Copiar y pegar, o estudiar y reinventar

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18 Que a la escuela se va a estudiar es una verdad de Perogrullo. Y que el buen alum- no es aquel que estudia es una convicción fuertemente asentada en la tradición es- colar. Ejercicios y lecciones, trabajos prác- ticos y exámenes son solo algunas de las formas mediante las cuales la escuela, durante su larga historia, nos ha propuesto poner en movimiento una práctica hecha propia -el estudio- de manera tal de ob- tener una identidad particular:-ser alum- no, un buen alumno. Estudiar resulta una práctica tan propia del recorrido escolar en sus distintas es- calas, que analizar los complejos apren- dizajes que encierra y las específicas in- tervenciones de la enseñanza que demanda nos exige cierto distanciamien- to. También nos exige cierta problemati- zación ya que, en tanto estudiar forma parte natural de la vida cotidiana escolar, algunas veces tendemos a dar por hecho que nuestros alumnos dominen de mane- ra fluida los saberes implicados en esta práctica. Y comprobar que estos saberes no están o que están a medias nos en- frenta, por un lado, a esa sensación de que nuestra tarea se dificulta ya que de- beremos resignar el trabajo con los con- tenidos que teníamos planeado enseñar y, por otro lado, a confirmar la lectura al- go nostálgica de que “buenos alumnos eran los de antes”. Ahora bien, ¿qué es necesario saber pa- ra estudiar? La pregunta suena extraña. Pero es necesaria porque, justamente, nos permite desnaturalizar esa práctica, de- sandar los caminos para que alumnas y alumnos aprendan, pensar en nuestra guía para ese recorrido. Hay un rasgo importante a poner de re- lieve: estudiar supone una relación parti- cular entre el leer y el escribir. Cuando es- tudiamos, la lectura y la escritura dialogan en el ir y venir entre textos y hacia la cons- trucción de otros nuevos. Evocar una ima- gen de estudio nos ubica en un escenario plagado de libros, donde un estudiante re- corre estantes de bibliotecas, busca a tra- vés de rápidas lecturas de índices, hace marcas en distintas páginas, escribe notas en un papel, borrando y volviendo a es- cribir. Sucede que actualmente el estudio, en tanto práctica que involucra el leer y el escribir, no está exento de los efectos que conllevan las nuevas tecnologías de la in- formación. Y, entonces, esa imagen asen- tada durante siglos hoy parece desdibu- jarse y compartir su carácter privilegiado con una nueva práctica. Las tres letras clave del mundo digital - www- nos abren un panorama desbor- dante en información que impacta en una forma particular en nuestros modos de le- er, de escribir y, específicamente, de es- tudiar. Con seguridad, la mayoría de no- sotros ha experimentado alguna vez la experiencia de conectarse a internet pa- ra buscar algún tema específico y, luego de algunas horas de navegación, encontrarnos frente a una página bien alejada de lo que buscábamos pero que, igualmente, atrae nuestra atención. Y, también, con seguri- dad la sensación de improductividad nos haya hecho volver a los estantes de nues- tra propia biblioteca en busca de aquella información que dio origen a nuestro re- corrido virtual. Información que, aunque quizás menos actualizada resulta, al me- nos, rápidamente hallable. El cansancio propio del estudio clásico, ese producido por las horas de lectura monótona frente a un libro y de repetidos intentos de es- critura sobre una hoja de papel, hoy se transforma y reaparece en la fatiga que produce la saturación de textos e imáge- nes por las que nos dejamos llevar de pan- talla en pantalla. Al ritmo de esta cierta desorientación y del ensayo y el error de nuestros intentos sabemos, por convicción y también por demanda, que las nuevas tecnologías pro- ponen otras opciones y alternativas de re- lación con el conocimiento, que necesitan ser incluidas en la escuela. Aunque, al me- nos todavía, no resulta muy claro cómo darles ese lugar. De allí que muchas veces nos sorprende y descoloca que, aceptando y estimulando que nuestros alumnos recorran el mundo Copiar y pegar, o estudiar y reinventar En la actualidad, el estudio no es ajeno a los efectos de las nuevas tecno- logías. El mundo digital abre un enorme caudal de información que im- pacta de un modo particular en los modos de leer, de escribir y, en espe- cial, de estudiar. Andrea Brito*

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Que a la escuela se va a estudiar es unaverdad de Perogrullo. Y que el buen alum-no es aquel que estudia es una convicciónfuertemente asentada en la tradición es-colar. Ejercicios y lecciones, trabajos prác-ticos y exámenes son solo algunas de lasformas mediante las cuales la escuela,durante su larga historia, nos ha propuestoponer en movimiento una práctica hechapropia -el estudio- de manera tal de ob-tener una identidad particular:-ser alum-no, un buen alumno.

Estudiar resulta una práctica tan propiadel recorrido escolar en sus distintas es-calas, que analizar los complejos apren-dizajes que encierra y las específicas in-tervenciones de la enseñanza quedemanda nos exige cierto distanciamien-to. También nos exige cierta problemati-zación ya que, en tanto estudiar formaparte natural de la vida cotidiana escolar,algunas veces tendemos a dar por hechoque nuestros alumnos dominen de mane-ra fluida los saberes implicados en estapráctica. Y comprobar que estos saberesno están o que están a medias nos en-frenta, por un lado, a esa sensación deque nuestra tarea se dificulta ya que de-beremos resignar el trabajo con los con-tenidos que teníamos planeado enseñary, por otro lado, a confirmar la lectura al-go nostálgica de que “buenos alumnoseran los de antes”.

Ahora bien, ¿qué es necesario saber pa-ra estudiar? La pregunta suena extraña.Pero es necesaria porque, justamente, nospermite desnaturalizar esa práctica, de-

sandar los caminos para que alumnas yalumnos aprendan, pensar en nuestra guíapara ese recorrido.

Hay un rasgo importante a poner de re-lieve: estudiar supone una relación parti-cular entre el leer y el escribir. Cuando es-tudiamos, la lectura y la escritura dialoganen el ir y venir entre textos y hacia la cons-trucción de otros nuevos. Evocar una ima-gen de estudio nos ubica en un escenarioplagado de libros, donde un estudiante re-corre estantes de bibliotecas, busca a tra-vés de rápidas lecturas de índices, hacemarcas en distintas páginas, escribe notasen un papel, borrando y volviendo a es-cribir.

Sucede que actualmente el estudio, entanto práctica que involucra el leer y elescribir, no está exento de los efectos queconllevan las nuevas tecnologías de la in-formación. Y, entonces, esa imagen asen-tada durante siglos hoy parece desdibu-jarse y compartir su carácter privilegiadocon una nueva práctica.

Las tres letras clave del mundo digital -www- nos abren un panorama desbor-dante en información que impacta en unaforma particular en nuestros modos de le-er, de escribir y, específicamente, de es-tudiar. Con seguridad, la mayoría de no-sotros ha experimentado alguna vez laexperiencia de conectarse a internet pa-

ra buscar algún tema específico y, luego dealgunas horas de navegación, encontrarnosfrente a una página bien alejada de lo quebuscábamos pero que, igualmente, atraenuestra atención. Y, también, con seguri-dad la sensación de improductividad noshaya hecho volver a los estantes de nues-tra propia biblioteca en busca de aquellainformación que dio origen a nuestro re-corrido virtual. Información que, aunquequizás menos actualizada resulta, al me-nos, rápidamente hallable. El cansanciopropio del estudio clásico, ese producidopor las horas de lectura monótona frentea un libro y de repetidos intentos de es-critura sobre una hoja de papel, hoy setransforma y reaparece en la fatiga queproduce la saturación de textos e imáge-nes por las que nos dejamos llevar de pan-talla en pantalla.

Al ritmo de esta cierta desorientación ydel ensayo y el error de nuestros intentossabemos, por convicción y también pordemanda, que las nuevas tecnologías pro-ponen otras opciones y alternativas de re-lación con el conocimiento, que necesitanser incluidas en la escuela. Aunque, al me-nos todavía, no resulta muy claro cómodarles ese lugar.

De allí que muchas veces nos sorprendey descoloca que, aceptando y estimulandoque nuestros alumnos recorran el mundo

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En la actualidad, el estudio no es ajeno a los efectos de las nuevas tecno-

logías. El mundo digital abre un enorme caudal de información que im-

pacta de un modo particular en los modos de leer, de escribir y, en espe-

cial, de estudiar.

Andrea Brito*

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de la web para realizar algún trabajo deinvestigación escolar, la respuesta tengala forma de un texto armado a la manerade un rompecabezas. Así nos encontra-mos leyendo textos que, haciendo uso delcopy & paste, nos presentan informacióndesarticulada, con palabras prestadas deotro autor sin ninguna referencia, con da-tos poco certeros, y hasta con argumen-tos contradictorios.

El “copiar y pegar”, esa herramienta tanpropia de los teclados y las pantallas, apa-rece como la confirmación de la sospechasobre lo que viene de la mano de las nue-vas tecnologías. Y, desde allí, es factiblesostener el espanto ante la empatía tec-nológica de niños y jóvenes (MartínBarbero, 2006), y la sanción ante una for-ma de vinculación con el saber poco acep-table desde los parámetros escolares.

Aun reconociendo lo complejo de la tareade renovar la propuesta de enseñanza delos cambios culturales en el tiempo pre-sente, resulta posible, al menos, incluiralgunos elementos de análisis que nos

permitan explicar y entender aquello que,de primera mano, nos provoca cierta de-sazón.

Podemos hacerlo a través de un simpleejercicio: en un conocido buscador ingre-samos la palabra “célula”, tema biológicoclave de la escuela secundaria, y en cues-tión de 0.56 segundos se despliegan antenuestros ojos 6.320.000 resultados. Unnúmero tan significativo como abrumadoren el que convive información de variadaprocedencia, variable rigurosidad y diver-sa cercanía con el tema de nuestro inte-rés. Ante este panorama, ¿de qué modo,con qué estrategias abordar tal resultado?,¿qué procedimientos de lectura y escritu-ra son necesarios para afrontar ese cú-mulo de información?, ¿cuentan nuestrosalumnos con esos recursos?

Si no es posible responder a estas pre-guntas en forma precisa, es probable quenos encontremos leyendo y corrigiendotextos similares a los anteriormente des-criptos. Y es que estudiar haciendo uso dela web, por ejemplo a través de una bús-

queda para una investigación escolar, su-pone poner en juego una forma de lecturay de escritura compleja cuyo dominio, másallá de la familiaridad de nuestros alum-nos con las nuevas tecnologías, no estádado per se.

En el mundo digital, la práctica de la lec-tura se resignifica al compás de la frag-

mentación y la multisecuencialidad, entreotros rasgos. Y, por su parte, la prácticade la escritura incorpora, entre otras ope-raciones, el “cortar y pegar”, y su posibi-lidad de armar y rearmar los textos de

Las tres letras clave del mundo digital -www- nos abren un panora-ma desbordante en informaciónque impacta en una forma particu-lar en nuestros modos de leer, de escribir y, específicamente, de estudiar.

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múltiples maneras. Se trata de nuevas mo-dalidades que los dispositivos tecnológi-cos despliegan, pero que no agotan por sísolas aquellos implicados en el leer y elescribir.

Por eso, aun considerando lo específicoque el soporte digital imprime a las prác-ticas de lectura y de escritura, la primera

cuestión para considerar será la propues-ta desde la cual estamos invitando a es-tudiar a nuestros alumnos. En este senti-do habrá una diferencia relevante entreuna invitación a estudiar alrededor de unproblema para resolver -lo cual supone labúsqueda de información, su selección através de ciertas técnicas y criterios, y supuesta en texto haciendo uso de la refor-mulación-, y una búsqueda que admitauna sencilla y única respuesta posible deelaborar, poniendo en juego la sola opera-ción de “cortar y pegar”.

Es así como lo abrumador de la infor-

mación disponible en internet y las nue-vas operaciones que el soporte digital ofre-ce -como por ejemplo, el copy & paste-actualizan la necesidad de intervención enla enseñanza con relación a las prácticasde la lectura y la escritura. Por eso, si bienes necesario pensar de qué modo la es-pecificidad de un soporte material marcavariantes entre las formas de leer y de es-cribir, tan importante como eso será re-conocer que hay una cuestión común quenos toca asumir a los docentes: enseñara estudiar. Así nuestra tarea se orientaráhacia la enseñanza de procedimientos es-pecíficos del leer y el escribir, de maneraque nuestros alumnos aprendan a trabajarcon fuentes bibliográficas, seleccionen in-formación con criterios de validez, discri-minen las posiciones de distintos autores,las incluyan en un nuevo texto referen-ciando su autoría de distintos modos, ela-boren escritos adecuados a sus fines, adap-ten sus estilos y registros, etcétera.

Se trata de hacer del estudio una prácti-ca que, en la escuela, requiere ciertos sa-beres propios, un aprendizaje por parte dealumnas y alumnos y, en particular, nues-tra enseñanza.

El historiador de la lectura Jean Hèbrarddice que no es la lectura la que nos hacecultos, sino que hay que ser cultos paraentrar en la lectura. Con este sutil juegode palabras, el autor nos habla de la ne-

cesidad de acompañar a nuestros alum-nos en el ingreso al universo cultural delos textos. Además de señalarnos la im-portancia de enseñar a leer y a escribirdesde todas las áreas escolares, esta ideanos recuerda que los textos despliegan sa-beres específicos en relación con los cam-pos de conocimiento en los que se inscri-ben y que, por ende, abrir las puertas parasu comprensión requiere orientar a nues-tros alumnos preparándolos para su lec-tura.

Lo mismo puede pensarse en relacióncon la escritura. Y tomando la idea y ha-ciéndola jugar en relación con el estudio,podríamos decir que no es buen alumnoaquel que estudia sino que hay que saberestudiar para ser un buen alumno.

De esta manera, quizás este presente de“ebullición cultural”, en el que surgen nue-vas herramientas y recursos poco conoci-dos por la propuesta escolar, sea un tiem-po propicio para interrogar nuestras formasde enseñanza, reconociendo aquello quese mantiene y aquello que se recrea en lasformas de apropiación del saber y en susefectos sobre la enseñanza.

Copiar y pegar, entonces, más que unainvitación al horror o a la sanción consti-tuye una oportunidad vital para que haga-mos de la escuela un lugar donde estudiarsea una propuesta interesante para nues-tros alumnos, dándoles la posibilidad deincluirse en el mundo cultural para rein-ventarlo.

*Investigadora y Docente. Área Educación,Flacso/Argentina.

Referencias bibliográficas

Martín-Barbero, Jesús. “La razón técnica desa-fía a la razón escolar”, en Narodowski, Mariano,Héctor Ospina y Alberto Martínez Boom (comps.)La razón técnica desafía a la razón escolar.Construcción de identidades y subjetividadespolíticas en la formación. Buenos Aires, Noveduc,2006.Hèbrard, Jean. “El aprendizaje de la lectura en laescuela: discusiones y nuevas perspectivas”.Conferencia brindada en la Biblioteca Nacional,Sala Cortázar. Ciudad Autónoma de BuenosAires, noviembre de 2000.

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Se trata de hacer del estudio una práctica que, en la escuela, requiere ciertos saberes propios,un aprendizaje por parte de alumnas y alumnos y, en particular, nuestra enseñanza.