Chesterton, Gilbert Keith - El Regreso de Don Quijote

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    EL REGRESO DE DON QUIJOTE

    GILBERT K . CHESTERTON

    DIRECCINLITERARIA:

    Rafael Daz SantanderJuan Luis Gonzlez CaballeroENSAYO:Agustn IzquierdoDISEO DE LACOLECCIN:Cristina Belmonte Paccini & Valdemar TTULO ORIGINAL:The Return of Don Quixote 1*EDICIN: JULIO DE2004 DE LA TRADUCCIN: JOSLUISMORENORUIZ DE ESTAEDICIN: VALDEMAR[ENOKIA S.L.]C/ GRANVA69 28013 MADRID WWW.VALDEMAR.COM ISBN: 8477024812

    DEPSITOLEGAL: M30.9232004 Digitalizacin y correccin por Antiguo.

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    AWR. Titterton1

    Mi querido Titterton, esta parbola dirigida a los reformadores sociales fue pensada yescrita, en parte, mucho antes de la guerra, por lo que con respecto a ciertas cosas,desde el fascismo a las danzas negras, careca por completo de una intencin proftica.Fue su generosa confianza, sin embargo, lo que la sac del polvoriento cajn en el queestaba guardada, y aunque dudo sinceramente que el mundo encuentre motivos paraagradecrselo, son tantos los mos para mostrarle mi gratitud y reconocer cuanto hahecho usted por nuestra causa, que le dedico este libro.

    Con todo mi afecto, G. K. Chesterton

    1 Autor de G. K. Chesterton. A Portrait , biografa aparecida en 1936, ao de la muerte de Chesterton. ( N. del T. )

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    UN DESCONCHN EN LA CASTA

    Haba mucha luz en el extremo de la habitacin ms larga y amplia de la Abada deSeawood porque en vez de paredes casi todo eran ventanas. Esa parte de la habitacindaba al jardn, haciendo terraza y asomndose al parque. Era una maana de cielodespejado. Murrel, a quien todos llamaban el Mono por algn motivo que ya nadierecordaba, y Olive Ashley, aprovechaban la buena luz para pintar. Ella lo haca en unlienzo pequeo y l en otro muy grande.Meticulosa, se aplicaba la joven dama en la elaboracin de pigmentaciones extraas,como remedando esas joyas lisas e impresas de brillo medieval que tanto laentusiasmaban y a las que tena por una especie de expresin vaga, aunque ella la

    pretenda explcita, de un pasado histrico rutilante. El Mono, por el contrario, eradecididamente moderno; usaba de latas llenas de colores muy crudos y de pinceles que detan grandes parecan escobas. Con eso manchaba grandes lienzos y tambin no menosgrandes lminas de latn, destinado todo ello a decorar una obra de teatro de aficionadosde la que an slo estaban en los ensayos. Hay que decir que ni ella ni l saban pintar; yque ni se les pasaba por la cabeza saberlo. Ella, sin embargo, al menos lo intentaba condenuedo. l no.Me parece bien que aludas al peligro de desentonar dijo l intentando en cierto mododefenderse de los escrpulos que mostraba la dama. Sin embargo, tu estilo y tcnicapictricos empequeecen el espritu, me parece... La pintura de decorados, al fin y al

    cabo, es mucho ms que una iluminacin vista bajo la lente de un microscopio.Odio los microscopios se limit a responder ella.Pues yo dira que necesitas uno, al menos por la forma en que te inclinas para mirar loque pintas dijo l. A algunos he visto enroscarse en el ojo cierto instrumento, parapoder pintar... Confo, sin embargo, en que t no precises de algo as... No te quedaranada bien.Tena razn. Era una joven alta, morena y de facciones suaves, regulares y equilibradas,como suele decirse; su traje de chaqueta de un verde oscuro, sobrio, nada bohemio,responda sin embargo a las exigencias de su esfuerzo en el trabajo que desarrollaba. Aun

    siendo una mujer bastante joven, haba en ella un s es no es de solterona, sobre todo ensus gestos y modales. Y aunque la habitacin estaba desordenada, llena de papeles y detrapos que no hacan sino demostrar la brillantez de los reiterados fracasos artsticos deMr. Murrel, ella tena a su alrededor, bien dispuestos, en perfecto orden, su caja depinturas, su estuche, el resto de los instrumentos para pintar; tan en orden y biendispuesto estaba todo que daba la impresin de que por encima de cualquier otra cosapretenda cuidar amorosamente de aquellos objetos. No era una de esas personas a las quevan destinados los avisos adheridos a las cajas de pinturas, pues no era preciso avisarla deque no deba meterse los pinceles en la boca.Me refiero dijo ella como si deseara resumir y acabar de una vez por todas con el

    asunto del microscopio a que toda vuestra ciencia y pesada estupidez moderna no hahecho otra cosa sino que todo sea ms feo... Y la gente tambin... Yo no me creo capaz demirar a travs de un microscopio de manera diferente a como lo hara a travs de un tubo.

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    Un microscopio slo muestra horribles bichos movindose endemoniadamente. Adems,no quiero mirar hacia abajo. Por eso me gustan la pintura y la arquitectura gticas, teobligan a levantar los ojos. El gtico eleva las lneas, hace que sealen al cielo.Pues a m me parece que sealar no es de buena educacin dijo Mr. Murrel; esaslneas a las que aludes ya deberan saber que estamos perfectamente al tanto de la

    existencia del cielo.A pesar de todo, me parece que sabes muy bien a qu me refiero replic la dama,que segua pintando inalterable. La mayor originalidad de las gentes del medievoradica en su manera de erigir las iglesias... Los arcos en punta, he ah la importanciamxima de lo que hacan.Claro, y sus espadas tambin en punta remach l haciendo un movimiento deafirmacin con la cabeza. Quiero decir que atravesaban de parte a parte, con susespadas, a quien no haca lo que ellos queran... S, todo era entonces muy puntiagudo...Tan puntiagudo como una stira hiriente.Bueno, en aquel tiempo era costumbre que los caballeros se atravesaran los unos a losotros con sus lanzas replic Olive, imperturbable. Pero no tomaban asiento encmodos butacones para ver a un irlands cualquiera pegarse puetazos con un negrocualquiera... Te aseguro que por nada del mundo asistira a uno de esos modernoscombates, y en cambio no me importara ser la dama de honor de un torneo antiguo.Pues yo no sera un caballero, por mucho que t fueses la dama de honor de un torneoantiguo, te lo aseguro dijo el pintor de escenografas, secamente, algo molesto. Nose me concedera esa ventura... Ni aun siendo un rey se me concedera la facultad desonrer... Quizs fuera un leproso, no s, alguno de esos personajes medievales que erancomo autnticas instituciones de la poca. S, seguramente sera algo parecido... En elsiglo XIII, apenas vieran asomar mi nariz por ah me nombraran capitn de los leprososo cosa por el estilo. Y encima me obligaran a or misa desde un ventanuco, apartado delos dems.Pero si t no ves una iglesia ni de lejos apostill la joven dama. Pero si no teasomas ni a la puerta de una iglesia...Bueno, ya lo haces t dijo Murrel y sigui manchando de pintura en silencio.Trabajaba entonces en lo que habra de ser un modesto interior de la Sala del Trono deRicardo Corazn de Len, usando abundantemente del escarlata carmes y del prpura,cosa que en vano haba tratado de impedir Miss Ashley, si bien no haca dejacin de suderecho a protestar ya que ambos haban elegido el tema medieval y hasta haban escritola obra, al menos hasta donde se lo permitieron sus colaboradores. La obra versaba acercadel trovador Blondel, el que cantaba en honor de Ricardo Corazn de Len, y en honor demuchos otros ms. Incluso a la hija de la casa, que era muy aficionada al teatro. Mr.Douglas Murrel, el Mono, sin embargo, no haca sino constatar pugnazmente su fracasoen la pintura de escenografas, despus de haber obtenido xito semejante en muchasotras actividades. Era hombre de cultura tan vasta como sus frustraciones.Haba fracasado, muy sealadamente, en la poltica, aunque en cierta ocasin estuvo apunto de ser designado jefe de partido, que no sabemos cul era.Fracas justo en ese momento, realmente supremo, en el que hay que comprender la

    relacin lgica que se da entre el principio de talar los bosques en los que viven loscorzos hasta destruirlos y el de mantener un modelo de fusil obsoleto para el ejrcito de laIndia. Algo as como el sobrino de un prestamista alsaciano, en cuyo preclaro cerebro se

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    haca ms evidente la necesidad de la relacin antes aludida, acab alzndose con la jefatura del partido. Y el Mono pas a demostrar, desde aquel preciso momento, que tenaese gusto por la clase baja del que hacen ostentacin muchos aristcratas que sepretenden ajenos a los prejuicios sociales, manifestndolo incongruentemente, cual sueledecirse, en lo estrafalario de su atavo, cosa que a menudo le haca parecer un mozo decuadra.Tena muy rubio el cabello, aunque le comenzaba a blanquear con rapidez. Era, en fin, unhombre joven, aunque no tanto como Olive. Y era adems un hombre de rostro afable ysencillo, pero no vulgar, en el que se perciba una expresin de compungimiento casicmica, que resultaba ms notable en contraste con los indescriptibles colorines de suscorbatas y de sus chalecos, casi tan mezclados y vivos, eso s, como los que salan de suspinceles como escobas.En realidad, mis gustos son los propios de un negro dijo al cabo de un rato, mientrasproceda a extender una gruesa pincelada de color sangre. Esas mezclas de gris de losmsticos me aburren y hastan tanto como aburridos y hastiados son los msticos... Ahora

    se habla de un Renacimiento etope... Y el banjo es un instrumento ms hermoso que laflauta del viejo Dolmetsch2. Para m no hay danza tan profunda como el BreakDance,cuyo slo nombre hace llorar de emocin. Ni personajes histricos como ToussaintLouverture3 y Booker Washington4, ni personajes ficticios como el To Remo5 y el ToTom6 ... Te apuesto lo que quieras a que no se necesitara mucho para elSmartSet 7 sepintara la cara de negro tan tranquilamente como se blanquea los cabellos... Algo en miinterior me dice que estaba destinado a ser un negro de Mrgate8... En el fondo, creo quela vulgaridad es cosa muy simptica. T qu opinas?Nada respondi Olive. Pareca ensimismada. Su delicado perfil, con los labiosentreabiertos, sugera la presencia de un nio, adems perdido.Recuerdo ahora una antigua iluminacin dijo al fin en la que haba un negro.Representaba a uno de los tres reyes de Beln y luca una corona de oro. Eracompletamente negro pero su ropn, muy rojo, pareca una llamarada... Observa qudelicadeza, la de aquel tiempo, hasta para representar a un negro y su vestimenta... Hoysomos incapaces de conseguir ese rojo que se usaba en aquel tiempo, y s de algunos quelo han intentado por todos los medios... Es un arte irremisiblemente perdido, como el delcristal pintado.

    2 Arnold Eugne Dolmetsch (1858-1940), msico ingls, aunque nacido en Francia, especializado en la orquestacinde la msica antigua. Curiosamente, ms que de la flauta, como indica Chesterton, fue un virtuoso del piano, delrgano y del violn. ( N. del T.) 3 Tambin llamado Toussaint-Louverture, Franois Dominique Toussaint (1743-1803), lder de la independencia deHait y primer gobernante negro de la isla, an bajo protectorado francs, al que se debe la libertad de los esclavos.(N. del T.) 4 Booker Taliaferro Washington (1856-1915), maestro de escuela, orador, religioso y lder de gran influjo entre losnegros norteamericanos, de 1895 a 1915. Fue uno de los primeros lderes negros que lucharon por los derechosciviles.(N. del T.) 5 Personaje de la novela El to Remo, de Joel Chandler Harris.(N. del T.) 6 Personaje de la novela La cabaa del to Tom, de Harriet Beecher Stowe.(N. del T.) 7 Magacn literario editado en Nueva York a partir de 1917 por H. L. Mencken y George Jean Nathan, bajo el lema

    Revista de la sabidura. Chesterton lo critic a menudo, por vincularse decididamente a los movimientosvanguardistas y a la izquierda poltica. El sarcasmo es evidente: dice que no dudara dicha publicacin en tiznarse denegro, para hacerse ms progresista, como, segn Chesterton, se blanqueaba los cabellos para hacerse msrespetable.(N .del T.) 8 En el Condado de Kent, en el estuario del Tmesis. En el siglo XVIII atracaban all los barcos destinados al trficode esclavos.(N. del T.)

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    Bueno, este rojo est muy bien, para nuestras modernas intenciones dijo Murrelalegremente, sealando su brochazo.Ella contemplaba ahora el bosque lejano bajo el lmpido cielo de la maana, comoabstrada.A veces me pregunto qu propsitos albergan tus modernas intenciones dijo

    lentamente.Supongo que pintar de rojo la ciudad contest l.Tampoco vemos ya aquel color oro viejo que antes tanto se usaba prosigui ellacomo si no le prestara atencin. Ayer mismo estuve viendo un libro religioso antiguoen la biblioteca... Sabes que en otro tiempo siempre se pona con letras doradas elnombre de Dios? Pero, en nuestros das, me parece que si se decidiera dorar una palabrano sera otra que la palabra oro.Una voz distante rompi el largo silencio que se hizo entre ambos. Una voz que, desde elcorredor, gritaba Mono! escandalosa e imperativamente.

    A Murrel, la verdad, le importaba poco que lo llamasen as, aunque la excepcin ocurraprecisamente cuando se lo deca... Julin Archer. No era envidia porque Archer gozaradel xito tanto como Murrel acumulaba fracasos. Ms bien era por una leve sombra, entrela intimidad y la familiaridad, que hombres como Murrel jams se permiten confundir, ypor lo que estn dispuestos incluso a llegar a las manos en un momento dado. Cuandovivi en Oxford, muchas veces se dej llevar por las gamberradas propias de losestudiantes, gamberradas, algunas, a muy corta distancia de lo criminal. Pero no lleg atirar a cualquiera por la ventana de un ltimo piso, aunque a veces pensara que quieneseran sus amigos ms prximos bien se lo merecan.Julin Archer era uno de esos tipos que parecen tener el don de la ubicuidad y ser muy

    importantes, aunque sera difcil sealar en qu radicaba su importancia. No era unvillano, ni mucho menos un imbcil; siempre, adems, sala bien librado de cualquierlance, por comprometido que fuese, en el que se implicara. Pero los ms agudosobservadores de sus hazaas no acertaban a comprender por qu razn se le obligaba aveces a superar determinadas pruebas, en vez de obligar a ello a cualquier otro. Si unarevista haca una encuesta, por ejemplo, a propsito de algo as como debemos comercarne?, se acudaen solicitud de respuesta a Bernard Shaw, al doctor Saleebeg, a lordDawson of Penn9 y a Mr. Julin Archer, y si se conformaba un comit para laprogramacin de un teatro nacional, u otro para erigir un monumento a Shakespeare, ydesde una alta tarima lanzaban sus discursos Miss Viole Tree10, sir Arthur Pinero11 y Mr.Comyns Carr

    12, all que apareca igualmente, y para hacer lo mismo que ellos, Mr. JulinArcher. Que se publicaba un libro de composiciones varias, titulado por ejemplo La

    esperanza en el ms all, libro en el que aportaban su colaboracin sir Oliver Lodge13,Miss Marie Corelli14 y Mr. Joseph McCabe15, all estaba tambin la firma de Mr. Julin9 George Geoffrey Dawson (1874-1944), escritor y periodista, director delTimes a partir de 1912.(N. del T.) 10 Parece una alusin jocosa a la actriz Ellen Tree (1863-1937), esposa del actor sir Herbert Tree, a los queChesterton denostaba frecuentemente.(N. del T.) 11 Sir Arthur Wing Pinero (1855-1934), dramaturgo muy crtico con el perodo Victoriano y eduardiano; en susobras, la mujer adquiere una importancia que jams haba tenido hasta entonces en el teatro.(N. del T.) 12 Joseph William Comyns Carr (1849-1916), crtico y dramaturgo, autor del drama en verso E1 Rey Arturo. (N. delT.) 13 Sir Oliver Joseph Lodge (1851-1940), profesor de Fsica y Matemticas en el University College de Londres.Investig acerca de la propagacin y recepcin de las ondas electromagnticas.(N. del T.) 14 Seudnimo de Mary MacKay (1855-1924), autora muy popular en vida merced a sus melodramas teatrales y asus novelitas de amor.(N. del T.)

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    Archer. Era miembro, por otra parte, del Parlamento. Y de unos cuantos clubes ms... Al se deba una novela histrica, adems de todo lo anterior, y como era un actorexcelente, si bien slo aficionado, nadie se vea con la fuerza moral necesaria para evitarque interpretase el papel principal en la obra El trovador Blondel. Nada haba en l, pues, que objetar; y nada de cuanto haca poda considerarse una

    excentricidad. Su novela histrica, que trataba de la Batalla de Agincourt16

    , haba sidoconsiderada una buena novela histrica... moderna, o lo que es lo mismo, algo as comolas divertidas aventuras de un estudiante de nuestros das en un baile de mscaras.Aunque cabe decir, en honor a la verdad, que no era muy partidario del disfrute de lacarne ni de la inmortalidad personal... en vida. No obstante, proclamaba sus opiniones,siempre mesuradas, en alto y decididamente, con su voz honda, campanuda. Esa mismavoz que ahora pareca llenar toda la casa. Era Archer una de esas personas capaces desoportar un largo silencio que sigue a una pltica, pues su voz le preceda por todaspartes, como su reputacin, como su fotografa en todas las pginas de los peridicos quehablaban de los ms brillantes acontecimientos sociales, fotos en las que se le vea

    siempre impecable, con sus rizos negros y su hermoso rostro. Miss Ashley dijo quepareca un tenor. Mr. Murrel hubo de conformarse con decir que a l no se lo pareca, quesu voz no le sonaba precisamente de eso.Entr Julin Archer en la habitacin, vestido como un trovador de antao, aunquedesentonaba con su atavo el telegrama que llevaba en una mano.Vena de ensayar su papel y se mostraba cansado, incluso sofocado, aunque acaso slofuera de triunfo. Pareca haberlo desconcertado aquel telegrama.Escuchadme! clam. Braintree no quiere actuar.Bien, yo nunca me cre del todo que fuese a hacerlo dijo Murrel sin dejar de darbrochazos.Bastante enojoso ha sido tener que pedirle el favor a un tipo como l, pero lo cierto esque no tenamos a nadie ms sigui diciendo Mr. Archer. Ya le dije a lord Seawoodque es mala poca, porque todos nuestros mejores amigos estn lejos. Braintree es unperfecto desconocido. Y mira que me cuesta creer que haya podido llegar siquiera a sereso...Fue una equivocacin llamarlo dijo Murrel. Lord Seawood fue a verle porque ledijeron que era unionista, slo por eso. Cuando se enter de que en realidad eratradeunionista se desconcert un poco, lgicamente, pero no poda montar un escndalo... Esms, me parece que le pondramos en un gran aprieto si tuviera que explicar lo quesignifica cada uno de esos trminos.Cmo no va a saber lo que significa unionista? pregunt Miss Olive.Eso no lo sabe nadie; hasta yo he sido uno de ellos replic el pintor.Yo no renegara de un hombre por el solo hecho de que sea socialista dijo Mr.Archer, demostrando su generosidad de espritu. Por lo dems, haba...Y guard silencio de golpe, sumido en sus recuerdos.Ese tipo no es socialista intervino Murrel. Es un sindicalista.

    15 Joseph McCabe (1867-1955), franciscano que una vez que decidi colgar los hbitos pas a convertirse en uno delos mayores propagandistas del atesmo en el Reino Unido. Su obra, de ms de veinticinco volmenes, estconsiderada como una autntica biblioteca del atesmo. (N. del T.) 16 Batalla librada el 25 de octubre de 1415, que supuso la victoria decisiva de los ingleses sobre los franceses en laGuerra de los Cien Aos, en Agincourt, hoy Azincourt en el Departamento francs de Pas-de-Calais.(N. del T.)

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    Pues eso es mucho peor, no? dijo la joven dama con enorme candidez.Claro, todos queremos que mejoren los asuntos sociales, todos queremos arreglar loque est mal dijo Archer, pero nadie puede defender a un hombre que incita a unaclase contra otra, como hace l, al tiempo que pondera el trabajo manual y propalautopas imposibles. Yo siempre he dicho que el capital tiene ciertas obligaciones, al igual

    que...Bueno lo interrumpi Murrel, con eso que dices me ofendes; a nadie encontrarsque se emplee tanto en una actividad manual como lo hago yo.Bien, dejmoslo; el caso es que ese sujeto no quiere trabajar en nuestra funcin... Claroque no haca ms que del segundo trovador, un papel que puede interpretar cualquiera.Pero tiene que ser joven... Por eso acud a Braintree.S, es verdad, an es joven acept Murrel. Como tantos hombres jvenes, por lodems, incluso los que lo siguen.Yo lo detesto a l y a todos sus hombres jvenes dijo Olive con energadesconocida. En otro tiempo, la gente se lamentaba porque los jvenes, de tanromnticos, llegaban a perder la cabeza. Estos jvenes como Braintree, sin embargo,pierden la cabeza porque son vulgares, srdidos, prosaicos, de bajos instintos... Porque sepasan el da hablando de mquinas y de dinero. Porque son materialistas y quieren unmundo habitado por ateos. Un mundo de monos.Se hizo un largo silencio que rompi Murrel cruzando la habitacin, descolgando eltelfono y gritando un nmero a la operadora. Entonces sigui una de esasconversaciones a medias que hacen sentirse a quienes las escuchan como si literalmenteles faltara la mitad del cerebro. Aunque ahora la cuestin se entenda con enormeclaridad.

    Eres t, Jack? S, ya lo s... Precisamente quiero hablarte de eso. S, en casa de lordSeawood... No puedo ir a verte, hombre, estoy pintando de rojo, como los indios... Questupidez! Qu ms da? Vendrs para que hablemos de negocios, slo eso... S, claro, locomprendo... Pero qu bestia eres! Que no hay aqu ninguna cuestin de principios, tenloen cuenta... Que no te voy a comer, hombre... Vamos, ni siquiera te voy a pintar abrochazos... De acuerdo, muy bien.Colg el auricular y sigui con su creativa tarea, silbando relajadamente.Conoces a Mr. Braintree? pregunt entonces Miss Olive con mucha curiosidad.Ya sabes que adoro el trato con gente de baja estofadijo Murrel.

    Extiendes eso tambin a los comunistas? pregunt Archer alarmado. Lo cierto esque se parecen bastante a los ladrones.El trato con gente de baja estofa no convierte a nadie en un ladrn replic Murrel.Al contrario, es el trato con gente de alta alcurnia lo que suele hacerlo.Y se puso decorar un pilar con un color violeta y grandes estrellas anaranjadas, deacuerdo con el famoso estilo ornamental de los salones del palacio de Ricardo I.

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    Cambridge, de Oxford o de la City, a los que seguramente no importar trabajar en unamina. Todo sea por acabar con esa autntica conspiracin social que pretenden ustedes!Pues en tanto llega ese momento que anuncia replic Braintree con bastantealtivez le sugiero que busque cien mineros para que ayuden a que Miss Ashley terminesu iluminacin. La minera es un oficio que requiere de gran destreza, caballero... Un

    minero no es un carbonero... Usted podra ser un magnfico carbonero.Quiero suponer que no me insulta usted dijo Archer.No, claro que no! respondi Braintree. Es slo un cumplido, por supuesto.Murrel intervino para poner paz.Me parece, caballeros, que no hacen ustedes ms que dar vueltas alrededor de mi ideacentral. Primero, un carbonero; luego, un fumista... Y as hasta obtener los ms profundostonos del negro.Pero no es usted un sindicalista? pregunt Olive con gran severidad, y tras unapausa aadi: Qu es en realidad un sindicalista?

    La mejor manera de responder a su preguntacomenz a decir Braintree con muchaconsideracin haca la joven dama sera decir que, para nosotros, las minas deben pasara ser propiedad de los mineros.Claro, lo mo es mo intervino Murrel. Un precioso lema del feudalismomedieval!A m me parece un lema excesivamente moderno, sin embargo dijo Olive consarcasmo. Pero cmo se las podran ingeniar ustedes si las minas perteneciesen a losmineros?Parece una idea ridcula, no es cierto? dijo el sindicalista. Es como si uno dijeraque la caja de pinturas debe pertenecer al pintor...Olive se puso de pie, se dirigi a las ventanas que permanecan abiertas y se asom al jardn, frunciendo el ceo. Lo de fruncir el ceo era ms propio del sindicalista, pero eneste caso responda a ciertos pensamientos que se le pasaban por la cabeza a la dama.Tras unos minutos de silencio sali al pasillo y desapareci lentamente. Haba en suactitud cierto grado de rebelin contenida, pero Braintree estaba demasiado enardecidointelectualmente como para darse cuenta de ello.A m no me parece dijo que alguien haya advertido hasta ahora que sea una utopapropia de salvajes que la flauta pertenezca al flautista.Olvdese usted de las flautas, caramba! grit Archer. Cree usted que una manadade gente de baja estofa...Murrel terci entonces con otra de sus frivolidades, intentando as desviar laconversacin.Bueno, muy bien; estos problemas sociales dijono se arreglarn hasta que nologremos caer de nuevo en aquel tiempo en que toda la nobleza y todos los hombres demayor cultura de Francia se reunieron para ver a Lus XVI ponerse el gorro frigio...Cranme que ser verdaderamente mayesttico que nuestros artistas e intelectuales serenan para verme poniendo betn reverencialmente en la cara de lord Seawood!Braintree segua mirando a Julin Archer con gesto torvo.

    Hasta el momento dijo, nuestros artistas e intelectuales no han hecho ms queponerle betn en las botas.Archer peg un brinco, como si acabaran de mentar su nombre acompandolo de una

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    ofensa.Cuando a un caballero se le acusa de dar betn a las botas de otro dijo, se corre elpeligro de que ponga el betn en los ojos de quien dice eso...Braintree sac una mano huesuda de su bolsillo, cerr el puo y dijo mirndoselo:Ya me he referido a que nos reservamos el derecho a la huelga.No deberais hacer el tonto de esa manera le dijo Murrel alzando su brocha teida derojo. No montes los, Jack, ni hagas el oso... Te equivocas, creme; corres el riesgo dedarte un batacazo... por pisar los rojos cortinones del rey Ricardo.Archer tom asiento lentamente; el sindicalista, tras un instante de duda, se asom al jardn.No te preocupes casi gru al poco, dirigindose a Murrel. No voy a destrozarte apisotones tu lienzo... Me doy por satisfecho con haber abierto una brecha en los de tuestirpe. Qu quieres de m? Ya s que eres todo un caballero. Pero qu sacamosnosotros de eso? Bien sabes que los hombres como yo, cuando reciben una invitacin a

    una casa como esta en la que estamos, acuden slo para hablar a favor de los de su clase...T tratas bien a mi gente, eso es verdad. Pero tambin los tratan as unas cuantas mujeresguapas. Y muchas otras personas. Y llega un momento en que esos hombres seconvierten en... bueno, en hombres que tienen que entregar una dura carta de sus amigos,pero temen hacerlo porque el destinatario les ha tratado bien.Fjate dijo Murrel en que no slo has abierto una brecha, sino en que me hasmetido a m por ella. Lo cierto es que no cuento con otro... La funcin no se representarhasta dentro de un mes, pero para entonces an dispondremos de menos gente entre laque elegir, y adems necesitamos ese tiempo para los ensayos... Por qu te niegas ahacernos el favor que te pedimos? No comprendo que tus opiniones puedan impedrtelo...

    Y en lo que a m respecta, no tengo opiniones, las gast todas cuando era ms joven,cuando estuve en la Unin. Pero, por encima de todo, me duele muchsimo disgustar a lasdamas... Aunque en esto que nos ocupa todos seamos hombres.Cierto, no hay ms que hombres! dijo Braintree mirndole fijamente.Bueno, ah tenemos tambin al viejo lord Seawood dijo Murrel, que a su manerano es del todo malo como actor... No puedes esperar que mis opiniones sobre l sean tanduras como las tuyas... Aunque confieso que me resulta muy difcil imaginrmelohaciendo de trovador...Hay un hombre en el cuarto de al lado dijo Braintree mirndolo fijamente, con algo

    de dureza, y hay otro en el jardn, y otro ms en la puerta, y hay un hombre en losestablos, y hay un hombre en la cocina, y otro en la bodega... Por qu mientes, si vestantos hombres como hay en esta casa? Es que an no te has dado cuenta de que sonhombres? Y luego me preguntis el porqu de la huelga... Hacemos huelga porque soiscapaces de olvidaros de nuestra propia existencia, salvo si vamos a la huelga! Manda atus criados que te sirvan. Yo no tengo por qu hacerlo.Y sali aprisa al jardn.Bueno dijo Archer respirando profundamente. He de confesar que no soporto a tuamigo.Murrel se apart de su lienzo, inclin la cabeza a un lado, como los entendidos, paramejor contemplar los brochazos, y dijo:Pues me parece que su idea de utilizar a los criados es muy buena. No te imaginas al

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    viejo Perkins de trovador? T conoces bien a mi ayuda de cmara, no? La verdad es quecualquiera de los lacayos de mi casa hara de trovador maravillosamente...No digas imbecilidades! grit Archer, muy molesto. El papel de trovador escorto, pero quien lo interprete tiene que hacer cosas... Besar la mano de la princesa, porejemplo!

    Mi ayuda de cmara lo hara como un Cfiro... dijo Murrel. Pero quizs, meparece, debamos apuntar an ms bajo en esa jerarqua de los lacayos... Si no quierehacerlo, o no le consideramos apto, se lo dir al portero; y si ste no quiere, a mi botones;y si el muchacho tampoco quiere, al mozo de cuadra, que es el que menos se niega a loque sea; y si el mozo de cuadra tampoco se presta, bien, pues habr que buscar entre losms viles pinches de la cocina... Y si aun stos me fallan, pues acudir a un tipo an dems baja estofa, al bibliotecario de esta casa en la que nos encontramos... Vaya! Cmono se me haba ocurrido antes? El bibliotecario es el ms idneo, claro que s!Con gran entusiasmo tir su brocha al aire, que fue a caer al extremo opuesto de lahabitacin, echando a correr acto seguido en direccin al jardn, seguido por Mr. Archer,que pareca anonadado.Era temprano, porque losamateurs se haban levantado mucho antes del desayuno, a finde pintar y de ensayar con tiempo suficiente. Braintree, por su parte, madrugaba siempre;aquel da, encima, lo haba hecho an ms que nunca para entregarse a la redaccin de unriguroso, por no decir rabioso, artculo destinado a las pginas de un diario vespertinosocialista. La blanca luz del da tena an esa palidez rosada que sin duda ha inspirado ams de uno de esos poetas fantsticos que comparan los rayos del amanecer con losdedos.La casa se alzaba en un cerro que caa por dos lados hacia el Severn17. El jardn, trazadoen forma de terraza, con los rboles plenos de flores primaverales, pareca velar, sinconfundirse con ella, sin embargo, la esplndida curvatura del paisaje. Las nubes hacantirabuzones y ascendan como el humo de un can, como si el sol asaltarasilenciosamente las partes ms elevadas del terreno. El leve viento y el sol bruan lahierba recientemente segada. En un ngulo elevado, como accidentalmente, yaca unfragmento de pedestal gris, de las ruinas de la abada que all hubo antao. Un poco msall se vea la esquina de la parte ms abandonada de la casa, hacia la que se dirigaMurrel a buen paso. Lo segua Archer con su belleza teatral y sobreactuada a cuestas.Tan pintoresca ilusin se complet con una figura muy bien vestida, que apareci bajo elresplandor del sol unos minutos despus. Era una dama joven con el cabello rojo, que se

    tocaba con una corona regia. Muy erguida, incluso altanera, saludable. Pareca saciarsecon la brisa de la maana como el caballo de la guerra en las Escrituras, para gozarse ens misma en sus ropas batidas por esa brisa. Julin Archer compona un cuadro perfectocon su traje de tres colores. A su lado, los tonos modernos del traje y la corbata de Murrelparecan tan vulgares como las ropas de los mozos de cuadra, con los que tena porcostumbre perder el tiempo.Miss Rosamund Severne, hija nica de lord Seawood, era uno de esos seres que se lanzana lo que sea pero haciendo mucho ruido. Su extraordinaria belleza era tanta, y tanexuberante, como su magnfico carcter y su buen humor. La verdad es que gozaba detodo corazn su papel de princesa medieval, aunque slo fuera para una funcin de teatroamateur. Y no albergaba ninguno de los sueos reaccionarios de su amiga Miss Ashley.17 El ro Severn nace en el Condado gales de Montgomery y desemboca en el canal de Bristol tras recorrer 338kilmetros.(N. del T.)

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    Era, por el contrario, una mujer prctica y moderna. Haba intentado ser doctora enMedicina, pero el conservadurismo de su padre acab por frustrar sus planes y hubo deresignarse a no ser ms que una dama liberal, algo violenta, a veces, en susmanifestaciones de dicho liberalismo. Sobresala en actividades polticas y en laorganizacin de distintas plataformas, aunque ni siquiera sus amigos ms cercanospodan decir si hablaba para que las mujeres tuvieran derecho al voto o para que les fueraotorgado directamente el voto.En cuanto vio a Archer a cierta distancia, le grit tan resuelta como siempre:Te estaba buscando! No te parece que deberamos ensayar una vez ms esa malditaescena?Yo tambin te buscaba se entrometi Murrel. Hagamos mayores desarrollosdramticos en nuestro ya de por s dramtico mundo, amiga ma... Oye, conoces aunqueslo sea de vista a tu bibliotecario?Y qu pinta en todo esto mi bibliotecario? pregunt Miss Rosamund a su vez.Pero, s, claro que lo conozco, y no slo de vista... Aunque no creo que haya nadie que loconozca bien...Ser una polilla ms de los libros observ Archer.En realidad todos somos polillas, querido amigo dijo Murrel. En mi opinin, unapolilla de libros demuestra, al fin y al cabo, un gusto refinado y una evidente superioridadde su dieta sobre la que es comn en las polillas vulgares... Yo quiero cazar a esa polillabibliotecaria como si fuese el mismsimo pjaro del alba. Escucha, Rosamund... Haz tde pjaro del alba y czame esa polilla, te lo pido por favor.Esta maana, de tan madrugadora, me siento como una alondra dijo la joven y belladama.

    Bien, pues s una alondra dispuesta a cazar dijo Murrel. Hablo en serio, querida...Conoces de verdad tu biblioteca y podrs traerme al bibliotecario? Vivo, claro est...Seguro que ya est en la biblioteca dijo Rosamund, algo extraada pero tan resueltacomo siempre. No s bien qu pretendes, pero si quieres hablar con l puedes ir tmismo a verle.Siempre das en el blanco, queridadijo Murrel. Eres un buen pjaro.Un pjaro del paraso terci Archer, aduln.Y t un pjaro chistoso le respondi ella con una carcajada. Y el Mono, unganso...Yo soy a la vez un Mono, una polilla y un ganso asinti Murrel. Mi procesoevolutivo no concluye jams... Pero antes de que me convierta en quin sabe qu otro ser,permteme que te explique algo, querida... Archer, con su infernal orgullo aristocrtico,no consiente que un pinche de mi cocina haga de trovador, de modo que he decidido caeran ms bajo y poner mi vista en tu bibliotecario... Se trata de que alguien haga desegundo trovador, nada ms.El bibliotecario se llama Herne dijo la joven dama, sin salir de su asombro. Perono pretendas... Quiero decir que ese hombre es todo un caballero. Es ms, dira que es unautntico sabio.

    Murrel ya se haba largado, doblando por la esquina de la casa para dirigirse a las puertasacristaladas que llevaban a la biblioteca. No obstante, se detuvo de golpe y quedcontemplando algo en la distancia. En la parte ms elevada del jardn, en la vertiente

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    opuesta a esa en la que se encontraba, distingui dos figuras que se destacaban bajo ellmpido cielo de la maana. Nunca hubiera supuesto que podra ver algo as. Una de lasfiguras era la del execrable demagogo llamado John Braintree. La otra, la de Miss OliveAshley... Es cierto que cuando prest mayor atencin a las figuras, la de Olive se revolvacon un ademn que pareca furioso, de rechazo. Pero a Murrel le pareci an ms extraoel hecho de que se encontraran all que el hecho de que se distanciasen. No pudo evitarque una expresin melanclica cruzara su cara de mono. Rpidamente se dirigi a labiblioteca.

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    es comn en un rostro humano. A primera vista pareca tener slo un ojo. Como si el otroperteneciese a otra cabeza. Puede que fuese as; puede que ese otro ojo estuviera en lacabeza de un hitita de diez mil aos atrs, quin sabe.Michael Herne tena algo que quizs sea propio de todos los especialistas, no importa enqu materia lo sean; algo enterrado bajo sus montaas de papel, un algo que le daba la

    fuerza para sostener las montaas de papel sin ayuda. Un algo, pues, que a vecesllamamos poesa.Mr. Herne elaboraba detallados cuadros sinpticos de las cosas que eran objeto de susestudios. Pero ni siquiera esos hombres de probada discrecin, capaces de apreciar losms extraos estudios, hubieran visto en l otra cosa que un anticuario polvoriento capazde pasarse horas buscando pucheros antiguos y hachas de guerra que cualquiera denosotros preferira dejar enterrados. No es justo juzgarle a la ligera, sin embargo... Paral, esos objetos inanimados no eran dolos, sino instrumentos eficaces para su estudio.Cuando vea un hacha hitita se la imaginaba matando algo que echar al puchero hitita;cuando contemplaba un puchero hitita, se lo imaginaba con agua hirviendo para cocer

    algo que el hacha haba cazado. Claro que l jams hubiese llamadoalgo a eso, sino quele hubiera dado el nombre de cualquier ave o de cualquier cuadrpedo susceptibles de sercomidos, que no en vano se contaba entre sus saberes el de la descripcin de un menhitita cualquiera... As, con dbiles fragmentos haba logrado erigir no ya un cuerpo dedoctrina, sino una ciudad y estados visionarios y arcaicos, todo lo cual eclipsaba la Asiraclsica, si no la dejaba reducida a polvo. El corazn de Mr. Herne siempre estaba muylejos, como si latiera para llevarlo bajo extraos cielos de color turquesa y oro a caminarentre gentes con peinados que parecan sepulcros y entre sepulcros ms altos queciudadelas, y cruzndose con hombres que llevaban las barbas trenzadas como tapices.Cuando miraba por la ventana de la biblioteca y vea al jardinero barriendo lentamente

    los estrechos caminos de piedra del jardn de la casa de lord Seawood, no era eso lo quevea sino aquellos enormes brutos y aquellos pjaros gigantescos que parecan labradosen las montaas. Contemplaba, simplemente, esas formas que parecan haber sido hechaspara albergar ciudades en su interior.Por otra parte, circulara despus durante un tiempo una historia de un profesor, unhombre bastante incauto, que haba dicho alguna indiscrecin acerca de la moralidad dela princesa hitita Pal-Ul-Gazil, profesor al que el bibliotecario haba apaleado por ello conuna escoba de las que utilizaba para quitar el polvo a los libros hasta obligarlo a subirseen lo ms alto de la escalera de la biblioteca. La opinin pblica, sin embargo, andaba untanto dividida. Unos daban por cierto el sucedido y otros decan que no era ms que unainvencin de Mr. Douglas Murrel.No obstante, cabra tomar aquello, si no por una ancdota, s por una alegora. Pocossaben algo de la guerra imparable de controversias y de los sucesivos tumultos que seesconden bajo la ocupacin de unamateur, por oscura que sta sea. En efecto, el mscruel espritu guerrero halla amparo en las ocupaciones de unamateur, como si detoperas se tratasen, logrando as la ocultacin de los autnticos debates que deberanproducirse en un campo tan llano como limpio, a cielo abierto. Podra suponerse que el

    Daily Wire es un peridico que llama a la violencia, y que la Review of Asyrian Esxcavations 18 es una publicacin pacfica y de prosa elegante. Todo lo contrario... Elperidico popular parece en los ltimos tiempos fro y distante, hasta convencional;utiliza los clichs ms manidos... La revista de los excavadores, de los estudiosos, por el18 Ambas publicaciones existan, en efecto.(N. del T.)

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    contrario, suelta fuego por todas sus pginas; incita al fanatismo y a la guerra sin cuartelcontra quien no suscriba sus tesis.Mr. Herne no poda moderarse lo ms mnimo cuando pensaba en el profesor Pool y ensu fantstica y monstruosa insidia a propsito del tipo de sandalia prehitita. Perseguasaudamente el bibliotecario al profesor hasta blandiendo una pluma de escribir, si no

    tena a mano una escoba cualquiera; es ms, inverta en cosas as, cosas de las que nadietena la menor noticia ni el menor inters por recibirla, cantidades torrenciales deelocuencia, de lgica y de entusiasmo incuestionable, algo, por cierto, de lo que el mundoentero jams sabr una palabra. Cuando descubra lo que para l eran hechos novedosos yperfectamente contrastados, o cuando expona errores aceptados generalmente, o cuandose concentraba en sus propias contradicciones que pasaba a explicar con lucidez enorme,sin embargo, no por todo eso, lograba el menor reconocimiento pblico. Hay que decir, apesar de todo, que el bibliotecario era as una cosa que por lo general no pueden ser loshombres pblicos: era feliz.Hijo de un clrigo pobre, fue el nico que en su etapa de estudiante en Oxford consigui

    ser por completo insociable, y no porque mostrase un odio indecible e insobornable haciala sociedad, sino por su positivo amor a la soledad. Sus pocos pero repetidos ejerciciosfsicos eran solitarios, como caminar o nadar, o excntricos, si no extraos, como laesgrima, que practicaba sin un contrario. Posea un buen conocimiento general de loslibros, y como necesitaba ganarse la vida, ah estaba, a cambio de un sueldo muymodesto, un sueldo ms bajo que el de los criados, cuidando de la biblioteca bienseleccionada por quienes haban sido los anteriores propietarios de la antigua Abada deSeawood. Slo una vez se permiti tomar vacaciones, que ms que placenteras leresultaron muy duras, cuando fue como asistente de grado menor a participar en unasexcavaciones hechas en Arabia, donde se supona que estaban enterradas algunas

    ciudades hititas. Por las noches, despus de aquello, soaba invariablemente con esasexcavaciones. Tambin lo haca despierto.Estaba de pie ante la ventana abierta, tapndose los ojos con las manos, cuando a travsde los dedos vio que la verde lnea del jardn se rompa abruptamente por la oscuraaparicin de tres figuras, dos de las cuales, en su opinin, podan considerarse extraas,por no decir chocantes e inapropiadas. Poda haberse tratado de tres espritus llegados delpasado y revestidos de colorines, aunque su manera de cubrirse no era precisamente la delos ratitas, de eso se hubiera dado cuenta incluso alguien no especializado. Slo una deaquellas tres figuras, vestida con chaqueta y pantaln de lana clara, ofreca un aire demodernidad tranquilizadora.Buenos das, Mr. Herne! le dijo una dama joven y educada, maravillosamentepeinada y vestida con un traje azul ceido y de mangas en punta. Venimos a pedirle ungran favor, slo usted puede ayudarnos.Los ojos de Mr. Herne parecieron salirse de sus rbitas, como para adaptarlos a unaespecie de lente invisible que le ayudara a acortar la distancia y fijarse en el primerfondo, lleno de la presencia de la joven dama. Eso pareci producirle un efecto curioso,pues qued como mudo. Al cabo de un buen rato dijo con ms calor de lo podraesperarse por su mirada:Todo lo que est en mi mano...

    Se trata slo de hacer un corto papel en una funcin que preparamos dijo la dama.Es una pena darle un papel tan breve como modesto, pero la verdad es que nos hanfallado todos aquellos en los que confibamos y no queremos renunciar a nuestra obra.

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    De qu obra se trata? pregunt el bibliotecario.Bah! Una tontera, naturalmente dijo ella a la ligera. Se titula El Trovador

    BlondeI y trata de Ricardo Corazn de Len, y hay serenatas, y salen princesas en suscastillos y todas esas cosas... Pero necesitamos de alguien que haga el papel de segundotrovador, que tendr que seguir a Blondel a todas partes y cruzar con l algunos dilogos,

    cortos, eso s... Porque Blondel es el que ms habla, claro... Blondel lo dice todo. Seguroque no le cuesta nada aprenderse el papel...Y no tendr ms que rasguear una guitarra de cualquier manera, eso no es importantedijo Murrel para animarlo. Vamos, como si tocara usted una variante medieval delbanjo...Lo que ms nos interesa intervino Archer algo ms tranquilo que los otros esponer un rico fondo romntico... Para eso est el segundo trovador, como el que apareceen The Forest Lovers, esa obrita infantil que ya conocer usted... Caballeros andantes,ermitaos, todo eso...La verdad es que es un poco atrevido por nuestra parte pedirle de frente a un hombreque sea un fondo admiti Murrel, pero hgase usted cargo de nuestra situacin,caballero.La cara larga de Mr. Herne adopt una expresin de lstima.Lo siento de todo corazn dijo, crean que me encantara ayudarles, pero esa obrano trata de mi poca...Lo miraban perplejos y tras una breve pausa sigui diciendo el bibliotecario:Cartn Rogers es el hombre que precisan. Floyd tampoco lo hara mal, aunque lo suyosea la cuarta Cruzada. Pero les aconsejo que se dirijan a Mr. Cartn Rogers de Balliol.Yo le conozco un poco dijo Murrel mirndole y aguantndose la risa. Fueprofesor mo.Magnfico! exclam con jbilo el bibliotecario.S, claro que le conozco dijo Murrel ahora ms serio. Est a punto de cumplirsetenta y tres aos y hace muchos que se qued completamente calvo... Y es tan gordoque apenas puede moverse.La joven dama no pudo evitar que se le escapase una fuerte carcajada.Cielo santo! exclam. Traer a ese hombre desde Oxford para vestirlo as! yseal las piernas de Mr. Archer, que tampoco eran especialmente bellas.Es el nico que podra interpretar bien el papel, por el conocimiento que tiene de esapoca dijo el bibliotecario moviendo la cabeza afirmativamente. Pero hacerlo venirdesde Oxford... El nico hombre que podra conseguirlo est en Pars... Les aseguro queno hay otro como l. Uno o dos franceses y un alemn, quizs... Pero no hay otrohistoriador ingls de su altura, se lo aseguro.No diga usted eso, hombre! exclam Archer. Bancock es el historiador msprestigioso desde Macaulay19... Su fama se extiende por el mundo entero.Bancock? Escribe libros, no? dijo el bibliotecario con bastante desdn. No, no...Cartn Rogers es su hombre, cranme...La dama del peinado que sugera una cornamenta terci de nuevo:19 El Barn Thomas Babingion Macaulay (1800-1859), poeta, novelista e historiador, autor de Historia de

    Inglaterra, obra en cinco volmenes aparecida de 1849 a 1861, que comprende el perodo que va de 1688 a 1702.(N. del T.)

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    Pero por el amor de Dios, caballero! Si slo sern dos horas!Tiempo ms que suficiente para que se noten los fallos, las equivocaciones dijo consuma seriedad el bibliotecario. Reconstruir una poca pasada durante dos largas horassupone ms trabajo del que usted cree... Si la obra tratase de mi poca, tenga por seguro...Mire, es que necesitamos la ayuda de un sabio. Quin mejor que usted? dijo la

    joven dama como si estuviese segura de su triunfo.Mr. Herne permaneci un rato en silencio, observndola con algo que podra calificarsecomo triste inquietud. Luego fij su mirada a lo lejos, muy a lo lejos, y dijo tras exhalarun suspiro:Creo que no me entiende... La poca de un hombre es una parte fundamental de suvida... Es indispensable que un hombre viva entre cuadros y tallas medievales antes deque pueda caminar por las estancias como lo hizo un hombre del medievo. Yo s cuantoconcierne al perodo al que he dedicado mis estudios, lo que significa mi poca. He ododecir a muchos que las tallas de los antiguos sacerdotes hititas, las que representaban asus dioses, carecen de gracia, de tan rgidas. Yo, sin embargo, creo que esa rigidez, otiesura, como dicen algunos, explica cmo eran sus danzas... Y al contemplarlas a vecesme parece or incluso la msica de los hititas.Se hizo un silencio, una pausa en aquel intercambio de opiniones; y en ese silencio losojos del sabio bibliotecario quedaron fijos, cual si fueran los ojos de un idiota, en algo as como el fin del mundo. Pero una vez rehecho, sigui diciendo su soliloquio:Si deseara representar un perodo que se escapa a mi mente, fracasara sin remedio.Seguro que confunda unas cosas con otras y las mezclaba. Si me viese obligado a tocaruna guitarra, esa de la que ustedes hablan, seguro que sentira inevitablemente que nopulsaba la guitarra adecuada. La tocara como si fuese unashenaum, o todo lo ms una

    hinopis, que es un instrumento ms helnico... Cualquiera podra darse cuenta de que mismovimientos no eran los propios ni siquiera de finales del XIX, por ejemplo, si a esapoca se refiriese la obra. Todo el mundo dira nada ms verme que mis movimientoseran los de un hitita.Claro, claro dijo Murrel mirndole con sarcasmo, eso es lo que diran cien labiosa la vez, nada ms verle.Murrel sigui mirando de la misma manera al bibliotecario, fingiendo gran admiracin,pero algo en su interior empezaba a hacerle comprender la seriedad del caso queplanteaba el bibliotecario pues vea en la cara de Mr. Herne esa expresin de inteligenciaque no es sino la mxima demostracin de la simplicidad.Caramba! exclam Archer como si despertara de un sueo hipntico. Pero si slose trata de una funcin teatral, caballero, permita que se lo recuerde... Mire que yo me smi papel de memoria y le aseguro que es bastante ms largo que el que le ofrecemos austed.Usted ha tenido la oportunidad de estudiarlo, seor replic Herne, y as, alhacerlo, ha podido pensar en los trovadores, y al pensar en ellos, ha vivido ese perodoLa gente, sin embargo, se dara cuenta de que yo no he estudiado lo suficiente mi papel.Por eso cometera la torpeza de descuidar cualquier detalle importante; incluso meolvidara de los trucos necesarios para la representacin... Cralo, me equivocara

    gravemente en cualquier momento, hara algo que no fuese medieval.Tena el sabio ante s el bello y ahora completamente blanco rostro de la joven dama.Archer, que estaba tras ella, como a su sombra, pareca tan divertido como

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    desesperanzado. El bibliotecario, de pronto, sali de su abstraccin, de su inmovilidadmeditabunda, y dio toda la impresin de que por primera vez despertaba a la vida.Sin embargo, yo les podra buscar en la biblioteca algo muy til dijo volvindosecon bro hacia los volmenes de una de las estanteras. Ah arriba hay una obrafrancesa, creo recordar, que trata de todos los aspectos que conciernen a la poca sobre la

    que versa su funcin, es magnfica, ya lo vern.La biblioteca tena los techos excepcionalmente altos, los techos de un tejado oblicuocomo el de una iglesia y es posible que en tiempos fuera el tejado de una iglesia, o almenos el de una capilla, porque aquello formaba parte del ala ms vieja de la Abada deSeawood, cuando lo que ahora era posesin de lord Seawood haba sido, en efecto, unaabada. De ah que el ltimo estante era en cierto modo la sima de un precipicio ms queun estante al que se acceda desde la cumbre de una escalera de biblioteca muy alta,apoyada, claro est, contra la estantera. Con una energa inusitada, el bibliotecario,apenas sin que lo advirtieran, se subi a lo ms alto de la escalera y husme entre unahilera de volmenes polvorientos, que desde abajo slo parecan eso, un montn de

    polvo. Tom al fin acaso el volumen ms grueso de cuantos manose, y como era unpoco incmodo consultarlo mientras la escalera se balanceaba peligrosamente, seacomod en el hueco que haba dejado libre al extraer la obra, sentndose all tranquilamente. Desde esa altura alcanz a encender una lmpara elctrica que penda deltecho. Los otros le miraban en absoluto silencio desde abajo, mientras l, en su altsimoasiento, con sus largas piernas colgando en el aire, quedaba con la cabeza completamenteoculta por el grueso volumen que consultaba.Es un completo chiflado dijo Archer en voz baja, un loco... Se ha olvidado denosotros; seguro que si le quitamos de ah la escalera ni se entera... Bueno, Mono, acabode sugerirte una de tus muy poco sutiles bromas...No, gracias, no me apetece hacerlo replic Murrel. Ni una broma con estehombre, por favor.Por qu no? se extra Archer. T fuiste quien quit la escalera al primerministro cuando estaba en lo alto de aquella columna, descubriendo una estatua... Y ledejaste all tres horas...Eso fue otra cosa replic Murrel con aspereza, aunque sin explicar por qu fueaquello otra cosa.Acaso no supiera Murrel por qu lo haba hecho, salvo que el primer ministro era primosuyo y se haba expuesto deliberada y francamente a la broma por el simple hecho dededicarse a la poltica. No obstante, s saba Murrel que ahora las cosas eran distintas,perciba claramente la diferencia entre ambas situaciones, y cuando el siempre zascandilMr. Archer agarr con fuerza la escalera para quitarla de su punto de apoyo, Murrel leconmin con voz fuerte e inequvoca, incluso ruda, a que la dejara donde estaba.Ocurri, empero, que justo en ese instante una voz muy conocida lo llam por su nombredesde la puerta que daba al jardn. Se volvi y vio la figura de Olive Ashley, que parecaexigirle una respuesta inmediata.Te pido que no toques esa escalera dijo de nuevo a Archer volviendo hacia l lacabeza mientras se diriga hasta Miss Olive, o te juro que...

    Qu? pregunt desafiante Archer.Te juro que har contigo lo que este hombre llamara un gesto hitita dijo Murrel ycorri hasta Olive.

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    La otra joven sali tambin al jardn, deseosa de hablar con Olive, como si algunapreocupacin la embargase, y as qued Archer a solas con el bibliotecario y la atractivaescalera.Archer se sinti entonces como un escolar al que se le hubiera prohibido hacer algo. Erabastante vanidoso y poco cobarde. Quit la escalera de su punto de apoyo en la estantera,

    con mucho cuidado, sin hacer ruido ni levantar una mnima mota de polvo. Igual desilenciosamente se la llev al jardn y la ocult contra un cobertizo. Luego se dirigi conabsoluta tranquilidad a reunirse con los otros, que parecan mantener una conversacinmuy interesante. Ni podan imaginar la travesura de su amigo. Hablaban de otra cosa, porsupuesto, algo que habra de ser el primer paso hacia extraas consecuencias; el primerpaso de un raro cuento que iba a sorprender a varias personas, alejndolas de susocupaciones habituales tanto como lo estaba de la biblioteca aquella escalera.

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    IV

    LA TRIBULACIN PRIMERA DEJOHNBRAINTREE

    Ese caballero al que llamaban el Mono se encamin por una amplia franja de cspedhacia el aislado monumento, si as puede llamarse, o curiosidad, o reliquia, que se alzabaen el centro de un gran espacio abierto.Era un trozo grande de lo que fueron los portones gticos de la antigua abada, quehaban puesto caprichosamente sobre un pedestal bastante ms moderno, algo, sin duda,que se debi a los entusiasmos de algn caballero romntico de unos cien aos atrs, opuede que ms; un caballero que, con toda probabilidad, crey que con la acumulacin demusgo y luz de luna aquello pasara a convertirse en lo que pudo haber sido temapropicio para la inspiracin del ingenioso Marmion20. Examinndolo con atencin, cosa

    que nadie haba hecho, y reparando las lneas rotas, poda trazarse la forma de unmonstruo repugnante, con los ojos saltones, como un dragn agonizante, sobre el que selevantaban dos piedras verticales, como dos tristes astas que bien podan sugerir lasextremidades inferiores de una persona. Mr. Murrel no se dirigi, sin embargo, haciaaquel punto, llevado de alguna especie de ardoroso fervor de anticuario para observarestos pequeos detalles; lo hizo porque la muy impaciente dama que le haba obligado asalir de la biblioteca le seal aquel punto para citarse. En efecto, a travs del jardn pudover a Miss Olive Ashley de pie, junto a una de las grandes piedras del monumento, yobserv que no estaba tan tranquila como la piedra.Aun a bastante distancia se perciba en ella la inquietud y su gesto de nerviosismo. Miss

    Olive Ashley era probablemente la nica persona que se fijaba de vez en cuando enaquella mole de roca laboriosamente labrada, para decirse invariablemente que era algomuy feo y que a saber qu demonios significaba. Ahora, sin embargo, no se preocupabapor mirarla.Hazme un gran favor fue lo primero que dijo a Murrel antes de que ste pudierahablar, aadiendo temblorosa: La verdad es que no se trata de un favor personal... A m no me importa... Te lo pido por el mundo entero, por la sociedad y todo eso!Vaya! exclam Murrel con fingida gravedad.Es buen amigo tuyo, lo s; me refiero a Braintree y cambi de tono para decir:

    T tienes la culpa de todo! T me lo presentaste!Pero qu ocurre? pregunt l con enorme paciencia.Ocurre que... lo detesto, se ha mostrado como un perfecto grosero, y adems...Ah, era eso! dijo Murrel cambiando de actitud, con un tono de voz dolorido.No, no! casi grit Olive enfadada. No me refiero a lo que ests pensando! Enrealidad no quiero que nadie le pegue una paliza... Se ha portado groseramente... pero sinperder las formas... Se ha mostrado obstinado y aferrado a sus ideas, que me expusolargamente, con palabras sacadas de esos abominables folletos extranjeros, gritandocuantas estupideces se le venan a la cabeza sobre el sindicalismo organizado y no s qu

    20 Simn Marmion (1425-1489), pintor flamenco que trabaj en la corte del duque de Borgoa, Felipe el Bueno,para quien ejecut en 1467 la iluminacin con miniaturas de las Grandes Crnicas de Francia que se conservan en laBiblioteca de San Petersburgo.(N. del T.)

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    de la historia proletaria...Claro, no son palabras que deba or una dama, ni mucho menos decirlas elladijoMurrel de nuevo sarcstico, moviendo la cabeza. Ahora bien, querida, me parece queno acabo de entender de qu se trata... Cmo es que no quieres que le sacuda porhablarte del sindicalismo? La verdad es que me parece razn suficiente para apalear a un

    hombre... Qu quieres que haga?Quiero devolverle a la realidad dijo la joven dama dando un respingo. Quiero quealguien le haga comprender de una vez por todas que no es ms que un absolutoignorante. Jams ha tenido trato con gente educada! Se le nota en la manera de vestir, ensu forma de andar... Pero an es peor lo de su negra barba; creo que incluso podrasoportarle todo lo dems, si se la quitara... Al menos estara un poco presentable.Me pides que vaya a afeitar a ese hombre por la fuerza? pregunt Murrel.No digas tonteras! replic molesta. Quiero decir que me gustara, aunque slofuera por un momento, que deseara ir afeitado... Quiero ensearle cmo se comportan laspersonas educadas... Por su bien, claro. Se le podra... se le podra mejorar tanto...Quieres entonces que lo matricule en una escuela nocturna? dijo Murrel simulandoinocencia, Quizs en una escuela dominical?Nadie aprende eso en una escuela. Quiero que vaya al nico lugar donde la gentepuede aprender bien: el gran mundo dijo ella. Quiero que vea que en el mundo hayalgo ms importante que su protesta de manaco, que oiga a la gente hablar de msica, dearquitectura, de historia y todo eso que los intelectuales de verdad conocen. l se haquedado a medias, por gritar en las calles y hablar de las leyes en las tabernas msinmundas... Pero estoy segura de que si llegara a tratar con personas cultas se dara cuentade su estupidez, s que es inteligente.

    De manera que, como quieres tener a tu lado a un intelectual, a un hombre cultsimohasta la punta de los dedos, te acordaste de m observ el Mono. Quieres que te loate a una silla del saln y le d t, Tolstoi y Tupper21, o algn favorito de la cultamodernidad... Mi querida Olive, te aseguro que no conseguiramos nada.Tambin lo he pensado, no creas se apresur a decir la dama. Por eso te pido queme ayudes; por eso te pido que le hagas el favor, y con ello a la humanidad entera...Quiero que convenzas a lord Seawood para que se entreviste con l y hablen de la huelga.Es a lo nico que se prestar; luego le presentaremos a una serie de gente reputada, deconocimientos superiores, para que le hablen. As, poco a poco, estoy segura, se irdesarrollando su sensibilidad... Te hablo completamente en serio, Douglas, no sonras...Este hombre tiene un gran influjo sobre los obreros; si no le hacemos comprender laverdad, capaces sern de... Porque es un magnfico orador, eso s, aunque a su manera.Siempre he sabido que eres una gran aristcrata dijo mirando con candor a la joveny frgil dama. Aunque nunca supuse que fueses tan hbil diplomtica,(21) querida Bueno, te prestar toda la ayuda que me sea posible en tan horrendocomplot... Pero slo si me aseguras que, en el fondo, ser por su bien.Pues claro que s, naturalmente dijo ella. De lo contrario no se me habra ocurridopedrtelo.Pues claro que s, naturalmente asinti Murrel a su vez y se encamin hacia la gran21 Martin Farguhar Tupper (1810-1889), londinense, autor que goz en su da de gran predicamento en todos lospases de habla inglesa gracias a su obraProverbial Philosophy, una recopilacin de mximas morales escritas enverso.(N. del T.)

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    casa, andando mucho ms despacio que cuando sali para encontrarse con la joven.Sin embargo, y aunque pas por el cobertizo, iba tan abstrado que no repar en laescalera de la biblioteca, all apoyada. De haberlo hecho entonces, esta historia hubiesetenido un desarrollo distinto, acaso se habra alterado calamitosamente.Las tesis de Miss Olive Ashley sobre la educacin del ignorante, merced a la asociacin

    de ste con personas de educacin elevada, proporcion material considerable alpensamiento de Murrel, mientras caminaba sobre el csped con las manos en losbolsillos. Conceda que aquellas tesis tenan algo de eficaz intencin; algunos, porejemplo, acceden a cierta cultura acudiendo a Oxford, y descubren de qu modo handescuidado hasta entonces su educacin, aunque despus sigan descuidndola... Nuncahaba conocido Murrel, sin embargo, un experimento semejante con alguien queperteneciera a ese estrato social tan oscuro como la negra mina de carbn a cuyostrabajadores representaba el sindicalista. No poda imaginarse a un tipo tanobstinadamente demagogo como su amigo Jack Braintree aprendiendo lentamente cmosostener con elegancia un cigarrillo entre los dedos, o como mantener en alto, no menos

    elegantemente, una taza de t mientras hablaba del Shakespeare rumano de turno.Aquella misma tarde iba a producirse un besamanos de esa especie all mismo, en laresidencia de lord Seawood, pero no se le pasaba por la cabeza cmo encajar a Braintree.Por supuesto que haba un sinfn de cosas interesantes, de las cuales no tena la menornoticia aquel endemoniado hombre de los barrios bajos. Aunque no estaba muy seguroMurrel de que esas cosas pudieran interesar mnimamente a su amigo.As y todo, decidi prestar a la joven dama Miss Olive Ashley el auxilio que le peda,arriesgndose a mostrar por ah a su iletrado amigo representante de los mineros como sifuese un esclavo tan gracioso como borracho. Pens muy seriamente en cmo hacerlo.Una de las caractersticas ms destacables del Mono era la de cubrir su seriedad con unasonrisa; quizs por eso era un bromista muy grave, extraordinariamente severo. Pero eltipo con quien ahora se las tena que ingeniar para someterlo a su broma ofreca unascuantas dificultades. Pensando en todo eso se dirigi al ala de la mansin donde estaba eldespacho de lord Seawood, un lugar vedado para la mayor parte de las visitas.Permaneci all una hora y sali al fin sonriente.Y ocurri al cabo que, como consecuencia de unas maniobras de las que no tena lamenor idea, el anonadado Braintree se vio aquella misma tarde con sus rizos y su barbanegros, rizos y pelos de la barba erizados en todas las direcciones posibles (tras unaentrevista misteriosa con el gran capitalista), lanzado a travs de una puerta hasta el gran

    saln de la ms deslumbrante aristocracia, aristocracia del intelecto igualmente, destinadaa la ardua tarea de su educacin ms conveniente.A primera vista, aquel hombre pareca en verdad falto de unas cuantas cosas, por no decirincompleto. De pie, en mitad del gran saln, cargado de hombros y no menos cargado deentrecejo, resultaba tan desagradable de contemplar como lo era su propio interior. No esque fuese un tipo feo, pero resultaba inexplicablemente antiptico. Eran los otros los que,dicho sea en su honor, le demostraban amabilidad e inters en su persona, incluso demanera sincera. Un seor muy alto y calvo, por ejemplo, un hombre especialmente francoy comunicativo, y nunca ms ruidoso que cuando pretenda adoptar un aire confidencialcon alguien, un hombre, en definitiva, que tena en la voz cierto aire de cancin obscena

    por cuanto su susurro era un grito indefectiblemente horrible, le dijo:Lo que nosotros necesitamos hablaba mientras cerraba la mano como si pulverizasealgo en ella, lo que precisamos para que se haga eso que podramos llamar la paz

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    industrial, es slo lo que tambin podramos llamar instruccin industrial... No haga ustedcaso de esos reaccionarios que pululan por todas partes; no crea usted a esos hombres quedicen que la educacin del pueblo es una falacia, o una grave equivocacin... Las masasnecesitan la educacin, y sobre todo, la educacin que podramos llamar econmica... Silogramos meter en la cabeza de la gente unas cuantas nociones de las leyes que rigen lasrelaciones econmicas, y muy especialmente las leyes de la economa poltica, cesarnlas disputas, esas querellas constantes que arruinan el comercio de nuestro pas yamenazan con poner una pistola en el pecho de los ciudadanos... Sean cuales sean lasopiniones que ambos podamos defender, seguro que deseamos acabar con todo eso. Noimporta cul sea nuestro partido, seguro que deseamos lo mejor para todos... Y le aseguroque no hablo por el inters de ningn partido poltico, sino de un inters mayor, uninters que est por encima de todos los partidos.Pero si yo digo replic Braintree que nosotros tambin queremos la extensin delas reivindicaciones efectivas, no hablo de algo que est igualmente por encima de todoslos partidos?

    El hombre alto y calvo lo mir rpida y disimuladamente, y dijo despus con la vista enotro lado:Por supuesto... Claro, claro que s.Se hizo un silencio y ambos pasaron a hablar despus, alegremente, a propsito de latemperatura y el tiempo en general. Braintree pudo ver as que aquel hombre, a no muchotardar, se deslizara suave y silenciosamente hacia otros mares, como un pez gigantesco,abandonndole. La gran cabeza calva de aquel hombre, y sus lentes ostentosos, le habandado la impresin, por cierto, de que no era un hombre sino un pez gigantesco. Laprimera leccin del curso de cultura de Mr. Braintree fue, quizs, desgraciada. No pornada, sino porque dej en su carcter ya de por s muy sombro la impresin de que elpartidario de la educacin econmica de las masas no tena la menor nocin de lo quesignificaba unareivindicacin efectiva. No hay que tener en cuenta este fracaso inicial, en cualquier caso, porque aquel seor altoy calvo (que era un tal sir Howard Pryce, jefe de negociado de una empresa fabricante de jabones) haba errado gravemente el tiro, quizs de manera accidental, al pretenderapuntar a los estrechos dominios del sindicalista. En el gran saln haba una buenacantidad de personas que no podan discutir sobre la instruccin industrial o sobredemandas econmicas. Entre ellos se contaba, y no hara falta decirlo, Mr. AlmericWister. No hara falta decirlo porque Mr. Almeric Wister estaba siempre donde se

    reunan veinte o treinta personas de esa clase que gusta de los fastos sociales al atardecer.Mr. Almeric Wister era y es el punto fijo alrededor del cual se han asociado innumerablesmaneras, levemente diferenciadas entre s, de la frivolidad social. Saba arreglrselas paraser tan omnipresente en Mayfair a la hora del t, que no han sido pocos los que llevanaos sosteniendo que no se trataba de un hombre sino de un sindicato de plutcratas;claro que eso lo decan quienes aseguraban que un gran nmero de Wisters se esparca ydiseminaba por los diferentes salones de sociedad, todos ellos altos y de ojos hundidos,todos cuidadosa y respetablemente vestidos, y todos con voces profundas y el cabello y labarba finos, bien arreglados y largos. Pero tambin en las reuniones campestres habasiempre una buena cantidad de Wisters, por lo que pareca que el sindicato de plutcratas

    mandaba compaas de turistas idnticos a la campia.Tena Mr. Almeric Wister una reputacin, ms bien oscura, de experto en obras de arte.

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    en voz alta, mientras Jack26, el gigante ms asesino entre los gigantes, haca suprofesionales rondas nocturnas.Cuando haya ledo usted la obra de los gigantes Victorianos dijo Wister con bastanteinsolencia acaso comprenda a qu me refiero.Pero no pretender usted que maten a los grandes hombres, Mr. Braintree dijo

    inocentemente la joven dama del cabello rojo.Debo admitir que algo as pienso replic Braintree. Tennyson mereci la muertepor escribir May Queen. Y Browning mereci que lo mataran por rimar promise confrommice. Y Carlyle mereci la muerte por ser Carlyle. Y Herbert Spencer mereci que lomataran por escribir El Hombre contra el Estado. Y Dickens mereci que lo mataran porno matar al pequeo Nell rpidamente. Y Ruskin mereci la muerte por decir que elhombre deba ser ms libre que el sol. Y Gladstone mereci que lo mataran por dejar aParnell27 en la estacada. Y Disrael mereci que lo mataran por aquella su alusin a untmido garan... Y Thackeray...Por Dios! exclam la dama. Es que no va a parar nunca? Hay que ver cunto haledo!Wister, por alguna razn, pareca molesto, incluso agresivo.Lo que quiero decir comenz a explicarse es que eso es lo que asegura elpopulacho por su odio a quienes son superiores. El populacho siempre quiere echar portierra los mritos de los hombres superiores. Por eso sus infernales Trade Unions noquieren que se pague mejor a un buen obrero que a uno malo.Hay quien lo ve de otra manera y dice que los malos obreros ganan lo mismo que losbuenos ataj Braintree.Supongo que eso lo habr dicho Karl Marxsolt abruptamente el experto en arte.No, eso lo dijo John Ruskin replic el de la corbata roja. Uno de sus gigantesVictorianos y tras una pausa aadi: Pero el texto y el ttulo donde lo dice no son deJohn Ruskin sino de Jesucristo, que no tuvo, para su desgracia, la suerte de serVictoriano.El joven bajo y rechoncho apellidado Hanbury sinti probablemente que la conversacincomenzaba a ser en exceso religiosa como para ser pacfica, por lo que intervino conmucho sosiego para decir:Tiene usted relacin con las reas de explotacin minera, Mr. Braintree?El otro asinti tenebrosamente.Supongo sigui diciendo Mr. Hanbury que habr mucha agitacin, ahora mismo,entre los mineros.

    26 Se refiere a Jack el Destapador.(N. del T.) 27 Charles Stewart Parnell (1846-1891), nacionalista irlands e impulsor de la Irish Home Rule, o autonomairlandesa, con el apoyo en el Parlamento britnico del primer ministro, el liberal Gladstone, a partir de 1870.Diputado por Irlanda en Londres, de 1875 a 1891, Parnell fue no obstante repudiado por la jerarqua catlicairlandesa por haberse casado con Katherine O'Shea, divorciada de William O'Shea, otro lder independentistairlands, que a raz de este episodio pas a conspirar abiertamente contra Parnell, apoyado por la jerarqua catlica ylos Sein-Feinners (embrin del IRA). El personaje de Chesterton alude a la retirada de Gladstone de la poltica porrazones de salud, perdiendo Parnell con ello el nico apoyo polticamente significativo que tena entre la clasedirigente britnica. Todo ello dio origen a un recrudecimiento de los atentados del IRA en Dubln y en Londres, muyespecialmente, con las consiguientes represalias britnicas. Hasta 1921 no alcanzara Irlanda su estatus de EstadoLibre Asociado a la Gran Bretaa, con una autonoma muy amplia, para acceder definitivamente a la independenciaen 1949 como Repblica del Eire, nombre galico de Irlanda. (N. del T.)

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    No, nada de eso respondi Braintree. Los mineros estn muy tranquilos.El joven arque las cejas, sorprendido, y dijo apresuradamente:Quiere decir que se ha desconvocado la huelga?No, no, la huelga va viento en popa seal Braintree con terrible orgullo. Por esono hay agitacin. Y esperamos que no la haya en lo sucesivo.A qu se refiere? inquiri la joven dama, la que estaba destinada a ser en elescenario princesa de los trovadores.Quiero decir lo que digo respondi el sindicalista. Digo que hay y habrtranquilidad entre los mineros... Ustedes hablan de la huelga como si fuera unasvacaciones.Bueno, es que es una paradoja! exclam la joven alegremente, como si participaseen un nuevo juego de saln en el que tena la oportunidad de resultar triunfante.Hay que admitir que durante la huelga los obreros descansan, lo cual supone paramuchos de ellos una experiencia absolutamente novedosa, cralo dijo Braintree.

    Me permite decirle que no hay mayor descanso que el que ofrece el trabajo? intervino Wister conteniendo apenas su rabia.Diga usted lo que quiera respondi Braintree secamente. Estamos en un pas libre,no? Por lo menos para usted... Pero ya que se refiere a eso, tambin podra decir que elverdadero trabajo radica en el descanso. Por lo que estara usted encantado con la huelga.La dama lo miraba con una expresin diferente. Era la expresin con que la gente deproceso mental lento, pero sincero, reconoce algo con lo que hay que estar de acuerdo, almenos parcialmente, y hasta respetarlo. Porque aunque o quizs como se habacriado con todo lujo y riqueza, era una joven inocente y poda mirar sin ruborizarse a lacara de sus semejantes.No le parece que discutimos por una palabra, slo eso? pregunt.No, sinceramente, no lo creo; pero ya que me lo pregunta respondi Braintreetajante, creo que argumentamos desde lados opuestos, con un abismo en el medio... Ycreo que esa palabreja es el abismo que separa a la humanidad en dos grupos. Si de verastiene usted inters sincero, le dar un consejo: cuando quiera hacernos creer quecomprende la situacin, y que aun as desaprueba la huelga, diga usted cualquier cosamenos eso. Diga, por ejemplo, que el Demonio acompaa a los mineros; diga que losmineros son todos unos locos blasfemos... Pero no diga que hay agitacin entre losmineros. Esa maldita palabra revela lo que hay en lo ms profundo de su mente. Tiene unnombre muy antiguo: esclavitud.Eso es realmente extraordinario dijo Mr. Wister.Verdad que s? intervino inocentemente la joven dama. Es tan interesante!No, qu va, es muy simple sigui diciendo el sindicalista. Suponga usted que hayun hombre en su carbonera, en vez de en su mina... Suponga que su oficio consiste enpartir el carbn todo el da, y que usted le oye martillar incesantemente. Supongamos queusted cree que le paga lo que merece, y que lo cree honestamente. Pero usted le oyemartillear incesantemente todo el da, mientras usted fuma o toca el piano, hasta que elruido en la carbonera cesa de pronto... Quizs haya razn para que cese, o quizs no;

    puede obedecer a una causa cualquiera... Pero no sabe usted cmo hacerle ver qu piensarealmente, cuando dice, como Hamlet a su incansable roedor: Descansa, espritu perturbador.

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    Ah! exclam Mr. Wister algo ms tranquilo. Cunto me alegra que haya ledousted a Shakespeare!Braintree sigui hablando sin prestarle la menor atencin:El martilleo constante se para... Y qu le dice usted al hombre que est ah metido,sumido en la oscuridad? No le dice: Muchas gracias por lo bien que hace su trabajo,

    pero tampoco le dice: Yo te maldigo por hacer mal tu trabajo. Usted va y le dice:Descansa, sigue durmiendo, contina en esa quietud, natural en ti, una quietud que nadadebera turbar; sigue ese movimiento rtmico y arrullador, que para ti debe ser lo mismoque el descanso, que para ti es una segunda naturaleza y parte de la naturaleza de lascosas.Not que, al hablar as, con vehemencia pero sin violentarse, muchas eran las caras que lemiraban, y no de manera impertinente. Vio a Murrel que le observaba con una sonrisamelanclica dibujada por encima del cigarrillo que penda blandamente de sus labios, y aArcher que lo miraba tambin, aunque un poco por encima del hombro, como temiendoque fuera a prender fuego a la mansin de lord Seawood. Observ igualmente lasexpresiones adustas pero respetuosas de algunas damas de esas que siempre parecenhambrientas de que suceda algo. Pero en quien ms se fij fue en la frgil Miss OliveAshley, que observaba la escena desde el otro extremo del gran saln.El hombre de la carbonera sigui diciendo es slo un extrao, un hombre de lacalle, que se ha metido en un hueco negro para golpear una dura piedra, como si atacaseuna bestia salvaje o cualquier otra fuerza de la naturaleza. Partir carbn es peligroso. Lasbestias salvajes matan en sus cavernas. Luchar contra las bestias salvajes es una inquietudeterna del hombre. Una epopeya como la del que se abre camino en la procelosa selvaafricana.Mr. Hanbury acaba de volver de una expedicin a la selva dijo Miss Rosamundsonriendo.Claro dijo Mr. Braintree. Pero cuando este caballero no anda de expediciones,ustedes no dicen que hay agitacin en el Club de los Viajeros...Eso ha estado muy bien! aplaudi Hanbury, superficial como siempre.No ve sigui diciendo Braintree que cuando usted asegura eso de nosotros quieredecir, en realidad, que somos algo as como relojes, y que usted no se da cuenta del tictachasta que el reloj se para.Claro, claro admiti Rosamund; me parece que ya entiendo lo que quiere decir...Y tenga por seguro que no lo olvidar.Aunque no era la joven dama una mujer de especial inteligencia, s era una personarealmente valiosa por cuanto jams olvidaba lo que aprenda.

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    V

    LA TRIBULACIN SEGUNDA DEJOHNBRAINTREE

    Douglas Murrel era un hombre de mundo. Y conoca su mundo, aunque el decidido amorque tena por las gentes de baja estofa le salv de suponer, eso es cierto, que su mundoera el nico mundo. Saba muy bien qu estaba ocurriendo. A Braintree, al que haballevado al gran saln para avergonzarlo y callarle la boca, aquellas gentes no paraban deanimarlo para que siguiera en el uso de la palabra. Puede que hubiera en eso un intersevidente por algo que en el fondo y tambin en la forma les pareca una monstruosidad, oporque le considerasen una especie de animal con dotes histrinicas. En cualquier caso, elmonstruo digno de observacin desarrollaba una actuacin formidable. Hablaba sin parar,pero no lo haca con engreimiento, sino con absoluta conviccin. Murrel, como se hadicho, conoca bien el mundo; saba por eso que los hombres que hablan mucho sonincapaces de ser engredos, precisamente por su inconsecuencia.Por todo ello poda adelantarse a los acontecimientos.Los ms tontos ya haban acabado su turno de preguntas; eran los que no pueden pormenos que preguntar a un explorador rtico si se ha divertido en el Polo Norte; eran losque preguntaran a un negro qu se siente siendo negro. Resultaba inevitable, pues, que elviejo mercader discurseara acerca de la economa poltica a cualquiera que supusierapoltico. No importaba que el viejo asno Wister pretendiese darle lecciones acerca de losgigantes victorianos. El hombre que se haba hecho a s mismo no hallaba dificultadalguna en demostrar que estaba mucho ms cultivado que toda aquella gente,

    pretendidamente culta. Pero estaba a punto de iniciarse el segundo acto y la otra clase degente distinta de los tontos comenzaba a darse cuenta de cul era la situacin. Eran losinteligentes lectores delSmartSet, los que no hablaban estupideces, los que a un negro lehablaran de las condiciones atmosfricas... Y estos inteligentes comenzaron a hablar desindicalismo al sindicalista. Ahora, hombres de actitud ms serena y voz amableempezaban a hacerle preguntas, digamos ms sensatas y sensibles... Unas vecesconcedindole implcitamente la razn, pero otras oponindole objecionesfundamentadas. Murrel casi se estremeci de la cabeza a los pies cuando oy tartamudearen tono bajo y muy guturalmente al viejo Edn, en quien se haban depositado tantossecretos parlamentarios y polticos en general; un hombre, el viejo Edn, que apenashablaba con nadie, y que sin embargo ahora preguntaba a Braintree:No le parece que quizs hubiera que romper una lanza a favor de los antiguosaristotlicos? Aseguraban que puede que sea necesario que siempre haya una clase degente que trabaje en los stanos para nosotros...Brillaron los ojos de Braintree, no con furia sino alegra, porque ahora intua que eramejor comprendido.Bien! Eso s que es hablar con sentido comn dijo.Algunos creyeron que aquello vena a ser algo as como tomarse la libertad de decirle alord Edn que soltaba insensateces sin parar, pero el anciano era lo bastante sutil como

    para advertir que el sindicalista lo elogiaba.Si seguimos con esa argumentacin continu Braintree, no podr quejarse de quela gente a quien separa de ese modo se considere en verdad apartada. No deber

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    extraarle, en consecuencia, que esa gente desarrolle una clara conciencia de clase.Pero la otra gente tendr tambin el derecho de poseer su conciencia de clase, meparece dijo lord Edn sonriendo.Eso es! exclam Wister, muy complacido. La clase del aristcrata, del hombremagnnimo, como dice Aristteles.

    Escuche comenz a decir Braintree sin poder disimular una cierta irritacin. Yoslo he ledo a Aristteles en ediciones baratas, pero lo he ledo... A m me parece que losseores como ustedes aprenden, laboriosamente, cmo se debe leer en griego, perodespus no lo hacen. Aristteles, segn me parece, retrata al hombre magnnimo del quehabla como un sujeto bastante pagado de s mismo. Nunca dice, en cualquier caso, quedeba ser lo que usted llama un aristcrata.Bien dicho! exclam lord Edn; pero hay que advertir que Aristteles, el msdemocrtico de todos los griegos, crea en la esclavitud. Opino que hay mucho ms quedecir acerca de la esclavitud que de la aristocracia.Asinti con ardor el sindicalista. Mr. Almeric Wister pareci turbado.Lo que yo digo tom la palabra de nuevo Braintree es que si usted cree que debedarse la esclavitud no podr evitar que los esclavos se organicen y desarrollen una ideapropia acerca de las cosas... Usted no puede apelar a su ciudadana si no son ciudadanos...Bien, caballeros, yo soy un esclavo. Yo vengo de la mina, y hasta de la carbonera, s loprefieren. Yo represento a esa gente ennegrecida e impresentable para tantos de ustedes.Soy uno de ellos. Ni el mismo Aristteles podra denostarme por defender a esa gente.Usted los defiende estupendamente dijo con gran conviccin lord Edn.Murrel sonri con amargura. Su amigo comenzaba a ponerse de moda. Percibi todos lossignos del cambio en la temperatura social, en la enfervorizada atmsfera que rodeaba alsindicalista. Pensando en todo eso oy la voz familiar de lady Boole, que deca:Cualquier otro jueves ser un placer...Murrel sonri an con mayor amargura, gir sobre sus talones y se dirigi al rincndonde estaba Miss Olive Ashley. La haba visto muy tensa, con los labios apretados,observando todo aquello desde su asiento; se haba percatado de que sus ojos brillaban deira. Murrel le habl con un tono de voz de exquisita condolencia.Mucho me temo que nuestra broma haya resultado bastante tonta y vana dijo.Queramos que hiciese el ridculo, y ya ves, ms que un oso parece un len.Ella lo mir con una sonrisa desconcertante.

    Les ha sacudido bien, como si fueran ratas dijo la joven dama. No se ha achantadoni ante lord Edn.Murrel la mir an ms perplejo, incluso sinceramente abatido.Me resulta extrao, pero pareces muy orgullosa de l, como si fuese tu protegido yagreg tras una pausa en la que sigui observando la rara sonrisa de la dama: Bueno,quizs me resulte muy difcil comprender a las mujeres. Es ms, creo que nadie sercapaz de comprenderlas nunca... Yes peligroso intentarlo, seguramente... Pero s puedopermitirme una suposicin, querida Olive. Sospecho que eres una embaucadora, en ciertomodo.

    Y se apart de ella con su habitual y triste buen humor. La reunin social habaconcluido. Cuando el ltimo de los asistentes se hubo retirado, Murrel volvi a detenerseen la puerta del pasillo que conduca al jardn, y lanz una flecha dirigida contra s

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    mismo:No comprendo a las mujeres se dijo en voz alta, pero puede que conozca anmenos a los hombres... Bien, ahora tengo que hacerme cargo del oso de Olive.Los dominios de lord Seawood, aquella hermosa residencia tan bella como pretrita, sloestaban a unas cinco o seis millas de una de esas negras ciudades de provincia envueltas

    en humo que han ido surgiendo entre las colinas y valles ingleses desde que el mapa deInglaterra se convirti en un remendado campo sembrado de carbn. La ciudad, queostentaba el viejo nombre de Mildyke28, pareca completamente envuelta en humo. Perosegua siendo al menos relativamente pequea.Ms que con la industria del carbn, era una ciudad relacionada con el tratamiento ycomercializacin de varios derivados del mineral, como el alquitrn; pero s haba unabuena cantidad de fbricas dedicadas a la elaboracin de productos con los ricosdesperdicios del carbn. John Braintree viva en una de las calles ms inmundas de laciudad. Eso, para l, no era del todo incmodo, aunque evidentemente padeca algunosinconvenientes. Haba pasado gran parte de su vida dedicada a la actividad polticaintentando la unin de las organizaciones de trabajadores directamente implicadas en laexplotacin de los yacimientos carbonferos, con las organizaciones, pequeas, de loshombres empleados en la manufacturacin de los derivados. Hacia all, pues, dirigi suspasos una vez que hubo salido de la mansin a la que acababa de cursar tan ftil comoinslita visita. As como Edn y Wister, y los dems nobles de la vecindad, solandesplazarse en imponentes automviles, o en no menos imponentes coches de caballos,Braintree era un paseante orgulloso de serlo; todo lo ms se suba al mnibus viejo ydestartalado que iba y vena de la ciudad a la zona prxima a la mansin. Lo hizo aquellanoche. Y no pudo por menos que sorprenderse cuando vio que tras l suba al vehculopblico Mr. Douglas Murrel.Puedo compartir el viaje contigo? pregunt Murrel a su amigo mientras se hundaen el asiento junto al que estaba ya acomodado el otro, el nico pasajero del mnibus enaquellos momentos.Iban en los asientos delanteros superiores y el viento de la noche reciente les azot losrostros nada ms ponerse en movimiento el vehculo. Con aquello, Braintree pareci salirde su abstraccin y asinti educadamente a la peticin de Murrel, aunque ste ya se habasentado.Creme dijo Murrel, la verdad es que me gustara ir a tu cueva carbonera.No creo que te gustara verte encerrado all le dijo speramente el sindicalista.Bueno, preferira que me encerraran en una bodega de vino, lo admito dijo Murrel, cosa que, por otra parte, supondra una versin distinta en cierto modo de tu parbolaacerca del trabajo... Los tontivanos de la recepcin a la que hemos asistido sabran as, almenos mientras durase el descorche de botellas con su montono y persistente ruido, queme encontraba ah abajo, afanndome en la tarea de descorchar botellas de ricos caldos,trabajando sin tregua, en fin... Pero, de veras te lo digo, querido amigo, me parece muyinteresante lo que ha dicho de ti esa gente, y por supuesto tambin lo que han dichoacerca de la horrible covachuela de la que hablabas... Por eso me apetece conocerla.A Mr. Almeric Wister y a otros ms les hubiera parecido una completa falta de elegancia,quizs, hablar a aquel hombre como lo haca Murrel, pero ste no careca precisamente detacto, todo lo contrario, y hay que admitir que no careca totalmente de razn cuando28 Ciudad imaginaria. Mildyke, de Mildly, suavemente, dulcemente.(N. del T.)

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    aseguraba saber al menos un poco acerca de los hombres. Conoca bien, por ejemplo,cmo es la sensibilidad un tanto enfermiza de los hombres muy masculinos. Y sabaperfectamente cmo se produce el odio casi manitico de los esnobs, tanto como seproduca el odio en su amigo, por lo que no osaba