Cristiano vive en una casa junto al mar en un paraje ...

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Cristianoviveenunacasajuntoalmarenunparajesolitario.Unespesosetovivoyuncandadoenormeledanlailusióndeestaraisladodelmundo.SoloGhiana, la campesina que le lleva huevos, leche y gallinas, tiene permisoparaabrirelcandadoyfranquearelseto.Cristianoestáatadoaellaporunamor infantilque,sinembargo,sevuelveviolentoyposesivocadavezqueseunensexualmente.Comoenunrito,Cristianosolopagapor lasgallinasdespuésdehaberlaposeído.

Elpequeñoparaísoarcaicoseveperturbadoporunosalbañiles,quelleganpara construir una casa a pocos pasos de allí. Cristiano los evita, comodespués evitará a sus nuevos vecinos. Pero al poco tiempo y sin darsecuenta se enamora de la figura lánguida y frágil de Sarina y busca unencuentro.

Cuando la relación avanza, Ghiana, que conoce el triste secreto que loacompaña,leconfiesaqueestáesperandounhijosuyo.

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GraziaDeledda

ElsecretodelhombresolitarioePubr1.1

Editor01.08.14

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Títulooriginal:Ilsegretodell’uomosolitarioGraziaDeledda,1921Traducción:JoséMiguelVelloso,1965Diseño/Retoquedecubierta:DamiàMatthews&IgnacioBallesteros

Editordigital:HoshikoePubbaser1.1

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Elhombrequevivía en la casita solitaria, allá abajo, entre la playay los brezales,cuandoregresabadesuacostumbradaidaalpueblo,dondedecuandoencuandoseproveíadelascosasmásnecesariasparalavida,alsalirdelcaminoprovincialparaentrarenelsenderoqueconducealmar,vioadoshombresquemedíanporpasosunterrenocontiguoasujardín.

Enseguida se detuvo, con una sensación de curiosidad mezclada con rabia yangustia. Recordaba que Ghiana, la campesina que algunas veces le traía leche yhuevosdeunaalqueríadelascolinas,lehabíaanunciadolaventadeaquelterrenoylaprobabilidaddequeedificaranenélunacasa.

Heaquí,pues,quelaamenazaserealizaba.Losdoshombresquemidenelprado,comosijugaranaverquiénteníamáslargalazancada,sobrelahierba,doradaporelcrepúsculo,seguidosporsussombrasgigantescas,ofrecenelaspectodeobreros.Elmásaltoytosco,decararojacomoelladrillo,es,sinduda,elcapataz.Elterrenoeselmásadecuadodetodoslosalrededoresparalaconstruccióndeunacasa;sombreadoporungrupodepinosyconunpozodeaguapotable,esunverdaderooasisenaqueldesiertodearenaydeescobares,quebajadelascolinasalnorteparaperderseenelmar.Solounpocomásabajoverdeaotrogrupodeárboles;perosonbajos,raquíticos,torturadosporelvientodelmar.

Elhombrequevuelvedelpueblosedirige,conpasotorturado,haciaesepunto.—Déjales que hagan—murmura, con la cabeza baja, como si hablara con el

paqueteque llevaen lasmanos—.Paciencia,Cristiano.Siestásen tucasa,¿qué tepuedenhacer?

Sucasa,enefecto,estabaescondidaporaquelgrupodeárboles,rodeadoasuvezporunsetonegro,altoyespesocomounmuro.Elconjuntodabalaimpresióndeungran cesto lleno de hojas por entre las cuales apenas si sobresalía una esquina detejadorojizoconunapequeñachimeneagris.

Elhombrecaminabajuntoalseto,casifrotándosecontraélcomoelperroquehaencontradoasuamo.No;unavezallídentro,nadiepodíamolestarle.Sinembargo,alllegaralapequeñacanceladeramas,todaforradaconunareddealambre,sevolviócondesconfianzaparaversidesdeelpradoleveíanaquelloshombres.

No,noleveían,niéllesveíaaellos;entoncesmiróasualrededor,tranquilizado.La soledady el silencio eran tan grandes, que oía a las arañas y a los saltamontesmoverseentrelashojas.Elcielolímpidodeabrilparecíaunagrancampanadecristaldebajo de la cual la tierra conservaba una pureza intacta, primordial.Al fondo delsendero,elsolcaíasobreunafranjademar,brillanteyfinacomounaaguja.

El hombre abrió; y le pareció que, desde el fondo del caminito arenoso de sujardín, la puerta descolorida de la casita le sonreía esperándolo; pero que solo lesonreíaaél,porque,tantoellaconsuceñudoarcodepiedra,comolasparedescolordenaranjaoscurodelafachada,seescondían,desconfiadascomosudueño,bajolas

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alasherrumbrosasdelasbardasdeltejado.Losárboles,casitodosfrutales,proyectabansusombrasobreunterrenoarenoso,

cultivadoconverdurasyvidesqueparecíansilvestres.Todoteníaelaspectoraquíticode los lugares donde hay escasez de aguay abundancia de viento; pero en aquellahora,laluzdelcrepúsculobarnizabalascosas.Lasramasmásaltasparecíandecoral;lasfloresamarillas,enelfondodeljardín,brillabancomollamitas;yelgatoblanco,queibaalencuentrodesudueño,parecíateñidoderosa.

Tambiénenelinteriordelacasa,alabrirselapuerta,todoslosobjetosbrillaron.Elresplandordelcrepúsculoenrojeciólasparedesdelfondoyunapartedeltechodeviguetasytablonessinlabrar.

Soloelhombrepermanecíaoscuro.Cerróenseguidalapuerta,temerosoyadequelemolestaran; y de nuevomiró a su alrededor como para asegurarse de que nadafaltaba.Nadafaltabaenaquellagranhabitaciónquehacíalasvecesderecibidor,decomedorydecocina;nitampocoenlapequeñahabitacióncontigua.Todoestabaensu sitio acostumbrado; el armario rinconero, lamesacubierta conun tapetede telanegra encerada, de borde amarillo y con una inscripción en el centro: «NewYorkCity».Todoensusitio,enorden,conunacapadepolvo,comoenlascasasmuchotiempocerradas.

Entrelachimeneaylapuerta,unbiombodegordalonadevelaresguardabaaquellugardelaireyformabaunapequeñacocina,conunlavaboyunamesademármol.Y,sobreestamesa,elhombredepositósupaqueteycomenzóadesenvolverlo.

Elgatoasistía a laoperación.Con supatita, encuyoextremoaterciopelado lasuñasaparecíanydesaparecíananhelantes,parecíaqueintentaraayudaradeshacerlosenvoltorios,mirandocasiconangustialascosasquesalíandeellos.Cosasgrasientasyolorosas;carneseca,pescadosalado, latasdeconserva;peroeldueñoleapartabacon su descarnada mano, presa cada vez más de una inquietud rabiosa que no leimpedía, sin embargo,meterse en el bolsillo el cordel de los paquetes, poner a unladoelpapelpringoso,buenoparaencenderfuego,y,enfin,colocarlasprovisionesen el armario, de manera que cada cosa estuviera en su sitio, resguardada de lahumedadydelasmalasintencionesdelgato.

Entonceseste,alnopoderobtenerotracosa,buscóunacaricia,frotandocontraelbrazo del dueño su cabecita vibrante; pero un manotazo le echó al suelodesilusionado.

—¿Nocomprendesquemefastidias,quenoquieromásmolestiasdenadie?Tambiénlapuertadelarmarioylasilladondeelhombrefueasentarse,cansado,

delantede lapequeñaventana, recibierongolpesyempujones.Parecíaquequisieracastigarlascosasdesualrededorporsuimpasibilidadantesupreocupación.

—Porotraparte,puedovendereirme—dijo,finalmente,convozairada.Pero su misma voz, en el gran silencio, le pareció un eco, un sonido que no

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provinieradeél.Entoncesprocurósosegarse,vencerse.«Vendereirse»,estáprontodicho,Cristiano.Venderesfácil:losmismoscampesinosdelaalqueríadelacolina,aloscualeshabíacompradolacasadosañosantes,ahoraqueríanvolveraadquirirla.Venderesfácil;lodifícilesirse.

***

¿Adóndeir?¿Empezardenuevoabuscarunsitiosolitario,siempreconelriesgodetenervecinosmástardeyverseobligadoahuirotravez?

No es que se hubiera encariñado con aquel sitio. No; no quería volver aencariñarseconnada,niconlossitiosniconlascosas,nisiquieraconaquelúltimocompañero de su soledad, que se le había encaramado al hombro y de nuevo lefrotaba con su blanda cabeza lamejilla, proporcionándole casi un deseo de llorar.Pero ¿por qué le parecía haberse enterrado en aquel sitio y deseaba no volver amoversedeallí?Quería lamuertea sualrededor,porque leparecíaqueya la teníadentro de sí. De todosmodos, la vida le había procurado tanto dolor, que el solopensamientodevolveraentrarenlacomunidaddeloshombresleasustaba.

Volvióahablarconsigomismo,envozalta,comosolíahacersiemprequequeríaconvencersedealgo:

—Perositúnoquieres,nadieentraaquí.Quédate,pues.Sus ojos recorrieron de nuevo la habitación, reconciliándose con los objetos

familiares,yleparecióqueestosobjetos,relucientestodavíaalaluzdelcrepúsculo,poseíanpupilasquecontestabanasumirada.Experimentóentonceslaacostumbradasensacióndequeestosobjetosteníanalgodevivo,yvolvióasentirlaternurafísicaqueleuníaaellos.Soloconmirarlataza,elcuchillo,elcubo,percibíasucontactoenlosdedos.Leparecíaque,sisehubieravueltociego,losobjetosconloscuales,desdehacía dos años, compartía su soledad, se habríanmovido para ir a su encuentro yayudarle.

—Quédate,pues.¡Sinoquieres,noentraentucasanielDiablo!¡Si no quieres! ¿Por qué, pues, todo tú te pones tenso, a la escucha, al oír que

llaman a la puerta? ¿Son ya los hombres del terreno contiguo, que vienen amolestarte?

Conunsaltohostilllegóenseguidaalapuerta;pero,entrelasramasdelacancela,entrevióaunamujerconunacestaenlacabeza,einmediatamentesetranquilizó.EraGhiana,lacampesinadelaalquería.

***

Ghianaintentabaintroducirlamanoentrelasramasyelalambreparadescorrerpor

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dentrolacadena.Aloírqueeldueñollegaba,seretiróyarreglóenseguidaelagujerohechoentrelashojas,ycuandoélabrió,lemirórápidamentealacara,consusojosverdosos,maliciososytímidosalavez,paradescubrirsuhumor.

Elhumordelhombrenoparecíademasiadomalo.Él lamirabaconsorpresa,alverla en aquella hora desacostumbrada: con sorpresa y también con cierto placer;perovolvióaponerseseveroysombríoaldarsecuentadequelacaraaceitunadadeellaseiluminabaconunrubordealegría.

Noqueríadargustoanadie,noqueríaconcederfamiliaridadanadie,yporestosaludóalamujerconfrialdadcortésy,despuésdehaberlahechopasar,lerogóqueentrara.Luegocerróylasiguió,mirándolelaespalda.

Eraunamujertodavíajoven,conalgoanimalensuspiernas,rectasyduras;consus caderas ondulantes, abultadas por los pliegues de su larga falda azul; pero lacintura era esbelta, y tenía un hermoso torso fluctuante, sobre el que la tela de lablusarosaseadheríacomosifueraunasegundapiel.

Al llegar a la puerta, dejó la canasta en el suelo y se sentó en el escalón delumbral, moviendo la cabeza para quitarse el rodete. Luego abrió lentamente lacanasta,dentrode lacualapareció, juntoaunabotellade leche,unagallinanegra,conlacrestarojayqueparecíaincubarunmontóndehuevos.

Unúltimoreflejocrepuscularcaíasobrelafiguraunpocoambiguadelamujer,animandoelnegrobrillantedesuscabellos,peinadoscuidadosamente,ysucollardeámbarfalso,queparecíadegranosdeuvamadura.

El hombre se había detenido delante de ella y miraba desde arriba la canasta.Tambiénelgatoestirabaelcuellohacialagallina;perorozóconelhocicoelvidriodelabotellayseencogió,asustado.

La mujer se había puesto pensativa, casi triste. Sacó la botella de la canasta,extrajounpaqueteyselopusoenelregazo;arreglóloshuevos,contándolosconlosdedos estirados, y luegopareció cobrar valor.Levantó la cara y buscó los ojos delhombre con sus ojos líquidos. Él intentaba en vano rehuir aquellamirada. Poco apocosedejabaatraer,seolvidaba;susojosbajabanporelcuellomorenoydelicadodelamujerhastadondeelcollarseperdíaenelpecho.

—Es la vieja quienme envía—dijo ella, con una voz lenta y cansada, que nocambiabanuncadetono,peroconunaluzcadavezmásapasionadaymaliciosaenlosojos—.Hoyhallegadomásdinerodeallí.Yél,miAlessandro,escribe:«Queridamujeryqueridospadres:Osmandoestedinero,ymástraeréconmigoamiregreso,enotoño,porquelatemporadaesbuena.Aquífaltanbrazosylamercancíaaumentadevalor.Aquínadiehacedecriado,ylosdueñostienenquehacérselotodoellos.Lasseñoritas,cuandoselevantan,loprimeroquehacenesordeñarlasvacas;luegovanalcolegio,alpueblo,queestálejos,ylosseñoressehacenelpanellosmismos.Ahoraestamos segando las cañas, siega que te siega; son tantas, que las veo incluso en

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sueños.Queridamujeryqueridospadres:Empleadeldinerocomomejorcreáis.Siqueréisvolveracomprar lacasayelcampo,queridamujer,haz loque teparezca,comolosviejostedigan».Losviejosquierenvolveracomprarlacasa.HanenviadoaAustraliaamiAlessandro,precisamenteparaesto,parahacerdinero.Ylavieja,pues,mehadichohoy:«Ghiana:veallevaratuseñorlascosasypreguntaporlacasa».Porque tiene que saber que, además, compraríamos aquí un poco de tierra yplantaríamosunaviña.

Elhombre,aunquefastidiadoportodoesteparloteo,preguntó,conacentobrusco,quenoexcluíalaposibilidaddetratar:

—¿Cuántohaenviado?Entonces,lamujervolvióabajarlacara,asustadaydolorida.—Todavía es poco…—dijo, con voz insegura. Y luego añadió, bajo, como si

hablaraconsigomisma—:¿Lavolveríaavender?Laúltimavezdecíaqueno.Yélsepusoagritar,comosilereprocharaelpeligroqueleamenazaba.—¿Nohasvistoqueestánmidiendoel terrenodeaquíal lado? ¡Así, esverdad

que lo han vendido! ¡Es verdad que edifican! Y si tus padres quieren volver acompraresprecisamenteporesto,porqueahora,paravosotros,lacasavuelveatenervalor. ¡Ya sabéis lo que os hacéis! Soismuy listos todos vosotros: los viejos y tú,Ghiana.

Ghianaseinclinabacadavezmáshaciadelante,contando,sinverlos,loshuevos,yadmitió,tímidamente:

—Sí;losviejosquierencomprarporqueseedificaaquíallado.—Túsabesqueyotengoqueiracogeraguadelpozo,porqueaquísolohayagua

salada.Sivienegente,seacabó.Mevoy,Ghiana,mevoy.Ghianasedioánimos.Volvióaincorporarse,colorada,conlosojosagrandadosy

dedistintocolor,casinegrosahora.Sealisóloscabellosconambasmanos,vaciló,y,finalmente,dijo:

—Essolamenteunacasitaparalatemporadadeveranoloquevanaconstruir.—¡Mejor!¡Entonceshabrániños!—¿Porqué?Essoloparaelverano.Además,elquehacompradoelterrenoesun

señorsolo,sinfamilia.Elviejoleconoce.Esunseñorquetienemuchasotrascasasenelpueblo,yaquítalveznisiquieravendrá.

—Sí:¡construyelacasaparatirareldinero!—Sí, sí—afirmóella, ingenuamente—.Es tan rico, queno sabequéhacer del

dinero.—Enfin—dijoél,tranquilizadoporlaideadequeunafamiliaricanopodíaira

vivirenaqueldesiertodurante todoelaño,peroencontrandounplacermalignoencontradecir a la mujer—, si vienen a vivir aquí, yo me voy. Esto les dirás a tussuegros.Luego,seríaconvenientequevinieranahablarconmigo.

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La mujer se agachó de nuevo, resignada, y levantó y pesó con las manos lagallina.Peroéllegritó:

—¿Porquélahastraído?¡Nolaquiero!Lamujerdejóalanimal,ylagallina,asustada,desplegóunala,sinfuerzaspara

replegarla de nuevo, y se abandonó pesadamente en el fondo de la canasta. Lacampesinasesentíadominadaporlamismaresignaciónantelavoluntaddelhombre.

—Entonces,ledejosolamentelalecheyloshuevos—murmuró,levantándoseydejando las cosas en lamesa—.La vieja esperaba que se quedaría también con lagallina.Traigo,además,pan, todavíaestácaliente;peroelpanse lo regaloyo.,Lodemássontresfrancos.

Élsacóeldinero,ymientrasconunamanoselodaba,conlaotraleapretabaelbrazo,empujándolahacia lapequeñahabitación.Elladejódenuevo lacanastay lesiguió,silenciosa,embolsandoeldineroconunlevetemblordelamano.

***

La pequeña habitación recibía luz de un ventanuco alto, entrecruzado de ramitasverdes.Bajoaquellaluz,deunglaucocrepuscular,lamujer,sentadaenlacama,consu actitud cansada, parecía más pálida, pero más joven, de una belleza triste deesclava.Ensupechodorado,unpocoaldescubierto,seveíaunavena,verdecomolasramitasdelventanuco.

Lentamentesetapó,sealisóloscabellos.Luegolevantólacaraysuspiró.Teníaqueirse.Losviejos laesperabanconimpacienciahostilcadavezqueseausentaba;peronolehacíanningúnreprochecuandoregresaba,yaqueteníannecesidaddeella.

YahoraellapensabaqueCristiano,sinduda,compraríalagallina;ahoraqueellalehabíacontentadounavezmás.Sinembargo,no sehubieraatrevidoa insistir: leconocía.Eraunhombrequehacíatodaslascosasasumanera,sindejarseconmovernuncaporlaspalabrasdelosdemás.

Élsehabía levantadoysealejabadeellacasicondesdén;peroalverladeestaforma,resignadaytriste,seacercódenuevoysesentóasulado.Tambiénsurostro,alaluzverdosadelventanuco,estabapálido,afiladoporunatristezaquenoerasuacostumbrada expresión sombría. Su labio inferior, grande y saliente, se habíaretraídodebajodelotro,quetemblabaunpoco.

Ylamujeresperó,unavezmás,queélleabrierasualma,queledemostraraunpocodeafectoydeconfianza;perocometió laequivocacióndecomenzarahablarella.

—Es tarde —dijo, mirando el ventanuco—. Tengo que irme; los viejos meesperan.Cuandotardo,élvienehastaelpuente,ydesdelejosleveobrillarlosojosdecólera.Algosospechan;peronomeimporta.Contalque…

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Seinterrumpióaldarsecuentadequesehabíaequivocado.—¿Contalqué?—preguntóél,endureciéndosedenuevo.Ellabajólosojosyseruborizócomounaniña.—Contalqueustedestécontento.Permanecierontodavíaduranteunratojuntos,ensilencio.No;élnohablaba,no

hablaría nunca.No había hablado ni siquiera durante los duros días en que estuvoenfermo, cuando la mujer, después de haberlo encontrado en la cama, solo,abandonado como un leproso, se había quedado para asistirle cristianamente; nitampoco después, cuando, convaleciente, durante los primeros hermosos días defebrero,derrotadoporlamiradallenadedeseodelamujer,lahabíaposeído.

Ellaselevantóysearreglóeldelantal.—Entonces,mevoy.Volveréellunesporlamañana.Entró en la gran habitación y recogió la canasta con un esfuerzo un poco

exagerado,sacudiéndolaparaque lagallinacloqueara.Lagallina,enefecto,moviólasalas,yellarefunfuñóalgocontrasusuegra.

Elhombrecomprendió.—Déjala.Peromátalaenseguida,fuera.Ellasalióapresurada,cogiólagallinaporlasalasyleretorcióelcuello,comosi

fuerauntapónquenoquisierasalir;luegolacolgó,porlaspatas,enunclavodelapared.Ylacrestarojaparecióuncuajodesangrequesalieradelacabezaqueeldolordelamuerteagitaba.

***

Luegoellasefue,conlamanoenelsaquitodondellevabaeldinero.Andabadeprisa,conlascaderasbalanceantes,ynoparecíayaestarcansada.

Alquedarsesolo,elhombresepreparólacomida.Enlachimeneateníasiemprefuegocubierto,y,allado,ramitassecas,queseencendíanconsoloponerlassobrelasbrasas.

Yapercibiólamesa,lademármol,queestabaentrelachimeneaylaventana.Iba y venía despacio, del armario a la mesa, de la mesa a la chimenea,

preparándolotodoconcuidado,comosisetrataradeunacomidaparainvitados.Porúltimo,decidióiracogeragua.Sucaraseensombreciódenuevo,comosiun

dolormomentáneamenteolvidadoseapoderaseotravezdeél,confuerza.Legalmenteteníaderechoasacaraguadelpozodelterrenocontiguo;pero,para

hacerlo,teníaquesalirdecasa.Salió,pues,conuncántaroyuncubo,ambosdecobre, ligerosysonoroscomo

campanas.Seesforzabaporestartranquilo;perolasolaideadepoderencontraralosdosobrerosledabaunasensacióncasidemiedo.

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Pasadoelseto,respiró:ellugarestabadesierto.El resplandor del horizonte, de un rosa metálico, parecido al de un incendio

moribundo,enrojecíalospinos,elprado,lahornacinadeladrillosquecubríaelpozo.Elsilencio,tanintensoqueseoíanvibrarloshilostelegráficosdelcaminoprovincial,acabó por tranquilizar al hombre. Sacó agua con el cubo, que produjo un ruidoestridente, como si rompiera cristal dentro del pozo, y luego de haber llenado elcántaro,sefuehaciaelpuntojustodondehabíavistoaloshombresmedirelterreno.

Distinguiólahuelladesuspasos,ymientrasconelpieintentabainstintivamenteenderezar la hierba pisoteada, contemplaba su seto, para asegurarse de que eraimpenetrable.

Era impenetrable, sí. Contra el cielo carmesí del crepúsculo, parecía la negramuralladeunaciudadelafortificada,confinasagujas,torresyalmenas.

Sinembargo,volviódescontentoalpozo,yrecogióelcántaroyelcubopensandoqueunsetosiempreesunseto,protecciónirrisoria,sobretodocuandohaymujeresyniños, contra cuya curiosidad no es posible defenderse, ni siquiera con murallasverdaderas.

***

Apesardetodo,seobstinóentenerconfianza;hastaqueunamañanaoyóuntintineodecascabelesyelgritodeloscarreterosquetraíanelmaterialparalaconstrucción.

¡Todo había terminado! Asustadas por aquel grito brutal, callaban incluso lasvocesdelosbrezales.Solocontestabaunecoquejumbroso,queveníadelmar.

Y él evitó ir a buscar agua hasta que todo estuvo de nuevo en silencio. Por lanoche,sedespertóconunasensacióndeangustia,despuésdehabersoñadoqueloscarreteros atravesaban su jardín. Luego se tranquilizó: nadie iba amolestarle, y, sicerraba las ventanas, los gritos y las canciones de los obreros llegaban como siestuvieranmuylejos.

Cuandoseveíaobligadoapasarpordelantedelprado,evitabamirarhaciadondeconstruían;peroveíaque todoestabapisoteado,queelsetoestabaderribadoporelpasodeloscarrosyqueenelsenderoaparecíanprofundasroderas,yexperimentabauna irritación sorda, como si estropearanunapropiedad suya.Entonces, repetía lasblasfemiasqueoíagritaraloscarreterosyalosalbañiles.

Tampocoporlanochelasoledaderayacompleta.Losobreroshabíanconstruidounabarracabajo losárboles,y lamayorpartedeellospernoctabaallí.Aveces,unsonidodeacordeónllenabadellantoestridenteladulzuradelatardecer.

Soloelsábado,alcaerlatarde,sefuerontodos.Cristianosalióentoncesconsucántaroysucubo,y,despuésdehaberlosdejado

albordedelpozo,fuecautelosamenteaverlaconstrucción.Elterrenoaparecíalleno

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demontones de ladrillos y de tablones; en una tina, la cal hervía todavía, conunablancura tan brillante por el reflejo del crepúsculo, que hacía daño a los ojos. Loscimientosestabanyacubiertosporelmuro,yesteparecíaapuntardelatierracomounaruinaapenasafloradaporunaexcavación.

Se sentó en el montón de tablones y miró pensativo y curioso como un niño,calculandoencuántashabitacionespodíaestardivididalacasa,cuálseríaelpasillo,cuállacocinaycuálelcomedor.

El lugarerabello, sinduda.Desde lasventanasde lacasaseveíanelmaryelsendero, que hacía un recodo y se unía con la carretera, y también esta, que seextendía como una cuerda hasta el horizonte. A lo lejos, entre el verde de losbrezales,seveíaalgorojoyblanco,conbrillantesplanchasdeoro:eraelpueblo,conlasventanasquereflejabanlaluzdelcrepúsculo.

Desdesucasa,elhombresoloveíalosárbolesdesujardín.Sentadoallí,enlostablonesdelacasa,bajolospinosaltosymurmurantes,rodeadosdeazul,conaquelamplio paisaje delante, presentía que los futuros habitantes de la casita eran gentesociable,quelavidadelosdemáshombrestranscurríadistintadelasuya.

Tambiénél,entiempos…Perono;noqueríalamentarsedenada.Selevantóydiounrespingo.Lehabíaparecidovercomoaunaespeciedejabalíescondidoentrelaspiedras.

Eraunobreroviejo,quesehabíaquedadoparaguardarelmaterial.Estabadentrode la barraca, encendiendo fuego, y de cuando en cuando levantaba la cabeza,mirandoconsusdospequeñosojosporcinos.

Cristianosealejóenseguida,avergonzadodequelehubieranvistocurioseando,yfueallenarsucántaro.Perosediocuentadequeelviejohabíasalidoyleseguíaconmiradadesconfiada.

Entonces decidió no acercarse nuncamás a la construcción. Solo cuando iba abuscar agua veía a los obreros, que se movían entre los árboles, y también lasparedes, que crecían de día en día. Se distinguían ya las ventanas y la puerta deentrada, que daba precisamente al sendero del pozo. Después, levantaron elandamiaje con las escalerillas. Los albañiles se encaramaban por los palos comomonos, con los cubos llenos de cal al hombro. Y los gritos y las blasfemias seredoblaron.

Un día, Ghiana llegó con una canasta llena de huevos, diciendo que queríavendérselosalosobreros.

—Laviejamelohaaconsejado.PeroCristianoexperimentóunataquedecelosquenoconsiguióesconder.—Túnodarásunpasoporelsendero,Ghiana.Delocontrario,notecompraréya

nada.Losojosfelinosdelamujerlemiraronconagradecimiento,aunquehabíaalgode

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pérfidoensubrillo.Él compró todos los huevos que pudo; no pudo quedárselos todos porque se

hubieranestropeado,yaqueempezabaahacercalor,aunquesoloestuvieranafinalesdeabril.Ghianarepetía,contándolossobrelamesa:

—Laviejaqueríaquelosvendieratodos.Entonceselhombregritó:—¿Eresacasolaesclavadeesasinvergüenza?Ysuvoz resonóenel silenciode forma tandesacostumbrada,que lascosasde

alrededortuvieroncomounecodesorpresa,yelgatosearqueóyluegoseestiróconunbostezodesatisfacción.

Ghiana, encambio, asumiódenuevosuaire socarróny resignado.Recogió loshuevos,saludóensilencioysefue.

Elhombrecomenzóa irritarseconsigomismoporhaberse rebajadoa insultaraunavieja,yademásausente;peroaquellasensaciónairadadecelosnoleabandonó.FueaespiaratravésdelsetoyvioaGhianaquepasabatiesaporelsendero,mirandohaciadelante.Elviejoobrerodeojosporcinossaliódelabarracaycorriódetrásdelacampesina,gritándolequeseparara;eratodavíaágil,ylaalcanzó.Ellahacíagestosnegativos;peroluegodejóquelecompraratodosloshuevos,y,además,sonreíaporalgo que el obrero le decía señalando la casita del seto. Finalmente se alejó,balanceandolascaderasconelairealegreylevedecuandoconseguíavenderbiensumercancía.

Cristiano se sintió presa de un verdadero furor. Le parecía queGhiana era unacriadasuyaquelehabíadesobedecido.Luegoseavergonzó,seintranquilizóporestaagitaciónydecidiónoabrirmáslapuertaalamujer.

Ellavolvióigualmenteyvendiósumercancíaalosobreros.Haciafinesdejunioestabaterminadoelhotelitobajolospinos.Blanco,pequeño,

deunsolopiso,consolodosventanasacadalado,contejadoporunladoyterradoporelotro,parecía,entrelosgrandesárboles,unadeaquellascasitasdepapelqueserecortanparadivertiralosniños.

Volvieronaponerelsetoalrededordelterreno,talcomoestaba,conunpasoquepermitíaentrarlibrementeparasacarelaguadelpozo.

Losobrerosdesaparecieronylacabañafuederribada.Solo,durantealgunosdías,se oyó salir de las ventanas abiertas un canto de tenor, que resonaba en lashabitacionesvacías:eraelpintorquedecorabalostechos.Luego,tambiénestecantocesó.

Alrededordelacasita,deunblancodeslumbrantealsoldeverano,quedaronsololasseñalesdelacal,restosdetablonesybotesvacíos.Hastaelpozollegabaelolordelbarniz.

Pero nadie iba a vivir en ella. Las cigarras cantaban ya. Cristiano había ido a

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bañarsealmar;esdecir,eraverano,ynadiellegaba.Aveces,Cristianodaba lavueltaalhotelitoe ibaasentarseenelescalónde la

puerta posterior, que era la de la cocina. Un pequeño cobertizo la protegía, y lasombra,allídetrás,eradensayfresca.Lahierbacrecíadebajodelospinosrodeadosde azul, y las cigarras, los saltamontes, las mariposas anaranjadas del veranoanimaban aquel rincón pintoresco. Cristiano experimentaba un placer infantil alimaginarsequelascosassequedaríansiempreasí:queéleradueñodeirasentarsesiemprequequisieraenaquelescalónydisfrutardeaquellugarnosuyo.

Pero una mañana vio avanzar por la blancura de la carretera un gran carroamarillo,queparecíaunacasaambulante,conmesas,sillas,colchonesycacharrosdecocina.Lasventanasdelacasaestabanabiertas,y,dentro,alguiengolpeabaclavandoclavosenlasparedes.

***

Durantelosdíassiguientesreinódenuevoelsilencio.Talvezlosdueñosdelacasalahabíanamuebladoparaalquilarlamejor.

Enefecto:unamañana llegóuncocheabierto, congente,baúlesymaletas.Unvelogrisrevoloteabadetrásdelcoche,comounaesteladehumo.

Cristianoseretiróasurecintoysepusoaregarmelancólicamente,conlapocaaguasalobredesupozo,laalbahacaquehabíadelantedesupuerta.Paraconvencerseasímismodequenoteníamiedodesusvecinos,habíadejadolacancelaentornada;pero, de improviso, se sobresaltó. Un gran perro lobo, sin bozal, con un collarmetálico, en el que estaba escrito un nombre, había entrado apresuradamente,olfateando,jadeando,ycorríacomosibuscaraunapresaescondida.Teníalacabezapequeñaylarga,losojoscastañosybrillantes,yunagrancola,depelogris,negroyamarillo.Todossusmovimientoseranágilesyferoces.

Cristianopermanecíaindeciso,sinsabersiecharleoesperarquesefuera,cuandoviosalirdelacasaalgato,enfurecido,quesaltócontraelperro.Uninstantemásyalgo terrible sucedería. Entonces echó a correr también él, gritando y batiendo lasmanos para impedir el choque de las dos bestias. El gato, en efecto, retrocedió yvolvióaentrarenlacasa,conelpeloerizado,comounpuercoespín.Perofuepeor,porque el perro le siguió, ladrando, con un ladrido sombrío y ronco, que durantealgunosmomentosllenódealborotoelsolitariolugar.

Cristianocogióunbastón;peronoseatrevióaentrar,pormiedoaqueelperrolesaltara encima y le mordiera. La bestia, en efecto, parecía furiosa; corría por lahabitación, con la cabeza alta ymoviendo la cola como si estuviera agitada por elviento. Luego, como el gato se había escondido prudentemente, se tranquilizó untanto;saliódenuevoaljardín,sedetuvoenelcamino,ladrandoamenazadoramente

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alhombredelbastón,y,finalmente,sefue.Cristianocorrióacerrarlacancela.Untemblorderabialeagitabalamano.—Parecíacomosifueraeldueño—dijo,envozalta—.Vuelve,yyaveremos…Estabadecididoamatarlosivolvía.Luegopensóen iraverasusvecinospara

darles a conocer sus propósitos y para pedirles que ataran al perro; pero esperó acalmarse,paranopresentarsetambiénélcomosehabíapresentadolabestia,conunaspectoferoz.

Duranteeldíanooyóotroruidonivioanadiemás.Alatardecersalióaexplorar.Vio lapuertay lasventanasde la casitaherméticamentecerradas,y leparecióquetodavíaestabasolo.Fue,pues,acogerelcántaroyelcubo,yvolvióalpozo.

Era un atardecer caluroso, rojizo, con el horizonte de un luminoso coloranaranjado,yporOriente, sobre losbrezales, conuna luna amarilla, que subíaporentrevaporesrojosyazules.Lascosasdealrededor,losárbolesinmóviles,lacasita,elpozo,lahierbadelprado,bajoelreflejodeaquellaluminosidadirisada,parecíandemetal.

Cristiano se inclinó para echar el cubo al pozo; pero antes que hubiera podidollenarloseirguió,conunestremecimientoquelerecorriólaespalda.Leparecíaquedelpozosalíalavozdeunmonstruo.

Eraelperro.Veníadedetrásde lacasa, ladrando,con losojosqueparecíandeoro,ysehubieraechadoencimadeCristiano,siunamujervestidadeblanco,lospiescalzadosconsandalias,nohubieseacudido, levecomounfantasma,aagarrarledelcollar.

—¡Fido! ¡Fido! —le llamó, con acento de súplica y de reproche, mientras seagachabaparaacariciarle lasalvajecabeza,paraaplacarleyconvencerledequenosiguiera adelantando. El perro, en efecto, no intentó escaparse, aunque siguióladrando.

Cristianoveíaelgruposobreelfondoluminosodelprado,enunaaureoladeluz.Atravésdelvestidotransparentedistinguíalaspiernaslarga,ydelgadasdelamujer,ymientrassesentíaintimidadoporlamirada,entrecuriosayasustada,delosojosdeella,grandesyoscurosensurostroblanco,yseavergonzabadequelevieraconelcubo en la mano, como si fuera un pobre diablo, le subían a los labios palabrasinjuriosas.

Finalmentedijo,frenandosucólera:—¡Hayqueatarle!Lamujerseirguió,sinabandonaralperro,yseacercóunospasos.—Loataremos.Peronomuerde:lohacesoloporasustaralagente.Amenosque

comprendaquesonladrones.Suvoz,armoniosayconmovida,hubieraenternecidohastaalosladrones.—Estamañanahaentradoenmicasaymelohadestrozadotodo.

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Ysealegróalverquelamujeradoptabaunairedesolado.—Haréqueloatenenseguida.Silehacausadodaños…dígame…sidesea…—¿Qué?¿Qué?—leinterrumpióél,encogiéndosedehombros,irritándosemucho

másaldarsecuentadequehabíaexageradohastalamentira.Perolamujerqueríaaplacarletambiénaél.—¿Esustedquienviveaquíallado?Élmoviólacabezaafirmativamente,mirándoselospies,elcuboyelcántaro,con

unasensacióndeorgullosahumillación.Yanoseatrevíaamiraralamujer;perolasentíaacercarse,comounasombra,aunsiendotanluminosa,comounpeligro.

Estabayadelantedeél.Eratanaltacomoél.Consuspiesrosados,calzadosconsandalias amarillas; con sus formas esbeltas, apenas veladas por el vestido blanco,que,apesardesertantransparente,teníasurcosdesombra,comosifuerademármol.

Cobróvalorylevantóelcubo,lodejó,volvióacogerlo,intentóvolverensí.Perosentíayaquenoeraél,yteníalaimpresióndequelamujerlemirabadesdearriba,queelarcodesuscejas,intensamentenegrassobresusojoscastaños,lapuralíneadelanariz,labarbillayloslabiossalienteseranlosdeunaestatua.Y,sinembargo,ellahablabaconunasimplicidadinfantil,sindarsecuentadelaturbaciónquedespertaba,preocupada solamente por el perro, que, por otra parte, estaba también humilladojuntoaella,conlacolaentrelaspatas.

—El dueño del hotelito nos habló de usted. Hacía tiempo que buscábamos unsitio solitario, cerca del mar, y, finalmente, hemos encontrado este. Pero laconstrucciónesdemasiadoreciente,ytengomiedodequelahumedadnoshagadaño.¿Ustedfueavivirasucasaenseguida?

Élcontinuabamirandoobstinadamentealsuelo.—¿Yo?Yolahecompradoasí.Esunacasuchadecampesinos.¿Viveustedsola?

—preguntóluego,conuntonodevozquehubieraasustadoaotramujer.—No.Vivoconmimarido,enfermo,yconlaservidumbre.Élseconsolópensandoque,nohabíaniños.Peroenseguidaseleocurrióqueel

enfermopudieraser,queera, sinduda,un tísico.Lamujeradivinóeste temor,y letranquilizó.

—Enrealidad,mimaridonoestáenfermo:estáconvalecientedeunaenfermedadnerviosa,yseencuentramuydébil.Necesitamuchatranquilidad…yhemosvenidoaquí…dondelatranquilidadmepareceinclusodemasiada—añadió,algoinquieta.Yparecióque,derepente,seacordaradequeelmaridolaesperaba,allá,dentrodelacasita cerrada. Volvió a coger el collar del perro, disponiéndose a regresar. Yconcluyó, presurosa—: Pero mi marido no sale todavía. Es ya un poco viejo.Perdónemeporelperro,haréqueleaten;peronotengamiedo.Ahorayaesamigodeusted.Yasabes,Fido:elseñoresamigonuestro.

Elperromeneó lacolaygañó levemente,enseñaldeasentimiento.Sinquerer,

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Cristianoseinclinóunpocoyacariciólacabezadelperro,ysobreelcollarbrillanteleyóunnombre:«Sarina».

—Esnuestronombre—dijoella,cadavezmáspreocupada.Yesperóqueéldijeraelsuyo;perocomocallaba,lesaludóconunmovimiento

decabezaysealejóporelprado,blancayluminosacomolaimagendelcrepúsculo.Entonces,élrecogiósucántaroysucubo,yalcabodeunospasossediocuenta

dequeestabanvacíos.Encuantoentróensucasa,sequitóelsombrero,porquesudabacomosihubiera

corridobajoelsol.Sequedócontemplandosuviejosombrerodefieltro,verdosoentiempos,yahoragris,endurecidoydescoloridoporelairedelmar.

Duranteelcaminoyasehabíacontempladoeltraje,deunligeropañomarrónybastante nuevo, y los zapatos, del color de la arena, estropeados y casi rotos, queparecíanzapatosdevagabundo,descoloridosporloscaminos,peroquepodíanpasarporzapatosdeveraneante.

Luegosediocuentadesuíntimopensamientoy,enojado,sepusonuevamenteelsombrero.¿Quéimportabasuvestido?Desdehacíamuchotiemponosepreocupabadeélmásdeloqueunanimalsepreocupaporsupelo.Perorecordóqueelinstintoamorosoporlahembralleva,inclusoalanimal,aponerseguapo,acambiardepelo,ydecidió ir, desde entonces, a sacar el agua del pozo solo por la noche, porque noqueríavolveracharlarconsuvecina.

Sinembargo,suimagenpermanecióobstinadamentedelantedeél,consusdulcespiesdesnudos,suspequeñasrodillas,apenascubiertasporlafundadelvestido,ylasmanosdolientesdelamujerqueescondeensucasaundoloryunafatiga.

Al caer la noche le pareció oír el ladrido del perro y el quejido del enfermo atravésdelsusurrodelosárbolesydelmurmullodelmar…

Despuésdecenar,encendiólalámparagrande,comoenlasveladasdeinvierno,yabrióunlibrosobreeltapetebrillante,sobrelainscripción«NewYorkCity».Elgatosepusoasulado,encimadelamesa,ycomenzóamiraratentamente,conlaspupilasdilatadas, lapáginaqueél leía; luego,cuandoélvolvía lahoja, lemirabaa lacara,comosiquisieradescubrirlaimpresiónqueleproporcionabalalectura.

De repente, el ladrido del perro resonó, de verdad, allí cerca. Parecía queestuvieradetrásdelapuertayquealguiengolpearaenlamaderadelacancela.

Elgatosaltóalsueloyelhombreselevantó,consuacostumbradaimpaciencia.¡Dios,lamolestiacomenzaba!Ylamujerhabíaprometidoatarelperro.¿Ysifueraellayrealmentetuviesenecesidaddealgo?

Conímpetu,antesdedarserazóndeloqueoía,abriólapuerta,yenseguidavioquetodoeraunailusióndesufantasía.

Elperroladrabamásalládelseto,seguramenteatadoaunárbol,yalfondodelcaminillo,lacancelaserecortabanegracontraelsenderoiluminadoporlaluna,negra

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ysolitariacomolacanceladeuncementerio.Dosdíasdespués,cuandosalíaparairalpueblo,vioaGhiana,queparecíavagar

furtivamenteporlosalrededores.El primer impulso de ella, al verle, fue rehuirle; luego, anduvo a su encuentro,

como si estuviera resuelta avencerunpeligro.Ycuando sehallódelantede él, sedetuvo,silenciosayrespetuosa,esperandoqueélhablara,aunquefueramal,peroquelehablara.

Él, encambio, experimentabaplacer alvolverla aver.Desdehacíadosdíasnohabía visto a nadie, y el encuentro con su vecina le parecía que había sido unaalucinación.Todoestabacerradoenlacasita;elperronoseveíaniseoía,yCristianotenía la impresiónde estar nuevamente solo en aqueldesierto, batidopor el sol deagosto.

—¡Ghiana!¿Quéhacesporaquí?—Allí—dijoella,señalandoconlacabezalacasita,sinlevantarlosojos—haido

avivirunenfermo.Pasaba,yhepensadoquetalvezmecompraríanalgo.—¿Quétienesdebueno?Enseguidaelladejóelcanastoenelsueloylevantóelpañoquelocubría:estaba

llenodemuchascosasbuenas:huevosrosados,mantequilla,pollosdorados,cebollasvioleta.

—ParecelacanastadeladivinaProvidencia.¿Puedocompraralgotambiényo?Ghiana permanecía inmóvil, dura, con su larga falda, que parecía de esmalte

turquí.Dejó que él se inclinara para escoger los huevos, que le preguntara cuántoqueríaporlospollos,quelepreguntarasielmaridolehabíaescrito;nolecontestaba.

Éllevantólosojosylaviopálida,conlosojosllenosdelágrimas,yentoncesseechóa reír.Ghianano lehabíavistonunca reírasí;pero,en lugardeofenderse, setranquilizótambién.

—¿Yqué,Ghiana?¿Tehaescritotumarido?—Haescrito.—¿Hamandadodinero?Ellapareciódudar,porqueéllehacíalapreguntacontonoburlón.Luegocontestó

quesí,queelmaridohabíamandadomuchodinero.—Ylacasa,¿lahabéisencontrado?—Todavíano.Talvezlaedifiquemos,sieldueñonosdaterreno.—Ghiana,siquieresiraveralosdelacasita,creoqueharíasbienenpasarpor

detrás y llamar por la puerta de la cocina. Por este lado está siempre cerrado. Sivuelves,pasapormicasa.Anda.

Yellasefue,sinpreguntarnadamás;perovolviópronto.Todapresurosa,conelcanastocasivacío,ylamanodentrodelabolsa,dondellevabaunmontóndedinero,dijoqueallí,enlacasita,selohabíancompradotodoylehabíanpedidomáscosas.

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—Quierenlechecadadía,ypollos,huevosypan.Asípodrévenirconfrecuencia.Además,memandaránhacercosas.Miviejonoquería,perolaviejamehaayudadoaconvencerle. Así vendré con frecuencia —repitió, con un suspiro de ansia y deconsuelo.Luegovolvióabajarlavoz—.Hevisto,además,alaseñorita.Esguapalaseñorita —dijo, después de otro suspiro, un poco forzado, tranquilizada por elsilenciodel hombre—;peronomuy joven.Tendrámi edad, pero es guapa.Parecequelacaraleresplandezca.

Cristianoladejabadecir;erayamucho.—También la criada es guapa. Vieja, pero fresca y fuerte, con dos brazos que

parecentroncos.¡Perohabladora!Porestosepareceamivieja.Mehanpreguntadoporusted.

Alcabodeunmomentodesilencio,lavozdelhombresonóirritada,despectiva,y,sinembargo,alteradaporunaligeraturbación.

—¿Quélesimportaaellosloqueyohago?—Será por curiosidad. La señorita me preguntó: «Pero ¿aquel hombre vive

siempresolo?».—¿Aquelhombre?—Aquelseñor—corrigióGhiana,porsucuenta—.«Sí,vivesolo»,digo.«Desde

hace tres años que le conozco, vive solo, y no quiere que le moleste nadie». Laseñorita dice: «¿Qué es? ¿Pintor?» «No—digo yo—.Es un señor, pero no quieremolestias.Siselemolesta,venderálacasayseirá».

—Podías haberte callado todo esto. Y, además, ¿qué sabes tú de mí, dime?Comienzatúpornomolestarme.

—Yocreíaqueestoleagradaría—dijoella,intimidada,peronosinmalicia.Y se preparó enseguida para irse. Él, primero, le pidió que le trajera agua, y

cuandovolvióconelagua,lepreguntósilepodíahacerlasfaenasmástoscasdelacasa.

Sí,sí;ellaestabadispuestaaservirledíaynoche,ylesonreíaylemirabarecelosayfeliz.Yélsesentíadescubiertoyadivinadohastalomásprofundodelalmaporlamaliciadelamujer.Entonces,paramolestarla,ledijoqueélnopodíahacérselotodo,comolosboyerosdeAustralia,ahoraquealguienpodíaverleyburlarsedeél.

***

Y,sinembargo, lasoledaddealrededornosemueve.Pasanlosdías,y todoparececomoantesdelaedificacióndelacasita.

Sobre el jardín caluroso, donde los frutos maduran rápidamente, pesa unbochornohúmedoque recuerda lospaíses tropicales.Solo la campesina, cansadaysudada, enflaquecida por el trabajo, el calor y una dolencia, que en vano intenta

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esconder,reaparecedecuandoencuandoenaquellasoledad.El hombre compraba las cosas que ella traía; pero ya no le daba ninguna

confianza.Solo,aveces,parecíaesperardeellanoticiassobrealgo.Yellalecontabacosasdelagentedelacasita.

—Debe de ser gente que esté bien. Él es médico; pero no se comprende quéenfermedad puede tener. Yo todavía no le he visto. Lo tienen siempre en lashabitaciones de arriba, en la terraza, donde han puesto un toldo, grande como unavela.Laseñoritaestásiempreconél.Lacriadamedijoqueelseñorestáparalítico,peroquehay esperanzasdeque se puedavolver a levantar.Entonces se irán.Pero¿cómoesposiblequeunparalíticopuedavolversealevantar?Miabueloestuvosieteañosasí; luego,entregósualmaaDios.Yopiensoqueeseenfermotiene,Diosnoslibre,otraenfermedad.Aquí—añadió,tocándoselafrenteconelíndice,ysequedóunmomentocomoapoyadaeneseíndice,seria,pensativa.Luegodijo—:Undíaleoígritarenlashabitacionesdearriba.Lacriadasevolvióblancaycorrióenseguida.Ylaseñoritacerróhastalospostigosdelasventanas.Estascosasnosehacenparaunparalítico,Diosnoslibre,sinoparaunoqueestátocadodelacabeza.

Estasuposiciónexplicabamuchascosas:elsilencioyelmisteriodelacasa,elnovernuncaalaseñora,ysutristeza.

Yestatristezapareció,derepente,quesedifundía,quesedesparramabaportodoalrededor,porelpaisajeyeltiempo.

Casi todas lasnochescomenzaronadesencadenarseviolentoshuracanesquenorefrescaban la atmósfera y dejaban los árboles tronchados. Soplaba un lebechesombrío,yelbramidodelmartempestuosonocesabanisiquieraenlashorasdesol.

Parecíaquelaserenidadapacible,queCristianohabíaconocidosiempreenaquellugar, no tenía que volvermás.Tal vez laNaturaleza no es tan insensible al dolorhumano como se cree; tal vez su agitación es, en ocasiones, producto de suparticipaciónenestedolor.

Cristianohabíareanudadosuscostumbresinvernales:nosalíacasinunca,yporlanocheleíahastahoraavanzada.

Se sentaba delante de su mesa brillante, bajo la lámpara solitaria. Fuera, losárbolescrujían,ydecuandoencuandoparecíaquepasarauntren:eraelruidodeunchubasco.

Y él se sorprendía releyendo y deleitándose con libros románticos, que habíanconstituidolaalegríayeltormentodesuadolescencia,yahora,cancionesquehabíaoídonosabíadónde—yquehabíaolvidado—,volvíanasumemoria,comomanchasqueparecenborradasyasomandenuevoporelsololahumedad.

«¿Creesquehasidoelvientoterribledeestanochequienhaabiertotupuerta,hahechogritaralosárbolesyhaarrancadotuviña?

»¿Creesquehasidoelchubascoelqueha invadido tucasay tehadespertado,

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comounladrónqueintentaestrangulartemientrasduermes?»Erayo,quegritaba,ytegolpeabaconodioeiraportutraición.»Ydeseabatumuerteylamía.»Ahora, heme aquí tronchado como las ramas de tu huerto; pero con la

certidumbreenel corazóndequeelodiodepalabra,ynodehechos, soloprocuradañoaquienlonutre,ytalveznisiquieraaél.

»Enprimavera,todovolveráaflorecer,ytúserásfelizsinmí.»Perotambiényomehabréido,conlosdulcesvientosdeabrilylasabejasylas

músicasdelatardecer.Tambiényoserédenuevofeliz,noporquetehayaperdonado,sinoporqueamaréaotra».

***

Entiempospasados,élexperimentabaunplacercruelescuchandoelrumordelvientoydelalluviaypensandoenaquellosquetalvezenaquelmomentoatravesabanlosbrezalessinprotección.Ahorasentíaunasordainquietud,recordabalaspalabrasdela campesina «un día oí gritar en las habitaciones de arriba. Y lamujer se volvióblanca»,yleparecíaqueungritoresonabaenlanoche.Yallí,detrásdesuseto,veíaalasdosmujeresquepedíansocorro,dosmujeressolascontraunhombre,cuyomalpodía, de un momento a otro, volverse demoníaco, violento, como el insensatohuracán.

Entonces levantaba la cabezay escuchaba; pero luego la inclinaba todavíamássobreellibro.

Ellamentoestridentedelosárbolesaumentaba.Enlosmomentosdepausa,seoíaelruidoquehacíaalcaeralgúnfrutoarrancadoporelviento.Ylasúltimasgotasdelchaparrón sobre el tejado producían un repiqueteo, como de uñas que intentaranremoverlastejas.

Hasta el gato levantaba la cabeza escuchando, y de cuando en cuando saltabahacialaparedparaintentaratraparalgo,queerasolamentesusombra.

***

Y, sin embargo, sí, pareceun lamentohumano loque algunosmomentos seune algemidodelosárboles.Elhombreescuchadenuevo;peroveel juegodelgatoyseencogedehombros:tambiénélvadetrásdelasombradesussueños.

¿Ysialguiensequejadeverdad?¿Quéimporta?¿Quiénhaescuchadonuncasusquejas? «¿Te acuerdas, Cristiano, de los primeros tiempos en la casucha? En elsilenciodelanoche,tútambiéngritabasasí,ynadieninada,nisiquieralapiedaddelosárbolesydelviento,tecontestaba».

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***

Y, sin embargo, acabó levantándosey abriendo la ventanade suhabitación.Fuera,todoeraunanubedensayagitada,unaluchadesombrasenlasombra.Solo,alcabodeunosmomentos,distinguió losárboles;pero leparecióquesuscopas tocabanelcielo.Ydetrásdeellos,unamontañanegracerrabaelhorizonte:elseto.

Elgritonoserepetía.Sinembargo,élseobstinabaenescuchar.Sacólacabeza;lasgotasdelluviacayeronsobresucabelloysucuelloyleprodujeronlasensaciónde dedos fríos que le acariciasen. Pensó en las manos finas y tristes de la mujerencontrada junto al pozo, y se retiró con un movimiento brusco, casi como sirehuyeradeverdadunacariciamisteriosa.

***

Aldíasiguiente,enefecto,supo,porGhiana,queelenfermodelacasitaestabamuymal.

—Havenidoelmédicodelpueblo,conunhombre,quesequedaráaquíparavelarporlanochealenfermo.Lacriadamehadichoquelaseñorahapasadomuchomiedoestanoche,porqueelperroladrabacomosihubieraladronesrondando.¿Ustednohaoídonada?

Élseencogíadehombros;pero,enelfondo,seavergonzabadesuinsensibilidad.Un hombre se estabamuriendo, cerca de él, y hasta el perro ladraba pidiendo

ayuda.Yélseencerrabaensucasa,vilmente,comoelcaracoldentrodesucáscara.LepreguntóaGhianasitambiénellasequedabaencasadelosvecinos.—No,alcontrario:mehanhechosalirenseguida.Parecequenoquierenquese

veaalenfermo.Nisiquierahevistoalaseñorita.Tambiénéllaechóenseguida;pero,alcabodeunrato,salió,ydesdeelsendero

lavioenelrecododelacarretera,comosiesperaseaalguien.Tuvolaimpresióndequeleespiaba,yprecisamenteporestoanduvohastaelprado.Entonces,Ghianasealejó,consupasolargoypendulante,conlacabezatanbaja,queseveíaelcollardeámbarbrillarsobresunucamorena.

Cristianodiolavueltaalprado,esperandoqueellasealejara.El tiempo, finalmente, se serenaba. Todo el paisaje parecía renovado, nítido,

desdelascolinasvioletasalmardeplata.Lasmatasbrillaban,llenastodavíadegotasirisadas,yenelpradoparecíaquehabíancaídofragmentosdesol,detantoschorrosdeaguaquebrillabanenél.

Yporlaarenadelsenderoseandabacomoporencimadenieve,silenciosamente,respirandoelolordelosclavelessilvestres,quesalíadedebajodelospinos.

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Como atraído por aquel olor, Cristiano anduvo lentamente, y pasaba bajo lasombra luminosa de los pinos recordando aquel día que se había sentado entre laspiedrasde la casa.También estavezveíadosojosque lemiraban fijamentedesdedentrodeunacasetademadera,juntoalapuertaposteriordelhotelito:eraelperro.

Pero,enlugardeladrar,labestiasaliódesucubil,adelantándosetodocuantolepermitíalacuerda,yseestiróylevantólacabezaconunpequeñogañidodealegría.

Entonces,Cristianoseacordódequeselohabíanpresentado,ylesaludóconunainclinacióndecabeza,comosifueraunhombre.

Luegollamóalapuerta.

***

Unamujer,gorday, sinembargo,ágil, condosmanzanas rosadaspormejillas,dosestrellasnegrasporojosyunospequeñosbigotessobrelabocaroja,seasomó,conuntrapoenlamano.

EralacriadadequehablabaGhiana.Alprincipio,miróasombradaalhombre,sorprendida,además,desuamistadcon

elperro;luego,lesonrió,comositambiénellaloreconociera.Él se quitó el sombrero con respeto, pero también con una cierta adustez: no

queríasonrisasdelascriadas.—Hevenidoparasabercómoestáelenfermo.Sileshacefaltaalgo…Laseñora

yameconoce…Enseguidasearrepintió,puesleparecíahaberdichodemasiado.Perolacriadano

sepreocupabadeestassutilezas,yleinvitabaaentrar.—¡Pase,pase!Ahorallamoalaseñora.Entre…—yretrocedía,agitandoeltrapo

parainvitaralhombre,quevacilabaenseguirla—.Perdonesilehagopasaraquí.Antes que él se diera cuenta de dónde entraba, se encontró en una salita que

parecíaunacuario.Elpavimento,bajolaluzverdosaquepenetrabaporlaspersianasentornadas,teníaunbrillodeagua,ylassillas,dejuncoverde,sereflejabanenélyparecíanflotarcomocestillos.

«¡Cuidadoconresbalar,Cristiano!Quédatequietoalladodelapuerta,ynodejesde arrepentirte de haber venido. ¿Por qué has venido? ¡Si pudieras, por lomenos,escapar,comounpezdelared!»

¡Fuera se estaba tanbien, al sol, al aire!Aquí experimentabauna sensacióndefrío,casidesusto.¿Quéleimportaba,despuésdetodo,aquellagentedesconocida?

Y comenzaba a irritarse en serio, cuando, finalmente, la señora apareció.Entoncesseatiesó,tuvomiedodequeellaleinvitaraasentarse,porqueélnoqueríasentarseenaquellassillas,enaquellassillasqueparecíantenerquehundirse,comoenelagua.Noqueríasentarse;no;queríamarcharseynovolvermás.

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Pero lamujer no le invitó a sentarse. Solo le dijo,mirándole conojos vagos ycansados:

—Muchas gracias. Mi marido está mejor. Ha sufrido una crisis esta noche,provocadamásporeltiempoqueporotracosa.

Yélsedispusoenseguidaamarcharse,ofendido,enel fondo,dequeellano leinvitaraaquedarse.

—Pasaba, camino del pueblo —dijo, para darle a entender que no había idoexprofesoavisitarla—.Silehacefaltaalgunacosa…—añadió,bruscamente.

—Gracias;porhoy,nada.Lamujerhaidoyaalpueblo.Hemoshechoveniraunhombre,además,noporqueelenfermoestégrave,¡sinoporqueestamostanlejos,tanaislados!

—¿Ynolohabíavistoantes?—añadióél,buscandopordóndesalir.—Sí, ¡peroel sitioera tanbonito!—dijoella,comoparaexcusarse,comopara

amansarlo—.¿Quierepasarporaquí?Loacompañóhastaelrecibidor,leabriólapuerta,yélsaludó,conlosojosbajos.

Luegosefue,encasquetándoseelsombreroyencaminándosehaciaelpueblo.

***

Solo al cabo de un trecho recordó que había salido de casa con la intención deregresarenseguida,hastaelpuntoquehabíadejadolacancelaabierta.

Y,sinembargo,noregresó.Lacarreterasedesarrollabadelantedeél,comounalargacintadecolordecarne,

entredosbordesdematasverdes,trasunodeloscuales—eldeladerecha—brillabaelmar.Yélteníalaimpresióndequeeraunacintaloquelearrastraba,unacintaqueseenrollabadelantedeél,tanto,quenosedabacuentadequeandaba.

Alllegaralrecodo,miróatrás.Elgrupodeárbolesquerodeabalacasitablanca,yesta, y la suya, de la que se veía el tejado, todavía resplandeciente de humedad,parecíanunisloterodeadoporelmarverdedelosbrezales.

Allíabajo…Sintióqueseruborizaba,comosialguienlehubieravistovolverse,ysepusoacaminardenuevo,conpasomáspesado.

Ahorasearrepentíadenohaberregresadoasucasa.Ysepreguntabaporquéibaal pueblo, si no le hacía falta nadaynadie teníanecesidadde sus servicios. «¿Porqué,Cristiano?Así,sinmotivo,pornecesidaddecaminar,degastarunaimprovistacantidaddevidaquetehacrecidodentro.Ytodoesto,¿porqué?Porqueunamujerhaidoavivircercadetucasa».

Seencogiódehombros;peronovolvióatrás.Asíllegóalpueblo.

***

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Lacarretera,clarayblanda,siempredelamismaanchuraydelmismocolor,cortabaen dos el pequeño pueblo y proseguíamás allá, entre la playa y una extensión decamposcultivados.Graciososhotelitosblancos,rodeadosdejardines,todosfloridosde adelfas, se elevaban a la orilla del mar, mientras el pueblo estaba formado depobrescasasgrisesyrojizas,deunsolopiso,conlaspuertasabiertasyencadapuertaunpequeñocomercio.Elperfumedelpanreciénsalidodelhornosemezclabaconelolor a algas y a pescado fresco. En los escalones de las escasas puertas cerradasestabansentadosviejosmarineros,burdos,requemados,conlasbarretinassesgadas,la camisa sucia, abierta sobre el pecho, que dejaba al descubierto sus pelos grises,rizados,deverdaderoslobosdemar.

Los pescadores, en cambio, aunque también viejos, trabajaban sentados en elsuelo,enlaplazuela,queera,simplemente,elcrucedelacarreteraconelcaminoqueconducíaalpequeñopuerto.Arreglabanlasredes,aguantándolasconeldedogordodelpiederecho,ydecuandoencuandodecíanalgunabroma,sinlevantarlacabeza,como si hablaran con la aguja de madera con la que trabajaban, empezando laspalabras aprisa y terminándolas con una cadencia lenta, que se desvanecíaarmoniosamenteenelaireluminoso.Hastalosgritosdelosniñosquepululabanporlascallesseperdíanenelsilencio,comogritosdepájaros.

Al llegar a la plazuela, Cristiano dobló en dirección almar. Él solía hacer suscomprasenlaspequeñastiendasdelpueblecito.Estavez,nosabíaporqué,sedirigíaa un comercio grandeque se encontraba cerca del puerto.La calle estabadesierta,conelcuadrodelmarazulturquesa,surcadoporpalosdesnudosyporvelas,apoyadocontraelhorizonte.

Atravésdelapuertaabiertadelcomercioseentreveíanlosbarrilesdearenques,cubiertosconmosquiterasrojas,y los tarrosdecaramelosbrillantessobreel limpiomostrador;peroloquemásatraíasumiradaerauncartelblanco,colgadoencimadelapuerta,conlaleyendaescritaengrandescaracteresnegros:

SEALQUILANYVENDENPISOSYHOTELITOS

Comoélsedetuvoaleeratentamenteelcartel,unaviejecita,queparecíadecera,con la cabeza envuelta en un pañuelo negro, surgió de la trastienda, salió por lapuerta, llegóa lacalley,aunqueélno lepreguntónada,comenzóaseñalarle,aunladoyaotro,algunoshotelitosconlasventanascerradas.

—Todosparaalquilarovender.Élseguíamirandoelcartel,comosileyeraenélpalabrasmisteriosas.

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«¡Poresohasvenidoaquí,Cristiano!Porqueteacordabasdeestecartelypiensasyaencambiardecasa.Percibeselpeligro.Peroaquí,detodosmodos,esdemasiadocerca».

—Esdemasiadocercaaquí,abuela.—¿Endóndeloquerría,entonces?Él hizo un gesto vago con la mano, señalando a lo lejos, pero a una lejanía

indefinida.—Alláabajo,hacia loscampos…omásallá.Peroalgopequeño,solitario.Una

casitadecampesinos,alláabajo…lomáslejosposible.Ydejóa laviejaenmediodelacalle,mirandoa loremotoenbuscadelacasa

queélqueríaparahuirdesupeligro.

***

Peligroqueprontosehizoinminente,amenazador.Unatardecalurosa,tranquila,deaquellasquetraenelaburrimientoyobliganala

genteasalirdecasaenbuscadedistracción,lavecinafueavisitaralvecino.¡Si, por lo menos, hubiera tenido necesidad de algo! No; fue a verle así, sin

excusa,talvezsoloporcuriosidad,obienporaburrimiento.Era la primera mujer, después de la campesina, que penetraba en el recinto

solitario,yalhacerlapasar,Cristianoadquiriólaexpresióndelermitañotentadoensuretiro.

Sinembargo,lamujernoteníaelairedequererloseducir.Simplementesinmirarel lugarcondemasiadacuriosidad, fuehasta lapequeñaexplanadadedelantede lacasa,y,comohabíaunsillóndemadera,sesentóenél,conlosbrazosabandonadosal costado.Tenía casi el aspecto fatigado deGhiana cuando llegaba en los días degrancalor,y,porprimeravez,élpudocontemplarlabien,acasoporquenoteníaquelevantarlosojos,ypensóquépodíaofrecerle.

—¡Esbonitoesto!—dijoella,dejandocaerpesadamentelasmanosenelregazo—. ¡Feliz ustedque está tan soloy tranquilo!Ahora comprendo cómopuede estaraquí.Esunsitioresguardado,seguro.¡Yquébonitasperastiene!¡Hastauva!¿Sabequeunanochevinehastasucancelayllamé;pero,comoustednoabría,notuvevalorparainsistir?

Éllamirabaylaescuchabaconunasensacióndedescanso.No;noeraunamujerpeligrosa. Sus cabellos, ondulados, brillantes y compactos, como la cáscara de lacastañatierna,producíanunasensacióndedulzuraydeconfianzaalmirarlos.

«Detodasmaneras,lomejoresestaralerta,Cristiano.Lasaparienciasengañan».—Heoídoquellamaban,sí.Esmás,heabierto;peroyanohabíanadie.Ellalemiró,desdeabajo,unpocomaliciosa,peroconunamaliciainfantil.

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—Pero¿haabiertodeverdad?Leaseguroquedurantelasprimerasnochesteníamiedo.Ylacriada,másqueyo.Nomeimaginabaunasoledadasí,porque,enfin,ladistanciaalpueblonoesmucharelativamente.Cuandovinimosaverlo,conelcochedelmédico,estejuniopasado,meparecióquetardábamospocosminutosenllegar;en cambio, luego, nos encontramos como en medio de un desierto. ¿Usted hacemuchotiempoqueviveaquí?

—Sí—cortóél,conuntonoquenoadmitíainsistencias.Luegopreguntó—.Ysumarido,¿cómoestá?

Ellaseirguiócomosialguienlehubieratocado.Lapreguntapareciódevolverlela preocupación olvidada por un momento, y hasta sus ojos y sus cabellos sevolvieronmásopacos.

—Está mejor. Solo que por las noches duerme poco; duerme de día. Ahora,precisamente, le he dejado durmiendo. Y usted —preguntó después de unosmomentosdesilencio—,¿vatodoslosdíasalpueblo?

—¡Oh,no!Avecessemepasansemanassinir.Pero¿porquéledejadormirdedía?

Lamujerlevantólosojosdenuevo,unpocoasombrados;luegotornóabajarlos,porquelamiradadelhombrevolvíaaserhostil.

Eracomosilosdos,alprocurarpenetrarelunoenlavidadelotro,sepincharan.Pero,derepente,ellatomólaresolucióndedescubrirselaprimera.—Mimaridotieneunafuerteneurastenia,quelehavenidonosesabeporqué;ni

por exceso de trabajo o de estudio, ni de vida agitada; así, como vienen las otrasenfermedades.Llevábamosunavidatranquila,holgada.Éleraelmédicotitularenunpueblo tranquilo.Tambiénmipadre fuemédico,enelmismopueblo, antesqueél;perosuvejezfueserena,sana.Sepuededecirquemurióbromeando.Eraunhombresencillo,jovial,entusiasta,aunqueinteligente.Digoestoporqueahoraparecequelainteligencia solo puede ser triste o cínica.Mi marido también es muy inteligente,serio,unpococerrado;peroantesdelaenfermedadveíalascosasclaras,justas,ynoseinquietabapornada.Luego,derepente, leasaltóunamelancolíasinrazón;ideasfijas, insomnio, deseo de no ver a nadie. Por eso estamos aquí. A lo primeropensábamosiralamontaña;peronoesposibleestartanaisladosallí.Además,hayquepensarenelinvierno.

—Esverdad—dijoCristiano,unpocoazorado—;dicenqueelairedelmarnoesbuenoparalosneurasténicos.

—Pero¿sabe?,desdequeestamosaquí,encambio,mimaridoestámuytranquilo.Solo alguna crisis, cuando el tiempo es borrascoso. De lo contrario, siempre estátranquilo.Nohabla;noseinquieta,locomprendetodo.Durantelosprimerostiemposdelaenfermedad,lellevabaapaseoconmigo.Habíaenvejecidotanto,queparecíamipadre;ylagentequeencontrábamosnosmirabaconcompasión.Élfueelprimeroen

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advertirloynoquisosalirmásdecasa.Losmédicosquelevisitaronmeordenaronque le sacara,que lehicieracambiardeambiente.Hubiera tenidoquedejarle solo,porque parece que la cura para estas enfermedades es hacer olvidar al enfermo elambienteylaspersonasconlascualeshavivido;pero¿cómopodíadejarle?¿Dóndelehubierapodidollevar?

—Aunsanatorio.—¡Nunca!—protestóellaconterror—.Antesverlomuerto.Yasí,vinetambién

yo.En el pueblo no tengo a nadie, y ni siquiera la casa era nuestra. ¿Cómopodíaquedarmesolaallí?Teníayamiedodequedarmeconél.Miedo,sí.Dondevivimos,es como si fuera todo casa nuestra, familia nuestra. Todos saben nuestras cosas,nuestros quebraderos de cabeza, nuestras debilidades; y la opinión de quien nosconoce bien suele molestarnos, porque casi siempre es justa. Se está bajo tutela,controlado;entoncesvienelanecesidaddehuir,deserlibres.Libresdesufrir,sobretodo,deentregarnosanuestrodolorcomoaunvicio,sinserfrenadosnisiquieraporlacompasiónajena.

—Esverdad—dijoél,envozbaja.—Allí no tengo familia; pero todos se comportaban como viejos parientes.

Durante los primeros tiempos, no obstante, cuando ya no salíamos de casa, todospretendíanveramimarido,ylehablabancomosiestuvierabien,peroechándoleencara su enfermedad. Algunos le consultaban todavía como médico. Y todos seasombrabandequenopudieracurarseélmismo.Todosqueríandarmeconsejos.Losgranujillas, además, se plantaban delante de nuestras ventanas, esperando verle yoírlegritar.¡Diosmío,Diosmío!Elaladelterrormerozaba;meparecíaquetambiényomevolvíaloca.Teníalasventanascerradas,porqueasí loqueríaél,quesedabacuentade todo,y todavíaahora loquiere.Lasmujerucas le llamaban loco.Corríanmilrumoresatrocesyridículos:quesehabíavueltolocoporquehabíahechomoriraunoporequivocación,oacausadequeyolequeríaabandonarporqueeraviejoylehabía robado el dinero que tenía escondido en la pared. Pero le aburro a usted:perdóneme.¿Quiereenseñarmesujardín?

Selevantódeunsalto,sacudiólacabezacomoparaahuyentarlasombradelosrecuerdosyluegosepusoaandarrápidamenteporeljardín.

Fueradelcaminocentral,nohabíaotropaso.Sepodíaandarpordebajode losárbolesyde lasparras,por la tierraendurecida, recubiertademusgoen lospuntosmássombríos.

Cristianoacompañabaalamujerensilencio,másazaradoquenunca.Decuandoen cuando, semetía lasmanos en los bolsillos, buscando algo que no encontraba;luegosedeteníadebajodealgúnárbolymirabahaciaarriba,sinvernada.Ella,encambio, reconocía uno a uno los árboles, de los que decía el nombre tocando eltroncoyarrancandoalgunahoja;perolosmirabacontristeza,comoviejosconocidos

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queseencuentranporcasualidadynosrecuerdantiemposfelices.—Antes —dijo, recayendo a pesar suyo en sus recuerdos—, los árboles me

interesaban mucho. Verlos brotar, florecer, dar fruto, ¿no es maravilloso? ¿Y enotoño, cuando parece que enrojecen o palidecen por una enfermedad que lesconsume?Delantedemiventanahabíaunplátanoque ennoviembre sevolvía tanamarillo y rojo, que hasta por la noche parecía iluminado por el sol. Me daba laimpresión de un enamorado, con un amor sin esperanza, que le hacía morir, perocontento.

«¡Literatura!»,pensóCristiano;peronoseatrevióadecirlo.Tambiénporque,enelfondo,lamaneradehablardeaquellamujerlegustaba.

—También nosotros teníamos una vid —reanudó ella, rozando con su pálidamanolaparra—.Larodeabangrandesárboles.Laparraibadeuntroncoaotro,confestones pesados que parecían arcos esculpidos. Sí, he sentido mucho dejarla. Hepasadodebajodeellamiinfanciaysepuededecirquehecrecidoconella.Lahabíahechoplantarmipadre.Depequeña,pasabadíasenterosencaramadaenlosárboles,asombrándomedel sol.Ahora, laNaturaleza ya nome interesa.Cuandouno se hareplegado para mirar dentro de su alma, lo de fuera ya no interesa; todo esdescoloridoysimple,encomparaciónconloquesucededentrodenosotros.

Sedetuvodebajodelarobiniadelfondodeljardín;yseapoyócontrasutroncorecto,inclinandounpocolacabeza,comosienrealidadmiraraalgoquenoestabanidelantenialrededordeella.Sufiguraclararesaltabasobreelfondonegrodelseto,conelárbolencimacomounagransombrillaalistasverdes.

Cristianolaseguía,conlasmanosenlosbolsillos,deteniéndosesiellasedetenía,escuchándolaensilencio.Aveces,sereíaburlonamentedentrodesí,porloqueelladecía,yavecesdeseabahablarodecirlepalabrasdeconsuelo.

Finalmente,cobróánimos.—Esquellegaunmomento…—dijo,mirandotambiénalsuelo,comosiquisiera

ver loqueellaveía—,unmomentoenqueyanonos interesannisiquieranuestrascosasinteriores.

—¡Eso, no; eso, no!Eso solo puede suceder cuando se lleva lamuerte dentro,cuandoseesmuyviejo.

—Cuandosesufre,seenvejecepronto.Haydíasquesoncomodiezaños.—Esverdad.Peroaunquenosparezcaasí, no lo es en realidad.No se esviejo

hastaqueunoesviejodeverdad.Él seguía mirando al suelo; pero sentía que ella le miraba y le observaba, y

pensabaquesihubieralevantadolosojoshabríavistoasupropiaalma,comoenunespejo,enlosojosquelecontemplaban.

—Por otra parte —dijo, encogiéndose de hombros—, todos hablamos de lamismamanera,ycreemosquehemossufridomásquelosotros,mientrasqueeldolor

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esigualparatodos,monótonocomoelamor.Lamujernoprotestó, pero tampocoaprobó;parecíahabervuelto a caer en sus

pensamientosyquedeverdadnadaexterior,nisiquieralaspalabrasdeCristiano,leinteresara.

Volvieron hasta la casita. Tranquilizado por la indiferencia de ella, pero sobretodoporlasuyapropia,lainvitóaentrar.

Y ella entró, sin recelo; al contrario, con una simplicidad casi ostentosa,preocupándosesolodeacariciaralgatoquedormitabaalbordedelamesa.

«Nomiraparanomortificarme»,pensóCristiano.Peroélnosemortificaba;no,noteníavergüenzadesucasapobre.Sololeparecíaquelamujercontemplabaconcompasióneltapetedehule.

Ella,encambio,leenvidiabaelgato.—¡Québonitoes!Pareceunarmiño.¡Quégustodatocarlo!Nosotrosnopodemos

tener gato, porque el perro los mata a todos, no por crueldad, sino por celos. Heintentadoenseñarleunoapenasnacido,conlosojostodavíacerrados.Leacogióconmásferocidadquealosdemás.

—Pero,siéntese,señora…Éltodavíanosabíasunombre.—Sarina—dijoellacondulzura;ysesentójuntoalamesa,conlamanosobreel

lomoarqueadodelgato,sindejardehablardesuperro.

***

Tantoque,alirseella,loquemásinquietanteleparecióaCristianoeraelpeligroquecorría el gato. Le tranquilizaba el pensamiento de que el can estaba atado; pero,algunasmañanasdespués, loviodenuevo,aunquenoencasaestavez,puesahorateníalacancelasiemprecerrada.

Sehabíabañadoenelmaryestabatumbadoenlaarena,detrásdeungrupodejuncosmarinos.

Másalládeestejuncal,queondulabaalvientolevecomouncampodetrigo,seveía,negrosobreelhorizontelila,ungrupodeescollos.Pequeñasolasespumeantesle asaltaban sin tregua; pero dulces blandas como manadas de conejos,introduciéndoserápidaspor todarendija,dedondehuíanenseguida,espantadasporalgo que había allí dentro; y, al encontrarse con las olas que llegaban, intentabanhacerlas retroceder. Pero también estas proseguían su carrera hacia los escollos,repitiendoelmismoasaltoylamismafuga.Eraunjuegocontinuo,igual,armoniosoen su monótono movimiento de desorden; y el hombre experimentaba placer almirarle,hundidoenlaarenacaliente,enlaquesumergíalasmanosconlasensacióndetocaralgovivo,comounacarnetantiernaquesedeshicieraentrelosdedos.

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Para aumentar esta sensación de serena voluptuosidad, el sol y el aire lepenetrabanporcadaporo,proporcionándolecomounaembriaguezdeéter;pero,derepente,elperrosaltóasualrededoryrompióaquelvelodeensueño.

Selevantóasustado;luego,enseguida,volvióatumbarse,bocaabajo,conlacaracontra la arena y los ojos cerrados, como hacen los niños para esconderse. Anteshubiera querido enterrarse vivo que mostrarse así, desnudo, a la mujer que seacercaba.

Seacercabablancaentreeloroyelazuldelaplaya,yélteníalaimpresióndequepronto estaría delante de él, alta hasta el cielo, con su perro feroz dispuesto adestrozarlo.

El corazón le latía contra la arena, de cólera, pero también por una oscuraturbaciónsemejantealmiedo.Oíalavozdelamujerqueparecíaincitaralperroalacarrera,alacaza,perocadavezmáslejana.Elsusurroentrelasmatashabíacesado.Entonces volvió a levantar la cabeza, con cautela; y vio que el perro nadaba,moviendolacabezaaflordeagua.Sudueña,quietaenlaorilla,leincitabaaalejarse,yluegolellamaba,hastaqueelanimalsaltó,pesadoybrillantedeagua,alaarena,yellaechóacorrerparaanimarle.Eraágilcomounaniña.

La esperanza de que ella se fuera exasperó en el hombre el placer de verla:«Porque, sí,Cristiano,es inútilnegarlo; túexperimentasplaceralverla,yel temorquetienesaqueteveanoesotracosaquemiedodecausarlemalaimpresión».

Peroellanosefue.Despuésdecorrerconelperro,setumbótambiénenlaarena,conelanimalallado;ylosdosparecieronamodorrarse.

Durante algún tiempo permanecieron así, inmóviles, perdidos en la luz, en laserenidadde laplaya;ypocoapocoCristianosecalmó,cernió losojosyvolvióahundirlasmanosenlaarena.

Poco a poco… Hasta con los ojos cerrados veía a la mujer tendida sobre susombranegra,conelvestidodeslumbrante,queparecíadeshacerseenlaluz.

Pocoapoco…Elcorazónseletranquilizaba.Nointentóyaesconderse.Ellanolebuscaba,noleveía,tanpróximay,sinembargo,tanlejana,quietacomolaluzdelsol,comolanubeblancaqueflorecíaenellímitedelmar.

Pocoapoco,elsoporvoluptuoso,interrumpidoporlallegadadelperro,volvíaaapoderarsedeél.Leparecíaqueteníaquepasartodalavidaasí,suspendidoentreelcieloy la tierra, tambiénél,comola luz,comolanube.Elmundoestabahechodesilencio,dedulzura,habitadosolamenteporél,porlamujeryporelperro.

Luegoseestremeció,conuntemblorcálidosemejantealquesacudíalosjuncos.Seestremecía;y,sinembargo,elsoporsehacíamásprofundo.Luego…¿Esunsueñoorealmentelamujersehalevantadoyseleacerca,conelvestidorecamadoporlasombradelosjuncos?

Seacerca, se inclina, leechaarenapor laespalda…Y laarena lluevesobreél,

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comounaguatibia,másdulcequeelcalordelsol,dulcecomolamismacarnedelamujer.

Sedespertósobresaltado.Vioqueellasehabíalevantadoenrealidadysesacudíadelvestidolaarenaluminosa;ycerródenuevolosojosconlaesperanzadequeelsueñoseconvirtieraenrealidad.

Peroenseguidaexperimentóunasensacióndeterror;leentrarondeseosdegritar,de darse puñetazos. No, no; no quería recaer en las tristes ilusiones que corroeninútilmentelavida.

Porfortuna,lamujersefue,sinverlosiquiera;yélrespiróalvolverseaencontrarsolo;mássoloquenunca.

***

Aquelaño,elotoñocomenzómuypronto.Unseptiembre lluvioso,y frío seguíaalagosto turbio de huracanes. La vegetación presentía ya la vejez; pero en las horasserenasparecíarebelarseaquetodoestuvieraterminadoysecoloreabadeoroyderojo,coloresquealojoquemiraynoseengañaparecenbien ficticiosyexteriores.Caeunahojaquesemejaestarteñidadesolyque,alcaer,tienelairidiscenciadelamariposa;peroencuantollegaalsuelo,seconfundeconlasombra,yamuerta.

Habastadosususurroparasacudir todoelárbol,queempiezaa lamentarse.Deárbolenárbol,ellamentoseextiende;todoelhuertoestáagitado,ysediríaquenoeselvientoquienloagita,sinounafuerzainterior,unaangustiamezcladaconrebeldía.¡Abajotodaslashojas!Esinútiltenerlascuandoyanoformanpartevivadelarama;yconlashojascaetambiénalgúnfruto.Lapiñaseabreylospiñonessedesprendenycaen, como los dientes de la boca de un viejo.Las ramasmás altas, con las hojastodavía verdes, luchan con una lucha ligera; unas dicen que sí; otras, que no; lasprimeras se baten con las segundas para despojarse lo más rápidamente posible,azotándolasconcrueldad.Luego,todovuelveatranquilizarse,enuncansanciodulce,resignado.

Perocuandoelvelodelcrepúsculolocubretodo,ellamentorecomienzaydalaimpresióndequeenverdadlaNaturalezaestáenfermaynopuedasoportarmássudolorensilencio.

Cristiano no era supersticioso; pero tenía ideas fijas. Ahora es esta: que latranquilidadylaquietuddealrededorseaalteradaporlapresenciadeloshabitantesde la casita blanca. Nunca el otoño ha sido tan precoz ni agitado. Algunosatardeceres, hasta él se siente arrastrado por esa desesperación; tanto, que tienenecesidad de salir, de vagar por su huerto y demezclar su inquietud con la de laNaturaleza.Ysesobresaltasilerozaalgunahojaquecae;sedetienejuntoalsetoyaguza el oído para escuchar los ladridos del perro; va hacia la cancela, porque le

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parecequehayalguiendetrás,quenoseatreveallamarparaqueleabran…Losdemásañosnoeraasí:nadaturbabasusoledad.A veces experimentaba un sordo rencor contra sus vecinos; y, sin embargo,

duranteaquellos interminablesatardeceres,unadesusadanecesidaddevolver avergentevivaleempujabahacialacasita.

Unatardecerdevientofueasacaraguadelpozo.Unavezallí,sequedómirandolas ventanas cerradas, sin luz; y tuvo de nuevo la impresión de que la casa estabadeshabitada.

El viento era tan fuerte que le golpeaba la pierna con el cubo, y se le llevó elsombrero,quesalióvolando,rodóyfue,misteriosamente,adarcontralapuertadelacasa.Sí,algomisteriosoparecíaobligarletambiénaélairhastaaquellapuerta.

Elrumor,aunqueleve,desuspasosdespertólosladridosdelperro.Unaventanaseentreabrió,yunavozpreguntóquiénhabía.Éltuvoquecontestar.

Le abrió lamujer gorda de bigotes, que cerró enseguida la puerta, saludándolafamiliarmente.

—¡No tiene miedo de la oscuridad y del viento! Pase, pase. La señora saleinmediatamente.

***

Ydenuevosesintiócomocogidoenunared,enelsaloncitodondelosmueblesdejunco,lamesitalacada,lascortinassutiles,teníanuntemblorglacial.

Fuera,elvientotronabacomoelmarborrascoso.Cristiano pensaba en el fuego que había dejado encendido en su chimenea: se

estabamejorensucasa.PeroheaquíalaseñoraSarina,tambiénellavisiblementecontentadeveraunser

vivienteenaquellasoledad.Yletiendesumano;ysumanoestácaliente.Este contacto y el rojo vivo de la chaqueta que ella llevaba, le dieron una

sensacióndecalorydeluz.—¡Québuenohasidoustedenvenir!Perovamosallá;hayfuego.Sí, también había fuego en aquella casa que desde fuera parecía muerta. Una

chimeneagrandeenunahabitaciónpequeña,unalámparasobreunamesa,comoensucasa;y,bajolalámpara,unlibroabierto:comoensucasa.

Cristianoloveíatodorojo;yahorateníaexcesivocalor,ymiedodelfuego,delahabitacióndemasiadopequeñaycompletamentecerrada,de la chimeneaenexcesogrande,queincendiabatodaunapared.

—No tengo frío —dijo bruscamente, retrocediendo hacia la puerta—. Habíasalido a sacar agua y el viento seme ha llevado el sombrero hasta su puerta. Noquieromolestarle.

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—Nomemolesta,alcontrario;esunplacer.Estabaleyendo.Ahoramimaridoseencuentramejor;estátranquilo.Conelfrío,siempreseponemejor.

Le señaló una silla junto a la mesa; y le miró un poco curiosa, un pocomortificada por su exagerada timidez; y él comprendió que ella tomaba por unaexcusalodelsombrero.

—Tengoqueirme.Estarde.—¿Talvezvaalpueblo?—lepreguntóella,burlándoseunpoco.Entoncesélse

sentó,ofendidoycontento,auntiempomismo.

***

Noseacordababiendequéhabíanhablado,mejordicho,discutido,aquellanoche,alvolverasucasa,bajoelviento,conelcántaroyelcubo,fríos,deloscualessehabíaacordadoderepente,comosileestuvieranesperandofuera,sufriendo.

¿De qué se puede discutir en un desierto, cuando dos personas se conocenapenas?

Y,sinembargo,élteníalacabezaconfusa;ylasmanosylacaratancalientes,queelvientoyelfríodelcántaroydelcuboleproporcionabanplacer.

Hastaenundesierto,yentredospersonasquenoseconocen,sepuedehablarydiscutir:deltiempo,delaguerra,deDios,delbienydelmal,decosaspasadas…

La mujer no se hacía rogar para contar sus cosas pasadas; es más: hablabademasiadodeellas,evitandohablardelpresenteydelporvenir.

¡Elporvenir!Él,encambio,renovadaelaguaycubiertoelfuego,cuandoestuvoen su cama fría, que de repente se calentó, empezó a pensar en el porvenir. ¿Quésucederámañana?

Serevolvióbajolassábanasquelepesaban;ysonriócomohabíavistosonreíraSarina (él ya la llamaba solo por su nombre) cuando se burlaba un poco de él.También él se mofaba de sí mismo. ¿Qué sucederá mañana? «Nada que no hayaocurrido hoy, Cristiano. Volverás a salir de tu casa en compañía de tus sueños; yregresarásencompañíadelviento».

***

AldíasiguientefueGhiana.Peroellanoseburlabadeél;alcontrario,teníalacarasombría,conunaexpresiónmáscansadaydolientequedecostumbre,yalgofríoyhostilenlosojos.

Yélexperimentóunsentimientonuevohaciaella,comounasensacióndemiedo;pero también de esperanza de que ella le ayudara con sus celos, con su control, asalvarsedelpeligrodelaotra.Inclusointentóbromear.

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—¿Nohavueltoamandardinerotumarido,queestástanseria?—Mimaridoestaráaquídentrodeunosdías.Haescritodiciendoquesalíauna

semanadespués;ylacartallegóayer.«Queridamujer—dice—:Prepárameunjerseyde lana, porque aquí me he acostumbrado al calor, y aquí hace calor hasta eninvierno».Eldinero lo traeél, sí—añadió tristemente, contando loshuevosdentrodelcanastoquehabíadejadosobrelamesa—.Losiento—repitiólevantandolosojosparamirarlealacara—;peronopodrévenirya.Peroahorayanotienenecesidaddemí.Allíhayelhombrequevigilaalenfermoylacriadapuedeiralpueblosiemprequeustedquieraabuscarlascosas.Tambiénlopuedehacerparausted.

—¡Yonotengonecesidaddenadie!Túpodíashaberdejadodevenirhoy.Ghianaparecióenseguidaarrepentirsedehaberleirritado.Lentamenteseparólas

manos del canasto; y, vacilando, las puso sobre los hombros de Cristiano. Y lemiraba,lemiraba,asustada,todatemblorosapormiedoaqueéllarechazara.

—Lo sé, sí, que va allí… por la noche… y conversa con la señora. El perro,ahora,lereconoce.¡Hastadelperroesamigo!…Yantesgritaba:«¡Sivienenvecinos,quieroirme!».

—¿Yatiquéteimporta?—legritóaélalacara,cogiéndolaporlasmuñecas.Sucóleradiovaloralamujer.—Ustedesmuydueñodeiradondequiera…peroeramejornoir.Eramejorque

noviniera.Unloconoesunbuenvecino…yusted,yusted,siquierevenderlacasa,eldinerolotenemos.Laviejacomprahastalosmuebles,siquiere.Ledijequeeranmuybonitos,conestearmarioyestetapete.

—Estetapete,sitegusta,teloregalo.Llévatelo;perohazmeelfavordedejarmeenpaz.¿Otienescelos,acaso?

La dejó para levantar la lámpara y doblar el tapete; pero no acabó de quitarlo,porqueGhianaseloimpedíaconsusmanostemblorosas.

Con la cara pálida, levantada, los ojos suplicantes y enemigos a un tiempo,tambiénellasepusoagritar.

—Ysiestuvieracelosa,¿notengoderecho?¿Hevenidopordineroacaso?—Pero¿quétepasaporlacabeza?—dijoél,exasperado.—Nadamepasaporlacabeza;peromemolesta,sí,quevayaallí.Yo,paramí,no

quieronada.¿Lehapedidonuncanadayo?Mehadadounanillo;aquí lo tiene—dijo, sacándolo de la faltriquera—, y yo lo he aceptado como señal de fe.Aquí lotiene.

Lodejósobrelamesayprosiguió:—Siustedmehubieradicho:«Ghiana,venconmigoalfindelmundoparasermi

criada», yohabría ido con los ojos cerrados.Solopara ser su criada, sin pretendernada.

Élvolvíaaponereltapetepensandoque,despuésdetodo,queríasacarloporque

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esperabaotravisitayteníayaeldeseodearreglarconunpocomásdegustosupobrecasa.

—Ghiana—dijoconvoztranquila—:vuelveacogereseanilloydéjameenpaz.Yoséqueeresunabuenachicayteestoymuyagradecidopertodo.Mehascuidado;túsolamehasvenidoavercuandohastaDiosmehabíaabandonado.Túpuedesveniraquísiemprequequieras.Yo,aveces,puedoenfadarmeyhastamaltratarte;peroenel fondo tequiero.Si túhubieras estado libre… talvez…Peronoeres libre.Yyasabes,losabesperfectamente,quesiestoyaquíesporquequierovivirtranquilo.

—Sí, lo sé —murmuró ella, en un soplo de voz que le estremeció. La miróarrugando la frente;peronoquisoni siquieraprofundizar su sospecha.No; ellanopodíaconocersupasado.

—Cogeeseanilloyvete.¡Oh!,¿quéhacesahora?LeparecíaqueGhianalloraba;peroellanohacíaotracosaquecogerdespacioel

anillo,sinmirarlo,conlacabezainclinadasobreelpecho.Ynoseiba.Entoncesél tuvolasensacióndealgooscuro,dealgoamenazador.Sudolorera

demasiadoduroparaserprovocadosolamenteporloscelos.¿Quémáspasaba,pues?—¿Quémáshay,Ghiana?—Haymás—dijoellasinlevantarlacabeza—.Elviejosospecha.Esélquienno

quiere que vuelva aquí. Tal vez la vieja quisiera; le basta con que venda bien lascosas;peroélno.Loshombressabenmejorlascosasquelasmujeres.

—¿Yquépuedesaberelviejo?—Esque…esque…—dijoellaretrocediendoalgunospasosydoblándose,como

sitemieraqueél,aloírsuspalabras,lepegara—meparecequeestoyencinta.Entonceséltambiéndiounpasohaciaatrás,moviendolosbrazoseinclinándose

haciadelante,comosifueraacaerse.

***

De nuevo intentó aislarse, más completamente aún, si era posible. La noticia queGhianalehabíadadoleexasperaba;pensabaquepodíaserfalsaoquelacampesina,por celos o por simple astucia, le atribuyera una paternidad no suya; pero, en elfondo,laconciencianoleengañaba.No,lanoticiaeraverdad;yélsepreguntabaquépodíahacer.

Ghiana se había ido sin decirle nadamás, sin volver, y todo esto le poníamásintranquiloyperplejo.

Yavolvíanlosdisgustosdelavida,lascosashorriblesyviles,lasmentirasporlascualessehabíaalejadodelacomunidaddeloshombres.Lavidaleperseguíahastaelextremodelatierra.

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Esperó el retorno deGhiana con una especie demiedo nervioso. Él no queríasustraerseasuresponsabilidad,peronosabíacómo,yqueríaquelamismamujerselosugiriera.Erabastantelistaparapensarlo;peroloquemásleheríaeradarsecuentadequeunacosatangrande,quetanapasionadamenteotrasveceslehabíainteresado,ahoraleirritaba,lehumillaba.

Además, temía la llegada del marido de Ghiana. Solo Dios sabía qué podíasuceder;hastaunatragedia.Peropasarontresdías,pasóunasemanaynadievenía;ytampoco él volvió a ir a casa de sus vecinos. El rencor contra toda laHumanidadvolvíaahacerpresaenél.

LafaltadelascosasnecesariasqueGhianasolíallevarle,aumentabasutristeza.Teníaqueirconmásfrecuenciaalpuebloparaproveersedetodo;yundíaadvirtióquesuvecinaleespiabadesdelaventana.Entoncesdiounlargorodeoparanovolverapasarporelprado.

También para buscar el agua prefería caminar, y la cogía de una fuente, lejos,antesquedejarseverjuntoalpozo.

Mientrastanto, llegabadeverdadelotoño,consusinterminablesdíasdelluvia.Eljardínestabacubiertodehojaspodridas,invadidoporranasqueseconfundíanconaquéllas. La arena parecía tabaco; el viento ululaba continuamente; y monstruos,elefantes, grandes pájaros siniestros, caballos salvajes de nubes se asomabanincesantementealseto.

Alcaerlatarde,élseencerrabaencasa,encendíalalámparayleíalosperiódicosviejos de una semana.; y hasta dentro de las páginas impresas solo había ruido demuertos,resplandordesangre,noticiasdeodio.Enelmundoreinabaeldolor.

Algoqueno le ocurría desdehacía años; sentía ganasde llorar.Analizaba estedeseo;pensabaqueeraefectodeladebilidad,porquehacíaunosdíascomíamal,yseburlabade símismo.«Hayquecomerbien,Cristiano,y tener fuerteel cuerpo,delque el alma es solounamiserable criada».Pero, con todo esto, seguía el deseodellorar.YpensabaenGhiana, tanhumildey comprensiva, y leparecíaquererla.Talvezporquenohabíavuelto.

Perocomoteníanecesidaddeestarsiempreirritado,suirritaciónsedirigíacontralavecina.Hacíadíasydíasquenoleveíaynisiquierasepreocupabademandaraalguien para preguntar por él. Podía estar enfermo, podía morirse; a nadie leimportabanada.

Leasaltóundeseopuerildeponerseenfermodeverdad,demorir abandonado.¿Paraquéseguirasí?Lapruebadevivirsolohabíafracasado.Sentíaenelfondodelalmalanecesidaddecompañía,deamor.Todavíaestabavivo;ylasoledadesmuerte.

Yvolvió a esperar aGhiana, con el propósito de ir a buscarla si no regresaba.Sololereteníaelmiedodeperjudicarla,fomentandolassospechasdesussuegros.

Unatarde,ahoraavanzada,leparecióquealguienlellamabadesdeelotrolado

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del seto. El viento quebraba la voz desconocida, y parecía que desperdigase lospedazosporelaire.Ylavozrepetíasolosunombre:Cristiano,peropronunciadodeuna manera extraña, pronunciado por una persona que lo conocía solamente porhabérselooídodecir aotros.Cristiano,Cristiano.Por tresveces lehabían llamado.Erarealmentesunombre.

Experimentóunvagomiedo.Noerasupersticioso;peroaquellavoznoleparecíahumana.

Pensóenlossuegrosdelacampesina,enelmarido,queyadebíahabervueltodeAustralia.

—¡Cristiano!Noqueríatenermiedo,ysalió.Eraunanochedenubesamarillas,devientotibio.Caíanlasúltimashojas,lasmás

pesadas,revoloteandoenelairecomomurciélagos.Cuandosalió,lavozsehabíacallado.Seacercóalseto,haciaelpuntodedonde

le parecía que provenía; y preguntó quién era. Ninguna respuesta; pero oyódistintamenteunsusurroquenoeracausadoporelviento;unsusurrocomodeunabestiaágilqueselevantabadeentrelasmatasyhuyerarápidamente.

Enseguidaresonaronlosladridosdelperroyotrasvoces,perolejanas.FinalmentedistinguióladeSarinaquellamaba,gritando:

—Giorgio,Giorgio,¿dóndeestás?Elgritoansiosollenabalanochedeterror.Saliócorriendodeljardín;atravesóelsendero,llegóalprado.Elcorazónledecía

ya lo que debía haber sucedido; y cuando en la penumbra amarillenta vio algunasfiguras negras que corrían como fantasmas al viento, buscando algo que noencontraban,éltambiénsepusoabuscar,volviendoaacercarseasuseto.

Unadelasfigurasllevabaunalinternaenlamanoydirigíasusrayosadiversospuntos,corriendoprecisamentea lo largodelseto;perosolo iluminaba losespinos,lasmatas,laspiedras.

—¡Señora,señora!—gritóCristianoparaadvertirledesupresencia.Entonces varios gritos se cruzaron en el aire, mientras hasta las hojas secas

corríanporlahierbadelprado,comoatacadasporlaangustiacomún.LavozdeSarinadecía:—Mimaridohasalidodecasa.Sehaescapado.Estamosbuscándolo.—¡Elpozo!¿Hanmiradoenelpozo?—Sí;noestá.—Hacepocoheoídoquemellamaban.—¿Quelellamaban?¿Dónde?—Detrásdelseto.—¿Dónde?¿Dónde?

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La mujer corría a su encuentro, con el vestido y los cabellos agitados por elviento,mientraslacriadagritaba:

—Yo creo que ha ido hacia el mar. He visto una sombra blanca correr por elsendero…

—¿Yelperro?¿Porquénodesatanelperro?—No,no;podríaasustarle.Losladridosdelperro,quecubríancualquierotrorumor,eranbastantesiniestros.—Franco,malditosea:¿porquénovahaciaelmar?—repetíalacriada,corriendo

detrásdelhombredelalinterna.Pero el hombre de la linterna, silencioso, se obstinaba en buscar a lo largo del

seto,explorandocadamata;yenlugardeirhaciaelmar,sedirigíahaciaelbrezal.—Sí—dijoCristianoalamujer,queestabacasiagarradaaélcondesesperación

convulsa—,heoídoquemellamabanporminombre.Corro,preguntoquiénes,perooigosolounsusurro…unospasosquehuyen.Aquí,enlaesquinadelseto.Tambiényocreoqueestáescondidoentrelasmatas.Yoleaconsejaríaquedesataraalperro.

Fueronadesataralperro,yellaseinclinóparaacariciarlelacabeza,diciéndolealgoenvozbaja.Elperrotemblaba.Seirguió,comosiquisieraabrazarla,lelamiólasmanos;yluegosaliócorriendosilenciosamentehaciaelmar.

Lavozdelamujervolvióasonar,desolada,ytodoscorrieron,comotrasgosenlanochepálidayangustiosa.

Ella contaba, fragmentariamente, cómo se había escapado el enfermo. Se locontabaaCristiano;peroparecíaqueselogritaraalascosasdealrededor,yelrumordelvientoydelasolas,amedidaqueseacercabanalmar,acompañabasuvoz.

—Lehabíadejadoamodorrado.Elhombrequeduermeensumismahabitaciónsepreparaba la cama. ¡Yo estaba tan segura de él! Un hombre serio, casi viejo, conmujer e hijos. ¡Me parecía tan fiel y seguro!… Pero desde hacía unos días habíaobservadoqueestabacondemasiadogustoconmicriada…Yomehabíametidoyaen cama, cuandome pareció oír que la puerta se abría…Me quedo unmomentoescuchando: silencio. Luego, el perro ladra. Entonces corro a ver: y encuentro lacamadeGiorgiovacía,lapuertadeabajoabierta…Soloamisgritos,elhombresaledelacocina,adondehabíaidoaveralacriada.

Decuandoencuandoseinterrumpíapararepetirsugritoangustioso:—¡Giorgio!¡Giorgio!Elvientoselellevabalaspalabrasdelabocayparecíaquejugaraconellas.Cuando llegaron al fondo del sendero, ella no vaciló en salir corriendo por el

arenal,haciaelgrisagitadodelasolas.—¡Ay,ay,sinoloencontramos!—gritaba—.¡Metiroyotambiénalmar!Cristiano se apresuró a alcanzarla para impedirle ejecutar su funesto propósito,

pero ella corría delante, huyendo, con una velocidad fantástica, tanta, que a él la

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parecíasoñar,yquesevolvíatambiénloco.Sentíaquelaarenacedíaasuspies,mientraselvientoleasaltabaconoleadasde

humedadhiriente;yteníalaimpresióndequeyahabíaentradoenelaguaparaseguirlafiguradelamujerquenadabaenlasombragris,delantedeél.

Derepente,unaespeciedemurolesdetuvo,primeroaella,luegoaél:elmar.Yelmugidodelasolasparecíaburlarsesombríamentedesuangustia,desuvana

búsqueda,cuandodesdelejosllegó,conelviento,unapalabradeconsuelo.—¡Señora!¡Señora!—Es la voz del enfermero. Debe de haberlo encontrado. También el perro ha

regresadoacasa—dijoella,volviendoatrásconunacarreratanrápida,queCristianosintióquesuvestidolerozabacomounala.

Elperrosalióasuencuentro,lamiódenuevolamanodelamujer;yluegoechóacorrer,precediéndoles,haciaunextrañogrupoformadoporelhombredelalinterna,quearrastrabaaotro,vestidodeblanco,delgadoypequeñocomounmuchacho.

Laluzdelalinternalesabríacaminoatravésdelahierbagrisdelprado.Enunvuelolamujerestuvojuntoalosdoshombres.Pasóelbrazodesumarido

debajo del suyo y le acarició lamano, tímidamente,murmurándole alguna palabradulce,comosisedirigieraaunsonámbuloytuvieramiedodedespertarlo.

—Pero¿porquélohashecho,Giorgio?¡Quédisgustonoshasdado!Elhombreparecíarealmenteunsonámbulo,consucamisón,losojoscerrados,la

cara blanca y dura como elmármol. Solo los dientes le temblaban baje los labiosapretados.

Cristiano sepusoal ladode lamujer,ofreciéndole silenciosamenteayuda;peroellalerechazóconlamano,haciéndoleseñadequesequedaraatrás,yélseretiró,mortificado. Luego, cuando hubieron entrado en la casa, y los otros subíanlentamentelaescalera,élsequedóenlaentrada,preguntándosequédeberíahacer.

Cerrólapuerta,cambiódesitiolalinternaquelacriadahabíacogidodemanosdelenfermeroydejadoenunescalón;finalmente,cobróvalorysubiótambiénél,depuntillas,perosinpasardelrellano.

Leparecíaserunintruso,uncuriosoqueestuvieraallíespiandolascosasdelosvecinos,sinqueleinteresarandemasiado.

Atravésdelaspuertasabiertas,veíalashabitacionesiluminadas,conlascamasdeshechas y las sábanas por el suelo. En la de la derecha, lamás grande, las dosmujeresyelenfermeroseafanabanpormeterdenuevoenlacamaalenfermo.Antesdehuir, el infelizhabía tenido tiempodeponerse loszapatos—señaldequehabíaestadodurantemuchotiemposolo—,ylamujerahoraselosquitaba,conteniendosuindignacióncontraelenfermero.Pero losojos lebrillabanyunaexpresióndegranenergíaleendurecíalabarbilla.

Cuandoelenfermoestuvoenlacama,bientapado,ellaintrodujolamanoenlas

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sábanas,letocólospiesyledijoalacriada:—Estáhelado.Hayquecalentaraguayponerlebotellasalrededordelcuerpo.Lacriadabajóenseguida,yalpasarjuntoaCristianoledijoenvozbaja:—Entre.Tengomiedodequelaseñorahagacualquiertontería.Élfuehastalapuerta;yvioenefectoaSarinaqueponíaenordenlahabitacióny

mirabaenojadaalenfermeroquepreparabaalgodentrodeunataza,sobrelacómoda.Alverlo,ellaparecióacordarsedeélyexperimentarunalivioporsupresencia.

—Pero¿porquénoentra?—ledijo—.Esmás,sinolemolesta,leruegoquesequede un momento. Siéntese, aquí, en la otomana. Y usted, Franco, venga abajoconmigo.Tengoquehablarle.

Cristiano obedeció, silencioso. Y enseguida vio al enfermero que se volvía,rígido,conlacarapálidaydura,conairedequererdiscutir;perolamujerestabayaenelrellanoylehacíaseñasdequelasiguiera,dequenohablaraparanomolestaralenfermo. El hombre vaciló un momento; luego, la siguió, meneando la cabeza ymoviendolosojos,conunamiradadespectivayamenazadora.

EntoncesCristianomiróasualrededor.Despuésdetantainquietudteníaganasdereír. Una vez más pensó en los extraños juegos de la vida. No solo había sidoadmitido en la habitación misteriosa, sino que además le habían encargado quemontara la guardia. A decir verdad, la habitación misteriosa es como tantas otrashabitacionescorrientes,conlasparedescubiertasdepapelatirasblancasyplateadas,conaquellaotomanatransformableencama,conlacómodacubiertaconunatoallayencimaunaseriedefrasquitosmediadosdemedicinasoscuras.

Sololaventanasincortinastienealgodeinsólito,condosanillasdehierroenlasjambasyunacadenadeladoalado,cerradaconuncandado.Cierremássólidoquelarejadetinacárcelyque,sinembargo,nohaimpedidolafugadelenfermo.¡Juegosdelavida!

Por otra parte, el fugitivo está ahora de nuevo en su cama, cubierto hasta lacabeza,ynosemueve.Parecequeduermetranquilo,olvidadoyadesuaventura.

Cristianonosabeapartarlosojosdeaquelcuerpoinerte,tandelgado,queapenassisedibujadebajodelassábanas;ypocoapocolevenceeldeseodeiraverledesdemás cerca, de descubrirle la cara, de preguntarle si ha sido él quien le ha llamadodesdeelotroladodelsetoycómohasabidosunombre.

Perolacriadavolvía,ynosemovió.Lamujer se arrodilló delante de la camapara colocarmejor, a los pies y a los

costadosdesuamo,lasbotellasdeaguacaliente;luegolevantóunpocolassábanasparamirarle,cautelosamente,conternura,comosecontemplaaunniñoqueduerme;finalmenteletapóbienybesólasábanadondeestabalamanodelenfermo.

Cuandoselevantóteníalosojosbrillantesdelágrimas,yvacilante,turbada,fueasentarseenlaotomana,enlaesquinaopuestadedondeestabasentadoCristiano.

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—Leecha…—murmuró,inclinándoseunpocohaciaél—.Lehallamadoabajopara que no la oyeran.Es inflexible.Es así: buena, pero dura con quien falta a sudeber…

AnimadaporelsilenciodeCristianoseleacercóparaproseguirsusconfidencias.—Laculpanoesmía.Ellamismadicequelaculpaessuya,pornohaberestado

atenta,ydiceque,deahoraenadelante,dormiráellaaquíparavelarmejoralseñor.Cristiano lamirabaycallaba,veíasusgrandespies,suspiernasgordasycortas

dibujadasbajolateladelafaldaestrecha,lasmanosrojasapoyadassobresuvientreredondo, y hubiera querido acercarse a ella; pero el hierro de la otomana se loimpedía.

Ellaesperóenvanoalgunapalabradeél;luegosuspiróyreanudóporsucuenta:—Buena,peronoperdona.Ellanocometefaltas,peronoquiereque losdemás

las hagan.Por otra parte, el señor no es la primera vez que se escapa.Siempre haintentadohuir.Durante losprimerosdíasdelaenfermedad, loencontramosencasadelviñador,bocaabajo,dentrodeunatinaja,dondesehabíaechadocreyendoqueeraunpozo.

Cristianoparecíanoexperimentarningúnplaceralrecibir lasconfidenciasdelacriada.

—¿Noleharáningúndañoaquelhombreasuseñora?Meparecequeoigogritar—dijoenvozbaja,parainterrumpirla.

—No,noleharánada.Esunidiotaqueseguramenteseiráenseguida.Yyaverácómonosquedaremos solosotravez, enestaTebaida.La señoranoquerráningúnotrohombreencasa.Ylejuroqueyonotengolaculpa.Eseseidiotadescarado,quevenía a la cocina. ¡La soledad!… —añadió, con una breve carcajada, débil, quetemblóenelsilenciocomounresplandorluminoso—.Mientrasseestávivosetienenecesidaddehablar.Yaquí acabaremoshablandoanuestras sombras.Amínomeimporta,perolosientoporlaseñora,queacabaráenfermandotambién.

—¿Hacemuchotiempoqueestáasuservicio?—lepreguntóélfinalmente.Y como la mujer le contestó que desde hacía cuarenta años, él se volvió

bruscamente para mirarla, por lo fresca y lozana que estaba todavía. Ella sonrióhalagada,contestandoconprontitudasumiradaconotrallenadeofrecimiento.

—¡Sí,señor!Heentradoasuserviciodeniñaparacuidar,omejor,paraespantarlas moscas de la cuna de la hermanita pequeña del doctor. De este —añadióseñalandoalenfermo—,nodelpadredelaseñora.Erandocehijos,Dioslesguarde,todos vivos.Diez hembras y dos varones.Todos pequeños; se puede decir que lasdiezhembras eran como losdiezdedosde lamano.Y, sin embargo, lospadresnoestabancontentos,noeranfelices.Elpadrelesqueríatodosalamesacuandovolvíadelcampo(erauncampesinocomonosotros),y¡aysilamujersequejaba!Noqueríaoír lamentos de ninguna clase. También lamujer era una persona alegre, por otra

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parte.Eldomingoporlamañanasellevabalasdiezniñasalaiglesia,todasvestidasdeblanco.Parecíaunaprocesióndeniñasquehicieran laprimeracomunión, todashermosascomopalomas.Peroellaestabaestropeada,chupadaportodaaquellaprole;ymurióprontodeunaenfermedad,Diosnoslibre,parecidaaladelseñor.Desvariabacomo si tuviera cien años.De losdos chicos, unoha estudiado,y es este.Durantemucho tiempo estuvo de médico titular en nuestro pueblo; pero luego le entró lamaníadecambiar.Sehabíapeleadoconelhermanoyloscuñados,ynoqueríavivircon ellos. Cuando se trató de marcharse, me dijo: «¿Quieres venir conmigo?».«Vamos»,ledijeyo.Yconélheestadosiempre,hastadespuésdecasado.Peronoeraunhombreparacasarseél:eraunhombreparadejarlesoloensuhabitación,consuslibros,sinotrospensamientos.Encambio,paraganardinero,letocabalevantarsedenoche,aunquefuerainvierno,eirlejos,alasalquerías,alasmajadas.No,noqueríaalagente;y,sinembargo,sialgunoselemoríateníamuchosescrúpulos,pormiedoano haberlo sabido curar. Era ya viejo cuando se casó con la señora—prosiguió lacriada,advirtiendoqueelhombrelaescuchabaahoracongusto—.Laseñoritavivíaconsupadreenunacasaqueelmunicipiodaalmédicotitular.Vivíanallídesdehacíamuchos años; era casi de su propiedad y la habían amueblado con las cosas de lafamilia.Muertoelviejodoctor,alirnosotrosalpueblo,laseñoritahubieratenidoqueirse,quedejarlacasa,eljardínyuncampoquehabíancompradoallado.Miseñoryyofuimosavivir,durante losprimeros tiempos,endoshabitacionesalquiladas.Laseñoritabuscabaotracasaparallevarselosmuebles;peronolaencontraba.¡Estabatanangustiada!Cayóenfermaymiseñorlacuró.Meacuerdoquevolvíasuspirandoymedecía:«Talvezseamejorquemecaseconella.Asínolaechodecasa».Asílohizo. Hijos no han tenido, como por castigo de los muchos de su padre. Estabacontento de no tenerlos—reanudó, al cabo de unmomento de silencio, durante elcual, tantoCristianocomoellaescucharon,preocupados,aunqueabajoyanoseoíahablar—.Medecíaquetodavíasoñabaavecesconqueseencontrabaencasadesuspadresentre labarahúndade tantascriaturaspequeñas,de lascuales siemprehabíauna enferma.No le gustaba el ruido, no, y ahora nadie hacía ruido en casa.Y, sinembargo,hacaídoenfermoigualmente.SiemprepasaloqueDiosquiere.

Cristianoseguíamirandoalenfermoyleparecíaqueestabayamuerto.¿Acasonohablabalacriadadeélcomodeunmuerto?Deimproviso,ellasecalló,encogiéndoseenelrincóndelaotomanaeinclinándosehaciaadelante,conlacaraentrelasmanos,comosiquisieraesconderse.Lapuerta sehabíaabiertoparadejarpasoa la señoraseguidadelenfermero.Elhombreteníaunaexpresiónceñudaysombría;peronodijopalabra.Selimitóabuscarsuscosas;yamedidaquelasencontraba,selasechabaalhombro o al brazo.A veces le caía algo al suelo, y se inclinaba a recogerlo; soloentonces resoplaba,despertandodenuevouna sensaciónde inquietudenCristiano.Inquietud que no cesó cuando el hombre volvió a salir y bajó, seguido siempre y

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vigiladoporlaseñora,queparecíadominarloyhacerleactuar,comounadomadorade fieras, conuna calmayuna firmezabajo las cuales se transparentabaunmiedoangustioso.

—Seva—murmurólacriada.EntoncesCristianonopudo contenersemás.Salió al rellanoy se asomópor la

baranda,dispuestoadefenderaSarina,sihabíanecesidad.Fuera,sonabasombríoelviento.Abajo,enlaentrada,lalinternadifundíaunaluzazulada.Duranteunosmomentos

Cristianotuvolaimpresióndeestarasomadoaunpozo;yelsilencioenelinteriordelacasaaumentabasuinquietudhastaconvertirlaenangustia.

Elcorazóncomenzóalatirle,comoasustado.Y,sinembargo,sentíaquetodoestoeraexagerado,queningúnpeligrograveamenazabaa lamujernianadie.Peroeracomosiseencontraradelantedeunmisterio.

Finalmente,vioaSarinaquesubíasolay,pocoapoco,seretiróyocupódenuevosusitio.Pero,nosabíaporqué,yanoeraelhombredeantes.

***

—Sequiereirenseguida—dijoellaenvozbaja,despuésdehabermiradoalenfermo,queseguíainmóvilbajolassábanas—.Naturalmente,yolehedespedido,peronolehe echado. Le he dicho que podía quedarse aquí hasta mañana; pero quiere irseinmediatamente.¡Mejor!

Sesentóenlaotomana,entreCristianoylacriada,ycomoestahicieraademándelevantarse,seloimpidió;esmás,parecióaferrarseaellaenbuscadeapoyo.

—No,no,notemuevas…Cristianopensóquedebíaencontrarsemuysolaydébilsiobrabaasí.Ysutristeza

aumentaba.Permanecieronunosmomentosensilencio,escuchando.Lapuertaestabaabierta.

Ahoraseoíadistintamentecaminaralhombreporlashabitacionesdeabajoyporlaentrada.Finalmenteabriólapuertaysacóalgo.

—Podríadecirlequedurmieraenmicasa—murmuróCristiano.—No,no,porfavor,nosemueva—suplicóSarina;yalargóelbrazoparaimpedir

queselevantara.Éllaveíavibrarahora,conunaagitaciónintensificadaporelsilencioqueellase

imponía,ysentíadeseosdecogeraquellamanoquetemblabadelantedeélcomounahojablanca.

Aquel temblor le hacía daño; se le reflejaba dentro del corazón. Su corazón seenternecía también; tenía casi miedo. Pero no ya miedo de un misterio; o de unmisterio,sí,peromuyclaro.

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***

De repente, Sarina dejó caer pesadamente la mano sobre su regazo y suspiró conalivio.

El hombre de abajo se había ido, cerrando con fuerza la puerta. Entonces,Cristianoviounacosaextraña.

El enfermo sacaba la cabeza de entre las sábanas. Una cabeza que parecía deyeso,con loscabellosblancos rapadosyelperfil angulosodelcampesino.Duranteunosmomentospermaneciótranquilo,conlosojoscerrados;pero,deimproviso,losabrió, grandes, azules, empañados, sin expresión, como si fueran ojos extinguidos.Luegosacóunpie,unpie,pequeño,blanco,delgado,comounamano,peroenérgico,preparadoparalafuga.Ytodosucuerposearqueó.Intentabalevantarse:parecíaquehubieseesperadopacientementeaquelmomentoparamoverse,paraintentarhuirotravez.Ahoraqueelenfermeroyanopodíadetenerle.

De un salto, las mujeres estuvieron encima de él; le obligaron a sentarse, letaparon con las sábanas.Él obedeció, dócil; peroSarinano se fiaba, y,mientras lacriadaibaabajoallenardenuevodeaguacalientelasbotellas,ellasesentójuntoalacama, apoyándosecontra el enfermoyhablándole conpalabras infantiles, como sehaceconlosniñosparaqueseportenbien.

Él parecía haberse tranquilizado, quieto, con los ojos cerrados; pero, desde susitio, Cristiano vio una cosa que le impresionómás que todas las cosas que habíavistoaquellanoche:elenfermointentabamorderlamanoqueleacariciaba.Yparecíaquererhacerloaescondidas,demaneraquelosotrosnosedierancuenta,yeraunaespeciederebeliónmuda,impotente:unroerelprisionerolasrejasdesucárcel.

Entonces,Cristianosediocuentadeotracosa,másgravetodavía:quesufría.Eldolor,lainquietud,elmiedo,todoslossentimientosquéhastaaquelmomentohabíaexperimentado,sí;perocomosiflotaran,ahorasehundíanenelfondodesualma.Ysufría,comosieldoloryeldesordenquelerodeaban,derepente,sehubieranvueltosuyos.

***

Ypocoapocosintióquesuvidasellenabadeaqueldolor,deaqueldesorden,comosielvientodeaquellanochehubieseentradoensucasa,dejadaabierta,ylohubieraalteradotodo,yélnoconsiguieraimplantarelordendeantes.

Comenzó, en realidad, a descuidar su casa y sus asuntos. Por la mañana sequedabaencamahastatarde;escondíalacabezabajolaalmohadaparanoverelhilodeluzqueentrabaporelventanuco,yasíintentabaolvidarquefuerahacíafrío,quesiselevantabateníaquesalireiracasadesusvecinosasabercómoestaban.

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No;noqueríapensarmásenellos,pensarmásenella;yella,encambio,estabaasulado,estabadentrodesucama,estabadentrodeél…

Entonces saltaba del lecho, andaba por la casa semidesnudo y tomaba un bañofrío para desentumecerse.Acababa vistiéndose, saliendo a preguntar cómo estabansus vecinos. El temor de que el enfermo se escapara otra vez le inquietabacontinuamente.Elenfermo,encambio,habíacaídoenunaprofundadepresión,ynopodíasiquieralevantarsedelacama.

Detodasmaneras,paraqueSarinanosequedarasolaencasa,élseencargódeiral pueblo para comprar la comida y para avisar al médico del agravamiento delenfermo.

Heaquíquevuelveconsucargadepaquetesyunabolsaconunabotelladeleche.Vuelve, como un criado solícito, por la carretera tantas veces recorrida con máscalma,perotambiénconmáspesadez.

En el fondo, no se olvidaba nunca: se veía siempre, como si el suelo fuera unespejo,ysusombra,suimagen.Y,aveces,leparecíaqueeragrotescoyridículo,yotras, que esta vida reanudada le había adelgazado, y embellecido este amor alprójimo.Sehabíaolvidadoinclusodesu inquietudporGhiana,yyanodeseabasuregreso.Ahora,lacriadadelosvecinoseraquienlehacíalasfaenas,o,mejordicho,selashacíanmutuamente.

En efecto, mientras él vuelve del pueblo con las provisiones, ella saca,vigorosamente,aguadelpozo,tambiénparasucántaro.

Yleacogeconunasonrisajuvenil,enseñándoledesdelejossushermososdientes,intactos,bajosu labiorojo,coronadodepelos,procurandoqueno levea laseñora,queestádetrásdelaventana,enlahabitacióndelenfermo.

Elhombreseturba,bajalosojos,noporlasonrisadelacriada,sinoporquecreequelaseñora,desdedetrásdelaventana,estáespiandosuretorno.

Ella,enefecto,salióasuencuentroylerogóquesubiera.—Mire —dijo, destapando al enfermo, que, según su costumbre, estaba

escondidobajolassábanas—.Derepentesehapuestoasí.El enfermo parecía otro, todo hinchado, con la cara enrojecida y como si, de

improviso,lehubieraengordadocómicamente.Sarinaleapretólamanoconundedo,ysobrelacarnesequedóunhoyoviolado.Luegoapretóentrelassuyasaquellamanogorda,deunagordurablanda,comollenadeagua.

—¡Giorgio!¡Giorgio!El enfermo intentó levantar sus párpados hinchados. Aparecieron y

desaparecieronlosojosazules,asustados,peroconunterrorconscienteyresignado.Y Cristiano recordó que había oído decir que los locos, cuando están a punto demorir,sevuelvencuerdos.

Sinembargo,sedesengañóinmediatamente.Elenfermointentabatodavíamorder

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lamanoquelerozabalacara,ydesubocasalíanpalabrasincomprensibles,conunmugidocansadodeprotestaydeamenaza.Parecíaquepidieraqueledejaranmorirsolo,enpaz,aoscuras,yquelefastidiaraquelamujerseinclinarasobreél,quelemirara de aquel modo, con susto, y, sobre todo, que le llamara de aquella forma,comodesdeelfondodeunabismo.

—¡Giorgio!¡Giorgio!Talvez lamujer le llamabaasí en losdías felices,paradespertarledel sueñoy

llevarledelreposoalafatiga,oenlosdíasdedolorydediscrepancia,parasacarledelasombraqueyalesseparaba.

Finalmente,élconsiguióvolverseatapar,escondiéndosedenuevo.Entonces,ellaseincorporó,conlosojosbrillantesdedesesperación,yvioallí,a

sulado,aCristiano.Lemiróuninstante,comoprocurandoreconocerle,acordándosedequiénera.

Eraunhombrevivo.Yellahacíamuchotiempoquevivíaconunmuerto.Letendiólamano,comosilepidieraquelasacaradeaquelcírculodemuerte,y

élvaciló.Parecióqueteníamiedodequelearrastraratambiénhaciaaquellasombra.Luego,cogiólamanoylaoprimiólevemente,conaparenterecelo.Pero,enlomáshondodesualma,temblabatododealegría,porquelamanodelamujerlesacabaaéldesucírculodemuerte.

***

Fueronlosdíasduranteloscualeslaflordelahumanidadparecióabrirseenél,comolaúltimarosaenunrosalyamuerto.

Recelaba,recelabadelamujer,y,sobretodo,desímismo.Ycadadíasehacíaelpropósito de no dejarse tentar; pero sentía que si tenía piedad del enfermo era porpiedadhaciaella,queestabatansola,tanansiosademiedoydeesperanza—queelmaridomuriera o se curase—, y continuamente iba y venía de su casa a la casitablanca,deestaalpueblo,paracomprarmedicinasyvíveres,parallamaralmédico,paraayudaralacriadaenlasfaenasmáshumildes…

Y la criada, por lomenos, le recompensaba con sonrisas prometedoras; pero laseñora, después de aquel primer impulso de confianza, se retraía, encerrada en supena.

Éllaencontrabasiempresentadajuntoalmoribundo,enlahabitaciónaoscuras,contemplandosucuerpohinchadoeinmóvil,inclinándosedecuandoencuandoparadecirlealgo;peromuybajo,muybajo,comosituvieramiedodedespertarle.

Parecíaquetambiénellafueraunaenfermamental.Unamañana,Cristianolepreguntóporqué,almenos,noabríalaventana.—Haceunsolqueresucitaalosmuertos.¿Mepermitequeabra?

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—No,no—dijoella,deteniéndoleconlamano.Y él sintió que esta era fría, flaca. Sin embargo, aquel contacto le sobresaltó,

comounestremecimientoquepareceiluminarelalma.No era amor, ni deseo, sino algo más profundo: una sensación de ternura, de

protecciónhaciaaquelsersoloenluchaconelmonstruodelalocuraydelamuerte.Abrió la ventana con violencia, y a la luz súbita vio que Sarina se había

empequeñecido,envejecido,con loscabellosendesordenyopacosalrededorde sucarapálida.

Y como ella se había levantado e intentaba cerrar la ventana, él, a su vez, ladetuvo.

—Oiga,valemásquehagaunacosa:vayaunpocoabajo,aestirarlaspiernas.Yomequedoaquí.

Ellaseasomó,haciéndoleseñasdequeseasomaratambién.—Pero ¿no comprende que puede levantarse y tirarse? —murmuró, con voz

irritada.—¡Levantarse!Sinopuedemoverse,si…—dijoél,sinatreverseaexpresartodo

supensamiento.Leparecíaqueelenfermohabíaadoptadoyalaposturadelosmoribundos,boca

arriba, hinchado bajo las sábanas, con la cara —que ya no intentaba esconder—parecidaaunamascarilladecera,teñidadevioletaenlospárpadosylanariz,yconlabarbacrecidaenlasmejillas,comounmusgogrisáceo.

—Y,sinembargo,estanochehaintentadolevantarse—reanudóella,envozbaja—.Parece amodorrado,muerto; pero en cuanto se da cuenta de que no le vigilan,intenta levantarse, huir. Y lo oye todo, lo escucha todo, lo comprende todo. ¿Seacuerda que le llamó por su nombre desde detrás del seto? Pues bien, debe dehabermeoídohablardeustedconlacriada,ysabíaquiénerausted.Estoyseguradequeahoranosescuchaynosoye.Sonenfermedadesenlasquenoesverdadquelaconcienciaseapague:permanececomoenterradabajouncúmulodeescombrosdelorganismo destruido. Pero está viva, está alerta, y ve tal vez más que nuestraconcienciadepersonassanas.Loveylojuzgatodo,atravésdesustinieblas,comolosmuertosdesdeelotromundo.Poreso—añadió,volviendosurostrohaciaeldeCristiano,cuyosojoslacontemplabanconpiedadycuriosidad,ytambiénconansiaycon aquella misteriosa sensación de terror que despiertan precisamente aquellosenfermos de los que ella hablaba—, por eso no le he abandonado nunca, ni hepermitido que le encerraran. ¡Qué horror, si usted supiera, esas casas de salud! Setratatodavíaaloslocoscomoaobsesos,y,encambio,están,repito,máscercaquenosotros de la verdad. Si desean morir… ¿por qué no dejarles morir? ¡He tenidotantasveceslaideadematarleydematarme!—murmuró,inclinandolacabezahastalapiedradelantepecho—.Dematarmeparaescaparalasconsecuenciasdemidelito,

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noporotracosa.Porqueyoamolavida…¡ustednopuedesabercómonicuánto!Nomemireasí,asustado.Nocreaqueestoyloca.Loqueestoyesmuycansada.

—Ustedtienenecesidaddesalir—dijoCristiano,einclinótambiénéllacabezayse golpeó la frente con la palma de lamano—. Salgamos un poco, señora Sarina.Vámonosalpueblo;vamos,porlomenos,hastaelmar…

Elladecíaqueno;peronosemovía,doblada,hastaqueélviosobreelantepechograndeslágrimasquebrillabanalsol.Caíanlentas,densas,delosdedosdelamujer,comosi fueran lasperlasdesusanillos,quesedesprendieran.Yél lacontemplabaatontado.Parecíaquenuncahubieravistolágrimas.

—¡Valor!—murmuró—,todopasará…Luegonotóquelosojosselevelaban;peroseavergonzódellorartambién.

***

Alfin,consiguióconvencerladequesalieraunpoco.Cerraronlasventanas,pasaronla cadena,y la criada jurópor susmuertosqueno semoveríade lahabitacióndelenfermomientraslaseñoraestuviesefuera.

Soltaron al perro, que había envejecido y tenía un aire melancólico, como sudueña, y que, durante un buen trecho, insistió en seguirles, bostezando deaburrimiento,hastaqueSarinase inclinóy,cogiéndole lacabezacon lasmanos, lehablóenvozbaja:

—No,no; tú tequedasdeguardiadelantede lapuerta.Si lacriada tedicequevengasabuscarme,vienes;sino,no.¡Vamos,pórtatebien!

Le cogió por el collar y le llevó de nuevo hasta la puerta. El perro ladraba yquería lamerle la mano; pero en cuanto ella se alejó para reunirse con Cristiano,intentó de nuevo seguirla, indeciso, sin embargo, como si no supiera cuál era suobligación: si guardar la casa o guardar a la dueña. Finalmente, ante un gestoenérgicodeella,volvióalapuertaysetumbó.

SarinasereunióconCristiano.Derepentesehabíavueltodenuevoágil,rosada,comosielairepurodeaquelhermosodíacristalinohubieradisipadolapesadillaquelaperseguía.

—¡Diosmío!¡Entranganasdecorrer!—dijo,respirandoconfuerza.Pero el hombre caminaba serio, pensativo, y él, que, sin embargo, le había

convencidoparaquesalieraconobjetodesepararladesualucinación,parecíaahoraquequisieradevolverleaella.

—Sí—refunfuñó, meneando la cabeza, agachada—; no es la primera vez queusted dice que sería precisomatar a estos enfermos. Librarse de ellos, librar a losvivosdelpesodelosqueyaestánmuertos.¿Yluego?Lavidapasaigualmente,ylamuertellegaparatodoseigualatodaslascosas.

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—Pero,precisamenteporque lavidapasapronto,y lamuertees lomásseguro,¿porquénointentamoslibrarnosdeldolorportodoslosmediosanuestroalcance?

—Habría mucho que discutir, y muchos lo han hecho antes que nosotros, einútilmente.¡Eldolor!Perosiyomatoaunhombre,aunqueseaporqueestáenfermoconunadolenciaincurable,¿noexperimentarémásdoloryfastidiodelosquepuedoexperimentarcuidándoleduranteunañoodurantealgunosmeses?

—Unos años, unos meses, cuando se es joven, valen una eternidad. Una vezperdidos,sacrificadosaldolor,novuelvennuncaya.Además,yoqueríadeciresto:que habría que matar a los enfermos incurables para aliviar su pena. Liberarnosnosotros;peroliberarlestambiénaellos.

—¿La libertad? ¿Existe? ¿Sabemos nosotros si, después de muertos, seremoslibres?También durante la vida tenemos la ilusión de alcanzar la libertad. ¿Dóndeestá?Anuestroalrededortodoserompe,corre,huye,ycaemossiempreenlaredquemezclaaloshombresylosunesoloporquesonhombres.Ustedmataaunenfermo,yenseguidaencuentraaotro.Todosestamosenfermos,todossomosesclavosunosdeotros.

—Y,sinembargo,usted…—comenzólamujer.Peronoseatrevióaproseguir.No;erainútilintentarhablardeél.Éllocomprendióynohablómás.Llegaronhasta laplaya.Todoerapuro,deunapurezafría,casidura.Elmundo

parecíareciéncreado,nuevo,conelcielosinunanube,laarenasinunahuella,elmarbrillanteyquieto,comoasombradodesubelleza.

Lamujeranduvohastatocarelaguaconelpie.Estabadenuevopreocupada;peronoconsuacostumbradapreocupación.

Deimproviso,volvióatrás,pasoapaso,hastaelsendero.AlllegaralaentornadacanceladeCristiano,sedetuvo,esperóqueéllaalcanzaraylepreguntósinosabíanadadeGhiana.

Él refunfuñó algo, y ella no insistió para obtener una respuestamás clara.Conunamanoentrelasramasdelacancela,mirabahacialacasitayparecíaesperarqueCristianolainvitaraaentrar.

Yéllainvitó.¿Porquénohabíadehacerlo?Leparecíaquejuntoaellasesentíapuroyfrío,aunquellenodeaquellasensacióndepiedadydeternuraqueellasiempreleinspiraba.

Encuantoestuvierondentro, lamujerdirigióunamirada,de lacualellamismapareciósentirlagravedad,porqueprontodesviólosojosy,sincambiardeexpresión,miróasualrededor.

Eraunamiradadecompasión.Entonces,élmirósucasacomosifueraunextraño,ypercibiótodosuabandonoy

su frío. Había, además, un desorden desacostumbrado y poca limpieza. Algunas

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hojas,secas,húmedas,metidasenlosrincones,recordabanelotoñoyparecíanranas.Elgato,conelpeloespolvoreadodecenizas,dormitabajuntoalachimeneaapagada.Alentrarsudueño,abrióunojoyvolvióacerrarloinmediatamente.

También,fuera,eljardín,consusárbolesdesnudos,elsetonegroylasmatasderomero en los rincones sombríos, cubiertos de musgo, bajo aquel cielo que, derepente,parecíadeunazuldesolado,dabalaimpresióndeuncementeriocampestre.

Semejabaelconfíndelmundo;unapobrecabañadegenteexilada.NisiquieralapresenciadeSarinainfundíacalor,yCristianoencendiófuego,casi

instintivamente.Mientras estaba inclinado sobre el hogar, oyó la voz de ella que le preguntaba

algo,desde lejos.Levantó losojosyvioqueSarinahabíaentradoen lahabitacióncontigua.Suvozerafina,curiosa,unpocoinfantil.

—Ycuandoseaviejo,¿vivirátodavíaaquí,así?Élnocontestóenseguida,entreteniéndoseendisponermejorlostizonesalrededor

delallama.—¿Cómoasí?—preguntó.—Así…tansolo.Así,como…uncampesino.Élveíalallamarosadaagitarsefrenteasí,comounamano.Losdedosardientes

le hacían señas misteriosas, escribían palabras locas sobre el fondo negro de lachimenea.

«Cristiano,lamujerestáahíytellama.¿Porpiedad,pordeseo,porcuriosidadoporamor?Portodoeso,yporqueestáissolosenlasoledad.Ve,ve,eslavidamismaquientellama.Yanoeslavozdelacampesinainteresadayanimal;eslavozdeunamujerinteligente,quemañanaserálibre…Puedesvolveraamar,aseramado,puedescrearte de nuevo una familia… Luego, volver a ser hombre. Ve, ve, ¿qué haces?Puedeshaceralgomejorqueencenderdenuevounfuegoderamitas,puedesvolveraencenderelfuegodetualma.¡Ve!»

Peronofue.Allevantarse,vioquelamujersehabíasentadoenlacamayhojeabaellibroque

élhabíadejadoenlamesita,ysintióungrancalorenlacara,enelpecho,comosilallama de la chimenea le hubiera saltado encima y le obligara a correr; pero no semovió.

Sesentóabatidodelantedelachimeneaymirófuera,haciaaquelcielofrío,quelepareciócasiblanco.Luego,sepasóunamanoporlacara,paraarrojar lasombrarojadelatentación.

—Venga—dijo—.Elfuegoestálisto.Ellaselevantóenelacto,dejóellibro;peronoseacercóalachimenea.—Estarde.Tengoqueirme.—¡No, espere!He de contestar a su pregunta. Podría decirle que soy ya viejo;

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peronose lodigoporque,enel fondo,noesverdad.Encuantoal resto,puedeserquemequedeaquítodalavida…ypuedeserquemevaya,¡según!Perocampesinoloserésiempre.

Entonces,ellaseechóareír,comonadienuncahabíareídoenaquellacasa.Pero,después,suvozsonóunpocoestridentedeironíay,sinembargo,dulce,turbada.

—¿Quélepasa?¿Sehaofendidotalvez?—¡Enabsoluto!Soyuncampesinodeverdad:esoqueríadecirle.Henacidoenla

ciudad,escierto,enunadeaquellas terriblescasasalineadas,numeradas,señaladascomo los nichos de un cementerio donde se deposita a los ciudadanos para quecontinúen, incluso después de muertos, sus costumbres de orden, de limpieza deestrechez.Ynoledigoquemedesagradaraesavida;esdecir,nomedesagradabanime agradaba: la aceptaba, y me parecía que la gente del campo, o incluso de laprovincia,noeraporestomásfelizoinfelizquelagentedelaciudad.Todofuebienmientrasvivíconmimadre,soloslosdosenuncuartopiso.Mimadrehacíalascosasdelacasayyolaayudaba:asíheaprendidomuchascosasqueahorameayudanamí.Hemossidomuyfelicesmimadreyyo,alegrescomopájaros.Mehacíadormirconella, o, mejor dicho, era yo quien quería dormir con ella, todavía pegado a susentrañas,todavíaunasolaalmaendoscuerpos.Despuésdelaadolescencia,soñabaenlevantarelvuelodesdealláarriba,desdelasventanasdelcuartopiso,ylolevanté.Me casé con unamujer rica; pero los quebraderos de cabeza empezaron entonces.Demasiada gente alrededor, y yome di cuenta de que ya no era libre, no porquetuviera mujer, sino porque tenía criados. Estaba demasiado acostumbrado ahacérmelotodoyo,yestoponíanerviosaamimujer.Allíempezaronlosdisgustos.También ella me dijo un día que yo era un campesino, y entoncesme ofendí, noporque la cosa sea ofensiva en sí misma, sino porque mi mujer la había dichoprecisamente para ofenderme.Ahora, dicha por usted, señoraSarina,megusta. Sí;soyuncampesino,siporcampesinoseentiendeunhombrequesolonecesitade latierraparatenerseenpie,peroqueesdueñodelatierra.

La voz de la mujer preguntó, un poco vaga, pasando por encima de lasobservacionesdeCristiano:

—¿Ysumujer?—Murió.—¿Ysumadre?—Vive.Sí—reanudó,conelmismotonodevozqueella;esdecir,pasandopor

encimadelasúltimasfrasesyreanudandoeltemaprimero;peroconmásvivacidadynosinironíahacíaélmismo—,soyuncampesino;aunquesolohastaciertopunto.Eljardínestámalcultivado,porejemplo;peroresistotodaslasfatigas.¿Nohavistolobienquepartolaleña?También,ayerporlamañana,temprano,mientrasustedestabatodavíaenlacama,hepartidounbuenmontónparasusirvienta.

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Lavozdelamujercontestó,reanudandoeltemadejadopocoantesporél,comounamúsicaenlaquesolocambiaelsonidodelosinstrumentos.

—Sí;yaloheoído.Enelduermevela,meparecíaestartodavíaennuestracasa,alláabajo,yqueellabradorpartíalaleñaenelpatio.¡Cómomegustabadormitarporlamañana,yescucharlosruidosdealrededor,yverlascosasatravésdeunvelodesueño! Todo es bonito cuando se es joven; hasta las cosas más insignificantes, alrecordarlas, nos turban. ¿Por qué?No lo sé; pero precisamente todas lasmañanasrecuerdoaquel repiqueteodehachacontra lamadera seca,ymeparecequeveoalviejo labriego inclinado, amontonando los troncos negros cubiertos demusgo gris,sobreelenlosadohúmedodelpatio,suciodeastillasparecidasapedacitosdecarnesalada.Oigotodavíaelruidoespecialdelportalqueseabre,elchapoteodelcuboenelpozo,lacriadaquemueleelcafé…HablodecuandoeramuyjovenYelrecuerdodeestasvoces,deestossonidos,medaunasensacióndealegría,comosieldíaquecomienzafueratodavíaparamíunodeaquellos.Queluegonoerandíasfelices,peroqueestaban llenosdeesperanzaydesueñosdefelicidad.Yosoñabaconlaciudad,¡yasecomprende!Todaslasmuchachasinteligentesquevivenenlospueblossueñancon la ciudad.Yo todavía sueño con ella, porque no la conozco. Solo una vez, deniña,heestadoenunaciudadmarítima.Recuerdoque,alverporprimeravezelmar,que estaba encrespado, el movimiento de las olas me pareció producido por laagitación de los peces. Nunca olvidaré aquel momento de maravilla y de alegría.Ahoramerío,y,sinembargo,tengolaimpresióndequelacosaeraverdad.Ytodalaciudadmeparecióbonita,consustejadosdepizarra,húmedos,brillantes.Meparecíaunaciudadsacadadelmar,todavíacubiertaporunacapadeazul.Peronoeraposiblevivir en la ciudad; ami padre le gustaba el pueblo, quería el campo, los enfermospobres.Y así, yome contentaba con soñar: sueñosque luegono se han cumplido;perotanbellosporsímismos,quesolosurecuerdomehacegozar.

Cristianosehabíavueltounpocoparaescucharlamejor.Laveíaapoyadaen lamesa, con la cara levantada hacia la ventana.A causa de la luz clara y fría que leiluminabalafrente,parecíapálida,deunapalidezbrillante,uniforme,queleafilabalasfaccionesyledevolvíasubellezadeadolescente.

—Ustedesjoventodavía,yaúnesperaysueña.Poresolosrecuerdosleparecenbellos.

—¡Nodigaeso!Mesientomuyvieja.¿Quépuedoesperar?—¡Todo! Quedará libre, volverá a amar, la amarán; podrá crearse una nueva

familia;puedevolverasermujer…quierodecir,tendrámejorescosasquehacerqueestarvelandoaunmaridoasí…comoelsuyo.Puederevivir;enunapalabra:puedevolveraencenderelfuegodesualma.

Derepentecalló,ysemiródenuevolasmanos.Estabahablandoalamujercomolallamaaél.Y,pocoapoco,lamujerseleacercaba,comolamariposaalaluz.

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Lasentíaasuespalda,altadenuevo,encimadeél.Tuvolaimpresióndequeellaextendíalamanosobresucabeza,esperandosolamenteotrapalabraparaacariciarle.

Una palabra solamente, y la vida reanimaría la soledad que les rodeaba: eldesierto se cubriría de flores.Volvería para ellos, que estaban desterrados de él, elreinodeDiossobrelatierra.

Pero él no dijo esta palabra. Sombras rojas y sombras negras le arrastraronduranteuninstante,comoolas,de lascualesunaleatraíahaciaelabismoyotra leempujabahaciaarriba,hacialaorilla.

Sevolvióotravez,vioelcielopálidoysuspiró.—Superroladra—dijo.Yenseguidasintióquelamujerseerguía,rígida,devueltaalarealidad.

***

Cuandoellasehuboido,leparecióqueestabacontento.Noporhabervencido la tentacióndevolveraentraren lavidayentregarsede

nuevo a los acostumbrados disgustos, sino por haberse convencido de que poseíafuerzaparahacerlo.

Enelfondonoseengañaba.Sihabíarechazado,ocreídoquehabíarechazado,alamujer,era,además,porquesentíaporellaciertaamistad.

Amistad que cubre el amor, como el vestido al cuerpo desnudo. Poco a poco,pues,sualegríadesapareció.Elfuegoseapagó,unasnubesblancascerraronelhuecodelventanuco.

Eltiemporeanudabasucarreraporlasoledad,sinsacudidas,ensilencio.—¡Alegría!—refunfuñó—.Nosotrosrenegamosdetiytedespreciamos,comola

zorraa lauva.Tehasnegado tanto, tan inútilmentehemos intentadoatraparte,quehemos acabado por tenerte odio, y ahora, con el tiempo, si te ofreces, no teaceptamos;noporquenocreamosen ti, sinoporqueyano tenemoscapacidadparatomarte.

Luego intentó realizar las faenas acostumbradas; pero de cuando en cuandolevantabalacabezaparacontemplarlasnubes,comoelcampesinopreocupadoporeltiempo.

«Hay que quedarse en casa, Cristiano. Si te hubieras quedado en casa, habríashechomuybien».

Yalpartirlaleñayalprepararselacomida,leparecíatenersiempredetrásalamujervestidaderojo,quehablabaconsudulcevozdeviolín.Fueasentarseen lacama,dondesehabíasentadoella,ycogióellibro.

Pero,derepente,leparecióqueyanosabíaleero,porlomenos,quelaspalabrasescritasyanoteníansignificadoparaél.Dejóellibro,comolohabíadejadoellaasu

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llamada,ypasólamanoporelovillotibiodelgato,enroscadoalospiesdelacama.Pero también el gato estaba de talmanera acostumbrado a su indiferencia, que nisiquierasemovió.Yélsequedóallí,duranteelrestodelatarde,mirandolaventana,cerradaporlasalbasnubescomoporunalápidamortuoria.

Tresdíasestuvosinvolveralacasitablanca.Ladecisióndeespaciar,aunquenocesardeltodo,lasvisitasnoera,sinembargo,

tantranquilayduracomosolíansersusdecisiones.Refunfuñaba:—Tal vez, si no vas, sea peor,Cristiano.Pero ¿por qué no tienes que ir?Si tú

fuerasindiferente,comocreesserlo,novacilaríasasí.Paraaumentarsunerviosismo,estallódenuevoel temporal,queduró tresdías.

Lalluviaeratanfuriosayabundante,queparecíaquedeverdadsehubieranabiertolascataratasdelcielo,yelestrépitodeltruenonoparabanunca.Yenaquelcaos,elbrilloululantedelrayosehermanabaconlaoscuridadmásnegra,comosieldíaylanochesehubieranbíblicamentemezcladodenuevo,enunavibracióncontinuadeluzydetinieblas.

Elhombrevibrabaconloselementos.Leagitaban losrecuerdosdelpasado, lasincertidumbresdelporvenir,unrabiosoarrepentimiento:nosabíasidehaberdejadoescapar a la mujer o de no haberla tratado con más frialdad; pero, sobre todo, lacomprobación, ahora ya segura, de que los proyectos hechos al buscar la soledadhabíansidoinútiles.

Yestasoledad,ahora,lepesaba;leparecíaquelascosasdealrededorseburlasendeélconsuspupilasmisteriosas,yhastasutactoerafrío.

Yanolequeríansuspequeñascosasdealrededor.Ypensóenirse.Encuantoelmaltiempoterminara,iríaenbuscadeunanuevacasa;peroelmal

tiemponocesaba,yélcomenzóapreocuparseporsusvecinos.Talvezelenfermoestuviera intranquilo, tal vez el agua inundaba la casa. Y las dos mujeres seencontrabansolas,contraelmaldedentroycontraelmaldefuera.«Perotodoestosonexcusas,Cristiano;excusasparatimismo,quetienesnecesidaddevolver».

Por lanocheaguzabaeloído.Leparecióoír,detrásdelseto, lavozextrañadelenfermo,quelellamaba,oalamujer,quegolpeabalapuerta,endemandadeayuda.

Sabíaqueseengañaba,y,sinembargo,aguzabaeloído.Y¿porquésuilusiónnopodíaserrealidad?Sonreíaburlonamenteypalpitabaensucama,mientraslascosasdealrededoraparecíanydesaparecíana la luzde losrelámpagos.Nadaeraverdad.Verdadero,soloexistíasusueño.

—¡Diosmío,Diosmío!—gemía,hundiendolacabezadebajodelaalmohadaycerrandoconfuerzalosojos—.¡Sipudieracreeryamartodavía!Asínopuedoseguirviviendo,comounpesosobrelabalanzavacía.

Y,enelfondo,sealegrabadeeseretornoaDios.—Hazme amar otra vez, porque la vida es amor, y sin amor, es muerte. No

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importaquemeamen,oquemeamenymeengañen:loqueimportaesqueyoame,quemidolornosigasiendoestérilyvacío.

Hacíatresdíasquedurabalatempestad.Lefaltabaelpan,ypensabaqueallílesteníaquefaltartodo.

Cuandoabríalapuerta,lalluvialehacíaentrardenuevo,ymásquelalluvia,elmiedo de ir a la casita. Pero presentía que cuantomás tardara, peor sería. ¿Peor omejor?

La tercera noche, la tempestad redobló su furor. Elmugido de los truenos, delviento, delmar, se confundía en un único trueno incesante, y los relámpagos eranpálidos,comosilescostaratrabajoromperlastinieblasycombatircontraelviento.

Cristianoesperabaquelatempestad,comodecostumbre,menguaradespuésdeltercerdía.Alcuarto,enefecto,huboalgunaspausas;perodespuésdeestas,lalluviayelvientorecomenzabanconmásfuror,yparecíaquecesaransoloparacobrarmásfuerza.

Pasóunasemanaenteraasí.Durantelosúltimosdías,elvientosoplabadetodaspartesyhacíapenetrarelaguaporlapuertaylasventanas.Hastaeltechogoteaba,yCristianotuvoqueutilizartodossusrecipientespararecogerelagua.

—Así,porlomenos,notengoqueiralpozo—decía,burlándosedesímismo.Unahumedadintensamojabatodalacasa.Laleñanoseencendía;lasprovisiones

sehabíanacabado,yhastaélsesentíatodoempapado,porfueraypordentro,deunatristezafríaydesesperada.

Le parecía hallarse solo en el mundo, sumergido por el diluvio. «Te está bienempleado,Cristiano.Túhasqueridoqueasífuera».

***

No oía ni siquiera ladrar al perro de los vecinos; tal vez también ellos habíanabandonadolacasita.Conesetemoryesaesperanza,cobróvalor,sepusoelabrigoysalió.

Elhuracánhabíarotoelsetoyconvertidoenarroyoelsendero.Alfondodeeste,bajo un cielo negro verdoso, se entreveía como una manada de perros y caballosterrososquereñíanfuriosamente:elmar.

Porelotrolado,elcielosehabíaaclaradounpoco,ysobrelacasitablanca,sobrelachimenea, seabríaunagran flordehumoazulado.YCristianoexperimentóunasensacióndealegríaalverla.

Así,pues,allíallado,habíatodavíagenteviva,yentreestagenteestabalamujerquevolvíaaencenderlelalámparadelaesperanzaenelcorazón.

Entonces le pareció que, en realidad, se había salvado del diluvio y que Dioshabía escuchado su oración. Y fue hacia la casa de los vivos con una sensación

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religiosa.Cuandollamóalapuerta,estabaempapadoenlluvia,y,sinembargo,sudaba,y

laspalmasdelasmanoslelatían,comodespuésdeunacarrerabajoelsoldelverano.

***

Abrió la criada. Tenía la cara desacostumbradamente pálida y asustada, y miró alhombreconmalceño.

—¡Porfin!Hubiéramospodidomorirnos,yhubiésemosestadolistosesperandolaayudadelosbuenosvecinos.

—Lomismopuedodeciryo—refunfuñóél,conunpieenelumbral,sinatreverseaentrar—.Heestadoenfermo.

—Sí, estámásdelgado, enefecto,ycon todosesospelosen lacara,pareceunlobosalidodelamadriguera.Pero¿porquénoentra?

Él entró con la titubeante timidezde las primeras veces, y en lugar de subir alpiso,sefuealacocinaysesentóenunrincón,comouncriado.

—¿Cómoestán?—preguntó,envozbaja.—Elseñorparecequeseencuentraunpocomejor.Sehadeshinchadoalgo;pero

diceeldoctorque tienenefritisyqueelpeligronohapasado.Sielmal le llegaalcorazón,puedemorirse.

Cristianosuspiró.Conelrostrooscurecidoporlabarba,entrelasmanoshúmedas,parecíaquenohubieraoídolaspalabrasdelacriada,porquepreguntó:

—Yeldoctor,¿havenido?—¡Leestoydiciendoquesí!Denohabersidoporél,¿quéhubiéramoshecho?Al

vernostansolasydesesperadas,noshamandadoaunhombreparalasprovisiones.Pero élmismo ha aconsejado a la señora que no viva aquí, en estaTebaida, y encuantoeltiempomejore,procuraremosirnos.Esrealmentedelocosviviraquí.

—Delocos,sí.Tambiényohepensadoenirme.Después,nohablómás,ynisiquieraescuchabaalacriada,queseguíahablando

mientraspreparabaalgodelantedelfogón.Soloaguzabaeloídoconlaesperanzadeoírpasosenelinteriordelacasa.

El interiorde lacasaestabasilencioso,conunsilenciomás intensoacausadelrumordelalluviaydelviento.

Así, pues, se iban. Así, pues, él podía quedarse. ¿Por qué había dicho locontrario?Debía, queríaquedarse.Volvería a caer en la soledady le parecería quehabía soñado. No deseaba ni siquiera volverla a ver. Ya que tenía que irse parasiempre, ¿para qué volverla a ver unos instantes? Solo deseaba hacer algo paraconvencerladesudevoción,desurespeto;queellanocreyeraquelahabíarechazadoporindiferencia.

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Preguntó:—¿Nohaynadaquepuedahacer?Sitienennecesidaddealgo,puedoiralpueblo.—¡Necesidadhabría,sí!¡Nosfaltantantascosas!Pero¿cómoquiereirconeste

tiempo?Élselevantó.Lacriadalemirababurlona.—Pero ¿también está usted loco? ¿Dónde quiere ir,malo como está?Mejor es

que,sitienefuerzas,mepartaunpocodeleña.Y él salió enseguida, y, bajo el cobertizo que resguardaba la puerta, cogió el

hachayseinclinósobreungrantroncoquelacriadahabíaarrastradohastaallí.Leparecíarecordarunamúsica:«Mepareceestartodavíaenmicasa,alláabajo,yqueellabriego parte la leña en el patio…», y golpeaba fuerte, con las dos manos,descargandoelhachacontraeltronco,quemanteníaapretadocontralapared,conlaesperanzadequeella,aloírelruido,bajaraylovieraasí,humilladoasuservicio.

Peroellanobajaba,talveznisiquieraoíaelruido,otalvezlooíaynobajaba.¿Mejor o peor? Se incorporó y se secó el sudor, pensando que era bien ridículoentregarse así a sus fantasías;mas cuando la criada le rogó que subiera a ver a laseñora,élsubió,conuntemblorenlasrodillas.Temblor,porotraparte,causadoporel esfuerzodehaberpartidoel tronco;peroquea él legustabacreerpor completoefectodesupasión.

***

Lapuertadelahabitacióndelenfermoestabacerrada.Unresplandorgrisáceocaíadelaclaraboya,azotadapor la lluvia.Cristianonoseatrevíaa llamar,ysequedóallí,ansioso, como un ladrón. Y, sin embargo, experimentaba una alegría dolorosa alpensarqueellaestabaallídentro,detrásdelapuerta,quenoteníaquehacermásqueempujarparaverla,yantesquevolverasusoledad,aladesolacióndeaquellosdíaspasados,hubierapreferidovivirsiempreasí,antelapareddelahabitacióndondeellarespiraba.

Finalmente,elladebiódedarsecuentadequehabíaalguienenelrellano,porqueabrió la puerta ymiró. También ella estaba asustada por la soledad; pero, al ver aCristiano,surostroseensombreciótodavíamás.

—Hevenidopara saludarla—dijo él, humildemente, con el sombrero entre lasmanos,comosuelenllevarlolosmendigos—.Tengoqueirme.

—¡Ah!,¿seva?¿Adónde?—dijoella,consúbitacuriosidad—.Tambiénnosotrosquisiéramosmarcharnos.Mehanindicadounhotelitonuevoalfondodelaavenidade las Carrascas, abajo, en el pueblo. Hay una taberna cerca, lo que siempre escómodo.¿Conoceustedlapoblación?

—Poco—dijoél,envozbaja,atreviéndoseporfinamirarlaalacara.

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La vio todavía más flaca, más triste, más pálida que antes, y de nuevo unasensación de ternura y el remordimiento de haberle hecho daño le turbaron tanviolentamente,queellaloadvirtió.

Entonces,leinvitóaentrarenlahabitación.Elenfermo,inmóvilsiempreensucama,sehabíadeshinchado;perolablancura

desupielydesuscabelloshabíaadquiridountonoamarillento,ylamaneracomoestaba tendido, boca arriba, estirado, y la nariz y los párpados violados,impresionaron a Cristiano. Esta vez sí era de verdad la postura y el color queadquierenlosmoribundos.

Sinembargo,lamujerparecíamuyilusionadasobresuestado.—Estámejor,muchomejor.Esperoquedentrodeunosdíaspuedalevantarse.Luegoseinclinóhastarozarlelacara,ylellamó:—¡Giorgio!¡Giorgio!—ydespuéslesusurróalgunaspalabras,queCristianono

oyó.Y tampocoel enfermodebíadeoírlas,porquenodaba señalesdevida, aunque

ellaseobstinaraenhablarleyenpedirlequelecontestara.Laverdadesquetambiénellahabíaperdidolaesperanzadeverlemejorar;pero

parecíaquererimpedirlequesedurmiera,procurandoinfundirlevidaconsualiento.Yunostristescelososcurecíanlacaradelhombrequeasistíaasusdesesperados

esfuerzos.Lacriadafueabuscarletresdíasdespués.Alnoverle,creíaqueestabaenfermo,

dijo;pero teníaunaexpresión insólita almirarle, entremaliciosaycompasiva,queinvitaba a la confidencia. Él ni siquiera le contestaba; parecía realmente enfermo,acurrucadobajolacampanadelachimenea,mientrasfuerabrillaba,finalmente,elsolylosvidriosdelosventanucosparecíandediamante.

Hastaelgatohabíasalido.Todoalrededorestabaendesordenyabandonado,yélnocontestabanisiquieraalaspreguntassolícitasdelacriada,queibayveníaporlahabitaciónyponíaalgúnobjetoensusitio,instintivamente.Lanotabaasuespalda,y,másporespíritudemaliciaqueporconvicción,pensabaquetambiénellahabíaidoatentarle.Enelfondo,presentíaquesiella,enrealidad,sehubieraatrevidoatanto,sehabríalevantado,gritando,paraaplastarla.

Lacriada,porotraparte,parecíaentretenersesoloparacharlar.—Miseñorestámuchomejor;peroestámuydébil.Ahoraquesehadeshinchado,

parecehechoconcuatropajuelas;selepodríacogerdentrodeunpuño.Sediríaqueesunniñoconloscabellosblancos.Tienetambiénlacabezamásclara.Ayervinoeldoctor y le preguntó qué quería. «Marcharme», le dijo. Ahora, a la señora le hacogidolamaníadellevárselo,ynohacemásquerepetírselo.¡Selollevará,sí!Hoyiráaverunhotelito,alláabajo,enelpueblo,yustedsequedaráaquísolo,comounermitaño,sinosedecideabuscartambiénotracasa.

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Entonces, él se volvió, y la vio que limpiaba distraídamente la mesa con eldelantal.Pero,alversugesto,lemiró,ysonriendoledijo:

—VolveráGhianaahacerlecompañía…—¡Vete!—gritóél,consuvozferozdeantes,ylevolviólaespalda.Y,sinembargo,apenassehuboidolacriada,selevantóreanimado,salió,miróel

cielo y respiró con fuerza. ¡Ah, por fin se iban! ¡Qué sensación de libertad, quéalegría!¡Quégrandeeraelmundo,québiensemovíaahoraenél!Cerrólapuertayseencaminóalpueblo.

***

Iba a comprar comida; no para buscar otra cosa, como hubiera podido suponer lacriada.Ynuncaaqueltrayectolehabíaparecidotanagradable.

Por el borde de la carretera, blanda como una cinta de terciopelo, orlada dehierba,tanfinayllenadeperlitas,quenoseatrevíaapisarla,leparecióandarporelazuldelhorizonte.Aquelsoltibie„aquelolorpuroydulcededíahermoso,dabanalaire un sabor de leche. He aquí el pueblo, silencioso y fresco como un pobladoalpino.Parecíaqueunabuenapartedesushabitanteshubieraemigrado,porquecasitodoslospequeñoscomercios,abiertosduranteelverano,estabancerrados.Cerradosloshotelitosdelapartedelmar.Ylahierbacrecíaenelpradodelaiglesia.Sololosviejospescadoresseguíanensusitio,apoyadosenlasparedesoenmarcadosporlospostigosnegros,inmóvilescomofiguraspintadas.Ylosviejosmarineros,sentadosenelbancodelpequeñopuerto,reclinadoscontraelfondodelmarcomocontralapareddesupropiacasa.Elinvierno,sinembargo,dabatambiénasusbarbasamarillentas,asuscuellosrojos,untonohúmedo,comoalaspiedrasdelmuelleyatodaslascosasdealrededor.

Cristiano se detuvo ante el tenducho donde solía comprar; pero rio gente en elmostrador,ysiguióandandofuehaciaotrocomerciogrande,quehabíaalfondodelacalle.Esteestabavacío,consusbarrilesdearenques,metálicos,cubiertosconvelosrojosysustarrosdecaramelossobreelbrillantemostrador.Sinembargo,noentró.

Contemplabaelcartel,amarillentodehumedad,quesebalanceaba,conunciertoairedeaburrimiento,sobrelapuerta:

SEVENDENYALQUILANHOTELITOS

YPISOS

Laviejaqueparecíade cera salióde la trastienda, como laotravez, y, aunquehabíanpasadovariosmeses,reconocióalhombreyrecordóloquedeseaba.

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—¿Esusted quien quería una casa de campesinos, un sitio no frecuentado?Lotengo.¿Quiereiraverlo?

—MehanhabladodeunhotelitoalfinaldelaavenidadelasCarrascas.Hayunatabernacerca…

—Pero creoqueya está alquilado.La casaquedigoyo está unpocomás allá,hacialasviñas.Siquiereiraverla,llamoalmuchacho.

Éllamiróalacara.Leparecíaqueseestababurlandodeél.—Irésolo—dijo—.Sédóndeestá.Perolaviejainsistíaendarleindicaciones.—Subalacalle,tuerzaaladerecha,vayarectoporlaavenidadelasCarrascas.Le

esperoconlarespuesta.Y él subió la calle, torció a la derecha y siguió recto por la avenida de las

Carrascas. Después de haber andado durante un buen rato por una sombra fría yhúmeda, como por en medio de un bosque, desembocó de repente en un campocultivado.Aquellaextensióndetierrarojiza,consusmanchasverdesyelbrillodelagua, con sus caseríos esparcidos por entre las viñas, se le antojó un país nuevo,desconocido.

Parecía otoño. En los prados verdes pacían las vacas, a la sombra de enormesencinas,queconservabantodavíasushojasdeoro.Untrencorríaatravésdelpaisaje,dejandodetrásunainterminablebanderadehumoazul,yseoíalatierratemblarasupaso.Elhombrelocontemplabatodomaravillado.Habíaolvidadocasique,másalládelmar y de los brezales, ymás allá de la estepa quemada de sumundo interior,existíanotrosaspectosdelmundo,ylahosteríacampestre,consusmesasempapadasde agua y de vino, con las gallinas y los gatos, con los montones de plumasesparcidospordebajodelemparradodesnudo,conlasvocesylassonorasrisotadasde los arrierosquecomíanybebíanen la cocina, leparecióun lugar tumultuosoamásnopoder.

Detrás de la hostería vio un camino apenasmarcado y casitas en construcción.Solo una estaba ya terminada,medio roja ymedio blanca, fría comounheladodefresa.

Prosiguió por aquel lado, aunque era el opuesto del señalado por la vieja. Sinembargo,derepente,sedetuvoysevolviócomosialguienlehubierallamado,yporelarcodelaavenida,queseabríacomoeldeunagalería,viosalirunaseñoraalta,vestidadeoscuro,conlafaldacortayelrostrocubiertoporunvelillonegro.

Sí;eraella.A ladistanciaenqueestaba,élnodistinguíasus facciones;pero lareconocióporellatidodesucorazón,porelastintoquelehizoescondersedetrásdeunmuroenconstrucción.

Desdeallí lavio ir directamente a lahostería, entrar en ellay, al cabodeunosmomentos,salirencompañíadeunhombrequeselimpiabalasmanosenundelantal

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sucio y agitaba una llave señalando las casitas nuevas. Juntos les vio atravesar elprado y el camino, y, poco después, la figura de lamujer apareció en la pequeñagaleríadelacasarojayblanca.

Entoncesvolvióatrásyfueasentarseaunadelasmesas,bajolaparra.Todavíanosabíaconprecisiónporquéhabíaido,porquéestabaallí.¿Paraverla?Nolosabía.¿Parabuscartambiénélunacasa?Nolosabía.Ypensóquedebíadetenerelaspectodeunhombreperdido,porqueelmuchachodelahosteríaquevinoalimpiarconuntrapolamesayapreguntarlequéquería,lecontemplóconairereceloso.

Élpidióvino,aunquenolobebía;luego,preguntóalmuchachosieraallí,enlahostería, donde tenían las llaves de la casita nueva y el encargo de darlas a quiendeseabavisitarla.

—Sí;ahorahaidounaseñoraconmiamo.Yavuelven.Volvían. Lamujer caminaba ágil por la hierba, con la falda corta revoloteante

sobre las botitas altas.Al llegar a la parra, vio aCristiano, que se había levantadopara saludarla, y lemiró, entre distraída y sorprendida, como si le costara trabajoreconocerle; luego, su sombra se adelantó, precediéndola entre el bordado de lastenuessombrasdelossarmientosdesnudos.

Durante el instante que tardó en acercarse a la mesa, Cristiano enrojeció ypalideció varias veces. Hubiera querido esconderse, y, al mismo tiempo,experimentaba una violenta alegría al ver que su plan había tenido éxito; porqueahorayalosabía:habíaidoallíparaencontrarla.

—¿Quéhaceustedaquí?—preguntóella,sintenderlelamano.—Pues…¡estoy!Hedadounpaseo.Yusted,¿havistolacasa?—Sí.—¿Legusta?—Megusta.Latomo—dijoella,conciertadureza.Entonces,élnosupocontenerse; sedejócaeren la silla, comosi laspiernas le

fallaran,yhabló,convozrencorosa:—Ustedsevaparamolestarme,paravengarse.Hacemal.Enseguidavioqueella seerguía,con lasmanosabiertas sobre lamesa,oscura,

dura,másque losdesnudossarmientosdealrededor.Y lamiradaque ledirigiófuetandespectiva,queélbajólacabezaylaescondióentrelasmanos.

Yesperóqueellahablara.Ellanohablaba.Entonces,éltuvomiedodehaberlaofendidotodavíamásquela

primeravez,todavíamásquealrechazarla,aldecirlequelahabíarechazado.Ahora ella se iría de verdad, para no volver nunca más. Si permanecía allí,

mirándoledesdearriba,erapara impedirleque levantara losojoshastaellaypoderhuir silenciosa, como las sombras de los pájaros que volaban por encima delemparradoyquelecruzabanlasmanos.

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Sentíaunpesoenlospárpadosqueleimpedíalevantarlos,yseapoderabadeéluna sensación de sueño y de ensueño, como si hubiera bebido el vino que elmuchacho había dejado delante de él. Le parecía estar en su casa, por la noche,delantedesumesa.Lamujerhabíaidocomotantasvecesélhabíadeseado,yestabaallí,iluminandolassombrasdealrededorcomounrayodeluna.

Pero no lograba alargar la mano para cogerla, aun deseándolo con todas susfuerzas.¿Sepuedecogerunrayodeluna?

Derepente,leparecióqueelcorazón,dentrodelpecho,seledeshacíaenunmarde lágrimas que le llenaba la garganta, que se le derramaba por los ojos. Y, sinembargo,experimentabaunaalegríasinnombre,tanto,quelemolestóquelavozdelamujerlellamaradenuevoalarealidad.

—Cristiano.¿Quéhace,Cristiano?Lellamaba,inclinadasobreél,comosolíallamaralotro.Él levantólacabeza;perovioalmuchachodelahosteríaqueseacercaba,yno

habló.

***

Regresaronjuntos.Elvientosehabíalevantadodeimproviso,yenelsuelo,debajodelagranbóveda

de la avenida, las sombras y las manchas de sol temblaban sin cesar. Tenía laimpresióndeandarporunterrenomovedizooporelagua,tanto,queCristianoponíalos pies instintivamente en las sombrasmayores, como si fueran las piedras de unvado.

La mujer andaba a su lado, sin hablar, con su paso largo y rápido, que solíarebasarelsuyo.

Andabancomodosquehacensucaminojuntossinconocerse.Éllaveíaavecesnegra, en la sombra; a veces luminosa, bajo el sol, y procuraba adivinar suspensamientos.Sinduda,esperabaqueél comenzaraahablar;peroélnoquería,nopodía hablar. ¿Era posible decir lo que sentía?Y si ella no conseguía entenderlo atravésdesusilencio,erainútildecírselo.

Además,no;élnoqueríaromperelencantoquelesenvolvía.Sentíamiedoalarealidad.

Pero al llegar al pueblo, ella dijo que tenía que entretenerse para concertar elalquiler de la casa y para comprar algunas cosas, y le saludó fríamente y, a él lepareció,unpocoirónica.

Yseleescapódenuevo,consupasolargoyrápidodeavezancuda.Lahierbadelaplazuelalelimpiólasbotas,agradecidadequeellalapisara.Losviejospescadoreslevantaronlacabezaparamirarla,ysurostroparecíailuminarseporlaluzdesupaso.

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Luego,sufigura,delantedeCristiano,quelaseguíasinalcanzarlaya,sedesvanecióenelverdelíquidodelpequeñopuerto.

¿Adóndeiba?Podía iraencontrarseconunhombre.Y,derepente,Cristianosearrepintiódehaberlahechosalirundía,arrancándoladellechodelenfermo.

Volvían a su mente las palabras de Sarina: «Yo amo la vida. ¡Oh, no puedeimaginarsecómolaamo!»Ysufacilidadparaolvidarsedeldolor.Pero,enelfondo,esto no le desagradaba. ¡Sí, por esto le gustaba! Porque ella era la vidamisma enpersona,oprimidaporeldolor;perosiempretensaparalibrarsedeélyparabuscarlaalegría.

Laesperóenlacarretera,alasalidadelpueblo.Ellatardaba.¿Adóndehabíaido?Talvezacasadelmédico.

Eldoctor,joven,ricoylibre,semostrabademasiadosolícitoconella,eibaconexcesiva frecuencia a ver al enfermo. Cristiano sintió de repente celos de él. Leparecíaverleensucarritodejuncos,colorado,rubio,regordeteybrillante,comounamanzanaenuncesto.

Tambiénéleraunhombrellenodevidaysinfantasías.Elhombreverdadero,quetomadelatierra,delaire,delascosas,desussemejantes,eljugoparavivirlomejorposible.YCristianosintióqueleodiaba,comolosdelgadosodianalosgordos.

Perolamujernovolvía.

***

Comenzóaandar.¿Porquéteníaqueesperarla?Despuésdetodo,¿quéleimportaba?Podíavivirsinella.

Ahora,lacarreteraleparecíadistintadeantes.Lasmatastemblabanalviento,conun brillo rosado, iluminadas oblicuamente por el sol, que caía sobre el marencrespado.Todoeratrémulo,colorderosa,perodeunrosadecuerpodesnudoquetienefrío.

También él sentía frío. He allí, a lo lejos, su casa, oscura entre los árbolesdesnudos,comounabrasaapagadaentreunmontóndetroncosquemados.

Y, sin embargo, nunca como aquel día había sentido que amaba su casuca,precisamente porque era una casucha humilde, fría y triste. No; no solamente poresto.Laverdad era otra.Amaba su casuchaporque comenzabadenuevo a amar atodaslascosasdelmundo,pequeñasygrandes;porquevolvíaaamar.

***

AhoraleparecíaoírlospasosdeSarinaasuespalda.Unospasossinsonido,yque,sin embargo, resonaban con fuerza en sus oídos. Pero no se volvía; al contrario,

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apresurabaelpaso.Siquería,teníaquealcanzarleella.Pero¿loquería?¿Oeratodounsueñodesufantasía?

Los pasos, ahora, resonaban fuertes, le acompañaban. Se detuvo. Los pasos sedetuvieron;peroproseguíandentrodeél.¡Eraellatidodesucorazón!

Entonces,sesentóalbordedelacarretera,decaraalsolrojizo,quedescendíaporelcieloazulalencuentrodeotrosol rojizoquesubíade lasprofundidadesdelmarazul,ymientrasesperabaque lamujer lealcanzara,comenzóahablarenvozbaja,comosiellaestuvieseyasentadaallí,asulado,sobrelahierbatibia.

—¡Sarina!—finalmenteseatrevíaa llamarlaporsunombre,quese ledeshacíaen la boca, como una cosa dulce—. Sarina, me parece como si nos hubiéramosencontrado un día, de niños, a la orilla del mar, cuando mi madre, después dehabernos privado durante once meses de todo, me llevaba durante un mes a unaplaya,que,paramí,eracomoelconfíndelmundorealyelprincipiodelmundodelossueños;másallánosepodíair,sopenademorirdealegría.Allíteencontré,acasoaquellavezquetútambiénfuistehastaelmarylasolasteparecieronagitadasporlospeces.Y,porjuego,hemoshecholaapuestadecorreralolargodelaorilladelmar:tú por un lado, yo por el otro, y dar la vuelta a todos los continentes hastaencontrarnosotravez.Henosaquí,ahora,denuevoalaorilladelmar,entreelconfíndelarealidadydelsueño;másallánosepuedeir:nosmoriríamosdealegría.Henosaquí,denuevoniñosemborrachadosporeljuegodelamor.

***

Elsolseocultóycesóelviento,comosiunvelopesado,alcaersobrelascosas,lasdetuviera.Ellanovenía.

Peroprecisamenteporquenovenía,élseobstinóenesperarla.Queríareprocharlehaberdejadosoloalmarido,queríallamarlaunavezmásasudeber.Luego,comenzóatemerquelehubiesesucedidoalgunadesgracia.

Erayacasidenoche.Hacía frío;unaestrellabrillabaenelhorizonte, sobre lascolinas,cadavezmásintensa,comosiabsorbieratodalaluzdeldía.

Asíeraelrecuerdodeella,quelebrillabaenlamenteyabsorbíacualquierotropensamiento. Pero, mientras tanto, ella no venía. Caía el crepúsculo cuando,finalmente, sonaron unos pasos en la lejanía; pero a medida que se acercaban sevolvían leves, furtivos, como si ella procurara pasar inadvertida. No; era él, que,deslizándose un poco más abajo de la carretera, tendido boca abajo en la hierba,procurabaocultarsedeella.

Ellapasóde largo,y él sequedóduranteun ratoasí,besando la tierra, con loscabellosconfundidosconlahierba,tristeyfeliz,comosilatierrafueselamujerylahierbasuscabellos.

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***

Luegoselevantóyechóaandar,hastaquelaalcanzóenelpradodelantedelacasita.Noledijonada,nolepreguntónada.Porque,además,ahoraqueestabacercade

ella,noexperimentabayaaquellasensacióndeexaltación,decelos,dedeseo,quelehabíaabatidoalbordedelacarretera.

Tambiénellacallaba.Caminabarápidamentepararecuperarel tiempoperdidoyvolverprontoacasa.Llevabaenlamanodospaquetesyunramodefloresblancas,luminosasenlapenumbradelcrepúsculo.

La puerta principal estaba cerrada. Tuvieron que dar la vuelta a la casita paraentrarporlapuertadelacocina;perotambiénestaestabacerrada.

Elperrocomenzóaladrar,comosivieraaextraños,e insistía,especialmentealoírlavozdeCristiano.

Llamaronvariasveces.Lapuertanoseabría.—¿Quéhabrásucedido?—preguntóSarina,mirandofijamenteaCristiano,como

siélselohubierapodidodecir.También él la miró. Estaban junto a la puerta, bajo el pequeño cobertizo,

iluminado por el último resplandor verdoso del crepúsculo, y una sensación demisterioparecíafinalmenteacercarles,comoelmiedoaunpeligroqueempujaadosdesconocidosaapretarseunocontraotro.Élacercósucaraaladeella,hastapercibirelperfumedesupielaterciopelada,yellapercibióeloloratierrayahierbaquesehabíaquedadoenlacaradeél;peronollegaronabesarseporquelapuertaseabría.

Lacriada, sinembargo, lesmirócomosi sehubieranbesado:miradacómplice,burlona y envidiosa a la vez, y a la vez llena de una expresión de reproche y decompasión.

—¿Quéhacías?—lepreguntó laseñora,conunenfadoproducidonosesabesiporelretrasooelapresuramientoenabrirlapuertalacriada.

Lacriadaretrocedía,seguidaporel resplandordelcrepúsculo,que la iluminabaporcompletocontraelfondooscurodelacocina.

—Elseñoritoestámuymal—dijo—.Noloheabandonadoniunmomentodesdequesehaidousted.Nosehamovidomás.Tengomiedo…

Laseñoraarrojóalsuelolospaquetesylasfloresycorrióhaciaarriba,averloquepasaba.Elhombrelaseguía;pero,comolaprimeravez,noseatrevióaentrarenlahabitación,ysequedóen loaltode laescalera,bajoel resplandorverdosode laclaraboyadel techo.Y,duranteunosmomentos, lepareció estar suspendido agranaltura.Todoeracrepúsculoymisterio.

Dentrodelahabitación,lamujer,inclinadasobrelacama,llamaba,envozbaja:—¡Giorgio!¡Giorgio!—¡Giorgio!—gritóluego,asustada.

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Ycayósobrelacama,gimiendoydebatiéndose,conlacabezasobreelpechodelmarido,comosiéllahubieracogidoporloscabellosylaarrastraraconsigoalabismodelamuerte.

Luego,subiólacriadaconlasfloresblancas,quehabíarecogidodelsuelo,ylasesparciósobreelcuerpodelseñor.

—Sehaidomientrasyobajabaaabrir—dijo,comoensueños—.Parecehaberesperadoelmomentoenqueestabasolo.

***

Primero llegóunhombre, al alborear, todonegro, concinco sacos largosynegros.Parecíaunsersalidodelanochequemoríayquedentrodeaquellossacoshubierarecogidotodalasombra.

En cambio, en cuanto estuvo en la habitación del muerto, y después de habersaludado a este y a los vivos con respetuosa indiferencia, desató unode los sacos,dentrodelcualaparecióalgobrillante.

Lasiervaofreciósuayuda;peroelhombrelarechazóconlamano.Luego,deungolpe, sacó del saco, como una espada de la vaina, una larga cruz dorada clavadasobreunpedestalhueco.

Lapuso a los pies de la cama, observandobien la distancia para que estuvierajustoenelmedioyenlínearectaconlospiesylacabezadelmuerto.

Luego, de los otros cuatro sacos, extrajo cuatro grandes candelabros dorados ycuatro cirios, que metió en aquéllos, gordos, lisos y pálidos, como pequeñascolumnasdealabastro.

Losencendióunoauno,conlamismacerilla,quealfinaltuvobuencuidadodearrojar por la ventana. La ventana, finalmente, estaba abierta de par en par, y unahormigaseaferrabaalcandado,queestabasobreelantepecho,húmedoderocío,conelinsensatopropósitodellevárselo.Elaireerafrío,plateado,conreflejosdeoro,yhasta dentro de la habitación, las cuatro grandes llamas de los cirios, tan graves einmóvilesqueparecíandeoromacizo,difundíanporlasparedesunresplandordesolnaciente.

Todoestabaquieto, fríoy luminoso.Hastaelmuerto,vestidodenegro,con loszapatoslimpiosylacamisaalmidonada,conlosdedosdurísimosentrelazadossobreun pequeño crucifijo de plata, parecía una estatua de mármol, cubierta con losvestidos, un poco demasiado anchos, de un hombre vivo. Sobre su traje negro, ycoronándole lacabezacanosa,había floresblancas, inmóviles,comopintadas;perosuolorseibatodohacialaventana,comounpensamientoquehuye.

Porotraparte,élyanosepreocupabadetodasaquellascosasquelecubríanylerodeaban.Todosumidoensuausterameditación,conlospárpadoscerrados,lanariz

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unpocoviolada,dilatada,ylabocaapretadayempequeñecida.Cuando el otro hombrenegro, que semovía silencioso, ágil y furtivo comoun

ladrón,sacóunmetroyconrápidocuidadolemidiódelacabezaalospies,ledejóhacer.Porotraparte,elgestofuetanrápidoyelmetrogrisáceoseabrióycerrócontal rapidezy tantadiscreción,queni siquiera losvivosqueestabanpresentesen lahabitaciónsedieroncuenta.Luego,elhombrenegrorecogióymetiólossacosenuncajóndelacómoda,quelacriada, imitándoleensumaneradehacer, leabrió; todocon rapidez furtiva, aunque fría y calculada. Parecía que procurara esconder susgestos.¿Porrespetoaquién?Enrealidad,porqueestabaobligadoahacerloasí.

Finalmente,saludóconrespetuosaindiferencia,ysefue.Entonces, la viuda, que estaba sentada en una esquina de la otomana, vestida

todavíaconlaropadeldíaanterior,selevantóyseinclinósobreelmuerto,entrelasdos columnas de los dos candelabros colocados delante de la cama. Parecía queobservarasielmaridovolvíaalavida,osilehabíaaburridotodoaquelceremonialinútil que acompañaba su partida. Él estaba aburrido y enfadado, sí; pero con unaburrimiento y un enfado que se remontaba a tiempos lejanos, y que solo sedesvaneceríanconlasmismasaparienciasquelosexpresaba.

Laviudaletocólosdedos,queeranlacosamásfríaqueellanuncahabíatocado,ylearreglólasfloressobreelpecho.Seirguiómáspálidayrígidaquelosdosciriosque la flanqueaban, y durante unos instantes permaneció inmóvil, contemplando lacamacontemormisterioso,comodetenidaentre lascolumnasdeunpórticoqueseabrierasobrelaeternidad.Lacriadalacogióporelbrazoylacondujodenuevoasusitio,enlaesquinadelaotomana.

EnlaotraesquinaestabasentadoCristiano,conexpresióncansada,peroconlosojos brillantes de buena voluntad. También él había velado durante toda la noche,después de haber ido otra vez al pueblo para avisar al médico y para arreglar elentierro.

Yhabíasidoélquienhabíaafeitadoalmuerto,yhabíaayudadoavestirlo,y,alclarode luna,habíacogidoen su jardíndesnudo laspocas floresqueadornabanelcadáver. Ahora había que esperar al doctor para el certificado de defunción.Esperaban,pues,élylaviuda,sentadosenlamismaotomana,rígidoscomolosciriosqueestabandelantedelmuerto,sinotrapreocupaciónqueladerendirhomenajeaélyalaconcienciadesupropiodeber.

Pero el corazón les latía por su cuenta, y de cuando en cuando se estremecía,comolallamitadelosciriosalmoverseelairedealrededor.

Entonces, Cristiano experimentaba un escalofrío de alegría: le parecía que susangre retrocediera por sus venas, y recordaba el encrespamiento del mar bajo elvientodePonienteenciertoscrepúsculosrojosdemarzo.

«Cristiano—sedecía—:respetasahoraalmuertoporqueyano tienenecesidad

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deturespeto.Ayer,queestabavivo,nolerespetabas.¿Ymañana?Mañana,elmundoserámásamplio,libradodesudespojo,ytúbeberásensucopaytendráslaalegríaqueélnohatenido».

La llegada del doctor empezó a hacerle temer que a esta alegría no le faltaríaalgunavenadeamargura.

Sinmoversedesusitio,vioentraralhombregordoyrubicundo,queemanabadela boca un vapor de vida, y a la viuda, que salía a su encuentro, por instinto, conmovimientosdeavispa,comolamariposaenlapared,quesedespiertaalencenderselaluzyvaasuencuentro.

Eldoctorlecogiólasmanosyselasgolpeó;luego,laseparóylamiróalosojos,en la boca, en el cuello: mirada de médico, que, sin embargo, llenó de celos aCristiano. Sin moverse de su sitio, vio que los dos se acercaban al muerto, seinclinaban, hablaban en voz baja, se levantaban, hablaban de nuevo, entre las doscolumnasdeloscandelabros.Lehabíandejadoaunlado,atrás.Ytambiéntuvocelosporesto,comosielmuertoleperteneciera.

Elmédico se encargaba, no solodel certificadodedefunción, sino, además, depreparar los funerales y de cuanto hiciera falta. La viuda le daba las gracias,tranquilizada,comosihastaaquelmomentonohubieratenidoaquellaayuda;parecíaolvidarse incluso delmuerto, porque acompañó al vivo hasta el pie de la escalera.Cristiano, que, a pesar de los celos, o acaso a causa de ellos, se había levantado,adelantándose como si esperara órdenes, o para dar a entender que estaba allí, sequedósoloconelmuerto.

Elmédicosehabíaidosinsaludarlesiquiera.Esverdadquetampocoéllehabíasaludado;perodelantedelosmuertosnosegastanceremonias.

Delante de los muertos todo debe ir con calma, y, sin embargo, él sintió unimpulsoviolentodederribar lacama,deecharalsuelo loscandelabros,de llevarselasfloresdesujardín…Leparecióqueunamanopoderosalecogíalacabezayselaretorcíarápidamentesobreelcuello,comounapeonza.Milcosaslepulularonenlamente,despertadasporaquellasacudida…

Perocuandolaviudavolvióaentrar,élestabanuevamenteensusitio,másrígidoqueelmuerto.

Ella,encambio,conservabaelcalorvitalquelavisitadelotrohombrelehabíainfundido.Sesentótambiénensusitio;peroyanoseestabaquietacomoantes:suspiernas, sus delgados pies, se movían sin que ella lo advirtiera. Y Cristianocontemplabaelsol,queyaentrabaenlahabitación;percibíaelolordelcampoqueelaire traía,volvíaaver lagrancampiñaanimada,entrevistaeldíaantes.Ypensaba:«Mañana ella se irá. Tiene necesidad de correr mundo con sus piernas de avezancuda».

Mañana… Mañana el mundo estaría de nuevo cerrado para él, a menos que

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tambiénélechaseacorrerdetrásdelamujer.Mientrastanto,estabanallí,sentados,sinmirarse,dejándosellevarporeltiempo.Hasta que llegó un carro brillante, negro, con dorados, tirado por dos caballos

negros, iguales. Tan iguales, que parecían fabricados exprofeso, con unamano debarnizenellomoyenlosflancos,conlaspiernashechasatornoyuntufodecrinenlafrente.Losdosmovíanlacabezahaciaelmismoladoygolpeabanacompáslapataderecha contra la hierba del prado, delante de la casita, mientras dos hombres,vestidosdenegro,tambiénparecidosentresí,bajabanlacajadenogalylasubíanalahabitacióndelmuerto.Cristianohabíabajadoarecibirlosylosacompañaba.

Lacaja,últimomodelo, ligeraysólida,seabríaysecerrabacomounbaúl,sinruido.Ladejaronenmediodelahabitación,dondeelsolcaíaconfuerza,yunavezabierta,parecióunjoyero,consuhermosoforroderasoblancoyelfondoacolchado.

Laviudasearrodillóparameterdentrodeellaunpequeñoalmohadón,quevolvióyrevolvióhastaque lohuboajustadobien; luego,pasó lamanoporel fondode lacajaparaestarseguradequenoeraduro.Erablando,entibiadoporelsol,yellaselevantótranquilizada.

Entonces, ella, Cristiano y la criada cogieron al muerto, levantándolo concuidado,comoparanodespertarle,ylometieronenlacaja.

Ellavolvióaarrodillarseylearreglólospies,eltraje,lasmanos,tanrígidasya,quelosdedosnosehabíanmovido.Luego,volvióaponerlealrededorlasfloresquelacriadaibacogiendodelacamayleentregaba.Yestasfloresestabanbañadasporelllantodelacriada.

Los ojos de la viuda permanecían brillantes y secos, en su cara cada vezmáspálida.Solocuandoelmuertoestuvo listo,ella leacarició loscabellosyse inclinóparabesarlelafrente,ysequedóunratoasí.Todavíasedecíanalgoelmuertoyella.Porúltimo,selevantóyemitióunaespeciedecarcajada:estaballorando.

***

Peronadieparecióprestaratenciónasudolor,ocupadoscomoestabantodosencerrarlacaja.Unodelosdoshombreshabíaidoabajoyvolvíaconunacajitadecinc,comolaquellevanlosfontaneros.Sacódeellaunsoplete,queencendió,yluegocogióconunamano,comosifueraunalámpara.Lallamaoblicuachasqueabacomounalenguainfernal,yconellaelhombresoldó,fundiendoelcinc,lacaja.

Asíquedósellada,listaparaserexpedidahacialaeternidad.Los cuatro cirios alrededor de la cama desierta, agitaban un poco sus llamitas,

como si protestaran de seguir allí sin hacer nada. Mientras tanto, fuera, habíanllegadodoscochesnegros, tiradosporcaballosnegros,ydeunohabíanbajadotrespequeños frailes, sucios, que parecían de tierra cocida, con los pies calzados en

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sandaliasrotasylacapuchaalaespaldahastaelcíngulo.Subieron cantando a la habitación del muerto, y les dieron tres de los cuatro

cirios;elcuartolocogiólacriada,queseguíallorando,peroprocurabaquelaceranocayerasobreelpavimento.

Losfrailescantabanalrededordelataúd.Parecíaquehubierancantadosiempreyque tuviesen que cantar siempre, monótonos e indiferentes, aquella nenia, que, apesar de todo, tenía una dulzura grave y un sombrío reproche.Dulzura y reprocheque, sin embargo, resonaban solamente enel tonode laspalabrasyveníandemáslejosquedelcorazónydelavozmecánicadelosfrailes.Cantoantiguoenunalenguaantigua, de la que se había perdido el conocimiento; pero de la que quedaba lamúsica,grandedeadmoniciónydepiedad.EralamismavozdeDios,quehablaba,no al hombremuerto, sino a los vivos, como si estuvieranmuertos y tuviesen queresucitar. Y, entonces, hasta a Cristiano, que hasta aquel momento solo se habíaconmovidoporlosdemás,selehumedecieronlosojos.Llorabaporélmismo,ahora.Leparecíaque,enlugardelmuerto,erasucorazónelquerespondíaaaquelcanto.

Luego,ayudóa levantarelataúd,abajarloyadepositarloenelcoche.Encimapusieronuna coronadepalmasy rosas, tanbonitas, queparecían artificiales, y loshombres arreglaron la larga cinta negra, que caía por un lado y otro, para que seleyerabienlainscripcióndorada:«Amiqueridoesposo».

Laviuda loestabamirando,con lacabezaenvueltaenunvelonegro.Dijoquequeríaseguirelcocheapie;peroCristianolacogióporunbrazoylaobligóaentrarenunodeloscochescerradosparadosdelantedelacasa.

Enelotrovolvieronameterselosfrailes,quehabíanapagadoloscirios;peroselosllevabancomosifueranbastones.

El cuarto cirio se lo quedó la criada, que estaba allí, inmóvil, enmedio de laagitaciónde los demás, como si iluminara la escena.Ella esperabapoder seguir elentierrode su señor;peroalverquenoeraposible, apagó tambiénel cirioy se lollevódentro,pensandoqueundíapodría servirparaella.Masunode loshombresnegros se locogióy lovolvióameterdentrodeun saco, con loscandelabrosy lacruz.Paraconsolarla,ledijoenvozbajaunrequiebro,yella,conlosojosllenosdelágrimas,lesonrió.

Una vez desembarazada la habitación delmuerto, quedó en ella una alegría déluz,deoloracampo,deliberación.

Desdelaventana,lacriadaveíaavanzarelentierroporlacarreterasoleada,conelcochebrillante,queparecíaarrastraralosotroscochescerrados.

Iban lentamente, tan lentamente,quedentrodelcochecerrado, laviuda tenía laimpresión de estar parada mirando por una ventanilla, detrás de cuyo vidrioempañadopasabaelpaisaje,hechodedossolaslíneas:laazuldelcieloylaunpocomásazuldelmar.

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Cristianoestabaa su lado.No se tocaban,no semiraban,no sehablaban;peroambossentíanquehabíancomenzadounviajeque,detrásdelamuerte,lesconducíaalavida.

***

Luego,elinviernoabriósusalasdenubessobreelmarylosbrezales.La viuda no había dejado la casita; pero toda relación entre ella y Cristiano

parecía de nuevo interrumpida. Las ventanas permanecían cerradas, como cuandoestabavivoelmuerto.

Cristiano,alpasarporelsenderoparairalpueblo,secontentabaconmirarlaleveflorazuladadehumoqueseagitabasobrelachimenea,únicaseñaldevidaentantasoledad.

A veces llamaba a la puerta para preguntar a las dosmujeres si les hacía faltaalgunacosadelpueblo.Leabríalacriadaylecontestabasolícitaqueteníaqueirellaalpuebloyque,alcontrario,siquería,podíaencargarsedehacerlesuscompras.Yleinvitabaaentrar,proponiéndolellamaralaseñora;peroélnoaceptabalainvitación.Esmás,seapresurabaamarcharse.

Ibaalpueblo,yobservabaquelacriadanoibanuncaa lashorasenquepodríaencontrarse con él. Solo un día la vio que volvía, tranquila, lenta, con su cestillooscuro.Desdelejos,lerecordóaGhiana,ysemaravillóanteesterecuerdo,aldarsecuentadequesehabíaolvidadodelacampesina.

Lacriadasedetuvoasaludarle,abrióelcestillo,llenodelamarillomortecinodelospaquetes,mezcladoconelverdedelasverdurasyelrojodelasmanzanas,y ledijoelpreciodecadacosa.Luego,lepreguntósihabíaidoaveralaseñora.

Éllamiróalosojos.No;lapreguntanohabíasidohechaconmalicia.Másaún:de la cara de la criada se transparentaba cierta solicitud, un deseo de bien para laseñora.YCristianoobservóquelacriadasehabíarejuvenecido,embelleciéndose.

—Di, ¿no tendrás algún asuntillo en el pueblo? —le preguntó, imitando sumaneraburlonadesonreír.

Y ella enrojeció, muy contenta. Y luego se fue corriendo, balanceando lascaderas,comohacíaGhiana.

Más allá, Cristiano vio, a lo lejos, en la carretera, a un hombre que volvía alpueblo,evidentementedespuésdehaberacompañadoduranteun trechoa lacriada.Le pareció que lo reconocía, y apresuró el paso. Sí; era el fontanero que habíasoldadolacajadelmuerto.

Alatardecer,unavezensucasa,vioveniralacriada,quelellevabaalgodentrodel delantal. Pero también en su chimenea el fuego estaba encendido y el pucheromurmurabauna canción refunfuñona, colgadodeungancho enmediode la llama,

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comoungranpistilonegro.Todoestabaordenadoylimpio.Pocoapoco,algotímidamente,lamujerabriósudelantal,levantóunplatoblanco

que tapabaotro,ysobreelesmaltevaporoso,entre losdos recipientes,aparecióunmuslodecapón,tangordo,quelapielparecíadeoroderretido.

Cristianolediolasgracias,unpococonmovidoyunpocohumillado,nosabiendosieralacriadaoeralaseñoraquienleinvitaba.Conmovidoyhumilladoenamboscasos.

—¡Quélujo!—dijo,yluegopreguntósiellashabíancomidoya.—Todavíano.Laseñoraestáhaciendoundulce.¿Porquénovieneestanochea

casa?¡Ah!, ¿estaba haciendo un dulce?Entonces, era la criada quien había tenido la

idea de enviarle el regalo; de lo contrario, la señora le hubieramandado el dulce.Pero,sinduda,tambiénellaestabadeacuerdoconlasolicituddelacriada.Ysihacíaeldulce,queríadecirquehabíasalidodesumelancolíayseencontrababien.

—Novoy,porquenomehainvitado.—Noleinvitaporquetienemiedodequenovenga.—¿Lohadichoella?—Nolohadicho;peroyolosé.Esasí,y,además,estámuytristeydesconsolada.

Avecesdicequequierepasaraquítodalavida,yotrasveces,quequieremarcharseenseguida.

—Ytú,¿quépiensas?—lepreguntóél,conmalicia.Lamujerlemiró.Yanosonreía;esmás,teníaunamiradatímida,deniña.Quería

deciralgo,peronoseatrevía.Instintivamente,llevadaporsuactividaddoméstica,pusoenordenalgúnobjeto.

Finalmente,cobróvalor.—Siviene…estanoche,ocuandosea,nodiganadaalaseñora.—¡Perosiyonosénada!—protestóél,inclinándoseparaverelpuchero,delque

levantólatapadera.Entonces, lacriadavioquedelgrasientocaldohumeantededentrodelpuchero

emergíanlaspatasamarillasdeuncapón.

***

Despuésdesucomidasolitariasalióaljardín.Era la noche de Pascua. Noche tibia y silenciosa de marzo, forrada de nubes

blancas,brillantesyblandas,comocortinasdeseda.ÉlnohabíapensadoencelebrarlaPascua;pero,apesarsuyo,unantiguosoplode

poesíalesubíadelcorazónyleobligabaasalirdesumadriguera,comolosanimalesquehanestadodurmiendodurantetodoelinvierno.Pero,sobretodo,leempujabaa

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moverse en busca de algo que él intentaba no decirse, aunque, en el fondo, sabíaperfectamentequéera.

Diolavueltaaljardín,conlospasospesadosdesuszapatosclaveteados,que,sinembargo,nohacíanruido,acausadeloblandoqueestabaelsuelo,humedecidoporelsiroco.Ymirabahaciaarriba,hacialascopasdelosárboles,comocuandoteníanfrutos.Lasnubesseposabanenellas, tanbajas,queparecíansostenidasporel leveesqueletodelasramas,dentadasyaporlosbrotes.Asualrededor,elperfilnegrodelsetodibujaba,sobreelfondoblancuzco,sufantásticasucesióndeagujas,depequeñastorres,demurallasalmenadas.

Derepente,Cristianosintió lanecesidaddeevadirsedesucaminoprehistórico.Salió,ycuandoestuvoenelsendero,miróalmar,ysedirigióhacialacasita;perovioluzenlaventanadelsaloncito,yleparecióqueoíahablardentro.

¿Quiénera?Elcorazónlelatiódecuriosidad,decelos,depesar,porestarfueradeaquellahabitación,porestarfueradelavida.Peroacasoseengañaba:acasoeranlaseñoraylacriadaquienescharlaban.

Sinatreverseaacercarsealaventana,diolavueltaalacasita.Elperroladraba,y,bajoelcobertizodelapuertadelacocina,entrevióadospersonasquehablabanenvozbaja,muyapretadas.

Aloírsuspasos,sesepararon;peroélvolvióenseguidaatrás,perseguidoporlosladridos del perro, y aquellos gritos roncos, rasgados y pesados le golpeaban laespalda,lacabeza;eracomounadescargadepiedrasqueleaplastaba;leamenazabacon cosas peores si no huía enseguida, y, al mismo tiempo, se burlaba de él y lecompadecía.

Yélhuía,ynosedetuvohastaquelallegadadelagualeadvirtióquenopodíapasarmásallá.

Sequedódelantedelmaragitado,comosiestuvieradelantedeunespejoque,enrealidad, reflejara su alma tal como se encontraba en aquelmomento, llena de untumultogrisyardiente.

¡Qué lejosestaban las tranquilasmañanasdeverano,cuandoelmar,brillanteymuerto,leparecíaigualmenteunespejodesutranquilidadinterior!Y,alprincipio,seirritó, al darse cuenta de que no echaba de menos aquella tranquilidad; que, alcontrario,elrecuerdodeaquellosdíasledespertabaunsentimientodepiedadhaciasímismo;pero,luego,comenzóasentirunaexaltación,mezcladeterrorydealegría:lacertidumbredequeamabadeverdad,dequesuamor resistía loscelos, laduda,elmiedoaldolor.

—¡Esverdadqueamo!—dijo,envozalta,inclinandolacabeza.Ydecidióiraveralamujeryofrecerse.Lebastóestadecisiónparasentirsefeliz,

conunafelicidadtrepidante,tanto,queseinclinóysesantiguóconelaguadelmar.Volvióatrás;peroleparecióqueseencontrabaenunlugardistintodelquehabía

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atravesadopocoantes.Unanieblaimprovisa,tibiayplateada,lerodeaba.Parecíaquelasnubeshubieran

bajadohastalatierra.Nisiquieraviosucasa;solosintiósuseto,ylobuscóconlamanoatravésdela

niebla.Luego,seencontrócomoenlaorilladeunlago.Enlariberaopuestaseveíauna

luz:laventanadeSarina.Y Cristiano atravesó el prado, recordando ciertas noches de su adolescencia,

cuando andaba entre la niebla por las grandes avenidas de circunvalación, y losfaroles le parecían estrellas, y todo era bello y fantástico a su alrededor, con unabellezadesueño,porquetodoerabellodentrodeél.Tambiénentoncesibahacialavida;entoncescomoahora.Ytambiénahorasesentíajoven,conelalmaintacta.

Denuevodiolavueltaalacasa,hacialapuertadelacocina.Lassombrashabíandesaparecidoyelperrocallaba.Nisiquieraladrócuandoseacercóaél:comprendíaqueelhombrequeríaentrarenlacasaconelcorazónsincero.

Soloelaspectoambiguodelacriada,alabrirle,turbódenuevoaCristiano.—Laseñora,¿estásola?—Y¿conquiénquierequeesté?—Entonces,¿puederecibirme?—¿Quiénsabe?Así…¡aestashoras!—Sitúmismamehasdichoqueviniera.Veadecirlequeestoyaquí.Permanecióduranteunosmomentosen lacocina, tibia, iluminadaporel fuego.

Todo estaba todavía en desorden; pero un desorden alegre, como el de los días defiestaenlascasasenquelagentepiensagozar.

YéldeseósentarsealladodelfuegoyhablarallíconSarina.Encambio,tuvoquepasaralsaloncito.

Yelsaloncito,sinfuego,seguíasiendobrillanteyfrío,conreflejoscomodeluna.Sinembargo,lamanoqueSarina,sentada,leyendojuntoalamesa,letendióestabacaliente.

Ellanoteníanecesidaddefuego;eramuyjoventodavía.—Hacepoco—dijoél,rígidodelantedelamujer,comounsoldado—hevenido

hasta su puerta, con el deseo de verla y saludarla. No he entrado porque he oídohablaraquí,yhecreídoquenoestabasola.

—Pero¡sierayo,queleíaenvozalta!Siéntese.Élsesentó,apartadodeella.—Esuna costumbre que tengodesdepequeña.Cuando estaba sola, durante las

largasveladasdeinvierno,odurantelasdeverano,quesonmáslargastodavía,leíaespecialmente comedias y dramas.Mi voz me parecía la de los personajes, y mehacíacompañía.Además,soñabaconllegaraserunaactriz.

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—Eselsueñodetodaslasmuchachasdesocupadas—dijoél,contrariado.Luego,tuvoenseguidaeltemordehaberlaofendido,ylepreguntóquélibroleía.—Léamealgunapágina.Ellamirólaportadadellibro,comositodavíanosupierasutítulo;luego,locerró

ylodejóenlaestanteríadelamesa.Cuandolevantólacabeza,susojosteníanunaluminosidadprofunda,maliciososy

apasionados,ybuscabanlosdeél.—Yoleocuandoestoydesocupada;esdecir,sola.Ahora…Élyanoevitabaaquellamirada,quelepenetrabahastaelalmayselainundaba

de luz. Estuvieron durante un rato así,mirándose.Él no sabía cuánto; ya no sabíanada.Soloteníalaimpresióndeestartodavíaalaorilladelmarydetenerelpoder,ahora,deirmásallá,deandarsobrelasaguasysobrelasnubes,dedesvanecerseenelinfinito.

—Sarina—dijoconvozalterada—:dígamequenoesunsueño.Portodarespuesta,ellaacercósusillaaladeél,yleofrecióunamano.Ybastó

estecontactoparaquelosdossefundieranenunsolotemblor.—Gracias—murmuróél—.Ustedmeresucita.Porqueyoestabamuerto…Peor

quemuerto…Ahora,estoyaquí,soyunacosasuya.Hagademíloquequiera.Pero,Sarina,dígameenseguidaloquequierehacerconmigo.Detodasmanerasseréfeliz,contalqueloseaustedymequieradeveras.

—Sino le quisiera, no estaría aquí—dijo ella, envozbaja, peromirando a sualrededor,comositemieraqueleescucharaalguien.

Éllebesólamano,conagradecimiento,aunquetambiényaconmiedodequeseleescapara.

—Ustedesbueno—murmuróella,enternecidaporsuhumildad.—No,nolosoy;almenos,conlosdemás.Lohesido,sinembargo.Mibondad

era como un diamante en bruto contra el cual arremetían, rompiéndolo, todosaquellosquequeríanbeneficiarsedeél,yyolesdejabahacer;esmás,experimentabaplacer. Ahora, después de tanta limadura de dolor, siento que mi bondad existetodavía;mejordicho:esmáspuraqueantes.Pero,igualqueeldiamantetallado,noseprestaamásdisminuciones.Seentregaporcompletoopermanecedentrodemí,inútilmentepreciosa,comoeldiamanteensuestuche.

La mujer le escuchaba pensativa, inclinada hacia él, con una sensación decuriosidadcasiinfantil.

Él se llevó las dosmanos deSarina a la cara, y, por unmomento, pareció quequeríadeciralgodesusecreto.Luego,reanudó:

—Tambiénustedesbuena.Solounabondadcomoladeustedpodíasacrificarsecomosehasacrificado.Poresto,además,laquise,desdeelprimerdíaqueustedllegóaquí.¿Seacuerda?Allí,enelpozo,mehablóenseguidadesumaridoenfermo,yyo

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adivinétodasuvidadetristezaydesacrificio.Ynoseríademí,Sarina,si ledigoqueesteesmiprimeramor…Este…este…Estaeslacosagrande,quehacequecasimedémiedomifelicidad.Porqueyamecreíacondenadoanoamar,anosernuncaamado.Yanocreíaenelamor;yanocreíaenlaHumanidad.Vivíaderabiayodio.Ustedhallegado,ylavidahacambiadodeaspectoparamí.

Perolasolaalusiónalostristesdíaspasadosarrojóunasombrasobreelcorazóndeella,yél,queasuvezlamirabaintensamente,sediocuentayseatiesó.

Pocoapoco,ellaretirólasmanos;pocoapoco,unasensacióndemisteriovolvióasepararles:unmisterioqueconseguíainclusovencerlaatraccióndelossentidos.Yellaintentóexplicarlo.

—Mañanaporlamañanairéaverleyhablaremosmejor.Aquíno…aquíno…noesposiblehablardeamorydealegría.Tengolaimpresióndequeélestátodavíaensuhabitaciónsufriendo.Tampocoélcreíayaenelamor,enlaHumanidad.Esteerasu peor mal. Tanta sombra me ha dejado alrededor, que todavía no consigoencontrarmeamímisma.Porqueustednolosabe,Cristiano;ustednolosabetodavíatodo…Élcreíaqueyoleodiaba,ymásdeunavezhaintentadomatarme…

Cristiano se volvió, pálido hasta los labios, inclinó la cabeza, y Sarina se diocuenta de que cerraba los ojos para no llorar. Entonces se arrepintió de haberloentristecido tanto, y, para disipar un poco la siniestra impresión de sus últimaspalabras,dijo:

—No le oculto que le esperaba, Cristiano. Si me he quedado aquí, en estasoledad,hasidoporusted.Tambiénparamí,ustedrepresenta…lareanudacióndelavida; esdecir,deunavidamejorque ladeantes…Acasoustedpuedadarme todoaquelloquehesoñadodeniña,yyopuedadarletodoaquelloqueustedtodavíanohatenido. En el fondo, siento que aún soy una niña, que tengo el corazón lleno dealegría.Perodéjemepensarunpocoantesdedecidirnuestrodestino.

—Ustednomeamalobastante,sirazonaasí—dijoél,conamargura.—Talvezesverdad…Peroeslasombra…eslasombra—repitióella,mirandoa

sualrededor—;mepareceversiemprelasombradeél.Mañanaporlamañanairéasucasayhablaremosmejor…

Yélinsistió,porquetambiénveíadenuevolasombraqueleseparabadelavida.Ypensaba:«Tendráquequerermemucho,ciegamente,paraamarme,inclusodespuésdedecirlequiénsoy».

***

A lamañana siguiente,desde la aurora, él encendióungran fuegoen suchimeneapara calentar la casa. Una niebla espesa, clara, tapaba los ventanucos con su telablancuzca.Nohacíafrío,y,sinembargo,decuandoencuandoélseestremecía.Tenía

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miedodequeSarinanofuera,acausadeltiempo,oporquenoquisierair.Pero¿porqué, si lo había prometido? Además, no se trataba de una cita culpable. Y, sinembargo,élteníamiedo…Peronoibaabuscarlaparaesconderestemiedo.

Helafinalmentealapuerta,conunabrigodepieles,negro,quehaceresaltarmáslablancuraperláceadesucarayelrojodesuboca,delaquesurgeuntenuevapor.

Aquellablancura,yel resplandordesusojos,yhasta lamismapieldelabrigo,brillantedegotitasdeagua,comoelpelodeunanimalquehacorridobajolalluvia,aumentaronlaalegríaylaconfianzadeCristiano.

De un salto salió a su encuentro, la ciñó con el brazo y la condujo hacia lachimenea,alisándoleinstintivamentelamangadelabrigodepieles,yaquelcontactoleprodujounestremecimientodevoluptuosidad.Susojosseencontraronotravez,loslabiosseacercaron,sindar tiempoalpensamientoaquese rebelara.Y todoquedóolvidado.

***

Y, no obstante, sucedía una cosa extraña. Mientras la mujer tendía a ir hacia lahabitacióndeél,éllallevabahacialachimenea,yfueelprimeroendejardebesarla,esperandoqueellahablara.

Lanieblaseadensabasobrelapequeñaventana;hundíalacasa.Élpensabaquehubiera podido ser feliz enseguida, y, sin embargo, no quería, y en esta negativaexasperabatodavíamássussentidos;apesardeello,noquería.

Elmismoabandonodelamujerleirritaba.Sentíaalgodefelinoydeambiguoenella:elcuerpocercano,peroelalmaausente.

—Hepensadotodalanocheenti—dijoella—,todo,todalanoche…Soyfelizcon nuestro amor. Te doy las gracias, ¿sabes?, te doy las gracias y acepto tuproposición.

«¿Cuál?—pensóél—.Lasproposicioneshansidodos:oesposooamante».—Perotenemosqueconocernosmejor,Cristiano.«¡Vaya,yahemosllegado!»,pensóél.—¡Yocreoconocertetantoya!—dijo,contristeza—.Teconozcoporqueteamo;

tú,encambio,nomeamaslobastante.—¿Qué puedo hacer más de lo que hago?—dijo ella, un poco exasperada—.

Estoyaquí…teamo.Sinoteparecebastante,dependedetiquelosea…—Qué,¿quépuedohacer?—protestóélasuvez—.¿Puedoamartemás?Volvió a besarla, y veía que los ojos de ella se inundaban de voluptuosidad,

mientrasdossurcosdeangustialecruzabanlasmejillasalrededordelaboca.«Sé,séloquequieres—pensaba—.Quieressaberquiénsoy.Perosi telodigo,

podrásaceptarmecomoamante,nuncacomomarido;noquerrásunirteconmigo,sino

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solamentehartartedemiparaluegodejarme.Yyotequierotoda,paratodalavida.Peorparatisihasvenidoabuscarmealosconfinesdelmundo.No;túnomeamaslobastanteparadecirtequiénsoy».

Y, sin embargo, estuvo a punto de cogerla y decirle su secreto.Momentos deansia, como cuando se llega a la cima última de un monte y se está entre laembriaguezdelinfinitoyelmiedodelabismo.

—¿Quépuedodecirtedemí?—comenzóagemirsobresurostro—.Yatelodijetodo,undía,¿teacuerdas?,aquí.Notengoparientes:solomimadre,quevivemuylejos,enArgentina,ysepreocupapocodemí;sehavueltoacasar,yahoraescasirica.Tambiényotengolosuficienteparapoderteofrecerunavidamásholgadaquelaquehasconocidohastaahora.Despuésdelsegundomatrimoniodemimadreydelamuertedemimujer,hevividounosañostantristes,queheodiadoalaHumanidad.Haceunos tresmeses, busquéuna casita aislada, solitaria, en la quepasar algunosmesesdereposo.Encontréesta,yaúnvivoenella.

—Dime,dime…—insistíaella,echándolesualientoardientealacara.Él se estremecía ante aquel aliento, y seguía añadiendo algunos detalles de su

vida;peroelsecretomayorpermanecíadentrodeél,y ledesagradaba,y,almismotiempo,sesentíafelizdequelamujernoloadivinara,nisiquieradelejos.

Pasóundía,pasóunanoche.Encerradoensucasita,Cristianooíaellamentodelmar,yleparecíaellamentodesucorazónfeliz.

Luego,alaaurora,cuandosedespertó,sequedósorprendidoporelgransilenciodealrededor.

Solo algún grito de pájaro atravesaba el aire. El día parecía abrirse, por elventanucodelahabitación,comounaflorblancaque,pocoapoco,seteñíaderosa.

Derepente,unrepiqueteoresonósobreelcristal:eraunpájaro.Y Cristiano se levantó como un niño. Corrió a la ventana y gritó de alegría.

Durante la noche, las flores del melocotonero se habían abierto; sobre cada florbrillabaunaguirnaldaderocío,ehilosiridiscentes,collaresdelgadísimosdeperlas,corríandeunextremoaotrodelseto.

Elaireolíaaresinayamenta.Eralaprimavera.Yélsintiódeseosdecorrerhastalaorilladelmar,derevolcarseenlosjuncos,delavarseconelrocío.

El pensamiento de que dentro de poco volvería a ver a Sarina le hacía sufrir.Luego,comenzósusfaenasacostumbradas,yenelsilenciodelaprimeramañanaoyóuna leve llamada a la cancela, que le devolvió a la angustia del pasado. Sarina nopodíaseraaquellahora.TeníaqueserGhiana.

***

Ghianaestabaallí,detrásdelacancela,consucanasto;perotancambiada,quecasi

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noselareconocía.Unchalfloridolerodeabalacarahinchada,manchadadepecascolor marrón, como un fruto estropeado, y se le cruzaba sobre el pecho, con lasfranjas que caían sobre su vientre saliente. La falda, corta por delante, dejaba aldescubiertosuspiesgrandes,conlasmediasazulesyloszapatosenfangados.

Y sumirada era torvay extraviada; su respiración, jadeante.Parecíaunabestiaacosada.

Entróresuelta;pero,luego,esperóaqueCristianocerraraylaprecediera,comootrasveces.Yélcerróylaprecedió,comootrasveces;peroparecíamásextrañadoqueella.Lanotabaasuespalda,jadeante,pesada,einclinabalacabeza,comosielpesodeellalegravitarasobreelcuello.

La alegría de poco antes se había desvanecido; la sombra antigua tornaba aenvolverle.

Al llegar a la puerta,Ghiana hizo ademán de sentarse en el umbral; pero él leordenórudamentequeentraraylaobligóasentarsejuntoalapuerta.

—Bueno—dijo,moviendo la cabeza en señal de despecho—, ¿qué hay? ¿Quéhasvenidoahacer?

Ella pareció buscar la respuesta, con la cabeza baja, escondiéndose con losextremosdelchalelvientre,queselevantabaysebajaba.Perolarespuestaestabaenestamismaansia,yCristianosentíacercadeellaunestremecimiento,queyanoeraderabia,perotampocodealegría.Intentabanomirarla,ynopodía.Aúnasí,deforme,pálidaentrelasfloresrojasdesuchal,leparecíaquetambiénellaformabapartedelaprimavera; también ella, con su fruto dentro, y hacía el cálculo de los meses,obstinándoseencreerseengañadoporGhianayqueriendoconvencersedequeaquelhijonoerasuyo.

Ellaadivinóestepensamiento,ydijo,consuacostumbradotonohumilde:—HacecasisietemesesquemiAlessandrohavuelto.Justo,eltresdelmesque

vieneharálossietemeses,ysobreesedía,siDiosquiere,nacerálacriatura.Pasarápor seruna sietemesina.Estoydeacuerdocon la comadrona,queesbuenay tienecompasióndelasdesgraciadascomoyo.Además,lehedadosuanillo;noteníaotracosaytampocomelopodíaponer.Hastamiviejacree,ofingecreer,queestoyenelséptimomes.SiDiosquiere,todoirábien.HastamiAlessandroestácontento.

Esperóqueélledijeraalgo;peroélcallaba,conlacabezagachacomoella,ynosabíaquédecir.

—Soloelviejonoparececontento.Nodicenada;peroestásiemprecontandoconlos dedos, y cuandome habla, nomemira a la cara. Y, luego, grita por nada. Secomprende que sospecha… Yo tengo miedo de él, tengo miedo de que Dios mecastigue pormano del viejo.Ahora hace tres días que está en cama, con fiebre, ytambién mi Alessandro está fuera, por la visita a los llamados para la guerra.EsperemosqueDiosme lodejeencasaynomecastigue,además,conquitármelo

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otravez.¡Estanbueno,pobremuchacho,tanobedienteasuspadres,comosifueraun niño!Y cree enDios y reza siempre, yme quiere de verdad.Yo creo quemeperdonaríasillegaraasaber…Peroyonoquierohacerlesufrir,aunqueavecesestétentadadeconfesárselotodo.Amí,talvezmeperdonaría—añadió,tímidamente—;peroausted,no.

Élsonrióunpoco.—¿Hasvenidoparadecirmeesto,despuésdetantotiempoquenotedejabasver?

—preguntó,contonoáspero.Ycomenzóapensarqueloqueellaqueríaeradinero.—¿Quéhevenidoahacer?Lacosalasabía,ysiacaso,eraustedquienmetenía

quebuscar.Peronoimporta,mejorasí.Yonoquieronadadeusted.Soloque…soloquetengomiedodemorirmeyqueríasaludarleypedirleperdón.

—¿Perdón?—De haberle preocupado. Hubiera sido mejor, sin duda, que esta criatura no

naciera; pero ¿quién sabe?, si luego salebien, si es sana, si es buena. ¡Diospuedecastigarmetambiénconesto!

Una sombra pasó por los ojos del hombre. Le parecía que comprendía unmisterioso presentimiento de Ghiana, que ella conociera de verdad su secreto ytuvieramiedodequeelhijoseparecieraensuserroresalpadre.

Sombras, sombras. Él se puso a pasear por la habitación para arrojarlas; perotambiénparanocontemplarmáslacaradelamujer.

—Confiemos en Dios—continuaba ella, cada vez más intimidada—, y no sepreocupe,sucedaloquesuceda.Aunqueyomemuriera,miAlessandrocuidaríadelacriatura,ysiéltuvieraqueirsealaguerra,siemprequedaríanlosviejos.

—Pero¿porquétienesquemorirte?—lepreguntóél,cadavezmáspreocupado—.¿Porqué?

—Nosoyyolaquequieremorirse:esqueyanosoyjovenyesteesmiprimerhijo.Sinembargo,noesestoloquemepreocupa,sinoquealgometienequepasar.El viejome lo dice siempre, sin explicarse, yme damásmiedo todavía.Me dicesiemprequelospecadossepagan;cuentasiemprehistoriasdehijosquehanpagadolasculpasdesuspadres…Avecesmedespiertoporlanoche,yyanopuedodormir.Tengo inclusomiedodeque él, el viejo, si vive, le hagadaño a la criatura, que lallegueamatar.

—Estás enferma,Ghiana—dijo él, suavizándose unpoco—.Tienes escrúpulosinútiles,queantesnotenías.Talveztumarido,consusanturronería,tehacemásmalquebien.DejaaDiosenelParaíso,ypiensasolamenteenestarbienyencurarte.

Ellaparecióofenderse.Pocoapocolevantólacabeza:primerocontrabajo,comosi lepesara; luego, conunesfuerzoduro.Unavez levantada,novolvióadoblarla;perotodavíanolemirabaalacara.

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—Hevenidoporotracosa—dijo,alcabodeunmomentodesilencio—.Miviejasiguepreguntandosiquierevenderlacasa.

Élnocontestaba.—Tenemoseldineroapunto.Estáallídesdehacesietemeses.—¡Desdehacesietemeses!—repitióél,comoparasí.Luegodijo,denuevocon

aspereza—:¿Ynoencontráisotracasa?—Quisiéramosesta.Élvolvióacaminararribayabajodelahabitación,yahorasentíaquelamirada

socarronayescrutadoradelamujerleseguía.De improviso, se leplantódelante, amenazador.Enel fondosentíaqueGhiana

conocía su amor y que, celosa a sumodo, había ido para turbarle la alegría de sunuevavidaeintentaralejarledelamujeramada;peroqueríacreerenotracosa:soloenlaavidez,soloenlaastuciadeellaqueríacreer.

—Dime la verdad—le increpóbrutalmente—: tú quieres que te regale la casa,¿no?

Unaexpresión,primerodesorpresa,luegodesusto,alterólacaradeGhiana:ellanolecomprendíaonoqueríacomprenderle.

—¿Usted,regalarmelacasa?¿Quéquieredecir?Alessandro,entonces,sabría…ytambiénlosviejos…

Luego,derepente,lairapudomás,ylahizoenrojecer.—¡Ah!, ganasme vienen de escupirte a la cara—gritó, levantándose, con los

puñosapretadosbajoelpañuelo—.¿Túcreesquehevenidoapedirtealgo?¿Tehepedido nunca nada yo? Anda, anda, eres un señor; pero eres un miserable. Y lecompadezco,porque…porque…

Noacabó la frase,y seaferróa la silla, sollozandosin lágrimas.Tambiénél sesentíaprofundamentealterado;aquel«usted»,queellavolvíaaempleardespuésdelmomentodeira,leheríamásquelairamisma.Percibióqueellaletratabadeustedporrespetoasímisma,arrepentidayadehaberloinjuriadobajamente,yporprimeravez también él experimentó una sensación de respeto hacia ella: respeto que noaplacabasuenojo.

—¡Túmecompadeces,tú!¿Dequé?—gritó—.Dilo,diloenseguida.Ellasollozaba,dobladasobrelasilla,yparecíatenermiedoaqueéllepegara.—¿Túmecompadeces?¿Dequé?—insistíaél,sinsaberenrealidadporquéesta

compasióndeGhianaledespertabatantaindignación.O,mejordicho,sí, losabía,yqueríaqueellasedoblegaseyal finse lodijera;

peroquería,consumismasolicitudamenazadora,impedirlehablar.—Veteynovuelvasmás;delocontrario,norespondodemí.Tepegaría.—¡Hágalo!No tengomiedo—dijo ella, rápidamente, doblándose todavíamás,

comoparaprestarsemejorasusgolpes.

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Estoletranquilizó.Lacogióporloshombrosylaobligóasentarsedenuevo.Luego,volvióapasear.Enelsilenciolaoíajadear,yhubieraqueridoconsolarla;peronopodía,nopodía.

Ghianahabíallegadodemasiadotarde.—Comprendo tu pensamiento. Pero ¿por qué quieres que me vaya? —dijo,

finalmente,sinpararse—.Loquetienequesuceder,sucederáigualmente,aquíoenotraparte.Además,nohesidoyoquientehaabandonado,Ghiana.Hassidotúlaquenohavuelto,yyonopodíairabuscarte,cuandotúmismamehabíasdichoquetussuegrossospechaban.Alnovertemás,creíaquetúmismadeseabasquetodohubieraterminado.Ycreíaque teengañabassobre tuestado.Ahora,yaque lascosasestánasí,¿porquéquieresquemevaya?Teayudaré,cuidaréyodelniño.Nocreasquesoyunhombresinconciencia.

Ghiana movía la cabeza. No, no quería esto. El remedio era peor que laenfermedad.

—Yo no quiero ayuda, ni para mí ni para él. Además, mi Alessandro no eshombrealqueselepuedaengañarmásdeunavez.Noquieronada.Solomequejoporquehadejadodequererme.

—¿Por qué dices esto? ¿Te he ofendido en algo? Eres tú, repito, la que no havenidomás.

—Peropodíavenirusted.Unhombredecorazónencuentrasiemprelamaneradehacer el bien. Si pasaba una sola vez por casa, no hubiera despertado ningunasospecha,inclusoconelpretextodeirahablardelacasa.Encambio,nada:comosino nos hubiéramos encontrado nunca; peor todavía, como si hubiésemos sido dosperros.Loscristianosnoobranasí.Yosoyunamujerignoranteyustedunapersonainstruida; pero cuando hay de pormedio un hijo, todos somos iguales. Yo, por lomenos, lo creía así. Pero usted nunca me ha querido, no, no. Siempre me haconsiderado como una bestia; pero como tal, entonces, hubiera tenido querespetarme.

«Esverdad,esverdad»,decíaélparasí.Yunavezmáspensabaenelfracasodesuprueba.No,nobastabalasoledadpara

purificaralhombre.—Elúnicoconsueloquemepodríadar todavía—reanudóGhiana,envozbaja,

como si tuviera miedo de revelarse a sí misma este pensamiento— es irse. Sí, elúnico.

—Pero¿adónde,Ghiana?Atitepareceunacosafácilparaunhombrecomoyovenderlacasaymarcharseporelmundo,enbuscadeotracasacomoyolaquiero.

—Ahoraqueyanoleimportatantoestarsolo,leserámásfácilencontrarla—dijoella,conamargura.

—¿Ahora? ¡Ahora más que nunca! —gritó él, lleno de todos sus antiguos

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rencores—.Simevoy,voyaescondermeenloaltodeunamontaña.¡Oh!,¿porquéunonopodráestarnuncasolo,libre,nunca?

—EsDiosquienasíloquiere.Después de haber dicho esto, ella se levantó de nuevo, y susmismas palabras

parecieronconvencerlaaresignarse,aabandonarsealavoluntaddeDios.—Yo ledeseo todaclasedebienes—dijo—;perovigileque laotrano lehaga

pagarsupecado.Adiós.Sin embargo, él no la dejó marchar. Una sensación de miedo supersticioso se

apoderabadeél.Sí,sentíaquehabíapecado,quehabíatomadolamujerajena,comosecogeunafrutaqueestáalalcancedelamano;quehabíaarrojadolasemilladesuvida,comolasemillaalviento,ytemíapagarlotodo.

—Ghiana,notevayas;tomaalgo.Tedaréunpocodecafé.Siéntate;notevayas.Noesposiblequetedejeirsinquetúmedigasquépuedohacer,luego,portiyportucriatura.

Ellalevantólosojos,mirándoledesdeabajo,conunamiradafirme,luminosadedolor.

—Hesabidoquetienequecasarseconlaotra.Esoes…Hagaloquequiera;perováyaselejos,queyonooigahablarmásdeusted.Esoes…

Élinclinódenuevolacabeza,y,nosabíaporqué,sufelicidad,ahora,leparecíamenosgrandequeantes.

—Siyomedecidieraairmedeaquí,lejos,aunsitiodondenuncamássesupieranada de estos lugares ni de la gente que conocemos, ¿tú vendrías conmigo?—lepreguntó.

Ynosabíasihablabaconconvicciónosiqueríaprobaralamujer.Ellacontestó,enseguida:—Iría.—¿Ytumarido,entonces?Hacepocodecíasquenoqueríashacerlesufrir.—Antesqueélestáusted.—Yopodríamaltratarte,Ghiana.Yaconocesmicarácter.—¿Quéimporta?Precisamenteporqueleconozco,notengomiedodeusted.—¡Túmeconoces!—dijoél, comopara sí—.¿Meconocesdeverdad?¿Sabes

quiénsoy?—Sí—dijoella,finalmente.—¿Quiéntelohadicho?—Elviejo.—¿Cómolohasabido?—Yo no lo sé. Sé que me lo ha dicho varias veces, seguramente para

convencermedequenovinieramás.—Puesbien,Ghiana:quiénsabesiundía,deverdad,yotendrénecesidaddeti.

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Ahora vete, permanece tranquila, y procura hacer venir bien al mundo a nuestracriatura.QuierodecirqueserádeverdadDiosquienloquerrá.EmpiezotambiényoacreerenÉl.Tú,talvez—añadió,envozbaja—,ereselhiloquemellevadenuevoaÉl.

Ella abría los ojos, como para entender mejor sus misteriosas palabras, y unaalegríaconfusaleagitabaelcorazón.Leparecíaque,finalmente,habíaconquistadoalhombre,quesepodíairconélporelmundo,quepodíaguiarlecomoseguíaaunciego.Aunqueconfusamente,sentíaestascosas,ypensabaconalegríaensunuevoestado,enlosmismospeligrosalosqueseexponía;pero,sobretodo,enloque,entreotrascosas,ledecíaelviejo,bieninformado:¡queCristianoeramuyrico!

***

Él calentó una taza de café y se la sirvió, casi tímidamente, y ella cobró valor deltodo.SorbíalentamenteelcaféylevantabalosojoshacialosojosdeCristiano,consu antigua expresión de deseo y voluptuosidad. Pero esto recomenzó a irritarlo y,además,ledespertóunasensaciónderepugnancia.

DenuevovolvíaaverenGhianaalabestia,así,inmediatamentedespuésqueellasehabíareveladocomoalma.

«¡Ah!…Hayqueserduroconlasmujeres,Cristiano;durocomoeldomador,quesoloconlaamenazadelsufrimientoydelamuertemantienearayaelinstintociegodelasfieras».

Cuandoellaselevantóparairse,nolaretuvoya.Alcontrario,laacompañóhastala cancela y le metió un sobre con dinero en el bolsillo del delantal. Ella no lorechazó,yélsequedómirándolamientrassealejaba.

Se alejaba despacio, con la canasta en la cabeza y las caderas todavíabalanceantes.Vistapordetrás, seguía siendo lamisma,yCristiano se tranquilizabapensandoqueella,enelfondo,erabuenaynoleperseguiría.

Y se tranquilizó del todo cuando vio que, al llegar al recodo del sendero, sesacabadelbolsilloelsobreycontabalentamenteeldinero.

Mástarde,llególaotra,ylassombrassedesvanecieron.Ydurantedíasysemanasparecióquesololaluzreinabasobrelatierra.También

lasnocheseranclaras,iluminadasporunalunatanlímpidaybrillante,queparecíaunastronuevo reciéncreado,y alverla surgir, en el crepúsculo rosado, cadavezmásgrandeymásvívida,dabalaimpresióndequetuvieraquetransformarseensol.

La tierra arrugada se distendía bajo la tibieza del sol, readquiría sus vestidosverdes,bordadosdevioletas.Hastaelmarestabatranquilo,comounviejoguerreroque,despuésdemuchasbatallas,seentregatodavíaasueñosdeamoryseruborizaalbesodelatardecerprimaveral.

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Losdosviudossequerían,librestambiéndesímismos,porquecadaunovivíaensu casa y se veían solo en las horas en que la necesidad de verse los empujaba aencontrarse.

Así,todoibabien.Y,noobstante,Cristianonoerafeliz.La visita deGhiana le había dejado una sombra alrededor, y estaba decidido a

confesárselo todo a la otra; pero ni siquiera en las horas de más intenso amorconseguíamanifestar su verdaderopensamiento, y después, se sentíamás solo quenunca.

Peroundíaellaaccedióaquesalieranjuntos.Juntosfueronbajoelsol,enlavivaluzdelamañana,másunidosasíqueenelinteriordesuscasas.

Elperromeneaba lacolaalverlosalejarse.Lacriada loscontemplabadesde lacasacomoadosnoviosquefueranacasarse.

Abajo,enelsendero,éllacogióporelbrazoymantuvosumanoapretadacontrasupecho.Ellalepermitíahacer.Sinembargo,caminabaunpocodistraídayausente,dejándosellevar.SoloalllegaralaesquinadelsetohizoademándedirigirsehacialacanceladeljardíndeCristiano.Peroéllaapartódulcemente.

Fueronhaciaelmar.—¿Te acuerdas—le dijo— de la primera vez que nos encontramos? Todavía

conservo la impresión de que tenías algo luminoso alrededor que no me permitíamirarte. Tú, en cambio,me veías perfectamente, conmi cántaro ymi cubo, ymetomasteporunpobrediablo.

Ellaseechóreír,perotodavíaunpocodistraída;luego,acercósucaraaladeél,atrayendolosojosdelhombreconaquellamiradasuya,profunda,queledevorabaelalma.

—Pobreorico,¿sabesloqueerasparamí?Erasunhombre.—Entonces—lepreguntóél,convozronca—,¿túelegisteenseguida?Pero¿no

pensabasqueunhombretieneensuvida,comotodos,debilidadesyerrores?—Nolosé.Nolohepensado.—Y ahora, ¿lo piensas? Dime la verdad, Sara: hablemos un poco. Si no

intentamosconocernosahora,talveznonosconozcamosnunca.Aquellamañanaquevinisteaverme,teníasrazón:debemosconocernos.Enelfondo,tampocoyosénadadeti.

—¿Quéquieressaberdemí?—dijoella,riéndosedenuevo—.Metienesentusmanos, como si fuera una muñeca; rómpeme, y verás que dentro no hay ningúnmisterio.Cienvecestelohecontadoyatodo.Demuchacha,hesoñadocontodaslascosasquesueñanlasmuchachas:enelamor,enlariqueza,enlavidadelaciudad,yno he tenido nada.Me casé con un hombre que ha muerto en mis brazos muchotiempoantesquesemurieradeverdad,yhetenidoquepasarconuncadáverlosañosmásbellosdemijuventud.Y,sinembargo,lequería.Túlohasvisto;lapiedadmelo

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atabaalcorazón.Sehabíaconvertidoenalgoasícomounhijomío.¡Peronecesitabadealgomás!Teníanecesidaddeunhombrevivo,porqueyoestabaviva.Ytúmehasaparecidoenlasoledad…

—Así,¿mehaselegidosoloporesto?Cualquierotrohombrequese tehubieraaparecido…

—No;poseíasalgoespecial.Sabíaquevivíassolo.Unaatmósferademisterioterodeaba.

—Ademásdeunpobrediablo,podíahabersidounapersonapocobuena.—¡Oh,no!Porlacarasetenotaqueeresuncaballero.Adecirverdad,yocreía

que eras un artista. Es fácil que un artista, en un momento determinado, quieraapartarse,hacervidadeermitaño.

Élcallóduranteunosmomentos,sindejardeapretarlamanodeSarinacontrasupecho. Hubiera querido caminar así para toda su vida. Fue ella quien le detuvo.Estaban a la orilla delmar y no podían irmás allá; pero parecía que se hubierandetenidosimplementecomonosdetenemos,enmitaddelacalle,paraproseguirunaconversación.

—Aquella campesina, Ghiana, que venía para hacernos las faenas, hablabasiempre de ti de una manera extraña, reticente e insistente: parecía que estuvieraenamoradadeti,peroquenoquisieramostrartebajounaluzbuena,talvezporcelos.De todasmaneras, tenía necesidad de hablar de ti, y no se iba sin lograr verme ydecirmealgosobreti„Deestamanerayosabíacómoeraél;interiordetucasa,tuscostumbres, tu carácter. Ella afirmaba que eras un gran señor y que en tu pasadohabíaunmisterio.Ella insinuabaqueconocíaestemisterio;peronoqueríadecirlo.Solo un día dijo que,más que por tu gusto, estabas obligado a vivir así por otrasrazones.

—¿Quérazones?—preguntóél,consuantiguotonobrusco,separándosedeella.—Yonolosé.Lodecíaella.—Y¿quésabíaaquellalabradora?Yonuncalehehechoconfidencias.—¿Estás seguro?—preguntó ella,mirándole conmalicia—.Haymomentos en

queunohablasindarsecuenta…Élsevolvió,pálido,serio:—No;estoysegurodequenuncalehehechoningunaconfidencia.Sarinalevantólacabezasobreelcuellorígido,ysusojosadquirieronunaluzfría,

recelosa.«Sihablo,medejaenseguida—pensóCristiano—;peroesnecesario».—Esnecesarioquetedigaunacosa—empezóadecircongrancalma—.Antes

de conocerte, tuve relaciones íntimas conGhiana.No esqueyo la quisiera…peroellaveníaamicasa,¡yyoestabatansolo!

Sarinabajólosojos,comoporpudor;peronoprotestó.

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—Soyunhombre…túmismalohasdicho.Ahora,esmás,desdehacebastantetiempo,desdequehesentidoqueteamaba,entreGhianayyotodohaterminado;haterminadoparanovolveraempezarnuncamás.Esperoquenomeguardesrencorporello,Sarina.

Comorespuesta,ellaletendiólamano,comohabíahecholanochedelaprimeradeclaracióndeCristiano;peroélnoselacogió.

—Escucha,noheterminado.Ghianavaatenerunhijo,ydicequeesmío.Ellanopretendenadademí;esmás,me imponeel silencio.Peroyosiento igualmentemiresponsabilidad.He de ayudar a esta criatura, todavía no sé cómo; pero sé quemideberesayudarla,comoeramideber,ahora,noescondertenada.

Ellahabíaretiradolentamentelamano;pero,derepente,selatendiódenuevo.Yélselacogió,conalivioyalegría.

Leparecíaquehabíasuperadounapruebamuchomásdifícildeloquerealmenteera;ycasileestabaagradecidoaGhiana.

SiSarinaleperdonabasuerror,tanvivo,tanpresente,eraseñaldequeleamabade veras; solo unamujer que amaperdona así.Ella fue la primera en hablar de laboda,algunosdíasdespués.¿Aquéaguardaban?Éllehabíaenseñadolostítulosderenta que tenía; y eran suficientes para tranquilizarla con respecto al porvenir. Porotra parte, ella esperaba arrancarle de su vida estéril. Él mismo hacía vagosproyectos,quecambiabancadadía;peronoconseguíaescondersuinquietudanteelporvenir,siesteteníaquedesarrollarseenotroambiente,eneltumultodelaciudad.Ynoteníaprisaporllegaralmatrimonio.

—Esperoquenoestéscasado—ledijoSarina,conunabromaqueocultabaunoscurotemor.

Entoncesélescribiópidiendolospapeles.Yellalossuyos.

***

Llegaronlospapelesylosdosfueronjuntosalpueblecito,parallevárselosalalcaldeyalpárroco.

Sarinareíaysaltabacomounagolondrina;peroelhombreestabatriste;parecíaunnovioarrepentido.

Mientrasvolvían,alolargodelaplaya,dijo:—Sara,hededecirteunacosa.Ghianahaencontradolamaneradedecirmeque

hatenidounniño.Elviejo,delquesentíamiedo,sehamuerto.Elmaridoestáenelejército.

—¿Quieresiraverla?—Notomeslacosatanalaligera—dijoél,caminandopesadamente,comosise

hundieraenlaarena—.Entreellayyotodoestáacabado,ynohayquehablarmásde

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ello.Peroelniñomepreocupa;tambiénporti.—¿Pormí?Sinotenemoshijos,loadoptaremos.¿Hablabaen serio?Avecesera tanatolondradacomounaniña; todo leparecía

fácil.—Medacasi rabiaestaausencia tuyadecelos—dijoCristiano,cogiéndoladel

brazo,peroparaapoyarseél—;sediríaquenomequieres.—El que ama de verdad y se siente correspondido, no puede sentir celos.

Además, no; no hablo a la ligera, Cristiano. Yo acepto todas tus obligaciones yresponsabilidades.Quieroquetú,situconciencialoquiere,ayudesaeseniño;ynosolamenteeso,sinoqueteayudaréaayudarlo,sitúmelopides.

Élnohablóduranteunbuenrato.Caminabaapoyándoseenellayparecíaquelohicieraapropósito,parahacerlesentir,conelpesodesucuerpo,elpesodesuscosasinteriores.

Cuandoestuvieroneneltaluddelacarretera,dondeélsehabíaescondidolatardedesuregresodelpueblo,sedetuvo,miróasualrededoryrespiró.

—Sentémonos aquí —dijo—. Mira, la hierba está caliente; parece terciopelo.Tengoquehablarte—reanudó,cuandoella sehubosentadoa su lado;ycomoellasonreía, levemente irónicapor esta alusión suyaanuevas confidencias, adoptóunaexpresión sombría—.Haceun tiempo, hace pocosmeses,mejor dicho, hace pocashoras,meparecíaquenopodríavolveracaminarconnadie,nisiquieracontigo;esmás, contigo menos que con los otros. No por orgullo o soberbia, sino pordesesperación.Tambiénahoraestoysegurodeque,encuantotelohayadichotodo,comoesperoyquierodecírtelo,televantarásyteirás.Teveoyacomolaimagendeunsueñoquetienequedesvanecersedentrodepoco.

Ellapalideció,peronohabló.—Estoyseguro…Y,sinembargo,no;enelfondo,esperolocontrario,yporeso

tehablo.Túnomedejarás,no,porquetúnoeresunsueño;no,túeresunamujerdeverdad,llenadeamorydepiedad.TúeresmiSarina,almamía,almamía…

Inclinado hacia ella, la abrazaba y le besaba las manos con desesperación,cerrandolosojosparanoverla;perolasentíatemblar,vencidaporundeseodemiedomisterioso;ynoseatrevióaproseguir.

—Nohagaseso—murmuróella,besándole loscabellos—.Medasmiedo;casimerecuerdasalotro.¿Porquéhededejarte?¿Noledejéaél,noqueriéndole,yhededejarteati,queriéndote?

Élseincorporó;laesperanzalesosteníadenuevo.—Yosoypeorqueelotro,Sara.Él,porlomenos,eratranquilo,nohacíadaño,o,

sihacíasufrir,erainvoluntariamente.Yo,encambio,hedadomuchodolor,hehechosufririnfinitamente,sabiendoloquehacía.

Ydespuésdeuninstantedesilencio,prosiguió,mirandolacaradeSarina,queya

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secubríaconunvelodetristeza,aunquetodavíanodedesconfianza:—Tehecontadoyaalgodemivida,peronoesesotodo.Tehecontadoyaque

hice un matrimonio por interés. Ella era propietaria de la casa donde nosotrosvivíamos; y tenía diez años más que yo. Pero espera, quiero contártelo todo.Nosotros, mi madre y yo, éramos lejanos parientes de ella; y ella nos habíafavorecido.Mimadre, que sequedóviuda jovencísima cuandoyo eraunniño, sinmedios, sin posibilidad de obtener, en aquellos tiempos, un trabajo suficiente paravivirdeél,enunmomentodedesesperación,habíarecurridoaestaparienta,o,mejordicho,asupadre,que,sinembargo,teníafamadeavaroyusurero.Yestehombrenoshabíaacogidoensucasa,queeraunadeaquellasinmensascasasdepisos,llenasdecornisas,quedantantatristezaalmirarlas.Lospropietarios,padreehija,vivíanenelprimer piso, primera escalera, con galerías esquinadas protegidas por cortinas yalfombras.Nosotrossubíamos loscientosesentaescalonesde la terceraplantaparallegar al piso de dos habitaciones y cocina que daba al patio y a los tejados. Mimadre,todaslasnoches,mehacíarezarpornuestrobienhechorysufamilia.Yhastaallíllegaba:pronunciabaenvozaltalaspalabrasdelaoraciónylasdelaoferta;perodentrodemí,ytambiénconlabocaylacarasiestábamosaoscuras,hacíalasmásterriblesmuecas. Yo sabía que pecaba; pero no podía resistirlo. Sentía que era uningrato;perocasinidabaplacer.Yenlugardeconmovermealpensarqueunhombreconfamadeavaroyusureroera,encambio,unsilenciosobienhechor,mepermitíacreer que todos aquellos que hacían limosnas y ayudaban a los pobres eran,secretamente, avaros y usureros. Mi madre, a veces, parecía adivinar missentimientos;y,paracastigarme,meobligaba,decuandoencuando,aescribirunacartitadegraciasanuestrobienhechor.Eracasisiemprelamisma,conpocasyfríaspalabrasdeagradecimiento;peroamímecostabaunesfuerzosupremo,comosiconaquellacartahicieraunadeclaracióndemiseria,deimpotenciaydevileza.Entoncesmedabaelgustodeatormentaramimadre.«Siesesemuere—ledecía—,lahijanosecha.Dicenqueesmásavaraqueelpadre».«Túhabráscrecidoya,ynotendremosnecesidad de ellos. Piensa en estudiar, y, si Dios quiere, tal vez un día nosotrospodamosserlesútiles».«Sí,sí;perosi,mientrastanto,élsemuere…»Todavíanoséporquédeseabaquenuestrobienhechorsemurierapronto,quelahijanosechara;talvezeraunpresentimiento, lavisión instintivade loque teníaque suceder.Nuestrobienhechornopensabaenmorirse:Leveíacasicadadía,gordo,colorado,jadeantedebienestar. Le saludaba y pasaba corriendo, temeroso de queme parara; pero en elfondosabíaqueélnopensabapararmeyquelasmásdelasvecesnisiquierameveía.Mientrastanto,yoestudiaba.Mifinalidad,másqueladeganarmebuenasnotas,eraobtenermatrículasgratuitas;y loconseguía.Porotraparte, el estudiome resultabafácil: lo comprendía todo. Mi madre trabajaba, solía ir a coser por las casas; yentonces yo me quedaba solo y hacía todas las cosas yo; la limpieza, la comida.

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Lavabayplanchaba, silbandocomounmirlo.Erandías felices,porquedesde lejossentíaqueamabaamimadreconternurainfinita;ymeparecíaayudarlatrabajandoparaella,mientrasque,siellaestabaencasa,sufríaalverlatrabajarparalosdos.Loquenotabaeraquenoibanuncaatrabajaracasadenuestrosricosparientes,que,sinembargo, debían de tener costurera y modista todos los días. ¿Era ella la que noquería o ellos que no la llamaban?No se lo preguntaba; pero, en el fondo, estabacontentodequeasífuera.Mientrastanto,losañospasaban,pasabanrápidos,talvezacausa de su misma melancolía, un día como el otro, un año como un día. Teníadieciochoañosymeparecíatenertodavíadoce;lleguéalosveinticincoymelicenciéen Derecho; y me parecía estar todavía en la escuela elemental. Gané unasoposiciones, alcancé un empleo, tenía un sueldo, y mi madre y yo seguíamosviviendoenelpiso,delquenopagábamosalquiler.Peromipensamientoconstanteerapagarfinalmenteesealquiler;ydecidí iryomismoacasadelbienhechor,darlelas gracias y pedirle pagar, porque te parecerá extraño, Sarina, pero durante todosaquellosañosyohabíaprocuradosiemprerehuir,comodeudorqueera,encontrarmeconelamodelacasa;yél,asuvez,nohabíaintentadopararme.Yheaquíquellegaeldíaenque,alvolveracasa,decidosubirlaprimeraescalera.Encuentroelportalcerrado:elpropietariosehabíamuerto.Fuemimadre,entonces,apagarelalquileryadarelpésamealanuevadueñadelacasa;ymedijoqueestaignorabaporcompletola obra benéfica de su padre. Y creo que así era, porque, más tarde, en nuestrasdespiadadasdiscusiones,nomeechónuncaencaraesefavor.Loquesucedióentremimadreyella,yonolosébien;peroséquemimadresiguióvisitándola,ycadavezvolvíaexcitada,feliz,comosihubieraestadoenunacitaamorosa.Yhablabadeellaconveneración,conorgullo,sinescondermesusmirasambiciosas.«Pero¿porquénose ha casado antes? Ahora es vieja —decía yo—. No la quiero». «Tienes queconocerla.¡Estátansola,entretodossuscriadosygentequelaexplota,quedapenapensarenella!»Yyo,pocoapoco,medejabaenvolverenlaredquemetendíamimadre.Pocoapocomedejaballevarporella,casidelamano,comocuandodeniñomeconducíaalosjardinesdondehabíaelsolylaalegríadeljuego.Pocoapocomeencontré atado, descendido del último al primer piso de la casa, en la que habíaentradopor limosnayde laquemeestabaconvirtiendoendueño.Solounamadrepuedehacerestosmilagros.Soloelamormaterno,quetemecontinuamentelosmásgravesdañosparasuhijo,puedecrearparaestehijolosmásgravesdañosdelmundo.Yentonces,yo,cuandoempecéaserfeliz,sinunarazónverdadera,otalvezmáspororgulloqueporotracosa,ibaaveramimadreparaatormentarla;yledecíaquelacausade todoeraella,quehubiera tenidoquehacerdemíunobrerocomoeramipadreymantenermeenmisitio,enlugardearrojarmeaunavidaquenoeralamíayhacerdemíundesplazado,unoquebuscasiempresucentrodegravedadyyanoloencuentra,sinoesdejándosecaerenelsuelo,comomuerto.Yllegabaaesto,Sara,

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llegabaaenvidiaramimadre,quesehabíaquedadoarriba,ennuestropequeñonido,donde yo caía de cuando en cuando con una manía de destrucción, como hacenciertos pajarracos en cuanto salen de su menor edad. Luego volvía a casa de mimujer,másenfurecidoqueantes;enfurecidoporhaberhechosufriramimadre,ypormiimpotenciapararompercontodoyvolveramividadeantes.Lomaloeraqueyono veía ninguna salida para hacerlo; y aunque hubiera tenido fuerzas paraemprenderlo, sentía que solo hubiese encontrado una inquietud mayor. Todo mecansabay,almismotiempo,me irritaba;ymividadeentoncesmeparecía todavíamásvacíaque laque llevabamimujer,consusmodistas, susamigas, susobrasdebeneficencia,ridículasygrotescas.Envidiabaamimadre,sí,quenohabíacambiadode vida, quememiraba siempre de lamismamanera, como cuando yo era niño ydormíaconella,puros losdoscomouncapullode rosa.Yoseguíaqueriendoamimadre,queerajoventodavía;yhabíadíasenqueparecíamásjovenquemimujer.Desdequevivíasolaynoteníaquetrabajarparamí,florecíaconunabellezadulce,melancólica,conunabellezaotoñal,queteníavergüenzaenmostrarse.Suscabellosseparecíanalostuyos,Sarina,doradoscomoporunreflejoexterior.Teníalosdientesintactos, la boca y los ojos puros, nuevos todavía. Por otra parte, ¿de qué habíasufridoellaparaenvejecer?Suvidaeratranquila;elmalyelverdaderodolornolahabíanatacado,porquetampocoellahabíaestadoenamoradademipadreysumuertela había dejado indiferente, de seguro. Había vivido solo para mí; y creo que uncálculo instintivo, un sueñoque tal vez abrigaba desde antes de nacer yo, la habíaconducidoapedirayudaalparienterico.Ellahabíacultivadoestesueño,comohabíacultivadomiinfanciaymijuventud.Ahorasehacíarealidad,¿quémásquería?Y,sinembargo,ellasedabacuentadequeyosufría;ynoconseguíaexplicarseelporqué,omejor,noqueríaexplicárselo,paranoturbarsuconciencia.«Eselexcesivobienestarloque tehaceestar así—medijoundíaenqueyo la torturabaconmisquejas—.Cuandoéramospobresyteníasqueestudiarymedejabasenpazporquesabíasquetenía que trabajar para ti, estabas mejor. Sí, sin duda, hubiera sido mejor que tehubiesescasadoconunamujerpobre».«Yonoteníaquecasarmeparanada;yoteníaqueesperarparacasarmeaencontrarunamujerquemegustaradeverdad,quemequisiera».«Tumujertequiere.Erestúquiennolaquieres.Erestúelquenoquieresanadie».«Esverdad,esverdad».Eraverdad.Fueradeella,demimadre,noqueríaanadie. El porqué no lo sabía, no procuraba saberlo. Aunque devorado por unanecesidad acuciante de amor, no conseguía amar; y el amor de los pocos quemequeríannoencontrabaningunarespuestaenmí.¿Eraegoísmo?

Nolocreo,porqueentoncesmehubierabastadomibienestarmaterial.Laverdaderaquemesentíasolo,enunaterriblesoledadinterior,einútilmenteprocurabasalirdeella.Unmisterioinexplicablemeloimpedía.Mimadrememirabacontristezayconmiedo,cuandoyolehablabadeesto;yprocurabaexplicar,másamíqueaella,el

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origen de mi mal. «Si nos hubiéramos quedado en los barrios populares, entre lagente igual que nosotros, como las abejas en su colmena y las hormigas en suhormiguero,talvezyohubierasidodistinto.Encambio,hemosvenidoaviviraquí,enunacasadegenteacomodada,quenohatenidocontactoconnosotros.Noshemosexilado,hemosvividocomoaescondidas,siempresolos, recelososyhumillados;yasísehaidoformandoenmílacostumbredetodoesto».Ellamemirabacontristezayconmiedo.Enrealidad,tambiénellaeraunasolitaria.Noibanuncaamicasa,talveztambiénellapororgullo.Teníamiedodeloscriados,peroqueríaamimujer,ymimujerlaqueríaysolíasubiraverlaparalamentarse,asuvez,demíydemisrarezas.Ylellevabaregalosycomida.Yolleguéatalpuntodeodio,queimpuseamimadrequenoaceptaraestosregalos;ysentícelosdesuafectopormimujer.Aunsabiendoqueeraunafectosincero,seloechéencara,comouncálculointeresado.Mimadreyanomecontestaba;noquisonadamásdenosotros.Peroundíanolaencontréencasa:habíaidodenuevoatrabajaradomicilio.¡Lasrabietasquehetenido!Yluegoundíaencuentroencasademimadreaunjoven,casiunmuchacho,queellahabíaconocidoprecisamenteenunadelascasasadondeibaatrabajar.Eraunobrero;peroparecía unhijo debuena familia, bienvestido, con la cara blancay lisa y los ojosazuleseinocentes.Eratímido;yseruborizócuandomimadremelopresentó.¿Quéibaahacerasucasaaquelidiota?Yolocomprendíenseguida;ymesentímilvecesmásinquietoeinfelizqueantes.Nomeatrevíaaecharle;peromeburlabadeél.Ycuandoélseiba,hacíaescenasviolentasamimadre,amenazándolaconencerrarlaenunacasadesaludsinocambiabadevida.Yoestabasiniestramentecelosodesujovenamigoydesuescondidafelicidad.Sentíaqueseamaban,queseposeían,queteníanunbienqueamímeestabanegado;yesteeraelsecretodemiscelos,demienojo.Así,hastamimadrellegóaserunaenemigaparamí;opeor:entoncesmedicuentadequeellateníamiedodemí.Undíadesapareciódecasa.Sehabíaidoconsujovenamigoydurantemesesnosesuponadadeellos,hastaquemeescribiódiciéndomequehabíanhuidopormiedo.EmigraronaAméricaysecasaron,trabajaronmuchoyganaron mucho: ahora son casi ricos. Todo esto hizo todavía más ásperas misrelacionesconmimujer.Nohabíaescenasentrenosotros,porqueyo,además,teníaterror a los criados, sobre tododespués de la fugademimadre, fugade la que seconocíaelmotivo.Esmás,casinonoshablábamos;peroentrenosotroscrecíaalgoduro,misterioso,comounárbolbajo,oscuro,quenoscubríadesombraydefríoyentornoacuyo troncogirábamoscontinuamente,paranovernos,y,almismo tiempo,paraperseguirnos,conunsilenciomás trágicoquecualquierpalabra.Porque,enelfondo, teníamos miedo el uno del otro. Ella era una mujer que, bajo un aspectobondadosoypasivo,escondíaunavoluntad,unaobstinaciónyunorgulloprofundos.Noseseparabademí,porqueyabastantescríticashabíadespertadosumatrimoniodesigual; y también porque, de verdad, me quería. Con todos mis defectos (o

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precisamenteporestos)mequería.Conunamorsensualqueconocíasolamentelossacrificiosmomentáneos,queescondíaunfondoderencorydeodio,sincaridad,sinpiedad;peroquenodejabadeseramor.¡Oh,quetuamornoseaasí,Sarina!

La mujer abrió los ojos, como si se despertara de un sueño, y se incorporó,protestando:

—¡Cristiano!Pero solamente ya en el tono de aquella voz, que se había como enmohecido,

creyó él descubrir un principio de hostilidad.Tal vezSarina lo había comprendidotodo;yél,porunmomento,pensóendesviarsunarración,enfalsearunavezmássufinal,tantomásqueellaintentódefenderalaotraparadefenderseasímisma.

—¿Estásseguro,además,Cristiano,dequeellaeraasí?Entredosquesequieren,reinauneternoequívoco.Algo losempujaaunirse,algo losempujaaherirseparasepararlos. ¿Y tú? ¿Y tú no tienes el aspecto de no querer y de no poder dar tucorazónvivo?Tambiénella,acaso,eraasí:sololaapariencia.Túmismo,talvez,laodiabasylaamabas.Sino,hubierasencontradofuerzasparaseparartedeella.

—¡Esverdad,sí!Laodiabaporque laamaba;ymidolorera,precisamente,eseodio. Para mí, ella era la fortuna personificada, aquella que había soñado deadolescentedurantelosdíasdeprivaciones.Eralabelleza,lariqueza,lainteligencia(porqueademáserainteligente).Eralaprimaveraeterna,quetantohabíadeseadoenlosdíasdefrío,cuandoelamordemimadrenobastabaparacalentarme.Era,sobretodo,elamor;yelverquesemeescapaba,comoelagua,entrelosdedos,aumentabamirabia.Avecesllegabaamaldecirla,adesearlelamuerte.Luegomeabandonaba,cansado;ymeparecíahaberlorotoydestruidotodoamialrededor.Perodelomáshondo de mi corazón salía de nuevo la pasión; e iba en busca de ella, volvía atomarla,comenzabadenuevoaamarla,aodiarla,aatormentarlayaatormentarme…

Élcalló;parecíaquelohubieradichotodo.—¿Y bien? —murmuró Sarina—. ¿Por qué te atormentas todavía? Todo ha

terminado,ynohayrazónparaqueelpasadose renueveenelporvenir.Túnomeamarásasí;yonoteamaréasí.Y,sinembargo…

—¿Ysinembargo?—Tengo casi celos de tu amor pasado. ¡Lo llevas todavía vivo en el corazón,

Cristiano!—Sara—dijoélentonces,retirándoseyescondiendolacaraenlahierba—,pasa

porencimademí,peronohablesdeesemodo.Lavozdeellaresonóclara,llamándole;parecíaladeunamadrequellamaalniño

quesehaalejadodeella.—¡Cristiano!—¡Cristiano!—repitióél, incorporándosesobre loscodos,con lacaraentre las

manos—.Recuerdo cuando llamabas a tumarido. Le llamabas así, como desde lo

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máshondodeunabismo.Lamujernoreplicó,atravesadatambiénellaensusrecuerdos.Yélrecomenzóa

contar,peroasaltos,tomandodesumemorialascosasquemásletorturaban.—Eltiempopasaba,peronocurabaelmal.Alcontrario,loaumentaba.Nocreas

que yo no intenté ponerle remedio; pero era una cosa más fuerte que yo: era midestino. Tal vez había amado demasiado las vanidades de la vida, y la vida mecastigaba. No creas que yo no tuviera conciencia de mi estado y no procuraralevantarme;perovolvíaacaermáshondo.Estudiabaytrabajaba.Trabajabayganabamucho;peroeltrabajoenelquebuscabaahogarmimal,loaumentaba.Meesforzabapormezclarmeen lavidade losdemáshombres,por serunodeellos,por intentarhaceraquelloqueellosdicenquedebehacerunhombredeverdad,enprodelbienydelagrandezacomún;peroveíademasiadoelesqueletodetodaslascosas,yhastaenlasmás aparentemente bellas y compactas veía el desorden y la fragilidad. Y, sinembargo, intentaba desengañarme y creer; y aun no creyendo en ello, envidiaba laalegríaajena,elamorajeno.Esmás:veíaelamorentodaslascosas,comolasemillaentodofruto,dentrodetodaambición,dentrodetodovicio,ymimaleraeste,sentirtambiénestasemilladentrodemí,peroigualqueunasimientemuerta.Ycomotodasmistentativasparaamaraotraspersonas,aotrascosas,resultabaninútiles,leatribuíalaculpaaella.Yloquemásmeexacerbabaerasaber,enelfondodemiconciencia,quemiacusaciónerainjusta.Laverdaderaotra,ahoralasé;y,porotraparte,lasabíatambiénentonces: laverdadesquebuscamosel amor fueradenosotros, cuandoelamorsoloestádentrodenosotros;ydelamorsololaalegríaqueremos,siendoasíqueelamordamásdolorquealegría.Sihubiéramostenidohijos—prosiguió,despuésdeunmomentodeangustia—,talveznoloshubieraquerido;sinembargo,mehubieranimpedido replegarme tan continuamente sobre mí y devorarme a mí mismo. Perotodasestascosassonconsideracionesinútilesquerebotansiempredentrodemipenaysolosirvenparaavivarla.

Lamujerescuchaba,esperabay temíael finalde lanarración;y,de repente, sepusoahablar,comointentandoborrarlospenososrecuerdosdeélconlossuyos,nomenospenosos.

—Bueno; todo está pasado. ¿Por qué torturarte todavía así? También yo hesufrido en el matrimonio, como creía que nadie hubiese sufrido. Tienes razón:buscamos el amor y la alegría fuera de nosotros, cuando solo están dentro denosotros.Tambiényosufríaporelcontinuodespegodemimarido.Élmeobligabaavivir en la soledad, mientras yo deseaba el mundo, la vida en común con missemejantes. También yo he tenido siempre nostalgia de un lugar dondeme parecehabervividoygozado,ydondequisieravolver,así,comoelaguaquetiendealmar.Y él sentía esta necesidad mía, y sufría a causa de ella. Y el notarse solo, en sumisteriosa soledad,aumentabasindudasumal.Tambiényo tengo remordimientos:

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¿quiénpuedesaberlotodo?Silehubieraamadomejor,talveznosehubiesepuestoenfermo.Peroahora,enfin,todohapasado,todoestálejos.Elloshanmuertoyyanosufren. ¿Por qué tenemos que torturarnos nosotros con este juego de sombras?Anímate,Cristiano;miracuántaluzhayanuestroalrededor.

Ella le acariciaba los cabellos e intentaba levantarle la cara; pero él parecíaclavadoensurecuerdo;ysucabezavolvíaacaer,dura,pesada.

Parecióinclusoirritarseporsuscaricias;seretiródenuevo,ydijoconlavozrudadelosmalosmomentos:

—Tengoquedecirtemás.Nome toques, nomemires siquiera.Es preciso quenuestrasalmasseentiendansolamentepormediodenuestravoz.

Ylavozdeellamurmuró,atemorizadayansiosa,peroyadesconfiada:—Habla.—Escucha.No teasustes.Yoheestado loco;así,por lomenos, loafirmabami

mujer,quemehizocogeryencerrarenunacasadesalud.Ellaasegurabaquehabíaintentadomatarla.Yonolosé…¡Yonolosé,Sarina!Deaqueltiempotengosolounrecuerdo confuso, como de una enfermedad con delirios. Estuve ocho años en elmanicomio,hastaqueellamurió.

Lamujercallaba.Élnolamiró,nosemovió;pero,alcabodeunosmomentosdesilenciopavoroso,

añadióconvozhumilde:—Dimeenseguidaloquepiensas.Dímelo,notengasmiedodemí.Lecontestóelllantosilenciosodeella;pero¿cómointerpretarlo?¿Eradehorroro

depiedad?Yélvolvióaabandonarse,conlaimpresióndehabersecavadounafosaprofunda,

delaquenuncamáspodíasalir.

***

Y,sinembargo,nosearrepentíadehaberhablado.Leparecíaquesehabíaquitadounacareta,inclusodelantedesímismo;yque,finalmente,sepodíatenderdesnudoensudolor.

Y he aquí que ella le llamaba, con la misma piedad, con el mismo amordesesperadoconelqueenotrotiempohabíallamadoalotro.

—¡Cristiano!Éllevantólosojos;encontrólosdeella,perosusalmasyanoseencontraron:un

espaciomisteriosolasseparaba.—Levántate—repitióella,contantapena,queélenseguidaselevantóyadoptó

unaposturadigna,casirígida.Yprimeromiróalamujer,conunextrañobrilloenelángulodelosojos,comosi

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fueranlágrimascongeladas:miradamala,cruel,dequiendejadellorarysegozaeneldolorquehadespertadoconelsuyo;peroluego,derepente,losojosselevelaronotravezypareciórecordarunacosacompletamenteolvidada.

—Perdóname—dijo—;tehagosufrir.

***

—Porotraparte—añadió,concalmademasiadoseriaparaserespontánea—,yocreoqueestoycurado.Túmeconoces;nuncahastenidoningunasospecha.Creoquesoyconsciente, incluso demasiado consciente. Es verdad que tú, un día, decías: «Loslocosestánmáscercaquenosotrosdelaverdad…».Sara,¿teacuerdasdetodaslascosasquemedecías?Cadapalabratuyaeraunaherida.Ytúnosospechastenada.Loquequieredecirqueteparecíasano.

—Sara—prosiguió,porqueellasemejabaescucharleconunaangustia tanviva,quelaenfermaparecíaella—,séloquepiensas.

Piensasque talvez tendrásque recomenzar conmigo tuhorriblevidapasada;ysoyyoquienhedetenerpiedaddetisiesverdadquemequieres.Perdónamepornohabertehabladoantes.Sinembargo,aúnestamosatiempo.Ereslibrededejarme.

Ella lemiraba, con ojos serios, tristes, pero que ya no lloraban.De repente letendiólasmanos,yélselascogióylasbesólentamente.Sinembargo,recordabalamanera como ella se había abalanzado sobre el marido muerto, antes que leencerraranparasiempreensufundademetal.

***

—Yahora¿quéharemos?—preguntóluego,envozbaja,másasímismoqueaella—.¿Quéharemos,Sarina?

Sarinacontestóenelmismotono:—¡Loquetúquieras!«¡Loquetúquieras!»Élsintióqueelcorazónle latía,quecasi lesonabacomo

una campana. «¡Lo que tú quieras!» Así, ella no le rechazaba, sino que le queríatodavía;sesometíaaél.«Loquetúquieras».Ellalecontestabacontonocomedido,talvezconmiedo…

Yélsepasólamanoporlosojos,paraquitarselasombradeaquelladuda.Sarinalemirabaylocomprendíatodo.Sintióaquelladuda,violassombrasque

pasabanyrepasabanporelalmadeCristiano.Unatristezamortal ladoblóhastaelsuelo;deseómorir,perolamismatierra,elmar,elsoplodelviento,letransmitieronpalabrasdeconsuelo,deesperanza;yseincorporóyseechóareír:

—Estamos locos los dos, si seguimos así —dijo levantándose—. Lo pasado,

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pasado.Vamos,levántate,Cristiano.Todohasidounsueño.Éllesacudióelextremodelvestidoparaquecayeralaarena,yloretuvoensus

manos,comosiquisieraatraerladenuevohaciaabajo.Nohubieraqueridomoversedeallí,comoquienalllegaraunacimaledapenatenerquevolverabajar.

Selevantópesadamenteylacogiódelamano.Lamanointentóescapársele;perocomoporun instinto suyoparticular,prontodominadopor lavoluntadde lamujerqueobligabaasusdedosaentrecruzarseconlosdeél.Peroélloobservabatodo.Alllegara lacancelaquisohacerunaprueba: intentóatraera lamujera lacasa,peroahorafueellaquienseresistió,quienlearrastrólejos.

Porlatarde,élvolvióalpueblo.Queríacomprarleunregalo:elprimerregalodenovio.Pero,pormuchoquerodó,noencontrónadadignodeella.Laúnicapequeñatiendadejoyeroestabacerrada,porqueeldueñoseencontrabaenelejército;yenlosotrosescaparates solo seveíancadenillasdemetalyobjetosyaviejosantesde servendidos.

Entonces pensó que tenía que ir a la ciudad; y este pensamiento le llenó deinquietud. Es más, de él nació el proyecto confuso de regresar definitivamente almundo,alacomunidaddeloshombres,conella,comoelladeseaba.

Ysealegróalverquealgomásprofundoqueelamorporlamujernacíadeesteamor:undeseodehumanidad,lafeensussemejantes.

Entoncescaminóporlaorilladelacarretera,enelcrepúsculotibio,soñandodenuevo, como de adolescente, en su vida futura.Al llegar al punto en donde habíaestado con Sarina, se detuvo mirando el horizonte. Leves cúpulas de nubes seperfilabanenelcieloglauco,yparecían,precisamente,elperfildeunaciudad.

La fantasmagoría se le antojó de buen augurio. Sí; era preciso volver con loshombres.Ysequedóallí,mirandocasiconsupersticiónaquellaciudaddesconocidaqueleinvitaba.Heaquíqueentrelosfantásticosedificiosvesucasa,lacasadeellosdos,enunacallearbolada;yelrumordelasolascontralaplayasolitarialepareceelde la ciudad.Es un atardecer demayo; él y Sarina andan por las calles animadas,solosentrelamultitud,y,sinembargo,unidosalamultitud,olasentrelasolasdeunamismamarea.Elcrepúsculoenrojeceelfondodelascalles,tiñedeverdeydeazullosarcosdelospuentesydelosportales,hacerelucir,comorecortadasenébano,lascornisas de los edificios. Largos collares de luces se encienden en la oscuridadrosada; yun resplandorperlado invade las calles.Pareceque caminen suspendidosentreeldíaylanoche,transportadosporelríodegentequecorrelentaporlasaceras,bordeandolosescaparatesluminosos,dondetantascosasbellaseinútilesseofrecensindejarsetocar.Sarinasedeteníaamirar,deseándolastodas.

«Yyotrabajaré,almamía—pensabaél,comounadolescente—;trabajarétanto,quepodrésatisfacertodostusdeseos».

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***

Desdelejosvioquelasventanasdelacasitablancaestabancerradas.Cerradas,comoenlostristestiempospasados;ytodalacasa,aunqueiluminada

porelcrepúsculo,teníaunaspectodeabandonoquelerecordólosdíasdesusoledad.Éllarodeó,vioabiertalapuertadelacocinayvolvióaalegrarse.Pero enseguida tuvo la impresión de que alguien le esperaba al acecho y se le

echaba encima, ensordeciéndole con gritos tremendos: era el perro. La bestia seerguía dentro de su caseta, con los ojos sanguinolentos; y le ladraba, como en losprimerostiempos,cuandotodavíanoleconocía.

Él se quedó mirándole, sorprendido; luego, dominado por un vago terror, leparecíaquetambiénelperrolosabía.

***

Lacriadallegó,unpocojadeanteypesada,deregresodelbosquecillo,adondehabíaidoaverpasarlossoldados.

—¿Dónde está la señora? —preguntó Cristiano, aturdido por los ladridos delperro.

—Laseñoranoestá.Haidootravezalpueblo.Teníaquecompraralgo.—¡Siyotambiénheidoalpuebloynolaheencontrado!Pero¿quétienehoyeste

perro?—Nolosé.Todoeldíaestáladrandoasí.Él se iba,y lamujer le seguía.Parecíaquequisieradecirlealgo;peronohabló

hastaqueestuvieronalotroladodelacasa,comosinoquisieraqueelperrolaoyera.—Creoquelaseñorahaidoacomprarunregaloparausted.Él se estremeció de alegría; pero, al observar mejor la figura de la criada,

iluminada por el crepúsculo, con la sombra alargada sobre la hierba del prado, lepareciódistintadeloacostumbrado,conunnoséquédeambiguo,tristeeirónico.

—¿Telohadichoella?—lepreguntó.—No;medijoqueibaacomprarunregalo.Yopiensoquedebedeserparausted,

porqueséquehoy,ustedylaseñora,hanfijadolafechadesumatrimonio.—¿Telohadichoella?—Sí;esomelohadichoella.—Sí;esverdad.¿Tedesagrada,acaso?Lacriadalemiró,sorprendidaporeltonotímidoconqueéllehablaba.—¿Porquétendríaquedesagradarme?—Porquetambiénsabrásqueprontonosiremosdeaquí.

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Entonces ella sonrió, con una expresión confidencial, triste y burlona, que lecausóunasiniestraimpresión.

—¡Es lo que deseo! Irnos enseguida. ¡Hace demasiado tiempo que estamos enestepurgatorio!

—¡Vamos,vamos!—Sí —dijo ella, casi brutalmente—; aquel hombre me ha dejado. Había

prometidocasarseconmigo;y,encambio,nohaaparecidomás,nisédóndeestá.¡Ypensarqueleheprestadodinero!¡Malditosea!

Hablando,habíanllegadoalsendero;yambosmirabanhacialacarretera.Noseveíaanadie.

Cristianoconsolóalacriada:—¡Valor!Nosiremos.Iremosalaciudad,comoquieretuseñora;yentretantos

hombres,podrásescogeraquientehagaolvidaraestesepulturero.Ellameneabalacabeza,ydelosojoslecaíangruesaslágrimas;peronisiquiera

laslágrimas,alregarlelacara,conseguíanborrardeellalaexpresióndeodio.

***

Élsequedófuera,esperandoalregresodeSarina.Anduvounpocoporlacarretera,yvolvióalprado.Elsolseocultaba;lascosasseamodorraban;cadabriznadehierbaretirabasusombra,comosicerraralapuertadesucasa.

Sarinanovolvía.Élentoncesdudóinclusodequehubierasalido…Miró las ventanas cerradas; y, por un confuso sentimiento de orgullo, se alejó

haciasucasa.Erayacasidenoche.Aquelcrepúsculo,queseadensaba,lentayextrañamentedescolorido,despuésdel

ocasoluminoso,teníaunsaboraceniza.Alentrarensucasasintiófrío.Elgatodormitabaenelhogar,comoenlosdíasde

invierno.Losobjetos,tocadostodavíaporalgúnreflejo,parecieronmirarlecomoenotrostiemposyseguir,consuinmóvilatención,cadamovimientosuyo.

Yélsentíaquealgomisteriosoestabasucediendo,queelregalodeSarinateníaquepesarleparaelrestodesuvida.

Sesentóenlacama,perodecididoyaasalirdenuevo.«Sinohavuelto,iréabuscarlaalpueblo».E intentaba inquietarse solo por aquella tardanza; pero, en el fondo, sentía que

queríaengañarse,queellaestabaenlugarseguro.Talvezeramejornobuscarla;alverseolvidada,ellamismairía.Peroentonces,

¿porquésehabíanprometido,siteníanquejugarcomohacenlosamantes?

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«No, no, Cristiano; también esto es una ilusión. Ni siquiera los juegos de losamantes son ya posibles entre vosotros dos. En el fondo, muy en el fondo, túpresienteslaverdad:Sarinayanotequiere,porquetúeresloqueeres».

—¿Porquéhehablado?—gimió,echándosebocaabajoenlacama.Yleparecióoírlavozamargay,sinembargo,resignadadeGhiana:«Loquetúmehashechoamí,ellateloharáati».¡HastaGhiana, ahora! ¿Qué le importabaGhiana? Para quitarse de encima esa

otra visión, se levantó; pero tenía miedo de moverse, de salir al encuentro de sudestino.

Teníamiedodeencenderlaluz;miedodetodo,comounniñoabandonadoenlaoscuridad.

Era ya de noche;mas, de repente, el cielo se aclaró como en la aurora.La luzvolvía,losvidriosdelventanucoparecíandemadreperla:salíalaluna.

Y todos los objetos de la habitación adquirieron, un aspectovaporoso, como siestuvierandespojadosde su aparienciamaterial ymostraran solamente el alma.Lacama, sobre todo, que a la luz del día tenía un color equívocode ropa blancamallavada,ahoraparecíacándida,inocenteybuena,apesardelpesodurantetantosañossoportado, apesardeldolor,de la rabia,de lavoluptuosidadydelpecadoqueportantosañossehabíanrevolcadodeunextremoaotrodeella,comolasolasentrelasplayasdelmar.Ylaalmohada,abolladaporlahuelladelacabezadelhombre,teníaun aspecto doliente de compañero que ha cooperado en las luchas del compañero,comopartiendoconéllaspenasylashumillaciones.

Luego,aaquellasformasmisteriosas,aaquellosfantasmasinmóviles,seañadióotro pequeño, que semovía con los ojos brillantes: era el gato que jugaba con losreflejosdelaluna.Saltabadeunladoaotrodelahabitación,silenciosoyágilcomoun pájaro; y, después de haberse asegurado varias veces de que no había nadaconsistente en la sombra de la rama que cruzaba el cuadrado de plata de luzproyectadaporelventanuco,saltóencimadelacama,alladodesudueño.

Y el dueño se lo puso sobre las rodillas y empezó a acariciarle, con ternuraafligida.Teníalaimpresióndequeélysucompañero,mássolitarioqueél,eranlosúltimos seres vivos sobre la tierra. Todo lo demás estaba sumergido en unmar decenizas; y solo la luna, con su luz fría y clara como el agua, reinaba sobre tantadesolación.

Y a medida que sus caricias se hacían más intensas, vio alguna chispa queprimero le pareció que brotaba de las puntas de sus dedos y que luego corría y seapagaba entre el pelo suave del gato, mientras, en cambio, era este pelo el quechispeaba;yparecíaquelabestia,todatemblorosadeternura,quisieraexpresarconlaluz,yaquenopodíaconlapalabra,sureconocimientoporelamorquesudueñoledemostraba.

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***

Y, sin embargo, de improviso, él lo arrojó con violencia al suelo, irguiéndose paraescuchar.

Unospasos.Elmundomuertovolvióavivir;todoresurgióytodobrillómásqueantes,alsolo

sonidodeaquellospasos.Sequedóinmóvil,temerosodequesusolarespiraciónpudieraromperelencanto.Ydurante lospocosmomentosque lamujer invirtióen llegarhasta lapuertay

entrar, él se acusó de mil ofensas que le había hecho: le pareció que la habíagolpeado,quelahabíacalumniado,quehabíasidoconellamásmalvadoqueconlaotra.Soloporquehabíadudadodeella.

Ella,encambio,veníaatranquilizarle,atraerleelregalo.Llegó,mássilenciosayágilqueelgato.Sesentóasuladoyabriólamanoque

tenía cerrada; y también su mano brilló. Le había traído un verdadero regalo demujer,deprometida:unamedallitadeoroconunaimagensagrada.

Yselapusoalcuello.Cristianoseestremecióalcontactodesusdedos;talvezleparecióqueeranlosmismosrayosdelunaquelotocaban.

—¿Quéhacesaquí,encogido,sinluz?—lepreguntó.—Teesperaba.—Podíasvenirtú.—Heido,peroestabasfuera.—Podíasvolver.—Teníamiedo.Siguióuninstantedesilenciorealmentepavoroso.¿Porquéellanolecontestaba

enseguida? Parecía que no le entendiera; pero él sentía la verdad dentro de sucorazón:ellaleentendíaperfectamente.

—Miedo,¿dequé?Suvoznohabíacambiado,yélvolvióaarrojarlaverdaddesucorazón.—¡Nosé!…Dequemerecibierasmal…—Y ¿por qué tenía que recibirte mal? ¡Cristiano! ¡Cristiano! —le llamó dos

veces,condoloryconreproche,mientrasélsedoblabasobresímismo,comosiseencogieraparaintentarhuir.Ylecogiólamano,selapusosobrelarodillaycomenzóafrotárselaconlassuyas,comosiquisieradarleunpocodecalorydevida.Luegoleapretólamuñeca,sintióelpulsoquelatía,subiómásarribaconsusdedostibios,letocóelbrazo,dondelosnerviosparecíanmuertos,y,enseguida,volvióaposeertodasufuerzadecreer,deamar,deilusionarse.

Ellalequeríayestabaallí.Élpodíacogerla,nodejarlamarcharsenuncamás,ytalvezeraestoloqueellaquería.Talvezhabíaidosoloporesto…

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Peroélnoquería.—Sara—ledijo,reclinandolacabezasobresuhombro—;túeresbuenayyono

dudode ti. Pero todo está tan oscuro dentro demí, que solo pensar que tú puedesabandonarmemedaunasensacióndemuerte.Poresonopuedo,noquierodudardeti.Yosoydiferentede losdemáshombres;sinduda,estoyfueradesus leyes;pero¿quién tiene razón? ¿Ellos o yo? Otro, en mi lugar, ahora, tomaría en el acto lafelicidad;sí,tetomaría,notedejaríairnuncamás…Yonoloquiero,yaves.Quieroquetodoloquetehedichoestamañananoarrojeningunasombraentrenosotros,yquenuestrodestino,sitienequecumplirse,secumplacomosinohubieradichonada.Sitodavíateparecequeestoyloco…

No prosiguió, porque ella volvía a llorar como por la mañana, después de suconfesión;peroen lugardedejar caer sus lágrimas, se las esparcíapor la cara conmanos temblorosas.Luego, con lasmanosmojadaspor sus lágrimas, le acarició lacara, buscando sus faccionesuna auna, comoparadejar en ellas suhuella, oparaimprimirensusdedoslahuelladesusfacciones.

Élsintiótodalapiedaddeestegesto,unamorsolocomparablealquelamadre,aún afligida por el dolor, siente por su criatura que nace; y resbaló de la cama, searrodillódelantedeella,ypensóenquélepodríadarquefueramayordecuantoyalehabíadado.

—Nollores,nollores—ledijo—.Silloras,significaquetienesmiedo,quecreesquesoyloquenosoy…Dimetúloquetengoquehacerparaconvencerte.Hazdemíloquequieras.Hemeatuspies,comoelpolvoquepisas.Guíametú.Tómame,simequieres tomar; déjame, si quieres dejarme. Haz como si tú fueras mi destino. Yoahora tengomiedo de que cualquier cosa que haga o diga te despierte sospechas.Tienesqueaconsejarmetú;tienesqueconsiderarmecomotucriado…

—Calla—dijo ella, más dolorida que contenta por sus palabras—. Cuando sequieredeverdad,nohabríaquehablarnunca.Levántate.

Peroélnoselevantó.—Túnocreesenmispalabras,Sara…—Tecreo, tecreo.Notetorturesmás.Creoentodoloquedices,porquetúme

quieres; y lo que nosotros decimos en los momentos de amor es todo verdad. Lamentiravienedespués;pero¿qué importa?Mientrasestemos juntosynosamemos,todoesverdad.Noteaflijaspormí.Somostalparacual.Sitúmehashechosufrir,tambiényo te he hecho sufrir.Todo consiste en procurar no sufrirmás, en rompertodolazoconelpasadoyenempezarmañanaunanuevavida.

Él sintió también miedo de estas palabras. Le pareció que tenían un sentidooculto, amenazador para él; pero no lo dijo. Quería mostrarse sabio, prudente,mientraslaangustialeaumentabaporestaficción.

—Tengo que irme —dijo ella, levantándose—. He salido a escondidas de la

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criada,queesmuymaliciosa.Nomeacompañes.—Enelpueblo,¿hasvistoalmédico?—Leheencontrado,sí,¿porqué?—¿Lehashabladodemí?—¡Cristiano!—exclamó ella, entre enfadada y angustiada. Comprendía lo que

pensabaél.—Perdóname—murmuróél—;perodeverdadtengomiedodeestartodavíaloco,

deestarlosiempre.¿Comprendes?Tengomiedodequetútengasmiedodemí;yporeso me porto tan… tan… como un idiota, para hacerte creer que soy un hombrenormal.Unhombrenormalactuaríadeotraforma.Daríalarazónasusinstintos,seentregaría a su placer.Yo estoy fuera de la humanidad. Sí,mejor es que te vayas,Sarina,quemeabandones…

—¡Diosmío!¡Diosmío!—comenzóagemirella;peroluegosedominóyvolvióasentarseasulado—.Yonotedejarénuncamás,Cristiano.Estoyaquí,todatuya.Soyyoahora,quientelosuplica:hazdemíloquequieras.Notengomiedodenada,nisiquieradelamuerte.

—TambiénGhianahablabaasí…—dijoél,comoensueños—.Ytambiénellalosabíatodo.Perotengomiedodeotracosa:quemihijoseaanormaltambién.

—¡Diosmío! ¡Dios mío!—volvió a gemir ella, apretando los dientes para nogritar.

Y,sinembargo,nopodíairse;unhechizomisteriosolareteníajuntoalhombre;ysentía que él, como ellamisma había intuido un día, estaba,más que los hombressanos,cercadelaverdad.

—Vete—repitió él, rechazándola lentamente—.Mejor es que te vayas, sí. Loadivinotodo.Túhasdecididopartiraescondidas,despuésdehaberconsultadoconeldoctor,quetehaaconsejadohacerloasíytalvezteayudaráenlafuga.Yhasqueridosaludarmeporpiedad,igualquesaludasteelcadáverdetumarido.Erespiadosa,sí,piadosaycruelcomolavidamisma.Yahorapiensas:«Élestámáscercaqueyodelaverdad,y talvezesmejorquemequedeconél.Élsabrádarmeahoraysiempreelverdaderoalimentodelavida:eldolor.Perosiélnometomaconelplacer,siestanochenomeataaélconellazodelacarne,yo,mañana,alamanecer,ledejaré».Elamanecer trae la ilusión de la alegría al corazón de los vivientes.Y tú estás viva,Sara;estásaquí,enelmundodelasilusiones,mientrasqueyoestoyallí,desdehacemuchosaños,fueradeél,másalládelavidamortal.

Ella temblaba y procuraba atraerle; pero él la rechazaba. Hasta que ellacomprendióquedeverdaderafríoeinsensiblecomounmuerto.

Entoncesselevantódenuevo.—Cristiano,túquieresprobarme,losé.Puesbien:yovolverémañana,ysiempre,

hastaqueteconvenza.Erestúelsueño,yosoylarealidad.Mañanavolveréyverás

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queestásequivocado.Buenasnoches.Éllaacompañóhastalapuerta.Lavioirsealatranquilaluzdelaluna,ynodudó

desupromesa.Ysedurmiócasifeliz,soñandoenella.Sin embargo, soñaba que había soñado. No; ella no había vuelto, no volvería

nuncamás. ¡Oh, si ella hubiese vuelto de verdad, ofreciéndose como se ofrece elfruto en el árbol, él hubiera sido un loco auténtico al rechazarla! Y la esperabatodavía,aunsabiendoquenovolveríanuncamás.

Peroaquellasensacióndeespera,deesperanza,inclusodealegría,eralamismasensación de la vida. ¿Qué esperamos, en qué esperamos? Nada; y, sin embargo,esperamos,esperamosygozamos.

Luego se despertó sobresaltado, con la impresión precisa de la realidad. Lamedallita,señal tangibledesuvenida,sehabíacalentadosobresupecho,vivíaconél.Estuvoapuntodelevantarseysalirhaciasucasa;peroelacostumbradomiedoaqueellaletuvieraporlocoleretuvo.

Fuera,lanocheeramaravillosadelunaydequietud.Élteníalasensacióndequelatierrasehabíadetenidoydeque,consuinmovilidad,todaslascosasytodosloshombresalcanzaríanfinalmentelapaz.

Y, sin embargo, no conseguía volver a dormirse. Le pareció que oía al perrolamentarse;ytodaslasfantasíasdeltiempopasadovolvieronasumente.

—¿Qué sucede en la casita blanca? Tampoco Sarina duerme y la sombra delpasadolapersigue;peroellaeslobastantefuerteyvalerosaparanodejarsederrotarporlosfantasmasdelosmuertos,ynisiquieraporlosdelosvivos.Suságilespiernasestánhechasparahuir,paracaminarporloscaminosdelmundo.

Y él encuentra su antigua mueca burlona. «Anda, Sarina, huye todo lo quequieras.Nosencontraremos,igualmente,alfinaldelacalle…»

***

Volvióadormirsecuandocasiamanecía,cansadoydoliente.Yheaquídenuevolossueños,contodosumisteriodedolorydealegría.Lamadrequehuyeconelmédico,Sarinaqueseasomaalagaleríademármoldelacasadelbienhechor.Yél,soloenelquintopiso,sesiente,enelfondo,felizdeestasoledad.

Tanto que al despertarse experimentó una sensación de malestar, unestremecimientocomosihubierapasadodeunambientecalienteaotrofrío.

Levantó la pesada cabeza.Se hallaba solo, sí, y todo alrededor estabaquieto yluminoso; pero con una luminosidad extraña, insólita, como si los sueñosprosiguieran.Elsolpenetrabaensuhabitación,enlugardeporlaventana,despuésdehaberatravesadoelcuartoanterior,yparecíaqueelhorizontesehubieradesplazado.

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Selevantóaturdidodelacama,contantasombradentrotomóluzhabíafuera.Leparecíaquehabíadormidocienaños,comoenlasleyendas,yquetodaslascosasdelmundohubierancambiadoduranteaquel tiempo.Luegovioque supuerta sehabíaquedadoabiertayqueelsolentrabalibrementeporella.Porlaexplanadallenadesol,delante de la casita, cruzaban sombras de golondrinas que volaban; y el gato searrojabacontraellas.

Es ya tarde, casimediodía, la hora en que el sol vuelvemás felices las cosas.«¡Cuánto tiempo has dormido,Cristiano!Y ¿por qué has dejado la puerta abierta?¿Conlacertidumbredequeellateníaquevolver?»Ellanohabíavuelto,talvezpororgullo. Tenía que ir a buscarla; pero él no se apresuraba, aturdido todavía por elsueño,conunaoscurapreocupaciónqueleobligabaairdeunrincónaotro,comosibuscasealgoquenorecordara.

Finalmente abrió el armario y recordó que no comía desde el día antes. Sinembargo, le daba asco la comida.Volvió a cerrar y fue a lavarse; pero encontró elcubovacío.Durante estos últimos tiempos la criadadeSarina le traía el agua; portanto,tampocoellahabíaido.

Yderepente,sintióqueseledoblabanlasrodillas,algolpedeladudaqueestabaenel fondode sucorazónyqueahora saltabay se lepresentaba fuera, enel cubovacío;noyaduda,sinocertidumbre.

Se empeñó en no ir, en esperar todavía. En la realidad, todavíamás que en elsueño,esasensacióndeespera,deesperanza,eralamismafuerzaquehacíalatirsucorazón.Peronoselavó,nosepreocupódenada,aunquevagabaporeljardínylacasa.Veíasusombraselvática,conloscabellosenmarañados,correrentresuspies;ynoteníamiedodequeSarinaleencontraraasí.Noteníamiedo,yélsabíaporqué…

Luegoempezóa inquietarse;pensóqueSarinay lacriada, infeliz tambiénesta,podían haberse matado, y aunque sonreía burlonamente al darse cuenta de quepensabaenun final tan trágicode sudramapara consolarsedel auténtico final, unvago terror le empujó hacia la casa. Tal vez ninguna de sus fantasías era verdad.Sarinaestáallí,enlacasitablanca,yleespera.Pocospasosaún,ytodoestarácomoantes.

Todoestácomoantesasualrededor.Elpradoestátodavíacubiertodemargaritasyranúnculosytodoelpaisajeestáflorido.Solodelachimeneadelacasablancanobrotalaflordehumo.

Llegaalapuerta.Lapuertaestácerrada,yélnisiquierapiensaenllamar.Andaalo largo de la pared de la casita, y la pared está caliente, viva, pero con un calorexteriorquenoconsuela;tambiénlasparedesdeloscementeriosestánasí,bajoelsolde abril. El prado, detrás de la casa, bajo los árboles, está dorado de ranúnculos;tambiénporaquellapartelosbrezalesestántodosenflor,hastaelhorizonte,dondeelcieloylatierraseconfundenenunavaporosidadazul,llenadenubecillascoloradas

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queparecentambiénmatasderosas.Todoesluzyalegría.Peroelhombre,alllegaranteelpequeñocobertizo,velapuertacerrada, lacasetadelperrovacía,yunafríabrumaalrededor.

***

Luego,undía,pasadoelprimerimpulsodedolorydeindignación,fueabuscarasuhijo.

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GRAZIADELEDDAnacióenCerdeña,enelsenodeunafamiliadesabiosyartistas.Encasa teníanunabuenabibliotecaysupadreerapoetaaficionado,peroseopusocuandoellaempezóaescribiralos12años.AsílocontólaautoraalrecogerelNobeldeLiteraturaen1926.Fuelasegundamujerenganarlo.

Losviajantesquepasabanporsucasa,acogidosporsupadre(elalcaldedelaaldea),se convirtieron en sus primeros personajes. La Cerdeña rural fue su escenariofavorito. Siendo adolescente, los plasmó a todos en cuentos para una revistafemenina.SuprimergranéxitofuelahistoriadelexpresidiarioEliasPortolu(1903)ymás tarde títulos comoCenizas oLahiedra saltaron a la gran pantalla. Siemprepoética, la narrativa deDeledda habla de la dureza de la vida, las tradiciones y lareligión.

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