César Aira, El Abandono

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  • 8/11/2019 Csar Aira, El Abandono

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    El a-ban-do-no

    Por Cesar Aira

    En el principio est la renuncia. De ella nace todo lo que podemos amar en nuestro oficio, y sin ella

    nos veremos reducidos a lo viejo, a lo superado, a las servidumbres del tiempo, a la ceguera del bito,

    a las promesas melanc!licas de la decadencia. Es la condici!n del comien"o# terminar de una ve",

    dejarlo todo atrs, de una ve" por todas. $a renuncia es nuestra utop%a, la de todos los artistas, aun los

    ms persistentes. &al"ac tomo su lema de la inscripci!n en piedra de los muros de la 'ran Cartuja#

    (ace, late, fuge )calla, abandona, uye*.

    +na variedad bastante obvia es que todos los escritores, de j!venes quisimos ser escritores. o menos

    obvio es que todos fuimos j!venes# lo fuimos todo el tiempo que quisimos ser escritores, todo lo que

    nos llev! aprender que para ser escritor ab%a que encontrar el modo de renunciar a serlo. no s!lo

    renunciar a ser escritor, a ser escritor bueno o escritor malo, a ser poeta, novelista, cr%tico, fil!sofo,

    sino renunciar a ms, a muco ms, en lo posible a todo. Claro que descubrir que era ese ms y ese

    todo, ya no result! tan fcil.

    /nvestigarlo es adentrarse en las tierras asombrosas de la invenci!n, del estilo, del destino. 01ue ms

    debemos abandonar2 01u3 otra cosa debemos callar2 0De qu3 nuevos giros del tiempo debemos uir

    todav%a2 &asta de preguntrselo, y ya estamos en el cora"!n de lo novelesco, en las islas, monta4as,

    selvas, castillos, trenes, barcos, rumbo a la aventura. Es casi como si volvi3ramos a ser j!venes, y

    cualquiera sabe, por e5periencia propia, que todos los j!venes quisieron ser escritores.

    Por suerte ya no somos tan j!venes, y si emos aprendido algo, es que el abandono y la liberaci!n no

    sobrevendrn por una mera cesaci!n. $o viejo se resiste a morir# no lo fulmina sino el rayo de lo

    inesperado, el que logra burlar sus ms sutiles precauciones, que son legi!n. (odo debe ser inventado,

    incluida la renuncia a seguir inventando. 6obre todo la renuncia. $a literatura entera, el sistema de las

    artes en su fantstica variedad, se enciende en esta tarea, se pone de pie )asta aora lo ab%amos

    estado viendo al rev3s, en un reflejo deslucido*.

    Abandonar es permitir que lo mismo se vuelva otro, que empiece lo nuevo. En ese sentido, nunca

    abandonaremos bastante, tan grande es nuestra sed de desconocido. )Por eso nos icimos escritores.*

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    &uscamos algo ms que abandonar, otra cosa, otra ms, nos esfor"amos, como no nos esfor"amos

    nunca en ninguno de los trabajos que emprendimos, movili"amos toda nuestra invenci!n, y asta la

    ajena, en la busca de nuevas renuncias. ya no se trata de abandonar t3cnicas, g3neros, una profesi!n,

    nuestras viejas me"quindades... $o que aparece al fin como objeto digno de nuestro abandono es la

    vida en la que ab%amos venido creyendo asta aora. a lo vi, ya lo tuve, ya lo viv%. A%

    descubrimos que la literatura nos sirve todav%a, la literatura al fin puesta del dereco, instrumento

    perfecto para negarse a s% misma, y llevarse consigo todo lo dems en su reflujo aniquilador.

    Es la euforia, al fin, el entusiasmo, la vocaci!n, el 35tasis prometido... Pero es una euforia de la

    melancol%a. Porque nuestra vida pas!.. (uvo que pasar para que aprendi3ramos. Parece como si fuera

    demasiado tarde, como si no ubiera otro momento ms que 3ste, p!stumo, par empe"ar. Entonces, en

    el fondo del naufragio, volvemos en busca de consuelo a los poetas que amamos en nuestra juventud,

    cuando quer%amos ser escritores. Primero, &audelaire7 despu3s todos los dems7 y despu3s, 8imbaud.

    En 3l nos detenemos, perplejos, en presente. $legamos. Podemos empe"ar. Podemos terminar. De

    8imbaud, el poeta ms amado, siempre se dice que es ms que un poeta amado. debe ser cierto,

    porque no emos empe"ado siquiera con 3l, como no emos empe"ado con nosotros mismos. 6e nos

    escapa como un mal proyecto. 9uye acia delante, y no vale la pena perseguirlo. Es el mito de

    nuestras vidas, nuestra juventud en persona. +na ve" le pregunt3 a un poeta, el que yo ms am3, por

    qu3 no ab%a terminado el secundario. Por qu3 no ab%a seguido el camino, o el camino a secas. :e

    respondi! con toda naturalidad, como si fuera algo obvio# 2Para qu32, si lo que yo quer%a era ser

    8imbaud. Es obvio, realmente. (odos podr%amos responder lo mismo. Pero ;ltimamente e empe"ado

    preguntarme si esa frase no estar ms all de las precisiones biogrficas, si no estar repitiendo para

    siempre en el mito que pretendemos encarar. 0Para qu3 vivir, en efecto, para qu3 querer ser escritores,

    si lo que queremos es ser 8imbaud2. Deber%amos dejar de mentirnos. 1ui" salgamos ganando cuando

    lo ayamos perdido todo. El tiempo, en su transparencia anodina, contiene la promesa del instante, y la

    alquimia se reali"a en el cuaderno de un ni4o. digo se reali"a en sentido literal. 6e ace realidad,

    tal como se ace real la realidad# en el presente, en nosotros, definitivamente. uestros ms locos

    deseos irreali"ables se estn aciendo realidad en nuestras vidas, o sea en 8imbaud. o es istoria, ni

    filolog%a, ni cr%tica literaria7 es un procedimiento para trasformar el mundo en mundo.

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    Por eso, este curso, que originalmente iba a llamarse C!mo ser escritor, va a llamarse al fin de

    cuentas C!mo ser 8imbaud.

    (e5to publicado en $a 9oja del 8ojas ==?

    ttp#@@.rojas.uba.ar@publicaciones@revista->-abandono.tml

    El a-ban-do-no

    Por Cesar Aira

    De ella nace todo lo que podemos amar en nuestro oficio, y sin ella nos veremos reducidos a lo viejo, a

    lo superado, a las servidumbres del tiempo, a la ceguera del bito, a las promesas melanc!licas de la

    decadencia. gnie

    0De qu3 nuevos giros del tiempo debemos uir todav%a2 &asta de preguntrselo, y ya estamos en el

    cora"!n de lo novelesco, en las islas, monta4as, selvas, castillos, trenes, barcos, rumbo a la aventura.

    alchimie

    Abandonar es permitir que lo mismo se vuelva otro, que empiece lo nuevo. En ese sentido, nunca

    abandonaremos bastante, tan grande es nuestra sed de desconocido. Baudeleaire le voyage

    ya no se trata de abandonar t3cnicas, g3neros, una profesi!n, nuestras viejas me"quindades... Gnie

    a lo vi, ya lo tuve, ya lo viv%. dpart

    Es la euforia, al fin, el entusiasmo, la vocaci!n, el 35tasis prometido... Pero es una euforia de la

    melancol%a. Matine divresse

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    Porque nuestra vida pas!.. chanson de la plus haute tour(uvo que pasar para que aprendi3ramos.

    Por esos, este curso, que originalmente iba a llamarse C!mo ser escritor, va a llamarse al fin de

    cuentas C!mo ser 8imbaud.

    (e5to publicado en $a 9oja del 8ojas ==?, a prop!sito del curso que dict!,

    durante ese mes, en nuestro centro cultural

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