Construcción de paz desde las aulas de clase

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CONSTRUCCIÓN DE PAZ DESDE LAS AULAS DE CLASE "La educación es el arma más potente para cambiar el mundo" Nelson Mandela *Daniel Alejandro Contreras Castro, Normalista Superior egresado del Programa de Formación Complementaria de Educadores de la ENS de Villavicencio, y estudiante de la licenciatura de lengua castellana y literatura en la Universidad Santo Tomás. Correo electrónico: [email protected] o [email protected]. En los discursos progresistas que han tomado contienda en nuestro país sobre la paz; este maravilloso concepto que aún nos cuesta dimensionar, conceptualizar y aún más llevar a la práctica. El gobierno colombiano ha pretendido desde el Ministerio de Educación Nacional (MEN) institucionalizarlo desde la catedra de la paz. En este sentido, cabría resaltar que la paz como el conocimiento -desde la óptica constructivista- no se transmite, ni se adquiere, sino que se construye. Por lo tanto, para empezar este proceso se hace necesario el reconocimiento del sí mismo, es decir, partir desde la claridad de la identidad de cada sujeto. De esta manera, se hace necesario reflexionar que la identidad en la actualidad se reconoce como aquella manifestación relacional en la cual dialoga el reconocimiento del sí mismo, del otro, y de los otros hacia nosotros, es decir, un proceso dialógico entre la alteridad y la otredad (Taylor, 1993; Bauman, 2003), por lo tanto, es esto lo que constituye las formas en las que actuamos. En este sentido, un principal elemento que constituiría este proceso sería la empatía ya que en su definición más elemental se define como “un conjunto de constructos que incluyen los procesos de ponerse en el lugar del otro y respuestas tanto afectivas como no afectivas que resultan de estos procesos” (Davis, 1996). Ahora bien, llevar lo anterior al aula de clase implica que los educadores reconozcan que los niños y las niñas como sujetos de derecho, de saber; que tienen una historicidad; un contexto, una cultura, unas experiencias y vivencias que le han permitido construirse y reconstruirse a lo largo de su vida, por tanto, es preciso cuestionarse constantemente cómo expresan las capacidades los niños y niñas; y cómo se vincula emocionalmente estos aprendizajes a sus realidades (Zapata-Ospina & Restrepo-Mesa, 2013). Por lo cual, para que esta construcción de identidad se pueda fortalecer a través de la empatía, se hace necesario que la educación sea un espacio democrático en donde se dé posibilidad de dialogo, de disentir y aún más de la existencia de personas que en su libre elección puedan escoger el no ejercicio de la empatía. Lograr esto, implica reconocer que “…la educación, tal como ella está, reprime el pensamiento, así no se lo proponga. Su acción se reduce a transmitir datos, saberes, conocimientos, conclusiones o

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CONSTRUCCIÓN DE PAZ DESDE LAS AULAS DE CLASE

"La educación es el arma

más potente para

cambiar el mundo"

Nelson Mandela

*Daniel Alejandro Contreras Castro, Normalista Superior egresado del Programa de Formación

Complementaria de Educadores de la ENS de Villavicencio, y estudiante de la licenciatura de lengua

castellana y literatura en la Universidad Santo Tomás. Correo electrónico:

[email protected] o [email protected].

En los discursos progresistas que han tomado contienda en nuestro país sobre la paz; este

maravilloso concepto que aún nos cuesta dimensionar, conceptualizar y aún más llevar a

la práctica. El gobierno colombiano ha pretendido desde el Ministerio de Educación

Nacional (MEN) institucionalizarlo desde la catedra de la paz.

En este sentido, cabría resaltar que la paz como el conocimiento -desde la óptica

constructivista- no se transmite, ni se adquiere, sino que se construye. Por lo tanto, para

empezar este proceso se hace necesario el reconocimiento del sí mismo, es decir, partir

desde la claridad de la identidad de cada sujeto.

De esta manera, se hace necesario reflexionar que la identidad en la actualidad se

reconoce como aquella manifestación relacional en la cual dialoga el reconocimiento del

sí mismo, del otro, y de los otros hacia nosotros, es decir, un proceso dialógico entre la

alteridad y la otredad (Taylor, 1993; Bauman, 2003), por lo tanto, es esto lo que constituye

las formas en las que actuamos. En este sentido, un principal elemento que constituiría

este proceso sería la empatía ya que en su definición más elemental se define como “un

conjunto de constructos que incluyen los procesos de ponerse en el lugar del otro y

respuestas tanto afectivas como no afectivas que resultan de estos procesos” (Davis,

1996).

Ahora bien, llevar lo anterior al aula de clase implica que los educadores reconozcan que

los niños y las niñas como sujetos de derecho, de saber; que tienen una historicidad; un

contexto, una cultura, unas experiencias y vivencias que le han permitido construirse y

reconstruirse a lo largo de su vida, por tanto, es preciso cuestionarse constantemente cómo

expresan las capacidades los niños y niñas; y cómo se vincula emocionalmente estos

aprendizajes a sus realidades (Zapata-Ospina & Restrepo-Mesa, 2013).

Por lo cual, para que esta construcción de identidad se pueda fortalecer a través de la

empatía, se hace necesario que la educación sea un espacio democrático en donde se dé

posibilidad de dialogo, de disentir y aún más de la existencia de personas que en su libre

elección puedan escoger el no ejercicio de la empatía. Lograr esto, implica reconocer que

“…la educación, tal como ella está, reprime el pensamiento, así no se lo proponga.

Su acción se reduce a transmitir datos, saberes, conocimientos, conclusiones o

resultados de procesos que otros pensaron. No enseña a pensar por sí mismo, a

sacar conclusiones propias” (Zuleta, 1985).

Además, se puede comprender como la empatía influye sobre la “red “de las relaciones

humanas, en donde quienes eligen no ejercerla pueden llegar a desencadenar momentos

de tensión o violencia porque cada uno buscaría crear “un mundo” a su manera, en nivel

general esto lo podemos constatar al observar en nuestro contexto la existencia de

diversos grupos guerrilleros, armados, paramilitares, que en síntesis buscan tomar el

poder y poner en práctica sus principios de verdad, en vez de optar por el camino

democrático, esto es en un macro-contexto.

De igual manera, en el diario vivir de una persona ya sea en una empresa, un hospital, un

colegio e inclusive en una cárcel, al no practicar la empatía generaríamos un caos porque

siempre se buscaría realizar las cosas a la manera de cada quien, indiferente si beneficia

al otro o no…

No nos vayamos tan lejos, esto lo podemos notar en los cientos de casos que han ocurrido

a las puertas de los hospitales en donde la gente muere por simplemente no estar afilados,

ser indigentes o desechables -concepto que refleja nuestra carencia de empatía-. Es aquí

en donde se evidencia la falta de ponernos en los zapatos del otro.

Por estas razones, el educador debe saber manejar las relaciones horizontales sin perder

su línea de autoridad “pues como dice Enrique Dussel no puede haber comunicación

cuando uno de los interlocutores está en un nivel más bajo” (Beorlegui, 2004).

En este orden de ideas, se hace necesario que los educadores reconozcan que la

incertidumbre que se encuentra en el mundo contemporáneo -y también en las aulas de

clase- ha cuestionado las verdades absolutas, dogmáticas y cerradas. Inclusive la ciencia

no se ha escapado de esta confrontación; al cuestionar sus procesos lineales, verticales, y

deterministas propios del paradigma positivista (Enciso & Fonseca, 2013: 3), es decir,

que en la actualidad se abandona la “(…) búsqueda casi esquizofrénica del orden y el

control…” (Campos, 2008: 3) que tanto ha caracterizado las clases del profesorado.

En este punto cabría preguntarse, ¿qué estrategias se pueden utilizar en aula de clase para

disolver estas posibilidades de conflicto y/o violencia?, ¿cómo evitar que el discurso de

la paz se desborone ante la mayor disensión de los estudiantes dentro de la escuela?, para

abordar una posibilidad y empezar a abrir una brecha en lo desconocido, habría que

contemplar la utilización de estrategias de negociación, sí, esto no es sólo para la guerrilla

también la podemos traer al aula…

Para lograr esto, se hace necesario reconocer sin saber en infinidad de casos los

educadores han utilizado la negociación colaborativa en la cual el docente en esto casos

pasa a ser un mediador a través de la confianza, imparcialidad, claridad y consenso,

buscando la consolidación de un acuerdo que satisfaga los intereses de ambos bandos (en

el caso de los niños y niñas que no los anoten en el observador, les hagan citación o algún

otro castigo que regularmente la Escuela se inventa).

Sin embargo, se debe tener en cuenta los acuerdos solo ocurren “ocurren cuando, y sólo

cuando, las partes creen que, en consideración a todas las cosas, el trato que han logrado

los deja mejor que lo que estarían si abandonaran la mesa de negociación” (WHEELER ,

1989).

Hasta este punto, cabe considerar que en nuestras aulas de clase se necesita algo mucho

más elaborado y sistemático que permita organizar objetivamente la conciliación a la que

se quiere llegar con tiempos establecidos, por esta razón, el modelo de negociación de

Roger Fisher y William Ury sustentado por Nocetti (2007) -en parte podría ser de gran

utilidad- ya busca que las partes puedan lograr lo que desean, sin embargo, habría que

desfasar su debilidad en la cual las alternativas -dentro de esta posición- “es la posición

buscada por cada parte sin consideración a los deseos de la otra parte” afirma el autor,

que irónicamente los niños y niñas desean tanto lograr cuando hablan con uno aparte

sobre el altercado.

En última instancia, los métodos que pueden utilizar los docentes serán variados, híbridos,

e incluso innovadores, sin embargo, se debe buscar la voluntad de los implicados durante

la negociación, estableciendo lazos e intereses conjuntos (Redorta, 2007) para llegar a

culminar este proceso con resultados reales y concretos.

Finalmente, el producto de todo este proceso es la construcción de convivencia ciudadana

la cual se convierten en un elemento que les permite a los diferentes conjuntos sociales

en los cuales los seres humanos suelen estar integrados desde sus dimensiones coexistir

con los demás al interactuar, proyectarse, producir y sobre todo ser, ya sea en ámbitos

familiares, comunitarios, laborales o ciudadanos. En otras palabras, lo que mantiene en

existencia los tejidos sociales, en medio de nuestra pluralidad ideológica y, divergencia

psíquica y motivacional es la convivencia ciudadana, para lo cual, la educación es el

medio para construirla en nosotros y en los que viene desde ahí podemos “formar

ciudadanos libres, democráticos, responsables y críticos, que contribuyan a la

construcción de una sociedad más justa, igualitaria y equitativa, donde exista la

convivencia democrática y el respeto a las diferencias individuales, promoviendo valores

(Gallardo, 2009).

BIBLIOGRAFÍA

BEORLEGUI, Carlos (2004). Historia Del Pensamiento Filosófico Latinoamericano:

Una Búsqueda Incesante de la Identidad.

BAUMAN, Zygmunt (2003): “De peregrino a turista, o una breve historia de la

identidad”, en Stuart Hall y Paul du Gay, Cuestiones de identidad cultural, Buenos Aires,

Amorrortu, pp. 40-68.

CAMPOS, Rodrigo. (2008). Incertidumbre y complejidad: Reflexiones acerca de los

retos y dilemas de la pedagogía contemporánea, Volumen 8, Numero 1.

DAVIS, Mark H.(1996) Empathy: A Social Psychological Approach

ENCISO, Julieta & FONSECA, Ruth (2013), Intervención desde proyecto de aula en

básica primaria.

GALLARDO, Eduardo (2009). Educación ciudadana y convivencia democrática.

Universidad de Sevilla.

NOCETTI, Víctor (2007) Fundamentos de Negociación. Escuela de Ingeniería

Informática Empresarial, Facultad de Ciencias Empresariales, Universidad de Talca.

Casilla 721, Talca. E-mail: [email protected]

REDORTA, Josep (2009). Entender el conflicto: La forma como herramienta. PAIDOS

IBERICA.

TAYLOR, Charles (1993): El multiculturalismo y la “política del reconocimiento”,

México, FCE.

WHEELER, Michael. 1989. “Negotiation Analysis: An Introduction”. Harvard

Business School, Note 9-801-156, 13 Junio 2002, Boston, USA, Harvard Press.

ZAPATA-OSPINA, B. E. & RESTREPO- MESA, J.H (2013). Aprendizajes relevantes

para los niños y las niñas en la primera infancia. Revista Latinoamericana de Ciencias

sociales, Niñez y juventud, 11 (1), pp. 217- 227.

ZULETA, Estanislao. LA EDUCACIÓN,. UN CAMPO DE COMBATE. * …. Entrevista

con Hernán Suárez. Entrevista realizada en 1985.