CONMEMORACIONES MEDIÁTICAS DEL PASADO RECIENTE EN ARGENTINA

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    CONMEMORACIONES MEDITICAS DEL PASADORECIENTE EN ARGENTINA

    Por: Eva Da Porta

    Interrogantes iniciales

    Quin define este presente desde el que hablamos?Homi Bhabha

    La memoria, como dimensin constitutiva de toda cultura, se ha vueltoen la actualidad una preocupacin central en las discusiones y debatesde las ciencias sociales y los estudios culturales. Pero tambin endiversas propuestas de intervencin poltica y en la produccin de laindustria cultural, el pasado y la memoria concitan en las ltimas

    dcadas un inters especial. Sin embargo, esta atencin centrada enla memoria no alcanza para abordar en su totalidad un fenmeno tancomplejo y conflictivo, que ha llegado a constituirse en un rasgo depoca, una suerte de cultura de la memoria (Huyssen, 2000:16)marcada por un giro hacia el pasado que, (...) contrasta de maneranotable con la tendencia a privilegiar el futuro, tan caracterstica de lasprimeras dcadas de la modernidad del siglo XX (Huyssen,2002:13).

    En nuestro pas, el vnculo entre memoria y olvido adquiere particularrelevancia debido al pasado reciente de quiebres institucionales,terrorismo de estado, dictaduras, etc., acontecimientos que pueden

    definirse como catstrofes sociales1, con profundas consecuenciasen el tejido social. Schmucler pone el nfasis en un aspecto centralque ordena la bsqueda de la memoria: En la Argentina estamosenvueltos en un torbellino de voces que claman por la memoria. Lamemoria de qu se intenta fortalecer, o recuperar oconstruir? (Schmucler, 2000:6)

    Estos interrogantes, que involucran una dimensin poltica y tica,constituyen los ejes desde los cuales nos proponemos reflexionarsobre la construccin meditica de la/s memoria/s polticas del pasadoreciente en Argentina.

    Las conmemoraciones fechas, aniversarios- constituyen un espacioproductivo para estudiar los conflictos de los que son objeto lasmemorias. Fijan, cristalizan, y materializan el recuerdo de unacontecimiento concreto y lo ponen en escena en la esfera pblica sumbito natural de realizacin-.Desde la perspectiva se hace necesarioconsiderar la dimensin meditica presente en la constitucin de estaesfera. Los medios no seran un mero registro neutral de esasmemorias, sino su condicin de posibilidad y existencia social. En esemarco nos preguntamos, qu papel juegan los medios decomunicacin en esa lucha por imponer y hegemonizar los sentidos enlas conmemoraciones de acontecimientos conflictivos que se

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    constituyen como un lmite, un quiebre institucional y discursivo ?

    Los acontecimientos que se sucedieron en nuestro pas entre el 19 y el21 de diciembre de 2001 y que llevaron a la Nacin al borde de la

    disgregacin estn atravesados, en su emergencia, por una presenciameditica constitutiva. Esta presencia no se circunscribe a una meracobertura de los hechos sino que interviene en su definicinperformativamente al constituirlos como acontecimientos de la esferapblica nacional. Esta imbricacin, entre discurso meditico, espaciode lo pblico y esfera poltica se pone en evidencia con particularfuerza en situaciones de catstrofe social, como la que estamosplanteando. Acontecimientos relevantes en trminos sociales como elcacerolazo o los saqueos en el gran Buenos Aires no pueden seranalizados sin considerar la incidencia constitutiva de la coberturameditica. No slo el tiempo sino bsicamente el ritmo, la cadencia

    social de esos acontecimientos estn atravesados, formateados porlos dispositivos tecnodiscursivos. (Derrida, J. 1998).No habraposibilidad de plantear dos esferas independientes: la real social y lameditica, tal como lo sealan aquellas perspectivas que abordan lamediatizacin como condicin de existencia actual; desde los planteosiniciales de Pierre Nora, pasando por Eliseo Vern o Jacques Derrida.(P. Nora. 1967. Vern, E.1987, Derrida, J.1998). Frente a estacomplejidad es quizs necesario comenzar a interrogarse por estaperformatividad meditica, por sus mecanismos discursivos deimposicin que hacen que hoy, parte de la realidad social, no slo seconstruya mediticamente sino que ciertas dimensiones de la vidasocial no puedan ser analizadas sin considerar la profunda implicacinde los medios. En ese sentido J. Derrida seala esta profundacomplicacin entre discurso meditico y acontecimientos sociales alconsiderar que aquellos hechos que los medios constituyen enactualidad, ese cribado interpretativo no se limita slo a la esfera delos medios, sino que se impone desde el umbral de toda percepcin otoda experiencia finita en general (Ibd.: 58)

    Narrativas del presente

    La definicin performativa de los acontecimientos de diciembre de2001 que realizaron los medios los instituy como acontecimientospolticos de relevancia nacional. Este trabajo simblico se realiz conla ayuda de herramientas retricas y estrategias discursivaspreviamente existentes en el marco de una formacin discursivasuperior: el discurso de la actualidad.

    La actualidad como condicin de produccin de estos acontecimientosles imprimi sus propias marcas semiticas y les impuso algunaslecturas y estructuras de sentido propias; desde ciertas tramasnarrativas tales como la crnica policial para relatar los saqueos, hasta

    cierto tono histrico inicial dado por el tratamiento documental al

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    cacerolazo del 20 de diciembre.

    El carcter disruptivo de estos acontecimientos fue controlado porestas narrativas de la actualidad que desde tramas previas llenaron el

    vaco de sentido2

    creado por la emergencia conflictiva de estasexpresiones sociales. Este discurso marc las coordenadas del relato,a partir de una clara posicin enunciativa centrada en el formatonoticia de ltimo momento, en la crnica como relato predominante yen la transmisin en vivo y en directo como modalidad de contactodominante. Este tono de urgencia, emergencia, imprevisibilidad y ciertadosis de contingencia hizo que la TV y su capacidad de transmitir endplex y mltiplex funcionara como el medio privilegiado de controldiscursivo del acontecimiento, como mapa ordenador del caos social.

    Los canales que hicieron cobertura en directo sostuvieron la estructura

    del informativo tradicional con conductores en el piso que daban pasoa las crnicas en distintos escenarios simultneamente (saqueos en elGran Buenos Aires, manifestaciones en los barrios capitalinos,cacerolazos, represin policial en el Congreso) y con entrevistas enestudio a especialistas en anlisis econmico, marketing poltico,encuestadores y algunas personalidades de la cultura, excluyendomayoritariamente a polticos.

    Que los acontecimientos sealados se hayan desencadenado sinprevisin posible, al menos para la gran mayora de los argentinos, yque por lo tanto hayan sido transmitidos en directo, rompiendo larutina de programacin televisiva y los formatos de edicin de losdiarios, no debe ocultar el verdadero trabajo narrativo de los mediosque no slo operaron como espacio de emergencia, visibilidad ytransmisin de los acontecimientos de diciembre de 2001 sino tambincomo lugar de significacin, interpretacin y evaluacin.

    La actualidad, ms all de los distintos gneros que la conforman, esla estrategia discursiva central a partir de la cual, los mediosconstruyen lo real social en un presente continuo. (Vern, E.1987 : V).Esta construccin tiene fundamentalmente una estructura narrativa en

    tanto lo real social es construido a travs de relatos que ponen enescena conflictos sociales que se desarrollan temporalmente entramas previamente codificadas. La forma narrativa asegura, comodice H. White, la realidad de los acontecimientos relatados en tanto unnarrador autorizado, para describirlos caracterizarlos y evaluarlos, losubica en un marco de sentido y los comunica a un destinatario.( Hyden White:1987: 37). Las narrativas de lo real requieren la voz deun sujeto autorizado moralmente para hacerse crebles, por lo que suejercicio debe entenderse como una prctica social que confierepoder/control social a quien la usa en la medida en que el narradorqueda investido de los valores y legitimidad necesarios para tomar la

    palabra. (Mumby.1997: 72)

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    La nocin de narrativa3 es un concepto importante para analizar elmodo en que los medios y en particular el discurso de la actualidadproduce esa trama simblica que construye el presente social endevenir (Vern, E, 1987:V) pues sobre el registro de acontecimientos

    del relevancia social, intentan develar sus significados, conformandomarcos interpretativos, cuyas tramas le dan coherencia y sentido. Sibien la nocin de narrativa est estrechamente vinculada al lenguajeoral y escrito y a las estructuras del relato por las que esta materialidaddiscursiva organiza la comprensin del mundo, es de sumaproductividad su aplicacin al anlisis de los relatos mediticos queson discursos complejos ( imgenes, textos, audio, etc.) desde loscuales hoy nuestra cultura configura gran parte de su presente.

    El discurso de la actualidad funciona narrativamente porque el relatodel mundo social es fundante en la medida en que se ubica desde el

    presente, desde la contemporaneidad de la experiencia de losinterlocutores4. Esta capacidad performativa, -que es posible en lamedida en que construye un presente compartido entre enunciador yenunciatario-, vincula el funcionamiento de las narrativas mediticascon la problemtica del control social5, puesto que los periodistas ycomunicadores mediticos cuentan con autoridad cultural para sernarradores de los acontecimientos del mundo real y adems enmuchos casos para determinar narrativamente las versionespreferenciales (Zelizer, B:190 en Mumby 1999)

    Los relatos de los acontecimientos de diciembre fueron desordenadosy episdicos, pero mantuvieron en todos los casos unaestructura narrativa de actualidad que les dio orden y coherencia apartir de tramas articuladas en torno a la pica, la tragedia, la gesta ydel uso de gneros periodsticos narrativos tales como la crnicapolicial, la entrevista poltica y el informe especial. Pero el papel de lanarrativa se hizo particularmente importante en las conmemoracionesdel 2002 y del 2003, puesto que all se pusieron en juego las distintasversiones de lo ocurrido, ponindose en disputa distintos valorescognitivos y legitimidades discursivas para imponerlas.

    Memorias de diciembre y control socialLa relacin entre estos acontecimientos y las narrativas de actualidadno se reduce a su momento performativo de emergencia social, sinoque se hace extensiva a sus conmemoraciones posteriores. La lgicadiscursiva de la actualidad y sus tramas son tambin la matriz desde lacual fueron rememorados. Las memorias mediticas de 2002 y de2003 fueron producidas desde esta formacin discursiva, losacontecimientos se conmemoraron desde la urgencia del presente dela actualidad y desde estos discursos los medios iniciaron un procesode constitucin de memoria caracterizado por cierto tono de efemride,

    ms vinculado al calendario meditico que a las demandas sociales dememoria expresadas por distintas agrupaciones polticas en las

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    manifestaciones y actos callejeros.

    Si bien, todo proceso de memoria se realiza desde las condiciones delpresente, (Jelin, 2002, Pollack) el papel que juegan los medios en la

    definicin de los sentidos y las memorias sociales debe contemplar aesta formacin discursiva propia de la cultura de los medios como unmarco significativo fundamental, como un horizonte de sentido. Lasconmemoraciones mediticas de los acontecimientos de diciembre de2001 pueden considerarse como parte de lo que Bernard Stieglerdenomina el proceso global de exteriorizacin de la memoria queestara estructurado por modelos y lgicas que definen el conocimientodel mundo. Son formas de organizar la memoria colectiva queestaran en manos fundamentalmente de los medios de comunicacinmasiva.(Stiegler, B en Derrida, J.1998)

    El papel que juegan los medios electrnicos y digitales en laconformacin de las memorias colectivas es una temtica pocoexplorada y no se ha estudiado lo suficiente, no obstante, en la ltimadcada el fenmeno ha comenzado a ser reconocidofundamentalmente vinculado al estudio de la temporalidadcontempornea. En trminos generales, los medios masivos seasocian a la aceleracin de la experiencia del tiempo contemporneo ya la aniquilacin de las memorias. La centralidad del presentecontemporneo como temporalidad hegemnica est claramentevinculada al desarrollo de lo que Derrida llama lateletecnodiscursividad meditica.

    No obstante, se plantea correlativamente un proceso aparentementeopuesto y es lo que P. Nora designa como la era de laconmemoracin (en Jelin:.2002: 3), que se caracteriza por unainvasin del pasado en el presente que lo disloca, lo desarticula,exigindole reinterpretaciones y respuestas constantes que seexpresan en infinidad de prcticas de conmemoracin. En algunoscasos, el exceso de presente de nuestra poca termina por convertir aesas memorias, en meros recordatorios, sin ms significado que el deuna efemride, el de una fecha congelada, cuyos sentidos no se

    renuevan o estn controlados en rituales. Este ltimo funcionamientoparece estar predominando en los medios masivos que construyencalendarios anuales que deben ser llenados con recordatorios. Sinembargo esos procesos de estabilizacin y control de los sentidosestn siempre amenazados por el pasado mismo y por otras memoriaspblicas que disputan otros sentidos e intentan imponer otros rituales.Como dice Jelin: En la medida en que hay diferentes interpretacionessociales del pasado, las fechas de conmemoracin pblica estnsujetas a conflictos y debate. (Ibd.:52).

    Nuestra hiptesis seala que las conmemoraciones mediticas, al

    plantearse en su estructura como discursos performativos6

    , imponenmemorias. Memorias que sern reapropiadas por los grupos sociales y

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    resignificadas de distinta manera. Los acontecimientos que estamosanalizando fueron convertidos tempranamente por los medios enpasado, cuando an sus ecos no haban cesado y los reclamossociales que los generaron seguan sonando. La intencin meditica

    de recordarlos como parte del pasado es un mecanismo de control yde desactivacin poltica. La conmemoraciones de 2002 muestran conclaridad esta tensin entre el tratamiento documental televisivo y lasmanifestaciones pblicas.

    Los medios generan sus propias memorias al instalar en la esfera de lopblico y lo actual relatos del pasado fuertemente condicionados porsus rasgos tecnodiscursivos. Estos dispositivos de memoria son antesque nada empresas privadas que se rigen por una lgica defuncionamiento comercial y que, ms all de la pretendida estrategiade objetividad que parece guiarlas, es posible identificar, sin

    demasiada sutileza, con determinados lineamientos poltico-ideolgicos. Los medios como espacio de memoria, como archivos delo social prefiguran los imaginarios de lo memorable no slo por laseleccin temtica que hacen de los acontecimientos que merecen serrecordados, sino tambin por el modo en que esas memorias sonnarradas y por las lgicas de inters que las regulan. Al respecto A.Mattelart seala: Con el desarrollo del ciberespacio global se planteala cuestin de la modelizacin del conocimiento por una sociedadhegemnica, con el riesgo de realizacin de un recorte selectivo conrespecto a su propia memoria colectiva. (Mattelart, A.1999: 120) En talsentido, el autor plantea la tensin que produce en el espacio pblicola instauracin de la empresa privada y de la lgica de mercado comoun actor preponderante que define las reglas generales de gestin delos asuntos pblicos. Esas reglas son bsicamente enunciativas yretricas, definen quines pueden hablar, en qu espacios y tiempos yde qu modo pueden hacerlo acerca de los asuntos de orden pblico.

    La imbricacin pblico/ privado, caracterstica de nuestra poca, debeleerse en relacin al lugar que ocupan los medios en las memoriascolectivas en trminos de asuntos pblicos / intereses privados. Esosintereses privados son sostenidos por grupos sociales especficos,

    grupos empresarios, polticos y profesionales que se constituyen comolos nicos narradores autorizados y legtimos de acontecimientospolticos de relevancia social y pblica. Este punto es central paracomprender la compleja dimensin social y poltica de las narrativasmediticas que participan en la constitucin del espacio pblico, en lamedida en que, como seala B. Zelizer desempean un rolinstrumental en la definicin de construcciones preferenciales de larealidad (Zelizer, B en Mumby.1997: 247)

    Las conmemoraciones mediticas que estamos analizando sonconstrucciones de sentido hegemnicas no slo porque implican una

    seleccin de los acontecimientos recordados sino porque se muestrancomo las nicas versiones autorizadas de esos hechos. Es por eso

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    que estos discursos y sus sentidos preferenciales pueden convertirseen parte no slo de las memorias colectivas, en tanto argumentos,contenidos o lgicas discursivas para interpretar y recordar esoshechos7, sino tambin en captulos de la historia del pas.

    Por ello, el estudio de estas narrativas puede entenderse como elestudio de las memorias colectivas de un grupo social en particular, elde los emisores, el de las empresas periodsticas. Este grupo, adiferencia de otros, cuenta con una amplia capacidad deexteriorizacin y difusin de sus memorias y con un vasto poder deimposicin simblica, que contrasta con otras organizacionesincluyendo al Estado, que pueden tener inters o voluntad de memoriarespecto de los mismos acontecimientos. Esto no implica que losespectadores asuman estos relatos como verdades absolutas eindiscutibles para convertirlos en sus propias memorias. Estos

    procesos de apropiacin deben ser estudiados en toda su complejidady requieren de otros abordajes tericos y metodolgicos. Entre ellos,podemos citar los estudios de reconocimiento (Vern.1987) o derecepcin (Morley.1995) y los estudios antropolgicos que analizan, ensu propio contexto y segn sus propios condicionantes, las prcticas ysentidos que generan los espectadores y consumidores demedios.(Grimson.2002)

    Este anlisis, entonces, toma como objeto de estudio, las memoriasproducidas por los periodistas, productores y editores, en los informesespeciales difundidos en los medios argentinos durante el 2002 y el2003 con el propsito de conmemorar los acontecimientos dediciembre de 2001. La hiptesis central apunta a sealar con B.Zelizer, que estos emisores, en tanto enunciadores pblicos, ejercen elcontrol social a travs de los relatos que producen sobre losacontecimientos del mundo real. Esa modalidad de control socialimplica bsicamente el poder de imponer la versin legtima de loshechos sociales, en tanto relatos verdaderos producidos por sujetosautorizados en el espacio pblico.

    Mas all de la puja por imponer las propias versiones y significados es

    posible reconocer ciertas lgicas compartidas que permiten definir aesos sujetos como una comunidad interpretativa en tanto gruposocial que mantiene su cohesin a travs de sus narrativas, sus relatosy su retrica colectiva. (Zelizer, B. 1997: 248) La hiptesis de Zelizerapunta a sealar que la autoridad cognitiva de este grupo proviene delas propias retricas de auto legitimacin entre las que se destaca lacapacidad de definir el significado de los acontecimientos, mas quedescribir los hechos mismos. (en Mumby.1997: 246)

    Memorias mediticas y presente poltico

    No es posible analizar las memorias mediticas, de acontecimientostraumticos de gran impacto para la sociedad, de modo aislado, sin

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    considerar qu papel juegan otras instituciones que compiten porimponer sus propias memorias, versiones y rituales de conmemoracinrespecto de los mismos acontecimientos. Los medios son aparatosdiscursivos hegemnicos8, pero no operan solos en la cultura, sino que

    deben disputar esa hegemona constantemente reforzando o acallandootras versiones o apropindose de ellas en un complejo juegointertextual. Las conmemoraciones de los acontecimientos dediciembre de 2001 en Argentina, han sido, en los dos aossubsiguientes a estos hechos, patrimonio de la sociedad civilorganizada y de los medios de comunicacin. El Estado, frente a estosejercicios de memoria colectiva, aparece como una entidad ausenteponiendo en evidencia su clara voluntad de olvido o negacin y suintencin de no dejar huella o estra en el espacio liso9 de memoriaque construyen los medios masivos. Esta situacin exhibe con claridadel defasaje temporal fundamental que se plantea entre ambas

    instituciones, defasaje que no implica necesariamente oposicin oantagonismo entre medios y Estado, sino funcionamientos discursivosy lgicas enunciativas distintas pero muchas veces compatibles entrminos polticos. Esta tensin puede analizarse con bastante claridaden la relacin medios-menemismo, particularmente en la segundapresidencia10 donde es posible reconocer cierta lgica compatible yfuncional en tanto las denuncias mediticas trazaron narrativas de lacorrupcin sin una sancin legal final que terminaron por operar mscomo lugar de escenificacin del poder que como estrado judicial.

    Toda conmemoracin en el espacio pblico es objeto de disputas yconflictos porque pone en juego interrogantes como los que planteaJelin :Qu fechas deben ser conmemoradas? O en otras palabras,quin/es quiere/n conmemorar qu? (Jelin.2002:2).

    Diciembre 2001 fue tempranamente llevado al pasado por los medios,y esta operacin discursiva, en apariencia ajena a la voluntad delEstado, contribuy a la creacin de un clima social de pacificacin ,desmovilizaciny re-ordenamiento institucional compatible con elprograma poltico de Duhalde en2002 y a cierto imaginario de lareconstruccin nacional y la solidaridad expandida ms funcional a la

    estrategia poltica del gobierno de Kirchner en 2003. Si bien no esposible hablar de un vnculo directo entre intereses polticos ymediticos, si lo es reconocer cierta confluencia de poderes y ciertaslgicas polticas compatibles.

    Los acontecimientos de diciembre de 2001 no slo fueronrememorados por los medios, sino que fueron narrados en suconstitucin misma en tiempo real por la radio y la TV. Este relato envivo y en directo, -ms all de las desprolijidades propias delmomento, de las excepciones discursivas referidas a los formatostpicos de la transmisin,- se hizo sobre una retcula previa. Estos

    recursos discursivos previos, son las estrategias con que cuentanperiodistas, camargrafos, editores y directores de programacin para

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    enfrentar el desafo de seguir al acontecimiento donde ste sepresente. Este imaginario de la transmisin neutral est anfuertemente arraigado en el discurso periodstico y se hizoparticularmente evidente en las emisiones televisivas del 19, 20 y 21

    de diciembre de 2001. Los cronistas callejeros y los conductores queestaban en piso recurrieron constantemente a estas estrategiasarticuladas en torno a la neutralidad de la transmisin y en el registroen bruto de los hechos para legitimar sus discursos. En tal sentido, elargumento central de las narrativas de autolegitimacin de los relatosen vivo se construy en torno a la capacidad tcnica de cada canal porregistrar lo que estaba ocurriendo, ms que en torno a lascompetencias comunicativas o interpretativas de sus periodistas. Seostentaron valores tecnodicursivos, -tales como la cantidad decmaras y la posibilidad de transmitir simultneamente y en directo losvariados escenarios del conflicto (manifestaciones callejeras,

    enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y manifestantes,cacerolazos, saqueos, comunicados del gobierno, expresiones depolticos, etc;) - por sobre valores vinculados a la objetividad o a lascapacidades intelectuales de los periodistas.

    La simultaneidad, la transmisin en directo, la cobertura diaria querealizaron los medios de esos acontecimientos no debe impedir elreconocimiento de su hechura ficcional, de su construccin discursivapreviamente condicionada por los formatos, los gneros, las narrativas,los estilos, pactos de lectura y los poderes que definen a los mediosmasivos como dispositivos de poder-saber. Derrida seala estacompleja relacin entre medios, presente poltico y espaciopblico: Quin pensara su tiempo hoy y, sobre todo, quin hablarade l, les pregunto si en primer lugar no prestara atencin a un espaciopblico, por lo tanto a un presente poltico transformado a cadainstante, en su estructura y contenido por la teletecnologa de lo quetan profusamente se denomina informacin o comunicacin? (Derrida,J.1998:15)

    En tal sentido, la situacin de quiebre institucional vivida en diciembrede 2001 se presenta como un fenmeno particularmente interesante

    para reflexionar sobre el funcionamiento de los medios masivos entanto la urgencia e imprevisin de los acontecimientos llevaron alextremo su dispositivo narrativo noticioso, centrado tanto en la primiciacomo en el testimonio.

    A pesar de cierto desorden en los relatos, es posible percibir laemergencia de un estilo documental en las crnicas mediticas deesos das, que estaban atestiguando acerca de la gravedad de losacontecimientos. Este estilo documental y realista se adueo de lapantalla a lo largo del ao 2002 dejando de lado cierto tono irnico ypardico predominante en los aos previos.

    Los relatos en directo trabajaron con la antinomia gente / polticos,

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    entendiendo por gente ciudadanos, vecinos de buena voluntadcansados de la corrupcin de la poltica, mientras que por polticosse caracterizaba a todo quienes tienen una actividad vinculada algobierno o a algn partido poltico, rol cargado de una deixis negativa

    centrada en el inters personal y la ambicin. La situacin secaracteriz como catica, desordenada y confusa destacndose, entodos los relatos el carcter de novedoso e indito de la situacin,salvo en los relatos iniciales de los saqueos del 19 de diciembre dondese alent una lectura en clave de retorno de los acontecimientos quepusieron fin al gobierno de Alfonsn en 1989. De igual modo cierto tonoescatolgico se hizo dominante en los relatos, en tanto el fin parecahaber llegado de la mano de unpathos complejo dominado por la furiay el desconsuelo. Frente a este panorama desolador, donde el poderpoltico apareca como inoperante- Un polica deca al periodista de uncanal de noticias, en medio de un saqueo: Claro para los que estn

    arriba es fcil decir controlen la situacin pero no repriman, pero mireesto es imposible.... el poder meditico emergi como el nicodispositivo apto para controlar los acontecimientos, hacerlos visibles,pblicos e identificables.

    El poder meditico encuentra su fundamento en el poder tecnolgicosobre el que, posteriormente, construye su propia voluntad de darvisibilidad al reclamo social, de hacerlo pblico y publicable.

    Narrativas de conmemoracin: la naturalizacin del directo

    Las narrativas mediticas de conmemoracin ponen en juego conparticular evidencia esta capacidad interpretativa de losacontecimientos, en tanto los acontecimientos mismos ya ocurrieron yen el presente del relato conmemorativo, no slo se describen sino quefundamentalmente se analizan sus significados, implicancias, causas yefectos. Estos marcos interpretativos que construyen los emisoresmediticos ponen en juego sus visiones de mundo, definen lastemticas pblicas dominantes, conforman gnoseologas, refuerzandoxas previas y van conformando un repertorio de contenidos ymemorias polticas que al presentarse en formato de archivo

    meditico, adquieren un estatuto de documento cuya verdad quedanaturalizada.

    Planteamos, a modo de hiptesis, que las conmemoracionesmediticas manifestaron una voluntad de control social, de imposicinde un orden, de un ordenamiento y clasificacin del caos con que sehaban presentado los acontecimientos en diciembre de 2001. En esemarco regulador de los sentidos, es posible reconocer que:

    1. En las conmemoraciones de 2002 los mediosdesarrollaron narrativas de constatacin (esto fue lo que ocurri)

    y disciplinamiento (ocurri de este modo) de losacontecimientos, definiendo con claridad una cronologa

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    pasado-caos/presente-orden. A pesar de las variaciones esposible reconocer en todas las conmemoraciones una voluntadde ordenamiento cronolgico, que trabaj sobre el eje de larecuperacin documental y la confirmacin de los

    acontecimientos Los acontecimientos de 2001 pusieron en crisisel modelo denunciante que auto-instaur a la prensa como fiscalyal poder poltico como contrafigura negativa. La crisis dediciembre de 2001 y su resolucin en el gobierno de Duhaldeplantearon nuevas condiciones socio-polticas, que redefinieronel papel poltico jugado por los medios, que como estrategiadiscursiva general bajaron el tono crtico sustituyndolo por untono de compromiso social y reconocimiento de esta nuevarealidad. Este cambio discursivo respecto del tono denunciantedel ao anterior, se expresa con claridad en lasconmemoraciones de 2002 que trabajaron sobre:

    o El ordenamiento cronolgico en una temporalidad linealcon un inicio definido (el 19 de diciembre) y un finalidentificable en la asuncin de Duhalde.

    o La testificacin referencial de esos acontecimientos, pormedio de documentos del ao anterior y por medio deentrevistas a testigos de los acontecimientos:comerciantes damnificados, manifestantes agredidos,familiares de vctimas de la represin.

    o Recuperacin de una posicin enunciativa neutral yobjetivista

    o Inestabilidad en la denominacin del acontecimiento:cacerolazo, estallido, crisis, cada de De La Ra.

    o Tono documentalista y dramticoo Inicio de una narrativa de la solidaridad expandida como

    espritu de poca11.2. En las conmemoraciones de 2003 los medios

    trabajaron narrativas de comprensin e interpretacin guiadaspor cierta bsqueda utpica de lo nacional. En tal sentido lasconmemoraciones se plantearon como intentos de encontrarla clave de comprensin de la identidad nacional, razn por lacual se evidenciaron claras disputas en el escenario meditico

    entre quienes ubicaban a estos acontecimientos como parte deuna historia autoritaria de la nacin ,como intento revolucionariode transformacin radical o como expresin de una viejadicotoma entre civilizacin (clase media-apoltica) y barbarie(clase baja manipulada por punteros polticos).En2003 esposible reconocer una intensificacin del tono crtico del relatomeditico que articul con el registro de la denuncia-sin-efectos-jurdicos predominante en el escenario meditico entre 1995 y lacada del gobierno de De la Ra. Este tono crtico esrecuperado, en las narrativas mediticas, en2003, pero desdecierto componente utpico y programtico que estaba ausente

    el ao anterior. Las narrativas de conmemoracin de2003 seproponen comprender y explicar lo que ocurri en el marco de

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    un clima de reconstruccin de la identidad nacional y de unimaginario de la solidaridad ya consolidado. Sus principalescaractersticas discursivas son:

    o Definicin de un eje de sentido que explique la cronologade acontecimientos

    o Bsqueda de indicios que justifiquen las narrativasdesarrolladaso Tono crtico y didcticoo Posicin enunciativa centrada en la autoridad cognitiva y

    la superioridad tica de los periodistas-enunciadoreso Identificacin de causas: pobreza, violencia, destino

    nacional, complot poltico, ineficacia del gobierno,espontanesmo de la clase media.

    o Temtica unificada en un personaje: La nacin comosujeto pasivo (de estado)que sufre la crisis.

    o Consolidacin de un imaginario utpico centrado en lasolidaridad como valor eufrico y en la poltica comovalor disfrico.

    En lneas generales es posible reconocer un procedimiento discursivosimilar en el trabajo meditico de la memoria de 2002 y 2003 que nospermitir plantear algunas caractersticas generales. Nos referimos a lanaturalizacin del directo y a la legitimacin de ese discursocomo registro de lo real. Este ejercicio meditico de la memoria, msall de las intencionalidades polticas de cada relato, obedece en partea un funcionamiento ritual de autolegitimacin. Los medios se citan a si

    mismos como prueba de realidad, como registro y documentohistrico. Esta intertextualidad endgena, tan presente en los informestelevisivos de conmemoracin, donde los canales y programas secitaron unos a otros, refleja ms que una autorreferencialidadmeditica, una naturalizacin indiscutida del relato de los medios. Esdecir, que el discurso meditico, ms que construir un mundo propio ovirtual, como plantean algunos tericos como Baudrillard, anula losprocedimientos de referencialidad y se constituye como documentoque funda realidad, como vestigio de lo real, como ndice o huella.

    Por ello, como primera caracterstica, podemos decir que las memorias

    mediticas funcionan como mecanismo de legitimacin de los mediosal naturalizar sus discursos en directo como prueba de realidad. Estavoluntad de memoria es en primer lugar voluntad de autentificacin.

    La naturalizacin del discurso en directo que operan estas narrativas,se sustenta en la anulacin de los procedimientos enunciativos,retricos y narrativos de construccin de acontecimiento y toma alrelato por el hecho mismo. Es decir que en lugar de trabajar sobre eleje de la verdad o la falsedad del relato trabaja sobre la fuerza deimposicin del mismo. No se pone en juego si el relato es verdadero ono, se lo toma por un hecho o como una huella de ese hecho. El

    acontecimiento es el registro del mismo. Por eso este funcionamientoes performativo12, en la lnea de Austin-Derrida, pues la designacin, el

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    relato construye la presencia del referente. No hay un referente previo,externo o ajeno como en el caso de los constatativos, sino que losprocedimientos discursivos de designacin lo producen. Derrida seala"la ausencia del referente es una posibilidad admitida con bastante

    facilidad hoy da" (1971, 1989: 359). Esa posibilidad no es slo unaeventualidad emprica, sino que construye la marca, "y la presenciaeventual del referente en el momento en que es designado"(ibidem,360).Estos discursos performativos, que construyen real son retomadospor las narrativas de conmemoracin y utilizados como enunciadosconstatativos, es decir enunciados que afirman algo respecto areferentes que son externos. Dicha operacin naturaliza el propiodiscurso citado al tomarlo como prueba de real. A modo de ejemplo: elformato dominante de los informes especiales de conmemoracinrealizados en el 2002 fue el de la crnica. Esta narrativa cronolgica se

    impuso como modalidad de comprensin de esos acontecimientos,ordenando los hechos linealmente. Estos hechos (saqueo,manifestaciones, represin, estado de sitio, cacerolazo etc.) fuerontomados en el relato de la memoria, como entidades autnomasrespecto del propio discurso, como enunciados constatativos,documentos que describan acontecimientos y no como enunciadosrealizativos, que en el momento de su emisin en directo se usaron yfuncionaron como performativos fundando realidad.

    Aqu es necesario sealar como segundo rasgo defuncionamiento deestas memorias mediticassu temporalidad iterativa que necesita de laautocita como fundamento. Si bien es posible reconocer unatransformacin notable entre las memorias de 2002 y de 2003, debidoa los cambios del contexto poltico, el recurso a la cita documental delos archivos generados en2001, es un rasgo que se repite en ambosrecordatorios mediticos. La cita de documentos mediticos, es la grannarrativa debase de las memoria mediticas de 2002 y2003. La citaiterativa, como un procedimiento automtico que se dispara solo, es unrasgoque construye una memoria con un sustrato maquinal.Nuevamente aqu el dispositivo tecnolgico de registro y captura esfundamento de veracidad de las narrativas de conmemoracin

    posteriores, cuyo propsito es interpretar y explicar a los pblicos esosdocumentos construyendo nuevos marcos de sentido para ubicar losacontecimientos.

    Como tercer rasgo de las memorias mediticas sealamos, siguiendoa B. Zelizer que La legitimidad para dar a conocer perspectivasautorizadas sobre los acontecimientos se funda retricamente, en laauto legitimacin previa de los periodistas a travs de la retrica queutilizan para transmitir las noticias-historias (op. cit.: 245) en directo.Denominaremos a ese conjunto de rasgos como retrica del directo.

    Retrica del directo

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    La retrica del directo define dos aspectos vinculados de las memoriasmediticas.

    El primero es la centralidad del presente como temporalidad dominante

    que estara generando, - lo que Vattimo seala como- unapresentificacin total del pasado de nuestra civilizacin (o de todacivilizacin)(Vattimo, G.1998:82). Los medios inciden en los procesosde memoria colectiva pues sus dinmicas semiticas ancladas en elpresente precipitan a los acontecimientos, de impacto social, a unpasado-presente que constantemente se reactualiza en el discurso dela actualidad. Las conmemoraciones mediticas de acontecimientos,que pueden ser denominados como catstrofes sociales13, aceleranestos procesos y le imprimen un carcter hegemnico pues reducen, alpunto de hacerla desaparecer, la distancia temporal necesaria entrepasado y presente que hara emerger interpretaciones alternativas.

    Esta ventaja temporal de los medios respecto de otras instituciones,tiene un poder performativo en la medida en que configura imgenes-imaginarios de esos acontecimientos con una fuerte capacidad deimposicin simblica, por sobre otras versiones posteriores. Jelinseala que para Amrica latina en particular el perodo deconsolidacin del Estado-Nacin, a partir de la segunda mitad del sigloXIX y comienzos del XX, fue un momento especialmente significativopara la instalacin de prcticas conmemorativas (Jelin.2003:3). Seinstaur en ese perodo, una historia oficial con rituales, hroes,fechas y smbolos patrios, que consolid sentimientos de pertenencia auna comunidad imaginada donde la prensa fue un elemento quecolabor junto otros como la implantacin del idioma nacional y deinstituciones estatales.

    En la actualidad la construccin de la memoria nacional no es unespacio unificado por la voz del Estado sino que es un espacio enpugna donde grupos subalternos, cuestionan y contradicen la historiaoficial y donde los medios no slo atraviesan esas disputas sino quelas hacen pblicas, las configuran, las ocultan y las provocan. Adiferencia del perodo sealado, los medios ya no acompaan alestado-nacin sino que parecen sustituirlo y desplazarlo en su

    tentativa de estabilizar los sentidos de acontecimientos significativos yde controlar sus efectos disruptivos. Las conmemoraciones de 2002exhiben con claridad esta situacin, pues a pesar de las diferenciasideolgicas y polticas presentes en los distintos medios y programas,es posible reconocer una gran narrativa comn. Esta narrativa searticul sobre la isotopa caos - orden, en una clara lnea cronolgicaentre pasado (2001) y presente (2002) donde el hroe (implcito y nonombrado) era el poder ejecutivo encarnado por E. Duhalde, que habarectificado la situacin inicial de desorden popular e institucional. Losacontecimientos de diciembre se interpretaron como hechos puntualesy encadenados, con inicios claramente identificables: (descontento

    popular expresado en manifestaciones y saqueos), nudos dramticosespecficos (represin, revueltas, estado de sitio y cacerolazos),

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    suspensos argumentales (renuncia de Caballo y De la Ra, la sagapresidencial de Puerta- Rodrguez Saa-Puerta) y un final agitado peropreciso: la asuncin de E. Duhalde. Todas las conmemoraciones cesancuando inicia el gobierno de Duhalde, en esa fecha identifican el fin del

    caos, por lo que implcitamente este gobierno se instaura en el rolheroico.

    Desde un discurso centrado en un presente continuo, como posicinenunciativa dominante, las conmemoraciones mediticas funcionaroncomo un mecanismo de control y estabilizacin social en la medida enque esos acontecimientos fueron claramente tipificados comoperteneciendo al pasado y ya finalizados. Este tono histricodominante en los informes mediticos recordatorios de diciembre2001, contrasta con las conmemoraciones callejeras, transmitidas porla TV y la radio en directo, cuyas interpretaciones de esos hechos son

    radicalmente distintas a las mediticas, ms all de las inclinacionespolticas. Estas memorias con claridad ubican a los acontecimientoscomo parte de un proceso no finalizado cuyas deudas y reclamosjustifican la conmemoracin.

    Por su parte las versiones mediticas le imprimen un precipitadoaroma ya histrico (Nora, P.:84) que contrasta claramente con el tonode urgencia y persistencia de los reclamos de las conmemoracionesde la sociedad civil(piqueteros, agrupaciones polticas, sociales yculturales) en un espacio pblico donde el silencio del Estado yelestablishment poltico durante 2002 dej vacancias que los mediossupieron capitalizar. El presente desde el cual los medios construyensus conmemoraciones es el del orden recuperado, imaginario queantagoniza claramente con el de familiares de las vctimas de larepresin, grupos piqueteros y participantes de asociaciones civilesque refieren sus memorias a un presente aun convulsionado que lasmemorias mediticas prefieren ignorar.

    2. El segundo aspecto vinculado a la retrica del directo es elreconocimiento de una operatoria particular del discurso de laactualidad que puede denominarse funcin archivstica ,en tanto,

    todo relato meditico del presente implica tambin su registro y sumemoria. En este punto presente y memoria se vinculan de un modoparticular en la capacidad de generar archivos, de dar testimonio14 delo que se relata simultneamente con la narracin del acontecimiento.Este aspecto introduce una disyuncin temporal en el presente porqueen su misma constitucin introduce un tiempo pasado, un tiempo dearchivo y un futuro en el que ese archivo se puede reproducir.Lafuncin archivstica de los medios plantea una relacin conflictiva conlas memorias colectivas pues se hara presente all donde la memoriaest comenzando a desvanecerse o aun no ha comenzado.(Derrida,J.2002) pues como suplemento mnemotcnico, se opone al carcter

    experiencial y vivencial de todo proceso de memoria. (Schmucler, H.

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    2000, Jelin, E. 2002, Arfuch,L. 2000).

    Esta memoria meditica., puede ser analizada a la luz de lasconsideraciones de J. Derrida respecto de la funcin arcntica15,

    (comentario 1)

    (Comentario 1) - En cierto modo el vocablo remite, razones tenemospara creerlo, al arkh en el sentido fsico, histrico u ontolgico, esdecir, a lo originario, a lo primero, a lo principal, a lo primitivo, o sea, alcomienzo. Pero an ms, y antes an, archivo remite al arkh en elsentidonomolgico, al arkh del mandato. El origen de la pal a elderecho de hacer o de representar la ley. Habida cuenta de suautoridad pblicamente as reconocida, es en su casa entonces, enese lugar que es su casa (casa privada, casa familiar o casa oficial),donde se depositan los documentos oficiales. Los arcontes son ante

    todo sus guardianes. No slo aseguran la seguridad fsica del depsitoy del soporte sino que tambin se les concede el derecho y lacompetencia hermenuticos. Tienen el poder de interpretar losarchivos. Confiados en depsito a tales arcontes, estos documentosdicen en efecto la ley: recuerdan la ley y llaman a cumplir la ley. Paraestar as guardada, a la jurisdiccin de este decir la ley le haca falta ala vez un guardin y una localizacin. Ni siquiera en su custodia o ensu tradicin hermenutica podan prescindir los archivos de soporte niresidencia.propia de todo archivo, que pone en juego tres dimensiones vinculadasentre si: (a) la topolgica, en tanto el archivo es soporte fsico, espacioy domicilio, (b) la nomolgica en tanto implica una autoridadhermenutica, que hace la ley o hace respetar la ley y (c) la de con-signacin, en tanto junta, liga por medio de signos, designa, identifica yclasifica. Estas tres dimensiones son de suma utilidad para analizar eltrabajo realizado por el archivo meditico sobre los acontecimientos dediciembre 2001 en tanto:

    1. Los medios y particularmente la pantalla de TV funcionaroncomo el lugar de emergencia pblica y compartida de losacontecimientos y los que le dieron la relevancia nacional, a

    pesar de la focalizacin en Buenos. Aires. Esa dimensintopolgica del archivo meditico es sobre la que oper lanaturalizacin posterior que realizaron las conmemoracionesmediticas, en tanto tomaron ciertos registros mediticos por loshechos mismos. En tal caso la toma en picado en la que De laRua es llevado en helicptero de la terraza de la Casa Rosadaluego de la renuncia fue utilizada en todas lasconmemoraciones para ilustrar el relato de la renuncia mismadel gobierno de la Alianza.

    2. La funcin nomolgica, y hermenutica es quizs la dimensinfundamental sobre la que trabajaron frente al estampido del

    acontecimiento instaurndose como el nico espacio autorizadopara descifrar, comprender y dar a conocer lo que estaba

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    ocurriendo. Pero esta dimensin se hizo particularmente centralen las conmemoraciones de 2002 y2003 donde el intentoprincipal fue el de dar orden a los hechos, ubicarlos en unatrama coherente y aplicarle criterios de comprensin tales comoconfabulacin poltica (Telef, Amrica),emergencia de la clase

    media (canal 13), fin de la poltica/ausencia de autoridad (Canal9)3. Poseer los archivos propios de los acontecimientos le permiti a

    las conmemoraciones mediticas desarrollar la capacidadhermenutica de identificar en esos documentos indicios parare-designar lo ya registrado en el documento (por ejemplo elrelato de un cronista de TN-canal 13 del cacerolazo del 20 dediciembre de 2001: - Esto es la manifestacin espontnea de lagente que ya est cansada de que le mientan, todos seacercan a la plaza, madres, nios) y justificar de ese modo lashiptesis y argumentos explicativos, ampliamente desarrollados

    en las memorias de 2003 y esbozados en las de 2002. (Porejemplo: a un ao ya de la participacin espontnea de lagente). Esta capacidad de designar, con-signar, clasificar ydenominar es un procedimiento ampliamente explotado por losmedios que se sustenta, como dijimos en la competenciatcnica de atrapar el acontecimiento sobre la que se sostiene, elmenos en el caso de la TV, las competencias comunicativas desus periodistas. De este modo programas como CQC, Kaos enla Ciudad, Punto doc16. Construyen la autoridad hermenuticade sus conductores para dar su versin de los acontecimientossobre el dominio de la tcnica de registro audiovisual, sobre laedicin y el trucaje que les permite editorializar sobre elbruto17. Las conmemoraciones de esos programas trabajaronla idea de construir narrativas alternativas y criticas respecto delos informes especiales hechos por los noticieros tradicionales.Pero esa lectura alternativa se hizo en la posproduccin y en laedicin de los documentos generados por los informativos unao antes. Estos documentos fueron tomados como bruto,como los hechos mismos, ignorando todo el trabajo narrativoprevio de los medios. De este modo los medios se confirman asi mismos, aun en aquellos programas que parecen deconstruir

    al propio medio y plantear otras polticas de informacin.Divisin del trabajo

    La prensa grfica despleg funciones narrativas distintas a la radio/TVmientras se desarrollaban los acontecimientos en 2001. En tal sentido,debido a la dislocacin temporal, trabaj sobre el eje de laconstatacin y jerarquizacin de los acontecimientos. Para ello debidefinir con rapidez criterios de relevancia y clasificacin. Este defasajetemporal le permiti indagar en posibles diagnsticos de la situacin ydefinir hipotticos pronsticos. As, estos medios contaron con una

    temporalidad ms amplia que los otros, la que les permiti trabajar conmarcos de clasificacin mas complejos en trminos de causas y

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    efectos de los acontecimientos. Sin embargo esta seleccin debidisputarle a la TV su capacidad icnica de definir con rapidez laspostales ms significativas que despus pasarona ser parte delimaginerie/imaginario colectivo. La imprevisibilidad de los

    acontecimientos, las lgicas y dinmicas sociales que se desataron,definieron que la TV fuera el medio que hegemoniz la cobertura. Estacentralidad informativa favoreci una naturalizacin de su discurso quefue tomado tambin por todos los medios como documento y registroneutral.

    Una cierta divisin del trabajo discursivo de la memoria parecehaberse planteado en 2002. Mientras la TV defini bsicamentenarrativas cronolgico-documentalistas que apuntaron a ordenar lasimultaneidad y el desorden de la transmisin en directo del aoanterior, los medios grficos funcionaron como espacio de anlisis y

    reflexin no slo de los hechos sino tambin de su relevancia eimplicancia social.

    En 2003 emergi con claridad en el discurso televisivo una voluntadhermenutica y de editorializacin, que intensific aun ms el olor ahumedad que los medios rpidamente le adscribieron a estosacontecimientos, clausurndose posibles sentidos vinculados alpresente. Este aroma histrico se potenci con la conmemoracin del20 aniversario del retorno democrtico que oper como acontecimientocentral en las memorias de la prensa grfica y la radio, mientras queen la TV no adquiri tanta relevancia. Al sumarse los acontecimientosde diciembre de 2001 a la vuelta de la Democracia, se ubic a estoshechos como una etapa conflictiva ms en una compleja gestanacional por llegar a un estado equilibrado de Derecho. Lasrememoraciones suturaron los sentidos dndoles una coherenciacronolgica y narrativa que originariamente no haban tenido, en lamedida en que la contemporaneidad con el fenmeno no permiti quelos medios pudieran ir trazando cronologas o relaciones casuales endirecto.

    A pesar de las diversas narrativas que desarrollaron prensa, radio y TV

    en las conmemoraciones, es posible reconocer una operatoriahegemnica dominante y compartida centrada en el abordaje de lacrisis institucional como un conjunto de hechos puntuales,encadenados y finalizados en sus componentes disruptivos,conflictivos y violentos.

    En su trabajo sobre la memoria los medios trabajan paraautolegitimarse, para fortalecer el imaginario tecno-discursivo sobre elque sostienen su poder de imposicin simblica. Este procedimientoes un modo de ejercicio del poder y del control social y discursivo quetiene profundas implicancias polticas en tanto producen narrativas que

    tienen a la Nacin como sujeto histrico central. As en2001 el trabajodiscursivo exhiba con claridad un imaginario catico de Nacin, donde

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    el desorden, la crisis terminal y la fractura del pacto social eran el topodominante.

    En 2002 un imaginario pacificador se adue de las

    conmemoraciones, que expresaban con claridad una voluntad deordenamiento y clarificacin de lo que tempranamente haban llevadoal pasado. Pueden reconocerse tres fases generales de este granrelato de las memorias: traicin de la clase poltica, escisin social/crisis y reintegracin/pacificacin. Son narrativas inclusivas, en lneasgenerales que culpabilizan a los polticos y apuntan a sealar que lademocracia, si bien en crisis, en los medios es una realidad.(Reguillo.R) Las memorias clasificatorias de 2002 apuntaronbsicamente a reconstruir el mapa de la Nacin y a denominar lasnuevas identidades sociales: piqueteros, nuevos pobres, vecinos,ciudadanos, gente, ahorristas, asamblestas, etc., en el marco de un

    imaginario en el que el estado pacificador dejaba a la sociedad civilsolidaria la reconstruccin del caos.

    Las memorias de 2003 registran un cambio en las condiciones socialesy polticas, presentan una voluntad programtica de contribuir a ladefinicin de la identidad nacional, por eso nuevamente tienden aacallar los estertores de diciembre de 2001 en el presente, pero conuna mirada crtica y sancionadora que lleva al pasado las razones quemotivaron esos acontecimientos. Se exhiben los damnificados comovctimas pasivas y a las agrupaciones sociales como desconfiables omanipulables polticamente. La visibilidad pblica de las vctimas de larepresin y el hambre y las catarsis mediticas, que funcionan comomedio teraputico, quitaron toda posibilidad de convocar y favorecerdesde los medios el crecimiento de fuerzas colectivas en tantodesactivan todo antagonismo social al llevar el conflicto al plano delsufrimiento individual. Este tono polticamente correcto que buscaidentificarse con la experiencia cultural del sufrimiento del otro desde elcmodo silln del hogar, termina por convertir en diferencia cultural,problemas de desigualdad estructural,. Se culturaliza la sociedad y secomienzan a entender los procesos sociales como conflictosculturales, entre tribus: los polticos vs. los ciudadanos-apolticos, los

    piqueteros vs. los pobres desorganizados, los piqueteros vs. la gentede buena voluntad, las agrupaciones de izquierda vs. las agrupacionesciviles.

    Este trabajo de exploracin y reconocimiento del nuevo pas quevienen llevando a cabo los medios luego de diciembre de 2001requiere seguir siendo analizado, en tanto aqullos no slo dan aconocer identidades sociales, sino que las constituyen, las nombran yle dan existencia en el espacio pblico. Coincidimos con R. Reguillocuando seala que: (..)las diferencias raciales y culturales, al serconvertidas en categoras de clasificacin se convierten rpidamente

    en pretexto para la opresin y la marginacin. (Reguillo, R. 2003)

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    Notas

    1. R.Kaes plantea que una catstrofe social implica elaniquilamiento (o la perversin) de los sistemas imaginarios ysimblicos predispuestos en las instituciones sociales y

    transgeneracionales. (Jelin, 2002:11)2. En el sentido dado por Alain Badiou al acontecimiento (enAbraham, T.1997)

    3. Aqu narrativa se vincula (...) al relato hecho por algn agentesobre acontecimientos que se desarrollan en eltiempo (Contursi- Ferro, 2001:13-16)

    4. .Para Polkinghorne, el significado narrativo resulta de unproceso cognitivo que organiza la experiencia en episodiostemporalmente significativos.(en Contursi-Ferro 2001)

    5. En este punto acordamos con la postura de Ehrenhaus quienseala este vnculo entre narrativa y control social del siguiente

    modo: Cuando concebimos las prcticas de comunicacincomo control social, las narrativas culturales en su conjunto ylos regmenes sociales de las que surgen, revelan relaciones depoder. (en Mumby.1997:117)

    6. En tanto realizan acciones al tiempo que las narran.7. En este punto es particularmente interesante considerar las

    fuerza de ciertas imgenes (televisivas) o postales queconfiguran las memorias de diciembre de 2001 de ciertosgrupos que se vincularon con esos acontecimientos slo a partirde su experiencia mediatizada.

    8. En el sentido de R.Williams.9. Por espacio liso nos referimos a lo que Deleuze denomina como

    un espacio no homogneo pero si infinito, abierto, ilimitado, sinderecho ni revs ni centro y tambin sin historia. En su lugar elespacio estriado es el espacio del Estado, ordenado concartografas, mapas y leyes.

    10.VerIrona y critica poltica en la escena meditica ponenciapresentada en las Jornadas de Investigacin Organizadas porel CIFFyH, UNC. Agosto de 2002

    11. Es interesante considerar el crecimiento y consolidacin de esteimaginario al inicio del siglo XXI que deposita las exigencias de

    compromiso en la sociedad civil como un efecto compensatoriodel abandono y retroceso del estado neoliberal de los90.12.Los actos performativos permiten hacer algo, realizar una

    accin por medio de su enunciacin.13.R. Kaes plantea que una catstrofe social implica el

    aniquilamiento (o la perversin) de los sistemas imaginarios ysimblicos predispuestos en las instituciones sociales ytransgeneracionales. (Jelin, 2002:11)

    14.Este vnculo se fundamenta sobre valores de singularidad,designacin y atestiguamiento. Esta capacidad deatestiguamiento vincula a la imagen mediada tcnicamente con

    el rgimen de existencia de los objetos, con las funcionesreferenciales del signo, que no afirma nada, solo dice: All

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    (Peirce en Dalmasso: 46). Dalmasso, retomando el planteo deDubois seala que el valor de verdad de la fotografa implicaconsiderar su proceso tcnico de produccin y por tanto elvnculo fsico que se plantea entre referente e imagen o huella. (Dalmasso, M. T. 1994:44)

    15. Derrida trabaja esta nocin segn el sentido de archivo, susolo sentido, le viene del arkheon griego: en primer lugar, unacasa, un domicilio, una direccin, la residencia de losmagistrados superiores, los arcontes, los que mandaban. A losciudadanos que ostentaban y significaban de este modo elpoder poltico se les reconoca el derecho de hacer o derepresentar la ley. Los arcontes son ante todo sus guardianes.No slo aseguran la seguridad fsica del depsito y del soportesino que tambin se les concede el derecho y la competenciahermenuticos. Tienen el poder de interpretar los archivos.Confiados en depsito a tales arcontes, estos documentos dicen

    en efecto la ley: recuerdan la ley y llaman a cumplir la ley. Paraestar as guardada, a la jurisdiccin de este decir la ley le hacafalta a la vez un guardin y una localizacin. Ni siquiera en sucustodia o en su tradicin hermenutica podan prescindir losarchivos de soporte ni residencia.(1995)

    16.No es el caso de Jorge Lanata cuya voz autorizada proviene desu trabajo en la prensa grfica y como escritor.

    17.Aqu es necesario destacar esta nueva naturalizacin delbruto, entendido como registro de los hechos o como los hechosmismos.

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    mailto:[email protected]?Subject=None%20%20&body=Desde%20Astrolabio:http://scrollto%280%2C0%29/mailto:[email protected]?Subject=None%20%20&body=Desde%20Astrolabio: