Cordero Inmolado - Capítulo 1

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El cordero Inmolado, Libro escrito por el Dr. Eliseo Rodriguez Matos.Cómprelo hoy:www.elcorderoinmolado.com

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Dedicatoria Introducción .................................................................................. 7Prólogo ........................................................................................... 11

Capítulo 1.Así ha dicho el Señor ................................................................... 17

Capítulo 2.Las metáforas proféticas del sacrificio de Cristo ...................... 34

Capítulo 3.Desde Betania hasta el Aposento Alto ....................................... 50

Capítulo 4.El gran discurso preparatorio y la oración sacerdotal .............. 78

Capítulo 5.Getsemaní ..................................................................................... 128

Capítulo 6.Juicios nocturnos y primeros vituperios físicos ......................... 152

Capítulo 7.El amanecer del “Día Final” ........................................................ 178

Capítulo 8.Crucificado por nuestros pecados .............................................. 232

Capítulo 9.Sepultura, resurrección y ascensión de Cristo .......................... 277

Capítulo 10.Significación divina de la pasión del Cordero inmolado ............ 306

Conclusión ..................................................................................... 328Bibliografía ..................................................................................... 331

Í n d i c E

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DedicatoriA

Dedico esta obra primeramente a Dios, de quien son todas las cosas y por quien todas las cosas subsisten, de quien desciende toda buena dádiva y todo don perfecto, en quien vivimos y nos movemos y somos. ¡Que este material glorifique al único y sabio Dios, nuestro Salvador!

También dedico este libro a mis queridos padres, el Rev. Pedro Manuel Rodríguez Marzo, y Nelda Luz Matos Matos, ministros evan-gélicos con más de 40 años de labor ininterrumpida como pastores en Cuba. Ellos son merecedores de un honor tan alto como las palabras no lo puedan quizás expresar. El ejemplo de sus vidas entregadas en manera tan ferviente a Cristo, las enseñanzas divinas que me dieron desde mi más temprana edad, y la acción amorosa de la disciplina administrada según los preceptos sagrados, son algunos de los ingre-dientes más importantes tanto en la formación de mi vida cristiana como en el perfeccionamiento ministerial correspondiente al llamado que el Señor me ha hecho.

A mis seis hermanos, Luís Manuel, Ezequías, Saúl, Oniria, Moisés e Isaías, regalos de Dios para mi vida, cada uno de los cuales desarrolla un ministerio eficaz para el reino de Dios. Todos ellos fueron animado-res y colaboradores de la obra que el lector tiene en sus manos.

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Lo brindo también como un regalo a mi querida esposa, Anna Ruth, sierva fiel del Señor Jesucristo, obrera incansable en su ministerio a la niñez, quien estuvo siempre dispuesta a animarme durante los dos años que duró el escribir el material original.

Lo ofrezco igualmente a mis hijos amados, Jahaziel Enoc y Eunice, dos olivos alrededor de mi mesa, alegría de nuestro hogar, e instru-mentos de honra en las manos del Señor. Ellos han comprendido el tiempo que su papá hubo de dedicar a la realización de este proyecto. Deseo que este libro les haga conocer mucho más al Mesías de Dios, nuestro Señor Jesucristo.

Lo entrego, por último, a todos los siervos y siervas de Dios alrededor del mundo hispano hablante, quienes merecen tener un documento que revele en una manera clara, los padecimientos de nuestro Salvador y el significado expiatorio de los mismos.

¡Que “El Cordero Inmolado” se constituya en una fuente de inspira-ción para acercarnos más cada día a aquel que nos dio la Vida!

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Los acontecimientos de la última semana de pasión de Jesús, han sido llamados “la herencia más preciosa de la fe cristiana”, aunque valoramos mucho los demás sucesos de la vida y el ministerio de nuestro Señor. Esta fue una semana de intensa actividad, de tristeza, de trágicos sufrimientos y de amargo desprecio. A la vez, de singula-res triunfos e impactantes victorias. Los Evangelios dedican un gran espacio a contarnos estos sucesos relevantes. El de Marcos, por solo mencionar un ejemplo, dedica una tercera parte de sus escritos a lo acaecido desde la entrada triunfal a Jerusalén, a la ascensión del Señor. Cimiento de ello fue la coincidencia entre los escritores de estos primeros libros neo testamentarios, al reconocer que la obra suprema de Jesús fue entregar su vida en rescate por nosotros.

Por otra parte, aunque no escondieron los acontecimientos princi-pales de esa noche dolorosa, sí se limitaron en la descripción de ellos, pues no era el propósito diluir el mensaje principal de la cruz con un informe sensacionalista o emocionalmente conmovedor. Además, no estaban divinamente autorizados para retratarnos todo lo tétrico de cada escena en particular. Solo deseaban entregarnos el mensaje esencial de que “... siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8).

En los once capítulos que conforman esta obra, se tratan algunos de los detalles en las horas más cruentas del Salvador. Comenzamos en el ámbito profético de sus padecimientos, luego nos adentramos en los

IntroduccióN

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sucesos históricos alusivos al carácter redentor del Cordero y concluimos con el significado espiritual de su muerte, resurrección y ascensión.

Así como los escritores bíblicos, no pretendemos enfatizar los pa-decimientos físicos de Cristo, sino enfocarnos en la realidad interna, espiritual y el triunfo final que esos sufrimientos entrañan. El objetivo nuestro es el mensaje redentor de la cruz, de modo que contempla-remos a Aquel que “... aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios” (2. Co. 13:4).

Hemos preferido transcribir las citas principales directamente de la Biblia. El propósito ha sido doble, facilitar la comprensión del material y que el lector pueda disfrutar de los indescifrables beneficios de la palabra de Dios.

En esta obra miraremos de cerca al Cordero que fue inmolado, tal como lo relatan los Evangelios. Especialmente los momentos en los que Cristo se dispuso a desempeñar la misión de Cordero expiato-rio, luego de haber cumplido la de profeta en su ministerio público. Le seguiremos a través del sangriento camino que comienza en el huerto de Getsemaní y termina en la cruz, donde exclama con victoria: “Consumado es”. Luego observaremos su posterior victoria sobre la muerte, y su ascensión al cielo como nuestro redentor. He aquí el gran misterio de la piedad:

Dios fue manifestado en carne,Justificado en el Espíritu,Visto de los ángeles,Predicado a los gentiles,Creído en el mundo,Recibido arriba en gloria (1 Ti. 3:16)

Verdaderamente, Jesús de Nazaret es Dios y el genuino Cordero des-tinado desde antes de la fundación del mundo para nuestra salvación

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eterna. Su obra en la cruz sació las demandas de la justicia divina por nuestros pecados. Él es “... el autor y consumador de nuestra fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Heb. 12:2).

Al elaborar este material oramos para que los lectores sean impreg-nados de un amor ferviente hacia Aquel que nos dio su propia vida.

Los acontecimientos sucedieron durante la segunda y tercera semanas de abril de aquel año. Jesús llegó a Betania, que estaba en las afueras de Jerusalén, el viernes 10 de abril, y permaneció allí hasta el domingo 12, cuando por la mañana fue a Jerusalén para hacer su entrada triunfal. El domingo por la noche y todas las noches hasta el miércoles volvió a Betania para pernoctar. El jueves 16 de abril fue a la gran ciudad por última vez. El jueves por la tarde y durante la noche, así como el viernes por la mañana, tomó la comida de Pascua con sus discípulos; instituyó la cena del Señor; hizo un largo discurso de despedida a sus discípulos; fue al huerto de Getsemaní donde fue arrestado y soportó una serie de fatigosas pruebas hasta después del amanecer del viernes 17 de abril. Le crucificaron el viernes y le pusieron en un sepulcro cuando ya las tinieblas se cernían sobre la ciudad. Permaneció en la tumba el sábado y, por la mañana del domingo día 19, resucitó de los muertos y apareció en distintas ocasiones a los creyentes. Su ascensión tuvo lugar cuarenta días más tarde.

Si seguimos a Jesús, en esta trágica semana y de una expe-riencia a otra, nos impresionará su compostura, dignidad y dominio de sí mismo. La grandeza de su carácter permanece ante la pobre y vergonzosa forma de proceder de aquellos que le hicieron prisionero y le crucificaron. El cristianismo no

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tiene otra posesión más preciosa que la memoria de Jesús du-rante la semana en la cual él estuvo cara a cara con la muerte. Inefablemente grande como él lo fue siempre, puede decirse re-verentemente, que nunca fue tan grande como durante esos días de la más horrenda calamidad. Todo lo que tenía de más sublime y de más tierno, los aspectos humanos y divinos de su carácter, fueron manifestados como nunca lo habían sido antes.

Él llegó a Jerusalén con un pleno conocimiento de que su muerte se acercaba. . . Lo que se había esperado por mucho tiempo, llegó a su fin. Sabía que era la voluntad de su Padre y, cuando llegó la hora, dirigió sus pasos con sublime valor, al lugar fatal. Pero no fue sin un terrible conflicto de sentimientos, flujo y reflujo de las más diversas emociones, angustia y éxtasis. El más prolongado y abrumador abatimiento, el más triunfante gozo y la más majestuosa paz iban y venían dentro de él como los movimientos de un vasto océano”.

David Smith

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PrólogO

Aún está presente en mi mente el momento cuando conversando con el hermano pastor Eliseo Rodríguez Matos, me manifestó el impacto recibido con la crudeza de las escenas que en torno a los sufrimientos de Cristo se ven en la película “La Pasión” de Mel Gibson. Recuerdo que en aquel entonces me dijo que había comenzado a buscar en las Escrituras para ver si realmente aquello había sucedido así. Creo que en su pensamiento no estaba que esa inquietud finalizaría con un proyecto más profundo. El resultado de esa pesquisa, es el libro que el lector tiene hoy en sus manos, y que constituye para mí un honor inmerecido y una alta responsabilidad prologar.

Comienza la obra con una necesaria introducción donde se declaran los propósitos del autor y seguidamente, en el primer capítulo, después de darnos tres elementos básicos para la correcta comprensión de las profecías, el autor se dirige a lo que se ha llamado el protoevangelio Gn. 3:15, la promesa de la restauración de la humanidad, que había acabado de caer, y la primera cita acerca del ministerio y los sufrimien-tos del Mesías, que están detrás de la expresión, “…y tú le herirás en el calcañar.” Para después llevarnos en un recorrido a través del libro de los Salmos, y las profecías de Isaías, Daniel, Zacarías en el Antiguo Testamento y ya en el Nuevo Testamento, las palabras de Caifás, el Sumo Sacerdote en tiempo de Jesús, así como el testimonio de Sí mismo sobre Sus sufrimientos y Su muerte. Nos vuelve entonces, en el capítulo

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dos, al principio, al Génesis; y desde allí, nos toma de la mano y nos hace recorrer toda la Escritura, para a través de figuras, metáforas, y al decir de Scofield tipos, poder escuchar la voz de Dios anunciándo-nos la venida de su Hijo; de Pedro escucharíamos: “… un Cordero sin mancha ni contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros” (I P. 1: 19-20). En este nos deja claro que el cumplimiento de tantas predicciones, con absoluta exactitud, no puede dar lugar a la duda, en cuanto a Su verdadera identidad. “El Mesías prometido”.

Desde Betania hasta el aposento alto es no sólo una explicación de los hechos ocurridos desde su llegada a casa de Marta, María y Lázaro, su ungimiento por María, y lo concerniente a la institución de la Santa Cena; sino que es además una revelación de varias facetas del carácter de nuestro Señor y su convicción y disposición de llevar a cabo la obra para la cual había venido a este mundo.

Un nuevo mandamiento, predicciones, palabras de consuelo, se-guridad y aliento, exhortación a permanecer en Él, el anuncio de la venida del Espíritu Santo de Dios y Su labor en aquellos que no le conocen, y en los que le conocemos; el anuncio de su partida, la alegría del mundo en contraste con la tristeza de sus discípulos, que se convertiría posteriormente en gozo, y la oración sacerdotal del capítulo 17 de Juan, son algunos de los elementos que podemos encontrar en el capítulo cuatro.

El canto del himno fue el preludio a los sufrimientos de Getsemaní, escenario de la gran lucha del Señor, que habría de concluir en la cruz. En el capítulo cinco el autor nos recuerda la derrota de Adán en un huerto, en contraste con la victoria de Cristo en otro lugar semejante; y la importancia de la oración. Cierra el capítulo con el arresto de Jesús y la huida de los discípulos, para continuar, en el seis, con los juicios nocturnos y los vituperios físicos; de manera que se nos refiere lo corrompido que estaba el sacerdocio en tiempos del Mesías. Esto nos

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13Prólogo

hace recordar a nosotros, Sacerdotes del Dios Altísimo (I P.2:9; Ap.1:6; 5:10), la exhortación del Apóstol en I P. 2:5 a ser “…edificados como casa espiritual y sacerdocio santo para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” (Énfasis mío).

En el capítulo siete el hermano Eliseo nos sitúa en el contexto sociopolítico de la época y cómo, los aspectos positivos y negativos de la sociedad y el sistema reinante, contribuyeron favorablemente a la aceptación, por aquellos que lo hicieron; y propagación, más tarde, de las Buenas Nuevas de Salvación. De ahí se nos traslada a las tres primeras horas de sufrimiento de nuestro Señor, con un conocimiento previo, que nos permite comprender mucho mejor, lo que los evange-listas nos relatan acerca de estos momentos iniciales del día final. En el siguiente capítulo encontramos la crucifixión, quedando demostrado por el autor, cómo la cruz fue el carro de triunfo sobre el cual se paseó nuestro Señor victorioso y al decir de Col. 2: 11-15 anuló el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, despojó a los principados y potestades, los exhibió públicamente y nos dio vida juntamente con Él.

En el capítulo nueve el lector podrá encontrar detalles acerca de la se-pultura, resurrección y las apariciones del Cristo resucitado a diferentes personas, hasta el momento de su ascensión. Una vez más el hermano Eliseo va a los detalles relacionados con las costumbres, normas y leyes de la época y los correlaciona con los hechos que acerca de ello, los diferentes evangelistas nos narran, ampliándonos el conocimiento y la comprensión de los evangelios que tocaron este tema, especialmente lo concerniente a su resurrección por la importancia que este hecho tiene para todos los que hemos creído: Él resucitó para nuestra justi-ficación Ro. 4:25 y si no resucitó vana es nuestra fe, vana es nuestra predicación y somos falsos testigos de Dios. (I Co. 15:14-15)

Aunque no esperaban su resurrección, “Jesucristo resucitó” con-forme a las Escrituras. El capítulo 10 es una advertencia, no sólo para

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los que rechazan la salvación tan grande que se encuentra en Cristo, si no, y sobre todo, para que tengamos cuidado en cuanto a nuestras declaraciones y obras, pues se siega lo que se siembra. Es un llamado a ser prudentes y cuidadosos. Pero encontramos también, al final, una luz de esperanza, que brota del corazón misericordioso de nues-tro Dios, quien ha comprometido Su Palabra con los suyos, y espera del hombre humildad de corazón, arrepentimiento, y que vuelva su rostro a Él, para así extender su perdón y hacer manifiesto su amor para con las criaturas que Dios mismo, con sus propias manos creó, ensuciándolas con el polvo de la tierra.

Once puntos se tocan en el capítulo once, donde se expone la signi-ficación divina de la pasión del Cordero que fue inmolado, para concluir con un llamado a todos los cristianos. Llamado que brota del mismo corazón de Dios, y que pasando por la mente y la pluma del hermano y pastor Eliseo Rodríguez Matos, sólo puede tener una respuesta:

“Aquí estoy Señor, dispuesto para hacer Tu voluntad”.“El Cordero Inmolado” será sin duda, de gran ayuda para los que

tienen la responsabilidad de enseñar a las congregaciones, sean maestros, pastores o laicos, pues facilitará, no sólo el estudio del tema, sino también la comprensión del mismo. Pienso resultará muy beneficioso para los que estudian las Sagradas Escrituras, sean se-minaristas que se preparan para el Santo ministerio, o sencillamente cristianos; aún los que se inician, para quienes le será mucho más fácil, al leer la Palabra y específicamente los Evangelios, comprender los temas relacionados con la pasión de nuestro Señor Jesucristo; el por qué, el cómo y la trascendencia que ello tiene para cada uno de los que hemos creído que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, el Cordero inmolado por nuestros pecados.

Pero pienso, aún más, que algún lector, que aún no ha tenido una experiencia con Cristo, pueda al leer estas páginas, donde abundan citas de la Palabra de Dios, y por la obra del Espíritu Santo, ser con-

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15Prólogo

vencido de pecado de justicia y de juicio, y su corazón ser movido a reconocer que los sufrimientos de Cristo y su muerte fue para darle vida, como dice el profeta Isaías:

“Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y aba-tido. Más Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como oveja cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros. Angustiado Él y afligido no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Is. 53:4-7).

El Cordero no fue inmolado por la justicia o injusticia de los hom-bres, sino para que por la fe en Él toda persona pueda alcanzar la vida eterna; “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Jn. 3:16)..

Por último veo en este libro un llamado, en primer lugar a “… poner los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio y se sentó a la diestra de Dios” (He. 12:2), y en segundo lugar a incorpo-rarnos a la visión de Juan en Ap. 5:13.

“Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra,y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay,oí decir: Al que está sentado en el trono y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloriay el poder, por los siglos de los siglos.”

Dr. Juan Pablo Reyes Suárez

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Así ha dicho el señoR

EL CUADRO PROFÉTICO DELA OBRA EXPIATORIA DE CRISTO

Los principios de interpretación de las profecías bíblicas constituyen el cimiento para comprender correctamente el tema profético, para lo cual es necesario referir algunas de las características de las profecías:

1. Muchas veces las profecías no presentan los sucesos a los que se refieren, en un orden cronológico. Ellas revelan lo que hay en la mente de Dios, y para él no hay pasado ni futuro.

2. Algunas veces las descripciones proféticas pasan abruptamente de un acontecimiento cercano a otro más lejano, y en ocasiones no indican con claridad que hay un gran lapsus de tiempo entre ambos. A esto llamamos “perspectiva profética”.

3. Frecuentemente es necesario buscar los pasajes paralelos de un pasaje profético y oscuro de la Biblia, para obtener más luz sobre su interpretación.

No intentamos colocar aquí todas las profecías mesiánicas, ni tam-poco agotar todos los símbolos proféticos respecto a la vida del Señor. Solo referimos aquellas que tienen relación con su pasión.

Existen otras formas en las que el Antiguo Testamento nos presenta al Mesías y sus dolores. Ello nos hace ver que estos libros no se limitan

C a P Í t u l o I.

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a un número exacto de referencias o pasajes particulares, sino que siguen cuatro vertientes teológicas fundamentales: la histórica, la psicológica, la tipológica y la profética. Allí encontramos más de 300 profecías referentes al Mesías que fueron cumplidas en la persona de Jesús. De ellas, veintinueve tratan específicamente sobre la traición de que fue víctima, su muerte y sepultura. Estas, que fueron pronuncia-das en diferentes oportunidades, por distintas voces, durante cinco siglos (1000 – 500 a. C.), fueron cumplidas literalmente en Jesús en un período solo de 24 horas. De modo que toda la escritura antiguo testamentaria señala a Cristo en diversas maneras.

PRIMERA PROMESA DE REDENCIÓN

“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Gn. 3:15).

UNA MIRADA AL LIBRO DE LOS SALMOS SU CUERPO NO VERÁ CORRUPCIÓN

A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente; porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre (Sal 16:8-11).

Esta es una de las profecías más preciosas, concerniente a la preservación milagrosa del cuerpo de nuestro Señor en el sepulcro. El apóstol Pedro la citó en su mensaje en el aposento alto el día de

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Pentecostés (Hch. 2:25-28). Estaba tan seguro de la relación de esta predicción con la victoria de su Cristo, que enfáticamente dijo: “Porque David dice de él…” (Cita entonces el Sal 16:8-11).

APASIONANTE DESCRIPCIÓN DEL DESAMPARADO

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?... Mas yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo. Todos los que me ven me escarnecen; estiran la boca, menean la cabeza, diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía. No te alejes de mí, porque la angustia está cerca; porque no hay quien ayude. Me han rodeado muchos toros; fuertes toros de Basán me han cercado. Abrieron sobre mí su boca como león rapaz y rugiente. He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritién-dose en medio de mis entrañas. Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte. Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos; Entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes (Sal. 22).

El acto de robarle a una persona sus posesiones, aun sus propios vestidos externos, es un gran insulto a la dignidad humana. Jesús, el Mesías, sufriría esta experiencia horrible y humillante en la cruz (Mt. 27.35). Quedarse sin dinero y escasos de ropa en lugares públicos, fue uno de los dolores que padecieron tantos judíos durante la segunda guerra mundial. Esta experiencia la viven millones de desamparados dispersos por las calles del mundo. Sin embargo, es singular el hecho

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de que los profetas pudieran ver de antemano este sufrimiento en la persona de nuestro Salvador.

En este Salmo hay varias profecías que se cumplieron en la muerte de Jesús. Reflexionemos en cuatro de ellas: • Enlosv.7y8sepredicenlasburlasdelaplebe;expresiones

que luego se escucharon de labios de los principales sacerdotes ante la cruz (Mt. 27:36–44).

• Elv.16específicamente,predicequelasmanosylospiesdelSeñor serían traspasados. Esto se cumplió en el método que se utilizó para su muerte, la crucifixión (Véase Jn. 20.25).

• Enelv.18seprofetizaelecharsuertesporlavestimentadeJesús, lo cual tuvo su cumplimiento en Jn. 19:23, 24.

• Enelv.1estáquizás,ladeclaraciónmássignificativadetodoel Salmo del cual Jesús se hizo eco desde la cruz (Mt. 27.46). La palabra “desamparado” describe la soledad que percibe el Hijo del Hombre cuando le toca llevar sobre sí el pecado del mundo. Jesús carga con la sentencia de la humanidad, no sólo la de la muerte, sino también la de la separación de Dios. En ese momento experimentó el dolor más agudo de su carrera terrenal y estuvo dispuesto a sufrirlo por nosotros.

SE ENCOMIENDA A DIOS

“En tu mano encomiendo mi espíritu” (Sal. 31:5).

ACUSADO POR FALSOS TESTIGOS

“Se levantan testigos malvados; de lo que no sé me pregun-tan” (Sal. 35:11).

ABORRECIDO SIN CAUSA

“No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos,ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo” (Sal. 35:19).

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LOS AMIGOS PERMANECEN ALEJADOS

“Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga, y mis cercanos se han alejado” (Sal. 38:11).

TRAICIONADO POR UN AMIGO

“Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar” (Sal. 41:9).

“El hombre de mi paz”, también se puede traducir como “mi amigo íntimo”. Este versículo aparece en el Nuevo Testamento como una predicción de la traición de Judas (Jn. 13:18). Este había pasado tres años aprendiendo, caminando y comiendo con el Maestro (Mr. 3:14–19). A él se le confió las finanzas del grupo. En este versículo David se está refiriendo a Ahitofel (2 S. 15:12; 17:23), cuya actitud se asemejaba en gran medida a la de Judas. Él también era uno de los doce íntimos del rey David y de igual forma se sentaba a comer en la mesa del rey. Tanto Ahitofel como Judas hicieron traición de sus soberanos, y ambos se quitaron la vida al ver fracasados sus planes de maldad.

MULTIPLICACIÓN DE LOS ENEMIGOS

“Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa” (Sal. 69:4).

SED. PROBANDO HIEL Y VINAGRE

“Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre” (Sal. 69:21)

JESUS ORARÍA POR SUS ADVERSARIOS

“En pago de mi amor me han sido adversarios; Mas yo oraba” (Sal. 109:4).

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OTRO TOMARÁ EL OFICIO DEL TRAIDOR

“Cuando fuere juzgado, salga culpable; y su oración sea para pecado. Sean sus días pocos; tome otro su oficio. Sean sus hijos huérfanos, y su mujer viuda” (Sal. 109:7-9).

BURLADO POR LOS QUE PASABAN

“Yo he sido para ellos objeto de oprobio; me miraban, y bur-lándose meneaban su cabeza” (Sal. 109:25).

SE SENTARÁ A LA DIESTRA DE DIOS

“Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Sal. 110:1).

DESECHADO POR LOS HOMBRES

“La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo” (Sal. 118:22).

UNA MIRADA AL PROFETA ISAÍAS

El nombre Isaías significa: “Jehová es salvación”, o “salvación de Jehová”. Este mismo significado proporciona el tema principal de su libro: “La salvación es del Señor”. El término salvación aparece veintiséis veces en esta profecía y tan solo siete, en todos los demás profetas juntos. Ocho siglos a. C. Isaías se refirió de una forma prodigiosamente certera a los hechos de la crucifixión. Habló aún del bendito propósito de la cruz, dándole carácter vicario a sus intensos sufrimientos.

HERIDO, MESADO, INJURIADO, ESCUPIDO

“Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos” (Is. 50:6).

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SU ROSTRO DESFIGURADO

“Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfi-gurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres” (Is. 52:14).

La versión popular lo expresa de esta manera: “Así como muchos se asombraron de él, al ver su semblante, tan desfigurado que había perdido toda apariencia humana” (Is. 52:14).

El significado literal de este versículo es impactante: “Su aspecto fue tan desfigurado en su forma humana, que su apariencia no era ya la de un hijo de hombre”. Es decir, que como resultado del trato brutal a que fue sujeto, no tenía ya forma humana (Mt. 26:67, 68; 27:27-30).

LA MÁS EXTENSA PROFECÍA DE LA PASIÓN DE CRISTO

¿Quien ha creído a nuestro anuncio? ¿Y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni her-mosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

4Ciertamente

llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.

5Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

6Todos nosotros nos descarriamos

como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

7Angustiado él, y afli-

gido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su gene-

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ración, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.

10Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a

padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.

11Verá el fruto de la aflicción de

su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

12Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes

repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores (Is. 53).

LAS PREDICCIONES DE DANIEL

TIEMPO EXACTO DE SU MUERTE

Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devasta-ciones (Dn. 9:26).

UNA MIRADA AL PROFETA ZACARÍAS

ENTRANDO EN UN POLLINO A JERUSALÉN

“Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde,

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y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” (Zac. 9:9).

Aunque esta no es propiamente una predicción de los padecimien-tos del Señor, su cumplimiento estuvo ligado con ellos. La entrada triunfal en Jerusalén, a la que aquí se alude, dio inicio a la semana de la pasión de Jesús.

VENDIDO POR TREINTA PIEZAS DE PLATA

Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata.

13Y me dijo

Jehová: Échalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro (Zac. 11:12-13).

Este pasaje parece señalar una realidad vivida en el tiempo del mismo profeta Zacarías. Posiblemente le menospreciaban como pastor. Es proba-ble que fuera él mismo, a quien le pagaban treinta monedas de plata por su trabajo. Esto ocurre, cuando el profeta oye al Señor que le ordena ir al templo y echar estas piezas delante del alfarero que allí ha de encontrar. La expresión hermoso precio parece ser una ironía. A Jesús también lo estimaron en muy poco, igual que al profeta que anuncia esta situación. El fue vendido por la misma cantidad ridícula de dinero.

SU COSTADO TRASPASADO

“… y mirarán a mí, a quien traspasaron... ” (Zac. 12:10).

SUS DISCÍPULOS SERÍAN DISPERSADOS

“Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas” (Zac. 13:7).

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UNA PROFECÍA DADADURANTE SU MINISTERIO PÚBLICO

En esta etapa, ya Jesús de Nazaret se encontraba en este mundo. Su nacimiento de manera tan milagrosa, había dado cumplimiento a una gama de profecías de tipo diferente a las que hemos tratado aquí. El Señor había estado en su hogar terrenal en Nazaret, junto a su madre María y a José, por unos treinta años. Su ministerio se había desarrollado a lo largo de unos tres años y medio, en el cual también otros augurios proféticos se habían cumplido en su persona. Cuando las palabras de Caifás tienen lugar, estaba acercándose la hora en la que iba a experimentar su peor quebranto.

LA PROFECÍA DE CAIFÁS

Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; 50ni pensáis que nos con-viene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.

51Esto no lo dijo por sí mismo, sino que

como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;

52y no solamente por la nación,

sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.

53Así que, desde aquel día acordaron

matarle (Jn. 11:49-53).

UNA MIRADA A LASPROFECÍAS DE CRISTO SOBRE SÍ MISMO

Jesús de Nazaret es el profeta anunciado por Moisés, y a quien el apóstol Pedro identifica de la misma manera (Dt. 18:15; Hch. 3:22). Es el mismo que las gentes maravilladas por sus milagros, catalogaban

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como tal (Lc. 7:16). Jesús personalmente admitió que lo era (Lc. 13:33). La mujer samaritana confesó: “Señor, me parece que tú eres profeta” (Jn. 4:19). Cuando le preguntaron al que había sido ciego de nacimiento, qué decía del que le abrió los ojos, él respondió: “Que es profeta” (Jn. 9:17). Los discípulos de Emaús lo confirmaron delante del propio Señor resucitado (Lc. 24:19). Miremos estas claras declaraciones de Jesús, y también nosotros quedaremos sorprendidos de su misión profética en este mundo:

LA SEÑAL DE JONÁS

Él respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.

40Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días

y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches (Mt. 12:39-40).

LA FIGURA DEL TEMPLO DESTRUIDO

Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?

19Respondió Jesús y les dijo: Destruid este

templo, y en tres días lo levantaré. 20Dijeron luego los judíos:

En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?

21Mas él hablaba del templo de su cuerpo.

22Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos

se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho (Jn. 2:18-22).

COMPARADA SU CRUZ CON LA SERPIENTE LEVANTADA

“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es ne-cesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:14-15).

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DARÁ SU VIDA EN RESCATE POR MUCHOS

“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mr. 10:45).

ENTREGARÁ SU CARNE POR LA VIDA DEL MUNDO

“Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo” (Jn. 6:51).

PRIMERA ANUNCIACIÓN

DETALLADA DE SU MUERTE Y RESURRECCIÓN

Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! ; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres (Mt. 16:21-23).

En otras ocasiones ya Jesús les había insinuado que moriría (Jn. 2:19, Mt. 9:15, 12:40), pero esta era la primera vez que lo enseñaba con toda claridad. La primera reacción que observamos en Pedro fue la misma que en los demás discípulos, sus palabras, tal parecen provenían de este sentir: ¿Será posible que el Mesías va a morir hu-millado a manos de los líderes de Israel, en lugar de establecer un reino terrenal? No podía concebir al Hijo de Dios, si no era rodeado de gloria. La muerte del Señor, desde su perspectiva, significaría la derrota. Esto le parecía incompatible con el carácter mesiánico del Maestro. Pudiera haber pensado que su anuncio era una parábola con

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algún sentido misterioso. La gestión de Pedro para proteger a Jesús de tales padecimientos, lo convertían en un inconsciente partidario del diablo. Al tratar de persuadir a Cristo para que no fuese a la cruz, estaba obrando como tentador. Aunque sus intenciones humanas eran buenas, estaba tratando de obligar a Jesús a tomar su propio camino, en detrimento del camino trazado desde la eternidad.

En la reprensión hecha a Pedro, el Señor le estaba queriendo decir a su discípulo que su lugar era detrás de él, no delante. Su obligación consistía en seguir al Maestro en el camino que él eligiera. Pedro no debía intentar conducir a Cristo por la senda que a él le pareciera mejor”.

POR SEGUNDA VEZ

ANUNCIA SU MUERTE Y RESURRECCIÓN

Habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese. Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día. Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle (Mr. 9:30-32).

POR TERCERA OCASIÓN

HABLA DE SU MUERTE Y RESURRECCIÓN

Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará (Mt. 20:17-19).

EN LA TRANSFIGURACIÓN

Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su her-mano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante

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de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él . . . Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos. Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos (Mt. 17:1-3, 9-12).

Marcos en su narración de estos hechos cita las siguientes palabras de Cristo: “¿Y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada?” (9:12). El relato que hace Lucas de la transfiguración, añade que Moisés y Elías estaban hablando “... de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén” (9:28-36).

Cuando Cristo llevó a sus discípulos a las circunstancias en que confesaran creer que él era el Mesías (Mt. 16:13-17), los estaba co-menzando a preparar para que pudieran soportar la sacudida de su crucifixión. A continuación les dio el anuncio de su pasión y posterior resurrección. Pocos días después, la transfiguración reforzaría la fe de ellos en su divinidad. Era diseño divino que los discípulos pudiesen presenciar su gloria, antes que las sombras de la pasión del Señor les envolviera. Contemplar su majestad y oír la divina voz del Padre, sirvieron para fortalecerles grandemente, no solo durante la pasión, sino también durante los días en que sufrieran persecución.

SU MUERTE PROFETIZADA DOS DIAS ANTES DE LA PASCUA

Cuando hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos:

2Sabéis que dentro de dos días se celebra la pas-

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cua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado (Mt. 26:1-2).

Desde Mt. 26:1-46 se encuentra la idea de “la preparación”, todo relacionado con la obra expiatoria de Cristo:

1. Jesús prepara a sus discípulos para lo que se avecina.2. Los enemigos del Señor preparan su asesinato.3. María, de Betania, prepara a Jesús para su sepultura.4. Judas Iscariote prepara su traición contra Jesús.5. Los discípulos están preparando la pascua.6. Jesús prepara una conmemoración de carácter perpetuo, la

Santa Cena.7. El propio Jesús se prepara espiritualmente para su hora más

difícil.

RECUERDA QUE SERÁ CONTADO CON LOS INICUOS

Unos momentos antes de entrar en el huerto de Getsemaní, Jesús trae a la memoria de los discípulos la profecía de Isaías 53:12: “Porque os digo que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los inicuos... ” (Lc. 22:37).

Estas profecías, pronunciadas en el aposento alto, junto al anuncio de la negación de Pedro y la del abandono de todos sus discípulos, están dentro de las predicciones más cercanas a los acontecimientos de la pasión del Cordero de Dios. En solo unos momentos, la compuerta profética sería quitada. Lo que había reservado en el silencio las profecías divinas respecto a los su-frimientos vicarios del Mesías, sería levantado. De inmediato, el río de la verdad comenzaría a correr visiblemente hasta la oscura tumba donde José y Nicodemo sepultarían al Señor. Pero desde allí se levantaría victorioso al tercer día.

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ANUNCIA EL TIPO DE MUERTE QUE HA DE SUFRIR

“Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.

33Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a

morir” (Jn. 12:32-33).

El Señor advierte que ha de padecer un tipo de muerte en que lo van a alzar de la tierra. Esto supone la muerte de cruz en la que el reo era levantado en un madero.

LOS DISCÍPULOS SE ESCANDALIZARÁN DE ÉL

“Entonces Jesús les dijo: Todos os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas.

28Pero después que haya resucitado, iré delante

de vosotros a Galilea” (Mr. 14:27-28).

Escandalizarse es una transliteración de un vocablo griego que hacia referencia al gatillo colocado en una trampa para cazar anima-les. Cuando el animal tocara el gatillo, caería en la trampa. El anuncio del Señor no dejó posibilidad para que alguno se conservase en total lealtad: “Todos os escandalizaréis de mí... ” (Mr. 14:27). Aunque todos dijeron que no le negarían (Mt. 26:35), finalmente todos le dejaron y huyeron (Mt. 26:56).

Jesús no dice quién hiere al pastor. Pero cuando estudiamos todo el contexto nos percatamos de que es Jehová quien “... cargó en él, el pecado de todos nosotros”. Fue el Padre quien “... quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento“. Era objetivo divino que pudiese llevar el pecado de muchos, y orar por los transgresores (Is. 53:6, 10, 12).

En esta misma profecía se añade el detalle de su resurrección. A la vez se hace referencia al lugar donde le podrán encontrar, una vez que hubiese triunfado sobre la muerte: “... iré delante de vosotros a Galilea” (Mr. 14:28). Tal como el Señor lo predijo, así se cumplió. Allí

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se encontró con once de sus discípulos (Mt. 28:16), y más tarde con siete de los mismos apóstoles (Jn. 21:1-23).

LOS DISCÍPULOS ESPARCIDOS, DEJÁNDOLE SOLO

“He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo” (Jn. 16:32).

UN AY PARA EL QUE ENTREGA A JESÚS

“A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido” (Mt. 26:24).

Desde el Monte de los Olivos, Jesusalén.