Construcción de la memoria colectiva desde el concepto de territorio. Una propuesta experimental.

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Tesina de master. Arte público en procesos participativos para la construcción de la memoria e identidad colectiva, actuando en el territorio. Sobre la recomposicion del vínculo perdido con el medio.

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PROYECTO FINAL DE MASTER EN PRODUCCIN ARTSTICA 2008-2009

UNIVERSIDAD POLITCNICA DE VALENCIAFacultad de Bellas Artes

Construccin de la memoria colectiva desde el concepto de territorioUna propuesta experimental

ALUMNO: Javier Busturia Cerezo DIRECTOR: Emilio Martnez Arroyo Valencia, Noviembre 2009

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AgradecimientosA mi tutor Emilio Martnez por su dedicacin e ilusin en el proyecto, invitndome siempre a reflexionar y perfilar las ideas expuestas. A los profesores Jos Albelda, Pepe Miralles, Marina Pastor, Eva Marn, Miguel Corella, David Prez, Jana Cazalla y Elas Prez, por su buen hacer, por comunicarnos su pasin a la hora de ensear y permitirnos compartir sus conocimientos. A las compaeras y compaeros del Master con los que he compartido experiencia, aprendizaje, viaje y vida. A los amigos y amigas que estn cerca, y a los que estn lejos. Aunque continan su camino se mantienen cerca del corazn. A la Associao Comunitria Monte Azul, por todas sus enseanzas. Al Engendro Colectivo, con el que tanto aprendo. A los Engendros del mundo que estn por llegar. Y por ltimo, a mis padres y a mis hermanos, que demuestran un amor incondicional y un apoyo frreo en todas las facetas de la vida. Sin ellos esta tesis no hubiera sido posible.

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Dedicado a los Engendros, que aguantan y comparten con ilusin todas mis extraas teoras. a mis hermanos Iaki e Igor, que comparten desde siempre un amor y una lucha inquebrantable por la Naturaleza.

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Tambin por los pies, decimos nosotros. Quedndonos plantados, con la resistencia de las races, bien hundidos los pies en el suelo, pues como las plantas, no podemos vivir sin la tierra.Manifiesto de la Punta. Valencia, 1998

A partir

de los

aos setenta se han afirmado nuevas

subjetividades colectivas en la escena de las transformaciones sociales La innovacin derivada de 1968 debe ser, sobre todo, captada en el universo de la conciencia, de los deseos y de los comportamientos.Felix Guattari y Toni Negri, Las verdades nmadas, 1985

Slo no puedes, con amigos s.Epi y Blas

Quando falo da tica universal do ser humano estou falando da tica enquanto marca da natureza humana, enquanto algo absolutamente indispensvel convivncia humana Na verdade falo da tica universal do ser humano da mesma forma como falo de sua vocao ontolgica para o ser mais, como falo de sua natureza constituindo-se social e historicamente no com um a priori da Histria. A natureza que a ontologia cuida se gesta socialmente na Historia A Historia tempo de possibilidade.Paulo Freire, Pedagogia da autonomia, So Paulo, 1996

Este ao los tomates me han salido buensimos, se parecen a los que plantaba el abuelo en la huerta del pueblo.Iaki Busturia Cerezo, Madrid, otoo de 2009

Si con el alba vuelve el norte, arrastrar la friura y la espiga salvar.Miguel Delibes, Las ratas, 1962

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INDICE Introduccin ... 13 1 Parte: Conceptos aproximativos de la relacin entre territorio y comunidad. 1.1. Territorio. Antropocentrismo y Paisaje. 1.1.1. Punto de partida: una situacin de ruptura y desmemoria 21 1.1.2. La percepcin de lo sublime en el concepto de paisaje 27 1.1.3. Paisaje o Territorio? .. 33 1.1.4. Formacin del paisaje: la comunidad como constructora del paisaje ... 39 1.1.5. Antropocentrismo y explotacin. Acerca de la ruptura... 47 1.1.6. El turismo como maquina antropizadora del capitalismo... 55 1.1.7. De los paisajes intermedios y su representacin 65

1.2. Arte y territorio hoy. Hacia un paisaje participativo. 1.2.1. Qu hace un territorio como t con un arte como este? Breve reflexin acerca de la relacin del arte con el territorio.. 75 1.2.2. La construccin participativa del paisaje ... 80 1.2.2. Un paisaje participativo. Referentes .. 88

2 Parte: Propuesta experimental: Turismo Local y Parque Cultural. Dos casos de intervencin en el territorio. 2.1. Proyecto Turismo Local. Engendro Colectivo.St.Joan dAlacant, 2008. 2.1.1. Introduccin y contextualizacin . 99 2.1.2. Propuesta. . 105 2.1.3. Metodologa y desarrollo del proyecto .. 106 2.1.4. Investigacin y contacto directo...107

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2.1.5. Procesado de documentacin y preparacin de resultados fsicos 114 2.1.6. Difusin integrada. .. 116 2.1.7. Exposicin 117 2.1.8. Valoracin 118 2.2. Proyecto Parque Cultural. Santa Mara de Gua, Gran Canaria. 2008. 2.2.1. Introduccin . 121 2.2.2. Contextualizacin .... 123 2.2.3. Propuesta . 126 2.2.4. Proyecto de intervencin Revitalizar la huerta .. 127 2.2.5. Accin colectiva A tomar la fresca 132

Conclusiones .. 138 Bibliografa .. 145 Fuentes de las imgenes . 149

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Introduccin

Usualmente entendemos por territorio el terreno fsico delimitado por unas fronteras polticas, terreno que es gestionado, y normalmente sentido como propio (posedo) por un pueblo o grupo humano. Tambin lo entendemos como el terreno donde vive un animal o grupo de animales, que ser defendido frente a la invasin de otros congneres. Los humanos, en base al uso de la Historia como documento legtimo que nos da derecho a su propiedad, defendemos tambin el territorio que consideramos como nuestro. Ms all de estas diatribas mundanas que en el fondo lo que marcan es un dominio consciente o inconsciente de la especie sobre el territorio, presentimos el vnculo necesario que el ser humano manifiesta por su medio, su ecosistema. En la nueva era global que nos ha tocado vivir, a nuestra cultura le horroriza el mundo. Como seala Michel Serres1, la Naturaleza de la que hasta ahora nuestra cultura slo se haba formado una idea local y vaga, cosmtica, irrumpe en nuestra cultura. Antao local tal ro, tal zona pantanosa, ahora global el Planeta-Tierra. Lo local ya no es nuestro medio directo de conocimiento, hoy conocemos a travs de la imagen de lo global de una manera mediatizada, cada vez ms alejados de la experiencia fsica del territorio. Sintindolo como propio, o no, en el caso del humano desterritorializado y en constante movimiento, el territorio se conforma como un sujeto necesario, sin el cual no podemos sobrevivir: el territorio1

Serres, Michel, El contrato natural, Pretextos, Valencia, 1991, p. 12.

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lo es todo, y nosotros, como las dems especies animales y vegetales, formamos parte de l. La pertenencia o la no pertenencia a un territorio construye nuestra identidad y la de la comunidad a la que estamos vinculados. Los individuos y los subgrupos, sus instrumentos, sus objetos-mundo y sus saberes, poco a poco pierden sus relaciones con el lugar, la localidad, la vecindad o la proximidad. El ser-ah se hace raro2. En un mundo contemporneo que ha roto su vnculo con el medio y que camina dando palos de ciego hacia un futuro incierto, parece necesario replantearse las prcticas de cada cual para llegar, si cabe, a alguna posibilidad de solucin que podamos aplicar a nuestra vida diaria desde nuestra prctica, tanto como profesionales como ciudadanos. Tras la muerte de los grandes relatos vehiculados a travs de movimientos democrticos y revoluciones fracasadas, hacernos protagonistas de nuestras propias vidas parece lo ms coherente. Sin esperar la accin de los gestores profesionales (la clase poltica) ms bien parece que tengamos que posicionarnos como entes autnomos en un momento histrico crtico, y comenzar as a hacer. Hay alguna posibilidad de accin desde el rea de las artes plsticas? Si atendemos al nombre que acadmicamente se les da, bellas artes, lo primero con lo que podemos comenzar es plantendonos si el artista tiene an la capacidad de manifestar ante la sociedad la cuestin de la belleza del mundo. De la equivalencia, de la identidad, de la fusin del mundo mundano surge la belleza. Supera lo real por lo mundano, y lo humano por lo real y, en los dos casos, los sublima a ambos. El encuentro de los dos mundos, canto de armona y de jbilo, marc antao el optimismo y la felicidad de nuestros abuelos del mismo modo que nuestra inquietud se remueve con su ruptura3. El presente trabajo Construccin de la memoria colectiva desde el concepto de territorio, una propuesta experimental pretende ser una indagacin de la situacin actual de la que partimos con respecto a nuestro territorio, para llegar a la aplicacin de metodologas participativas2 3

Ibdem, p.39. Ibdem, p.45.

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en la produccin de obra plstica contextual. Buscando as la construccin de esa memoria de una manera grupal, a partir de la memoria individual construir entonces la colectiva. Partiendo de la tipologa de estudio referida a la reflexin sobre el propio quehacer artstico asociado a autores, grupos, movimientos, conceptos o teoras artsticas la tesis trata de ejercitar la reflexin para llegar a conclusiones sobre las ideas de las que parto a la hora de generar obra plstica. Si bien no ha querido ser un trabajo minucioso de anlisis de todas las obras realizadas hasta la fecha, parto de dos casos de intervencin en el territorio para a travs de la reflexin generada con los mismos construir el cuerpo terico de la primera parte del trabajo.

Estructura del trabajo El trabajo ha sido dividido en dos partes, una primera parte terica en la que se estudia la relacin existente entre los conceptos de territorio y comunidad, y una segunda parte prctica en la que se analizan los dos trabajos propuestos como intervenciones en el territorio. Sobre el anlisis de la visin de un ser humano desterritorializado y profundamente desmemoriado comienza la primera parte del trabajo. En ella se apunta la situacin de ruptura del ser humano contemporneo con su medio, y se imagina que puede ser hoy el paisaje para un individuo en constante movimiento. Partiendo de la visin de territorio desde las artes plsticas, se indaga en el segundo captulo sobre el nacimiento del concepto de paisaje, teniendo como referente la experiencia del territorio y la percepcin de lo sublime como base de la investigacin, analizando brevemente el movimiento del paisajismo romntico y el del land art como referentes en la percepcin de lo sublime en el territorio. En el tercer captulo proponemos un estudio detallado de los conceptos de paisaje y territorio, analizando el primero como constructo

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cultural (no fsico sino terico), como aquello que siente la comunidad acerca de su territorio, y el segundo como un conjunto de estratos ms all de la concepcin habitual que tenemos de territorio como un simple terreno, pasando por subconjuntos tanto de movilidad como de habitabilidad del entorno por sus poblaciones. Poblacin y territorio formarn as parte del mismo conjunto. Analizando esta idea llegamos en el siguiente captulo a la construccin del paisaje de una manera colectiva, la comunidad como verdadera constructora del paisaje, y la problemtica que conlleva la estereotipacin de unos determinados paisajes y otros no, ya sea hacia el abandono por parte de las instituciones ante la falta de suficiente belleza, o marginando a las comunidades que habitan un territorio estereotipado. Partimos de la idea bsica que se articula en toda la tesis de que el territorio es construido por la comunidad en base a su memoria, usando esta como referente y herramienta del presente. Nos introducimos con el captulo quinto en el concepto de antropocentrismo y buscamos una unin de la idea hegemnica del ser humano como centro del universo con la representacin del territorio. Estamos an situados en una posicin de superioridad frente a este como el caminante de Friedrich frente al mar de nubes?. A partir del estudio del concepto de antropocentrismo haremos un anlisis del caso del turismo como mquina productora de deseo en el sistema capitalista, necesaria para el mismo, as como mquina antropizadora del territorio. El turismo ser concepto fundamental de uno de los dos casos presentados en la parte prctica, y estudiaremos as la mecanizacin que la industria turstica busca de las comunidades en el territorio que explota. Puede ser interesante intentar definir los lmites entre naturaleza y cultura, entre la ciudad y el campo, entre lo urbano y lo rural. Los espacios intermedios como un lugar sugestivo desde el que reflexionar el momento contemporneo. En esto nos ocuparemos en el captulo siete, adems de la preocupacin por representarlos, o el hecho de dejar de hacerlo.

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Entrando en la segunda parte de la seccin terica del trabajo, en la que hablaremos bsicamente de arte, nos introducimos con una breve reflexin acerca de la relacin que se ha generado en el arte respecto del territorio, y los caminos que este ha tomado, mostrndose siempre el arte y la cultura como termmetro del nivel de dominio que el ser humano de cada poca ejerce sobre el territorio. Partimos del trabajo de Joseph Beuys para analizar la posibilidad de generar prcticas artsticas participativas en la construccin de territorio, analizando las diferencias entre un ciudadano que hace uso de la ciudad y del entorno, frente a otro que prcticamente slo consume el espacio pblico. Generamos tambin una breve reflexin acerca de un arte participativo con respecto al medio rural, columna vertebral del segundo trabajo presentado en la parte prctica, para as pasar ya al ltimo captulo de la parte terica, donde se muestra el trabajo de varios artistas y colectivos de artistas que han servido como referentes en la construccin tanto de la reflexin terica como de los trabajos prcticos que aqu presento. As ya acabando el grueso del proyecto se muestran los trabajos realizados respectivamente en Sant Joan dAlacant Alicante y Santa Mara de Gua Gran Canaria como dos casos de intervencin posible en el territorio. Se analizar en cada caso su contexto particular y la metodologa seguida en cada proyecto, as como su fase final de intervencin y exposicin.

Breve aclaracin A lo largo del texto utilizo el trmino naturaleza siendo consciente de que es un trmino de por s contradictorio, ya que es usado habitualmente con diferentes significados. As lo usar en su acepcin ms habitual, en la forma naturaleza (con su n inicial en minscula), como el territorio aparentemente no antropizado, aquel al que todos nos referimos cuando

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pensamos en lo que no es ciudad, aquel que se aproxima al estereotipo naturaleza intocada: todo aquello que no ha sido producido y ni siquiera tocado por la mano del hombre4. Uso la forma iniciada por mayscula cuando me refiero a la Naturaleza como un todo, ya que designa en principio y de modo descriptivo todo lo que hay, lo que existe5. Si bien tambin utilizar puntualmente una segunda acepcin naturaleza (en minscula) que se refiere al origen e identidad de los seres y de las cosas, a la naturaleza de un ser.

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Albelda, Jos y Saborit, Jos.La construccin de la naturaleza. Generallitat Valenciana.1998.p.24. Ibdem.

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1 PARTE

Conceptos aproximativos de la relacin entre territorio y comunidad

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1.1. Territorio. Antropocentrismo y Paisaje.

1.1.1. Punto de partida: una situacin de ruptura y desmemoria. El ser humano contemporneo se encuentra actualmente en el momento histrico en el que quizs se halle ms alejado de su medio ambiente, del territorio, que nunca. Los avances tecnolgicos generados a raz de la Revolucin Industrial nos proporcionaron un aumento en nuestra calidad de vida, si bien a base de generar consecuencias radicales en los antiguos modos de vida (demogrficas traspaso de la poblacin del campo a la ciudad provocando un xodo rural, migraciones internacionales, aumento de las diferencias entre pueblos, econmicas desarrollo del capitalismo, aparicin de las grandes empresas, sociales nacimiento del proletariado, ambientales deterioro del ambiente y degradacin del paisaje, sobreexplotacin). Junto a las mejoras alcanzadas se provocaba un avance inconsciente hacia una separacin cada vez mayor de la unin del ser humano con el territorio, una separacin paulatina e inconsciente entre la ecoesfera y la socioesfera. Los movimientos migratorios consecuentes a la industrializacin6 y la reconversin de economas primarias hacia sectores terciarios han producido individuos desmemoriados que ya no aprecian el territorio del que dependen, si no que muy por lo contrario lo contemplan como sujeto6

La emigracin sufrida en las reas rurales a las grandes ciudades - tanto en el propio pas como hacia otros pases- supuso para sus protagonistas y descendientes la prdida del vnculo con su territorio, y todo lo que esto conlleva, como la generacin de nuevas identidades.

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de explotacin hasta su agotamiento. Olvidamos la necesidad que a l nos debiera unir, y por el contrario vivimos una vida que avanza hacia el agotamiento de los recursos. Vamos dejando de lado la sabidura que los modos de relacin ms directos con el entorno acarreaban, si bien los cuales no fueron siempre de una naturaleza que se pueda denominar como sostenible ya que se explotaba igualmente que hoy dependiendo de los avances tecnolgicos de cada poca, las poblaciones s mantenan una unin ms consciente con el territorio, con los recursos, a travs de la identidad que le aportaba al ser humano la pertenencia a un lugar. Vivimos una poca donde la conexin diaria con el medio natural del que procedemos (la experiencia de este) se canaliza mediticamente a travs de imaginarios sostenidos por tecnologa como el escritorio o el salvapantallas de nuestros ordenadores, gracias a imgenes de serie incluidas en las bibliotecas de nuestras mquinas que representan modelos estereotipados de naturaleza, una naturaleza con la que debemos soar para satisfacer (o sobrevivir a) nuestro modo de vida inserto en el sistema de produccin capitalista, sueo este que nos llevar a intentar satisfacer nuestro deseo por vas de experimentacin directas pero efmeras del territorio7. En el escenario actual de hoy, el 51% de la poblacin del planeta vive en ciudades8. Cada vez es mayor la concentracin demogrfica que en ellas se genera, cada vez son necesarias mayores zonas de extraccin y desecho para alimentar las necesidades de los entes vivos gigantes en7

Valga como ejemplo los casos contemporneos de turismo masivo, deportes de riesgo practicados en la naturaleza, turismo rural, viajes realizados por turistas occidentales a zonas exticas del planeta. 8 Desde la Revolucin Industrial se ha producido un crecimiento constante de la poblacin urbana mundial. El Fondo de Poblacin de las Naciones Unidas (UNFPA) calcul para la poblacin del mundo en su conjunto, que en 2008 se alcanz un 50% de poblacin rural y un 50% de poblacin urbana, y slo a partir de entonces la mayor parte de la poblacin mundial vive en ciudades. En 1996 el informe de las Naciones Unidas sobre el Estado de la Poblacin Mundial prevea que ms del 50% de la poblacin vivira en ciudades, muchas de ellas habitadas por varias decenas de millones de habitantes, especialmente en el denominado Tercer Mundo (Calcuta, So Paulo, Tehern, Mxico D.F., Shangai, Bombay). As, nos vamos a encontrar, en vez de un orden basado en estados nacionales cuyo peso conjunto representara un nuevo equilibrio global de fuerzas econmico-sociales, con que se est desarrollando un archipilago de ciudadesregiones de elevada capacidad tecnolgica con una influencia absolutamente determinante en la escena mundial. G. Corts, Jos Miguel. Polticas del espacio. Arquitectura, gnero y control social. Barcelona, Iaac, 2006, p.49

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Fig.1. Fondo de escritorio del sistema operativo Windows Vista.

los que se han convertido las ciudades. Al mismo tiempo el medio rural se va abandonando, cada vez est ms despoblado, y se generan en l zonas especializadas en alta produccin: agriculturas intensivas, produccin de energa, zonas destinadas al placer, etc. En las grandes ciudades del planeta, megalpolis caractersticas del Hemisferio Sur como Sao Paulo, Mxico DF o Kinshasa, no se conocen los cinturones que las rodean, sus periferias9. Y all precisamente es donde se estn generando algunas de las mayores mutaciones de prdida de espacios y valores de arraigo. En estas selvas descentradas en las que se estn convirtiendo las ciudades los asentamientos humanos se van a ir articulando como ncleos diseminados a lo largo de vas de transporte y servicios (tales como aeropuertos, centros comerciales, zonas deportivas, parques temticos, zonas de actividades econmicas, centros de negocios, etc.), grandes aglomeraciones desigualmente repartidas y difusamente organizadas en torno a una infraestructura discontinua, con un carcter mucho ms moldeable y carentes de las estructuras prefijadas a las que9

Power, Kevin. Mesa redonda El arte de las alternativas, en la que particip Eva Lootz, Ana Luengo, Alberto Carneiro y Kevin Power como moderador. Aula de la CAM. 15 de octubre de 2008, Alicante.

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Fig.2. Centro de la ciudad de So Paulo, Brasil.

estamos acostumbrados [] Se estn generalizando las redes de infraestructuras comunicativas ligadas al aumento de circulacin de personas, vehculos e informacin, lo cual genera un ritmo cada vez ms intenso que ocasiona importantes cambios en el carcter y la funcin del espacio sobre le tiempo. La constante movilidad posibilita mltiples lugares de paso (vestbulos, salas de espera, estaciones) [] Este fenmeno que se est desarrollando es lo que Marc Aug denomina como no-lugares, aquellos sitios por los cuales nadie siente un apego particular y que no funcionan como puntos de encuentro de manera tradicional, en un mundo cada ms conformado por espacios de anonimato10. Podramos afirmar que hoy en da nuestro verdadero paisaje no es ya aquel idealizado, romntico y probablemente verde estereotipado que nuestras mentes evocan al pronunciar la palabra paisaje, sino ms bien es el que caracteriza al individuo contemporneo en constante

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G. Corts, Jos Miguel. Polticas del espacio, Op.Cit. Ibdem. Vase Aug, Marc, Los no-lugares. espacios de anonimato, Gedisa, Barcelona, 1998.

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movimiento, en trnsito de una urbe a otra: sus grandes infraestructuras, carreteras, vas pblicas, aeropuertos, zonas limtrofes11. Felix Guattari afirma que el ser humano contemporneo est fundamentalmente desterritorializado. Sus territorios existenciales originarios -cuerpo, espacio domstico, clan, culto- ya no se asientan sobre un terreno firme, sino que se aferran a un mundo de representaciones precarias y en perpetuo movimiento12. A este respecto cabe citar las apreciaciones que Zygmunt Bauman concibe acerca de la movilidad que caracteriza al individuo contemporneo y sus resultados. Bauman estudia en profundidad las consecuencias que la modernidad nos ha dejado, entre otras un individuo desterritorializado como secuela de un sistema de vida que se ha generado en constante movimiento. Lo lquido de la modernidad13 es la conclusin de una etapa de incrustacin de los individuos en estructuras slidas, como el rgimen de produccin industrial o las instituciones democrticas, que tenan una fuerte raigambre territorial. Ahora, el secreto del xito reside () en evitar convertir en habitual todo asiento particular. La apropiacin del territorio ha pasado de ser un recurso a ser un lastre, debido a sus efectos adversos su sobre el tipo de al vida caractersticamente a las engorrosas contempornea: inmovilizacin, ligarlos

responsabilidades que inevitablemente entraa la administracin de un territorio14 y su vinculacin a l. El paisaje de hoy no es ya un territorio ideal en la Naturaleza, nos hemos alejado de esta concepcin, aunque seamos herederos de sus consecuencias. Si nos aproximamos al territorio ser con una intencin por completo de explotacin: nuestra relacin con l es meramente11

Salas, Manuel. Conferencia dictada en los seminarios Creatividad, paisaje y territorio. Centro Espacio Gua, Sta. Mara de Gua, Gran Canaria. 21 de julio del 2008. 12 Guattari, Felix. Practicas ecosficas y restauracin de la ciudad subjetiva, en Revista Recherches i Chimres; Revista Quaderns n.238. 13 La modernidad lquida es una figura del cambio y de la transitoriedad: Los slidos conservan su forma y persisten en el tiempo: duran, mientras que los lquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen. Como la desregulacin, la flexibilizacin o la liberalizacin de los mercados. Bauman, Zygmunt, Modernidad lquida, Editorial Fondo de Cultura Econmica, Mxico DF, 2003 14 Vsquez Rocca, Adolfo. Modernidad lquida y fragilidad humana; de Zygmunt Bauman a Sloterdijk, en Nmadas. Revista Crtica de Ciencias Sociales de la Universidad Complutense de Madrid nm. 19. www.ucm.es/info/nomadas/19/avrocca2.pdf

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econmica y as encontramos que se acta referente a l en funcin del precio del suelo con vistas a su explotacin. Estamos ante una crisis de las herencias de nuestra cultura verncula15.

Fig.3. Autova espaola.

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Luengo, Ana. Conferencia El arte de las alternativas, Op.Cit.

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1.1.2. La percepcin de lo sublime en el concepto de paisaje. El territorio se ha abordado como concepto de estudio desde diferentes reas del conocimiento (arquitectura, urbanismo, ciencias biolgicas, geografa). Pero cmo se ha accedido a l desde el rea que nos ocupa y compete, las artes plsticas? Tradicionalmente en la historia de la representacin visual se ha contemplado la Naturaleza como objeto a representar16 actitud a raz de la cual se instaurar el paisaje como uno de los gneros ms importantes a tener en cuenta en la prctica artstica. La aparicin del concepto de paisaje a principios del siglo V en China17, surge a raz de una concatenacin de diferentes circunstancias poltico-religiosas. Fruto de la influencia creciente y conjugada del taosmo (cuyos ideales remiten a la Naturaleza ms que al orden social) y del budismo (que penetra en China en los primeros siglos de nuestra era y predica la renuncia a las vanidades del mundo), se desarrollara un fenmeno que dara origen al descubrimiento del paisaje como tal: la prctica del retiro (yindum) en la naturaleza por parte de hombres ilustrados cados en desgracia que de ese modo queran manifestar su desacuerdo con el nuevo rgimen. En su soledad estos eremitas (yinzhe) se desprendern de las constricciones del pensamiento moral y poltico del confucionismo, para empezar a considerar la belleza de la Naturaleza en s misma18. En nuestra cultura occidental la moral cristiana imperante fue determinante para que la sensibilidad paisajstica como tal surgiese ms de un milenio despus que en China, debido a posicionamientos como los de San Agustn quien preconizaba no una mirada desde los sentidos hacia las excelencias del mundo, sino hacia uno mismo para mediante la16

No slo en cuanto a la naturaleza estereotipada que normalmente se emplea como estilo pretendiendo caracterizar un territorio, sino tambin en otros gneros como el bodegn, irnicamente llamado naturaleza muerta, o el jardn, prototipo de naturaleza domesticada. 17 Berque, Agustn. El nacimiento del paisaje en China. En Maderuelo, Javier. El paisaje, Arte y naturaleza: Actas Huesca. Huesca: Diputacin, 1995. p.20 18 Berque, Agustn, Revista de Occidente n189, p.14. En Maz Aguirre, Toms. Realidad y estereotipos. Actas del Encuentro n0 sobre Arte y Territorio Actualizar la mirada. p.23. Burgos: Espacio Tangente, 2002.

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bsqueda de la gracia divina alcanzar la salvacin despus19. Hubo que esperar hasta el Renacimiento que lograr una reconciliacin del espritu humano con la Naturaleza, y ser as como a travs de la pintura Europa comenzar a orientar su mirada hacia el disfrute profano del espectculo del mundo. El trmino paisaje naci en unas condiciones socio-polticas muy concretas, y es algo que me interesa sealar pues un nuevo posicionamiento humano conceptual siempre nace a raz de un contexto determinado: por una parte fue necesario que existiera una distancia fsica con la tierra, mediado con el paso del feudalismo a una sociedad donde el comercio adquira mayor importancia y exiga a los comerciantes desplazarse por el mundo en busca de mercancas20. Por otra, una distancia conceptual, un cambio de mentalidad basado en la independencia de la tierra (pues la dependencia de esta no favorece la percepcin del paisaje como tal), que permitiera mirar la Naturaleza desde lejos, sin otra pretensin que la contemplacin esttica pura21. Este distanciamiento esttico provocar la aparicin de nuevos conceptos relevantes para la apreciacin del territorio, cuyas repercusiones analizaremos ms adelante, como son lo sublime y lo pintoresco, y que sern articulados a partir de entonces para expresar la percepcin esttica de la Naturaleza. Lo sublime como aquello excelso, eminente, de elevacin extraordinaria22, que tanto va a caracterizar la apreciacin que de la naturaleza harn los paisajistas romnticos; lo pintoresco como aquello que puede presentar una imagen peculiar y con cualidades plsticas (paisaje, escena, etc.)23, lo cual definira muy bien

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Maz Aguirre, Toms. Ibdem, p.23. Contrastando as zonas geogrficas, experiencia que solamente puede adquirir aquel que se enriquece con la visin de tierras diferentes. Calvo Serraller, Francisco. Concepto e historia de la pintura de paisaje. En VV.AA., Los paisajes del Prado de Madrid. Nerea 1993. p.12. 21 Alguien que est agobiado por sacar rentabilidad a la tierra no puede contemplar con entusiasmo su belleza. Hace falta que el hombre se libere de esa carga onerosa y pueda mirar a su alrededor sin preocuparse de que la tormenta o la sequa arruinen su economa, para que pueda realmente recrearse en fenmenos como la lluvia, el crespsculo, la aurora o la variedad de luces y tonalidades que dejan las estaciones a su paso. Ibdem, p.12. 22 Real Academia. Diccionario de la Lengua Espaola. Op.Cit. 23 Ibdem.

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Fig.4. El mar glacial. Caspar David Friedrich, 1824.

aquellos paisajes que el ser humano tiende a guardar en la memoria como referentes culturales de su propia identidad. As el concepto sublime ha caracterizado la percepcin del territorio tanto a travs de la obra de los paisajistas romnticos como la de artistas ms cercanos a nuestro tiempo englobados dentro del trmino land art, quienes segn Javier Maderuelo recogeran de la tradicin sublime aspectos diversos24, aunque algunos de los artistas ms caractersticos de este movimiento como Robert Smithson se nieguen a aceptar un retorno a una idea decimonnica de paisaje, afirmando que en sus trabajos no hay una relacin sentimental con la naturaleza. Si bien los estudiosos del tema marcan como sea de identidad del movimiento la recuperacin24

del

espritu

experimental

y

viajero

relacionndolo

Como el afn de inmensidad por superar los lmites fsicos de la obra a travs de la escala del territorio; el carcter modular que insina una progresin de la obra hasta el infinito; la limpieza de las abstractas cajas minimalistas, hermticas como cristales, que sugieren un recogimiento solitario y silencioso; el pulso del poder, o el respeto, segn los casos, por las fuerzas de la naturaleza. Maderuelo, Javier. Arte y naturaleza, I, p.101. Citado en Raquejo, Tonia. Land Art. Madrid, Nerea, 1998. p.15.

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directamente con la tradicin del paisaje romntico ingls: la necesidad de la experiencia25. Tanto para Caspar David Friedrich como Joseph Mallord William Turner o John Constable, los tres paisajistas ingleses nacidos en la segunda mitad del XVIII, el hecho del contacto activo con la naturaleza era muy importante para ejecutar sus cuadros. Si bien Friedrich pintaba en su estudio (no como Constable que pintara siempre del natural, en plena naturaleza), estos eran paisajes que haban sido previamente vividos, experimentados, en base a cuyas sensaciones recogidas concebira despus sus creaciones. Para los paisajistas romnticos la bsqueda de la experiencia, de los sentimientos generados en la experimentacin de lo sublime y lo pintoresco, era imprescindible realizarla de una manera directa, activa. Esto mismo ocurrir siglos despus con artistas vinculados al movimiento land art: Tanto para romnticos como para artistas de la tierra no basta con representar la naturaleza, el territorio, sino que el artista debe haberlo vivido previamente26. Robert Smithson, Richard Long, Hamish Fulton todos ellos perseguirn una experiencia directa con el territorio, responden a una necesidad instintiva de bsqueda y de experimentacin con la realidad y el espacio que les rodea, y as la obra guardar una relacin muy estrecha con el hecho de vivir esa experiencia. Anteriormente a ellos en 1966, Tony Smith realiz un viaje improvisado por las periferias en construccin de Nueva York. En el viaje experimenta una especie de xtasis al entrar en contacto con el entorno que rodea a la carretera por la que circula, lo cual le lleva a modificar la idea que tena de arte hasta el momento, un posicionamiento que le llevar a convertir la actitud en forma.

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Los estudiosos se inclinan a relacionar el land art con lo sublime romntico, si bien marcando las distancias. Bearsdley (Earthworks and beyond) entiende el land art bajo la recuperacin de aquel espritu experimental y viajero que l relaciona directamente con la tradicin del paisaje romntico ingls, a travs de cuyos paseos el distrado caminante encontraba numerosas sorpresas deliciosamente escondidas en una estructura irregular que no le permita preconcebir ninguna experiencia. Todo era novedoso, extrao, sorprendente y hasta peligroso para as, aliviar a la mente del aburrido y montono ritmo del discurrir del mundo rutinario y conocido. Raquejo, Tonia. Ibdem. p.15. 26 Raquejo, Tonia. Ibdem.

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Este viaje en coche fue una experiencia reveladora. Tanto la carretera como gran parte del paisaje eran artificiales, y por tanto no podan considerarse como una obra de arte. Por otro lado, me produjeron un efecto que el arte jams me haba producido [] Muchos cuadros parecen bellamente pintorescos despus de esta experiencia. No hay modo de enmarcarla, tan slo puedes experimentarla27

Segn Lyotard mientras que lo sublime romntico se encontraba en el ms all (en un mundo diferente), en el siglo XX est aqu y ahora; ahora esto es lo sublime; aqu ahora sucede lo sublime28. Es decir, el instante produce el acontecimiento. Y es este punto que me parece interesante remarcar, la necesidad de experiencia en cuanto se refiere a la vivencia, reflexin pensamiento y representacin del territorio, en cuanto al desarrollo de una prctica artstica que trabaje con el territorio y todo lo que este engloba como concepto.

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l mismo publicar su viaje inicitico en la revista Artforum, dando a conocer su experiencia a un mundo del arte que poco tiempo despus vera salir las obras de las galeras hacia aquellos espacios inmensos y llenos de posibilidades que significaban los espacios abiertos. S. Wagstaff, Talking with Tony Smith, en Artforum, diciembre de 1966. Citado en Careri, Francesco, Walkscapes : el andar como prctica esttica. Barcelona, Gustavo Gili, 2002, p.120. 28 Lyotard, Franois. Lo sublime y la vanguardia, Artforum, 1984. En Raquejo, Tonia, Ibdem.

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The View Room Intervencin. Proyecto "Dostoprimetschatjelnosti". Hellersdorf, Berln, 2002 La Ventana de La Fbrica. Centro de Arte La Fbrica. Madrid, 2005 Dostoprimetschatjelnosti (en ruso, lugares de inters) fue un proyecto colectivo realizado en una torre de viviendas abandonada en la periferia este de la ciudad de Berln. El edificio fue cedido por el ayuntamiento de la ciudad, de arquitectura tpica comunista plantembau, construido con bloques prefabricados, donde haban vivido los vecinos que ahora ocupan los edificios aledaos a las torres. Reutilizado en el proyecto por artistas internacionales de forma comunitaria, como vivienda, taller, espacio expositivo y proyecto cultural participativo para los vecinos del barrio de Hellersdorf. La intervencin fue realizada en la ltima planta de la torre (de doce pisos), donde se llega al finalizar la visita al resto de la exposicin. Ventanas intervenidas con nombres pintados de ciudades imaginarias junto a distancias kilomtricas imposibles, en una habitacin completamente blanca con una maleta en su centro. Asomarse al horizonte desde el punto ms alto del barrio, imaginar, soar mundos posibles. Una invitacin al viaje, una reflexin potica acerca del sentimiento de los que ya se fueron, los emigrantes que un da soaron tambin mundos posibles.

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1.1.3. Paisaje o Territorio? Pero, qu significa exactamente paisaje? En qu se diferencia del concepto territorio? Segn la Real Academia de la Lengua Espaola, paisaje es una Extensin de terreno que se ve desde un sitio, una extensin de terreno considerada en su aspecto artstico, as como una pintura o dibujo que representa cierta extensin de terreno29 En la primera definicin el concepto paisaje toma forma de constructo cultural, es decir, es un producto del ser humano: sin la percepcin humana el concepto paisaje no existira, existira el terreno, el territorio. Es necesaria su percepcin para llegar al paisaje como concepto. Sin embargo en la segunda definicin adems de percepcin entra ya el componente esttico al analizar un terreno, un territorio, formando as lo que llamamos paisaje, nuestra interpretacin cultural y esttica de lo que para nosotros significa el territorio. Actualmente est aceptada la definicin de paisaje enunciada por Maderuelo como constructo, convencin resultante de la observacin de la naturaleza sin ningn fin lucrativo o especulativo sino por el mero hecho de contemplar30. Otras definiciones actuales ven el paisaje como aquello que es sentido por la poblacin de un determinado territorio31, definicin en la cual tambin se contempla la idea de paisaje como percepcin, pero ahora desde un punto de vista emocional, a partir del sentimiento, y experimentado como hecho colectivo, englobando a la poblacin de un lugar como grupo perceptivo vinculado identitariamente a su territorio. El territorio, y su traduccin cultural el paisaje, est ntimamente ligado a nuestra forma de ser, construye nuestra identidad tanto individual como colectiva (de comunidad). As como el paisaje no existira sin la accin perceptiva de la comunidad, esta no existira igualmente sin el mismo, el paisaje como constructo cultural que da forma y sentido a su identidad. El paisaje puede interpretarse como un producto social, como el resultado29 30

Real Academia. Op.cit. Maderuelo, Javier. El paisaje, gnesis de un concepto. Madrid. Abada, 2005. pp. 36-38 31 Corral, Isabel. Seminarios Creatividad, paisaje y territorio. Op.Cit.

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de una transformacin colectiva de la naturaleza y como la proyeccin cultural de una sociedad en un espacio determinado. Las sociedades humanas han transformado a lo largo de la historia los originales paisajes naturales en paisajes culturales, caracterizados no slo por una determinada materialidad, sino tambin por los valores y sentimientos plasmados en el mismo [] El paisaje, por tanto, no slo nos muestra cmo es el mundo, sino que es tambin una composicin de este mundo, una forma de verlo32. La defensa por el territorio sentido como propio de una comunidad ha alimentado mitos nacionalistas problematizados como conflictos a lo largo de la historia (Israel, los Balcanes, Euskal Herria, las legtimas defensas de los pueblos indgenas originarios, luchas barriales, y un largo etc. de casos), problemtica en la que sin detenerme ahora la apunto precisamente como ndice de la importancia que la cuestin identitaria referente al territorio conlleva. Entendiendo el paisaje como una mirada, como manera de ver y de interpretar, es fcil asumir que las miradas acostumbran a no ser gratuitas, sino que son construidas y responden a una ideologa que busca transmitir una determinada forma de apropiacin del espacio. Al crear paisajes con mensajes ideolgicos se forman imgenes y patrones de significados que permiten ejercer el control sobre el comportamiento, pasando las personas a incorporarlo a su imaginario (y a defenderlo y legitimarlo). El paisaje es tambin un reflejo del poder y una herramienta para establecer, manipular y legitimizar relaciones sociales y de poder33. Recientemente se ha llegado a un consenso internacional sobre la definicin de paisaje auspiciado por el Consejo de Europa, el Convenio Europeo del Paisaje34. Para este paisaje significa cualquier parte de un

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Nogu, Joan. El paisaje como constructo social, en VV.AA. La construccin social del paisaje, Nogu, Joan (coord.) Biblioteca nueva, Madrid, 2007. p.11. 33 Ibdem. p.12. 34 Y lo que es ms importante, un acuerdo legal para adoptar polticas y medidas efectivas a nivel local, regional, nacional y europeo ante la necesidad de proteger, gestionar y planificar nuestros paisajes. Este tratado fue firmado en Florencia en el ao 2000 por 34 pases, entre ellos Espaa, y ratificado por 26. Entr en vigor en marzo del 2004 y a fecha de diciembre de 2006 aun estaba pendiente de ratificar por Espaa. Corral, Isabel. Trptico informativo de las Jornadas sobre

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territorio tal y como es percibida por la poblacin, cuyo carcter resulta de la accin de factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones35. Paisaje tendra en este sentido un fuerte vnculo con lo que la poblacin de un territorio percibe y siente acerca de l. A diferentes poblaciones, diferentes percepciones, y segn estas percepciones probablemente diferentes maneras de actuar sobre el territorio. No procedern igual los pueblos originarios de un territorio (los paisanos pertenecientes a su pas36) que los extranjeros o los nuevos colonizadores sobre este, ya que la percepcin del territorio siempre ser obligadamente diferente: una total inmersin imposibilita mirar al medio como lo otro, ya que permanece conceptualmente como parte del que lo habita37. El paisano se considera parte de su pas, de su paisaje. Esta acotacin de la definicin de paisaje es la que ms me interesa, un paisaje construido conceptualmente por la comunidad que habita un territorio, los cuales son interdependientes, dependen uno del otro recprocamente para su existencia. Y territorio, puede ser este definido simplemente como el terreno, el entorno de un lugar sin ms acotaciones? Qu es lo que engloba realmente este concepto?. En su primera acepcin la Real Academia lo vincula directamente a lo definido polticamente por una comunidad con respecto al entorno que habita, con sentido de pertenencia: Porcin de la superficie terrestre perteneciente a una nacin, regin, provincia, etc.38. Sin pasar por alto esta obviedad prefiero detenerme en la segunda acepcin: Campo o esfera de accin en que con mayor eficacia pueden mostrarse la ndole o las cualidades de personas o cosas. Desde la cultura occidental observamos el territorio como un lugar de accin sobrepaisaje: Paisajes posibles, ahora bajo estrs. 1 Bienal de arquitectura, arte y paisaje de Canarias. Las Palmas, Gran Canaria. 2006. Ms informacin acerca del Convenio en la pgina del Consejo de Europa: http://www.coe.int/t/dg4/cultureheritage/heritage/Landscape/default_en.asp 35 Convencin Europea del Paisaje. Ibdem, p.1. 36 La palabra paisaje deriva de pas, -provenientes de las francesas paysage y pays-, cuya raz comparten con paisano, aqul que es del pas. Todas ellas enraizadas en la palabra pago que designa cualquier cosa relacionada con el campo. As se llam paganos a los campesinos resistentes a la cristianizacin durante el Imperio Romano, por ser precisamente los ms rsticos o los ms genuinos -los ms prximos a la naturaleza-, los que ms se resistieron a aceptar una visin del mundo trascendente. Calvo Serraller, Francisco. Op.Cit., p.11 y 12. 37 Albelda, Jos y Saborit, Jos. La construccin de la naturaleza. Generallitat Valenciana. 1998. p.78. 38 Real Academia. Op.Cit.

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el que proyectar multitud de posiciones, en el cual nos contemplaremos definidos bien como individuos o sujetos, bien como comunidad en cuanto a la identidad colectiva que este nos proporciona. El territorio es un campo de accin para autodefinirnos como seres. Territorio en un sentido amplio es la composicin de un medio y una poblacin, ambos agrupados en un solo conjunto, pero articulado en sus cualidades propias39. Eduardo Serrano plantea el territorio como un concepto global compuesto en sucesivos estratos, caracterizados por la aparicin constante de cualidades nuevas, emergencias de todo tipo, entre las cuales las ms interesantes podran destacarse las referentes a la movilidad y su grado de desarrollo semitico; movilidad teniendo en cuenta que territorio no es slo espacio, sino tambin tiempo. Lo cual introduce una problemtica importante en cuanto a territorio, ya que este estado de movilidad caracteriza principalmente al ser humano contemporneo cuyos modelos y estructuras sociales, como anuncia

Bauman, ya no perduran lo suficiente como para enraizarse y gobernar las costumbres de los ciudadanos, y por el contrario sufrimos transformaciones y prdidas como el de la duracin del mundo40. Vivimos una poca de desterritorializacin. Completando la estructura de territorio como concepto compuesto en sucesivos estratos, podemos ordenar los macroestratos en cuatro grupos: el geolgico, el bitico, el de los animales territoriales y el humano. Este, nuestro grupo, se dividira a su vez en cuatro estratos sociales diferentes, ordenados de inferior a superior:

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Serrano, Eduardo. Conferencia dictada en los encuentros Sobre Capital y Territorio, la construccin de un sueo. UNIA, Sevilla, 16 de octubre de 2009. Autor de la tesis doctoral Territorios y capitalismo, accesible en http://citywiki.ugr.es/wiki/Territorios_y_Capitalismo . 40 La caracterizacin de la modernidad como un tiempo lquido da cuenta del trnsito de una modernidad slida estable, repetitiva a una lquida flexible, voluble en la que los modelos y estructuras sociales ya no perduran lo suficiente como para enraizarse y gobernar las costumbres de los ciudadanos y en el que, sin darnos cuenta, hemos ido sufriendo transformaciones y prdidas como el de la duracin del mundo, vivimos bajo el imperio de la caducidad y la seduccin en el que el verdadero Estado es el dinero. Donde se renuncia a la memoria como condicin de un tiempo post histrico. La modernidad lquida esta dominada por una inestabilidad asociada a la desaparicin de los referentes a los que anclar nuestras certezas. Vsquez Rocca, Adolfo. Modernidad lquida y fragilidad humana; de Zygmunt Bauman a Sloterdijk. Op.cit.

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- En primer estrato se encontrara el territorio en s mismo como terreno, como lugar, con todas sus caractersticas fsicas y geogrficas. - En el segundo estrato encontraramos a la poblacin, contemplados habitualmente por las instituciones gestoras como simples consumidores y productores, cuya opinin no suele tomarse en cuenta para la gestin de su propio territorio. - En el tercer estrato, por encima del anterior, estaran los gestores, los agentes cualificados (tcnicos, empresariales, polticos, funcionarios) que se encargan de definir los usos territoriales, aplicando sus mecanismos. Serrano afirma que los gestores no tienen la ltima palabra sobre el territorio, y pueden ser presionados. Lo que nos lleva al ltimo y cuarto estrato por encima de todos los anteriores. - El financiero, el estrato ocupado por el capital, verdadero motor de las acciones territoriales, que contempla el entorno (el medio) como sujeto a explotar para la produccin de beneficio. Tambin el sector financiero ha de ser considerado como una parte ms del territorio ya que usualmente es el que ms va a influir en la toma de decisiones con respecto a este41. Tenemos que entender el territorio como un mosaico de sujetos actores y situaciones, no simplemente como el entorno que observamos, ocupamos o habitamos. Es necesario entenderlo como un sistema que se complementa y funciona como un todo, formado por el terreno (el medio) y la comunidad que lo habita, colocndolos al mismo nivel uno de otro, para as alejarnos de la postura antropocentrista que nos caracteriza como forma tpica de relacin que mantenemos con el medio42. Hoy vivimos un momento crucial en el que observamos las consecuencias de no haber entendido el medio, el territorio, como un sistema global, lo cual nos ha encaminado, entre otras cosas, a vivir un cambio climtico producido por primera vez en la historia del planeta Tierra por factores ajenos a sus propias dinmicas, favorecido gracias a la accin de sobreexplotacin que el ser humano ha ejercido sobre el medio.41

Entre los estratos hay diferencias crecientes de desterritorializacin, que se traducen en varios efectos, sobre todo en el dominio sobre los elementos de los estratos inferiores. Serrano, Eduardo, Ibdem. 42 Luengo, Ana. Op.Cit.

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Fig.5. Vecina de la pedana de La Punta, Valencia. Tato y Cas.

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1.1.4. Formacin del paisaje: la comunidad como constructora del paisaje. El paisaje es un libro abierto, grafiado por mltiples circunstancias y manos que han ido superponiendo sus huellas para permitirnos leer y comprender nuestra propia historia43. Como apuntbamos anteriormente, el paisaje como construccin cultural no puede separarse ni del que lo construye ni del que lo contempla, tanto si nos referimos a su esencia fsica, pues el hombre va conformando progresivamente el aspecto del mundo a travs de los oficios (labranza, minera, adaptacin del curso de las aguas..), como si nos referimos a su nivel simblico, pues cada cultura posee determinada percepcin afectiva de su entorno44. Podemos afirmar que quien construye paisaje es la sociedad, no los paisajistas. Paisaje y comunidad son conceptos inseparables. Los paisajes con los que hoy contamos son producto de la sucesin de acontecimientos tanto de la historia geolgica como la geogrfica. El paisaje es hoy y ayer, presente y pasado, entrando el pasado en una categora de lo no visible a simple vista, aunque siempre presente: son las herencias histricas, las continuidades, las permanencias, los estratos superpuestos de restos de antiguos paisajes. El paisaje es un extraordinario palimpsesto45, una gran lasaa constituida por capas histricas que se han formado por procesos naturales junto a la labor de generaciones de pobladores que han ido habitando el territorio. Los paisajes que hoy consideramos caractersticos de una regin lo son precisamente por la accin de las poblaciones que habitaron ese territorio anteriormente. As el paisaje tpico de la Huerta valenciana est directamente vinculado a un proceso de explotacin del territorio (si bien un modelo de explotacin tradicional a pequea escala bastante ms respetuoso con el medio que los extensivos usados hoy en da) por el que han pasado diferentes culturas que lo han trabajado hasta llegar a la cul43 44

Corral, Isabel. Op.Cit. Albelda, J. y Saborit, J. Op.Cit. p.78. 45 Nogu, Joan. Op.Cit. p.20.

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Fig.6. Paisaje huertano en la desaparecida pedana de La Punta. Valencia.

tura valenciana de hoy. La comunidad que lo habita construye un hecho indisociable de su propio medio: no existira este paisaje sin la accin previa (y continuada) de su comunidad, y por otra parte, esta no existira con sus rasgos identitarios sin el territorio caracterstico en el que acta y se sita. El territorio concede rasgos identitarios a la comunidad que lo habita. No slo aquellos paisajes ms directamente vinculados con la accin del hombre, sino tambin aquellos de formacin natural como, en el caso de la ciudad de Valencia, la Sierra de la Calderona o las playas de El Saler y la Malvarrosa forman parte de la identidad comunitaria y colectiva de la poblacin. Valencia no sera la Valencia que es sin la Huerta, la Sierra, la Albufera o el Cabanyal (muy a pesar de muchos que se empean en la destruccin y continua desaparicin de los modos de vida tradicional que dan carcter a la comunidad, cuya identidad se basa en estas zonas tan caractersticas del territorio valenciano). Si la cultura es concebida como un sistema de significaciones vehiculadas por un conjunto de mediadores y de representaciones, el paisaje juega un papel esencial en tanto que contribuye a la objetivacin y a la naturalizacin de la misma: el paisaje no slo refleja la cultura, sino que es parte de su constitucin. Y es por ello mismo, y sobretodo, un pro-

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Fig.7. Obras de ejecucin de la Zona de Actividades Logsticas (ZAL) del Puerto de Valencia sobre el territorio de La Punta. Valencia, entre septiembre de 2002 y marzo de 2003.

ducto social46. El paisaje es receptculo de la identidad de un pueblo. Encontramos en el Estado Espaol muchos casos como el valenciano de paisajes que se han construido a lo largo del tiempo por la accin del ser humano, con una fuerte carga identitaria para la comunidad que lo habita, y que sin embargo no son valorados paisajsticamente en su justa medida. Es el caso de Tierra de Campos, regin central de Castilla y Len caracterizada por amplios campos de explotacin cerealista, con una fuerte raigambre en la identidad del pueblo castellano pero que por no responder al estereotipo de naturaleza intocada o a los patrones de belleza paisajstica no es igualmente valorado como las zonas de montaa, y por consiguiente no es igualmente protegido de la accin humana47. A menudo slo vemos los paisajes que deseamos ver, es46 47

Ibdem. p.21. Slo algunos de los paisajes de la provincia de Burgos [siendo este un caso particular, pero extensible a otros] estn incluidos dentro de la Red de Espacios Naturales de la Junta de Castilla y Len, aquellos que a priori y siguiendo los mtodos ms comunes de valoracin, son los ms apreciados por su singularidad, fragilidad, diversidad, etc. Sorprende por tanto que dos de los paisajes que ms han marcado la identidad del pueblo castellano leons a los largo de su Historia no estn representados en estos espacios: los pramos calcreos y los campos de cereal, los cuales se ven desprotegidos y a merced de las transformaciones producidas por los nuevos usos del suelo, como la instalacin de aerogeneradores o la introduccin de nuevas prcticas agrarias. Basconcillos Arce, Javier. Reivindicacin de los paisajes olvidados. Actas del Encuentro n0 sobre Arte y Territorio. Op.Cit.

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Fig.8. Paisaje en Tierra de Campos tras la siega y empacado de la paja. Burgos.

decir, aquellos que no cuestionan nuestra idea de paisaje, construida socialmente: buscamos en el paisaje aquellos modelos estticos que tenemos en nuestra mente, o que ms se aproximan a ellos48. El caso de Picos de Europa es curioso, pues al revs que en Tierra de Campos, la proteccin del entorno paisajstico ha llevado a desproteger a las comunidades que tradicionalmente lo han habitado, con cuyo trabajo se ha formado el paisaje que hoy es explotado tursticamente en formato de parque natural, peligrando as la supervivencia de los habitantes de siempre frente a la postal de montaa que se pretende conservar. La labor del pastoreo durante milenios en esta regin es la que ha conformado el paisaje caracterstico de montaa de los Picos de Europa, convirtiendo el Puerto en un agrosistema49 complejo: majadas o zonas de buen pasto donde se asientan las cabaas, jalonadas de fresnos utilizados para el forraje, mazos o bosquetes de hayas como refugio y aprovisionamiento de lea, fuentes, senderos, caminos50 Al48 49

Nogu, Joan. Op.Cit. p.13. Los sistemas agropastorales mantienen una relacin simbitica entre ecosistema y comunidad. Luengo, Ana. Conferencia El arte de las alternativas, Op.Cit. 50 La generacin de una economa autrquica de supervivencia y la consolidacin de un largo proceso adaptativo de las personas al medio han sido los principales rasgos caractersticos de esta peculiar tradicin [] El paisaje en Asturias es, sobretodo, el paisaje de unas montaas recreadas por la mano de los pastores y pastoras y el diente de su ganado. Garca-Dory, Fernando. Plagas

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Fig.9. Paisaje en Sotres con los Picos de Europa al fondo, en Cabrales. Asturias.

crearse el Parque Nacional la frmula de proteccin aplicada al territorio deja desprotegido al pastor, al que se le regula la construccin de sus cabaas tradicionales necesarias para el desarrollo de la actividad pastoril, o favoreciendo la proteccin del lobo, cuya poblacin va conquistando zonas de pastoreo en las que el ganado se convierte en una presa fcil, con cuyas muertes el pastor se ve muy afectado y es empujado al abandono de su actividad51, con la consiguiente prdida de todo el valor que su actividad nos reporta al resto de la poblacin: conservacin del monte, produccin quesera, conservacin de una actividad cultural verncula viva a da de hoy, etc. Valga este ejemplo como situacin a la que es fcil llegar cuando no se contempla el territorio como un sistema global, si no simplemente como un entorno de carcter pintoresco en el que sublimar nuestra alma heredera del romanticismo. Se opta por separar la vida natural o silvestre de cualquier elemento artificial, infraestructuras y pastores incluidos, sin atender a todos los detalles, sin contemplar el sistema como un todo. En este momento se ve lay males del campo: la burocracia. Sobre las polticas oficiales de desarrollo rural y de conservacin del medio y el pastoreo tradicional en el oriente de Asturias. VV.AA. Los pies en la tierra. Reflexiones y experiencias hacia un movimiento agroecolgico. Virus, Barcelona, 2006. p. 148. 51 Yo soy pastor de los Picos de Europa, y lo que no entendemos los pastores es que el Parque Nacional, quiere que haiga pastores haciendo quesu gamoneu. Pero no se dan cuenta de que los lobos nos matan los rabaos, de dnde pensis que vamos a sacar la leche para hacer el quesu? Y como no queris matarlos pues es muy fcil, nosotros abandonamos y vosotros os quedis sin quesu Pero doy palabra que hasta que los lobos no maten a alguna persona por los Picos no se tomarn medidas. Las cabras y las ovejas casi todas fueron matadas por los lobos, y ahora ya mata terneros. Cuando ya no haiga animales en los Picos, qu pensis que van a comer? Sois todos muy listos pero no sabis lo que os trais entre manos. Snchez Pelez, Andrs. en Moriyn, Ana. Parques Nacionales cifra en 30 el nmero de lobos que viven en los Picos de Europa. El Comercio Digital, Cangas de Ons, 28.08.09

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Fig.10. Comunidad de pastores en la majada.

naturaleza desde un punto de vista romntico, propio del nacionalcatolicismo: el parque nacional como catedral para cantar la obra de Dios y la grandeza de una nacin, sin ninguna mencin a los usos ganaderos y el aprovechamiento que la poblacin local vena haciendo de forma sostenible durante siglos52. Es en el siglo XIX que se comienzan a crear los primeros parques naturales para proteger un orden que empieza a desaparecer fruto de la Revolucin Industrial que impone sus sistemas de explotacin al territorio como materia prima. Cuando lo natural fsico comienza su imparable declive, se hace necesario perpetuar estereotipos de plenitud que llegarn hasta nuestros das53.

52 53

Garca-Dory, Fernando. Ibdem. Albelda, J. y Saborit, J. Op.Cit. p.81.

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Queremos seguir contribuyendo a la conservacin del Parque Nacional de los Picos de Europa pero queremos tambin la conservacin de nuestra forma de vida, de nuestra cultura y de nuestra tradicin54

Esta afirmacin fue firmada por un grupo de pastores vecinos de concejos asturianos situados en la jurisdiccin del parque, en un manifiesto por la mejora de las condiciones de vida de los pastores y de la conservacin de la montaa en el 2002. La comunidad a travs de la perpetuacin de su memoria construye territorio.

comunidad memoria territorio

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Pastores firmantes de los Puertos de Amieva, Cabrales, Cangas de Ons, Ons, Peamellera Alta y Peamellera Baja. Manifiesto por la mejora de las condiciones de vida de los pastores, por la conservacin de la cultura del pastoreo y por la conservacin de la montaa y del Parque Nacional de los Picos de Europa. En Ons a 23, de agosto de 2002. http://www.pastoresdelospicos.com/

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Frontera Lavapis Colectivo Energa Callejera. Lavapis, Madrid 2007. Intervencin. Accin fotografiada. Cinta de carrocero y lpiz carboncillo. Se entrevista a pie de calle a varios vecinos del barrio de Lavapis acerca de los lmites reales de este barrio, que oficialmente no se reconoce como barrio (se denomina a la zona Embajadores, que incluye adems de Lavapis otras zonas limtrofes) a pesar de su fuerte identidad como tal. Se intervienen las calles q popularmente delimitan este barrio con otras zonas donde los vecinos nos cuentan que se acaba el barrio. Se coloca cinta blanca con dos frases escritas a cada lado: Est usted entrando en Lavapis / Est usted saliendo de Lavapis. Una lnea blanca que atraviesa el espacio y que delimita un lugar, que a pesar de abrazar da a da a nuevos vecinos de diferentes nacionalidades, mantiene una fuerte identidad como barrio. Con esta sencilla accin el colectivo pretende plasmar algunas de las inquietudes que los conceptos de frontera, identidad y pertenencia les suscita.

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1.1.5. Antropocentrismo y explotacin. Acerca de la ruptura. El paisaje es cultura y, precisamente por eso, es dinmico y en continua transformacin, en continua mutacin. Pero unos paisajes estn ms sometidos a estas transformaciones que otros. El problema no es la transformacin en s misma (de hecho es su evolucin natural y coherente) sino el carcter y la intensidad de esta transformacin: este es el quid de la cuestin. Desde la transformacin humana del paisaje podemos decir que el hombre no siempre es capaz de transformarlo sin destruirlo, sin eliminar todos los detalles que le dan un carcter esencial y una continuidad histrica. Y cuando se destruye un paisaje se destruye la identidad de aquel lugar. Destruir la identidad de un lugar es tan reprobable como minar la biodiversidad del planeta55. Hoy observamos que la separacin entre el binomio cultura y naturaleza es mayor que nunca56. Si ya de por s ambos conceptos en la historia del pensamiento se contemplan como enfrentados, generando un debate en torno a la duda de cmo debe el hombre comportarse con su medio, transformndolo o no, venerndolo o sojuzgndolo, siempre dejando entrever la trascendente reflexin de fondo: debe el ser humano considerarse aparte de la Naturaleza o es, l tambin, Naturaleza?57. De dnde viene esta traumtica separacin? Es algo nuevo, producto de nuestro pasado ms reciente o un problema que viene de lejos?. Rosalind Krauss58 seala una muy clara divisin entre lo que considera paisaje y no-paisaje, en el texto en el que intenta acotar el desarrollo de las prcticas artsticas a partir de los aos sesenta con55

Nogu, Joan. A la recerca del discurs territorial i de limaginari paisagstic en Sitesize, Servei dInterpretaci Territorial SIT Manresa, Sitesize, Barcelona 2008. p.21. 56 Citando a Guattari: Los prospectivistas predicen que, durante los prximos decenios, cerca del 80 % de la poblacin mundial vivir en aglomeraciones urbanas. Cabe aadir que el 20 % residual de la poblacin rural depender igualmente de la economa y la tecnologa de las ciudades. De hecho, la distincin ciudad/naturaleza se modificar profundamente, los territorios naturales asumirn una gran cantidad de programas de habilitacin turstica, de ocio, de segundas residencias, de reservas ecolgicas, de actividades industriales telemticamente descentralizadas. Lo que quedar de la naturaleza habr de ser, entonces, objeto de tantas atenciones como el propio tejido urbano. Guattari, Felix. Op.Cit. 57 Albelda, J. y Saborit, J. Op.Cit. p.57. 58 Krauss, Rosalind. La escultura en el campo expandido, en Foster, Hal (ed.) La posmodernidad, Kairs, Barcelona, 1985, p.66-67.

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respecto a la evolucin de la escultura hacia lo que ella denomina campo expandido. Si la misma escultura se ha convertido en una especie de ausencia ontolgica, la combinacin de exclusiones, la suma de ni una cosa ni otra, eso no significa que los mismos trminos a partir de los que se construy el no-paisaje y la no-arquitectura no tuvieran cierto inters. Ello se debe a que estos trminos expresan una estricta oposicin entre lo construido y lo no construido, lo cultural y lo natural [] La noarquitectura es una cierta clase de expansin, slo otra manera de expresar el trmino paisaje, y el no-paisaje es, simplemente, arquitectura. El no-paisaje, la arquitectura como cualquier obra del ser humano que no sea paisaje, seala esta consciente separacin entre el artificio y la naturaleza. Conviene apuntar brevemente este punto de separacin, para no caer en malentendidos: Natural se considera todo aquello que de alguna manera permanece intacto, y todava no ha sido tocado (adulterado) por la mano del hombre59. Lo cual no quiere decir que artificio y naturaleza

Fig.12. Antropizacin extrema en la Amazonia brasilea. Rondonia, Brasil, 2000 a 2008.

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Albelda, J. y Saborit, J. Op.Cit. Naturaleza y artificio, p.41

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sean un opuesto, sino que forman parte de un todo: Conviene hacer notar el error que por lo general subyace tras la culpabilizacin de la tcnica [] Una Naturaleza clida que va siendo asfixiada por la fra Tcnica no es slo una sandez sensiblera, sino algo que funciona como biombo para tapar el paisaje real60. Artificio es pues tambin Naturaleza. Ser humano, su obra y su entorno son entonces inseparables: El hombre ser naturalizado el da en que asuma plenamente el artificio renunciando a la idea de la Naturaleza misma, que puede ser considerada como una de las principales sombras de Dios61. Indagando sobre la tendencia humana al antropocentrismo podemos llegar a una agrupacin de las diferentes cosmovisiones humanas en dos concepciones principales, una que asume su interdependencia con el entorno, principalmente vinculada a filosofas orientales o cosmovisiones indgenas62, y otra que presupone la escisin entre cultura y naturaleza. A este grupo pertenece nuestra cultura occidental, heredera de una visin judeocristiana del mundo: la Naturaleza es territorio de explotacin por designio divino63. As nos consideramos en occidente herederos y centro del universo. Hemos tendido siempre hacia el antropocentrismo ser humano centro de todo a causa de esta influencia, radicalizndose esta postura tras la industrializacin, eliminando el vnculo que antes mantenamos con el medio: Una Naturaleza que el hombre domina y que puede encauzar segn sus necesidades no puede ser divinizada en el mismo sentido que antes, debe responder o bien a una mecnica azarosa o a los designios60

Albelda, J. y Saborit, J., Ibdem, p.43 Ms veraz sera decir que el culto humano al Progreso (luego Desarrollo) ha acabado degradando mucho las condiciones de vida, y que por eso convendra ser extremadamente circunspecto al participar en sus ceremonias Escohotado, Antonio, en Albelda, J. y Saborit, J. Op.Cit. Naturaleza y artificio, p.44 61 Rosset, C.: La antinaturaleza, Taurus, Madrid, 1973, pp. 9-10, en Albelda, J. y Saborit, J. Ibdem. p.42. 62 Taoismo y confucionismo, u otras de un nivel de desarrollo pre-industrial. Maz Aguirre, Toms. Op.Cit. p.21 63 La llamada a la domesticacin que el Gnesis nos ofrece se ha denunciado repetidamente como origen de una concepcin del mundo que ha propiciado el desastre actual, considerando a la Naturaleza como objeto, territorio para ser ordenado y materia prima, negndole la entidad y el respeto que en otras culturas se le profesaba. Albelda, J. y Saborit, J. Op.Cit. p.71. Sirva como recordatorio las palabras del Gnesis: Y Dios los bendijo diciendo: Sed prolficos y multiplicaos, poblad la tierra y sometedla (Gnesis: 1,28. Citado en Maz Aguirre, Toms. Op.Cit. p.22.)

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de un Dios creador que la transciende y nos transciende [] la especie humana se constituye en el centro de la creacin, disponiendo de la capacidad de disfrute y dominacin de todo lo dems -la Naturaleza- para reafirmar su cultura y facilitar su vida64. Es en el contexto del nacimiento de la modernidad tras la Revolucin Industrial que se comienza a designar funciones al territorio sin preocuparse de la matriz en la que el ser humano se halla. La ciudad moderna comienza a tomar forma, convirtindose en el verdadero smbolo de desarrollo, y aumentando la distancia cada vez mayor con las anteriores culturas esencialmente rurales65. En la incipiente Revolucin Industrial se considera a la Naturaleza como materia prima de la revolucin que se est llevando a cabo. Es en este momento preciso en que lo natural fsico comienza a declinar en su magnificencia e inconmensurabilidad que surge el sentimiento mitificador de la Naturaleza66 vinculado al Romanticismo, que la profesa un culto de grandeza desde el que no intentar representarla fiel a su realidad sensible, sino desde la idealizacin de su belleza. Los paisajistas romnticos intentan expresar el sentimiento inasible de lo sublime a travs de una escenografa que supera cualquier lugar posible67. As, a la vez que hemos destruido el medio con la idea de inagotabilidad lo hemos ensalzado como algo grandioso que nos supera y que hemos de conquistar hasta su ltimo suspiro. El arte ayudar en esta faena engrandecedora, estereotipando tambin la naturaleza, colocndola en el objetivo del occidental antropocentrista, vehiculando las pasiones que hacia ella siente y el posicionamiento que sobre ella quiere ejercer. Como apuntbamos antes, esta continua va de relacin con el medio como territorio de explotacin nos ha llevado a un consecuente alejamiento o separacin de la relacin que el ser humano mantena con el mismo: La Naturaleza, desde esta nueva perspectiva, va perdiendo su dimensin global como entidad completa, viva, que marcaba el ritmo del64 65

Albelda, J. y Saborit, J. Op.Cit., p.68. Ibdem, p.87. 66 Ibdem, p.81. 67 Ibdem.

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ser humano con sus propios ciclos y era rentable por su misma vitalidad, pasando a valorarse en funcin de su muerte, como materia inerte y transformada con la que se construir todo un reino de artificio. El cambio sufrido en la economa durante el trnsito de la etapa agrcola a la industrial, implica un profundo alejamiento de la estimacin de lo natural como origen directo de riqueza -tierra y cultivos-, para convertirse en recurso material abstracto que debe ser sometido a un complejo procesamiento para que adquiera valor como manufactura68.

Fig. 13. El caminante sobre el mar de nubes. Caspar David Friedrich. 1817-1818.68

Ibdem, p.87.

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Aun hoy, bajo la presin de la crisis medioambiental y entrando en una nueva era - S. XXI - en la que debera cambiar radicalmente nuestra relacin con el medio, continuamos contemplando el territorio desde este punto de vista antropocentrista como lugar a explotar, situndolo bajo nuestro dominio: seguimos manteniendo modelos de produccin no concientizados en un momento histrico crucial. La idealizacin de la naturaleza herencia del romanticismo nos ha llevado a una banalizacin del territorio: Pensamos hoy en el territorio como un ente separado a nosotros, observndolo desde nuestra posicin de superioridad al igual que en el cuadro de Caspar David Friedrich, El caminante sobre el mar de nubes, custodindolo a nuestros pies personificndonos como sus conquistadores, pero admirndolo aun como obra suprema -sublimedonde esparcirnos en nuestro tiempo de ocio. Ante esta situacin de prdida parece pertinente el posicionamiento que Guattari persigue con la enunciacin de su concepto de ecosofa, articulacin tico-poltica entre los tres registros ecolgicos (el del medio ambiente, el de las relaciones sociales, y el de la subjetividad humana) que contempla como nica solucin que puede realmente enfrentar el reto de cuestionar radicalmente (de raz) la problemtica global en el conjunto de sus implicaciones: Hemos de lamentar la prdida de las referencias estables del pasado? Debemos desear una parada en seco de la historia? [] Slo si se forjan nuevos territorios transculturales, transnacionales, transversalistas y universos de valor liberados de la fascinacin del poder territorializado, se podrn encontrar salidas a la actual situacin estancada del planeta. La humanidad y la biosfera juegan la misma partida, y el porvenir de las dos depende de la mecanoesfera que las envuelve. En otras palabras, no podemos pretender recomponer una tierra humanamente habitable sin reformular las finalidades econmicas y productivas, los planes urbansticos y las prcticas sociales, culturales, artsticas y mentales. La mquina infernal de un crecimiento econmico ciegamente cuantitativo, que no tiene en cuenta su impacto humano y ecolgico, y que adems est situado bajo los exclusivos

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Fig.14. Pastos de ganado en rea deforestada. Rondonia, Amazonia occidental, Brasil, 2009

auspicios de la economa del beneficio y el neoliberalismo, debe dar paso a un nuevo tipo de desarrollo cualitativo que rehabilite la singularidad y la complejidad de los objetos del deseo humano69

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La verdadera respuesta a la crisis ecolgica solo podr hacerse a escala planetaria y a condicin de que se realice una autntica revolucin poltica, social y cultural70. Una verdadera respuesta que englobe a todas las esferas sociales buscando una implicacin desde la individualidad y la colaboracin desde la especializacin profesional, tambin desde el arte. Es necesario llegar a modelos de relacin con el territorio ms acordes con la urgencia de la situacin actual, modelos de antropizacin equilibrados71 que busquen formas de explotacin ms conscientes y minimizadas en sus consecuencias. Nos hemos caracterizado por un antropocentrismo extremo y totalitario (de mxima antropizacin del69 70

Guattari, Felix. Practicas ecosficas y restauracin de la ciudad subjetiva, Op.Cit. Guattari, Flix. Las tres ecologas. Pre-textos. Valencia, 1990. 71 Como pueden ser la agricultura ecolgica, la arquitectura bioclimtica o el ajardinamiento autctono.

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territorio), este es el modelo dominante correspondiente a la cultura hegemnica occidental. Las consecuencias que el planeta y sus pobladores sufren hoy son prueba de que no es viable su continuidad: actualmente estamos superando la huella ecolgica72 que el planeta puede soportar, usando sus recursos a un ritmo superior a su capacidad de regeneracin. A pesar de que el planeta continuar su dinmica, se perder mucha riqueza irrecuperable. El modelo que seguimos es insostenible y est abocado a su fin. As como todas las civilizaciones precedentes han tenido su declive (en un ciclo de crecimiento, plenitud, decadencia y muerte) la nuestra tambin debe buscar su cambio.

Fig.15. Rock of Ages #15. Cantera en Vermont, EUA. Edward Burtynsky.

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Indicador ambiental definido como: "El rea de territorio ecolgicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistema acutico) necesaria para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una poblacin definida con un nivel de vida especfico indefinidamente, donde sea que se encuentre esta rea". Desde un punto de vista global, se ha estimado en 1,8 ha la biocapacidad del planeta por cada habitante, o lo que es lo mismo, si tuviramos que repartir el terreno productivo de la tierra en partes iguales, a cada uno de los ms de seis mil millones de habitantes del planeta, les corresponderan 1,8 hectreas para satisfacer todas sus necesidades durante un ao. Con los datos de 2005, el consumo medio por habitante y ao es de 2,7 hectreas, por lo que, a nivel global, estamos consumiendo ms recursos y generando ms residuos de los que el planeta puede generar y admitir. Wackernagel, Mathis y Rees, William, Nuestra Huella Ecolgica, LOM, Santiago de Chile, 2001. Interesante consulta tambin la pgina de Global Footprint Network en www.footprintnetwork.org

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1.1.6. El turismo como maquina antropizadora del capitalismo. Dentro de las estrategias antropizadoras del ser humano

encontramos el turismo como caso peculiar, que enlaza la explotacin del territorio con la necesidad de ocio. A la necesidad capitalista de ocupar el tiempo de ocio como lugar de mercantilizacin hasta la extenuacin (el conglomerado turstico es ya la primera industria mundial), incluyendo como algunos han supuesto la mercantilizacin de la experiencia, se suman los impactos del turismo en sus distintas formas de creacin de territorio. Las actividades tursticas crean territorio73. El turismo es una mquina creadora de ocio necesaria para el sistema capitalista, que precisa de ella para mantener satisfecho a su productor y asegurar as su perpetuacin, basndose para ello en su ciclo preconfigurado de trabajo y descanso. Este descanso, direccionado al ocio a travs de la generacin de deseo en el productor por vas (herramientas del capitalismo) como la publicidad, el marketing y la creacin de imaginarios, culmina en el turismo como maquina perfecta para llevarse a cabo. El deseo es usado por el capitalismo generando estereotipos que idealizan tanto el territorio como a sus pobladores, sus paisajes, su clima crendose as un espectculo total. A partir de la idealizacin del territorio nacer el impulso de satisfacer ese deseo: el sistema que explota al productor le ofrece a su vez productos deseables para activar en l la sensacin de satisfaccin y realizacin en un tiempo de ocio ganado a pulso. Tras once meses trabajando llegar el verano donde poder viajar a lugares exticos, tras una semana laboral llega el fin de semana para poder huir de la vida urbana y esparcirse en la naturaleza. Le ofrece as la capacidad de regeneracin a travs del viaje y la experiencia turstica, tiempos de excepcin. En todas partes donde es posible, el imaginario de la experiencia turstica se construye con la ayuda de los creadores de sentido, ofreciendo un tiempo de estado de excepcin, que permite73

Archipilago, Presentacin de la carpeta n 68 en Clase: Turista. Revista Archipilago nm. 68, Ed. Archipilago, Barcelona, 2005.

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literalmente escapar de las condiciones de una vida de miseria en los territorios de lo urbano. El turismo es, as, parte de las biopolticas que ayudan a resolver la permanente confrontacin cotidiana de los ciudadanos con sus condiciones reales de existencia. Es verdaderamente un tiempo excepcional (descubrimiento, placer, recreo) o la prolongacin agobiante de un trabajo agobiante? En todo caso, su excepcionalidad no resuelve nada: siempre hay que volver74. Frecuentemente la experiencia turstica se direcciona a llevarse a cabo en la naturaleza, ya sea por medio del turismo rural en bsqueda de parajes inigualables y pintorescos (otra vez herencia romntica) y culturas olvidadas, ancestros nuestros por los cuales accedemos a nuestra memoria, o bien por experiencias de carcter efmero que persiguen un disfrute mximo del entorno natural en el mnimo tiempo posible exigido, como es el caso de los deportes de riesgo realizados en espacios naturales, para as poder volver pronto a la vida productiva. Cuando en medio de la brutal reconversin del medio rural, se apuesta por el turismo

Fig.16. Prctica del barranquismo en plena naturaleza.

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Archipilago, Presentacin de la carpeta n 68, Op.cit.

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rural como alternativa de vida, se siembra de reas de descanso, deportes de aventura, macroconciertos, servicios de ocio y entretenimiento para visitas espordicas de los trabajadores urbanos. Hay una peligrosa tendencia a enterrar realidades, hasta llegar al paisaje rural como postal, o parque temtico75. La bsqueda de la experiencia en estas actividades no deja de apuntar una necesidad de vnculo, de unin con el medio del que estamos prcticamente desconectados. Lo cual es a su vez seal del fracaso de la vida buena en la metrpoli (neurosis, modelo insostenible, etc.). Aparecen as nuevos escenarios de ficcin donde se proyectan las visiones del entorno primario, elaboradas desde la imaginacin urbana. As se forma un circuito cerrado, en un primer orden como equipamiento de tiempo libre y parque natural76. El turismo supone la prctica de la movilidad, rasgo inequvoco del ser humano contemporneo, una movilidad que conlleva no slo el traslado en el espacio (ilusin de movimiento ya que el turista no sale del modelo que ya ha visto mil veces en su casa77), sino tambin la movilidad de capitales, de las ciudades y de la historia, de las ficciones, de los mitos, de los discursos y valores, y sobretodo una permanente movilidad de las imgenes [] una prctica contempornea la de la movilidad diferente segn el lugar desde el que se hable: presente perpetuo y espacio puro, desterritorializado para los globalizados; imposibilidad del presente y espacio fsicamente limitado, para los localizados. Los usos del tiempo y del espacio estn claramente diferenciados y al mismo tiempo

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Graca-Dory, Fernando, El fin del paisaje, (no publicado). Aranberri Landa, Ibon. Dam-dreams, en VV.AA. (Enguita Mayo, Nuria; Marzo, Jorge Lus; Roman, Montse coord.) TOUR-ISMES, La derrota de la dissensi. Itineraris crtics. Fund. Antoni Tapies. 2004, Barcelona. 77 El turista permanece siempre en el mismo sitio mientras se le van pasando las imgenes que ver, de vuelta a casa, desde su silln. En realidad, va viendo por adelantado las fotos del viaje y est siempre, en consecuencia, en el lugar desde el que las ver a su regreso. Al mismo tiempo, en Tnez, en Estambul, en Tombuct, en Bombay, en Cancn, el turista se traslada slo de un nolugar a otro los mismos aeropuertos, la misma cadena hotelera, los mismos autobuses, los mismos servicios indiscernibles de la misma agencia. Si inmigrante es el hombre que nunca ha estado en su propio pas y por lo tanto tampoco puede volver, turista es paradjicamente el que no ha salido nunca de l. Alba Rico, Santiago, Turismo: la mirada canbal, Clase: Turista. Revista Archipilago nm. 68, Ed. Archipilago, Barcelona, 2005.

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son diferenciadores78. En efecto, el turista se puede contemplar como la figura antagonista del inmigrante, los cuales se cruzan en el itinerario de su viaje en flujos desiguales, reproduciendo la explotacin econmica a nivel planetario: turismo y emigracin constituyen dos formas diferentes de desplazamiento poltico en el espacio79. La experiencia mercantilizada y alienada de la prctica turstica aleja ms que acerca al turista del lugar que visita. Su mirada est predefinida (fotografa lo que ya conoce previamente por imgenes mediatizadas), y es performativa: determina permanentemente la conducta de unos nativos que slo existen para ellos80. La poblacin del lugar tiene que disfrazarse para participar como protagonistas del Parque Temtico, espectculo que el turista espera ver. Cuando el turismo se coloca como nica opcin nos transformamos en un remake de nuestros

Fig.17. Bandoleros Tours, turismo rural con secuestro incluido de los visitantes.

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Bauman, Zygmunt, Globalitzaci. Les consequencies humanes (1998) (Barcelona: Prtic y Edicions de la Universitat Oberta de Catalunya, 2001), citado en Enguita Mayo, Nuria, Tourismos, Ibdem. 79 Alba Rico, Santiago, Astucia y racismo, Estado 'natural', Archipilago, n 15, citado en Alba Rico, Santiago, Turismo: la mirada canbal, Op.Cit. 80 Alba Rico, Santiago, Ibdem.

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Fig.18. Turismo cultural indgena en Santa Fe, Nuevo Mxico, EUA.

antepasados, disfrazndonos como ellos81. El turismo impone hoy un disfraz identitario a los locales, les guste o no, para poder subsistir de los recursos que este genera. Las comunidades vern as cmo las caractersticas que conformaban su identidad y riqueza cultural, se diluirn a favor de responder a las nuevas necesidades surgidas a raz del crecimiento del turismo, satisfaccin de las exigencias del estereotipo de identidad y de territorio que el turista busca en su viaje. Se vende as la esttica local transformada en estereotipo: la paella, la fallera, los toros, la sevillana, la playa soleada, etc. Es la pervivencia actual de muchos de los tpicos elaborados a partir de los diarios de viajeros romnticos principalmente franceses e ingleses que visitaron Espaa y sobretodo Andaluca, y forjaron nuestro posterior carcter nacional, proceso para

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Lippard, Lucy. La ciudad disfrazada. El impacto del turismo en Santa Fe. Conferencia impartida en los encuentros Sobre Capital y Territorio, la construccin de un sueo. UNIA, Sevilla, 16 de octubre de 2009.

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Fig.19. Pervivencia actual de los tpicos culturales sobre Espaa.

nada ajeno a la identificacin de Espaa como Oriente82. Lo espaol como rasgo diferenciador al ms puro Spain is different83 aun est vigente. Pero el turismo no lleva consigo solamente repercusiones culturales, sino una consecuente antropizacin agresiva del territorio para el desarrollo de sus infraestructuras, un alto impacto en el desarrollo de sus formas de intervencin a travs de la urbanizacin. El parque temtico, como el shopping-mall o ahora los conglomerados comerciales82

Calvo Serraller, Francisco, La imagen romntica de Espaa. Arte y arquitectura del siglo XIX, Madrid, Alianza, 1995, citado en Enguita Mayo, Nuria. Tour-ismos, Op.Cit. 83 Campaa turstica internacional lanzada por el franquismo en el 1964 ilustrada con toreros y sevillanas vestidas con trajes de volantes. "En general, los britnicos tienen una visin equivocada de Espaa. Piensan que toda ella es como la Andaluca de hace 40 aos y que Espaa es una nacin indivisible. Es una visin interesada, promocionada por los gobiernos espaoles y sus embajadas y oficinas de turismo. Me hace creer que las autoridades espaolas piensan que la atraccin del pas todava estriba en el 'Espaa es diferente', el lema de Manuel Fraga de los aos sesenta. Puede ser diferente pero intentemos no falsificar la verdad. Muchsima gente todava llega a la Costa Brava o a Barcelona ignorando que est en Catalua" Eaude, Michael citado en Gmez, Lourdes, Cmo acabar con el 'Spain is different', El Pas, Ediciones El Pas, Madrid, 07/08/2006

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urbanos dependen de la construccin de un paisaje y de la cuidadosa planificacin del movimiento urbano a travs del espacio84. En el caso ibrico la mayora de los espacios tursticos de masas de nuestro litoral han agotado su ciclo expansivo como productos tursticos e incluso sus suelos, dejando una herencia de difcil resolucin. En algunos casos, son territorios urbanos de la mxima complejidad e inters. Crece en ellos el sector residencial inmobiliario sobre las cenizas de los antiguos territorios pretursticos y en la realidad de los paisajes banalizados del turismo de masas85. Ante tanta desolacin provocada por el disfrute de unos para el deterioro de la calidad de vida de otros, se puede hacer algo?. Los gestores del territorio, conscientes de la gravedad de los problemas medioambientales de la maquinaria turstica, utilizan como consigna la sostenibilidad, sin proporcionarle el debido sostn, e incluso se reclama para el turismo vendiendo espacios altamente antropizados como espacios verdes o naturales. Todo est conducido desde un exterior con respecto a la comunidad: se planifica lo ya planificado en mbitos de decisin lejanos. En todo caso, quedan reducidos a la calificacin del suelo, la especificacin de sus ordenanzas reguladoras y la planificacin de ciertas infraestructuras. La ilusin urbanstica y planificadora adquiere un preocupante aire de cancin compuesta apresuradamente con letras donde se incluye lo polticamente correcto86. Se hace necesario un territorio en el que la comunidad cuente con voz propia para gestionar su medio. Lucy Lippard87 plantea la pregunta de s es posible un turismo a nivel local diferente, inteligente, en el que el pueblo local se enfrente al pueblo globalizado, valorizando su cultura frente al estereotipo que el turista busca en ellos. Para ello propone el rediseo de las guas tursticas elaboradas por las comunidades locales junto al trabajo de los artistas.

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Enguita Mayo, Nuria. Tour-ismos, Op.Cit. Archipilago, Presentacin de la carpeta n68, Ibdem. 86 Archipilago, Ibdem. 87 Lippard, Lucy. La ciudad disfrazada Op.Cit.

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Se hace necesario generar nuevos paisajes de referencia con los que la gente se pueda identificar. Joan Nogu88 contempla tres vas que se suelen adoptar ante esta demanda: 1/ Va del laissez faire89 que ha comportado la aparicin de paisajes banales y mediocres, en un territorio sin rumbo y sin personalidad, desposedos de su carcter primigenio. Esta va responde como es obvio a las dinmicas propias del capitalismo inmobiliario. El sector ms radical pretende eliminar del imaginario colectivo los arquetipos paisajsticos, los paisajes tradicionales de referencia. Defienden abiertamente esta va para eliminar el problema de la representacin: eliminada la representacin, eliminado el problema. 2/ La segunda va apuesta por reforzar ms los paisajes tradicionales de referencia y sus representaciones. Su propuesta consiste en retornar a los orgenes, olvidarnos de los paisajes cotidianos indeseables, dejndolos apartados en su categora de no visibles, lo que acaba trayendo un localismo neorromntico acrtico y retrgrado. 3/ La tercera va se centra en la intervencin pensada y participada, socialmente consensuada. Nogu la seala como la nica capaz de revisar y no avasallar los paisajes tradicionales de referencia, ampliando el espectro e introduciendo nuevos elementos identitarios que nos han llegado con la globalizacin, que se pueden fusionar perfectamente con los autctonos. La identidad de los lugares se ha visto en efecto trasvasada, pero no avasallada. Han aparecido no-lugares, pero no se ha perdido el sentido de lugar. Aun hay muchos espacios que expresan sentimiento de comunidad y de identidad territorial. Los seres humanos continan creando lugares en el espacio imbuyndoles significados. Se hace necesario explorar ms la experiencia de estar situados en el mundo.

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Nogu, Joan A la recerca del discurs territorial i de limaginari paisatgstic, Op.cit. pp.23,24. Expresin francesa que significa "dejad hacer, dejad pasar", refirindose a una