CÓDICE TROCORTESIANO

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CÓDICE TROCORTESIANO Es uno de los cuatro códices mayas que se conservan en el mundo. Joya indiscutible del Museo de América de Madrid. Fue traído a España en dos partes; una por el propio Cortés y otra por Juan de Tro. También conocido como Códice de Madrid, es considerado como el de contenido más rico y variado. Dispuesto según los días del año, como un calendario, contiene los pronósticos y las suertes para cada uno de los días en los referente a la cacería, la apicultura, rituales para propiciar la lluvia, la siembra y la cosecha. Seguramente estos calendarios tenían como función principal la de encontrar los días más propicios para hacer cada actividad. También trata muchos aspectos y temas de la vida diaria, con escenas de la vida religiosa y civil tales como agricultura, plantas y sus usos, plagas de langosta, música, caza, cerámica, ceremonias, etc. Este códice tiene una sección dedicada a la apicultura maya: abejas, miel y deidades relacionadas con ellas. Se cuentan cerca de medio centenar de imágenes de abejas. Está dibujado sobre papel amate, por ambas caras. Los códices mayas son libros hechos con la pulpa de la corteza de un árbol de la familia de los "Ficus". El papel recibía un baño fino de cal sobre cuya superficie se pintaban en varios colores los jeroglíficos y las figuras. Formato: larga tira doblada como un biombo. Medida: 6,82 m. Data del siglo XIV. La región de origen de este códice probablemente es la costa Occidental de la Península de Yucatán. D os de los códices prehispánicos más importantes por su contenido, factura y trascendencia cultural sin duda alguna son los códices Tro-Cortesiano (maya) y Tudela (mexica) que se encuentran expuestos en las salas del Museo de América en Madrid. Las culturas mesoamericanas usaron los códices para registrar, a manera de diarios y por medio de jeroglíficos e ideogramas, " ... la historia de cada pueblo, sus genealogías, los sucesos más relevantes, las ceremonias religiosas y rituales, los conocimientos astronómicos y calendáricos, las cuestiones geográficas relacionadas con las fronteras, los listados de tributos, sus conocimientos agrícolas, y un largo etcétera. Estas obras estaban al servicio de sus élites dirigentes, que controlaban así la transmisión de los conocimientos y se servían de ellos para afianzar su poder. "

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CÓDICE TROCORTESIANO

Es uno de los cuatro códices mayas que se conservan en el mundo. Joya indiscutible del Museo de América de Madrid. Fue traído a España en dos partes; una por el propio Cortés y otra por Juan de Tro.También conocido como Códice de Madrid, es considerado como el de contenido más rico y variado. Dispuesto según los días del año, como un calendario, contiene los pronósticos y las suertes para cada uno de los días en los referente a la cacería, la apicultura, rituales para propiciar la lluvia, la siembra y la cosecha.Seguramente estos calendarios tenían como función principal la de encontrar los días más propicios para hacer cada actividad. También trata muchos aspectos y temas de la vida diaria, con escenas de la vida religiosa y civil tales como agricultura, plantas y sus usos, plagas de langosta, música, caza, cerámica, ceremonias, etc.Este códice tiene una sección dedicada a la apicultura maya: abejas, miel y deidades relacionadas con ellas. Se cuentan cerca de medio centenar de imágenes de abejas.Está dibujado sobre papel amate, por ambas caras. Los códices mayas son libros hechos con la pulpa de la corteza de un árbol de la familia de los "Ficus". El papel recibía un baño fino de cal sobre cuya superficie se pintaban en varios colores los jeroglíficos y las figuras.Formato: larga tira doblada como un biombo. Medida: 6,82 m.Data del siglo XIV.La región de origen de este códice probablemente es la costa Occidental de la Península de Yucatán.Dos de los códices prehispánicos más importantes por su contenido, factura y trascendencia cultural sin duda alguna son los códices Tro-Cortesiano (maya) yTudela (mexica) que se encuentran expuestos en las salas del Museo de América en Madrid.

Las culturas mesoamericanas usaron los códices para registrar, a manera de diarios y por medio de jeroglíficos e ideogramas, "... la historia de cada pueblo, sus genealogías, los sucesos más relevantes, las ceremonias religiosas y rituales, los conocimientos astronómicos y calendáricos, las cuestiones geográficas relacionadas con las fronteras, los listados de tributos, sus conocimientos agrícolas, y un largo etcétera. Estas obras estaban al servicio de sus élites dirigentes, que controlaban así la transmisión de los conocimientos y se servían de ellos para afianzar su poder."

El Códice Tro-Cortesiano, también llamado el Códice de Madrid, es sin duda "...una obra singular de gran relevancia histórica, artística y científica, que de hecho, se considera como “la joya” de las colecciones del Museo de América. Sólo se conservan tres códices mayas en todo el mundo, y junto con él, restan los dos que se custodian en París y Dresde. Debe su nombre al hecho de haber sido descubierto en España, durante la década de 1860 a 1870, en dos fragmentos; la parte mayor pertenecía a Juan de Tro y Ortolano, de Madrid, y la menor a José

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Ignacio Miró, quien la adquirió en Extremadura y le dio el nombre de Códice Cortesiano en honor a Hernán Cortés. Al ser estudiados posteriormente ambos fragmentos, se comprobó que formaban parte de un mismo documento. Originalmente, se compuso en una sola tira de papel realizado con fibras vegetales, que se doblaba a modo de acordeón, conformando un total de 56 hojas plegadas o 112 páginas. Pintado en estilo maya Post-clásico, sus glifos, dioses y escenas, materializan asuntos rituales y fórmulas adivinatorias que eran usadas por los sacerdotes."

Por su parte, el Códice Tudela también conocido como el Códice del Museo de América, es otro documento de extraordinaria importancia: "...realizado en papel verjurado europeo a mediados del siglo XVI en el Virreinato de Nueva España. Confeccionado en forma de libro, en realidad reúne tres documentos diferentes, que se denominan como Libro Indígena, Libro Pintado Europeo y Libro Escrito Europeo. El primero, ocupa los folios 11 a 125, y fue pintado por escribas mexicas hacia el año 1540 con un estilo prehispánico. Contiene información iconográfica y de escritura jeroglífica sobre la religión mexica o azteca, junto a tipos de calendario, rituales sobre la enfermedad y la muerte, algunos dioses de su panteón, ceremonias de sacrificios, etcétera. Por su parte, el Libro Pintado Europeo se unió al Códice a partir de 1554, mediante la inclusión de un cuadernillo al comienzo del documento, folios 1 al 10, de los que solamente se conservan cuatro de ellos, en donde un artista de estilo renacentista plasmó la imagen de una planta del maguey junto con el retrato de diversos grupos de parejas indígenas hombre-mujer, de las que sólo han llegado hasta nosotros la pareja mexica. Por último, el Libro Escrito Europeo se realizó entre los años 1553 y 1554, recogiendo las explicaciones de un glosador o comentarista occidental anónimo, que explica las pinturas de los dos libros anteriores. Por ello, el Códice Tudela tiene una gran importancia al ser una fuente de primera mano para el conocimiento de la religión mexica o azteca."

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Actualmente el Museo de América, en colaboración con el Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México y el laboratorio portátil del Proyecto MOLAB del Departamento de Química de la Universidad de Perugia (Italia), está realizado un estudio de los materiales constitutivos y el estado de conservación de ambos códices que se guardan en sus colecciones. La idea es obtener la información más exacta posible para implementar las políticas y estrategias de conservación de tan importantes documentos, así como implementar las medidas de conservación más idóneas de cara al futuro. Es importante señalar que en éste equipo trabaja de manera muy importante el doctor José Luis Ruvalcaba Sil de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La próxima vez que estés en Madrid no dejes de visitar el Museo de América y cuando estés ahí, no se te olvide disfrutar de la maravillosa oportunidad de contemplar estos dos importantes documentos de la historia de nuestros orígenes como pueblo y civilización.

El Códice de Madrid (Tro-Cortesiano)

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CONTENIDOEl códice contiene escenas adivinatorias en un contexto de ciclos calendáricos (tzolkín y haab) y direcciones del universo. Las imágenes representan rituales y actividades cotidianas como la agricultura, petición de lluvia, apicultura, caza, actividades bélicas, sacrificio humano y tejido, como se reflejaban en el ámbito de las deidades. Por ejemplo, se ilustra una serie de mujeres tejiendo en telar de cintura, tema que se ha asociado con la diosa lunar y que se compara con el movimiento de nuestro satélite. También se ilustraron ceremonias que marcan el término de un ciclo de 365 días (haab) y el inicio del siguiente. El contenido de algunos pasajes muestran similitudes con partes de pictografías procedentes del Centro de México.

FECHA DE ELABORACIÓNPosclásico Tardío.

LUGAR DE ORIGENTal vez proceda de Yucatán. Sin embargo, y debido a la escasez de información, es necesario plantear nuevas hipótesis a partir del examen directo del códice. El tipo de corteza de una higuera usada para hacer el papel fue identificada a principios del siglo pasado, pero este dato no ayuda a determinar su lugar preciso de origen, porque la distribución de esa higuera o ficus es muy extendida.El idioma dominante en los textos glíficos es el maya yucateco (incluidos el mismo yucateco, lacandón, mopán e itzá), el cual en la actualidad se habla en la península, en las tierras bajas de Chiapas, el Petén y Belice. A principios del siglo pasado, algunos especialistas consideraron la posibilidad de que el códice pudo haber sido obtenido del grupo maya-itzá asentado en una isla del lago de Petén, conocida como Flores, lo que ocurrió después de la conquista española de este reducto independiente, en 1697.Aunque algunos motivos que aparecen en el códice representan objetos usados no sólo en Yucatán sino en un área más amplia, el análisis iconográfico indica una asociación con la península yucateca. Algunas ilustraciones de recipientes de cerámica tienen semejanza con

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los incensarios del Posclásico Tardío excavados en Mayapán y con los del Petén. Las representaciones de hachas que llevan algunas deidades también pueden compararse con objetos líticos recuperados arqueológicamente.

CARACTERISTICAS FISICAS  Éste es el más extenso de los códices mayas prehispánicos. Consta de 112 páginas (56 hojas pintadas en ambos lados) que miden 23.2 cm de altura por 12.2 cm de ancho (con ligeras variantes). El papel es de amate y originalmente se preparó como una larga tira que se doblaba como acordeón. Sobre las páginas se aplicó una capa de estuco muy fino como base, sobre la cual se pintaron jeroglíficos e imágenes. Los colores ahora visibles son café rojizo oscuro, amarillo café claro, dos tonos de azul, negro y gris. En algún momento la pictografía fue dividida en dos partes. Un gran fragmento de estuco pintado, desprendido de la parte superior de la página 56, se guarda junto con las dos partes señaladas.

FORMAS Y COLORES

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  John Eric Thompson ha señalado que la ejecución artística del códice no tuvo la calidad de otras pictografías prehispánicas, como la del Dresde y París. El mayista inglés consideró que las figuras de los dioses en el Madrid eran descuidadas y estaban delineadas con prisa. También criticó la falta de claridad en el registro glífico. A pesar de la opinión adversa de uno de los grandes especialistas en la materia, la importancia del códice radica en su mera existencia y en la validez general de su información.

UN DIAGRAMA RITUAL DE TIEMPO Y ESPACIOLas páginas 75 y 76, junto con las 77 y 78, abarcan un pasaje relativo a la asociación de la rueda calendárica con las direcciones del mundo, los lugares que ocupan las deidades en este espacio ritual y las ofrendas que se entregaban en determinadas ocasiones. Este diagrama espacio-temporal sigue las premisas que continuaron en uso en el periodo colonial y que en la actualidad están vigentes. El sistema está basado en la observación del movimiento aparente anual del Sol, visto como una “migración”, desde su salida y puesta en los horizontes oriental y occidental, entre las fechas de los solsticios de verano e invierno. El resultado es el registro de cinco sectores: el centro –donde se localiza el observador–, los

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segmentos este y oeste –delimitados por los amaneceres y atardeceres solsticiales–, y el norte y el sur.En el códice, la separación de las cuatro direcciones se hizo mediante una especie de cruz de Malta, en cuyo perímetro se registró la cuenta ritual deltzolkín, de 260 días, por medio de puntos negros y glifos. Se trata de uno de los ciclos que conforman la rueda calendárica maya. El sector central fue cuidadosamente trazado, y los glifos de los cuatro puntos cardinales se encuentran en los espacios trapezoidales. Las deidades registradas en las tres escenas del eje oriente-poniente son aspectos del dios solar y de la Luna, aunque aquí ésta muestre características masculinas. Además, se agregaron 18 pisadas humanas en los espacios que se forman en los ángulos solsticiales, entre los cuatro puntos cardinales. Se cree que representan intervalos de 20 días cada uno. Si se agrega el grupo de puntos pequeños de la esquina sureste, aparentemente sumarían los 365 días, correspondientes al ciclo anual conocido como haab. Al parecer, las pisadas humanas simbolizan el aparente movimiento del dios solar. El registro de los días del tzolkín que crea la cruz de Malta se inicia en la parte interior de la esquina sudoriental, en el día 1 imix, y prosigue en dirección contraria a las manecillas del reloj, con incrementos de 13 días (trecenas). Esta cuenta puede estar relacionada con la lista de días de una trecena que comienza en la página 78 y concluye en la 77. Estas partes se asocian con el diagrama espacio-temporal que ocupa las páginas 75 y 76, mediante glifos direccionales y ofrendas como las que se registraron en el sector central. La unidad de contenido de las páginas 77 y 78 es clara, además, la página 76 está físicamente unida a la 77. La continuidad temática establece que la escena de las páginas 75 y 76 debe estar acomodada con el oriente en la parte de arriba, aunque esto invierte la posición de las deidades solar y lunar en dos de los tres paneles del eje oriente-poniente. Esta unidad, compuesta de cuatro páginas, deberá ser leída como 78, 77, 76 y 75.

BREVE HISTORIA DEL CODICEHasta la fecha no se han encontrado datos relacionados con la llegada del códice a Europa. En un momento fue dividido en dos secciones que, durante algún tiempo, se consideraron autónomas, con los títulos de Códice Troano y Códice Cortesiano. En 1866, el primer fragmento estaba en manos de Juan Troano y Ortolano. Charles Etienne Brasseur de Bourbourg lo vio en Madrid en el mismo año e hizo los arreglos necesarios para hacer una reproducción litográfica, en 1869. El Troano fue adquirido por el Museo Arqueológico Nacional en 1888. Juan Palacios, un residente de Madrid, intentó vender el Cortesiano hacia 1867. El museo citado también lo adquirió del bibliófilo José Ignacio Miró, en 1872. Miró afirmó que lo había adquirido recientemente en Extremadura. Debido a que Hernán Cortés provenía de esa provincia, y con la idea de que el mismo Cortés lo había traído a España, el director del museo lo bautizó con el nombre del conquistador. Un edición limitada de fotos del Cortesiano circuló alrededor de 1880, que ayudó a aclarar que se trataba de un solo manuscrito, debido al empalme correcto de las dos secciones.