Conversando con Juan Antonio Lacomba (I) · 2020-06-18 · Cultura de la Junta de Andalucía que...

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MÁLAGA 20 Domingo 13 de Marzo de 2016 | MÁLAGA HOY L LEGÓ a Málaga en 1996, donde se casó con Teresa y tuvo cuatro hijos. An- tes pasó por Pontevedra y Béjar, aunque su espíritu me- diterráneo y la necesidad de ver el mar todos los días le llevaron a echar raíces en esta ciudad, de la que ya no se movería durante los siguientes 50 años. Sólo al- gunas aventuras puntuales, nunca muy duraderas, como la Dirección General de Cultura de la Junta de Andalucía que presidió Rafael Escuredo, en la que apenas aguantó un año. En 2006 recibió la Medalla de An- dalucía por su compromiso con el estudio de la historia contem- poránea de Andalucía y por re- velar a los andaluces la vida y obra de Blas Infante y los oríge- nes del andalucismo. La Málaga que conoció La- comba cuando comenzó a ense- ñar Historia en el instituto de Martiricos conservaba la estruc- tura urbana de mediados del XIX que observaba en sus investiga- ciones y en la descripción de es- critores malagueños de la épo- ca. Málaga era un espacio acota- do entre el mar, los montes y el río en el que vivían la burguesía y las clases medias, mientras que las populares se repartían por las barriadas del extrarradio, como El Perchel o La Trinidad, y la clase alta en La Caleta. El cam- bio radical se produjo con el en- sanche de la Alameda sobre el antiguo barrio de El Perchel. La instalación de Correos y Hacien- da al otro lado del río contribu- yeron a la fractura y también la pujanza de la Carretera de Cá- diz, pero no alberga ninguna du- da acerca de la apertura de El Corte Inglés como el verdadero motor de la transformación ur- bana de la época. El río dejó de ser frontera, pero se convirtió en un problema que todavía no he- mos sabido resolver, a pesar del dinero empleado y la experien- cia de otras ciudades. El otro gran cambio previo a la Transición política fue la Univer- sidad. Existe constancia de la so- licitud de apertura de Universi- dad desde el siglo XVI y de nue- vas peticiones durante el XIX y el XX. En 1961 alguien debió suge- rir al gobernador un cambio de estrategia. Poner la primera pie- dra de una facultad dependiente de Granada, que sirviese de apo- yo a una petición formal poste- rior. El resultado fue la creación de la Facultad de Económicas, que también acaba de cumplir 50 años, con el apoyo del Rector de Granada, que tuvo que con- vencer a los granadinos de la conveniencia de hacerlo e Mála- ga y no en su ciudad. Aunque desde el XIX se cono- cen iniciativas para impulsar el turismo de invierno, la gran apuesta de la ciudad para en- gancharse a la corriente coinci- de con la llegada de Lacomba. Se lanza el eslogan Málaga, ca- pital de la Costa del Sol, que fra- casa estrepitosamente porque los turistas siguen negándose a visitar la ciudad, pero pone cla- ramente de manifiesto las aspi- raciones turísticas de las autori- dades de la época. La tercera y última gran transformación de la ciudad durante estos 50 años ha sido la consecución de este objetivo, después de cuatro dé- cadas intentándolo, aunque si en lugar de mirarnos a nosotros mismos, observamos en el en- torno, encontraremos otros acontecimientos de enorme trascendencia. Entre ellos, la constitución de Andalucía como comunidad autónoma. Que Andalucía existía y no ha- bía que inventarla ya lo dijo Blas Infante hace mucho tiempo. Además es enorme y tiene una historia propia que, a pesar de haber sido ocultada, contiene episodios de gran relevancia po- lítica en España, como los ocurri- dos durante el convulso siglo IX, marcados por la violencia anar- quista y los movimientos campe- sinos. Tan grande y tan conflicti- va, alguien debió considerar la conveniencia de dividirla en dos partes, la oriental y la occiden- tal, consiguiendo que la iniciati- va arraigase y se mantuviese has- ta la transición a la democracia y alimentase una conflictiva rela- ción entre Granada y Sevilla, las dos grandes universidades de la región, siempre presente en los momentos cumbres de su histo- ria contemporánea. Cuando la Asamblea de Cór- doba de 1933 debate sobre la elaboración de un estatuto de autonomía para Andalucía, Gra- nada lleva una propuesta de dos autonomías. Almería condicio- nó su apoyo a que sólo Granada, Jaén y Almería integrasen Anda- lucía Oriental y a que Málaga fuese excluida. Intereses en tor- no al puerto de Almería, temero- sos de la competencia del mala- gueño, estaban detrás de la ope- ración, que finalmente consi- guió que el documento reflejase la posibilidad de que Andalucía pudiera subdividirse en una o más autonomías. No fue el único caso de facciones políticas orga- nizadas en torno a intereses eco- nómicos concretos y portuarios en particular. La Constitución de 1931 admitía que una provincia pudiera descolgarse de su auto- nomía y depender directamente del gobierno central. Nueva- mente surgió una facción de in- tereses organizados en torno al puerto de Huelva, recelosos de la competencia con Cádiz, Sevi- lla o Málaga en un contexto de autonomía política en Andalu- cía. La sorprendente iniciativa terminó promoviendo la elabo- ración de un estatuto onubo-ex- tremeño, con la aspiración de convertir el puerto de Huelva en el de Extremadura. Las tensiones territoriales du- rante los intermitentes perio- dos de impulso autonómico también estuvieron presentes durante la elaboración del Esta- tuto de 1981, el que, en lugar de reflejar explícitamente la elec- ción de la capital, acordó su de- signación en la primera reunión del Parlamento. Los 35 años transcurridos han estado reple- tos de experiencias que han per- mitido una profunda transfor- mación del contexto económi- co, social y político, pero no han servido para corregir el atraso relativo. El PIB andaluz sigue representando el mismo 13% sobre el español que en 1973, pero con mayor nivel de desem- pleo y con el sistema educativo que peor funciona. Las cosas no se han hecho bien y la experien- cia autonómica andaluza puede ser calificada como decepcio- nante. La responsabilidad in- discutible es la falta de alter- nancia en el gobierno. Más de tres décadas de gobierno mono- color agotan la inteligencia más creativa, pero sobre todo impi- de la dialéctica y la confronta- ción de ideas y termina por de- sembocar en un régimen soste- nido por un sistema clientelar capaz de acomodar a una buena parte de la ciudadanía. No exis- ten, o al menos no recuerda, ex- periencias similares en ninguna otra parte, ni tampoco una práctica sucesoria tan singular como la Presidencia de la Junta de Andalucía, unas veces im- puesta por la dirección del par- tido en Madrid, como el relevo de Escuredo por Rodríguez de la Borbolla o la llegada de Ma- nuel Chaves, y otras por trans- misión extra-electoral de la res- ponsabilidad. JOAQUÍN AURIOLES CUARTO MENGUANTE Conversando con Juan Antonio Lacomba (I) Más de tres décadas de gobierno monocolor agotan la inteligencia más creativa, pero sobre todo impiden la dialéctica y terminan por desembocar en un régimen sostenido por un sistema clientelar M. G. Aurioles conversa con Lacomba en la redacción de este periódico. El cambio radical se produjo con el ensanche de la Alameda sobre el antiguo barrio El Perchel

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MÁLAGA

20 Domingo13deMarzode2016 | MÁLAGAHOY

LLEGÓ a Málaga en 1996,donde se casó con Teresay tuvo cuatro hijos. An-tes pasó por Pontevedra

y Béjar, aunque su espíritu me-diterráneo y la necesidad de verel mar todos los días le llevarona echar raíces en esta ciudad, dela que ya no se movería durantelos siguientes 50 años. Sólo al-gunas aventuras puntuales,nunca muy duraderas, como laDirección General de Culturade la Junta de Andalucía quepresidió Rafael Escuredo, en laque apenas aguantó un año. En2006 recibió la Medalla de An-dalucía por su compromiso conel estudio de la historia contem-poránea de Andalucía y por re-velar a los andaluces la vida yobra de Blas Infante y los oríge-nes del andalucismo.

La Málaga que conoció La-comba cuando comenzó a ense-ñar Historia en el instituto deMartiricos conservaba la estruc-tura urbana de mediados del XIXque observaba en sus investiga-ciones y en la descripción de es-critores malagueños de la épo-ca. Málaga era un espacio acota-do entre el mar, los montes y elrío en el que vivían la burguesíay las clases medias, mientras quelas populares se repartían porlas barriadas del extrarradio,como El Perchel o La Trinidad, yla clase alta en La Caleta. El cam-bio radical se produjo con el en-sanche de la Alameda sobre elantiguo barrio de El Perchel. Lainstalación de Correos y Hacien-da al otro lado del río contribu-yeron a la fractura y también lapujanza de la Carretera de Cá-diz, pero no alberga ninguna du-

da acerca de la apertura de ElCorte Inglés como el verdaderomotor de la transformación ur-bana de la época. El río dejó deser frontera, pero se convirtió enun problema que todavía no he-mos sabido resolver, a pesar deldinero empleado y la experien-cia de otras ciudades.

El otro gran cambio previo a laTransición política fue la Univer-sidad. Existe constancia de la so-licitud de apertura de Universi-dad desde el siglo XVI y de nue-vas peticiones durante el XIX y elXX. En 1961 alguien debió suge-rir al gobernador un cambio deestrategia. Poner la primera pie-dra de una facultad dependientede Granada, que sirviese de apo-yo a una petición formal poste-

rior. El resultado fue la creaciónde la Facultad de Económicas,que también acaba de cumplir50 años, con el apoyo del Rectorde Granada, que tuvo que con-vencer a los granadinos de laconveniencia de hacerlo e Mála-ga y no en su ciudad.

Aunque desde el XIX se cono-cen iniciativas para impulsar elturismo de invierno, la granapuesta de la ciudad para en-gancharse a la corriente coinci-

de con la llegada de Lacomba.Se lanza el eslogan Málaga, ca-pital de la Costa del Sol, que fra-casa estrepitosamente porquelos turistas siguen negándose avisitar la ciudad, pero pone cla-ramente de manifiesto las aspi-raciones turísticas de las autori-dades de la época. La tercera yúltima gran transformación dela ciudad durante estos 50 añosha sido la consecución de esteobjetivo, después de cuatro dé-cadas intentándolo, aunque sien lugar de mirarnos a nosotrosmismos, observamos en el en-torno, encontraremos otrosacontecimientos de enormetrascendencia. Entre ellos, laconstitución de Andalucía comocomunidad autónoma.

Que Andalucía existía y no ha-bía que inventarla ya lo dijo BlasInfante hace mucho tiempo.Además es enorme y tiene unahistoria propia que, a pesar dehaber sido ocultada, contieneepisodios de gran relevancia po-lítica en España, como los ocurri-dos durante el convulso siglo IX,marcados por la violencia anar-quista y los movimientos campe-sinos. Tan grande y tan conflicti-va, alguien debió considerar la

conveniencia de dividirla en dospartes, la oriental y la occiden-tal, consiguiendo que la iniciati-va arraigase y se mantuviese has-ta la transición a la democracia yalimentase una conflictiva rela-ción entre Granada y Sevilla, lasdos grandes universidades de laregión, siempre presente en losmomentos cumbres de su histo-ria contemporánea.

Cuando la Asamblea de Cór-doba de 1933 debate sobre laelaboración de un estatuto deautonomía para Andalucía, Gra-nada lleva una propuesta de dosautonomías. Almería condicio-nó su apoyo a que sólo Granada,Jaén y Almería integrasen Anda-lucía Oriental y a que Málagafuese excluida. Intereses en tor-

no al puerto de Almería, temero-sos de la competencia del mala-gueño, estaban detrás de la ope-ración, que finalmente consi-guió que el documento reflejasela posibilidad de que Andalucíapudiera subdividirse en una omás autonomías. No fue el únicocaso de facciones políticas orga-nizadas en torno a intereses eco-nómicos concretos y portuariosen particular. La Constitución de1931 admitía que una provincia

pudiera descolgarse de su auto-nomía y depender directamentedel gobierno central. Nueva-mente surgió una facción de in-tereses organizados en torno alpuerto de Huelva, recelosos dela competencia con Cádiz, Sevi-lla o Málaga en un contexto deautonomía política en Andalu-cía. La sorprendente iniciativaterminó promoviendo la elabo-ración de un estatuto onubo-ex-tremeño, con la aspiración deconvertir el puerto de Huelva enel de Extremadura.

Las tensiones territoriales du-rante los intermitentes perio-dos de impulso autonómicotambién estuvieron presentesdurante la elaboración del Esta-tuto de 1981, el que, en lugar de

reflejar explícitamente la elec-ción de la capital, acordó su de-signación en la primera reunióndel Parlamento. Los 35 añostranscurridos han estado reple-tos de experiencias que han per-mitido una profunda transfor-mación del contexto económi-co, social y político, pero no hanservido para corregir el atrasorelativo. El PIB andaluz siguerepresentando el mismo 13%sobre el español que en 1973,pero con mayor nivel de desem-pleo y con el sistema educativoque peor funciona. Las cosas nose han hecho bien y la experien-cia autonómica andaluza puedeser calificada como decepcio-nante. La responsabilidad in-discutible es la falta de alter-nancia en el gobierno. Más detres décadas de gobierno mono-

color agotan la inteligencia máscreativa, pero sobre todo impi-de la dialéctica y la confronta-ción de ideas y termina por de-sembocar en un régimen soste-nido por un sistema clientelarcapaz de acomodar a una buenaparte de la ciudadanía. No exis-ten, o al menos no recuerda, ex-periencias similares en ningunaotra parte, ni tampoco unapráctica sucesoria tan singularcomo la Presidencia de la Juntade Andalucía, unas veces im-puesta por la dirección del par-tido en Madrid, como el relevode Escuredo por Rodríguez dela Borbolla o la llegada de Ma-nuel Chaves, y otras por trans-misión extra-electoral de la res-ponsabilidad.

JOAQUÍN AURIOLESCUARTO MENGUANTE

Conversando con JuanAntonio Lacomba (I)

●Más de tres décadas de gobierno monocolor agotan la inteligencia más creativa, pero sobre todo

impiden la dialéctica y terminan por desembocar en un régimen sostenido por un sistema clientelar

M. G.

Aurioles conversa con Lacomba en la redacción de este periódico.

El cambio radical seprodujo con el ensanchede la Alameda sobre elantiguo barrio El Perchel

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3/13/2016 Conversando con Juan Antonio Lacomba (I)

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LLEGÓ a Málaga en 1996, donde se casó con Teresa y

tuvo cuatro hijos. Antes pasó por Pontevedra y Béjar,

aunque su espíritu mediterráneo y la necesidad de ver

el mar todos los días le llevaron a echar raíces en esta

ciudad, de la que ya no se movería durante los

siguientes 50 años. Sólo algunas aventuras puntuales,

nunca muy duraderas, como la Dirección General de

Cultura de la Junta de Andalucía que presidió Rafael

Escuredo, en la que apenas aguantó un año. En 2006

recibió la Medalla de Andalucía por su compromiso con el estudio de la historia

contemporánea de Andalucía y por revelar a los andaluces la vida y obra de Blas Infante y los

orígenes del andalucismo.

La Málaga que conoció Lacomba cuando comenzó a enseñar Historia en el instituto de

Martiricos conservaba la estructura urbana de mediados del XIX que observaba en sus

investigaciones y en la descripción de escritores malagueños de la época. Málaga era un

espacio acotado entre el mar, los montes y el río en el que vivían la burguesía y las clases

medias, mientras que las populares se repartían por las barriadas del extrarradio, como El

Perchel o La Trinidad, y la clase alta en La Caleta. El cambio radical se produjo con el

ensanche de la Alameda sobre el antiguo barrio de El Perchel. La instalación de Correos y

Hacienda al otro lado del río contribuyeron a la fractura y también la pujanza de la Carretera

de Cádiz, pero no alberga ninguna duda acerca de la apertura de El Corte Inglés como el

verdadero motor de la transformación urbana de la época. El río dejó de ser frontera, pero se

convirtió en un problema que todavía no hemos sabido resolver, a pesar del dinero empleado

y la experiencia de otras ciudades.

El otro gran cambio previo a la Transición política fue la Universidad. Existe constancia de la

solicitud de apertura de Universidad desde el siglo XVI y de nuevas peticiones durante el XIX

y el XX. En 1961 alguien debió sugerir al gobernador un cambio de estrategia. Poner la

primera piedra de una facultad dependiente de Granada, que sirviese de apoyo a una

petición formal posterior. El resultado fue la creación de la Facultad de Económicas, que

también acaba de cumplir 50 años, con el apoyo del Rector de Granada, que tuvo que

convencer a los granadinos de la conveniencia de hacerlo e Málaga y no en su ciudad.

Aunque desde el XIX se conocen iniciativas para impulsar el turismo de invierno, la gran

apuesta de la ciudad para engancharse a la corriente coincide con la llegada de Lacomba. Se

lanza el eslogan Málaga, capital de la Costa del Sol, que fracasa estrepitosamente porque los

turistas siguen negándose a visitar la ciudad, pero pone claramente de manifiesto las

aspiraciones turísticas de las autoridades de la época. La tercera y última gran

transformación de la ciudad durante estos 50 años ha sido la consecución de este objetivo,

después de cuatro décadas intentándolo, aunque si en lugar de mirarnos a nosotros mismos,

observamos en el entorno, encontraremos otros acontecimientos de enorme trascendencia.

Entre ellos, la constitución de Andalucía como comunidad autónoma.

Que Andalucía existía y no había que inventarla ya lo dijo Blas Infante hace mucho tiempo.

Además es enorme y tiene una historia propia que, a pesar de haber sido ocultada, contiene

episodios de gran relevancia política en España, como los ocurridos durante el convulso siglo

IX, marcados por la violencia anarquista y los movimientos campesinos. Tan grande y tan

conflictiva, alguien debió considerar la conveniencia de dividirla en dos partes, la oriental y la

Conversando con Juan Antonio Lacomba (I)Más de tres décadas de gobierno monocolor agotan la inteligencia más creativa,pero sobre todo impiden la dialéctica y terminan por desembocar en un régimensostenido por un sistema clientelar

JOAQUÍN AURIOLES | ACTUALIZADO 13.03.2016 - 01:00

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occidental, consiguiendo que la iniciativa arraigase y se mantuviese hasta la transición a la

democracia y alimentase una conflictiva relación entre Granada y Sevilla, las dos grandes

universidades de la región, siempre presente en los momentos cumbres de su historia

contemporánea.

Cuando la Asamblea de Córdoba de 1933 debate sobre la elaboración de un estatuto de

autonomía para Andalucía, Granada lleva una propuesta de dos autonomías. Almería

condicionó su apoyo a que sólo Granada, Jaén y Almería integrasen Andalucía Oriental y a

que Málaga fuese excluida. Intereses en torno al puerto de Almería, temerosos de la

competencia del malagueño, estaban detrás de la operación, que finalmente consiguió que el

documento reflejase la posibilidad de que Andalucía pudiera subdividirse en una o más

autonomías. No fue el único caso de facciones políticas organizadas en torno a intereses

económicos concretos y portuarios en particular. La Constitución de 1931 admitía que una

provincia pudiera descolgarse de su autonomía y depender directamente del gobierno

central. Nuevamente surgió una facción de intereses organizados en torno al puerto de

Huelva, recelosos de la competencia con Cádiz, Sevilla o Málaga en un contexto de

autonomía política en Andalucía. La sorprendente iniciativa terminó promoviendo la

elaboración de un estatuto onubo-extremeño, con la aspiración de convertir el puerto de

Huelva en el de Extremadura.

Las tensiones territoriales durante los intermitentes periodos de impulso autonómico también

estuvieron presentes durante la elaboración del Estatuto de 1981, el que, en lugar de

reflejar explícitamente la elección de la capital, acordó su designación en la primera reunión

del Parlamento. Los 35 años transcurridos han estado repletos de experiencias que han

permitido una profunda transformación del contexto económico, social y político, pero no han

servido para corregir el atraso relativo. El PIB andaluz sigue representando el mismo 13%

sobre el español que en 1973, pero con mayor nivel de desempleo y con el sistema educativo

que peor funciona. Las cosas no se han hecho bien y la experiencia autonómica andaluza

puede ser calificada como decepcionante. La responsabilidad indiscutible es la falta de

alternancia en el gobierno. Más de tres décadas de gobierno monocolor agotan la inteligencia

más creativa, pero sobre todo impide la dialéctica y la confrontación de ideas y termina por

desembocar en un régimen sostenido por un sistema clientelar capaz de acomodar a una

buena parte de la ciudadanía. No existen, o al menos no recuerda, experiencias similares en

ninguna otra parte, ni tampoco una práctica sucesoria tan singular como la Presidencia de la

Junta de Andalucía, unas veces impuesta por la dirección del partido en Madrid, como el

relevo de Escuredo por Rodríguez de la Borbolla o la llegada de Manuel Chaves, y otras por

transmisión extra-electoral de la responsabilidad.

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