CUANDO EL NO SE CORRESPONDE CON EL
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UNIVERSIDAD DE JAÉN Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
CUANDO EL <<YO REAL>> NO SE CORRESPONDE CON EL <<YO IDEAL>>
Insatisfacción corporal en personas Trans.
Alumno/a: Andrea Amaro Carrillo
Tutor/a: Silvia Moreno Domínguez Dpto.: Personalidad, Evaluación y
Tratamiento Psicológico
Mayo, 2018
Trabajo Fin de Grado
Agradecimientos:
Tanto esfuerzo culmina aquí, escribiendo estas palabras. Cuatro años de
descubrimiento, estudio, felicidad y amor. Mucho amor. Que terminan aquí, con mi Trabajo
de Fin de Grado, que tanto esfuerzo ha supuesto. Búsqueda infinita de documentos, libros,
artículos, además de muchas horas de reflexión, de borrar una y otra vez párrafos y palabras
hasta que daba con las adecuadas. Este trabajo me ha permitido crecer, avanzar y descubrir, y
me gustaría dar gracias a todas las personas que han permitido que esto será más satisfactorio
y algo menos duro.
En primer lugar, agradecer a mi tutora del TFG, Silvia, por ayudarme en cada duda y
guiarme en esta travesía. Gracias, además, a cada profesor que, con sus enseñanzas y
palabras, me invitó a reflexionar y a pensar de manera crítica. A la Universidad de Jaén, darle
las gracias por creer en los estudiantes, y darnos la oportunidad de poder estudiar un grado de
calidad con grandes profesionales.
Agradecer a mis padres, por ser mi principal apoyo y por hacer el esfuerzo para que
pudiese estudiar en la Universidad. Gracias por no juzgarme nunca, y apoyarme en cada
decisión del camino, estuviera bien o mal. A mi hermano, gracias, por creer en mi en todo
momento y no dejar que me rindiese nunca.
No se que será de mi a partir de ahora, ni cuáles son los senderos que guiarán mi vida,
lo único que tengo claro es que quiero una vida dedicada en cuerpo y alma a la Psicología.
Porque gracias a ella, hoy en día soy mejor ser humano y más consciente del mundo que me
rodea. Hoy, estoy dispuesta a ayudar a la gente y darles todo lo que esté en mi mano,
aportando mi granito de arena para mejorar este mundo.
Solo queda decir… ¡GRACIAS!
Andrea Amaro,
Jaén, 18 de mayo de 2018.
ÍNDICE
Resumen…………………………………………………………………………………… 3
Abstract……………………………………………………………………………………. 4
1. Introducción…..………………………………………………………………………… 5
2. Imagen corporal.…………………..……………………………………………………. 7
2.1. Definición………………………………………………………………..…… 7
2.2. Alteraciones de la imagen corporal: insatisfacción corporal……………….. 10
2. 3. Estudios sobre insatisfacción corporal………….…………………………… 13
3. Transexualidad………………………………………………………………..………… 16
4. Insatisfacción corporal en población transexual……………………………………….. 19
4.1. Papel de la imagen corporal y la insatisfacción
corporal en este colectivo……….………………………………………….……. 19
4.2. Estudios relacionados……………………………………………………….. 20
5. Conclusiones…………………………………………………………………………… 26
6. Referencias bibliográficas…………………………………………………..………….. 28
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RESUMEN
La transexualidad es una condición donde una persona siente una incongruencia entre
su sexo de nacimiento y su género, lo cual conlleva muchos problemas asociados, como la
insatisfacción corporal. El siguiente trabajo consiste en una revisión bibliográfica, donde se
han seleccionado estudios de mayor relevancia dentro del campo de la insatisfacción corporal
con respecto a la población en general y especialmente en la transexual. Se pretende conocer
qué es la insatisfacción corporal y cómo afecta a las personas, en concreto al colectivo
transexual. Para poder llevar a cabo esta revisión, se ha realizado una búsqueda en diferentes
bases de datos, tales como PubMed, Dialnet y Google Académico, tanto en inglés como en
español. Se ha encontrado que hay colectivos que presentan mayor insatisfacción corporal,
como las mujeres, los jóvenes y las personas transexuales. En el caso de la población
transexual, se encuentran mayores niveles de insatisfacción corporal que en la población
cisgénero, además de un riesgo añadido de sufrir trastornos alimentarios. Se necesita una
promoción exhaustiva, desde edades tempranas, de la correcta valoración, reconocimiento y
aceptación del propio cuerpo.
PALABRAS CLAVE: imagen corporal, insatisfacción corporal, persona/s transexual/es,
transexualidad.
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ABSTRACT:
Transsexualism is a condition where a person feels an incongruence between their sex
at birth and their gender, which often leads to body dissatisfaction. This dissertation consists
of a literature review, where they have been selected relevant research within the field of body
dissatisfaction with regard to the general population and transgender people. It is intended to
know the definition of body dissatisfaction and how it affects the population, specifically to
the transgender collective. In order to carry out the review, it has been searched through
various databases such as PubMed, Dialnet and Google Scholar, in both English and Spanish.
The results show higher levels of body dissatisfaction in women, younger population and
transgender. More body dissatisfaction was founded among transgender population, and it
was associated with an added risk of disordered eating. It is required an exhaustive promotion
of body imagen concerns, from an early age, such as the correct assessment, recognition and
acceptance of one’s own boy.
KEYWORDS: Body image, body dissatisfaction, trans person/people, transsexualism.
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1. INTRODUCCIÓN
La imagen corporal puede definirse como <<un constructo psicológico complejo, que
se refiere a cómo la autopercepción del cuerpo/apariencia genera una representación mental,
compuesta por un esquema corporal perceptivo y así como las emociones, pensamientos y
conductas asociadas>> (Baile, 2003, p.8). Por otro lado, Cash y Pruzinsky (1990) definen la
imagen corporal como un término que <<implica: de manera perceptiva, imágenes y
valoraciones del tamaño y la forma de varios aspectos del cuerpo; de manera cognitiva,
supone una focalización de la atención en el cuerpo y auto afirmaciones inherentes al proceso,
creencias asociadas al cuerpo y a la experiencia corporal; y de manera emocional, involucra
experiencias de placer/displacer, satisfacción/insatisfacción y otros correlatos emocionales
ligados a la apariencia externa>> (Citado en Raich, 2004, p.17). De acuerdo con Baile (2003),
la imagen corporal es esencial para explicar aspectos de la personalidad (autoestima,
autoconcepto), ciertos trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y el trastorno dismórfico,
o para explicar la integración social. Dentro del concepto de imagen corporal, nos
encontramos con una variable muy importante dentro de su estudio, la insatisfacción corporal.
Esta variable es un síntoma central y un factor de riesgo en los trastornos de la conducta
alimentaria (Díaz, 2015).
Durante el ciclo vital, nuestra imagen corporal se construye y va cambiando con las
etapas de la vida (del Pozo, Piedra y Alfonso, 2017; Salaberria, Rodríguez y Cruz, 2007).
Dentro del estudio de la imagen corporal, encontramos diferencias en edad y género. Con
respecto a la edad, del Pozo et al. (2017) encontraron que la imagen corporal es buena en la
niñez, y se vuelve negativa conforme nos acercamos a la adolescencia, aunque hay estudios
que han encontrado que ya en la niñez se puede presentar una negativa imagen corporal
(Delgado-Floody et al., 2017). Por otro lado, Ramírez et al. (2015) hallaron diferencias en
imagen corporal con respecto al género, siendo esta más positiva en hombres que en mujeres.
En esta misma línea, estos autores encontraron también una interacción entre las variables
edad y sexo, siendo los varones jóvenes los que peor imagen corporal presentaban, frente a las
mujeres y hombre de mediana edad, y mujeres jóvenes.
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En los últimos años, cada vez damos más valor a la imagen física, siendo los medios
de comunicación uno de los principales responsables de esto, ya que difunden un ideal de
belleza prototípico al que la sociedad tiene que ajustarse para poder encajar y ser aceptados,
llevando esto a una insatisfacción corporal. Vemos entonces que, dentro imagen corporal, el
contexto, la sociedad y la cultura juegan un papel muy importante en cuanto a nuestro interés
por el cuerpo. Esta obsesión y culto al cuerpo llevan a una preocupación en exceso por la
imagen corporal, jugando un papel importante en el desarrollo y mantenimiento de ciertos
TCA (Vocks, 2008), y una imagen corporal negativa está relacionada con depresión y bajo
autoconcepto (Baile, Rich y Garrido, 2003; en Fernández-Bustos, González-Martí, Contreras,
y Cuevas, 2013).
Tal y como se ha señalado más arriba, la imagen corporal se crea y evoluciona
conforme crecemos. La construcción de la imagen corporal, es por tanto, una parte muy
importante del desarrollo personal que afecta en gran medida a nuestra salud psicológica
(Cash y Pruzinsky, 1990). Dentro de la población transexual hay un sentimiento de rechazo
hacia su imagen corporal, ya que sienten un conflicto entre su identidad de género y su sexo
anatómico (biológico). Esto les lleva a sentir gran insatisfacción corporal.
La transexualidad puede definirse como <<la condición según la cual una persona
nace con un sexo (genético, gonadal, genital y morfológico) pero se siente y percibe del sexo
opuesto>> (Asenjo, Portabales, Rodríguez, Lucio y Becerra, 2013, p. 162). Esta población
siente gran sufrimiento e insatisfacción hacia su propio cuerpo, ya que para ellos es difícil
ajustarse al rol de género dicotómico (hombre-mujer) que la sociedad les ha asignado por
tener un sexo anatómico determinado el día de su nacimiento (Bergero et al., 2008). A pesar
de vivir en una sociedad cada vez más tolerante, las personas transexuales continuan siendo
rechazadas por la sociedad, e incluso por sus propias familias (Gómez, Esteva y Bergero,
2006).
En primer lugar, en este trabajo revisaremos el concepto de imagen corporal y sus
componentes, haciendo hincapié en una parte relevante de la misma: la insatisfacción
corporal, mediante un repaso por la bibliografía existente respecto a este tema. En segundo
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lugar, revisaremos estudios relevantes y de interés sobre la población transexual. Finalmente,
haremos una revisión sobre la literatura relevante en el campo de la insatisfacción corporal en
esta población.
2. IMAGEN CORPORAL.
2.1. DEFINICIÓN
Una de las primeras definiciones del constructo imagen corporal aparece en el libro
The Image and Appearance of the Human Body: Studies in the 18 constructive energies of the
psyche del autor Paul Schilder en 1935. Este autor la define como <<la figura de nuestro
propio cuerpo que formamos en nuestra mente, es decir, la forma en la cual nuestro cuerpo se
nos representa a nosotros mismos>> (Citado en Baile, 2003, p.3). Schilder analizó la imagen
corporal desde distintas perspectivas, como la fisiológica, la sociológica o psicoanalítica, sin
recurrir a aspectos neurológicos. Antes de Schilder, varios autores habían hablado de términos
relacionados con imagen corporal, como Pick (1922), que usó el término <<autotopagnosia>>
para referirse a alteraciones en la orientación corporal, además de señalar que cada persona
desarrolla su propia <<imagen espacial>> del cuerpo a partir de los sentidos. Años más tarde,
Bruch (1962) centró su atención en la imagen corporal y su alteración para explicar la
anorexia nerviosa. Desde un enfoque más psicoanalítico, Fisher (1986) definió este concepto
como el límite corporal que cada sujeto percibe, y las personas variamos respecto a la manera
en la que describimos dichos límites (Citado en Argüello y Romero, 2012).
Cash y Pruzinsky (1990) definieron la imagen corporal como un término que
<<implica: de manera perceptiva, imágenes y valoraciones del tamaño y la forma de varios
aspectos del cuerpo; de manera cognitiva, supone una focalización de la atención en el cuerpo
y auto afirmaciones inherentes al proceso, creencias asociadas al cuerpo y a la experiencia
corporal; y de manera emocional, involucra experiencias de placer/displacer, satisfacción/
insatisfacción y otros correlatos emocionales ligados a la apariencia externa>> (Citado en
Raich, 2004, p.17). Estos autores, propusieron la existencia de varias imágenes corporales
relacionadas entre sí:
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A. Imagen perceptual: referida a aspectos perceptivos, incluyendo información
sobre tamaño y forma de nuestro cuerpo y sus partes.
B. Imagen cognitiva: pensamientos y creencias sobre nuestro cuerpo.
C. Imagen emocional: sentimientos sobre el grado de satisfacción y las
experiencias que nos proporciona nuestro cuerpo
Estos autores, además, propusieron una serie de características comunes de la imagen
corporal:
1. Es un concepto multifacético.
2. Está interrelacionada por los sentimientos de autoconciencia, es decir, de qué
manera nos percibimos a nosotros mismos.
3. Está socialmente determinada, y ya desde que nacemos nos vemos influenciados
por la sociedad, matizando así la autopercepción del cuerpo.
4. No es fija, sino más bien dinámica, y varia a lo largo del ciclo vital. Depende de
nuestras propias experiencias y de las influencias sociales, entre otros.
5. Influye en la manera de procesar la información y de percibir el mundo.
6. Influye en el comportamiento, y no sólo en la imagen corporal consciente, sino en
la preconsciente y en la inconsciente.
En el año 1990, Thomson señaló la existencia de otro componente además de los ya
mencionados, el conductual. Por lo que para este autor, imagen corporal está formada por los
siguientes componentes, a saber:
1. Componente perceptual: percepción del cuerpo en su totalidad o de alguna de sus
partes. Precisión con la que percibimos el tamaño, el peso y la forma corporal de
diferentes segmentos corporales o del cuerpo en su totalidad. La alteración de este
componente da lugar a la sobrestimación o percepción del cuerpo en unas
dimensiones mayores a las reales y a la subestimación o percepción de un tamaño
corporal inferior al que realmente corresponde.
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2. Componente cognitivo-afectivo (subjetivo): actitudes, sentimientos y valoraciones
con respecto al cuerpo en su totalidad o hacia alguna de sus partes. Estas actitudes
y valoraciones están asociadas principalmente al peso, al tamaño corporal o a otro
aspecto de la condición física. Las emociones pueden ir desde el placer o la
satisfacción, hasta el disgusto, la rabia o la impotencia.
3. Componente conductual: acciones o comportamientos que se dan a partir de la
percepción y pensamientos asociados con el cuerpo. Estos comportamientos
pueden ser exhibición, evitación, comprobación, rituales o camuflaje, entre otros.
(En Raich, 2004, p.16-17)
En la misma línea, Slade (1994) argumentó que la imagen corporal no es simplemente
un fenómeno perceptual, ya que al medir la percepción del cuerpo de individuos, los juicios
de estos estaban altamente influenciado por variables cognitivas, afectivas, actitudinales y
otras. La siguiente figura muestra el modelo de Imagen Corporal de Slade (1994) que adaptó
Baile (2003).
Tabla 2, Modelo de la Imagen Corporal de Slade, adaptado por Baile (2003, p.7).
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En 2003, Baile definió de manera integradora el concepto imagen corporal:
<<constructo psicológico complejo, que se refiere a cómo la autopercepción del cuerpo/
apariencia genera una representación mental, compuesta por un esquema corporal perceptivo
y así como las emociones, pensamientos y conductas asociadas>> (p.8).
Para Raich, Torras y Figueras (1996), la imagen corporal implica lo que un individuo
siente, piensa, además de las percepciones y comportamientos que este tiene hacia su cuerpo.
Esta definición es una de las más usadas (Citado en Baile, 2003).
Cabe destacar que hoy en día no hay un consenso sobre qué es la imagen corporal.
Skrzypek, Wehmeier y Remschmidt (2001) determinaron que <<el concepto de imagen
corporal no ha sido definido todavía de forma concluyente, y la tarea de medir las alteraciones
de la imagen corporal de una forma objetiva es todavía un desafío formidable>> (Citado en
Argüello y Romero, 2012). Aunque es cierto que no hay un consenso, cabe destacar que hay
definiciones que resumen de manera completa este complejo constructo, como las que se
mencionaron anteriormente de Baile (2003) o de Raich et al. (1996), que incluyen aspectos
cognitivos, emocionales y perceptivos para explicar la imagen corporal.
Dentro del estudio de la imagen corporal, se han estudiado las alteraciones y en
concreto, la insatisfacción corporal. En el siguiente apartado se introducirán dichas
alteraciones, sobre todo en la insatisfacción corporal y en los estudios relacionados con dicho
constructo.
2.2. ALTERACIONES DE LA IMAGEN CORPORAL: INSATISFACCIÓN
CORPORAL
Es normal encontrarnos con cierto grado de preocupación con respecto a la imagen
corporal, pero si esta preocupación es excesiva puede llegar a convertirse en una patología.
Tener una imagen corporal insatisfactoria, negativa o alejada de la realidad puede llevar a
condicionar la vida cotidiana de manera muy significativa, generando un gran malestar.
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Estamos hablando entonces de los llamados <<trastornos de la imagen corporal>>, donde las
alteraciones de la imagen corporal se presentan como síntoma principal.
Autores como Gardner y Garfinkel (1981), estudiando el papel de la imagen corporal
en la anorexia nerviosa, encontraron que las alteraciones se pueden manifestar a nivel
perceptual o a nivel cognitivo-afectivo, pudiendo manifestarse de manera conjunta o
independiente:
A. Alteración perceptual, manifestada en la incapacidad para medir el tamaño del
cuerpo de manera correcta.
B. Alteración cognitiva y afectiva, se manifiesta por la presencia de pensamientos
de menosprecio o negativos hacia el cuerpo, y de emociones negativas, a pesar
de ser capaces de medir correctamente su tamaño corporal.
Para la alteración perceptual se ha usado el término <<distorsión perceptual>>,
mientras que para la alteración cognitiva-afectiva se ha usado el término <<insatisfacción
corporal>>. Se podría decir entonces que necesitaríamos especificar a qué nivel existe una
alteración de la imagen corporal, llevando una clasificación terminológica para no confundir
estos dos términos (Vaz, Peñas, Ramos, 1999; citado en Salaberria et al., 2007).
Cuando la preocupación por la apariencia física es excesiva, se puede producir un
trastorno de la imagen corporal, que se puede definir como <<una preocupación exagerada,
que produce inquietud hacia algún defecto imaginario o real de la apariencia física>> (Rosen
y cols, 1990; Citado en Raich, 2004, p.17). En el DSM-5 aparecen bajo el nombre <<trastorno
dismórfico corporal>>. Dentro de estos trastornos, la insatisfacción corporal es muy común,
pero no es suficiente para que se produzca la presencia de este trastorno (Raich, 2004).
Como se mencionó antes, insatisfacción corporal hace referencia a las alteraciones
cognitivas y afectivas de la imagen, que engloban emociones, pensamientos y actitudes
negativas hacia el propio cuerpo. Pero hoy en día este término no se usa estrictamente para
designar lo ya mencionado, sino que algunos autores, como Gardner y Stark (1999) lo usaron
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para referirse a la discrepancia entre la figura actual y la ideal. De acuerdo con Acosta y
Gómez (2003), la insatisfacción corporal ocurre al interiorizar un cuerpo como ideal,
determinado por la cultura, concluyen por medio de la comparación social que el cuerpo de
uno mismo discrepa.
Una parte dentro del estudio de la insatisfacción corporal se centra en esta como
síntoma central y como factor de riesgo en los TCA (Díaz, 2015). Lleva a los individuos a
realizar conductas y actitudes problemáticas relacionadas con la comida, tanto por exceso,
como por defecto. Es decir, lleva a realizar bien diestras muy restrictivas o bien lleva a no
tener control sobre lo que comemos. En su trabajo, Díaz (2015) señala la relación entre
insatisfacción corporal con depresión, o baja autoestima, además de la relación con la puesta
en marcha de conductas para controlar el peso poco saludables (purgas, atracones, o dietas
restrictivas).
Dentro de la literatura existente, se ha hablado de los factores que llevan a las
personas a sufrir insatisfacción corporal. En la siguiente tabla aparecen los más nombrados:
Tabla 3, elaboración propia. Factores que conducen al desarrollo de la insatisfacción
corporal, basado en Díaz (2015) y Salaberria et al. (2007).
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FACTORES QUE CONDUCEN AL DESARROLLO DE IC
Factores sociales y culturales: Presión hacia un tipo de cuerpo determinado, interiorizacion de
estándares actuales de belleza.
Medios de comunicación: Extienden un ideal de belleza predeterminado, aumentando el alcance de la
insatisfacción corporal.
Modelos familiares y de iguales: Por parte de las familias, modelado o refuerzo con respecto a ciertas
creencias y actitudes sobre el cuerpo, por medio de verbalizaciones negativas.
Por parte del grupo de iguales, burlas hacia el cuerpo.
Características físicas y psicológicas:
· Físicas: cambios en la pubertad, desarrollo precoz o tardío, alto IMC, características corporales.
· Psicológicas: baja autoestima, perfeccionismo, inseguridad, sentimientos de ineficacia.
La insatisfacción corporal trae consigo numerosas consecuencias, como son una baja
autoestima, ansiedad social, depresión, disfunciones sexuales o desarrollo de TCA, entre otros
(Salaberria et al., 2007), de ahí la importancia de su estudio para poder prevenir de manera
efectiva este tipo de alteraciones.
2. 3. ESTUDIOS SOBRE INSATISFACCIÓN CORPORAL
La imagen corporal se va construyendo desde que nacemos, por lo tanto no es innata.
Se han nombrado más arriba varios factores que influyen en la insatisfacción corporal, por lo
que no es de esperar que en los estudios se encuentren ciertas diferencias dentro de la
población. Nuestra figura cambia con el paso del tiempo, y en ciertas etapas de la vida, como
la pubertad y con el envejecimiento, nuestro cuerpo se ve sometido a muchos y diversos
cambios. La imagen corporal, en general, es buena en la niñez, y se vuelve negativa conforme
nos acercamos a la adolescencia (del Pozo et al., 2017), aunque se ha encontrado que hay
alteraciones y trastornos de la imagen corporal a edades cada vez más tempranas (Delgado-
Floody et al., 2017). Dentro de los estudios sobre insatisfacción corporal e imagen corporal,
resultan de gran interés las diferencias que se han encontrado en cuanto a género, ya que
aunque mujeres y hombres sufren insatisfacción corporal, se ha hallado que esto es más
común en mujeres (Ramírez et al. 2015). En los siguientes párrafos, se hará un recorrido por
distintos estudios relacionados con la insatisfacción corporal.
Algunos autores señalan que las investigaciones dentro del campo de la insatisfacción
corporal se han centrado sobre todo en estudiarla en mujeres, aunque en los últimos años, y
con los cambios socio-culturales que han acontecido, en la investigación se ha ido incluyendo
también a hombres (Ramírez et al., 2015). En primer lugar, hay estudios que han encontrado
diferencias en cuanto a género dentro de la insatisfacción corporal. En general, los resultados
apuntan que la insatisfacción corporal es mayor en mujeres que en hombres, aunque está
presente en los dos grupos. Acosta y Gómez (2002) han atribuido esta diferencias
principalmente a que las mujeres se ven más influencias por la cultura de la delgadez que en
chicos, aunque ambos géneros están expuestos desde que son muy pequeños a dicha cultura.
Ramos et al. (2016), encontraron también que la satisfacción corporal era más baja en chicas,
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y apuntan que la presión social que ejerce la sociedad por tener un cuerpo delgado influye de
manera importante y es más marcada en las chicas. Estas diferencias de género las vemos
traducidas en una mayor prevalencia de ciertos TCA en mujeres, que se sitúa en un 3%,
mientras que la prevalencia en hombres estaría muy por debajo (Asociación Americana de
Psiquiatría, 2013). No obstante, tanto hombres como mujeres presentan insatisfacción
corporal, aunque esta insatisfacción es diferente; por un lado, la insatisfacción corporal de las
mujeres se debe en mayor medida a que deseen estar más delgadas, y por otro lado, la de los
hombres se debe a que quieres estás más fuertes y musculosos (Vaquero-Cristóbal et al.,
2013). Las mujeres se encuentran muy influenciadas por los medios de comunicación,
encargándose de que esta se encuentre en constante escrutinio por la sociedad si no es capaz
de ajustarse a los cánones de belleza. A su vez, el hombre también se somete a este escrutinio,
aunque de manera diferente, y no siente tanta presión.
La insatisfacción corporal también ha sido estudiada en cuanto a edad. Baile, Raich y
Garrido encontraron que la insatisfacción corporal aumenta entre los 12 y los 16 años (en
Cuervo, 2016), y se mantiene durante la adultez. En la niñez se conforman las figuras ideales
que más tarde, en la adolescencia, se intentarán poner en práctica (Vaquero-Cristóbal et al.,
2013). Delgado-Floody et al. (2017), en un estudio donde evaluaron a 208 escolares de entre
10 y 13 años de edad, encontraron que aquellos niños con obesidad y sobrepeso presentaban
un mayor grado de insatisfacción corporal y una peor autoestima. En un estudio llevado a
cabo por Mercader-Yus et al. (2017), donde participaron 31 niñas de la provincia de Alicante,
entre 8 y los 12 años, de las cuales 15 tenían diagnóstico de pubertad precoz, se encontró que
las niñas con diagnóstico de pubertad precoz presentaban peor imagen corporal que el grupo
de chicas que no presentaban diagnóstico. Las niñas diagnosticadas con pubertad precoz
tienen un aspecto físico distinto a las niñas de su edad, por lo que se preocupan en exceso por
su imagen, teniendo que ajustarse a las normas sociales (Mercader-Yus et al., 2017). Esto
supone, en muchos casos, una reorganización de la percepción que tienen sobre ellas mismas,
lo que lleva a sentir insatisfacción corporal. Autores como Gómez (1995) o Pineda (2000)
afirman que hay más adolescentes insatisfechos con su imagen corporal que satisfechos (en
Vaquero-Cristóbal, 2013). Con respecto a la adultez, las tendencias de insatisfacción no
suelen cambiar, pero se han encontrado más alteraciones de la imagen corporal en la
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adolescencia y juventud. Todo esto nos lleva a pensar que la preocupación por la imagen
corporal se encuentra en todas las etapas de la vida, desde la niñez hasta la vejez, pero que los
adolescentes son más vulnerables a esta alteración ya que es una etapa donde se llevan a cabo
procesos de introspección, de comparación social y auto-escrutinio sobre la imagen
(Salaberria et al., 2007)
Ramírez et al. (2015), usando una muestra de 256 hombres y mujeres, de entre 18 y 40
años encontraron datos muy interesantes con respecto a diferencias en edad y género. En
concreto, encontraron un efecto de interacción entre estas dos variables. En primer lugar,
observaron que los hombres presentaban una mejor imagen corporal con respecto a las
mujeres. Concretamente observaron que los hombres presentaban buena satisfacción corporal
y baja discrepancia entre la imagen corporal ideal y la real, y por lo tanto percibían su imagen
corporal de manera más satisfactoria que el grupo de mujeres. Por otro lado, observaron que
la variable edad también influía: en el grupo de menor edad (18-26 años) se observó que la
imagen corporal era significativamente peor que en el grupo de mayor edad (27-40), aunque
cabe decir que este último grupo también presentaba un mayor nivel de exigencia con
respecto a su imagen corporal. Lo novedoso de este estudio es que se halló una interacción
entre las variables edad y género, arrojando resultados muy interesantes. Específicamente,
encontraron que tanto las mujeres y hombres del grupo de mayor edad (27-40 años), como las
mujeres del grupo de menor edad (18-26 años), presentaban baja discrepancia entre su imagen
corporal real e ideal en comparación con el grupo de varones de menor edad (18-26 años).
Esto último entra en contradicción con otros estudios previos, que encontraron mayor
insatisfacción corporal en mujeres jóvenes (Esnaola et al., 2010; citado en Ramírez et al.,
2015)
Para terminar, dentro de los estudios en el campo de la insatisfacción corporal, Acosta
y Gómez (2003) encontraron que esta no difiere significativamente si hablamos de diferencias
en cultura. Su estudio estuvo formado por 770 estudiantes (hombres y mujeres), de los cuales
384 son españoles y 386 mexicanos, de entre unos 15 y 18 años de edad. Estos autores
hallaron diferencias significativas entre las variables nacionalidad y seguimiento de una dieta
restrictiva con satisfacción-insatisfacción corporal. En concreto, encontraron que los
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mexicanos que seguían una dieta estaban más insatisfechos con su imagen que aquellos que
no la seguía. En relación a los españoles, se encontró una relación exactamente inversa.
También hallaron que los mexicanos, y en concreto los hombres, realizaron su primera dieta a
una edad más temprana que los españoles.
Todos estos estudios, ponen de manifiesto la necesidad de intervenir no solo
promocionando buenos hábitos alimentarios y el ejercicio físico, sino que también seria
óptimo intervenir sobre la variable imagen corporal, puesto que se ha comprobado que influye
de manera importante en la salud física y psicológica. Ramos et al. (2016) proponen la
promoción del correcto reconocimiento, valoración y aceptación del propio cuerpo para
prevenir la insatisfacción corporal. Esta promoción se debería comenzar a una edad temprana,
continuando a lo largo de la adolescencia y juventud.
3. TRANSEXUALIDAD
A lo largo de la historia se ha hablado mucho sobre términos que nos recuerdan a la
transexualidad. Es más, como Gastó (2006) afirma, se han encontrado, aunque de manera
fragmentaria, referencias en cuanto al cambio de sexo en mitos de la Roma Clásica y del
Mundo Antiguo Griego. Como ejemplos más recientes encontramos a Marcuse (1916) y su
inversión psicosexual, o Laurent (1896) y su hermafroditismo físico. No fue hasta 1953 que
Harry Bejamín acuñó y popularizó el término <<transexual>> para referirse a la asociación
entre la normalidad biológica y la convicción de pertenecer al otro sexo.
Cuando hablamos de sexo nos referimos las características que nos definen como
macho o hembra; nos referimos, por tanto, a una condición natural con un componente
biológico, que se establece cuando nacemos. Sin embargo, cuando hablamos de género, nos
referimos a <<una construcción cultural según la cual se asignan a las personas determinados
papeles, ocupaciones, expectativas, comportamientos y valores por haber nacido mujeres u
hombres>> (Carraza, 2008, p.35; citado en Laguna, 2015). El sexo biológico ha tenido
siempre un gran peso en cuanto a las tendencias sexuales de los seres humanos, y hasta no
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hace tanto tiempo, cualquier cambio en dichas tendencias que se consideraba anormal y
patológico (Gastó, 2006).
La transexualidad puede definirse como <<la condición según la cual una persona
nace con un sexo (genético, gonadal, genital y morfológico) pero se siente y percibe del sexo
opuesto>> (Asenjo y cols, 2013, p. 162). El DSM-5 incluye la transexualidad como
<<disforia de género>>, y la define como <<una marcada incongruencia entre el sexo que
uno siente o expresa y el que se le asigna>> que produce un malestar clínicamente
significativo o un deterioro en lo social o laboral.
Dentro de la población transexual, por lo general, hay un sentimiento de sufrimiento e
insatisfacción hacia su propio cuerpo, y un rechazo hacia su imagen corporal, ya que sienten
un conflicto entre su identidad de género y su sexo anatómico (biológico). Para ellos es difícil
ajustarse al rol de género dicotómico (hombre-mujer) que la sociedad les ha asignado por
tener un sexo anatómico específico. (Bergero et al., 2008). Como Asenjo et al. (2013)
sugieren, este rechazo hacia sus características físicas lleva a la persona transexual a querer
cambiar su cuerpo y corregir su apariencia, por medio de medicamentos y cirugía, para
acercarse más al género sentido y poder cambiar su nombre y sexo en los documentos
oficiales. Money (1955) afirma que el sentimiento de pertenecer a un determinado sexo,
biológica y psicológicamente se llama identidad de sexo o de género (Citado en Asenjo et al.,
2013, p.162). No debemos confundir esto con la orientación sexual, que vendría definida
como <<una atracción emocional, romántica, sexual o afectiva duradera hacia otros>>
(American Psychological Association, s.f.)
En nuestra sociedad, podemos observar una amplia gama de expresiones
comportamentales de la sexualidad que no deben confundirse entre sí, como la transexualidad
y el transgenerismo. Tanto las personas transexuales como las transgénero sienten una
discordancia entre su género y su sexo biológico, pero las personas transexuales, al contrario
que las transgénero, sienten la necesidad de modificar su anatomía para ajustarse al sexo con
el que se identifican (Laguna, 2015). Las personas transgénero tienden a cuestionar, en gran
medida, la dicotomía hombre-mujer, así como el continuo entre sexo biológico y género
!17
(García, 2009; citado en García et al., 2015). Otros términos que no deben confundirse con
transexualidad son el travestismo, intersexualidad, drag queen o drag king, o transformista.
En el travestismo, la persona usa ropa del sexo opuesto; en la intersexualidad, la persona nace
con genitales y corporalidad ambigua; en el transformismo, la persona representa a un
personaje del sexo opuesto en un espectáculo (García, 2009). Por otro lado, drag’s queens son
hombres que se visten como mujeres y exageran los rasgos femenino, y drag’s king son
mujeres que se visten como hombres y exageran los rasgos masculinos.
A pesar de vivir en una sociedad cada vez más tolerante y abierta, aún nos queda
mucho camino por recorrer ya que seguimos encontrando patrones de discriminación,
prejuicios y exclusión hacia las personas transexuales. Godás (2006) sugiere cinco áreas
principales en las que estas personas se sienten excluidas: personal, familiar, laboral, social y
de pareja. Para este autor, con respecto al ámbito familiar, los problemas suelen comenzar en
la infancia, cuando son castigados y discriminados por tener comportamientos que no se
ajustan al rol que esperan sus familias. A pesar de tener sospechas durante muchos años,
Godás (2006) afirma que las familias suelen usar la negación para tratar el tema, y una vez
asumen lo que ocurre, se producen resignación y reacciones negativas, como ocultarlo al resto
de la familia, sentirse incómodos antes los cambios de la persona transexual o imponer pautas
y normas poco apropiadas. Dentro del ámbito laboral, las personas transexuales suelen tener
problemas de integración por dos razones principales. Una de ellas es la discriminación que a
día de hoy sufren por su aspecto físico al no ajustar al rol de género que la sociedad le ha
impuesto por tener unos genitales determinados, y la segunda razón es que muchas personas
transexuales tienen bajo nivel de cualificación profesional, ya dejan de lado su formación
educativa y laborar por el miedo al rechazo, y comienzan el proceso de cambio (Godás 2006)
En el ámbito social, estas personas suelen sufrir aislamiento social durante el cambio.
La ignorancia colectiva con respecto a la transexualidad produce rechazo, intoleracia e
incluso violencia hacia las personas transexuales, por lo que su red de apoyo es muy pobre y
se reduce a personas del colectivo transexual, donde encuentra apoyo y comprensión
(Hurtado, Gómez y Donat, 2007). Por otro lado, estas personas también tienen problemas en
el ámbito de pareja, donde la persona transexual suele ocultar su condición por miedo al
!18
rechazo, y en el caso de que su parezca conozca esto, suele poner fin a la relación. Además, a
esto hay que sumarle el hecho de que las personas transexuales tiene muchos problemas a la
hora de formar una familia (Godás, 2006). Por último, Godás (2006) afirma que en el ámbito
personal, la persona transexual siente malestar y gran insatisfacción con su propio cuerpo,
además de miedo a defraudar y no cumplir las expectativas de los demás.
4. INSATISFACCIÓN CORPORAL EN POBLACIÓN TRANSEXUAL.
4.1. PAPEL DE LA IMAGEN CORPORAL Y LA INSATISFACCIÓN
CORPORAL EN ESTE COLECTIVO.
La población transexual siente una marcada incongruencia entre su sexo de nacimiento
y el género sentido, lo que genera un gran rechazo hacia su propio cuerpo y una imagen
corporal negativa. Este rechazo hacia sus características físicas lleva a la persona transexual a
querer cambiar su cuerpo usando medicamentos y cirugía, y de este modo acercarse al género
al que desean pertenecer (Asenjo et al., 2013)
La imagen corporal se crea y evoluciona conforme crecemos y es, por tanto, una parte
muy importante del desarrollo personal que afecta en gran medida a la salud psicológica de
estas personas (Cash y Pruzinsky, 1990), además de afectar a la construcción de la identidad
y ser fundamental en la pertenencia a diferentes grupos (Bergero et al., 2008). Como muy
bien apunta Rubio (2009), dentro del colectivo transexual, es un aspecto muy importante,
pues es nuestra carta de presentación ante la sociedad; es lo que primero ven los demás, y
puede ser objetivo de discriminación, rechazo o aceptación. La imagen corporal es una
conjunción de actitudes, experiencias y percepciones sobre la apariencia física (Kraemer et
al., 2008).
Podemos ver entonces, como Csordas (1994, citado en Bergero et al. 2008) apunta,
que <<el cuerpo es un «proceso material de interacción social»>>, y está formado por una
dimensión biológica, pero también social. Se podría decir que nuestra imagen corporal y el
uso que hacemos de ella está determinado por factores sociales, como la cultura, el género, la
!19
edad o las creencias religiosas, entre otros. Para Bergero et al. (2008), una de las mayores
fuentes de sufrimiento e insatisfacción en las personas transexuales viene directamente de su
cuerpo, ya que les es muy difícil ajustarse al rol de género que se espera de ellos por tener un
sexo biológico específico. El cuerpo y la imagen corporal que proyectamos es, por tan, el
elemento principal a cambiar, ya que puede transformarse mediante cirugías y tratamientos
con fármacos. Las personas transexuales, por lo general, suelen recurrir a la reasignación de
sexo para modificar su sexo biológico y así ajustarse a su identidad de género, hablando de
ello como <<un nuevo nacimiento>>; a su vez, muchas personas transexuales recurren a ello
como si fuera la única salida (Belsué, 2001; citado en Laguna, 2015). Es tal el impacto de la
imagen corporal en la población transexual, que en un estudio reciente llevado a cabo por
Testa y Rider (2017), se encontró que con respecto a las personas transexuales que se
sometían a una cirugía de reasignación de sexo y hormonas, se veía un aumento en
satisfacción corporal y una disminución de los síntomas de trastornos alimentarios.
Se ha hablado más arriba de algo muy importante dentro de la imagen corporal, la
insatisfacción corporal, para referirse a la evaluación negativa de la propia imagen. Pues bien,
esto parece ser un factor central dentro de la vida de las personas transexuales, que provoca
estrés e infelicidad en esta población (Bandini et al., 2015; citado en Jones et al., 2015). La
insatisfacción corporal, supone además un factor de riesgo a desarrollar problemas y
desórdenes alimentarios para cambiar el cuerpo (Jones et al., 2015). Ya desde la infancia, la
imagen corporal está presente en las personas transexuales, y supone un enfrentamiento entre
su yo real y el ideal, y es en la pubertad cuando suelen comenzar los problemas de
insatisfacción corporal y rechazo hacia sí mismos (González-González, 2017). Se ha
comprobado que el tratamiento (hormonal o cirugía) es capaz de disminuir la insatisfacción
corporal (Jones et al., 2015; Rider, 2017; Testa y Rider, 2017).
4.2. ESTUDIOS RELACIONADOS
En este apartado se presentan diferentes estudios que se han llevado a cabo con
población transexual en relación a la insatisfacción corporal. Antes de comenzar con los
estudios, me gustaría hacer distinción entre mujeres transexuales y hombres transexuales.
!20
Mujer transexual es aquella persona que al nacer se le asignó <<hombre>>, pero se identifica
como mujer. Por otro lado, hombre transexual es aquella persona que se le asignó <<mujer>>
al nacer pero se identifica como hombre. En alguno de los estudios se hará distinción entre
mujeres y hombres transexuales para exponer los resultados. De manera general, los estudios
están de acuerdo con el hecho de que las personas transexuales siente mayor insatisfacción
corporal que las no transexuales (Algars, Santtila, & Sandnabba, 2010; Vocks et al., 2009;
citado en Becker et al., 2016), y que el requerimiento de comenzar un tratamiento hormonal y
de una cirugía para cambiar su cuerpo, refleja la importancia que tiene la imagen corporal en
las personas transexuales (Becker et al., 2016).
En primer lugar, Connolly, Zervos, Barone, Johnson y Joseph (2016) llevaron a cabo
un estudio para analizar la prevalencia de problemas mentales en los jóvenes transexuales.
Para ello, usaron un total 654 artículos relevantes de los años 2011 a 2016, encontrados en las
bases de datos PubMed y Ovid Medline, de los cuales solo 15 quedaron en el análisis final.
Los resultados generales del estudio de Connolly et al. (2016) apuntaron a que los jóvenes
transexuales presentaban más problemas de depresión, mayores tasas de tendencias suicidas y
de autogestiones, así como de problemas alimentarios que los no transexuales.
Específicamente, encontraron que, en casi todos los estudios analizados, más del 30% de los
jóvenes presentaba síntomas depresivos, distimia o depresión, además de encontrar altas tasas
de intento de suicidio y de autolesiones. Además, en estos jóvenes hay una mayor morbilidad
con trastornos psiquiátricos (Connolly et al., 2016). Por último, estos autores hallaron que el
apoyo social y la terapia médica en la infancia mejoran de manera positiva las funciones
psicológicas en las personas transexuales.
En 2008, Vocks, Stahn, Loenser y Legenbauer llevaron a cabo un estudio sobre
desórdenes alimentarios, un problema relacionado con las alteraciones de la imagen corporal
y la insatisfacción corporal (Connolly et al., 2016; Díaz, 2015). Como se ha dicho antes, las
alteraciones de la imagen corporal pueden llevar a un individuo a sufrir problemas de
alimentación, restricciones a la hora de comer o dietas extremas para cambiar su aspecto
físico. En este estudio, Vocks et al. (2008) seleccionaron una muestra total de 356 personas,
de las cuales 88 eran mujeres transexuales, 43 hombres transexuales, 62 mujeres con un
!21
desorden alimentario, y 172 hombres y mujeres en el grupo control. El principal objetivo del
estudio fue el de determinar si las personas transexuales presentaban diferencias con el grupo
control y con el grupo de personas con desórdenes alimentarios con respecto a alteraciones de
la alimentación y de la imagen corporal. Los resultados mostraron que, tanto mujeres como
hombres transexuales, en comparación con el grupo control, presentaban un mayor nivel de
desórdenes alimentarios, como son ingesta restringida, preocupación por el peso, la forma de
su cuerpo y por la alimentación, y de insatisfacción corporal. A pesar de que Vocks et al.
(2008) encontraron que el grupo de mujeres y hombres transexuales presentaban un menor
nivel de desórdenes alimentarios, en comparación con el grupo de mujeres con problemas
alimentarios, todos los datos obtenidos a lo largo del estudio los llevaron a asumir que las
personas transexuales tiene un mayor riesgo de sufrir trastornos alimentarios, ya que
presentan altos niveles de insatisfacción corporal.
Witcomb et al. (2015), en la misma línea que Vocks et al. (2008), llevaron a cabo un
estudio para examinar el riesgo de TCA (trastornos de la conducta alimentaria) en la
población transexual. La muestra estaba formada por un total de 600 personas, 200 de las
cuales eran transexuales, 200 presentaban un trastorno alimentario y 200 formaban un grupo
control de personas cisgénero (persona en la que coinciden su sexo de nacimiento e identidad
de género) y sin ningún trastorno alimentario. Para alcanzar el objetivo del estudio,
compararon las puntuaciones de los tres grupos en las tres subeacalas del EDI-2 (Inventario
de Trastornos de la Conducta Alimentaria), además usaron el HBDS (Hamburg Body Drawing
Scale) para estudiar la insatisfacción corporal. Estos autores encontraron que las personas
transexuales puntuaban más bajo en el EDI-2 que las del grupo con TCA pero presentaban
puntuaciones más altas en comparación con el grupo control. A su vez, encontraron que la
insatisfacción corporal que presentaban los hombres transexuales era comparable a la del
grupo de hombres con trastornos alimentarios, y mayor a la del grupo de mujeres
transexuales. Estos autores se dieron cuenta que la identidad femenina, ya sea de nacimiento o
por deseo, es un factor de riesgo a la hora de presentar insatisfacción corporal y trastornos de
la alimentación (Witcomb et al., 2015). Teniendo en cuenta estos resultados, hipotetizaron que
las mujeres transexuales internalizan los mismos ideales que las de nacimiento en cuanto al
!22
ideal del cuerpo y belleza femeninos, mientras que los hombres transexuales siguen
influenciados por los aspectos culturales de ser una mujeres a pesar de querer ser hombres.
Algars, Santtila y Sandnabba (2010) realizaron un estudio con el objetivo de examinar
y comparar los niveles de insatisfacción corporal y de TCA entre personas personas
transexuales y un grupo control. El total de participantes fue de 1142 personas, con una edad
comprendida entre los 18 y los 44. Para medir la insatisfacción corporal, se usó la subsescala
de imagen corporal del DSFI (Derogatis Sexual Functioning Inventory); para medir trastornos
alimentarios se usaron cinco ítems del EAT-26 (Eating Attitudes Test); y para medir el
conflicto con la identidad de género se usaron varios ítems de Gender Identity Scale for
Males. Dentro de los resultados, Algars et al. (2010) encontraron que tanto mujeres como
hombres transexuales presentaban niveles más altos de insatisfacción corporal que el grupo
control. Las mujeres transexuales, por un lado, se sentían menos atractivas, se percibían con
demasiado vello y se sentían avergonzadas si eran vistas por su pareja. Por otro lado, los
hombres transexuales se sentían menos atractivos que el grupo control, además de sentirse
incómodos con ciertas partes de su cuerpo. Otro resultado dentro del estudio de Algars et al.
(2010) fue que mujeres transexuales mostraron niveles más altos que el grupo control de
mujeres en relación a trastornos alimentarios, pero esto no se encontró en hombres
transexuales. En concreto, las mujeres transexuales puntuaron más alto en: preocupación por
la comida, vómito autoinducido y en la variable en general de desorden alimentario.
En 2016, Becker et al. llevaron a cabo un estudio de dos partes, la primera para
examinar las propiedades psicométricas de Hamburg Body Drawing Scale, y la segunda parte
para comparar la satisfacción de diferentes características corporales en jóvenes transexuales
europeos. Dentro de su publicación, se puede ver una tabla donde se reúne literatura referida a
imagen corporal en personas con disforia de género a lo largo de los años, la cual está
adjuntada en los anexos. Los resultados que interesan son los de la segunda parte del estudio,
ya que confirman que entre la población transexual hay niveles más altos de insatisfacción
corporal con su apariencia en general en comparación con la población cisgénero. En cuanto a
la insatisfacción corporal, encontraron que era mayor en relación a las características de su
cuerpo que son específicas del sexo de nacimiento (Becker et al., 2016). En concreto, las
!23
mujeres transexuales sentían más insatisfacción con aquellas características asociadas al vello
corporal, a los efectos de los andrógenos y a los genitales, y los hombres transexuales sentían
más insatisfacción hacia aquellas características referentes a sus genitales de nacimiento. De
acuerdo con Becker et al. (2016), las personas transexuales podrían encontrarse en riesgo de
desarrollar un trastorno de la alimentación (Vocks et al., 2015)
Dentro de los estudios sobre transexualidad, insatisfacción corporal y desórdenes
alimentarios, Jones, Haycraft, Murjan y Arcelus (2015) llevaron a cabo una revisión de la
literatura existente en esta temática para observar la relación existente entre insatisfacción
corporal y los trastornos alimentarios. Para llevar a cabo el análisis, seleccionaron 26 estudios
desde el año 1975 hasta 2015. Uno de los resultados principales encontrados fue que la
insatisfacción corporal parece jugar un papel muy importante en la experiencia estresante de
las personas transexuales y en el desarrollo de TCA. Por otro lado, hallaron que la mayoría de
personas transexuales, a pesar de no obtener niveles clínicos para un TCA, habían presentado
o presentaban indicios de problemas con su alimentación, en un intento de eliminar u ocultar
algunas características de su biología por su alto nivel de insatisfacción corporal. Otro
resultado que llama la atención, fue que las personas transexuales que se sometían a algún
tratamiento (quirúrgico u hormonal) para resignar su sexo, aumentaban la satisfacción con el
propio cuerpo, al mejorar la visión que tenían de sí mismos (Jones et al., 2015).pueden llegar
a presentar desórdenes y problemas en la alimentación por su alto nivel de insatisfacción
corporal.
Para llegar a una visión de la imagen corporal en pacientes transexuales más detallada
y completa, Kraermer, Delsignore, Schnyder y Mepp (2008) realizaron un estudio donde
reunieron a una muestra de 45 personas transexuales: 23 personas antes de someterse a cirugía
de resignación (16 mujeres transexuales y 7 hombres transexuales) y a 22 postcirugía (14
mujeres transexuales y 8 hombres transexuales). Se tuvieron en cuenta percepciones, actitudes
y experiencias sobre el cuerpo, y se usó un cuestionario validado y multidimensional sobre la
imagen corporal. Estos autores encontraron diferencias entres las personas transexuales
preoperatorias y postoperatorias; a continuación, se exponen los resultados. En primer lugar,
encontraron que las personas transexuales preoperatorias puntuaban alto en inseguridad y
!24
preocupación, mientras que lo hacía bajo en atractividad y confianza en sí mismos. En
segundo lugar, encontraron que las personas transexuales postoperatorias puntuaban bajo en
inseguridad y preocupación, y alto en atractividad y confianza en sí mismos. Se puede ver
que, cuando una persona transexual se somete a una cirugía de resignación de sexo, la imagen
que tiene de sí mismo cambia, ya que se acerca un poco más a su yo ideal (Kraemer et al.,
2006). Dentro de los resultados, estos autores hallaron también diferencias en cuando al
género: las mujeres transexuales puntuaban más bajo en atractivo y autoconfianza, y más alto
en inseguridad y preocupación, al contrario que los hombres transexuales. Estos resultados
son similares a los encontrados en población cisgénero (Ramos et al., 2016). Kraemer et al.
(2007) afirman que, en general, las personas transexuales tienden a ser más inseguras y a no
sentirse atractivos, ya que se preocupan en exceso por su imagen corporal. Esta atención
exagerada hacia el cuerpo se ve reducida por las cirugías de resignación o los tratamientos
hormonales, disminuyendo así los niveles de insatisfacción corporal.
Por último, Testa, Rider, Haug y Balsam (2017) en un estudio reciente, querían
analizar el impacto que tienen las intervenciones médicas en la vida de las personas
transexuales. La muestra estaba conformada por un total de 442 personas, 154 de las cuales
eran mujeres transexuales y 288 eran hombres transexuales. Los resultados de este estudio
indican que, tanto para mujeres como hombres transexuales, el hecho de querer someterse a
una cirugía de reasignación de sexo está asociado con una disminución en los niveles de
trastornos alimentarios. Esto se debe a un aumento en la satisfacción corporal y a una
disminución de la <<no-afirmación>> de su identidad de género (ser etiquetado con el
pronombre incorrecto, tener que usar el baño equivocado). Esta <<no-afirmación>> se ha
identificado como uno de los estresores externos con el que las personas transexuales deben
lidiar a diario; además, está relacionada con un mayor estigma interno y niveles mayor de
trastornos alimentarios (Testa et al., 2017).
!25
5. CONCLUSIONES:
A lo largo de esta revisión, se ha visto la importancia de la imagen corporal dentro de
la población. La imagen corporal puede definirse como la autopercepción que hacemos en
nuestra mente del cuerpo, y está asociada a emociones, pensamientos y conductas. Esta nos
define, a la par que construye nuestra identidad; de cierta manera, la imagen corporal está
determinada por diferentes factores sociales, como la cultura, el género o las creencias
religiosas, entre otros. Las personas se centran cada vez más en seguir unos cánones de
belleza a veces irreales e imposibles y, en un intento de alcanzar dichos cánones, el cuerpo se
convierte en fuente de estrés y malestar. Como resultado, la imagen corporal que tenemos se
ve sesgada, llegando a causar alteraciones como la insatisfacción corporal. La insatisfacción
corporal puede definirse como una alteración a nivel de pensamientos y de emociones, que
lleva al menosprecio de el cuerpo y trae consigo numerosas consecuencias como baja
autoestima, ansiedad social, depresión, disfunciones sexuales o desarrollo de TCA, entre otros
(Salaberria et al., 2007). Los principales resultados dentro de las investigaciones con
insatisfacción corporal afirman que las mujeres tienen a sentir más insatisfacción corporal que
los hombres, sobre todo las mujeres jóvenes (Acosta y Gómez, 2002; Esnaola et al., 2010,
citado en Ramírez et al., 2015; Ramírez et al. 2015).
Dentro de los múltiples estudios existentes en insatisfacción corporal, llama la
atención la población transexual, donde hay una clara discordancia entre el yo real y el yo
ideal. Estas personas presentan un sexo determinado, pero se consideran y asocian con el
contrario. El cuerpo supone una fuente directa de malestar, estrés y sufrimiento, llegando a
sentir rechazo hacia su propio cuerpo e insatisfacción corporal. Se ha demostrado que la
insatisfacción corporal en esta población es mayor que en las personas cisgénero (Algars,
Santtila, y Sandnabba, 2010; Becker et al., 2016; Connolly et al.; 2016; Díaz, 2015; Jones et
al., 2015; Vocks et al., 2009). Para ajustarse a los roles de género, las personas transexuales
sienten la necesitad de modificar su cuerpo mediante diferentes tratamientos (hormonas,
cirugía). Diferentes autores han puesto de manifiesto que este tipo de procesos disminuyen la
insatisfacción corporal (Jones et al., 2015; Rider, 2017; Testa y Rider, 2017).
!26
Como se habló más arriba, se ha visto que la insatisfacción corporal correlaciona con
los trastornos alimentarios. Pues bien, dentro de la población transexual se ha demostrado
que, en un intento de modificar su cuerpo, llevan a cabo diferentes conductas alimenticias,
como las restricción alimentaria o el vómito; estas conductas son mayores que en población
control, y en el caso de los hombres transexuales se han encontrado además, niveles de
desórdenes alimentarios similares al de grupo de hombres con trastornos de la alimentación
(Algars et al., 2010; Vocks et al., 2008; Witcomb et al., 2015).
En nuestra sociedad siguen estando presentes ciertos estereotipos que perjudican a las
personas transexuales, encontrando a diario patrones de discriminación y exclusión hacia
estas personas en diferentes áreas como la laboral, la familiar, la social o la de pareja, lo que
lleva a aumentar aun mas el rechazo e insatisfacción que sienten hacia uno mismo. Todo esto
afecta de manera directa a la vida de las personas transexuales, que a veces toman como única
salida las cirugías y tratamientos hormonales para ser aceptados por el resto. Hay una clara
necesidad de apoyo dentro del colectivo transexual, tanto psicológico, como médico y
familiar, ya que a veces su red de apoyo resulta insuficiente a la hora de afrontar todo lo que
supone ser una persona transexual.
El cuerpo, al fin y al cabo, es solo el recipiente de la esencia del ser humano. Podemos
vivir siendo esclavos de la imagen, o disfrutar de ella para que el día a día sea más placentero.
La mayoría del tiempo no somos conscientes de todos los problemas a los que lleva una
obsesión con la imagen corporal. Pero está claro que los medios de comunicación no ponen
mucho de su parte, por lo que serían necesarias campañas de concienciación sobre dietas
equilibradas, que no lleven a sentir una obsesión con la imagen y que rompan de una vez esos
cánones de belleza que llevan imperando décadas en nuestra sociedad.
!27
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Anexo
Tabla 1. Criterios diagnósticos del Trastorno Dismórfico Corporal según el DSM-5
A. Preocupación por uno o más defectos o imperfecciones percibidas en el aspecto físico que
no son observables o parecen sin importancia a otras personas.
B. En algún momento durante el curso del trastorno, el sujeto ha realizado comportamientos
(p. ej., mirarse en el espejo, asearse en exceso, rascarse la piel, querer asegurarse de las
cosas) o actos mentales (p. ej., comparar su aspecto con el de otros) repetitivos como
respuesta a la preocupación por el aspecto.
C. La preocupación causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral
u otras áreas importantes del funcionamiento.
D. La preocupación por el aspecto no se explica mejor por la inquietud acerca del tejido
adiposo o el peso corporal en un sujeto cuyos síntomas cumplen los criterios diagnósticos
de un trastorno alimentario.
Especificar si:
Con dismorfia muscular: Al sujeto le preocupa la idea de que su estructura corporal
es demasiado pequeña o poco musculosa. Este especificador se utiliza incluso si el sujeto está
preocupado por otras zonas corporales, lo que sucede con frecuencia.
Especificar si:
Indicar el grado de introspección sobre las creencias del trastorno dismórfico
corporal (p. ej., “Estoy feo/a” o “Estoy deforme”).
Con introspección buena o aceptable: El sujeto reconoce que las creencias del
trastorno dismórfico corporal son claramente o probablemente no ciertas o que pueden
ser ciertas o no.
Con poca introspección: El sujeto piensa que las creencias del trastorno dismórfico
corporal son probablemente ciertas.
Con ausencia de introspección/con creencias delirantes: El sujeto está
completamente convencido de que las creencias del trastorno dismórfico corporal son
ciertas.
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Tabla 4. Criterios diagnósticos de la disforia de género en niños según el DSM-5
A. Una marcada incongruencia entre el sexo que uno siente o expresa y el que se le asigna, de
una duración mínima de seis meses, manifestada por un mínimo de seis de las características
siguientes (una de las cuales debe ser el Criterio A1):
1. Un poderoso deseo de ser del otro sexo o una insistencia de que él o ella es del sexo
opuesto (o de un sexo alternativo distinto del que se le asigna).
2. En los chicos (sexo asignado), una fuerte preferencia por el travestismo o por
simular el atuendo femenino; en las chicas (sexo asignado) una fuerte preferencia por
vestir solamente ropas típicamente masculinas y una fuerte resistencia a vestir ropas
típicamente femeninas.
3. Preferencias marcadas y persistentes por el papel del otro sexo o fantasías referentes
a pertenecer al otro sexo.
4. Una marcada preferencia por los juguetes, juegos o actividades habitualmente
utilizados o practicados por el sexo opuesto.
5. Una marcada preferencia por compañeros de juego del sexo opuesto.
6. En los chicos (sexo asignado), un fuerte rechazo a los juguetes, juegos y actividades
típicamente masculinos, así como una marcada evitación de los juegos bruscos; en las
chicas (sexo asignado), un fuerte rechazo a los juguetes, juegos y actividades
típicamente femeninos.
7. Un marcado disgusto con la propia anatomía sexual.
8. Un fuerte deseo por poseer los caracteres sexuales tanto primarios como
secundarios, correspondientes al sexo que se siente.
B. El problema va asociado a un malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social,
escolar u otras áreas importantes del funcionamiento.
Especificar si:
Con un trastorno de desarrollo sexual (p. ej., un trastorno adrenogenital congénito
como 255.2 [E25.0] hiperplasia adrenal congénita o 259.50 [E34.50] síndrome de
insensibilidad androgénica).
Nota de codificación: Codificar el trastorno del desarrollo sexual y la disforia de
género.
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Tabla 5. Criterios diagnósticos de la disforia de género en adolescentes y adultos según el
DSM-5
A. Una marcada incongruencia entre el sexo que uno siente o expresa y el que se le asigna, de una duración mínima de seis meses, manifestada por un mínimo de dos de las características siguientes: 1. Una marcada incongruencia entre el sexo que uno siente o expresa y sus caracteres sexuales primarios o secundarios (o en los adolescentes jóvenes, los caracteres sexuales secundarios previstos). 2. Un fuerte deseo por desprenderse de los caracteres sexuales propios primarios o secundarios, a causa de una marcada incongruencia con el sexo que se siente o se expresa (o en adolescentes jóvenes, un deseo de impedir el desarrollo que los caracteres sexuales secundarios previstos). 3. Un fuerte deseo por poseer los caracteres sexuales, tanto primarios como secundarios correspondientes al sexo opuesto. 4. Un fuerte deseo de ser del otro sexo (o de un sexo alternativo distinto del que se le asigna). 5. Un fuerte deseo de ser tratado como del otro sexo (o de un sexo alternativo distinto del que se le asigna). 6. Una fuerte convicción de que uno tiene los sentimientos y reacciones típicos del otro sexo (o de un sexo alternativo distinto del que se le asigna). B. El problema va asociado a un malestar clínicamente significativo o a deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
Especificar si: Con un trastorno de desarrollo sexual (p. ej., un trastorno adrenogenital congénito como 255.2 [E25.0] hiperplasia adrenal congénita o 259.50 [E34.50] síndrome de insensibilidad androgénica). Nota de codificación: Codificar el trastorno del desarrollo sexual y la disforia de género. Especificar si: Postransición: El individuo ha hecho la transición a una vida de tiempo completo con el sexo deseado (con o sin legalización del cambio de sexo) y se ha sometido (o se está preparando para someterse) por lo menos a una intervención o tratamiento médico de cambio de sexo, por ejemplo, un tratamiento continuo con hormonas del sexo opuesto o a una intervención quirúrgica de cambio de sexo para confirmar el sexo deseado (p. ej., penectomía, vaginoplastia en un individuo nacido hombre; mastectomía o faloplastia en una paciente nacida mujer).
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Tabla 6. Becker et al. (2016): Literatura de imagen corporal en adultos con disforia de género.
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Tabla 6 (continuación). Becker et al. (2016): Literatura de imagen corporal en adultos con disforia de género.
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