Cromomagazine turquesa
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4
Intro - Ángeles Fernández Romero
Jap Peralta + Cecilio Chaves
Ana Cristina Doñoro + Manuel Rey Piulestán
Antonio Flor Borrego + Fernando Batista
José Joaquín Rodríguez + José Antonio Chanivet
Desiré Ortega Cerpa + Danielle de Picciotto
Carmen de Reyna + Pepe Baena
Salud Botaro + Sandrine Zondervan
Lourdes Prat Ferrer + Esther Cuesta Sáiz
Julio Pérez Manzanares + Juan Quiñones Grimaldi
Olga Bueno + Manolo Tirado
Gadye Cis Dese + Antonio Gaga
Mercedes Escolano + Paco Almengló
José Landi Gragera + Paloma Navarés
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ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE
Enrique Alcina Echevarría + J. A. González de la Calle
Daniel Fopiani + Yeyo Argüez
Paco Leal + Blanca Orozco
Paco Medina + Marcelo Macedo
India + Nigüek
Fernando Sabido Sánchez + Virginia Marín
Alejandro DP + Enrique Yáñez
Inmaculada Macías + Paola Rattazzi
Carmen Moreno + Jesús Arnau
Macarena Cano + Manuel Díaz + André Gorobets
Francisco Narla + Diego Galindo
Virtudes Reza + Conde Onofre
Paloma García + Dúo Creativo
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ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE
6
Ante todo, el turquesa es un color de
la naturaleza. Su origen etimológico
procede de la palabra árabe “turquesa”, que
significa piedra de la suerte, fayruz, siendo
considerada en algunas culturas orientales,
como trocitos de cielo que han caído a la
tierra.
Este color, que hace referencia a la gema
homónima que al parecer llegó a Europa
desde algún dominio Turco, tiene un tono azul
verdoso y posee una gran carga simbólica en
la tradición de distintas culturas europeas,
mesoamericanas, asiáticas y africanas.
Así por ejemplo, en el idioma náhuatl (lengua
nativa de México), que dispone de un amplio
vocabulario cromático, se incluye el color
turquesa, xippālli, como un conjunto de
coloraciones verdeazuladas asociadas con el
agua y la vegetación, elementos indispensables
para la vida. También es un color cargado
de simbolismos en culturas como la maya,
presente en las ceremonias en honor al dios
de la lluvia, Chaac. En el Tibet, la gema no se
considera una piedra preciosa, sino que para
los budistas tibetanos es Gyu, algo diferente en
sí mismo, es turquesa. También en el antiguo
Egipto, se elaboraba una mezcla de cuarzo,
malaquita y calcita con la que conseguían este
color y con la que hacían joyas y abalorios,
algunos de los cuales se han encontrado en
las tumbas de los grandes faraones.
Desde el punto de vista de la neurociencia o
con la práctica del mindfulness, se ha podido
comprobar que la percepción del color
contribuye al estado emocional, dado que la
señal cromática llega al sistema límbico, sede
de las emociones, llegándose a demostrar, que
las personas que no pueden percibir colores
llegan a ser profundamente depresivas: “la
conciencia adquiere los colores de los estados
que la visitan” (Buda).
I N T R O
“A veces me acelesto y me confundocon el azul que anhela erguirse verde”Rafael Alberti
de simbolismos en culturas como la maya,
presente en las ceremonias en honor al dios
de la lluvia, Chaac. En el Tibet, la gema no se
considera una piedra preciosa, sino que para
los budistas tibetanos es Gyu, algo diferente en
sí mismo, es turquesa. También en el antiguo
Egipto, se elaboraba una mezcla de cuarzo,
malaquita y calcita con la que conseguían este
color y con la que hacían joyas y abalorios,
algunos de los cuales se han encontrado en
las tumbas de los grandes faraones.
Desde el punto de vista de la neurociencia o
con la práctica del mindfulness, se ha podido
comprobar que la percepción del color
contribuye al estado emocional, dado que la
señal cromática llega al sistema límbico, sede
de las emociones, llegándose a demostrar, que
las personas que no pueden percibir colores
llegan a ser profundamente depresivas: “la
conciencia adquiere los colores de los estados
que la visitan” (Buda).
Decía Kandinsky que “el color es en general
un medio para ejercer una influencia directa
sobre el alma. El ojo es el martillo templador.
El alma es un piano con muchas cuerdas. El
artista es la mano que, mediante una tecla
determinada, hace vibrar el alma humana”. Y
en “El libro tibetano de los muertos” se lee
que, “la esencia del hombre, su ser interior,
está relacionado con el color”.
El turquesa es sencillez. Junto con el celeste,
el cerúleo y el aguamarina, está dentro de
los colores secundarios cian (combinaciones
de azules y verdes), mezclados en mayor o
menor medida con blancos o amarillos. Pero
para las personas que quiero y me quieren,
este color es isla, serenidad, fresco casi frío,
apertura, luz, verano, el mar por la mañana un
día de levante en calma.
Se considera un color envolvente, refrescante
y tranquilizante, aconsejable, para el estrés
Ángeles Fernández Romero
8
I N T R O
mental, el cansancio y el sentimiento de
limpiarse, animándonos a empezar de nuevo
con fuerzas renovadas e ideas nuevas. El
turquesa es bueno para momentos en los
que uno se siente solo y nos ayuda a ser más
comunicativos, sensibles y creativos.
Sabemos que el equilibrio energético del
ser humano depende en gran medida de la
capacidad para absorber todos los colores del
arco iris, y esto es posible cuando nuestros
centros de energía (chakras) están abiertos y
girando en el sentido correcto.
El turquesa está relacionado con la glándula
timo, sede del quinto chakra, potenciador
del sistema inmune. El timo era conocido por
los griegos como thumus, que significa alma,
vida, por situarse en el centro del pecho,
cerca del corazón, donde sentimos de forma
subjetiva las emociones, es el eslabón entre
el cuerpo y la mente. También trabajamos
este centro energético cuando, en un proceso
de coaching, nuestro objetivo o quiebre está
relacionado con la gestión de las emociones o
la necesidad de deshacernos de las creencias
que nos limitan.
En cromoterapia, el turquesa ejerce un efecto
generador sobre los tejidos que revisten los
organismos externos e internos del cuerpo,
utilizándose por ello en patologías en las que
las células se ven afectadas.
He constatado que es un color eminentemente
femenino, quiero decir, utilizado
mayoritariamente por mujeres. A priori podría
parecer una cuestión de gustos, cultura o vaya
usted a saber qué, pero resulta que según
estudios científicos, una gran mayoría de
hombres no son capaces identificar este color
y diferenciarlo de un azul celeste o un verde
jade. Al parecer, no se trata de una cuestión
ocular, sino que la diferencia radica en la
cantidad de andrógenos y de los receptores
en el cerebro, encargados del procesamiento
de imágenes.
Ángeles Fernández Romero
relacionado con la gestión de las emociones o
la necesidad de deshacernos de las creencias
que nos limitan.
En cromoterapia, el turquesa ejerce un efecto
generador sobre los tejidos que revisten los
organismos externos e internos del cuerpo,
utilizándose por ello en patologías en las que
las células se ven afectadas.
He constatado que es un color eminentemente
femenino, quiero decir, utilizado
mayoritariamente por mujeres. A priori podría
parecer una cuestión de gustos, cultura o vaya
usted a saber qué, pero resulta que según
estudios científicos, una gran mayoría de
hombres no son capaces identificar este color
y diferenciarlo de un azul celeste o un verde
jade. Al parecer, no se trata de una cuestión
ocular, sino que la diferencia radica en la
cantidad de andrógenos y de los receptores
en el cerebro, encargados del procesamiento
de imágenes.
Sea como sea, a nada que observe, veo
como somos mayoría de mujeres las que
lo utilizamos de un modo u otro en nuestra
ropa o abalorios. Siento como me envuelve,
me refresca y me tranquiliza a través de las
piedras de mis pendientes, el pareo que llevo
cada día, el mar dibujado por un amigo pintor,
o la luz que filtra mi sombrero, una mañana
en Castilnovo.
En esa oscuridad color turquesa,
en ese centelleo de alazán,
como la sangre va por las toranjas,
hemos serpenteado por la luz:(…)
vamos arriba, o dibujamos sombras,
vamos abajo, o dibujamos luz.
Pere Gimferrer
10
Texto: Jap Peralta / Imagen: Cecilio Chaves
Sol a poniente... con la mirada tierra
adentro, contemplando mi pueblo
entre mar y cielo, reflejo de la inmensa
luz que desprende, haciendo brotar
palabras llenas de sentimientos,
enmarcadas en pinceladas, al vaivén
de un oleaje impregnado de colores,
que emana de sus entrañas las riquezas
de este bello rincón marinero lleno de
ensueño. Lo miro... plácidamente lo
contemplo, me cautiva la magia de sus
matices, su encuadre, embelesándome
la monumental belleza que desprende,
su paradisiaco turquesa que emerge;
del que estoy enamorado para siempre,
desde el cruce de miradas con mi
amada... en mis ojos un mar azulado se
mezclaba, con los destellos verdes que
a ella le gustaba. Hermosamente bello...
un paseo abriéndose paso al mar, por el
que dejo grabado sus huellas, nuestro
insigne escritor y poeta: Fernando
Quiñones.
12
Texto: Ana Cristina Doñoro / Imagen: Manuel Rey Piulestán
El color de tus besos
Besos chispeantes, divertidos, tan conocidos y tan
nuevos. Diez, cien, mil.
A veces, azulados, dulces, misteriosos y profundos
pero tan fugaces como la ola que llega para
desaparecer
A veces, verdosos, casi aguamarina. Liquido deseo
y esperanza de algo más..
Besos, urgentes siempre, con ese núcleo blanco,
brillante, punto de luz cegadora, imán de mis labios,
imposible resistir.
Besos turquesa
Turquesa nuestra música: jazz, blues, rock, remolino
de sensaciones. Sonidos que inundan nuestros oídos
para apoderarse de nuestros sentidos y hacer que,
por un instante, se toquen también nuestras almas,
entre la maraña de abrazos y besos
Turquesa yo, cuando veo lo que ves, cuando oigo lo
que oyes, cuando siento lo que sientes.
Gema feliz entre tus brazos. Fría y triste piedra sin ti.
14
Texto: Antonio Flor Borrego / Imagen: Fernando Batista
En las entrañas del mar crecen espigastrigo salado para el pan que alimenta
los silencios submarinos.
En su corazón turquesa
germinan espigas que son lágrimas
pan de silencio y lágrimas salinas
para mi ayuno de besos.
Desde los fondos verdes
los ojos lascivos de un dios
miraron arriba muy lejos
a un universo tórrido , azulino
y el cielo se desplomó enamorado
dando vida en las orillas
a un azul turquesa que purifica mis penas.
Cuando chorreando lágrimas de sal
pan salino de silencios submarinos
camino hacia la orilla
reconciliado con mis contradicciones
con la mirada esquiva del horror
y con la vida misma y sus misterios.
16
Texto: José Joaquín Rodríguez / Imagen: José Antonio Chanivet
En el Sur, donde yo vivo, los veranos tienden a ser tremendamente calurosos. Incluso con la playa al
lado, hay horas en las que pasear por las calles de
la ciudad no resulta muy diferente a internarse en el
más árido de los desiertos. Algunas noches el calor
es tan intenso que el cuerpo no logra descansar,
incluso si tienes la fortuna de conciliar el sueño.
El blanco y el gris de esta obra de José Antonio
Chanivet, contrapuestos al turquesa y al verde oliva
que la salpican como una ola, ofrecen un vivo y
refrescante contraste que recuerda al momento en
que te zambulles en las aguas, y el calor pegajoso
del día parece desvanecerse como por arte de magia.
También hay algo retro en la imagen debido al color,
al modelo de bañador y a la ausencia de un cuerpo
esculpido a base de gimnasio y dietas imposibles,
por lo que no solo evoca el presente, sino también un
pasado ya extinto de tardes en la playa o la piscina,
de tiempos difusos pero capaces aún de darnos una
sensación de fresca relajación.
18
Texto: Desiré Ortega Cerpa / Imagen: Daniele de Picciotto
Siempre le había parecido que el turquesa era un color que navegaba entre dos aguas: ni verde ni azul, o acaso, ambos a un tiempo dependiendo de la perspectiva, la luz e incluso el viento. Por eso le mostró orgullosa el vestido en esa tonalidad que la había elegido. No soportaba ir de tiendas y siempre esperaba que le llegara una señal por parte de una prenda. Le encajaba perfectamente, demostrando que a pesar de su rudo carácter podía hacer ciertas concesiones al glamour.
- Pero esto es Blue Tiffany. Un azul aturquesado, le dijo su amigo el diseñador, un sutil experto en la paleta de colores.
- Déjate de mariconadas, que es muy temprano y tengo prisa.
Apuró el café mientras se levantaba para pagar.
- Que bruta eres, Antonia. Eh, ¿no me vas a contar cómo resolviste el caso?
- Nunca revelo mis fuentes ni mis métodos. Deja, invito yo.
Antonia se había estrenado en el departamento de delitos artísticos resolviendo un robo perpetrado en una exposición temporal del museo de arte contemporáneo. El cuadro perdido y hallado no en el templo, sino en la galería Turquesa de la calle del mismo nombre, era un retrato de dama con aire de cómic que representaba de forma irónica el pecado de Hybris con un pomposo pavo real a modo de regio tocado. Durante todo el proceso ella sintió que esa imagen de irisaciones turquesas le producía un cierto desasosiego que no acertaba a comprender.
Ya en casa, su marido, que había visto la noticia en prensa, le comentó que la pintura le recordaba al chistecito ese del “que pavo tiene encima niña ay quítamelo” y que vaya tela
Entre dos aguas
con los artistas modernos. Entonces, Antonia, de repente, recordó un juego cruel en el que siempre le tocaba hacer de pavo cuando se rompía el orden perfecto del corro de niñas con uniforme de colegio de faldas en turquesa y se quedaba sin pareja. Aún no se había cambiado y mientras veía en el espejo su imagen fuerte y delicada a la vez, se sintió soberbia, aún sabiendo que era un pecado capital. Así, mientras colgaba el vestido recién adquirido –para ella turquesa sin duda alguna- exclamó con la firmeza de haber ganado una batalla secreta y prolongada:
-Para la próxima boda me pongo el uniforme de gala y lo que me ahorre en el traje me lo gasto en peluquería.
20
Texto: Carmen de Reyna / Imagen: Pepe Baena
Siempre he querido pensar que las emociones
mas excelsas de nuestra vida, acaban
cristalizando. Es como convertirlas, con
suerte, en eternas. Cristales turquesas que van
reflejando cuanto de bueno nos ocurre y nos
hace vivir.
Del mismo modo, lo que nos ofende y
entristece, cristaliza para poderlo estrellar
cuando recabamos las fuerzas y somos
capaces de romper esas formas. El resultado
son miles de puntitos brillantes que acaban
en el mar. Ese es el turquesa, el color que
termina por tomar el mar para devolvernos en
forma de sosiego, paz y belleza las penas que
vamos derramando.
Subir, bajar,...de la vida, del amor, de la alegría,
de la pena, de los proyectos, del pasado, del
presente,... todos vamos subiendo y bajando
constantemente en un devenir lleno de
cristalizaciones, de las de guardar y de las de
romper... Este autobús de Pepe Baena, permite
todas las realidades; nos deja tiempo para
todo, entre parada y parada, y lo envuelve,
como si de un regalo se tratara o porque
ciertamente lo es, de un luminoso turquesa.
Será que cielo y mar conspiran con la belleza,
con ese tono azul verdoso, verde azulado, para
procurarnos luz.
22
Texto: Salud Botaro / Imagen: Sandrine Zondervan
Fue antes la sirena y vomitó el mar.
Se ahogó en un deseo líquido
(aguamarina que embriaga
casi como el licor)
A ratos laberinto azul
a ratos verde.
Nada seduce ya a su corazón de piedra.
¡Sirena fatal de cabellera larga!
¡Ave de antaño alada y carroñera!
(Ahora) atrapada en el abismo turquesa
(Pero) serena ante la eternidad turquesa.
¡Sexo de enredadera!
Todo sea por acabar con este frío de escamas.
Fue antes la rabia
y la sirena se tragó el mar.
Como si nada. Con su sonrisa de Mona Lisa atragantada.
Piedra preciosa. Aguamarina.
Locura verde y azul. Vómito turquesa.
24
Texto: Lourdes Prat Ferrer / Imagen: Esther Cuesta Sáiz
No es hermosa la ciudad cuando se cubre de gris, cuando se llena de hollín, de tóxicos y de penas.
La ciudad es hermosa cuando la ves con los ojos llenos de amor, cuando el corazón la pinta de azules, cuando la tranquilidad la cubre de turquesa, y la profundidad y la calma se te escapan del alma.
Cuando la confianza abre el ventanal, la sabiduría, con el pincel de la lealtad, alumbra la ciudad del color de las aguas del cielo eterno, y cuando ya todo es de color turquesa es cuando puedes escuchar tu canción.
Tu canción con notas de sal, con tonos de agua, con rumor de nubes...Tu canción que todo lo llena de color, de mágicos valores, tu canción turquesa, tu amuleto, tu regalo de vida, tu sedosa creación, tu sensualidad a flor de piel...
Cuando la entonas al amanecer, pintas la ciudad y sabes que la vida te protege. El turquesa es tu armonía, tu protección, tu medicina.
No es casualidad que el turquesa sea el color de la piedra de los dioses.
Serendepias de color? color garganta, color expresión, color comunicación....Color seda, color ciudad, color canción?
La vibración Turquesa, corresponde al poder de la comunicación a través del sentimiento, y es justo en este momento que se halla nuestro planeta. Pintar la ciudad de
Vibrando en luz
este color es bañarla de positividad, es darle opciones al cambio a través del corazón, de la emoción.
El turquesa es el color de la energía que emiten los artistas, los escritores y los músicos.
No es casualidad esta fusión en las páginas...todo esta unido; las sincronicidades se manifiestan cuando actuamos acordes con nuestros sentimientos.
26
Texto: Julio Pérez Manzanares / Imagen: Juan Quiñones Grimaldi
Podría ser esa Habana de regusto años cincuenta, con la predilección de aquella época por teñir de turquesa las máquinas modernas –automóviles, neveras, y todos los símbolos del American Way Of Life-. Un paraíso que para muchos se escapa como un verdadero «sueño» inalcanzable, diluido en medio de un chaparrón de media tarde. Se diría que con ese juego casi perfecto de complementarios entre el azulado automóvil en perpetuo movimiento, y la inmovilidad anaranjada de la bermuda del joven, nos encontramos con un nuevo icono de la afición decimonónica por el color azul del que tanto partido sacó Neruda; de esa moda de la «indigomanía» que codifícó el tono (y todas sus gamas, de los verdosos a los violetas), como los colores de la melancolía.
Y es que -a poco que uno siga echándole novela al asunto-, no cuesta imaginar la inmovilidad de ese muchacho, mirando a un infinito acotado por los cristales de los escaparates y los automóviles (quizá también con algo de escaparates para quienes los conducen), como aquella que provoca, precisamente, la melancolía. Esa melancolía que toma color en el moderno aparato cuya celeridad es una promesa de huida, de encontrar más allá de las bochornosas calles de La Habana cielos más azules, calles que no estén anegadas por esas lluvias que de cotidianas ya ni mojan... Un futuro tan lejano como un pequeño salto; sólo hay que dejar a un lado las turquesas cangrejeras, y descubrir que ese color, desde su mismo nombre, es el de las riquezas del Oriente –las de la segunda noche después del millar que sólo algunos saben o quieren leer; escrita sobre una piel, breve como el roce furtivo de una mano, o el instante en que se borran hasta los deseos bajo una lluvia de color turquesa.
28
Texto: Olga Bueno / Imagen: Manolo Tirado
Somos sueños sin la resaca prolongada del vacío
porque nunca se sueñan.
Somos veranos eternos inexistentes, recuerdos aleatorios
e inventados,
que no cesan nunca, que agotan, pesan y arrasan.
Somos inviernos desmembrados por querer escapar del tiempo
y camas que se elevan hacia la nada,
que caen y aplastan el subconsciente, acabando con la esperanza.
No somos horizontes lejanos, bucólicos montes, desiertos ni lagos,
un pasaporte lleno de vidas, que vuelve a ser renovado,
ni somos cielos turquesa, ni muerte plácida, ni azules océanos…
Sólo somos aquel devenir incontrolable de mentes cansadas,
De tanto sueño que nunca se sueña,
de tanta almohada gastada.
Somos Sueños
30
Texto: Gadye Cis Dese / Imagen: Antonio Gaga
Duerme la opulencia sobre la playa turquí, mestiza de sus propios colores,azul verde, verde azul, que la van invadiendo al son del cenit solar, mientras su sombra, tejido monocromo, se rinde poco a poco bajo la canícula, de soledad implacable.
Abundancia de formas, de años cosechados, de riqueza inútil y de azules consumidos en playas aturquesadas, que devuelven esa luz sobria y melancólica, casi picassiana de las épocas tristes.
32
Texto: Mercedes Escolano / Imagen: Paco Almengló
La piel es una ola de orígenes remotosque avanza ondulante
a ritmo de mareas.
La piel es balanceo,
un espejo turquesa
en el que el sol reposa a mediodía.
Los vientos van limando sus surcos
de espuma,
extrayendo ternura
donde antes hubo solo
amor a la deriva.
34
Texto: José Landi Gragera / Imagen: Paloma Navarés
Será el mismo pescador perverso
que apodó, por primera vez, a
la niña ‘princesa’. El que parió
zalamerías por su ‘boca de fresa’.
Será el que inventó el turquesa. Ni
nombre, apellido de un color. El del
pañuelo que oculta el truco. C4.
Agua. Encaja. En cajas. En cajones,
los del panel de un concurso tétrico
que dice ocultar un premio tras cada
casilla. Finge bondad. Escabechada
en líquido amniótico. Pero la dicha
prometida es un señuelo para
pescar. Si hasta se disfraza de agua,
imbécil. El juego de los barquitos.
Estás hundido desde la botadura,
podrido desde las asaduras. Pasen,
jueguen. Por si acaso. Hay una
gota de humanidad en el océano
de muerte interrumpida. Búscala.
Desgracia garantizada. Pero
inténtalo. Por cada bien oculto en
los cuadros, hay cien sátrapas, mil
violadores, un millón de asesinos.
Por cada inocente, dos millares de
rijosos, tres de torturadores. Por
cada generoso, legión de miserables.
Venga, dale. Es azul pero le llaman
turquesa. Burdo afán por endulzar el
terror salado del mar cuadrado.
36
Texto: Enrique Alcina Echeverría / Imagen: Juan Ángel Glez. de la Calle
Has tenido un sueño. Acorazados potentes, burbujas subsidiarias,
ascensores hacia el cielo urbanizable.
Enemigos en fila india y una amplia
gama de excusas. Abres las escuálidas
páginas de Cultura con una muerte
repentina. La gente murmura, los
recortables cobran vida y se arrancan
por alegrías. Patás en el suelo, golpes de
pecho, mucho dolor.
Has tenido un dueño. Tierno e
implacable, se aprovechó de ti, pregonó
tus cartas, no vengas roneando ahora.
¿Está Fulanito? No, soy mi hermano. Te
pillaron, canalla. Demasiadas canciones
de autoayuda. Un millón de amigos,
siempre quise ir a LA, obladí obladá.
Tate quieto en lo alto de tu hit parade.
Ya no tienes sueños, ni dueños. Subes
o bajas. Begin Again en Siberia, toa
la sala llena grillos. Lo que traducido
resulta: en el cine hacía un frío del
carajo y la desesperada oferta especial
de palomitas asesinas y zarzaparrilla
tamaño familiar causó estragos. Para-
zeta-moles.
38
Texto: Daniel Fopiani / Imagen: Yeyo Argüez
- ¿Qué vas a hacer, hijo?
- Voy a colorear esta jirafa, papi.
El padre rio escandalosamente mientras le alborotaba
el pelo a su hijo.
- Pero las jirafas son amarillas, no turquesas… ¡Suelta
ese color, hombre!
- No, papi, ayer soñé con una jirafa turquesa. Era muy
bonita, y además, se hizo amiga mía.
- Peque, las jirafas turquesas no existen –le contestó
el padre mientras le quitaba el color turquesa de la
mano.
- ¡Pero mi amiga es una jirafa turquesa! –contestó el
niño convencido.
- Las jirafas sólo pueden ser amarillas con manchas
negras, hijo mío, créeme, guarda el color turquesa
para colorear otra cosa. Así el dibujo te quedará más
bonito.
El niño pequeño quedó pensativo una vez que su
padre se hubo marchado de la habitación. Su amiga,
Destructor
la jirafa turquesa, quedaría como un secreto
guardado en su interior.
No volvería a contárselo a nadie.
Pero antes de colorear la jirafa de amarillo,
prefirió no darle color.
40
Texto: Paco Leal / Imagen: Blanca Orozco
Llamarte burro a ti. ¡Qué desprecio! ¿Verdad?
Qué ponderativo para lo malo (torpe como un
burro) la palabra se ha convertido en sinónimo de
hombre torpe. Recuerdo a los niños en las aulas con
el cartel sobre el pecho y dos orejas grandes sobre
sus cabezas.
Exijo piedad al mundo para contigo. Fiel
compañero del hombre desde los principios, noble
y trabajador, cómo es posible que te maltraten y te
vejen a ti, que has procesionado en las caravanas
de los reyes. Por la ruta de la seda, bajo los cielos
turquesas de Afganistán y junto a las Pirámides de
Egipto.
A ti que has cargado sobre tus lomos los
mármoles de los templos griegos y romanos y fuiste
consagrado a Príapo y acompañaste en los cortejos a
Dioniso y a la diosa Ceres.
A ti que fuiste enviado por Jupiter a entregar a los
hombres agradecidos el elixir de la eterna juventud.
A ti que eres un regalo bondadoso y pacifico.
A ti rindo pleitesía.
Llamarte burro a ti
42
Texto: Paco Medina / Imagen: Marcelo Macedo
No te engañes,
tarde o temprano acabarás balanceando el peso de tus nostalgias, de tus amores soñados, de tus prejuiciosy tus pasiones.
No te escondas,
de nada te servirán la soberbia, el orgullo o la dignidad, porque el miedo siempre pendula sobre la cabezade los hombres.
Y te juro que me rendiría ahora mismo…
si no fuera porque ya decidí reconquistar el halo turquesa de mi propia alma, dejando caer al sueloel peso de los recuerdos.
Y aquí estoy… inmóvil,
esperándote,
para cuando dejes de engañarte.
No te engañes
Los otrora felices ejércitos turquesa se aprestan a situar-se frente a frente, mas se preguntan el porqué de esta batalla... pero todos son atrevidos como el amor.Jimi Hendrix
44
Texto: India / Imagen: Nigüek
“Suenan armónicas las notas del arpa. Si. Re. Mi. La.Suenan en aire y saben a agua. Si. Re. Mi. La.
Una sirena cabellos de alga. Si. Re. Mi. La.La onda sonora, reflejo de ola. Si. Re. Mi. La.”
En el balanceo suave de las noches de mar en calma, los marineros descansaban el gusto de parar ocupando el lugar que en el día les ocupaba. Tumbados en la madera de cubierta, las piernas abiertas. Roce de brazos rugosos maltratados por el sol. Compañía. Reposo marcado en la fijación de un nuevo horizonte sin destino, la luna, serena. Un canto aprendido en travesías de altamar entonado a coro con sus voces roncas. Cantos de sirena.
“Suenan armónicas las notas del arpa. Si. Re. Mi. La.Suenan en aire y saben a agua. Si. Re. Mi. La.
Una sirena cabellos de alga. Si. Re. Mi. La.La onda sonora, reflejo de ola. Si. Re. Mi. La.”
Leyendas sobre mujeres de cabellera verde alga y cola de pez. Mujer que es flora y fauna. Mujeres que emergen del azul intenso, de la luz perdida en la profundidad marina. Cabellos color verde trenzándose en el azul del agua. Ser de pigmentos mezclados, matices verdes y azules, suben, se elevan, confluyen, verde y azul, verde y azul, azul… verde… azul… verde… forman estela color turquesa.
“Suenan armónicas las notas del arpa. Si. Re. Mi. La.Suenan en aire y saben a agua. Si. Re. Mi. La.
Una sirena cabellos de alga. Si. Re. Mi. La.La onda sonora, reflejo de ola. Si. Re. Mi. La.”
Como una nana, los marineros cantaban al ritmo binario de aquel mar en calma. Mientras, en tierra, vibra sus cuerdas un arpa que es ancla. Luz. Noche. Luna. Destello. Madera. Azul y verde acunando en turquesa.
46
Texto: Fernando Sabido Sánchez / Imagen: Virginia Marín
Existencia que emana en el color de un mar ignoto
Azul turquesa
Belleza mágica e inspiración en su naturaleza libre
Azul turquesa
Espíritu grabado a fuego en rectángulos de piedra
Azul turquesa
Agua y viento quietud imperturbable de estrellas
Azul turquesa
Dureza milenaria de espíritu y frustración del ego
Azul turquesa
Vermeer colorea vestiduras de altivas cortesanas
Azul turquesa
Laboratorios inventan rosas plagiando la textura
Azul turquesa
Pigmentos expulsan del lienzo lo clásico y es caos
Azul turquesa
Lodo trasformado en roca
48
Texto: Alejandro DP / Imagen: Enrique Yáñez
Érase una vez… una ninfa marina.
De las que moran en las profundidades, entre arrecifes y tesoros perdidos, donde yacen anclas, los navíos hundidos.
De las que se ven en los acantilados, sobre una roca o a nado. Quizá sumergiéndose de un modo precipitado.
De las que esperan escondidas, las que sorprenden con sus besos antes de arrebatar una vida. Las que llegan a la orilla en busca de pobres familias, un marinero o un príncipe a la deriva.
De las que protagonizan historias, cuentos y novelas, las que trataron de asesinar a Ulises o lo dieron todo por unas piernas.
De las que tienen escamas, aletas y largas melenas. Las que ocultan sus pechos con conchas o quizá con algas, las que se extienden sobre la arena.
De las que inspiraron a grandes autores, como Hans Christian Andersen, su vida y sus penas. Sus aspiraciones y sus metas. Las que sus cuentos transportaron al fondo, donde todo se funde, donde todo se eleva, donde todo se torna turquesa.
50
Texto: Inmaculada Macías / Imagen: Paola Ratazzi
Camino bastardo entre el azul de mi mar y el verde del iris, en busca de la Alicia perdida en un país
pintado en mi retina. Huele el papel a hierba con
rocío de la mañana y sigue apresurada la mirada en
zig zag imparable por un bosque encantado. Atisbo
un pueblo perdido sobre la meseta mohosa, un país
escondido, difícil de visionar, apenas en las neuronas
de Morfeo. Dejo atrás el agua marina de su adn y
busco la pasión turca que alivie la niña de mis ojos.
52
Texto: Carmen Moreno / Imagen: Jesús Arnau
Dicen que el mar tiene el color de una piedra
preciosa. No lo sé.
Advertí el turquesa naciendo debajo de sus pómulos,
unas venas marcadas a la altura de sus ojos.
A ella le gustaba el mar. Las gaviotas eran sombras
heridas en el aire.
La arena. El temblor de su vida, de su último aliento.
Dicen que el mar tiene el color de la turquesa.
Turquesa fue el color de su muerte. Así es como las
piedras preciosas se convierten en pequeños baúles
donde se encierran las vidas que arrastra la corriente.
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Texto: Macarena Cano - Manuel Díaz / Imagen: André Gorobets
Viene la luna peinando el hambre. Tejiendo trenzas de brazos en la noche. Ya bebió mi niño la leche de Hera y ahora el cielo anida en su boca un sendero de estrellas que le llevará hasta la morada de los dioses.
Mi niño sueña y su sueño es azul como las noches de hielo, como los ojos de los perros que huyen amedrentados del olor de las vísceras huecas.
Dame la mano, niño. Que viene la noche larga y hambrienta.
Trencemos los cuerpos.
Tenemos la casa más bonita del mundo. El mundo.
Mira las estrellas. Hacen cosquillas en la boca. Y les gusta nadar en tus ojos.
Acurrúcate cielo. La noche hoy está húmeda.
Acerca tu oreja. ¿Escuchas? Guardo un tambor en el pecho que ahuyenta a los grillos del hambre.
Berenice baila derramando luceros turquesas por todo el firmamento.
Arrima tus labios. Que la noche hoy tiene un secreto.Susurra azules tus sueños para encender los besos de la noche.
Los gigantes quieren soñar contigo. Ya vienen por la senda de las luciérnagas
La luna se enreda entre nosotros como un atrapasueños.
Mi niño, en mi aliento retuve el calor del día para ti.
Nana
La estrella perro ladra anunciando a Casiopea Y la Cruz del Sur brilla como nunca indicando la dirección de nuestra fiesta, en nuestra casa, la más bonita del mundo, el mundo.
56
Texto: Francisco Narla / Imagen: Diego Galindo
Thomas se acordó de los cangrejos y una sonrisa vacilante le hurgó la memoria.
Volvió a verla, a ella. tal y como había sido entonces,
radiante, preciosa. Columpiándose en una hamaca
tendida entre palmeras que arañaban aquel agua tallada
en piedras preciosas. El Caribe enmarcaba la larga melena
y los hombros desnudos, ella reía sin saber que el final
aguardaba en un sobre con el remite de un laboratorio.
Habían sido felices, mucho; hasta que, a su regreso, los
números sobre el papel habían revelado la desgracia que
asomaba tras los resultados.
Ella había reído, señalando los cangrejos que corrían por
las blancas arenas.
- Son como tú, no se sabe si vienen o van —le había dicho
entre carcajadas inocentes—. Como tú...
Ya no había cangrejos, ya no había playa. Y el Caribe no
era más que un estercolero. Solo quedaban recuerdos.
Cuentos que explicaban el pasado para asombro de
niños incrédulos que jamás verían un cielo azul.
La codicia había ganado la partida, la política se había
desvanecido en las intenciones de unos pocos visionarios
corrompidos por el poder. Todo era gris. Los peces,
las aves, las grandes manadas; no quedaba nada. Solo
desiertos, bacterias y algunos insectos. Y el hombre,
por supuesto, el hombre; inmune a la destrucción que la
misma raza había creado.
Y él ya no era más que un viejo, un viejo decrépito en un
mundo de jóvenes artificiales. Un viejo que aún la echaba
de menos.
Pasó por la cámara de descontaminación, se quitó el
mono de plástico. Se puso la sobada chaqueta y, con
dedos sudorosos guardó el pequeño tubo de cristal en
el bolsillo.
- Hasta mañana Doctor Rye, —le deseó el guarda de
seguridad cuando abandonaba el frío del laboratorio
y se internaba en el calor del desierto—, que tenga un
buen día.
58
Thomas apenas inclinó el mentón. Caminaba cabizbajo.
En sus dedos, teñidos por la edad, carcomidos por la
artrosis, sujetaba el vial.
Pasó de largo junto a su coche, abandonó el asfalto y
pisó la arena suelta que se extendía desde el complejo
gubernamental hasta el horizonte, ya no había ni matojos
que el viento vapulease. Volvió a recordar la playa, a ella.
Sacó el tubo del bolsillo. Desde la garita el guarda de
seguridad miraba intrigado.
El vidrio atrapaba un azul como el de aquel Caribe de
sus recuerdos, y sus ojos lo miraban con melancolía. Eran
solo unas gotas, como las que dejaba la espuma que se
arremolinaba en sus pies al pasear junto a ella en aquella
playa. Pero serían suficientes.
Él sería el paciente cero, el primero. Y ya no habría más
codiciosos, ni más corruptos, ni más miserias.
Alzó su mano y tiró el vial al suelo con tanta fuerza como
pudo. El tubo se rompió y aquel líquido turquesa se
esparció siseando, evaporándose.
Aspiró con fuerza y en algún lugar dentro de él las cosas
empezaron a cambiar con gran rapidez. El dolor llegó
casi al instante.
- Le he llamado Hope, como tú, mi niña, como tú, para
que nunca olviden lo que te hicieron... Te quiero...
La alarma empezó a sonar. El guardia corría hacia el viejo
virólogo, del laboratorio surgían decenas de hombres.
La muerte, diseñada en el rincón de una probeta, se
esparcía.
60
Texto: Virtudes Reza / Imagen: Conde Onofre
Si pudiera vencer a la muerte,mi cuerpo de vida sería eterno
en el ojo de cristal
que intenta averiguar el mañana.
El abanico fisurado a través de los años
se tornaría de destellos
sucumbiendo ante el turquesa de este mar
que ahoga el presente.
Si pudiera vencer a la muerte,
mi aliento buscaría
los suspiros equivocados
y retorcería el cuerpo
para buscar el perdón
tantas veces negado.
Si supiera cómo vencer a la muerte
pintaría tu cuerpo de azul-verde
hasta llegar a tus labios
en el rojo pasión
esparciendo mis brazos
hacia algún lugar
de tu arco iris.
62
Texto: Paloma García / Imagen: Dúo Equipo Creativo
Mañana de verano. El eco del mar suena a mi espalda mientras el viento
azota a transeúntes, pescadores de
balaustrada, árboles, ideas, piel
y pensamientos. Le oigo susurrar
suave, como una respiración constante
y rítmica.
Es como un imán. Un iris que se
arremolina en un rompeolas. Como un
vértigo inevitable de miradas. El color
turquesa del mar de verano me llama,
me atrapa y me libera. Pego mi cuerpo
a la ventana al Atlántico, me asomo y
respiro… Respiro mar, mis pulmones se
llenan de matices azules y verdes. Me
está llamando con un grito atávico de
olas ancestrales, un vaivén de espuma
que ha impregnado todas mis vidas y
todos mis rumbos. Me está llamando…
Mi cerebro se llena de sal y mi piel
se tiñe de Cádiz.
Ángeles Fdez. Romero / Jap Peralta / Cecilio Chaves /
Ana Cristina Doñoro / Manuel Rey Piulestán / Antonio Flor Borrego /
Fernando Batista / José Joaquín Rodríguez / José Antonio Chanivet /
Desiré Ortega Cerpa / Daniele de Picciotto / Carmen de Reyna /
Pepe Baena / Salud Botaro / Sandrine Zondervan / Lourdes Prat Ferrer /
Esther Cuesta Sáiz / Julio Pérez Manzanares / Juan Quiñones Gimaldi /
Olga Bueno / Manolo Tirado / Gadye Cis Dese / Antonio Gaga /
Mercedes Escolano / Paco Almengló / José Landi Gragera /
Paloma Navarés / Enrique Alcina Echevarría / J. Ángel Glez. de la Calle /
Daniel Fopiani / Yeyo Argüez / Paco Leal / Blanca Orozco / Paco Medina
/ Marcelo Macedo / India / Nigüek / Fernando Sabido Sánchez /
Virginia Marín / Alejandro DP / Enrique Yáñez / Inmaculada Macías /
Paola Rattazzi / Carmen Moreno / Jesús Arnau /
Macarena Cano - Manuel Díaz / André Gorobets / Francisco Narla /
Diego Galindo / Virtudes Reza / Conde Onofre / Paloma García /
Dúo Creativo
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