Críticos de Carlos Vaz Ferreira

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Página 1 Críticos de Carlos Vaz Ferreira a la luz de los errores de falsa oposición Eduardo Álvarez Mosquera (*) I. Introducción La historia tiene sus trampas, sobre todo cuando se trata de grandes hombres. Recuerda complaciente sus logros y hasta los agiganta. Entretanto empequeñece sus fracasos y no pocas veces pone un manto de olvido a los que se le opusieron. Y en verdad no sé si eso termina siendo bueno o malo. De cualquier manera, lo que aquí quiero plantear que esto mismo le ha pasado a Carlos Vaz Ferreira. Se le reconoce como el padre de la filosofía uruguaya y logró lo que quizá nunca más vuelva a ocurrir con un filósofo uruguayo, el homenaje del poder político al publicarle sus obras. Y aunque para nada están en discusión tales honores, muy poco se sabe sobre sus críticos. Salvo para los entendidos, por ejemplo, Antonio Castro es un nombre que no suena, y otro ejemplo más, José P. Massera se lo vincula a cosas muy diferentes que a un crítico de Vaz Ferreira. Cuando se habla de Vaz Ferreira, no se habla de ellos. A pesar de eso creo que no es ocioso traerlos a cuento. No únicamente por lo que vale históricamente, sino más que nada por ofrecernos la posibilidad de una perspectiva distinta que quizá acabe obligándonos a ver a Vaz Ferreira con nuevos ojos. Y tal vez resulte un Vaz Ferreira menos sagrado, o tal vez no, pero en todo caso, al menos eso creo, un Vaz Ferreira tal como él quisiera que fuera visto. Por esto mismo, en lo que sigue se considerarán separadamente las críticas de Castro y de Massera a propósito de los errores de falsa oposición, se examinará el valor de cada una de ellas y cuán justas son.

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Críticos de Carlos Vaz Ferreiraa la luz de los errores de falsa oposición

Eduardo Álvarez Mosquera (*)

I. Introducción

La historia tiene sus trampas, sobre todo cuando se trata de grandes hombres. Recuerda complaciente sus logros y hasta los agiganta. Entretanto empequeñece sus fracasos y no pocas veces pone un manto de olvido a los que se le opusieron. Y en verdad no sé si eso termina siendo bueno o malo. De cualquier manera, lo que aquí quiero plantear que esto mismo le ha pasado a Carlos Vaz Ferreira. Se le reconoce como el padre de la filosofía uruguaya y logró lo que quizá nunca más vuelva a ocurrir con un filósofo uruguayo, el homenaje del poder político al publicarle sus obras. Y aunque para nada están en discusión tales honores, muy poco se sabe sobre sus críticos. Salvo para los entendidos, por ejemplo, Antonio Castro es un nombre que no suena, y otro ejemplo más, José P. Massera se lo vincula a cosas muy diferentes que a un crítico de Vaz Ferreira. Cuando se habla de Vaz Ferreira, no se habla de ellos. A pesar de eso creo que no es ocioso traerlos a cuento. No únicamente por lo que vale históricamente, sino más que nada por ofrecernos la posibilidad de una perspectiva distinta que quizá acabe obligándonos a ver a Vaz Ferreira con nuevos ojos. Y tal vez resulte un Vaz Ferreira menos sagrado, o tal vez no, pero en todo caso, al menos eso creo, un Vaz Ferreira tal como él quisiera que fuera visto. Por esto mismo, en lo que sigue se considerarán separadamente las críticas de Castro y de Massera a propósito de los errores de falsa oposición, se examinará el valor de cada una de ellas y cuán justas son.

II. Antonio Castro y los errores de falsa oposición de Vaz Ferreira

La crítica de Castro es sin duda singular por lo radical. No ve en nada de lo que escribió Vaz Ferreira mérito alguno. Y a tal punto que de “Lógica viva” llega a decir que ni siquiera es un libro (1).Pero no solo la emprende contra la obra, a la que acusa de manifiesta inconsistencia (2), sino que subiendo la apuesta, le achaca a Vaz Ferreira el pecado de la soberbia (3). Dicho brevemente, con peor opinión no podríamos contar. De cualquier modo hay que reconocer algo. Esta actitud, que por momentos parece panfletaria, no invalida a Castro como crítico.

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Queda claro cuando analiza la manera en que trata Vaz Ferreira los errores de falsa oposición. Su punto de partida es el siguiente. Le atribuye a Vaz Ferreira tres formulaciones diferentes de lo qué es un error de falsa oposición, a saber:F1: tomar por contradictorio lo que no es contradictorioF2: expresión de falsos dilemasF3: crear falsas oposiciones (4). Sobre estas tres formulaciones, lo que Castro establece desde el principio es lo siguiente. Sobre F1 dice que no puede tomarse como una caracterización general del error de falsa oposición, ya que se presta a asimilar lo no contradictorio con lo complementario. Y por más que lo complementario sea el caso más importante de falsa oposición, no es el único, dirá Castro. De ahí, agrega, sale una terrible confusión: pretender que un ejemplo de falsa oposición defina toda la falsa oposición. Luego, si con F1 Vaz Ferreira pretendiese definirla, se estaría equivocando. Para colmo de males ni F2 ni F3 son de ayuda. F2, agrega, no le aclara nada a F1 y no solo eso. Para que un dilema sea falso se deben dar dos cosas; primero, que los términos del dilema sean contradictorios, y segundo, que el dilema sea falso. Pero el asunto, señala Castro, es que aunque se dé lo primero, de antemano no podríamos saber si se dará lo segundo, eso viene después. Y F3

complica las cosas, es que le cambia el alcance que F1 le daba a este error. F3 se refiere a las oposiciones, y como es sabido, puede haber oposición aunque no haya contradicción. No obstante este no es el centro de la crítica de Castro. Para él, la mayor culpa de Vaz Ferreira está en otro lado. Está en lo que Vaz Ferreira hace cuando trata la contradicción, el dilema y la oposición. Veamos cada uno de los casos. Según Castro, Vaz Ferreira trabaja lo opuesto en base al esquema siguiente: “no tal cosa ... sino tal otra” y lo transforma en una contradicción. El procedimiento es sencillo y cuenta con la complicidad del lector, dirá Castro. Con habilidad Vaz Ferreira convierte una cosa en otra presentando como un hecho, tanto lo que es un hecho como lo que solo es posible (5). Explica esto con un ejemplo, el de un magistrado que dice que su cargo lo obtuvo por mérito propio, no por el favor ni por el soborno. Dice Castro: Vaz Ferreira tendría razón si lo que el magistrado quiso decir es que el mérito es opuesto al favor y al soborno; en ese caso sí habría una falsa oposición por cuanto todas esas son formas posibles de acceder al cargo. Pero ese no es el caso, agrega Castro. Lo que el magistrado está diciendo es otra cosa. Dice que a pesar que podría haber utilizado el favor o el soborno, eso no ocurrió, e hizo valer únicamente sus méritos. En otras palabras, que para aceptar a Vaz Ferreira hay que falsear el sentido de los dichos del magistrado.

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Castro, en la misma línea de pensamiento, no solo le atribuye a Vaz Ferreira haber adoptado al dilemismo como sistema, sino que lo ataca por no ver en él nada bueno. Su argumento central está en esto: un dilema conecta frases adversativas y le exige a quien se enfrenta con él elegir una de ellas, sin exigir a la vez que la elegida sea verdadera (6). Queda fuera de toda consideración la posibilidad de un término medio.Ahora, argumenta Castro: ¿de dónde sale la obligación de elegir entre una u otra frase? De ningún lado. Uno bien podría negarse a elegir entre tal cosa y tal otra. Pero claro, agrega, eso iría en contra de una tenaz tendencia de Vaz Ferreira, la de hacerles decir a las personas lo que las personas ni siquiera han pensado. Es que cuando de lo escrito no se desprendía la oposición, él la colocaba en su mente (7). Finalmente está la oposición. En este punto Castro es muy preciso; sostiene que la oposición se da entre juicios universales y entre juicios particulares, y no hay razón para pensar, tal como lo hace Vaz Ferreira, que necesariamente entre tal cosa y tal otra debe haber una falsa oposición. Basta, dice Castro, con la simple inspección del tradicional cuadro lógico. Hay falsa oposición, dice Castro dándole la razón a Vaz Ferreira, cuando se pretende que sean verdaderos dos juicios universales opuestos o cuando dados dos juicios particulares opuestos se quiera suponer la verdad de uno y la falsedad de otro. Pero eso es por falta de conocimiento lógico. Quien sabe lógica también sabe que no necesariamente cuando se opone una cosa a la otra ha de haber una falsa oposición. Si se dice que un juicio universal es verdadero, el opuesto tendrá que ser falso (8), y si se dice que un juicio particular es falso, el opuesto tiene que ser verdadero (9), y en eso no hay oposición sino conocimiento de lo verdadero y de lo falso. En síntesis, para Castro, la “Lógica viva” de Vaz Ferreira no solo es inútil, sino que además confunde. Cambia el sentido de lo que las personas escriben, y por si fuera poco, trabaja artificialmente sobre errores que únicamente estarían en la imaginación de su autor.

III. José P. Massera y los errores de falsa oposición de Vaz Ferreira

Muy distinto al de Castro es el planteo que hace Massera. Su crítica dista mucho de considerar inútil a la “Lógica viva”, y en cuanto a los errores de falsa oposición hasta concuerda con Vaz Ferreira al señalar su importancia. Eso no le impedirá sin embargo señalar no pocos reparos, y algunos de ellos hasta llenos de rispideces, al punto de no poder dejar de reconocerse en ellos un cierto aire de familia con los que Castro hacía.

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Primera crítica. Massera ve que el modo de considerar Vaz Ferreira los errores de falsa oposición produce confusión, dudas y problemas que no son fáciles de resolver. Las razones de Massera para decir esto difieren por cierto de las de Castro. No le impugna a Vaz Ferreira, como hace aquél, los principios que maneja para los errores de falsa oposición; lo responsabiliza de otra cosa, de una especie de distracción que enmienda en otro capítulo: no distinguir las cuestiones.Y ¿qué significa esto? Que Massera no cree en que sea válido utilizar el mismo principio y formular el mismo tipo de juicio para cuestiones tan diversas. No cree que deba decirse en la falsa oposición lo mismo, por ejemplo, de la ciencia y del ideal (10). Y esto no es un asunto menor para Massera. De aquí nace su segunda crítica, que la oposición no puede concebirse igual para todas las cosas. Está convencido, al contrario de Vaz Ferreira, que hay campos de aplicación para esa idea de falsa oposición y campos en lo que esto no es posible. Incluso más, llega a decir que la oposición por más falsa que sea, puede ser dañina en algunos casos, y provechosa en otros. Expliquemos esto con sus propias palabras. La falsa oposición es muy mala en las disciplinas científicas que tienen que ver con los hechos, sostiene Massera. Tanto por su constancia como por sus efectos. No es fácil evitarla y cuando se cae en ella no hace más que prohijar ciencia equivocada.La investigación científica de este tipo siempre esta sujeta a padecer distinta clase de deficiencias, ya sea en la observación, ya sea en el manejo inconsciente de prejuicios e incluso en el modo de asignar causalidades. En cada instancia la verdad científica puede quedar comprometida. Pero ¿bajo qué forma se daría eso? Según Massera, bajo la forma de la falsa oposición. Cuando la observación es imperfecta, lo es porque se toma una parte de la realidad, se la valora como si fuera toda y se desprecia su complejidad; cuando el prejuicio gana al científico se lo elige en lugar de la comprobación; y cuando se pretende explicar todo por una única causa queda anulada la posibilidad de considerar otras.Como puede verse, todas manifestaciones de lo mismo, y con el mismo resultado (11). No ocurre esto con la falsa oposición en otros ámbitos, agrega Massera. Ni en el mundo de la acción y ni en el mundo de la creación artística. Es más, está convencido que hasta el propio Vaz Ferreira podría aceptar las bondades de incurrir aquí en este error. El argumento fuerte que tiene es que en ninguno de estos mundos la verdad sea importante (12). Por un lado entiende que la acción responde a intereses personales y se sostiene en juicios de valor en los que están involucradas cosas muy diferentes: tendencias, creencias y hasta prejuicios. De raciocinio muy poco (13). Y ¿qué es lo que queda fuera

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en todo esto? Otros intereses, otros valores, y consecuentemente otras tendencias, otras creencias y otros prejuicios. En otras palabras, queda fuera todo lo demás incluyendo la verdad, pero gracias a eso, que es falsa oposición, la acción es posible (14).Igual pasa con el mundo del arte. La falsa oposición ha sido muy fructífera allí dice Massera, es que sin ella no habría creación artística, por cuanto crear, producir algo nuevo, es puro exclusivismo y tozuda exclusión de todo lo demás (15). Y de hecho ¿en qué terminan estas críticas de Massera? Terminan en algo muy parecido a lo que opinaba Castro. La falsa oposición de Vaz Ferreira no alcanza más que a la ciencia, y esto es lo mismo que decir, aunque esas no sean sus palabras, que es inútil. Cuando de ciencia se trata, asegura Massera, el error de falsa oposición se resuelve fácilmente con objetividad científica y lógica formal (16) y cuando se trata de otra cosa simplemente hay que darle una calurosa bienvenida (17). Resumiendo, Massera llega a la conclusión de que la “Lógica viva” no es tan viva, que Vaz Ferreira no tenía ningún motivo para oponer su propuesta a la lógica formal tradicional y que acabó estigmatizando lo que debería haber elogiado.

IV. Valor y justicia de las críticas

Comencemos con las críticas de Castro. La nota más saliente de la crítica de Castro, sin duda que es la exageración. En verdad Castro no resulta creíble cuando afirma que nada de lo que dice Vaz Ferreira en “Lógica viva” tiene valor. Sobre todo si se piensa en los continuos reconocimientos que ha tenido Vaz Ferreira fuera y dentro de fronteras. Lo único que puede explicar este tipo de juicio tal vez sea la religiosidad de Castro y la irreligiosidad de Vaz Ferreira. Pero vayamos a otro punto, el de las formulaciones de la falsa oposición.Lo dicho en F1 hasta F3, ¿son estrictamente hablando formulaciones de la falsa oposición, como dice Castro? Examinemos esto.A pesar de que Vaz Ferreira dice de entrada “que una gran parte de las teorías, opiniones, observaciones, etc., que se tratan como opuestas, no lo son” (18), y que en eso consiste la falsa oposición, hay que concederle a Castro que en las líneas que siguen Vaz Ferreira no es del todo claro. ¿Cómo es eso? Luego de lo anterior y a renglón seguido Vaz Ferreira dice que este error, que significa una verdadera pérdida de trabajo pensante, “consiste en”, y aparecen las tres formulaciones de que habla Castro. Esto sin embargo no quiere decir que Castro tenga razón, quiere decir que Vaz Ferreira empleó una expresión desafortunada. Eso es tal vez

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lo que Castro debiera reprocharle a Vaz Ferreira. En lugar de decir “consiste en” debió decir algo como ‘tiene como efecto’, ‘de él resulta’ o algo equivalente. Porque lo que Castro toma como formulaciones del error de falsa oposición, son en realidad efectos de ese tipo de error. Ciertamente, cuando se opone lo que no es opuesto se da F1 o F2 o F3. Tercera cuestión. Castro, basándose en el caso del magistrado, acusa a Vaz Ferreira de dos cosas: i) de hacerle decir a las personas, cosas que las personas nunca quisieron decir, y ii) de confundir o pretender confundir los hechos que se dan con los hechos posibles. No obstante, estas acusaciones de Castro tienen problemas. Es que Castro está suponiendo que cuando alguien dice algo, ese algo es lo único que se quiso decir; ese es el primer problema. El segundo es presumir que la opinión de las personas son válidas per se. Y todo eso junto equivale a una simplificación del error de falsa oposición de que hablaba Vaz Ferreira.En efecto, para Vaz Ferreira las cosas son mucho más complicadas que esto. Con respecto a lo primero, hay veces, dirá Vaz Ferreira, que el error está muy claro en la expresión literal y tal vez no se dé en el pensamiento, y otras veces, aunque el error no aparezca en la expresión, está en el pensamiento (19). Luego, es bastante común que no haya coincidencia entre lo que se dice y lo que se quiso decir.Pero, ¿por qué sucede esto? Porque no siempre nos damos cuenta de lo que pensamos y de lo que escribimos (20). Ya sea pensando, ya sea escribiendo, sombreamos las cuestiones, exageramos, elogiamos y despreciamos, combatimos, parcializamos, y caemos en el error de falsa oposición.Lo segundo sale de lo anterior. Vaz Ferreira no confunde los hechos que se dan con los hechos posibles, en realidad dice algo más simple. Dice que en la medida en que sombreamos, exageramos, etcétera, cuando aseguramos que se da tal hecho y no otros, no significa que no se hayan dado otros hechos además del que se afirma que se dio. Veamos todo esto con lo dice el magistrado en cuestión. Aunque en la expresión literal no hay oposición, la hay en el pensamiento. No puede dejar de notarse que el magistrado desprecia el favor y el soborno como modos de acceder al cargo, y eso constituye un error de falsa oposición. Pero lo más grave está en esto, atribuye su acceso al cargo a los méritos y rechaza la posibilidad de que haya habido en su designación algo de favor o algo de soborno. Y ¿eso no es acaso un error? Tal vez sí. Puede no saber, y por eso no puede descartarse, si los que lo designaron lo hicieron de favor o sobornando; lo único que podría haber argumentado es que él no pidió el favor y no sobornó, y no otra cosa. Por otra parte está la acusación de dilemismo. Castro acusa a Vaz Ferreira de hacer del dilema su sistema preferido. No obstante, esa imputación es injusta.

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Es que en lo medular Castro y Vaz Ferreira piensan bastante parecido respecto del dilema. La diferencia está en dónde cada uno pone el acento. Mientras Castro exige que para poder elegir haya verdad en una de las frases adversativas o no hay un legítimo dilema, Vaz Ferreira habla del falso dilema, donde las frases adversativas contienen ambas una parte de verdad.Cuando Vaz Ferreira habla del dilema, está hablando de ese dilema tan común en la que una de las frases adversativas reclama exclusivamente para sí la verdad, sin que la otra sea falsa. Al suceder eso, dirá Vaz Ferreira, se cae en el error de falsa oposición. ¿Por qué? Porque se postula una cosa “en lugar” de otra, cuando debiera postularse una cosa “además de todo” (21).En otras palabras, los reproches de Castro no dan en el blanco y por dos razones. La primera, que Vaz Ferreira nunca adoptó el dilemismo, solo dice que el dilemismo es una forma de pensamiento y de hablar habitual entre los hombres. Segundo, para que Castro tuviera razón en su crítica, Vaz Ferreira tendría que aceptar que las dos frases adversativas del dilema son falsas. Y ese no es el caso. Y finalmente, una crítica interesante. Castro sostiene que si alguien incurre en el error de falsa oposición, la culpa es de él. El asunto es que le faltan algunas clases de lógica.Esto, que bien podría denominarse optimismo lógico, no se compadece con la realidad. Aunque se podrían dar ejemplos actuales, baste aquí con uno de Vaz Ferreira, que es autobiográfico, para mostrar este punto. Cuenta Vaz Ferreira que corrigiendo una prueba de uno de sus libros, “Moral para intelectuales”, descubre una falsa oposición. La corrige, y todo debería estar bien.Sin embargo, cuando después relee la misma página del mismo libro, encuentra otro error de falsa oposición del cual no se había percatado ni cuando lo escribió ni cuando lo corrigió. Y sin duda esto es revelador. Queda en evidencia que para cualquiera es muy fácil caer en la falsa oposición, incluso para quien como Vaz Ferreira, -y esto no podría ser negado ni siquiera por Castro- sabe lógica. Ahora pasemos a las críticas de Massera. Para Massera la clave de todo está en la omisión de una clasificación de las cuestiones afectadas por el error de falsa oposición. Está convencido que si Vaz Ferreira hubiera dividido lo opuesto en clases diferentes no hubiera dicho lo que dijo. En definitiva, cree que Vaz Ferreira es culpable de no caer en la lógica de las clasificaciones. No obstante, lo que Massera no acaba viendo es el peligro que se corre al pedir esa clase de cosas. Como dice Vaz Ferreira, puede caerse en que las clasificaciones terminen por manejarlo a uno (22), y eso es lo que le acaba ocurriendo a Massera. Veamos cómo es que se da.

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Al analizar la falsa oposición, Massera se percata de que Vaz Ferreira considera en ella problemas diferentes. Dicho con sus palabras, trata “los problemas de existencia, de comprobación, podríamos decir de ciencia pura, y los problemas de acción, de ideal, de ciencia aplicada”. Y de ahí termina concluyendo que, haciendo tal distinción, habría dos clases de falsa oposición, una mala y otra buena. Esto, que Massera cree que hasta el propio Vaz Ferreira llega a suscribirlo, no es así.Tengamos en cuenta que si Vaz Ferreira hubiera creído en algún momento que hay una mala y una buena falsa oposición, ¿acaso no habría optado por decir simplemente que hay falsa oposición y mera oposición? Además pensemos en esto otro. Si la falsa oposición es una falacia, no es creíble que en un determinado contexto, el vocablo “falsa”, tenga en Vaz Ferreira el significado de bueno y de altamente meritorio, tal como dice Massera. Sin embargo hay que reconocer que Massera no saca esto de la nada. Se apoya sin duda en cosas que ha dicho Vaz Ferreira cuando habla del arte. Como dice Massera, es bien cierto que Vaz Ferreira sostiene que en la creación artística hay siempre mucho de trasgresión, de unilateralidad, y de exageración y que esto no está mal. Y dice también: Vaz Ferreira se estaría equivocando al solicitarle al artista que antes de crear se ocupara de otras corrientes y tomara lo bueno de cada una de ellas para después crear (23), ya que eso sería pedirle que entibie su modo de crear (24). ¿Por qué dice que se equivoca? Porque esa es la buena falsa oposición. El asunto sin embargo no es ese. Lo que señala en verdad Vaz Ferreira es que la exageración y la unilateralidad es una forma de hacer arte y tal vez la más común, pero no la única. Podría haber un arte moderado, un arte capaz de cobijar a distintas escuelas, un arte que podría ser tan excelente como cualquier otro. No señala que hay falsa oposición en la manera tradicional de hacer arte. La falsa oposición no está allí sino en otra parte. ¿Dónde está? Está en el modo en que se piensa y se enjuicia en arte. En forma explícita lo dice Vaz Ferreira en el capítulo dedicado al error de falsa oposición. Una cosa es la creación artística, esa que nace siempre por oposición a otras creaciones y no puede atribuírsele ningún tipo de error, y otra muy diferente lo que el artista o la escuela a la pertenece piensan y hablan sobre una determinada creación artística y los procedimientos que se pusieron en juego para llevarla a cabo, ya sea que le pertenezca o le pertenezca a otros artistas y escuelas. Esto es lo que Vaz Ferreira recuerda continuamente en el campo del arte. Reconoce que es muy común que cada una de las escuelas de arte defienda determinados procedimientos para la producción de lo

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bello y una determinada manifestación de la belleza como si se tratara de los únicos posibles (25). Y ahí dice Vaz Ferreira es dónde está el error de falsa oposición. En absoluto se refiere a la obra artística. Baste señalar algunos de los muchos ejemplos que de esto da Vaz Ferreira. Por decir lo mínimo, habla de cómo disputaban los románticos y los clásicos (26), de cómo Zola critica a los románticos (27), y todo en nombre de una fórmula única capaz de decirles a los artistas dónde está lo bello (28). Y ¿en qué queda esta crítica de Massera? Queda en que Massera, atrapado por la falsa oposición, termina viendo falsas oposiciones donde no las hay. Dicho de otra manera, Massera quedo preso de la tendencia de ver falsas oposiciones por todos lados, peligro sobre el cual previene Vaz Ferreira (29). Luego, si este es el caso, Massera quedaría sin su mejor fundamento para sostener su juicio más lapidario, que la lógica de Vaz Ferreira no es una lógica viva. Primera cosa. Si no hay una buena falsa oposición, esto quiere decir que la mala falsa oposición no se reduce a la cuestión científica.Segunda. Pierde sentido reducir, como hace Massera, la falsa oposición a una cuestión de más y mejor ciencia y de más y mejor aplicación de la lógica formal. Es que la falsa oposición es una cuestión psico-lógica, de ningún modo una cuestión científica o de lógica formal.

V. Conclusiones

Llegados aquí, quedó en evidencia que los críticos de Vaz Ferreira no tomaron en serio a Vaz Ferreira. Para decirlo con nombre y apellido, ni Antonio Castro ni Pedro Massera creyeron que se justificara la existencia de una “Lógica viva”, y que al contrario, bastaba con la lógica tradicional. Sin duda que esto no es algo menor. Equivale a decir que lo que pasa como la mayor contribución de Vaz Ferreira no va más allá de un fuego de artificios. Por cierto un juicio duro que tiene mucho de interesante. ¿Por qué? Primero, porque se apoyan para decir esto en pasajes, por cierto escasos, en los que o bien Vaz Ferreira no llega a ser preciso del todo o bien no aclara explícitamente de qué está hablando.Segundo, porque sus Vaz Ferreira están teñidos de sus peculiares puntos de vista. Sus críticas apuntan más a un Vaz Ferreira inventado que al Vaz Ferreira real. En el fondo Castro le reprocha su irreligiosidad y Massera no ser cientificista, y partiendo de ahí crearon el Vaz Ferreira que más les convenía. El que se equivocaba en todo y el que no vio el poder de la lógica formal.Tercero, porque para llegar a tal juicio ambos críticos debieron pagar un alto tributo. Castro tuvo que hacerse constantemente culpable de

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falsa oposición, Massera de caer en el embrujo de las clasificaciones y de ver por todas partes falsas oposiciones. En definitiva, un juicio que resuena más como una afirmación de lo que dice y muestra Vaz Ferreira en su “Lógica viva”, que un reproche. Y a tal punto esto que quizá fuera buena idea agregar resumidamente al libro de Vaz Ferreira, a la manera de apéndice, las críticas de estos dos autores. Creo que la osadía de cualquiera de las editoriales que han publicado este texto de Vaz Ferreira, podría servir para desempolvar, en estas cuestiones, a estos críticos e ir agregando capítulos a esa obra que su autor ha concebido como un libro sin fin.

Notas:

(1)AALV, Anotaciones al Prólogo, 1, p. 3.(2)Ibíd., 3, pp. 5-6 y 4, p. 7. (3)Ibíd., 2, p. 4. (4)Ibíd., Errores de falsa oposición, 9, p. 14.(5)Ibíd., 10, p. 16.(6)Ibíd., 28, p. 37.(7)Ibíd., 29, p. 38.(8)Ibíd., 24, p. 32.(9)Ibíd., 25, p. 32.

(10) EFLV, p. 84. (11) Ibíd., pp. 84-85. (12) Ibíd., p. 86. (13) Ibíd., p. 87 (14) Ibíd., p. 91. (15) Ibíd., p. 89. (16) Ibíd., p. 90. (17) Ibíd., p. 92. (18) LV, Errores de falsa oposición, p. 21. (19) Ibíd., nota de p. 24. (20) Ibíd., p. 30. (21) Ibíd., p. 49. (22) Ibíd., Psicología y lógica de las clasificaciones y falacias verbo- ideológicas relacionadas, p. 190. (23) EFLV, p. 88. (24) Ibíd., p. 89. (25) LV, p. 44. (26) Ibíd., p. 45. (27) Ibíd., p. 46. (28) Ibíd., p. 49. (29) Ibíd., p. 57.

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Bibliografía:

CASTRO S. J., Antonio

(1914)AALV: “Algunas anotaciones a la Lógica Viva”, Ed. F.J.C.U. – Círculo

de Estudios “Francisco Bauza”, Montevideo

MASSERA, José P.

(1954)EFLV: “Estudios filosóficos” – “Lógica Viva”, Ed. Colección de Clásicos

Uruguayos, Volumen 12, Montevideo

VAZ FERREIRA, Carlos

(1962)LV: “Lógica viva”, Editorial Losada, Buenos Aires

(*) Profesor de Filosofía en Enseñanza Secundaria, egresado del Instituto de Profesores “Artigas”, Montevideo, Uruguay.