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3 El pago mágico CUADERNOS EDUCATIVOS BANCO DE LA REPÚBLICA

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El pago mágicoCUADERNOS EDUCATIVOS BANCO DE LA REPÚBLICA

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CUADERNOS EDUCATIVOS

El pago mágico BANCO DE LA REPÚBLICA

Rafael CartayAUTOR

Cristina MüllerILUSTRACIONES

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Banco de la República de Colombia

Junta DirectivaAlberto Carrasquilla BarreraMinistro de Hacienda y Crédito Público

Miguel Urrutia MontoyaGerente General

Sergio Clavijo VergaraJuan José Echavarría SotoSalomón Kalmanovitz KrauterFernando Tenjo GalarzaLeonardo Villar Gómez

Gerardo Hernández CorreaSecretario Junta DirectivaGerente Ejecutivo

José Darío Uribe EscobarGerente Técnico

SubgerenciasJosé Tolosa BuitragoSubgerente Monetario y de Reservas

Hernando Vargas HerreraSubgerente de Estudios Económicos

Luis Fernando Restrepo ValenciaSubgerente Administrativo

Darío Jaramillo AgudeloSubgerente Cultural

Néstor Plazas BonillaSubgerente Industrial y de Tesorería

Luis Francisco Rivas DueñasSubgerente Informática

Joaquín Bernal RamírezSubgerente Operación Bancaria

Heriberto Estupiñán CastroSubgerente Seguridad

Auditor GeneralLuis José Orjuela Rodríguez

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– ¡Házme caso, hermana! –. Me dijo Carlitos una vez más.He descubierto que mi mamá es bruja. Carlitos, mi hermano de seisaños, había estado insistiendo en lo mismo desde la semana pasada.La primera vez fue cuando regresó de la zapatería con mi mamá.Habían ido a comprar unos zapatos para estrenar en Nochebuena, yalgo debe haber inquietado a Carlitos, porque me repitió varias veceslo mismo. Pero yo no le hice caso, porque, en realidad, por nada en elmundo iba yo a pensar que mi mamá es una bruja.

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Esta vez, sin embargo, la cosa parecía ser muy, pero muy seria, porqueCarlitos, con aire misterioso, me haló del brazo y me llevó a un rincónde su cuarto para insistir en la confidencia.–Mi mamá es bruja. Lo he comprobado –me dijo en voz baja mirandoa todas partes, temiendo que a mamá, que según él es una bruja, se leocurriera aparecer de improviso en el cuarto, como sucede con todoslos brujos desde que el mundo es mundo.–¿Qué dices? ¿Estás loco? –le reclamé semejante tontería.–Lo que te digo es verdad, mi mamá es una bruja, lo he podidocomprobar con mis propios ojos.–¡Ajá!, y en qué te basas para asegurar que mamá es una bruja.–Hace una semana me compró unos zapatos en un almacén.La vendedora le entregó los zapatos sin que ella le pagara con dinero.Fue como un acto de magia, como sucede en las películas.–¿Cómo que no pagó? –le pregunté.–Sí, no pagó nada, te lo puedo jurar. Eso me pareció muy raro, porquemi mamá no es dueña de ese almacén. Y lo mismo pasó en otras partes.Le entregaban las cosas que pedía y ella nunca pagaba con dinero.Mi mamá es una bruja que puede conseguir las cosas con tan sólopedirlas.–¿Tú estás seguro de lo que estás diciendo? –le pregunté una vez másen medio de mi incredulidad.

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Mi situación era comprensible, porque cualquiera se pone nervioso aldescubrir que su madre es una bruja. Imagínense ustedes por unmomento que su mamá fuera una bruja. Ustedes deben estar deacuerdo conmigo en que eso sería maravilloso. Uno pudiera tenertodas las cosas del mundo con tan sólo chasquear los dedos osimplemente desearlas. Uno entra en un almacén, de juguetes, porejemplo, y puede salir con todos los que uno quiera sin necesidad detener dinero. Porque ese es el problema: no se puede tener todas lascosas que uno quiere, porque uno no tiene todo el dinero del mundopara comprarlas. Pero los brujos o los magos sí pueden hacerlo. Losmagos sacan cosas y cosas de un sombrero negro. Así pueden pasarhoras y horas, sacando y sacando cosas que nunca se terminan.Decidí entonces, en la primera oportunidad que se me presentara, salirde compras con mamá para comprobar por mí misma eso que me habíadicho Carlitos con tanta insistencia. Entiéndanme bien: yo había idomuchas veces con mamá a hacer compras, pero nunca me había dadocuenta si ella pagaba o no. Yo estaba siempre distraída, mirando lascosas que quería, pero que no podía comprar.Cuando yo pedía algo, mi mamá siempre me explicaba que no teníatanto dinero para pagarlo, que había otras cosas más necesarias y queel dinero no alcanzaba para comprar todo lo que a uno se le antojara.

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Pero esto era diferente, muy diferente: ella, según Carlitos, podíaconseguir las cosas sin necesidad de pagarlas, como hacía el mago delsombrero negro.Un sábado en la mañana se me presentó la ocasión para comprobar siera verdad que mi mamá era bruja.–María,– me dijo –¿quieres acompañarme al supermercado?...Y nos fuimos. Pero esta vez yo estaba atenta. Y cuando mi mamá llevólas cosas a la caja registradora, no le perdí ni por un momento la pista.Le dieron las cosas, pero ella no pagó con dinero, sólo enseñó unatarjeta y su cédula. Era verdad lo que me había contado mi hermano.Tenía razón: mamá actuaba como una bruja.Cuando salimos del supermercado, lo primero que hice fue preguntarlea mamá si yo podía tener una tarjeta como esa que ella tiene parapoder comprar las cosas sin necesidad de dinero.Mi mamá me miró sorprendida y soltó la risa. Pero no me dioninguna explicación porque la calle estaba llena de carros y de gente.–Después te lo explico– me dijo, pero se le olvidó y yo me quedédurante todo el día con la preguntica esa que me comía por dentro.

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En la noche, apenas llegó mi papá a la casa, de regreso del trabajo, lepregunté sobre la tarjeta mágica.–¿A cuál tarjeta mágica te refieres? –me preguntó papá.–A esa tarjeta que tiene mi mamá, con la que consigue las cosas sinnecesidad de pagar con dinero.Mi papá siempre viene del trabajo muy cansado. Cuando llega, loprimero que hace es ponerse a revisar unos papeles de la oficina, hastaque Carlitos y yo lo logramos sacar de esa cosa tan aburrida para quenos dedique un poco de tiempo también a nosotros. Entonces mi papádice: –“Es verdad, uno debe dejar el trabajo en la oficina”, aparta lospapeles y se pone a jugar con nosotros, a revisar nuestras tareas y aescuchar los cuentos interminables de mi hermano, de todo lo que lepasó en la escuela, que si la maestra le hizo y no le hizo, y que sipatatín patatán. Bueno, yo también le echo mis cuentos, pero estos sondiferentes. Todo el mundo sabe que a una niña de ocho años le pasancosas más interesantes que a un chiquillo de seis años. Y ahora yo teníauna duda, y tenía que resolverla como fuera y rápidamente.

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Mi papá oyó con toda la paciencia del mundo las explicaciones que ledi sobre mi salida al supermercado con mi mamá. A veces a los adultoshay que explicarles muy bien las cosas, porque ellos creen que a losniños lo único que nos interesa es jugar y jugar, y que no estamosnunca pendientes de las cosas.–...Y mi mamá, en vez de pagar con dinero, lo único que hizo fueenseñarle una tarjeta a la señora de la caja del supermercado y nosfuimos con las cosas sin pagar–, terminé así mi cuento, esperando quemi papá me confirmara la duda que yo tenía de si mi mamá era bruja ono.–¿Y no viste bien lo que la señora del supermercado hacía con latarjeta que le dio tu mamá?–La señora la agarró y marcó unos números en una cosa que era comoun teléfono, y después mi mamá oprimió otros números en el mismoteléfono, esperamos un rato, y ya, eso fue todo lo que yo vi. Mi mamáy yo salimos del supermercado con las cosas sin pagarlas. Lo únicoque hizo mi mamá fue mostrar su tarjeta y su cédula de ciudadanía.–Pues esa señora –me explicó papá– lo que estaba haciendo eradescontándole a tu mamá lo que había gastado en el supermercado.–¿Descontándole?– ¿Qué significa descontar?

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–Descontar es rebajar una cantidad de una suma que uno tiene. En estecaso, la cajera rebajó lo que tu mamá gastó en el supermercado a unacuenta que tenemos en el banco. Si nosotros no hubiéramos tenidoningún dinero en esa cuenta bancaria, que puede ser corriente o deahorro, la tarjeta no hubiera funcionado.–O sea que la tarjeta que tiene mi mamá no es mágica –le dije, tratandode comprender.–¡Claro que no es mágica! Esa tarjeta indica el número de una cuentaen el banco y lo que tiene en dinero esa cuenta bancaria.De allí se rebajó lo que tu mamá gastó en el supermercado.–Entonces, ¿mi mamá no es bruja?–No, hija, tu mamá no es bruja. La única brujería que hizo tu mamá fueno ir al banco, porque ahora utilizamos líneas telefónicas conectadas acomputadoras para pagar las cosas que compramos. Así podemosentrar en las cuentas que tenemos en el banco y trabajar en ellas,agregándoles o restándoles dinero. Lo que nos queda es el saldo.Podemos comprar cosas con esa tarjeta mientras tengamos saldo dedinero en la cuenta. Si no, la tarjeta no funciona y no podemos compraraunque la mostremos. En este caso, la tarjeta se llama “tarjeta dedébito”.–¿Es que hay otras tarjetas? –le pregunté a papá.

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–Sí, hay otras. Hay una que se llama “tarjeta de crédito”, con lacual podemos comprar aunque no tengamos dinero en nuestrascuentas bancarias. En este caso, el banco nos da un crédito o unpréstamo por una suma de dinero, que tenemos que pagar mástarde al banco.Si no pagamos todo lo que debemos en el tiempo o plazo quenos da el banco, entonces tenemos que agregarle a lo quedebemos una cantidad que se llama “interés”. El interés es elbeneficio que se obtiene por el dinero dado en préstamo.–¿Y cómo hago yo para diferenciar esas dos tarjetas?–Muy fácil –respondió mi papá–. La tarjeta de crédito, como sunombre lo indica, sirve para darnos un crédito, que nosotrosusamos para comprar cosas, mientras que con la tarjeta dedébito no se da ningún crédito, sino que el pago o el retiro dedinero se hace de manera automática, descontando lo pagadoo lo retirado de nuestra cuenta corriente o de ahorro.Aprendí entonces que las cosas no son siempre lo que parecen(que no es oro todo lo que brilla, como dice papá), que mimamá no era bruja y que la tarjeta no era mágica. Esa tarjetaera, simplemente, como me explicó papá, una tarjeta de débitoo una tarjeta de crédito. Y si algo tienen de mágicas esastarjetas es que nos facilitan las compras en la calle, evitandoque estemos yendo muchas veces al banco y haciendo posibleque podamos comprar sin tener dinero en los bolsillos o en lacartera en ese momento.

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Carlitos me esperaba ansioso en su cuarto para que yo le aclarara simamá era bruja o no. Le expliqué las cosas lo mejor que pude, porquea esos niños tan pequeños les cuesta mucho entender esas cosas seriasy enredadas de las que hablan los adultos. Pero al fin lo logré, y mihermano se quedó tranquilo por un tiempo, al menos con respecto aesa duda que tanto le había inquietado algunos días.Ahora las cosas estaban más o menos claras para mí. Después, mevolví una experta en el asunto. Le pedía a mis padres las tarjetas decrédito y de débito que ya no servían, y me ponía a jugar alsupermercado con mis amigas.Hacíamos billetes de mentira y pagábamos las compras con ellos. Perotambién utilizábamos tarjetas de crédito o de débito para comprar. Yrellenábamos las hojitas de depósito de los bancos, que nos traíamoscuando uno de nuestros padres nos llevaba al banco, para hacer comosi consignáramos dinero en alguna cuenta.

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Un día en el colegio la maestra invitó a los alumnos de nuestro salón aelaborar un proyecto, es decir, a buscar un tema para aprender ainvestigar. Unos dijeron que investigáramos el cielo con todas susestrellas y planetas. Otros a los indígenas colombianos, y otros a lasplantas. Pero yo propuse que investigáramoslas formas que uno tiene de pagarcuando se compra algo.

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Después de mucho discutir, nos decidimos, por fin, por los indígenas ylos “medios de pago”, como los llamó la profesora. Lo de losindígenas me gustó mucho, porque es muy importante que todosconozcamos sobre los primeros habitantes de Colombia, pero tambiénme gustó mucho lo relacionado con los medios de pago, porque esoresulta de mucha utilidad en el mundo de hoy.Así, una mañana comenzamos en el aula de clase a aprender sobre losmedios de pago.

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Lo primero que nos explicó la maestra es el modo quetenemos los seres vivos para conseguir las cosas quenecesitamos. Al principio, la gente, que era nómada, vivía delo que cazaba, pescaba o recogía en el suelo o tumbaba de losárboles. Y cuando se le acababan las cosas en un lugar se ibaa otra parte. Después desarrolló la agricultura, la cría deanimales y la cerámica y se volvió sedentaria, es decir, sequedó a vivir en un sitio para toda la vida. Entonces laspersonas producían sólo lo que podían, pero no siempretenían todo lo que querían y, además, los pueblos teníanescasez en algunas épocas y abundancia en otras. Pararesolver esos problemas, comenzaron a intercambiar lascosas: yo te doy lo que me sobra para que tú me des lo queme falta. Uno cambiaba una cosa por otra, dependiendo de loque le costara a uno hacerlas. Eso es el trueque: el cambio deuna cosa por otra. Pero uno sufría mucho buscando unapersona que tuviera lo que uno quería y que quisiera lo queuno tenía. Por eso inventaron los medios de pago para hacermás fácil el cambio de las cosas.Las monedas hechas de metal, al principio de oro y de plata,y el billete de papel, que todo el mundo llama “dinero”, sonlos medios de pago más conocidos.

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La maestra siguió explicándonos que en la medida en que se producíanmás y más bienes, el comercio crecía y crecía, y se volvía más grande ycomplicado. Para facilitar las cosas, se crearon nuevos medios de pagocomo el cheque, la tarjeta de crédito, la tarjeta de débito, el cheque deviajero, la tarjeta inteligente y el dinero electrónico. Esa parte no laentendimos mucho. Por eso la maestra inventó un juego bien chéverecon los medios de pago.La maestra comenzó dándonos a cada uno un montoncito de monedasde papel, como si fueran monedas metálicas, y de billetes fotocopiadospara que hiciéramos las compras, y aprendiéramos a sumar y a restar, ytambién a multiplicar y a dividir.Otro día nos entregó unos cheques fotocopiados para que losllenáramos por la cantidad exacta de la compra. Eso fue muy divertido,porque nos sentíamos unas personas grandes y muy importantes.Nos explicó que existen otros cheques que se llaman cheques deviajero, que los hace el banco imitando los dólares y que uno comprapara usar en otros países cuando uno viaja.

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Después hicimos las compras utilizando tarjetas de débito.Nos dividimos en grupos. Un grupo se encargó de llenar unosformularios de ahorro del banco para depositar dinero en unacuenta de ahorro. Otro grupo depositaba en una cuentacorriente. Hicimos varios depósitos de dinero en cada cuentapara tener bastante que gastar.Otro grupo hacía que trabajaba en un banco, recibiendo losdepósitos y anotando las sumas depositadas en doscartoncitos, uno para la cuenta de ahorro y otro para la cuentacorriente. Claro, lo hacíamos en juego, de mentira, pero comosi eso fuera de verdad.Los muchachos tecleaban en una cajita, parecida al teléfonoque usan en los almacenes de verdad, mientras que loscompañeros encargados del banco rebajaban las cantidadesque comprábamos de nuestras cuentas corrientes o de ahorros,hasta que se nos acababa la plata que teníamos en esas cuentasy ya no podíamos seguir comprando. Al final, ese día terminóen un alboroto, y el banco casi quebró por el enredo que searmó.

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Con las tarjetas de crédito la cosa resultó más fácil. El banco le decía auno un monto máximo que le podía prestar y uno gastaba en las tiendassin poder pasarse de ese monto. El banco pagaba por uno, pero despuésuno tenía que devolverle la plata que le había prestado. Cuando uno nopagaba toda la deuda a tiempo, se le agregaba a la deuda la cantidadcorrespondiente al interés que debía pagarse por este préstamo. Y esoera todo, así de simple y medio aburrido. Mi papá cuando oyó miexplicación, me dijo, riéndose:–“Cuando debas una cantidad grande y tengas que pagarla, la cosa note va a parecer tan aburrida”.Lo más difícil fue entender otros medios de pago más raros, como lasletras de cambio, que eran, según nos explicó la maestra, “promesas depago a futuro de una deuda presente”, pero que, en palabras mássencillas, es algo así como que si nos comprometiéramos a pagardespués, en un tiempo establecido, una deuda que tenemos por undinero o un bien que recibimos ahora. Algo parecido me pasó con loscheques de viajero o traveller checks, sin los cuales mi papá no viaja alextranjero. Él dice que así viaja más seguro, porque si se les pierden ose los roban, no hay problema, porque en el banco se los reponen, loque no sucede con el dinero en efectivo.Mi papá me explicó que al comprar con pesos, dólares, euros o concualquier otra moneda, uno está comprando cosas con dinero enefectivo. Pero, también se puede comprar con cheques de viajero, queuno usa cuando quiere, firmándolos al viajar por el extranjero.Generalmente estos cheques se venden en dólares, porque el dólar es lamoneda más utilizada en el mundo.

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Hasta ahí, a pesar de los problemitas, había comprendido todo lo quetenía que ver con los medios de pago. Pero, ¡ay!, yo no pude entendercasi nada de las explicaciones relacionadas con las tarjetas inteligentesy el dinero electrónico. Me sentí medio ignorante, a pesar de que unonunca debe creerse más ignorante que los demás, pero por más queintentaba no lograba entender la cosa. Parecía como si se me hubieranfundido las pilas de la inteligencia.–A ver, ¿qué es lo que no entiendes? –me preguntó mi mamá, que teníala gran virtud de buscarle soluciones a todos los problemas que a unose le presentaran. En eso, eso sí puedo asegurarlo, mi mamá era comouna bruja o un habitante de otro planeta.–¡Que yo no entiendo qué es eso de la tarjeta inteligente! –le dije, casia punto de soltar el llanto. –¿Será que esa tarjetica es más inteligenteque yo?–No seas bobita, eso también lo puedes entender. Las tarjetas quellaman “inteligentes” son tarjetas que traen una banda magnética o unchip. Mira, como éstas (entonces sacó unas tarjetas de su bolso y melas mostró).En la banda magnética o en el chip se almacena información sobre eldueño de la tarjeta y la tarjeta misma.–Entonces, ¿son iguales? –le pregunté, entendiendo la cosa.–Pues sí, se parecen, pero tienen algunas diferencias. En primer lugar,las tarjetas con banda magnética almacenan menos información que lasque tienen chip. Y en segundo lugar, y esto es más importante, las debanda magnética están conectadas con otros dispositivos o con una redde computadoras, que son, en realidad, las que ejecutan lasoperaciones.

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Las tarjetas que tienen chip, en cambio, no necesitan estar conectadasa nada. El chip que tienen incorporado funciona como unacomputadora pequeñita, es el que realiza la operación.–¡Ah!, ahora sí entendí. La cosa es más fácil de lo que pensaba –dije ami mamá, mientras me tocaba con el dedo índice de la mano derechala sien, como hacen los que consiguen respuestas a los problemas.–Bueno, me alegro que hayas entendido. Pero, ahora, te explicaré algomás bonito. Hay unas tarjetas que la gente utiliza para no llevar dineroencima, especialmente cuando va de viaje al extranjero, que tienen unchip que registra el almacenamiento de una cierta cantidad de dinero.A esas tarjetas las llaman monedero electrónico o dinero electrónico.–¡Buenísimo! ¿Y cómo funcionan? –pregunté.–Tú vas al banco y compras, por ejemplo, una tarjeta de quinientosdólares. Los pagas y te dan una tarjeta por ese monto. Cada vez que lausas, por ejemplo, en un cajero automático, el chip se encarga dedescontarte la suma de dinero que sacaste, hasta que se agota todo eldinero que tenía registrado el chip y ya la tarjeta no funciona más. Esdecir, cuando gastaste los quinientos dólares de la tarjeta de nuestro

ejemplo. Algunas tarjetas se botan, son lasdesechables. Pero a otras se les puedeagregar dinero en el banco, y entonces seles llama recargables.–¡Caramba, mamá, qué chévere eres! –exclamé, triunfante y besándolaagradecida, después de haber comprendidotodo ese enredo. –¡Tú sí que eres unaverdadera bruja!

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Los medios de pagoson las cosas con las cuales unopaga lo que compra o lo que debe.Para realizar esas operaciones, lagente usa monedas, billetes,cheques, cheques de viajero otraveller checks, letras decambio, tarjetas de crédito,tarjetas de débito, dineroelectrónico y otros instrumentosde pago.

Los medios de pago más usados en elmundo son las monedas,

los billetesy los cheques.

Sabes que...

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Sin embargo, se utilizan cada vez más lastarjetas de débito y las tarjetas decrédito que llevan incorporada unabanda magnética o un chip paraalmacenar información.Esas tarjetas, llamadas también tarjetasinteligentes, ofrecen las ventajas de lafacilidad y la seguridad de su empleo.La tarjeta de débito es la que utiliza unapersona para pagar lo que compra o pararetirar dinero de un cajero automáticodel banco, pero, en este caso, la cantidadgastada o retirada es descontada de lacuenta de ahorro o de la cuentacorriente que esa persona tiene en elbanco.

La tarjeta de crédito es la que utiliza unapersona para pagar lo que compra o para retirardinero de un cajero automático del banco,pero, en este caso, el pago o el retiro de dinerose hace a cuenta de un crédito o préstamo quele concede el banco a esa persona.

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© BANCO CENTRAL DE VENEZUELA, 2002www.bcv.org.ve

Gerson RegaladoINVESTIGACIÓN

Rafael CartayAUTOR

Cristina MüllerILUSTRACIONES

Luis GiraldoDISEÑO ORIGINAL DE LA SERIE

Cristina MüllerDIAGRAMACIÓN Y DIGITALIZACIONES

Adaptación para ColombiaBANCO DE LA REPÚBLICADepartamento de Comunicación InstitucionalSección de Publicacioneswww.banrep.gov.co

ISBN.

La publicación de estos Cuadernos Educativos ha sidoexpresamente autorizada por el Banco Central de Venezuela.

Impreso porEn Bogotá, D.C., Colombia, diciembre de 2003

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La palabra economía vienedel griego oikos: casa ynémein: administrar.De ese primer significado decuidar y manejar los bienesde una casa, la palabra tomóel que tiene ahora deadministrar la riquezapública de una comunidad,región o país, y el de laciencia que estudia losprocesos económicos.Con esta serie de cuadernos,el Banco de la Repúblicaquiere poner al alcance delos niños colombianos, através de textos sencillos ydivertidas ilustraciones,algunos temas y conceptosbásicos de economía, que lepermitan comprender lacomplejidad del mundoeconómico de hoy.