Cuaresma, una oportunidad más para cambiar

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“El Espíritu llevó a Jesús al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.” Por: María Cristina Huerta Sabatés CODIPACS-Tlaxcala

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“El Espíritu llevó a Jesús al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.”

Por: María Cristina Huerta SabatésCODIPACS-Tlaxcala

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Aparte de eso, aquel malvado del diablo, que acaso duda de si realmente le has abandonado, por la prueba de las tentaciones puede tener certidumbre plena de que te has apartado de él definitivamente.

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Las tentaciones te hacen más fuerte que el hierro mejor templado. ellas te dan la mejor prueba de los preciosos tesoros que se te han confiado. Porque, si no te hubiera visto el diablo que estás ahora constituido en más alto honor, no te hubiera atacado. Por lo menos al principio, si acometió a Adán, fue porque le vio gozar de tan grande dignidad. Y, si salió a campaña contra Job fue porque le vio coronado y proclamado por el Dios mismo del universo. Entonces, ¿por qué dice más adelante el Señor: Oren para que no entren en tentación (Mt 26,41)?

Por la misma razón que el evangelio no te presenta simplemente a Jesús camino del desierto, sino conducido allí conforme a la razón de la economía divina. Con lo que nos da a entender que no debemos nosotros adelantarnos a la tentación; pero, si somos a ella arrastrados, mantenernos firmes valerosamente”(1).

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Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí anunciaba la

Buena Noticia de Dios, diciendo: “Ya ha llegado el tiempo. El Reino de Dios está muy cerca: conviértanse y crean en la

Buena Noticia”» Mc 1,12-15

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La palabra carnaval significa “adiós a la carne” y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.)  

Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.

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La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia

Pascual.

Significa que algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de

Cristo.

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La Cuaresma tiene que ayudarnos a preguntarnos y a plantearnos como estamos hoy y

que es necesario cambiar.

Es un camino en el cual, analizaremos las cosas buenas y malas que hacemos y también las

buenas que dejamos de hacer.

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Ayunar es dejar de comer. Abstinencia, dejar de comer ciertos tipos de alimentos.En Cuaresma, el Ayuno y la Abstinencia se practican como un medio para la santidad. Van más allá del dominio de uno mismo por los alimentos en nuestras acciones y pensamientos.Por el ayuno y la abstinencia revaloramos y reconocemos la necesidad de Dios en nuestras vidas, puesto que somos seres dependientes de su voluntad para poder vivir. Además, reflexionamos sobre el ayuno que otros hermanos no viven sino padecen involuntariamente.

No todos practican el mismo tipo de Ayuno o Abstinencia. Por ejemplo, para algunos es más conveniente como práctica espiritual el dejar de consumir cierto alimento que dejar una comida completa. Todo depende de a qué nos llame el Señor, y para percibir su voluntad, antes de cualquier ayuno, debemos practicar la oración y así conocer qué será más provechoso para nosotros.

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Los católicos, según la Iglesia, estamos llamados a Ayunar obligatoriamente el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. En Cuaresma, debemos organizar un plan de ayuno, que podría realizarse, por ejemplo, una vez por semana. La abstinencia sí debemos realizarla de forma perenne, en todo este tiempo.Sea cual fuere la forma de ayuno a practicar, desde la Biblia el Señor nos llama a realizarlo con entusiasmo y alegría:“Cuando ustedes hagan ayuno, no pongan cara triste, como los que dan espectáculo y aparentan palidez, para que todos noten sus ayunos. Yo se los digo: ellos han recibido ya su premio. Cuando tú hagas ayuno, lávate la cara y perfúmate el cabello. No son los hombres los que notarán tu ayuno, sino tu Padre que ve las cosas secretas, y tu Padre que ve en lo secreto, te premiará”. (Mateo 6, 16-18)El Ayuno es una práctica muy antigua en la Iglesia. Permite madurar en la fe y en la paciencia. Es deber nuestro realizarlo como cristianos

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ORACIÓN EN CUARESMALa oración, en el tiempo de Cuaresma, debe tener un rasgo diferencial: el recogimiento del corazón. Jesús es claro cuando habla de orar: No hacerlo públicamente, como los hipócritas, sino hacerlo en secreto, para que sólo Dios, quien ve lo secreto, escuche nuestras palabras.

En este tiempo de reconciliación, a través de la oración podemos ofrecerle al Señor nuestro arrepentimiento por los pecados cometidos. La oración debe envolver todos nuestros esfuerzos por volver a Dios: nuestros ayunos, nuestra abstinencia, nuestra limosna, nuestra ayuda a los pobres. Realizar estas formas de penitencia sin una oración profunda y sincera, no tendría sentido.

                                                                                                     

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La oración debe ofrecer el ambiente propicio para que nuestros esfuerzos de conversión valgan la pena.Pero no podemos tampoco dejar a un lado las celebraciones comunitarias, tan importantes como la oración personal. Rezar el Vía Crucis y meditar a través del Rosario con nuestra familia, vecinos o parroquia, especialmente con los misterios dolorosos, nos ayudará a conocer y revalorar el sufrimiento que padeció Cristo por redimirnos y salvarnos del mal.

Orar en Cuaresma es imprescindible para pedirle al Señor que, con su infinita misericordia, nos perdone y nos proteja de las tentaciones del pecado, para que aprendamos a decirle sí a él y a su plan de salvación, y llegar renovados a la Pascua.

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Un hombre que tenía un grave problema de miopía se consideraba un experto en evaluación de arte. Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le olvidaron las gafas en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero eso no lo detuvo a la hora de vociferar sus fuertes críticas.

Tan pronto entraron a la galería, comenzó a criticar las diferentes pinturas. Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo: "El marco es completamente inadecuado para el cuadro. El hombre está vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa. En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto".

El hombre siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: "Querido, ¡¡¡estás mirando un espejo!!!".

Reconocer nuestras faltas

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Muchas veces nuestras propias faltas, las cuales tardamos en reconocer y admitir, parecen muy grandes cuando las vemos en los demás. Debemos mirarnos en el espejo más a menudo, observar bien para detectarlas, y tener el valor moral de corregirlas; es más fácil negarlas que reconocerlas. Por eso, es necesario dejar a un lado el orgullo, pues sólo con humildad podremos ver nuestros defectos y corregirlos.

“El que encubre sus faltas no prosperará, más el que las admite y se aparta

alcanzará misericordia. Proverbios 28:13”

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Muchas veces nuestras propias faltas, las cuales tardamos en reconocer y admitir, parecen muy grandes cuando las vemos en los demás. Debemos mirarnos en el espejo más a menudo, observar bien para detectarlas, y tener el valor moral de corregirlas; es más fácil negarlas que reconocerlas. Por eso, es necesario dejar a un lado el orgullo, pues sólo con humildad podremos ver nuestros defectos y corregirlos.

“El que encubre sus faltas no prosperará, más el que las admite y se aparta alcanzará misericordia. Proverbios 28:13”

RECONOCER NUESTRAS FALTAS  

•Tiempo de Cuaresma es una web desarrollada por el Apostolado del Rosario en Familia del Perú

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CONFESIÓNLa Confesión o sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación obtiene por la misericordia de Dios el perdón de los pecados.Al arrepentirnos de nuestras faltas, aceptarlas y pedir perdón por ellas al Creador, volvemos a nuestra naturaleza original que Dios nos ha regalado.Es un sacramento de conversión porque realiza de manera sagrada nuestra vuelta al Padre. Es confesión porque en él se confiesan las faltas y a la vez se confiesa una alabanza y un reconocimiento a la santidad de Dios.Para realizar una correcta confesión se necesita un buen examen de conciencia. Se trata de que, en un ambiente de oración personal, nos preguntemos cuáles han sido nuestras faltas cometidas. Una forma más fácil y adecuada de realizar nuestro examen de conciencia es a través de un cuestionario. Existen muchos tipos, pero todos con el mismo fin: preguntarnos sobre nuestro actuar como personas, Hijas e Hijos de Dios, y descubrir el mal que hemos realizado.La Confesión es un paso importante en nuestro proceso de conversión, no sólo durante la Cuaresma, sino durante toda nuestra vida.

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BAUTISMOEl catecismo menciona que por el Bautismo somos “liberados del pecado y regenerados como Hijos de Dios”.Bautizar significa “sumergir”. Por él nos sumergimos en la relación con Cristo y nacemos como nuevas criaturas en la resurrección con Él. El Bautismo es el comienzo de la iniciación cristiana. Nos purifica para el camino a la salvación al borrarnos el pecado original. Por ello es muy conveniente su realización..La Cuaresma pretende que el creyente cambie y que, de manera similar al bautismo, renazca hacia una nueva vida.

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Hay que ser muy valientes y tener mucha personalidad para poner a Cristo en

todas las situaciones, en todos los momentos de nuestra vida, para actuar según su Palabra porque el camino es

cuesta arriba y está lleno de tentaciones que querrán arrastrarnos hacia abajo.

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La tentación mas frecuente es querer ser únicos dueños de nuestra vida, dejando a Dios a un

lado, porque estamos profundamente arraigados a nuestra libertad que buscamos defender en todo momento y conservar por

encima de todo.

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Esa libertad será bien usada si nos proponemos hacer el bien y amar como El nos enseñó.

Desde luego que no podemos solucionar todos los problemas del mundo; pero podemos ayudar al que está al lado, a nuestro prójimo, al que esta mas cerca.

                                                                                                     

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LIMOSNADar Limosna no es regalar la moneda más pequeña que sale del bolsillo. Tampoco es callar el clamor de un pobre con dinero. Menos ofrecer algo a regañadientes.

La Limosna comienza desde el Corazón. Es una oportunidad que tenemos para compartir lo que el Creador nos ha encargado (Recordemos: no somos poseedores, sólo administradores).

La Limosna no es un acto económico sino un acto de amor. Es un acto de justicia, de solidaridad con los que menos tienen, y a los que tenemos el deber de ayudar. Nos aleja del vicio del materialismo y consumismo. Al desprendernos de algo para ofrecerlo a los demás, impedimos que el afán por el dinero se apodere de nosotros. Ya no pretendemos buscar más, sino entregar más a los que lo necesitan.

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El Papa Benedicto XVI menciona que “dar Limosna es expresar la verdad de nuestro ser: no hemos sido creados para nosotros mismos, sino para Dios y para nuestros hermanos” (Mensaje de Cuaresma 2008 – No. 4). Es dejar de pensar en nosotros para entregarnos a los demás.

Si vemos el rostro de Dios en nuestros hermanos necesitados, nuestra Limosna no nos acercará sólo a las personas que ayudemos, sino a Dios mismo presente. Es una forma de reconciliarnos con el Señor, de reencontrarnos con él.

El hacer la Limosna un secreto (Que tu mano izquierda no vea lo que hace la derecha) es la frontera entre practicar el mensaje evangélico y echarlo todo a la vanidad y al protagonismo. Jesús marca la diferencia: dar Limosna en secreto es hacer que sólo Dios, que ve en lo secreto, sea testigo de nuestra buena obra, y que él nos premie. Darnos gratuitamente a los demás es dar testimonio que el amor es lo que nos sostiene, y no lo material. Ofrecer dinero o alimentos, dedicar unos minutos a visitar a un anciano, compartir lo que sabemos, o servir voluntariamente a  la Iglesia o a la Sociedad, siempre y cuando sea con amor, eso es dar Limosna.

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Este caminar cuaresmal presenta una dimensión comunitaria y solidaria. Son cuarenta día dedicados a aprender a amar, amando a nuestros hermanos.Iniciando el entrenamiento de la cuaresma, los tres evangelios sinópticos nos muestran a Jesús acosado por el demonio de las tentaciones (Mt 4,1-11; Mc 1,12-13 Lc 4,1-13).

En la primera tentación, frente a un mesianismo barato y muchas veces demagógico, el Señor nos invita a alimentarnos con el pan de la palabra de Dios, para convertirla así en pan de la solidaridad.

En la segunda tentación, asediado por un triunfalismo fácil y barato, Jesús apuesta con su vida a un Dios que no defrauda; misterioso pero no mágico.En la tercera tentación, en lugar del servilismo obsecuente de aquellos que venden su alma a cualquier precio, el Señor nos propone la actitud abnegada del servidor sufriente, que no vino a ser servido, y tampoco a servirse de un Dios de bolsillo.“Dios todopoderoso, concédenos que el sacramento anual de la Cuaresma nos conduzca a un mejor conocimiento del misterio de Cristo y a una vida cristiana más digna”.

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EL SACRAMENTO DE LA CUARESMA

La cuaresma es un tiempo de cuarenta días en el que peregrinamos, impulsados por el Espíritu de Jesús, hacia la meta de la Pascua. No es un fin absoluto, sino un trampolín que nos zambulle en la alegría de la resurrección y en la comunión con el resucitado. Aunque nos cueste comprenderlo, la cuaresma es un sacramento, es decir una fuente de bendiciones y de gracias, que nos introduce de forma gradual, en un mejor conocimiento del misterio de Cristo. Y desplazando el pecado de nuestras vidas “gota a gota”, nos va humanizando y cristianizando.

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