el alemán Lehmann-Nitsche. Del primero afirmamos que des­pertó enorme interés en los países andinos y fue considerado gran autoridad en asuntos precolombinos. En cuanto al segundo , la obra erudita que em­prendió y que legó a la generación siguiente no fue suficientemente aprove­chada. Cuarenta años después, sus trabajos empiezan a ser releídos y contra­riamente a los autores antes mencionados, despiertan aún un interés poco co-mún.

Del punto de vista propiamente arqueológico, las excavaciones reali­zadas por esta generación no fueron muy revolucionarios y los resultados no alcanzaron la importancia que sería justo tuvieran. Fue necesario esperar unas dos décadas más, para que nuevamente se reconsidere algunas de las posturas heredadas del siglo XIX y para asentar la investigación en bases más sólidas.

III

Segunda generación de arqueólogos y etnohistoriadores cusqueños. Investiga­dores nacionales y extranjeros (1935 - 1960).

No hay duáa que la obra de Luis A. Pardo ( 1899 - 1980), es una de las más prolíferas que existieron en el Cusco . Arqueólogo e historiador, Par­do sucedió a Valcárcel en la dirección del Instituto Arqueológico del Cus­co. Publicó numerosos informes acerca de la cultura Inca y de sus manif esta­ciones en la región del Cusco. Su obra Historia y arqueología del Cusco reu­ne gran número de sus artículos e informes. Para los propósitos que perse­guimos en esta introducción bibliográfica, seleccionamos uno de sus aportes más significativos para el conocimiento del período Inca: la clasificación de la cerámica cusqueña según las investigaciones realizadas alrededor de los años 40.

Pardo clasifica primeramente los ceramios en cuanto al empleo a que estaban destinados y divide los especímenes de uso doméstico de la manera siguiente: las mancas, ppucus, puiñus, aisanas, puchuelas, cochas, puruñas, qqueros, huilllls y jancanas. Los ceramios ornamentales son las tticachuranas y los rajchis. Estas antiguas piezas de cerámica provienen de centros alfare­ros que aún producen artículos en los departamentos de Cusco, Puno y Apu­rímac. La técnica de elaboración es la misma. Los pueblos que mejor con­servan esa tradición son Raqchi (Sicuani, Cusco ), Pucará (Puno) y Chchila (Puno).

Atento a la producción científica de su época, Pardo saca provecho

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Crónicas Bibliográficas ______________________ _

de los trabajos de Jijón y Caamaño, Means y Bingham, a quienes alaba por la calidad insuperable de sus investigaciones. Según los dos últimos, los cera­mios incaicos pueden reunirse en dos grandes grupos: el resultante de la de­coración (Means), y el que tiene cuenta de la forma (Bingham). Pardo adopta esta clasificación en el estudio de los arybalos aportando algunas notas que completan las observaciones de los dos autores mencionados. Examinando las piezas existentes en ese entonces en el Museo Arqueológico de la Universi­dad del Cusco, propone el cuadro siguiente: 1- arybalos grandes: hasta el porte de 96 cm.; medianos: 59 cm.; pequeños: 50 cm.; diminutos 45 cm. de alto por término medio. Todo esto en lo que se refiere al tamaño. 2- En cuanto a la decoración: a) los que carecen de decoración, es decir, son de un solo color; b) los que tienen dos bandas pintadas longitudinalmente: ocre oscuro y blanco amarillento; c) los que tienen dos bandas pintadas transver­salmente, del borde de la boca hasta medio cuerpo, blanco, y desde éste pun­to hasta el extremo del cono de la base, ocre oscuro; d) los de ornamentación geométrica; e) fitomórfica; f) antropomórfica; g) zoomorfa; h) combinacio­nes de estas formas de decoración. 3- Según la forma, los arybalos pueden ser : a) de cuerpo globular que llega a la semi-elipse; b) de gollete cilíndrico; c) con asas verticales en el tercio inferior del cuerpo; d) de base cónica, con una protuberancia que representa unas veces un felino y otras un mono esti­lizado, lo que se considera como el signo distintivo de la cerámica incaica cusqueña.

Muchos otros trabajos realizó Pardo en el campo de la arqueología cusqueña; sería largo mencionarlos. Ninguna de las grandes ruinas de la re­gión quedaron sin ser visitadas por él. Tiene explicaciones históricas que si­guen los pasos de sus antecesores en cuanto a los períodos que precedieron la llegada de los españoles. Decididamente incursionó en todas las ramas de la ciencia arqueológica y muchos de los actuales investigadores le deben sus pri­meros conocimientos en la materia. Para él, las fuentes escritas de los siglos XVI y XVII merecen la mayor credibilidad, siendo el arqueólogo el estudioso de las pruebas empíricas que los textos codificaron. Quizá por eso, muchos de los trabajos en que intenta solucionar los problemas de la historia prehis­pánica han caído rápidamente en desuso, dada la fragilidad de los textos es­grimidos como pruebas. Sin embargo, queda en pie el enorme trabajo de in­vestigación arqueológica que·-tealizó a través de años de estudio de la región cusqueña.

En el tiempo en que Pardo realizaba las investigaciones acerca de la cerámica inca, llegó al Cusco John H. Rowe, arqueólogo norteamericano que, a partir de 1941, realizó las primeras investigaciones para encontrar estilos anteriores a la época incaica. Excavó primeramente en Coripata, al suroeste de la ciudad del Cusco. Seguidamente incursionó por el Coricancha o Templo del Sol, con el objetivo de ubicar los restos de la primitiva ciudad del Cusco. En esos trabajos iniciales ubicó un tipo de cerámica que representaba un es­tilo nuevo, similar al incaico en sus fonnas y en algunos de sus elementos de-

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______________________ Oberti: Cusco arqueológico

corativos. Rowe llamó a esa cerámica "estilo canchón" sin establecer en ese entonces su posición cronológica.

En 1942, explorando la parte baja del antiguo barrio de Carmenca, el arqueólogo americano ubicó en la denominada "curva de la muerte" , un cor­te en la carretera que contenía tiestos diferentes de todos los existentes en otros sitios, a través de su pasta, en el acabado de la superficie y en cuanto a las técnicas de ornamentación. Excavó una trinchera de l O x 2 m., dividi­da en cinco secciones, conteniendo una basura entre 1.50 y 2 m. de profun­didad. Los resultados de la excavación puso a descubierto una nueva cerámi­ca anterior a los incas, que Rowe bautizó Cfianapata, cerámica que por su or­namentación se parece a la de Chavín. Al redactar en 1946, los informes so­bre los trabajos anteriormente realizados, el autor escribe :

" ... Al terminar mis investigaciones de 1946, entonces, había esta­blecido una secuencia de cuatro estilos para el Cusco: Chanapata , Killke, Inca y Cuychipuncu. Esta serie no podía ser completa sin em­bargo, porque no había ningún punto de contacto conocido entre el estilo Chanapata y el Killke. Se trataba de un vacío que había que rellenar. Parte de este vacío correspondió a la época del estilo de Tiahuanaco o Huari, que tiene una gran difusión en otras partes del Perú. La única indicación que tenía entonces de que podía haber habido una ocupación tiahuanacoide en la región del Cusco fue una pieza de ese· estilo que me mostró Osear Núñez del Prado y que pro­cede de Curahuasi. La exploración arqueológica de la región del Cusco ha sido continua­da, después de mi visita de 1946, por mis colegas cusqueños y ellos han encontrado muchas otras huellas de influencia tiahuanacoide, que estamos investigando ahora. Hay mucho por descubrir todavía, pero hemos progresado bastante desde el principio, en 1941, cuando toda la arqueología cusqueña era tenida como incaica" (Rowe 1970 p. 561 ).

Una vez, pues, admitida la existencia de otros estilos, arqueológicos en el área cusqueña, Rowe retomó los datos del cronista Cabello Balboa ( 1586) para establecer el siguiente cuadro cronológico :

Fechas 1537 1438- 1537 1200-1438

E pocas Inca colonial Inca imperial Inca provincial (Influencia tiahuanacoide) Chanapata

Estilos de cerámica Cuychipuncu Cuzco Killke

Chanapata

Era también norteamericano el explorador Paul Fejos (1944 ), quien llegó al Cusco para explorar la cordillera de Vilcabamba en 1940. Pide la co­laboración de Roberto Rosas, entonces inspector de monumentos, para inte-

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grarlo como guía de su expedición, constituída por un centenar de hombres, que laborarían sobre todo en la limpieza de las ruinas afectadas considerable­mente por la vegetación. En aquel tiempo trabajaba en Wiñay-Wayna el ar­queólogo peruano Julio C. Tello y observaba las investigaciones de Fejos. La expedición trazó un mapa de la región y los levantamientos de planos de los siguientes sitios:

Phuyu Pata Marca (4 planos de planta y 2 izométricos) , Sayac Marca, Intipata, Chachabamba, Choquesuysuy, Wiñay Wayna, Runcu Racay. Los in­formes también presentaban las excavaciones de Rowe en Choquesuysuy .. .

Muchos arqueólogos peruanos contemporáneos fueron asistentes de Julio C. Tello y con él aprendieron las técnicas arqueológicas y los temas de­sarrollados por las investigaciones peruanas. Pertenece a ese grupo de estudio­sos Manuel Chávez Bailón, docente de la Universidad San Antonio Abad del Cusco. Entre 1960 y 1970 dedicó largos años al estudio y conservación de la ciudadela de Machu Picchu. Publicó varios trabajos, fruto de sus investigacio­nes. Pero el de máxima importancia es el que consagró al quero cusqueño, a prop9sito escribe:

" . .. Quero, Kero se denomina desde los tiempos incaicos hasta hoy, al vaso de madera usado para beber chicha. Se pueden ver muchos de ellos err tos ·Museos y colecciones de Arqueología o en las casas de los pueblos apartados., como Paccarectambo y Paucartambo. en el Depar­tamento de Cuzco, los hay de tamaños, formas, tipos y decoraciones variadas, que muestran más que funciones o procedencias regionales, períodos cronológicos, ya que la mayoría fueron hechos en los siglos XVI , XVII, y XVIII, es decir, desde el incanato hasta fines del colo­niaje . . . La infonnación que presento ahora -continúa Chávez Ba­ilón,. es otro intento de conocer y hacer conocer los queros, intento basado en el estudio directo de 200 ejemplares procedentes del Cuz­co , los que fueron copiados, medidos y pesados, y serán divulgados en publicaciones sucesivas ... " (Chávez Bailón 1964:27).

Chávez Bailón sigue la clasificación elaborada por Rowe. Los más ai:i­tiguos queros. los que tienen solamente decoración incisa, sin pintura, y d.i­bujos geométricos de formas simples, pertenecen indudablemente al Incana­to, pero siguieron fabricándose en la Colonia. Los de transición entre el Inca­nato y el Coloniaje tienen de·coración incisa en fom1a predominante y co­mienzos de decoración pintada en pequeñas áreas. Los queros de fines del si­glo XVI son adornados con pintura incrustada y sin decoración incisa, pero con motivos del llamado formal, predominando dos personajes incas dentro de un arco iris, hechos rígidamente y con poca variación. Los queros del siglo XVII que se mantuvieron hasta el XVIII , corresponden a los vasos decorados con profusión de colores y motivos del estilo llamado libre, . en el que predo­minan una variedad de personajes, fauna, flora y escenas españolas. Final­mente, existen los que fueron manufacturados en la República, algunos de

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esos ejemplares se hallan en el Museo de Cultura de Lima, en uno de ellos aparece un soldado, español pisoteado por un granadero de San Martín que porta la bandera peruana de 1821 (Chávez Ballón 1964 :27).

En el campo de la etnohistoria , varios autores estudiaron las culturas cusqueñas e incas. Muchos de ellos son ahora bien conocidos y sus teorías y explicaciones son ampliamente difundidas. Entre los peruanos, cabe mencio­nar a María Rostworowski de Diez Canseco autora de un sinnúmero de publi­caciones, tanto sobre la Sierra como de la Costa. María Rostworowski editó un importante trabajo referente a la región cusqueña, en él analiza los datos relacionados con los Ayarmaca, revisando la literatura de los cronistas y la de los documentos administrativos. En ese entonces, asienta las bases meto­dológicas de lo que fueron sus ulteriores trabajos:

"Los datos para este trabajo están forzosamente b3:sados sobre las crónicas. Existe una tendencia a poner de lado la etnohistoria-de Jos hechos para sólo dar importancia a las instituciones, posponiendo es­te tipo de noticias como leyendas que no se pueden tomar en cuenta. Si se acepta la información que traen los cronistas sobre las institu­ciones y se estructura sobre estas referencias la organización incaica, no hay motivo para desechar otro tipo de datos, sobre todo si son persistentes. No interesa si tal o cuál curaca cuzqueño fue el que sos­tuvo una lucha contra algún jefe étnico, pero cuando la afinnación se refiere a través de los diversos gobiernos con una insistencia marcada, no queda entonces más que sacar la conclusión de que efectivamente pudieron existir .una serie de sucesos, de guerras o de luchas entre grupos diferentes o enemigos" (p. 67).

Los resultados de los principios enunciados por Rostworowski son conocidos. La obra producida por ella hasta ahora sigue los mismos funda­mentos. En el trabajo acerca de los Ayarmaca aparece entonces un "señorío" ocupando un espacio en la región cusqueña y con el cual las futuras genera­ciones de jefes de esa zona tendrán que luchar Q negociar. De igual manera, María Rostworowski analiza los comienzos de la época incaica, relacionando a los Ayar con los "pueblos recolectores" o "cultivadores incipientes" por los nombres que llevan, ya sea de plantas comestibles o de condimentos (p.92).

Al mismo tiempo que los trabajos de María Rostworowskj aparecen los de John V. 11iurra, etnohistoriador de origen italiano, nacionalizado no"r­teamericano. Empezó sus trabajos en el Ecuador en los años 40 y escribió su tesis sobre la organización económica-del Estado Inca, hoy -<lía. amplia­mente conocida (Murra 1955). Son de esa época varios artículos que publicó basándose en los capítulos de su tesis doctoral. Más tarde reunió algunos de sus trabajos bajo el título Formaciones económicas y políticas en el mundo andino (1975). En el escrito consagrado a la función del tejido en el Estado Inca enuncia ciertos principios metodológicos que le sirven de guía. Murra se

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refiere a las sociedades africanas para entender mejor a las civilizaciones an­dinas :

"Los reyes dahomey como los incas aprovechan la elasticidad del pa­rentesco para crear e imponer lealtades. Las mujeres encargadas de la contabilidad estatal eran definidas como esposas del rey dahomeiano. Cuando faltaban parientes consanguíneos del rey inca para asegurar los puestos administrativos, la plasticidad ideológica del parentesco permitió promover ciertas etnias circuncuzqueñas al rango de parien­tes .. . " (Murra 1980:13).

En muchas otras ocasiones, Murra recuerda la importancia de las fuen­tes escritas, y de los documentos administrativos, algunos de los cuales reedi­tó en las últimas décadas. Son también conocidos los resultados a que llegó analizando los sistemas de producción de bienes agrícolas y las redes de in­tercambio. l\forra llamó a éste, sistema de control vertical, para subrayar la importancia de la producción a diferentes niveles ecológicos y las soluciones aportadas a la escasez de bienes, en el caso de que se consideraran aislada­mente las comunidades.

Tom Zuidema es , indudablemente, el autor que en las últimas dos décadas, más trabajos consagró a la organización sociopolítica y religiosa in­caica. Publicó su tesis en 1964 bajo el título, The Ceque System of Cuzco. The Social Organization of the Capital of the Inca. No existe traducción cas­tellana. Dedicó en los últimos años numerosas páginas a temas de suma im­portancia para el conocimiento de la cultura y organización precolombinas. Entre ellas, conviene remarcar las que publicó acerca del parentesco incaico, y de la astronomía y mitología prehispánica. Fue el primer autor contempo­ráneo en llamar la atención sobre la importancia del sistema de ceques, en la estructura sociopolítica y religiosa cusqueña. Basándose en él analizó ulte­riormente los sistemas calendáricos, siendo su único investigador hasta la fe- . cha. Recogiendo los re~ultados de sus primeros estudios, Zuidema ubicó al­gunos de los adoratorios cusqueños, utilizando juiciosamente los informes de la arqueología. El mejor ejemplo de la complementaridad entre las dos disciplinas, etnohistoria y arqueología, es su trabajo acerca de la huaca de Susurpuquio. Hace resaltar la importancia de los datos codificados por los cronistas para establecer la importancia, tanto ritual como calendárica, de esa famosa huaca (Zuidema 1974) - (1976).

La generación que, desde los años próximos a la década de los 40, en­rumbó por las investigaciones arqueológicas y etnohistóricas andinas prehis­pánicas, inició un nuevo ciclo de estudios de cuyos resultados muchos de ellos sacan aún consecuencias. En el área de las excavaciones e investigacio­nes arqueológicas, Rowe y Chávez Ballón continúan laborando en la región cusqueña, realizando estudios parciales o analizando temas específicos, guian­do a las nuevas generaciones a través de las rutas abiertas por ellos anterior­mente. De igual manera, Murra profundiza los temas socioeconómicos y dis-

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pensa ensefianzas a sus discípulos, ya no a través de la cátedra , sino más bien a través de conferencias y otras actividades científicas.

En el campo de la etnohistoria , Rostworowski lleva a cabo sus inves­tigaciones en la costa peruana, sin descuidar los aspectos globales de la orga­nización sociopolítica y religiosa precolombina. Y, en el terreno particular de la organización sociopolítica y religiosa incaica , nadie como Zuidema se inte­resó por solucionar los problemas rituales, calendáricos y astronómicos plan­teados por la etnohistoria y la investigación de campo.

Tanto en la arqueología como en la etnohistoria, la generación que describimos a través de algunos de sus representantes, realizó y completó la tarea iniciada en los años 20 con aportes, en algunos casos novedosos, y en otros profundizando lo que hasta entonces quedaba al alcance de pocos in­vestigadores. Las investigaciones arqueológicas cusqueñas permitieron intro­ducir nuevas clasificaciones en el ámbito de la periodización precolombina, tales como dar más exactitud a los objetos encontrados en las investigacio­nes, aportar a los conocimientos existentes en aquel tiempo, ejemplos con­vincentes de culturas intennediarias a las conocidas en ese entonces. Los tra­bajos de Rowe, Chávez Ballón y otros investigadores, menos conocidos aun­que eficaces, originaron la nueva ola, cuyos resultados disfrutamos actual­mente.

En el campo de la etnohistoria precolombina, Rostworowski, Murra y Zuidema realizan investigaciones que se complementan y ayudan mutua­mente en la solución de algunos de los problemas más difíciles relativos a la organización sociopolítica, económica y religiosa. Murra, siguiendo los pasos de Baudin se interesó por la economía precolombina incaica, ~ la cual apor­tó nuevqs enfoques, sacando provecho de algunos predecesores y releyendo de manera novedosa a los cronistas de los siglos XVI y XVII. Insiste, con ra­zón, en el tema de la "verticalidad", actualmente seguido por innúmeros dis­cípulos en los Andes. Zuidema, desde la publicación de su primer trabajo , continúa avanzando significativamente en sus reflexiones acerca de los ce­ques, ampliando sus investigaciones a los novedosos campos de la astrono­mía y de los sistemas calendáricos, como anteriormente mencionamos. Los trabajos de Rostworowski ganaron notoriedad en la Costa.

IV

Investigaciones arqueológicas y etnohistóricas recientes

Las investigaciones arqueológicas cusqueñas continúan su curso. Luis Barreda Murillo, docente de la Universidad San Antonio Abad, viene reali­zando trabajos de excavación en el valle del Cusca, acompañado de alumnos de su disciplina. Entre los resultados alcanzados conviene remarcar su aporte a la arqueología regional, al haber aislado por seriación un nuevo estilo de ce-

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ramtca, relativa a la fase final de la ocupación wari aqui y al inicio de una nueva modalidad entre los tiestos inca inicial o killke. De esta manera se llena un vacío en el desarrollo y florecimiento de los denominados estados regio­nales.

En el informe sobre Asentamiento humano de los Qotacalli de Cuzco escribe:

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" ... Hasta la fecha nadie ha realizado estudios sobre la cultura qota­calli, y s_on pocos los trabajos cien tífic~s de la zona en mater!a de ar­queologia. Sin embargo, podemos menc10nar que en Qotacalh ya han sido realizadas excavaciones, tanto por mí, como -posteriormente­por el Dr. Rowe y Patricia Rowe, conjuntamente con sus estudiantes de Berkeley, en agosto de 1973 , quienes también trabajaron en Tara­wi , aunque sus informes no han sido publicados aún . Por encontrarnos en plena labor de análisis de los materiales hallados en las excavaciones , este es nuestro primer intento de dar a conocer algo sobre los Qotacalli. Pero adelantamos algunas conclusiones que hemos utilizado en la presentación de este informe, para dar una vi­sión panorámica acerca de la cultura inca y pre-inca del Cusco. El área de expansión de la cultura qotacalli alcanza límites amplios. Así, por ejemplo, he encontrado evidencias (fragmentos de cerámi­ca) en Yanamancha, lugar cercano al Templo de Wiracocha, en San Pedro, Raqchi, Urcos, Pikillaqta, Sayhua, San Salvador, Minaspata, Lucre, Choquepuquio, Pikillalli, Paruro, Anta, Urin Qosqo de Qui­quijana, Qotakalli, Wimpillay , Chimú, Aqomoqo (pueblo joven "Pri­mero de Mayo"). O sea que abarca desde la provincia de Canchis, to­da la margen izquierda y derecha del río Vilcanota, aguas bajo, hasta el valle del Huatanay, así como los alrededores de la laguna de Hua­carpay, llegando hasta Paruro, luego todo el valle del Cusco hasta la provincia de Anta; comprendiendo entonces las provincias de Cusco, Anta, Quispicanchis, Calca, Canchis, Paruro, y posiblemente Acoma­yo . Esta vasta zona de expansión indica que la cultura qotacalli posible­mente sea descendiente de la chanapata y con evidencias claras de in­fluencia wari de Cusco (p. 13-15). Las formas más frecuentes de cerámica qotacalli son las escudillas pe­queñas y medianas, platos hondos, cántaros de base plana, cuerpo globular, cuello recto con aplicaciones plásticas algunas veces, consis­tentes en caras y cuerpos humanos estilizados. Algunas escudillas y pocillos tienen tres pequeños apéndices en la base, dándoles formas de recipientes, cuya altura varía entre uno y tres centímetros. Es im­portante remarcar que algunos vasos o recipientes de paredes vertica­les presentan base anular muy delgada, bastante similar a algunos va­sos wari" (p. 17).

Finalmente, es posible establecer una primera tipología de la cerámi­ca qotacalli:

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1. Qotacalli negro y rojo sobre crema. 2. Qotacalli negro sobre crema. 3. Qotacalli rojo sobre crema. 4. Qotacalli llano crema. 5. Qotacalli llano rojo. 6. Qotacalli utilitario. 7. Qotacalli negro y rojo sobre crema, con aplicaciones plásticas.

Desde 1968 labora en la región cusqueña Ann Kendall, inglesa. Las zonas que ha estudiado están comprendidas en el espacio del valle de Vilca­bamba-Kusichaca. Ha publicado ya varios trabajos. Los objetivos de su pro­yecto son: 1.- realizar un estudio arqueológico intenso de la ocupación in­ca y pre-inca del valle de Kusichaca y 2.- evaluar e implementar un progra­ma local para la rehabilitación de las tierras, tan productivas en tiempos pre­lúspáni~os. Estas investigaciones comprenden una vasta área de estudio en la que todas las disciplinas aportan sus resultados específicos para llevar a c~­bo los · objetivos anteriormente enunciados. Además de una prospección in­tegral de la región estudiada, Kendall utiliza datos de antropología, arqueo­botánica, hidráulica, etnohistoria, estudio de suelos, geología y topografía.

Las excavaciones realizadas hasta ahora han tenido por objetivo es­tablecer una estratigrafía horizontal y los hallazgos han sido analizados por métodos tradicionales y otros más recientes. Así, los huesos de enterramien­tos han sido sometidos a análisis por isotope-13. También es preocupación del proyecto establecer las secuencias cronológicas inca y pre-inca. Hasta ahora se han habilitado 5 kms. de un canal de Quiswarpata para la utiliza­ción de los andenes de la zona.

Otro tema estudiado últimamente es el de la arquitectura incaica. Los autores de esa investi~ación son Graciáno Gasparini y Louise Margolies que, siguiendo los pasos de Squier y Middendorf hicieron el inventario de los esti­los de arquitectura, las funciones que desempeñaron éstos y la importancia de los planos urbanos incas. También se refieren los autores de Arquitectura inka a los materiales y las técnicas utilizadas.

En lo que se refiere a los trabajos arqueológicos,deben ser menciona­das también las excavaciones realizadas por Karen Lynne Mohr Chavez, nor­teamericana, cuyo objetivo es profundizar el período formativo cusqueño, relacionando este trabajo con los que anteriormente realizó en la región de Puno. A propósito de la cerámica Marcavalle escribe la autora que:

"las fechas indican que las ocupaciones más tempranas (con cerámi­ca) en la sierra sur del Perú datan entre 1400 a 600 años a. de C., du­rante el Horizonte Temprano, cuando la influencia Chavín se difun­dió en otras partes del Perú. Para Marcavalle tenemos cinco fechados (que varían de 1111 a 653 años a. de C. , usando el "half life" de 5730 ± 40 años), estrechamente consistentes para marcar la secuen­cia de las cuatro fases de la cerámica de Marcavalle, a saber aproxima­damente fase A = 1000 años a. de C.; fase B = 900 años a. de C.; fa-

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se C = 800 años a. de C. y fase D = 700 años a. de C." (p.2).

La metodología empleacia por los investigadores comprende:

"el estudio cualitativo y cuantitativo de los atributos en la cerámica (en vez de los tipos) , el mismo que se llevó a cabo con la ayuda de la computadora para determinar la variabilidad de atributos y /o sus combinaciones a través del tiempo. Por el momento esta variabilidad se ha interpretado principalmente como temporal" (p. 3).

Finalmente, en el campo de la et no historia del discurso mítico andi-no prehispánico hay que mencionar los estudios de Henrique Urbano, que consagró varios trabajos al tema y, últimamente, el libro Wiracocha y Ayar. Héroes y funciones en las sociedades andinas. La idea central del autor es que los ciclos míticos prehispánicQs,codificados por los cronistas de los si­glos XVI y XVII,expresan una lógica semejante, pese a la existencia de hé­roes distintos. Esa lógica,que es también la expresión de lo que el autor lla­ma la ''teoría general de la sociedad" precolombina al momento de la llega­da de los españoles, tiene básicamente por fundamento, la distribución de las funciones sociales en tres campos diferenciados : el poder político-guerrero, el campo de la religión o del ritual, y el campo de la agricultura o actividades económicas y productivas. Los héroes,en los diferentes ciclos míticos son las expresiones de esas tres funciones y, los gestos que ellos realizan confirman los atributos que el discurso mítico da a cada uno de ellos.

Urbano se inspiró en los trabajos de G. Dumézil , quien desde hace 50 ai'íos viene dedicando numerosos estudios al tema de la trifuncionalidad. El terreno histórico de Dumézil son las culturas religiosas indoeuropeas. Urba­no no establece lazos históricos entre las sociedades andinas prehispánicas y las indoeuropeas, limitándose a constatar la existencia, en los ciclos míticos de los Wiracocha, de los Ayar y de los Chanca, de un esquema trifuncional teórico que no garantiza la existencia de una organización sociopolítica y religiosa históricamente triádica , pero que da, a todas las formas histórica­mente verificadas,una amplia división funcional ternaria.

No se puede afirmar que las investigaciones arqueológicas y etnohis­tóricas actuales modifican radicalmente los planteamientos, tanto teóricos como prácticos, iniciados en los ai'íos 70. Pero, se puede verificar que muchas de las investigaciones que nacieron en la década de los 60 llegan a la madurez y a un cierto nivel repetitivo, que es la marca, en algunos casos, de una satu­ración evidente. Los instrumentos actuales con que cuenta el investigador, particularmente en lo que se refiere a la documentación etnohistórica, son mucho más abundantes y diversificados que dos o tres décadas atrás. Asimis­mo, las metodologías utilizadas en arqueología permiten llegar a resultados con una exactitud que tampoco existía entre los años 40 y 50. Por todas es­tas razones, hoy es posible abordar el estudio de los textos etnohistóricos y las piezas arqueológicas con ojos diferentes y, naturalmente, con un espíritu

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crítico que no existía hace unos veinte o treinta ai'íos.

Halo Oberti Rodríguez Instituto Nacional de Cultura

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