Cultural 20-05-2016

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Págs. 4-5 “Valtari”: una avalancha en cámara lenta SUPLEMENTO SEMANAL DE LA HORA, IDEA ORIGINAL DE ROSAURO CARMÍN Q. GUATEMALA, 20 DE MAYO DE 2016 Autorretrato con timer en la Reserva Natural Dyrhólaey, Islandia. Fotografía de Gustavo García Solares

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Cultural 20-05-2016

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Julio Serrano Echeverría (Xelajú, Guatemala 1983) Poeta y artista mul-tidisciplinario. Terminó sus estudios

de Literatura hispanoamericana en la Universidad de San Carlos de Guate-

mala. Ha publicado los libros de poesía Ser el tiempo (2015) Central América

(2013), Actos de magia (2012), Fractal (2011), Trans 2.0 (2009) y Las Palabras y los días (2006). Su obra aparece en

varias de las principales antologías de la región.

Fotografía de Eduardo Juárez

Fotografía de Eduardo Juárez

Un bus es como arrancar un pedazo a la ciudad, desprender el asfalto en medio de una manifes-

tación o casi...

érminal quintavenida bolivaralparque lajus-tovenezueladirectos chácarachácara univérsidaguilarba-

tres jocotales megaseis naranjo amparograni-

zobethania praderahiper pinula vivo chavo preciso preciso... dale

mijoTodo comienza pasadas las cuatro de la

mañana. Un hombre se sienta al timón, está rodeado de cualquier cantidad de ex-

TLos ayudantes son imprescin-

dibles, qué sería de un bus sin un joven y fornido cowboy que arreara a las bestias, que chi-flando y haciendo ruidos con la boca pidiera por favor “siga la fila de en medio, allá atrás hay espacio”.

traños fetiches, que van desde pequeños conejos de peluche, calcomanías y gan-chos de pelo de quienes se supone uno debería entender que eran de sus novias. Se protege del frío de la madrugada con una gorrita de lana vieja y una chumpa. Se persigna, enciende el motor que, como un gallo en la madrugada, despierta a los guatemaltecos con la ternura que sólo un taladro puede darnos. Y sin embargo...Se mueve, la vida en la ciudad se mueve

en buena parte gracias a estos buses. Son rojos, amarillos o verdes, pero todos, sin excepción, grises. A veces todo el metal que estos armatostes llevan encima pare-ce un cuchillo oxidado. No se me ocurre ningún medio de transporte que pueda ser lo suficientemente incómodo, rudo y

áspero para compararlo, pero es lo que tenemos. Algunos llevamos varios años utilizándolos, ya sabemos el origen de los choferes gracias a la pregunta del niño del chiste “mamá, ¿qué hacen los hijos de una prostituta con un policía?”, hemos ido y venido por la ciudad arrempujándonos las ganas de golpear al ayudante o de ir sentado en alguno de los carros que se ven por la ventana, escuchando algo me-jor que la hora de los tigres en una 63 a las 5 de la tarde. Y a pesar de todo, siempre llegamos, siempre volvemos.

boca pidiera por favor “siga la fila de en medio, allá atrás hay espacio”. Todos parecen haber recibido el mismo curso de intencionalidad de locución: medio jananos y educadamente peleoneros, todos cantan igual sus ya aprendidos discursos: métala, ya cayó, daleee, pre-ciso señores, vaya los de la terminal, chavo de gorra correte, etcétera. Su trabajo se divide en cuatro complica-das tareas, arrancar de la mano de los pasajeros una moneda, ordenarlos para que pueda ir la mayor cantidad de gen-te colgando, sacar el brazo para “pedir vía” y poner la cara cuando alguien se pasa de la raya e insulta al señor chofer.Los choferes se sientan en el único lu-

gar que parece cómodo en todo el bus, se postran como Jabba the Hutt en su trono. A ellos, cerebros de la criatura, no se les molesta, no se les grita, no se les in-te-rrum-pe. Observan el mundo desde las alturas y por el retrovisor, y cuando se levantan de su asiento, tiembla, se escu-chan los tambores, se marchitan enteras las flores del jardín de los…El fragmento anterior pertenece a “Cua-

dros sin Costumbre” el libro más reciente de Julio Serrano Echeverría publicado por Editorial Metáfora, el cual será pre-sentado el miércoles 25 de mayo de 2016 a partir de las 19:00 horas en La Casa de Cervantes, 5a calle, 5-18 zona 1 Ciudad de Guatemala.

Subirse a un bus es entrar a un extraño universo, están llenos de vida, llenos de historias y de voces, con su ética, su polí-tica y su estética. Todo como una batería al revés, mucha energía pero mal puesta, sobrecargada, cortocircuitada, la vida del payasito, del vende dulces, del pastor, cor-tocircuitada la mirada de la chava que te sonríe, de la viejita a tu lado, cortocircuito ceder tu lugar a la joven madre que lleva a su hijo, cortocircuito hacerlo de inme-diato, tres minutos después, cortocircuito no hacerlo. Quizás ese mismo sea el pro-blema, demasiada vida tiene el animal, demasiado corazón apretujado en esta inmensa bestia de hojalata.Los ayudantes son imprescindibles,

qué sería de un bus sin un joven y for-nido cowboy que arreara a las bestias, que chiflando y haciendo ruidos con la

4, universidad-proyectospor Julio serrano

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Guatemala, 20 De mayo De 2016 / PáGina 3

Mi sobrina de seis años se levan-ta a las cinco y media de la ma-ñana para ir al colegio. Dentro de un año empieza la primaria. Todo se le ha facilitado excepto

comunicación y lenguaje. La otra tarde me senté a platicar con ella

y mientras me respondía y se expresaba tan bien me pareció difícil de creer que tuviera que

reforzar esa área.

omo buen tío nos-tálgico y extrañado, empecé a contarle que nací allá por el año 76, que hubo un buen te-rremoto a comienzo del año y que el presi-

dente era un viejito pálido y desnutrido de un apellido que no tenía nada que ver con Guatemala. Le conté que aprendí las letras en

primero primaria y que no tuve que ir desde pequeño a ningún kindergar-den, en vez de eso empecé en un case-rón antiguo en la zona 5 que más bien parecía un orfanato español del siglo XVII, y que lo recordaba muy bien por una contradicción: saboreé allí los más exquisitos panes con frijoles y los más repugnantes almuerzos, si uno no se comía aquella papilla de trigo entero y ensalada de remolacha, la desalmada institutriz lo revolvía todo y se lo daba a los pequeños a cucharazos. En mu-

Lester Oliveros (Guatemala, 1976). Actualmente trabaja de freelance para Editorial Santillana, es editor y funda-

dor de la Editorial Cartonera Maximón. Ha publicado Deliriosaurios (2011), Venados & Jaguares (2013) y ahora

trabaja en su novela proscrita Crónicas Suicidas.

Fotografía de Fernando Chuy

Por Lester oLiveros

C

taba escrito oruga. Como a los once o doce años encontré

entre los libros de mi tío, a Oliver Twist de Charles Dickens y de allí en adelante me acabé la librera. Uno de mis amigos me prestó Los Miserables y por todo un año lo leí como cuatro veces de pasta a pasta. Hasta ese entonces no había leído a na-die mejor que a Víctor Hugo. Tenía tanta curiosidad que me quedaba de noche le-yendo con una vela, mientras mi mamá y mis hermanos dormían. Yo me desve-laba con Emilio Salgarí entre la selva, en globo, peleando entre las enredaderas del nuevo mundo que yo también descubría como mío. Fue una época emocionante y maravillosa en la que sorteaba mis lectu-ras con la escuela, la familia y la Biblia. Fui criado bajo las enseñanzas pentecos-tales, no es de extrañar que mi primer li-bro fuera una glosolalia disléxica que más se parecía al hablar en lenguas que a un discurso interior surrealista. Todo esto lo escuchaba mi sobrina, a la

que le suavizaba las vivencias con bromas simples, como lo baboso que era para contemplar las estrellas todas las noches en la casa de inquilinos de mi abuela ma-terna. Por allí fue donde salió una vez un mí amigo y me llevó el mayor descu-brimiento del mundo: un telescopio de verdad. Otra de las inquilinas, una niña de ojos esplendidos y sonrisa infantil me contó que en casa de su abuela los duen-des sacaban los platos de la alacena y los ordenaban en la mesa del comedor todas las noches. Yo le creí inmediatamente. Creo que pasaron muchas cosas y años,

digamos veinte…, yo ya tenía treinta y siete y un libro que presentaba en las ma-nos mientras firmaba un autógrafo en Sophos Fontabella, cuando alguien me tocó el hombro y me preguntó: te recor-dás de mí. Era ella, Gabriela, pero no la reconocí, el brillo de sus ojos apagado, el pelo cenizo y la sonrisa de nada. Me ale-gré de saludarla y le dije a quema ropa que me acordaba tanto de sus historias de a mentiras y que si, ese libro que tenía en la mano era sobre ese mundo, era sobre toda la edad de la felicidad. Los niños de ahora deben encontrar

también un mundo anómalo, y debe-rían amarlo y redescubrirlo reinven-tándolo. Hace poco le dije a una amiga que la que en realidad me había ense-ñado algo valioso sobre la literatura fantástica había sido mi madre, la que nos llevaba de la casa de la abuela a la nuestra por toda la zona 5. Ella nos decía con la misma cara que Gabriela me contó sobre los duendes y Charles Dickens me contó sobre Oliver Twist, que íbamos a acortar las calles para no cansarnos tanto, pero era la misma dis-tancia, siempre la misma distancia que se acortaba por el poder de la palabra.

chos casos eso llegaba hasta el vómito y la reprimenda de la encargada de esas niñeras con atuendos de enfermeras psiquiátricas. A pesar de todo recuerdo bien que en ese lugar no aprendí nada más que hacerme el enfermo para que una de esas niñeras me sobara la cabeza a la hora de la siesta, total que era una simple guardería. Estudié la primaria en la escuela Re-

pública de Nicaragua, a un costado de la inigualable iglesia donde el Pa-dre Chemita daba unos sermones que a ratos parecieron discursos políticos condimentados con aditamentos teo-lógicos, y según muchos fieles el pá-rroco llegaba en ocasiones a parecer magistral, de no ser porque su fin era ser alcalde de la ciudad y como buen excomulgado parecía más bien un pre-dicador protestante. La escuela era un edificio de dos nive-

les de color amarillo. La recuerdo bien. Mi maestra era una señora delgada de carácter fuerte y piel tan blanca y arru-gada que dejaba ver sus arterias. Se lla-maba Amanda y me enseñó a leer y a escribir como debió haber aprendido Hitler en su nativa Alemania. Le contaba a mi sobrina que mi abuela

me había ayudado a escribir el número 2 que por alguna razón que aún ignoro, no lo entendía mi mano. Uno de mis tíos me enseñó a leer sin hacer trampas. En una ocasión me mostró una imagen y me preguntó lo de siempre, qué leía debajo de la imagen, yo vi el gusano y dije gusano, pero en realidad debajo es-

Literatura fantástica

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Guatemala, 20 De mayo De 2016 / PáGina 5PáGina 4 / Guatemala, 20 De mayo De 2016

Más fotografías en: 500px.com/gusnavogarciahttps://www.youtube.com/watch?v=LyQEij88SB4)

E n verdad es difícil describir mi expe-riencia en Islandia. Los paisajes simple-mente te atrapan. No podés ni querés ha-blar. No sabés a qué parte de los 360 gra-

dos que tenés para observar es en la que de-bés apuntar la nariz. El péndulo del tiempo da la vuelta completa. En pocos días pasas

de aguas termales entre piedras volcánicas hasta auroras boreales que terminan el es-pectáculo despertándote entre el hielo y la nada. El siguiente destino: cataratas que te estre-

mecen la lógica y te despiden con una ca-rretera llena de soleadas (y frías) playas, que rematan el día con una tormenta de nieve. Es el espectáculo de la naturaleza que no sabías que existía. Allí no hay palabras, solo la sole-dad más cómoda.

Una vez entraste, no hay nada que podas hacer más que sentir a lo inexplicable tocar-te el hombro, invitándote a perderte en vos mismo.Fue muy difícil escoger las fotografías que

conforman esta serie. Espero transmitan el recuerdo: Ojos totalmente abiertos queriendo grabar todo lo que ven mientras en el fondo suena el álbum “Valtari” de Sigur Rós.Es como ver “una avalancha en cámara

lenta“.

AurorA BoreAlis rumBo A Thingvellir. PrimerA noche mAnejAndo Por islAndiA, esPecTáculo grAciAs A lA suerTe del ingenuo.

cATArATAs de gullfoss en el suroesTe de islAndiA. un Arcoíris demosTrAndo que lA nATurAlezA fácilmenTe se Puede suPerAr A sí mismA.

geysir rugiendo en hAukAdAlur, islAndiA. ÉsTe Puede lAnzAr AguA hirviendo hAsTA más de 80 meTros en el Aire.

Pozo de los deseos en Thingvellir, islAndiA.

ArA sosTiene un diAmAnTe (de hielo) en “diAmond BeAch“, jökulsárlón, islAndiA.

Blue lAgoon, islAndiA. el desTino más cercAno Al AeroPuerTo. un sPA enTre rocAs volcánicAs enTre AguAs TermAles.

“Valtari”: una avalancha en cámara lenta

Por Gustavo García solares

e trata de una melo-día bastante sencilla: menos de diez notas y un par de acordes. La escribió algún egresado de Julliard: treintañero, soltero,

blanco, con un nombre como Skylar. Aspi-raba a convertirse en un famoso productor de jazz responsable de nuevas y exhilarantes presentaciones en Carnegie Hall, pero se de-dica ahora a algo más realista, más lucrati-vo. Se sienta en la oficina de su apartamento en Manhattan, enciende su computadora de última generación y abre un programa de composición musical. Introduce una com-binación de teclas que mágicamente llena el pentagrama en la pantalla con corcheas. El programa reproduce la melodía en el piano predeterminado, pero Skylar quiere un soni-do más fresco. Abre una carpeta de opciones con los más de setecientos sonidos diferen-tes que permite su programa de membresía deluxe: flautas amaderadas, tambores metá-licos, clavicordios, colombinas… Skylar eli-ge un sonido agudo, perfecto para el rango sonoro que especifica el brief de su cliente, una empresa misteriosa en el campo de las telecomunicaciones. Mientras adjunta el ar-chivo a un correo electrónico, él piensa en las extensas negociaciones, los eternos con-tratos de exclusividad y derechos de autor. Sonríe porque pronto recibirá un depósito monetario por ese proyecto. En ningún mo-mento sospecha que esta melodía devendrá en una revolución cultural.

Al principio pensé que era una broma de características cómicas comparables a las de los memes de celular que envían las tías: un poco de Photoshop y una dosis de inglés po-bremente redactado. Cuando vi las firmas, los sellos y el membrete de oficio confirmé, con un arranque de reflujo y vergüenza, que la campaña de la iMarimba era real. La sal en la llaga fue ver el sitio web dedicado completa-mente a este esfuerzo y bautizado con aquella monstruosa excusa de sustantivo que me re-húso a volver a escribir.

Observo nuevamente el video promocio-nal. Vuelvo a preguntarme si esta no es una parodia, porque respeto a algunos de sus pro-tagonistas y no quiero pensar que este país ha perdido todas las esperanzas, que nuestra élite artística se ha integrado como coro a la sátira de este gobierno.

Afortunadamente, muchas críticas se han manifestado en contra de esta campaña por su apelación al patetismo, implorando la atención de un alto ejecutivo en Nueva York seguramente más preocupado por los cuadros de ganancias o por el contenido de gluten en su cubilete de quinoa. Un funcionario que encabeza las carteras más importantes de la música, el teatro, la literatura, el cine y todas las representaciones creativas de un país, su-

S plica la representatividad diplomática en un menú del sistema operativo de un dispositivo móvil. Al carajo la usabilidad, el mercadeo, la conectividad y el diseño inteligente. Estas son cuestiones de macroeconomía y tecnología, cuestiones de los letrados e ingenieros.

Con el derecho autoproclamado a exi-gir de gratis el reconocimiento intercultu-ral, este funcionario demanda una ayudita que se traduzca en boletos aéreos, mercado de artesanías y reservaciones de hotel. El mundo, asegura, descubrirá en ese peque-ño menú de ringtone el destino de un país de encanto y eterna primavera, donde no existen extorsionistas, ni corruptos, ni ni-ños desnutridos, ni barrios destruidos, ni medicamentos vencidos, ni escuelas sin li-bros. Después de todo, quién no desea que su ringtone manifieste su amplio acervo cul-tural, su ensoñación con ese país de niñas

indígenas sonrientes jugando en la plaza, descalzas y hambrientas, listas para una foto ganadora de National Geographic.

El chiste se escribe solo. El oficio del maldi-to lugar llamado Guatemala se traspapela en un buzón corporativo con otras propuestas de aplicaciones para porno, amenazas terro-ristas, currículums subcalificados y cualquier cantidad novenas y rezos para Steve Jobs.

Skylar, por su parte, decide tomar un re-frigerio. Toma su bicicleta y se dirige a la bistro más glamurosa de la cuadra. Ordena un croissant y una taza de espresso. Le gusta el café más caro: amargo, orgánico, importa-do, cosechado en las colinas de un lugar lla-mado Huehuetenango, donde Miguel corta su vigésima libra de granos rojos en el día y sueña con unos Q200 extra para comprarse el frijolito que sí tiene cámara y ringtones polifónicos.

No iCulturaPor anGélica Quiñonez / asiliteral

PinTurA de mAnuel chAvAjAy, “iqAm”, serie en Proceso

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Guatemala, 20 De mayo De 2016 / PáGina 5PáGina 4 / Guatemala, 20 De mayo De 2016

Más fotografías en: 500px.com/gusnavogarciahttps://www.youtube.com/watch?v=LyQEij88SB4)

E n verdad es difícil describir mi expe-riencia en Islandia. Los paisajes simple-mente te atrapan. No podés ni querés ha-blar. No sabés a qué parte de los 360 gra-

dos que tenés para observar es en la que de-bés apuntar la nariz. El péndulo del tiempo da la vuelta completa. En pocos días pasas

de aguas termales entre piedras volcánicas hasta auroras boreales que terminan el es-pectáculo despertándote entre el hielo y la nada. El siguiente destino: cataratas que te estre-

mecen la lógica y te despiden con una ca-rretera llena de soleadas (y frías) playas, que rematan el día con una tormenta de nieve. Es el espectáculo de la naturaleza que no sabías que existía. Allí no hay palabras, solo la sole-dad más cómoda.

Una vez entraste, no hay nada que podas hacer más que sentir a lo inexplicable tocar-te el hombro, invitándote a perderte en vos mismo.Fue muy difícil escoger las fotografías que

conforman esta serie. Espero transmitan el recuerdo: Ojos totalmente abiertos queriendo grabar todo lo que ven mientras en el fondo suena el álbum “Valtari” de Sigur Rós.Es como ver “una avalancha en cámara

lenta“.

AurorA BoreAlis rumBo A Thingvellir. PrimerA noche mAnejAndo Por islAndiA, esPecTáculo grAciAs A lA suerTe del ingenuo.

cATArATAs de gullfoss en el suroesTe de islAndiA. un Arcoíris demosTrAndo que lA nATurAlezA fácilmenTe se Puede suPerAr A sí mismA.

geysir rugiendo en hAukAdAlur, islAndiA. ÉsTe Puede lAnzAr AguA hirviendo hAsTA más de 80 meTros en el Aire.

Pozo de los deseos en Thingvellir, islAndiA.

ArA sosTiene un diAmAnTe (de hielo) en “diAmond BeAch“, jökulsárlón, islAndiA.

Blue lAgoon, islAndiA. el desTino más cercAno Al AeroPuerTo. un sPA enTre rocAs volcánicAs enTre AguAs TermAles.

“Valtari”: una avalancha en cámara lenta

Por Gustavo García solares

e trata de una melo-día bastante sencilla: menos de diez notas y un par de acordes. La escribió algún egresado de Julliard: treintañero, soltero,

blanco, con un nombre como Skylar. Aspi-raba a convertirse en un famoso productor de jazz responsable de nuevas y exhilarantes presentaciones en Carnegie Hall, pero se de-dica ahora a algo más realista, más lucrati-vo. Se sienta en la oficina de su apartamento en Manhattan, enciende su computadora de última generación y abre un programa de composición musical. Introduce una com-binación de teclas que mágicamente llena el pentagrama en la pantalla con corcheas. El programa reproduce la melodía en el piano predeterminado, pero Skylar quiere un soni-do más fresco. Abre una carpeta de opciones con los más de setecientos sonidos diferen-tes que permite su programa de membresía deluxe: flautas amaderadas, tambores metá-licos, clavicordios, colombinas… Skylar eli-ge un sonido agudo, perfecto para el rango sonoro que especifica el brief de su cliente, una empresa misteriosa en el campo de las telecomunicaciones. Mientras adjunta el ar-chivo a un correo electrónico, él piensa en las extensas negociaciones, los eternos con-tratos de exclusividad y derechos de autor. Sonríe porque pronto recibirá un depósito monetario por ese proyecto. En ningún mo-mento sospecha que esta melodía devendrá en una revolución cultural.

Al principio pensé que era una broma de características cómicas comparables a las de los memes de celular que envían las tías: un poco de Photoshop y una dosis de inglés po-bremente redactado. Cuando vi las firmas, los sellos y el membrete de oficio confirmé, con un arranque de reflujo y vergüenza, que la campaña de la iMarimba era real. La sal en la llaga fue ver el sitio web dedicado completa-mente a este esfuerzo y bautizado con aquella monstruosa excusa de sustantivo que me re-húso a volver a escribir.

Observo nuevamente el video promocio-nal. Vuelvo a preguntarme si esta no es una parodia, porque respeto a algunos de sus pro-tagonistas y no quiero pensar que este país ha perdido todas las esperanzas, que nuestra élite artística se ha integrado como coro a la sátira de este gobierno.

Afortunadamente, muchas críticas se han manifestado en contra de esta campaña por su apelación al patetismo, implorando la atención de un alto ejecutivo en Nueva York seguramente más preocupado por los cuadros de ganancias o por el contenido de gluten en su cubilete de quinoa. Un funcionario que encabeza las carteras más importantes de la música, el teatro, la literatura, el cine y todas las representaciones creativas de un país, su-

S plica la representatividad diplomática en un menú del sistema operativo de un dispositivo móvil. Al carajo la usabilidad, el mercadeo, la conectividad y el diseño inteligente. Estas son cuestiones de macroeconomía y tecnología, cuestiones de los letrados e ingenieros.

Con el derecho autoproclamado a exi-gir de gratis el reconocimiento intercultu-ral, este funcionario demanda una ayudita que se traduzca en boletos aéreos, mercado de artesanías y reservaciones de hotel. El mundo, asegura, descubrirá en ese peque-ño menú de ringtone el destino de un país de encanto y eterna primavera, donde no existen extorsionistas, ni corruptos, ni ni-ños desnutridos, ni barrios destruidos, ni medicamentos vencidos, ni escuelas sin li-bros. Después de todo, quién no desea que su ringtone manifieste su amplio acervo cul-tural, su ensoñación con ese país de niñas

indígenas sonrientes jugando en la plaza, descalzas y hambrientas, listas para una foto ganadora de National Geographic.

El chiste se escribe solo. El oficio del maldi-to lugar llamado Guatemala se traspapela en un buzón corporativo con otras propuestas de aplicaciones para porno, amenazas terro-ristas, currículums subcalificados y cualquier cantidad novenas y rezos para Steve Jobs.

Skylar, por su parte, decide tomar un re-frigerio. Toma su bicicleta y se dirige a la bistro más glamurosa de la cuadra. Ordena un croissant y una taza de espresso. Le gusta el café más caro: amargo, orgánico, importa-do, cosechado en las colinas de un lugar lla-mado Huehuetenango, donde Miguel corta su vigésima libra de granos rojos en el día y sueña con unos Q200 extra para comprarse el frijolito que sí tiene cámara y ringtones polifónicos.

No iCulturaPor anGélica Quiñonez / asiliteral

PinTurA de mAnuel chAvAjAy, “iqAm”, serie en Proceso

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Jenner Santos (Guatemala, 1990) Me gustan más los paches que los tamales y vivo atormentado porque Selena murió el día de mi cumpleaños. Honesto y vil antes que cae bien. No sé qué decir cuando me preguntan si soy antropólogo o

escritor.

La batería, el bajo, la guitarra, los co-ros, y las voces del disco “No es usual”,

fueron grabados por Tony Delgado, quien además participó en las mezclas y compuso cada uno de los temas que

integran el material.

Delgado es originario de Jacaltenango, Huehuetenango.

Delgado actualmente se desempeña como guitarrista de KIN, banda guatemalteca de rock experimental. Foto La Hora: KIN

Barrancópolis

La celeridad del mundo se apodera de nosotros en la cotidia-nidad, reduciéndonos a esos seres emocionales e instintivos que su-ceden en la adrenalina, el sexo, la nostalgia, la estupefacción indo-mable de miles de shocks eléctri-cos y nerviosos que viajan tras-

tabillándose en la corporeidad, y amasan un ser impreciso que se

diluye lentamente. Tal vez esta sea la descripción más acertada que se le puede dar a “No es usual”, el disco de Tony Delgado liberado a los páramos de la indiferencia

guatemalteca en 2,012.

on su rock blues pop, el disco te engancha desde la primera rola, Nada ni Nadie. Con batería y aplausos pue-des sentir los destellos de la música hacer im-

plosiones desde dentro de tus parpados, escurriéndose lentamente con el acompa-ñamiento de la guitarra hasta tus extre-midades, y la voz con enjuagues agudos que te atraen hacia el sopor de un estado alterado.Las canciones se apegan a una influen-

cia estricta de un rock que nunca muere, tal vez porque la condición humana no lo permite, o simplemente porque la subje-tividad nos lleva a referirnos a esa época de la música como única e irrepetible. In-fluencias en la guitarra y el bajo de ban-das como The Who, Hendrix, Sabbath, Zeppelin (y vaya Cristo a saber cuántos más hacen posible esta mezcolanza), pero con un estilo genuino e inconfundible

Cque prende el pecho y lo eleva hacia las ganas de divertirte en la autodestrucción y la locura. Santa María es otra de las canciones

que captan la atención; perfecta para in-troducirla como soundtrack de algún corto que emule el anhelo metafísico de encontrar la muerte en alguna carretera

No es usual toparse coN discos así

de adreNaliNa, sexo y Nostalgia

por JeNNer saNtos

a altas velocidades. - Un, dos, tres, cua… - Se escucha al inicio para que empiece la batería, el bajo y la guitarra a hundirnos en la relación de adrenalina y expectati-va; la letra a manera de plegaria, pide sin remordimiento una muerte hermosa y contemplar el filo de lo desconocido. El disco viene empaquetado sin una piz-

ca de pretensiones (¿raro en Guate va?). Se escucha a todas voces los sonidos que influyen en el ritmo de su composición, pero realmente no aspira a ser una vil co-pia contemporánea de algo que ya se hizo muchas veces; no es sino una expresión coherente del espíritu, una línea de vida que se desata en los acordes arrastrados y llenos de energía que dispara la guitarra en Quiero ser libre, o bien, en la nostalgia suave y facturadora de rolas como Pensar, Buscando Pasión o bien, Soledad. Es tal vez en el estilo único y diverso que

Tony le intenta dar a su disco en donde recae la anonimidad del material. Echar-se de un solo tirón las dieciséis canciones es todo un viaje y aburre de a ratos, no porque sean malas, porque al contrario, el disco que se disparó ¡ÉL SOLO! Está demasiado bien hecho. Simple y sencilla-mente escucharlo una hora completa lo hace ecléctico, lo termina convirtiendo en algo de lo mismo, que muta a algo di-

ferente, pero es lo mismo al final. Antes de terminarse el disco (escúchen-

lo hasta el final, ya sea por pedazos o de una), existe Santa María (Versión Expe-rimental); una rola bizarra, llena de dis-torsiones y un eco casi imperceptible que nuevamente te llenan de atención antes de reventarte con Sobras de Cerdos, una pieza con un bajo exquisito y lleno de cambios que no son insostenibles para la magistral guitarra. Con Odis Odis se acaba el largo pero no

tortuoso viaje de este disco. Una tonada simple, a guitarra acústica, rica en com-posición y en armonía; una canción de amor melancólico que indudablemente todos podemos sentirnos identificados con ella, al menos en algunas partes. Tony Delgado actualmente forma parte

del grupo KIN; una banda que derrocha a mares el estilo propio de su rock blues pop. Hay que escucharlos para no dejar-los en el olvido, justo como casi le sucede a esta joya de disco perdido en la internet y la memoria.

Página 6 / guatemala, 20 De mayo De 2016

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Guatemala, 20 De mayo De 2016 / PáGina 7

n comunista no pue-de pensar la historia como una línea de progreso inexorable hacia el comunismo (paraíso fiscal sin dis-

tinciones de clase). Un comunista no puede creer en ningún tipo de paraíso; puede imaginarlo e intentar avanzar tanto como pueda en pos de éste, pero es ante todo un individuo consciente de sus limitantes. El paraíso, por supuesto, es una paradoja inquietante, pero la es-peranza de los comunistas nunca dispo-ne de terrenos baldíos. Quien imagina la “gran revolución proletaria mundial” como un destino, es tan idealista como el que piensa que se pueden mover obje-tos con el “poder de la mente”. El poder de la mente sirve más bien para volverte materialista. Ser materialista en tiem-pos en que la teoría cuántica y la relati-vidad general dieron paso a la tecnología de sincronización satelital de relojes, sig-nifica tener consciencia de que la ma-teria y la energía comparten las mismas propiedades fundamentales (como de-muestra la célebre ecuación de Einstein “E=mc2”), y que las manifestaciones de la materia son relativas a su escala. La escala de los electrones es una cosa, y la escala de la percepción humana del mundo físico es otra. Tanto que para la condición humana, fenómenos como el “movimiento” y la noción del “tiempo”, son realidades, pero en términos estric-tamente físicos, son ilusiones.Lo que le da estabilidad y coherencia

a nuestro sistema de la percepción de la realidad son las ilusiones. Los cerebros humanos están programados, constitui-dos orgánicamente, para ver la realidad física de forma completamente ilusoria. Si en lugar de movernos como seres vi-vos del planeta Tierra viajásemos a la velocidad de la luz, veríamos el mundo físico detenido, inmóvil, estático. Marx vivió y murió en el siglo XIX, lo

que explica su ignorancia acerca de la teoría cuántica, de la relatividad general y de las relaciones sociales cibernéticas. Más allá de las certezas que heredó a la humanidad, como la ley del valor (toda-vía vigente) y demás aportes a la teoría económica de los que hoy sólo los tecnó-cratas neoliberales e imitadores pueden sacar provecho —¡Nadie sabe para quién trabaja!—, su mayor logro científico fue de carácter metodológico. Se adelantó casi un siglo a otro judío alemán que ampliaría nuestras nociones rudimenta-rias del universo. Sabía de relatividad. Su escala no era la de los fotones, ni la de la constitución química del cerebro huma-no —era consciente de las limitaciones técnicas de su tiempo—. Su escala ma-terial eran las relaciones sociales, y no cualesquier relaciones sociales, si no las asumidas dentro del capitalismo en cier-nes del siglo XIX. Antes que comunista, era un materialista como pocos.Pero ser materialista no implica ser nece-

Camilo Villatoro (1991-…) es un im-popular escritor iconoclasta y satírico nacido en México, pero de identidad guatemalteca. A falta de currículum de publicaciones o méritos de cual-

quier tipo, inventa patrañas cuando de describirse en estos espacios se trata. Prefiere eso, al patetismo de decir que

es “un comunicador persistente en redes sociales”, lo cual es verdad pero

a nadie le importa.

Fotografía de Fernando Chuy —Il bolscevico come fa? —Non c’è nessuno che lo sa*

Barrancópolis

Por Camilo VillatoroU

sariamente comunista. Un comunista no puede guardarse un descubrimiento cien-tífico para su beneficio y el de sus afines. Comunista es quien democratiza el cono-cimiento. Todo comunista se caracteriza por apoyar de una u otra forma procesos políticos que beneficien el bien común.Para beneficiar el bien común, ante

todo hay que tener sentido común. Un comunista, por ejemplo, es feminista no por otra cosa que por sentido co-mún, en tanto se entienda que el femi-nismo trabaja por la igualdad de dere-chos de toda la especie, y si se puede, de las demás especies, lo que en tér-minos discursivos es una redundancia retórica que solo tiene importancia en esta etapa de la historia humana don-de la emancipación del género femeni-no parece avanzar sin detenerse (¡Para bien!). Otro ejemplo de sentido común es la noción de que el trabajo colectivo facilita la resolución de problemas co-tidianos; cómo se organice ese trabajo colectivo es otra cosa…Como los comunistas hacen alarde de

sentido común y de explicar el mundo científicamente, cuales materialistas que son, suelen resolver los problemas de acuerdo a las prioridades, y las prio-ridades siempre dependen del contexto. Un buen comunista sabe resolver en el momento la eterna paradoja entre lo abstracto y lo concreto. Pertenece a lo abstracto la tendencia a relativizar toda aplicación del conocimiento. Pertenece a lo concreto la tendencia a resolver, en forma de acciones o decisiones inmedia-tas, la inercia de los factores materiales en pleno desarrollo. Esa diferencia iluso-ria entre lo abstracto y lo concreto solo es posible en tanto que nuestra condi-ción humana hace diferenciaciones, en términos absolutamente mentales, para garantizar la estabilidad y coherencia de

nuestra percepción de la realidad, lo que en palabras simples llamamos “cordura”.Todo concepto humano es una ilu-

sión compartida mediante el lengua-je. El progreso es una de las ilusiones más convencionales. El progreso, como cualquier concepto, es relati-vizable, como bien ejemplifica el si-guiente pasaje de cuyo autor no re-cuerdo el nombre: “Todas las cosas que nos decían sobre el comunismo, que nos quitarían nuestras propieda-des, que seríamos condenados a tra-bajar en condiciones de esclavitud y demás oprobios, terminaron siendo reales en el capitalismo”.Marx pensó en un progreso de la his-

toria por etapas, luego rectificó ese error en algún texto. Si esa idea hoy nos pa-rece marxista, es porque buena parte de sus seguidores se dedicaron más a la praxis política sin poder explicar prime-ro la realidad. Marx supone la prueba histórica de que alguien se puede equi-vocar y seguir teniendo razón en lo fun-damental.Lo que significa ser comunista puede

resolverse mediante una paradoja: el co-munismo es ilusorio, pero los comunis-tas existen; parte de su existencia radica en imaginar que son comunistas.

PrEgUNTAS frECUENTES:¿Por qué Marx es economicista?Una cosa básica para la sobrevivencia

de un mamífero humano es el alimen-to. El humano trabaja para conseguir alimento, así como las jaurías de perros salvajes cazan para alimentarse. Marx observa cuáles son las relaciones sociales que se dan en torno a la satisfacción de las necesidades de la especie, entre ellas las más importantes, las que los mantie-nen con vida. Llamar a Marx economi-cista es llamar a la humanidad, y a las

demás especies, economicistas.

¿Los comunistas odian a las clases do-minantes?Un comunista no puede odiar o tener

enemigos, concentra su energía mental en resolver problemas estructurales. La clase dominante hace lo mismo: concen-tra sus energías mentales en mantener el statu quo. Son inteligentemente pragmá-ticos.

¿Fue Jesucristo un comunista?Como una sentencia anacrónica y emo-

cional para acercar posibles adeptos a las ideas comunistas, sí. Científicamente hablando, todo es posible en tanto se en-cuentren evidencias arqueológicas de su existencia (aún en búsqueda). Está cien-tíficamente comprobado que para ser comunista primero hay que SEr.

¿Qué lugar ocupan las emociones en la explicación materialista de la reali-dad?Las emociones sirven para emocionar-

se. En otras palabras: ocupan un lugar primordial.

*“— ¿Cómo hace el bolchevique? —No hay nadie que lo sepa”. El estribillo origi-nal es de una canción deliberadamente infantil: Il coccodrillo come fa? Non c’è nessuno che lo sa (¿Cómo hace el coco-drilo? No hay nadie que lo sepa).

Si me Preguntan qué eS Ser ComuniSta

Page 8: Cultural 20-05-2016

Página 8 / guatemala, 20 De mayo De 2016

Texto ilustrado por Go-riron. Durante la presen-tación del libro se llevará a cabo la proyección de un audiovisual produci-do por Ameno Córdova, Pepe Orozco, Tonibe-lle Che y Pamela Flores, entre muchos otros que

no han dejado de jugar inspirados en el libro de Vargas.El evento dará inicio a partir de las 17:00 horas en la Ludo Feria del libro infanto juvenil de Guate-mala, Salón Guatemala, Parque de la Industria.

Cuadros sin costumbre, publicado por Asociación Metáfora - Festival Internacional de Poesía de Quet-zaltenango es el primer libro de crónica de su autor, un recorrido por la vida de la ciudad, sus perso-najes y rincones perversos y mági-cos. La transcripción de la realidad guatemalteca puede ser un ejerci-cio delirante pero también gozoso, o al menos así nos gusta pensarlo, y así pareciera sugerir este libro que será comentado por Carmen Lucía Alvarado, Sebastián Escalón y el editor Marvin S. GarcíaLa actividad literaria tendrá lugar el miércoles 25 de mayo a partir de las 19:00 horas en La Casa de Cer-vantes, 5ta calle 5-18 zona 1 ciudad de Guatemala. Entrada libre.El parqueo frente a Casa Cervantes permanecerá abierto hasta las 9 pm el día del evento. Dentro de la Casa hay parqueo para bicicletas.

Fotografía de Katherine Castillo

Presentación del libro“los habitantes del aire” de Vania Vargas

Presentación dellibro “cuadros sin costumbre “ de Julio serrano echeVerría