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CERTAMEN DE RELATO CORTO (2015-2016)
Los premios del concurso de relato corto en este curso 2015-16 han sido
adjudicados a los alumnos:
-1ª categoría: (1º y 2º de ESO):
PRIMER PREMIO: Alejandro Greciano, de 2º “Un San Valentín de
película”
SEGUNDO PREMIO: Amalia López, de 1º “En busca del último”
TERCER PREMIO: Carlos Moreno, de 2º “La gran lección de magia”
Recordamos a Alejandro Greciano y a Kerman Gómez, de 2º de ESO, que
su participación en el Concurso de Jóvenes Talentos de Coca-Cola tendrá
lugar este 8 de abril:
http://concursojovenestalentos.cocacolaespana.es/
-2ª categoría: (3º y 4º de ESO):
PRIMER PREMIO: Laura Cappa, de 3º “Confuso”
SEGUNDO PREMIO: Laura Morena, de 4º “La venganza”
TERCER PREMIO: Ana Martín, de 4º “Olvidados”
¡Enhorabuena a todos los premiados!
-CATEGORÍA 1º Y 2º DE ESO
PRIMER PREMIO
“UN SAN VALENTÍN DE PELÍCULA”
¡Buenos días, Madrid! Son las 7 y ya nos llegan vuestros mensajes de
vuestros regalos de San Valentín. Hay algunos regalos tan increíbles como
simples.
Me levanto rápido y apago el despertador antes de que toda mi familia se
despierte. Creo que Noelia, mi hermana, está despierta, porque ya está su
monito siniestro haciendo ruidos; así que ya de paso apago el mono con la
esperanza de que se calle de una vez. Mi hermana se queja, pero digamos
que paso de ella y guardo al mono en su armario, que es el único lugar
donde un niño no miraría. Por si acaso también meto al monstruo de
juguete dentro. Sí, ya lo sé, soy muy malo, pero si aún tiene 2 años puedo
aprovecharme un poco antes de que crezca y me coja cariño en exceso:
Alex, porfa, llévame al centro comercial
Bajo rápido las escaleras del 2º piso y llego a la planta baja, mi hermano
Víctor, con 15 años y yo con 13, ya me ignora. Bueno, el año que viene ya
volverá de su planeta… Mi elección principal y del momento: ¿Qué
desayuno? Me decanto por los cereales de chocolate con leche, aunque solo
con leche, que mi hermano junta los cereales con Cola-Cao y es algo como:
¡Bum! Y como: Necesito el estómago vivo por hoy, prefiero tomarlo con leche
a secas.
Me visto y ya estoy preparado para salir a pasear a Gus, mi perro, con mis
hermanos, aunque creo que se me va a hacer largo, ya que uno me ignora,
y otro va a estar a su bola con la pelota. Cojo el móvil y miro el Whats-
App, hay un montón de mensajes de San Valentín, pero ninguno de ella,
Elena, una chica que vive a mi lado, un año menos que yo, pero que es mi
alma gemela, coincidimos en todo, por ejemplo, a los dos nos gusta la
historia y nos queremos ir por letras, los dos tenemos amigos que no paran
de cotillear… Muchas cosas. Entro en mis redes sociales y veo un anuncio de
un espectáculo de un mago, en Móstoles y en la Plaza del Pradillo, la
entrada vale… ¡5 euros! Decidido, ya tengo plan para San Valentín. Cojo el
móvil rápido y escribo a Elena: Buenos días. Está conectada así que me
responde con lo mismo un „¡Feliz San Valentín! Incorporado. Hago una
larga conversación en la que digo que hay un espectáculo de magia en
Móstoles y que si le gustaría venir conmigo. ¡Me ha respondido con un sí!
Me preparo rápido, ya que el espectáculo es a las 5:00, hoy no juego a la
PS3… Preparo la ropa, el dinero, el bono-bus, perfecto. Una vez hecha la
mochila, encuentro una foto que teníamos cuando éramos “novios” hace 5
años, y digo “novios” porque nos veíamos muy poco, y éramos muy
pequeños, y tímidos…
Salgo de casa a las 4, para llegar a las 4:30, estaré dando una vuelta por
los alrededores. Subo al autobús y saludo al conductor; él, me devuelve el
saludo y empiezo una conversación, mientras me lleva y no gasto batería
del móvil, tengo el presentimiento de que todo va a ir bien, con mi
champín para la cena, un tirachinas para ir con ella a tirar piedras, con
la foto y poco más, estoy preparado para lo que pase. Hemos llegado a la
estación de autobuses y me despido del conductor con lágrimas, es un gran
hombre.
En la puerta del salón del espectáculo hay un gran cartel en el que pone
con letras mayúsculas: APERTURA DEL GRAN SALÓN. En minúsculas
explicaba por qué cerró: Tras la muerte del mago Alex, volvemos con una
gran plantilla de famosos magos. Pago y entro, es una gran sala con
sillones rojos y esponjosos y con mesas redondas. En cuanto entro al salón
en sí, veo a Elena sentada en la mesa 5, me acerco a ella y la saludo con
una rosa en la mano y un beso en la mejilla. Me sonríe y guarda la rosa en
la mochila, junto con cosas como su móvil, maquillaje…
El espectáculo empieza, y como comienza a las 5:30 y acaba a las 7:30,
Elena dice que va al baño para no tener que ir a mitad del espectáculo ya
que tarda 10 minutos. Han pasado 30 minutos y ya han hecho el primer
truco, que trataba de que sacaban una oveja y la convertían en cabra en 2
minutos. Yo ya me preocupé cuando habían pasado 45 minutos, así que fui
a buscarla. Al final del pasillo había unas escaleras. A mitad de la
escalera, había un ataúd de pie, y debajo, una inscripción en la que
ponía: “Aquí duerme el mago Alex, tras 35 años de vida. Sus últimas
palabras escuchadas por otro mago fueron: “La curiosidad mató al gato”,
mientras se las decía a un niño que estaba dentro del almacén. Descanse en
paz.” Qué raro, el padre de Zaira también murió hace cinco años. Bueno,
sigamos, que me entretengo mucho.
Tras bajar las escaleras del todo, había dos pasillos, a la izquierda el
almacén, para solo los magos, y a la izquierda los aseos. La curiosidad me
llevó al almacén, ya que solo se les ocurre a ellos ponerlo en un pasillo, y
con una puerta en la que pone: Solo magos.
Entré en la cámara y había un montón de cosas con una puerta y había
un montón de cosas utilizadas en un espectáculo, por ejemplo, unos
cuernos de cabra. Ya decía yo que había truco. También había un
proyector encendido, pero no proyectaba nada, así que como buen
ahorrador, fui a apagar el proyector pero en cuanto lo toqué, se me
cerraron los ojos: ¿Me he desmayado? ¿Estoy ciego?
Por fin puedo abrir los ojos pero… ¿qué es esto? No estoy ni en mi casa, ni
en el almacén, ni en el hospital… ¿Dónde estoy? Es un lugar siniestro,
apagado, antiguo y aburrido. Me levanto de la cama a pesar de que es muy
cómoda. Abro la ventana y dejo pasar el aire, aunque en cuanto me asomo,
los ojos se me vuelven platos: Todo está destruido, hasta miro hacia arriba,
al parecer, estoy en el 10º piso. El ascensor no funciona, así que toca subir
aún más escaleras, llega a la “azotea”, ya que no se puede llamar así,
solamente en el piso 23 destruido. En cuanto me asomo al borde, escucho
un pitido muy molesto y algo se me tira encima. Me consigo soltar de sus
brazos, por así decirlo, y lo tiro al vació. Era… ¿¡Un delfín?! Ya entiendo,
¡estoy dentro de la película! No recuerdo cómo se llamaba… ¡Ah sí! ¡Guerra
Mundial Delfín! Sí, el nombre era muy malo, pero la película molaba…
Bajo las escaleras antes de que me pase lo mismo que hace un momento y
salgo a la calle. Todo está destruido, aunque al horizonte hay algo
moviéndose. Me escondo detrás de una pared. Cada vez escucho más el
ruido de… ¿un motor? Se ha parado y escucho una voz. ¡Sube! Me acerco al
coche, bueno, mejor dicho, autobús. Me subo y me pongo al lado del
conductor. No tardo más de 10 segundos en preguntarme y decir: No, no es
posible.
El conductor es el mago Alex, y digo que es imposible porque murió hace 5
años. Me empieza a hablar sobre su hija Zaira. Yo estoy mudo, paralizado.
En los asientos de atrás hay mucha más gente, y entre ella… ¡Elena! Nos
vamos y empezamos a hablar de lo que está pasando. Tras 10 minutos de
habla con Elena, el mago se dispone a presentarme a todos los que íbamos
en el autobús, y, al terminar, el autobús se frena. Es una base militar
gigante, pero en el centro del mar. De repente, un hombre pulsa un botón y
el autobús se vuelve un submarino impresionante. Bajamos hasta el fondo
del mar y es aún más grande la base. El mago me lo explica todo: estamos
dentro del proyector, en una película, y yo soy el protagonista. Hasta que
no consigamos el objetivo de la película, no podremos pasar a la siguiente.
Volviendo al tema, estamos llegando a la base y nos obligan a ponernos un
disfraz de delfín. Es imposible que cuele… pero una cosa así, mola un
montón. El mago se vuelve a la orilla ya que si se queda allí levanta
muchas sospechas. Nuestra misión es desactivar la bomba de sonido que va
a hacer que haya un tsunami gigante que convierta a todo el mundo en un
océano. Estamos por los pasillos y no se ha dado cuenta ningún delfín. Me
los esperaba más listos, qué deprimente…
Hemos llegado a la habitación, pero está repleta de delfines. Tengo que
llegar al centro, y tengo una idea. Si somos 6, por uno menos, ¿qué pasa?
Así que doy un grito, ¡un humano! Y señalo a un hombre. Me mira con
cara de pena, le susurro perdón por lo bajo y echa a correr con 1000
delfines detrás de él, ese hombre es un héroe. Nos preparamos para
desactivar la bomba, pero aparece el malvado doctor del principio. Saco el
champín de mi mochila y el tirachinas y como ya había visto la película,
acierto en su orificio nasal y le mato.
Desactivo la bomba, una mujer baja, y nos “dormimos”.
Esta vez abro los ojos en una sala oscura y con una luz en mi cara, estoy al
lado de Elena y una voz distorsionada suena: Tenéis que superar tres
pruebas, si no, perderéis a un amigo, o incluso vuestras vidas. Pasamos por
una puerta de metal y hay un hombre sujeto por unas cuerdas. En la mesa
hay 10 botellas de cristal verde.
La voz vuelve: Este hombre está infectado y dentro de 10 minutos os va a
querer comer, hay 9 líquidos que pueden potenciar sus ganas, y uno de
agua con remedio y colorante rojo que le curará. Ya sé qué película es esta:
“He was here”, que significa: “él estuvo aquí”. Entre las botellas encuentro
un mechero. Elena abre los ojos y me explica su idea. Es buena, pero yo
tengo otra mejor. Quito los tapones a las botellas y empiezo a poner el
mechero bajo las botellas. En 3 de ellas salen pompitas, pero en la 4ª
empieza a salir un vaporillo. Esta es. Se la doy al hombre y vuelve a su
estado normal. Se abre otra puerta.
Esta vez está el mago Alex colgado con dos cámaras en los zapatos, y la
imagen de cada una reflejada en una pantalla. Esta es fácil, antes de que
hable, grito que hacia el centro. El mago cae en el centro, le he salvado, él
me da las gracias y me dice que muy bien.
Llegamos a la tercera y se cierran las puertas, esta vez hay 2 paredes con
pinchos y 2 sierras debajo de nosotros. Creo que quiere que nos cortemos
una pierna y unamos nuestras venas o algo. La voz nos habla y dice que
tenemos que juntar alguna parte de nuestro cuerpo interno.
No tengo ni idea, pero creo que Elena sí, porque me está mirando con cara
de seguridad. La miro, me mira, ella me coge del cuello y me besa.
Sinceramente, no se me había ocurrido, me ha ganado psicológicamente.
Ella empieza a reír y se nos cierran los ojos a la vez.
Despertamos en el mundo real Elena y yo, pero el mago Alex no está con
nosotros…
Salimos del salón, acaba de terminar la actuación, le doy la mano y damos
un paseo por Móstoles, me parece que somos novios. A las 8 cogemos el
autobús para ir a Arroyomolinos. Esta vez me siento detrás y mientras
hablo con Elena, hablo de la hija del mago Alex y se lo explico todo, qué
es de lo que conozco al mago. Su hija Zaira fue amiga mía y vecina desde
los dos años, y nuestros padres se conocían de mucho más, hace 5 años su
padre murió y se mudaron.
Bueno, la conversación acaba cuando llegamos a la estación, le digo adiós
y bloqueo el móvil. Elena se va bajando y yo me quedo dejando el dinero
en la caja del conductor. Luego, bajo los escalones. El conductor, sin
mirarme, me dice: La curiosidad mató al gato, ¿sí o no? Me mira a los ojos
y cierra las puertas.
Me gustaría que hubierais podido ver mi cara al ver que era el mago Alex.
Bueno, puedo considerarlo como un San Valentín “de película”, ya que
algo así solo les pasa a dos niños enamorados.
CATEGORÍA 3º Y 4º DE ESO
PRIMER PREMIO
“CONFUSO”
Hace un par de horas que ella debería haber llegado. Me balanceo con
delicadeza sobre el columpio en el que estoy sentado dejando que mis finos
rizos rubios se muevan al son del viento. Llega tarde, pero teniendo en
cuenta varios días pasados, eso no es algo novedoso. Tecleo en mi lista de
reproducción una canción. Cuando la música finaliza, automáticamente
suena otro tema. Después otro. Y otro. Tras una pareja de ancianos camina
ella tranquila, con una hermosa e impecable sonrisa. Cada día nos vemos
en el mismo parque, a la misma hora (siempre y cuando ella no se retrase,
claro). Y cada día espero impaciente sentado en el mismo lugar
impulsándome hacia delante y hacia atrás. Lentamente se acerca a mí.
Hablamos durante un rato, le cuento cómo fue mi día a pesar de que
siempre son similares, monótonos y aburridos. Personas que pasan cerca de
nosotros nos miran, supongo que es normal, creo que yo también lo haría si
viera a una chica tan hermosa conversar con un chico tan nefasto. Somos
dos extremos, dos polos opuestos. Un par de bromas de la chica en un
intento inútil por animarme para después desaparecer, como cada día. Ni
una pista que me ayude a conocer algo de esa chica, tan solo viene por un
periodo corto de tiempo y después se disipa sin siquiera despedirse,
simplemente de un momento a otro ya no está y vuelvo a sentirme igual de
solo que siempre.
Camino despacio hacia casa, hoy tampoco cambió nada.
Así paso cada uno de mis días insignificantes; duermo poco, a lo mejor
cuatro horas en un día no tan malo, apenas como y hablo aún menos. Los
días que tengo clase paso seis horas encerrado en un aula con un puñado
de personas que ni siquiera recuerdan que existo hasta que el profesor me
nombra al pasar listado. Después, llegada la tarde, me dirijo al parque en
el que la veo. Me cuesta creer que alguien quiera verme cada día, que se
interesa por mi estado de ánimo y que siempre pretende subirlo a pesar de
que es prácticamente imposible.
“La chica de los mil misterios” la llamaba, y jamás podría encontrar un
nombre más acertado. Recuerdo numeradas veces en las que he intentado
preguntarle algo sobre ella o su familia, o cualquier cosa que me diera
alguna pista de quién era esa dulce chica. Recuerdo la única vez que
respondió una de mis cuestiones: le pregunté, como tantas otras veces, de
dónde venía. Ella me miró seria y tras unos intentos minutos sonrió y se
dignó a contestar. Recuerdo perfectamente las dos palabras que salieron de
su boca: “de ti”. También recuerdo cómo agachó su rostro después y le cedió
al suelo su característica sonrisa y de la pequeña emoción que sentí yo.
Me resultaba incluso más curiosa que la historia del triángulo de las
Bermudas o el hecho de saber si realmente existió Atlántida. Desde que
tengo uso de razón me he interesado por los grandes misterios sin conocer
del mundo, quizás por eso no tuve mucho amigos, tan solo me centré en
intentar descifrarlos, de forma inútil.
Ahora tenía mi propio enigma, seguramente por eso aquella chica me
atraía tanto.
Con cuidado de no hacer ruido, cierro la puerta de mi cuarto y me siento
en una silla. Hace alrededor de una hora que anocheció y tras la ventana
apenas consigo ver la tenue luz de un par de farolas. Pienso en ella, como
siempre. Pienso en estará bien, en si pensará en mí como yo en ella. Un
chasquido interrumpe mis cavilaciones. Giro la cabeza y sobre mi colchón
veo sentada a la chica que ocupa mis ideas las veinticuatro horas. Me da
un vuelco el corazón y suelto un pequeño grito. Ella me indica que baje la
voz si no quiero que mis familiares entre y, al igual que ella, comienzo a
hablar en un susurro. Por mi mente se cruzan miles de preguntas que
rápidamente se escapan de ella por mis labios; qué hacía allí, qué estaba
pasando, cómo había entrado. Pero como siempre, no obtengo ninguna
respuesta, tan solo una dulce sonrisa acompañada de una simple oración
preguntando cómo me siento anímicamente. Confuso. Rematadamente
confuso. La chica me relató un pequeño chiste, esperó a que yo le mostrara
una pequeña sonrisa, y después ya no estaba.
Después de aquello pasé días sin verla. No apareció en la tarde donde
siempre nos veíamos, en cierto modo me tranquilizaba, pero necesitaba
respuestas. Los días pasaron lentos, mi rendimiento escolar decreció aún
más y mi cabeza no paró de buscarle una explicación a lo que días antes
ocurrió.
Un mes sin saber de ella. A veces creo que todo fue fruto de mi
imaginación, desde pequeño siempre había tenido la capacidad de
imaginar miles de increíbles situaciones e historias, pero esta vez es
diferente. Es imposible que haya sido una creación de mi subconsciente.
Aunque también es imposible que aquella chica entrara en mi cuarto de
la nada y de un segundo a otro se desvaneciera. Mi estómago se revuelve De
nuevo noto aquella sensación. Desde que pienso en todo esto noto náuseas,
probablemente resultado de la confusión, o del estrés, o de las ansias por
calmar este desconocimiento. Pero, ¿cómo hacerlo? La respuesta es clara,
necesito hablar con ella de nuevo. Decidido, recorro las calles de arriba
abajo, es tarde y queda poca gente por ellas, principalmente trabajadores
que probablemente se pasaron de horas en la oficina, volviendo a sus casas
con el rostro serio y unas grandes ojeras que revelan su cansancio. También
hay varias camarillas de jóvenes dispuestos a comenzar un proceso del que
saldrán totalmente ebrios. De este grupo conozco algunas caras, las veo cada
día por los pasillos, son las mismas que me miran como si fuera un leproso,
pero, ¿qué importa si soy diferente? La chica a la que ahora mismo busco
me dijo cuando nos conocimos que más adelante, los que somos diferentes,
ganaremos en identidad, en carácter y en temperamento. Esa vez fui yo
quien me reí y añadí a su lista otro factor: soledad. Mi justificación fue
que nadie querría jamás estar con alguien tan peculiar como yo. Su
respuesta fue que a ella le gustaba lo inusual e infrecuente
Tras dos horas de largas carreras me siento decepcionado sobre el suelo, allí
permanezco durante unos minutos exhausto y frustrado. La tenue luz que
conseguía alumbrarme proveniente de una farola colocada a escasos metros
de mí es tapada por una figura humana, delgada y alta. Alzo la vista y
sobre mí diviso la luna, dirijo mis ojos hacia el puente y consigo ver de
nuevo a mi principal pensamiento. Ella no habla, tan solo sonríe.
El corazón me da un vuelco y de un respiro levanto mi cuerpo y lo coloco a
escasos centímetros del suyo, rígido. Explico que tenemos que hablar.
Despacio, con cuidado de que mis palabras no se traben y de no decir
alguna sandez relato los hechos tal y como ocurrieron aquel día, a pesar de
que ella ya los debería conocer perfectamente. Cuando finalizo respiro
hondo y le pido alguna explicación. De nuevo, no recibo respuestas, tan
solo una sonrisa y un “¿qué tal estás?”. Intento mantenerme sereno y vuelvo
a hacerle la pregunta que momentos antes hice. Esta vez recibo una
advertencia de que no debería estar a esas horas fuera de casa. Noto como
mi paciencia se aleja y mi voz comienza a elevar el volumen mientras pido
explicaciones. Esta vez la respuesta de otra persona. Un grupo de tres chicos
se ha unido a nosotros. Me miran extrañados y me consultan si me
encuentro bien, yo aún sofocado les rebato que no es asunto suyo, sino tan
solo de ella y de mí. Ahora me preguntan por ella, yo tan solo me
simplifico en señalarla.
Todos quedamos callados por un instante, el silencio se rompe cuando uno
de esos chicos comienza a contar a sus amigos que él me había visto varias
tardes atrás hablar conmigo mismo en un parque cercano a ese lugar.
Sorprendido, escucho atento como los tres llegan a la conclusión de que
quizás tenga algún tipo de desorden mental o de que a lo mejor tan solo es
una amiga imaginaria. Después se alejan con una mueca. Me giro para
observar a la chica. No hay nadie.