Cuentos Ineditos

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Oesterheld Oesterheld perdidos Cuentos Inéditos, reencontrados. Cuentos elegidos y textos escritos por Felipe Ricardo Avila y Javier Ignacio Rago raros Colección Monográficos de Cine Portátil Colección Monográficos de Cine Portátil

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Libros monograficos

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Cuentos elegidos y textos escritos por

Felipe Ricardo Avila y Javier Ignacio Rago

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Publicación sobre artistas argentinos y latinoamericanos de la historieta, el humor gráfico, la caricatura y la animación.

CineP rtatil

g

g“La historieta

es cine portátil”

¿QUE SON LOSCUADERNOS

MONOGRAFICOS DE

?

Retiración de tapa

A esto Alfredo Grassi agregó: “y congelado”. Lo cierto es que en el cine el movimiento tampoco es real, a pesar de lo que expresa su etimología. Entonces, una analogía posible entre cine e historieta podría reflejarse en la ausencia de movimiento «real», el cual, en el primer caso, es una ilusión creada por la persistencia en la retina de una imagen generada a partir de una sucesión constante de cuadros con imágenes fijas; y en el segundo caso, es una sensación generada por la fuerza narrativa de las viñetas. Lucho destacaba la “portabilidad” de la historieta, es decir la posibilidad de leerla en cualquier sitio, utilizando como sala o recinto cinematográfico el vuelo de la imaginación.Sin más preámbulos, les acercamos estos cuadernos monográficos sobre las figuras destacadas del noveno arte. Cine Portátil se renueva para una mejor y más completa lectura.

El gran artista argentino Ricardo Luis (Lucho) Olivera (1944-2005) expresaba en una oportunidad, entrevistado por Germán Cáceres, que...

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prisa, el tiempo sobraba.“Con tal de que los enanitos le gusten al señor Massini y que…”Anselmo Lima no terminó el pensamiento.Una luz vivísima lo envolvió, se sintió girar dentro de un torbellino, por un instante no vio nada…Al instante siguiente Anselmo Lima se encontró frente a frente a algo que le pareció un enorme objetivo de máquina fotográfica, hubo un destello enceguecedor, todo se apagó de pronto, Anselmo se vio en el centro de una amplia pista circular, de paredes altísimas, brillantes, como si fueran de metal bruñido…“El terráqueo no tiene armas” en algún lado resonó una voz, un eco interminable quedó repitiendo la frase.Desconcertado, Anselmo miró a los lados, hacia arriba. Las paredes, más allá de cierta altura, parecían de cristal, entrevió una multitud, pero no pudo distinguir rostro alguno.Además, ni tiempo tuvo de fijarse: allí, delante suyo, viniendo quién sabe de dónde, porque ninguna puerta se abrió para dejarlo pasar, había aparecido un rarísimo ser de cuerpo macizo, erguido sobre dos tentáculos flexibles; otros dos tentáculos se desplegaban a los lados del cuerpo, a la altura del pecho; la cabeza era una masa casi esférica, achatada, con pequeñas antenas que vibraban en la parte superior; dos ojos enormes, circulares, se abrían sobre una gran boca armada de dientes agudos, desiguales…A un lado de lo que parecía el cuello el extraño ser tenía como una ventosa de bordes ondulantes, sostenida por un delgado tallo flexible…“Terráqueo del planeta Tierra…” de alguna manera volvía a hablar, era una voz torpe, lenta, pero las palabras se formaban con claridad meridiana en el cerebro de Anselmo; “tu adversario se llama Hori y no tiene encima arma alguna…Hori y tú lucharán a muerte…si vences serás devuelto a tu planeta…y tuya será la fortuna de Hori…si eres derrotado, que tu Dios se apiade de ti… ¡Queda iniciado el combate!”Era mucho lo que Anselmo hubiera querido preguntar, pero ya Hori se le venía encima, apoyándose con cuidado en los tentáculos inferiores, desplegados los restantes en toda su longitud.Anselmo retrocedió, estaba perplejo, era demasiado desconcertante todo aquello. Pero no pudo retroceder mucho, sintió contra la espalda la dura, helada superficie de la pared metálica.Hori seguía avanzando…Por un momento Anselmo tuvo delante a Hilda, su mujer, y a Ernestito, el chico…El recuerdo relampagueó en el cerebro de Anselmo, vio a Hilda en la casita de los fondos del vivero, cantando y lavando la ropa, sin dejar de vigilar a Ernestito, que andaría por ahí, en cuatro patas, muerto de risa porque no se le pegaban las manos en el barro…Rabia. Eso fue lo que sintió Anselmo, rabia contra la suerte, rabia contra la voz que le hablaba, rabia contra aquél ser repugnante que ya casi lo estaba tocando…¿Por qué habría de someterse a todo aquello?Un latigazo en el cuello, bajo la oreja.Haciéndose a un lado eludió apenas otro golpe de tentáculo. Y corrió hasta el otro lado de la pista, Hori era de movimientos lentos y Anselmo necesitaba tiempo para pensar, para trazarse algún plan de acción.“…lucharán a muerte…” había dicho la voz.Era su vida la que se jugaba.Hilda y el chico…El cinco- tentáculos se había movido apenas. Pero estaba cerca, mucho más cerca que antes…

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prisa, el tiempo sobraba.“Con tal de que los enanitos le gusten al señor Massini y que…”Anselmo Lima no terminó el pensamiento.Una luz vivísima lo envolvió, se sintió girar dentro de un torbellino, por un instante no vio nada…Al instante siguiente Anselmo Lima se encontró frente a frente a algo que le pareció un enorme objetivo de máquina fotográfica, hubo un destello enceguecedor, todo se apagó de pronto, Anselmo se vio en el centro de una amplia pista circular, de paredes altísimas, brillantes, como si fueran de metal bruñido…“El terráqueo no tiene armas” en algún lado resonó una voz, un eco interminable quedó repitiendo la frase.Desconcertado, Anselmo miró a los lados, hacia arriba. Las paredes, más allá de cierta altura, parecían de cristal, entrevió una multitud, pero no pudo distinguir rostro alguno.Además, ni tiempo tuvo de fijarse: allí, delante suyo, viniendo quién sabe de dónde, porque ninguna puerta se abrió para dejarlo pasar, había aparecido un rarísimo ser de cuerpo macizo, erguido sobre dos tentáculos flexibles; otros dos tentáculos se desplegaban a los lados del cuerpo, a la altura del pecho; la cabeza era una masa casi esférica, achatada, con pequeñas antenas que vibraban en la parte superior; dos ojos enormes, circulares, se abrían sobre una gran boca armada de dientes agudos, desiguales…A un lado de lo que parecía el cuello el extraño ser tenía como una ventosa de bordes ondulantes, sostenida por un delgado tallo flexible…“Terráqueo del planeta Tierra…” de alguna manera volvía a hablar, era una voz torpe, lenta, pero las palabras se formaban con claridad meridiana en el cerebro de Anselmo; “tu adversario se llama Hori y no tiene encima arma alguna…Hori y tú lucharán a muerte…si vences serás devuelto a tu planeta…y tuya será la fortuna de Hori…si eres derrotado, que tu Dios se apiade de ti… ¡Queda iniciado el combate!”Era mucho lo que Anselmo hubiera querido preguntar, pero ya Hori se le venía encima, apoyándose con cuidado en los tentáculos inferiores, desplegados los restantes en toda su longitud.Anselmo retrocedió, estaba perplejo, era demasiado desconcertante todo aquello. Pero no pudo retroceder mucho, sintió contra la espalda la dura, helada superficie de la pared metálica.

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Como nos pasa con el autor, la persona, ese ser humano de prestancia física y cuerpo tangible, que está desaparecido, así también nos pasa con la falta de certezas sobre la compilación total de su obra. Y eso nos lleva a una constante búsqueda y revisión de papeles amarillos de años, para poderlo encontrar. Tal vez nadie sepa nunca cuánto escribió realmente en su vida Héctor Germán Oesterheld. Principalmente porque gran parte de su producción era publicada con seudónimo y -lo que no es menos importante- para revistas de poca vida en el mercado y en lugares distantes.Si sumamos la ausencia de su nombre por intereses particulares del autor al estar en situación de peligro, al exponerse, el uso de seudónimos extraños y el borrado de su nombre por causas externas (miedo de algunos editores y/o para no acreditar pagos posteriores a la publicación, cuando historietas hechas mucho tiempo antes eran republicadas), todo eso resulta en una imposible versión final del Oesterheld escritor, de esa suerte de “Obras Completas”, que se nos revela, a pesar de todo, tan esperada como imprescindible. Sin embargo, la tarea de rescate y difusión

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de su obra iniciada hace años por escritores e investigadores que lo leyeron de niños y que fueron la primera

1generación de sus lectores , ha servido para mantener la imaginación creadora de Oesterheld presente en las nuevas generaciones. Muchos de nosotros, pertenecientes a la segunda o tercera generación de sus lectores hemos podido leer y disfrutar al mejor Oesterheld gracias a su labor de rescatistas culturales. Ahora bien, como sucede siempre que un escritor ya no escribe, por la razón que fuera y sobre todo a su muerte, comienzan a aparecer textos que nunca habían sido publicados. Muchas veces esos textos fueron dejados de lado por el propio autor por considerarlos carentes de interés o bien en un estadio muy primitivo o inicial de su proceso madurativo como escritor. Los años hacen que la gente descubra y comience a valorar a muchos autores después de muertos, y las razones comerciales para continuar publicando (y de alguna forma, hacer que continúe escribiendo después de la muerte) se multiplican entonces. Con un argumento

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1 Por ejemplo: Carlos Trillo, Robin Wood, Juan Sasturain, Jorge Claudio Morhain, Martín García, José Pablo Feinmann, Guillermo Saccomanno, entre otros.

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más que razonable, la escritora Rosa Montero planteaba sus objeciones a esta catarata de “inéditos” que se suelen dar por el mundo. Y lo hacía en una breve nota aparecida en la revista Ñ del 10 de noviembre de 2007, con motivo de la publicación en esa misma revista literaria

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2 Los argentinos en la Luna, antología de cuentos de ciencia ficción, varios autores, Ediciones de la Flor, 1968. 5

de un cuento inédito de Cortázar. Aquí, en este libro que tiene en sus manos, la aparición de estos cuentos inéditos, raros, perdidos y felizmente encontrados tiene otro sentido. Porque fue el propio Héctor Germán Oesterheld el que encolumnó a algunos de ellos -a la mayoría- y les dio una finalidad: ser parte integrante de un libro de cuentos completos de su autoría. Un libro de cuentos de ciencia ficción que debía salir publicado hacia finales de los años 60 o principios de los 70. Nunca ocurrió este libro, como ahora todos sabemos y sólo nos queda ese resumen hecho por el propio HGO, más algunas anotaciones relativas a ese libro que hemos podido rescatar; junto con comentarios, plots o resúmenes sintéticos y la inclusión de otros cuentos muy conocidos ya publicados en Más Allá y en

2una antología de Ediciones De la Flor .

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Queda entonces la posibilidad de releer esos cuentos dentro del sentido nuevo que el propio HGO les daba, y de conocer por f in o t ros que han permanecido absolutamente ocultos para el gran público. Hasta hoy.

Los cuentos completos incluidos en este trabajo pueden leerse gracias a la autorización de los herederos de Oesterheld, por lo que expresamos desde aquí nuestro agradecimiento tanto a la Sra. Elsa Sánchez de Oesterheld como a sus nietos Miguel Martín Mórtola Oesterheld y Fernando Airaldi Oesterheld.

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1) Huerta (publicado en revista Fierro N° 1, 1985, cuento completo)2) Ejecución (salió publicado el plot como si fuera un cuento corto, en la revista

Fierro N° 1, 1985, duraba según HGO, 15 págs.)3) El experimento de Alberto Schetti (inédito, 13 págs., falta la última)4) Hagan Juego (hay una versión en historieta como capítulo de Sherlock Time,

4 págs., cuento completo)5) Paraíso (hay una versión en historieta publicada en revista Top N° 8, de

febrero de 1972, con dibujos de Gaspar González y Frank Szilagyi y un excelente resumen argumental escrito por HGO para un editor del libro de cuentos que estaba preparando, 11 págs., falta la última)

6) La trampa y el arma (12 págs., cuento completo)7) Tres hombres en el espacio (narra la odisea de la Apolo XIII, 3 págs., cuento

completo)8) Objeto no identificado, viniendo (contiene una anotación final de HGO

sobre el tema de los misiles atómicos, 5 págs., cuento completo)9) La cosmonave fantasma (es una nueva versión del cuento Paria espacial,

publicado a comienzos de los años 60 en la revista Eternauta, pero escrito con posterioridad, hacia finales de la década. Hay una última versión muy resumida y modificada en la revista infantil Billiken, cuento completo)

10)Kosmo (plot gigante, guión, cuento o novela corta a desarrollar, 3 págs. oficio)

11)Nueva Samarkanda (sólo queda el plot. Tendría según estimaba HGO una duración de 30 págs.)

12)El inspector fantasma (sólo está el plot. HGO lo subtitula o menciona como “Daniel Fuentes, alias el estanciero”)

13)El Diosero (no hay ni plot ni cuento, sólo hay referencias de HGO, duraría 2 págs.)

14)Mendigo (sólo está el plot, de un mendigo en la escalinata de la puerta de un templo, que es todos los templos de todos los tiempos, duraría 5 págs.)

Hay otros relatos breves que HGO pensaba para ese libro de cuentos de ciencia ficción y fantasía del que hablamos, y tienen más de una publicación conocida, ellos son: El árbol de la buena muerte, Una muerte, y el Inocente Maquiavelo reforzado.Entre cada uno, HGO indicaba el sitio para los “microcuentos” como los que aparecen en Sondas.

OesterheldY los cuentos

para el libroque no pudo publicar

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? Cuentos inéditos o de una sola publicación conocida

La obra completa de Héctor Oesterheld está aún por publicarse. Existen miles de páginas, entre guiones para historieta; adaptaciones de obras famosas de la literatura (realizadas, por ejemplo, para la revista infantil Billiken); traducciones; notas de divulgación; textos varios y -lo que al fin nos ocupa en este trabajo- sus cuentos. Hemos tratado de clasificar muchos de sus cuentos -con la ayuda de varios entendidos- y hemos descubierto que algunos han sido publicados una única vez, y de dichas publicaciones es muy poco lo que sabemos. Hay también una interesante cantidad que podríamos agrupar como “cuentos inéditos”, además de aquellos otros de una sola publicación. La dificultad reside en la vastedad de publicaciones (aquí o en el exterior), muchas de las cuales lanzaron pocos números, donde HGO habría colaborado y no pocas veces sin los datos expresos de su autoría.He aquí entonces, una pequeña muestra, un manojo de títulos como introducción a esa futura, hermosa y completa publicación de la Gran Obra de Oesterheld. Para el carácter de este trabajo, nos permitimos mostrarles ahora una breve cantidad de palabras, el comienzo o apenas fragmentos de algunos de ellos, para que el lector pueda compartir algo más de su buen hacer literario.

Huerta (publicado en revista Fierro N°1, 1985)

“_ ¿Y en Sol, rrRiy, cómo va la cosa?_ En Sol, oh AAAaaA, la cosa va bastante bien. No prendieron las semillas ni en Sol 2 ni en Sol 4, como pensábamos, pero en cambio Sol 3, como no pensábamos, resultó un éxito. Vida por todas partes, una raza inteligente, aunque muy torpe, durante muchísimo tiempo pareció que no serviría para nada, pero cuando decidimos catalizarla mejoró en forma insospechada, ya tienen más de treinta mil atómicas listas para ser detonadas.”

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oEjecución (plot)

Año 2068, en Buenos Aires. Aniceto Lara se gana la vida en Balvanera, una Reserva Urbana dedicada a preservar las pintorescas costumbres del Buenos Aires del 1900. Aniceto es cuarteador, ayuda a los tranvías de caballos que deben repechar una cuesta. Gana muy poco, lo mismo les pasa a los otros que trabajan de compadritos, de organilleros, etc. Empujado por el deseo de sacar a su mujer, Laura, del conventillo en que viven, Aniceto decide cometer un crimen: se ha enterado de que en San Isidro vive un supermillonario completamente solo.

Consigue entrar en la casona; asiste, escondido, a las fantásticas reconstrucciones que son el hobby del millonario: robots que parecen seres de carne y hueso, teleguiados por computadoras, reviven escenas culminantes del pasado histórico. Aniceto asesina al millonario y ya escapa cuando pone en marcha, sin querer, una reconstrucción histórica: es después de Caseros, los robots-soldados de Urquiza están cazando mazorqueros, lo acorralan, le preguntan qué color prefiere, el desdichado Aniceto no sabe historia, grita que rojo, lo degüellan.

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El experimento de Alberto Schetti (inédito), 13 páginas, falta la última. Se transcribe acá toda la página 13:

“El palo se alzaba constantemente._ ¡Hablá!¿O para qué te pensás que traje este palo?_ ¡No le diré nada!Alberto Schetti apretó el alambre contra la herida del dedo._ ¡Quieto!¡No te vas a burlar de mi!Alberto estaba ya casi a un metro de altura._ Te bajaré de un…la mano de Llerena se afirmó contra el borde de la pared voladora. Blandió rabiosamente el palo.Intentó golpear cuando ya sus pies no tocaban el suelo. _Ahhhhhhh…!Hubo un ruido seco, contundente; y una luz azulada, gaseosa, envolvió la pared. Un flujo eléctrico había hecho gritar a Llerena. Cayó.Y también cayó el aparato volador con Alberto y Pipo.Cuando dio contra el suelo, Alberto Schetti ya había perdido el sentido.Dos sensaciones muy diferentes despertaron a Alberto: algo viscoso que le subía y bajaba por la cara, y una luz intensa que parecía traspasarle los párpados.Abrió los ojos.La lengua de Pipo le lamía ásperamente la cara. Y Recalde y otro agente de la comisaría 35 estaban frente a él, apuntándole con una linterna._ Es Alberto Schetti, un chico del barrio dijo Recalde.- Y aquél es Llerena, un electricista loco…_ Está muerto anunció lacónico el otro agente.La linterna se apartó de Alberto y apuntó al cuerpo de Llerena._ Tiene quemada la mano, como si hubiera tocado un cable de alta tensión.La linterna volvió a Alberto._ ¿Podés decirnos que pasó, Alberto?”

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Hagan Juego (fragmento)

Tres meses de soledad completa, en el fondo de aquél cráter de paredes alisadas, sin salida.Tres meses de soledad completa, y ahora estaban allí, claramente grabadas en la arena.Huellas. Una hilera de huellas pequeñas, como de chico, o de muchacho.Lou Dillon se pasó la mano por los ojos, apretando fuerte. ¿Estaría empezando a ver visiones? Desde aquella mañana se sentía raro, nervioso, con el pulso más fuerte que nunca…Pero no, las huellas seguían.

Paraíso (fragmento)

Como todas las mañanas, Juan Carlos Gamarra despierta a la dicha, entre los brazos de Silvia, su mujer, que despierta junto a él, contentos, saciados los dos por el último Telesueño: Juan Carlos fue el héroe de una cacería prehistórica, su lanza dio el golpe final al gigantesco mamut, la sangre hirviente lo bañó, en la orgía que siguió las muchachas de la tribu se disputaron sus favores; por su lado Silvia navegó en un galeón español, los piratas atacaron y masacraron a la tripulación, Silvia quedó a merced de la horda embravecida, terminaron haciéndola reina del bergantín.Del lecho a la ducha feliz con los tres hijos. Cada uno vivió su telesueño, juegan con los chorros radiantes, están alegres, ríen por cualquier cosa. El desayuno, otra etapa de la felicidad compartida, cuando termina Juan Carlos tiene que dejar las risas dichosas, es la hora del trabajo, debe irse. Aunque lo hace sin demasiada pena, también hay placer en el trabajo: partir no es sacrificio. Juan Carlos cierra la puerta metálica, saluda a la imagen que le devuelve la superficie bruñida, un rostro joven, aunque ya tiene cincuenta largos, recias las cejas y la mandíbula, lástima las pecas y la nariz tan pequeña, lo infantilizan, pero ¿quién repara en eso?, se sonríe, ya está andando por el túnel, va silbando, feliz, tan feliz que ni se da cuenta.Su felicidad no tendrá fin. Como no tendrá fin la felicidad de ningún ser humano: la muerte no existe, es apenas un fantasma del pasado, remoto fantasma ya sin espantos.Gracias a los erbos.Los erbos, que trajeron a la Tierra la Inmortalidad del Cuerpo.

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