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1 Conferencia en la Facultad de Teológica S. Dámaso y Seminario Mayor (3 marzo 2004) ESTILO SACERDOTAL DE D. JOSE MARIA GARCIA LAHIGUERA Juan Esquerda Bifet Sumario: Presentación 1. Los escritos autobiográficos de D. Jose María 2. Las etapas de una vida sacerdotal 3. Estilo contemplativo de su vida sacerdotal 4. La caridad pastoral como oblación total con Cristo Sacerdote: "pro eis" 5. ¿Su espiritualidad sacerdotal especifica? A modo de conclusión * * * PRESENTACIÓN A los santos, que ya pasaron al más allá, hay que dejarles hablar a ellos mismos, sin comentarios. Durante su peregrinación en la tierra, precisamente por su orientación hacia el Absoluto, ellos tendieron a una actitud de "silencio" activo de donación, es decir, de aceptación del "Misterio" de Dios tal como es. Por eso amaron el "silencio" lleno de una presencia que les deslumbraba y les hacía fecundos en el servicio a los hermanos. Elaborar la "teología vivida de los santos", como invita Juan Pablo II en Novo Millennio ineunte, es un camino de silencio contemplativo: "Además de la investigación teológica, podemos encontrar una ayuda eficaz en aquel patrimonio que es la « teología vivida » de los Santos. Ellos nos ofrecen unas indicaciones preciosas que permiten acoger más fácilmente la intuición de la fe, y esto gracias a las luces particulares que algunos de ellos han recibido del Espíritu Santo, o incluso a través de la experiencia que ellos mismos han hecho de los terribles estados de prueba que la tradición mística describe como « noche oscura ». Muchas veces los Santos han vivido algo semejante a la experiencia de Jesús en la cruz en la paradójica confluencia de felicidad y dolor" (NMi 27). Estas afirmaciones dejan entender, al mismo tiempo, la necesidad de una teología sistemática, con tal de que sea una ayuda para entrar en el Misterio de Cristo, en vistas a vivirlo, celebrarlo y anunciarlo. Hablar, pues, del estilo sacerdotal de D. José María, equivale a presentar sus vivencias, que él nos ha dejado por escrito en su "Diario" y en sus "Apuntes". Son escritos que tienden hacia un "silencio" final, para dejar transparentar sólo a Cristo Sacerdote y Víctima, Buen Pastor que da la vida, Siervo humilde y obediente, Esposo de la Iglesia. D. José María sólo quiso ser "COMO EL", según su misma expresión. Este tema lo explicarían mejor quienes ya han elaborado una reflexión sobre la vida sacerdotal de D. José María 1 . A mí me ha tocado en suerte sólo poder leer su "Diario" y "Apuntes" y, a duras penas, escribir unas podas líneas, con la tentación de 1 ? Nació en Fitero, Navarra, en 1903; falleció en Madrid, en 1989 Madrid. Para datos biográficos: V. CARCEL ORTI, Pasión por el sacerdocio.

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Conferencia en la Facultad de Teológica S. Dámaso y Seminario Mayor(3 marzo 2004)

ESTILO SACERDOTAL DE D. JOSE MARIA GARCIA LAHIGUERA

Juan Esquerda Bifet

Sumario:

Presentación1. Los escritos autobiográficos de D. Jose María2. Las etapas de una vida sacerdotal3. Estilo contemplativo de su vida sacerdotal4. La caridad pastoral como oblación total con Cristo Sacerdote: "pro eis"5. ¿Su espiritualidad sacerdotal especifica?A modo de conclusión

* * *

PRESENTACIÓN

A los santos, que ya pasaron al más allá, hay que dejarles hablar a ellos mismos, sin comentarios. Durante su peregrinación en la tierra, precisamente por su orientación hacia el Absoluto, ellos tendieron a una actitud de "silencio" activo de donación, es decir, de aceptación del "Misterio" de Dios tal como es. Por eso amaron el "silencio" lleno de una presencia que les deslumbraba y les hacía fecundos en el servicio a los hermanos.

Elaborar la "teología vivida de los santos", como invita Juan Pablo II en Novo Millennio ineunte, es un camino de silencio contemplativo: "Además de la investigación teológica, podemos encontrar una ayuda eficaz en aquel patrimonio que es la « teología vivida » de los Santos. Ellos nos ofrecen unas indicaciones preciosas que permiten acoger más fácilmente la intuición de la fe, y esto gracias a las luces particulares que algunos de ellos han recibido del Espíritu Santo, o incluso a través de la experiencia que ellos mismos han hecho de los terribles estados de prueba que la tradición mística describe como « noche oscura ». Muchas veces los Santos han vivido algo semejante a la experiencia de Jesús en la cruz en la paradójica confluencia de felicidad y dolor" (NMi 27). Estas afirmaciones dejan entender, al mismo tiempo, la necesidad de una teología sistemática, con tal de que sea una ayuda para entrar en el Misterio de Cristo, en vistas a vivirlo, celebrarlo y anunciarlo.

Hablar, pues, del estilo sacerdotal de D. José María, equivale a presentar sus vivencias, que él nos ha dejado por escrito en su "Diario" y en sus "Apuntes". Son escritos que tienden hacia un "silencio" final, para dejar transparentar sólo a Cristo Sacerdote y Víctima, Buen Pastor que da la vida, Siervo humilde y obediente, Esposo de la Iglesia. D. José María sólo quiso ser "COMO EL", según su misma expresión.

Este tema lo explicarían mejor quienes ya han elaborado una reflexión sobre la vida sacerdotal de D. José María1. A mí me ha tocado en suerte sólo poder leer su "Diario" y "Apuntes" y, a duras penas, escribir unas podas líneas, con la tentación de

1    ? Nació en Fitero, Navarra, en 1903; falleció en Madrid, en 1989

Madrid. Para datos biográficos: V. CARCEL ORTI, Pasión por el

sacerdocio. Biografía del Siervo de Dios José María García Lahiguera

(Madrid, BAC, 1997); (HH. OBLATAS DE CRISTO SACERTOTE) Don José María

García Lahiguera (Madrid, Edit. Encuentro, 2001); S. MUÑOZ IGLESIAS,

José María García Lahiguera, un carisma-una vida (Madrid, 1991), parte

primera. En esta última publicación, ver la parte segunda (legado

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reducirlas cada vez más a la palabra "silencio". Ahora me piden que haga una presentación del Diario y Apuntes, como para hacer resaltar su propio "estilo de vida sacerdotal", vida oblativa en bien de todos los sacerdotes y de las "almas sacerdotales" (que deberían ser todos los bautizados). Intentaré, pues, hacer esta nueva relectura de sus escritos, como quien intuye en D. José María una huella sacerdotal y episcopal, ya imborrable, para construir un Presbiterio y una comunidad eclesial que sea signo claro del Buen Pastor.

Mi "relectura" quiere expresarse con perspectiva eclesial, como quien analiza una flor en un inmenso jardín de la Iglesia de todos los tiempos, que refleja el misterio de Cristo Sacerdote, "ayer, hoy y siempre" (Heb 13,8).

1. LOS ESCRITOS AUTOBIOGRAFICOS DE D. JOSE MARIA

El espacio de tiempo de los escritos autobiográficos es relativamente breve: del 19 de julio de 1972, al 8 de diciembre de 1979 (para el "Diario Espiritual") y del 25 de marzo de 1980, al 29 de mayo de 1983 (para los "Apuntes Espirituales"). Un total de casi once años. El Diario lo comenzó a redactar cuando tenía setenta años. Inició cuando ya llevaba tres años de arzobispo de Valencia, y terminó cuando ya tenía casi cinco años de obispo dimisionario. Todavía viviría seis años más, de los que no disponemos de escritos autobiográficos, aunque quedan pláticas tomadas por grabadora. Voy a intentar entresacar de estos escritos su "estilo de vida sacerdotal". Al hacer esta nueva "relectura", tendré muy en cuenta algunos de sus textos no directamente autobiográficos.2

espiritual). Ver también: Santidad Sacerdotal. Doctrina espiritiual de

D. José María García Lahiguera (Madrid, San Pablo, 1998). La

introducción, de D. JULIO NAVARRO, resume las líneas básicas de su

espiritualidad sacerdotal.

2    ? Sacerdote, "otro Cristo", Homilía en la fiesta de Cristo

Sacerdote (Madrid, 1971). Con ocasión de sus bodas de plata episcopales

(1975) y de oro sacerdotales, publicó un comentario al n. 18 del decreto

conciliar "Presbyterorum Ordinis", que tenía redactado e inédito: Piedad

sacerdotal. La práctica de piedad en la vida del sacerdote (Valencia

1976). Es un resumen de su pensamiento sobre la santidad sacerdotal,

donde propone y motiva los medios necesarios para ser santo sacerdote.

Habría que añadir: Carta pastoral sobre la canonización de San Juan de

Avila (1970). Otra carta pastoral de interés para nuestro tema: El don

divino de la fe (Valencia, carta pastoral, 1978, en sus bodas de

diamente como bautizado). Los escritos autobiográficos se podrían

completar ampliamente con sus numerosas intervenciones orales, en

homilías y conferencias, algunas de las cuales han quedado grabadas.

Además, los años descritos en el "Diario Espiritual" (que abarcan casi

todo el arco de su actuación episcopal en Valencia), se podrían estudiar

analizando los documentos oficiales, como son las visitas y cartas

pastorales, las celebraciones especiales, las homilías, etc. En 1975,

con ocasión de sus bodas de plata episcopales, el arzobispado de

Valencia publicó Selección de escritos (530 páginas). Para el congreso

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Como enamorado de Cristo y apasionado por él, D. José María recuerda con gratitud los principales detalles de su vida pasada, tal como él los había vivido y los seguía viviendo. Resume todas sus principales vivencias, desde su infancia (nació en 1903) hasta unos años antes de su fallecimiento en 1989. Y es que las fechas más importantes de toda su vida, a partir de su niñez, se convertían en otros tantos aniversarios que él celebraba anualmente, y de los que nos ofrece abundantes detalles.

Los años de "silencio" como escritor (los últimos años de su vida terrena), dejan entrever una evolución armónica y lógica de una vida interior, que se traduce en un "sí" (un "fiat"), pronunciado y vivido con todo su corazón, en la experiencia de un "silencio" lleno de "Alguien" que es siempre más allá de todo escrito y de toda vivencia terrena.

Sus escritos autobiográficos son ya una herencia que él ha dejado para toda la Iglesia y, de modo particular, para sus Oblatas y para todos los sacerdotes y almas sacerdotales, en calidad de "Sacerdote de los Sacerdotes", según su misma expresión.

Para leer con fruto estos escritos, hay que "descalzarse" como Moisés, ante una experiencia profunda de la cercanía y del amor de Dios. Nos encontramos ante alguien que vivió en comunión con Cristo Sacerdote y Víctima, plasmando esta experiencia de fe en una vida gastada en beneficio de la santidad sacerdotal y de toda la Iglesia, también por medio de su "Obra", la Congregación de Oblatas de Cristo Sacerdote.

Su vida interior aparece con toda nitidez, frecuentemente en relación con fechas concretas y con acontecimientos personales y eclesiales. Nos resume también las meditaciones personales de sus numerosos retiros y Ejercicios, especialmente los celebrados en su querida cartuja de "Porta Coeli".

Lo más importante es constatar que en cada línea aparece un corazón que se abre, para dejar entrever el eco de los latidos del Corazón de Cristo. D. José María afirma que no habla de sí mismo, sino de Jesús, porque quiso insistentemente llegar a identificarse con Él, ser "COMO El".

Hay que recordar que ya había escrito anteriormente un diario espiritual que abarcaba algunos años, pero que acabó en el brasero. Así nos lo dice él mismo: "Lo empecé, escribiendo todos los días, allá en mi tercero de teología y lo continué durante algunos años de Sacerdote. Pero después lo quemé todo. ¿Qué hacer? o mejor dicho ¿qué querrá el Señor?" (cfr. 20 julio 1972). Cuando inició el nuevo "Diario", el que ahora providencialmente poseemos, se dejó guiar por "un impulso interior". Pero también anota lo siguiente: "Si quemé mi Diario Espiritual y desaparecieron cientos y cientos de páginas, que sobre mi espíritu fueron escritas, hoy siento la necesidad de escribir mi Diario Espiritual, no en sentido estricto de cada día, sino en los días en que mi espíritu sienta moción para hacerlo... No sé por qué escribo esto, ni sé para qué este Diario: pero siento un impulso interior, que crea hasta una verdadera necesidad" (cfr. 7 octubre 1972).3

Según sus afirmaciones, ni sabe expresarse ni deja constancia de las cosas más importantes: "Insisto una y muchas veces que muchas páginas de «Mi Diario Espiritual» no serán leídas en la tierra. Unas porque no han sido escritas. Otras, las más, porque no sé cómo escribirlas, lo cual ocurre con las gracias íntimas que el alma vive, pero no encuentra en el lenguaje humano palabra con que expresarlas" (cfr. 21 julio 1973).

eucarísico nacional (1972) se publicaron varias cartas pastorales.

3    ? "¿No sería mejor callarlo? Nadie lo ha de leer antes de mi

muerte. ¿Y después? Veremos qué se hace con estos escritos, si es que no

desaparecen antes de mi muerte" (cfr. 26 octubre 1978, Ejercicios en

Casa Madre).

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Se podría decir que en toda la redacción de estos escritos íntimos aflora un camino de "silencio" espiritual, que culminará en un "silencio" efectivo. Dice así al final de los "Apuntes Espirituales": "Secretum meum. Con estas dos sencillas palabras, que tanto dicen en silencio al alma escondida con Cristo en Dios, termino mis «Apuntes Espirituales». Madre Sacerdotal, tu Alter Christus" (cfr. 29 mayo 1983)4. Probablemente, esta tendencia al "silencio" explica por qué quemó tantos papeles, antes y después de la redacción del "Diario" y de los "Apuntes".

En realidad, se trata de una experiencia contemplativa, porque Dios es siempre más allá de sus luces y de sus dones. El camino de D. José María es de oblación total, que ya no puede expresarse con palabras. Y, no obstante, había escrito intentando describir lo inefable: "¡Cuánto escribiría! Pero ni sé ni puedo. Pero creo que lo necesito. Dios dirá" (cfr. 17 mayo 1975).

El flujo de palabras se va concretando en unas pocas, a veces en una sola: "Como resumen de todo este año, quiero escribir la última palabra en este Diario Espiritual, que sintetiza todo lo vivido, reflejado pobremente (no lo sé hacer mejor) en estas páginas. Señor, Tú lo sabes todo. Madre, Tú lo entiendes todo. Corazón" (cfr. 31 diciembre 1976). El silencio llegaría a ser su "mejor palabra": "El silencio es no sólo mi mejor palabra, sino mi más exacto escrito. ¡Silencio siempre y en todo! Ni sé hablar ni escribir. ¡Mi secreto para mi Dios!" (cfr. 25 mayo 1978).5

Quien lea este "Diario" y "Apuntes" sin espíritu contemplativo, que significa la actitud de respeto ante el misterio de Dios, no encontrará más que un "laberinto" de palabras. Así lo afirma él mismo: "Cualquiera que lea este «Mi Diario Espiritual»... creerá que mi vida espiritual es un laberinto de votos, consagraciones, ofrecimientos etc. etc., verdadero mosaico, sin duda alguna peso insoportable, que ahoga el espíritu, fuente de escrúpulos e inquietudes de conciencia. Todo lo contrario. La paz, la tranquilidad y la acción de gracias, son las características de mi interior" (cfr. 9 abril 1977). En realidad, se trata de una vida reducida a amar sin condicionamientos: "Madre, el tiempo pasa y la vida se acaba. Yo me acerco al fin. De aquí, el ir simplificando todo. Cualquiera que leyese este Diario creerá que mi vida espiritual es complicada. Todo lo contrario. Pues a pesar de ser vida sencilla - Amar - siento cada día la necesidad de sintetizar" (cfr. 13 mayo 1979).

2. LAS ETAPAS DE UNA VIDA SACERDOTAL

Como hemos indicado anteriormente, D. José María vive su sacerdocio en actitud constante de agradecimiento, recordando anualmente acontecimientos de su vida pasada para celebrarlos con actitud eucarística: el bautismo (del que quiso celebrar las bodas de diamante el 1 de enero de 1978), la primera comunión y su devoción eucarística6, los primeros atisbos de devoción mariana7, los deseos de ser mártir, los

4    ? Sigue la invitación de Pio XI, en la encíclica Ad catholici

sacerdotii (20 diciembre 1935), de aplicar al sacerdote ministro la

expresión patrística "Alter Christus".

5    ? Muchas cosas, las mejores, quedaron sin ser escritas porque él

prefería guardarlas y comentarlas en intimidad con la Santísima Virgen,

como solía hacer al terminar el mes de mayo: "En verdad, cuántas páginas

de mi alma quedarán sin leer en la tierra, porque no podrán ser

escritas" (cfr. 31 mayo 1973).

6    ? Manifiesta su alegría al releer en su recordatorio lo que será

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ejemplos de sus padres, su decisión de ser sacerdote, su vida seminarística8. Escribe sus notas espirituales en armonía con las fiestas litúrgicas de todo el año (Navidad, Pascua, Pentecostés...).

La ordenación de subdiácono, en 1925, la recuerda por haber emitido "gozosamente ante la faz de la Iglesia mi voto de castidad... Nunca me he arrepentido y jamás se me ha hecho insoportable" (cfr. 28 marzo 1975). Se ordenó sacerdote a sus 23 años, en 1926. La ordenación y la primera Misa tuvieron lugar en la capilla del Seminario conciliar de Madrid, los días 29 y 30 de mayo de 1926. El domingo día 30 era la fiesta de la Santísima Trinidad. Su ideal de ser "el Sacerdote de los Sacerdotes", ya lo expresó en esas efemérides: "En la acción de gracias de esa Misa me ofrecí Víctima de Holocausto al Amor Misericordioso con la fórmula de Santa Teresita del Niño Jesús aplicada a mi alma. Hoy, en la Santa Misa, he renovado dicho ofrecimiento con sentimiento íntimo, que no sé explicar, pero que me llena plenamente" (cfr. 17 junio 1973). Su voto de víctima "pro eis", emitido el 8 de diciembre de 1935, lo irá recordando anualmente.

De sus primeros años de vida sacerdotal, hay que destacar un hecho determinantge para toda su actuación ministerial y que él irá recordando y matizando con cierta frecuencia. Se trata de su estilo de vida sacerdotal "a lo Avila". Según afirma él mismo, cuando llevaba tres años de ordenado, entre 1926-1929, "andaba entre ser cartujo o misionero a lo Avila" (cfr. 26 mayo 1976). El discernimiento lo inició en la cartuja de "Aula Dei" (Zaragoza), pero el camino a tomar lo decidió el obispo y, por este medio, encontró la voluntad de Dios: sería formador en el Seminario (cfr. 26 mayo 1976). Fue nombrado formador del Seminario y, posteriormente, en julio de 1936 (pocos días antes de iniciar la guerra), Director Espiritual del Seminario Mayor. De estos años como formador, anota: "A los pocos días de estancia en el Seminario encontré «mi vocación específica» ¡seminaristas y sacerdotes!" (cfr. 4 septiembre 1975).9

Y así empezó su labor sacerdotal "a lo Avila", dentro y fuera del Seminario.

línea fundamental de su espiritualidad: "La perfección consiste en el

amor" (cfr. 26 mayo 1976 y 24 octubre 1978).

7    ? "Los primeros recuerdos de niño, de tres o cuatro años, están

relacionados con la Virgen" (cfr. 28 octubre 1978). De sus seis o siete

años recuerda tener la costumbre de rezar el Ave María a la Virgen de su

pueblo, al salir de la iglesia (cfr. 12 marzo 1976).

8    ? Del Seminario Menor de Tudela (desde el curso 1913-1914), guarda

un profundo afecto, también el hecho de haber hecho su voto de castidad,

ante el cuadro de María, cuando tenía diez u once años. Los recuerdos de

seminarista latino, ya en Madrid (desde el curso 1915-1916), se refieren

al fortalecimieinto de su vocación con la ayuda del Director espiritual.

Como seminarista mayor, también en Madrid, recuerda su afición por la

música y poesía y su saludo diario a María al despertarse por la mañana.

9    ? En 1928 había conseguido el doctorado en Derecho Canónico. En

octubre de 1929 fue nombrado Prefecto de estudios del Seminario,

Secretarios de Estudios, Director del museo catequístico. En 1931,

Director Espiritual del Seminario Menor y en 1936, Director Espiritual

del Seminario Mayor.

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Durante todo el período de la guerra civil (1936-1939), estuvo en zona republicana, siendo nombrado en 1938 Vicario General para esa zona. Arriesgó la vida continuamente, acompañando a los sacerdotes y seminaristas como Iglesia clandestina. Fue un verdadero "trienio martirial", en el que fue también apresado, amenazado y luego puesto en libertad.10

En su "Diario" y "Apuntes" ha dejado algunos detalles de su actuación sacerdotal durante los primeros años de ministerio. "Terminada la guerra, normalizada la vida, yo Director Espiritual del Seminario Mayor de Madrid (fui nombrado horas antes de comenzar la guerra y actué como tal en el retiro espiritual que tuvimos en el Seminario el 18 de julio de 1936), comencé a trabajar con toda mi ilusión. Seminario, Sacerdotes, retiros, ejercicios en Madrid y otras Diócesis. El D. José Mª, como así me llamaban, era, y así se dijo: El Sacerdote de los Sacerdotes. Ya estaba claro que mi vocación específica se convertía en mi misión, pero a su vez aparecería «mi misión específica», dada la Fundación de la Congregación de Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote" (cfr. 5 octubre 1975).11

Ya jubilado, volverá al tema de ser "cartujo" sin olvidar la orientación anterior: "Ya llevo un año jubilado, y estos ejercicios también los enfoco a esta vida nueva, después de un año de gozosa experiencia. Hasta ahora he vivido mi vocación especial, dentro del marco de puestos y trabajos que la obediencia me ha señalado, a lo Juan de Avila. Ahora la viviré a lo cartujo. Vivo en apartamento adosado al Convento Casa Madre - Generalicia. Encantador. Es mi Tebaida. Se llama: «Casita de la Virgen». Se ha cumplido el fruto de ejercicios de Zaragoza" (cfr. 31 mayo 1979).12

En los primeros años de su actuación ministerial, ya en plena guerra civil y en zona republicana, tiene lugar el inicio de la Congregación de las Oblatas. El instrumento providencial fue Mª del Carmen Hidalgo, su dirigida espiritualmente. La fecha clave, el 25 de abril de 1938, la irá recordando anualmente como un evento de gracia. En 1950, la Institución sería reconocida como "Pía Unión de Cristo Sacerdote". Así, por medio de la fundación, podría él continuar, después de su muerte, siendo "Sacerdote de los Sacerdotes", para perpetuar su entrega "pro eis" (cfr. 29 mayo 1979).13

10    ? Cfr. S. MUÑOZ IGLESIAS, José María García Lahiguera..., o.c.,

cap.III. De los 1118 sacerdotes diocesanos de Madrid, fueron

martirizados 334. D. José María logró salvar el cuadro de la Inmaculada

del salón de actos del Seminario, sacándolo del recuadro, enrollándolo y

escondiéndolo en un tubo del órgano.

11    ? A este estilo sacerdotal, como San Juan de Avila, hará referencia

repetidas veces (cfr. 25 y 26 mayo 1976; 24 octubre 1978), precisamente

para ser "sacerdote de los sacerdotes", "insistiendo en mi vida

espiritual" (cfr. 29 mayo 1979).

12    ? Sus ideas avilistas están recogidas en una publicación suya del

año 1952: J.M. GARCÍA LAHIGUERA, La santidad sacerdotal a través del

Beato P. Juan de Ávila (Madrid, 1952). También: Carta pastoral sobre la

canonización de San Juan de Avila (1970).

13    ? Ver: M. MARIA DEL CARMEN HIDALGO DE CAVIEDES Y GOMEZ, "La

voluntad de Dios", su vida, entrega de amor, "pro eis" et pro Ecclesia

(Madrid, HH. Oblatas de Cristo Sacerdote, s.f.). Aprobación pontificia

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Recordaba siempre, para agradecer al Señor la "plenitud del sacerdocio", su nombramiento y consagración episcopal, respectivamente el 13 de mayo y el 29 de octubre de 1950, como obispo auxiliar de Madrid. Era el año en que había sido proclamado el dogma de la Asunción. Sus bodas de plata episcopales (1975) y de oro sacerdotales (1976), serán también un momento especial de gracia y el inicio de una nueva etapa de su vida, a modo de "epilogo". Fue obispo auxiliar de Madrid-Alcalá (de 1950 a 1964), obispo de Huelva (de 1964 a 1969) y arzobispo de Valencia (de 1969 a 1978); obispo dimisionario, retirado en la Casa Madre de las Oblatas, desde 1978.

En todas las etapas de su vida, su vocación y misión sacerdotal continuó siendo la misma: "Los sacerdotes y seminaristas siguen siendo mi vocación específica y la misión de mi sacerdocio. No confesor, pues no debo meterme en el foro interno, pero sí retiros, ejercicios sin cesar a unos y a otros" (cfr. 6 octubre 1975). Mientras estuvo de arzobispo en Valencia, los Ejercicios a los ordenandos los dirigía él, conviviendo con los candidatos (cfr. 29 mayo 1977). En este contexto de entrega a la santificación de los sacerdotes, hay que encuadrar su "profesión" de "votos perpetuos de Oblato de Cristo Sacerdote" (cfr. 23 julio 1972). Firmó con su propia sangre su consagración como sacerdote y víctima (cfr. 4 octubre 1975).

En el Diario aflora el deseo de escribir un libro, "Como El", que explicara la santidad sacerdotal: "En mí, pues, ser santo era ser como Él. Y mis ejercicios a Sacerdotes y Seminaristas llevaban (y llevan) siempre esta orientación: ser como Él. Recuerdo que hace más de treinta años, unos Sacerdotes ejercitantes me dijeron: «¿Por qué no publica un libro de ejercicios titulado Como Él?». Él, siempre Él, cada vez más completo y yo... cada vez más como Él. Y con motivo de mi vocación y misión específicas, a la figura de Él como Sacerdote se unió Él como Víctima, la única que se ofrece en el altar. Como Él, Sacerdote-Víctima" (cfr. 5 septiembre 1975). A mí me parece que el libro ya está "escrito" de modo equivalente en el mismo "Diario" y "Apuntes".

Su participación en el concilio Vaticano II está también relacionada por la petición de celebrar la fiesta litúrgica de Cristo Sacerdote y la inclusión en el n.18 de "Presbyterorum Ordinis", del título mariano "Madre de Cristo Sacerdote". La fiesta sería aprobada para España y otras naciones que lo pidan, el 22 de agosto de 1973, para celebrarla el jueves después de Pentecostés.14

de la Congregación: "Nihil obstat" de la Santa Sede, abril 1950;

"Decretum Laudis", enero 1967.

14    ? Cuando D. José María describe el "iter" de esta aprobación, deja

entrever los "latidos de un corazón consagrado": "La impresión que

siento interiormente es como de haber acabado mi misión en la tierra.

Algo así como si pudiera entonar agradecido: Nunc dimittis" (cfr. 5-7

julio 1973). La aprobación de la fiesta fue un punto de llegada y un

punto de partida. Habrá que seguir en el empeño concreto, para que todos

los sacerdotes y almas sacerdotales vivan en sintonía de "santidad", de

acuerdo al significado de la misma fiesta. La palabra "santidad",

pronunciada por la M. Fundadora (M. María del Carmen Hidalgo) al recibir

la noticia de la aprobación de la fiesta, indica el sentido sacerdotal

de la vida cristiana transformada en oblación sacerdotal (cfr. 12 julio

1973). Dice D. José María: "Escribiría mucho sobre esta Fiesta, pero no

puedo, no sé" (cfr. 22 mayo 1975).

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La primera vez que se celebró en España la fiesta de Cristo Sacerdote (cfr. 6 de junio 1974), hubo en casa Madre una verdadera apoteosis, que en el "Diario" se describe con todo detalle, hasta afirmar, al final: "Yo lloré. ¡Por fin!" (cfr, 31 diciembre 1974; 22 agosto 1975). Pero el deseo de D. José María era que la fiesta se celebrara "en toda la Iglesia". Y para conseguir este objetivo ofreció su vida. En 1979 se incluyó el texto litúrgico también en la segunda edición de la "Liturgia de las Horas" en castellano: "Mi alegría ha sido inmensa y he exclamado: Ya está todo" (cfr. 25 noviembre 1979).

Su amor y fidelidad al Papa se manifiesta continuamente al hablar de Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II. El entusiasmo por cada Papa es patente, así como también su filial amor y adhesión a la Iglesia. Su entusiasmo crece de punto al recordar la carta sacerdotal del Jueves Santo (1979) y el abrazo y beso de Juan Pablo II en la ordenación sacerdotal de Valencia, el 8 de noviembre de 1982.

Hace también memoria de algunos viajes internacionales: Roma (1929, etc.), Lourdes (1957, etc.), Dakar (1968, visita a los sacerdotes de Huelva y a los pescadores), Terranova (1969, apostolado del mar), América (1973, Miami, Argentina y Chile, visita a los sacerdotes valencianos), Nagasaki (1962, representando al episcopado español en la inauguración del monumento de los mártires)...

En los escritos autobiográficos van apareciendo algunos de los muchos autores que alimentaron su formación espiritual: Teresa de Avila, Juan de la Cruz, Teresa de Lisieux, Juan de Avila, Chautard, Philippon, Olier, Dagnino, Arintero, Neubert, Llull, Monfort, Eugenio del Niño Jesús, Isabel de la Trinidad... "El Señor me ha regalado... un alma contemplativa. Eso explica mi afán por la lectura y el estudio de la Teología mística y escritos sobre estas materias, sobre todo los grandes maestros. Y lamento no haberlo hecho con más amplitud y mayor dedicación o por culpa mía o por el trabajo de esta vida, a la que el Señor ciertamente me ha llamado, vida activísima en apostolado constante e incansable" (cfr. 3 septiembre 1973).15

La salud no le acompañaba siempre. Desde el ataque de trombosis en 1974, vivió en una actitud permanente de agradecimiento y de espera confiada. Para él, era "la gran gracia" (cfr. 31 diciembre 1974). A veces anota con detalle algunos de sus numerosos achaques, pero siempre es para unirse más a Cristo: "¡Qué alegría ir transformándome en Cristo Crucificado!" (cfr. 11 abril 1976). Su sufrimiento callado, al final de su vida, transmitía la paz de quien viven en sintonía con la oblación de Cristo Sacerdote y Víctima, el Buen Pastor que da la vida por las ovejas.

3. ESTILO CONTEMPLATIVO DE SU VIDA SACERDOTAL

D. José María, al ofrecer una resumen de la oración mental, afirma: "La más bella y exacta definición de la oración mental nos la da la mística doctora Santa Teresa de Jesús al afirmar que no otra cosa es la oración que un tratar de amistad con quien sabemos que nos ama, Dios".16

Esta oración de amistad fundamenta y da sentido a la actitud relacional que debe invadir todos servicios ministeriales: "La oración del sacerdote en trato de amistad, será una conversación íntima, afectuosa, sobre cuanto es y vive, pero todo reducido al amor. Amor que predica con la palabra de Dios; amor que administra con el pan de la Eucaristía... Esa oración resulta insustituible... Lo que debe lograrse en convertir el trabajo en oración, a fuerza de vida de oración".17

Los escritos autobiográficos de D. José María ("Diario" y "Apuntes") se

15    ? Durante los nueve años de arzobispo en Valencia, creó 58 nuevas

parroquias y ordenó 276 sacerdotes seculares y 75 religiosos.

16    ? Piedad sacerdotal, o.c., pp.31-32.

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desarrollan en sentido relacional de profunda intimidad con Dios. Siempre son como un diálogo continuo con el Señor y con la Santísima Virgen, para agradecer el pasado, vivir gozosamente le presente y mirar con confianza filial el futuro.

El estilo sacerdotal "a lo Avila" incluye también esta actitud contemplativa "a lo cartujo". No es una dicotomía, sino una "unidad de vida" que armoniza contemplación y acción. Por esto, su contemplación no es complicada, sino que está enraizada en el misterio de Dios y en la historia humana concreta. Nunca es una evasión o una actitud sujetivista, sino siempre un compromiso más profundo de asumir la propia existencia concreta y orientarla hacia el Absoluto y hacia el servicio a los hermanos. Es la auténtica vivencia de la "presencia de Dios": "Estoy casi en perenne presencia amorosa del Señor. Constituye una obsesión. Estoy pensando en Él o sintiéndolo vivamente aun sin pensar. Me hago presente al pensar en Él; se me hace presente al hacérseme sentir. Y esto de una u otra forma sin interrupción" (cfr. 7 octubre 1972).18

Vivir de esta presencia, en los momentos de oración y en los momentos de acción, equivale a prescindir de si se tiene fervor sensible o sequedad: "En la oración me llena el «estar». Para mí esa palabra encierra un mundo de misterio de amor. Adoptar esa postura es sentir que el Señor va haciendo, va llenando. Quizás por eso sienta tanto el vacío. «Estar». Estar ante el Señor. Estar con el Señor. Estar en el Señor. Estar el Señor en mí y conmigo dentro de mí. Estar. Ni fervoroso ni seco, ni emotivo ni árido. Simplemente estoy y siento que Él está" (cfr. 7 octubre 1972).

Podemos encontrar en su "Diario" una definición descriptiva de la oración, al estilo evangélico de Santa Teresa: "En la oración de la mañana he completado mi definición de oración, o más exacto, la definición de mi oración: «Tratar de amor estando a solas con solo el Amado»... Creo que, dado mi ser (amor) y mi vida (amar) y teniendo en cuenta la trayectoria de lo que podría llamar «Historia de mi corazón», la oración, que es trato con Dios, tiene que ser para mí «tratar de amor», Este trato requiere soledad pues necesita tratar «a solas» con Dios, a quien el amor llama siempre Amado. Y aplicada esa soledad a Él, la oración, mi oración, es con «solo» Él, el Amado. Y eso en un «estar», con todo cuanto encierra esa (para mí llena de vida y amor), palabra «estar»... Así quiero ser y vivir en la tierra y espero que ese será mi ser y vida en el cielo; mirando en silencio al Amado: amando a solas sólo al Amado. Hostia que adora, que agradece, que alaba, que se entrega, que ama, siempre y en todo a Él solo" (ibídem). El sacerdote está llamado a ser la hostia pequeña en la Hostia grande.

Es el estar de un silencio activo de donación: "Son las grandes palabras de mi alma contemplativa: estar - amar - silencio - soledad - Él solo - Ella solo" (cfr. 31 mayo 1973). Su modo de hablar con Dios consiste más en callar: "Silentium meum loquitur tibi" (ibídem).

Es, pues, una actitud relacional de "estar" con la propia pobreza, ante la persona amante y amada: "Mi oración es un estar amándole íntimamente en silencio a solas con Él solo. Amándole y con Él solo, si es Él... Amándola y con Ella sólo, si es Ella... Él y Ella son siempre la vida de mi oración, que es la vida de mi vida" (cfr. 16 julio 1973). Es una actitud muy activa, como quien sabe tener tiempo sin prisas en el corazón. Durante los Ejercicios de 1973, escribe: "Quizás el fruto de este primer día haya sido el estar tiempo y tiempo ante el Sagrario, dejándome empapar, esponjar, invadir, sumergir; algo así como rocío y maná. ¿Qué hace el alma?... «Le miro y me mira» = «Le amo y me ama». «Estamos los dos en silencio»" (cfr. 28 agosto 1973).

17    ? Ibídem.

18    ? "Mi espiritualidad es eminentemente, no exclusivamente,

contemplativa" (cfr. 25 mayo 1976). "Vida activa por vocación, pero

contemplativa por espíritu" (cfr. 26 mayo 1976).

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La misma sequedad u "obscuridad" se convierte en oración: "He de advertir que en la oración no disfruto sensiblemente, de manera que pueda ser atractivo que explique el no costarme trabajo. Nada de eso. En la oración de ordinario no percibo gusto sensible y suele acompañarme de ordinario la insensibilidad, la obscuridad y la imposibilidad. Y sin embargo estaría horas y horas. ¿Por la comodidad de no trabajar etc. durante ese tiempo justificándolo ante la conciencia? A veces lo he pensado. Pero creo que no hay tal. Entonces ¿qué hago? Estoy; es mi gran palabra: Estar" (cfr. 3 septiembre 1973).

Por esto, no logra definir su oración y mucho menos su grado de oración: "No sé si oro. Y sin embargo es un continuo pensar ¿en Dios? ¿en el alma? etc. No sé. No me entiendo ni sé darme a entender" (cfr. 28 marzo 1975, Viernes Santo). "Y, por descontado, nada de saber, inquirir, averiguar, etc. en qué grado de oración se encuentra mi alma. Algo de esto escribí hace tiempo en páginas anteriores. ¡No lo haré más! Y perdón, Señor, por haberlo hecho. En esto y en todo, humildad, sencillez, nada" (cfr. 25 julio 1975).

El punto de apoyo de esta actitud relacional es la amistad con Cristo: "Jesús, que Tú me llames siempre «mi mío», que yo te llamaré siempre «mi mío». Jesús, Tú todo, yo nada. Jesús, Tú solo, yo nadie. Jesús, Tú siempre, yo nunca... Mi oración será siempre ésta: La cara es el espejo del alma, que se asoma por los ojos. Señor, que la serenidad de mi rostro, la sonrisa de mis labios y la limpieza de mi mirada, reflejen siempre tu paz, tu gracia, tu amor en mi alma. Amen" (cfr. 8 y 21 septiembre 1975).19

La Eucaristía, celebrada y adorada, es el momento central de la oración y también de toda la vida y ministerio sacerdotal: "La Eucaristía es mi gran devoción. Pero vivida en la intimidad cariñosa. ¡Cuántos besos a la puerta del Sagrario! ¡Cuántas breves, brevísimas, entradas y aun desde la puerta, para saludar a Jesús, mi Hermano, mi Amigo, mi alter ego! ¡Qué miradas ardorosas, como saetas, que se clavan en la puerta del Tabernáculo! ¡Cuánto tiempo de oración silenciosa junto al Santísimo Sacramento! ¿No será todo esto, la razón por la cual mi más jugosa oración, es estar mirando silencioso el Sagrario, o el copón, o la custodia?" (cfr. 14 enero 1976).

Si D. José María es "el sacerdote de los sacerdotes", esto acontece especialmente por medio de una oración auténtica que se traduce siempre en caridad fraterna y celo apostólico: "Lo más (y hoy día, dada mi enfermedad y edad, es claro a todas luces), lo más y mejor que puedo hacer por la Diócesis como Obispo, por los Sacerdotes como Sacerdote, y por la Congregación como cofundador, es orar, orar siempre. ¡Y cuánto me consuela esto! Por mis almas, por los Sacerdotes, por la Congregación, ser lámpara encendida ante el Sagrario. ¡Cuánto escribiría sobre esto! Pero no sé hacerlo. Lo veo, lo siento, lo vivo, mas no sé decirlo" (cfr. 14 enero 1976).

No parte de teorías, sino de la sintonía de sentimientos con Cristo Buen Pastor, como de corazón a corazón: "Hacemos un intercambio de Corazones, para que en mi pecho

19    ? Esta actitud de oración se concretaba en un amor mutuo de

donación, como razón de ser de la propia existencia: "Estar siempre

amando íntimamente a mi Dios, Uno y Trino, en silencio y a solas con Él

solo. Con estas palabras, defino el ser de mi vida, la vida de mi ser y

mi oración. Entonces ¿qué hago en la oración? «Nos amamos». Mi Dios, Uno

y Trino, me ama y yo le amo" (cfr. 25 marzo 1976). Es la toma de

conciencia de ser "nada" ante el "Todo", pero sabiéndose amado por El:

"Esta es mi definición: Soy nada; soy la nada. Déjame, por tanto, Señor,

sacar la consecuencia: Tú eres el Todo. Tú eres mi Todo" (cfr. 18 julio

1977).

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lata tu Corazón, y mi corazón lata en tu pecho. Así podemos decir los dos: Tú: es mi Cristo, Sacerdote Hostia, quien vive en mí. Yo: es mi Cristo, Sacerdote Víctima, quien vive en mí" (cfr. 17 junio 1977).

"La vida del sacerdote es, por consiguiente, una vida desde Cristo, en Cristo, con Cristo y para Cristo... que Cristo sea para el sacerdote el punto vital de referencia y confrontación... Cristo conocido, Cristo amado, Cristo vivido, Cristo comunicado... con plena sintonía de criterios, de afectos y de proyectos".20

Cuando D. José María intenta calificar su vida, afirma que es "eminentemente activa... con un espíritu esencialmente contemplativo". Por esto, "no sabe" cómo calificar su oración. Es como entrar en la nube del "no saber": "Y hace tiempo quise examinar mi oración y llegué a la conclusión, que podía llamarse, oración de simplicidad o de simple vista amorosa y confiada entrega. ¿Era ilusión? Desistí de volver a pensar sobre ello en mi vida y perderme en el amor del Señor, sumergido en su plan para conmigo, lanzar en paz y gozo el nescivi" (cfr. 9 marzo 1976).21

Es interesante notar cómo toda su vida espiritual y, por tanto, su actitud sacerdotal contemplativa, es espontáneamente mariana. Por esto, se inspira en el "Magníficat": "Con humildad y agradecido exclamo como en un Magníficat: Mi alma vive su vida contemplativa. La contemplación es el espíritu de la vida de mi alma" (cfr. 9 marzo 1975).

Si el corazón cristiano debe reflejar la vida trinitaria y la misma Iglesia es también el reflejo de la Trinidad, no es de extrañar que la oración se desarrolle en esta misma perspectiva del misterio de Dios Amor: "Hace más de cincuenta años que rezo todos los días el Santo Trisagio" (cfr. 8 diciembre 1972). Precisamente su "constante conversión por el amor" apunta al objetivo de ofrecerse como "Hostia de la Trinidad" (ibídem). Su "voto perpetuo de santidad en el amor" (cfr. 15 agosto 1974) tiene esta misma perspectiva trinitaria: "Sumergíos Vos en mí, porque yo me sumerja en Vos" (cfr. 12 marzo 1976). Por esto podrá afirmar: "Mi espiritualidad es divinamente trinitaria" (cfr. 26 mayo 1976). Es, pues, intimidad con las tres personas de la Santísima Trinidad, "mis tres" (cfr. 14 enero 1976): "Mi alma, consumada en la unidad del Padre con el Hijo, al ritmo de un mismo Espíritu de Amor, vivirá su vida escondida con Cristo en Dios, hecha hostia de amor en alabanza de gloria de la Santísima Trinidad" (cfr. 31 mayo y 21 junio 1973). De ahí arranca la caridad pastoral como de su fuente: "Mi ser que es «amor», mi vida que es «amar», y mi oración que es «estar amándole íntimamente en silencio a solas con solo Él», se centran en Dios, Uno y Trino" (cfr. 12 marzo 1976).

Su intimidad con el Padre se concreta en sintonía con su voluntad; su relación con el Hijo se expresa en amistad profunda; su "docilidad" al Espíritu Santo (a quien llama "mi Director") se concreta en dejarse transformar en Cristo según los planes del Padre: "Dejarme hacer por el Espíritu Santo, imagen perfecta de Jesús, para que el Padre, al mirarme, encuentre en mí sus complacencias, como en hijo muy amado, su predilecto" (cfr. 1 enero 1976). Y así "saborea" que Dios es Amor (cfr. 2 septiembre

20    ? Cfr. Piedad sacerdotal, o.c., pp.11, 23-25.

21    ? Basándose en la doctrina sanujuanista, dice: "Creí ver que en mi

alma se daban las tres señales que marca S. Juan de la Cruz: 1ª)

dificultad para discurrir en la oración; 2ª) no sólo no gusto de

ocuparme de las cosas terrenas, sino que me es cruz lo que podría llamar

lo humano, en contraposición a lo divino; 3ª) una orientación misteriosa

hacia Dios, en cuya presencia amorosa ando, ¡atención amorosa!, gustando

de «estar amándole íntimamente en silencio a solas con solo Él»" (cfr. 9

marzo 1976).

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1975).

Estas grandes líneas contemplativas se valen también de los medios concretos que llamamos "devociones". D. José María anota las suyas, que va distribuyendo según los días de la semana (cfr. 31 octubre 1977). No podía faltar el Rosario, rezado íntegramente cada día (cfr. 15 agosto 1977); lo llevaba "como escapulario noche y día colgado de mi pecho... como cadena de mi pectoral" (cfr. 7 octubre 1972 y 26 diciembre 1973). Le recordaba su entrega como esclavo y su "comunión con María" (cfr. 17 junio 1973). Era su oración predilecta en su visita a Lourdes (cfr. 25 junio 1977). Siempre a modo de "descanso del hijo que habla con su madre".22

Los dos estilos de vida, "a lo Avila" y "a lo Cartujo", no se oponen entre sí, sino que se armonizan, acentuando un aspecto y otro según los diversos momentos de la vida. Su espíritu "avilista" y "cartujano" (cfr. 11 marzo 1977) le llevará a vivir la fecundidad apostólica enraizada en la vida contemplativa, también y especialmente en los años de obispo dimisionario (cfr. 29 mayo 1979). "¿Mi ocupación? - Ya queda dicho en páginas de este Diario Espiritual. Hasta ahora, repito de nuevo, a lo Juan de Avila. Desde ahora, a lo Cartujo. He aquí mi programa: Amar en intimidad. Sufrir en silencio. Orar en soledad" (cfr. 1 junio 1979).

Llevados de la mano de D. José María, llegaremos a experimentar la fecundidad de la cruz, especialmente por medio de los momentos que parecen "silencio" de Dios: "Cualquiera que lea estas páginas podrá pensar que mi alma goza de fervores y dulzuras de espíritu casi celestiales. ¡Nada de eso! Fuera de algún que otro momento raro y brevísimo, el vacío más inmenso me rodea por todas partes. ¡Nada - Nadie!... Y aunque no lo sienta, lo afirmo rotundamente: Jesús y la Virgen me aman con predilección y yo los amo con verdadera locura. Pero nada siento. ¡Solo Dios!" (cfr. 22 agosto 1976). En los Ejercicios de 1978 (en la Casa Madre) describe su profunda convicción: "Llegué a la conclusión: Dios no me llama al estado de vida contemplativa en la Iglesia, pero ha regalado a mi alma un espíritu contemplativo, que es como característica de «mi vocación - misión» y de «mi espiritualidad»" (cfr. 27 octubre 1978).

Su aprecio por el silencio deriva de su misma experiencia de no saber decir lo que experimentaba. Supo "sufrir en silencio", pero amando y sonriendo (cfr. 6 enero 1978 y 25 marzo 1978). La serenidad de su rostro estaba modelada por el hecho de sufrir amando. Este "silencio", lleno de Dios, es la conclusión a que llega en sus escritos autobiográficos: "«Secretum mihi». Con estas dos palabras, que tanto dicen en silencio al alma escondida con Cristo en Dios, termino mis Apuntes Espirituales. Madre Sacerdotal, tu Alter Christus" (cfr. 28 mayo 1983).

4. LA CARIDAD PASTORAL COMO OBLACIÓN TOTAL CON CRISTO SACERDOTE: "PRO EIS"

Toda la vida de D. José María es una oblación unida a la oblación de Cristo Sacerdote y Víctima. Se puede afirmar que éste es el tono más llamativo de todos sus escritos autobiográficos, como expresión de su caridad pastoral. Jesucristo Sacerdote y Víctima es la idea-vivencia clave, concretizada en una celebración eucarística que se desea y busca para transformar toda la vida propia y de los demás. Esa es su fuente inspiradora.

Al exigir la santidad sacerdotal, por el hecho de participar ontológicamente y de modo especial en el sacerdocio de Cristo, D. José María es realista y alentador: "En la vida del sacerdote se da, de forma muy llamativa, la tensión entre la configuración de su ser personal con Cristo Sacerdote, operada ya por el sacramento

22    ? Piedad sacerdotal, o.c., p.36. Anécdota de cuando era parvulillo:

el caramelo que prometió la religiosa de Santa Ana, en Fitero, para

quien rezara mejor el rosario. Pero el caramelo prometido no llegó.. Ya

obispo, decía: "Madres, me deben ustedes un caramelo".

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del orden, y la urgencia, nunca plenamente realizada, de la configuración de su vivir - ser y hacer - con el sentir, el querer, el vivir de Cristo, Sacerdote y Víctima de la nueva alianza".23

Es la exigencia que nace del amor: "La gran figura de Cristo, como Sacerdote... nos entusiasmará, nos enamorará y como arrastrará para ser sus seguidores... de cerca, a su lado, con El".24

El mismo no sabe expresarse, puesto que la "oblación" sacerdotal consiste en darse sin más explicaciones. Afirma que es la "fórmula de mi ser y de mi vida... rubricándola con la Sangre de Cristo Sacerdote - Víctima y mezclada con la mía, Sacerdos et Hostia, de mi Cristo" (cfr. 15 agosto 1973). Lo que importa es llegar a ser, con Cristo, "hostia de amor" (cfr. 25 agosto 1973). Vivió siempre su sacerdocio como oblación; era la vivencia de su identidad sacerdotal: "El Señor me ha creado para ser sacerdote" (cfr. 20 julio 1972).25

Hay una afirmación que se repite con frecuencia en sus escritos: "Sólo sacerdote y todo y en todo Sacerdote y eternamente Sacerdote" (cfr. 4 septiembre 1975; 21 julio 1977). Su identidad sacerdotal la vivía así: "Era la fuente de mi constante alegría. Quería ser sacerdote santo, pronto, grande, porque no menos no me conformo" (cfr. 20 mayo 1980).

La práctica de los medios de santificación tienden a la sintonía con los sentimientos de Cristo Sacerdote, para poderle prolongar hoy. "La función de las prácticas de piedad en la vida del sacerdote es la de hacer de él un lienzo en el que el Espíritu Santo pueda ir diseñando, cada vez con más precisión, la imagen viva de Cristo Mediador, Pontífice, Víctima, Pastor... o, si preferimos, la de hacer del sacerdote instrumento personal del que Cristo Jesús pueda valerse para prolongar en la historia su tarea glorificadora del Padre y salvadora de los hombres".26

El misterio de la Encarnación del Verbo es el punto de referencia para entender y vivir el sacerdocio de Cristo y nuestra participación en él: "La Encarnación hizo al Verbo, «el Cristo». Nuestra consagración sacerdotal nos ha hecho «otros cristos»". La consecuencia a que llega es entusiasmante: "Como El, que se hizo hombre sin dejar de ser Dios, nosotros nos hagamos todo para todos, sin dejar de ser sacerdotes... El ser otros cristos con las consecuencias y exigencias respectivas, nos lleva a ser como El en nuestra encarnación-consagración, en nuestra consumación victimal".27

D. José María no elabora esquemas teóricos. Al describir cómo celebró sus bodas de oro sacerdotales, dice: "El don del sacerdocio. 1) Gratuitamente recibido... 2) Gozosamente vivido... 3) Eternamente agradecido... ¡Don del sacerdocio! Lo vivo hace cincuenta años. Desde toda la eternidad, El me miró, me amó y me eligió. Y yo le dije sí para toda la eternidad" (cfr. 27 mayo 1976).

23    ? Piedad sacerdotal, o.c., p.13.

24    ? Sacerdote, "otro Cristo", o.c., p.9. Toda la homilía gira en

torno a Cristo Sacerdote, acentuando tanto la participación ontológica

como la sintonía de sentimientos y disposiciones.

25    ? En su testamento afirma de estas dos palabras ("Sacerdos et

Hostia"): "Han sido mi vida en la tierra y espero que sean mi gloria en

el cielo".

26    ? Piedad sacerdotal, o.c., pp.12-13.

27    ? Sacerdote, "otro Cristo", o.c., pp.20, 22, 29.

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Su objetivo de llegar a ser "Sacerdote de los Sacerdotes" (cfr. 22 agoto 1977), lo vivió especialmente desde su ordenación sacerdotal (cfr. 23 julio 1972). El centro de la atención parece recaer en el ser víctima por la santificación de los sacerdotes y de las almas sacerdotales. Su dedicación a la dirección espiritual, retiros y Ejercicios sacerdotales, le merecieron este título, porque así le llamaban los demás: "El Sacerdote de los Sacerdotes" (cfr. 5 septiembre 1975).

Esa era la "misión" recibida del Señor (cfr. 29 octubre 1975). Y esta misión pensaba poder continuarla desde el cielo: "Mientras exista este mundo, seré en el cielo el Sacerdote de los Sacerdotes, intercediendo pro eis" (cfr. 21 julio 1977). Este cuidado especial de los sacerdotes, sus íntimos colaboradores como obispo, le ayudaba a vivir mejor todos los demás servicios ministeriales: visitas pastorales periódicas, predicaciones continuas, atención a los pobres, viajes a Lourdes con los enfermos, apostolado del mar, Congreso Eucarístico Nacional (Valencia, 1972), etc. En este contexto, de calendario intensamente apretado, se encuadra la visita pastoral a sus sacerdotes valencianos misioneros en Latinoamérica (año 1973).

"Cristo Sacerdote y Víctima" era el punto de referencia para ser también con él "víctima". Se trata de una donación total ("holocausto"), que reviste diversos matices, pero que siempre tiene estrecha relación con la oblación de Cristo al Padre en el amor del Espíritu Santo, con María, por la Iglesia y por las almas. Se califica a sí mismo como "José María de Cristo Sacerdote-Víctima, como El". Y explica la distinción que él percibe entre "Hostia" y "Víctima": "Es verdad que en latín ponía Sacerdos et Hostia, sin caer en la cuenta en la distinción, que yo a mi modo, he hallado entre Víctima y Hostia... Es verdad que la palabra Hostia, además de significar Víctima en el Calvario y en la Santa Misa, dice algo más. Algo que no es, por decirlo de algún modo, transeúnte. Es algo permanente... debo ser como Él en su estado permanente; no como Él, Sacerdote-Víctima, sino como Él, Sacerdote-Hostia... Sacerdote que ofrece su Sacrificio, pero que se ofrece en sacrificio como Hostia. Se inmola en su Misa. Se da en Comunión. Está siempre en el Sagrario, haciendo de su Misa, vida y de su vida, Misa". Y concluye: "Si la santidad consiste en ser como El, debo ser como El en su estado permanente" (cfr. 6 septiembre 1975).

Es oblación especialmente para la santificación de los sacerdotes: "Mi vida, ofrecida víctima, debo darla entregada en holocausto por los sacerdotes, por su santificación" (cfr. 24 septiembre 1973). Este es el significado de su entrega como "víctima al Amor misericordioso", a ejemplo de Santa Teresa de Lisieux, ya el día de su primera Misa , el 30 de mayo de 1926 (cfr. 1 octubre 1973). En esta oblación incluye "la Congregación de las Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote, sus fines y sus almas" (cfr. 15 agosto 1975). A veces, matiza más: "Por los sacerdotes y aspirantes al sacerdocio" (cfr. 4 septiembre 1975). Era su "vocación-misión".

Por esto deseaba que en su sepulcro se escribiera simplemente "Sacerdos et Hostia". En esta oblación consistía su camino de santidad (cfr. 6 septiembre 1975), como imitación de Cristo y transformación en él: "Sacerdote-Hostia. Ser semejante a Ti y ser como Tú" (cfr. 25 marzo 1977; ver también: 25 mayo y 14 junio 1980).

Las repeticiones que se encuentran en el "Diario" y en los "Apuntes", indican sus propósitos renovados continuamente. La repetición de los mismos conceptos ofrece la riqueza de matices diversos, siempre en torno a la vivencia de Cristo como Pablo: "Mi vida es Cristo: ¡Amor mío, prende fuego a tu víctima, para que arda y se consuma en el volcán divino de tu infinito, y eterno amor! ¡Mi Cristo, Sacerdote - Víctima, he aquí a tu Cristo, Sacerdote -Hostia! - Fiat, Domine, voluntas tua - Vita mea est abscondita cum Christo in Deo. Sacerdos - Hostia, filius Mariae" (cfr. 1 enero 1979, Casa Madre).

Ese era también su martirio por amor, como aparece frecuentemente en sus escritos: "Jueves Santo. Mi ofrecimiento de Víctima y Mártir de amor" (cfr. 12 abril 1979). La vocación martirial la sintió desde niño (cfr. 23 julio 1972 y 19 mayo 1980). Su pectoral le recordaba a un "obispo mártir", asesinado (cfr. 24 septiembre 1973).

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Hay un gesto de su vida personal, narrado por él mismo, que indica el significado de su martirio: "En nuestra guerra tuve la dicha de ser confesor de mi Sacerdocio, ante la pistola que apuntaba mi pecho. No dispararon. El martirio es una gracia que hay que merecer. Yo no la merecí. ¿Es que me reservabas, Señor, para el martirio de amor? - En este caso, me concedes la gracia [que] desde niño (cinco o seis años) te pedía: morir mártir. A los niños siempre escuchas: Moriré mártir, pero mártir de amor" (cfr. 22 julio 1977).

Frecuentemente traza su proyecto o programa de vida, que va repitiendo todos los años, siempre con ciertos matices diferenciados: "Mi Programa. Amar - Sufrir - Callar - Sonreír - Orar. Al paso de Dios, en brazos de Madre y... en silencio" (cfr. 22 mayo 1980). Quería vivir crucificado con Cristo: "¡Oh mi amado Jesús, Crucificado por amor! Yo quisiera ser una hostia digna de vuestro Corazón divino. Yo quisiera cubriros de gloria, yo quisiera amaros... hasta morir de amor" (cfr. marzo 1976). "¡Qué alegría ir transformándome en Cristo Crucificado! (cfr. 11 abril 1976).

Hay detalles de su oblación, que pueden ser muy llamativos para quien lea los escritos espirituales. En realidad, se trata de detalles de un apasionado por Cristo. En este contexto se comprenden sus ansias de transformar el sufrimiento en donación, concretadas en el hecho de abrirse (con el permiso de su confesor) una cruz en el pecho, cuya cicatriz le duraría toda la vida (cfr. 8 noviembre 1975; 24 mayo 1976; 14 septiembre 1977). En ello se expresaba su sufrir y amar, como constitutivo de su "secreto" (cfr. 31 diciembre 1974; 6 enero 1975). Y ello formaba parte de su "vocación-misión": "Amar - Sufrir - Orar" (cfr. 25 abril 1978).

También las numerosas "consagraciones" y "votos", repetidos continuamente, pueden parecer algo engorroso al lector. De hecho, cuando D. José María escribe para los demás, escribe con más precisión (como en el caso del comentario ya citado sobre los medios de vida sacerdotal según PO 18). Pero su "Diario" era algo íntimo, siempre con el riesgo de acabar en el brasero. El vivía un camino de sencillez. Sus actos de entrega se van renovando y expresando con fórmulas siempre nuevas o retocadas, para irse centrando en un "sí" (un "fiat"), que se ensaya continuamente con la intención de que sea total y definitivo. Tantas consagraciones y tantos votos no son más que un ensayo permanente, como de quien no sabe expresarse, para quedarse, al final, con un silencio de donación. A veces, se resumen todos los votos en "voto de Amor, esto es, hacer todo por amor, sólo por amor y siempre por amor" (cfr. 2 noviembre 1975). Y luego califica de "Mi Voto" a su consagración, renovada todos los días: "Es mi consagración a Dios, Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, voto perpetuo de santificación por el Amor" (ibídem). En casi todas las fórmulas de consagración aparece el aspecto mariano (con María) y eclesial (por la Iglesia).28

La expresión "pro eis" (me inmolo por ellos), tomada de la oración sacerdotal de Jesús (Jn 17,9), es como el resumen de los sentimientos sacerdotales del Señor, que se ofrece por "los suyos", ya desde el seno de María (cfr. Heb 10,5-7), pero de modo especial en el contexto de la pasión. La expresión le sirve para recordar anualmente su voto de Víctima "pro eis", que ya hizo el 8 de diciembre de 1935 (cfr. 22 agosto 1972). En sus retiros espirituales y en sus aniversarios, renovaba continuamente esta oblación (cfr. 17 octubre 1973).29

28    ? Ver, por ejemplo, un resumen de sus consagraciones en el

"Diario", 8 diciembre 1975. Resumen de todos sus votos: 2 noviembre

1975.

29    ? D. José María vive la expresión "pro eis" relacionando Heb 10,5-7

y Jn 17,9. Así sintoniza con los sentimientos de Cristo. El tema de la

Encarnación lo vive al estilo de San Juan de Avila en su Tratado del

amor de Dios. Cfr. Santidad sacerdotal, o.c., introducción de D. Julio

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Su estilo sacerdotal "a lo Avila" o "a lo Cartujo", lo concretaba en bien de "los Sacerdotes, la Congregación de Oblatas de Cristo Sacerdote, y ésta en orden a aquéllos, «pro eis», en vida contemplativa" (cfr. 25 mayo 1976). Su "vocación" y "victimación" se plasmaban en "orar y sufrir pro eis" (cfr. 21 julio 1977). Era siempre "pro eis et pro Ecclesia" y, por lo tanto, por todas las almas (cfr. 1 octubre 1977), que quería, a su modo, seguir el ejemplo de Santa Teresa de Lisieux: "Para salvar almas y, sobre todo, para rogar por los Sacerdotes" (ibídem). A veces se subraya que su "pro eis" es "en silencio" (cfr. 9 marzo 1978) y "con las armas siempre victoriosas de la oración y sacrificio" (cfr. 30 mayo 1978). Su alegría evangélica (podríamos decir de "infancia espiritual") al ser nombrado "capellán vitalicio" de las Oblatas, fue como un signo de que su "pro eis" iba a pasar más allá de la muerte, como oblación permanente por los sacerdotes y las almas sacerdotales.

Su oblación, vivida en lo cotidiano y especialmente en los momentos de dificultad y de sufrimiento, le llevaron a calificarse de "enfermo de Dios". Pero esta afirmación es una experiencia "mística", que ni él mismo sabe explicar: "Me siento enfermo de Dios. Y no quiero curarme. Quiero empeorar. Empeorar hasta morir de Dios... ¿Cuándo será mi Dios, mi Amor? ¿Cuándo? Que muero porque no muero. Exteriormente sigo mi vida... Dejo de escribir. Prefiero en silencio vivir esta vida hasta morir" (cfr. mayo 1975). "Es la enfermedad y muerte de Amor" (cfr. 18 febrero 1976; también, 11 abril 1976; 20 y 28 julio 1977; 8 diciembre 1977; 11 febrero 1978). Parece recordar la "locura de amor" del "Tratado del amor de Dios" (de San Juan de Avila).

Deseó siempre vivir y morir como Cristo Sacerdote y Víctima (cfr. 9 abril 1977). Es la vida y la muerte por amor, porque, según la expresión sanjuanista: "A la tarde de la vida te examinarán sobre el amor" (cfr. 9 marzo 1979). Y no podía faltar la presencia mariana, cuando atrevidamente le pide a la Santísima Virgen, la "Madre del Amor Hermoso", poder "vivir de Amor hasta morir... de Dios" (cfr. 29 octubre 1981).

5. ¿SU ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL ESPECIFICA?

A D. José María no se le puede encasillar. El era, según su expresión habitual, que ya hemos recordado anteriormente, "sólo sacerdote y todo y en todo Sacerdote y eternamente Sacerdote" (cfr. 4 septiembre 1975; 21 julio 1977). Vive la participación ministerial del sacerdocio de Cristo en sintonía con sus sentimientos de oblación al Padre, en el Espíritu, en bien de toda la humanidad.

Su vida se inspira en la de Jesús Sacerdote y Víctima, para ser "como El" y según el modelo apostólico de encuentro, seguimiento y misión. Querer encasillar su espiritualidad en una escuela, sería desconocer sus afirmaciones explícitas.

Para todos era un signo personal del Buen Pastor, siempre cercano y comprometido. Para los sacerdotes, era hermano, amigo y padre, especialmente en los Presbiterios en que le tocó vivir: Madrid, Huelva, Valencia. Como buen sacerdote diocesano, quiere conocer, vivir y fomentar todos los carismas. Por esto, lee y asimila muchos libros de autores espirituales (que hemos citado más arriba). No obstante, él sigue su camino peculiar, podríamos decir irrepetible aunque imitable, siempre para vivir el misterio de la Iglesia como comunión de todos los carismas y vocaciones.

La herencia eclesial, de la que es custodio como sacerdote y como obispo, la vive con características propias. No es complicado, sino que sigue un camino sencillo: "Los puntos son elementales. El programa es sencillo... 1) Para con el Señor: oración

Navarro, p.6. D. José María lo explica así: "Pro eis et pro Ecclesia,

debería ser la consigna de nuestra alma sacerdotal. ¿Hasta la

victimación?... No temamos al Señor. Amémosle y que el corazón resuelva"

(Sacerdote, "otro cristo", o.c., p.28).

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de intimidad y familiaridad con mi Dios, con «mis Tres». 2) Para con el prójimo: sencillez y mansedumbre. 3) Para conmigo mismo: humildad y olvido absoluto de mí mismo" (cfr. 24 julio 1972). El mismo afirma que sus escritos no son un "laberinto" (cfr. 9 abril 1977) y que su vida espiritual no es complicada (cfr. 13 mayo 1979).

Pero, al leer sus escritos, constatamos que él mismo califica su espiritualidad de "trinitaria", "mariana", "contemplativa", "sacerdotal". Así lo dice explícitamente: "Mi espiritualidad es filialmente mariana... mi espiritualidad es eminentemente contemplativa... mi espiritualidad es esencialmente sacerdotal... mi espiritualidad es divinamente trinitaria" (cfr. 25-26 mayo 1976; explica ampliamente cada afirmación). Esas notas características las vive en armonía, como círculos concéntricos, incluyendo todos los demás matices de la espiritualidad cristiana y sacerdotal.

A veces, habla de "una síntesis de mi espíritu", es decir, "la vida de mi espíritu en cinco palabras: Amar, sufrir, callar, sonreír, orar" (cfr. 22 agosto 1973). Pero se presenta como "Sacerdote de Cristo Sacerdote", "Sacerdote de los Sacerdotes de Cristo", "mi santidad", "mi Madre" (ibídem). Y con estas palabras resume lo que él llama "mi espíritu", "mi vocación", "mi misión", "mi consagración" (ibídem). Estas frases sintéticas quedan ampliadas en sus notas íntimas de los Ejercicios Espirituales de octubre de 1975.

Es difícil, pues, si no imposible, clasificar a D. José María. Los numerosos resúmenes de su programa espiritual y de sus vivencias, llenan muchas páginas de los escritos autobiográficos. Empiezan estos resúmenes casi como breves esbozos, para ir ampliándose en las repeticiones y, ya hacia el final, simplificándose en pocas palabras, para terminar en un "silencio" parecido al de Santo Tomás. Quien no tiene en cuenta este itinerario de "silencio", se va a complicar, sin entender nada de la vida espiritual de D. José María.

Su vida, como sus proyectos espirituales, son un itinerario que, empezando con abundantes palabras, va descubriendo el valor de silencio, para terminar en sólo dos términos: "Alter Christus" (cfr. 28 mayo 1983). En realidad, es siempre una vida espiritual que quiere resolverse en sólo "amar": "Mi ser y mi vida, Amor-Amar" (cfr. 1 noviembre 1972). Parece reflejar el "sí, Padre" de Jesús (Mt 11,26; L 10,21; cfr. 8 diciembre 1973).

Esta misma tendencia a autodefinirse sin acabar de definirse, se concreta en la expresión "mi nombre", "mi definición", como síntesis de su espiritualidad. Veamos un caso concreto: "Nombres que definen con exactitud precisa mi espíritu. 1) Nombre de Bautismo: hijo de Dios, que es mi Padre: José Mª García Lahiguera. 2) Nombre, que expresa mi vocación-mi misión: José Mª de Cristo Sacerdote-Víctima. 3) Nombre, que encierra mi ser (amor) y vida (amar): José Mª Víctima de holocausto al Amor Misericordioso. 4) Nombre, que llamo "místico y eterno": José Mª Hostia de amor de la Trinidad. 5) Nombre de hijo de María, mi Madre Inmaculada: José Mª pequeña flor de Madre. Madre, tu pobre pecador. Madre, tu ángel" (cfr. 15 agosto 1974). Un resumen de su vida en pocas palabras es el siguiente: "Corazón - Sacerdote de los Sacerdotes - Mártir de amor" (cfr. 21 julio 1977).30

El mismo usa la expresión "mi espiritualidad", y nos traza las líneas básicas, que recuerda la armonía entre la línea contemplativa y apostólica: "Quintaesencia de mi espiritualidad, Amor. Amar al Amor. Quae placita sunt ei facio semper. Amar a mi Dios hasta morir de Dios. Amar, sufrir y orar «pro eis, pro Ecclesia et pro Congregartione Sororum Oblatarum Christi Sacerdotis»" (cfr. 1 enero 1979). Estos son sus "tres grandes amores": "Amar a Dios, Uno y Trino. Amar a mi Madre del Cielo. Amar a mi Congregación de Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote, sus fines -pro eis et pro Ecclesia- y sus almas" (13 mayo 1979).31

30    ? También tiene algún resumen de su espiritualidad en poesía (cfr.

4 diciembre 1977 y 15 agosto 1980).

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También habla de etapas de su vida, como períodos de "conversión", que van llegando a un "epílogo" (cfr. 26 mayo 1976). Se trata de una "conversión" o apertura a las nuevas gracias de Dios, que va recibiendo en la etapa respectiva. Al explicar su expresión "Como El", hace un resumen de su espiritualidad como camino de santidad: "Mi santidad: Como Jesús. Mi santidad sacerdotal: Como Cristo Sacerdote. Mi santidad sacerdotal particular: Como Cristo Sacerdote-Víctima" (22 mayo 1980).

Hacia el final de los "Apuntes Espirituales", las palabras se hacen escasas, repitiendo y simplificando síntesis anteriores, como dejando hablar al "silencio". Completando su terminología, dice que quiere ser prolongación de Jesús, su "encarnación mística" (cfr. 25 marzo 1981), "alter Christus" con la presencia materna de María: "Mater, semper tecum" (cfr. octubre 1981 y 29 mayo 1983).

Por esto su vida se muestra siempre armónica: "a lo cartujo" (contemplativo) y "a los Juan de Avila" (vida apostólica). Pero en todos los aspectos la armonía deriva de los amores de Cristo Sacerdote: su amor al Padre, en el Espíritu Santo, su amor a María y a la Iglesia, a los sacerdotes, a las almas.

Su decisión de "ser santo", en el sentido de configurarse a Cristo, la concreta por el camino del amor. La "santidad", en relación con la "perfección de la caridad", era su "idea dominante" (25 mayo 1976), matizando este deseo en relación con Cristo Sacerdote y Víctima, "pro eis". "Mi santidad consiste en ser como El por el amor" (cfr. 26 mayo 1976). Así era su pasión por la santidad. El llamaba a ser "santos pero pronto santos y grandes santos. ¡Con menos no se cumple!". "Si no somos santos, ¿para qué somos sacerdotes?... Y si somos sacerdotes, ¿por qué no somos santos?".32

A nadie le puede extrañar su deseo de santidad, que debería encontrarse en el corazón de todo bautizado. Hay una expresión que puede parecer atrevida, pero que está llena de realismo y no desanima a nadie: "Mi santidad será, debe ser y espero que lo sea grande, muy grande en su sencillez, en su pequeñez. Será como la violeta humilde. Algo así como un tipo nuevo de santo original. ¡Grande en la nada!... En esta santidad, en adquirirla en silencio, cooperando con la gracia del Señor, pasaré los pocos años que me queden de vida" (24 julio 1972).

Su "genio fuerte" (cfr. 30 abril 1973) no le impidió ser santo, sino que se transformó en amor filial, fraterno, paternal. Supo siempre perdonar y amar sinceramente a las personas. Supo siempre "sonreír" como expresión de su amor sincero y como fruto de saber sufrir amando. "No sé lo que es odio, ni rencor, ni venganza, ni siquiera desprecio. Amo y me creo, me siento amado. Dilectus Deo et hominibus, me dijo un Sacerdote cuando era muy joven, casi niño. ¡Es verdad!" (cfr. 11 abril 1976).33

31    ? La primera frase de su testamento deja constancia de su amor a la

Iglesia: "en cuyos brazos amorosos vivo y en cuyo regazo maternal espero

morir".

32    ? Esta última frase resonó en la capilla del Seminario de Madrid,

en la primera celebración del día de la santificación sacerdotal (23

junio 1950). Dice también en su testamento: "Doy gracias al Espíritu

Santo porque siempre me ha hecho sentir en mi alma deseos insaciables y

ansias infinitas de pronta y gran Santidad Sacerdotal". Repetía con

frecuencia la frase de San Francisco de Sales: "Un santo triste es un

triste santo".

33    ? Recuerdo una anécdota personal, cuando D. José María era

arzobispo de Valencia. Una de las veces que me había llamado para un

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La referencia a la presencia materna de María es constante y en armonía con todos los aspectos de la vida espiritual y apostólica. Ella fue la clave de todo. Aparece en cada página, recordando sus fiestas, porque ella lleva directamente a Jesús para ser "como El". Experimentó la presencia de la "Madre de Cristo Sacerdote" en su propia vida, y quiso contagiar a todos de su amor. Es experiencia profundamente cristiana que, por ser mariana, es esencialmente trinitaria, cristológica, pneumatológica, eclesiológica, contemplativa y apostólica. En una palabra, es una experiencia plenamente "sacerdotal"34.

Una amplia explicación sobre la devoción mariana del sacerdote, se encuentra en el escrito Piedad sacerdotal, comentando el texto de "Prebyterorum Ordinis" (n.18): "Madre del Sumo y eterno Sacerdote, Reina de los Apóstoles y auxilio de su ministerio". Toma como modelo a Juan, el discípulo amado, que "la recibió en su casa" (Jn 19,27). D José María comenta: "la urgencia humano-divina de darle entrada en la intimidad de nuestra vida, haciéndole así partícipe de todo lo nuestro y realizando con ella, muy unidos teologalmente a ella, el caminar de nuestra propia y personal vocación".35

Vivía el "fiat" nariano para decir de verdad "Totus tuus". Aspiraba a que un día se proclamara dogma el título mariano de "Madre de Cristo Sacerdote". María era su "todo" (cfr. 24 mayo 1976). "La quiero locamente", escribía (cfr. 2 agosto 1975). Se consideraba "su pequeña flor" y decía: "Mi mariología es la de la Iglesia" (cfr. 7 septiembre 1975). "La explicación de toda mi vida y de todo en mi vida es la Virgen" (cfr. 28 octubre 1978). De ella aprendió a ser "Sacerdote-Hostia", "Alter Christus", más con el silencio contemplativo que con las palabras. También en esta dimensión mariana encontramos el "secretum mihi", como eco del "fiat", del "Magníficat" y del "stabat". El rezo del Rosario (las tres partes diariamente) le servía para vivir en

retiro al Clero, me dijo en privado: "Ya he aprendido una gran lección.

Cuando he de llamar la atención o corregir a algún sacerdote, pienso que

en el cielo nos amaremos con el mismo amor con que Dios nos ama. Pues

conviene empezar desde ahora. Entonces ya me siento capacitado para

corregir, pero de otro modo".

34    ? En los escritos autobiográficos aparecen casi todas las fiestas

marianas (Inmaculada, Madre de Dios, Anunciación, Asunción...), así como

las Vírgenes más relacionadas con su vida y su episcopado: Virgen de la

Barda (Fitero), Virgen del Voto (seminario de Tudela), Nuestra Señora la

Real de la Almudena (Madrid), Virgen de la Cinta (Huelva), Nuestra

Señora de los Desamparados (Valencia). Recuerda también la Virgen

Dolorosa, Merced, Santa María Mayor, Fátima, Lourdes, etc. Alude al mes

de mayo de todos los años y a la celebración del sábado. Dirige algunas

cartas a María, explicando su interioridad.

35    ? Piedad sacerdotal, o.c., p.39. Añade: "María nos facilitará

también la penetración en el misterio de la Iglesia... En el filial

diálogo con ella y a la luz de la contemplación amorosa de su vida,

descubriremos la clave de una existencia personal plenamente entregada

al quehacer de cooperar en el misterio de la salvación" (ibídem, pp.39-

40).

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"comunión con María" (cfr. 17 junio 1973). Era su "devoción mariana por excelencia" (24 mayo 1976). La corona de Rosario era cadena de su pectoral (cfr. 7 octubre 1972 y 26 diciembre 1973).36

Su espiritualidad mariana se dirigía hacia Cristo Sacerdote, por medio del Corazón Inmaculado de María. En su diario anota: "La Virgen es Madre. La virtud propia de la Madre es el Amor. El Amor tiene por símbolo el Corazón" (7 de junio de 1975). "Mi buenísima Madre... Para corresponder, Madre, a tu amor, yo me consagro del todo y todo lo consagro a tu Inmaculado Corazón" (18 de junio de 197). "Me consagro al Sagrado Corazón de mi Cristo, Sacerdote - Víctima, y al Inmaculado Corazón de María, mi Madre del Cielo. Y así, hasta morir... de amor. Morir de Dios" (9 de marzo de 1979).

A MODO DE CONCLUSION

D.José María Lahiguera (1903-1989) ha tenido y sigue teniendo gran influencia en muchos sacerdotes y en almas sacerdotales, a nivel internacional. Por donde pasó ejerciendo su ministerio (formador y director espiritual en el Seminario de Madrid, Obispo auxiliar de Madrid, obispo de Huelva, arzobispo de Valencia), dejó huella imborrable de santidad y de vocaciones sacerdotales. Su "obsesión" era la santidad sacerdotal, entendida como una vida donada al Padre, en el Espíritu Santo, para bien de los hermanos, a ejemplo de la donación de Cristo Sacerdote y Víctima, Buen Pastor, Siervo y Esposo de la Iglesia, con la ayuda materna de la Santísima Virgen.

Todos los escritos y aportaciones orales de D. José María invitan a confiar en el amor divino, a vivir gozosamente una "vida escondida con Cristo en Dios" (Col 3,3), para darse de verdad al camino de la santidad como camino de amor a Dios y a los hermanos. Su estilo de vida sacerdotal es un estímulo para vivir la donación en un silencio que se convierte en fuente de acción apostólica. Si no se captara este silencio contemplativo y activo de donación, tampoco se captaría el contenido de sus escritos.

Quiero hacer resaltar que su testimonio y sus escritos son ya una herencia para toda la Iglesia. Sólo se le entenderá poniéndose en sintonía con el deseo de santidad que invade su corazón sin condicionamientos. Con otra clave de lectura, no se captaría su estilo sacerdotal.

Su estilo de vida sacerdotal es el del Buen Pastor que da la vida en sacrificio, es decir, el de Cristo Sacerdote y Víctima. Es el mismo estilo de vida que corresponde a los Apóstoles y sus sucesores. Es el estilo "a lo Juan de Avila", con el acento en la contemplación de profundo contenido eucarístico, escriturístico, mariano y litúrgico.

Su herencia espiritual, que custodian principalmente sus hijas espirituales, las Oblatas de Cristo Sacerdote, es ya una historia de gracia para toda la Iglesia y, de modo especial, para los sacerdotes y almas sacerdotales. Su testimonio y sus escritos son lo suficientemente elocuentes para clasificarlo como un clásico de la espiritualidad cristiana y sacerdotal.

Ha podido dejarnos esta herencia espiritual porque, según dice en su testamento: "Considero como una gracia especial del Señor no tener bien alguno de que hacer testamento". Es la donación de Cristo Sacerdote, pobre, obediente, casto: darse él, sin pertenecerse, como Esposo, siempre Sacerdote y Víctima.

D. José María, al celebrar en 1981 las bodas de diamante del edificio del Seminario de Madrid en la calle de San Buenaventura, y recordando los 35 años vividos

36    ? En su testamento la llama "Reina de mi corazón, Señora de mi

vida, Dueña de todo mi ser, Madre de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote".

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allí (como seminarista y como formador), pronunció esta frase lapidaria que podría ser el resumen de su estilo de vida sacerdotal: "Fui feliz, totalmente feliz en todo momento, entonces y ahora... No he pasado por el Seminario, en espíritu quedé en él".37

37    ? Cfr. S. MUÑOZ IGLESIAS, o.c., p.137 y 139.