Charles Simic. Totemismo.

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Sin título (El piano), circa 1948 ¿No existe acaso la historia de un hombre que, estando preso, dibujó un teclado sobre un pedazo de cartón, con todas las teclas blancas y negras en su lugar, y luego se pasaba las horas tocando el piano silencioso? Éste es también un piano mágico !iene un cupido con la cara azul y algo que parece una campana elé ctrica "osee una partitura #algo rom ántico$ pero no teclas %ay también dos cajas de &ós&oros cubiertas con notas musicales, y eso es todo, por el momento 'n su casona junto al mar, (eraphina tocaba el piano silencioso "eque)a m*sica nocturna para los ojos ¿Estás lista, Mary Baker Eddy? +ndré retón dice en el (egundo -ani&iesto (urrealista. /!odo pareciera indicar que la mente posee un cierto punto donde la 0ida y la muerte, lo real y lo imaginado, el pasado y el por0enir, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo, cesan de percibirse como contradicciones1 'se punto se encuentra en alg*n lugar del laberinto, y el laberinto es la ciudad de Nue0a 2or3 ni!ales e"#ticos y di$as 'n aquellos tiempos se hablaba de /la belleza1 y de /la 0erdad1 Nadie estornudaba en el salón de m*sica 4as parejas de enamorados eran de mármol italiano Nuestra /diosa1 ten5a grandes alas blancas de la gasa más le0e !ocaba el piano, pri0ilegiando las teclas negras 4as manos de su amante palpitaban. los suspiros 0olaban hacia el cielo "or todas partes se pod5an 0er ojos en blanco 4as mujeres 0iejas se escond5an tras los abanicos y se 0ol05an altos jarrones 67h atardeceres y c*pulas doradas8 4os sir0ientes de librea entraban y sal5an en puntas de pie, las bocas cosidas con un hilo rojo 'n sus manos, lle0aban máscaras mortuorias de poetas &amosos 9na para cada uno, mientras ser05an el té :e repente, todos se des0anecieron 'l reloj en que el !iempo está sentado como un  preso, mo0ió su s cadenas % ab5a sólo un sillón a bandonado con sus garras de animal sal0aje y un olor a humo en el crep*sculo ;uegos de 0iejas chimeneas, apagado s por largas llu0ias de oto)o Esta!pilla con pirá!ide 'l ni)o solitario debe jugar sin hacer ruido porque sus padres duermen la siesta (e arrodilla en el piso entre las camas empujando una caja de &ós&oros e imagina que él 0a sentado adentro %ace calor +l destaparse, dormida, su madre ha dejado los senos al aire, como si &uera la 's&inge 'l auto, pues eso es lo que es, se mue0e muy despacio  porque las rued as se entierran en la arena +dela nte nada, sal0o 0iento, cielo y má s arena $/(hhh1$ dice el padre se0eramente al 0iento del desierto

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Algunos poemas del libro de Charles Simic, Totemismo y otros poemas.

Transcript of Charles Simic. Totemismo.

Sin ttulo (El piano), circa 1948

Sin ttulo (El piano), circa 1948No existe acaso la historia de un hombre que, estando preso, dibuj un teclado sobre un pedazo de cartn, con todas las teclas blancas y negras en su lugar, y luego se pasaba las horas tocando el piano silencioso?

ste es tambin un piano mgico. Tiene un cupido con la cara azul y algo que parece una campana elctrica. Posee una partitura algo romntico- pero no teclas. Hay tambin dos cajas de fsforos cubiertas con notas musicales, y eso es todo, por el momento.

En su casona junto al mar, Seraphina tocaba el piano silencioso.

Pequea msica nocturna para los ojos.

Ests lista, Mary Baker Eddy?

Andr Bretn dice en el Segundo Manifiesto Surrealista: Todo pareciera indicar que la mente posee un cierto punto donde la vida y la muerte, lo real y lo imaginado, el pasado y el porvenir, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo, cesan de percibirse como contradicciones.

Ese punto se encuentra en algn lugar del laberinto, y el laberinto es la ciudad de Nueva York.

Animales exticos y divas

En aquellos tiempos se hablaba de la belleza y de la verdad. Nadie estornudaba en el saln de msica. Las parejas de enamorados eran de mrmol italiano. Nuestra diosa tena grandes alas blancas de la gasa ms leve. Tocaba el piano, privilegiando las teclas negras. Las manos de su amante palpitaban: los suspiros volaban hacia el cielo. Por todas partes se podan ver ojos en blanco. Las mujeres viejas se escondan tras los abanicos y se volvan altos jarrones.

Oh atardeceres y cpulas doradas! Los sirvientes de librea entraban y salan en puntas de pie, las bocas cosidas con un hilo rojo. En sus manos, llevaban mscaras mortuorias de poetas famosos. Una para cada uno, mientras servan el t.

De repente, todos se desvanecieron. El reloj en que el Tiempo est sentado como un preso, movi sus cadenas. Haba slo un silln abandonado con sus garras de animal salvaje y un olor a humo en el crepsculo. Fuegos de viejas chimeneas, apagados por largas lluvias de otoo.

Estampilla con pirmide

El nio solitario debe jugar sin hacer ruido porque sus padres duermen la siesta. Se arrodilla en el piso entre las camas empujando una caja de fsforos e imagina que l va sentado adentro. Hace calor. Al destaparse, dormida, su madre ha dejado los senos al aire, como si fuera la Esfinge. El auto, pues eso es lo que es, se mueve muy despacio porque las ruedas se entierran en la arena. Adelante nada, salvo viento, cielo y ms arena.

-Shhh- dice el padre severamente al viento del desierto.

Vaudeville de lujo

Mi nio tiene un hueso de gato negro.

Hop Wilson

Un fetiche, dicen los diccionarios, es un espritu aferrado a un objeto material. Oculta a tu Dios. l es tu fuerza, recomienda Paul Valry, y lo mismo ocurre con el fetiche. Suele mantenrselo fuera de la vista.

Las cajas de Cornell son como pociones de brujo. Contienen objetos con propiedades sagradas y mgicas. La caja es un pequeo templo vud con un altar. En l, se prepara el remedio del amor o el filtro de la inmortalidad.

Mientras tanto, deberas susurrar algo al hueso de gato negro si quieres que sea eficaz.

Totemismo

En cada uno de nosotros existen cuartos secretos. Esos cuartos estn saturados de cosas, no hay luz. En una cama, alguien yace con el rostro vuelto a la pared. En su cabeza, hay ms cuartos. En uno, las persianas se agitan con la tempestad estival que se avecina. Cada tanto, un objeto se materializa sobre la mesa: un comps roto, un guijarro del color de la medianoche, una ampliacin de una foto escolar con un rostro enmarcado por un crculo, un reloj a resorte cada uno de estos objetos es un ttem del ser-.

El arte siempre habla de la aoranza del Uno por el Otro. Hurfanos que somos, nos hermanamos con lo primero que surge. La tarea del arte es transformar, lenta, penosamente, el Uno en el Otro.