Cinco Minutos 07.02.2013

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ELPERIÓDICO JUEVES 7 DE FEBRERO DE 2013

cincominutos

Corrupt Script> IDENTYA, UNA AGENCIA DE DISEÑO DE BARCE-LONA, CREÓ ESTA TIPOGRAFÍA INSPIRADA EN LOS PAPELES ATRIBUIDOS A LUIS BÁRCENAS, EXTESORERO DEL PARTIDO POPULAR DE ESPA-ÑA, QUE DENOTAN UNA CONTABILIDAD IRREGU-LAR Y SOBRESUELDOS OTORGADOS A POLÍTI-COS DE ESA AGRUPACIÓN.

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“elPeriódico” en una antología

Unesco y la editorial Catafi xia publica-n El futuro empezó ayer, apuesta por snuevas escrituras de Guatemala. La mpilación incluye seis trabajos perio-sticos: Campana Abaj: El marcador l tiempo, de Oswaldo J. Hernández;atemala: El suplicio de El General, de s Ángel Sas; El crimen de la casa 48,Paola Hurtado; Bailar es soñar conpies, de Marta Sandoval; Buscando a rilito, de Mirja Valdés y La república depresos, de Claudia Méndez Arriaza. cuatro últimos son publicaciones de

eriódico y él último fue reproducidoopués por Gatopardo.

Tránsfugas de la semana> Francisco Cárdenas, represen-tante de Chimaltenango, y Reyna-bel Estrada, de Quiché, abando-naron la bancada Compromiso, Renovación y Orden y pasaron a engrosar las fi las de Todos, que ahora tiene 18 diputados. Esta no es la primera vez que ambos di-putados cambian de bandera po-lítica, pues llegaron a la legislatu-ra con la Gran Alianza Nacional.

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Duma, un Jack Rusell Terrier de siete años, practica para la ExhibiciónInternacional de Botes que se realizará desde hoy al 11 de febrero enVancouver, Canadá. El wakeboard montado es controlado a remotopor el dueño del perro, Cliff Bode.

Duma, un Jack Rusell Terrier de siete años, practica para la Exhibic

Ensaya para el show

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Ahora, vamos a ver al negrito de la familia”.Paolo Berlusconi, vicepresidente del club Milan, al hablar sobre la contratación de Mario Balotelli.

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EL PERIÓDICOCRÓNICA

El asesinato de El Torreón fue un

hecho que estremeció a los guate-

maltecos en 1951. Un familia muerta

a machetazos: el padre, la madre y

tres de los cuatro hijos. La hermana

menor, una niña de 13 años, sobre-

vivió. ¿Qué fue de ella?, se pregun-

tan quienes siguieron la historia. El

propio autor de “El hijo de casa”,

la novela basada en este hecho,

se lo cuestionó muchas veces.

Encontrarla viva o muerta fue el

propósito de esta crónica.

EL PERIÓDICOS Guatemala, domingo 22 de julio de 2007 17

MIRJA VALDÉS DE ARIAS

[email protected]

Los márgenes hacia el sur de la capital

llegaban hasta El Trébol, y la zona 9 era

un área residencial de callejones de tie-

rra donde jugaban los niños. Guatemala era

gobernada por Jacobo Arbenz Guzmán. Hoy

cuesta trabajo imaginar la ciudad hace 56

años en medio del bullicio de la 6a. avenida y

2a. calle de la zona 9: en medio de comercios,

restaurantes, autobuses, gente que camina

de un lado para otro, pavimento, semáforos,

gasolineras… sin duda cambió.

Me detuve frente a la esquina sur de esa

intersección, donde ahora comparten espa-

cio una venta de pinturas y una zapatería.

Justo en este lugar, en 1951, estaba la casa de

la familia Hidalgo Palacios, los propietarios

de El Torreón, acaso la abarrotería más po-

pular de la zona. No me produjo ninguna sensación estar

allí, sin embargo, a aquellos que pasan los 60

años, el nombre del negocio los transporta a

los días en que sucedió un crimen precisa-

mente en ese lugar, un hecho que estremeció

a la sociedad de la época. La familia Hidal-

go Palacios fue masacrada a machetazos en

octubre de ese año: el padre, la madre y tres

hijos adolescentes. El móvil: un asalto.

La historia acaparó portadas de periódi-

cos y extensas crónicas que narraban lo su-

cedido. Los medios de comunicación ejer-

cieron presión sobre el Gobierno para lograr

una justicia inmediata, a juicio del escritor

guatemalteco Dante Liano, quien partió de

este hecho para escribir El hijo de casa, obra

finalista del Premio Herralde de novela en

Barcelona. Modificó y agregó hechos, pero

respetó la esencia de la historia: el asesinato

de una familia, un hijo adoptivo cómplice de

los homicidas, una sobreviviente.

Llevó al lector a un final sin final: no resol-

vió sobre el destino de Barrilito. En su versión

de los hechos, llamó Barrilito, o Merci, a la

hija menor de los Hidalgo Palacios, la niña de

13 años, la única sobreviviente del asesinato

de El Torreón. Su destino fue un misterio no

solo en la novela sino para quienes siguieron

esta historia hasta el día cuando fusilaron a

los cinco hombres hallados culpables de la

masacre. Barrilito se llama Lillian Hidalgo Pala-

cios. Y vive. Su nombre fue la punta de mi

nudo gordiano para encontrarla y para saber

qué fue de ella durantes estos años. Escri-

bo en esta crónica los pasos de mi búsqueda

durante dos meses de recitar la historia con

más de una decena de personas, para poner

en contexto a los más jóvenes y para revivirla

en los mayores.El libro de Dante Liano se convierte en

una lectura obligada para formarse una ima-

gen de esta historia, o bien, sumergirse en

periódicos de 1951 para crear una idea más

precisa. Encontrar a Lillian es, como me es-

cribió en un correo electrónico el autor de la

novela, la segunda parte de El hijo de casa.

Empezar, ¿por dónde?

No lograba hacerme una imagen de la chica

cada vez que la llamaba Barrilito, el primer

referente de la menor de los Hidalgo. El epí-

logo de El hijo de casa habla de hechos suce-

didos en 1952, pero en realidad la masacre

sucedió en 1951, la noche del 31 de octubre.

Alguien robó la portada de El Imparcial

del 1 de noviembre de 1951. Una hoja tamaño

carta presenta la disculpa y condena de la

dirección de la Hemeroteca Nacional contra

la persona que arrancó esa página. Mientras

leía me preguntaba, ¿quién querría robarla?

Las primeras noticias del asesinato de El To-

rreón las encontré hasta la edición del viernes

2 de noviembre. Encontré por primera vez su

nombre: “Lillian, libre de inculpación”. Co-

rrió el rumor de que la niña estaba implicada

en el asesinato por ser la única “que se libró

de los filosos machetes”.

Estuvo presa durante dos días. Se rumo-

raba que Francisco Panchito Ovando la im-

plicaba en sus declaraciones y en toda clase

de prácticas “amorales”. Él era el cocinero de

los Hidalgo Palacios desde hacía 20 años, re-

portaron los periódicos; en realidad era el

hijo adoptivo de los Hidalgo Palacios, era el

hijo de casa. “Se llama así al huérfano aban-

donado en la calle que una familia adopta sin

trámites legales”, explica Dante Liano en la

contraportada de su libro. Eso era Panchito.

De los seis capturados, Ovando era el úni-

co sin antecedentes criminales. ¿Por qué lo

hizo? “Tonto que es uno”, reforzó él mismo

con un delicado ademán ante los reporteros

de la época. Lo describían como “un feminoi-

de que facilitó la entrada a los asesinos”. En su

declaración aseguró que el plan original era

saquear el almacén sin hacer ruido, pero si

alguien se levantaba y se oponía lo mataban,

ordenó el jefe de la banda, Delfino Rivera,

según la confesión de Ovando. En su declara-

ción agregó que Rivera lo obligó a participar

bajo amenazas; aparentemente existía algu-

na relación sentimental entre ambos. Tam-

bién declaró su intención de salvar la vida a

Lillian, pero ella no le creyó y huyó por una

ventana que daba hacia un callejón.

El asesinato de El Torreón estuvo en boca

de todos, y todavía está en la mente de los ma-

yores de 60, niños entre cinco y diez años en

aquel entonces. Incluso los parlamentarios

de la época hablaron de elaborar un proyec-

to de ley que introdujera reformas al código

de procedimientos penales a partir de este

hecho. “Viene a ser una especie de Ley Mi-

culax, pero sin caer en ello, que fue derogada

por inaplicable e inconveniente”, escribió en

una de sus crónicas Luis Edgardo Tejeda, el

reportero que cubrió la historia de principio

a fin en El Imparcial. El Torreón fue noticia

hasta el día que ejecutaron a los cinco asesi-

nos. Eran 8 los detenidos: uno murió durante

los interrogatorios y los otros 2 fueron con-

denados a 5 y 17 años, eran el conductor y el

ayudante del camión que había contratado

la banda para llevarse el botín. Los demás

fueron juzgados y condenados a muerte solo

cinco meses después del crimen.

Las fotografías de periódicos revelan que

aquello fue un espectáculo. Cientos de es-

pectadores se acomodaron para ver morir

a los asesinos en un paredón del Cemente-

rio General. Se instalaron hasta en el filo de

las paredes que rodeaban entonces el campo

santo. El fotógrafo grabó el momento en que

el pelotón disparó a las 10:00 de la mañana

del 20 de marzo de 1952.

Dos nombresTenía el nombre completo de Lillian y su fe-

cha de nacimiento, 14 de junio de 1938. Es

curioso, el 13 de junio inicié mi búsqueda en

la Hemeroteca y al siguiente día encontré la

primera publicación del asesinato de El To-

rreón: era el cumpleaños 69 de Lillian.

A través del Registro Civil conseguí la

dirección reportada cuando ella tramitó su

primera cédula de vecindad: 1a. calle 2-48

de la zona 1. Esperaba dar con la casa de un

pariente o un vecino que supiera de ella, pero

lo que encontré fue el Instituto Normal para

Señoritas Centroamérica (Inca). ¿Por qué

reportó el Inca como lugar de residencia?

“Probablemente fue estudiante interna, an-

tes funcionaba un internado”, propuso Aura

Montúfar, profesora de matemáticas, una de

las docentes más antiguas y ex alumna del es-

tablecimiento. Juntas buscamos el nombre de

Lillian en los libros de graduadas de 1956 a

1960. No estaba. “Para el terremoto de 1976

se perdió mucha papelería, a lo mejor por eso

no la encontramos”, pensó Montúfar.

Fui al Archivo General de Centroaméri-

ca, donde también guardan documentos del

Inca. Mientras esperaba información –que

no hallé– encontré a Ramiro Ordóñez Jo-

nama, un genealogista que entrevisté hace

algún tiempo. Lo saludé y le conté sobre mi

búsqueda. “Mi padre fue Ministro de Gober-

nación en esos días”. En sus memorias, Ra-

miro Ordóñez Paniagua escribió: “Dentro de

lo desagradable me tocó ser ministro cuan-

do el espeluznante crimen de El Torreón (…)

Panchito y los otros criminales pagaron con

su vida por tan execrable crimen”.

Regresé a la Hemeroteca. Me detuve en

el proceso legal contra los seis capturados, y

apareció otro nombre, el de Alicia Palacios,

querellante del proceso, la tía de Lillian. Bus-

qué en un buró de créditos si existía alguien

con ese nombre. Y allí estaba: Alicia Eluvia

Palacios Méndez, nacida en San Miguel Aca-

tán, Huehuetenango, el 21 de noviembre de

1911. ¿Era ella?Un historiador, pensé, podría aportarme

más . En la “H”, de mi agenda tengo, además

de historiadores, el nombre de “Hidalgo, Ed-

gar Dr.”, el responsable de la Encuesta Nacio-

nal de Salud Materno Infantil. Justifiqué mi

llamada, “no es nada del tema de salud”, y

le compartí mi afán por encontrar a Lillian.

¿Es usted pariente de la familia Hidalgo Pa-

lacios? Extrañado por mi pregunta, pero

emocionado a la vez por mi búsqueda, me

respondió: “no que yo sepa, pero usted dice

que la señora es de un pueblo de Huehue…

llame al registrador civil, en los pueblos ellos

conocen a todos los vecinos. ¿Sabe qué? Los

mormones tiene una base de datos muy inte-

resante, tal vez le permitan usarla”.

Busqué en la guía telefónica verde el nú-

mero de la Municipalidad de San Miguel Aca-

tán, pero los números estaban bloqueados.

Plan B: buscar a un mormón. “Los miembros

de esa Iglesia aportan información de sus fa-

milias para construir árboles genealógicos”,

me explicó un colega, cuyo hermano profesa

esa religión. Me facilitó la dirección en Inter-

net de esta base de datos, www.familysearch.

org, ingresé el nombre de Alicia Palacios, y

allí estaba. Tenía información de quién ha-

bía sido su esposo, José Antonio Makepeace

López. ¿Cuántos Makepeace podían vivir en

Huehuetenango? No es un apellido común,

así que de nuevo a consultar las páginas ver-

des: tres Makepeace.Nadie contestó en el primer número. En

el segundo sí. Me sentí extraña al contarle de

la nada a una desconocida del otro lado del

teléfono la historia del asesinato de El To-

rreón, y preguntar por José Antonio Make-

peace López. “Mi papá cuenta esa historia, se

lo voy a comunicar”. ¿Eran los parientes que

buscaba? Repetí la historia una vez más para

la voz masculina que me atendió, “Sí, José

Antonio era mi papá, y Lillian, mi prima”.

Tenía al teléfono a José Osberto Makepeace

Palacios, el único hijo de Alicia.

Los papeles cambiaron entonces: él me

contaba la historia del asesinato de El To-

rreón y yo lo escuchaba. “Lillian tenía 13 años,

éramos contemporáneos. Le digo éramos o

tal vez somos porque no sé si vive. La última

vez que supe de ella fue en los setenta, para

entonces vivía en Estados Unidos”. No sabía

nada de la Lillian de ahora, pero recordaba

mucho de los días posteriores al asesinato.

Alicia, la madre de José Osberto, era una

maestra de primaria en un municipio de

Huehuetenango. Ella siguió el proceso con-

tra los acusados del crimen hasta el último

momento. “Recuerdo que fuimos a la capital

para presenciar la ejecución, pero mi mamá

de último momento decidió no ir”.

Me había formado una idea a partir de la

que Dante Liano había escrito de Barrilito

en la novela: “de baja estatura, con el pelo

negro largo, dos intensos ojos negros, y gor-

dita”. José Osberto me dio la primera imagen

de Lillian: “Era gordita, morena clara, pelo

negro, corto, tenía mucha fuerza, como la de

un niño, era muy buena, aunque tenía un ca-

rácter fuerte, rebelde… no era para menos

después de lo que le tocó vivir”.

Lillian tenía una nueva familia: Alicia y

a “Barrilito”Buscando

LOS ASESINOS. Labanda delinquía

desde 1949 enPalencia.

DESDE ANTES

de abrir el procesose habló de ejecu-tar a los asesinos.

LA BANDA la inte-graban oriundosdel municipio de Palencia.

UNO DE LOS

asesinos murió durantes los interrogatorios.

LA GUARDIA Civil se encargó de captu-rar a los autores de la masacre.

FOTOGRAFÍAS JESÚS ALFONSO/ELPERIÓDICO

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Guatemala, domingo 22 de julio de 2007 17

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16 Guatemala, domingo 11 de enero de 2004 REPORTAJE: NOMBRE DEL REPORTAJEEL PERIÓDICO

E: NOMBRE DEL RREPORTAJE

EL CRIMEN DE LA CASA 48

La mañana se le fue en unparpadeo a Zoila Urízar.Los proveedores de sutienda y los clientes del come-dor la mantuvieron tan ocupa-da que no le dieron tiempo denotar que Manuel no había idoa traer el desayuno ni el almuer-zo para él y su hermano, comotodos los días. No fue sino has-ta el final de la tarde que Zoila,una septuagenaria de cabelloscanados mejor conocida en LaAntigua Guatemala como LaCanche, preguntó a sus emplea-das si habían visto a Meme.Ellas, después de hacer memo-ria, le respondieron asombra-das que no.

Desde que murió ManuelGaytán Furlán, en 1998, ManuelFrancisco de Jesús y Pedro En-rique, sus hijos, se alimentabanen el negocio de La Canche, unatienda de entrada angosta queda la cara a la iglesia La Mer-ced. Manuel, el hermano mayor,era quien recogía en un cestode mercado, con su andar par-simonioso y esforzado a causade un impedimento en el pie iz-quierdo, cada tiempo de comi-da. Para el desayuno llevaba ca-fé y pan dulce, y para el almuer-zo, el menú del día. Debía reco-rrer apenas dos casas para lle-gar a la suya, en donde lo espe-raba su hermano, quien nuncasalía a la calle. Pedro tenía 45 años y lleva-ba enclaustrado más de 25. Laúltima vez que lo vieron cami-nar en las avenidas antigüeñasfue cuando era niño e iba al co-legio La Merced o acompañabaa su madre a la iglesia. De pron-to, no se le volvió a ver. Algunosvecinos lo creían muerto. Pen-saban que el tímido Manuel,que todas las mañanas barría elfrente de su casa, una viviendade fachada colonial pintada deamarillo, vivía solo. Eran pocoslos antigüeños como RodolfoMorales, compañero de prima-ria de Pedro, que constataronque éste vivía. En dos ocasioneslo descubrió parado detrás delvidrio de la ventana viendo ha-cia la calle. Tenía los ojos y loslabios pintados, el cabello cre-cido y las cejas depiladas.

La Canche telefoneó a Ama-bilia Castillo, una prima de Ma-nuel y de Pedro, para avisarlecon preocupación que Meme nohabía ido a traer comida ese día.Era viernes 12 de diciembre. To-caron y tocaron a la puerta delos hermanos y nadie les abrió,lo cual no tenía nada de extra-ño. Manuel y Pedro tenían porcostumbre no atender a los lla-mados, especialmente si era denoche. Decidieron esperar a queamaneciera. Quisieron creerque, por una inusitada razón, loshermanos habían salido de sucasa.

DESDE LA IGLESIA DE LA MERCED se observa la casa de Manuel y Pedro Gaytán Paz.Los hermanos fueron asesinados la noche del jueves 12 de diciembre de 2003. Loscadáveres fueron encontrados dos días después.

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De tour> Eros Ramazzotti comenzaráen diciembre una gira de conciertos. El cantante italianolanzó en diciembre el álbumSomos. El disco –el primero que graba bajo el selloUniversal Music– incluye 14 temas en los que une su voz alas de Nicole Scherzinger, Club Dogo, Il Volo, Hooverphonic y Andy García.

Pantone de Angela Merkel> El periódico británico Daily Mail publicó esta paleta de color lelaborada con los trajes de la Canciller de Alemania. La compila-ción fue realizada por el diseñador gráfi co Noortje van Eekelen,como parte de su proyecto de graduación en el Instituto Sandberg de Amsterdam.

JUEVESJUEVES 7 DE FEBRERO DE 2013 ELPERIÓDICO 03