Cuento Fadanelli

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~POR QUE, SENOR, ME HICISTE TAN PERFECTO? Manuel reviso el contenido de su refrigera- dor. La lechuga estaba tomando un color extrano yel pescado 10miraba a traves de sus ojos muer- tos. Lo habia comprado a un buen precio pero jamas supo como cocinarlo. Asi que 10abandono en el congelador exponiendolo a la escarcha que lentamente cubrio sus escamas tornasoladas. No habia que lamentarse mas por un refrigerador tan poco dotado. Con el auxilio de Dios su vida cambiaria para siempre en cuestion de unas po- cas horas. Le agobiaba escuchar las noticias. Siempre las mismas estupideces. Un robo, un asesinato, un politico acusado de corrupcion. Preferia los pro- gramas comicos a 10s deportivos. Los deportistas famosos eran para Manuel seres mezquinos, indi- ferentes al sufrimiento humano. En cambio, para

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~POR QUE, SENOR, ME HICISTE TANPERFECTO?

Manuel reviso el contenido de su refrigera-dor. La lechuga estaba tomando un color extranoyel pescado 10 miraba a traves de sus ojos muer-tos. Lo habia comprado a un buen precio perojamas supo como cocinarlo. Asi que 10abandonoen el congelador exponiendolo a la escarcha quelentamente cubrio sus escamas tornasoladas. Nohabia que lamentarse mas por un refrigeradortan poco dotado. Con el auxilio de Dios su vidacambiaria para siempre en cuestion de unas po-cas horas.

Le agobiaba escuchar las noticias. Siempre lasmismas estupideces. Un robo, un asesinato, unpolitico acusado de corrupcion. Preferia los pro-gramas comicos a 10s deportivos. Los deportistasfamosos eran para Manuel seres mezquinos, indi-ferentes al sufrimiento humano. En cambio, para

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hacer reir a la gente sencilla era necesario, ademasde gracia, ser dueno de un coraz6n bondadoso.

«Mi esposa me pide que en las pr6ximas va-caciones la invite a un lugar donde no haya esta-do jamas. Esta bien -Ie digo-, te llevare a la co-Clna.»

Manuel se ri6 a carcajadas. Una risa medici-nal que suaviz6 sus musculos tensos, su animoopacado por la inminente llegada del futuro.Cuanto necesitaba concentrarse en el presente,en la voz artificiosa que en aquel momenta bro-taba de su televisor.

«Mama, dejame salir a mirar el eclipse. Estabien, hijo, nada mas no te acerques demasiado.»

Nunca antes habia tenido un arma, pero susmanos no sintieron extrano el peso de la escua-dra 45. Mas de veinte anos esper6 a que el sindi-cato premiara su trabajo con un credito 0 con unpuesto definitivo en el organigrama. Acudi6 atodos los mitines que la dirigencia convoc6 parapresionar a la empresa 0 intimidar al gobierno enturno. Estuvo dos veces detenido por causar da-nos a propiedades privadas e incluso Ie romp ie-ron una costilla durante una gresca contra obre-ros de una embotelladora. Cumpli6 con lasextenuantes jornadas de vigilancia nocturna quepor costumbre se Ie encomendaban cuando el

sindicato se declaraba en huelga. Hasta lleg6 adonar la mitad de su sueldo cuando en una oca-si6n la huelga se prolong6 varias semanas mas de10previsto. Despues de haberse sacrificado comonadie por la causa obrera, jamas se habria imagi-nado encontrarse en un estado de pobreza seme-jante. Quizas una escuadra 45 de can6n largopodria compensar en un os minutos 10 que entantos anos no pudo remediar su sindicato.

«~Papa, que cosa es el eco? Es el unico capazde contestade a tu madre.»

La noche anterior habia escrito en una hoja10spasos que habria de seguir para asaltar la tien-da de articulos fotograficos. Dibuj6 tambien unsencillo mapa con la ruta que recorreria una vezcon el botin en las manos. Conoda de memoriael modelo de las dmaras que deseaba robarse. Sitodo marchaba bien el monto del atraco podriaascender a cuarenta mil pesos. No Ie seria com-plicado amedrentar a la empleada. 5610 era cues-ti6n de mirada a los ojos para comunicade queestaba dispuesto a mete de un balazo en el vien-tre: «No te pongas nerviosa, morenita. No. tienecaso morir por defender cosas que no son tuyas.»

Tard6 mas de una hora en desplazarse desdesu casa hasta la colonia Roma. Alas tres de latarde estaba a unos metros de su objetivo. A esa

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horn i ntos de miles de estomagos comenzaban;1 producir Hquidos amargos. Podia escuchar elgorjeo de las tripas de las personas que camina-ban a su lado a paso presuroso con la imagen deun suculento pollo rostizado en la mente. Ma-nuel se deruvo para observar a un grupo de em-pleados entrar a la fonda El Ruisenor y acomo-darse sonriendo alrededor de una mesa. 2Cuantopodia costar una comida corrida que incluyeraun huevo en el arroz? Hasta su nariz llego el aro-ma de la comida recien cocinada. Llevaba un diacompleto sin probar alimentos. «2Que me im-porta? El cerebro funciona mejor cuando tienesel estomago vado», se animo sin saber de dondehabia sacado tales conocimientos.

Alas tres quince entro a la tienda de ardcu-los fotograficos. La empleada hojeaba un albumsobre el mostrador. Era una mujer de baja estaru-ra que usaba tacones elevados para mirar cara acara a sus clientes. Tenia el cabello color zapote ylas manos demasiado pequenas. Manuel no sepercato de que a un costado de la puerta de en-trada un hombre obeso intentaba extraer el rollode su vieja camara Yashica. Fue un penoso des-cuido provocado por un error de perspectiva.Desde cualquier punto de la acera resultaba im-posible distinguir la silueta de una persona que

se hallara en ese rincon de la tienda. Con aparen-te calma Manuel coloco una maleta negra en-cima del mostrador, justa a un lado del albumempastado que hojeaba la empleada. Respiroprofundo como un buzo que va a permanecerinterminables segundos dentro del agua, y metiola mana en la maleta amoldando sus dedos sudo-rosos a la escuadra metalica.

-2Le sucede algo, senor? -pregunto la mujer,sorprendida por los ejercicios respiratorios deManuel.

-No te pongas nerviosa. No vale la pena mo-rir por 10 que no es tuyo -Ie dijo, apuntando suarma hacia los senos apenas curvos de la emplea-da. Si bien no eran exactamente esas las palabrasque habia preparado para el asalto, la energia conque las pro nuncio 10 hicieron sentirse un verda-dero maleante. Giro el canon de su pistola apun-tandolo hacia el hombre de la Yashica.

-2Y usted que carajos hace? jAcerquese! -Ma-nuel se senda con poder suficiente para manipu-lar cualquier tipo de siruacion. En ese momentopodda haber hecho frente a un peloton entero.Ordeno al sujeto colocarse detras del mostradorjunto a la empleada. Entonces 10 reconocio. 2Eraposible que esruviera apuntando con su pistola aun integrante de los Polivoces, los comicos mas

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admirados pOl' el desde su infancia? Imposibleconfundirlo. Un rostro anclado en su memoriapara el resto de sus dfas, merced a los miles deprogramas en que 10 habfa visto actual', divertir ala geme. Aun mas: en el vigesimo aniversario delsindicato Manuel se habfa propuesto al comiteorganizador de la fiesta como imitador de Gor-dolfo Gelatino, uno de los personajes que conmayor exito habfa imerpretado el polivoz Eduar-do Manzano. Manuel no era desemonado. Tam-poco era torpe moviendo los brazos 0 las cejas yposefa un talemo natural para hacer refr a losotros.

No habfa salido aun de su asombro cuandola empleada, aprovechando la altura de sus zapa-tos, se inclino sobre el mostrador sujetando consus pequenas manos el revolver que apumaba a lamitad de sus senos. Habfa imemado aprovecharla distraccion del ladron para arrebatarle el arma.Fue una tomeda. Manuel aprovecho la cercanfapara, desesperado, abrirle la sien de un energicocabezazo. Ni la presencia del polivoz ni la auda-cia de la mujer estaban dentro de sus previsiones.De promo la valentia inusitada se transformo entemor, en malos presemimiemos. Decidio mar-charse. Dio media vuelta imroduciendo de unmovimiemo la pistola en su maleta, pero ames de

dar siquiera el primer paso una bala emro a suspulmones resquebrajandole las costillas. 2QuienIe habfa disparado? Tirado en el piso escucho lavoz de un hombre dando palabras de aliemo a laempleada histerica: «Senorita, dlmese. Ya nadieva a hacernos dano.» Era la voz de su heroe. Unavoz ahogada por los anos, pero siempre reconoci-ble. 2Por que usan pistolas los comicos? 2Acasosudeber no es hacer refr a la geme sencilla? Contama sangre saliendo de su boca seda tan diffcilexplicarle, comarle que en el aniversario numeroveime del sindicato 10 habfa imitado obteniendoa cambio la aceptacion, el aplauso de sus compa-neros. Simio que varias manos 10 tocaban. Se ele-va por los aires. Escucho el murmullo de perso-nas que aleteaban como moscas a su alrededor.Deja de tener sensaciones. Los ojos del pescadoescarchado se hicieron cada vez mas grandes.2Cuamo podfa costar una comida corrida que in-cluyera un huevo en el arroz?