Cuentos del mundo con dios al fondo

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Cuentos del mundocon Dios al fondo

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CARMEN IBARLUCEA PAREDES

2005

Cuentos del mundocon Dios al fondo

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2ª Edición: Enero 2005 (1.000 ej.)

© Asociación C. TremnGrecia, 6. 06100 OLIVENZATeléf.: 924 49 12 72e-mail: [email protected]

Diseño de cubiertaCarmen y Juan Carlos

ISBN: 84-932955-0-7Depósito Legal: BA.677-2003

Imprime KADMOSSalamanca, 2005

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AGRADECIMIENTOS Y ADVERTENCIAS

No se puede escribir desde la fe, sin creer... pero sepuede hacer difícil creer, si uno no se va encontrandocon manifestaciones tangibles (no como el absoluto de lapiedra, sino como el velado lenguaje de la poesía), quetienen nombre, rostro, historia.

En ocasiones las manifestaciones tangibles, son frá-giles, dolientes y se encuentran perdidas; otras veces,arropan tu dolor, algunas son un modelo de vida: bon-dad, buen humor y compromiso constante con la justicia(dulce caridad). Algunas son todo eso y más.

Aquí hay algunos nombres, no son todos, pero mepareció de justicia.

A Daniela, Bárbara, Macarena y Hanna. Ana y Johnny, Fhzora, Dariuzs, KarinaA la Comunidad religiosa de HH Reparadoras de

Táliga (Badajoz): María R., Regina, María S., Ángela y Pilar. A los miembros amorosos del I.E.M.A Carlos, Esther, Feli y Marina.Y a quien, pese a todas las pruebas en contra, con-

fía en mi: Fernando Ibáñez.

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Para realizar esta recopilación, he buscado con atención entrepáginas encuadernadas y páginas web, he escuchado con atencióna las personas que, por los azares de la vida, se cruzan conmigo lle-gando de todas partes: trabajadores y trabajadoras, estudiantes, via-jeros, amigas...

Y me encuentro ante la dificultad de no poder precisar la pro-cedencia o la autoría étnica de algunos de los relatos. Por eso pidodisculpas a los pueblos no mencionados, pido disculpas por los cuen-tos mal ubicados y me disculpo por no disponer del tiempo y sobretodo de la capacidad económica que me hubiera permitido llevar acabo un trabajo de campo exhaustivo, como hubiera sido mi deseo.

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NOTA PERSONAL SOBRE LA FE, LA RELIGIÓN Y SUS FORMAS

“En tanto en cuanto el universo tuviera un principio,podríamos suponer que tuvo un creador. Pero si el uni-verso es realmente autocontenido, si no tiene ningunafrontera o borde, no tendría ni principio ni final: simple-mente sería. ¿Qué lugar queda, entonces, para un creador?(Stephen HAWKING, Historia del tiempo, Ed. Crítica 1999pág 180)

Como ven, soy arriesgada. Comienzo un libro quehablará de Dios(a) desde la diversidad, citando a un ateo.Pero también los ateos dedican mucho tiempo a pensar sobreDios en todas sus formas, para vergüenza de una buena partede los creyentes. Y después de todo, esta observación deHawking no esta tan lejos de ser la observación de un cre-yente... Por ejemplo, para los budistas, el Universo no esfruto de un creador, no tiene principio, ni fin...Y, sinembargo, de ellos decimos que son creyentes o religiosos,porque nos proponen una forma de autoconocimiento quenos lleva a la felicidad a través de la asunción de la plena res-ponsabilidad de la vida, a través de una mirada atenta y lacapacidad de elaborar un juicio propio, logrado mediante laobservación y la meditación personal. En esto se separan deHawking, porque él quiere saber qué pasa fuera, cómo fun-ciona el mundo. No es tan sencillo esto de las religiones, delas creencias... o las increencias.

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Hubo un tiempo en que yo era atea, por lo que no mees ajena esta manera de plantearse la vida y de mirar elmundo. De hecho creo que esa manera de ser y de hacercontinúa siendo la parte más personal de mi misma. Ser ateono es negar la existencia de Dios, Diosa o dioses, es simple-mente hacerse 100% responsable de los propios actos, casicomo ser budista, pero mirando más hacia fuera. Si han leídolos agradecimientos habrán visto que he dedicado este libro avarias personas. Son todas personas a las que admiro por suespiritualidad, algunas de ellas son creyentes y otras sonateas. En la práctica no encuentro ninguna diferencia en suscomportamientos, porque estas personas, cuando realizanuna buena acción, la realizan con la misma alegría y el mismodesinterés. Ninguna de ellas busca ganar nada: ni un lugar enel cielo, ni en la prensa, ni en el panteón familiar. Cuando seequivocan y obran de manera incorrecta, al hacerse conscien-tes, su reacción inmediata es pedir perdón a la persona o per-sonas afectadas... De modo que, a simple vista, y en mi arro-gante ignorancia, no otorgaría a la religión mayor influenciaque al sentido ético sobre la conducta de las personas... Ladiferencia sutil está en un lugar no visible que proporcionauna forma diferente de estar en soledad y en compañía.

Si ustedes me preguntan por mi adscripción, la únicarespuesta honesta que puedo ofrecer es que soy creyente opor mejor decir sintiente de la existencia de Dios(a) y nopuedo desligar este hecho de otros hechos fundamentales enmi vida: ésta es la razón que me lleva a escribir este libro, aúna riesgo de fracasar. Yo tenia 20 años cuando la idea de Diosse sentó en mi estomago y comenzó a complicarme la vida.Pensaba entonces: creer no es razonable. A mi me gusta larazón, por ello el argumento fácil que nos dice que “la fe estápor encima de los razonamientos o las demostraciones” meresulta una aberración. Pero yo llevo dentro de mí esta cer-

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teza de la que no puedo, ni me quiero desprender, esta cer-teza que sostiene mi flaquear ante la dificultad y promueveen mí un diálogo incesante y el diálogo es el mejor caminoen la búsqueda de razones... ¡Claro!, creer en Dios/a es razo-nable1, porque es una experiencia de diálogo inigualable...Eso, obviamente, para quienes pensamos que Descartes(“pienso luego existo”) olvidó añadir, que pienso porquenazco y crezco en una comunidad comunicada.

Pero centremos este libro. Algunos cuentos (12 entreleyendas y cuentos) de África, América y Asía van a hablarnosde Dios(a). ¿De qué Dios? Porque parece que hay muchasformas de entender la divinidad, muchos matices, muchas tra-diciones... Y yo me pregunto: ¿hay muchos dioses, o haymuchas personas?... Si lo miramos a la luz de las cifras de laONU, actualmente somos 6.134 millones de personas sobreel planeta, de las cuales el monoteísmo agrupa a 2.000 millo-nes de personas aproximadamente, que se reparten en tresreligiones: el judaísmo con unos 18 millones; el Islam con 900millones y el cristianismo con 1.200 millones. Si nos centra-mos en las cinco grandes religiones (hinduismo, con 800millones; budismo, con 1.700 millones, islamismo, judaísmo ycristianismo) ya contamos con 3.500 millones de personas...pero ¿y los 2.634 millones de personas que no se incluyen enesa suma? No existen estadísticas, o yo no las he encontrado,que calculen el numero de ateos posibles en el mundo, perome atrevo (ya les advertí que soy arriesgada) a pensar que unalto porcentaje de los 2.634 millones que no se adscriben alas grandes religiones, si creen de alguna forma en un crea-dor, serían practicantes de lo que los occidentales hemosmetido en el cajón de sastre del animismo, ahora también lla-mado “religiones originarias”.

1 Díaz, C. Preguntarse por Dios es razonable, Ensayo de Teodicea.Ed. Encuentro 1989.

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Me he sentado a escribir porque hace unos meses variosadolescentes me dijeron con total espontaneidad:

“(...) No creemos en Dios. ¿Quién se va a tragar todoese rollo de Adán y Eva? Nosotros sabemos que el mundo locreó la Ciencia”...

En realidad si lo miramos desde la sinceridad del cora-zón, saben más que yo y su fe es más profunda, aunque yome encargué de socavarla aclarándoles que “la Ciencia” nopuede crear nada, porque la verdad de las cosas, es que lahemos creado nosotros para entender el mundo; pero, aúnasí, debo reconocer que yo no podría decir con igual seguri-dad y determinación “¡Mungu2 creó el mundo!” Seguramenteporque mi pensamiento está mucho más invadido por la cien-cia que el suyo, pero me sorprendió la rapidez con que pudeexplicarles que la ciencia es una creación humana, una téc-nica. Pero no puedo decir lo mismo cuando hablo de Mungu.No puedo creer, como creía, que es una creación humanapara explicar el mundo, porque no todos los pueblos tienenciencia, pero en cambio todos los pueblos tienen la certezade que, de un modo u otro, hay alguien que sin ser comonosotros, nos contiene. Y la diversidad de concepciones deese alguien a quien se le dan muchos nombres y atributos, oesos álguienes entre quienes se distribuyen las tareas imposi-bles, me hace razonar que más allá del imaginario que carac-teriza nuestra humanidad, Dios(a) existe.

Leyendo el “Manual de historia de las religiones” de Car-los Díaz3, encuentro esta cita de Zubiri (no quiero engañar anadie haciéndoles creer que leo más de lo que leo):

2 Término del idioma suahili que designa al que crea armonía y rela-ciona todo lo viviente.

3 Carlos Díaz. En la contraportada de su libro “De la razón dialógicaa la razón profética” dicen de él: escritor distinto (...) se sitúa en una líneautoprofética (utópica y profética).

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“El orto de una religión es siempre una reforma.Una reforma que no comienza en cero. Esto es esencial. Yjustamente porque no empieza en cero, la construcción deuna religión nueva es algo esencialmente histórico y pro-gresivo. Entonces, este no comenzar en cero significa, ensegundo lugar, que la reforma consiste formal y positiva-mente en una rectificación. El fundador y reformador deuna religión pretende rectificar cosas que a su juicio eranerróneas o torcidas en el estadio anterior de esa religión.Esto es cuanto podemos saber acerca del nacimiento de lasreligiones. La inmensa mayoría de las religiones que halla-mos sobre la tierra están ahí sin que se sepa exactamentecómo han nacido” 4.

Siempre he tenido debilidad por la prehistoria. Cuandoera adolescente, solía tener ensoñaciones respecto a la exis-tencia en un tiempo sin progreso electro-tecnológico. Me veíaa mi misma como una mujer activa que pasaba su vida enmedio de la naturaleza, enseñando a mis hijos a conocer elmedio, jugando con ellos y trabajando con ellos, compar-tiendo penas y alegrías con una comunidad más extensa quemi propia familia. Años después, al recordar este juego men-tal, cuando ya era la mujer creyente que se deja interpelar porDios(a), me he preguntado cómo se hubiera comunicadoÉl/Ella conmigo de haber vivido efectivamente en aqueltiempo pretérito. Porque estoy segura de que Dios(a) noesperó a que las sociedades desarrollaran las grandes religio-nes para entablar un diálogo. El Diálogo es principio.

4 Xavier Zubiri (1898-1983), filósofo, aporta un pensamiento originaldesde su idea sobre la inteligencia sintiente y una novedosa concepción dela realidad, influenciada por el estudio de la física. Conocedor de Einstein,Schrödinger, Zermelo y Jaeger, desde estas perspectivas “acordes con lostiempos” aborda la libertad, la voluntad, la historia y el concepto de Dios. Lacita esta sacada de su libro “El problema filosófico de la historia de las reli-giones”, Alianza ed. Madrid 1993.

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Cuando uno estudia historia lo primero que aprende esque la piedra angular de nuestra humanidad está relacionadacon las manifestaciones productivas (herramientas), las fun-ciones compasivas (enterramientos) y la capacidad de comu-nicarse (lenguaje articulado). Pero siento que el miedo a lono aprehensible también es parte de nuestra humanidad.

Mirar el cielo y ver una bóveda de luces incontables damiedo: ¿qué son?. ¿Por qué están sobre nosotras?... Y una dael paso: ¿quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dóndevamos? Comprendo que del miedo surja la religiosidad, labúsqueda de seguridad en algo o alguien que esté porencima de nosotras y nos “salve” y con eso habríamos zan-jado el tema de la religión. Pero como las cosas nunca sonsencillas, siempre hay alguien que nos lo viene a complicartodo, alguien que no necesita seguridades para creer, nirecompensas por su fe. Esta actitud desmonta la teoría deMarx de la religión como opio del pueblo, pues, aunqueindudablemente es así en muchas ocasiones, en todas las reli-giones hay una llamada de atención de los místicos hacia elpoder, para que no mezclen a Dios en sus manipulaciones...Y, aunque algunos piensen que esto es nuevo (lo es relativa-mente), sólo hay que asomarse al hinduismo para descubrirque fue seriamente criticado por la actitud vital de un hom-bre, hace apenas 2.500 años, Siddharta Gautama, el Buda.

Coincidirán conmigo en que la religión es un fenómenoesencialmente moral y, por su naturaleza, es difícil que lle-guen hasta nosotros pruebas tangibles y concretas de susideas, pero tenemos la tendencia de relacionarlo todo, la“manía” de asignar valor a las cosas y nos gusta asentar nues-tra fe en objetos materiales convirtiéndolos en símbolossagrados sobre los que proyectamos de manera sencilla ideasde comunión profunda, haciendo que lo espiritual sea máscercano y aprehensible. Es esa necesidad de complicar lo

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simple la que nos hace caer en el pensamiento mágico, quees una trampa para la espiritualidad, una trampa en la quecaemos una y otra vez. Si regresamos al budismo vemos conasombro que aquel que criticó el pensamiento mágico delhinduismo (Siddharta Gautama) al morir terminó convertidoél mismo en una figura sobrenatural a la que se rinde culto.

No conozco, aunque es cierto que soy muy ignorante,ninguna cultura o sociedad que escape de esta tendencia.Viene a ser una segunda piel de la persona. Y centrarnos ennuestra magia para observar la magia de los demás, nos aleja.Existe un chiste circulando por internet que nos narra elencuentro de un europeo (español, francés, alemán,...) y unasiático (chino, japonés...) en un cementerio civil.

El europeo ha depositado sobre la tumba de la personaquerida un ramo de flores y se concentra en la oración,cuando aparece el segundo personaje, el asiático, que visita latumba contigua. Para sorpresa del occidental, el chino depo-sita sobre la tumba un plato de arroz. Y el asombro lo lleva apreguntar:

– ¿De veras cree usted que el muerto se levantará acomer el arroz?

– Por supuesto, en el mismo momento en que su muertose levante a oler las flores.

Así somos, fijamos nuestra mirada en lo superfluo y ten-demos a olvidar lo importante.

En la sociedad de la información, las dudas que surgenen los niños con apenas 6 ó 7 años pueden igual que siem-pre, hacerles sentir la angustia de lo inaprensible, preguntascomo ¿dónde estaba antes de nacer?, ¿por qué no se cae elmundo? ¿dónde vive ahora tu madre? (en el caso de los quesienten la falta de una abuela). Eran las que me hacían mis

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hijos a esa temprana edad... Es la eterna necesidad de com-prender nuestra existencia y el destino final de nuestra vida.

Lo que sabemos con certeza es que los sentimientosmás profundos son universales, aunque los ritos y manifesta-ciones sean diferentes. Aunque uno sea ateo, entiende elverbo sacralizar, que en realidad es todo aquello que tiene lafacultad de evocarnos un afecto. Decía Thomas Khun5, filó-sofo estadounidense:

“El hombre no deja pasar nunca demasiado tiemposin inventar una cosmología, puesto que ésta siempre leimpregna de un determinado punto de vista sobre elmundo y da un significado a cada uno de sus actos, seanfísicos o espirituales”

Hay cosmologías que nos son muy familiares, aunqueno las lleguemos a comprender plenamente o tengamos pre-juicios sobre ellas. Es el caso de las tres religiones de las quehablábamos antes: judía, islámica y cristiana. Pero de los4.000 millones de personas que no se encuadran dentro delmonoteísmo específico, es a los pueblos africanos, a los pue-blos originales de América y a los oceánicos, los más desco-nocidos, quizás por ser los más diferentes en su cosmología,los que sienten a Dios(a) de forma tan distinta, a los que megustaría acercarme para comprender, para aprender y paracompartir.

Según los psiquiatras y psicólogos, nuestro cerebro escapaz de descubrir y reconocer de manera subconsciente losmodelos de la sociedad en que se nace, lo que es similar y lo

5 Thomas Samuel Kuhn (1922-1996) reconocido filósofo de la cien-cia, autor de “La Estructura de las Revoluciones Científicas” (1962), libro quemarca un hito en el estudio de esta disciplina y que estudia la ciencia comofenómeno social.

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que es diferente. Ningún bebé occidental va a confundir elperro con el gato. Pero, además, resulta que el juego deencontrar diferencias y semejanzas es de los que más nosgustan cuando empezamos a relacionarnos con el mundo (apartir de los seis meses). Por eso los técnicos definen el pro-ceso de aprendizaje como el método que permite “extraer dela confusión un diseño que tiene significado.” Y ese es eljuego que yo les propongo. No quiero que se tomen estelibro como una reflexión sobre las religiones. Es más bien unjuego de niñas y niños.

Pero como jugar es una cosa muy seria, es bueno que,además de buscar semejanzas y diferencias, demos un pasomás allá. Partiendo del supuesto de haber llegado al acuerdode que Dios(a) existe (de otro modo no habríamos terminadoel primer diálogo y este libro sería “eterno”) es imaginableque nos preocupe el siguiente: el interreligioso. Y uno quieresaber qué opinan los demás. Yo, por mi educación y cultura,soy una creyente que se hace militante en la comunidad cató-lica, pero siento que, de haber nacido en otro lado delmundo, sería una creyente con las mismas exigencias, mili-tando en otra iglesia (comunidad).

Por eso tiendo a pensar que, en términos generales, elcuento hindú de “El elefante y los curiosos” tiene mucho quever con Dios(a), y nuestras limitaciones para “mirar”.

Por si no lo recuerdan el cuento dice:

Existió cierta vez un pueblo que nunca había visto un ele-fante, enterados de esto unos hábiles comerciantes, llevaronhasta allí un ejemplar magnifico para mostrarlo públicamente.Lo llevaron al pueblo durante la noche y lo ocultaron en unestablo a la espera de la luz de la mañana.

Vivían en aquel pueblo cuatro hombres curiosos que, ente-rados de la llegada del elefante, deseaban ser los primeros en

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ver aquel maravilloso animal. Animados por la mutua compa-ñía, salieron en medio de la oscuridad hacia el establo, ocultosen la manta negra de la noche. No llevaban consigo ningunaluz, para no despertar a los comerciantes, ni levantar sospe-chas. Por eso, al llegar al establo sólo contaban con sus manospara hacerse una idea de cómo era el animal.

A través del tacto cada uno imaginó como era el elefante.Uno había quedado de frente y con sus manos tocaba latrompa del paquidermo. Otro se había situado a un costado dela cabeza y al estirar las manos tocó una gran oreja. El tercero,tocando el costado del animal, acarició su generoso vientre. Y elcuarto, que había quedado situado en la parte de atrás, tocosus patas firmes como columnas.

Los cuatro amigos al reunirse fuera del establo comenza-ron a conversar sobre las características del elefante, pero noconseguían ponerse de acuerdo. Para el primero el elefante eracomo una gruesa serpiente, mientras que para el segundotenía forma de abanico. El tercero sostenía que el elefante enrealidad era como un trono majestuoso que camina sobre latierra y el cuarto aseguraba que el elefante era una columnaque sube hacia el cielo. Ninguno sabía en realidad cómo era unelefante, y se desesperaban por haber visto animales tan dife-rentes entre sí. ¿Quien de ellos había tocado al auténtico ele-fante? Ciertamente ninguno mentía... El problema está en queninguno conocía toda la verdad.

Si lo que deseamos es ser capaces de superar nuestraparcela y completar el cuadro, a través del dialogo... si enten-demos que “creer en Dios” y “creer que Dios...”, es lo quenos une, podremos establecer una relación de confianza,pero eso si lo que queremos es llegar al mismo lado.

Los malentendidos no están realmente en la raíz; unejemplo. La creencia comúnmente extendida entre los occi-

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dentales sobre el Islam y la discriminación de género..., aun-que encontremos fácilmente textos que nos muestran lo con-trario:

“¡Hombres! Os hemos creado a partir de un varón yde una hembra y os hemos hecho pueblos y tribus distintospara que os reconocierais unos a otros.

Y en verdad que el más noble de vosotros ante Alá esel que más le teme. Alá es Conocedor -Âlim, el que todoconoce, el Omnisciente - y está perfectamente informado -el Jabír, el que tiene toda la información-” (Corán, sura 49aleya 13).

Dice Amparo Sánchez Rosell, del Centro Cultural Islá-mico de Valencia:

“Ya lo he hecho anteriormente en muchas ocasiones,he hablado hasta la saciedad para explicar que no es elIslam el que margina o no a la mujer en países de mayoríamusulmana. El esconderse detrás del Islam para justificarlo injustificable es una bajeza, y el permitir o aceptar esaexcusa va en detrimento de las mujeres y en beneficio delos opresores, pues si la mujer está convencida de que sureligión exige de ella que así sea, así terminará siendo”.

Y creo que las cristianas hemos padecido el mismo tipode engaño por parte de una clase que no quería perder lasprerrogativas que su género (masculino) había conquistado através de un largo camino de desajustes entre la naturaleza yla cultura. Es obvio que todas podemos aprender de todos (yviceversa) y a mí particularmente me gusta ese dicho del pro-feta Mahoma:

“No es poderoso el que derriba a otro, sino el que secontrola a sí mismo en un arranque de ira.”

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Esa es mi meta en la vida..., pero en realidad no me hesentado a escribir para contarles cosas que con seguridad yasaben.

Juan Martín Velasco6, hablando del concepto de religión,dice:

“la religión significa muchas cosas notablementedistintas para quienes la utilizamos. (...) Tal polivalenciase deriva principalmente de la complejidad del fenómeno aque se refiere. Bajo el techo común de la religión se alber-gan realidades tan diferentes de contenido y de valorcomo los sentimientos de entusiasmo y fervor ‘religiosos’,las elevadas disquisiciones de la teología, los actos deabnegación, los sacrificios cruentos, los gestos corporalesmás variados, las representaciones simbólicas más extra-ñas y una larga serie de las más diferentes realidades conlas que nos familiariza la historia de las religiones”...

De modo que no es sólo que haya religiones diferentes,sino diferentes formas de vivir la misma religión... que vienea ser como con la comida, que nuestra base química buscaobtener unas sustancias básicas a través de los alimentos,pero cada uno llega a eso con diferentes dietas, sin olvidarque hay dietas que, siendo apetitosas a nuestros ojos y anuestro paladar, no nos proporcionan los nutrientes necesa-rios para disfrutar de un organismo sano, son dietas engaño-sas. Para que comprendan a dónde quiero llegar, permítanmeun ejemplo:

En el año 1974, se publicó un estudio que relacionaba laalimentación y el origen del cáncer y las enfermedades coro-narias. Algunos médicos habían observado que en las pobla-ciones africanas es mínimo el número de enfermos por estas

6 Martín Velasco, J: El encuentro con Dios, Caparrós editores, Madrid1997.

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causas y lo asociaron al tipo de alimentación, por lo que secomenzó a recomendar la dieta rica en fibra (los africanosson básicamente vegetarianos por necesidad económica).Con el tiempo se comprobó que el problema del cáncer y lasenfermedades coronarias nace del excesivo consumo de gra-sas animales, por lo que comer hamburguesas, costillas y sal-chichas a diario, acompañadas de arroz integral, no nosayuda a evitar estas enfermedades. En el caso de los africa-nos, el exceso de fibra también puede ser un problema, por-que la fibra no se digiere y si los nutrientes se combinan conella, no son absorbidos durante el transito intestinal, lo quepuede favorecer la desnutrición, si no se toman otros alimen-tos que proporcionan al organismo los minerales requeridos.

Y después de esta digresión, sólo quiero decirles queme gustaría que este libro fuera un homenaje a la espirituali-dad (y a las diversas cosmologías) de los hombres y mujeresa los que con demasiada frecuencia hemos mirado con extra-ñeza o hemos llamado salvajes.

Con afecto creciente

CARMEN IBARLUCEA

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INTERCULTURALIDAD: UN SOBREESFUERZO QUE MERECE LA PENA

No queremos engañar a nadie diciéndoles que la inter-culturalidad o la relación entre culturas7 sea la forma naturalde convivir y que sólo hace falta el respeto mutuo para con-seguirlo. Sabiendo como sabemos que por el hecho de perte-necer a la misma especie y compartir el mismo planeta nosdebemos el reconocimiento de hermandad, con sólo ponerun pie fuera de nuestras casas se nos complica la vida conpersonas que han sido formadas con la misma herencia cog-nitiva que nosotras, personas con las que compartimos elámbito geográfico, la alimentación, la religión y la herenciacultural, personas con las que incluso hemos ido a la mismaescuela o hemos jugado en los mismos campos, y hasta esmás que probable que incluso hayamos leído los mismoslibros. Y sabiendo lo difícil que es llegar a entenderse ycomunicarse entre personas semejantes, ¿quién va a creer quees fácil esto de la convivencia intercultural?

7 Vamos a hablar de cultura en la acepción más común, como grupode personas educadas en los mismos valores. Tal y como señala Will Kym-licka (profesor de filosofía en la Queen’s University de Ontario, Canada), res-ponsable del proyecto “ciudadanía, democracia y diversidad etnocultural”,una cultura agrupa a todas las personas de grupos sociales no étnicos, perte-nezcan o no al núcleo dominante, esto es: discapacitados, mujeres, homose-xuales, ateos, transeúntes... Para otros autores, esta diversidad intergrupalhace que cada estado sea en si mismo una mezcla multicultural, dadas lasdiferentes perspectivas de cada grupo que lo compone. Nosotros nos vamosa quedar con el criterio de Kymlicka basando nuestra perspectiva en lasetnias (comunidad intergeneracional que comparte una patria, una lengua yuna historia) y sus formas de relación con otros pueblos.

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Además tenemos que trabajar contracorriente, porqueno es sólo que existan posturas personales intransigentes.Están también las estrategias políticas y los intereses econó-micos, que, a través de los medios de comunicación (TV,radio, prensa, cine), nos hacen llegar mensajes negativos, enlos que se busca enemistarnos, para controlarnos... Es unalarga tradición mundial construir nuestra identidad personal ynacional en contra de otras identidades personales y naciona-les.

Pero difícil no quiere decir imposible y mucho menosquiere decir “malo”. Vivimos en un mundo imperfecto. Laconvivencia se nos complica debido a nuestras propias limita-ciones, nuestras pequeñas miserias (miedo al fracaso, bajaautoestima, egoísmos encubiertos) y nuestras grandes mise-rias (miedo al otro, falta de autoconocimiento, envidia). Decíami hijo Emmanuel, a los nueve años, reflexionando sobreposibles soluciones a la pobreza:

“Como no podemos evitar ser egoístas, lo mejor seríaque el dinero se estropeara como la fruta. Así a nadie leconvendría guardarlo”.

Obviamente a mi me entristeció su negativa visión de lanaturaleza humana (nos hemos esforzado mucho para ofre-cerle una mejor perspectiva), pero es bueno saber que, si losproyectos fallan, no es tanto porque sean inviables, comoporque las personas responsables no somos capaces de supe-rar nuestras cargas educativas. De modo que tenemos dosvías: superémoslas y los proyectos no fallarán, o tomémoslasen cuenta, sinceramente, y adaptemos los proyectos,tomando en cuenta nuestras carencias, que es la propuesta deEmmanuel para el uso del dinero.

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El amor universal (un deseo inmenso de abrirse a losdemás), el respeto y la mirada asombrada (que no envidiosa)ante los logros de otros, son la base de la interculturalidad.No olvidemos que etimológicamente cultura se refiere a laacción de cultivar, por lo que si cultivamos entre todos, frater-nidad, libertad e igualdad, será más fácil apreciar la belleza ola utilidad de otros campos sembrados. Cuando yo miro lariqueza organizativa de un país como Ecuador, desearía queen mi entorno sucediera algo similar, no lo mismo natural-mente, porque mi realidad es distinta. Cuando me hablan deuna persona que tiene hermosas cualidades (sabe organizarel trabajo de grupo, habla varias lenguas, es capaz de bro-mear...), no me comparo con ella. Simplemente (que no estan simple) me asombro ante sus logros y me regocijo porqueexiste. Aunque siempre hay espacios que a uno le calan másprofundo y le duelen, en mi caso ese espacio “delicado” apa-rece cuando leo una buena novela. Entonces desearía ser yoquien tuviera esa capacidad de manejar las palabras y mepueden suceder dos cosas de manera simultanea: me nace undeseo ferviente de conocer a la persona y conversar durantehoras sobre los matices, la concepción de los personajes, lasreflexiones implícitas en las descripciones..., al tiempo quedeseo escribir mucho, escribir más, para ver si con constanciaconsigo en algún momento de mi vida provocar el mismoplacer (deseo de ser leída repetidamente, motivar el diálogo,provocar intelectualmente, remover emocionalmente, ponermi grano de trigo en el granero que cambiará el mundo)...Creo que ninguno de estos sentimientos puede ser juzgadocomo negativo. Lo malo llega cuando mi inseguridad (no soyun genio de las letras) me hace criticar amargamente. Mimediocridad (estado medio de quien no es un genio) melleva a veces a descalificar al otro, o bien, mis limites intelec-tuales (no es muy inteligente ser envidioso) me impidenempatizar. A eso se le llama “miedo al otro” y se traduce en

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una dificultad para la buena vecindad (con los míos) y enxenofobia hacia quienes tienen costumbres diferentes, o dis-tintas pigmentaciones en la piel, esas personas a las que lla-mamos LAS OTRAS.

Pero centrémonos en el proyecto INTERCULTURAL.Como todo proyecto, tiene dos niveles. Los objetivos genera-les han de ser ambiciosos, ya que de otro modo no podríandar respuesta a las necesidades planetarias. Los objetivosespecíficos han de ser más cercanos a la realidad cotidiana,pensados para incidir directamente sobre alguna parcela de lamisma. Para comenzar por lo difícil, hablaremos de lo obvio:el mayor problema de la interculturalidad es la comunicación.

Cuando nos comunicamos con alguien de nuestra cul-tura, es decir en nuestra lengua materna y con referentescomunes, el proceso de comunicarse parece fácil, pero,cuando tratamos de comunicarnos con alguien de otra cul-tura, debemos buscar la comprensión de nuestros respectivoscomponentes previos, nuestra herencia cultural (espacio cog-nitivo) y nuestro bagaje personal (espacio afectivo). Recuerdocon placer el relato que hace Laura Bohannan del encuentroentre el Hamlet de Shakespeare y el pueblo Tiv de Nigeria ylas situaciones cómicas que se crean a lo largo del relato, queno es tan universal (conflictos de poder, responsabilidadesmorales e inclinaciones personales que dividen a la persona)como a nosotros nos gusta pensar8.

8 “Shakespeare in the Bush”. Natural History Oxford, 1966. En primerlugar para los Tiv es imposible el asesinato de un jefe: ¿quién y por qué que-rría hacerlo?. En segundo lugar, según su costumbre el hermano del difuntodebe casarse con su viuda y hacerse padre de sus hijos. En tercer lugar, ellosno tiene fantasmas. En cuarto lugar, no existen en su territorio aguas en lasque ahogarse, por lo que morir ahogado solo puede ser debido a la interven-ción de un maleficio, cosa de brujería, etc, etc.

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Y luego está el uso que hacemos de la herramientacomunicativa, porque en muchos casos, incluso en los cerca-nos, no buscamos comunicarnos, sino defender nuestrasideas, nuestra forma de vida. Dice Miguel Jarquín9:

“La comunicación se complica porque se aprende adefender las propias ideas como cotos de poder. La comu-nicación se vuelve una batalla más que un encuentro”10.

Por ello, si queremos dar comienzo a una comunicaciónfructífera, debemos partir de la premisa del cambio. Comuni-carnos nos va a cambiar y el cambio nos puede doler, pues lacomunicación no es siempre un camino asfaltado, y llevaimplícita la posibilidad de herir los sentimientos de quienesparticipan, nosotros y los otros.

Y sin perder de vista las dificultades con las que camina-mos, abordemos los objetivos generales (los que hacen válidoeste proyecto en cualquier rincón). Voy a simplificarlos conun breve esquema:

• Cimentar la justicia social:

� Interiorizar los deberes y responsabilidades colecti-vas respecto al planeta y TODOS sus habitantes.

� Asegurar los derechos de las minorías étnicas.

19 Miguel Jarquín, Ciudad de México, 1950. Psicólogo clínico, espe-cialista en psicología existencial, su principal aportación es establecer puen-tes entre la psicología existencial (Gestalt, Logoterapia, no-directiva) y elpensamiento personalista comunitario, estudiando la aplicación terapéuticadel pensamiento personalista (especialmente en Marcel, Mounier y Buber).Rector del grupo INTEGRO de Guadalajara (México), dirige el Centro deEstrategias para el Desarrollo.

10 Jarquín, M. “La comunicación: revelación de una existencia” Pág.164 Ed Mounier, colección Persona

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� Promover el derecho a la equidad educativa (queno significa imponer el mismo sistema educativopara todos).

• Anular cualquier tipo de exclusión: racial, social, eco-nómica, cultural, sexual, religiosa...

• Incrementar el conocimiento y el diálogo entre culturas.

Algunas personas al hablar de este proyecto van interca-lando los conceptos interculturalidad y multiculturalidad.Quiero hacer una reflexión explicita sobre ello. TeresaAguado11 nos hace ver las diferencias entre un proyecto mul-ticultural, referido al hecho de que diversos grupos culturalescompartan el mismo espacio, y uno intercultural, que serefiere no sólo a la coexistencia, sino al enriquecimientomutuo haciéndonos conscientes de su interdependencia. Unodebe ser cuidadoso con las palabras, pues éstas están carga-das de sentido.

En el ámbito educativo es donde más se habla de inter-culturalidad. Se nos dice que debemos dar a nuestros niños yniñas un enfoque holístico, que les haga percibir la diversidadcomo un valor y no como una traba educativa, superando lavisión de que un barrio compuesto por diferentes etnias ouna escuela a la que llegan mayor número de inmigrantesson peores lugares para vivir, o espacios educativos que nodarán lugar a personas con una buena formación para eléxito social. Este razonamiento propositivo, asentado en sóli-das bases morales, no es en la práctica compartido por la

11 Teresa Aguado, Catedrática de la Universidad Nacional de Educa-ción a Distancia (UNED), especialista en estudios interculturales, ha trabajadoen los proyectos IVETTE y IQAODL (Improving Quality Assurance of Openand Distance Learning). Actualmente, es coordinadora del proyecto europeoINTER (una guía práctica para la educación intercultural), dentro del marcodel Programa COMENIUS.

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mentalidad de las personas de a pie. Es difícil asumir los ries-gos y vivir en la inseguridad de hacer camino (lamentable-mente vivimos un momento que desanda caminos) cuando lacompetencia se ha instalado como un contravalor frente a lacooperación.

Pero cerrar los ojos a la realidad que significa la inmigra-ción de las poblaciones del sur pobre al norte del bienestarsocial y la cultura del consumo, pretendiendo dar respuestasenraizadas en estrategias sociales fundamentadas en usos delpasado, no nos ayudará en el avance social. Lo queramos ono, el cóctel cultural está en marcha y en nuestra mano estáañadirle limón o azúcar de caña a la hora de servirlo.

Los inmigrantes llegan en forma individual o en grupo ytraen consigo, además de una necesidad material (trabajo,vivienda, salud) una herencia cultural (organización familiar,educación de los hijos, ordenación y uso de los tiempos,prioridades morales), cuyo trasfondo es difícilmente asumiblepor quienes los reciben, que al no tener plena conciencia dehaber solicitado esta mano de obra extranjera (para el soste-nimiento del actual sistema económico), se sienten obligadosa convivir con ella, afrontando que, además de trabajar, estaspersonas ríen, lloran, cantan, rezan y aman.

Por otro lado, cada vez suenan más (aunque aún no losuficientemente alto, ni con la frecuencia de los anuncios dela TV) las voces que denuncian la explotación laboral y larelación entre los beneficios económicos y los conflictos béli-cos. Tenemos el caso de la industria del calzado deportivo yla tan denunciada explotación de sus trabajadores, mayorita-riamente mujeres y niños/as. Otro ejemplo, menos divulgado,es la explotación del coltán12, que en el Congo, su lugar de

12 Mineral colombio-tántalo del que se extraen el tántalo y el niobio.La actual tecnología lo necesita para la construcción de microprocesadores

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origen, ha provocado entre uno y tres millones de muertos,según se cuenten los muertos directos por las condiciones detrabajo, en su mayoría niños y convictos a los que se lesreduce la condena13, o se sumen los muertos provocados porla guerra por el control del territorio14.

De modo que tanto por lo que sucede en nuestra pobla-ción (llegada de inmigrantes) como por lo que se mete ennuestras casas (cooperación ignorante en el sostenimiento deconflictos bélicos y condiciones laborales en régimen deesclavitud), la interculturalidad se convierte en una disciplinaurgente.

Obviamente hay muchos campos desde los que trabajarla interculturalidad. Nosotros hemos dado el paso a los objeti-vos específicos y nos situamos frente a la religión y la fe, queno son el menos importante de los aspectos fundantes de lassociedades, y por ello de las personas. Y, como cuando seempieza, está todo por hacer, el del diálogo interreligioso esun objetivo específico tan bueno como cualquier otro.

Desde nuestra perspectiva, tan bueno es no tener miedoa lo diferente, como dar el paso a identificar las semejanzas

como conductores de energía capaces de soportar bruscos cambios de tem-peratura. Ejemplos de su uso son: teléfonos móviles, airbag, juguetes electró-nicos, mísiles balísticos,.... El 80% de las reservas de este mineral están en lazona de la República Democrática del Congo ocupada por los ejércitos deRuanda y Uganda.

13 A cada trabajador se le pagan 10 $ por kilo de mineral extraído,que llega a alcanzar un precio de 300 $ en los mercados internacionales. Paraque estos precios no se disparen, las empresas interesadas (que son muchas)financian a los ejércitos para mantener el conflicto. La estabilidad encareceríael mineral y nuestros aparatos telefónicos. En enero de 2003, catorce ONGseuropeas llevaron a Bruselas la petición de una reglamentación en las impor-taciones de este mineral y el embargo de las exportaciones que llegan víapaíses no productores, como una forma de detener la guerra en el Congo(International Peace Information Service http://info.coe.int/Einiras/zipis.htm)

14 www.iucn.org/info_and_news/press/coltan.html

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que posibilitan los acercamientos. Ese es uno de los motivosque nos han animado a la hora de publicar este libro, bus-cando no sólo una puesta en valor de culturas desconocidaso minoritarias, sino el descubrimiento de nuestras más inti-mas necesidades, que son comunes (ser reconocidos y ama-dos).

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DONDE HABITA DIOS

El agua del Ganges

�Un relato de la tradición védica

El Hinduismo es una religión integral, un modo de vidaque comenzó a principios del segundo milenio antes denuestra era, cuando los arios se asientan en el valle del Indo.Aunque esta religión se caracteriza por su actitud compasivahacia todos los seres vivos, se ha de reconocer que surgió deun deseo de diferenciar entre lo digno (los arios, altos yrubios) y lo indigno (la población local, menuda y morena).De este modo se formaron las cuatro castas: los Brahmanes(sacerdotes y sabios), los Ksatrias (guerreros), los Vaishyas(comerciantes y dueños de la tierra) y los Shudras (artesanosy siervos). Sobre las castas volveremos en seguida.

Aunque el hinduismo cree en la existencia de una “Ver-dad Absoluta”, cree también que este ser se manifiesta demúltiples formas. Las tres principales representaciones pue-den ser vistas como tres divinidades diferentes, pero en reali-dad son un ciclo:

• Brahma, quien crea,

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• Vishnú, quien mantiene lo creado,

• Shiva, quien destruye lo existente.

Los Vedas o Libros del Conocimiento (cuatro obras), lostextos sagrados más antiguos de esta religión, tienen su ori-gen en la tradición oral y se datan en fechas que van del1.600 al 400 a.C. Después están los Upanishads, apéndices alos Vedas, de corte filosófico, sobre la realidad última de lascosas. Luego están los Brahmanes, que son comentariossobre los Vedas, la epopeya de Ramayana (escrita entre lossiglos IV-III a. C.) que nos hablan de la séptima reencarna-ción de Vishnú, en la figura del príncipe Rama, que viene asalvar al mundo del mal. Y, por último, está el Mahabharata(escrita en el siglo IV a. C., con una versión posterior en elsiglo IV d.C), donde se nos narra la octava reencarnación deVishnú en la persona de Krishna. Este es el libro más cono-cido en occidente, sobre todo la parte denominada Bhaga-vad-Gita o Canción del Señor, libro tan sagrado para los hin-dúes que piensan que su sola lectura termina con el pecado ygenera virtud.

Para el Hinduismo todo está condicionado por la tempo-ralidad y la repetición cíclica. La creación y la destrucción sesuceden de continuo. Sólo el ser supremo está a salvo, ofuera, de la repetición. De aquí procede la idea de la reencar-nación continua que, en el fondo, nadie desea y que enlazacon la promesa explícita del Ramayana (epopeya que narrala encarnación de Rama, Dios, como ser humano) según lacual cada persona debe buscar la unidad con la Divinidad,siendo consciente de que dentro de cada persona cohabitantres naturalezas (satva, rajas, tamas, es decir, la humana, ladivina y la demoníaca). La tarea no es fácil, pero el logro esespléndido:

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“A estos devotos que me adoran, sin pensar en otracosa, a los que se dedican en esta vida a la búsqueda de laVerdad, les confiero el cielo permanente del que no seregresa.”

El Ramayana recomienda buscar la unidad en la diver-sidad y la Divinidad detrás de esta unidad.

Decíamos que un hindú debe buscar siempre la Verdad.Para comprenderlo mejor podemos mirar la vida de un hom-bre del siglo XX: Gandhi15, actualmente venerado en la Indiacomo un santo, del que Lanza del Vasto16 dice:

“Nadie es menos doctrinario que este gran maestrode una doctrina; nadie más desconfiado de las proposicio-nes abstractas y de las afirmaciones inverificables. Nadiemás exento de toda terquedad dogmática, de toda ceguerafanática, que este gran jefe religioso”17.

Gandhi llevó al hinduismo a su plenitud al no cerrarse alconocimiento de otras formas de mirar la vida. Gandhiencuentra en el sermón de la montaña del Nuevo Testamento

15 Mohandas Karamchand Gandhi (1869-1948), persona clave en lalucha por la independencia de la India bajo la práctica de la no-violencia,promoviendo un cambio en la persona, en las relaciones y en la resoluciónde conflictos. Decía que un no-violento “busca el bien del adversario tantocomo el propio. Trata de convencer no de vencer, de liberar no sólo al opri-mido sino también al opresor en su condición de tal.” Para saber más,www.mkgandhi.org

16 José Jean Lanza del Vasto (1901-1981) nacido en Italia en una fami-lia aristocrática. En 1936 viajó a la India para conocer a Gandhi. En 1948fundó la primera comunidad del Arca, en una parcela alquilada en Francia,sobre los principios del ecumenismo y el trabajo artesano propuestos porGandhi y Tolstoi. En esta comunidad cada cual aporta según su capacidad yrecibe según su necesidad, pero no se usa dinero. Estas comunidades hanido creciendo lentamente y se han extendido por Europa y Canadá.

17 Fraga, Ana: El pensamiento político de Gandhi, Ahimsa editores2000. Pág. 28

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un referente para profundizar en la búsqueda de la verdad,que para él se concreta en asumir la propia libertad. En elpensamiento de Gandhi se unen los diversos discursos reli-giosos para formar un tronco donde cada persona puedeoptar por buscar la verdad desde diferentes lugares:

“La religión es sólo un árbol con numerosas ramas.Si no vemos más que las ramas, diremos que hay muchasreligiones; pero si vemos todo el árbol, comprenderemosque hay una sola religión”.

Por eso consideraba que, si bien todas las religioneseran la verdadera, ninguna de ellas estaba exenta de errores ycon su característica simplicidad expresaba su amor por todasellas, desde el principio básico de amar al prójimo como a símismo. Desde este compromiso profundo con la fraternidad,Gandhi dio un paso de gigante para superar el sistema decastas y sobre todo la discriminación absoluta impuesta a laspersonas que nacían fuera de ellas, los harijans o “intoca-bles”18. Esta causa, junto con la búsqueda de la independen-cia de la India, fue una de sus grandes contribuciones políti-cas.

Es el momento de retornar a la cuestión de las castas.Aunque en la legislación actual las castas están abolidas, latradición hindú mantiene una clasificación jerárquica cerradaque tiene su origen en la invasión por los nómadas del norte(Rusia) de la península de la India, habitada por una pobla-ción de piel y cabello oscuro. Los vencedores arios basaron ladiferencia social en el color de la piel (varna). Así comenzóla división (en castas) social del trabajo, que terminó portomar un carácter religioso. Para los hindúes, que son extre-

18 Actualmente son 240 millones las personas consideradas intoca-bles en la India.

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madamente respetuosos con la vida en todas sus formas, notodas las formas de vida tienen igual dignidad, razón por laque debían conservarse sin mezclarse con la población autóc-tona. La palabra india que se traduce por ‘casta’ designa alque tiene la misma dignidad, que para ellos explica las dife-rencias sociales (económicas y formativas). Aquí entra enjuego el karma, en relación directa con la transmigración delas almas, las continuas reencarnaciones. La vida que disfruta-mos o sufrimos actualmente es la consecuencia de nuestrocomportamiento en las vidas pasadas. Si tuvimos comporta-mientos perversos, o flaquezas de carácter que debemoslimar, se nos pondrán pruebas y dificultades que deberemossuperar si queremos optar a una vida mejor en la próximareencarnación.

Esta cosmovisión que mueve a la resignación ha ocu-pado y preocupado a los antropólogos occidentales (sonfamosas las reflexiones de Marvin Harris). Actualmente tam-bién los genetistas estudian el caso. M. Bamshad y su equipode colaboradores han publicado un análisis sobre la estruc-tura genética dentro de las castas, en la revista Genome Rese-arch (2001; 11 (6): 994-1004). El estudio pone de manifiestoque las castas superiores mantienen gran afinidad genéticacon las poblaciones europeas. En los cromosoma Y, los valo-res de distancia genética con los europeos para las castasaltas son de 0,009 y para las castas inferiores de 0,010. En elcaso de los autosomas es de 0,073 y 0,155, respectivamente,reflejando su origen geográfico, fruto de una migración ocu-rrida hace entre 3.000 y 8.000 años.

Curiosamente en el caso del ADN mitocondrial (exclu-sivo de la línea materna), la distancia genética entre los hin-dúes de las castas superiores y los europeos es 0,100, mien-tras que para las castas inferiores el valor es de 0,113, lo queindicaría que existe una mayor movilidad en las mujeres para

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cambiar de casta, lo que ha diluido un poco las diferenciasoriginales entre ellas. Por el contrario, que los cromosomas Yde la casta más alta mantengan su afinidad con los europeos,parece indicar que los inmigrantes arios eran en su mayoríavarones19.

Para ahondar un poco más en el tema de las castas, lesvoy a compartir un testimonio y un análisis. En un estudiosobre las ONGs del sur de la India, realizado por Janet Town-send, Emma Mawdsley y Gina Porter, se nos presenta el testi-monio de un miembro de una de las organizaciones estudia-das, que, hablando de las contrapartes europeas, dice:

“Ellos (los donantes europeos) son conscientes de laproblemática de género en Europa. En la India, la divisiónen castas es el mayor problema. Ningún donante europeoapoya a los intocables, o piden la presencia de intocablesdentro de alguna de nuestras organizaciones... Esto sedebe a la retroalimentación que se produce con los consul-tores que pertenecen a las castas más altas de la India.Estar a favor de las mujeres es menos desafiante. El 90 %de las ONGs hablan sobre los intocables, pero no son into-cables. Dejen hablar a los intocables. Esto es muy impor-tante para el índice de desarrollo humano: la India esarrastrada por sí misma en contra de los intocables. Apocos europeos les importa ‘combatir la pobreza’, les bastacon mitigarla. El 90% de los activistas de las ONGs son declase media y viven de este mercado. Ellos mitigan su pro-pia pobreza pero los demás continúan pobres.”

19 Los investigadores han analizado estos marcadores genéticos(ADN mitocondrial, cromosoma Y, y cromosomas autosómicos) en varioscentenares de personas de la zona de Andhra Pradesh, pertenecientes atodas las castas (www.genome.org).

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El economista indio Amartya Sen20, Premio Nóbel deEconomía 1998 (que le fue otorgado “por haber devuelto unadimensión ética al debate sobre problemas económicos vita-les”), después de estudiar varias catástrofes en la India, Ban-gladesh y el Sahara desde los años cuarenta, “descubrió” larelación entre los factores sociales y las opciones colectivas(decisiones reproductivas, estrategias de supervivencia, apo-yos familiares y sociales...), y las hambrunas, que llegan aproducirse incluso cuando la provisión de alimentos es iguala la de años sin hambruna, revelando que en algunas áreasafectadas por el hambre, se habían exportado alimentos. Senha mostrado fehacientemente que los dos componentes esen-ciales de la cultura democrática, el valor de la libertad perso-nal (la libertad de la persona es importante y debe prote-gerse) y la igualdad de la libertad (todo el mundo importa, yla libertad debe garantizarse a todos) han estado presentes enla mayoría de las tradiciones y sistemas de valores, tanto en lalarga época de tolerancia islámica, como en el pensamientoindio y chino, incluido el confuciano, que tantas veces se hapresentado como un sistema autoritario.

20 Amartya Sen, Desarrollo y libertad. Barcelona: Planeta, 2000. De suarticulo reciente, “How to Judge Globalism” (juicios sobre la globaliza-ción), en The American Prospect, 2002, hay una traducción en www.fractal.com.mx/F22sen.html

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EL AGUA DEL GANGES

El Ganges es el río sagrado del hinduismo. Tiene 2.525Km. de curso y nace en la región del Himalaya, atravesandouna gran llanura, donde se utiliza para el riego y la obtenciónde energía eléctrica. Luego, llega a Bangladesh donde se uneal Brahmaputra y pasa a llamarse Meghna. Los hindúes creenque las aguas de este río son sagradas. Por ello piden que suscenizas sean arrojadas al río, para que, así, sus almas subandirectamente al cielo. Esta creencia afirma también que lasaguas del río siempre se mantendrán limpias. Actualmentemuchos residuos industriales y humanos, de las ciudades quecrecen a sus costados, son arrojados al río. No se mantiene“limpio”, pero no está tan sucio como debería con relación alos vertidos recibidos.

Como cada día, el Maestro se reunió con el grupo formadopor sus discípulos y comenzó sus explicaciones. Aquel día lespropuso este punto de meditación:

– Queridos míos, quiero que entendáis que, del mismomodo que la Verdad absoluta existe en si misma, así tambiénexiste en cada uno de nosotros.

Los discípulos escucharon en silencio, dejando resonar ensu interior las palabras del maestro hasta encontrarles sentido.Por fin, uno de los discípulos se atrevió a hablar expresando susdudas:

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– Maestro, perdona mi falta de penetración, pero nopuedo comprenderlo. ¿Cómo vamos a ser nosotros como el SerSupremo? Nosotros somos criaturas limitadas, dominadas pornuestra naturaleza.

El maestro, mirándolo amorosamente, le respondió deuna forma enigmática:

– Por favor, recoge tu tazón y acércate al Ganges a lle-narlo de agua para mí.

El discípulo, acostumbrado a no recibir respuestas direc-tas a sus preguntas, tomó el tazón y se encaminó hacia el río,abriéndose paso entre las mujeres que estaban lavando lasropas y los hombres que rezaban en la orilla. Junto a ellos seinclinó para llenar el tazón de su maestro con el agua del río,para después regresar junto a su grupo. Al llegar dejó el tazónante su maestro y esperó. El maestro miró el tazón, miró al dis-cípulo y preguntó:

– ¿Y el agua del Ganges? ¿Por qué me engañas trayén-dome agua de una fuente? Yo te había pedido agua del río Gan-ges.

– Maestro, no hay engaño en esta agua, yo nunca te men-tiría. Tú me has pedido agua del Ganges y he caminado hastasus orillas y he llenado el tazón para ti. Por favor, créeme.

El maestro tomó el tazón con las dos manos y contemplósu contenido con atención durante unos instantes. Despuéshabló:

– Yo quiero creer que no me engañas, pero aquí no estánlos peces que yo veo nadar en las aguas del río cuando me bañopara purificarme. Tampoco están las vacas que beben en susaguas, ni hay en mi tazón ningún devoto que realice sus ablu-ciones, ni están las mujeres, ni las ropas que lavan...

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– Pero maestro..., todo eso no puede caber en tu tazón.Por favor, no lo dudes, esta agua es del Ganges. Lo que sucedees que tan escasa cantidad no puede contener ni peces, ni tor-tugas, ni vacas, ni devotos.

El maestro sonrió.

– Tienes razón –tranquilizó al discípulo, cada vez más des-concertado– ahora devuelve el agua al río.

El discípulo obediente caminó de nuevo hasta el ríosagrado y arrojó a su seno el agua contenida en el tazón. Nue-vamente regresó junto al maestro. Entonces este habló:

– ¿Lo comprendes ahora? Tú eres a la Verdad Absoluta,como el agua del tazón al agua del Ganges. ¿Acaso no existenen el agua los peces, las vacas, los devotos, pero no pueden sercontenidos cuando el agua entra en el tazón? El ser individuales el agua en el tazón. Continúa siendo parte del Ser Supremo,pero confinado en un pequeño espacio, lo que le da una apa-riencia diferente, pero, cuando el agua regresa al río, de nuevohabitan en ella los peces, tortugas, las ropas que se lavan... Deigual modo la Verdad lo es todo y nosotros somos parte de laVerdad.

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JUNTO AL DÉBIL

El llanto de los pajarillos

�Un relato Chippewa (EE.UU. - Canadá)

El pueblo Chippewa (nombre aceptado por el gobiernode los EE.UU.), también es conocido como Ojibwa (nombreque les dieron los franceses por la forma de su calzado), yque se llaman a si mismos Anishinabe (hombres de la crea-ción). A la llegada de los europeos ocupaban un vasto territo-rio, que, en un mapa actual, iba desde la región de los Gran-des Lagos, actualmente compartidos entre el sureste deCanadá y noroeste de Estados Unidos, a través de Wisconsin,sudoeste de Ontario, nordeste de Minesota hasta el actualnorte de México. Este pueblo ha vivido disperso, pero no porello ha sido menor su importancia en la historia y en la confi-guración de América del norte. Son el pueblo más numerosode la familia lingüística algonquin, idioma que compartencon 31 pueblos amerindios. Los más cercanos a ellos son losOttawa y los Potawatomi, que desde el 1670 fueron sus alia-dos, como aparece en los archivos jesuitas.

En su estructura originaria el pueblo Chippewa era unasociedad igualitaria, organizada en cinco grupos funcionales,

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cada uno de los cuales asumía responsabilidades frente alcolectivo de forma hereditaria. Su economía era la de un pue-blo cazador-recolector pre-agrícola, aunque comenzaron a culti-var maíz y arroz silvestre. Vivían de forma estable en poblacio-nes compuestas por unas 30 ó 40 familias, donde las mujereseran sedentarias, mientras los hombres se movilizaban para rea-lizar actividades de caza o para los enfrentamientos bélicos conotros pueblos con los que compartían el mismo hábitat.

“Los Chippewas son gente del campo, pero de unamanera primitiva. Cuando ven volar al primer cuervo dela temporada, hacen el azúcar de arce. Cuando las hojas(de los árboles) son tan grandes como orejas de ardillas,cultivan el maíz y las verduras. Después entran en el bos-que para recolectar bayas y extraer raíces. También este esel momento de recolectar el arroz silvestre y pescar lo sufi-ciente para el invierno. Las bayas y los peces se secan y seguardan en alto, en cajas de corteza de abedul, llamadasmucox. Así se conservan durante el invierno, que es largoy frío, tiempo en que los hombres se dedican a la caza”(Discurso de graduación de Stella O’Donnell 21, 1910)

Los historiadores han hablado de posibles rasgos de cani-balismo (practicas rituales), apoyados en testimonios de algu-nos escritos de misioneros franceses, pero existen otros testi-monios escritos, también de misioneros franceses, que hablande la repugnancia mostrada por los Chippewas al hablar depueblos que realizaban estas prácticas. Si nos atenemos a lostestimonios de los implicados más directos, los propios Chippe-was no tienen memoria de prácticas o costumbres caníbales.

21 Hija de granjero blanco y una mujer Chippewa, estudió en el Insti-tuto normal y agrícola de Hampton, donde se graduó en 1910. Continuó susestudios en Haskell y trabajó como taquígrafa para Carter Oil Company enTulsa, Oklahoma (véase www.twofrog.com/hamptonstories2.html).

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Quiero que entiendan que no estoy tratando de edulco-rar la cultura Chippewa. Personalmente creo que hay absolu-tos que deben ser tenidos en cuenta, el respeto a la vida delos otros es uno de ellos, pero no creo que las prácticas caní-bales-religiosas del pasado sean más vergonzantes que apor-tar pruebas falsas, al día de hoy, para promover una guerra.Uno nace dentro de una cultura y debe ser consciente de quemira el mundo desde el prisma que ésta nos aporta en la pri-mera infancia, lo que no presupone que no tengamos lacapacidad de mejorarla.

Los primeros encuentros entre Chippewas y europeosdebieron suceder entre el 1612 y el 1640, aunque es difícilfijar fechas y lugares, pues las fuentes son imprecisas y loseuropeos no se ponían de acuerdo al nombrar a los pueblosque iban encontrando. La primera noticia fiable es de 1642,cuando los jesuitas Raymbaut y Jogues describen una guerraentre un grupo Ojibwa y un grupo del pueblo Lakota, segura-mente por el uso de las tierras donde crece el arroz silvestre(zizania acuática), un producto clave en su alimentación.

Su forma de enfrentar la guerra estaba basada en labuena gestión de los esfuerzos: mínimo riesgo, máximo resul-tado. Por eso no se enfrentaban en campo abierto y solíanpreferir ataques por sorpresa durante la noche. Pese a esteaspecto que daba al enemigo pocas opciones para preparar ladefensa, entre las costumbres Chippewa no estaba la de tortu-rar a sus prisioneros.

A pesar de todo, los misioneros destacan el carácterpacifico de los habitantes de la zona, y nos dan algunas pistasde su religión al explicar en sus cartas las dificultades queencuentran para ser aceptados y para convertir a estas gentesal cristianismo. Pese a su carácter amable y a que escuchancon atención, no desean abrazar la fe católica. Vistas las cosascon la perspectiva actual, resulta comprensible su rechazo,pues las cartas de los jesuitas dicen que eran gentes de cos-tumbres demoníacas simplemente porque se negaban a admi-

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tir la existencia del infierno o la figura del demonio. Entre losChippewas la incidencia del cristianismo ha sido mínima.

A los misioneros les escandalizaban las costumbres delas poblaciones que iban encontrando, la libertad de lasmujeres, por ejemplo. Y les predicaban la necesaria sujecióndel juicio de la mujer al juicio del hombre (padre o esposo),pues de por sí las mujeres tienen tendencia al pecado. Cuen-tan que en una ocasión, con motivo de las quejas de unesposo por tener una consorte de carácter díscolo (al parecerle gustaba estar fuera de casa algunas temporadas), algunosjefes hurón22, preguntaron a los misioneros si era licito enca-denarla por un pie, o bastaba un ayuno de cuatro días paradoblegar su naturaleza independiente.

Es indudable que el encuentro fue básicamente un cho-que cultural, para el que ni unos ni otros estaban preparados.Sólo hay que recordar el testimonio del padre Charlevoix,misionero francés, que en 1744 describía así el comporta-miento homosexual y transgénero de algunos miembros delas comunidades, incluyendo a hombres santos a los que des-preciativamente llamaron berdache23:

“Estos hombres no se avergüenzan por usar ropas demujeres y desempeñar trabajos femeninos, de lo cual sederiva una corrupción que no puedo expresar, preten-diendo que esta costumbre está apoyada por su religión”.

22 Hurones, grupo Chippewa asentado en las orillas del lago Hurons.23 Del francés bardage, del persa bardaj: muchacho esclavo sexual,

que los franceses confundieron con la costumbre normalizada entre los ame-rindios que permite a las personas elegir la forma de vida que los hace másfelices. La primera referencia a la costumbre nos la proporciona Álvar NúñezCabeza de Vaca (1490-1564), en su libro Naufragios.

“En el tiempo que así estaba, entre estos vi una diablura, y es que vi unhombre casado con otro, y éstos son unos hombres amariconados, impotentes,y andan tapados como mujeres y hacen oficio de mujeres, y tiran arco y lle-van muy gran carga, y entre estos vimos muchos de ellos así amariconadoscomo digo, y son más membrudos que los otros hombres y más altos; sufrenmuy grandes cargas” .

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Entre las naciones originales de América del norte, exis-tían 133 pueblos, entre ellos los pertenecientes a las seisnaciones o pueblos Iroqueses24 (en algonquin Irinakhoiw sig-nifica “serpientes de cascabel”, término al que los francesesagregaron el sufijo “ois” quedando convertidos en Iroquois enfrancés, de donde se tradujo a las demás lenguas). Todosellos consideraban a las personas (hombres y mujeres) de“dos espíritus” especialmente cercanas a la esencia de Dios.

La etnia llamada actualmente de los seis pueblos Iroque-ses (Cayuga25, Mohawk26, Oneida27, Onondaga28, Seneca29 yTuscarora30), temiendo la alianza entre los Algonquin y losfranceses, decide emprender una guerra para desvincular aunos y otros, para así acabar con la invasión francesa. Estosucede en 1642. Según los testimonios de los jesuitas supervi-vientes, fueron más de 200 personas, entre nativos y misione-

24 Población original del actual estado de New York, entre las monta-ñas de Adirondack y las cataratas del Niágara. Un pueblo expansionista quecontroló el noroeste de lo que actualmente son los Estados Unidos y el estede Canadá. Su máximo apogeo se produjo en 1680, cuando el numero totalde su población era de 25.000 personas.Después de esto, la alianza de susenemigos habituales, los Algonquin, con los Franceses y la presión de loscolonos británicos los hicieron replegarse a sus lugares de origen. La decisiónde aliarse con el ejercito Británico durante la guerra de independencia tuvoun alto coste para el pueblo Iroqués. En 1779 fueron expulsados hacia Onta-rio donde han permanecido hasta hoy.

25 Gweugwehono se traduce por “gentes de Oiogouen”, “desdedonde salen los barcos”. También se les llama “los de la gran pipa”.

26 Kahniankehaka (Ganiengehaka), “gente del pedernal”, tambiénconocidos como “encargados de la puerta del este”.

27 Onayotekaono (Onyotaaka), “gente de la piedra derecha”. 28 Onondaga, “gente de la montaña”, los encargados del fuego y del

wampum.29 Llamados Nundawaono, que significa “gran gente de la colina”,

son los guardianes de la puerta occidental.” 30 Se unieron a la liga Iroquesa en 1722, sin derecho a voto, se les

llama “los que usan camisa”. Fueron expulsados de su territorio en Carolinadel norte en 1714 por los colonos ingleses.

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ros, quienes sufrieron tortura durante su cautiverio y algunasdecenas fueron ejecutadas.

En 1690 los pueblos de la familia Algonquin, gracias asu alianza con los franceses, consiguieron asegurar su territo-rio, frente a los pueblos Iroqueses. Permanecieron del ladofrancés durante la disputa de estos con los ingleses y, des-pués, durante la guerra por la independencia entre las colo-nias norteamericanas y Gran Bretaña (1776-1782) y durante laguerra de los Grandes Lagos de 181231, los pobladores que seencontraban en lo que después fue territorio de EEUU secolocaron del lado de los ingleses, al igual que los pueblosIroqueses.

En 1815 varios pueblos amerindios constituyeron unaconfederación para firmar un tratado de paz con el gobiernode los EEUU. En tratados subsiguientes fueron cediendo susterritorios, hasta quedar alojados en reservas situadas enMichigan, Wisconsin, Minnesota, y Dakota del norte. Como enotros muchos casos, fue el inicio de una cadena de renegocia-ciones, pues la población occidental crecía y ocupaba losterritorios asignados a los Chippewa, por lo que había que vol-ver a renegociar. En 1930 la situación de los Chippewa era tantriste como la de la mayor parte de los pueblos amerindios:pobreza, incomprensión, alcoholismo y desestructuraciónfamiliar, en choque con los valores de la sociedad mayoritaria.

También estaba el problema legal. Las leyes de EE.UU.incluyen la propiedad privada de la tierra, pero no la perte-nencia de un pueblo a una tierra, porque eso es una nación.

En 1953 se creó la corporación Sugar Island Group ofChippewa Indians and Their Descendants, con la finalidad de

31 En esta también llamada Segunda guerra de independencia, GranBretaña y los Estados Unidos de América se enfrentaron por el control delnorte del valle de Ohio y la parte sudeste de Canada.

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“establecer una organización para conservar nuestras carac-terísticas, desarrollar nuestros recursos naturales, promovernuestro bienestar y el de nuestros descendientes y lograr unacomunidad.”

Actualmente la corporación Chippewa está integrada por18.000 miembros en el territorio de los Estados Unidos y lle-van a cabo más de 38 programas, con un presupuesto anualde 168 millones de dólares.

Dos notas tristes para terminar: el Anishinabemowin,dialecto del algonquin, es una de las cuatro lenguas amerin-dias no protegidas que se prevé se habrán extinguido hacia elaño 2050, pues menos del 1% de sus miembros lo hablan confluidez y tiene una media de 50 años. Uno de los programaseducativos que se están llevando a cabo incluye el trabajocon niños de 3 a 6 años, clases nocturnas, retiros de inmer-sión en la lengua para familias y programas culturales en lasescuelas.

Actualmente los Chippewas mantienen un conflicto conExxon, por el proyecto de una explotación minera en Wis-consin, en tierras cedidas por la Nación Chippewa a los EEUUen 1842, específicamente en un terreno de unos 20 Km2 cer-cano a la reserva del Lago Mole (fundada en 1934). Los trata-dos garantizan a los Chippewa el acceso libre y el usufructodel arroz silvestre, la caza y la pesca. El arroyo Swamp fluyedirectamente desde la mina a los campos de arroz silvestre enel Lago Rice, dentro de la reserva; y, aunque este producto escentral para la cultura Chippewa, los biólogos de Exxon hancatalogado los terrenos como inútiles. La mina verterá alarroyo desechos ácidos que en contacto con el aire o agua seconvierten en ácido sulfúrico, metales pesados: mercurio,plomo, zinc, arseacutenico, cobre y cadmio.

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Exxon intentó la compra de los derechos para la explo-tación de los minerales, pero el Consejo Tribal del Lago Moleno aceptó venderlos, porque, como explicó Myra Tuckwab

“nos gusta como vivimos.... Ahora estamos aquí, y denuevo descubren algo que desean tomar y vienen a expul-sarnos. Pertenecemos a esta tierra. Este es mi hogar. Aquíes donde están mis raíces y aquí es donde voy a permane-cer.”

Ahora que tenemos una mínima noción de la historiamás reciente de este pueblo, entremos a comprender su reli-giosidad. Aclaremos primero términos y contenidos. Se hablade religiones primitivas o totémicas, olvidando que el terminotótem derivado de la voz ototeman de la lengua algonquina,significa “relaciones de Uno” y viene a definir las relacionesde analogías entre una figura u objeto y el principio creador.Para entendernos: un ototeman vendría a ser la figura de unintercesor (animal, vegetal o mineral) ¿y quien no conoce aalguien que le pone perejil a San Pancracio?

Pero las confusiones son mucho más profundas y handañado las relaciones, porque ha llevado siglos comprenderque los pueblos amerindios del norte carecen de una visióndualista de la naturaleza humana o de los seres que losrodean o de la tierra que habitan.

En 1978 el congreso de los Estados Unidos de Américaaprobó la ley P.L. 95-341, conocida popularmente como Leysobre la libertad de las Religiones Amerindias, en la que seestablece:

“(...) Los Estados Unidos protegerán y preservaran elderecho de los pueblos indios americanos a la libertad decreer, expresar y ejercer sus tradiciones religiosas, lo queincluye a los indios continentales, los esquimales, los Aleut,

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y los Hawaianos. Se respetará y no se limitará el acceso alos lugares de uso tradicional, la posesión de objetos sagra-dos y la práctica de ceremonias y rituales”

Esta ley reconoce que la espiritualidad de los pueblosamerindios no separa la materia del espíritu, por lo que paraestas poblaciones la propiedad de la tierra no puede ser enningún caso vista desde la perspectiva puramente económica,ni entendida solamente como el lugar que se habita. Comopueden imaginar, la aplicación de la ley ha sido problemáticay está en pañales.

El intento de los occidentales de aplicar métodos cientí-ficos a la comprensión de la naturaleza humana ha jugado unpapel importante en la clasificación de las sociedades y lasreligiones. Si nuestra comprensión de la naturaleza es limi-tada, cuánto más lo es nuestro conocimiento de nosotros mis-mos. Nuestras posiciones etnocéntricas nos han llevado aasumir un papel de “jueces objetivos”, al crear ciencias que,como la psicología, la sociología o la antropología, parten delconvencimiento inconsciente (no somos tan malos) de quetodo comportamiento humano puede ser explicado desdenosotros mismos, lo que implica hacerlo desde nuestra cos-mología dual (cuerpo-alma), y eso es lo que nos dificultacomprender la espiritualidad de un pueblo que no puedeseparar lo profano de lo sagrado, ni separarse a si mismo enmateria y espíritu. Porque para estas gentes, estar en comu-nión con lo sagrado es otra cosa. Un poema de autor anó-nimo dice:

“No puedes destruir a quien ha soñado un sueñocomo el mío” (“gaa-inaabid enaabiyaan del ahaw deldaa-aangoshkigaazo-aangoshkigaazo del wiin de Gaa”)

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Voy a intentar acercarme a los valores tradicionales de lareligiosidad Chippewa. Espero que puedan disculpar mi osa-día. Sobre las religiones tradicionales de los amerindios no seha escrito tanto como sobre las llamadas grandes religiones (ymenos se ha publicado en España). Mi conocimiento portanto se limita a lo que he leído en internet. Como referencia,para contrastar pueden teclear http://www.saulttribe.org, unapagina creada por la comunidad de Sault Ste. Marie y lahttp://www.endahyon.org, la web de los Anishinabek.

Para los pueblos de América del norte todas las cosas(animadas e inanimadas) están creadas de la misma esencia,por lo que permanece en ellas la esencia del creador. Cual-quier cosa es canal de comunicación, porque todo es sustan-cia divina. Aquí nos encontramos con una similitud claraentre esta cosmovisión y la hindú, donde la parcialización noproduce pérdida en las cualidades de lo Absoluto, de lo quedeviene su naturalismo espiritual. Para estos pueblos lodivino se encuentra en la naturaleza y no fuera de ella.

Leyenda de la creación

Al principio estaba Kitche Manitou (el creador) y lascuatro materias esenciales: agua, viento, tierra y fuego.De ellas creo Kitche Manitou el sol, la luna, las estrellas yel cielo.

Después Kitche Manitou creó una hermosa mujer,la madre. A ella la hizo depositaria de la vida. La creócompasiva y atenta, para asegurarse de que todas lascriaturas crezcan fuertes y hermosas.

También para los Chippewas existió un tiempo enque la tierra estuvo cubierta de agua, pero Kitche Mani-tou hizo crecer un gran árbol y acomodó sobre susramas a todas las criaturas, para que no perecieran.

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Entre los Chippewa las formas de entender la religióncambian de una comunidad a otra, y además del creador,existen para ellos otras criaturas de carácter semidivino, quehabitan en el viento, los árboles, la nieve, los ríos... Perorecogen la esencia de su fe en lo que llaman la rueda medici-nal, que viene a ser un “libro” sagrado esquemático. Un cir-culo rodeado por el arco iris y dividido en cuatro secciones,con un circulo interior en azul (el agua y el aire), que repre-senta a una tortuga (la tierra), sobre la que vuela una grulla,junto a una rama de fresno (zanthoxylum americanum). Lassecciones del circulo representan los puntos cardinales, lashoras del día, las estaciones y las fases de la vida (todo a lavez), cada una de un color: rojo para el Sur, amarillo para eleste, blanco para el Norte y negro para el Oeste; y, dentro decada uno de ellos, un animal que representa características dela personalidad humana: águila al sur, conejo al este, oso alnorte y alce al Oeste. Este esquema es una guía para la vida.

En tan pequeño espacio ésta representa la humanidadcompleta, los hombres y las mujeres que habitan sobre el pla-neta y el planeta mismo. La madre, simbolizada por la tor-tuga, ocupa el lugar central, pues es ella quien nos sostienecon constancia y generosidad. La leyenda de la creacióncuenta que, después de inundarse la tierra, la tortuga emergióde las aguas, arrastrando con ella la tierra de los fondos mari-nos y así proporcionó un lugar cómodo para los árboles, lasplantas, y todas las criaturas que viven entre el cielo y elagua.

Otro aspecto simbólico de la tortuga, además de la aco-gida generosa, es la comunicación, pues ella puede estar encontacto con los que están aquí y con los que viven en otrarealidad y, con su generosidad característica, simboliza elpensamiento dado y el pensamiento recibido. El color azul-verdoso es por la vida marina y por el mundo vegetal.

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Sobre la espalda de la tortuga vuela una grulla, símbolode la elocuencia, portavoz de los pueblos. Junto a ella larama del árbol sagrado, el fresno (Mountain Ash Tree32), delque se extraen medicinas tanto de sus bayas, como de su cor-teza, simboliza la fuerza de carácter, la perseverancia, pueseste árbol puede sobrevivir en lugares inhóspitos, dondeotros árboles perecen.

Si miramos las secciones de color, comenzando por eleste, encontramos la dirección por la que se levanta el sol, ladirección de la continua creación. Un nuevo amanecer, unanueva estación, el nacimiento. La creación es cambio cons-tante, de la oscuridad a la asombrosa belleza que descubre laluz. Y sobre el fondo se dibuja un conejo que representa aManabozho, el mensajero de Kitche Manitou, cuya tarea esser intermediario entre las criaturas de la tierra y el Anishna-bek (el hombre creado) y para ello le otorgó el regalo delconocimiento.

Miramos ahora la sección superior: el norte, donde estárepresentada nuestra juventud, el momento del cambio, perotambién el transito al sosiego y la sabiduría, donde los sueñosnos traen las respuestas. El color blanco del fondo representala nieve del invierno, su quietud y su pureza, pero tambiénrepresenta la medianoche, cuando se siente la inquietud porel amanecer. En este espacio se dibuja un oso, porque, segúnla tradición, Kitche Manitou le regaló a este animal valor yfuerza. Por eso representa el poder curativo de la creación, lafuerza vital. El oso puede traspasarnos sus conocimientosmediante los sueños.

32 Arbusto caducifolio de 4-6 m de altura como máximo, de tallosespinosos y ramillas de color marrón. Fruto en folículo rojizo que se tornanegruzco, fragante, elipsoide, de unos 5 mm de diámetro. Requiere suelosfértiles y húmedos. Tolera el frío. Su corteza y los frutos tienen aplicacionesmedicinales como purgantes y calmantes.

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Continuamos el camino hacia el oeste, el lugar de ladespedida. El sol se esconde, la vida se apaga, la vejez escompleta y nuestro cuerpo cambia, ya no somos fuertes, elcabello se escapa de nuestra cabeza. Pero ahora hemos alcan-zado la verdadera madurez: somos nosotros mismos. El fondoen negro nos habla de todo esto, pero el ciervo dibujadosobre él nos cuenta que Kitche Manitou regaló a este animalla tolerancia. El ciervo simboliza el amor sin límites, haciatodos y hacia todo.

Y al sur nos encontramos el águila sobre un fondo rojo(la tierra y el fuego) que nos hablan de la comprensión com-pleta, lo Absoluto, la vida en plenitud, el verano, el mediodía,la hora en que el águila se eleva en el cielo. La tradicióncuenta que Kitche Manitou regaló al águila unas alas fuertes,una visión aguda y un porte orgulloso.

El arcoiris que rodea el círculo es el puente que unetodo lo creado. El rojo es por la tierra y el fuego. El amarillo,por la luz del sol que dibuja su trayectoria en el cielo. El azul,por el cielo y las aguas.

Donde quiera que estemos, nuestra madre tierra nosenvía señales (los puntos cardinales) para que sepamos quenos cuida, nos alimenta, nos cobija, nos orienta. Sobre la tie-rra y bajo el cielo tenemos nuestro hogar. Porque nos ama,cuida de nosotros; porque la amamos, cuidamos de ella. Paravivir en armonía solo es necesario

• Cultivar el conocimiento de otras costumbres

• Dominar el deseo de imponer nuestras costumbres alos demás.

• Ser capaces de crear nuevas costumbres con personasde costumbres diferentes.

• Respetar otras formas de creer.

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EL LLANTO DE LOS PAJARILLOS

El bisonte, habitante característico de las extensas llanu-ras de América del Norte, proporcionó alimento y abrigo a lospueblos amerindios desde su llegada al continente. Este mag-nifico animal perfectamente adaptado al frío y a la nieve,prosperó hasta la llegada de los colonos europeos. El bisonteera apreciado por su carne y por la calidad de su piel, másresistente y duradera que la piel de otros bóvidos, entre un50% y un 80%.

Hace mucho tiempo, cuando el mundo era muy joven, nadade lo que es ahora, era entonces.

Entonces las praderas estaban habitadas y el bisonte dis-frutaba recorriendo las largas distancias a la carrera, sólo porel placer de transitarlas. Pero esta costumbre le creaba muchosinconvenientes con sus vecinos que vivían sobresaltados, espe-rando escuchar en cualquier momento el tambor retumbantede sus pasos o sufrir en sus viviendas los destrozos de una acti-tud tan alocada.

Esta fue la razón de que se reunieran en asamblea parabuscar una solución satisfactoria para todos. Cada cual expusosu punto de vista y la solución que imaginaba más amable, demodo que les llevó horas alcanzar un acuerdo. Pero, final-mente, quedó decidido que nadie quería privar al bisonte del

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placer de recorrer las praderas, pero esperaban ser avisadospara refugiarse o poner a salvo sus pertenencias. Alguien pro-puso que siendo el zorro el mejor amigo del bisonte, el quepasaba más tiempo junto a él, recayera en él la tarea de avisara los habitantes de la pradera de la venida del bisonte.

Fue así como apareció una nueva costumbre en la pra-dera y era habitual ver correr al zorro, gritando:

– ¡Viene el bisonte!, ¡viene el bisonte!

Y los animales más pequeños se apartaban a su paso, ypodían tomar posiciones seguras para contemplar el pasomajestuoso del bisonte.

Pero sucedió una primavera, que llegaron a la praderanuevos vecinos, unas avecillas pequeñas que buscaban unlugar cálido para construir sus nidos y dar un hogar acogedora sus crías. Estos pajarillos no conocían las costumbres delbisonte, y viendo tanto espacio a su alrededor, no imaginaronque existiera peligro alguno si construían sus nidos entre lasacogedoras hierbas a ras de suelo.

Allí estaban las aves en sus nuevos hogares, disfrutandodel calor del sol mientras sus cuerpos cubrían los huevos,cuando pasó el zorro entre ellas gritando:

– ¡Viene el bisonte!

Al principio no entendían nada, pero fue solo cuestión desegundos. Enseguida volaron junto al zorro y le dijeron un pocoatropelladamente.

– ¡Dile que se detenga!, ¡con su peso romperá los huevos!Por favor, por favor, pídele que se pare.

Pero el zorro estaba cansado y no tenia ganas de desan-dar el camino, por lo que les respondió.

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– Yo he cumplido con mi obligación avisando por toda lapradera, ahora si queréis que se detenga, id vosotras a hablarcon él.

Pero era demasiado tarde, ya se sentía retumbar el suelobajo el peso del bisonte a la carrera. Las aves rodearon sucabeza y le gritaban:

– ¡Cuidado con los nidos!

Pero el animal corría tan alocadamente que no entendíanada, y sus patas aplastaron los nidos, rompiendo los huevosque guardaban. Los pájaros quedaron en silencio, llorando laperdida de sus retoños.

El llanto de los pajarillos llenó el aire de la pradera y llegóhasta Nanabozho33 que corrió a consolarlos.

– ¡Vamos, vamos amigos, calmaos un poco y contadme loque ha sucedido! Quizás pueda ayudaros.

– Nadie puede ayudarnos – lloraban los pajaritos-. Todopaso tan deprisa... El bisonte corría – exclamaban las avesentre hipidos- y no pudimos detenerlo. Le pedimos ayuda alzorro, pero nos dijo que no era su obligación. Le pedimos albisonte que parara, pero corría tan deprisa que no nos escu-chó.

Nanabozho comprendió que su inmenso dolor no teniamás consuelo que una nueva primavera, y que lo único que élpodía hacer por ellos era demostrarles su afecto. Pero, aún así,no quiso dejar pasar la oportunidad de hablar con el bisonte ycon el zorro, porque debían darse cuenta de la gravedad de suerror. Los mandó llamar, su voz recorrió la pradera y ante él

33 Un semidiós con características muy humanas, divertido y travieso,pero también generoso. A Nanabozho, también se le conoce como Misha-bozho, Napi y Tharonhiawagon.

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apareció el bisonte avergonzado, caminando con la cabezaagachada escondida entre los hombros.

– ¿Te das cuenta de lo que has hecho? Ha sido un compor-tamiento egoísta que ha provocado una desgracia irrepara-ble... Espero una respuesta, ¿qué explicación puedes darnos?

Pero el bisonte no era capaz de decir nada. Su silencio ibahaciendo crecer el mal humor de Nanabozho, que terminó porlevantar su bastón, lo que asusto aún más al bisonte. Entonceslo dejó caer, golpeando fuertemente en el suelo y dijo:

– Muy bien, si insistes en continuar en silencio, te impon-dré un castigo que no te permitirá olvidar los sucesos de hoy.De ahora en adelante, hasta el final del tiempo, llevarás lacabeza inclinada entre los hombros, mostrando constante-mente tu vergüenza.

El bisonte continuó en silencio, aceptando el castigo. Fueentonces cuando Nanabozho se dio cuenta de que el zorro nohabía acudido a su llamada. Los animales de las praderas leexplicaron que se había escondido escarbando agujeros en elsuelo y que estaba allí esperando que a Nanabozho se le pasarael mal humor.

– Permanecer escondidos no los dejará sin castigo–exclamo Nanabozho–. Su actitud será el castigo que los acom-pañe de ahora en adelante. Por no querer asumir las conse-cuencias de su comportamiento irresponsable, los castigo avivir ocultos en el frío suelo.

Y así ha sido desde entonces: los bisontes caminan aver-gonzados y los zorros viven en madrigueras, porque la insensa-tez no exime a nadie de responsabilidad.

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LIBRES PARA DECIDIR

Cuando Dios se alejó

�Quizás un Relato Yoruba (Nigeria)

Con la mano en el corazón les confesaré que no tengocerteza de que este cuento, que me ha llegado por variasvías, sea efectivamente un relato de la cultura Yoruba. Des-pués de buscar y rebuscar, de preguntar y no recibir respues-tas, he llegado a la conclusión de que pertenece a esta culturapor la similitud con otros relatos... pero si ustedes saben másque yo, espero que sepan también disculparme y me infor-men sobre la verdad.

No obstante, creo que sea o no sea un relato de la cul-tura Yoruba, su procedencia africana es innegable (quienes locuentan, así lo dicen y así aparece también en las transcrip-ciones); lo que cuenta y como lo cuenta también habla afavor de esta teoría.

Pero he preferido arriesgarme a situar el relato, porqueno quiero generalizar sobre África, me molesta hablar deÁfrica como un todo, no puede ser lo mismo Gambia queMozambique, pero dado nuestro desconocimiento y la breve-

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dad de estas paginas, voy a intentar simplificar. Nosotros losoccidentales actuales tendemos a segmentar la vida, dividi-mos las actividades, los saberes, las relaciones, los tiempos,precisamente por eso no nos cabe en la cabeza una organiza-ción social en que todo está al mismo nivel, donde lo sagradoy lo profano van de la mano, lo visible con lo invisible.

Pero en realidad todo tiene un orden; al comienzo estála figura, o la esencia, de un ser creador que es autosuficientey por ello no solicita ser objeto de culto,... es el gran desco-nocido, pero no el que abandona, pues continúa atento a lasnecesidades de sus criaturas, nosotros, y nos atiende a travésde sus intermediarios, seres más comprensibles para nuestralimitación.

Estos seres se dividen entre cuidadores de la vida yagresores de ella. La vida en el África negra tradicional essagrada, porque lo es todo y está en unión con todo. Lamen-tablemente las guerras que arrasan el continente no noshablan de que exista una autentica comprensión por parte desus pobladores de este mensaje que debe haber quedadosólo para iniciados, pero como lo mismo nos sucede a loscristianos, creo que ante la misma realidad de traición a nues-tros altos ideales, solo nos cabe sentirnos hermanados.

En el número 468 de la revista Mundo Negro aparece unartículo de León Ngoy Kalumba, jesuita congoleño, en el quecon lenguaje sencillo y esclarecedor explica el sentido deDios en las religiones tradicionales y adjunta una tabla conlos nombres usados para hablar del supremo creador en 15de las etnias del continente: Juok, Nyame, Gin-Dri, Khu,Mulungu, Leza, Nyambi, Ngai, Imana, ...

Regresando a los espíritus menores, estas figuras queson representadas en esculturas y que son identificadas confenómenos de la naturaleza, son las que han movido a confu-

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sión a nuestra mente ordenada en departamentos estanco.Pero en realidad no estamos tan lejos de la mentalidad afri-cana, porque también nuestra religiosidad popular (de loscatólicos), nos ha llevado a plantear intermediarios entre lafigura del creador y nosotros mismos, por ello nuestros luga-res de culto tradicionalmente se han llenado de esculturas desantos y vírgenes (hasta el concilio Vaticano II). Aunque tam-bién lo podemos considerar una aproximación a lo que en elÁfrica negra es el concepto de antepasado.

Para la mentalidad africana la vida es un continuo,donde la muerte sólo es una parte y los muertos continúanviviendo en comunión con nosotros, en otro plano, y de ahíderiva la importancia de los antepasados... porque no cual-quiera llega a ser un antepasado, sólo quienes quedan en lamemoria colectiva como un referente, un modelo de sabidu-ría y un ejemplo de virtud. Los antepasados son quienesponen esqueleto al organismo social, pues los descendientescomunes de un antepasado (hermanos, primos, tíos, abuelos)guardan los mismos valores de referencia y debe haber armo-nía entre ellas y ellos.

Y llegamos a otro vértice de la cultura africana, losancianos. Hasta ahora y aún hoy en muchos lugares se confíaen ellos para dirimir conflictos y asumir la responsabilidad demarcar el camino, pero ya comienza a sentirse la influenciaoccidental y en las ciudades han comenzado a surgir residen-cias. La importancia de poseer estudios europeos (títulos uni-versitarios) hace que la experiencia vital vaya perdiendoautoridad en la sociedad, y el gusto por la TV en niños yjóvenes, desplaza al anciano de su lugar de referente en lavida familiar, ya no es el protagonista en las reuniones fami-liares al anochecer.

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Y en cuanto a la religión, si alguien puede enseñarnossobre interculturalidad esos son los africanos que convivendesde hace siglos con diferentes cosmologías, entre ellas lamusulmana, la cristiana y la hindú.

Pero actualmente parece que los estudiosos sobre lasreligiones de este continente se han puesto de acuerdo en laconcordancia o existencia de una religión o cosmovisión pri-migenia a la que han llamado Religiosidad africana (RA), enla que todo esta divinizado, por tener su origen en un únicocreador. Quizás un cita nos ayude a comprenderlo mejor.Mercy Amba Oduyoye, teólogo africano nos dice que:

“En el África tradicional, esto es, África cuando elpueblo está siendo él mismo, descontando el cristianismo,el Islam, y las normas occidentales, Dios es experimentadocomo una realidad omnipresente. Dios participa constan-temente en los asuntos de los seres humanos, a juzgar porel vocabulario de la costa oeste de África, que yo conozco.Un musulmán nunca hablará del futuro, ni del pasadosin terminar diciendo “es la voluntad de Alá”. Los cristia-nos de Yoruba dirán “Dios lo quiere” y los Akan los con-vencerán de que todo es “por la gracia de dios”. (...) Quelos africanos tienen una mirada integradora del mundo,es algo que ya ha sido expresado por muchos. En su auto-biografía, Nelson Mandela34 escribe:

Mi padre era sacerdote oficioso y presidía rituales. . . yritos locales... no necesitó ser ordenado, porque lareligión tradicional del Xhosa se caracteriza por laintegridad cósmica de modo que hay poca distinciónentre lo sagrado y lo secular, entre lo natural y losobrenatural.

El Yoruba responde al rezo con Ase, la energíadivina y altamente potente con la que Olodumare (Dios)

34 Mandela, Nelson: Long Walk to Freedom (Abacus, 1994)

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creó el universo y sus leyes físicas. La creencia en el poderomnipresente de dios dota al universo de una naturalezasagrada. La visión africana del mundo se alimenta de unacosmología que se fundamenta en una Fuente de existen-cia, el Dios supremo, y otros seres divinos que se asocian aDios. Pues Dios es la fundamentación de la vida, así quenada sucede sin Dios. Dios vive, Dios no muere, y los sereshumanos no mueren de hecho. Incluso cuando no ocupa-mos un cuerpo tangible, estamos vivos aún.”35

Existen varios mitos que hablan de la retirada de Dioscomo consecuencia de las normas divinas que los hombrestransgredieron. Justo al revés que nosotros, ellos no fueroncastigados, simplemente Dios decidió tomar distancia deján-doles hacer uso de su deseada autonomía.

Y con esto vuelvo al comienzo. Les planteaba que elcuento que me ha cautivado, es realmente una preciosidad yda para pensar y dialogar sobre él días y días. Por la estruc-tura del relato y por el mensaje me lleva a suponer que es unrelato Yoruba, les diré por tanto y para no desaprovechar laocasión algo acerca de este pueblo.

Los yoruba son el segundo grupo idiomático de África,compuesto por unos 40 millones de personas. Su nombreengloba a veinticinco grupos diferentes, con matices cultura-les propios, aunque la mayoría viven en lo que actualmenteson Nigeria y Benin. La antigüedad de su cultura se remontaal 3.000 antes de nuestra era, y hasta el siglo XIX la transmi-sión se hizo de forma absolutamente oral. Los narradoreseran los encargados de guardar la sabiduría de los reinoshumanos, cuasi-humanos, animales, mineral, y vegetales.Para los yoruba, un narrador o narradora es a la vez undocente, un consejero y un psicólogo. Para un yoruba un

35 www.aril.org/african.htm

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cuento es un depósito de sabiduría que se ha formado a lolargo de la historia, con un fin educativo. Por eso, no se cuen-tan muchos cada vez, ni cualquiera puede ser narrador, por-que para dar valor a la enseñanza se ha de ser una personaexperimentada y con autoridad moral. Los yoruba en realidadson fruto del mestizaje. Se sabe que durante el siglo V denuestra era, en la franja costera que va desde el Volta (Bur-kina Fasso) hasta Camerún existían comunidades agrícolasque utilizaban la técnica del hierro y los asentamientos másantiguos estaban en las regiones de Ife, Ilesha y Ekiti.

Desde el centro de África, lo que actualmente se conocecomo Rep. Democrática del Congo, llegó un grupo de hom-bres y mujeres que habían sido desterrados a causa de su reli-gión. Esto debió suceder durante el siglo XI y es a partir deesta ocupación que se comienza a hablar de los reinosyoruba, que no tiene nada que ver con el concepto europeode reino.

Para que lo comprendan mejor les voy a contar lasleyendas yoruba que explican el origen de este pueblo... ydel mundo.

La primera leyenda dice que Olodumare (Dios), el creador,encargó a Obatala crear una superficie sólida fuera del aguaprimordial y hacerlo de tal modo que esta superficie pudieraalbergar animales y plantas. Para llevar a cabo su tarea Oba-tala descendió del cielo por una cadena, transportando en susmanos una caracola pequeña en la que llevaba mineral de hie-rro, una semilla de palma y un pollo emplumado. Cuando ver-tió el mineral en el agua, surgio la tierra y sobre ella depositó alpollo que acometió la tarea de separar los granos de arena yformar montones sobre el agua, después plantó la semilla depalma y la vio crecer. Cuando Olodumare vio lo que habíahecho quedó muy satisfecho y le encomendó una tarea un pocomás difícil, debía crear el cuerpo de los seres humanos, sobre

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los que Olodumare insuflaría vida. Como terminó esta tarea asatisfacción del creador, es reconocido como “obarisa” que sig-nifica: el rey de orishas.

La segunda versión nos cuenta el mismo comienzo, peronos dice que Obatala no pudo terminar la tarea porque estabaebrio de vino de palma, y viendo Olodumare que se retrasabadecidió enviar a Oduduwa que al descender encontró a Obatalabebido, en lugar de regresar junto a Olodumare para acusarlo,se hizo responsable de la tarea, llevándola a término. Creo latierra sobre las aguas y en el punto donde había descendido lollamamos Ile-Ife que significa “la casa de par en par”, el centroespiritual de los Yoruba. Cuando Obatala se recuperó, se sintióavergonzado y se presentó ante Olodumare para pedirle per-dón, haciendo la firme promesa de no volver a probar el vino depalma. Olodumare le otorgó su perdón y para que Obatala nose sintiera inútil le pidió que diera forma al cuerpo de los sereshumanos.

Hay una tercera versión que no es de tipo religioso en laque se cuenta que Ile-Ife era una población habitada por losIgbo, cuyo jefe era Oreluere (Obatala). Esta población fue inva-dida por Oduduwa, que venía del este y había sido desterradojunto con un grupo de hombres y mujeres por motivos religio-sos, la conjunción de los dos pueblos dio lugar a los yoruba.Que es lo mismo que dice la Historia.

Los yoruba creen en un creador supremo que vive ale-jado de nosotros, pero que ha dejado una amplia representa-ción en forma de dioses (unos 400) llamados “Orisha” quetienen una función de guías y protectores en la vida de cadapersona. Cuando nace un niño o niña, es necesario averiguarque orisha será el encargado de guiar los pasos de la criaturadurante toda su vida.

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Los niños son muy importantes para este pueblo. Seconsidera que la educación de cada nuevo ser es una tarea detoda la familia extensa, que es tanto como decir de todo elpueblo; además para un yoruba solo hay tres cosas que real-mente signifiquen riqueza: abundancia en las cosechas, loshijos y la vida inmortal.

De hecho para los yoruba, la muerte es una transición ysolo los ignorantes (ogberis) o los malvados la temen, porquepara alcanzar la vida eterna es necesario promover el bien,para ser más explícitos: hacer la voluntad de Dios(a) quecomo creador(a) y sustentador(a) de la vida espera que losseres humanos se mantengan unidos a Él(la) con la confianzade un niño hacia su madre, que las personas sean las unaspara las otras como hermanas, y que respeten la tierra y todolo creado.

Por eso la muerte se celebra como una auténtica fiesta,en la que lo importante no es la cuenta de los años deldifunto, sino la calidad de sus actuaciones en este mundo, unproverbio yoruba dice:

Es mejor morir joven y que deban sacrificar uncaballo para atender a los que acuden a tu celebración,que morir viejo, pero que los celebrantes se satisfagan conun pollo.

Al entender la muerte como una transición o una conti-nuación en otra realidad, los yoruba han creado un vínculoentre los que se van y los que se quedan que los europeosinterpretaron como un culto a los antepasados, pero que noes tal. Simplemente para este pueblo, el amor entre padres ehijos o nietos, no cesa, de ahí la importancia de recordar a losdifuntos, para poder reconocer a nuestra familia cuando tam-bién nosotros traspasemos el umbral de la muerte.

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Con el fin de mantener viva la memoria de los antepasa-dos se han creado sociedades familiares llamadas Egungun,que son las encargadas de cuidar el legado cosgnoscitivo delos antepasados (medicinas, descubrimientos técnicos, viajesy otras hazañas) que muestran la conexión del individuo conDios.

Hay una “orisha” llamada Oya, cuyo símbolo son lasarboledas, que está encargada de abrirnos el camino a laotra vida y mantiene el recuerdo de los antepasados en lamemoria de los integrantes de un Egungun. Es significativoque todos los símbolos asociados al Egungun son femeni-nos.

También sobre esto hay una leyenda, que yo he encon-trado en un artículo de Judith Gleason 36 que dice:

Agan, Egungun y Oya eran tres hermanos.

Agan era el mayor y por ello se consideraba el único conderecho a la herencia de su padre, que consistía en un pañosagrado que otorgaba sabiduría, por eso había amenazadocon acabar con aquel se atreviera a utilizarlo.

Pero su hermana menor, Oya ignorando su amenazatomó el paño y lo utilizó. Cuando Agan la vio se abalanzó conviolencia sobre ella para quitárselo, pero ella resistió y susvoces alertaron a Egungun que acudió en ayuda de Oya, por loque Agan tuvo que darse por vencido, retirándose..

Desde entonces Oya y Egungun caminan juntos y Aganes solamente una voz.

Se da a entender así la importancia de la armonía y lacooperación, la necesidad del equilibrio en todos los ámbitos,

36 Gleason, J.: Oya: In Praise of an African Goddess, Harper Collins,San Francisco, 1992

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entre lo femenino y lo masculino, entre la sabiduría de losantepasados y la energía de la juventud, todo lo que haceposible mantener el ciclo vida-muerte-vida y que nos ayuda aconstruir una cultura de paz.

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CUANDO DIOS SE ALEJÓ

Al principio el mundo estaba cubierto de Dios.

Nadie conocía la luz del sol, ni había contemplado lasestrellas, porque Dios cubría la superficie de la tierra y no per-mitía pasar ni el frió, ni el calor.

Los hombres y las mujeres de aquella época caminabancon las rodillas dobladas, apoyando las manos en el suelo, por-que Dios estaba tan cerca que era imposible ponerse de pie,pero ellos no conocían el hambre, ni la sed; nunca habíansufrido caminando bajo el sol, ni habían sentido el frío de lanoche, de todo eso los protegía la presencia de Dios.

Cuando alguien sentía hambre, le bastaba con levantar lamano y tomar un trozo de los glúteos de Dios, con ese trozobastaba para saciarlo de un alimento exquisito.

De ese modo transcurrían los días de la humanidad, en unestado inmutable de paz.

Pero un día, una mujer de las muchas que habitaban elmundo, caminando en cuclillas mirando el suelo, encontró unapequeña semilla y sin darse cuenta de lo que hacía, se la llevó ala boca y la masticó... ¡hummm! Aquel sabor desconocidoagradó a la mujer que comenzó a buscar más de aquellassemillas hasta que tuvo un buen puñado. Como eran duraspara poder masticarlas todas juntas, buscó una piedra paragolpearlas y apoyándose en un roca que surgía del suelo, la

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mujer dio comienzo a la tarea de golpear las semillas hastaconvertirlas en polvo.

Estaba tan entusiasmada con su descubrimiento, que sinpercatarse de que cada vez elevaba más el brazo sobre sucabeza... golpeó a Dios.

– ¡Perdóname, perdóname! –rogaba la mujer con voz tem-blorosa, temerosa de haber provocado dolor a su creador, y conello su enojo.

– No te preocupes mujer, no me has hecho daño –fue larespuesta que brotó desde Dios– lo que ha sucedido es lo nor-mal cuando estamos tan cerca. Creo que será mucho mejorque me eleve un poco y así tendrás más espacio para realizarbien tu tarea.

La mujer lo escuchó entre confusa y avergonzada, com-prendiendo el amor que se encerraba en sus palabras, y agra-decida por tanta bondad, continuó su tarea.

Con Dios un poco más lejos, la mujer podía caminar máscómoda, y su vista alcanzaba más lejos, por lo que prontoencontró más semillas para moler, y se dispuso a preparar unbuen montón de harina que daría a probar a sus hijos e hijas.

Nuevamente se acomodó junto a la roca que le servia debase y buscó la piedra con la que golpear y dio comienzo a surítmica tarea. Arriba, abajo, arriba, abajo... hasta que nueva-mente con el impulso creciente y llevada por la emoción de ter-minar pronto, su mano se elevó sobre su cabeza y de nuevo,golpeo a Dios.

“Esta vez sí lo he enojado”, pensó la mujer, mientras excla-maba en voz alta:

– Lo lamento muchísimo, muchísimo. Dejaré ahora mismode moler semillas, perdóname te lo ruego.

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– No tengas miedo, no me ha dolido. Lo que ha sucedido eslo normal cuando se vive tan cerca. Creo que será mejor queme aleje un poco más para que puedas trabajar tranquila.

Y se elevó hasta permitir que la mujer se pusiera de pie.Levantada la mujer pudo contemplar la inmensidad del mundo,caminar más deprisa, llegar más lejos. Fue así como pudo reu-nir un número importante de semillas y llamó a sus parientes yvecinas para que la ayudaran a moler el grano. Formaban unanimado grupo de mujeres que trabajaban, conversaban yreían, mientras daban a probar el harina a sus hijos e hijas.

La mujer estaba a cargo de la piedra para moler, golpe-ando rítmicamente sobre la roca, alegre por lo que podía com-partir. Moler el grano se convertía en un movimiento enérgicoque hacía moverse todo su cuerpo, y su alegría le daba impulsoal movimiento de sus brazos... fue entonces cuando nueva-mente perdió el control y levantando la mano con la piedrasobre su cabeza, sin querer, golpeó a Dios.

– ¡Oh, perdóname, perdóname! –exclamaba mientras laslagrimas nublaban sus ojos– no se como he podido ser tantorpe, por tres veces te he golpeado, pero en ninguna de ellashe tenido intención de hacerte mal.

– Lo sé, lo sé –respondió Dios– simplemente ha sucedido yen realidad nadie tiene la culpa, yo estoy aún demasiado cercay te privo de libertad. Pero he estado observando tu actividadde hoy y me he puesto a pensar. Creo que ya estáis en condicio-nes de cuidaros por vosotras mismas, creo que ya no es impor-tante mi presencia cercana. Será mejor que me aleje.

– No puedes irte, no sabríamos vivir sin tí –rogaba entresollozos la mujer.

– Tranquilízate, simplemente me alejo, pero mi esenciaqueda en todo cuanto os rodea, si me necesitas desde cualquier

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lugar podrás llamarme, ten por seguro que mi amor perma-nece y nunca os abandonará.

Desde aquel día, podemos ver el azul del cielo, sobreco-gernos ante la inmensidad del espacio creado por Dios, cuandolas estrellas iluminan la noche.

Ya no podemos tocar a Dios con nuestras manos,... o talvez sí, sabemos que habita en todo cuanto nos rodea, estájunto a nosotros, solo debemos usar nuestra libertad para acer-carnos.

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EL PODER DE LA ORACIÓN

La Niuque, su hijo y el pehuén

�Relato mapuche (Chile-Argentina)

Una bula, la Sublimis Deus (1537) dio por zanjada lacuestión respecto a la consideración de persona de quieneshabitaban el continente americano antes de la llegada de loseuropeos. A Pablo III no le cupo duda alguna sobre su condi-ción de personas, y con ello su libertad, su derecho a la pro-piedad y la posibilidad de elegir:

“(...) [Decretamos que] pueden usar, poseer y gozarlibre y lícitamente de su libertad y del dominio de sus pro-piedades, que no deben ser reducidos a servidumbre y quetodo lo que se hubiese hecho de otro modo es nulo y sinvalor… [Asimismo decretamos] que dichos indios y demásgentes deben ser invitados a abrazar la fe de Cristo a tra-vés de la predicación de la Palabra de Dios y con el ejem-plo de una vida buena, no obstando nada en contrario.”

Lamentablemente aún hoy la teoría y la practica no vande la mano en lo que se refiere a respetar la capacidad quetenemos cada uno, cada una, a optar libremente por una

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forma de vida que nos satisfaga, aunque esa forma no con-cuerde con los valores de la mayoría de nuestros conciudada-nos o no sea la que el sistema occidental considera correcta:ciencia, técnica y maximización de los beneficios económi-cos. Ya lo decía Shakespeare:

“En este mundo, hacer el mal está a menudo bienvisto y obrar bien puede ser locura peligrosa.”

Esta es la introducción a un cuento mapuche, una granresponsabilidad para mí, que, siendo chilena por familia ynacimiento, desconozco casi todo sobre los pueblos origina-rios con los que comparto la cuna. La opinión sobre los indí-genas que en Chile se ha venido traspasando de generaciónen generación no ha sido muy positiva y yo misma he crecidoescuchando que el “indio” es flojo, borracho y ladrón. Delotro lado, para ellos los “wingka”37 somos explotadores,ladrones y “buenos para el engaño”. Esto siempre me ha pro-ducido una inmensa tristeza, pues, como desconozco la mitadde mi historia familiar y no me engaño cuando me miro alespejo, soy consciente de que es tan erróneo llamarme“india” como llamarme “wingka”.

Para hacer una somera aproximación a la etnia mapu-che, es bueno hacer un poco de historia. En 1601 el cronistaespañol González de Nájera, dejó escrito sobre los mapuches:

“Para dar (...) a conocer quién es esta nación porsus infames costumbres, digo que es gente indigna de lla-marse racional, porque es ajena a toda virtud, hechicera,supersticiosa, agorera, sin justicia, sin razón, sin novedad,sin conciencia y sin alguna misericordia, más que cruelesfieras, y principalmente sin Dios, pues no conocen ni guar-

37 Palabra mapuche que significa extranjero

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dan ninguna religión. (...) Una nación en todo extrema,falsa y engañosa, sin honra y sin palabra.”

Y para terminar el cronista propone exterminar a losindios chilenos y en caso de que alguno sobreviva, venderlocomo esclavo. Es obvio que no sabía o no le importaba nadala bula Sublimis Deus, promulgada 64 años antes.

Afortunadamente, había otras visiones, como la del capi-tán español Francisco Núñez de Pineda, que en su libro “Elcautiverio feliz”, reeditado en el 2001 por la editorial RIL yque se puede leer en formato digital en www.cervantesvir-tual.com, cuenta su experiencia como cautivo de Maulicán yel buen trato que viviendo entre ellos recibió:

“Salí de aquel confuso laberinto (estaba en unafiesta) y me acomodé gustoso en un rincón donde estabacon su familia Maulicán y di infinitas gracias a DiosNuestro Señor por los favores que cada día experimentabade su bendita mano, hallando entre mis enemigos tan cor-teses acciones y amorosos agasajos como los de Ancana-món y otros caciques principales con que fue mi prisióndichosa como feliz el cautiverio.”

Lamentablemente la opinión del cronista González era,y aún es, la opinión de muchos. Lo que para los colonos erauna estrategia, se ha convertido en un lastre para el desarrollojusto y armonioso de los países de América Latina. La políticaespañola hasta el 1700 consideraba que no merecía la penamalgastar capital en mantener un ejercito de ocupación per-manente, por no ver rentable alcanzar la absoluta supremacíaterritorial en el continente, de modo que por el norte no qui-sieron extenderse más allá de las tierras altas de México y porel sur, llegaron hasta el río Bío-Bío, en el centro-sur de Chile,que resultó una frontera inexpugnable para el avance delejército colonial. En 164l se firmó el Pacto de Quillín, por el

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cual Felipe II reconocía la autonomía mapuche a cambio deque le rindieran vasallaje y acogieran a los misioneros católi-cos enviados para evangelizarlos: franciscanos y mercedarios.

Llegar a este pacto no fue un camino fácil. Contamos conel testimonio de fray Antonio de S. Miguel Avendaño y Paz,primer obispo de la Araucanía (1561), que se tomó el trabajode conocer palmo a palmo un territorio complejo (el sur deChile es un bellísimo lugar compuesto de ríos caudalosos, bos-ques, lagos e islas) y denunciar ante el gobernador y por cartasal rey, las injusticias que los encomenderos españoles cometíancontra los amerindios, sin conseguir ningún resultado. En 1580renunció a su cargo abrumado por la impotencia.

Todavía en 1750 América Latina era en un 50% territoriode sus primeros pobladores, esos a los que ahora llamamosamerindios, para subsanar el error de Colon y los primerosespañoles. Pero, a partir de entonces, cambia la estrategia decontrol. Las armas ya no son la principal opción de dominio,sino la política de acuerdos, argumentaciones legales y justifi-caciones ideológicas, que reconocen el derecho a la autono-mía establecido mediante tratados en que se reconoce sudiferente naturaleza política, pero en el marco del dominioespañol. Se da por hecho, por parte de la corona española,que los pueblos indígenas americanos son sus súbditos38 y notienen entidad para ser considerados naciones de pleno dere-cho con autonomía territorial. Este fue el modo en que se evi-taron las alianzas entre los pueblos originarios y otras poten-cias europeas rivales, como los ingleses.

Pero el pueblo mapuche del lado chileno tenía unacuerdo diferente. ¿Entonces, qué paso? Lo de siempre. Comola sociedad mapuche no tenía una organización jerárquica, no

38 Del latín subditus pp.de Subdere, someter. Adj. Sujeto a la autori-dad de un superior con obligación de obedecerle.

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creó departamentos que se mantuvieran en alerta permanenteante los juegos burocráticos de los occidentales. Eran un pue-blo que sabia organizarse para la defensa en la guerra, comolo acredita su capacidad para destruir los fuertes españoles,así como el estudio por parte de los occidentales de las estra-tegias de guerra de Lautaro39, pero no podían defenderse dela burocracia. En 1810, la recién nacida República de Chile noreconoció su autonomía territorial al sur del Bío Bío, aunquenada se movió hasta 1860, cuando dio comienzo lo que eufe-místicamente se llamo “Pacificación de la Araucanía” que ter-minó con la anexión del territorio mapuche en 1883.

Pero en medio de estos avatares, los mapuches mante-nían y mantienen su cultura, que como suele suceder estáfuertemente enraizada en su religiosidad, que les diré contoda honestidad, es una organización compleja que cuantomás leo sobre ella, menos comprendo. Al final del libro tie-nen varios títulos y enlaces que pueden permitirles clarificarsus ideas, si lo que yo les transmito son mis titubeos.

Comencemos por el principio. Los mapuches creen enNguenechén, ser creador, que no es omnipotente y tiene susmomentos de alegría y sus momentos de enojo. Y sobre cuyanaturaleza masculina o femenina o mixta, no consigo acla-rarme, porque unos dicen Chau Nguenechén, que significapadre creador, casado con Kushe Nguenechén, Sabia crea-

39 Lautaro (1535-1557) A los 15 años fue capturado por los españolesy durante seis años fue criado del conquistador Pedro de Valdivia. Duranteese tiempo aprendió a conocer la mentalidad de sus captores y su forma dehacer la guerra. Regresó a su pueblo y les enseñó una nueva forma de com-bate. Lautaro promovió un ejercito organizado en batallones, agrupando alos hombres según sus habilidades: arqueros, piqueros, maceros, caballerizose infantes con macanas. Combinaban diferentes armas para conseguir unamayor eficacia. Con él los mapuches comenzaron a hacer uso de los caba-llos. Murió al intentar reconquistar Santiago, la actual capital del país.

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dora; pero en otros lugares encuentro que son la misma Per-sona que por su naturaleza compleja se puede nombrar enmasculino y/o femenino.

Para los mapuches el cosmos es una esfera dividida enplanos horizontales, que son una expresión del Ser Universal,los planos simbolizan el viaje del sol, sobre la mapu (tierra) ybajo ella (del oeste al este). Las tradiciones sobre el númerode divisiones son variadas, mayoritariamente se cree que sonocho: cuatro superiores y cuatro inferiores, entre las que seubica la mapu que haría la novena. Otras versiones más sim-ples hablan de tres planos: cielo, tierra, infierno.

En estas plataformas habitan los dioses y los Pillán(difuntos) para los que también hay categorías. Los Pillán sonambivalentes, aúnan el bien y el mal, por lo que pueden darbienestar o traer daño. Esta ambivalencia fue traducida porlos colonos españoles en términos de demonios, pero no haytales en la tradición mapuche. Hablemos del orden:

• Los ülmen (sacerdotes, aristócratas y jefes) son losmuertos en combate o muertos por un fenómenonatural. Ellos moran en las cimas de las montañas yen los volcanes. Se les considera divinidades menoresque velan por el bienestar de su pueblo y de lahumanidad. Algunos ülmen pueden ocupar un lugaro un objeto y desde allí velar por los caminantes ycastigar a los malintencionados.

• Los niños tienen un lugar especial en las plataformasinferiores, donde esperan la oportunidad de renacer ycompletar el ciclo de la vida en la tierra.

• Sociedad tradicionalmente patriarcal, aunque no delmismo modo que la nuestra, las esposas de los ülmenpueden también ocupar un lugar junto a sus esposossi tienen una muerte heroica, inmolándose en la

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tumba de su esposo o muriendo en el campo de bata-lla. Pero también les cabe la posibilidad de ser resca-tadas del inframundo si las busca su esposo.

• Para quienes han tenido una vida “común” solo cabeesperar una vida igual en otro lugar, y para quieneshan vivido de manera vergonzosa, les espera elreverso de sus acciones. A quien calumnió, les esperala calumnia. A quien robó, ser robado.

Entre las festividades religiosas mapuches el Nguillatúnes la que ha conseguido mayor fama. Según las comunidadesesta fiesta rogativa se puede celebrar de una a cuatro veces alaño y es la principal entre las poblaciones rurales. A travésdel Nguillatún se hacen llegar a Nguenechén las peticionesde los creyentes.

Mito de la creación y el origen del mal

Como casi todos los pueblos, los mapuches tienen unmito de la creación y una explicación sobre el diluvio, sobrela que igualmente hay varias versiones. La que yo les trans-cribo es una síntesis de tres de las versiones que he encon-trado, de modo que no lo tomen al pie de la letra, y léanlomejor como un cuento antiguo, basado en la tradición de unpueblo:

Vivía Chau, el Padre, o Nguenechén, Creador del Mundo,junto a su esposa Ñuke, madre.

Chau había trabajado para formar la tierra, con sus bos-ques, montañas y mares; y el cielo con sus estrellas. Habíacreado plantas diversas, animales de todas las clases y a laspersonas. Después de lo cual se había retirado al cielo, desdedonde observaba lo creado, acompañado de su esposa.

Tenían varias hijos e hijas. Los dos mayores llamadosAntü, que significa sol, y Kushe, que significa luna. Sus hijos

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crecían y admiraban la obra de su padre, deseando llegar a sercomo él y crear sus propias criaturas. Al llegar a la juventudAntü y Kushe hablaban entre si y se decían:

El Chau y la Ñuke se hacen mayores, sus capacidades dis-minuyen, quizás fuera mejor para el mundo que nosotros ocu-páramos su lugar.

Chau conocía el deseo de sus hijos. Ese deseo le causabadolor y provocaba su enojo. También Ñuke conocía el deseo desus hijos, pero lo disculpaba y trataba de calmar a su esposo,haciéndole ver que eran debilidades propias de la edad, cosasque un padre debe estar dispuesto a perdonar a sus hijos.

Pero la realidad era que los jóvenes habían llegado a con-vencerse de la necesidad de ocupar el puesto de su padre alfrente de la creación. Llegaron al extremo de soliviantar a sushermanos menores tratando de volverlos en contra de supadre. Y su padre lo supo. Esa fue la causa de que Chau deci-diera expulsarlos de su hogar en el cielo y tomando a cada unopor un mechón de sus cabellos los dejo caer sobre la cordillera.El impacto de los cuerpos en la roca hundió la tierra formandodos cráteres inmensos, donde sus hijos perdieron la vida.

Al enterarse de lo sucedido Ñuke no pudo contener laslagrimas por la pérdida de sus hijos. A pesar de sus accionesella los amaba, era su madre. Sus lágrimas caían como lluviasobre la cordillera, resbalando hacia los cráteres formados porlos cuerpos de sus hijos. Sus abundantes lágrimas terminaronpor llenar los cráteres, convertirlos en dos lagos, que aún hoypueden verse. Sus nombres: el Lácar y el Lolog40.

El dolor de su esposa conmovió a Chau. Su compasiónhizo que buscara la forma de devolver la vida a sus hijos, de

40 Lagos del Parque Nacional Lanin, en la provincia de Neuquen(Argentina).

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modo que unió sus cuerpos y los convirtió en una culebra aladallamada Kai-Kai Filu.

Pero Kai-Kai Filu no era buena, estaba llena de odio contrasu padre y contra los habitantes de la tierra. Por eso removía elagua con su cola, provocando olas gigantes que asolaban la tie-rra.

Para proteger a sus criaturas, Chau creó una serpiente dela tierra a la que llamó Tren-Tren. A esta serpiente le enco-mendó el cuidado de la humanidad. Cuando Tren-Tren obser-vaba a Kai-Kai Filu en movimiento, silbaba avisando a las muje-res y a los hombres para que se pusieran a salvo en las lomasde la cordillera. Y así pasaba el tiempo lentamente.

Chau era un padre generoso que no descuidaba sus obli-gaciones y llenaba la vida de los hombres y mujeres de regalosgenerosos. Por eso los mapuches también lo llaman KumeHuenu (lo bueno del Cielo).

Pero llegó un tiempo en que hombres y mujeres olvidarona Chau y olvidaron comportarse fraternalmente. Olvidaron asus antepasados y las enseñanzas que estos les habían dejado.Entonces Chau, enojado por sus malas acciones, fue en buscade Kai-Kai Filu para pedirle que removiera las aguas hastainundar la tierra, para que bajo ellas perecieran los malvados.

Mientras Tren-Tren, observando los movimientos de Kai-Kai Filu, avisó a las gentes que vivían en la costa, logrando quese pusieran a salvo en las montañas. Pero las aguas hacíantemblar a las montañas y muchos hombres y mujeres no pudie-ron sostenerse sobre las laderas; cayeron hasta el fondo ymurieron ahogados. Solo unos pocos lograron salvarse. Ayuda-dos por Tren-Tren y sobre la montaña, ofrecieron a Chau unsacrificio de reconciliación. Aquel fue el primer Nguillatún.

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Chau Nguenechén perdonó a sus criaturas y se compro-metió a continuar cuidándolas mientras ellas no olviden cui-darse y respetarse.

Antes de dar por terminada esta breve introducción alcuento (no imaginan lo que me costó acortarme), quierohacer una observación sobre el papel de la mujer en la socie-dad mapuche. Dije antes que la sociedad mapuche es patriar-cal. La autoridad política recae en el varón, el lonko, (aunquetambién existen excepciones como entre nosotras), pero hayuna figura fundamental, el/la Machi, una especialista enmedicina natural que es la responsable de la salud y del bie-nestar de todas las personas de la comunidad. Así pues, tradi-cionalmente la mujer no fue un bien mueble, como se noshizo ver.

Con la migración campo-ciudad que comenzó a partirde la década de los 40 del siglo XX, debido a la sistemáticareducción territorial impuesta por el estado chileno (un 5%del total) la mujer mapuche sufrió una triple discriminación:mujer, pobre, indígena. Actualmente son muchas las mujeresque trabajan a un tiempo por construir un Chile interculturaly por mejorar su posición dentro de su propia sociedad, por-que reivindicar una identidad histórica, no significa inmovi-lismo social. A ellas dedico este cuento, que ilustra el poderde la oración. Oremos.

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LA NIUQUE, SU HIJO Y EL PEHUÉN

Es costumbre entre los mapuches entregar ofrendas aelementos de la naturaleza que por su singularidad puedenser la manifestación de un ülmen. Cuentan que esto le suce-dió a una pequeña familia, de tres miembros, que vivía en lafalda de la cordillera.

Había comenzado el otoño cuando el padre de familia se per-cató de que no tenían suficiente sal para conservar la comidadel invierno. Por ello habló a su esposa diciéndole:

– Debo partir hacia las salinas, no quiero preocuparte. Teaseguro que seré prudente. Aún es temprano para que llegue elfrío intenso y yo estaré de regreso antes de la primera nevada.

La mujer quedó conforme, confiando en la prudencia y enel buen juicio de su esposo, y esperó hasta que la primeranevada hizo aflorar su inquietud.

La madre (niuque en mapuche) habló con su hijo, que yaera un adolescente, diciendo:

– Este año el invierno se ha adelantado, pronto todoestará cubierto de nieve. Tengo miedo por tu padre, quizás nollevaba suficientes provisiones y el hambre le impide llegardesde las salinas hasta acá. Tengo miedo por él. Por eso quieroque tomes más provisiones y salgas a su encuentro.

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El obediente muchacho tomó las provisiones que sumadre le ofrecía y sin decir nada, partió. Caminó durante todoel día, oteando el horizonte siempre con la ilusión de vislumbrara su padre, pero el anochecer le dio alcance y no se habíaencontrado con nadie. Llegó la noche y con ella la nieve. El can-sancio, la tristeza y el frío se adueñaban de él y no conseguíasacar fuerzas para continuar.

Entre las sombras de la noche, observó una sombra que loanimó a seguir. Al acercarse vio que era un pehuén34. Leextrañó encontrarse con un ejemplar de aquellos árboles en lacordillera y quizás por ello se animó a acercarse. Su madre lehabía enseñado que, ante un suceso infrecuente, es prudenteofrecer un regalo. No queriendo dejar la comida, que era parasu padre, el muchacho optó por quitase los zapatos (que sumadre había confeccionado con la piel de un zorro) y colgarlosen la ramas bajas del árbol.

El encuentro con el pehuén lo reanimó y continuó sucamino, ahora descalzo, pero con el corazón esperanzado. Alpoco rato vio brillar un fuego a lo lejos. El viento traía a susoídos voces alegres que provenían del mismo lugar. Se enca-minó hacia el alegre grupo pensando que quizás su padre estu-viera sentado junto al fuego. Pero el grupo compuesto de varioshombres, bien equipados y abrigados, eran absolutos descono-cidos para él. Nunca habían oído hablar de su padre, ni de supueblo. No obstante le permitieron sentarse con ellos y compar-tir el calor de la fogata.

Confortado por la compañía, el muchacho se quedó dor-mido.

Se despertó sobresaltado por el miedo. El amanecer des-puntaba en el cielo y el grupo de hombres que tan alegremente

41 Araucaria araucana: conífera longeva de los bosques templados deChile y Argentina.

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lo habían recibido durante la noche, le habían quitado la mantade piel y lo estaban atando de brazos y piernas. El joven gri-taba, pero no le era posible resistirse, siendo él solo contra ungrupo numeroso. Allí lo dejaron en medio de la cordillera, lle-vándose sus pieles, sus provisiones y sus armas.

Al principio el muchacho apenas alcanzaba a llorar, ima-ginando cual sería su final si lo descubrían los depredadoresque habitan la cordillera. Pero, después, su desesperación lollevó a llamar a su madre a gritos, pese a la distancia y a laimposibilidad de ser escuchado.

Efectivamente, a aquellas horas su madre aún dormía y asu alrededor no se escuchaba otra cosa que silencio, pero ensueños escuchó a su hijo que la llamaba. Ella lo miraba desde elcielo y él estaba acostado sobre la nieve, desnudo e indefenso...Más allá, la niuque contempló en sus sueños el cuerpo sin vidade su esposo, tendido en la salina. Despertó en la tranquilaoscuridad de su hogar, pero estaba segura de que cuanto habíasoñado era cierto. Por ello se levantó inmediatamente y, cum-pliendo con la tradición, se cortó los cabellos, ahora era viuda, ysalió en busca de su hijo.

La mañana había pasado y el muchacho aún permanecíatumbado, solo, sobre la nieve. Las lágrimas se habían secadoen su rostro y la garganta le dolía, por lo que guardaba silen-cio, pero se removía sobre el suelo. Entonces vio el pehuén alque había saludado confiado durante la noche, y que aún con-servaba los zapatos colgados en su rama más baja. El mucha-cho gritó:

– Oh, buen árbol, ¡si tu pudieras llamar a mi madre! Si túpudieras ayudarme... ¡Niuque, niuque, ven! ¡Niuque querida!

El árbol sintió la llamada. Comprendió la desesperación yatendió la súplica. Como en un sueño el muchacho vio al árbolsacar sus raíces de la tierra y avanzar. En unos momentos el

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árbol se encontraba junto a él, curvando las ramas hacia elsuelo, para cubrir el cuerpo indefenso.

De sus ramas comenzaron a caer piñones abiertos, conlos que el joven sació su hambre y así, sobrecogido por el mila-gro, se quedó dormido. La mañana dio paso a la tarde, llegóuna nueva noche y alumbró un nuevo amanecer.

Con el amanecer llegó la niuque, la madre. No habíadejado de caminar desde que saliera de su casa, siempreatenta para descubrir el lugar en que su hijo la esperaba. A lolejos vio un espectáculo sorprendente: un pehuén curvadohacia el suelo ondeaba al viento unos zapatos de piel de zorro,los zapatos de su hijo.

Fue así como el muchacho salvó su vida, bajo la protec-ción del pehuén. La niuque agradecida también ató a susramas sus zapatos, que se mecían en el viento, junto a los de suhijo. Y emprendieron el camino a casa, con una extraña mezclade dolor y alegría.

Tras ellos, marchando sobre las huellas de sus pies descal-zos, caminaba el pehuén. Y al llegar a su hogar, el árbol sedetuvo y sus raíces comenzaron a hundirse en la tierra.

A la mañana siguiente, al comenzar sus ocupaciones, lasgentes de las viviendas vecinas se encontraron con el árbol yasombradas se preguntaban cómo había crecido entre ellos unárbol tan grande, en una sola noche. La madre y el hijo les con-taron lo que les había sucedido en lo alto de la cordillera, lo queprovocaba que todo el mundo se volviera hacia el pehuén conmayor respeto y admiración. Desde entonces muchos pehuénhan crecido y han poblado las tierras en que habitan los mapu-ches, todos han sido tratados con respeto, porque los mapu-ches conocen el espíritu maternal que los habita.

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LOS INCOMPRENSIBLES REGALOS DE DIOS

Kiteke, nuestro hermano favorito

�Relato Chagga (Tanzania)

Este relato pertenece a un pueblo sencillo. No es uno delos grandes imperios que florecieron entre los siglos XII y elXVI, como los reinos Yoruba -al sureste de la actual Nigeria, otantos otros. Los Chagga son un conjunto de diversos gruposétnicos que llegaron hasta las faldas del Kilima Ndjaro, cono-cido por nosotros como Kilimanjaro, la montaña más alta deÁfrica, con 5.895 metros.

Los Chagga son uno más de esos pueblos ecuatoriales,que vivieron al margen del esplendor de las grandes civiliza-ciones del continente: sin impuestos, sin ejércitos profesiona-les, sin terratenientes y sin vasallajes. Los Chagga han conser-vado una organización socioeconómica igualitaria, singrandes aspavientos en sus construcciones, aunque quizástuvieran su esplendor en un pasado más remoto, allá por elcomienzo de la historia, y formaran parte de esa humanidadque marcaba la “moda”. Ya no es un secreto para casi nadieque los avances técnicos en lo que se refiere a la talla dehachas de pedernal de doble filo, los orígenes de la alfarería,

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etc., fueron exportados al mundo por los incansables viajerosque desde el nacimiento del Nilo, o desde el sur del Sahara,se lanzaban a recorrerlo.

En mi anterior libro42 ya hablé de Tanzania, un país queexiste como tal desde 1964 y que está compuesto por más de120 grupos étnicos. Comprenderán que con semejante diver-sidad tienen cuentos para casi todo. El grupo más conocidoen occidente, el que más aparece en los catálogos y los docu-mentales, es el de los Massai, que, por expresarlo de algúnmodo, son los “vecinos de arriba” de los Chagga. Tanzania,que está entre los 30 países más pobres del mundo, es tam-bién el único país del continente en el que conviven las cua-tro familias lingüísticas: Bantú, Khoisan, Cushitic, y Nilotic.De seguir el prejuicio frecuente en los medios de comunica-ción cuando se refieren a los conflictos internos de los paísesafricanos, el mero dato de la diversidad étnica tanzana (elgrupo mayoritario, Sukuma, es solo el 13% del total) seríasuficiente para explicar los conflictos y los problemas de con-vivencia del presente, pero la realidad es muy otra. La convi-vencia entre las distintas etnias locales es buena. Son los nue-vos grupos de colonos: cristianos, musulmanes y asiáticos,quienes están planteando dificultades.

Pero volvamos a los Chagga, actualmente el tercergrupo étnico del país, con más de 800.000 personas. Suimportancia numérica les otorga una cierta relevancia en lapolítica de la nación, a lo que se une su capacidad de asimi-lación de las innovaciones que llegaron con los holandeses,alemanes e ingleses. Su lugar ancestral, donde aún habita lamayoría, es la falda meridional del Kilimanjaro, una tierra fér-til donde, desde el siglo XIX, cultivan café del tipo arábica

42 “Diez cuentos del mundo que ayudan a educar(nos)” EditorialTremn 1ª ed. 2003.

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con destino al mercado inglés. Este pueblo que aún se agrupaen clanes (hay más de 400) crearon, desde tiempo inmemo-rial, un sistema de irrigación para sus parcelas, situadas entrelos 900 y 1.900 metros de altitud.

El Kilimanjaro es una cripta volcánica, por cuyo sub-suelo circula el agua que se filtra en las épocas de lluvia yque asciende a más de 1.000 o 1.700 mm. por año. El puebloChagga convirtió los bosques naturales en zonas de cultivo,canalizando las corrientes subterráneas y manteniendo elequilibrio entre las diferentes especies autóctonas. A estaforma de cultivo la llaman vihamba. En una extensión nomás grande que un campo de fútbol, una familia Chaggaobtiene todo cuanto necesita para vivir. Gracias a su especialhabilidad para combinar cultivos, tomando en cuenta la luz,la humedad y la profundidad de la tierra requerida por cadavariedad, consiguen una producción alterna durante todo elaño. Quienes las han visto comentan que una parcela Chaggallama la atención por la variedad de especies vegetales queconviven en ella, apoyándose y manteniéndose las unas enlas otras, de modo que se consigue una agricultura intensiva,sin empobrecer los suelos, ni poner en peligro el ecosistema.El sistema de irrigación de sus vihambas les permite, además,tener agua potable en sus casas. Aún persiste en este puebloel reparto del trabajo en razón del género. La mujer cultivahabas, papas y ñames, que se acompañan de prácticas ritua-les para asegurar la cosecha, mientras los hombres cultivanlos plátanos, base principal de la alimentación. El maíz, ima-gino que por ser un cultivo más reciente, puede ser cultivadopor ambos sexos sin necesidad de preparación especial.

La forma de cultivo de este pueblo está siendo estudiadapor especialistas para su implementación en otras zonas tro-picales (Indonesia, Guatemala, Nicaragua, Brasil, ...) como unmodo de desarrollo sostenible.

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Tras la colonización inglesa en el siglo XIX (primeroestuvieron los alemanes), muchas de las tierras ocupadas porlos Chagga les fueron confiscadas. Sus huertos fueron trans-formados en plantaciones de café, con lo que se perdió elequilibrio entre cultivos (árboles y arbustos) y, para afear aúnmás el panorama, en la década de los 60 (siglo XX), las plan-taciones sufrieron una epidemia que afectó la producción decafé dejando a muchos agricultores en la más absoluta mise-ria. Eso reforzó a los Chagga en la conservación de sus cos-tumbres diversificadoras. Incluso cuando los precios del caféson altos, no lo cultivan en exclusiva, desobedeciendo lasdirectrices de su gobierno, marcadas por la OrganizaciónMundial de Comercio (OMC). Aunque sin dejar el café comoproducto de exportación para obtener dinero, nunca handejado de cultivar plátanos, ñames, habas, coles, cebollas,papas, tomates, berenjenas y otros productos que son la basede su alimentación.

La aparición del turismo occidental ha sido un factorañadido al café para que su entorno se deteriore rápida-mente. Desde la independencia, la tala incontrolada ha ero-sionado la tierra, han crecido las edificaciones y la suma deambos factores da como resultado el empobrecimiento de lospueblos tradicionales, pese a que la falda meridional delKilima Ndjaro es la zona más próspera del país. Ya práctica-mente no quedan viviendas tradicionales, que eran circulares,divididas en el interior, con la cocina en la zona central yalrededor de ésta la zona de dormir para los niños y niñas,los padres, los animales domésticos y el almacén. Sobre estaprimera planta se elevaba un ático, donde se almacenaban losplátanos.

Para detener el deterioro mediombiental y recuperar elequilibrio entre el bosque y las necesidades humanas, ha sur-gido una iniciativa llamada “Clubes de Malilla”. La idea princi-

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pal es conseguir a través de actividades de sensibilización,talleres y creación de semilleros para replantar las áreas defo-restadas, con variedades arborícolas tradicionales de la zona,recuperar las variedades que históricamente han sido usadaspara la construcción de viviendas, como combustible y parael comercio. Si quieren leerlo de primera mano: www.kili-manjarotrust.org . Además de los problemas medioambienta-les, los Chagga son victimas de dos epidemias que asolan elcontinente: SIDA y desnutrición43.

La enfermedad y la muerte nos hacen volver los ojos aDios(a). Los Chagga también tienen su personal forma deimaginar el paso de esta vida a otra vida. Creen que la muertenos llega cuando el alma escapa de nuestro cuerpo por losojos. Pasa entonces ocho días vagando por el desierto y elnoveno día llega al mundo de la vida futura que se encuentrabajo la superficie de esta tierra. La leyenda Chagga más cono-cida no es la de la creación, ni nos habla del diluvio, sino quees de tipo ecológico y pone en evidencia la profunda uniónde estas gentes con su entorno.

“El arbol de la historia”

Un día, que no fue ayer, ni el ayer de ayer, un grupo demuchachas salieron a recoger hierba para sus animales. Unade ellas descubrió un lugar donde la hierba crecía de formamás abundante y se adelantó a sus compañeras para aprove-char la buena suerte de su descubrimiento.

Pero cuando la muchacha puso los pies sobre la zona depasto, el blando suelo se hundió bajo ella y comenzó a gritar lla-mando a sus amigas. Estas llegaron enseguida junto a ella,intentando alcanzarla para poder sacarla, pero cuanto más se

43 Según datos de UNICEF la desnutrición en la población infantil esdel 50%.

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movía, más rápidamente se hundía en el barro, hasta que final-mente se sumergió por completo.

Sus compañeras, aterradoramente conmovidas, regresa-ron a la aldea y contaron a los padres de su amiga lo sucedido.Estos, muy perturbados, pidieron ayuda a sus vecinos y amigosy juntos acudieron al lugar, donde no encontraron ni rastro dela muchacha.

El sacerdote de la aldea recomendó para poder rescatarlasacrificar una vaca y una oveja, al tiempo que se realizabanoraciones y súplicas. Entonces pudieron escuchar la voz de lamuchacha, pero no era posible entender lo que decía. Suspadres la escuchaban cada vez más cerca y estaban llenos deesperanza, pero pronto se vio que eran vanas ilusiones. La vozse alejaba y se convertía en un murmullo, hasta desaparecer.

Pasados unos días, en el lugar donde la muchacha habíadesparecido se vio aflorar un árbol que crecía con sorprendenterapidez. El árbol se hacía tan alto que casi se diría que iba a lle-gar a tocar el cielo. Las aves anidaban en sus ramas confiada-mente. Su sombra fresca y acogedora se ofrecía tentadora a losjóvenes pastores que pronto se acostumbraron a buscar sucobijo en las horas del medio día.

Un día en que un grupo de jóvenes se encontraba a lasombra del sorprendente árbol, entre juegos y bromas, decidie-ron encaramarse a sus ramas. Según subían iban contando alos compañeros que permanecían abajo lo que alcanzaban aver desde allí, hasta que les dijeron que estaban viendo unmundo anterior a este mundo... y después se hizo el silencio.

Desde entonces las gentes que vivían cerca lo llamaron elÁrbol de la Historia.

Y aunque esta leyenda es fascinante por su simbología yuno podría pasarse horas conversando sobre el mensaje que

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nos transmite, no es ésta la parte que a mi me ha enamoradode los Chagga, sino una mucho más de “andar por casa”.Estas gentes han tenido la capacidad de comprender lo queotras muchas naciones, entre ellas las occidentales, hemosdemorado siglos en descubrir. Desde siempre consideran quequienes nacen con discapacidades (ya sean físicas o psíqui-cas) son un regalo de Dios, espíritus especiales enviados paraprotegernos y traernos la felicidad. Los nombran Ruwa, losprotectores, y como tales, son cuidados con esmero.

Estoy escribiendo en el año 2003, declarado por laUnión Europea “Año Europeo de las Personas con Discapaci-dad”. Mal asunto cuando tenemos que explicitar un año paratrabajar sobre lo obvio. Somos una sociedad que aún teme-mos a las minorías, nos cuesta liberarnos de los tópicos ycomo amamos las medidas, continuamos estableciendo cate-gorías (sub, norm, sup) en lugar de aceptar que existe laexcepcionalidad y que todos somos portadores de ella enmayor o menor medida. Así lo afirma Miguel López Melero,profesor titular de Didáctica en la Facultad de Ciencias de laEducación de Málaga y responsable del proyecto Roma, unainiciativa de educación desde la confianza. En el temario desu asignatura: Aspectos educativos de la integración escolar,se incluye “El elogio de la diferencia y la lucha contra lasdesigualdades” y “Del Homo Sapiens al Homo Amans”, apo-yado en un modelo evaluativo en que se reflexiona sobre elmétodo, la praxis, la actuación del profesor y, por medio delcual, maestro y discípulos aprenden y enseñan.

Volviendo al cuento, es posible que algunas personas seinquieten al leerlo, ya que los niños y las niñas del relato apa-recen trabajando durante gran parte del día. Esto es así por-que la pedagogía chagga podría definirse como “aprenderhaciendo”. Esta forma de educar, que no separa a las perso-nas por edades y en la que participa toda la comunidad, se

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da el tiempo de mostrar de forma práctica a los niños y lasniñas lo que les será necesario saber en su vida adulta(haciéndolo junto a sus padres) sin separar los saberes enasignaturas. Quizás muchas personas piensen que esto es asíporque tienen poco que enseñar. No voy a entrar en eso. Loque sí puedo afirmar es que es una pedagogía que me gusta.En general me gustan todos los métodos educativos que res-petan los ritmos personales, que no fomentan la competitivi-dad y por tanto no conllevan fracaso ni desarraigo y que per-miten a los niños y a las niñas tener una certeza tangible desus logros y la utilidad de los mismos. Esto no está reñidocon el trabajo paciente, con la perseverancia y con la capaci-dad de posponer el placer. Nada más aleccionador de los pla-ceres pospuestos que la agricultura o la cría de animales,pero, al mismo tiempo, ¡qué proceso más gratificante!

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KITETE, NUESTRO HERMANO FAVORITO

Shindo era una viuda que ocupaba una pequeña casa al piedel Kilimanjaro, o “monte blanco”. Su matrimonio había sidobreve, por lo que no llegó a tener ni hijos ni hijas y su vida erauna triste sucesión de trabajos monótonos: cuidar de los ani-males, cuidar del huerto, traer el agua, limpiar la casa, lavar laropa, cortar la leña y cocinar para ella sola.

Al final de cada cansado día, Shindo miraba hacia la cum-bre nevada del monte y pronunciaba incansable la misma ora-ción:

– ¡Gran Espíritu del Monte!, ayúdame. Mi trabajo es muyduro. ¡Por favor, ayúdame!

Tanta fue su perseverancia en el ruego, que finalmentedesde la montaña llegó un hombre que le traía una respuesta.

– El Gran Espíritu del Monte me envía para entregarte unregalo. Toma estas semillas de calabaza, siémbralas y cuida deellas. Son la respuesta a tus plegarias. Ten fe.

Shindo, que se había quedado muda ante el visitante, noentendía cómo aquellas semillas podrían ser la respuesta a sulamento, pero, recordando las últimas palabras del hombre, lassembró y tuvo mucho cuidado de que crecieran sanas.

La planta de calabaza comenzó a crecer rápidamente conmás velocidad de lo normal y pronto de sus ramas colgabancalabazas que crecían inclinándose hacia el suelo al madurar.Shindo nunca había obtenido una cosecha tan rápido y con tan

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poco esfuerzo, pero continuaba sin entender por qué aquellascalabazas eran la respuesta a su oración.

Cuando las calabazas estuvieron maduras, las recogió,les quitó la pulpa dejándolas huecas y las puso a secar, colgán-dolas de las vigas del techo. Mientras trabajaba se decía:

“Con esta cosecha conseguiré un buen dinero extra ven-diendo las calabazas como cuencos y jarras”.

Y entonces cayó en la cuenta de que ella misma necesi-taba una calabaza nueva para guardar las semillas. Buscóentonces una del tamaño adecuado y la situó junto al fuegopara que de este modo se secara más rápido.

Cuando se levantó esa mañana, su vida había cambiado,pero ella aún no lo sabía. Salió a trabajar como cada día,dejando tras de si el desorden habitual en su casa y su patio. Yentonces ocurrió el milagro.

Las calabazas comenzaron a removerse en las vigas y desus cuerpos de calabaza, salían pequeños brazos y pequeñaspiernas, les crecían hermosas cabezas y en menos de lo que semantiene un suspiro en los labios, de las vigas del techo deShindo colgaban niños y niñas. Pero también de la calabazaque estaba junto al fuego había nacido un niño, al que losdemás desde el techo llamaban a gritos:

– ¡Kitete, Kitete ayúdanos! Tenemos que bajar para ayudara nuestra madre, ¡vamos Kitete, nuestro hermano favorito!

Y Kitete, un poco más lento que los demás, por habersesecado demasiado pronto al estar junto al fuego, fue en pos desus hermanas y hermanos, que con su ayuda estuvieron en elsuelo en un periquete.

Los niños y las niñas salieron de la casa formando unagran algarabía: cantando, riendo, corriendo... todos menos

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Kitete, que, debido a su débil organismo, se sentó bajo unasombra, sin asomo de tristeza, para contemplar los juegos desus hermanos y hermanas.

Estos, después de haber jugado durante un buen tiempo,decidieron que ya era hora de trabajar y se pusieron manos ala obra: unos limpiaron la casa, otras barrieron el patio, huboquien alimentó a las gallinas, mientras otros lavaron la ropa;un grupo fue a por agua, y los más fuertes cortaron la leña, demodo que para cuando Shindo regresara del campo, todo estu-viera hecho. El día había pasado sin que apenas se dierancuenta. El sol ya estaba por esconderse y era hora de volver aser calabazas colgadas de la viga, menos Kitete, que, despuésde ayudar a los demás, regresó a su lugar junto al fuego.

Shindo caminaba lentamente de regreso a casa. Por elcamino se topó con una anciana que le preguntó interesada.

– ¿Quién ha venido a verte, Shindo? Esta mañana tu patioestaba lleno de niñas y niños que jugaban y limpiaban.

Shindo escuchó la pregunta con asombro y enseguidapensó que era una broma, y, como no tenía humor para chan-zas y juegos, resolvió no contestarle y continuar su camino.

Pero cuando entró en el patio, limpio y ordenado, com-prendió que la mujer no bromeaba, pero tampoco ella sabíaquien había ido a verla. Decidió preguntar entre sus vecinos,pero nadie pudo aclararle nada. Alguien hizo suposiciones:“habrá sido algún viajero”, pero ella pensaba “¿para que queríaun viajero limpiarme la casa si no va a pedirme hospedaje?

No le quedó más remedio que irse a dormir sin haberresuelto el problema. Apenas pudo dormir, esperando escucharalgún ruido o descubrir a alguien, pero la noche transcurrió encalma. Al amanecer se preparó de nuevo para afrontar unduro día de trabajo en el campo... y al regresar todo había

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sucedido de nuevo. Esta vez Shindo no preguntó nada, simple-mente decidió desvelar el misterio al día siguiente.

Un nuevo amanecer y Shindo se preparó como cada día,se encaminó hacia los campos, pero al volver un recodo delcamino, se escondió y prestó atención a los sonidos que salíande su casa. Efectivamente, el patio se llenó de voces infantilesen feliz algarabía. Dando un rodeo se acercó a observarlos;jugaban y reían. Pasado un tiempo se organizaron para traba-jar y sus tareas se prolongaron durante la tarde, hasta que unode los niños, mirando el cielo avisó: “Hora de regresar”, fueentonces cuando Shindo salió de su escondite y entró en la casa,justo a tiempo de ver como los niños comenzaban a subir a lasvigas con ayuda de Kitete.

– ¡No, no, por favor! –les pedía Shindo– ¡quedaos conmigo,sois mis hijos! Por favor, quedaos conmigo, nos cuidaremos ynos amaremos.

Los niños y las niñas bajaron de la viga y no volvieron aconvertirse en calabazas. Desde aquel día la vida de Shindomejoró en todos los aspectos. Ahora tenía una razón paralevantarse cada mañana, compartía con sus hijas e hijos lasalegrías y las preocupaciones, compartían el trabajo y elreposo. Shindo estaba muy orgullosa de su familia, compuestapor personas alegres, trabajadoras y honestas. Todos eranmuy útiles, todos menos Kitete, cuya debilidad lo obligaba aquedarse sentado junto al fuego, sonriendo ante las ocurren-cias de sus hermanas y hermanos, escuchando a todos con unasonrisa incansable.

Todos amaban a Kitete, también Shindo sentía debilidadpor él, lo comparaba con un tierno bebé, pero eso no impedíaque cuando ella estaba especialmente cansada o triste, él era lavictima de su cólera:

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– ¡Qué inútil eres Kitete! ¿No puedes ser como tus herma-nas y hermanos? ¿Qué te pasa? ¡Eres una carga para todos!

Fue en uno de los días malos de Shindo cuando sucedió loque es más importante en este cuento. Ella estaba preparandoun guiso para la comida y salió al patio llevando un caldo deverduras que había cocinado en una olla de barro. La olla erapesada y Shindo caminaba sin mirar. Allí estaba Kitete sentadoal sol, contemplando la mañana, cuando vio salir a su madrecargada e intentó apartarse, pero lo hizo de forma tan lenta ytan torpe que terminó por tropezar con ella y la olla de barrocayó de sus manos y, rompiéndose contra el suelo, esparció elcaldo y las verduras sobre la tierra.

– ¡Estúpido! –fueron las primeras palabras de Shindo–¿Eres tonto o qué? –continuo gritando– ¡Eres un estorbo cons-tante! Y ahora ¿qué comeremos? ¿Quién reparará la olla? ...¡Pero qué se podría esperar de una calabaza!

Y entonces sucedió. Kitete ya no estaba y en su lugarhabía una pequeña calabaza seca. Shindo la miraba horrori-zada, se inclinó hasta recogerla y acunándola entre sus brazos,lloraba y suplicaba...

– ¡Perdóname, perdóname! ¡Hijo querido, no quise decir eso!

Le hablaba a la calabaza intentando deshacer el errorproducto del enojo. Los hermanos y las hermanas de Kitete larodeaban... mirándose entre ellos. Shindo, incapaz de pensar,sólo tenía ojos para la pequeña calabaza que había sido su hijo.Pero las hermanas y hermanos de Kitete no se dieron por venci-dos, tomaron a su made de la mano y corriendo entraron en lacasa, se ayudaron a encaramarse en las vigas, ahora ya con laayuda de Shindo que comprendió lo que se proponían. Desdeallí arriba gritaron a coro:

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– ¡Kitete, Kitete ayúdanos! Tenemos que bajar para ayudara nuestra madre, ¡vamos Kitete, nuestro hermano favorito!

Shindo no perdía de vista la calabaza mientras esperabaen silencio, rogando al Gran Espíritu del Monte para que Kiteteregresara junto a ella..., y la calabaza comenzó a cambiar, lecrecían brazos y piernas mientras, se transformaba en uncuerpo de niño, y una carita sonriente asomaba.

– ¡Kitete!, ¡mi hijo amado!

Y así fue como Kitete le enseñó a Shindo a ser madre, lehizo comprender que los hijos no están para que desahogue-mos nuestras frustraciones con ellos y ellas. Kitete le enseñóque podían compartirlo todo, el trabajo, los juegos, las penas ylas alegrías, porque para ser una familia basta con aceptarse ycuidarse recíprocamente.

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LA COMPASIÓN, UNA RIQUEZA

Nuestro invitado

�Cuento sintoista, Japón

Si uno piensa en un paradigma de la sociedad posmo-derna, seguro que se le dibujan en la mente al mismo tiempolos contornos y las luces de Nueva York y Tokio. Algo normalsi tenemos en cuenta que Japón es un país puntero en la pro-ducción de tecnología y sus habitantes están considerados losmás cultos del planeta, al menos son los que leen más perió-dicos. Pero no hay que dejarse engañar. Bajo la capa occiden-talizante de los ejecutivos con corbata, las novias vestidas detul blanco y la comida rápida, se esconden tradiciones arrai-gadas y tabúes centenarios. No en vano Japón ha sidodurante mucho tiempo un archipiélago aislado del mundo, alque se llegaba con dificultad y del que apenas se podía salir.

Los antropólogos valoran que su prolongado aisla-miento ha dado como resultado una sociedad con una fuerteidentidad y sentido de la cooperación grupal. Para entenderesta sociedad compleja, podemos comenzar por saber quetiene un alto sentido del deber, de la justicia entendida comoequidad (lo que provoca que se quede obligado con la per-

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sona de la que se recibe un favor), el desinterés en la realiza-ción de cualquier ocupación (siempre dan más de lo que lespiden) y la autodisciplina.

La autodisciplina es algo que se inculca desde la infan-cia. El sistema educativo, como la sociedad japonesa, se basaen el equilibrio entre la competitividad individual y la lealtadal grupo. No quiero dejar pasar la oportunidad de hablar dela flexibilidad de esta sociedad, que, vista desde la distanciaoccidental, nos parece uniformada y negadora del valor de laindividualidad. En realidad, los hombres y mujeres de Japónson capaces de acoger el cambio e integrarlo, como sucedeen su religiosidad (de la que hablaremos después). Son capa-ces de cuestionar el sistema y probar nuevos caminos, en labúsqueda de lo que debe ser un mundo mejor. Si tomamospor ejemplo la escuela, encontramos que el sistema oficialjaponés tiene más horas lectivas que el de occidente, aulasmás grandes (con 40 alumnos y alumnas por sala) y donde lamemoria es la piedra angular del aprendizaje y el trabajo engrupo prácticamente no tiene cabida. Estadísticamente losniños y niñas japoneses son los que tienen menos tiempopara jugar, pues el suyo es un temprano camino de competiti-vidad. No obstante, como en toda sociedad hay minoríasarriesgadas y también entre los progenitores japoneses la bús-queda de alternativas más amables para la infancia ha hechoaparecer “escuelas libres”, cuya pedagogía consiste en poten-ciar la capacidad investigadora y creativa. La opción máshumilde y económica, pero no por ello menos profética, es laeducación en familia (si quieren saber más: www.homescho-olinginjapan.org).

El orden subyacente a la fuerte competitividad es unaconcepción jerárquica de las relaciones y una fuerte, y persis-tente, discriminación con relación a algunos sectores conside-rados impuros. Es el caso de los tres millones de japoneses

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denominados burakumin, personas que por su trabajo estánen relación con la muerte o el despiece de animales. Aun secree que por su actividad son personas impuras, impurezaque es contagiosa y se transmite de generación en genera-ción. Y, aunque desde 1871 la ley proclamó su igualdadfrente al resto de ciudadanos y ciudadanas, existen listas consus nombres que son consultadas por las empresas a la horade la contratación de personal y también por las agenciasmatrimoniales, que los excluyen de sus procesos de bús-queda de pareja, lo que en una sociedad que recurre mayori-tariamente a sus servicios, no es algo anecdótico.

La cultura japonesa está asentada sobre la herencia de lacultura china. Las formas de su arte, entre ellas la escritura,son de origen continental y llegaron hasta el archipiélago enel siglo III de nuestra era. Para los japoneses escribir bien esmucho más que tener un buen conocimiento de la gramáticay una buena ortografía... Hay una vía de perfección moral enla escritura (el paradigma de la autodisciplina) ayudado por elhecho de ser una escritura ideográfica, donde la capacidadestética del escribiente (y su paciencia para mejorarla) formaparte del valor de la obra. A lo largo de la historia se han idoconformando diferentes estilos de escritura, definidos por suscaracterísticas estéticas o por sus usos: arcaico, oficial,imprenta, además de otros más alegres y fluidos, con palabrasenlazadas. Lo difícil para nosotros los occidentales reside (encaso de llegar a aprender un poco), más que en leer de arribaabajo, de derecha a izquierda, en comprender los textos, yaque en japonés no se separan las palabras.

Cuando supe esto, pensé que con una escritura ideogra-fíca y sin separar vocablos, los japoneses no se encontraríancon los habituales problemas de dislexia que enfrentamos losdisléxicos en occidente (mayoritariamente en los paísesanglosajones, 20%), pero al buscar datos sobre el fenómeno

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he encontrado que hay un 0,9 % de dislexia entre los japone-ses, lo que, según los expertos, se explica por el uso combi-nado de 3 alfabetos: ideogramas (kanjis, heredado de China),hiragana, usado para el primer aprendizaje de la lectura ykatakana, utilizado para acoger los términos extranjeros .

Una última observación sobre el idioma. El japonéstiene un pobre vocabulario en lo referente a la fauna (térmi-nos para nombrar diferentes especies o sonidos animales),pero uno muy extenso correspondiente a las emociones queproduce la contemplación de la naturaleza. Algo que meresulta curioso, ya que los japoneses a nuestros ojos parecenpersonas poco comunicativas y reservadas a la hora de expre-sar sentimientos.

La población japonesa se compone de 127 millones depersonas, de las cuales 109 millones se consideran sintoístas y99 millones budistas... Sí, efectivamente las matemáticas nosirven en este caso, pues, para colmo, el 65% de la poblaciónafirma no ser religiosa. Y es que la sociedad japonesa serelaja mucho en estas cuestiones.

El Sintoismo es una creencia muy antigua. Su nombresignifica “camino de los kami”. Al igual que las religiones afri-canas, es monoteísta en su origen y politeísta en su desarro-llo. Kami es el nombre que recibe el Dios creador, pero des-pués se desdobló en ocho millones de Kamis, aunque laúltima reordenación los ha dejado en 800.000, que represen-tan facetas especificas (agua, viento, lluvia, ríos, árboles, flo-res, piedras,...), antepasados o características personales. Esuna fe antigua, como lo acredita su origen protohistórico,nacida de un pueblo que, aislado y en íntima relación con lanaturaleza, se creía sólo en el mundo, rodeado de tierras des-habitadas e inhóspitas. A lo largo de los siglos el sintoismo hasido el canal de expresión y ordenación de la sociedad, con-

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dicionando sus percepciones ante la naturaleza, las manifes-taciones estéticas, la política (el emperador se considerabadescendiente directo de Amaterasu, deidad femenina aso-ciada al sol). Como los japoneses gozan de un hermoso lugarpara vivir, su talante es positivo y su religión presupone labondad de las personas.

Hasta el siglo VI no se recogieron por escrito las ideasfundamentales de esta fe. Al carecer de textos sagrados pro-piamente dichos que expliciten las reglas exactas, los pilaressustentadores del sintoísmo se pueden resumir en:

• Tradición: Respeto a los padres y amor por la infan-cia.

• Familia, el espacio donde se guarda la tradición.

• Amor por la naturaleza, pues el contacto directo conella es un contacto directo con el espíritu de Dios.

• Pureza: estar limpios de cuerpo y de mente nos haceagradables a Dios.

Como todas las religiones, el Sintoismo tiene un mito dela creación, que está recogido en el Kojiki, libro de relatosmitológicos. El relato es este:

Relato de la creación y leyenda de Amaterasu

Al principio era el caos: la tierra estaba cubierta por elcielo; por debajo se extendía el país de las raíces y, a su alrede-dor, el mar.

Sobre la superficie de la tierra brotó un junco del quenacieron los espíritus creadores y recreadores que ascendieronal cielo para habitarlos. De ellos nacieron Izanagi e Izanami.

Izanagi e Izanami, hermano y hermana. Ellos prefirieronhabitar sobre la tierra. De la unión de ambos nació HiruKo,

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pero era un ser débil y sus padres decidieron echarlo al mar enuna balsa. Después nació Awa, pero tampoco les agradó y laconvirtieron en una isla (se ve desde Osaka). Después llegaroncatorce hijos más, con los que formaron el archipiélago deJapón, con ocho islas grandes y seis pequeñas.

Tras estos nacieron otros diez: O-wata-tsumi, espíritu delmar; Hayaaki-tsu-iko y Hayaaki-Tsu-hime, que se unieron y delos que nacieron los ocho espíritus de las aguas; Shima-tsu-hiko, espíritu del viento; Kukuno-chi, espíritu de los árboles; O-yama-tsumi, espíritu de las montañas, y Kayanu-hime, espíritude las llanuras, que fue madre de los ocho dioses de la tierra;Ameno-tori-bune; O-getsu-hime, los alimentos; Kagu-tsuchi, elfuego.

Cuando nació Kagu-tsuchi, su madre Izanami, sufrió que-maduras que le provocaron la muerte; durante su agoníanacieron los espíritus del barro, de la cosecha y la serpiente deagua.

Izanagi no podía resignarse a la muerte de su esposa, ysus lágrimas desconsoladas hicieron nacer el espíritu del llanto.Pero su dolor se convirtió en ira y la cólera lo llevó a dar muertea su propio hijo, Kagu-tsuchi, cortándole la cabeza. De estaterrible acción nacieron nuevos espíritus, que brotaron de susangre: espíritus de la lluvia, del viento, de los valles, de la oscu-ridad, de las montañas, espíritus protectores de los caminos yprotectores de los bosques, y más...

Pero la crueldad no consoló a Izanagi. La vida sin Izanamicarecía de sentido, de modo que inició un viaje al submundo,para recuperarla. La encontró en el país de los muertos, peropara salir ella necesitaba el permiso del dios que protegía aquelespacio. Acordaron con Izanagi que él la esperaría a la entradade la caverna, mientras ella trataba de obtener el permiso pararegresar.

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Pero la espera consumía al impaciente Izanagi... Una vezmás se dejó dominar por el deseo apremiante de reencontrarsecon su esposa y decidió adentrarse en los infiernos en su bús-queda. Cuando la vio, quedo horrorizado: su aspecto erarepugnante.

Izanami sorprendida, indignada y avergonzada, todo aun tiempo, lanzó un grito poniendo en movimiento a todos loshabitantes del inframundo, que se lanzaron a la captura de Iza-nagi. El asustado Izanagi corría buscando la salida, perseguidopor un ejército de aspecto repulsivo. Casi sin aliento alcanzó laentrada de la cueva. Junto a la entrada, colgando de una ramabaja, crecían tres sabrosos melocotones, los arrancó y los lanzócontra sus perseguidores, deteniéndolos.

Después tapó la entrada de la cueva con una roca, y asíquedó cerrado el paso hacia la casa de los muertos. Más tran-quilo, se volvió hacia los melocotones que le habían salvado lavida, para convertirlos en una fruta divina, bajo la promesa deque siempre estarían dispuestos para ayudar a las mujeres y alos hombres de Japón, cuando tengan necesidad de ellos... Y semarchó.

Cansado y sucio por el viaje y la pelea, Izanagi llegó juntoal río Voto, en Tachibana, donde se lavó. Primero se lavó el ojoderecho y nació Tsuki-yomi, dios de la Luna. Al lavarse elizquierdo nació Amaterasu, diosa del sol. De su nariz nacióSusa-no-o, dios de las tormentas. Y de cada prenda que dejócaer al desnudarse, nacieron nuevos dioses: de las dudas, de lasaciedad, del final del camino,...

Tsuki-yomi, Amaterasu y Susa-no-o eran sus hijos másamados y les encargó el cuidado de la noche, del día y del marrespectivamente. Pero Susa-no-o quería conocer a su madreantes de hacerse cargo de su tarea, por lo que pidió permiso asu padre para visitar a Izanami. Una vez más Izanagi se dejó

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dominar por la cólera y desterró a su hijo de este mundo parasiempre, condenándolo a vivir en la casa de los muertos.

Susa-no-o no protestó ante el castigo. Solamente pidió elfavor de despedirse de sus hermanas, antes de partir al país delas raíces. Fue así como Susa-no-o conoció la casa de Amate-rasu.

Su hermana lo recibió con recelo, pero Susa-no-o la tran-quilizo con palabras de afecto dulce y, para despedirse, los her-manos hicieron un pacto de creación. Rompiendo la espada deSusa-no-o, Amaterasu hizo nacer tres dioses. Susa-no-o tomólos prendedores de las trenzas de su hermana y rompiéndolosdio vida a cinco dioses. Del prendedor de la trenza izquierda deAmaterasu nació la familia del emperador.

Susa-no-o estaba resentido, y haber creado más diosesque su hermana, le hacía sentir que era grande la injusticia quesu padre cometía con él, pues en realidad, pensaba, él eramerecedor de gobernar un reino tan hermoso como aquel. Lasoberbia creció en su pecho y la violencia brotó de sus manos ycomenzó a destruir cuanto estaba a su alrededor, con la fuerzade un trueno. Amaterasu, asustada, se escondió en una cueva,cubriendo la entrada con una gran roca.

Fue entonces cuando Japón quedó a oscuras y todos suspobladores se alarmaron. Una asamblea de dioses se reuniópara buscar una solución al problema: ¿cómo sacar a la asus-tada Amaterasu de la cueva? Alguien propuso despertar sucuriosidad, pues, de ese modo, para satisfacerla, ella saldría dela cueva por su propia voluntad. Todos se mostraron conformescon la idea... El medio para lograrlo sería una fiesta. Demanda-ron de Amanouzume, divinidad del baile, que danzara mien-tras los demás cantaban, aplaudían y reían, hasta que desde lacueva, Amaterasu preguntó:

– ¿Qué sucede? ¿Por qué tanta alegría?

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Los dioses y las diosas contestaron:

– Ha nacido una nueva diosa, más hermosa y mejor quecualquiera que hayamos conocido.

Amaterasu no pudo evitar el deseo de verla y, asomandola cabeza, quedó cegada por su propio reflejo en el espejo quehabían colocado allí para que se viera. Desde entonces no faltala luz en los días de Japón, ni la paz entre sus dioses.

Con este cuento llego al fin del itinerario que me habíatrazado. He buscado explicar brevemente algunas religiones“menores” en su contexto, pero también he buscado la inte-gración, no estoy segura de que el camino sea el correcto...Sólo es un camino trazado de buena fe.

Dios(a) está en todo y es parte de nosotras, no le gustael dolor, pero nos prefiere libres para decidir, para asumir laresponsabilidad de nuestra vida. Pese a todo, contamos conla certeza de que nos escucha y nos muestra su cercanía a tra-vés de mil signos, a veces indescifrables... a veces simple-mente entendibles desde la debilidad. Y aunque Dios(a)nunca nos impone nada, ni trata de convencernos con presio-nes ni artimañas, nos deja pistas para encontrar la forma dellegar a ser lo que estamos llamados a ser: hacedores de unmundo divino.

Este cuento nos da tres pistas fundamentales, tres pistasque seguro han escuchado muchas, muchísimas vecesantes..., pero que, hasta que no las practiquemos, no podre-mos dejar de nombrarlas: Amor, constancia, austeridad.

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NUESTRO INVITADO

Esta es la historia de un hombre trabajador. Cada día selevantaba con ilusión y se empeñaba en su tarea, esforzándosepor mejorar.

Habitaba una casa pequeña, humilde, tal como le permi-tía su precaria economía. Aunque trabajaba bien y no dejabade esforzarse, su situación no mejoraba. El no lo sabía, perohabía comprado una casa vieja, que estaba habitada por eldios de la pobreza.

Nuestro amigo no podía comprender lo que estaba suce-diendo, y poco a poco fue perdiendo la ilusión por su trabajo,terminando un día por no levantarse de la cama.

Sus amigos y vecinos lo habían visto entristecerse ydecaer, y no habían podido permanecer insensibles a su situa-ción. Muchos pensaron que la falta de ilusión se debía en partea su soledad y que la compañía de una esposa le devolvería lailusión. De modo que se pusieron a buscar una esposa para él,y a los pocos días aparecieron por su casa para contarle lasbuenas noticias:

–¡Anímate hombre! Tenemos una sorpresa para ti, ven connosotros y te alegrarás.

En pocos días estaba todo arreglado y nuestro amigohabía recuperado la alegría. Ella era una persona entusiasta,con el mismo espíritu laborioso que su esposo. Juntos trabaja-

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ban incansables y, aunque no conseguían salir de la pobreza,eran felices al compartirla.

El tiempo pasaba y nadie comprendía la razón de supobreza, pero nadie se preocupaba porque no les faltaba lonecesario y disfrutaban de un matrimonio feliz.

Ya había transcurrido un año desde su matrimonio,cuando una noche al regresar escucharon sollozos que prove-nían del altillo.

El matrimonio asustado se miró en silencio: ¿qué hacer?...Los dos juntos decidieron subir las escaleras despacio para des-cubrir quien lloraba en su hogar. Al abrir la trampilla que dabaal altillo, vieron con asombro a un hombrecillo delgado y casidesnudo que lloraba desconsoladamente. El matrimonio, muyconmovido se acercó a consolarlo...

– Cálmate buen hombre, no te haremos daño –decía uno.

– Pero, ¿quién eres? ¿cómo has llegado aquí?, ¿por qué llo-ras? –preguntaba la otra.

Poco a poco el hombre se fue calmando y pudo explicarlescual era su dolor:

– Yo soy el dios de la pobreza. Llegué a vivir en esta casacuando estaba deshabitada. Buscaba una casa vacía porquenadie quiere vivir conmigo. A la gente no le gusto. Pero llevoaquí tantos años, que me había acostumbrado a este lugar: escálido y se ha convertido en mi hogar

– Pero entonces, ¿por qué lloras? –preguntó la mujerextrañada.

– Esta mañana, mientras ustedes estaban trabajando, havenido a verme el dios de la fortuna. Me ha dicho que debo irmede aquí inmediatamente. Ustedes son personas trabajadoras yesforzadas, por lo que merecen progresar. Por eso debo irme,

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para que él se instale aquí y ustedes obtengan lo que se mere-cen.

El matrimonio lo escuchaba con asombro. En un primermomento el hombre recordó el tiempo en que estaba triste porno poder salir de la pobreza. Pero aquel tiempo había pasado.Decidió pensar en el ahora, invitó al dios de la pobreza a bajarcon ellos a la cocina, para conocerse mejor.

Al acostarse el matrimonio conversó sobre lo sucedido.Ellos estaban bien y no necesitaban más de lo que tenían. Ade-más, el dios de la pobreza, pese a no hacerlos ricos, cuidaba desu casa y los ayudaba a mantenerse felices. ¿Qué motivostenían para desear que se fuera? Aquella noche quedó acor-dado: el dios de la pobreza se quedaría con ellos, para ser unomás en su hogar, y así se lo dirían al dios de la fortuna cuandoviniera.

Efectivamente al regresar de sus trabajos la tardesiguiente encontraron al dios de la fortuna golpeando la puertacon furia.

– ¡Aunque te encierres te sacaré de aquí! ¡Este ya no es tuhogar!

– Me han dicho que me quede, respondía el dios de lapobreza desde dentro.

– ¡Falso! Lo que quieres es arruinarles la vida. Nadie tequiere, nadie quiere vivir contigo.

Entonces, a sus espaldas sonó al unísono la voz de losesposos:

– Nosotros lo queremos. No te ofendas, pero no deseamosque vengas a vivir con nosotros. Tu lugar debe estar en otrositio.

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El dios de la fortuna no lo podía comprender. Han pasadosiglos y aún no lo comprende. Muchos le han dicho que su lugarno está en una sola casa, que no debe acompañar a una solafamilia, pero al dios de la fortuna le cuesta comprender que suhogar es el mundo.

Nuestros tres amigos tuvieron una vida feliz, disfrutaronde su común afecto, de la alegría de estar vivos, nunca les faltónada, pero nunca les sobró. Y la gente los miraba con asom-bro... y a veces también con un poquitín de envidia. Por esoalgunos (pocos) le pidieron al dios de la pobreza que tambiénfuera a visitarlos. Cuando seamos más, habrá “fortuna” paratodos.

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ÍNDICE

AGRADECIMIENTOS Y ADVERTENCIAS .......................................... 7

NOTA PERSONAL, SOBRE LA FE, LA RELIGIÓN Y SUS FORMAS ......... 9

INTERCULTURALIDAD: UN SOBREESFUERZO QUE MERECE LA PENA... 23

DONDE HABITA DIOS ....................................................... 33

El agua del Ganges .......................................................... 40

JUNTO AL DÉBIL ................................................................ 43

El llanto de los pajarillos................................................ 56

LIBRES PARA DECIDIR ....................................................... 61

Cuando Dios se alejó....................................................... 71

EL PODER DE LA ORACIÓN.............................................. 75

La Niuque, su hijo y el pehuén...................................... 85

LOS INCOMPRENSIBLES REGALOS DE DIOS................... 89

Kiteke, nuestro hermano favorito................................ 97

LA COMPASIÓN, UNA RIQUEZA ....................................... 103

Nuestro invitado............................................................... 112

BIBLIOGRAFÍA.......................................................................... 117

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