Cartas de la Goleta nº 2

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CARTAS DE LA GOLETA ACTAS DEL COLOQUIO INTERNACIONAL "LOS MORISCOS Y TÚNEZ" N° 2 RAJA YASSINE BAHRI (coord. ) HAYET BELHMAIED MOHAMED NÉJIB BEN J EMIA RAFAEL BENÍTEZ LUIS F. BERNABÉ PONS SADOK BOUBAKER MIGUEL ÁNGEL DE BUNES J OSÉ FCO. CUTILLAS TREVOR J. DADSON ABDELHAKIM SLAMA GAFSI J UAN E. GELABERT J OSÉ MARÍA PERCEVAL RAMÓN PETIT AHMED SAADAOUI OLATZ VILLANUEVA BERNARD VINCENT TÚNEZ ABRIL 2009

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Revista cultural española editada por la Embajada de España en Túnez con la colaboración del Instituto Cervantes de Túnez y la Oficina Técnica de Cooperación

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Cartasde la goleta

aCtas del ColoQUIo INterNaCIoNal "los MorIsCos Y túNeZ"

N° 2

Raja Yassine BahRi (coord.) haYet Belhmaied • mohamed néjiB Ben jemia

Rafael Benítez • luis f. BeRnaBé Pons sadok BouBakeR • miguel ángel de Bunes

josé fco. cutillas • tRevoR j. dadson

aBdelhakim slama gafsi • juan e. gelaBeRt

josé maRía PeRceval • Ramón Petit

ahmed saadaoui • olatz villanueva

BeRnaRd vincent

túNez Abril 2009

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CARTAS DE LA GOLETA

ACTAS DEL COLOQUIO INTERNACIONAL "LOS MORISCOS Y TúNEZ" (NOvIEMbRE 2008)

TÚNEZ, abril 2009

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ÍNDICE

Presentación…………………………………………………................... 9

Discurso del Embajador de España en Túnez Juan ramón Martínez Salazar ……….…….....……...................……. 11

Discurso del Ministro de Cultura de Túnez abderraouf El basti ............................................................................… 15

Discurso de la Profesora raja Yassine bahri …...........…........……… 19

bernard Vincent: Les études morisques: acquis et perspectives….............….......…....…… 27

Juan E. Gelabert: 1609: Cuestiones de reputación ……..……..........................................… 39

Miguel Ángel de bunes ibarra: Los moriscos en el mundo mediterráneo de los siglos XVI y XVII..….... 53

rafael benítez: La geografía de la España morisca ..........……............................……… 65

Trevor J. Dadson: El regreso de los moriscos ..………….....….................................….....… 83

luis F. bernabé Pons: La nación en lugar seguro: los moriscos hacia Túnez ...….......….…… 107

Hayet belhmaied: Estudio del proceso inquisitorial de un morisco corsario: miguel Voris, alias amete …...........…................................………...… 119

Sadok boubaker activités économiques des morisques et conjoncture dans la Régence de Tunis au XVIIe siècle ...............................………...… 129

Cartas de la Goleta es una revista cultural editada por la Embajada

de España con la colaboración de la Oficina Técnica de Cooperación

y del instituto Cervantes en Túnez.

Consejo de dirección:Guillermo Caro, Virginia González, Julio Martínez Mesanza y

Santiago Miralles.

Coordinadora:Vanessa Fanjul Marlé

Edita: Embajada de España en Túnez:

24, avenue Dr. Ernest Conseil bP 76. 1002 Tunis. Túnez.

Tlfno : 71 782 217. Fax : 71 801 975.

e-mail : [email protected]

Imprime: boussaa49, rue des Entrepreneurs

Z.i ariana aéroport 2035- Tunis Carthage

Diseño cubierta: Jaime GonzáleziSSN 1737-8699© De los textos: sus autores, 2009.

© Embajada de España en Túnez, 2009.

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PRESENTACIóN

El segundo número de las Cartas de la Goleta recoge las ponencias del Colo-quio internacional “los moriscos y Túnez: expulsión, llegada y pervivencia”, que se celebró en Cartago entre los días 13 y 15 de noviembre de 2008.

Si esta revista se ha propuesto ofrecer un cauce de expresión a quienes cultivan la literatura y la Historia compartida entre españoles y tunecinos, los asuntos que se trataron en el coloquio y que ahora reproducimos en estas páginas no pueden encontrar mejor acomodo: la llegada de los moriscos a Túnez después de su salida de España constituye uno de los episodios más cargados de consecuencias para las relaciones entre nuestros dos países.

Colaborar con el gobierno tunecino para recuperar y revalorizar el patrimonio morisco de este país ha sido durante años uno de los principales empeños de la cooperación española. Con motivo de la conmemoración del cuarto centenario del primero de los edictos de expulsión, la Embajada de España en Túnez (la Consejería Cultural, la Oficina Técnica de Cooperación de la agencia Española de Cooperación internacional para el Desarrollo y el instituto Cervantes) quiso promover la celebración de un seminario donde pudiese hablarse abiertamente y con una perspectiva rigurosa y científica del estado de la cuestión. lo organizó conjuntamente con la Unidad de investigaciones de las relaciones hispano-tunecinas en la época moderna de la Universidad de la Manouba y la academia de Ciencias, letras y artes beit El Hikma, y contó con el apoyo del ayuntamiento de Túnez, el Ministerio de la Cultura y Salvaguarda del Patrimonio y del hotel barceló.

Se sigue debatiendo, y así se comprobó durante el seminario, por qué se decretaron los edictos de expulsión, cuál fue el número de moriscos que finalmente abandonaron los reinos de Felipe iii y cuál era su origen geográfico; intentamos comprender la dimensión humana de esta tragedia y analizar sus repercusiones políticas y demográficas en España y en el conjunto del Mediterráneo; pero sabemos, y éste ha sido el eje vertebrador del coloquio, que su asentamiento en Túnez, que los acogió generosamente, permitió que el país se enriqueciera con las aportaciones culturales y sociales de esta nueva población.

El coloquio contó con dieciséis de los especialistas más destacados en este ámbito en Europa y en el Magreb, y se desarrolló en tres jornadas: la del día 13 giró en torno a la expulsión y la llegada de los moriscos a Túnez; la del 14, sobre la acogida de los moriscos y su impacto en Túnez; y el sábado 15 sobre la pervivencia de la cultura morisca en Túnez. la dirección académica corrió a cargo de la Profesora raja Yassine bahri, de la Universidad de la

José Fco. Cutillas: Un maqtal shií en castellano entre los moriscos tunecinos …….......... 139

raja Yassine bahri: Les morisques en Tunisie un siècle après leur arrivée ......................… 157

ahmed Saadaoui: Urbanisme et architecture des morisques de Tunisie..............................177

Olatz Villanueva Zubizarreta: El legado patrimonial morisco: conocer y conservar para divulgar.......189

abdelhakim Slama Gafsi: Inventario y restauración del patrimonio material morisco-andalusí: unos casos ............................................................................................... 207

Mohamed Néjib ben Jemia: aljama et aljamía et autres formes de résistance morisque …..........… 215

ramón Petit: Génesis y desarrollo del libro "Recueil d’Études sur les moriscos andalous en Tunisie" .........................................................................…. 227

José María Perceval: Un proyecto audiovisual para el IV centenario de la expulsión de los moriscos ..…….....................................................................................… 241

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Manouba, y de luis bernabé Pons, de la Universidad de alicante.

Míkel de Epalza, referencia obligada en los estudios sobre los moriscos en Túnez, no pudo asistir al coloquio por su precario estado de salud y falleció esa misma semana. Valga esta publicación como homenaje unánime de todos los participantes a su memoria y como reconocimiento a su labor pionera.

El hermoso edificio de la academia de beit El Hikma, que se abre al mismo mar que hace cuatro siglos vio llegar a los moriscos expulsados de su tierra, sirvió de lugar de celebración de este interesantísimo coloquio, que contó con un público numeroso y atento.

En estas segundas Cartas de la Goleta recogemos las ponencias del coloquio, además de la presentación del documental sobre la expulsión que se grabó parcialmente en Túnez esos mismos días. Sirvan estos textos para dejar constancia del estado actual de los estudios sobre los moriscos y para contribuir al conjunto de estudios que sin duda se llevarán a cabo durante los años en que se conmemorará este centenario.

DISCURSO DE APERTURA DEL COLOQUIO

Juan Ramón Martínez Salazar

Embajador de España en Túnez

Sr. Ministro, Sra. rectora, Sr. Director de beit El Hikma, Sra. raja Yassine bahri, Señoras, Señores:

El año que viene conmemoramos el cuarto centenario del primero de los decretos de expulsión de los moriscos. Con este motivo se van a organizar dentro y fuera de España numerosos coloquios, actos y exposiciones que servirán para recordar estos hechos, que tuvieron una importancia enorme para la historia de mi país y que influyeron notablemente en toda la cuenca del Mediterráneo.

En este coloquio se hablará de las circunstancias en que se tomó una medida tan drástica y los efectos que produjo. los historiadores han debatido durante mucho tiempo lo que sucedió, y estoy conven-cido de que las jornadas que inauguramos ahora servirán para que conozcamos en qué punto se encuentran los estudios más actuales so-bre esta cuestión. En todo caso, creo que el excelente nivel académico de los conferenciantes y el prestigio de las instituciones tunecinas que organizan con nosotros este evento, son una garantía de que se va a analizar esta cuestión con seriedad, objetividad y rigor.

Cuatro siglos no pasan en balde, y la España de hoy es muy dife-rente de la que vivió la tragedia de la salida forzada de muchos espa-ñoles (porque españoles eran a fin de cuentas) por razones religiosas y políticas. Sin duda, si ha de sacarse una conclusión de lo que pasó en-tonces que sea aplicable para nuestros días, ha de ser, en mi opinión, la necesidad de insistir en el principio de la tolerancia y la convivencia.

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Este coloquio, que es el pionero de los que van a celebrarse a partir de ahora con motivo del centenario en todo el mundo, es una muestra más del gran interés que tenemos por estudiar y compren-der mejor el fenómeno morisco. Me alegra mucho y agradezco, por tanto, el entusiasmo y la dedicación con que la Profesora raja Yassine bahri, la Universidad de la Manouba, la academia beit El Hikma y el Gobierno tunecino han secundado el interés de la Embajada de España por organizar este seminario. Hemos desplegado todos nues-tros medios humanos y financieros a través de la Oficina Técnica de Cooperación de la Embajada, el instituto Cervantes y la Consejería de Cultura para sacarlo adelante.

a todos los participantes les deseo unas jornadas provechosas y me adelanto ya para felicitarles por los trabajos que van a realizar y que, estoy seguro, supondrán un avance importante en el estudio del fenómeno morisco.

España es un país de mestizaje y la presencia árabe e islámica du-rante siglos ha dejado en nosotros huellas imborrables. la expulsión de los moriscos no supuso, por supuesto, la pérdida de estas raíces, aunque sí llevó consigo un grave empobrecimiento económico, de-mográfico, social e incluso cultural. Pero lo que empobreció a España enriqueció a los países que acogieron a esta población. Túnez fue, de todos ellos, el que con más generosidad y provecho recibió a los moriscos españoles. Precisamente éste es uno de los temas más im-portantes que se van a tratar en este coloquio: el impacto en todos los ámbitos de la llegada de los moriscos a Túnez, ya sea en la agri-cultura, la artesanía, la música, el urbanismo y la arquitectura, o la literatura. Creo no exagerar si digo que la población morisca propició un enorme impulso económico y social en el Túnez del siglo XVii.

llevo poco tiempo viviendo en este país, pero ya he tenido oca-sión de ver algunos de los testimonios de la cultura morisca que si-guen vivos en Túnez. lo más llamativo para mí sigue siendo que muchos de los tunecinos con quienes hablo muestren con orgullo sus orígenes moriscos o, como aquí los llaman, «andalusíes».

la Embajada de España, desde hace mucho tiempo, ha querido contribuir a que se conserve y se fomente el patrimonio morisco en Túnez y, a través de la agencia Española de Cooperación internacional, ha llevado a cabo ambiciosos proyectos de rehabilitación o de catalo-gación de monumentos y de las muestras del patrimonio material e in-material morisco. la reorganización de la Plaza Mayor de Testur, por ejemplo, ha sido, junto con la rehabilitación del Fuerte de Santiago de Chikly, uno de los programas arquitectónicos que más visibilidad han te-nido; pero junto a ellos conviene recordar actuaciones en los fondos de la biblioteca Nacional de Túnez, la colaboración con la asociación para la Salvaguarda de la Medina de Túnez o algunos proyectos de cooperación interuniversitaria. actualmente se está elaborando un programa de gran envergadura para dar a conocer y hacer trabajos en diversos ámbitos en todas las rutas moriscas de Túnez, para lo que estamos trabajando con los Ministerios de Cultura, Turismo y Medio ambiente. Esperamos que los resultados empiecen a verse ya el próximo año.

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ALLOCUTION à L’OUvERTURE DU COLLOQUE

Abderraouf El Basti

Ministre de la Culture et de la Sauvegarde du Patrimoine de Tunisie

Son Excellence l’ambassadeur d’Espagne, Monsieur le Professeur abdelwaheb bouhdiba, Directeur Général de l’académie Tunisienne des Sciences, des lettres et des arts, «beit al Hikma», Chers hôtes, Mesdames et Messieurs.

C’est pour moi un grand plaisir d’être parmi vous à l’occasion de l’ouverture de votre Colloque qui porte sur «les Morisques et la Tunisie. Expulsion, arrivée, impact et héritage», organisé par l’Université de la Manouba, l’ambassade d’Espagne à Tunis et l’institut Cervantès de Tunis. Je relève avec beaucoup d’intérêt que vos travaux réuniront des savants venant du Maghreb et d’Europe dont les discussions enrichiront, j’en suis certain, nos connaissances et les affineront.

S’agissant d’un sujet comme celui-ci, j’ai la conviction qu’il est non seulement utile mais encore plus nécessaire que les travaux savants nourrissent et amendent la mémoire dans ce qu’elle peut avoir de partiel et d’incomplet, de biaisé, d’anachronique ou d’ouver-tement mythologique.

Mesdames et Messieurs,il ya quatre siècles, la Tunisie et les Tunisiens accueillaient

plusieurs dizaines de milliers de personnes venues d’Espagne, déportés fuyant l’inquisition, dernière péripétie de la reconquête (la reconquista) qui scellait la fin d’une époque et d’un moment de civilisation. Un apport précédé par des arrivées moins importantes tout au long des XVe et XVie siècles.

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Par delà les aspects tragiques de cette déportation, cette migra-tion forcée a permis à tous ces Morisques et même à ceux parmi eux qui n’étaient pas de confession musulmane de retrouver une nou-velle patrie, de s’intégrer et de s’épanouir.

Cet exil a engendré un brassage culturel infiniment enrichissant pour un peuple qui, comme vous le savez peut-être, a toujours fait preuve au cours des moments forts qui ont jalonné 3.000 ans d’his-toire, d’une capacité d’assimilation remarquable et qui a fait de ce pays un véritable creuset de civilisations et un haut lieu de dialogue et de tolérance.

Pendant plusieurs générations, dont et jusqu’à aujourd’hui, ces Tunisiens d’adoption, descendants des Morisques, ont parfois conti-nué de parler castillan, et mon pays garde, inscrit dans sa géographie (les oliveraies de Soliman et de Testour), dans sa toponymie (Kalaat landlous) et dans son onomastique (Sanchou, landoulsi) l’héritage vivant de cet événement. Ses pratiques culturales (l’arboriculture irri-guée), son artisanat (chachiyya, dont ils ont introduit la fabrication en Tunisie, tissage de la soie), ses traditions savantes (dès le 16ème siècle nous trouvons des cheikhs d’origine andalouse à la grande Mosquée Zitouna), et ses traditions artistiques et architecturales encore actuel-les perpétuent cet héritage.

il est ainsi certain que l’arrivée de ces réfugiés, qui n’étaient pas exclusivement musulmans, a représenté pour la Tunisie une circons-tance opportune qui l’a enrichie de tout point de vue et nos monu-ments en sont le témoignage évident ainsi que notre culture. Mais l’exil a certainement représenté un arrachement douloureux qui, au mètre des valeurs actuelles, équivaut à une opération de nettoyage ethnique. Néanmoins, notre conviction est qu’il est indispensable, tout en prenant acte des vicissitudes de nos histoires croisées, de considérer l’exigence de travailler à la génération d’un humanisme refondé.

aujourd’hui, le monde a changé, il s’est décloisonné. D’aucuns clament que les civilisations sont condamnées à entrer en conflit, quit-te à en susciter les éléments déclencheurs. la conviction de la Tunisie

et de son Président, son Excellence Zine el abidine ben ali, Président de la république, est que face aux problèmes de notre planète, ce ne sont pas les conflits qu’il faut cultiver mais les conditions du dialogue et de l’alliance des civilisations qu’il faut, et plus que jamais, fonder. Car les menaces, au début de ce siècle, sont planétaires, et les intérêts des peuples interdépendants. Qu’il s’agisse d’environnement, d’ali-mentation et de pauvreté, de santé ou de sécurité, nul pays n’est en mesure de prétendre faire face en solitaire à ces urgences.

la démarche de la Tunisie indépendante et du Changement puise son énergie et sa substance dans le mouvement moderniste national né au 19ème siècle; elle n’est ni circonstancielle ni opportuniste. Dès le lendemain de l’indépendance, la république et ses élites ont fait le choix d’une politique d’éducation moderne et démocratique au profit de tous, filles et garçons sans distinction d’appartenance sociale ou régionale, où l’enseignement des langues étrangères devait garantir et pérenniser l’ouverture.

la Chaire ben ali pour le Dialogue des Civilisations et le Cen-tre de Dialogue des Cultures sont des preuves encore plus éclatantes de ce choix d’ouverture qui caractérise la Tunisie. Y a-t-il meilleure concrétisation de cette conviction et de cette démarche que notre réu-nion d’aujourd’hui?

C’est avec cet acquis historique et dans un tel contexte que nous croyons fermement que le dialogue Nord-Sud est une nécessité et que la Tunisie a accueilli le projet d’Union pour la Méditerranée fa-vorablement. Des manifestations comme celle-ci, fruit d’une synergie transméditerranéenne, dont nous saluons les initiateurs et les che-villes ouvrières, garantiront le succès de nos efforts pour nous réunir autour d’un patrimoine commun, assumer nos différences et en faire des sources d’enrichissement mutuel.

Permettez-moi, pour finir, de remercier très sincèrement les insti-tutions qui ont contribué à rendre possible cette rencontre:

l’ambassade d’Espagne,l’agence Espagnole de Coopération internationale pour le

Développement,

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l’institut Cervantes, et enfin l’Université de la Manouba, l’unité de recherche sur les «rela-

tions hispano-tunisiennes à l’époque moderne» et sa première res-ponsable, madame raja bahri qui en dépendent.

Je vous remercie pour votre aimable attention. PRéSENTATION DU COLLOQUERaja Bahri Yassine

Responsable scientifique du colloque et membre correspondant de l’Académie Royale d’Histoire de Madrid

Monsieur abdelwaheb bouhdiba, Président de l’académie Tunisien-ne des Sciences, des lettres et des arts «beit El Hikma»,Monsieur le Ministre de la Culture,Son Excellence Monsieur l’ ambassadeur d’Espagne à Tunis,Chers invités, chers Collègues, chers étudiants, Mesdames, Messieurs,

les relations multiséculaires entre le Monde arabe et la Péninsule ibérique continuent aujourd’hui à rapprocher ces deux entités histo-riques. En effet, ni la chute de Grenade de 1492, ni l’expulsion des Morisques de 1609-1610 —date d’inflexion importante dans nos rap-ports avec le royaume d’Espagne— ne parviennent à freiner le cours intra historique qui nourrit et renforce les liens multidimensionnels hispano-arabes. C’est dans ce même cours que s’inscrit aujourd’hui la tenue de ce colloque international sur «les Morisques et la Tunisie», colloque auquel participent des chercheurs éminents venus d’angle-terre, de France, d’Espagne, d’algérie et de la Tunisie, et organisé par l’ambassade d’Espagne à Tunis, l’agence Espagnole de Coopé-ration internationale pour le Développement, l’Université de la Ma-nouba et l’institut Cervantes à Tunis. le thème qui sera débattu, lors de ces trois matinées porte sur l’expulsion, l’accueil et la présence de la culture morisque en Tunisie. Nous essayerons par nos différents travaux d’évoquer l’expulsion des morisques d’Espagne, et tenter de retracer l’itinéraire qu’ils ont emprunté hors de la Péninsule ibérique pour atterrir en afrique. la question morisque a fait couler beaucoup d’encre. Plusieurs thèmes ont été abordés, cependant de nombreuses

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questions restent encore en suspens surtout après 1609, date de l’ex-pulsion de tous les Morisques de la Péninsule ibérique.

le but de nos différentes communications aura été de démontrer comment un peuple en quête d’une identité aura réussi à s’installer en dehors de sa patrie pour finalement s’intégrer dans une nouvelle société et, pourtant, combien différente à cette époque.

Uthman Dey, qui a gouverné en Tunisie de 1593 à 1610, leur a accordé beaucoup de privilèges. il leur a facilité l’installation, les a exemptés des impôts perçus pour les étrangers pendant trois ans et a intégré les plus brillants dans son administration. il était disposé à leur donner une aide véritablement constructive et leur a permis de choisir leurs lieux d’établissement leur procurant des moyens de dé-fense et leur fournissant le blé et les grains pour ensemencer la terre. Uthman Dey cherchait à repeupler le pays que les guerres et la peste avaient dévasté. En effet, l’arrivée massive des andalous augmenta la population urbaine et rurale du Nord Tunisien. les Morisques ont repeuplé des régions désertées et abandonnées. Ces régions connu-rent un grand essor économique et social. On sait qu’ils avaient pré-féré les environs de Tunis capitale, comme Jdeida, Tebourba, Grich El Oued, Medjez El bab, Testour, Soliman, Grombalia, bizerte, raf raf, ras Jébal, bizerte et béja. au sud de la capitale ils construisirent la ville de Zaghouan sur les vestiges romains. les villes fondées par les Morisques avaient un cachet espagnol, avec les demeures aux tuiles rouges, les vergers étaient tracés et cultivés selon le modèle espagnol. les Morisques ont fortement influencé la terre d’accueil en apportant leur richesse culturelle et leur savoir faire.

Enfin de compte l’expulsion massive et tragique de 1609 devient pour plusieurs raisons l’élément fondateur d’une communauté qui vit hors de sa terre natale. Ce qui au départ était déracinement et éparpillement va devenir en terre africaine le facteur de renforcement d’une conscience commune qui avait commencé à prendre forme en Espagne. C’est grâce à la politique astucieuse et tolérante de Uthman Dey que le Morisque va pouvoir surpasser le drame qui fut le sien et mettra son savoir-faire au profit de la nouvelle nation qui

sera sienne. les lettres qui avaient été échangées par la suite entre les

Morisques installés en Tunisie et ceux qui étaient restés en Espagne témoignent d’une assimilation plus ou moins réussie. le Morisque avait enfin retrouvé sa liberté de mouvement, et surtout sa liberté de religion.

le problème morisque ne doit plus être perçu aujourd’hui seulement comme un drame historique mais aussi et surtout comme un pont de rapprochement des deux rives de la Méditerranée.

les travaux du colloque se dérouleront sur trois matinées et s’organiseront en trois axes:

1-Expulsion et arrivée des Morisques en Tunisie2-l’accueil des Morisques et leur impact sur la Tunisie3-Présence de la culture morisque en TunisieParticiperont à cette manifestation scientifique d’imminents

chercheurs français, espagnols, algériens, anglais et tunisiens, spécialistes de la question morisque, qu’ils soient remerciés pour leur contribution.

le professeur bernard Vincent de l’EHESS de Paris donnera un aperçu général sur l’état des recherches universitaires concernant la question morisque. Celle-ci a connu un grand développement ces dernières années. le professeur Miguel Ángel de bunes ibarra, cher-cheur au CSiC de Madrid, évoquera le cas des Morisques victimes de la confrontation entre l’Empire Ottoman et l’Espagne en Méditer-ranée, il démontrera que les Morisques ont joué un rôle primordial dans la course en Méditerranée en se ralliant aux corsaires et au turcs. rafael benítez, professeur à l’Université de Valence, nous parlera de la géographie morisque en Espagne suite à une relecture approfon-die de l’ouvrage de Henri lapeyre Géographie de l’Espagne morisque. il analysera le cas des morisques déportés après la guerre de Grenade (1568-1570) dans la Couronne de Castille et d’aragon. il nous donne-ra d’amples informations sur les statistiques d’une telle répartition à la veille de l’expulsion. Juan E. Gelabert, de l’Université de Cantabria, nous parlera de l’échec de la politique extérieure de l’Espagne à l’épo-

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que de Philippe iii. Pour masquer cet échec, le roi et ses conseillers politiques mirent l’accent sur le problème morisque en accélérant le processus d’expulsion de 1609. luis F. bernabé Pons, de l’Université d’alicante, traitera d’une missive rédigée en 1612 par le morisque ahmed ibn Qasim al-Hacharî, dit ahmed berjarano. il s’agit d’un cé-lèbre Morisque exilé, écrivain de langue arabe et castillane, traducteur et ambassadeur en Europe du Sultan du Maroc, Muley Zaydân. lettre dans laquelle notre auteur relate les difficultés d’intégration et d’assi-milation de la minorité morisque en afrique du Nord. Trevor J. Dad-son, de l’Université de londres, nous évoquera le retour en Espagne des morisques déportés. Ces derniers, à partir des côtes du Maroc, réussirent, en bon nombre, à regagner leur patrie d’origine et ce mal-gré le sort qui leur était réservé: esclavage, galère… Hayet belhmaied, de l’Université de la Manouba, fera l’étude du procès d’un corsaire morisque, Miguel Voris, qui a eu lieu à Valence en 1624, capturé et réduit en esclavage en Espagne. les particularités de l’architecture morisque seront traitées par le Professeur ahmed Saadaoui à travers la ville de Testour, une réplique réduite de Grenade, et d’autres villa-ges morisques. le professeur raja Yassine bahri parlera de la survi-vance culturelle morisque un siècle après leur arrivée en se basant sur l’œuvre manuscrite du Père Francisco Ximénez, qui dans son journal évoque l’importance de la culture morisque dans les domaines de l’agriculture, de l’architecture, de la cuisine et de l’habillement. Elle rappellera que la minorité morisque parlait encore l’espagnol à cette époque. Une culture morisque encore vivante de nos jours comme en témoigne le savoir faire des artisans, des horticulteurs et agriculteurs. Survivances que révèlent l’architecture, les influences linguistiques et les noms portés par certaines familles. l’apport économique des morisques sera traité avec de nouvelles perspectives pour la recher-che par le professeur Sadok boubaker, de l’Université de Tunis i. le professeur abdelhakim Gafsi, de l’iNP, insistera sur la nécessité d’in-vestir un peu plus généreusement dans la restauration du patrimoine morisque. Olatz Villanueva, de l’Université de Valladolid, donnera un aperçu général sur le legs patrimonial morisque en Tunisie. le

professeur Néjib ben Jemia, de l’Université de la Manouba, évoquera le rôle actif des aljamas dans la préservation de la foi musulmane et de l’héritage morisque. ramón Petit donnera un aperçu général sur une époque vécue en Tunisie et au cours de laquelle il avait écrit en collaboration avec le Professeur Míkel de Epalza un ouvrage remar-quable et mémorable sur l’Histoire des Morisques en Tunisie: Etudes sur les Morisques Andalous en Tunisie, rédigée en 1973. José Cutillas, de l’Université d’alicante, fera l’analyse d’un manuscrit rédigé en Tunisie par un Morisque expulsé d’Espagne en 1609. il essayera au cours de son intervention de démonter les motifs qui ont poussé ce morisque à écrire cet ouvrage religieux de grande importance et nous donnera une nouvelle vision de l’univers culturel ottoman dans le-quel les Morisques se sont immergés suite à l’expulsion de 1609.

avant de terminer je voudrais dire combien la présence de Monsieur abderraouf El basti, Ministre de la Culture et de la Sauve-garde du Patrimoine, nous honore aujourd’hui ainsi que celle de son Excellence Monsieur Juan ramón Martínez Salazar, ambassadeur d’Espagne à Tunis.

Nos remerciements les plus chaleureux s’adressent à Monsieur abdelwahab bouhdiba, Président de l’académie Tunisienne des Sciences, des lettres et des arts «beit El Hikma», qui nous a permis d’organiser ce colloque dans sa prestigieuse académie. Tous mes remerciements à tous les membres de l’ambassade d’Espagne à Tunis pour l’effort colossal et le suivi efficace qui a permis le dérou-lement du colloque dans de bonnes conditions. Permettez-moi de les nommer car ils ont été d’un grand soutien lors de l’organisation de ce colloque international. Un grand remerciement à Santiago Miralles, Ministre-Conseiller de l’ambassade d’Espagne à Tunis, qui a accepté notre idée d’organiser un colloque sur les morisques. C’était de ma part un souhait que j’avais depuis de longue date de réunir les spécia-listes de l’histoire morisque en Tunisie; une histoire qui a eu une pro-fonde répercussion sur le cours de notre propre histoire et qui a laissé le témoignage d’une culture encore vivante aujourd’hui. Je tiens à

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souligner l’effort déployé par Virginia González Martínez, Chargée des affaires Culturelles et Consul d’Espagne en Tunisie, dans l’orga-nisation de ce colloque et remercier le suivi efficace de ses services, remercier également le soutien financier du directeur de coopération Monsieur Guillermo Caro, l’appui de Julio Martínez Mesanza, de Vanessa Fanjul Marlé et de Consuelo Tomé, ainsi que de nos collègues interprètes Mouna Ezzine Dougaz et begoña González ruiz.

Tous mes remerciements à mon institution et à mon université et en particulier à Chokri Mabkhout, Doyen de la Faculté des lettres, des arts et des Humanités de la Manouba.

Un grand merci aux chercheurs qui ont bien voulu participer à ce colloque international sur «les Morisques et la Tunisie», je remercie aussi les institutions qui ont contribué à l’organisation de cette mani-festation scientifique et en particulier le Maire de la ville de Tunis, M. abbès Mohsen, qui a donné suite à ma demande lors de l’entrevue qu’il a eu l’amabilité de m’accorder.

Je remercie également mes collègues, Monsieur Taoufik Hjeij, qui a contribué par une brillante exposition de peinture sur les Moris-ques, Maimouna Khabbou Hached, Hassen annabi et amina Chnik.

avant de terminer je voudrais remercier vivement Madame aicha ibrahim, qui a été d’un grand soutien dans l’organisation scientifique de ce colloque, et à luis bernabé Pons dont le soutien a été particu-lièrement efficace. Un grand Merci encore pour le professeur bernard Vincent pour son extraordinaire contribution et savoir.

Ce colloque est venu rappeler la genèse et le développement des études morisques à travers le livre de Míkel de Epalza et de ramòn Petit: Recueil d’Etudes sur les Morisques espagnols en Tunisie, qui fu-rent tous les deux les véritables pionniers d’une mémoire perdue, aujourd’hui non seulement reconnue, mais intégrée dans le patri-moine tunisien.

Quelques jours après le colloque un éminent spécialiste en mo-riscologie nous a quitté, le professeur et chercheur Míkel de Epalza; je voudrais au nom de tous les chercheurs et professeurs qui l’ont

connu lui rendre un dernier hommage et rappeler que le professeur de Epalza est un véritable fondateur des études morisques en Tunisie.

Grâce à la générosité des autorités espagnoles et tunisiennes, les actes du Colloque peuvent voir le jour à peine quelques mois après sa réalisation. Qu’ils en soient vivement remerciés. le premier exem-plaire se fera dans la langue du colloque et sera publié dans la revue Cartas de la Goleta, numéro 2, et un deuxième exemplaire sera égale-ment traduit et publié quelques mois plus tard en langue française.

Je vous remercie tous de votre attention.

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LES éTUDES MORISQUES: ACQUIS ET PERSPECTIvES

Bernard Vincent

EHESS (Paris)

Une manifestation comme celle qui nous a réuni a le grand avantage de nous amener à réfléchir sur le chemin parcouru par les études morisques. bien sûr nous sommes d’abord à la veille de la commémoration de l’expulsion de l’immense majorité des descendants des musulmans d’Espagne qui ont été convertis, la plupart, sous la contrainte au christianisme. Cet événement dramatique a eu une influence consi-dérable sur la société espagnole mais on serait presque tenté de dire qu’il a davantage encore marqué la société tunisienne. Ensuite, com-ment ne pas songer qu’il y a cinquante ans prenait fin une décennie qui a été singulièrement décisive pour le champ de recherches qui nous occupe? Dans la filiation des écrits de Fernand braudel parus à la fin des années 1940, furent publiés en un court laps de temps: le premier article d’une longue série rédigée par antonio Domínguez Ortiz, plusieurs articles importants de Joan reglá, regroupés plus tard en un volume, deux autres particulièrement substantiels de Tulio Halperin Donghi, également matière d’un volume postérieur, et les deux livres de Julio Caro baroja et d’Henri lapeyre, les premiers de ce que nous pouvons appeler l’ère scientifique du thème morisque1.

1 rEGlÁ, Joan, “la cuestión morisca y la coyuntura internacional en tiempos de Felipe ii”, Estudios de Historia Moderna, III, 1953, pp. 217-234; “la expulsión de los moriscos y sus consecuencias”, His-pania, 1953, pp. 215-267 et 447-461; HalPEriN DONGUi, Tulio, “Un conflicto nacional: moriscos y cristianos viejos en Valencia”, Cuadernos de Historia de España, XXIII-XXIV, pp. 5-115, et XXV-XXVI, pp. 83-250; CarO barOJa, Julio, Los moriscos del reino de Granada, Ensayo de historia social, Madrid, instituto de Estudios Políticos, 1957; laPEYrE, Henri, Géographie de l’Espagne morisque, Paris, S.E.V.P.E.N, 1959.

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tant qui indirectement mettait en valeur des travaux antérieurs iso-lés, ceux de Jaime Oliver asín dans le domaine de la littérature et de Georges Marçais sur l’architecture, était tout à fait le pendant pour la rive méridionale de la Méditerranée de ceux évoqués plus haut s’étant intéressés aux morisques en Espagne5. Cependant, J. latham, étudiant les morisques une fois arrivés en Tunisie, avait une perspective tuniso-tunisienne.

Comment décloisonner les recherches et faire en sorte que les approches européennes et maghrébines du phénomène morisque se rejoignent? les chercheurs des années 1950-1960 n’étaient pas opti-mistes. Peu avant la publication du livre de lapeyre, Julio Caro baroja ne disait-il pas que l’on ne saurait jamais combien de morisques il y avait dans l’Espagne du début du XVii° siècle et combien en avaient été expulsés6 ? Et Jean Pignon, dans un compte-rendu très fidèle du La géographie de l’Espagne morisque paru dans les Cahiers de Tunisie en 1966 pouvait interroger «ces 275 000 exilés, que sont-ils devenus? Nous eussions aimé pouvoir espérer que quelque chercheur nous donnerait un jour une géographie de la diaspora morisque à l’image de l’Espagne morisque d’Henri lapeyre. Nous pensions bien que ce n’était là qu’un rêve qui n’avait guère de chances de devenir réalité et Henri lapeyre, avec l’autorité que lui confèrent ses recherches, nous confirme hélas dans cette conviction»7. Mais en rédigeant ce compte-rendu, Jean Pignon apportait les éléments permettant de faire dispa-raître les clivages traditionnels qui divisaient l’histoire des morisques en séquences indépendantes les uns des autres. Déjà il révélait aux lecteurs d’une revue conçue à Tunis l’importance d’un livre consacré à la fondamentale étape espagnole de l’histoire de la communauté. Et dans le cours du compte-rendu il attirait l’attention sur le passage de très nombreux morisques en France, ce que lapeyre avait évoqué très rapidement. l’article de Míkel de Epalza «Moriscos y andalusies en

5 OliVEr aSÍN, J., «Un morisque de Tunis, admirateur de lope. Etude du manuscrit S.2 de la collection Gayangos», études sur les moriscos andalous en Tunisie, Míkel de Epalza, ramón Petit, eds, Madrid, Dirección General de relaciones Culturales, 1973, pp. 205-239; MarÇaiS, G., «Testour et sa grande mosquée, contribution à l’étude des andalous en Tunisie», ibid., pp. 278-284.6 CarO barOJa, J., op.cit., p. 249.7 PiGNON, J., «Une géographie de l’Espagne morisque», Etudes sur les moriscos andalous en Tunisie, Míkel de Epalza, ramón Petit, op.cit., p. 73.

Enfin nous ne pouvons oublier qu’en 2009 vingt ans se sont tout juste écoulés depuis l’organisation par Míkel de Epalza du premier congrès portant spécifiquement sur l’événement de l’expulsion et ayant eu lieu à San Carles de la rápita (los Alfacs ou Alfaques) où s’embarquèrent des dizaines de milliers d’exilés. Je voudrais par ces pages rendre hommage à l’ami qui a tant fait pour le développement des investi-gations sur les morisques, qui était vivant lorsque nous nous sommes retrouvés à la mi-novembre 2008 mais qui nous a quittés peu après2.

la Tunisie, comme le Maroc et l’algérie est une partie importante de la question morisque. Je rappelle là, certes, une évidence mais celle-ci a tardé à être assumée par la communauté scientifique. il suffit de se rapporter aux grands travaux des années 1950 que j’ai cités plus haut. Même si leurs auteurs appartenaient à des horizons géographiques (Espagne, argentine, France) et disciplinaires (anthropologie, histoire) différents, ce qui est déjà beaucoup, ils envisageaient l’affaire morisque comme un problème hispano-espagnol. Par exemple, Henri lapeyre ne se préoccupe guère du sort des exilés au-delà de leurs lieux d’embarquement. il a bien consacré quelques pages aux pays d’accueil mais, curieusement, la France y tient autant de place que tout le Maghreb. Julio Caro baroja est un peu plus prolixe puisqu’il s’intéresse dans le chapitre Viii de son volume aux traces laissées par les morisques en afrique du Nord, essentiellement à Tetouan, mais sans beaucoup insister.

il ne faut pas oublier qu’en 1957 encore a été publié dans les Cahiers de Tunisie—revue qui a joué un rôle fondamental dans le déve-loppement des études morisques—un long article de John D. latham sur l’apport des andalous en général, des morisques en particulier, à l’économie et la société tunisienne3. Pour la première fois, par exem-ple, il y était question de Mustafa de Cardenas, qui fut un long temps cheikh des andalous du royaume tunisien et sur lequel le professeur de Manchester est revenu un peu plus tard4. Ce travail très impor-

2 L’expulsió dels moriscos, barcelona, Generalitat de Catalunya, 1994.3 laTHaM, J.D., “Towards a Study of andalousian inmigrations and its Place in Tunisian His-tory”, Cahiers de Tunisie, V, 1957, pp. 203-252.4 laTHaM, J.D., «Mustafa de Cardenas et l’apport des “Morisques” à la société tunisienne du XVii° siècle», Etudes sur les Morisques andalous, Slimane-Mostafa Zbiss, abdel-Hakim Gafsi, Mohie-dine boughanmi, Míkel de Epalza, Tunis, institut National d’art et d’archéologie, 1983, pp.157-178.

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avons tenu compte de cette évolution en incluant dans notre ouvrage de synthèse Historia de los moriscos, vida y tragedia de una minoría, édité à Madrid, en 1978, un chapitre qui, consacré à la diaspora morisque, fait la part belle à l’installation en afrique du Nord et singulièrement en Tunisie13.

l’histoire morisque est ainsi devenue une depuis le moment de la conversion forcée au début du XVi° siècle jusqu’au XViii° siècle, voire au-delà. advint le temps des rencontres internationales. Celles-ci n’ont cessé de se succéder depuis les années 1980, mais il ne fait pas de doute que les plus remarquables furent les premières, où des chercheurs venus de tous horizons et ne se connaissant pas direc-tement avaient beaucoup à échanger. les colloques de Montpellier, en 1981, sous l’égide de louis Cardaillac, et de Tunis, en 1983, sous celle d’abdjellil Temini, dont les actes ont été rapidement publiés, ont largement contribué à renouveler les questionnements. J’y ajou-terai celui de 1989 organisé par Míkel de Epalza à San Carlos de la rápita, un des lieux d’embarquement des expulsés en 1609-1610 dont le sous-titre des actes est révélateur Consecuencies en el mon islamic i el mon cristia14.

la Tunisie et les chercheurs tunisiens, historiens, archéologues, linguistes, ont joué un grand rôle dans cette évolution. Je l’ai déjà indiqué dans les pages qui précèdent mais je souhaite y insister da-vantage. En 1983 a paru un second volume de miscellanées intitulé Etudes sur les morisques andalous. Cette fois-ci l’institution éditrice fait l’institut National d’archéologie et d’art de Tunisie et les maîtres d’œuvre, à l’exception de Míkel de Epalza, tunisiens: Slimane-Mosta-fa Zbiss, abdel Karim Gafsi et Mohiedine boughanmi15. Depuis 1983 nos connaissances de la Tunisie morisque se sont considérablement enrichis grâce à de très nombreux apports dont je détacherai deux éléments: d’une part, le livre de Míkel de Epalza, Los moriscos antes y después de la expulsión, paru à Madrid en 1992, d’autre part, celui

13 DOMÍNGUEZ OrTiZ, antonio, et ViNCENT, bernard, Historia de los moriscos, vida y tragedia de una minoría, Madrid, revista de Occidente, 1978, pp. 230-245.14 Les morisques et leur temps, Paris, CNrS, 1983; Religion, Identité et Sources Documentaires sur les Morisques Andalous, abdeljelil Témimi, ed., Tunis, institut Supérieur de Documentation, 1984, 2 vols. Pour l’ouvrage L’expulsió dels moriscos, voir note 2.15 Voir note 3.

Túnez en el siglo XVii», publié dans la revue madrilène Al-Andalus, n’a pas été moins décisif en sens inverse8. les chercheurs espagnols se voyaient invités à prolonger l’examen de la question morisque jusque dans les pays d’accueil après l’expulsion. De fait l’initiative d’Epalza fut bientôt accompagnée par la présentation en 1971 à l’université de barcelone, de la première thèse espagnole sur les morisques, thèse justement consacrée aux morisques espagnols émigrés en afrique du Nord. rappelons ce qui n’est pas anecdotique —qu’Epalza et Juan Pe-nella s’étaient connus dans les années 1960 à l’université de lyon9—.

la cristallisation de ces efforts s’est produite dans les années 1970. Plusieurs repères peuvent en être soulignés. D’abord, et surtout, la publication en 1973 du premier volume miscellanée Etudes sur les mo-risques andalous en Tunisie, sous la houlette de Míkel de Epalza et de ramón Petit. il est significatif que ce livre ait réuni 29 contributions, donnant ainsi au sujet une visibilité éclatante auprès de la commu-nauté scientifique10. il ne l’est pas moins que l’ouvrage, intégralement rédigé en français (et donc pour une large part traduit de l’espagnol, de l’arabe, de l’anglais et de l’italien), ait vu le jour grâce à des ins-titutions espagnoles relevant du Ministère des affaires Etrangères. le livre est d’abord un pont entre les deux rives de la Méditerranée. Ensuite, en 1974, parut dans les Cuadernos de la Biblioteca española de Tetuán une longue étude de Guillermo Gozalbes busto sur la républi-que morisque de Salé au XVii° siècle, étude qui renouvelait le livre de roger Coindreau sur le même sujet qui avait vu le jour en 194811. En 1978 Mohamed Turki soutenait une thèse sur Les survivances andalou-ses-morisques en Tunisie à l’université de Toulouse, et l’année suivante Martine ravillard présentait à l’université d’alger sa bibliographie commentée des morisques12. l’intérêt pour la présence morisque s’étendait à tout le Maghreb. antonio Domínguez Ortiz et moi-même

8 DE EPalZa, M., “Moriscos y andalusíes en Túnez durante el siglo XVii”, Al-Andalus, XXXiV, 1969.9 PENElla, J., Un extrait de cette thèse non publiée figure dans Etudes sur les moriscos andalous en Tunisie, op.cit., sous le titre «le transfert des moriscos espagnols en afrique du Nord», pp. 77-88.10 Voir note 5.11 GONZalbES bUSTO, G., «la república andaluza de rabat en el siglo XVii», Cuadernos de la Biblioteca Española de Tetuán, iX-X, 1974; COiNDrEaU, roger, Les corsaires de Salé, rabat, la croisée des chemins, 1993, (la première édition est de 1948).12 On regrette que pas plus que la thèse de Juan Penella ni l’une ni l’autre n’a été publiée. On trouve cependant des éléments du travail de Mohamed Turki, par exemple, le rôle des Morisques dans la transformation du milieu rural de la Tunisie du XVii° siècle in L’écho de la prise de Grenade dans la culture européenne aux XVI° et XVII° siècles, Fatma Haddad Chamakh et alia baccar-bournaz, éds, Tunis, 1994, Ceres édition, pp. 65-77.

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ne cessaient d’écumer leurs côtes18. De fait les troupes ayant attaqué Tunis avaient été réunies à Cagliari. Et Charles Quint victorieux fit un voyage triomphal à travers la péninsule italienne allant de Naples à rome puis à Florence et asti. Et quand en 1574 les Turcs réussirent à évincer les Espagnols de Tunis et de la Goulette, l’événement n’eut pas un grand retentissement en Espagne. le document le plus précis quant au déroulement des opérations ayant conduit à la victoire turque émane du savoyard bartholomeo ruffino. Celui-ci, auditeur de la nation italienne au moment de l’assaut, fut fait prisonnier et emmené à alger où il devint l’ami de Miguel de Cervantes, comme lui captif. le récit de ruffino est bien entendu rédigé en italien: Sopra la desola-tione della Goleta e forte di Tunisi19.

les Andalusíes avaient par ailleurs continuellement émigré en afrique du Nord depuis l’Espagne au rythme des avancées des chrétiens, en particulier au Xiii° et au XV° siècle. la plupart s’étaient installés au plus proche, donc au Maroc. De même, les morisques qui tout au long du XVi° siècle avaient fui leur terre natale avaient pour la plupart gagné les côtes marocaines ou alger, où leur communauté était nombreuse. la Tunisie a fort logiquement peu accueilli de mu-sulmans d’Espagne à l’époque médiévale. les morisques n’avaient en principe aucune raison fondamentale de s’y réfugier. le voyage était long, coûteux et aventureux. Et moins qu’ailleurs, ils n’étaient susceptibles d’être accueillis par des familiers.

les difficultés des opérations d’expulsion ont amené tant les auto-rité espagnoles que les morisques eux-mêmes à modifier les parcours initialement envisagés20. ainsi il avait été prévu que les morisques d’aragon s’embarqueraient tous au port des alfaques, à la limite entre Catalogne et royaume de Valence. Une partie au moins prit la direction des ports français, principalement Marseille21. Par ailleurs

18 ParDO MOlErO, Juan Francisco, La defensa del imperio, Carlos V, Valencia y el Mediterráneo, Ma-drid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe ii y Carlos V, 2001.19 SEbaG, Paul, «Une relation inédite sur la prise de Tunis par les Turcs en 1474», Les Cahiers de Tunisie, XVII, 1969, pp.7-250. P. Sebag en donne le texte intégral en italien et une traduction en français.20 Pour la distribution des départs, il convient de se reporter à H. lapeyre, op.cit.21 Par exemple, le navire Saint Nicolas, propriété du marchand Honoré roustan, d’antibes était allé à ibiza charger du sel et du blé. le mauvais temps l’obligea à se réfugier à los alfacs. il fut réquisitionné pour transporter 600 morisques jusqu’à Marseille ou livourne. il semble que les exilés aient été débarqués à Marseille. Cf. archives Générales de Simancas, Consejo de Justicia y Hacienda, legajo 590-10-1.

d’ahmed Saadaoui, Testour du XVII° au XIX° siècle, histoire architectu-rale d’une ville morisque de Tunisie, paru en 1996 à Tunis16. le premier est une synthèse qui dépasse largement le cadre de la seule Tunisie mais, entre autres aspects, résume bien les travaux antérieurs qui y ont été consacrés. le second est une monographie impeccable. la publication du journal du Trinitaire Pedro Ximénez rédigé pour la partie tunisienne entre 1720 et 1726 que préparent raja bahri et Mi-guel Ángel de bunes devrait constituer bientôt une nouvelle avancée considérable17.

Cet intérêt très marqué en Tunisie pour les morisques mérite ex-plication. En effet, si l’on réfléchit tant soit peu à la situation des mo-risques à la veille de l’expulsion d’Espagne, l’arrivée en Tunisie d’une partie importante d’entre eux était improbable. la distance entre Valence ou Malaga et Tunis étaient infiniment plus grande qu’entre Séville et Tanger, Malaga et Ceuta, Valence et Oran. les exilés avaient peu de possibilités de se rendre dans la zone la plus orientale du Maghreb. Cette évidence géographique était renforcée à la fois par les réalités géopolitiques et par la tradition de la migration espagnole en direction de l’afrique du Nord. au sein de la monarchie catholi-que au XVi° ou au XVii° siècle, les différents territoires n’avaient pas la même approche du monde musulman. Tandis que l’andalousie comme le Portugal étaient préoccupés essentiellement par ce qui se déroulait au Maroc atlantique et méditerranéen, le royaume de Valence et les iles baléares ne pensaient qu’à la régence d’alger, et les possessions italiennes —Sardaigne, royaume de Naples et Sicile— s’inquiétaient avant tout de la situation de la régence de Tunis. De ce point de vue l’expédition de 1535, ayant permis de rétablir sur son trône Mulay Hassen le souverain Hafside et de reprendre la Gou-lette, n’a guère satisfait les sujets valenciens de l’empereur, car ils ne voyaient pas quel bénéfice en tirer tandis que les corsaires d’alger

16 DE EPalZa, Míkel, Los moriscos antes y después de la expulsión, Madrid, Mapfre, 1992; Saa-DaOUi, ahmed, Testour du XVII° au XIX° siècle, histoire architecturale d’une ville morisque de Tunisie, Tunis, Faculté des lettres la Manouba, 1996.17 En attendant cette publication voir l’ouvrage de leïla Ould Cadi Montebourg, Alger, une cité turque au temps de l’esclavage à travers le journal d’Alger du père Ximénez, 1718-1720, Montpellier, Uni-versité Paul Valéry, 2006.

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ont été objets d’analyses. Pour autant il nous reste beaucoup à découvrir. On me permettra, pour finir, de proposer quelques pistes de recherches. la première est celle de la nécessaire étude du milieu des morisques ayant abandonné l’Espagne de leur plein gré quelques mois ou quel-ques années (1607-1608) avant le décret d’expulsion de 1609. On se rend compte de plus en plus que leur nombre (quelques milliers) probablement est plus élevé que nous ne l’avons longtemps imaginé. Convaincus que leur sort était scellé en Espagne, possédant le plus souvent des biens et parfois étant très riches, ils ont préféré émigrer après avoir soigneusement préparé leur départ et peut-être aussi leur installation. Certains ont choisi la régence de Tunis. Pourquoi? Com-ment? ainsi le duc d’Escalona, vice-roi de Sicile, écrit le 4 janvier 1608 à Philippe iii depuis Palerme avoir été prévenu de l’arrivée, à Tunis, d’un navire français transportant 150 morisques provenant de la zone située entre Valence et alicante. De surcroît le navire serait sur le point d’aller chercher aux mêmes fins 300 autres morisques22. Quel rôle ces premiers arrivants ont-ils joué dans l’accueil des vagues massives de 1610-1611 et dans la structuration des communautés?

Je note que le duc d’Escalona se réfère à des morisques valen-ciens. Cette indication d’origine géographique, comme toutes celles de cet ordre, est importante et en général nous n’y avons pas assez prêté attention. En effet, nous trouvons dans la régence de Tunis des morisques valenciens, des tagarins ou morisques aragonais et des grenadins. Ce dernier terme est le plus ambigu. Ceux qui sont désignés par le mot «grenadin» sont pour la plupart des descendants des morisques du royaume de Grenade déportés en 1570. ils vien-nent en 1610 de tous les territoires de la Couronne de Castille. il faut croire que beaucoup parmi eux attachent du prix à ces distinctions d’origine, puisque tagarin ou grenadin accompagne souvent quand il ne le remplace pas le terme morisque. Ces réalités devraient nous amener à nous interroger sur la possible existence de solidarités géo-graphiques à l’intérieur de la communauté morisque. Comment se

22 a.G.S, Estado, Sicilia, legajo 1163. Cette question de l’émigration antérieure au décret d’ex-pulsion fait actuellement l’objet de travaux de la part de luis bernabé Pons, dont on trouve une contribution dans ce même volume, et de celles de Jorge Gil Herrera, qui réalise une thèse à l’Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales.

leur trop grand nombre amena d’autres à passer les Pyrénées ara-gonaises ou navarraises et à traverser le sud de la France à partir du mois d’août 1610. De même, parmi les morisques d’andalousie et du royaume de Murcie, beaucoup partirent de Séville en direction de la France ou de l’italie afin de pouvoir emmener leurs enfants que les autorités voulaient retenir si les parents cherchaient à se rendre en afrique du Nord. De nombreux morisques de la Manche ou de Vieille-Castille gagnèrent encore la France.

Une grande part de tous ceux-ci arriva en Tunisie. Depuis les ports français d’agde, de Marseille, de Toulon ou depuis le port ita-lien de livourne, le trajet jusqu’à Tunis était selon les cas plus court ou à peine plus long que jusqu’à alger ou Tetouan. les liens commer-ciaux étroits entre livourne et Tunis et entre Marseille et Tunis faci-litaient les transports. a ce facteur s’est ajoutée sans doute la qualité de l’accueil réservé à Tunis aux exilés, qualité qui tranchait avec les difficultés rencontrées dans le Maghreb occidental.

Dans ces circonstances, l’apport morisque a signifié une rencontre exceptionnelle entre le monde hispanique d’où venaient les expulsés et le monde tunisien où ils s’installèrent. Exceptionnelle dans le temps et, comme je viens de le souligner, sans précédents. Et, pourrait-on ajouter, sans postérité, parce ultérieurement la géographie s’est à nouveau imposée aux flux migratoires. Exceptionnelle aussi dans l’espace tunisien par son volume, par son potentiel économique et par sa profonde influence. a ce dernier égard nous disposons ici de l’éclairante contribution de Sadok boubaker. Mais sans doute faut-il y insister, la culture véhiculée par les morisques de Tunisie a servi de trait d’union plus qu’ailleurs entre l’Espagne et le pays d’accueil, ne serait-ce qu’à cause de la pratique au quotidien de la langue castillane par les hommes et les femmes venus d’aragon et de Castille alors que leurs frères valenciens ou andalous installés le plus souvent au Maroc ou dans la régence d’algérie souvent l’ignorent.

Nos connaissances sur les communautés morisques de Tunisie sont donc désormais solides. les lieux d’installation, les activités économiques, les modes de vie, les relations avec le pouvoir ottoman

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riche et est originaire de Pastrana, la cité castillane de la soie. les deux hommes allaient sans doute recouvrer des créances mais le mauvais temps les oblige à relâcher à Trapani28. arrêtés avec neuf autres mo-risques, Zapata et Pérez prétendent fuir Tunis pour s’installer à Mar-seille, ce qui ne trompe pas les autorités de Sicile, à commencer par le duc d’Osuna, vice-roi. luis Zapata est cependant libéré au bout de quelques mois. Tout porte à croire qu’il est au centre d’un commerce actif entre Tunis, la Sicile, la Provence et peut-être aussi l’Espagne. On peut formuler l’hypothèse qu’il est originaire de Grenade car de la ville andalouse lui sont adressées des lettres interceptées en Sicile en 161629. appartiendraient au réseau rodrigo Zapata (un frère?) et un certain Felipe de Padilla qui se trouvent à avignon, le notaire Juan Calvo demeuré à Grenade où il participe à l’administration des finan-ces du royaume de Grenade. Et dans une lettre de Calvo à rodrigo Zapata et il est question de la mort de l’«amigo» Miguel de luna, de toute évidence le célèbre écrivain et traducteur. le duc d’Osuna pense que «los que de acá le escriben son tan moros como los que allá están». Ces bribes nous invitent à découvrir la réalité d’un probable-ment capital réseau.

les indices sont d’autant plus sérieux que luis Zapata était aussi en affaires avec Miguel Enríquez Compañero, sans doute membre de la très riche et puissante famille Comañero, originaire de Huesca. récemment María del Carmen ansón Calvo a montré que les Com-pañero avaient des liens matrimoniaux avec les Fez Muley, la grande famille grenadine dont les ascendants, les mérinides ont régné sur le Maroc30. Miguel Enríquez Compañero tente à Tunis en octobre 1612 de percevoir des créances qui lui sont dues31. a quand remontent ses liens avec luis Zapata?

On peut s’interroger sur la personnalité d’autres morisques. Qui sont Juan de benavides et Juan de Zafra, originaires d’alcalá de Henares?32 ils sont loin d’être démunis et ont des liens avec un libraire

28 a.G.S. Estado, leg. 1166.29 a.G.S. Estado, leg. 1170/51 et 52.30 aNSÓN CalVO, María del Carmen, “Diego de rojas y alonso Muley Enriquez y Merín de Fez: ilustres esposos de Cándida Compañero”, Sharq al’Andalus, XViii, 2003-2007, pp. 9-37.31 GraNDCHaMP, P., op.cit., p.108.32 GraNDCHaMP, P., op.cit., tome iV, Tunis, 1926, pp.40, 61, 76, 116, 153.

sont regroupés les exilés?la deuxième proposition devrait aller de soi et concerne tous les

chercheurs. J’ai rappelé plus haut les étapes qui ont conduit notre communauté d’historiens, de linguistes, d’archéologues, d’anthropo-logues… des deux rives de la Méditerranée à se réunir autour de la question morisque. il faut aller plus loin en croisant plus qu’on ne l’a fait les diverses sources éparpillées entre la Tunisie, l’Espagne, la France et l’italie, et en accordant aux acteurs une attention aiguë. Je suis persuadé que les études de réseaux, familiaux, professionnels, ré-sidentiels, affinitaires…si à la mode aujourd’hui, peuvent, si elles sont appliquées aux communautés morisques, être riches d’enseignement.

Prenons l’exemple de luis Zapata, ce marchand qui a eu des res-ponsabilités à la tête des morisques (cheikh ou alguacil mayor) de la régence, mais dont l’existence comporte toujours beaucoup de zones d’ombre. Nous ne savons ni quand il arriva à Tunis ni d’où il venait23. Cependant luis bernabé a découvert qu’il fut commissaire des mo-risques séjournant en France en 1610. Mikel de Epalza nous rappelle que les archives du consulat de France à Tunis recèlent entre 1612 et 1615 onze documents le concernant24. Ceux-ci le montrent participant à plusieurs opérations lucratives de rachat de captifs chrétiens en 1614 et 161525. Mais surtout on apprend qu’il a eu auparavant maille à partir avec les inquisiteurs du tribunal de Palerme, qui l’accusent d’avoir fait pression en août 1612 sur le Dey pour faire condamner à mort en août 1612 un prêtre italien. De fait son épouse, María Díaz, demande au consul français d’intervenir auprès de l’inquisition sici-lienne. luis Zapata fut libéré après enquête26.

Des documents des archives de Simancas jettent une lumière complémentaire sur les activités du morisque27. il a en réalité quitté Tunis sur un bateau marseillais au début de mars 1613 pour se rendre à la cité phocéenne en compagnie de Juan Pérez qui, semble-t-il, est

23 bErNabÉ PONS, luis, «Notas sobre la cohesión de la comunidad morisca más allá de su ex-pulsión de España», Al-Qantara, vol. XXiX, n°2, 2008, pp. 307-332.24 DE EPalZa, M. “Moriscos y andalusíes…”,op.cit., Voir note 8.25 GraNCHaMP, P., La France en Tunisie au début du XVII° siècle (1611-1620), tome iii, Tunis, 1925, pp.112, 113, 117, 154.26 Ibid., pp.84.27 le travail de luis bernabé Pons, «Notas sobre la cohésión...», op.cit., réunit (pp. 314-326) tout ce que l’on sait de luis Zapata. l’hypothèse avancée selon laquelle Zapata aurait été un espion du duc d’Osuna, vice-roi de Sicile, paraît vraisemblable. Nous ne savons rien du destin de Zapata après 1616.

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de la grande ville universitaire. Qui est ibrahim abulaz extrêmement actif dans les années 1620? On peut émettre l’hypothèse qu’il est des-cendant d’alonso Hernández abulaz, marchand de Grenade dont les fils alonso et lorenzo habitaient baeza à la fin des années 158033. Et Mustafa Cardenas, le successeur de Zapata, n’appartiendrait-il pas à la famille des Cárdenas, marchands parmi les plus prospères de Gre-nade jusqu’à l’éclatement de la rébellion de 1568? On peut de la sorte rêver à l’établissement de monographies familiales qui remonteraient au moins à la première moitié du XVi° siècle et seraient poursuivies au-delà du XVii° siècle. il est indispensable de ne faire de 1609 ni une fin ni un début.

Enfin s’il importe d’étudier les modalités de l’intégration des morisques dans la société tunisienne, en particulier par le biais des alliances matrimoniales, des affinités religieuses et des compagnies d’affaires locales, il ne faut pas négliger les liens tissés avec l’extérieur. les documents du consulat de France qu’a collectés louis Granchamp montrent que de nombreux morisques de Tunisie sont, à l’instar de luis Zapata, en affaires avec d’autres demeurés en France ou en italie mais aussi avec des juifs ou des chrétiens, français, italiens, maltais, espa-gnols. l’expulsion de 1609 des territoires espagnols n’est pas au plan des relations, entre autres économiques, une coupure définitive. les morisques, comme les captifs chrétiens, envoient des informations éventuellement à des parents demeurés en Espagne ou à d’anciens voisins morisques ou vieux-chrétiens. Comment réussissent-ils à maintenir ces réseaux? Se déplacent-ils eux-mêmes? Quels sont leurs intermédiaires? Quelle part les morisques ont-ils pris aux échanges, à la communication, entre les deux rives de la Méditerranée? assuré-ment le chantier est inépuisable.

33 a.G.S., Camara Cedulas, libro 263.

1609: CUESTIONES DE REPUTACIóN

Juan E. Gelabert

Visiting Scholar Universidad de Cambridge

En el año 1611, cuando todavía quedaban en tierras españolas no po-cos moriscos a los que desde la primavera de 1609 se había obliga-do a dejar su patria, se publicaba en Madrid el Tesoro de la Lengva Castellana, o Española compuesto por el licenciado Sebastián de Covarrubias Orozco. la entrada “reputar” del diccionario en cuestión se despa-chaba así: “Estimar”. Y luego, tanto para el sustantivo “reputa-ción” como para el adjetivo “reputado”, se repetía idéntico significado, a saber: “estima”, “estimado”. Finalmente se aclaraba que reputación “puédese tomar en buena o mala parte”34. la homolo-gía entre reputación y estima comparecía también en el lenguaje polí-tico al uso, como muestran las palabras dirigidas en 1625 por Olivares a Felipe iV: “Siempre he anhelado ver a Vuestra Majestad gozando en el mundo de una estima y una reputación comparables a vuestra grandeza”35. Pero existía sin duda algo más que un mero sentido de aprecio cuando tanto estima como reputación —pero sobre todo ésta— se trufaban precisamente en el discurso político, razón por la cual tal vez el Duque de Medina de las Torres se viera obligado a precisar

34 Cito por la ed. de Martín DE riQUEr, Editorial alta Fulla, barcelona, 1993.35 H. ElliOTT, John, Spain and its World, 1500-1700, New Haven-londres, 1989, pág. 123.

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en 1666 que: “la verdadera reputación de los estados no consiste en meras apariencias, sino en la permanente seguridad y conservación de sus territorios, en la protección y bienestar de sus súbditos, [y] en el respeto que los otros príncipes tengan por su autoridad y fuerza militar”36. a esta clase de reputación era a la que también se refería don Diego de Saavedra Fajardo en la número treinta y uno de sus empresas, donde reputación formaba pareja desde el primer momento no con estima, sino con autoridad37. Y es en este contexto donde el ilus-tre diplomático murciano introduce frases que no dejan lugar a dudas respecto al verdadero significado que en el lenguaje político tomaba por entonces el vocablo reputación, como, por ejemplo, que:

Un acto sólo derriva la reputación, i muchos no la pueden restaurar, porque no ai mancha que se limpie sin dejar señales, ni opinión que se borre enteramente.

Otras frases de la misma empresa hacen circular el concepto por la misma senda: «¿Qué otra cosa es la reputación sino un ligero espíritu encendido en la opinión de todos que sustenta derecho el ceptro?»

reputación o estimación se antojan, pues, “en buena o mala parte”, territorios situados, como el honor, “en la opinión agena” (Saavedra Fajardo), de tal suerte que se ganan o se pierden más por iniciativa del observador que por la del propio actor, a quien, desde luego, afec-tan, y mucho, de manera especial en tiempo de guerra. Es en tales ocasiones, añade Saavedra Fajardo, en las que “esta reputación obra mayores efectos”, pues, gracias a ella, “corta más el temor que la es-pada, i obra más la opinión que el valor. Y así no se a de procurar menos [la reputación], que la fuerza de las armas”. En fin :

En la Magestad Real no ai más fuerza que el respeto, el qual nace de la admiración, i del temor, i de ambos la obediencia; i si falta ésta, no se puede mantener por sí misma la Dignidad de Príncipe, fundada en la opinión agena, i queda la Púrpura real más como señal de burla que de grandeza.

Que la reputación constituía parte sustancial del bagaje ideológico que sustentaba la conservación de príncipes y estados es algo que

36 Ibid., pág. 135 (cursiva mía).37 Idea de un Príncipe Político-Cristiano representada en Cien Empresas, ed. de la real academia alfonso X el Sabio, Murcia, 1994, empresa 31.

difícilmente cabe poner en duda cuando se trata de aquellos tiempos. Vistas así las cosas, ¿cuál podía ser la altura por la que anduviera la reputación de la Monarquía Hispana por los años iniciales del siglo XVii? Ciertamente seguía impresionando su extensión, si bien lo que más parecía interesar a los observadores coetáneos se inclinaba hacia el análisis de su capacidad para mantenerse más o menos incólume tras los lejanos y gloriosos días de Fernando e isabel. Una de las mentes más lúcidas de aquellos días, y de toda la historia de Europa, como sin duda lo era Francis bacon, decía por entonces sentir admi-ración por cómo España era capaz de “abrazar y reunir tan grandes dominios con tan pocos españoles naturales”, muy por encima de lo que en sus días habían logrado roma y Esparta38. Es verdad, en efecto, que la Monarquía Hispana no sufriría pérdidas territoriales significativas hasta mediados del siglo XVii. Con todo, desde el año de la muerte de Felipe ii (1598) hasta el de 1609, habían tenido lugar determinados acontecimientos (militares, diplomáticos…) que pa-recían haber empañado un tanto la herencia del rey Prudente, un monarca que, según el mismo Saavedra Fajardo, había sido “gran rey […] en las artes de conservar la reputación: con ella desde un retrete tuvo obedientes las riendas de dos Mundos”.

En las líneas que siguen trataré de mostrar que de 1598 a 1609 la reputación de la Monarquía Hispana conoció sucesivos traspiés, el más grave acaso precisamente en este último año; y que si “un acto sólo derriva la reputación”, como al principio se advirtió, la secuencia de alguno o algunos más podía ya resultar preocupante. Para el historiador atento no es difícil percibir esta mengua de reputación allí donde justamente aflora a la menor oportunidad, esto es, en las cortes y cancillerías de los países enemigos, competentes o émulos de la Casa de austria; esto es, allí donde se fragua la “opinión agena”. Poco importan al caso las razones, certidumbres o fundamentos de dicha pérdida, pues ya se ha insistido bastante en que la reputación pertenece al territorio de la “opinión”. No se niega, sin embargo, que

38 The Essayes or Counsels, Civill and Morall..., XXiX ("Of the True Greatness of Kingdoms and Estates"), en The Works of Francis bacon..., James Spedding, robert leslie Ellis y Douglas Denon (eds.), 12 vols., londres, 1879, en concreto vol. Vi, part. ii, pág. 448.

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de puertas adentro pueda también percibirse e incluso vocearse la referida mengua ante hechos singulares, como si de puertas adentro acabara por hacerse propia la “opinión agena”. Es fácil entonces que esta asunción se haga por parte de los opositores políticos en el seno de la lucha faccional al uso, dejando a un lado al monarca y culpando a sus ministros... Pues bien: en el año 1609, en el año de la expulsión de los moriscos, “un acto sólo”, como lo fue la firma por parte de Fe-lipe iii de la llamada Tregua de amberes alcanzada con las Provincias Unidas en el mes de abril, derribó la reputación de la Monarquía His-pana hasta simas nunca antes conocidas. Dicho “acto” constituyó el último de los eslabones de una infausta cadena iniciada en 1598, pero fue tal vez el más oprobioso de todos ellos, hasta el extremo de que se hizo preciso neutralizarlo so pena de que su rebufo pudiese llevarse por delante al mismísimo Duque de lerma, políticamente ya muy tocado desde hacía un par de años. la extensión de la oposición al valido de Felipe iii y la gravedad de los cargos contra él acumulados en los últimos tiempos podría quedar sintetizada en las palabras escri-tas por el embajador inglés Sir Charles Cornwallis en marzo de 1608, cuando todavía la Tregua de amberes no había llegado a término :

Claman contra él [Lerma] en público por haber engrandecido su propio estado, y ahora, en estos últimos días, llegan a hacerlo con tanta desen-voltura como que, añadiéndole el tema del tratado con los Países Bajos, le llaman traidor, diciendo que acuerdos de paz tan deshonrosos no pueden proceder de otras entrañas que no sean las de un traidor y un cobarde39.

ante semejante situación cabía en lo posible que el valido inten-tara contrarrestar las críticas a su política poniendo en bandeja del rey una medida que no sólo contara con su apoyo sino que le reconciliara también con sectores de opinión como los detectados por Cornwallis. algunos historiadores no han vacilado a la hora de ver precisamente en la expulsión de los moriscos el golpe de efecto con el que el Duque de lerma creyó poder sacudirse dos años y pico de un via crucis po-lítico difícilmente soportable. rafael benítez Sánchez-blanco no se ha recatado en sostener que la expulsión debe ser observada como “una

39 WilliaMS, Patrick, The great favourite. The Duke of Lerma and the court and government of Philip III of Spain, 1598-1621, Manchester-Nueva York, 2006, pág. 149.

contrapartida a las cesiones hechas en materia de prestigio y de defensa de la religión ante los rebeldes”40. Por su parte, antonio Feros ha ido acaso más allá entregándonos la propia confesión de lerma: tanto entonces, como de nuevo en 1617 (Paz de asti), el valido se escudó en sendas maniobras de distracción para tapar vergüenzas en cuya gestación había tenido un papel más que relevante41. No lo ha visto así Patrick Williams, quien muestra a lerma poco entusiasmado con el proyecto, y razones en tal sentido no le faltaban, por su condición de señor de vasallos en el reino de Valencia42. Con todo, ya en 1982, analizando los efectos de la Tregua, Jonathan i. israel se percató de que, una vez el tratado se hubo firmado, “la principal ocupación” del valido residió en “neutralizar [offset] la pérdida de reputación” que de aquélla había sobrevenido. El historiador holandés percibe asimismo un cierto viraje de norte a sur en la agenda diplomática hispana de aquellas jornadas, llegando a citar, entre otras actuaciones propias de este nuevo contexto, la misma expulsión de los moriscos43.

Sea como fuere, el año 1609 golpeó las conciencias y una cierta sensación de agotamiento, de fracaso, de vuelta de hoja, de cambio de tercio, asoma por aquí y por allá a poco que se escarbe. No es ca-sual que don Francisco de Quevedo fechara precisamente a 20 de sep-tiembre (tras la ratificación por Felipe iii el 7 de julio del tratado de Tregua) su España defendida, donde, entre otras cosas, el autor “avisa a lerma y a Felipe iii de la decadencia de las costumbres que trajeron a roma los periodos de paz”44; o que fray Gerónimo Gracián de la Madre de Dios creyera por su parte que el fracaso religioso, militar y político del que también él estaba siendo testigo desde bruselas podía preludiar nada menos que la “caída” de España, “que es la que más se ha sustentado y sustenta en la fe”45 .

las cosas, sin embargo, habían empezado a torcerse ya en 1598.

40 Heroicas decisiones. La Monarquía Católica y los moriscos valencianos, Valencia, 2001, pág. 377.41 Kingship and Favoritism in the Spain of Philip III, 1598-1621, Cambridge, 2000, pág. 204. Hay traducción al castellano (Madrid, 2002).42 The great favourite, pág. 157.43 The Dutch Republic and the Hispanic World, 1606-1661, Oxford, 1982, págs. 12-13.44 rONCErO lÓPEZ, Victoriano, “aproximaciones al estudio y edición de la España defendida”, La Perinola: revista de investigación quevediana, I (1997), págs. 215-236.45 Diez lamentaciones del miserable estado de los ateístas de nuestros tiempos…, con estudio preliminar del P. OTGEr STEGGiNK, O. C., Madrid, 1959, pág. 67. la carta está fechada a 26 de julio de 1609.

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Con tres frentes de guerra abiertos (Francia, inglaterra, Provincias Unidas) hasta pocos meses antes de abandonar este mundo, Felipe ii había decidido cancelar alguno de ellos y creyó que acaso el de Francia resultaría tanto más sencillo de liquidar como más remunerador a medio plazo. así que, dando por buena la intermediación del Papa Clemente Viii entre él y el recién convertido en 1595 rey de Francia Enrique iV, delegados de ambos países comenzaron a explorar posi-bilidades para una paz hacia el otoño de 1596. No resultaba asunto fácil para el rey de Francia, que poco antes había formado con los otros dos enemigos de Felipe ii una llamada Triple alianza. Para entonces España no estaba saliendo mal parada de las operaciones militares en curso, a pesar de la bancarrota sobrevenida en noviembre de 1596. retenía una importante base naval en bretaña (blavet), en abril de 1596 había conquistado Calais, inmejorable cabeza de puente para combatir tanto a inglaterra como a las Provincias Unidas, y en una sorprendente operación, tan audaz como rápida, amiens era tomada por tropas españolas que se colocaban de este modo en el camino hacia París.

Mientras tanto Felipe ii no descuidaba el particular tratamiento de los asuntos de Flandes. a tal fin, en abril de 1595, el rey había nombrado a su sobrino el archiduque alberto de austria gobernador de los Países bajos, a los que éste llegó a fin de año. iba el nuevo gobernador pertrechado “con poderes y facultades tan estendidas y grandes que ninguno las tuvo tales”, habida cuenta de la “superiori-dad del grado, alteza de la sangre y mucha satisfacción que [Felipe ii] tenía de su religión, valor y prudencia y de la obediencia que le tuvo siempre”. No poca trascendencia habrían de tener tan extendidos poderes en los acontecimientos de los años por venir, incluidos los de 1609. a mayores, Felipe ii prometió también entonces a su sobrino “casar [lo] con la infanta doña isabel, con dote de los Estados bajos de Flandes”, aunque la publicidad de la promesa no llegaría hasta el 6 de mayo de 159846.

Por el momento el archiduque alberto debía hacer frente a las

46 CabrEra DE CÓrDOba, luis, Historia de Felipe II, rey de España, 3 vols., Valladolid, 1998, MarTÍNEZ MillÁN, José y DE CarlOS MOralES, Carlos Javier (eds.), pág. 1.544.

operaciones militares en curso, sirviéndose al propio tiempo de ellas de tal manera que le permitiesen acomodar el mejor de los escena-rios posibles de cara a las conversaciones de paz. la práctica al uso consistía, en tales circunstancias, en acelerar las conquistas de plazas a fin de presentarse en la mesa en posición ventajosa. a este fin había respondido la importante toma de Calais. Sin embargo, el abandono del socorro a amiens, que finalmente hubo de capitular ante el rey de Francia en septiembre de 1597, parecía que estuviese conduciendo las cosas por camino opuesto. En aquellos días se criticó desde varios frentes esta decisión de alberto. la “opinión agena” construyó una explicación que el cronista real Cabrera de Córdoba incluye en su Historia, si bien, de modo tan sutil, que la responsabilidad en ella del archiduque se diluye por entero47. lo cierto fue que cuando Enrique iV puso sobre la mesa como condición para entrar a negociar la devolución de todas las plazas en manos de los españoles, alberto se vio obligado a ponderar el alcance de esta precisa exigencia junto a su futura condición de soberano de los Países bajos. Dicho de otro modo: su pacífica instalación en ellos pasaba por hacer las paces con su poderoso vecino, al igual que con la reina de inglaterra… alberto, hijo del emperador Maximiliano ii, debía entonces sopesar, por un lado, los límites de su fidelidad a la rama madrileña de la Casa de austria y, por otro, su ascendencia austriaca, imperial, que le impelía —o le obligaba— a buscar el acuerdo con sus rebeldes súbditos de las Provincias Unidas, objetivo a largo plazo para cuya consecución se hacía necesario hacer primero las paces con Francia e inglaterra. Y si para ello era preciso devolver Calais, amiens y blavet, entre otras, pues así se haría.

la paz alcanzada en Vervins entre España y Francia el 2 de mayo de 1598 entregaba a ésta las conquistas españolas de la pasada guerra. a muchos observadores pareció que España concedía demasiado. De la entrega de Calais se dijo, por ejemplo, que no era tanto un asunto del valor intrínseco de la plaza como, precisamente, de reputación (“it is not of that wourthe as it is of reputacion”48). alberto parecía

47 Op. cit., pág. 1.61848 G. bUTlEr, Geoffrey, The Edmondes Papers, a selection from the correspondence of Sir Thomas Edmondes, envoy from Queen Elizabeth at the French Court, (ed.), londres, 1913, pág. 308.

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estar anteponiendo sus propios intereses como soberano de los Países bajos a los de quien acababa de concederle tal título. El embajador agostino Nani transmitió a Venecia el tono de los comentarios en Madrid: la paz era necesaria, pero sus términos resultaban tan dudo-samente honorables para Felipe ii que no cabía augurarle mucha vigencia. luego venían otros detalles, como que acaso hubiera sido más pertinente un acuerdo con inglaterra o con las mismísimas Provincias Unidas49. Meses más tarde era Francisco Soranzo el sor-prendido de que, llegado julio, todavía no se hubiera publicado la paz. Tampoco se percibía síntoma alguno de alegría. algunos argu-mentaban que tal vez pudiera excusarse la celebración dado que por parte de España nunca se había declarado la guerra… “Parece que la paz no goza aquí de una gran popularidad” —comentaba—. Entran-do más al meollo del asunto salían otras vergüenzas. “la entrega de tantas plazas fuertes —añadía— es considerada como algo impropio de la dignidad de esta corona”. a modo de consuelo se advertía, no obstante, que “los más avisados se dan cuenta, sin embargo, de que en 1559 se tomó el mismo curso, aunque entonces España había gana-do muchas más victorias que las que ha obtenido en esta guerra”. So-ranzo apuntaba finalmente a los inconformistas: los grandes, quienes consideran los términos del acuerdo “en exceso desfavorables para España”. El Conde de Fuentes habría dicho: “No va a ser publicada en absoluto; ni solemnemente ni en ninguna otra manera, pues esta-mos avergonzados de ella, y fue acordada por quienes no entienden el manejo de las armas”50. No era ilógico que quienes habían peleado en los campos de batalla de Francia (el Conde de Fuentes, el Condes-table de Castilla, etcétera) se sintieran hasta cierto punto traicionados por el curso que habían tomado las cosas. El archiduque alberto es-taba, obviamente, en su punto de mira.

Una paz con tales condiciones tampoco fue fácil de digerir para el heredero de la corona, el futuro Felipe iii, quien hasta 1601 no ratificó lo firmado por su padre, actitud que hasta entonces mantuvo en vilo a Enrique iV y constituyó el punto capital en la agenda de los emba-jadores del rey de Francia en la corte de Madrid. además, el joven rey

49 Calendar of State Papers, Venecia, iX (1592-1603), londres, 1897, pág. 325, (25 de mayo de 1598).50 Ibid., págs. 331-332

tenía también razones para sentirse dolido con la herencia recibida, por cuanto la paz con Francia había estado acompañada de la cesión de los Países bajos a su tío alberto y a su hermana isabel Clara Eugenia, operación que asimismo se vio como poco decorosa para el nuevo rey, e incluso dudosamente “constitucional”.

Sea como fuere, los nuevos soberanos de los Países bajos comen-zaron pronto a desplegar una acción exterior que no siempre fue acorde con las directrices y deseos de Madrid. El acercamiento a inglaterra formaba parte, por ejemplo, de la tradicional política de los duques de borgoña, dignidad que ahora ostentaban alberto e isabel. Y así, mientras Felipe iii parecía empeñado en seguir lanzando armadas contra isabel, o invasiones sobre irlanda, los archiduques no cejaban en tender puentes y escudriñar la menor oportunidad de acercamiento que se presentase. Entre las dos isabeles de ambos lados del Canal parecía haber surgido una corriente de simpatía que la hija favorita de Felipe ii no se recató en manifestar por escrito. En una carta escrita al Duque de lerma en la primavera de 1600 quiso hacer tabla rasa con el pasado con estas palabras:

Espero que Dios nos ha de ayudar, pues sólo llevamos la mira en ençalzar su fe y vamos con diferente voluntad de los que ha habido aquí hasta aora; pues cierto lo que yo juzgo por lo que veo, no tenían gana de que se acabase esta guerra.

Y luego, en relación con la reina Tudor, comentó al Duque:

Yo he llegado a tal privanza con ella, que hace una reverencia cuando me nombra, y creo que es para obligarme a que la hiciese yo cuando la nombrase; pero yo me escuso con que no se usa en mi tierra. Allá gana diz tienen de la pax, pero queriéndola a su salvo y todo: diz que es de miedo de la grandeza de Francia, que si fuese la que el Rey desea, no es nada el mundo, y así es muy bien estar sobre aviso en todas partes51.

la archiduquesa isabel se había contagiado de la tradicional política borgoñona de alianza con inglaterra como contrapeso a la “grandeza” de Francia, justamente lo que su padre no había hecho en 1598, por más que entonces hubiese voces que así lo sugerían. Desde

51 Correspondencia de la Infanta Archiduquesa Doña Isabel Clara Eugenia de Austria con el Duque de Lerma y otros personajes, rODrÍGUEZ Villa, antonio (ed.), Madrid, 1906, pág. 12, (7 de abril de 1600).

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bruselas se alentaron por aquellos días las fallidas conversaciones de boulogne entre representantes españoles y flamencos, de una parte, e ingleses de la otra. No se trata de un episodio muy conocido, habi-tualmente despachado con el soniquete de que las partes no llegaron siquiera a entrar en materia por cuestiones iniciales de “precedencia”. Sospecho que hubo algo más, pues en un carta de 1603 del Condestable de Castilla a Felipe iii se hace mención de ciertos “capítulos desauen-tajados” como principal argumento contrario al acuerdo, capítulos con los que don baltasar de Zúñiga y don Fernando Carrillo se ha-brían a su vez mostrado en desacuerdo con sus socios flamencos52.

Nuevo episodio de dudosa reputación fue el trámite inicial de la paz con inglaterra alcanzada en el verano de 1604 tras la muerte de isabel Tudor en la primavera del año anterior y el acceso al trono de Jacobo Vi de Escocia y i de inglaterra. Ya resulta sintomático que fueran enviados del archiduque alberto los que primero tuvieron ocasión de cumplimentar al nuevo monarca incluso antes de que éste hubiese salido de Escocia… En cualquier caso, ni Madrid ni bruse-las podían desaprovechar un minuto en trabar relaciones de amistad con Jacobo. Éste, por su parte, parecía de igual modo bien dispuesto, de manera que pronto se abrió la posibilidad de llegar a un tratado de paz. los problemas de “reputación” surgieron por la elección del lugar para las conversaciones. El precedente de boulogne aconseja-ba que se hiciesen sobre terreno neutral. Jacobo argumentó, sin em-bargo, que, puesto que buena parte de la opinión pública inglesa no veía con buenos ojos la paz con España, la única manera de que ésta saliese adelante pasaba porque los españoles se acercasen a londres, movimiento que, naturalmente, colocaba a la delegación española en una posición poco airosa, quasi mendicante. Muy poco reputada, en suma. Se decidió entonces, por parte española, que su primer espada, el Condestable de Castilla, don Juan Fernández de Velasco, no cruzaría el Canal salvo cuando toda la negociación estuviese ya concluida.

52 archivo General de Simancas, Estado, legajo 2.511 (“Sobre lo que escriue el Señor archiduque alberto en cosas de Escocia”; 31, mayo, 1603). “assí porque siendo S. a. interessado en ella [la paz] por tan diferentes respetos, que V. M. y sus ministros flamencos poco seguros, podría ser que admitiese capítulos desauentajados, como se hizo en la paz de berbín y se hiziera en el tratado de Calés [boulogne] si don baltasar de Çúñiga y don Fernando Carrillo no se hallaran presentes”.

la delegación en londres estaría presidida por el Conde de Villa-mediana, al cual don Juan, con una carta tras otra, iba aleccionando desde esta orilla del Canal mientras las conversaciones progresaban. las reuniones tuvieron lugar en Somerset House, palacio a la sazón utilizado por la católica esposa del rey de inglaterra.

al año siguiente (1605) acudió a Valladolid una delegación inglesa para ratificar el tratado, a la que poco después siguió la presencia del primer embajador (Sir Charles Cornwallis) tras varias décadas de vacío diplomático. la sede de la embajada fue pronto vista como un lugar poco recomendable, escandaloso nido de herejes en la corte del rey católico. Pronto surgieron denuncias y conflictos entre el perso-nal de la delegación y las justicias ordinarias, amén de la inquisición, naturalmente… El 28 de abril de 1608 tomó cartas en el asunto el Patriarca de Valencia, Juan de ribera, con petición al Duque de lerma de que el embajador reformase “sus criados y gente de su casa en las cosas escandalosas, porque, de no lo haçer assí —decía—, pon-drá la justiçia el rremedio acostumbrado en semejantes subçessos”53. las “cosas escandalosas” iban desde el supuesto amparo a delincuentes a las “prédicas” que el embajador “y los de su secta” frecuentaban. ribera, en cualquier caso, no desaprovechó la ocasión para disparar por elevación contra la misma presencia de herejes en suelo hispano y, de rebote, contra una paz suscrita con tales sujetos. El destinatario del mensaje de ribera no era otro que el propio Felipe iii, razón por la cual, teniendo en cuenta las fechas en las que estos sucesos tuvieron lugar, su escrito ayudará a entender un aspecto del ambiente en el cual se estaban desenvolviendo las conversaciones para la Tregua de 1609 y el coetáneo decreto de expulsión de los moriscos.

El Patriarca confesaba que, “desde que se publicó la jornada del Condestable de Castilla a inglaterra y la causa y fin della”, habían comenzado también sus aflicciones, seguro como estaba de que “se hauría de ofender Nuestro Señor con estas pazes”. ribera estaba per-suadido de que “el hazer pazes con los infieles [sic] en las diuinas letras está prohibido tantas vezes que no se hallará cosa más repetida

53 archivo General de Simancas, Estado, legajo 212.

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assí en el Testamento Viejo como en el Nuebo”. El discurso continua-ba, y, de modo, a mi entender, harto expresivo, trocando la paz ya firmada con la tregua en curso, el arzobispo proseguía:

Dos causas puede auer para que lícitamente se hagan treguas y se ad-mita trato con los hereges: la una es, quando de hazerlas, se pudiese esperar provecho espiritual en la conversión dellos. La segunda quando las fuerças de los hereges fuesen tan superiores a las de los católicos que moralmente se juzgasse que auían de ser superados por ellos.

luego, tras referir los diversos concilios en los que se decretó “contra los reyes que hiziesen pazes con infieles y permitiessen que biuiessen en su reyno”, invocó para el caso el ejemplo de Fernando el Católico “hechando todos los judios de España, por lo qual mereçió ser el primero a quien la sede apostólica honró con título de católico”. ¿Cabía ahora expulsar a los herejes (ingleses, daneses, acaso franceses también, siendo hugonote), a los “infieles”, a quienes estuvieran más a mano y cayeran bajo una u otra etiqueta? El Patriarca cancelaba su exhorto con una apelación a Felipe iii que no me resisto a transcribir en su integridad:

El mundo espera alguna gran demostración de la grandeza de Vuestra Majestad en el principio de su felicíssimo reynado. Y con gran ra-zón la espera, pues, aliende de auérsela dado Nuestro Señor sobre todos los reyes de la tierra, ha dado juntamente con ella a Vuestra Majestad singular discreçión y prudençia, acompañada con hedad florida y firme salud. Y ninguna podría auer que satisfiziese tan entera y abundantemente a la expectación universal como acudir al remedio de los daños que se pueden temer desta comunicaçión de hereges.

En 1608, tras casi una década de reinado, Felipe iii no podía ofrecer gran cosa en su haber: una paz con Francia no sólo heredada sino, además, poco honrosa; un patrimonio amputado en una de sus partes más valiosas (Flandes); una bancarrota el año anterior; acusaciones de corrupción hacia los colaboradores más estrechos de su principal ministro; una paz —la de inglaterra— cuyos réditos no se veían por parte alguna… Y ahora, precisamente ahora, unas negociaciones de paz con sus rebeldes súbditos de las Provincias Unidas para las cuales,

antes de sentarse a negociar, habían éstas exigido —y obtenido— su reconocimiento como países “libres”.

Desde el momento en que la noticia sobre la ronda de conversa-ciones se conoció en las cancillerías y cortes de toda Europa, las opi-niones sobre el estado presente de la Monarquía de España no pudie-ron ser más negativas, tras un momento de inicial incredulidad. Ésta fue la actitud de robert Cecil, quien sostuvo que lo de “libres” debía entenderse sólo para la negociación, pero nunca a perpetuidad54. Un Sommaire de la négociation redactado poco después de que ésta hubiese concluido señalaba que no era concebible:

qu’un si grand Prince, et une nation si ambitieuse, et qui aspire à la monarchie de la Chrétienté (quoiqu’avec une vaine présomption plutôt qu’avec vrais et solides fondemens), voulût jamais consentir à un traité si hon-teux que celui qu’on leur offroit, lequel feroit connoitre leur foiblesse, lâche et mauvaise conduite, défauts qui sont bientôt suivis de mépris, et d’autres plus grands dangers et inconvéniens55.

No fue muy distinta la opinión del rey de inglaterra cuando tuvo delante el documento inicial que abría la posibilidad de negociar: él nunca hubiera creído que un rey de España pudiese dar su acuerdo a cosa “si indigne, si honteuse et de si dangereux éxemple pour tous ses autres sujets”56 . Según el embajador francés en londres, Jacobo i se hallaba “merveillesement scandalisé”. Como es natural, don Pedro de Zúñiga, representante diplomático de Felipe iii en londres, se apre-suró a culpar al archiduque alberto de maniobra tan poco lucida.

Pero la realidad se mostró tozuda: Felipe iii fue ratificando cuan-tas decisiones alberto se adelantaba a tomar en bruselas, desde el documento que sirvió para abrir la negociación hasta el Tratado del 9 de abril de 1609. “la force d’Espagne ne consiste plus qu’en mi-nes, bravades et réputation du passé”, sentenció el Duque de Sully en septiembre de 160857, a la vista de cómo se iba desenvolviendo el

54 allEN, Paul. C., Felipe III y la pax hispánica, 1598-1621. El fracaso de la gran estrategia, Madrid, Madrid, 2002, pág. 249.55 Les négociations du Président Jeannin, MiCHaUD y POUJOlaT (eds.), París, 1837, págs. 16-17.56 Ambassades de M. de La Boderie en Angleterre sous le règne de Henri IV et la minorité de Louis XIII depuis les années 1606 jusqu’en 1611…, bUrTiN, P.-D. (ed.), 5 vols., París, 1750, ii, pág. 170.57 Négociations, pág. 419.

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Juan e. Gelabert

proceso. “réputation du passé” era, al parecer, todo lo que quedaba a la altura de aquellos años. la tregua en aquellas condiciones fue vista en toda Europa como un asunto declaradamente vergonzoso, no imaginado pocos años antes, pero indicativo también de que muy mal tenían que estar las cosas para el gobierno de Madrid. En el plano de las consideraciones religiosas, Felipe debía sentirse francamente incómodo no habiendo sido capaz de arrancar un mínimo estatuto de tolerancia para los católicos residentes en las Provincias Unidas. Difícilmente podía la real conciencia sobrevivir a tales ahogos. así que la expulsión de los moriscos podía significar, en este sentido, el paliativo necesario para superar la crisis. Una crisis que lo era tanto en lo político como en lo religioso, tanto del rey como de su princi-pal ministro. En este sentido, y según Patrick Williams, mientras que lerma procuró desvincularse de la ratificación del tratado dejando solo en Segovia a Felipe iii aquel 7 de julio de 1609, éste no le consin-tió que se ausentara del proceso que llevaría a la expulsión de los mo-riscos, asunto en el que el valido mantenía, al parecer, una posición “ambivalente” (Williams)58. ambos, sin embargo, la explotaron bien a fondo para intentar tapar sus respectivas vergüenzas.

Una victoria histórica contra el infiel, la principal gloria de su rei-nado, como al parecer opinaba de ella Felipe iii, la verdad es que rey y ministro se las ingeniaron para compartir los beneficios propagan-dísticos de la medida: “El Duque de lerma persuadió a Su Magestad desta expulsión, y la executó, y assí es el que mayor parte tiene en ella después del rey nuestro señor”59. Tras una década de más que dudosas actuaciones, ambos, en efecto, necesitaban de un soplo que les mantuviera vivos. aunque fuera a costa de la desgracia ajena.

58 The Great Favourite, pág. 157.59 GarCÍa GarCÍa, bernardo. J, “Política e imagen de un valido. El duque de lerma (1598-1625)”, Primeras Jornadas de Historia de la villa de Lerma, lerma, 1998, págs. 63-104.

LOS MORISCOS EN EL MUNDO MEDITERRÁNEO DE LOS SIGLOS

XvI Y XvII

Miguel Ángel de Bunes Ibarra

Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

la expulsión de los moriscos entre 1609 y 1614 sigue siendo una de las grandes incógnitas de la historia española. aunque la bibliografía sobre esta cuestión es en la actualidad casi inabarcable, seguimos sin conocer cuáles son las razones últimas que ocasionaron la adversa suerte que padeció esa minoría en los primeros años del siglo XVii. además de cuestiones propias de la política interior que atañen direc-tamente a la organización de la propia Monarquía y a las maneras de la privanza que realiza el Duque de lerma, la suerte de esa minoría puede ser comprendida por la evolución de la política en el Medi-terráneo durante los últimos años del siglo XVi y los primeros del XVii. El gran problema es que esta cuestión no ha sido analizada, ya que la mayor parte de los trabajos sobre los moriscos se centran en el estudio del grupo dentro del contexto de la historia interior hispana, además del análisis de las propias características como una minoría marginada de la España de los siglos XVi y XVii.

los moriscos, según la visión tradicional de los estudios sobre esta disciplina, se convierten en un elemento de la política interna-cional después de su salida forzosa de España a partir de 1609. Hasta

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ese momento son, según la terminología establecida por Joan reglá, simplemente los quintacolumnistas del Turco en el interior de los dominios de la Monarquía Hispánica. Sin embargo, cuando un gran número de los deportados y exiliados se integra dentro de las socie-dades magrebíes que se dedican al ejercicio del corso musulmán en el Mediterráneo, tanto en el norte de África controlado por los oto-manos como en el supuestamente regido por la dinastía marroquí, su presencia dentro de las tierras del islam va a condicionar muchos de los comportamientos políticos de algunos de los gobernantes de esta área geográfica. aunque este hecho es innegable, se olvida con demasiada frecuencia que este colectivo también fue un factor muy importante en los años anteriores a los inicios del siglo XVii, tema que intentaremos esbozar en las páginas que siguen. Como resulta obvio, ninguno de los acontecimientos que se relatarán sirve para ex-plicar la suerte de la minoría en la época de Felipe iii, aunque pueden esclarecer algunas de las decisiones que se toman con respecto a su futuro.

la explicación más sencilla para analizar el papel de los moriscos dentro del ambiente del Mediterráneo de estas décadas es recordar la tensión que se vive en estas aguas como consecuencia de los pro-cesos de expansión de los dos grandes imperios que se asientan en sus extremos. El imperio Otomano y la Monarquía Hispánica llevan luchando desde las primeras décadas del siglo XVi para establecer una posición hegemónica en sus aguas desde el inicio de los reinados de Carlos V y de Selim i. Después de casi un siglo de enfrentamientos se ha alcanzado una situación de status quo en la que ambos conten-dientes han desistido de realizar nuevas conquistas territoriales en las zonas que domina el adversario, concentrándose en asegurar el control real de sus respectivas áreas de influencia. a los otomanos les interesa controlar sus rutas de navegación entre el archipiélago, Egipto, Siria y los balcanes, de la misma manera que España lo que desea es que no se impida la comunicación con el sur de italia y el at-lántico. Felipe ii después de la victoria de lepanto, que coincide cro-nológicamente con el fin de la guerra de las alpujarras, ha decidido

solventar la gran sangría económica y humana que supone mantener una política naval muy agresiva en este espacio. la conquista de la ciudad de Túnez después de vencer a los otomanos en las proximi-dades del golfo del arta es el final de la guerra directa entre las dos potencias, ya que ambas deciden desmantelar sus grandes y costosas armadas para centrar la acción de sus ejércitos en otras áreas geográ-ficas. los dos príncipes prefieren incluso alcanzar una tregua entre ambos —tregua que deberá ser secreta en muchas de sus cláusulas para no perder la reputación de cabeza de sus respectivas confesiones religiosas— a seguir postulando una guerra y una continua tensión militar que lo único que depara es una mayor ruina económica. Tam-poco se debe olvidar que la batalla de lepanto es, a la postre, una consecuencia del problema morisco. Selim ii decide atacar la isla de Chipre al tener noticias de la sublevación de los cristianos nuevos en la sierra granadina, ya que piensa que los moriscos granadinos de las alpujarras impedirán que los soldados de Felipe ii puedan surcar el Mediterráneo para ayudar a los venecianos sitiados, como hicieron con los malteses en 1565. En este caso el morisco no es “quintacolumnista”, el resistente interior en el territorio adversario para desestabilizar al oponente, sino un elemento que es aprovechado por la Sublime Puerta para realizar una empresa de escasa efectividad y de un valor más que dudoso. aunque desde 1517, en el sultanato de Selim i, los gobernantes de Estambul son “califas”, en esta acción Selim ii está actuando como un soberano preocupado exclusivamente por emular los éxitos de su padre y de su abuelo al arrebatar una isla a la Cris-tiandad, antes que realizar una política imbricada en la defensa de su credo religioso.

los moriscos sublevados en las alpujarras fueron auxiliados con algunas armas y asesores militares que procedían de argel, el beylik (principado de frontera) más cercano a las costas españolas de la Su-blime Puerta; pero fueron abandonados a su suerte por los soldados del sultán al no contar con el apoyo decidido de la flota turca que estaba intentando expulsar a los venecianos de Chipre. aún así, como ha demostrado a. G. Hess, siguieron pensando que el regente del

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palacio de Topkapi era la única autoridad que les podría ayudar en su desigual lucha con los cristianos. los otomanos fueron después de la batalla naval el factor psicológico que animó a los amplios co-lectivos de cristianos nuevos que pugnaban todos los días por seguir manteniendo sus creencias y sus formas de vida, el lejano califa que supuestamente velaba por su pervivencia dentro de un mundo cris-tiano excluyente.

los moriscos eran simplemente uno más de los actores, para su desgracia demasiado secundarios, de la tensión entre los dos impe-rios. Su proximidad a las costas mediterráneas, donde actúan los corsarios que realizan la “gaza” (yihad-guerra santa) bajo la sobe-ranía otomana, y la aceptación de que el sultán es el califa y emir de los creyentes a la larga les supondrán enormes problemas dentro de la política interna de la Monarquía. la consideración de que es-tos cripto-musulmanes eran unos quintacolumnistas del máximo enemigo del rey de España les hacía completamente sospechosos a los ojos de las autoridades y, lo que resulta más peligroso, a los de la población civil. Muchos de los moriscos que lograban escaparse de la Península para no seguir sometidos a la política de integración dentro de la sociedad cristiana que realizan las autoridades civiles y eclesiásticas a lo largo del siglo XVi se pasarán a las ciudades contro-ladas por los otomanos en el Magreb, en especial a Túnez y argel, con anterioridad a los decretos de expulsión de 1609. Estos andalusíes se enrolan como corsarios en las fragatas de las “taifa de los reis” de las dos urbes, y como escopeteros y arcabuceros en los ejércitos terres-tres que enfrentan a españoles y otomanos en las contiendas en las tierras del Norte de África, lo que acrecienta la sensación de que se está cohabitando con una población traidora y altamente peligrosa. las acciones de ataque a poblaciones costeras andaluzas y levantinas buscando la captura de hombres cristianos, el principal objetivo del corso, y la ayuda para trasportar comunidades moriscas para que se reintegren como musulmanes en las tierras del islam, los convierten en sospechosos de estar socavando las bases mismas de la seguridad de la Monarquía. Como resulta evidente, todos estos problemas serán

aireados por las personas que tienen que justificar la expulsión de los moriscos en 1609. En la mayor parte de la documentación de los primeros años del siglo XVii se repite continuamente que los moris-cos están preparando sublevaciones, ayudando a los corsarios en sus desembarcos, filtrando información sobre los movimientos de fuer-zas militares o los derroteros de las armadas españolas e italianas. En realidad, su inclusión en la dinámica de tensión armada del Me-diterráneo les hace convertirse en traidores y, como tales, pueden ser extirpados de los territorios de la Monarquía al ser peligrosos para la seguridad interior y exterior.

Si analizamos con más detenimiento la política de la Sublime Puerta con respecto a los moriscos, se aprecia perfectamente cómo los moriscos se convierten en unas víctimas más de la política del Mediterráneo, del mismo modo que otros colectivos que viven entre la paz y la guerra, como son los cautivos o los renegados. En España se considera que son los colaboradores de los corsarios argelinos, que es lo mismo que decir de la Sublime Puerta, o de los reformados del bearne, además de colaboradores de los corsarios ingleses, holande-ses o franceses que están combatiendo para desgastar el poder de la Monarquía española. Sin embargo, para el Sultán Otomano, con inde-pendencia de que haga grandes manifestaciones sobre su protección y salvaguarda, van a ser un elemento más de su política de dobles acciones que tiene como fin el engrandecimiento de sus estados, con independencia de la suerte de estos miles de cripto-musulmanes. Du-rante la sublevación de las alpujarras, los cristianos ven cómo naves argelinas llegan a las costas granadinas para desembarcar armas y municiones, así como expertos que ayudan a los sublevados a orga-nizar sus partidas por las sierras y collados. Pero esta ayuda es sim-plemente una obra de caridad que no implica un gran coste para las autoridades de argel y, mucho menos, para el Sultán de Estambul. Selim ii, al darse cuenta de que la mayor parte de los ejércitos de Felipe ii, así como un gran número de sus galeras, están entreteni-dos en luchar en las sierras del sur de España, decide invadir la isla de Chipre. Sin entrar a discutir la necesidad de esta conquista para

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las autoridades de la ciudad del bósforo, lo que resulta evidente es que aprovecha este contratiempo de Felipe ii para emprender una acción que no habría realizado en condiciones normales. la propia tregua que firma con Felipe ii, acción que realiza en dos ocasiones después del final de lepanto, es una demostración de que se está desentendiendo completamente de la suerte de este colectivo. Se pue-den recordar cartas de los moriscos a los sultanes, varios firman para que sean protegidos por los beylerbeys de argel o de Túnez, o decre-tos para que los moriscos expulsados se asienten en Van o al Este de anatolia, pero esta protección a posteriori del colectivo no supone que existiera un interés evidente por el mismo a lo largo de los años del siglo XVi.

En los últimos años del reinado de Felipe ii y en los primeros del de Felipe iii se producirá otro factor que puede explicar el aumento de tensión que debe soportar la minoría. Durante el gobierno de Mehmed iii y ahmed i es ascendido al puesto de Kaptan-derya (Ka-pudan Paça –almirante en jefe de la armada del sultán) un renegado de origen italiano que emprende una política muy agresiva hacia Ve-necia y el Mediterráneo Occidental. Cigala bajará en varias ocasiones hasta las costas de Nápoles y Sicilia, y se vuelve a temer que una nueva alianza con Francia pueda aislar completamente a la península ibérica de la italiana. la pervivencia de un colectivo sospechoso de ser un aliado del enemigo otomano en el interior de las tierras de la Monarquía resucita todos los temores de los diferentes virreyes ante la posibilidad de una sublevación de los moriscos coincidiendo con el avistamiento de los otomanos. Hasta ese momento el peligro eran ex-clusivamente los arraeces argelinos y los diferentes corsarios y piratas franceses, bretones, ingleses y holandeses que colaboran con el corso musulmán, pero las temidas escuadras otomanas eran una cuestión del pasado, de la época de Hayreddin barbarroja, Uchalí y Pialí Paça. El propio Miguel de Cervantes, hombre muy sensible a todos los pro-blemas que nacen en el Mediterráneo, es testigo de esta situación en la primera parte de Don Quijote de la Mancha, publicada en 1605:

... dijo que se tenía por cierto que el turco bajaba con una poderosa ar-mada, y que no se sabía su designio, ni adónde había que descargar tan gran nublado; y con este temor, con que casi cada año nos toca arma, estaba puesta en ella toda la cristiandad, y Su Majestad había hecho pro-veer las costas de Nápoles y Sicilia y la isla de Malta. A esto respondió Don Quijote:—Su Majestad ha hecho como prudentísimo guerrero proveer sus Esta-dos con tiempo, porque no le halle desapercibido al enemigo; pero si se to-mara mi consejo, aconsejárale yo que usara de una prevención, de la cual Su Majestad la hora de ahora desde estar muy ajeno de pensar en ella.

Durante todo el reinado de Felipe iii se tiene una auténtica psico-sis por el peligro que representan los otomanos y, en general, todos los musulmanes. la llegada al trono de Muley Zidán, después de una cruenta guerra con sus hermanos a la muerte de su padre, ahmad al-Mansur, también es otro de los elementos que despierta el miedo y el temor en los órganos de gobierno de la Monarquía. El Duque de Me-dina Sidonia escribe reiteradas cartas desde Sanlúcar de barrameda sobre la situación de peligro que supone la llegada al poder de este hombre, que es imposible de controlar y que se muestra claramente antiespañol y profrancés. Para los moriscos, desgraciadamente, sus hipotéticos protectores y aliados están actuando de la manera menos adecuada para su pervivencia dentro del suelo que los ha visto nacer. los otomanos vuelven a realizar una política agresiva por medio de poderosas armadas que vuelven a visitar las costas controladas desde Madrid y Valladolid; además, la frontera del sur queda claramente desequilibrada por la llegada a uno de los centros de poder del actual reino de Marruecos de un hombre claramente no controlable.

En el análisis de la política de Felipe iii sigue pesando un error que se repite con demasiada frecuencia cuando se realiza un balance general de este reinado. Se suele poner el subtítulo de la Pax Hispanica al gobierno de lerma y Felipe iii. la firma de la tregua con Holanda, reconociendo de facto su independencia, y la falta de actuaciones mi-litares motivadas por la búsqueda de la paz en Europa para intentar recuperar económicamente la real Hacienda, han llevado a fijar la

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idea de que estamos ante una generación de hombres de estado que están buscando la paz por todos los medios posibles. En este balance se han excluido de una forma consciente, a la vez que inconsciente por la falta de estudios sobre el flanco sur de la Monarquía, todas las acciones que emprende este monarca en el Mediterráneo. No existe ningún reinado en la época de los austrias que tenga una acción mili-tar tan radical contra los musulmanes que los 23 años de su gobierno. además de la ocupación de larache y la Mamora, en el atlántico magrebí, se ataca en varias ocasiones Túnez, bona, bujía, argel y se reinicia una política naval para reconstruir las armadas que dejó pu-drir Felipe ii. los virreyes de Sicilia y Nápoles (en especial lemos y Osuna) construyen sus propias escuadras y reorganizan las de los territorios que rigen, para practicar el corso en el archipiélago y para combatir a los navegantes argelinos y tunecinos con sus mismas ar-mas; lo mismo hacen los caballeros de la Orden de Malta desde su pequeña isla situada en las cercanías de las tierras tunecinas atacando las islas griegas o las ciudades de Susa y Monastir.

además de la guerra directa en el Mediterráneo, Felipe iii está realizando una activa política de alianzas con príncipes musulmanes enfrentados con la Sublime Puerta. las continuas embajadas que se mandan desde Málaga y Palma de Mallorca al rey del Cuco y de les-bes, como las que salen desde lisboa rumbo a la lejana Persia, son una clara demostración de la importancia que se está dando durante estos años a la defensa de la Monarquía con respecto al peligro mu-sulmán, ya sea otomano o magrebí. Felipe ii se inclinó por alcanzar una tregua con su adversario, dejando fuera de ella las acciones de los corsarios de los dos bandos que actúan en el Mediterráneo y el atlántico. Felipe iii, por el contrario, realizará desde el principio de su reinado una política completamente diferente. además de buscar aliados para debilitar a su enemigo, al que considera como un peli-gro real, emprenderá una activa política militar para acabar con el expansionismo osmanlí, política que se realiza cuando los otomanos han dejado de expandirse en esta área geográfica al tener que solven-tar problemas internos y externos en sus otras fronteras. El ataque

a la ciudad de argel de 1601, empresa que para seguir la tradición española se salda con un rotundo fracaso, es un buen ejemplo de las nuevas directrices que toma el hijo del rey Prudente. El aumento de la tensión también se aprecia por el apoyo decidido a los sublevados cristianos que viven dentro de los límites de los dominios del sultán de Estambul. a lo largo de los últimos años del siglo XVi y principios del siglo XVii un gran número de príncipes europeos desean arreba-tar tierras a los descendientes de Osmán e intentan apoyar subleva-ciones en Dalmacia, Grecia y las islas. Felipe iii, aunque detrás de esta política está la clara mano del Duque de lerma, manda dinero, armas y asesores militares a estos rebeldes para lograr su independencia del imperio Otomano, lo que genera un enorme malestar en todo este espacio, afectando también a la situación de ragusa y Venecia.

Con ser una política de Estado, como la que hemos referido hasta el momento presente, el enfrentamiento con el islam a lo largo de estos años es también una empresa que realizan individuos particu-lares. además de las acciones de los caballeros de la Orden de Malta, los virreyes españoles de Nápoles y Sicilia van a permitir, al mismo tiempo que propiciar, el desarrollo del corso cristiano contra los in-tereses turcos. Se armará a los piratas uscoques y se darán patentes de corso de forma general para que se ataque al archipiélago y las rutas de comunicación y comercio de la Sublime Puerta, además de los habituales asaltos a los barcos que transportan a los peregrinos musulmanes que desean cumplir el precepto de visitar una vez en la vida la ciudad de la Meca. Estos hombres crearán flotas propias para que se realice un acoso sistemático a los intereses de los turcos, con independencia del que realizan las armadas oficiales, lo que generará una tensión en el Mediterráneo que hacía muchos años que no sopor-taban sus aguas.

Desde nuestra perspectiva, los gobernantes de la época de Felipe iii están exagerando el problema de la peligrosidad de los musul-manes, describiendo el mundo mediterráneo con las mismas carac-terísticas que tenía a mediados del siglo XVi. Por las informaciones secretas y los avisos de levante se conoce que la situación económica

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y militar de la Sublime Puerta era bastante delicada, por lo que no tiene sentido establecer una acción armada como la que se está em-prendiendo a lo largo de estos años. los moriscos son un elemento más en este complejo entramado de problemas y, según los años en los que miremos la documentación, se convierten en un peligro en la estrategia defensiva que se está intentando establecer desde el poder central. En su descripción no se hacen matizaciones en relación a su inclusión dentro de la sociedad cristiano vieja dominante, sino que se les considera como unos musulmanes más en el amplio contexto del Mediterráneo, por lo que resulta lógica su expulsión. Tanto en la expulsión de la minoría como en las propias acciones que se realizan a lo largo de los territorios gobernados por la Sublime Puerta, existe un claro interés en ganar reputación y prestigio en la esfera inter-nacional. El mantenimiento del enfrentamiento contra los enemigos de la fe es una manera de mostrar al resto de gobernantes europeos que la Monarquía Católica es una potencia en Europa, al margen del retroceso de su “peso político” por la independencia de Holanda y el fracaso de la liberación de irlanda del dominio inglés.

la suerte de la minoría morisca dentro de este contexto interna-cional resulta especialmente adversa en un momento en el que la de-fensa de la fe católica se convierte en una bandera que se desea hacer la divisa de la Monarquía. la expulsión de la minoría se iguala, por lo tanto, con otras empresas de conquista que se están haciendo en estos mismos años, como es la toma de larache o de la Mamora, acciones que se realizan para que los corsarios no se asienten en sus radas e impidan la comunicación entre la península y el archipiélago canario o las tierras americanas. la salida de los moriscos de la península, según esta visión del problema, es una manera de antagonismo más contra los musulmanes, por lo que se eliminan la mayor parte de los inconvenientes que se pueden referir en otros aspectos. Con su salida el territorio gana en seguridad al no tener que preocuparse de un enemigo interior que está relacionado directamente con el exterior. Nuevamente estamos refiriendo una política claramente defensiva que intenta por todos los medios alejar geográficamente los proble-

mas para liberar a las costas hispanas e italianas de las lacras de la guerra abierta entre la Cristiandad y el islam.

la evolución del mundo mediterráneo en los años posteriores a los decretos de expulsión mostró claramente que la medida adoptada por el rey y su valido no solucionó ninguno de los problemas que se estaban dirimiendo en estos años, e incluso empeoró la posición hispana en este espacio. Desde el punto de vista interior se ganó re-putación, como muestran los arcos de triunfo con los que se recibe a Felipe iii cuando visita lisboa al igualar la expulsión con la toma de la Mamora, aunque esto es sólo una postura ideológica y propa-gandística que no se ajusta a la verdad de los acontecimientos. En cualquier caso, la política exterior de Felipe iii en el Mediterráneo fue un elemento más que influyó en la expulsión aunque, como ocurre con cualquiera de las facetas de este problema, no explica por sí sola la medida tomada en 1609.

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Madrid, CSiC, 1953. LA GEOGRAfÍA DE LA ESPAñA MORISCA

Rafael Benítez

Universidad de Valencia

Hace medio siglo, el Profesor Henri lapeyre publicó una obra magna que tituló Géographie de l’Espagne morisque. apareció en 1959 en la co-lección Démographie et sociétés del Centre de recherches Historiques de l’École Pratique des Hautes Études60. Su objetivo era recoger el máximo de informaciones precisas sobre el número de los moriscos y su distribución geográfica; quería retomar la historia de esta minoría desde el punto de vista estadístico; su meta final era calcular el total de expulsados para acabar con las cifras fabulosas que la historio-grafía manejaba y que oscilaban entre los cien mil y el millón. Para su intento analizó, además de la historiografía anterior, tanto la clásica como la por entonces más reciente, la documentación generada por el proceso de expulsión; pero no se limitó a estudiar los aspectos demo-gráficos del último episodio. Su análisis del desarrollo político de la deportación no ha sido superado: nos presenta numerosas informa-ciones sobre la situación y evolución previa de la población morisca, en particular, del principal episodio anterior a la expulsión de prin-cipios del siglo XVii como es la deportación de los granadinos y su distribución por los reinos de la Corona de Castilla en el último tercio del siglo XVi. Sirvan estas páginas de homenaje al maestro francés.

60 Se citará como Géographie. Existe traducción española: Valencia, 1986. Se prepara una nueva edición en la biblioteca de Estudios Moriscos. las citas corresponden, no obstante, a la versión francesa original.

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La GeoGrafía de La españa moriscarafael Benítez

la geografía de la España morisca presenta una neta separación entre la Corona de Castilla y la de aragón. Uno de los factores prin-cipales de esta diferencia es la deportación de los granadinos por di-versos territorios de la Corona de Castilla ordenada por Felipe ii en el otoño de 1570, aunque hubo otras expulsiones antes y después, para poner fin a la Guerra de Granada. Se produce así un cambio fundamental en la distribución de la minoría, que se ve obligada a abandonar masivamente sus domicilios y pertenencias en el reino de Granada, y comienza un movimiento de redistribución por andalu-cía, Extremadura, Murcia y las dos Castillas que durará, posiblemen-te, hasta fines del siglo XVi. Frente a este brutal desplazamiento, los otros cambios que se experimentaron antes de la expulsión final son poca cosa. Por ello, voy a invertir el esquema expositivo de Henri la-peyre, marcado por la dinámica de la expulsión de 1609 que comenzó por los valencianos, e iniciaré mi análisis por la Corona de Castilla para pasar después a la de aragón.

i.- la COrONa DE CaSTilla

En los territorios castellanos existen dos ámbitos muy distintos —el reino de Granada y el resto— y dos periodos separados por la dispersión de los granadinos. repasaremos primero la realidad de Granada y su reino, y después la situación de los restantes reinos.

El reino de Granada —antes de 1570— se caracterizaba, junto con el de Valencia y, en menor medida, el de aragón, por tener un ele-vado porcentaje de población de origen musulmán, que incluso ocu-paba en exclusiva algunas comarcas de estos territorios. De los tres, era el de Granada el que tenía una mayor presencia morisca debido tanto a lo tardío de la conquista cristiana como a la forma en que se realizó, aceptando por medio de las capitulaciones la continuidad de la población y de buena parte de la tradición cultural islámica siem-pre que se acatara, sin mucha resistencia, el poder político cristiano. las sublevaciones de principios del siglo XVi dieron al traste con el marco diseñado en las capitulaciones y forzaron a los musulmanes a bautizarse o emigrar, dando origen a la realidad morisca, es decir:

una población oficialmente cristiana pero que continúa la práctica, más o menos pública, según las circunstancias, del islam.

Para Ángel Galán, hacia 1490-92 habría en el reino de Granada poco menos de 20.000 vecinos mudéjares, es decir: entre noventa y cien mil personas según el coeficiente que se emplee61. la situación previa al levantamiento de 1568 la conocemos gracias a un trabajo fundamental de Felipe ruiz Martín y a su reelaboración por bernard Vincent. Felipe ruiz propuso la cifra de ciento veinte mil moriscos62. bernard Vincent considera que en 1561 había 36.528 vecinos moris-cos de un total de 64.885. los moriscos seguían siendo mayoritarios (56%) y, con un coeficiente de 4’5, ascendían a casi 165.000 de un total de poco más de 290.000 habitantes63. En cuanto a la distribución, ha-bía diferencias sensibles entre el oeste del reino, donde los cristianos viejos eran mucho más numerosos, y el este, donde escaseaban fuera de la zona costera (almuñécar, Salobreña, Motril, almería, Mojácar y Vera). Tenían un carácter fundamentalmente urbano frente al morisco rural. Esta situación se vio brutalmente alterada por la expulsión consecuente al levantamiento de 1568 y a la Guerra de Granada.

la expulsión comenzó durante la guerra con los de la ciudad de Granada (junio de 1569) y la siguieron otras deportaciones parciales hasta llegar a la general, aprobada el 28 de octubre de 1570 y puesta en práctica por D. Juan de austria el 1 de noviembre. El plan de dis-persión proponía que los del oeste del reino saldrían hacia Córdoba camino de Extremadura y Galicia; los del noreste, hacia la Mancha, Toledo y Castilla la Vieja, y los de almería serían llevados por mar a Sevilla. El total de expulsados fue de unas 55.000 personas, de los que casi 11.000 —un 20%— habría fallecido en el traslado por la du-reza del trayecto en pleno invierno. la lejanía impidió que llegaran a Galicia y a la cornisa cantábrica; hay pocos en Castilla la Vieja; mien-tras abundan en Castilla la Nueva (Toledo), la Mancha (Ciudad real,

61 GalÁN SÁNCHEZ, Ángel, Los mudéjares del Reino de Granada, Granada, 1991, cap. 1, La población.62 rUiZ MarTÍN, Felipe, “Movimientos demográficos y económicos en el reino de Granada du-rante la segunda mitad del siglo XVi”, Anuario de Historia Económica y Social, i (1968), págs. 127-183.63 ViNCENT, bernard, “Economía y sociedad en el reino de Granada en el siglo XVi”, en Historia de Andalucía, antonio Domínguez Ortiz, (Dir.), vol. iV, pág. 184, barcelona, 1980.

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albacete, Quintanar) y andalucía (Sevilla, Córdoba, Écija); un tér-mino medio encontramos en Extremadura. Como escribe el Profesor Vincent: “los núcleos más importantes de moriscos se encuentran en un triángulo: Sevilla, Toledo, Murcia”64. Por ello, la administración planeó posteriormente sacar a unos 20.000 moriscos de andalucía y alejarlos del reino de Granada. Sólo se efectuó con unos 2.500 de la zona de Jaén (Úbeda, baeza, linares), que fueron distribuidos entre Ocaña y alcalá de Henares. bernard Vincent realiza, en este impor-tante trabajo, un balance general de la expulsión de los granadinos que asciende a unas 80.000 personas, contando unas 20.000 de las de-portaciones anteriores a la iniciada el 1 de noviembre de 1570, 50.000 correspondientes a ésta, y 10.000 de las varias posteriores, incluyendo la de bastantes lugares de señorío que habían quedado inicialmente excluidos65.

De los 85.000 moriscos granadinos que faltan para completar la cifra de 165.000 en que se estimaba la población del reino antes del levantamiento, si bien una parte correspondería a las víctimas y fugi-tivos, otros permanecieron en el reino de Granada después de 1570: legalmente unos (con autorización por su lealtad durante la guerra o por ser necesarios por sus conocimientos, en particular del funcio-namiento del riego, y también como esclavos o menores encomenda-dos a familias cristianas) y otros muchos de forma ilegal, contando, evidentemente, con el encubrimiento de los cristianos viejos mayori-tarios ahora en Granada. Hacia 1580 podían ser entre diez y quince mil personas y se concentraban sobre todo en las ciudades, contraria-mente a la típica distribución rural previa a 1570. Sobre ellos recaería una nueva expulsión parcial en 1584 que afectó de 3.000 a 3.50066.

Otra cuestión que ha atraído la atención de los investigadores ha

64 ViNCENT, bernard, “la expulsión de los moriscos del reino de Granada y su reparto en Cas-tilla”, en Andalucía en la Edad Moderna: economía y sociedad, Granada, 1985, págs. 215-266. Publicado inicialmente en los Mélanges de la Casa de Velázquez, 1970. lapeyre, Géographie, págs. 237-241.65 Véase también su artículo “Combien de Morisques ont été expulsés du royaume de Grenade?”, Mélanges de la Casa de Velázquez, Vii, (1971), págs. 397-399.66 ViNCENT, bernard, “los moriscos que permanecieron en el reino de Granada después de la expulsión de 1570”, en Andalucía..., págs. 267-286. Publicado inicialmente en Nueva Revista de Filo-logía Hispánica, 1981. De la expulsión de 1584 se había ocupado lapeyre, Géographie, págs. 127-129. b. Vincent amplía las noticias y recalca la especial dureza del exilio de gentes prácticamente asimiladas.

sido el destino ulterior de los deportados en los reinos castellanos. lapeyre recogió en su obra los informes demográficos realizados por la administración en 1581 y 1589. la limitación principal de estos recuentos de los granadinos son las lagunas: algunas afectan a ambos censos, como la del Obispado de Ávila; otras, sólo a uno de ambos67. lapeyre publicó los datos y realizó un somero análisis que constata cómo se han acentuado las líneas básicas de la distribución inicial. El triángulo Sevilla-Toledo-Murcia sigue conteniendo la mayor parte de los deportados y sus descendientes (Sevilla, con 6.655 en 1589, tenía la mayor aglomeración, seguida de Córdoba, con 4.628 en 1581). Sin embargo, Castilla la Vieja cuenta con bastantes menos, aunque, como hemos dicho, faltan los de Ávila. la distribución entre la ciudad y el campo presenta una marcada dualidad: por una parte tienden a concentrarse en las ciudades, por otra los encontramos en pequeño y muy pequeño número en gran cantidad de pueblos y aldeas.

los granadinos deportados se sumaron a una población morisca preexistente en numerosas zonas de la Corona de Castilla; eran los descendientes de los mudéjares que en 1502 fueron obligados a bau-tizarse o a abandonar España por los reyes Católicos. Sobre la situa-ción de las aljamas mudéjares castellanas en el tránsito del siglo XV al XVi, deben citarse las aportaciones de Miguel Ángel ladero Quesada a partir de los recuentos fiscales de fines del siglo XV y principios del XVi68. la zona mudéjar de más importancia es Extremadura, con más de la cuarta parte del total, mientras que Castilla-la Mancha (Toledo, Cuenca) y en especial la andalucía del Guadalquivir, que serán las zonas principales de poblamiento morisco de la Corona de Castilla un siglo más tarde, tienen una importancia relativa mucho menor (en torno a un 15 y a un 8% respectivamente). Destaca ahora, en cam-

67 En 1581 faltan las diócesis de Ciudad rodrigo, Plasencia, Sigüenza, Sevilla, Valladolid, la en-comienda de Mérida y los prioratos de San Marcos de león y de Uclés; en 1589: Cartagena, Sala-manca, Palencia, Segovia, Toledo y Jaén.68 laDErO QUESaDa, Miguel Ángel, “los mudéjares de Castilla en la baja Edad Media”, en Ac-tas del I Simposio Internacional de Mudejarismo. Teruel, septiembre de 1975, Madrid-Teruel, 1981, págs. 349-390. los había publicado y estudiado en sus Mudéjares de Castilla en tiempo de Isabel I, Valladolid, 1969, págs. 17-20, y en “Datos demográficos de los musulmanes de Granada y Castilla en el siglo XV”, Anuario de Estudios Medievales, 8 (1972-73), págs. 481-490. la información está expresada en “pechas” cuya identificación con “vecinos” no es segura; por ello se dan los datos en porcentaje redondeados sobre las 3.600 pechas contabilizadas en 1495 y las 3.810 de 1501.

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bio, el peso notable de los mudéjares de la Meseta Superior, norte de Castilla la Nueva y la rioja (en torno a un 30% del total). El 20% restante se localiza en el reino de Murcia. Otro rasgo sobresaliente es el control ejercido sobre la población musulmana de Extremadura y la Mancha por las órdenes militares, de las que dependían como va-sallos más de la cuarta parte, y eso sin contar los del reino de Murcia, donde, entre otros muchos lugares de órdenes, estaban los del valle de ricote (un 5 % del total).

la documentación inquisitorial nos ofrece informaciones cua-litativas sobre la importancia de los descendientes de los antiguos mudéjares de la Corona de Castilla en diversas zonas. En el distrito inquisitorial de logroño las comunidades principales eran bustillo de Villarcayo, al norte de burgos, junto a Cantabria; en la zona so-riana, Ágreda y Ólvega; en la rioja el núcleo principal estaba en el río alhama (aguilar y Cervera), pero había pequeños núcleos dispersos en Herce, Haro, logroño y alfaro. Por último, existían algunos en la zona navarra de Tudela. Próximos a ellos, pero en el distrito de Cuen-ca, abundaban en una estrecha banda junto a la frontera de aragón en localidades como Medinaceli, almazán, Deza, arcos o Molina. “En el distrito de Toledo —escribe Jean-Pierre Dedieu— el morisco era omnipresente, salvo en las franjas montañosas del obispado de Ávila, en la alcarria y el los confines de Extremadura. Un bloque de gran-des comunidades se dibuja en la Mancha, en torno a Ciudad real, almagro y Daimiel”, pero encontramos dispersas algunas familias en muchas localidades69. En Extremadura había tres localidades impor-tantes: Hornachos70 Magacela y benquerencia. Junto a ellas, grupús-culos dispersos en otras muchas. En la andalucía del Guadalquivir la población más importante era Palma del río. En cuanto al distrito de Valladolid, el acuerdo económico de 1558 con la inquisición, es-tudiado por Serafín de Tapia, muestra que las comunidades más im-portantes eran las de Ávila, con poco más de 200 vecinos moriscos en 1565, Valladolid, arévalo, Medina del Campo, Palencia y Segovia71.

69 Véanse los trabajos de Jean-Pierre DEDiEU y Mercedes GarCÍa-arENal (Les tribunaux de Nouvelle-Castille) en CarDaillaC, louis, (Ed.), Les morisques et leur temps, París, 1983.70 a fines del siglo XV tendría 600 vecinos mudéjares según el estudio de Daniel rODrÍGUEZ blaNCO citado por laDErO QUESaDa, “los mudéjares en los reinos de la Corona de Castilla. Estado actual de su estudio”, en Actas del III Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, 1986, pág. 9. 71 DE TaPia, Serafín, La comunidad morisca de Ávila, Salamanca, 1991, págs. 247-248.

a fines del siglo XVi (1594), el Santo Oficio efectuó una serie de censos para conocer los moriscos que había en los diversos distritos inquisitoriales. a diferencia de los recuentos de 1581 y 1589, éstos in-cluyen tanto a los granadinos como a los moriscos antiguos, aunque por desgracia no distinguen entre unos y otros. Han sido analizados los de tres distritos importantes de la Corona de Castilla: Valladolid, Cuenca y Extremadura72, lo que ha permitido conocer con bastante precisión la ubicación y algunos rasgos de la demografía morisca del arco que va desde Extremadura hasta la Mancha, incluyendo Castilla la Vieja hasta los Montes de Oca, donde comenzaba el distrito inquisi-torial de logroño, parte de Guadalajara y Cuenca. la distribución que presenta confirma, en líneas generales, lo que ya habíamos dicho al hablar de los granadinos deportados, con algunas novedades debidas a la inclusión de los antiguos y de la diócesis de Ávila que no aparecía en los recuentos de 1581 y 1589. El distrito de llerena es el que tiene la mayor presencia morisca. bernard Vincent la estima, globalmente, en un 4% del total, pero con importantes diferencias de unas comar-cas a otras73. Comprendía toda Extremadura más el sur de Salamanca y tenía 9.626 moriscos, a los que hay que añadir cuatro o cinco mil habitantes de la villa de Hornachos, uno de los lugares claves de la geografía morisca por el grado de islamización de sus habitantes. Por su parte, el amplio territorio de la inquisición de Valladolid contaba sólo con 8.336 moriscos según el mismo recuento, tres cuartas partes de los cuales vivían en un triángulo delimitado por Salamanca, Ávila, Palencia y en cuyo centro se encuentra Medina del Campo74. En el distrito de Cuenca había casi cinco mil; poco menos de mil de ellos vivían en el obispado de Sigüenza, de los que más de tres cuartas partes —de origen antiguo— en tres localidades próximas a aragón

72 El de Valladolid fue estudiado por Jean-Paul lE FlEM, “les morisques du nord-ouest de l’Es-pagne en 1594 d’après un recensement de l’inquisition de Valladolid”, Mélanges de la Casa de Veláz-quez, i (1965), págs. 223-243. los del distrito de Cuenca fueron objeto del artículo de Mercedes GarCÍa-arENal, “los moriscos de la región de Cuenca según los censos establecidos por la inquisición en 1589 y 1594”, Hispania, XXXViii (1978), págs. 151-199. El censo de la inquisición de llerena ha sido analizado por Julio FErNÁNDEZ NiEVa, “Un censo de moriscos extremeños de la inquisición de llerena (año 1594)”, Revista de Estudios Extremeños, XXiX (1973), págs. 149-176, y bernard ViNCENT, “los moriscos de Extremadura en el siglo XVi”, en Minorías y marginados en la España del siglo XVI, Granada, 1987, págs. 215-237 (Publicado inicialmente en Annales de Démogra-phie historique, 1974). 73 ViNCENT, bernard, “los moriscos de Extremadura...”, pág. 222.74 lE FlEM, Jean-Paul, “les morisques du nord-ouest de l’Espagne...”, págs. 226-227.

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(Deza, arcos y Molina). la mayoría (2.111) habitaban en el Obispado de Cuenca, distribuidos por numerosos pequeños pueblos, salvo en la zona manchega, en que se encuentran aglomeraciones mayores. El Priorato de Uclés contaba con una numerosa población morisca concentrada en importantes grupos de más de 100 y 200 personas.

El detalle minucioso de los censos inquisitoriales de 1594 permite conocer bien la distribución del efectivo morisco. llama la atención, de nuevo, el contraste entre unas pocas ciudades con importantes grupos de moriscos y la gran cantidad de núcleos de poblamiento, in-cluso pequeños, que cuentan con unos pocos moriscos. la importante presencia morisca en algunas ciudades se refuerza al incluirse en los censos de 1594 a los moriscos antiguos junto a los de origen grana-dino. Esto resalta, por ejemplo, el peso de los 1.363 de Ávila, o los de Hornachos, Magacela, benquerencia y Mérida en Extremadura. Es una lástima que la zona cubierta por los censos de 1594 conocidos deje de lado a aquel triángulo Sevilla-Toledo-Murcia, en el que veía-mos concentrarse la mayor parte de los granadinos deportados.

El siguiente hito en nuestro conocimiento de la población morisca de la Corona de Castilla es el del momento de la expulsión, y aquí seguimos siendo deudores de la Géographie de lapeyre, quien señaló que la información era de calidad inferior a la existente para la Corona aragonesa75. En primer lugar porque no existe ningún recuento gene-ral previo como los que veremos para aragón y Valencia. Únicamente tenemos los informes de diversos corregidores remitidos antes de la expulsión, a partir de los cuales lapeyre señala la cifra de algo más de 30.000 moriscos para andalucía, sin el reino de Granada. Sevilla, con 7.503, era la principal ciudad de España también en cuanto al nú-mero de moriscos; Córdoba, Jaén, baeza, Priego, Écija, Úbeda tenían entre 1.000 y 5.000, y algo por debajo estaban andújar y Cabra76. Estas nueve ciudades concentraban aproximadamente dos terceras partes del total de los andaluces.

Dificulta, además, el conocimiento del número de expulsados, la complejidad que tuvo el proceso en la Corona de Castilla, con opues-

75 Géographie, cap. V y Vi.76 Según la estimación de Juan araNDa DONCEl, Los moriscos en tierras de Córdoba, Córdoba, 1984, págs. 74 y 81, en la ciudad de Córdoba habría unos 3.083 moriscos. los datos de las restantes son: Jaén: 2.225; baeza: 1.986; Priego de Córdoba: 1.768; Écija: 1.100; Úbeda: 1.004; andújar: 800; Cabra: 749 (la población que Juan aranda da para esta última es sólo de 472).

tos itinerarios de salida, unos hacia Francia y otros por los puertos mediterráneos (Cartagena y Málaga) o atlánticos (Sevilla); un dife-rente tratamiento para los de origen granadino y para los moriscos antiguos, sin contar con casos especiales como los del Valle de ricote en Murcia. Junto a ello, una cronología muy extensa y la autorización de la emigración individual hacen muy difícil conocer el número glo-bal de los exilados, así como su distribución geográfica y su origen granadino o antiguo.

En efecto, la expulsión comienza por medio de un bando fechado en Madrid el 9 de diciembre de 1609, publicado en enero de 1610, por el que se ordenaba la salida de los andaluces y murcianos, mientras que, por otro lado, en Madrid el 28 de diciembre de 1609 se permitía emigrar libremente a los castellanos que lo desearan. los puertos de Sevilla, Málaga y Cartagena vieron embarcar a lo largo de 1610 más de 35.000 personas; se trataba de los moriscos de origen granadino que ya habían sido deportados de su tierra en 1570-71 y distribui-dos por andalucía y Murcia. Por su parte, los de las dos Castillas se dirigieron por tierra hacia Francia a través de la frontera de irún, pasando obligatoriamente por burgos; de fines de enero a fines de abril salieron unas 17.000 personas de Castilla la Vieja y el reino de Toledo. Se trataba, también ahora, de los de origen granadino que desde hacía cuarenta años habitaban en Castilla. El 1 de mayo, Felipe iii ordenó cerrar la frontera con Francia y que se embarcaran todos en Cartagena. Hacia allí se encaminaron los de Extremadura y la Man-cha en un número desconocido.

Más trabajoso resultó erradicar a los que quedaban en la Corona de Castilla. Se trataba, además de los de origen granadino que no habían querido emigrar voluntariamente, de los antiguos mudéjares castellanos, muchos de ellos muy integrados en la sociedad española y que litigaban para no ser expulsados. El 10 de julio de 1610 se orde-naba su salida. los de Castilla la Vieja volvieron a dirigirse por irún hacia Francia; los de la Mancha y Extremadura embarcaron en Car-tagena. El proceso avanzó muy lentamente, y en los primeros meses de 1611 el rey tomó una serie de disposiciones duras para expulsar

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a todos sin contemplaciones y evitar el retorno de los ya deportados. Durante el año 1611 varios comisarios rebuscaron y expelieron a los moriscos restantes, ya en pequeño número. Por último, hay que seña-lar que el proceso se cierra a comienzos de 1614 con la expulsión de los murcianos descendientes de los antiguos mudéjares que habita-ban, en especial, en el Valle de ricote; algunos de ellos fueron autori-zados a quedarse por estar integrados entre los cristianos viejos.

Pues bien, para conocer el número de los expulsados de Castilla la Vieja, el reino de Toledo, la Mancha y Extremadura hasta fines de 1611, dependemos de las listas que la administración facilitó a Fr. Jaime bleda para escribir su Corónica de los moros de España77. El problema es que no distingue el carácter antiguo o granadino, ni precisa en muchos casos las localidades al dar cifras globales por partidos. El resumen global, por regiones, es el siguiente:

CaSaS PErSONaS

rEGiÓN nº % nº % ratio

Castilla la Vieja 1.827 18,7 8.214 18,4 4,50

reino de Toledo 4.402 45,0 19.819 44,4 4,50

la Mancha 1.737 17,7 8.341 18,7 4,80

Extremadura 1.826 18,6 8.295 18,6 4,54

TOTal 9.792 100,0 44.669 100,0 4,56

En el reino de Murcia, una de las zonas de más denso pobla-miento morisco de la Corona de Castilla, abundaban los moriscos antiguos, pero además se habían asentado numerosos granadinos. los primeros, cuya expulsión se demoró hasta el invierno de 1613-14 debido a sus peticiones de clemencia alegando ser buenos cristianos, eran casi 9.000 personas. En cuanto a los granadinos, un censo parcial de 1609 da 968 vecinos (4.356 personas aplicando un coeficiente de 4’5), pero faltan los de algunas zonas, como Cartagena, lorca, Cara-

77 blEDa, Jaime, Corónica de los moros de España, Valencia, 1618, págs. 1055-1056. (Hay edición facsí-mil: Universidad de Valencia, 2001. Estudio introductorio de bernard ViNCENT y rafael bENÍTEZ SÁNCHEZ-blaNCO). En el cuadro se han efectuado algunas correcciones en los totales.

vaca, Yecla, Villena, etc. Cascales da la noticia de que embarcaron en Cartagena 6.552 granadinos78. En total lapeyre estima la población morisca murciana en 16.000 personas.

En síntesis, en vísperas de la expulsión habría en la Corona de Castilla79:

Dos Castillas y Extremadura 45.000

Murcia 16.000

andalucía 30.000

Granada 3.000

TOTal 94.000

Es decir, si a fines del siglo XV parece que existía un vacío rela-tivo entre la densa población mudéjar del recién conquistado reino de Granada, por una parte, y Extremadura y los territorios al norte de la Cordillera Central, por otra, la deportación de los granadinos tras la guerra de 1568-70 modifica las líneas maestras del reparto. la anda-lucía del Guadalquivir, Toledo, la Mancha y el reino de Murcia ven aumentar su población morisca y su importancia en el conjunto.

ii.- la COrONa DE araGÓN

Frente a los cambios que experimenta la geografía morisca de la Corona de Castilla, son pocos los que tienen lugar en la aragonesa. En los reinos de aragón y Valencia los mudéjares eran personajes ha-bituales, mayoritarios e incluso casi exclusivos pobladores en algu-nas comarcas, sometidos a señores que procuraron que la conversión forzosa al cristianismo en 1526 alterara lo menos posible la forma de vida de sus vasallos. No se produce nada comparable al gran movi-miento que supuso en Castilla la deportación de los granadinos. Todo lo más, un proceso más o menos subterráneo de emigración clandes-

78 Géographie, págs. 156-157.79 Ibid., 204. a ellos añade 1.000 de Canarias. Sobre los canarios, para los que también se ha loca-lizado el recuento inquisitorial de 1594, es muy razonable lo que afirma bernard Vincent negando su auténtico carácter de moriscos: “Eran un conjunto de berberiscos ... hechos cautivos” (DOMÍN-GUEZ OrTiZ, antonio y ViNCENT, bernard, Historia de los moriscos, Madrid, 1978, págs. 81-82).

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tina hacia el norte de África, que parece acentuarse en algunos mo-mentos, como a raíz de la conversión.

ii. 1. araGÓN

Felipe iii decidió el 17 de abril de 1610 la expulsión de los arago-neses y catalanes. El edicto se publicó a finales de mayo, y su deporta-ción se realizó en los meses de verano. En vísperas de la expulsión, el Virrey de aragón, Marqués de aytona, elaboró un censo para prepa-rar la salida de los moriscos aragoneses80. Da un total de 14.262 casas y 71.310 personas, con el coeficiente cinco que utilizó el propio Virrey81. a pesar de la autoridad de aytona, los coeficientes que habitual-mente se encuentran son menores; incluso 4’5 puede ser algo elevado y, empleándolo, la población total sería de 64.179 personas. Un coefi-ciente nada especial de 4’25 daría 60.613. En el plan se establecían una serie de itinerarios para la salida por mar de los diversos contingentes en que se dividió la población morisca del reino. Sin embargo, el plan se modificó en la práctica, ya que junto a la vía marítima, donde predominó el recurso a buques mercantes, se produjo la emigración terrestre hacia Francia por Navarra y por Somport (Huesca).

lapeyre estudió los registros de embarques de los aragoneses y catalanes en el puerto de los alfaques, así como los de salida a través de Navarra. Con esos materiales y diversas noticias globales de los cronistas sobre el número de los expulsados, estableció el siguiente cuadro general82:

Embarque por los alfaques junio-septiembre de 1610 38.286

Salida por Navarra agosto de 1610 9.962

Salida por Somport agosto-septiembre de 1610 12.470

Salida por Somport 1611 100

TOTal 60.818

80 Fue publicado por Juan rEGlÁ, “la expulsión de los moriscos y sus consecuencias. Contribu-ción a su estudio”, Hispania, li-lii (1953). recogido en sus Estudios sobre los moriscos, Valencia, 1964. Se cita por la tercera edición, barcelona, ariel, 1974, págs. 41-191. El recuento, conservado en el aCa, Consejo de Aragón, 221, se reproduce en las págs. 176-184 y se resume en las págs. 79-83.81 la suma que el documento erróneamente da es de 14.109 casas y 70.545 personas.82 Géographie, cap. iii y apéndice Vi, págs. 242-247. El cuadro, en la pág. 204.

aunque los totales coinciden, las cifras particulares bailan: para muchas localidades las diferencias entre las casas previstas por ay-tona y las registradas en los alfaques o al paso por Navarra son cuan-tiosas, tanto en más, como en menos.

Para conocer la situación anterior debemos basarnos en los re-cuentos efectuados para establecer el acuerdo entre la inquisición y los moriscos de 1555, que implicaba una aportación económica anual a cambio de suprimir la confiscación de bienes. Sumando a las 9.861 casas que aparecen en el recuento publicado por José Martínez Millán, unas 1.200 no incluidas en él pero que sí están en el presentado por Mercedes García-arenal83, estaríamos en torno a las 11.000 casas para el distrito inquisitorial de Zaragoza, que incluye lérida pero no la zona de Teruel, con una importante población morisca sobre todo en la localidad de Gea de albarracín84. Por último, lapeyre hizo referen-cia al censo inquisitorial de 1594, que da un total de 13.893 casas y 55.481 personas85.

En cuanto a su distribución geográfica, sigue siendo válida la des-cripción que realizó lapeyre siguiendo a reglá86:

El bloque más compacto ocupaba las riberas del Ebro y los valles de sus afluentes por la derecha, los ríos Queiles, Jalón, Huerva, Aguas, Martín, Guadalupe y Matarraña, a excepción, sin embargo, de los cursos supe-riores de la mayoría de ellos. Es, en suma, todo el glacis que se extiende desde el Ebro hasta las montañas del sistema Ibérico, una región agrícola bastante rica.

Existían algunos islotes de población morisca aguas arriba de Calatayud en el curso alto del Jalón y sobre el Jiloca, hacia la actual provincia de Teruel. El grupo turolense, que como hemos dicho for-maba parte del distrito inquisitorial de Valencia, estaba compuesto por las morerías de la capital y de albarracín y, sobre todo, por Gea,

83 MarTÍNEZ MillÁN, José, La hacienda de la Inquisición (1478-1700), Madrid, 1984, págs. 179-183; GarCÍa-arENal, Mercedes, “la Concordia de la inquisición de aragón del año 1555”, en a. Temimi (Ed.), Religion, identité et sources documentaires sur les morisques andalous, Tunis, 1984, t. i, págs. 325-348.84 En el censo de aytona sólo aparecen Gea y Teruel mientras que en la relación de expulsados se cita también a moriscos de albarracín. las diferencias globales son mínimas, 603 casas en el pri-mero caso frente a 605 en el segundo, pero varían, evidentemente, en el detalle.85 Géographie, pág. 96, nota 4. Sin embargo, no ha sido estudiado hasta el presente.86 rEGlÁ, J., Estudios…, pág. 79. Géographie, pág. 97.

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uno de los núcleos más conflictivos y que servía de puente con el reino de Valencia. al norte del Ebro, en la provincia de Huesca, no se trata ya habitualmente de pueblos completamente moriscos, sino de pequeños grupos, en ocasiones sin mucha importancia.

Sin dejarnos llevar por la hipercrítica, puede aceptarse que la po-blación morisca aragonesa en el momento de la expulsión era de unas 60.000 personas y algo menos de 15.000 casas, y fueron expulsados en su totalidad. Y también que esta población estaba creciendo desde mediados del siglo XVi.

ii. 2. CaTalUÑa

la cifra de cincuenta mil moriscos catalanes ha sido uno de tantos mitos sobre la minoría que ha costado enorme esfuerzo desarraigar. reglá la creyó exagerada y la redujo a unos 10.000. Se trataba, no obs-tante, de una estimación sin sólido fundamento documental. Señaló, sin embargo, dos aspectos importantes: bosquejó la distribución geo-gráfica de la población morisca en dos zonas, la de lérida y la del bajo Ebro. Planteó el problema provocado por la permanencia de parte de los moriscos, unos autorizados por pretender ser buenos cristianos y otros que regresaron clandestinamente87. Jordi Nadal y Emili Giralt, a partir del informe del obispo de Tortosa (1615) sobre los moriscos que habían quedado o regresado a la zona del bajo Ebro, precisaron que eran casi 400 casas88. aparecía así un importante núcleo que había escapado a la expulsión. Pero seguían faltando cifras fiables sobre los expulsados. Son éstas, justamente, las que ofreció lapeyre: en núme-ros redondos había unas 350 casas en la zona de lérida, de las que salieron prácticamente todos, y unas 800 casas en el bajo Ebro, de los que permanecieron la mitad pero repartidos muy irregularmente89. El total debía estar en torno a los 5.424, bastante menos de las magni-

87 rEGlÁ,J., “la expulsión de los moriscos y sus consecuencias”, Estudios…, págs. 97-118.88 NaDal, J., y GiralT, E., La Population catalane de 1553 à 1717, l’immigration française et les autres facteurs de son dévelopement, Paris, 1960, cap. X, “l’expulsión des morisques”, págs. 187-197. Un adelanto había sido publicado con el título “Ensayo metodológico para el estudio de la población catalana de 1553 a 1717”, Estudios de Historia Moderna, iii (1953), págs. 237-284. En él se recogía lo fundamental del capítulo sobre los moriscos. El informe del obispo de Tortosa ha sido publicado por Carmel biarNES, Els moriscos a Catalunya, ascó, 1981, págs. 124-138.89 De la zona de lérida salieron 343 casas y 1.647 personas; aplicando el coeficiente resultante 4’8 al total de 349 casas existentes obtenemos 1.675 personas. Del bajo Ebro salieron 408 casas y 1.919; con el coeficiente 4’7 resultante las 389 casas de exentos tendrían 1.830 personas.

tudes manejadas, no digamos de los cincuenta mil de partida, sino incluso de los 10.000 de reglá.

ii. 3. ValENCia

En Valencia los moriscos no eran mayoritarios, como en Grana-da, pero suponían, no obstante, una tercera parte de la población del reino, y ocupaban determinadas comarcas casi en exclusiva. Su dis-tribución espacial fue objeto de atención por Tulio Halperin Donghi y Henri lapeyre. Para el primero el reparto geográfico era bastante irregular:

He aquí, pues, a los cristianos nuevos valencianos distribuidos por todo el Reino, pero de forma desigual: señores de las colinas de pastizales secos y arbustos espinosos, excluidos de la costa —y de la capital—, en minoría en los grandes centros y en las huertas litorales al norte del Júcar, repartidos en el interior entre cristianos viejos, por huertas y secanos. Esa distribución tan irregular hace imposible fijar un tipo único de vida morisca90.

Por su parte, lapeyre estableció una distribución que se ha convertido en clásica, aunque no deje de plantear problemas al que-rer sacar de ella conclusiones que van más allá de la matizada distri-bución demográfica. Decía así:

Si recogemos la distinción tradicional de tierras de secano y de regadío, constatamos que los moriscos predominaban en las primeras a excepción de la actual provincia de Castellón, donde las altas tierras de Morella y del Maestrazgo formaban un sólido bloque cristiano. A partir del río Mi-jares casi todos los macizos montañosos e incluso las regiones de colinas (...) estaban pobladas en su gran mayoría por moriscos (...) Sólo eran numerosos en dos zonas de regadío, en torno a Játiva y Gandía91.

El conocimiento de la población del reino de Valencia en el mo-mento de la expulsión se ha basado fundamentalmente en el censo elaborado, de forma urgente, por el Virrey de Valencia, Marqués de

90 HalPEriN DONGHi, Tulio, Un conflicto nacional: moriscos y cristianos viejos en Valencia, Valen-cia, 1989, pág. 55. Hay una reedición reciente por la biblioteca de Estudios Moriscos de la Universi-dades de Valencia, Granada y Zaragoza; Valencia, 2008. (aparecido originalmente en los Cuadernos de Historia de España de buenos aires en 1955 y 57).91 lapeyre, Géographie..., págs. 25-26.

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Caracena, en agosto de 1609 a instancia del Consejo de Estado, cuyas cifras (sin incluir la ciudad de Valencia) son: 52.679 casas de cristianos viejos y 32.815 de moriscos, es decir 85.494 en total92. Por tanto, con un coeficiente de 4’5, habría 147.667 moriscos. la cifra parece muy ele-vada y contrasta con otras estimaciones de la misma época. así, bleda nos informa, refiriéndose, sin duda, al mismo momento, de que (sin contar la ciudad de Valencia) había 63.731 casas de cristianos viejos y 28.071 de moriscos, con más de 136.000 personas93, lo que supone un coeficiente de casi 4’9.

Pocos años antes, en 1602, se elaboró un recuento fiscal para el pago de un subsidio ofrecido a Felipe iii; el total, según lapeyre, que lo publicó, es de 24.695 casas. El propio bleda en un memorial de 1605 hace referencia a 25.000 casas de moriscos94. Y la cifra se asemeja a la que nos ha llegado del censo inquisitorial de 1594, aunque no conocemos el detalle pormenorizado de éste: 24.261 casas con 98.098 personas95. Ya hemos indicado que los límites del distrito inquisitorial no se ajustaban a los del reino. Faltan las aproximadamente 3.000 casas de la diócesis de Orihuela, y hay que descontar las 800 del bajo Ebro y las 600 de la zona de Teruel-albarracín. El balance da un total aproximado de 25.800 casas. Frente a estos datos las cifras del censo de Caracena parecen hinchadas. la población, al igual que en ara-gón, había aumentado notablemente en el último tercio del siglo XVi; hacia 1570 había unas 18.683 casas de moriscos según el censo de Je-rónimo Muñoz96.

El día 22 de septiembre de 1609 se pregonaba por las calles acos-tumbradas de Valencia el bando del Marqués de Caracena notificando la expulsión de todos los moriscos del reino. Fueron embarcados en

92 además de por Tomás González en 1829, había sido publicado por Pascual bOrONaT Y bar-raCHiNa, Los moriscos españoles y su expulsión, Valencia, 1901 (Ediciones facsímiles: Valencia, li-brerías París-Valencia, 1991; Granada, Universidad de Granada, 1992, con un estudio preliminar de ricardo GarCÍa CÁrCEl), v. i, 428-433. reglá reprodujo la publicación de boronat (Moriscos, págs. 153-170). los datos provienen, sin embargo, de un análisis directo del documento del aGS, Estado, 213. 93 Jaime bleda, Defensio fidei, Valencia, 1610, págs. 582-583. 94 boronat, Moriscos, v. ii, pág. 452.95 El dato está contenido en una carta de Fr. Nicolás del río a Felipe iii, Valencia, 13 de junio 1606, publicada por boronat, Moriscos, v. ii, págs. 443-449. El coeficiente sería especialmente bajo: 4’04.96 Fue publicado por roque CHabÁS, “Descripción del reino de Valencia, 1565 a 1572”, El Ar-chivo, iV (Denia 1890), págs. 373-388. Dedicado al Virrey, conde de benavente, hay que fecharlo de forma más precisa entre 1567 y 1570 en que desarrolló el ejercicio del cargo.

los puertos de Vinaroz, Moncófar, el Grao de Valencia, Denia, Jávea y alicante, tanto en las escuadras reales como en buques mercantes fletados por los propios moriscos, y su lugar de desembarco princi-pal fue Orán. lapeyre encontró en el archivo de Simancas diversas relaciones parciales de los embarques realizados tanto en las armadas como en navíos mercantes. localizó y publicó, además, un resumen general presentado el 26 de febrero de 1610 por Diego de amburzea a partir de los informes de los comisarios encargados de la expul-sión97:

Embarcados en el Grao 17.776

En alicante 30.204

En Denia y Jávea 32.780

En Vinaroz 15.208

En Moncófar 5.690

los vencidos de la Sierra de laguar 11.364

Embarcados sin control preciso en Denia y Jávea 3.000

TOTal 116.022

al total de vencidos en laguar hay que restar los 1.500 que mu-rieron a la espera de embarcarse en Denia98, por lo que el total de ex-pulsados, según los registros oficiales, fue de 114.522. Pero los falleci-dos en el puerto de Denia deben sumarse a los ocho mil que lapeyre calculó que no entraron en la relación de expulsados (5.500 muertos en las sublevaciones, 2.000 huidos, 500 moriscos enviados a galeras). Se obtiene así un total de poco menos de 125.000 moriscos, cifra que, con un coeficiente de 4’5, se ajusta notablemente a las 28.000 casas que mencionaba bleda. Y bastante alejada de los 150.000 de que tradi-cionalmente se hablaba, y que correspondían al censo de Caracena99.

97 Géographie, pág. 62 y doc. ii, págs. 228-229. 98 UDiNa MarTOrEll, Federico y bElENGUEr CEbriÁ, Ernesto, La expulsión de los moriscos de Valencia y Cataluña según el comisario de embarque Don Cristóbal Sedeño, bellaterra, 1980.99 Sin embargo, lapeyre no se resuelve finalmente por las 124.022 personas “sometidas a la ex-pulsión” que obtiene en sus cálculos de la página 62 y acepta una cifra superior: 135.000 (pág. 204) que es el resultado de aplicar un coeficiente 4’5 a 30.000 casas. Me parece más coherente la primera cantidad y he optado por ella.

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iii. - balaNCE

El número de moriscos existentes en vísperas de la expulsión se-ría, en consecuencia y en números redondos:

rEGiONES moriscos %

Valencia 125.000 43,9

aragón 60.000 21,1

Cataluña 5.000 1,8

Castilla y Extremadura 45.000 15,8

Murcia 16.000 5,6

andalucía del Guadalquivir 30.000 10,5

reino de Granada 3.000 1,1

Canarias 1.000 0,4

TOTal 285.000

De los doscientos ochenta y cinco mil moriscos que se puede estimar vivían en España en vísperas de la expulsión, dos terceras partes habitaban en la Corona de aragón y una en la de Castilla. El reino de Valencia tenía el 44% del total, seguido con un 21% por el de aragón. la inmensa mayoría fueron expulsados; del resto, bastantes murieron en levantamientos en Valencia, unos pocos miles quedaron en Cataluña y Murcia, y en menor medida en Granada y Castilla. Pero bastantes de los expulsados regresaron, tanto por mar como por tierra. El Gobierno se empleó a fondo para localizarlos y castigarlos, como explica con detalle el profesor lapeyre. Por toda la Penínsu-la se puso en marcha la caza del morisco regresado o no emigrado. a pesar de esta persecución, no hay duda de que algunos, bastantes tal vez, pudieron pasar desapercibidos por vestir y hablar como los cristianos viejos.

EL REGRESO DE LOS MORISCOSTrevor J. Dadson

Queen Mary, University of London

En plena guerra de las Malvinas, en un momento en que el éxito para cada lado estaba en entredicho, las Fuerzas aéreas argentinas anunciaron a bombo y platillo que habían derribado dos cazas Har-rier británicos. Durante varias horas reinó el pánico en londres. a tan gran distancia de los acontecimientos no era nada fácil averiguar la verdad, hasta que en el habitual telediario de las nueve de la noche salió un reportero de la bbC a bordo del portaviones de donde ha-bían despegado horas antes los Harrier y dijo lo siguiente: “i counted them all out and i counted them all in” [los conté a todos cuando salieron y los he vuelto a contar a todos cuando volvieron]. Es decir, no faltaba ninguno, estaban todos.

No traigo estas palabras a la memoria ahora para recordar una guerra estúpida, innecesaria y totalmente evitable, sino porque en-cierran una excelente lección para cualquier historiador. No vale solamente una parte de la ecuación —“los conté a todos cuando salieron”— sino las dos —“y los he vuelto a contar a todos cuando volvieron”—. Durante demasiado tiempo se ha aplicado la primera parte de esta frase a la expulsión de los moriscos de España, pero no la segunda. En su célebre Geografía de la España morisca Henri lapeyre dedicó muchas páginas a contar a los moriscos que salie-ron expulsados de su patria, con listas de embarcados desde todos los puertos españoles del Mediterráneo, pero muy pocas a los que

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volvieron100, y eso que tenía que haber visto los papeles y las cartas guardados en el archivo General de Simancas que continuamente ha-blan del regreso de los moriscos a España, regreso que empezó para algunos nada más iniciarse las expulsiones.

las pruebas del regreso de gran número de moriscos expulsados son continuas y convincentes y se pueden resumir en los siguientes apartados:1.- las quejas de los encargados de la expulsión, que son una letanía constante desde los mismos inicios de ella hasta bien después, como es el caso del fanático don bernardino de Velasco y aragón, Conde de Salazar, encargado de las expulsiones de las dos Castillas, la Man-cha, Extremadura y andalucía. incluso en 1616, dos años después de terminadas las expulsiones por orden del Consejo de Estado, seguía despotricando contra la flojedad y lenidad que, en su opinión, habían permitido tantos regresos101.2.- la promulgación continua de bandos de expulsión, en los que se incrementaban con cada nuevo bando las penas y castigos que había que aplicar tanto a los moriscos que volvían como a los que les daban ayuda y cobijo.3.- los memoriales y cartas enviados por los gobernadores de las pla-zas fuertes del norte de África que avisaban con abrumadora puntua-lidad de la llegada a ellas de centenares de moriscos abandonados en las playas y que, temiendo por su vida, hacían lo posible para llegar a lo que veían un refugio seguro antes de embarcarse rumbo a España.4.- las cartas también puntuales enviadas al Consejo de Estado por el Duque de Medina Sidonia desde la costa de andalucía, donde desem-peñaba el nada grato papel de Capitán General. Medina Sidonia fue durante estos años testigo ocular del regreso de miles de moriscos por la larga costa andaluza, sin que nada pudiera hacer para impedirlo.

100 Como dijo el historiador norteamericano Earl Hamilton: “Pero el profesor lapeyre no intentó eliminar las duplicaciones resultantes de las segundas expulsiones de los moriscos que regresaron furtivamente a España y fueron aprehendidos. Ni intentó calcular el número de los que retorna-ron y se quedaron en España. El incentivo era grande, porque las oportunidades económicas eran mucho mayores aquí que en el Norte de África” (1978: 76).101 biblioteca Nacional de España [bNE] ms. 6.434, fol. 329r: “Yo no puedo dar comisión a nadie para que, con generalidad, vaya a prender moriscos, y estoy tan escarmentado que, aunque pu-diera, no la diera” (Salazar a Juan Ortega ríos, el 29 de noviembre de 1616).

5.- los memoriales enviados por los corregidores, gobernadores y alcaldes de los pueblos adonde volvían los moriscos, una vez de re-greso a su patria.6.- las cartas y relaciones de los mismos moriscos que volvieron; en especial, las pruebas proporcionadas por los procesos de la inquisi-ción, en algunos casos muchos años después de la expulsión102.7.- la evidencia humana, es decir demográfica, de la vuelta de miles de moriscos que se consideraban españoles como los demás y no es-taban dispuestos a perecer abandonados en el norte de África ni en ningún otro lugar. Su presencia se hace patente en los libros parro-quiales y los vecindarios de los pueblos donde vivían, bautizando a sus hijos y casándose como antes.8.- la evidencia económica, visible en la continuada existencia de centenares de pueblos y villas por todo el centro y sur de España, que sin sus efectivos moriscos habrían desaparecido del mapa.

Si examinamos la evidencia de manera cronológica, veremos cómo va en progresivo aumento, desde los primeros meses de 1610 hasta los últimos días de la expulsión, que terminó oficialmente en 1614. los primeros en volver de quienes tenemos noticia son los moriscos granadinos afincados en Castilla que fueron expulsados a Francia en los primeros meses de 1610. a partir de abril de 1610 se encuentran referencias a su regreso en la documentación oficial; en julio el Conde de Salazar pedía nueva comisión para poder tratar el problema de los que volvían de Francia, según él, para llevar el dinero que habían es-condido a su salida. El 10 de julio, y a la espera de que se publicara un nuevo bando para la expulsión forzosa de los moriscos de Castilla, el Consejo de Estado acordó dar a Salazar nuevos poderes para prender a los que volvían.

los que acabaron en el norte de África tardaron algo más en in-tentar lo mismo, pero a pesar de las dificultades pasaron verdaderos calvarios para estar de nuevo en su país. lo normal era que cami-nasen primero desde donde fueron dejados hacia Ceuta y Tánger;

102 Uno de los casos más célebres es el de Diego Díaz, morisco antiguo de Daimiel, que tomó parte en un verdadero viaje “Cooks” por el Mediterráneo antes de volver a España a reanudar su vida anterior a su expulsión, que ocurrió en el verano de 1612. Sobre su periplo casi novelesco, ver benítez Sánchez-blanco, 2004, García-arenal, 1978, y Dadson, 2007: 459-64.

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una vez allí en las plazas españolas africanas, fletaban barcos para España, que no solían faltar, ya que los capitanes ingleses, franceses, holandeses (e incluso españoles) veían en la expulsión de los moris-cos una buena oportunidad de ganar dinero.

El caso del inglés William Garrett de Plymouth es probablemente típico. Había embarcado desde argel para, según él, Tetuán con un cargo de mercancías de un valor de 140.000 reales más otro cargo hu-mano de moros, moriscos y judíos. En vez de llegar a Tetuán acabó en alicante, donde el barco fue apresado por orden del Marqués de Caracena a principios de noviembre de 1610. Garrett se disculpó di-ciendo que los moros y moriscos a bordo (entre los que se encontra-ban unos 62 granadinos) se habían hecho con el barco y le habían obligado a navegar hacia España. al mismo tiempo, otro barco inglés, bajo el mando del capitán Thomas Toller, había llegado a alicante con 500 granadinos castellanos a bordo. Durante el mes de noviembre Ca-racena tuvo a los dos barcos embargados mientras esperaba instruc-ciones de Madrid y hacía sus propias averiguaciones. Como para el 9 de diciembre aún no se había recibido ninguna instrucción, Caracena dejó salir el día siguiente el barco de Garrett con más de 400 moris-cos a bordo, esta vez en dirección a italia, pero quince “se arrojaron al agua para tomar tierra aventurándose a ahogar”103. De alicante el barco, en vez de ir rumbo a italia o argel, acabó en las costas de Car-tagena, desde donde los moriscos intentaron llegar a tierra nadando. Según el obispo de Orihuela, el capitán los desembarcó en el cabo del Pinatar, dos leguas del cabo de Palos hacia Valencia, más acá de la albufera de Cartagena104. Su informante, el pescador Miguel Morello, le dijo que “los vio de sus propios ojos y les habló ya desembarcados en el dicho puesto, y le dijeron los marineros que no lo dijese y que tomase la ropa que quisiese de la que habían desembarcado”105. El 28 del mes, Caracena, recientemente avisado del hecho, volvió a escri-bir al rey asegurándole que haría las necesarias averiguaciones para saber si el desembarco se había hecho con orden del gobernador de

103 archivo General de Simancas [aGS], Estado, leg. 226, carta al rey fechada el 10 de diciembre de 1610.104 Con la albufera de Cartagena quieren decir el actual Mar Menor.105 aGS, Estado, leg. 2.641, n° 162.

alicante (que es lo que sospechaba)106. El Obispo de Orihuela utilizó el suceso para pintar sus probables consecuencias en un alarde de tremendismo:

Pareciéndome que como estos granadinos han venido después de la ex-pulsión otra vez a España, podrá ser que otros hagan lo propio (…) que antes de mucho tiempo tendremos los propios granadinos en España (…) porque es cierto que como en Berbería (según los mismos moriscos han dicho) los tratan muy mal, y en Francia no les irán tan bien como en España, se volverán todos poco a poco a estos reinos, y los patrones franceses e ingleses, pues se les pagan muy bien sus fletes, los traerán con mucha facilidad y les desembarcarán en los mismos puertos y tierras marítimas de España o en algunos lugares desiertos de ella; y como sa-ben la tierra y entienden y hablan la lengua y saben más de las ceremo-nias de nuestra ley cristiana y dicen que lo son, será muy fácil admitirlos en los lugares de estos reinos, particularmente en el de Valencia, por nuevos pobladores de los lugares de moriscos, fingiendo ellos que vienen de Castilla para haber de poblar esta tierra107.

Desde luego, la idea de que los propios granadinos acabasen sien-do los nuevos pobladores de Valencia en lugar de los moriscos valen-cianos expulsados, no carece de gracia, pero es importante recordar que el Obispo habla aquí de los granadinos que están volviendo de berbería, y ellos, según todas las autoridades, eran los menos arraiga-dos y asimilados. ¿Qué iba a pasar cuando les tocase el turno a los moriscos antiguos de Castilla, los más asimilados de la Península?

Otro que no hacía más que avisar a Madrid del regreso de moriscos desde África era el Duque de Medina Sidonia, Capitán General de las costas de andalucía y encargado de su vigilancia. Ya en noviembre el Duque mandaba avisos a Madrid de la avalancha humana que se pre-sentía en las costas andaluzas: “que si no se acude con veras a lo de los moriscos que se vuelven de berbería con color que son cristianos, habrá muy en breve cantidad de ellos como le dicen los hay ya”108. El

106 aGS, Estado, leg. 226, carta al rey fechada el 28 de diciembre de 1610.107 aGS, Estado, leg. 2.641, n° 162.108 aGS, Estado, leg. 226, carta al rey fechada el 11 de noviembre de 1610.

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12 de diciembre escribió pidiendo instrucciones y aclaraciones sobre lo que se había de hacer“ con los moriscos que se vienen de berbería”. las instrucciones que tiene, dice, son contradictorias: según unas, tie-ne que mandar a los hombres a galeras, y a las mujeres y niños a ser esclavos, mientras que otras dicen que tienen que mandar a las muje-res y niños a tierras de cristianos. Como era un punto de gran conse-cuencia para su conciencia y escrúpulos, no quería equivocarse109.

No sólo el Duque de Medina Sidonia avisaba de los que volvían. El comisario Pedro de arriola en Málaga escribió el 22 de noviem-bre que “se van viniendo los moriscos que han pasado a berbería y como son tan ladinos y no se van a los lugares de donde eran, no son conocidos. Que allí han vuelto algunos y dicen que los demás que quedan en berbería harán lo mismo por lo mal que los tratan los moros”110. Noticias de lo que estaba pasando a los moriscos en berbe-ría también se filtraban a la gente en general, por medio de las cartas que muchos moriscos mandaban a sus vecinos o señores. El caso de Pedro Hernández, morisco de Granada, puede tomarse por bastante típico y al mismo tiempo conmovedor. Había salido de Málaga con su mujer, pero después de doce días en el mar, los marineros, después de robarles todo lo que llevaban, los echaron en una isla cerca de la costa africana:

cuando nos echaron del navío, nos echaron en calzones de lienzo y sin capas y sin ropillas. Realmente fue castigo sin deberlo. Dios Nuestro Señor lo remedie como pueda y nos libre del demonio y nos dé de su gracia para que le sirvamos. Nosotros estamos padecien-do entre la más bella nación que hay en el mundo; sobre esto tenía mil cosas que decir, mas callo por el tiempo en que me hallo […] Mi mujer besa a V.M. las manos [...] De Tetuán, y noviembre a 2 días, año 1610. Pedro Hernández, criado de V.M111.

Pedro Hernández escribía a su antigua señora, doña Catalina de Valdés, no sólo para contarle sus desgracias (que ya eran bastantes),

109 aGS, Estado, leg. 226, carta al rey fechada el 12 de diciembre de 1610.110 aGS, Estado, leg. 226, carta al rey fechada el 22 de noviembre de 1610.111 aGS, Estado, leg. 247.

sino porque necesitaba 200 ducados para poder llegar a Marsella, “para que yo pueda salir de entre tan mal gente”.

Para finales de 1610 la situación en cuanto a la expulsión de los moriscos de España no podía ser más confusa. los de Valencia habían sido echados con, aparentemente, pocas dificultades; los de aragón estaban en vías de ser expulsados; buena parte de los granadinos más algunos de los antiguos de Castilla la Vieja habían ido a Francia; los llamados mudéjares de Murcia aún seguían en sus lugares mientras en Madrid se debatía su estatus; y de los moriscos de Castilla la Nueva, Extremadura y la Mancha casi ninguno se había movido. además, ya empezaban a volver varios centenares de expulsados, tanto de Francia como de África, añadiendo otro ingrediente a la mezcla112.

a pesar de las evidentes señales de fracaso, el Duque de lerma, siempre propenso al autoengaño, propuso el 28 de noviembre de 1610 que se hiciesen procesiones por toda España para celebrar el fin de la expulsión, señalándose “un día en que cada año se haga conmemora-ción de beneficio tan señalado con sermón en que se declare como se instituyó por la batalla naval y la de las Navas de Tolosa”113.

Si el año de 1610 había demostrado lo iluso y poco afortunado de esta y semejantes propuestas, el que venía iba a arrojar más ejemplos del fracaso de la empresa, puesto que ahora les tocaba el turno de la expulsión a los moriscos antiguos de Castilla y éstos no iban a irse tranquilamente al destierro, ni mucho menos. El ejemplo más desta-cado de esta resistencia a la expulsión lo ofrecieron los moriscos anti-guos de las llamadas Cinco Villas del Campo de Calatrava: almagro, Daimiel, Villarrubia de los Ojos, aldea del rey y bolaños. El bando de su expulsión (y con ellos el resto de los antiguos de las dos Castillas,

112 Cfr. el análisis de Henri lapeyre: “De septiembre de 1609 a septiembre de 1610, el gobierno de Felipe iii había llevado a buen término empresas singularmente difíciles para los medios de la época. En primer lugar, la expulsión, en menos de tres meses, de 116.000 moriscos valencia-nos, luego, en el primer semestre de 1610, la de unos 30.000 andaluces, 6.000 murcianos y 17.000 castellanos encaminados a Francia. El éxodo de los moriscos de la Mancha, Extremadura y otras regiones de Castilla había comenzado desde el mes de abril por el puerto de Cartagena; su número debió superar los 10.000 hasta alcanzar quizás los 15.000. Finalmente, de junio a septiembre, más de 64.000 aragoneses y catalanes habían salido por la frontera francesa o el puerto de los alfaques. Pero, desde septiembre de 1610 la expulsión no avanzaba” (1986: 213).113 aGS, Estado, leg. 228-2ª, documento fechado el 28 de noviembre de 1610. Por ‘batalla naval’ quería decir la victoria de la batalla de lepanto, en que por primera vez las fuerzas cristianas der-rotaron a los turcos.

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la Mancha, Extremadura y andalucía) se publicó el 22 de marzo de 1611, pero gracias a sus intentos de paralizarlo y demorarlo con los consiguientes aplazamientos de su entrada en vigor, no tuvo efecto hasta el 22 de agosto. Entonces, según el Conde de Salazar, unos 3.000 moriscos antiguos del Campo de Calatrava fueron expulsados a Fran-cia, después de haber pasado por Madrid, burgos y Vitoria. llegaron a San Juan de luz y bayona hacia principios de septiembre. Solamente una semana después, el 7, Salazar escribió al secretario aróztegui con la noticia de que “Muchos moriscos se nos vuelven (…) De Villarru-bia han vuelto más de cuatrocientas personas”114. Durante el mes de septiembre llovían sobre Madrid noticias de la vuelta de centenares de moriscos, en particular de los del Campo de Calatrava, y noticias también de que muchos ni siquiera habían llegado a Francia sino que habían escapado en el camino o habían sido soltados por los comisa-rios y soldados que los acompañaban. la situación en las provincias limítrofes con Francia, donde se habían congregado muchos moriscos que habían escapado a la vigilancia de sus guardas, estaba desbor-dando por completo las posibilidades de las autoridades locales, que escribían con frecuencia a Madrid y a Salazar pidiendo instrucciones. Éste, sin embargo, desesperado ante el cariz que estaba tomando la expulsión de los antiguos, no estaba para dar instrucciones a nadie. El 27 de septiembre escribió al rey echando la culpa de todo a los moriscos de Villarrubia:

Muchos moriscos se vuelven de los que habían salido en esta última ex-pulsión, y todos se entiende (por los que se han prendido) que son de las Cinco Villas del Campo de Calatrava, particularmente de Villarrubia de los Ojos de donde se han vuelto más de seiscientas personas de setecien-tas y veinte que de allí salieron, y éstas son las que han traído tras sí a las demás115.

Para finales de 1611, Salazar tuvo que reconocer que habían vuel-to de Francia todos los moriscos expulsados del Campo de Calatrava. El resumen lacónico que el gobernador del partido de almagro, don Pedro de lizana, hizo de la situación no le ofrecía ningún consuelo: “Juzgo que la expulsión cuanto a los de este partido no ha tenido

114 aGS, Estado, leg. 234.115 aGS, Estado, leg. 232.

efecto cuanto al intento de su Majestad, que es que saliesen de estos reinos”116. Esto el 9 de diciembre; el día 28 fue más patético aun: “Y vuelvo a decir a V.S. lo que en otras, que son tantos los que se han vuelto que en este partido es como no haber habido expulsión”117.

a raíz del fracaso de esta expulsión las autoridades decidieron endurecer el marco ‘legal’, pues los moriscos expulsados que luego volvían complicaban sobremanera la materia, ya que los que habían salido y vuelto se iban mezclando con los que todavía estaban por salir, además de animar a estos últimos a que se quedasen en el país. El 29 de septiembre el rey mandó una nueva orden: a los que vuelven después de haber sido expulsados “los hagan echar en galeras para que escarmienten los demás”118. así de sencillo. Salazar rápidamente se dio cuenta del punto flaco de las nuevas instrucciones, y expresó sus dudas a aróztegui sobre “lo que se ha de hacer con los moriscos viejos que se volvieren y fueren incapaces para remar, y con las muje-res y niños”119. Como dijo al secretario acerca de los nuevos castigos, ni los viejos ni las mujeres ni los niños servían para galeras porque no pueden remar120. además de acrecentar las penas a los moriscos que volvían, Salazar pedía un nuevo bando contra los que los recibían y defendían, añadiendo “pena de destierro para la gente ordinaria que no tiene villas ni castillos que perder” (al contrario de los señores, que sí los tenían)121. Pero el problema mayor con los bandos lo señaló don Pedro de lizana, cuando dijo que “aunque por los bandos generales tiene pena de muerte y perdimiento de bienes, en cuanto a la muerte no veo que se practique, y en cuanto a los bienes, todos los que salie-ron de este partido vendieron sus bienes en virtud de la permisión del bando sin que quedasen ningunos por vender”122. Es decir, en la prác-tica, como gobernante, no le quedaba ningún castigo real que pudiera imponer: todas eran amenazas y poco más. ignorando los problemas que tenían que confrontar diariamente los corregidores y goberna-

116 aGS, Estado, leg. 234, lizana a aróztegui.117 aGS, Estado, leg. 246, lizana a Salazar.118 aGS, Estado, leg. 239; aHPZ: Híjar, 1ª-36-56.119 aGS, Estado, leg. 239.120 aGS, Estado, leg. 234.121 aGS, Estado, leg. 233, carta de Salazar a aróztegui fechada el 22 de octubre de 1611.122 aGS, Estado, leg. 246, carta de lizana a Salazar fechada el 28 de diciembre de 1611.

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dores, lerma pedía más castigos contra las justicias que no cumplían con los bandos123, y el rey quería que se advirtiera a los corregidores “que se les pondrá por capítulo de residencia si consintieren alguno de los que se vuelven”, a los cuales lerma añadió el grupo de los nobles y los prelados, que también serían amenazados y castigados si encubriesen en sus tierras a los moriscos124. Menos optimista que lerma, el Consejo de Estado estudió el asunto en su reunión del 8 de mayo y recordó al rey que se habían hecho ya muchas amenazas a los señores de los lugares de señorío y de las Órdenes y se habían repetido varias veces los bandos, todo sin efecto alguno125.

En cuanto a los moriscos díscolos del Campo de Calatrava que ha-bían desafiado abiertamente a Salazar con su regreso de Francia, éste decidió enviar allí al hombre duro del régimen, el alcalde Madera, en mayo de 1612 para expulsarlos otra vez. acosado por el Consejo de Estado por los pobres resultados obtenidos hasta el momento, Sa-lazar respondió el 24 de mayo a aróztegui dando su resumen de la situación:

Lo que puedo decir a V.M. en lo que hoy me preguntó en materia de mo-riscos es que en Castilla la Vieja y la Nueva, La Mancha y Extremadura, donde la expulsión estuvo a mi cargo, salieron todos los que la justicia listó por moriscos, sin quedar ninguno. De éstos se han vuelto muchos con licencias y otros con licencias falsas y muchos sin licencia. De éstos se han preso muchos y vuelto a expeler y otros tienen presos las justicias, y las licencias de que los demás se han valido se van examinando para ver las que se deben guardar. Y hasta ahora no se sabe que hayan vuelto a ningún lugar ni provincia cantidad considerable sino en las Cinco Villas, que casi se volvieron todos, y con la ida del alcalde Madera tendrá esto el recado que conviene126.

En cuanto a otras partes: “los reinos de Valencia para ahora creo que no han menester nueva diligencia, porque no he oído decir que allí se hayan vuelto moriscos. En Cataluña y en el andalucía me di-

123 aGS, Estado, leg. 2.642, sesión del Consejo de Estado del 4 de marzo de 1612.124 aGS, Estado, leg. 249, billete de lerma a Salazar fechado el 12 de marzo de 1612.125 aGS, Estado, leg. 2.642.126 aGS, Estado, leg. 2.642, carta fechada el 24 de mayo de 1612.

cen que hay más daño que en otra parte”. En el Campo de Calatrava el alcalde Madera iba y venía de pue-

blo en pueblo como un torbellino, recogiendo, según él, a moriscos por doquier, pero el resultado de tanto movimiento fue el apresa-miento de solamente unos 500 moriscos sin sus hijos que Madera despachó inmediatamente a Cartagena para su embarcación al norte de África. Quinientos que luego bajaron a cuatrocientos cuando lle-garon al puerto. recordando que todos habían hablado de más de tres mil moriscos calatraveños expulsados en 1611 y que todos estos habían vuelto a sus tierras, 400 representa una mínima parte de los moriscos antiguos de las Cinco Villas127. Y ni este pobre resultado fue, a la suma, verdadero, puesto que el 28 de septiembre de 1612 Salazar tuvo que reconocer que la misión del alcalde Madera había sido un fracaso total:

Y a las Cinco Villas del Campo de Calatrava donde [ha] habido y hay mayor desvergüenza en esto que en todo el reino se envió el alcalde Ma-dera a castigar los que se habían vuelto, que fue de poco efecto porque se han vuelto segunda vez los que él mandó salir, y quedádose muchos con permisión del Consejo de Estado con mucho favor y relaciones falsas de ser viejos e impedidos128.

Mientras los moriscos del Campo de Calatrava iban camino de convertirse en el némesis de Salazar, en la peor de sus pesadillas, las noticias que llegaban desde otras partes del país no eran menos desa-lentadoras. la ciudad extremeña de Plasencia había reaccionado a la llegada de los comisarios, diligencieros y receptores de Salazar para expulsar a sus moriscos, encarcelando a todos los oficiales del conde. Seguían en la cárcel más de un año después, a pesar de todas las ame-nazas de Salazar vertidas sobre el ayuntamiento. Durante los meses de mayo y junio el Duque de Medina Sidonia escribió varias veces al secretario aróztegui avisándole de la presencia de muchos moriscos en las plazas de Ceuta y Tánger y del papel de iniciativa privada que

127 Como he analizado en mi estudio de los moriscos de Villarrubia (Dadson 2007: 562-68), había al menos unos 5.000 moriscos antiguos en las Cinco Villas; si se expulsaron 3.000 en 1611, aún quedaban unos 2.000 sin expulsar (se supone que los viejos, impedidos y otros con permisos para quedar); si luego volvieron todos los expulsados, como dice reiteradamente el conde de Salazar, y en 1612 Madera solamente logró apresar y enviar unos 400 a Cartagena, es evidente que la mayor parte de los moriscos del Campo de Calatrava seguían en sus casas.128 aGS, Estado, leg. 2.643.

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ejercían ciertos barcos “que tienen por granjería los barcos de pasar moriscos y el Duque apunta que son muchos los que hay y que los encubren”129. Un mes más tarde, el 16 de julio, le dijo a aróztegui “que por Ceuta y Tánger vuelven cuantos quieren de los moriscos”130, análisis refrendado por el Marqués de Caracena que explicó al rey que los moriscos hacían enormes esfuerzos por llegar a Tánger y salir de berbería para evitar ser matados por los moros que los considera-ban cristianos131.

Para aliviar la situación en Tánger, Medina Sidonia envió unos 480 moriscos de allí a italia y mandó a unos 59 niños de entre tres y ocho años a sus estados de Sanlúcar, a repartirlos entre los vecinos como había ordenado el rey132.

Si las noticias de África durante la primavera y el verano de 1612 no eran muy halagüeñas, tampoco lo eran las que venían de San Juan de luz en Francia —donde los moriscos habían organizado un sis-tema de correos para mantenerse en contacto y trabajaban con judíos portugueses afincados en San Sebastián y otras ciudades fronteri-zas para pasar dineros y otros bienes— ni las de dentro de la Penín-sula. Muchos moriscos habían vuelto a Jaén, y aunque el licenciado aguilera había avisado que ninguno quedaba en Sevilla, el Duque de Medina Sidonia había escrito: “estos días que ha entendido que Sevilla está tan llena de moriscos que se puede de nuevo hacer otra expulsión”133. Nunca remiso en perder una oportunidad para atacar a Salazar, el Duque del infantado añadió que “le habían escrito de Toledo que estaba aquella ciudad llena de moriscos de los expelidos que se habían vuelto”. la solución, como siempre, era, primero, echar mano del alcalde Madera y enviarle a Toledo, y, segundo, endurecer las penas para los que no cumplían con los bandos. El 21 de agosto de 1612 se proclamó otro bando real explicitando las penas para los que volvían y amenazando que “de aquí adelante se ejecutarán puntual-mente las penas de los primeros bandos, en los que contravinieran a

129 aGS, Estado, leg. 244, informe de 10 de junio de 1612.130 aGS, Estado, leg. 244.131 aGS, Estado, leg. 244, carta al rey fechada el 3 de julio de 1612.132 aGS, Estado, leg. 244, papel n° 50, carta fechada el 10 de junio de 1612.133 aGS, Estado, leg. 2.642, reunión de 9 de septiembre de 1612.

esta orden”134. Como esta amenaza se había dado ya varias veces sin que se ejecutasen las penas contempladas en los primeros bandos, era poco probable que los moriscos ni los que los ayudasen hiciesen caso ahora. Como parte de esta ofensiva contra los moriscos y los que los encubrían, el Duque de lerma escribió al Presidente del Consejo de Estado el 22 de septiembre pidiendo cuenta a los corregidores “de lo que han hecho en ejecución de las órdenes que tienen y de las que por mano de V.S.i. se les envió por marzo de este año, previniéndoles que no consintiesen en sus jurisdicciones ningunos moriscos”135.

Como a finales de septiembre de 1612 el secretario aróztegui fue reemplazado en algunas de sus funciones por Juan de Ciriza, Salazar decidió poner a éste al día en cuanto a la expulsión, escribiéndole una larga y bastante franca relación sobre el estado de todo. Como era habitual en él, empezó su relación de manera positiva y optimista:

De Castilla la Vieja y la Nueva, la Mancha y Extremadura, que estaba a cargo del Conde de Salazar la expulsión, salieron todos los moriscos que se hallaban en estas provincias, así de los que llaman antiguos como gra-nadinos, que pasaron de cincuenta mil personas sin quedar sino algunos de los antiguos136.

Pero luego en seguida tuvo que reconocer los hechos: “Después de haber pasado a Francia toda esta gente, y algunos antes de lle-gar a ello, se han vuelto muchos en confianza del favor que tenían y del poco cuidado que las justicias han tenido en prenderlos y cas-tigarlos, particularmente en los lugares de señorío…”. Esto le lleva a arremeterse contra los desvergonzados de las Cinco Villas, para a continuación enumerar otros lugares donde han quedado moriscos: Plasencia, Trujillo y Mérida (de Extremadura), Ocaña y Talavera (del reino de Toledo). Finalmente, menciona andalucía, donde “se tiene noticia que se han vuelto gran número de gente de esta nación, así de los naturales que fueron expelidos como de otras provincias”.

En corroboración del pesimismo de Salazar, llegó a sus manos un memorial redactado por un tal Ginés de almodóvar, capellán en las

134 Janer, 1987: Doc. CXXXiX.135 aGS, Estado, leg. 249.136 aGS, Estado, leg. 2.643.

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Descalzas de Madrid, en el que decía que la mayor parte de los mo-riscos habían vuelto a andalucía “y lo mismo es en Castilla la Nueva y la Vieja, que la mayor parte se han vuelto y son amparados y favo-recidos de los que se han quedado en los pueblos sin listar, y de las justicias y poderosos por los ruegos, mañas y trazas que tiene esta traidora nación”137. En Murcia los habían protegido el Marqués de los Vélez y don Pedro de Toledo; más de 200 habían vuelto a Pastrana y había también muchos en Guadalajara, alcalá y Madrid.

El 27 de octubre el Consejo de Estado discutía las noticias preocu-pantes que había enviado el castellán de amposta, “en que advierte que los moriscos que salieron de Cataluña se van volviendo y los admiten y con facilidad se hacen informaciones de que son cristianos viejos, negocio digno de remedio”138. Noticia ampliamente confirma-da el 13 de octubre por el Marqués de almacén quien escribió desde barcelona diciendo que muchos moriscos volvían por mar a Tortosa “teniendo allí a sus parientes de los que quedaron, que los recogen y encubren”139.

El Conde de Salazar empezó el año nuevo de 1613 en Valladolid dando vueltas a sus dos obsesiones habituales: 1) la continua vuelta de moriscos por causa de la flojedad de los tribunales; y 2) la pro-tección que seguían recibiendo de ciertos poderosos y favorecedores (como los llamaba). En cuanto al primer punto, escribió al rey el 16 de enero con esta triste diagnosis: “tengo por muy ciertos avisos que (…) se han vuelto y se vuelven cada día cuantos habían salido, y dentro de tres meses no quedará ninguno de cuantos han sido expelidos”140.

las malas noticias que no cesaban de llegar a Madrid parecían darle toda la razón. El 22 de febrero el gobernador de Ceuta, el Mar-qués de Villarreal, advirtió del creciente número de moriscos que lle-gaban a Ceuta, empujados allí por los bereberes que los echaban de sus tierras después de haberles robado todo lo que llevaban141, aviso que repitió el 18 de abril142. Más o menos al mismo tiempo, el alcalde

137 aGS, Estado, leg. 245, papel n° 89.138 aGS, Estado, leg. 248.139 aGS, Estado, leg. 247.140 aGS, Estado, leg. 247.141 aGS, Estado, leg. 250.142 aGS, Estado, leg. 254.

del Peñón de Vélez de la Gomera escribió informando de que había dado permiso a varios lotes para volver a España143. En junio el Maes-tro de Campo Gaspar de Valdés notificó desde larache que aunque se le había ordenado no dejar entrar a los moriscos españoles por si utilizasen la plaza para volver a España, a él le gustaría emplear a unos 30 “para trabajar en las obras de aquella plaza”144. Está claro, por tanto, que los moriscos estaban utilizando todas las plazas espa-ñolas del norte de África —Ceuta, Tánger, larache, Peñón de Vélez de la Gomera, Orán— como refugio, primero, de los ataques de sus supuestos correligionarios, y plataforma, segundo, para poder volver a su tierra. a pesar de todos los bandos en contra y todos los castigos contemplados en ellos, sabían que una vez allí tenían buenas posibili-dades de conseguir su objetivo. los gobernadores y alcaldes de estas plazas no eran inhumanos ni autómatas que obedecían ciegamente las órdenes que recibían de Madrid. les conmovía la situación lamen-table en que llegaban los moriscos, pereciendo de hambre y cargados de niños. Era fácil desde Madrid ordenar que los devolvieran a los bereberes, pero no lo era tanto para los que sobre el terreno y testigos de su infortunio lo tenían que cumplir. De ahí que muchos hacían la vista gorda a los embarques en navíos franceses, ingleses, holandeses ¿con rumbo a? Esto les importaba menos que quitarlos de las plazas fuertes a tiempo para recibir la próxima avalancha humana. Esta acti-tud más comprensiva no impedía naturalmente que a veces la situa-ción desbordara la paciencia y recursos de los gobernadores. Viendo que Ceuta se llenaba de moriscos, el gobernador sugirió el 8 de mayo el drástico remedio de que todos los que volviesen se cautivasen para esclavos145. Una carta del Duque de Medina Sidonia es bien elocuente de la situación imposible en que se encontraban los encargados de la expulsión en las costas africanas. Primero cuenta lo que le ha escrito el general de Tánger:

que en materia de moriscos jura a los Santos Evangelios que tiene hecho y hace cuantas diligencias puede por que no pasen a España, que por allí no tienen salida, sino por donde bien se sabe y es público. Los que hay en

143 aGS, Estado, leg. 250, carta fechada el 26 de marzo de 1613.144 aGS, Estado, leg. 251, carta fechada el 19 de abril de 1613.145 aGS, Estado, leg. 2.643.

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Tánger son lo más mujeres, que se les han quitado los niños, que era el remedio para que con esto se fuesen, y no basta. Falta sólo el forzarlos a ello. Que lo ha dicho todo a su Majestad y espera de su grandeza enviará embarcaciones con que aquella miserable y ruin gente se eche fuera de sus reinos, que ha días que no va ninguno, que cuando lo hicieren se echarán146.

luego relata sus propias dudas y escrúpulos de conciencia:

pues ellos quisieron aquel camino de Berbería, habiéndoseles puesto en su libertad para que escogiesen el que quisieren, es menos la obligación, si bien aseguran que son cristianos, que deben de ser por fuerza, y que se quieren volver a morir en tierra de ellos.

El duque pone esto en consideración por no quedar con escrúpulos de estos intentos.

En nombre del rey el Consejo de Estado respondió a todos estos memoriales con la siguiente orden:

He entendido que por esa fuerza vuelven a España cada día muchos de los moriscos expelidos, y, porque, como sabéis, es de mucho inconvenien-te, os encargo y mando precisamente no consintáis que se embarquen ningunos por esa parte para acá, guardando en lo que a esto toca las órdenes que tenéis, como lo espero de vuestro mucho celo…147

Pero, muy significativamente, y muy revelador del creciente pesi-mismo de los oficiales en Madrid, el rey había escrito en el margen de este billete lo siguiente: “Vea V.M. si por esta vez se permitirá lo que se dice en ese decreto”. El mayor problema con los bandos eran las penas contempladas en ellos y la casi imposibilidad de hacerlas cum-plir. los gobernadores de las plazas africanas no sabían qué hacer con la multitud de mujeres y niños apilados allí, ni tampoco el Duque de Medina Sidonia que tenía a muchos de ellos bajo su custodia en la costa andaluza. incluso el Conde de Salazar empezaba a entender el problema: aunque era bastante fácil para los que tenían edad y fuer-zas para remar echarlos a galeras, la mayor parte eran viejos, viejas, mujeres y niños que, como decía él, “como no tienen pena más de

146 aGS, Estado, leg. 2.643.147 aGS, Estado, leg. 2.643.

volverlos a echar [expulsar], no se les da nada de que los prendan”148, y, en palabras del Consejo de Estado, “andan yendo y viniendo”. Una solución era tener “más rigor con los que se vuelven y hacer alguna gracia a los que salen para que se queden adonde les echaren”149.

Mientras Salazar ingeniaba soluciones para animar a los expulsa-dos a quedar “adonde les echaren”, se enfrentaba con otro problema opuesto, el de un grupo de moriscos que estaban muy contentos con su nuevo destino. Se trataba de los moriscos de alcántara, una comu-nidad bastante numerosa y bien asimilada. Cuando ya no pudieron más contra los bandos de expulsión, se fueron en masa al pueblo cer-cano portugués de Marvão. Con esa maniobra salieron del reino de Castilla, pero no de los reinos de Su Majestad como exigían los ban-dos. En todo caso, era obvio que sólo esperaban el momento adecua-do para volver a sus casas, a una distancia de solamente 13 ó 15 kiló-metros. El Consejo de Estado resolvió traer a las familias de nuevo a alcántara para volver a expulsarlos desde allí de los reinos españoles, una idea tan extravagante que el rey inmediatamente la vetó: “en lo de los moriscos que están fuera de Castilla no hay para que vuelvan a ella”150. Dados los continuos problemas con los que volvían clan-destinamente, se entiende su desencanto con la idea, pues no parecía desde luego muy acertado ayudarlos a volver a Castilla para hacer así más fácil su desaparición entre el pueblo llano.

El año finalizó con otro bando real, emitido el 26 de octubre, en contra de los moriscos que habían quedado ocultos y los que los en-cubrían, y con la novedad de solicitar delatores de los moriscos que habían vuelto, a quienes se les pagarían 10 ducados por cada morisco delatado151. Contento con el trabajo hecho, Salazar viajó a Mur-cia hacia finales de noviembre a supervisar la expulsión del último grupo de moriscos que oficialmente quedaba en el país. Para finales de diciembre se convenció de que había expulsado a todos y escribió ufano a Juan de Ciriza anunciándole la buena noticia.

Con la expulsión de los mudéjares del Valle de ricote, había ter-

148 aGS, Estado, leg. 254, billete de Salazar a Ciriza fechado el 4 de julio de 1613.149 aGS, Estado, leg. 254, billete de Salazar a Ciriza fechado el 25 de julio de 1613.150 aGS, Estado, leg. 2.643.151 Janer, 1987: Doc. CXliii.

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minado oficialmente la expulsión de los moriscos españoles. lo que se había previsto como una operación de unos pocos meses se había convertido a la larga en una pesadilla que ya entraba en su sexto año. El Consejo de Estado quería ahora poner fin a todo y el 20 de febrero de 1614 sugirió al rey “que cesen ya las delaciones y jurisdicciones que hay en esta materia de expulsión, y que, teniéndola por conclui-da, se trate solamente de que no vuelvan los que han salido, y castigar a los que lo hicieren por medio de las justicias ordinarias (…) y que se ordene al Conde de Salazar que alce la mano de esta negociación”152. No sólo buscaban el cese de Salazar, con quien algunos consejeros habían tenido continuos enfrentamientos, sino que querían que las cosas se quedaran donde estaban en ese momento: es decir, que los que no habían salido y/o tenían sus causas pendientes, no fuesen molestados ni se hablase más de ello. Había que poner un límite a todo el asunto y declararlo acabado, “porque si esto no se ataja, es cosa que nunca tendrá fin, ni los agravios e inconvenientes que de ello resultarían”.

Naturalmente, Salazar no aceptó de buena gana su marginación de la empresa con que se había identificado totalmente durante años, e intentó en un nuevo bando promulgado en abril de 1614 recuperar sus posturas de siempre: “que, aunque cesen las delaciones y pleitos pendientes que no estuvieren acabados, los que estuvieren conde-nados por justicia y acabadas las causas para que salgan han de ser expelidos, y lo mismo los que siendo notorios moriscos alistados por tales cuyos padres o hermanos han salido y ellos no lo han hecho con ocultarse, pues no está bien que los rebeldes tengan el premio que falta a los obedientes”153. También arremetió con fuerza contra los que intentaban ayudar o encubrir a los moriscos que volvían; como siem-pre tenía el ojo puesto en los señores de lugares, que no habían cesado de ayudar y defender a sus vasallos moriscos.

Pero, por muy rigurosos que fuesen los bandos, las noticias sobre el regreso de moriscos y sobre la situación imposible de las plazas fuertes españolas en África seguían llegando. El 3 de marzo el gober-

152 aGS, Estado, leg. 2.644.153 aGS, Estado, leg. 2.644.

nador de Ceuta informó a Madrid de que había allí unos 170 moriscos que no podía echar, entre ellos 70 niños “que se quitaron por el ban-do, que los caballeros los crían y doctrinan como hijos, y sentirían se los quitasen por la afición que les han cobrado”154. Dos semanas más tarde, el gobernador de Tánger envió una lista, también de 170 mo-riscos, que se encontraban refugiados allí155. luego, una consulta con fecha de 30 de marzo de 1614 aludía esta vez al aluvión de moriscos que se encontraba en Tetuán a la espera de un cambio de política:

La mayor parte de los moriscos que han quedado de los que se expelieron de Andalucía y reino de Granada y muchos de los de Aragón han venido a parar a Tetuán y sus contornos. Esta gente siempre ha vivido con espe-ranzas de que tendrían medio para poder volver a estos reinos…156

Como se ve, no habían perdido sus esperanzas de poder volver a su patria.

aunque para el verano de 1614 la expulsión había terminado, Sa-lazar fue incapaz de aceptarlo y seguía obsesionado con los moriscos que volvían o los que habían conseguido escapar a los bandos y se-guían en el país. Tuvo la oportunidad de expresar todos sus temores en un memorial que le pidió lerma a finales de julio de 1615: el valido quería una relación puesta al día del estado de la expulsión, y Salazar aprovechó la ocasión para pintarlo en tonos apocalípticos: en Murcia habían vuelto “cuantos moriscos de él salieron, por la buena voluntad con que generalmente los reciben todos los naturales y los encubren los justicias”; en andalucía, “por cartas del duque de Medina Sidonia y de otras personas, se sabe que faltan de volverse solos los que se han muerto”; “En todos los lugares de Castilla la Vieja y la Nueva y la Mancha y Extremadura, particularmente en los de señorío, se sabe que se vuelven cada día muchos y que las justicias lo disimulan”; las islas de Mallorca y Menorca y las Canarias “tienen muchos moriscos así de los naturales de las mismas islas como de los que han ido ex-pelidos”; en aragón pasaba lo mismo: habían vuelto muchos y otros muchos se habían quedado con permisos y probanzas falsas157.

154 aGS, Estado, leg. 255.155 aGS, Estado, leg. 255.156 aGS, Estado, leg. 2.644.157 aGS, Estado, leg. 259.

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Por supuesto que exageraba la situación, ya que le interesaba destacar su rectitud en el asunto en comparación con la dejadez y flojedad de los demás involucrados. Pero aun teniendo en cuenta el interés propio que podía motivar ciertas de sus quejas, no hay duda de que Salazar manejaba cifras bastante fiables y fáciles de constatar, y estaba en contacto permanente con todos sus agentes, tanto en Es-paña como fuera de ella. al contrario de muchos historiadores pos-teriores al evento que tragaron la propaganda oficial del éxito de la expulsión, Salazar sabía que no había habido tal éxito como el que él y lerma habían deseado158.

También tenemos que detenernos en los motivos de los demás actores de la expulsión que hemos citado antes. ¿Qué beneficios sacaban los que con regularidad avisaban a Madrid de la vuelta de centenares si no miles de moriscos? Mucho más fácil habría sido para los gober-nadores, corregidores y alcaldes de los pueblos de Castilla la Nueva, la Mancha, Extremadura y andalucía callar este regreso, ya que con avisar a las autoridades de lo que pasaba sólo causaban problemas, y, como todo burócrata sabe muy bien, más vale no causar problemas a los superiores de uno si se quiere una vida tranquila. Y más en el caso de los gobernadores de las plazas fuertes norafricanas: lejos del centro del poder, poco podían esperar en cuanto a ayuda para resol-ver el problema de los centenares de moriscos que llegaban a ellas. Como hemos visto, sus deprimentes noticias no recibían ninguna res-puesta útil desde Madrid, y tuvieron que intentar solucionar el pro-blema sobre el terreno tal y como se les ocurría. El Duque de Medina Sidonia era otro que no se beneficiaba enviando continuas noticias de la vuelta de los moriscos por las costas andaluzas, como hacía con la regularidad de un reloj. Sus escrúpulos de conciencia, que sacaba siempre que podía, tenían que haber crispado los nervios de todos los que leían sus informes, desde Salazar y el secretario aróztegui hasta lerma y los consejeros de Estado.

En resumen, ¿por qué no hemos de creer a ninguno de estos in-formantes contemporáneos sobre la situación de la vuelta de los mo-

158 Sobre la ofensiva propagandística que puso en marcha la administración para justificar la expulsión de los moriscos, ver DaDSON 2006.

riscos, no todos, por cierto, pero de suficientes para que el propósito de la expulsión —su total expulsión de España— no se cumpliese, pero sí hemos de creer a historiadores posteriores que, manejando la misma información (o más deficiente), nos dicen que no hubo tal vuelta? Obviamente, es mucho más fácil contar a los que salieron —se registró a los expulsados (o se intentó hacerlo) en todos los puertos de embarcación— que a los que volvieron, por el mero hecho de que los que volvieron no lo anunciaron a los cuatro vientos. la costa andaluza no era una defensa segura, de hecho era completamente porosa, y ni el Estado ni el Duque de Medina Sidonia, a cuyo cargo estaba, tenían los medios para controlarla en su totalidad. Una vez llegados a an-dalucía era fácil para los moriscos desaparecer dentro de la población llana y empezar luego la vuelta cautelosa y cuidadosa al pueblo.

Como ha dicho antonio luis Cortés Peña en lo referente a los moriscos de Sevilla: “No cabe duda de que en caso de que este hecho (la asimilación de los moriscos sevillanos) tuviera lugar en porcentaje digno de ser resaltado, lo que me aventuro a defender en calidad de hipótesis —indicios hay para ello—, su reflejo documental se ha de hallar muy disfrazado por variadas razones, entre las cuales el deseo de los asimilados por no dejar huella de su pasado juega un papel primordial”159. Y si esto es verdad en cuanto a la asimilación, mucho más lo ha de ser en el caso del regreso clandestino. a todo morisco que había logrado la vuelta a su tierra le interesaba solamente el si-lencio.

El ejemplo más conocido y más estudiado de moriscos que vol-vieron a sus pueblos durante y después de las expulsiones es el de los mudéjares murcianos del Valle de ricote, cuyo caso guarda sor-prendentes paralelos con los moriscos de Villarrubia: asimilados a la cultura mayoritaria, sintiéndose cristianos de verdad, ocupando puestos de envergadura en el gobierno local, aceptados, ayudados y protegidos por sus convecinos los cristianos viejos, volvieron en masa a las seis villas del Valle, como ha demostrado luis lisón Her-nández, quien ha podido seguir su rastro durante décadas después

159 COrTÉS PEÑa 1999: 552.

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de su supuesta expulsión160. Otros que volvieron, o que ni siquiera fueron expulsados, como fue el caso mayoritariamente en el Campo de Calatrava, fueron algunos de los moriscos extremeños, como nos ha advertido bernard Vincent:

fueron expulsados los habitantes de Hornachos, Benquerencia y Maga-cela, así como la mayor parte de los granadinos. El resto pudo librarse de esta medida... Sin duda estos criterios prevalecieron en todas partes, lo que plantea el problema de la permanencia en España de una población morisca más numerosa de lo que generalmente se admite, después de 1610 ... ¿Cuántos moriscos quedaron en Extremadura? ¿Cómo se llevó a cabo su asimilación? Estas preguntas encierran todo un capítulo de la historia de los moriscos hasta hoy ignorado, porque la expulsión de 1609-1610 ha sido considerada como la supresión radical de su presencia del suelo de España161.

En cuanto a sus motivos para volver —múltiples y variados se-gún de dónde procedían y cómo habían vivido antes de la expul-sión—, más pudo la añoranza de su tierra natal para bastantes de ellos que los dudosos beneficios de una vida nueva en otra parte; como ha señalado Hamilton:

No puedo creer que los malos tratos y abusos de algunos malvados, como hay y ha habido siempre en cualquier país, dominaran sobre los gratos recuerdos de su hermosa tierra natal y el afecto de tantas buenas gentes que dejaban tras ellos. Esta fue probablemente la más poderosa de las fuerzas que movieron a los moriscos expulsados a regresar a su tierra.

Y sigue, en cuanto al número de los que pudieron haber vuelto:

Puede que no haya llegado a la cuarta parte de los deportados los que volvieron definitivamente a España. Pero sospecho que por lo menos una cuarta parte, y posiblemente un tercio, de los varones en edad de trabajar regresaron a España para quedarse162.

Y esta vuelta se hacía posible porque, además de hablar el castellano como los nativos que realmente eran, en todo momento contaban con gente que los ayudara, que no los delatara ni los entregara a las auto-

160 liSÓN HErNÁNDEZ 1992.161 ViNCENT 1987: 230.162 HaMilTON 1978: 77 y 78.

ridades, incluso con oficiales dispuestos a hacer oídos sordos a las ór-denes de sus superiores. Gracias a los esfuerzos de miles de moriscos castellanos que no aceptaban su expulsión y a los muchos valientes que los ayudaron y defendieron (tanto los señores del lugar como sus vecinos cristianos viejos, los ayuntamientos, los cabildos, algunos obispos y los curas locales), el objetivo xenófobo y verdaderamente escalofriante de lerma de que “estos reinos quedasen tan limpios de moriscos que en ellos no hubiese memoria de esta gente” no pudo cumplirse163.

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trevor J. dadson

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LA NACIóN EN LUGAR SEGURO : LOS MORISCOS HACIA TúNEZ

Luis F. Bernabé Pons

Universidad de Alicante

la calificación que aparece en el título de estas páginas atribuida a Túnez es naturalmente una referencia conocida: aparece, a modo de nota marginal, en una carta en castellano conservada en el manuscri-to D. 565 de la biblioteca Universitaria de bolonia164. la carta en cues-tión tiene su historia, porque se trata de la traducción en castellano de una carta en árabe escrita desde París a los moriscos avecindados en Constantinopla. la misiva original en árabe había sido escrita y enviada en 1612 por el morisco ahmed ibn Qasim al-Hacharî o ah-med bejarano, uno de los moriscos más famosos en el exilio, escritor en árabe y castellano y traductor y embajador en Europa del sultán marroquí Muley Zaydân165. Esa misiva iría años después a Túnez en manos de un noble morisco hispano-tunecino, Muhammad ibn ‘abd ar-rafî’ y, bastantes años después, cuando el autor de la carta recaló

164 PENElla J., «introduction au manuscrit D 565 de la bibliothèque Universitaire de bologne», en Míkel de Epalza - ramón Petit, études sur les moriscos andalous en Tunisie, Madrid-Tunis, Direc-ción General de relaciones Culturales, 1973, págs. 258-263.165 Véase WiEGErS, G., A learned Muslim Acquaintance of Erpenius and Golius: Ahmad b. Kasim al-Andalusi and Arabic Studies in The Netherlands, leiden: Faculteit der Godgeleerdheid rijksuni-versiteit, Dokumentatiebureau islam-Christendom, 1988; «a life between Europe and the Magrib. The writings and travels of ahmad b. Qasim ibn ahmad ibn al-faqih Qasim ibn al-shaykh al-Hajar al-andalus (born c. 977/1569-70)», en G. J. van Gelder - E. de Moor (eds.), Orientations. The Middle East and Europe: Encounters and Exchanges, leiden: 1 (1993), págs. 87-115; VaN KONiNGSVElD, P., – al-SaMarrai, Q., - WiEGErS, G., ahmad ibn Qasim al-Hajar (d. after 1640). Kitab Nasir al-Din ‘al qawm al-kafirin (The Supporter of Religion Against the Infidel). Historical study, critical edition and annotated translation by... Madrid, Consejo Superior de investigaciones Científicas - agencia Española de Cooperación internacional, 1997.

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en Túnez de vuelta de su peregrinación a la Meca, le fue mostrada y decidió traducirla al castellano, añadiéndole algunos comentarios propios.

Hacia la primera parte de la carta, al-Hachari habla de los moris-cos que se han establecido tiempo atrás en Marruecos y señala que va a pasar a dar noticia sobre lo que ha sucedido con los moriscos de la expulsión general:

Lo que toca a la nueva tragedia y trasmigración tendrán vuestras merce-des deseo de saber lo que por aquel rreyno pasa açerca de los desterrados de España, que ansí les llamo. Digo señores que vuestras mercedes no estarán contentos con estar en el mejor puesto de la morisma, pues es de creer que a los forasteros se les pasan años antes que se hallen bien, aunque estén en el mejor lugar.En lo que toca a la África, desde Marruecos a Túnez, es una región que a mi pareçer se puede llamar purgatorio de forasteros que buscan buen mundo; y tengo por lo más desgraciados a los que fueron a Túnez que, según escribe Mármol en su libro Discripçión de África, es lugar donde no se abrán hartado los pobres de agua dulce y porque tienen dos plagas, la una de alarues y la otra de intolerables renegados y turcos, y lo mismo en Argel y Tremeçén166.

En una nota en el margen superior del folio, cerca de la segunda mención del nombre de Túnez, al-Hachari anota en castellano: “En aquel tiempo era de aquella manera y el día de oy Túnez es mejor puesto para los de la nación”. Por diversos testimonios tanto de la vida de al-Hachari como del propio manuscrito, sabemos que el mo-risco hispano-marroquí llegó a Túnez desde Oriente hacia 1645 y que, en lugar de seguir hacia su antigua patria en Marruecos, decidió pa-sar el resto de sus días en Túnez, donde realizó fundamentalmente labores de traductor.

¿Qué era lo que se había transformado en treinta años de forma tan radical en Túnez para ese cambio de juicio? ¿Qué conducía a al-Hachari a elevar a Túnez en el juicio que le merecía respecto a los mo-

166 Cito la carta por la edición que de ella hace OliVEr aSÍN, J., Conferencias y apuntes inéditos, edición de Dolores Oliver, Madrid, agencia Española de Cooperación internacional, 1996, págs. 145-150 (cita págs. 146-147).

riscos que allí habían llegado? El juicio recogido en el libro de Mármol Carvajal (Granada y Málaga, 1573-1599) que cita el morisco sin duda se hace eco de los ataques que sufrieron los moriscos a manos de tri-bus nómadas semibeduinas (los “alárabes” de las crónicas) al llegar a las costas argelinas, una vez hiperpoblado el presidio de Orán167. las noticias de esos ataques y muertes que sufrieron algunos de esos moriscos desembarcados en las afueras de la ciudad norteafricana llegaron a España y provocaron la rebelión de algunos moriscos en las montañas valencianas. Esas noticias fueron utilizadas asimismo de forma ideológica por las autoridades españolas para mostrar la terrible culpa que arrostraban los moriscos y el castigo divino que habían de pagar por ello, como puede verse en el cuadro terrible de la rebelión en la Muela de Cortes, pintado por Jerónimo Espinosa pocos años después y conservado en Valencia. Pero esas noticias también corrieron por el Norte de África y condujeron a las autoridades mar-roquíes y argelino-otomanas a enviar cuerpos de ejército para casti-gar a esos bandidos que hostigaban a unos creyentes musulmanes. a partir de entonces, la implantación de los moriscos en los distintos lugares del norte de África dependerá estrechamente de las políticas de los gobernantes norteafricanos, según sus intereses en sus comple-jas relaciones con España, en el caso marroquí, o según los intereses generales del imperio Otomano, en el caso de argelia y Túnez. así lo señalaba al-Maqqari de Tremecén, en el texto del Nafh at-Tîb (hacia 1629) traído a colación y traducido por Míkel de Epalza168:

Salieron millares para Fez y otros millares para Tremecén, a partir de Orán, y masas de ellos para Túnez. En sus itinerarios terrestres, se apoderaron de ellos beduinos y gente que no teme a Dios, en tierras de Tremecén y Fez; les quitaron sus riquezas y pocos se vieron libres de estos males; en cambio los que fueron hacia Túnez y sus alrededo-res, llegaron casi todos sanos. Ellos construyeron pueblos y poblacio-nes en sus territorios deshabitados; lo mismo hicieron en Tetuán, Salé

167 DE EPalZa, M., “los moriscos y sus descendientes, después de la expulsión (Después del cuadro del desembarco de Orán)”, en VV.aa. La expulsión de los moriscos. 14 de octubre de 1997 - 9 de junio de 1998. Valencia: Fundación bancaja, 1998, págs. 41-70.168 Los moriscos antes y después de la expulsión, Madrid, MaPFrE, 1992; 1994, págs. 148-149.

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y La Mitidja de Argel. Entonces el sultán de Marruecos tomó a algunos de ellos como soldados armados. Se asentaron también en Salé. Otros se dedicaron al noble oficio de la guerra en el mar, siendo muy famosos ahora en defensa del Islam. Fortificaron el castillo de Salé y allí construyeron palacios, baños y casas, y allí están ahora. Un grupo llegó a Istanbul, a Egipto y a la Gran Siria, así como a otras regiones musulmanas. Actual-mente así están los andalusíes.

Ya se han estudiado con cierta asiduidad bibliográfica los rasgos principales de la llegada de los moriscos a la regencia Otomana de Túnez y su posterior establecimiento en todo el país169: rapidez en la llegada de los moriscos, unos 80.000, principalmente llegados de Francia; ruptura de una tradición de inmigración continuada desde al-andalus / Península ibérica; disposición de las autoridades de Túnez para distribuirlos en el país; cierta autonomía del grupo mo-risco en su pervivencia y desarrollo en Túnez; presencia activa y he-rencia posterior de un elemento hispánico en diversos campos del acervo cultural, material e inmaterial, tunecino, etc.

Prácticamente la totalidad de los estudios críticos coinciden en señalar a Túnez como el lugar en donde se produjo una integración más rápida y menos traumática de los moriscos exiliados. la llegada algo tardía a la regencia de la inmensa mayoría de los expulsados, que ya vinieron más o menos agrupados desde los puertos franceses, facilitó a las autoridades otomanas un plan de acción político-social respecto a ellos. Si el santón tunecino abû-l-Gayz al-Qachchâch170 se iba a ocupar de las más inmediatas necesidades materiales de los re-cién llegados, así como de procurarles el suficiente auxilio espiritual, las autoridades en Túnez iban a facilitar la cohesión social de la nueva comunidad mediante su distribución en grupos y el nombramiento de “jeques” de los andalusíes entre la gente principal de su comunidad.

169 Véase, a título general, aparte del libro de Epalza-Petit, ya citado, S. – M. ZbiSS- a. GaFSi – M. bOUGHaNMi – M. de EPalZa, Etudes sur les Morisques Andalous, Túnez: institut Nationale d’ar-chéologie et d’art, 1983, págs. 15-34.170 DE EPalZa, M., “Sidi bulgayz, protector de los moriscos exiliados en Túnez (s. XVii). Nuevos documentos traducidos y estudiados”, Sharq Al-Andalus. Estudios Mudéjares y Moriscos, alicante-Teruel, 16-17 (1999-2002), págs. 145-176.

Existe asimismo un acuerdo más o menos tácito en la bibliografía dedicada a los moriscos hispano-tunecinos en que las disposiciones que el Dey Uzmân (1598-1610) tomó a la llegada de los moriscos (qui-ta de la tasa de atraque de los barcos que los trajeran a Túnez, rebaja o desaparición de cargas fiscales, donación de tierras especialmente fértiles, etc.) fueron especialmente beneficiosas para su cómoda ins-talación en la regencia. De hecho, los moriscos que llegaron en las primeras oleadas, siempre recordarán su figura como la de un gran protector. así lo manifiesta el anónimo morisco autor del Tratado de los dos caminos:

En ésta [tierra de Islam] nos reçibieron Uzmán Day, rey de Túnez, de condiçión soberbia, y para nosotros manso cordero; Çiti Bulgaiz, con su santidad, y la jente con su yçlam, y todos procurando acomodarnos y re-galándonos con grande amor y amistad. Uzmán Day quitó una costum-bre que abía de pagar cada bajel que al puerto llegaba, çien escudos por la entrada, fundado en que se animasen a traernos a esta çiudad; y, junto con esto, nos dio a escoger el poblar en partes diferentes. Los que esco-jieron La Mahtia fue contra su gusto —y, con todo, los ayudó con trigo, çebada y escopetas—, y no tubo efecto donde se conoció su buen zelo y voluntad. ésta la tubo de que fuese en los lugares que oy son, acudiendo y faboreçiendo con grande balor. Y supo de un yntimo amigo suyo que, quando estaba enfermo, dixo: “En lebantándome con salud, emos de yr tú y yo a todos estos lugares, y mirar lo que les falta, y dárselo”. Y les dio tres años de libertad, que no pagasen nada, y otros indicios de su buen zelo y amor que nos tubo. él fue quien hiço sayx, y el que quiso que no se metiese nayde con nosotros; y éramos favorecidos con grande estremo, y deçía que éramos jeníçaros sin paga, y particularidades que por ser menudas dejo deçir171.

Existen, sin embargo, algunas cuestiones en torno a la instalación primera de los moriscos en Túnez que suscitan dudas en torno a las disposiciones de las autoridades para con los moriscos y a la inte-gración de éstos en la sociedad de la regencia otomana. la primera

171 Tratado de los dos caminos, por un morisco refugiado en Túnez [Ms. S 2 de la Colección Gayangos, Biblioteca de la Real Academia de la Historia], edición, notas lingüísticas y glosario por Álvaro Gal-MÉS DE FUENTES, preparada para la imprenta por Juan Carlos Villaverde amieva, con un estudio preliminar de luce lópez-baralt, Madrid, págs. 203-204.

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surge con la simple estimación de la fecha de la muerte de Uzmân Dey, acaecida en 1610 tras gobernar con mano de hierro la vilayet a la cabeza de todos los jenízaros del reino. Esto significa que el dey Uzmân apenas pudo contemplar algunos de los primeros barcos que llegaron a Túnez y que, pese a que sin duda había planeado cuidado-samente esa serie de medidas políticas para la población que iba a ve-nir, la implantación e integración de los moriscos en Túnez tuvo que ser llevada a cabo en realidad por su sucesor, el no menos enérgico Dey Yûsuf (1610-1637). Como es conocido, éste eliminará algunos de los privilegios —especialmente económicos, pero también de orden político— con que su antecesor había beneficiado a los moriscos.

En segundo lugar, se hace asimismo preciso tomar en considera-ción el origen de los moriscos que van a poblar Túnez a partir de esta segunda década del siglo XVii. los estudios llevados a cabo hasta ahora han indicado la procedencia mayoritariamente castellana y aragonesa de los moriscos radicados allí, con alguna pequeña pre-sencia de moriscos valencianos. Este origen implica que la inmensa mayoría de ellos son hispanohablantes172 que sólo muy poco a poco podrán ir aprendiendo el árabe de su nueva tierra de acogida, lo que hace necesario que se desarrolle para ellos una instrucción islámica en castellano y asimismo una literatura española ad hoc que les sirva de vehículo religioso al tiempo que introduce otra serie de conteni-dos. Se trata de una literatura que, aunque tiene también especimenes entre los moriscos en Marruecos y en argelia, sólo en Túnez llega a adquirir una dimensión considerable173. Por supuesto, para poder lle-var a cabo una acción educativa islámica en castellano hacía falta una decisión y una autoridad sociológica y moral que no estaba en manos

172 bErNabÉ PONS, l.F., «Sociolingüística de los moriscos expulsados: árabe, catalán, valencia-no, castellano», en L’Expulsió dels Moriscos. Conseqüències en el món islàmic i en el món cristià. Con-grés Internacional 380è Aniversari de l’Expulsió dels Moriscos, barcelona: Generalitat de Catalunya, 1994, págs. 380-383; bErNabÉ PONS, l. F., – rUbiEra MaTa, M. J., “la lengua de mudéjares y moriscos. Estado de la cuestión”, VII Simposio Internacional de Mudejarismo. Actas, Teruel: Centro de Estudios Mudéjares, 1999, págs. 599-631.173 HarVEY, l. P., «Textes de littérature religieuse des Moriscos tunisiens», en Míkel de Epal-za - ramón Petit, études sur les moriscos andalous en Tunisie, Madrid-Tunis: Dirección General de relaciones Culturales, 1973, págs. 199-204; bErNabÉ PONS,l. F., «l’écrivain morisque hispano-tunisien ibrahim Taybili (introduction à une littérature Morisque en Tunisie)», Dirasat fi-l-atar wa-n-naqa’i wa-t-tarij takriman li-Sulayman Mustafa Zbiss. Mélanges d’Archéologie, d’épigraphie et d’Histoire offerts à Slimane Mustapha Zbiss, Tunis, institut National du Patrimoine, 2001, págs. 249-272.

de los moriscos, ni tampoco de las autoridades otomanas —aunque ambos grupos tuvieran experiencia de tratar asuntos islámicos en una lengua no árabe—. Es en esta ocasión el gran benefactor de los mo-riscos, el ya mencionado abû-l-Gayz al-Qachchâch, quien dará plena autorización a que los moriscos desarrollen una vida musulmana en lengua española. así lo indica de nuevo el morisco del Tratado:

(...) Çitibulgaiz —que Dios lo perdone— cuya santidad y çiençia es bien conoçida, a otro amigo yntimo suyo andaluz le dixo un día... que a la jente espelida demostrase cómo abían de tomar guado y les adbiertiese lo que habían de haçer particular a los que no sabían la lengua arábiga. En-tonçes le dixo: “Pues Señor, si a los tales se les escribiesse en castellano lo que se deue creer y saber es cosa que se puede haçer”, y Respondió mos-trando grande gusto y contento que sería obra muy açepta y de mucho premio y que el que la hiçiera lo ganaría muy cumplido y con fatua dada por tan grande santo174.

a partir de la aquiescencia de al-Qachchâch — suprema autori-dad moral para los moriscos de Túnez— y del propio ejemplo de los otomanos, los moriscos se sienten respaldados para emprender su tarea de islamizar en castellano, rechazando que esta actividad tenga algún sesgo heterodoxo en el islam:

Y assí, biendo que me yncliné siempre a no ser abariento con los que no sa-ben la lengua arábiga, y echando de ver que en el discurso de mis estudios e hecho algunos otros tratados cortos, (...) y que éstos an sido de algún pro-becho para prinçipiantes, que de todo punto estaban remotos y apartados de saber lo que les conbenía en su creyençia y modos del serbiçio de Dios, por falta de entender la lengua, y perdidas las esperanças de adquirilla porque la hedad no da lugar a ello (...) e hecho comentaçión sobre un qua-derno de poesía... y de no deçírselo en lenguaje que entienda, quedarsse sin sabello, y de no ssaberlo proçederle tanto daño (...). Digo todo esto porque é tenido notiçia de que se me an contradicho algunas palabras, en los que hasta agora e escripto (...) y [Dios] assí mesmo perdonó al que tubiesse perturbaçión en la lengua, por ocassión de ser tartamudo o achami, aun-que perturbe las letras, y no las diga como ellas son…

174 Tratado de los dos caminos, pág. 205.

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No haçemos ynobaçión en esta traductión, pues yo e bisto a quien sabe la lengua turquesca y arábiga dar lictión en la turquesca a quien sabe las dos, y muy usada cossa es en el mundo el traduçir ... que es fard cafaya (=deber colectivo) el aber traductión en castellano y quien en castellano dé lictión, porque de no abello se sigue que el que no ssabe otra lengua se quede sin saber lo que le ynporta175.

Gracias a este tipo de iniciativas, combinadas con el carácter de minoría cohesionada y protegida por las autoridades que van adqui-riendo los moriscos en Túnez, el castellano no va a permanecer exac-tamente como una lengua extranjera en la regencia, sino como una lengua que va a adquirir un cierto estatuto normalizado en diferentes ámbitos culturales, agrícolas y artesanales, que va a dejar una huella perceptible hasta hoy día en Túnez y que ha sido objeto de un minu-cioso estudio, aún inédito, por parte de los profesores Míkel de Epal-za, desgraciadamente fallecido en fechas recientes, y abdel-Hakim Slama-Gafsi176.

Sin embargo, más allá de estos textos redactados en castellano para la instrucción religiosa de los moriscos, a favor del islam y en contra del cristianismo, la única acción material y concreta en favor de la educación islámica de los andalusíes en Túnez va a ser la funda-ción de la madraza de los andalusíes o madrasat al-Fath en 1625 en la medina de la capital177. Si nos fijamos en sus primeros profesores, lis-tados por el profesor Slama-Gafsi, o sencillamente tenemos en cuenta el mero carácter de la institución, es fácil percibir que toda su ense-ñanza se realizaba en árabe. Pero los moriscos que mayoritariamente habían poblado Túnez para esa fecha eran, según todas las estimacio-nes, hispanohablantes. ¿Quiénes eran entonces sus alumnos?

Una pista sólida para responder a la cuestión la aportan los nom-

175 MaMi, r. , El manuscrito morisco 9653 de la biblioteca Nacional de Madrid, Madrid, Fundación ramón Menéndez Pidal, 2002, págs. 51-54.176 El español hablado en Túnez por los moriscos o andalusíes y sus descendientes (siglos XVII-XVIII) (material léxico y onomástico documentado, siglos XVII-XXI), en prensa en la Universidad de Valen-cia. Véase, como presentación, de EPalZa, M. – GaFSi SlaMa, a.-H. «léxico y onomástica his-pánicos de los moriscos, conservados en Tunicia», VII Simposio Internacional de Mudejarismo. Actas (Teruel, 19-21 de septiembre de 1996), Teruel, ed. Centro de Estudios Mudéjares. instituto de Estudios Turolenses, 1999, págs. 633-641.177 GaFSi, a.-H., «la médersa des moriscos andalous a Tunis», Sharq Al-Andalus. Estudios Árabes, alicante, 5 (1988), págs. 169-182.

bres que aparecen en la inscripción fundacional de la madraza: Mu-hammad ibn Mahfûz, jeque cherife de Testur, de ascendencia anda-lusí, y abû-l-Hasan ‘alî ibn ‘alî ‘abd allâh Muhammad al-Niwâlî ibn as-Sarrâch, naqîb ach-churafâ’ al-andalusiyyîn o representante de los nobles cherifes de origen andalusí178. la figura de este último, alto cargo del gobierno del Dey, es interesante porque será quien solicite a un morisco de origen granadino, Muhammad ibn ‘abd ar-rafî’, que componga su obra Al-anwâr an-nabawiyya fî abâ jayr al-barriyya como la reivindicación de la preeminencia de los cherifes de origen andalu-sí en la nobleza religiosa tunecina179.

ibn ‘abd ar-rafî’, él mismo cherife, compone su tratado defen-diéndose de aquellos que ponen en duda la calidad de la nobleza de los cherifes provenientes de al-andalus/España e indicando que son ellos los que siempre se han preocupado por mantener viva la llama de la cultura árabe en sus familias:

Nosotros, el grupo de los andalusíes que descendemos del Profeta, te-nemos de hecho mucha contestación por parte de muchos de nuestros hermanos en la fe, entre los de Ifriqiyya, de Túnez y muchos otros (...) Decían: “¿De dónde les viene su nobleza, que dicen ellos que proviene del Profeta, si ellos vivían en tierras de infieles —¡Dios ensalzado los aniquile!— y han vivido allí cientos de años de esa forma. Ya no queda entre ellos ninguno que recuerde el período islámico, y se han mezclado con los cristianos —¡Que Dios ensalzado les rechace!—...”, con otras re-flexiones semejantes, sobre las que no me voy a detener, porque no deseo ponerles en evidencia, por el amor que siento por ellos180.

Posiblemente habría que incluir en este apartado de intencionali-dades socio-políticas a favor de los cherifes el muy interesante tratado sobre la descendencia chorfa que se encuentra en el mismo manus-crito D. 565 de la biblioteca Universitaria de bolonia antes citado, la Crónica y relación de la esclarecida descendencia Xarifa, que tiene la

178 Ibid., pág. 173.179 GaFSi, a.-H., «aproximación al estudio de los textos en árabe de los morisco-andalusíes en Tunisia», Sharq Al-Andalus. Estudios Mudéjares y Moriscos, alicante-Teruel, 12 (1995), págs. 413-428.180 TUrKi, a., «Documents sur le dernier exode des andalous vers la Tunisie», en Epalza – Petit, págs. 114-127 (pág. 116). Más adelante sigue el relato de cómo su padre se esforzaba en España en hacerle aprender las letras árabes a escondidas, a la salida del colegio.

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Luis f. Bernabé pons La NaciÓN eN LuGar seGuro: Los moriscos Hacia tÚNeZ

originalidad de presentarse como un maqtal de raigambre chií181.Esto es, parece detectarse en Túnez, entre los allí exiliados, un

grupo de moriscos que dicen pertenecer a la nobleza de los descen-dientes de la familia del Profeta y que buscan una alianza con los nobles tunecinos de más o menos lejano origen hispánico que vivían en la regencia en buena relación con los otomanos. Si los fundadores de la madraza de los andalusíes son cherifes de origen andalusí, al-gunos de los moriscos más señalados del exilio tunecino también ex-hiben con orgullo ese título. así, ya hemos encontrado por ejemplo a Muhammad ibn ‘abd ar-rafî’ hablando de su estirpe y su educación árabe; asimismo el gran Mustafá de Cárdenas, jeque de los andalusíes durante varios decenios, y su hijo, se presentan como cherifes182, y seguramente su antecesor en la jefatura de los moriscos, el granadino luis Zapata, lo era también. Por no hablar de ese Muley abd al-Haqq al-Marînî que actúa en 1610 como representante de los moriscos en el Consulado de Francia183 y que en su nombre lleva impresa toda la nobleza de la familia real nazarí184.

Ya he señalado en otro lugar que, a la vista de los datos que posee-mos, es necesario fijar nuestra atención en las primerísimas llegadas de moriscos a Túnez185. Éstas no son precisamente de moriscos arago-neses y castellanos, sino de granadinos generalmente de muy buena familia y de muy alto nivel económico. Ya en 1607 han desembarcado moriscos granadinos en Túnez de un barco inglés fletado por ellos mismos, mientras que los primeros embarques que desde Francia se dan de forma ordenada hacia las costas tunecinas están también pro-tagonizados por moriscos de muy buena posición y de origen grana-dino. En esos barcos tempranos llegan a Túnez, por ejemplo, Mustafá de Cárdenas o ibn ‘abd ar-rafî’, padre e hijo. Sólo hay que echar un

181 CUTillaS FErrEr, J. F., Crónica y relación de la esclarecida descendencia Xarifa (Un maqtal chií en castellano escrito por un morisco exiliado del siglo XVII). Estudio, edición y notas, alicante, Publicaciones de la Universidad de alicante, 1999.182 laTHaM, J. D., «Muçt’afa de Cárdenas et l’apport des morisques à la societé tunisienne du XViii siècle», en Zbiss – Gafsi – boughanmi – Epalza, págs. 157-178.183 Saco el dato de M. de EPalZa, «Moriscos y andalusíes en Túnez en el siglo XVii», Al-Andalus, Madrid-Granada, XXXiV, 2 (1969), págs. 247-327 [Trad. francesa en Epalza - Petit, págs. 150-186].184 rUbiEra MaTa, M. J., “la familia morisca de los Muley-Fez, príncipes meriníes e infantes de Granada”. Sharq Al-Andalus. Estudios Mudéjares y Moriscos, alicante-Teruel, 13 (1996), págs. 159-167.185 “Notas para la cohesión de la comunidad morisca más allá de su expulsión de España”, Al-Qantara, XXiX, 2 (en prensa).

vistazo a la lista de moriscos que se presentaron en el consulado de Francia en Túnez como expoliados por el capitán anthoron Estien-ne186, en el famoso caso que acabó con su ajusticiamiento, para ver que la cantidad de dinero que llevaban encima y que les han robado es sencillamente extraordinaria.

Podría resultar plausible una hipótesis en el sentido de que en un principio Túnez estuvo pensado únicamente como un puerto de des-tino seguro para algunos grupos de moriscos especialmente privile-giados por condición social o por nivel económico. Estos grupos, con toda seguridad con el acuerdo de la Sublime Puerta, habrían buscado un lugar al que emigrar de forma discreta y con una buena parte de su economía a salvo. Dentro de este lugar, habrían buscado asociar-se, para su integración plena en la sociedad tunecina, con la nobleza de origen andalusí que residía en Túnez y que colaboraba con los mandatarios otomanos. Sin embargo, la expulsión general primero, y más tarde la situación insostenible de los moriscos en los puertos franceses del sur, hizo que nuevos planes tuvieran que venir a susti-tuir a los otros. lo que se preveía una inmigración de capas sociales altas, a pequeña escala, de forma ordenada y planificada, y por tanto objeto perfecto de las ventajas pensadas por Uzmân Dey, se trocó de repente en una avalancha de gentes de toda índole, en su mayoría de condición no elevada y no hablantes del árabe. El nuevo Dey Yû-suf posiblemente no estaba dispuesto a consentir para tanta gente los mismos privilegios que para unos pocos y pronto revocó las ventajas económicas de las que gozaban los primeros inmigrantes. De ello se quejaba, ya en 1612, un morisco en Constantinopla:

Y teniendo consideración a algunas dellas [calamidades padecidas por los moriscos], en tiempos pasados el bajá y Orman day, y el duan de Túnez concedieron a los dichos moros españoles que gozasen de las liber-tades que gozaba la gente de guerra de aquel reino por siete años, la cual merced suplico a V.E. les mande confirmar para siempre, pues en ello la hacienda de S.M. no pierde nada y a ellos se les hace merced y limosna, y se mande al day y duan del dicho reino reciba en la milicia y pagas

186 CarDaillaC, l., «Procés pour abus contre les morisques en languedoc», en Epalza - Petit, págs. 103-113.

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vacantes de todas suertes a los dichos moros; porque la gente de guerra hace y ha hecho infinitos a los dichos moros187.

De forma un tanto paradójica visto desde nuestros días, estos mo-riscos de alta cuna y buena posición, que seguramente se integraron sin demasiados problemas en los círculos sociales tunecinos o norte-africanos en general, se fundieron con la población autóctona sin de-jar demasiado rastro en las generaciones posteriores. Dejando aparte casos particulares como Cárdenas o ibn ‘abd ar-rafî’, notables entre notables dentro de su misma comunidad, los moriscos granadinos consiguen su objetivo de encontrar la vida que querían. Serán los mo-riscos hispanohablantes que vendrán después, de origen diverso y desde luego de no demasiada noble cuna, los que marcarían con un rastro hispánico casi indeleble determinados aspectos de la vida de Túnez.

187 CODOiN, t. XlV, doc. CCXi.

ESTUDIO DEL PROCESO INQUISITORIALDE UN MORISCO CORSARIO:MIGUEL vORIS, ALIAS AMETE

(vALENCIA – 1624)

Hayet Belhmaied

Universidad de La Manouba

Tras la publicación del decreto de la expulsión general en 1609, todos los moriscos tuvieron que abandonar el suelo español. Este aconteci-miento histórico de escala internacional hizo que diversos países recibieran un número considerable de moriscos estimado en alrededor de 300.000 personas188. la emigración de los moriscos expulsados se efectuó hacia diferentes países, aunque la mayoría de ellos prefirió instalarse en el Norte de África, sobre todo en Túnez, argelia y Mar-ruecos, por su cercanía a las costas españolas. Sin embargo, no todos los países de destino fueron acogedores. a pesar de ser musulmanes, la llegada de los moriscos a esos países no siempre fue bien recibida.

la mala acogida de estos moriscos dificultó aún más la integración y la asimilación de tal población dentro de las sociedades receptoras. El impacto de la expulsión sobre la comunidad morisca fue enorme, ya que hubo de enfrentarse a una civilización totalmente distinta de la suya. Del mismo modo, el abandono de su país natal hizo que los moriscos abrigasen un profundo sentimiento de desarraigo que llevó a muchos de ellos a intentar el regreso a España.

188 DE EPalZa, Míkel, y PETiT, ramón, Etudes sur les morisques andalous en Tunisie, Dirección General de relaciones Culturales, Madrid, s. f., pág. 73.

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los procesos de los tribunales del Santo Oficio de la inquisición relacionados con moriscos que volvieron a España nos informan de que las razones del retorno fueron variadas, y atestiguan la voluntad de algunos de ellos de instalarse de nuevo en su país natal.

El proceso que vamos a estudiar forma parte de los procesos inquisitoriales del Tribunal del Santo Oficio de la inquisición de Valencia. Tuvo lugar en 1624, es decir, diez años después de la expulsión general de los moriscos del reino hispánico, y se encuentra en el archivo Histórico Nacional en Madrid189. Está relacionado con el caso de un morisco llamado Miguel Voris, apodado amete, de 24 años poco más o menos, natural del valle de Perpuchente, en el reino de Valencia, y expulsado con todos los miembros de su familia en el periodo 1609-1614.

Miguel Voris fue apresado y entregado en persona por el alcaide del Santo Oficio, Domingo González, a las cárceles secretas de la inquisición el día 29 de octubre de 1624. a pesar de ser morisco bau-tizado, tras la expulsión general llegó a argel, donde recuperó la fe musulmana y fue “instruido bajo los postulados de la secta mahometana”.

El Tribunal del Santo Oficio de la inquisición de Valencia dirigió una serie de acusaciones al reo por hereje y apóstata de la fe católica y por dedicarse al corso cautivando cristianos.

a pesar de haber sido capturado para servir de esclavo a Miguel de rutia, Miguel Voris consiguió hacerse con una barca para volver a argel con otros dos moriscos esclavos en Valencia: amete, esclavo de Giol, y Mahamut, esclavo de bautista Pérez, a fin de vivir libremente con sus correligionarios.

aún niño cuando la expulsión, recaló con su madre y sus herma-nos en argel, desde donde, al cabo de cierto tiempo, practicó el corso durante tres años más o menos. Después trabajó en un bajel argelino, yendo a corso durante otros seis años aproximadamente hasta que las galeras españolas le apresaron junto a Peñíscola con otros moriscos. Permaneció tres años al remo en dichas galeras y se fugó para ser capturado de nuevo: se le cortaron las puntas de las orejas. Un año

189 a. H. N., leg. 548, n° 21, 1624.

más tarde, en Cartagena, huyó de las galeras y el baile de esta ciudad le vendió como esclavo a Miguel de rutia con otros treinta moros corsarios, siendo conducido a Valencia. Su amo le animó a hacerse cristiano, pero él no se resolvió a ello dado que se había acostumbra-do a vivir como moro durante veinticuatro años; tampoco el hecho de convertirse al cristianismo le aseguraba la libertad. En Valencia se quedó poco tiempo porque volvió a argel en compañía de otro moro llamado ali, pasando por Francia. Volvió a salir a corso reiterada-mente hasta ser apresado otra vez.

Era, sin duda, de los moriscos que tenían gran apego a la religión musulmana. En efecto, iba muchas veces a la mezquita donde hacía la zalá precedida de las abluciones de manos, cara y otras partes del cuerpo. También conocía algunas oraciones del Corán.

a pesar de haber rechazado las denuncias emitidas contra él por apóstata al ser morisco bautizado, Miguel Voris, alias amete, en dis-tintas audiencias canónicas confirmó el contenido de las denuncias pidiendo perdón y misericordia a los señores inquisidores. El acu-sado se apoyó en el hecho de haber sido expulsado cuando era niño, por lo que alegaba que no tenía la culpa de ser y de vivir como moro ya que fue instruido bajo los postulados de la fe musulmana.

Tras largas discusiones y careos con los testimonios de tres per-sonas, Miguel Voris confesó su culpa diciendo la entera verdad. los señores inquisidores se reunieron el 23 de noviembre de 1624 en la audiencia de la tarde y declararon que Miguel era apóstata, por lo que pasaría al auto de fe.

El doctor andrés Santos, promotor fiscal del Santo Oficio, dirigió una serie de acusaciones a amete basadas en que, siendo cristiano bautizado, se había convertido a la religión musulmana aunque go-zaba de las gracias e indulgencias que los cristianos fieles solían y debían gozar.

Fue condenado a cárcel perpetua y a llevar el sambenito, confis-cándole todos sus bienes. los tres primeros años de condena los ser-viría en las galeras, al remo y sin sueldo. Su amo, Miguel de rutia, pidió a los inquisidores que su esclavo no fuera galeote. El inquisidor

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General aceptó tal petición y ordenó la vuelta del sentenciado a las cárceles secretas de la inquisición de Valencia. El reo fue perdonado y, el 4 de marzo de 1625, se le alzaron las galeras y se le levantó el sambenito y la condena de cárcel.

Vemos, por tanto, que Miguel Voris practicó el corso durante mu-chos años cautivando cristianos; le ayudaban otros corsarios que eran también, en algunos casos, moriscos expulsados. Conocedores de las costas españolas, amete y otros moriscos sirvieron de inmejorables guías y espías de los argelinos para llevar a cabo los ataques contra los cristianos.

La mayor parte de los corsarios son antiguos cristianos de Italia, España y las islas del Mediterráneo, tanto oriental como occidental. Argel se especializa, por consiguiente, en el ataque de las Penínsulas Ibérica e Italiana, dejando para Túnez y Trípoli el Adriático, Nápoles y Sicilia, además de las posesiones cristianas del Egeo190.

El tráfico comercial por el Mediterráneo llevó consigo una amplia-ción de las zonas de actuación de los corsarios, atacando frecuente y sistemáticamente todos los barcos y navíos europeos: de hecho, Argel no había llegado a convertirse en un gran centro de corsarios sin llegar a ser, al mismo tiempo, un activo centro comercial191.

argel, la primera ciudad corsaria, con sus numerosas murallas y fuertes defensivos, fue evolucionando durante los primeros cincuen-ta años del siglo XVi hasta convertirse en un símbolo de la activi-dad corsaria. Ávidos de venganza, los moriscos refugiados en argel, como Miguel Voris, alias amete, participaron activamente en el corso argelino, que se especializó en el ataque a los cristianos, italianos y españoles. Esta actividad permitió a argel pasar de diez barcos a 35 galeras, 25 fragatas y más de un centenar de galeotas y barcas de di-ferentes tamaños192 en 1580. Sin embargo, el auge del corso argelino no fue único; Malta y liorna (livorno) eran las réplicas cristianas de argel.

190 GarCÍa arENal, Mercedes, y DE bUNES, Miguel Ángel, Los españoles y el norte de África, siglo XV- XVII, Mapfre, Madrid, 1992, pág. 194. 191 braUDEl, Fernand, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, tomo ii, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1993, pág. 291.192 braUDEl, F., El Mediterraneo…, op. cit., pág. 195.

El corso berberisco estaba sujeto a una organización perfeccio-nada con el fin de alcanzar el mayor número de éxitos posibles en sus ataques a los barcos cristianos. En efecto, los corsarios berberiscos realizan el corso en escuadras muy numerosas, que pueden llegar a estar formadas por 40 velas, por lo que son casi invencibles193.

ante este peligro, tanto los españoles como los italianos tuvieron que aparejar flotas de vigilancia para impedir el ataque a sus navíos. También se aprobaron leyes para la guarda de costas194 según las cua-les las autoridades locales estaban obligadas a construir torres ata-layas por todo el litoral donde poder encender hogueras anunciando a los hombres que habitaban en las costas la presencia de los corsa-rios. De esta forma, los cristianos podían escapar del peligro escon-diéndose en las fortalezas o huyendo al interior. También estas torres sirvieron para atacar a los barcos de los corsarios berberiscos: fue el caso del corsario objeto de nuestro estudio. En efecto, Miguel Voris fue detenido en la Torre blanca, donde fue preso con otros: fue en oca-sión que éste con otros treynta moros, que benían en corso, dieron al través en Torre Blanca, a donde les prendieron y traxeron a Valençia,…195 .

la captura de amete y de sus compañeros es un ejemplo más de apresamiento de moriscos por las autoridades cristianas ya que en

Mallorca o Valencia son más frecuentes los cautivos musulmanes de las tierras marroquíes y argelinas que los tunecinos, mientras que en Vene-cia, Liorna y Cagliari son mayoritarios los de esta última procedencia196.

la inserción de los moriscos en las filas de los corsarios berberis-cos facilitaba el cautiverio de los cristianos que, a su vez, constituía una fuente de ingresos incomparable. a parte de las mercancías que estos corsarios pudieron obtener, los botines humanos eran también muy importantes, ya que permitían el enriquecimiento y la prospe-ridad para sus practicantes. El corso por el Mediterráneo creó un sis-tema económico basado en la venta de las mercancías y el rescate de los cautivos.

193 GarCÍa arENal, Mercedes, y DE bUNES, Miguel Ángel, op. cit., pág. 196.194 Ibid., pág. 197.195 a. H. N., leg. 548, n° 21, 1624.196 GarCÍa arENal, Mercedes, y DE bUNES, Miguel Ángel, op. cit., pág. 194.

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Ellen G. Friedman establece, según la consulta de la documentación tri-nitaria, que más de un tercio de los cautivos rescatados por los religiosos procede de los ataques realizados por los berberiscos a localidades coste-ras de Andalucía y la Corona de Aragón. Entre un 30 o un 50% de los apresados son personas que no están relacionadas con actividades mer-cantiles y marítimas, lo que explica el despoblamiento litoral peninsular197.

la colaboración entre los moriscos expulsados y los corsarios ber-beriscos aumentaba el temor y los recelos entre la comunidad cris-tiana y la comunidad musulmana. Por lo tanto, aparte de los benefi-cios económicos que se podían sacar merced a la actividad corsaria, los moriscos expulsados aprovecharon la ocasión para llevar a cabo numerosos actos de venganza contra los cristianos. al ser expulsados de su patria y desarraigados de sus orígenes, los moriscos abrigaban un sentimiento de recelo y ánimo vengativo. Dedicarse al corso era el mejor recurso para alcanzar sus anhelos. Vinculada siempre a la guerra, la actividad corsaria pudo llegar a momentos de esplendor donde la participación de los moriscos era innegable.

Miguel Voris era un morisco valenciano. En 1609, los moriscos valencianos representaban aproximadamente un tercio del total de la población: 31.715 familias frente a 65.016 de cristianos viejos, pero éstos ocupan todos los puestos de mando y controlan totalmente Valencia y su feraz huerta198. la falta de asimilación, la marginación y la posterior expulsión de los moriscos de España, empezando por los de Valencia, contribuyeron conjuntamente a la consolidación de los sentimientos de odio y recelo de los moriscos hacia los cristianos. Miguel Voris era un morisco bautizado pero, a pesar de haber recibido el bautismo, se negó a hacerse cristiano y vivió como moro, llamándose amete. Mi-guel mantuvo la religión musulmana durante su estancia en Valencia ocultando su conversión. aprovechó las circunstancias para seguir practicando la ley mahometana haciendo las abluciones rituales y la zalá y aprendiendo oraciones del Corán. a pesar de los consejos de su amo para convertirse al cristianismo, Miguel rehusó la propuesta sosteniendo que su hermano le había advertido de que ello no le otor-

197 Ibid., págs. 215-216.198 braUDEl, Fernand, El Mediterráneo…, op. cit., pág. 179.

garía la libertad.El caso de amete pone de manifiesto este sentimiento de recelo

que abrigaban los moriscos hacia los cristianos. las repetidas cap-turas de este morisco por las autoridades españolas por dedicarse al corso ponen de relieve la insistencia de los moriscos en perjudi-car los intereses económicos cristianos robando las mercancías que procedían de américa y circulaban por el Mediterráneo, y dañando directamente a los cristianos en sus personas mediante el cautiverio en sus barcos o en las costas españolas.

En diferentes ocasiones, Miguel Voris, alias amete, pudo escapar, pero una y otra vez volvió a la práctica de la actividad corsaria:

... y que quando llegó a Argel, lo acomodaron por sí aquello ser un moro capitán de un vagel y ansí, salió, más de tres años, en corso con él y otros tres moros a cautivar cristianos, y havía seys años, que lo cautivaron y trajeron a España y sirbió tres años en sus galeras, y se huyó de ellas y luego, lo bolbieron a ellas de donde, de allí a un año, se fue a Argel de donde bolbió a salir en corso y a cautivar cristianos, y fue buelto a cautivar y traído a esta ciudad, de donde se huyó, y bolbió por Francia a Argel, en compañía de otro moro, y bolbió a salir en corso, y ser cautivo vendido en esta ciudad y vuelto a su amo, dos años y medio, hasta que, de seys meses a esta parte, trató con otros de su naçión de urtar un barco y pasarse a Argel,…199

incluso cuando los inquisidores le acusaron de cautivar cristianos en diferentes ocasiones, el reo afirmó que si no hubiera sido preso él mismo, seguiría saliendo en corso: Dixo que es verdad dicho capítulo como ya lo tiene confesado y que si no le cautivaron, es çierto que prosiguiera en ello200.

El hecho de insistir en el corso pone de manifiesto que la opción de dicho acusado provenía de sus convicciones personales de perju-dicar a los cristianos. aunque todos los moriscos tenían este senti-miento de recelo hacia los cristianos, ninguno de ellos pudo actuar sin ser convencido de la evidencia de lo que iba a hacer. Todos partían del mismo principio fundamental que era causar el mayor daño posi-

199 a. H. N., leg. 548, n° 21, 1624.200 Ibid.

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ble a los que les habían expulsado de su tierra natal.aunque en las confesiones de amete no se menciona el número

de los cautivos que pudo apresar, haber salido más de 40 veces a la captura de los cristianos permite afirmar que debió de ser considera-ble. Tampoco se menciona la suerte de los cristianos cautivados, pero es seguro que la importancia de estas personas, su edad, sexo, profe-sión, linaje y la época en que fueron apresados decidieron su destino: unos serían hechos galeotes y otros serían rescatados. Se negociaba su rescate con la Corona o con las órdenes trinitarias, que tenían como objetivo prioritario la redención de mujeres y niños ya que, según los religiosos españoles, es muy frecuente que abandonen el cristianismo y se integren en la amplia comunidad de renegados del Magreb y el Imperio Otomano201.

Miguel no menciona en el proceso por qué salía a corso; tampoco alude a los beneficios que pudo sacar de esta actividad; no obstante, debe sobreentenderse que su motivación principal era la venganza: quiso afrentar a los que eran enemigos de la ley mahometana me-diante el apresamiento de barcos cristianos o de cualquier cristiano indefenso de las costas españolas. Probablemente la actividad corsaria le proporcionaba satisfacción moral al cautivar cristianos y también le permitía obtener beneficios económicos al robar las mercancías y al recibir cierta cantidad de dinero por el rescate de los cautivos.

Sin duda, esta actividad presentaba muchos peligros para las per-sonas que la practicaban. Sin embargo, esto no suponía ningún obstá-culo para quienes buscaban la venganza. Miguel Voris, alias amete, a pesar de ser cautivado y vendido como esclavo, no puso fin a su acti-vidad corsaria, ya que trató de huir a argel y tuvo éxito en su intento. Estando en argel, volvió de nuevo a salir al corso. Su detención por los galeones españoles se repitió varias veces, y en cada ocasión Mi-guel volvía a practicar la actividad corsaria hasta que, finalmente, se le detuvo en Torre blanca cuando trataba de embarcarse hacia argel. Esta vez fue condenado por la inquisición Española por apóstata de la fe católica y por practicar el corso cautivando cristianos.

En un primer momento el acusado se mantuvo firme insistiendo

201 GarCÍa arENal, Mercedes, y de bUNES, Miguel Ángel, op. cit., pág. 237.

en ser moro y vivir como tal; pero con la publicación de los testigos cambio de postura, afirmando que era morisco bautizado y acordán-dose del nombre de cristiano que le pusieron. Mostró su arrepenti-miento por todo lo que había hecho en ofensa de la ley evangélica y de la fe católica y en contra de los cristianos. Prometió vivir como buen cristiano, pidiendo perdón y misericordia. Esto se contradecía con lo que había dicho antes a los inquisidores cuando le preguntaron si, de no haber sido preso, seguiría cautivando cristianos, a lo que respondió afirmativamente.

..., digo fiando antes las cossas de la misericordia de este Santo Tribunal, que por dos razones me la dever de conceder vuestra señoría. La pri-mera, por ser sido de cristianos nuevos, los quales acostumbrava poco instruir a sus hijos en santa fe mayormente que quando fue la expulsión general, tenía yo nueve años y es bien sierto que llevándome mis padres a Argel, primero me enseñarían la variada secta de Mahoma, que no la de Nuestro Señor de Jesucristo y ansí, como a mal instruido, he caído en los delitos, que tengo confessado sobre la denunciación. La otra razón es que soy consistente y que quiero ser buen cristiano, y como a tal deven vuestra señoría hazerme merçed en concederme la misericordia,…202

Puede ser que Miguel recurriera a este subterfugio para escapar al tormento. Dedicarse al corso durante muchos años hace suponer que el reo estaba decidido en sus propósitos y sabía que corría el ries-go de ser condenado por el Tribunal de la inquisición en cualquier momento. La ley musulmana permitió la práctica de la taqiya o simulación, por medio de la cual fingían ostentar el credo establecido y al mismo tiempo practicaban su propia fe203.

En el robo con patente por el Mediterráneo resulta fundamental el papel desempeñado por moriscos como Miguel Voris, alias amete, dentro del corso berberisco. Su decisión de incorporarse al corso re-fleja sus convicciones personales, representativas de la esencia de la colaboración colectiva, tanto de los moriscos expulsados como de los argelinos, en afrentar y causar el mayor daño posible a los cristianos. basándonos en las acusaciones dirigidas por el Tribunal del Santo

202 a. H. N., leg. 548, n° 21, 1624.203 KaMEN, Henry, La Inquisición Española, Sarpe, Madrid, 1986, pág. 152.

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Oficio de la inquisición de Valencia y en virtud de las confesiones del propio reo, Miguel Voris representa un modelo de la comunidad morisca que eligió el corso como medio propicio para la venganza.

la actividad corsaria presentaba muchos peligros. Como corsa-rio morisco, también amete ponía en peligro su libertad e incluso su propia vida. Era consciente de la gravedad de la actividad a la que se dedicaba; pero la búsqueda de los beneficios económicos, y sobre todo de la venganza, pudo hacer de él un corsario afortunado en sus ataques a los barcos cristianos. Muchas veces pudo escapar de los galeones españoles hasta que fue detenido y vendido como esclavo a Miguel de rutia. a pesar de ser esclavo, intentó huir para embarcarse hacia argel, pero fue detenido y conducido al Tribunal del Santo Ofi-cio de la inquisición como hereje y apóstata de la fe católica y acusado de cautivar cristianos.

a partir del estudio del proceso inquisitorial de Miguel Voris, alias amete, hemos tratado de ver la contribución de los moriscos al corso berberisco durante los primeros años del siglo XVii, y en concreto durante los diez primeros años que siguieron a la expulsión. Este caso representa uno de los ejemplos de los corsarios moriscos que engrosaron las filas de los corsarios berberiscos teniendo como objetivo primordial la venganza contra los cristianos que le habían expulsado de su tierra.

ACTIvITES éCONOMIQUES DES MORISQUES ET CONJONCTURE

DANS LA RéGENCE DE TUNIS AU XvIIe SIèCLE

Sadok Boubaker

Faculté des Science Humaines et Sociales (FSHS) de Tunis

la question objet de ce développement est celle de connaître le lien qui pourrait exister entre les activités qu’avaient les morisques en arrivant dans la régence et, ensuite, le rapport de celles-ci avec la conjoncture de l’économie locale. les études sur les morisques204 ont déjà fait l’inventaire de ces activités; cependant souvent les auteurs n’ont pas prêté attention aux raisons qui faisaient qu’à tel moment ou tel autre, le domaine d’activité de ce groupe de population a évolué205.Deux remarques pour mettre en perspective le développement qui suit:

1°) Les morisques, première minorité du paysPendant toute l’époque moderne, la régence de Tunis a été une

terre d’accueil pour plusieurs vagues de populations, aussi bien mu-sulmanes que chrétiennes et juives. reste à comprendre pourquoi cet-te ouverture et dans quel contexte elle a été possible. En effet, Tunis a été fortement endommagée matériellement par les différents sacs subis au XVie siècle (1534, 1535 et 1573); elle mettra plus d’un siècle

204 EPalZa, M., PETiT, r., Recueil d’études sur les Moriscos andalous en Tunisie, Madrid, 1973; raY-MOND, a., Tunis sous les Mouradites. La ville et ses habitants au XVIIe siècle, Tunis, 2006; SaaDaOUi, a., «l’établissement des Morisques au Maghreb: son impact sur l’urbanisation et la vie urbaine», MrabET, a., éd., Sousse, pp. 195-205. 205 bOUbaKEr, S., La Régence de Tunis au XVII è siècle: ses relations commerciales avec les ports de l’Europe méditerranéenne, Marseille et Livourne, Zaghouan (Tunisie), 1987, pp. 198-216.

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pour effacer les traces de ces événements. la capitale, comme le reste de la régence, a été énormément affecté par les épidémies de peste, la dernière en date remonte à 1604-1605, donnant l’impression d’un pays vide démographiquement206. au mieux, lui accordait-on sept à huit cent mille habitants au XViie siècle. Je citerai, à titre d’exemple parmi les immigrants, l’arrivée des Ottomans en 1573 estimée à 3.000 ou 4.000 janissaires qui se sont installés, sans compter ceux qui sont venus après.

- les tabarkins qui quittaient leur île faute de place, pour s’ins-taller à Tunis, bizerte et Portofarina; ils étaient quelques centaines de familles chrétiennes au début du XViie siècle.

- les juifs livournais originaires de la péninsule ibérique ayant transité par le port toscan et venus habiter Tunis.

- les islamisés, ou renégats d’origine chrétienne, qui formaient un groupe de quelques centaines de personnes, voire plus.

- les captifs de la course, qui, du fait de la durée de leur déten-tion, étaient résidents dans la régence.

- les marchands étrangers installés dans le pays parfois pour des dizaines d’années.

Tunis était en fait une ville multiconfessionnelle au début du XViie siècle, en pleine recomposition sociale. C’est dans ce contexte que les morisques arrivèrent à partir de 1609, entre 50.000 et 70.000 person-nes, soit près de 10% de la population de la régence. au delà des différences internes au groupe des morisques dues à leurs origines sociales et géographiques, le moment de leur arrivée ou le trajet de leur pérégrination, ils constituaient désormais une véritable nouvelle communauté musulmane dans le pays à côté des sunnites divisés en-tre malékites et hanéfites, les chiites et les ibadites… ils sont arrivés avec femmes, enfants et personnes âgées. les morisques continuaient à parler leur langue, à conserver leurs coutumes. ils avaient leurs quartiers à Tunis ou leurs villages dans les endroits qui leur ont été

206 bOUbaKEr, S., «la peste dans les pays du Maghreb: attitudes face au fléau et impacts sur les activités commerciales (XVie-XViiie siècles)», Revue d’histoire Maghrébine, n° 79-80, 1995, pp. 311-341; SEbaG, P., Tunis au XVIIe siècle. Une cité barbaresque au temps de la course, Paris, 1989.

concédés par l’Etat. ils eurent, très tôt aussi, leurs propres institutions représentatives. beaucoup de questions subsistent quant aux motiva-tions qui ont poussé les autorités du pays à accepter une immigration aussi massive qui ne pouvait pas rester à l’écart des problèmes poli-tiques, sociaux et économiques du pays. Nous nous contenterons de rappeler ces questions sans y répondre car cela n’est pas notre pro-pos. Quel rôle ont joué les morisques dans le bras de fer qui opposait Youssef Dey et abu-l-Gayt al Quashash, entre autre sur la place des chrétiens dans la course et dans d’autres rouages de l’Etat? Comment gérer la présence militaire de ces nouveaux habitants de la régence? Quels rapports cette communauté allait-elle avoir avec les popula-tions autochtones? Comment gérer son intégration?

2°) La conjoncture économique du pays l’analyse de l’ensemble des éléments économiques du XViie siè-

cle dans la régence nous a conduit dans un travail précédent à déga-ger trois grands moments conjoncturels:

Entre 1605 et 1640: c’était l’âge d’or de la course qui culmine vers 1630. En dépit des pestes, la période a vu le démarrage d’une ouver-ture commerciale maritime sur l’Europe animée par le commerce des prises corsaires, le rachat des captifs et l’exportation des produits agricoles.

De 1630/40 à 1662/1665: une reprise des difficultés démographi-ques, un repli graduel de la course, une conjoncture agricole moins bonne, une diplomatie européenne plus agressive qui veut imposer des traités défavorables à la régence, alors que sur le plan politique il y a un rééquilibrage entre les éléments locaux et les janissaires. les morisques s’y étaient trouvés impliqués. Cela leur a valu la disgrâ-ce de leur caïd Mustapha Cárdenas condamné à l’exil en algérie en 1653/1654.

a partir de 1665 jusqu’en 1702/1705: on assiste à un grand déve-loppement du commerce d’exportation des céréales et de l’industrie des chéchias en dépit des guerres civiles et du conflit avec la régence d’alger.

a chacune de ces phases, l’activité économique des éléments mo-

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risques s’était adaptée au contexte ou bien s’était distinguée par un choix particulier207 car il leur fallait trouver une place dans la ville et dans le pays en général.

aU DÉbUT DU SièClE

Ce qui attire l’attention dès le départ c’est que nous connaissons peu de choses sur l’activité agricole des morisques pendant la pre-mière décennie de leur implantation. Tout au plus sait-on que l’Etat leur a concédé des terres, prises sur les habous publics, pour construi-re des villages et leur accorda des exemptions fiscales. il est probable que l’édification de ces villages et la mise en valeur des terres avaient nécessité quelque temps avant d’en percevoir l’effet sur l’économie locale.

Entre 1610 et 1620, les morisques fortunés avaient investi deux domaines: les fermages et le commerce des prises de la course. a Tunis, et comme l’a observé a. raymond, les morisques, contrairement à ceux débarqués à Salé ou à alger, ne s’étaient pas impliqués dans la course directement. ils participèrent activement au commerce des prises et au rachat des captifs. En termes économiques, le commerce extérieur était probablement le seul secteur où ils pouvaient s’intégrer facile-ment grâce aux capitaux disponibles qu’ils avaient avec eux. Tout autre investissement aurait demandé un temps plus long.

le secteur où les morisques se distinguèrent au début de leur installation à Tunis était celui de la ferme des cuirs et des peaux. C’était sans aucun doute la ferme la plus rentable du pays depuis l’époque hafside et elle continuera à jouer un rôle important jusqu’à XiXe siècle. Or, pour obtenir cette ferme il fallait non seulement avoir des moyens financiers importants mais aussi être appuyé par les autorités, triompher de la concurrence des marchands juifs livournais et des négociants français attitrés par ce secteur. En fait, les morisques réussirent à contrôler la ferme des cuirs de Tunis jusqu’en 1619. les noms des protagonistes qui apparaissent liés à ce secteur sont révéla-

207 Notre étude a été faite à partir des archives du consulat de France en Tunisie. registres des copies des actes passés en chancellerie depuis 1605 jusqu’en 1705; le livre de GraNDCHaMP, P., La France en Tunisie au XVIIe siècle: inventaire des archives du consulat de France à Tunis 1582-1705, Tunis, 1920-1930, 10 volumes.

teurs: Zapata, Pérez, Cárdenas… rappelons au passage que pendant la période de Youssef Dey (1610-1637) Mustapha Cárdenas était deve-nu un personnage important dans la régence: cheikh des andalous, il participe avec l’élite du pays à l’effort de guerre et de paix de 1628 avec alger, il a été aussi plus d’une fois représentant commercial de Youssef Dey, du moins jusqu’en 1625. Parallèlement, les morisques faisaient du commerce d’exportation vers l’Europe aussi bien des ar-ticles saisis par la course musulmane, que ceux de la ferme des cuirs. Ces opérations nous montrent des morisques au fait des techniques commerciales les plus utilisées dans les échanges méditerranéens, n’hésitant pas à prendre des risques et à conclure des opérations de prêts à la grosse aventure avec des livournais. Prenons deux exem-ples pour illustrer cette idée:

- le 17 décembre 1615208 Santo Simodei, patron du vaisseau Santa María del aura, a reçu de Gio Pérez, marchand andalous, 172 écus et 59 aspres à titre de prêt, remboursables à livourne au juif Giogio de Vega Pinto, garanties par 30 cantars de merluce.

- le 10 juin 1616209 le capitaine Domenico Falconetti de bastia, capi-taine de navire, fait un chargement depuis la Goulette pour livourne. Nous disposons de 8 actes se rapportant à ce chargement dont trois concernent des morisques et quatre des juifs livournais.

Ces contrats impliquent Gio Pérez qui reçoit de Jacob Sulema, juif de livourne, 111 écus à titre de prêt, remboursables à livourne, ga-rantis par 110 cuirs; ensuite les mêmes refont une autre opération si-milaire pour la somme de 222 écus garantis par 182 cuirs. le troisième contrat concerne alonso de Cuevas, dit Mohamed; il reçoit de David Machoro, juif de livourne, 222 écus en or à titre de prêt, remboursables à livourne, garantis par 8 cantars de laine d’Espagne lavée.

Ces contrats montrent que les andalous se sont lancés dans le com-merce méditerranéen de la régence de Tunis en jouant pleinement la concurrence avec les marchands européens. Parfois ils allaient même à livourne, une des rares places européennes à les accepter sans risque pour leurs vies.

208 GraNDCHaMP, P., op.cit, la même date.209 Idem.

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au début des années 1620, les andalous s’éclipsent de ce commer-ce et abandonnent la ferme des cuirs. Ceci est, à notre sens, à mettre en rapport avec la montée de nouveaux favoris, puissants auprès du Dey: ali Thabet et Mohamed Sitty, qui contrôlèrent les douanes pendant quelques années, alors que la ferme des cuirs était alternativement prise par les marchands livournais et marseillais210. la conjoncture était en train de changer et le contexte politique aussi.

l’iNTEGraTiON DES aNDalOUS DaNS lE TiSSU PrODUCTiF DE la rÉGENCE a ParTir DES aNNÉES 1620

lors de la deuxième décennie de leur installation dans la régence, il semble que les andalous aient commencé à utiliser pleinement certaines de leurs qualifications dans le domaine de la production. On les trou-ve artisans dans le textile et le cuir, mais aussi bâtisseurs de mosquées et de madrassas211. On commence à rencontrer les andalous comme boutiquiers dans les parfums et dans l’épicerie fine. Par ailleurs, il y a deux domaines où ils avaient joué un grand rôle, la savonnerie et la fabrication des carreaux. Dans un premier temps ils l’avaient fait en association avec des marchands et artisans européens. Entre 1621 et 1626, Juan Pérez (ou Mohamed Giar) avec Mohamed Cimeni (Ci-ménez) étaient associés dans une fabrique de savon avec deux mar-seillais212. Cette fabrique avait eu des problèmes avec Thabet et Sitty. Entre 1630 et 1648 une fabrique de carreaux a vu le jour suite à une association entre un français et un tagarin213. Nous rencontrons aussi des andalous dans des fonctions commerciales comme celle de sen-sal214. Ce qui nous surprend le plus c’est le retard avec lequel apparaît le métier de chaouachi (fabriquant de chéchias: bonnets rouges, façon de Tunis). En effet c’est en 1626 qu’apparaît la première mention de bonnetier (chaouachi) avec Mohamed ben ali andalou215. alors que,

210 bOUbaKEr, S., La régence…, p. 63 et p. 173.211 raYMOND, a., p. 82. 212 bOUbaKEr, S., Régence…. op. cit., p. 160.213 bOUbaKEr, S., Régence… op. cit., p.161; ÁlVarEZ DOPiCO, Clara, prépare actuellement une thèse sur «Kallaline: les revêtements céramiques dans les fondations beylicales tunisoises du XViiie siècle» et nous apprend beaucoup sur les métiers andalous en rapport avec la poterie. 214 GraNDCHaMP, P., op. cit. du 6/02/1629. 215 Idem du 25/06/1626.

de la première décennie les laines d’Espagne saisies par les corsaires étaient revendues en italie, on commençait dans les années 1630 à importer de la laine ibérique mais aussi des peignes… il nous semble que pendant les années vingt et particulièrement après 1626, il y ait eu un virage dans les activités morisques à Tunis. ils passèrent du secteur des échanges à celui de la production et surtout ciblèrent des domaines dont ils allaient garder longtemps le contrôle. ils avaient certainement senti le début du repli de l’activité corsaire et s’en déta-chèrent tout en continuant cependant à s’intéresser de temps à autre au rachat des captifs. Et même si nous ne possédons pas d’informa-tions sur leurs activités agricoles à cette époque, il est évident que la communauté andalouse a dépassé le stade où elle se greffait sur des secteurs où il y avait une forte concurrence pour se créer ses propres créneaux dans la vie économique de la régence.

la PHaSE 1630/1640-1665: lE rEPli DE la COUrSE ET DU COM-MErCE EN raPPOrT aVEC EllE

la nature des sources utilisées, qui nous reflètent surtout les transactions commerciales des marchands étrangers et les rapports maritimes de Tunis avec l’Europe méditerranéenne, nous empêche de mesurer l’importance du repli des morisques sur les activités de production locale. Ceci explique sans doute pourquoi, lors de la deuxième phase conjoncturelle 1630/40-1662/1665, les morisques sont presque absents de nos documents. le recul manifeste de l’acti-vité corsaire, la tiédeur des relations commerciales avec l’Europe, les épidémies de pestes graves… marquent cette période. Pendant ces années, nos sources ne mentionnent que quelques rachats de captifs conclus par des morisques et montrent des bonnetiers participant à certaines transactions de transport maritime.

DE 1665 a 1705: PÉriODE D’EXPaNSiON DU COMMErCE EXTE-riEUr DE la rÉGENCE

Pendant la deuxième moitié du XViie siècle, malgré les crises po-litiques et les guerres de succession entre mouradites, la régence a

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connu une réelle croissance commerciale en particulier en rapport avec l’exportation des céréales. Tunis a connu aussi un développement remarquable de la fabrication des chéchias. Ce secteur est maintenant connu pour être dominé par les andalous. Si les premiers souks construits pour la fabrication de cet article l’ont été au début du siècle, en 1671 on dénombrait 171 boutiques de bonnetiers à Tunis, et en 1694 autour de 200 boutiques. les états de commerce avec Mar-seille montrent en 1700 que les produits nécessaires à la fabrication de la chéchia (laine espagnole, peignes, cardes, vermillon, cochenille…) forment 65% de la valeur des importations de Tunis depuis cette ville, soit la valeur de 150.000 piastres216. D’autres importations du même genre en provenance de Gênes et de livourne existaient. Ce qu’il faut retenir de cette situation par rapport à notre propos, c’est que derrière l’importance prise par le secteur de la chéchia dans l’économie du pays, c’est le poids des andalous qui est à mettre en exergue. En fait, la chéchia se trouvait au cœur d’une boucle com-merciale méditerranéenne. le circuit commence avec la production et l’exportation des céréales vers l’Europe contre des piastres espagnoles, entières ou rognées; ces piastres permettent de payer les matières premières nécessaires à la fabrication de la chéchia. Celle-ci se faisant répartir sur plusieurs sites dans la régence; elle crée des emplois et offre à l’exportation un produit fabriqué compétitif, connu à travers le monde ottoman et même en Europe méridionale. Vendue au levant, la chéchia permettait de ramener quelques produits de ces contrées, de même que des draps européens escomptés au point de valoir moins chers que ceux que les européens vendaient à Tunis, si non de l’argent. Cette boucle a réussi à se maintenir jusqu’à la fin du XViiie siècle. On est loin de l’image traditionnelle des économies coloniales. les morisques y étaient pour quelque chose.

En observant l’évolution de l’ancrage des morisques dans l’économie de la régence, on perçoit une véritable stratégie de grou-pe. C’est dommage que nous n’ayons pas jusqu’à présent un meilleur éclairage sur leur poids dans l’économie agricole. Car il nous semble 216 archives Nationales, Paris, affaires étrangères, b iii, 234, Etat…

que l’on peut parler d’un rôle d’entraînement qu’ont joué ces activités morisques dans les différents secteurs où ils choisirent de s’investir. Cependant, sans nier l’importance de ce phénomène, il serait exagéré de ramener toute nouvelle dynamique à l’apport des morisques.

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UN MAQTAL SHIÍ EN CASTELLANO ENTRE LOS MORISCOS

TUNECINOS217

José Fco. Cutillas

Universidad de Alicante

El primer estudio que menciona los posibles elementos shiíes de la Crónica fue el estudio del manuscrito D. 565 que realizó como tesis doctoral el profesor Juan Penella y que expuso en el Coloquio Interna-cional de Literatura Aljamiada y Morisca celebrado en Oviedo en 1972; desde entonces apenas nada o casi nada se ha indagado de esta parte del manuscrito donde se trata la Crónica. Este texto hagiográfico es interesante por sus referencias shiíes, que se pueden confirmar tras una simple primera lectura. Pero hay que dejar bien claro que se trata de un texto shií entre los moriscos, no de un texto shií morisco, o eso es lo que se puede deducir únicamente con los datos extraídos del texto.

Para ubicar espacialmente el texto hay que decir que fue escrito en el año 1639, tal como aparece en la primera parte:

Coronica y relación de la esclareçida desçendençia xarifa. Los que vi-nieron de Alí ebnu Abitalib y la muerte de El Huçain, radialahu anhu, y los que fueron prosiguiendo del. Y otras cosas no menos curiosas que provechosas. Traduçido de arábigo en castellano en Túnez año de 1049.

Y para entender el significado de la obra que presento y las conclusiones que se pueden extraer de ella, hay que preguntarse la causa que motivó la redacción de la misma. Si tras una primera lec-tura es evidente que encontramos muchos elementos que nos llevan a la conclusión de que se trata de un texto shií218 entre moriscos, las conclusiones que hay que extraer tras un análisis mucho más porme-norizado son el cuadro social y cultural que están viviendo los moris-

217 Este estudio es parte de los trabajos que me dirigió el profesor Míkel de Epalza para mi tesina (José CUTillaS FErrEr, 1998). Sirva éste como agradecimiento a sus muchos consejos y ánimo vertido a lo largo de estos años.218 Para una aproximación al islam shií ver Yann riCHarD, (1996).

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cos, por lo que el planteamiento debe ser mucho más generoso y no reducirse a lo meramente evidente. los moriscos con esta obra nos están dando una visión del universo cultural en el que están inmer-sos, que no es otro que el imperio Turco-otomano219, lo cual va más allá de la simple constatación de la adscripción de este texto a una determinada doctrina religiosa dentro del islam. Dicho esto, veamos las causas que provocaron la aparición de esta obra entre los moriscos en Túnez.

Cuando llegaron a Túnez, en relativamente poco tiempo se inte-graron en la sociedad tunecina desempeñando labores que conocían y que desarrollaron con maestría. Si la actividad económica, con culti-vos novedosos y el comercio, les reportó importantes beneficios, per-mitiendo a la comunidad adquirir un estatus social diferenciado220, también es verdad que esto trajo consigo el aumento del malestar entre los tunecinos frente a los recién llegados. así pues, entre los tunecinos, y se puede decir que de una forma general en todos los nuevos asentamientos donde tuvieron que instalarse los moriscos, hubo ejemplos de una franca demostración de rechazo, en unos casos más evidente que en otros. Y esto porque en determinados ámbitos a los moriscos no se les consideraba verdaderos musulmanes, ya que presentaban diferencias tanto en su formación religiosa como en la apariencia externa que presentaban. a ello hay que añadir un ele-mento tan sumamente sensible e importante entre los musulmanes como es la necesidad de conocer el árabe, aunque este conocimiento se limite únicamente a la lectura para cumplir el precepto de la ora-ción y la recitación del Corán; situación esta que hacía de los moriscos unos sujetos realmente ajenos al ámbito cultural en el que se habían asentado. Esta situación precaria provocó la redacción de una litera-tura didáctica de tipo religioso sobre aspectos devocionales y sobre los ritos islámicos, con la intención de paliar las carencias por las que muchas veces fue puesta en duda la islamicidad de los moriscos entre

219 Sobre el imperio turco-otomano ver la obra ya clásica de robert MaNTraN, (1989).220 Ver el artículo de Denise braHiMi, (1973).

los tunecinos221.Entre las obras que tenían un objetivo claramente didáctico está el

manuscrito de bolonia D. 565. En él encontramos una serie de textos más o menos del mismo género, todos ellos ejemplo de la literatura religiosa en castellano del siglo XVii, pero en Túnez. Y es nuestro manuscrito, redactado durante los primeros años de ese siglo, una compilación de materiales de carácter devocional y hagiográfico ca-racterísticos de este período.

Hay que recordar que, si antes de la expulsión la mayoría de los manuscritos que se han conservado están escritos en aljamiado, una vez instalados en el mundo islámico los textos que se han preservado están mayoritariamente en castellano con grafía latina. Nuestra Crónica es un ejemplo de este segundo tipo de expresión. la mayoría de los manuscritos aljamiados, árabes y con grafía latina del siglo XVi, muestran la cultura religiosa de los moriscos en el medio cultural cristiano donde viven. Sin embargo, el resto de la producción que se escribe en países islámicos, como este Ms. D. 565 y otros, pertenecen a un momento posterior y muestran una sociedad, la de los moriscos ya instalados en el Norte de África después de la expulsión de 1609, en la que las comunidades moriscas están comenzando a asentarse y a desarrollarse en los pueblos y ciudades de la zona. Este texto es fruto del momento, un período en el que se evidencia la necesidad de culturizarse, pues en líneas generales podemos intuir que los moris-cos que habían esperado una acogida favorable por ser musulmanes, al estar quizá desarraigados del mundo islámico, se encontraron con situaciones que para su pesar en nada habían previsto. Por lo tanto, a sus dificultades de integración (desconocimiento del árabe, costum-bres y aspecto diferente del de los pueblos donde se asientan, etc.), se unirá el hecho de no ser reconocidos como verdaderos musulma-nes, y por lo tanto su no aceptación como miembros de la comunidad musulmana, la umma, en determinados enclaves donde se asentaron.

221 aunque éste era uno de los argumentos por el cual se les acusaba, lo cierto es que los moriscos desarrollaron una religiosidad muy intensa dado el ámbito del cual procedían. así, no es de extra-ñar que en sus nuevos lugares de asentamiento surgieran escritos moriscos que se insertaban en la polémica islamo-cristiana, y que venían a ser como un canto intenso de pertenencia a la comunidad islámica. Ver el excelente trabajo de luis bErNabÉ PONS, (1988).

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ahora bien, pasado este primer momento de cierta marginación so-cial y posiblemente económica, lo cierto es que los moriscos fueron los que marcaron las diferencias creando un mundo cerrado que mo-tivó recelos en sus lugares de asentamiento222.

Teniendo estos factores presentes, vemos cómo el Ms. D. 565 tenía como objetivo cubrir esas deficiencias, de ahí que debamos conside-rar este manuscrito como un intento por culturizar a los moriscos en la ortodoxia islámica del Norte de África y, concretando más, en la tradición de veneración de los miembros de la familia del Profeta, de veneración de los shurafa.

Tras los primeros tiempos del asentamiento, si ya habían conse-guido el ascenso social por sus conocimientos técnicos, artísticos e intelectuales, en el plano religioso todavía seguía pesando la duda de su verdadera fe; además, ciertos individuos que pertenecían a las cla-ses nobles del islam, por ser descendientes del profeta Muhammad, seguían siendo marginados entre la elites religiosas de sus lugares de asentamiento. No vayamos a creer que los moriscos españoles no tenían un conocimiento de las jerarquías dentro del islam; lo tenían, tal vez no tan arraigado y definido, pero muchos de ellos seguían manteniendo en su memoria la pertenencia a esa clase especial de los shurafa. De ahí la doble frustración entre aquellos que pertenecían a este colectivo, por un lado, por ser puesta en duda su verdadera fe e islamicidad y, por otro, por el no reconocimiento de su pertenencia al grupo de los shurafa, los descendientes del profeta Muhammad.

Volviendo al texto, insistiremos en que esta literatura en Túnez tuvo como objetivo un claro fin didáctico de islamización dentro de la ortodoxia. Todos los textos de este período están escritos en un castellano bastante claro y correcto para instruir a los moriscos en los preceptos y leyes del islam. Esto nos lleva a plantearnos el origen geográfico y social de los moriscos que tradujeron y leyeron este tipo de literatura en Túnez. la mayor parte de los moriscos establecidos en Túnez eran originarios de aragón y zonas limítrofes de Castilla y

222 Ver el artículo ya mencionado de Denise braHiMi (1973), donde se define la estructura socio-económica de los moriscos y las repercusiones que tuvo su rápido ascenso social y su evolución endogámica.

Cataluña, zonas donde el castellano era la lengua dominante, junto con el catalán y el aragonés. De entre todos, el grupo aragonés era el más activo, tanto cultural como económicamente. Eran también los más instruidos en asuntos de tipo religioso, debido a las polémicas islamo-cristianas mantenidas en España. Por lo tanto, es fácil concluir que la instrucción religiosa se hiciera en castellano para tener la cla-ridad necesaria a la hora de expresar los preceptos y creencias del islam. En definitiva, junto a la claridad en la expresión de conceptos, hay que señalar el dominio de la argumentación que a lo largo de siglos les había dado una experiencia y una práctica en las polémicas religiosas; estos textos del exilio morisco así lo atestiguan. El dominio que demuestran de la lengua es muy elevado y la intención didáctica se erige en el primer factor a tener en cuenta en la interpretación de los textos. En sus nuevos puntos de acogida, y Túnez fue un claro ejemplo, lo que necesitaban era alcanzar los mínimos que la ortodoxia islámica y, sobre todo, la sociedad musulmana tunecina les exigían.

la lista de textos en castellano de origen tunecino nos recuerda que en esta región de África se debieron asentar la mayor parte de los moriscos instruidos, ya que estos textos muestran aspectos espiritua-les, culturales y religiosos. Es un mundo en el que predomina un exa-cerbado interés por lo religioso, una ansiedad motivada por la acul-turación a la que se ven sometidos los moriscos y que provoca una tendencia hacia la mística y las polémicas anticristianas. las temáticas mayoritariamente tratadas se centran en comentarios y matizaciones sobre las dos escuelas principales en Túnez: hanafí y maliquí. También encontramos hagiografías de la vida del Profeta, de santos del islam o, como en nuestro texto de la Crónica, una relación hagiográfica de la vida de los doce imames de la shía. En definitiva, se puede decir que mayoritariamente son textos que se escriben con un objetivo didáctico y que se insertan en un contexto religioso muy definido.

Si nos preguntamos por la significación de nuestra obra de estu-dio, la Crónica y relación de la esclarecida descendencia xarifa, en primer lugar hay que preguntarse qué hace en todo este conjunto de textos un maqtal shií (maqtal, nombre de lugar que significa literalmente

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“lugar de masacre”, y que ha terminando por designar un tipo de género literario hagiográfico donde se narra la muerte de Husayn en la batalla de Karbalá). Para comprender este texto en su verdadera amplitud es necesario analizar un aspecto relacionado con la comu-nidad morisca que ya hemos mencionado. El título de sharif (plurales, shurafa o ashraf), que puede ser traducido por noble o ilustre, está re-servado a los descendientes del Profeta. Por lo que sabemos, en el s. XVii en Túnez había, por un lado, un representante de este colectivo entre los miembros del tribunal de justicia y, por otro lado, también formaban un cuerpo especial en la sociedad tunecina. Sin embargo, los moriscos que pertenecían a este grupo por ser descendientes del Profeta no habían sido incorporados al grupo de los shurafa tunecinos —o eso es lo que nos han dejado entrever estudios realizados previa-mente—. Poseían un representante o naqib, pero se veían marginados por el cuestionamiento de su islamidad223.

Para hacerse una idea de la relevancia de este grupo entre los moriscos, citaré a Míkel de Epalza, que nos informa detalladamente sobre este supuesto en un estudio sobre los archivos del Consulado francés de Túnez y nos ofrece el dato de la importante comunidad de moriscos que poseen este título:

Parmi les Moriscos de nos documents, nous trouvons beaucoup de noms avec ce titre, soit comme dénomination, soit comme nom de famille, ce qui revenait à peu près au même: le xarifo Mamet (15-6-1624), appelé aussi Mamet Pariso (20-4-1624), et Sidi Mamet Xariffo (23-5-1626), Cherif ou Charif Andalusí (14-4-1633=27-7-1633). Isouf Cierifo Anda-lusí, Alli Cherif: Belcasum Ciapis Ciariffo224

así pues, muchos de los moriscos, a pesar de poseer ese título que los ennoblecía, es posible que no supieran el significado del mismo, ni la genealogía en la que se insertaban o simplemente que necesitasen reafirmarse con el recuerdo de sus linajes. la Crónica es por tanto un ejemplo muy significativo de ese intento de reencontrarse, de ponerse al día con la sociedad islámica de la cual nunca se habían separado.

El que los moriscos desconocían el significado de pertenecer a

223 Ver Míkel de EPalZa FErrEr, (1973), pág. 173.224 Ibidem supra, pág. 174.

este grupo de la elite religiosa no es del todo correcto: hay casos ex-cepcionales que nos hablan de un conocimiento profundo o por lo menos normalizado del sentido de pertenecer al grupo de los shurafa. Casos como el de ibn abd al-rafi al-andalusi (cuyo nombre com-pleto era ibn abd al-rafi ibn Muhammad al-Sharif al-Husayni al-Ga-fari al-Mursi al-andalusi), noble por su ascendencia ligada al Profeta, que, sin embargo, conoce su linaje y su pertenencia a ese grupo es-pecial en la comunidad islámica, es verdaderamente significativo e interesante a la hora de definir una comunidad morisca que muchas veces se presupone desarraigada de su pasado islámico. Este morisco escribió un texto muy interesante que va en la línea de lo que estamos argumentando, es decir, la exaltación de la descendencia del Profeta, y que nos aporta el dato que confirma el gran número de shurafa entre la comunidad andalusí y de la instrucción que posiblemente recibían. Dice ibn abd al-rafi al-andalusi en su texto:

Nosotros, el grupo de andalusíes descendiente del Profeta, hemos sido cuestionados por parte de muchos de nuestros hermanos en la religión entre los de Ifriqiya, los tunecinos y otros (...). Ellos dicen: De dónde les viene su nobleza que dicen tener del Profeta, si son de tierra de infieles (...). No hay entre ellos ninguno que se acuerde del período islámico y se mezclaron con los cristianos (…). Tenía seis años o tal vez menos y es cierto que iba a la escuela de los cristianos para aprender su religión, pero cuando volvía a mi casa mi padre me enseñaba la religión musulma-na. Es así como yo estudiaba en los dos sitios al mismo tiempo (...). Mi padre cogía una tabla de madera de nogal, pulida y limpia, que pienso que tengo todavía. Allí él escribía las letras del alfabeto y me preguntaba, letra a letra, las letras cristianas, progresivamente. Y cada vez que le nombraba una letra extranjera, escribía la letra árabe correspondiente y me decía: Nuestras letras son así. Hasta que hubo acabado para mí todas las letras del alfabeto en dos veces.Cuando hubo acabado la primera vez, me recomendó ocultar todo aquello incluso a mi madre, a mi tío, a mi hermano y a nuestros familiares. Y me ordenó no comunicar a nadie sobre aquello (...). Yo iba a la escuela de los cristianos y volvía a casa donde me instruía. Al cabo de un tiempo me

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envió a los hermanos de la religión, amigos, que me preguntaron. Y allí tampoco respondí sobre lo que me preguntaban (...). Cuando mi padre estuvo seguro de que ocultaba bien los asuntos de la religión musulmana a mis allegados y más a los extraños, me mandó hablar con mi madre, con mi tío y con ciertos amigos suyos, únicamente con aquellos que venían a hablar a nuestra casa de asuntos de religión y yo escuchaba (...) me presentó a sus amigos preferidos y correligionarios musulmanes. Los fui visitando uno a uno, e hice muchos viajes para visitar musulmanes virtuosos a Jaén, ciudad de Ibn Malik, a Granada, a Córdoba, a Sevilla, a Toledo y otras ciudades de la península (...). De su ciencia he extraído muchas enseñanzas, pero aprecié en particular a siete hombres que me hablaron, todos de Granada y de lo que había en tiempos del Islam.

Y continúa hablando de los descendientes del Profeta y de los descendientes de la familia del Profeta que llegaron a al-andalus y de aquellos que más tarde salieron:

Así es como muchos descendientes del Profeta vinieron a al-Andalus a partir de Kayrawan, M’sakin o Mahdia. Yo he conocido a muchos en nues-tro país. Tuvieron una descendencia aquí, antes de partir o bien después. Algunos de ellos volvieron a Túnez donde viven (...)225.

Este texto nos está dando mucha información y lo más impor-tante es que habla de la presencia entre los moriscos de nobles —shurafa, jerifes— descendientes del Profeta, y esto era conocido por ellos. además, nos informa de que, a pesar de las restricciones que existían para aprender su religión, ésta era conocida y practicada. Sin embargo, la Crónica, con ser un texto hagiográfico del profeta Mu-hammad y de su descendencia en la línea de los doce imames de la shía, nos está diciendo mucho más. Nos habla de una comunidad en la que hay unos personajes inquietos y activos, que conocen el mundo islámico, que viajan, que se preocupan por su comunidad. Son individuos que, por su situación económica desahogada, realizan viajes comerciales que aprovechan para instruirse, para cumplir con uno de los mandatos del islam, el hach (peregrinación a la Meca y los santos lugares del islam) y para insertarse en el universo cultural is-

225 TUrKi, abdelmajid, (1973).

lámico. Viajan por Oriente Medio y por Turquía y se sienten atraídos por la variedad cultural y social de los diferentes pueblos del islam y, en cierta medida, reafirmarán su especificidad como musulmanes españoles con un pasado glorioso donde algunos de sus integrantes tienen una genealogía que entronca en la familia del Profeta Muham-mad. Eso es lo que quiere transmitir este texto a sus destinatarios, que son moriscos descendientes de la noble familia del Profeta, que son no-bles del islam.

ahora bien, también veremos a continuación que la Crónica es un texto que se inserta dentro de la tradición shií de recitaciones ha-giográficas del Profeta y de su descendencia, es decir, de maqtal y un tipo de obras compuestas para ser recitadas en el més de Ashura y que darían más tarde lugar a las taziya árabes, turcas y persas, cuyo significado es condolencia, consuelo, pésame. El maqtal y la taziye designan las representaciones dramáticas que conmemoran la muerte de al-Husayn en la batalla de Karbalá y que nuestro autor consideró interesante recoger y traducir para instruir a los shurafa moriscos so-bre los miembros de la familia del Profeta y sobre los acontecimientos más destacables que les habían ocurrido a sus antepasados. No pode-mos afirmar con certidumbre que en la Crónica nos encontremos ante un autor morisco shií. Si analizamos el contexto político de la época, en el apogeo del imperio Turco-otomano de los siglos XVi y XVii, es evidente que la tendencia ortodoxa sunní imperaba en casi todo el imperio. De ahí que considerar al autor de la Crónica como un autor shií sea poco más que aventurado. la obra debe insertarse en este contexto teológico sunní, aunque no deja de llamar la atención y crea extrañeza que casi en su totalidad presente características propias de un maqtal shií, sobre todo en sus capítulos tercero y cuarto, pese a ciertos añadidos que desde mi punto de vista sólo sirven para man-tenerla en un difícil equilibrio dentro de la ortodoxia sunní. Vuelvo a insistir en que no se trata de un autor morisco shií. Nada más lejos de la realidad, aunque tampoco podamos afirmar lo contrario. Nos fal-tan datos clarificadores sobre la identidad del compilador morisco.

El hecho de insistir sobre la influencia del maqtal en la Crónica se

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debe a que, dadas las características mismas del maqtal, obra que se recita ante un auditorio y que con el tiempo dio paso a elaboraciones más complejas de tipo dramático, y el conocimiento que poseemos de la existencia de representaciones teatrales entre los moriscos en España, nos vemos obligados a pensar que el origen de la Crónica se encuentra en estas obras de contenido típicamente shií. Dadas las afinidades y el gusto por el teatro entre los moriscos, es fácil concluir que no les resultó muy extraña aquella forma de recitación hagiográ-fica que instruía utilizando una forma ya conocida para ellos. las re-citaciones de maqtales les recordarían hipotéticamente las representa-ciones teatrales que habían vivido en España; algo normal si se piensa en el momento histórico en el que nos encontramos, el Siglo de Oro. lo que nos lleva a plantear la hipótesis de que en sus nuevos asenta-mientos también siguieran representándose, o al menos recitándose, obras teatrales típicamente hispánicas o bien, como en este caso, con un contenido islámico —shií— muy didáctico. la Crónica es una obra que se ajusta perfectamente a esta idea, es decir, una obra al gusto de los moriscos para ser recitada o escenificada.

Tal vez, e insisto tal vez, por ese gusto al teatro nuestro autor re-cogió aquella forma de recitación —maqtal— que, al igual que ocurría en Oriente, posiblemente también se recitó o se dramatizó en castellano entre los moriscos de Túnez. Sin embargo, nunca sabremos si fue con objeto de reivindicar la doctrina shií o si fue un intento de recrear for-mas dramatizadas típicamente islámicas que les recordaban lo vivido en España, con lo que el objetivo sería en este caso muy diferente de aquel que perseguían los shiíes en el imperio Turco-otomano o en Persia. Ya dijimos que hay noticias de representaciones teatrales sobre la vida del profeta Muhammad realizadas por los moriscos y recogidas en actas de la inquisición226. Como una última hipótesis, ca-bría añadir el papel que pudo desempeñar este texto como elemento de polémica introducido posiblemente por espías de origen hispano y que intentasen desequilibrar el poder otomano en Túnez. No hay que olvidar los importantes vínculos que había mantenido la dinas-

226 Véase la obra de Francisco FErNÁNDEZ Y GONZÁlEZ, (1866), pág. 237. También se da el mismo dato en J. FOUrNEl-GUÉriN, (1979), pág. 254.

tía hispánica con el imperio safaví y la utilización que hacía éste del islam shií como elemento diferencial frente a los turcos-otomanos, líderes del Islam sunní. Es hipotético, pero no imposible, dada la situa-ción estratégica de Túnez y los vínculos de los moriscos.

Centrándonos en el planteamiento que hace la Crónica de los ima-mes, se observa que se acerca más a un enfoque hagiográfico que his-tórico y biográfico. El relato de las vidas de los personajes se limita a resaltar sus virtudes, intentando ofrecer una idea del nivel espiritual y moral alcanzado por los descendientes del Profeta. Por lo tanto, se trataría de un esquema hagiográfico-didáctico en el que van apare-ciendo los imames de la shía, mostrando lo más digno y sobresaliente de sus vidas. Particularmente dramático es el caso del imam Husayn y su familia en la batalla de Karbalá. En general se distinguen por la nobleza, santidad, bondad, desapego del mundo o amor a Dios, ras-gos que se destacan en el texto de la personalidad de los imames.

Junto a este elemento hay que reseñar la duda de si el autor inten-ta camuflarse y mantenerse dentro de la ortodoxia sunní a la hora de tratar ciertos temas. Por eso comienza su exposición de una manera estructurada típicamente sunní, para mostrarnos sin lugar a dudas que estamos dentro del contexto sunní. así, empieza hablando del profeta Muhammad, de su vida, de su primera mujer Jadiya, etc., y después pasa a hablar de los califas rashidun (“bien guiados”) —abu bakr as-Sadiq, Umar ibn al-Hattab, Uzmán ibn affán y alí ibn abi Talib— resaltando datos biográficos de sus vidas y los hechos más sobresalientes de cada uno de ellos. a partir de aquí el texto da un giro en su planteamiento, entrando en temas que resultan extraños en un contexto sunní, sobre todo cuando habla de los hechos que sucedieron a Hasan, el nieto del Profeta, y Husayn (segundo y tercer imames de la shía).

Expondré a continuación cuáles son los elementos que claramen-te manifiestan una adscripción shií. al comienzo de la Crónica, tras la basmala, en la introducción, explica cuál es la temática que tratará el texto y dice:

Coronica y relaçión de la esclareçida deçendencia xarifa. Los que binie-

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ron de Ali ebnu Abi Talib y la muerte de el Huçain, radi alahu anhu. Y los que fueron prosiguiendo del. (f° 1r)

a renglón seguido el autor parece que no quiere dar ninguna muestra de salirse de la ortodoxia sunní, como dije, y cito del texto:

No se podrá tomar Prinçipio a una obra como ésta y a lo que la ima-ginación tiene propuesto sin encomendarla a el que es caussa de todas las causas y pedir a su dibina providencia críe en mí graçia, para que comience la presente obra que es tratar la vida y milagros de su querido el Muztafa Muhamad çalm, y de sus compañeros, de quien dixo: Nadie diga mal de mis compañeros que son como las estrellas y el que los amare me ama a mí y el que los aboreçe, me aboreçe a mí. (f° 1v)

Junto a este hilo conductor, que parecería no alejarnos de la orto-doxia sunní, nos encontramos con elementos controvertidos que ha-cen referencia a Mu‘awiya. Conocemos el significado de este perso-naje en la literatura shií, pero en la Crónica tiene una aureola positiva frente a su hijo Yazid, personaje totalmente denostado por los shiíes. Sobre Mu‘awiya dice:

Pues traspasado el halifado de Aly ebnu Ali Talib, entró en su lugar el Haçan, su hijo, cuya virtud fue tanta que abiendo sido halifa siete meses, traspasó la pesada carga en ombros de Muagya ben Çufian, el qual cargo perdió el nombre de halifa y se volvió en nombre de Rey, como lo dixo el Mensajero de Alla çalm. El qual Muagya fue hombre justo y santo, temeroso a el Señor, el cuyo tiempo tubieron muchas bitorias de los in-fieles, de cuya bondad y santidad salió el hijo más malo (fº 26f) que naçió de mujeres, como se berá adelante en la muerte de el Huçain, radialahu anhu. (fº 26r)

Yazid, por lo tanto, en la Crónica aglutina todos los elementos ne-gativos y es un ejemplo de personalidad depravada. Justo al princi-pio del capítulo 3, cuando la Crónica inicia el relato de la muerte de Husayn en la batalla de Karbalá, explica cuál es el sentimiento con respecto al hijo de Mu‘awiya:

(…) se halló en su cabeçera el Yaçit, su hijo, maldito sea de Alla. Y díxole

a su padre: “A el fin padre mío que mueres”. A lo qual respondió el bie-nabenturado padre: “Sí, hijo, porque toda cosa criada a de morir. Y no quedará, sino el que es eterno en su reismo, el que es perfeto ser de vida, el que no le alcanza ni toca (fº 26v) el morir, ni pasa el tiempo”. (fº 27r)

Y cuando Mu‘awiya muere, Yazid no cumple la orden que su padre había manifestado a favor de los derechos de liderazgo de la comunidad musulmana en la familia de Profeta, tema singular que es uno de los argumentos recogidos por la shía para hacer sus reivin-dicaciones:

Diçe la istoria que muerto el padre fue el hijo puesto en su asiento y lugar, a quien toda la jente acudió dándole el parabién de el cargo. Y él enpeçó a repartir el tesoro que estaba en el Beyte el Mel por sus alcaldes y soldados, y a quien él más se afiçionó si no fue a el Huçain, hijo de Aly ebnu Abi Talib, radia alahu anhu, que ni le dio cuenta de nada ni de quanto el padre le encomendó. Antes fue en todo a la contra. (fº 28r)

Sobre el segundo jalifa rashidun, ‘Umar, leemos en la Crónica otro elemento controvertido más propio de la literatura de polémica reli-giosa antisunní, un hadiz donde se produce una queja de alí sobre el califa ‘Umar:

Diçen que lo topo un dia Aly ebnu Abi Talib, radialahu anhu, fuera de la Midina corriendo sobre una camella y le dixo: “Ya Omar, mucho trabajo as dado a los califas después de ti”. Respondió (‘Umar): “Ya Aly, si se ba algo de aquello que estoy obligado a haçer por estar oçioso, se me pedirá quenta”.(fº 16r)

Por esta razón creo que el traductor de la Crónica posiblemente fue un morisco con sentimientos pro-shiíes, aunque no tengamos más pruebas que las evidencias del texto traducido. En estos relatos ini-ciales hay una importante referencia a un precepto significativo del islam shií, no explícitamente señalado en el texto, pero que se deja sentir: es la taqiyya (“disimulo”), que en los capítulos introductorios sobre la vida del profeta Muhammad y su familia, sobre los prime-ros cuatro califas, rashidun, y, después, los miembros del incipiente califato omeya, hace pensar que pasa por encima de determinados episodios y personajes de una manera premeditada. El conocimiento

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de la taqiyya por los moriscos esta testificado por leonard P. Harvey en un texto aljamiado227.

Confirmando el núcleo de la Crónica, enumera sorprendentemen-te (o por lo menos resulta extraño dentro de este mundo morisco), a los doce imames de la shía imamí con sus sobrenombres correcta-mente señalados:

De aquí adelante diremos las bienabenturadas ramas que de el hijo de Aly ebnu Abi Talib proçedieron, que bueron: El Haçan, y el Huçain, Ya Aly Çeyd el Abdin y Muhamad el Baquir y Chafar el Çidiq y Muça el Cadim y Aly el Radi y Muhamad el Canih y Aly el Azcari y el Haçan el Haliz, y Muhamad el Medí, y el conocido y aguardado. Y es el último de los aymat. Y estos son de la estirpe y casa de el Muztafa Muhamad çalm, de los lomos de Aly ebnu Abi Talib y Fatima. (fº 21r)

Vinculado con el último parágrafo, hay un detalle que no debe pasar desapercibido, y es la referencia al Xii imam de la shía, sobre el cual volveremos, al que nombra como el último de los aymat, “el es-perado, el conocido y aguardado”, haciendo referencia a la doctrina shií del imam Oculto, la gayba.

El tercer elemento que evidencia una posible adscripción de la Crónica a la shía es en el texto la parte más amplia, y esto supone desde mi punto de vista una novedad entre los moriscos. Esta tercera parte que relata la muerte de Husayn en la batalla de Karbalá, que abarca desde el folio 26v al 65r, es una variante de las obras de taziya, cuyo significado es «condolencia». Son representadas como obras teatrales durante Ashura y, por el formato literario que presenta, creo que el capítulo del manuscrito dedicado a la muerte de Husayn está estruc-turado como una taziya. Mantiene los mismos argumentos dramáti-cos y los mismos tópicos. Sin embargo, no es una taziya en el sentido estricto del término, estaría más próximo de las rowze jani originarias del mundo persa y que pasaron también al mundo otomano, donde el narrador desde un púlpito recita este tipo de obras, entre las que destaca el Rawzat as-shuhada (“El jardín de los mártires”), de Wa‘iz Kashifi (escritor de Herat durante el reinado del sultán Husayn bai-

227 HarVEY, leonard P., (1995).

qara, m. 910/1505), el primer maqtal en persa. En bagdad, Mehmed ibn Sulayman Fuzuli (uno de los autores más célebres de la literatura otomana, 885/1480-963/1555) escribió el primer maqtal en turco, Ha-diqat as-shuhada. ambos siguiendo la obra de abu l-Qasim Mahmud ibn ‘Umar az-Zamajshari (467/1074-538/1143). Pienso que la Crónica era recitada como este tipo de obras en los pequeños pueblos moris-cos o en las congregaciones en el masyid, tal como se hace por ejemplo, en la recitación semanal del Du‘a Kumayl en las comunidades shiíes. ¿Es la Crónica un ejemplo de esta forma de obras shiíes escritas para ser recitadas en público? El tercer capítulo tiene la misma estructura y tal vez el mismo objetivo: crear un estado de intensa emoción, la misma que provoca la recitación del maqtal en los días de Ashura, del 1 al 10 de Muharram.

Otro elemento en la misma línea de los anteriores que se puede leer de un párrafo de la Crónica es el siguiente:

Y ansí qualquiera que la leyere el día de Axora le dará Alla taala tanto premio como el que murió xahid. (fº 64v)

Esta referencia al shahid es muy interesante desde el punto de vista del islam, pues muestra su relación con el concepto shií del tashabbuh, desar-rollado por al-Zamajashari, el teólogo shií de la escuela de bagdad, en su colección de apotegmas y sentencias morales Azwaku al-dhahab («los collares de oro»). El tashabbuh viene a decir que aquel que llora por la muerte de Husayn se une a él en la categoría moral de los per-tenecientes a este grupo de sus seguidores, es decir, aquellos que mu-rieron mártires defendiendo la causa del imam y de Ahl ul-Bayt (“la Familia del Profeta”). Éste es el mismo sentido que encontramos en la Crónica, donde vemos que la intención última, por lo menos en esta parte que incita a la participación, es la misma que las dramatizacio-nes de taziya, es decir, la participación en las características morales que muestra Husayn en la batalla de Karbalá. así, el texto dice :

Pues animémonos a leer sus santas bidas y muertes, participando de sus méritos ansí letores como trasladadores y oyentes, y quien la mandare trasladar, pidiendo a El Señor de esta máquina criada nos cumpla de su graçia y nos dé buen fin en su conocimiento, amín. (fº 65v)

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Pero aún hay más, tal como hemos visto líneas arriba, el mismo autor recuerda que el texto debe ser leído en Ashura en el mes de Muharram, lo mismo que las obras de taziya:

Y ansí qualquiera que la leyere el día de Axora le dará Alla taala tanto

premio como el que murió xahid. (fº 64v)

Desde mi punto de vista se trataría de un maqtal shií, pues expone un gran número de elementos doctrinales que únicamente se pueden dar en un contexto shií. Finalmente, y como ejemplo significativo de lo que estoy manteniendo, concluye haciendo referencia a uno de los aspectos doctrinales de más peso de la shía: antes de llegar al final del maqtal hace un relato hagiográfico de los imames donde aparece este elemento tan típicamente shií que nos explica el sentido último del Xii imam:

Su apellido Abul Caçim el Halifa, el Çalihe. Y es el postrero de los doçe

Ymanes de su estirpe y el Ymam el Medí, como lo dixo su anteçeçor el

Mensajero de Alla çalm. Y el que bendrá a la fin de el tiempo a encon-

trarse con Çeydina Eça alym. Y es a saber que en tiempo de el Halifa

Muhtamid, que este tal era tirano y cruel, y temiéndose de sus cruelda-

des y tiranías de éste halifa, se retiró y escondió la rama, que por curso

de tiempo echaron fruto de tanta bendiçión como será a el mundo. Y esto

fue caussa para(fº 84r) lo que Alla taala tenía ordenado en su eternidad,

que lo encubrió de la bista de la jente (…). Dichoso y bienabenturado el

que alcançare su tiempo y fuere de su compañía. Y dichoso el que entrare

en el ymán por su mano y le siguiere, y fuere de sus soldados y ayudan-

tes a purificar y a limpiar el mundo de su suçiedad y piçina en él tan

araygada, donde tendrán los agrabiadores la paga mereçida y, satisfechos

los agrabiados, serán acabadas las tiranías y desjechas las potestades de

los gobiernos tiranos. Bienabenturados los que bieren y alcanzaren su

tiempo. (fº 84v)

lo mismo encontramos en los textos hagiográficos shiíes. En este párrafo final, como ya he adelantado, está uno de los principales ele-

mentos doctrinales de la shía que hace referencia al Xii imam, el Sahib

ul-Zaman (“el Señor de los Tiempos”), y es la creencia en la Ocultación

del imam, la gayba, uno de los elementos doctrinales, insisto, de más

significación en la shía imamí.

Todas estas características que acabo de exponer son las que ha-

cen de la Crónica un texto que puede ser definido, casi en todos sus

capítulos, como un texto perteneciente a la shía, es decir, se trataría

de un género literario de la tradición shií, el maqtal, y por lo tanto se

confirmaría la hipótesis de que se trata de un texto extraordinario y

singular cuya temática shií es nueva entre los moriscos.

al final hace una referencia al simbolismo que representa el Xii

imam, Muhammad al Mahdi, y el papel que desempeñará cuando se

manifieste, según la shía, al final de los tiempos; todo esto expresado

de una forma extraordinaria en castellano:

Y ésta es la verdadera y justa relación de el (fº 84v) ymam Muhámad

Elmehdi Elfátimi, el tan deseado de los inclinados a la virtud, retitud y

justicia, y tan temido de los tiranos y facinerosos, contrarios a la virtud

y justicia.

Después de estas puntualizaciones quiero señalar que, además

de tener elementos shiíes muy consistentes, nos encontramos tam-

bién con un texto que nos dice mucho de la sociedad morisca exi-

liada en Túnez en el s. XVii, de cómo sentía su pertenencia al islam,

de su necesidad de culturizarse, de ponerse al día, de reencontrarse

con la sociedad musulmana de la cual nunca se había separado, de

aprender sobre sus antepasados en la línea del profeta Muhammad,

posiblemente para ser admitidos en el grupo de los jerifes o shurafa…

aunque también son posibles otras opciones que ya he mencionado

aunque, eso sí, hipotéticas. En definitiva, el manuscrito no es más

que una instantánea de lo que estaba ocurriendo a una parte muy

importante de la sociedad del imperio Turco-otomano: la comunidad

morisca.

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LES MORISQUES EN TUNISIE UN SIèCLE APRèS LEUR ARRIvéE

Raja Yassine Bahri

Université de La Manouba

au terme de plus d’un siècle de lutte entre chrétiens et musulmans dans la Péninsule ibérique, Philippe iii décida enfin en 1609 l’expul-sion de tous les Morisques d’Espagne afin que le pays puisse retrou-ver son intégrité et le calme tant espéré. le gouvernement avait pris les mesures nécessaires pour que cette expulsion soit rapide et effi-cace. Cette minorité a été forcée, du jour au lendemain, à s’exiler dans un pays où ils pensaient retrouver une certaine liberté d’action, de pensée, de mouvement et de religion. ils pensaient pouvoir s’installer dans une nouvelle terre d’accueil. la réalité fut tout autre puisque dès leur arrivée ils s’étaient retrouvés dans un monde différent, primaire et inconnu. Comment ce peuple en désarroi a-t-il pu survivre loin de sa terre d’origine? les témoignages de l’époque diffèrent, quelques uns pensent qu’il y a eu intégration et même assimilation de cette mi-norité, d’autres pensent que certains vécurent une seconde tragédie puisque la population autochtone les avait complètement rejeté les traitant de mécréants et d’espagnols. ils parlaient pratiquement tous le castillan et en outre leur aspect physique différait, bon nombre par-mi eux étaient blonds aux yeux bleus. D’ailleurs, plusieurs tentèrent un retour au pays natal malgré les atrocités du Tribunal de l’inquisi-tion. Un bon nombre de procès de l’inquisition témoignent de ce fait. ayant refusé de renoncer à la foi musulmane, ils furent ainsi traduits devant le Tribunal de l’inquisition.

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Dans notre travail, nous essayerons de relater l’histoire de cette minorité morisque un siècle après leur arrivée selon le manuscrit iné-dit de Francisco Ximénez.

Qui est Francisco Ximénez et pour quelle raison se trouvait-il à Tunis au XViii siècle?

le journal de Francisco Ximénez «Diario de Túnez»228 est connu et a été parcouru par quelques chercheurs dont Míkel de Epalza229, r. Trouvenot230, cité par García arenal, mais il n’a pas été encore transcrit ni édité jusqu’à ce jour. Depuis déjà bientôt deux années, nous avons entrepris, Miguel Ángel de bunes et moi-même, sa transcription, qui est déjà prête et verra le jour au cours de l’année 2009.

le journal du père Francisco Ximénez est un manuscrit que nous considérons de grande importance pour plusieurs raisons. En pre-mier lieu, il s’agit d’un document aux dimensions considérables (sept volumes totalisant 3.500 folios). Nous l’avons découvert à la biblio-thèque de la Real Academia de la Historia de Madrid. En deuxième lieu, l’intérêt de ce manuscrit porte sur les remarquables observations du père trinitaire à propos de son séjour en Tunisie. il a séjourné pendant quinze ans dans ce pays et pendant ces années, il fut le témoin direct de multiples évènements qui se déroulèrent à Tunis et qu’il consigna scrupuleusement dans son journal.

il demeura dix sept ans en afrique du nord. De 1718 à 1720 à al-ger et de 1720 à 1735 à Tunis. il fit une première tentative à alger pour fonder un hôpital à Oran, mais il échoua, car il fut soupçonné d’être un espion espagnol, il se dirigea alors vers Tunis où il réalisa son rêve. a Tunis, il eut plusieurs entretiens avec le bey et ses ministres au sujet de la construction de l’hôpital car à cette époque il n’existait à Tunis qu’une infirmerie. Un tome de son journal est dédié aux dis-cussions et aux rencontres avec le bey de Tunis et ses ministres, entre

228 XiMÉNEZ, Francisco, Diario de Túnez, E. 196 (1720-1722), E. 197 (1722-1723), E. 198 (1724-1726), E. 199 (1727-1735), chaque tome est assez volumineux. Pour la transcription du texte de Ximénez nous avons estimé pour une meilleure compréhension de moderniser dans une certaine mesure l’orthographe.229 DE EPalZa, Míkel, «Nouveaux documents sur les andalous en Tunisie au début du XViiiè siècle», Etudes sur les Morisques andalous, institut National d’archéologie et d’art, Tunis, 1983, p. 57. 230 TrOUVENOT, r., «Notes d’un espagnol sur un voyage qu’il fit en Tunisie 1724», Revue Tuni-sienne, Tunis, pp. 35-36, 1938. riCarT, r., “Dos puntos de la Colonia Trinitaria de Túnez de Fray Francisco Ximénez”, Al-andalus, Madrid, 23, 1958, pp. 445-452.

autres, Chérife Castelli, maure andalou, très fortuné et dont il affirme, à mainte reprises, qu’il l’aurait beaucoup aidé pour la construction de l’hôpital. Ximénez réussit finalement à poser la première pierre le 4 août 1722. il lui donna le nom de l’un des deux fondateurs de l’ordre des trinitaires, Saint Jean de Matha.

Ce qui a retenu notre attention en dehors de toutes les précieu-ses informations fournies par le père trinitaire est la description de la population morisque qui est arrivée en masse en 1609. Ximénez a été impressionné par la qualité de vie de ces andalous, établis en Tunisie depuis un siècle et qui continuaient à se différencier du restant de la population. En effet, Francisco Ximénez ne cesse de les décrire et de les citer. Même lorsqu’il parle de certaines personnalités et familles d’origine morisque, il insiste et ne perd pas l’occasion de rappeler leur ascendance morisque ou andalouse.

Dicen que ha llegado un pinque a Puerto Farina con una presa cargada de arroz, eslabones de acero, algunos paños y once cristianos cautivos, dicen ser napolitanos, tienen parte en esta presa el Chiaya de Túnez lla-mado Solimán Cherife Castellí o de Castilla, moro andaluz descendiente de los que fueron expedidos de España y otros tres moros ricos231.

Ximénez ne cesse de décrire les relations amicales qu’il entretient avec les descendants andalous ou morisques, à cet effet il mentionne le comportement généreux et affectif de certains qui lui manifestent leur amitié en lui remettant des présents:

Se han confesado dos enfermos en el Hospital. Hoy, un moro andaluz descendiente de los que fueron expedidos de España natural de un lugar llamado el Beja diez leguas distante de Túnez me regaló con una cesta de requesones, seis pollos, dos quesos y unos panales de miel232.

Nous allons dans notre exposé mettre l’accent sur les différents points d’intérêt relevés par Ximénez dans son journal. l’aperçu his-torique entrepris par notre auteur au début de son exposé nous per-mettra de comprendre la présence et la survie de la culture morisque un siècle après leur arrivée. Nous étudierons par la suite les lieux où

231 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, E. 196 (1720), folio 24.232 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, E. 198 (1724), folio 29.

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s’établirent les Morisques, leurs coutumes et traditions, leurs activi-tés, leur mode particulier de vie et les différents apports culturels et économiques en Tunisie.

Suite aux différentes conquêtes entreprises par les rois espagnols, Ximénez insiste sur les différents flux migratoires qu’avait connus la Tunisie à partir des premiers moments de la reconquête. il constate que les premiers réfugiés comprenaient particulièrement des familles riches et civilisées qui se fixèrent à Tunis même, ne tardant pas à s’ini-tier à la vie sociale du pays d’accueil. le gouvernement Hafside leur confia des postes élevés dans la magistrature, dans l’enseignement et dans l’administration. C’est le cas des familles ibn Khaldun, ibn Usfur, banu Said, etc.

D’après Ximénez, sous les derniers représentants de cette dy-nastie, l’exode se poursuivit sans relâche et à chaque fois que les espagnols arrachaient une ville aux musulmans, Valence, Cordoue, Séville, le peuple déchu optait pour l’immigration vers un autre pays musulman afin de donner libre cours à sa pratique religieuse et d’échapper aux exigences politiques et économiques du pouvoir chrétien. Tous ces arrivants appartenaient, à peu d’exceptions près, à la classe opulente et aisée, pour qui les exigences matérielles du voya-ge n’existaient pas et qui, en s’expatriant, n’avaient pas à résoudre le problème angoissant du gagne-pain journalier; en outre, ils étaient accompagnés de leurs serviteurs et esclaves.

après la chute de Grenade en 1492, une vague importante d’an-dalous vint s’installer en Tunisie. Plus tard, la révocation des engage-ments chrétiens à respecter la liberté de religion, jointe à la pression croissante de l’intolérance espagnole, motiva une série ininterrompue d’émigrations. Celles-ci, qu’elles soient licites ou illicites, ouvertes ou cachées, se poursuivirent jusqu’à l’expulsion générale des Morisques vers la fin de la première décennie du XViiè siècle. Mais ce fut lors de leur expulsion générale de 1609 que les Musulmans prirent en masse le chemin de la Tunisie pour y chercher asile. En une seule année, il en vint près de quatre-vingts mille. Cette fois, leur troupe ne se présente plus en ordre, c’est le désespoir qui les pousse. ils sont tous

confondus, pêle-mêle, sans distinction de classes: bourgeois, artisans, campagnards, riches et pauvres, dans un désarroi indescriptible que la hâte entretient et précipite. ils arrivèrent à la régence de Othman Dey où ils sont bien accueillis car le roi est heureux d’intégrer à sa population ces exilés savants, ingénieux et raffinés.

C’est à Tunis même que Ximénez rencontre les premiers person-nages d’origine andalouse puis morisque. Ximénez évoque au tout début de son journal un certain Jaznadar, ministre des finances, qui dit être descendant de maures andalous, chassés d’Espagne, c’est un grand homme politique et très influent auprès du bey de l’époque, Hussein ben aly, et se dit être très riche, ayant construit près de chez lui un marabout et une école233 —il faudrait ajouter que certaines per-sonnalités andalouses avaient un grand poids dans l’administration de l’Etat au début de la dynastie husseinite—. il en parle comme étant «le mécène culturel du royaume». En effet, par son héritage andalou, il se différencie du reste de la cour et était particulièrement apprécié par le bey, qui ne prenait aucune initiative sans le consulter. On sait aussi que c’est grâce à l’influence andalouse que l’administration tu-nisienne subira de grands changements. l’intérêt porté par Ximénez à ce personnage n’est pas totalement désintéressé. D’une part, Jazna-dar avait promis une aide effective à Ximénez pour la construction de l’hôpital des trinitaires pour le soin des captifs chrétiens et espagnols. D’autre part, Jaznadar, était un personnage clé pour le rachat des captifs et, étant lui-même un grand propriétaire d’esclaves, il a joué un rôle important dans les rédemptions de 1724 et 1725. Un autre personnage d’origine castillane est cité par Ximénez, il s’agit de Ché-rif Castelli, propriétaire d’esclaves et agent actif dans la course d’où émane sa fortune. C’est un personnage très connu au Maghreb et avec lequel Ximénez a négocié à maintes reprises le rachat d’escla-ves espagnols234. Ximénez s’attarde ainsi sur la description de l’élite d’origine andalouse ou Morisque pour laquelle il ressentait une pro-fonde affinité culturelle comme nous l’avons déjà mentionné précé-demment.

233 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, E. 197, f 2v, (2 mars 1722).234 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, E. 199, f 194r –v, (27 février 1730).

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D’après le journal de Ximénez, Tunis était à cette époque la plus importante région de l’islam africain. Ville populeuse et cosmopo-lite, elle abritait en plus de la population de religion musulmane, une importante colonie de juifs et de chrétiens. les premiers pouvaient pratiquer leur religion moyennant un tribut annuel et s’étaient re-groupés dans un quartier qui leur était propre «la hâra». ils prenaient une large part aux activités de la ville et exerçaient des activités ar-tisanales: tailleurs, cordonniers, forgerons… le gouvernement turc leur a même confié la frappe des monnaies d’or et d’argent. les chré-tiens étaient de grands commerçants et s’employaient à l’exportation des produits de l’arrière-pays —céréales, légumineuses, huiles, lai-nes, peaux, cuirs, cire, etc.—. il y avait également une grande colonie française bien établie en Tunisie outre les esclaves chrétiens. ils pou-vaient se rendre à la messe dans la grande église de Saint antoine qui se trouvait en dehors de la ville, sans qu’il fut permis à aucun Turc d’empêcher de manière quelconque leurs offices religieux. les rues extrêmement étroites, étaient cernées par des remparts et dominées par la casbah; au-dessus de la masse des terrasses se dressaient des mosquées, des casernes de janissaires et les grands bâtiments des-tinés aux prisonniers et appelés «bagnes», endroits très fréquentés par le père Ximénez. Tunis avait également une grande importance commerciale: les marchands chrétiens pouvaient y réaliser leurs af-faires beaucoup mieux que dans n’importe quel autre endroit de bar-barie. Ce cosmopolitisme et cette tolérance n’empêchaient pas, bien que cela semble contradictoire, que Tunis fût en même temps l’un des principaux foyers corsaires, comme nous l’avons constaté ci-dessus avec l’élite andalouse.

a cette élite citadine andalouse formée de savants, de riches per-sonnages, de membres de corporation urbaine, va s’ajouter une élite morisque et que l’on va retrouver dans les anciens quartiers anda-lous: Humet-al-andalus, à proximité de Halfaouine et rue des anda-lous, Zuqaq al-andalus dans la Médina, bab Souika, Nahj Trungea, aujourd’hui parallèle à Nahj Cartagenna.

Francisco Ximénez nous parle d’une autre vague formée par les

morisques expulsés d’Espagne en 1609 qu’il rencontrera au cours de son voyage à l’intérieur du pays et en compagnie du médecin français Peysonnel235. Ce voyage est passionnant pour le lecteur car Ximénez ne cesse de relever les détails des villages morisques qu’il découvre et parcourt en nous procurant des informations très intéressantes. Tout d’abord ce sont les routes du Cap bon qu’il va découvrir et il est sub-jugué par le paysage qui lui rappelle étrangement celui de l’Espagne. il est frappé par les jardins et les vergers remplis d’arbres fruitiers, les champs de vignes et d’oliviers. il a entendu dire que les vignes et les oliviers ont été plantés par les maures andalous lorsqu’ils vinrent d’Espagne et «il faut dire —nous dit-il— qu’ils ont la même forme que les vignes et les oliviers d’andalousie. Plusieurs espèces d’olives sont les mêmes que celles de Séville». il remarque ainsi que cette ré-gion du nord de la Tunisie est beaucoup plus riche et cultivée que le reste de la «berbérie». la raison c’est que «ce sont toujours les maures andalous lesquels —nous dit-il— ont gardé jusqu’à nos jours la lan-gue espagnole mais les vieux ont une meilleure prononciation que les jeunes».

il parcourt ainsi la région de Porto Farina et de bizerte et donne des détails fort intéressants sur ces deux villes et les campagnes en-vironnantes. il constate que le développement de cette région est ex-ceptionnel et est dû à l’apport des morisques. il ajoute qu’«à bizerte, il y a beaucoup de jardins avec des variétés d’arbres fruitiers et des vergers. la majorité des habitants sont des maures expulsés d’Espa-gne. il y a plus de 4.000 habitants, 3 châteaux: un au bord de la mer et les deux autres en dehors de la ville». il décrit sur son passage Porto Farina, «c’est un grand port —dit-il— où a lieu le débarquement des captifs», et ajoute que «toute cette région est connue par la beauté du paysage. région transformée par le savoir faire des andalous expul-

235 il est curieux de constater que les descriptions faites par Peyssonnel coïncident la plupart du temps avec celles de Ximénez, en particulier dans la description des morisques. Concernant l’ha-billement des femmes notre auteur dit: «leur habillement est fort simple: une pièce d’étoffe de laine qu’ils appellent sufficieli, ayant quatre aunes de longueur sur une large, fait tout leur vêtement et leur tient lieu de bas, de culotte, de chemise, de veste et de bonnet. ils en attachent un bout sous le bras gauche, le font tomber jusqu’aux pieds, remonter sur le côté droit et passer sur la tête». PEYS-SONEl, Jean andré, Voyage dans la régence de Tunis, (1724), ed. Centre de Publication Universitaire, édition annotée par Mohammed larbi Snoussi, Tunis, 2004, p. 131.

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sés d’Espagne».Ximénez fait souvent allusion à l’andalousie car il a l’impression

de parcourir, dans les villes, les rues de Séville ou de Grenade. Dans les campagnes, il constate qu’on y trouve toutes sortes de cultures: beaucoup d’arbres fruitiers (orangers, citronniers, figuiers, oliviers, poiriers, grenadiers, etc.) et blé, avoine, seigle, coton… Sur son che-min il a croisé beaucoup de captifs espagnols qui travaillaient dans les champs236. remarque fort importante, étant donné que Ximénez revient sans cesse sur le sort réservé aux captifs non rachetés par les pères rédempteurs et qui faisaient ainsi partie du butin ramené lors des prises par les corsaires. Certains étaient destinés à être rachetés et d’autres esclaves rattachés au travail de la terre.

il remarque le développement exceptionnel de l’agriculture dans cette région ainsi que les méthodes d’irrigation. il constate comme tous voyageurs européens le développement des cultures: maraîchè-res, arboriculture, viticulture et sériciculture.

Ensuite il fait une description de El-alia, village andalou de 250 maisons qui se trouve sur la route de bizerte, construit par les mo-risques en 1613237. la majorité des habitants sont agriculteurs et le village est entièrement construit à la manière morisque. les habitants de ce village vivent en retrait de la société et ne permettent pas aux turcs, renégats et aux gens de couleur d’y habiter car ils sont très fiers de la couleur blanche de leur peau238. il passe par Metlin, un village également andalou. il décrit la ville de Zagouan, ville andalouse, en-tièrement construite par les morisques expulsés d’Espagne en 1611, ayant 1.000 habitants dont la majorité serait d’origine espagnole; il y a également quelques arabes, nous dit-il. il évoque également une ville située en hauteur et contournée par des ruisseaux où il y a une mosquée, dix marabouts et une zaouia: Sidi ali asief.239

la description de Tebourba est un peu plus détaillée. il insiste sur des motifs qui lui rappellent l’andalousie, il met l’accent sur les traits particuliers de ses habitants qui sont différents de la majorité des ha-

236 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, E. 198, (1724), folio 143.237 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, E. 198, (1724), folio 223.238 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, E. 198, (25 mars 1725), folio 242v.239 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, E. 198, (1724), folio 65-69.

bitants de la Tunisie de l’époque; village andalou fondé par les mo-risques expulsés d’Espagne en 1611, on y trouve 800 habitants, quatre mosquées, cinq marabouts et une zaouia; toute la ville serait ainsi construite selon le modèle espagnol. les habitants vivent encore à la manière espagnole. la plupart maîtrisent et font usage de la langue espagnole. Ximénez confirme encore une fois l’impression qu’il a de se retrouver en terre d’Espagne. les habitants de Tébourba parlaient l’Espagnol et avaient crée des écoles dans le but de préserver l’usage de la langue espagnole. Mais le bey ordonna, par souci religieux, que les écoles fussent fermées et remplacées par des écoles coraniques. En outre, on leur confisqua tous les livres rédigés en espagnol qu’ils avaient ramenés avec eux lors de leur migration240.

España con tejados. Me parece que estando allí estaba en una población de España. No se encuentra edificio ninguno. Sólo por las calles se en-cuentran algunos. Entramos en Tuborba y nos alojamos en un funduco que es como un mesón donde se alojan los forasteros. Allí nos envió luego el cheikh comida para nosotros y diciéndonos que pidiésemos lo que habíamos menester. Después de haber comido, pasamos a reconocer la ciudad la cual está situada en una suave colina casi ésta parece ser la Tuborbo Mayus de los antiguos... hacia la parte entre el norte y le-vante está el río Macherda. Está cerrada de débiles murallas y habitada la mayor de moros andaluces que fueron expelidos de España los cuales la reedificaron por los años de 1611. De las ruinas que allí había, encon-tramos algunos que han conservado la lengua española. Tiene cuatro mezquitas que no son cosa sobresaliente cinco marabutos y una zaouía que está dependiente de la zaouía de Ali Asús del Zaguán y el morabuto de allí tiene un administrador que la asiste y en ella dan de comer a los peregrinos... Las casas están fabricadas a la manera de pedazos de columnas pedestales y capiteles que eran de las ruinas antiguas. Tiene éste cerca de 800 vecinos; la mayor parte andaluces y los demás árabes que se han introducido con ellos por lo cual los más han perdido la lengua española. Al principio que éstos vinieron de España tenían escuelas en nuestra lengua. Diéronles en mudéjar que no eran verdaderos moros

240 Idem, E. 198, (1724), folio 75-76.

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y un Bey les quitó los libros y esas escuelas y desde entonces fueron olvidando la lengua española y aprendiendo la árabe. Todos los viernes, tienen mercado y acuden a comprar y vender de los Aduares y lugares vecinos, y en alguna manera se gobiernan al modo de España.De esta ciudad de Tuborba salimos poco menos de medio y vimos que a la parte del río Macherada tienen jardines de árboles frutales y huertas. Hay algunas viñas y en pasando el puente se hallan algunos olivares que llevan aceitunas muy buenas para comer y para aceite241.

Ce qui est curieux dans la description de Tébourba par Ximénez, c’est l’usage de la langue espagnole, persistant encore en 1724, et la construction d’écoles suite à leur arrivée où l’enseignement se faisait en langue espagnole. Dans certains procès morisques, concer-nant ceux qui étaient retournés après l’expulsion, j’ai moi-même retrouvé plusieurs cas où le morisque confesse devant l’inquisition d’avoir été converti de force à l’islam. la plupart de ces morisques convertis à l’islam évoquent les écoles coraniques instaurées pour eux et auxquelles ils étaient obligés d’y assister.

Ximénez note que le reste du territoire présentait de grandes zo-nes déshabitées. Des ruines de maisons et de magnifiques ouvrages de construction évoquant les temps de la puissance et de la splendeur de rome et de Carthage. a la nouvelle de l’expulsion des Morisques hors d’Espagne, le Dey Utman, qui gouvernait alors la régence de Tunis, conçut sans doute le projet d’un repeuplement du territoire, profitant ainsi de l’occasion qui lui était offerte.

Está toda la Berbería muy despoblada y a cada paso se encuentran ciudades arruinadas, templos deshechos, inscripciones columnas y otras cosas maravillosas especialmente pasando el Caruán y hacia la parte de Constantina.

il fait une description de Grombalia, et là aussi à son époque on parle encore l’espagnol dans cette région:

La Gurumballa será un lugar de 30 casas habitadas de moros alarbes. Sólo encontré una mujer anciana que me habló en lengua española y me dijo ser hija de padres que habían venido de España, pero que ella había

241 Idem, E. 198, (1724), folio 75.

nacido en esta tierra. La principal casa es casa de Mahamet Bey la cual hizo el Xieque Mostafa un moro rico de los que vinieron de España. éste plantó allí un olivar que tendrá más de 30 mil olivas y entre las olivas y almendras hizo venir el agua de las montañas cercanas tenía más de 300 esclavos negros y cristianos. Plantó viñas y otras heredades. La casa tiene dos jardines y muy buenas fuentes con un estaño de agua. Este moro era tan poderoso que los Deyes de Túnez dándoles celos le inten-taron quitar la vida. Llegó a saberlo y se huyó a Constantinopla. Allí le dieron algunos honores. Vivió algún tiempo en el Cairo y después se vino a Bona donde empezó a plantar olivas y viñas como había hecho en la Gurumballa hasta que allí le cogió la muerte242.

De partout, Ximénez fait la même constatation que le pays est imprégné du savoir faire morisque. Soliman est également un village morisque et il le décrit en ces termes:

Este lugar está situado en una llanura, una legua distante del mar o ba-hía de la Goleta. Está circundado de unas débiles murallas de tierra con ocho puertas. Tiene seis mezquitas, novecientas casas, una zauíya y al-gunos morabutos y está en forma casi ovalada. Las casas son medianas, algunas de ellas con tejados a la manera de España y las más con terrados según el uso de Túnez. Cada una tiene el patio enladrillado o enlosado y un pozo para el servicio de la casa. Sus aposentos en bajo para dormir y otras oficinas. Las calles son medianas y una plaza pequeña donde se hace el mercado todos los viernes y allí hay una casa de café donde van los moros a divertirse porque no tienen otro divertimiento y se reduce a tomar allí café, fumar y tocar algunos instrumentos. Este lugar fue ree-dificado sobre las ruinas de otra población antigua que corresponde a la Casula de los antiguos por los moros andaluces que fueron expedidos de España de orden de Felipe 3 año 1610. Está al presente habitado de 300 familias de moros andaluces y tagarinos y 600 de alarbes. El gobierno de la justicia es precisamente de los andaluces y se reduce a un Gobernador o Xieque a tres jurados y tres aguaciles. El primero es elegido por voz de todos los moros que descienden de la nación española y es perpetuo, sino es que el pueblo reclame y quiera hacer otro; los jurados se eligen cada año por diez o doce personas las más principales de los moros españoles y

242 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, E. 198, (octubre 1724), folio 120.

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lo mismo los aguaciles. Aquéllos sirven de ejecutar las órdenes que les da el Xieque como los tenientes de justicia y los aguaciles para ejecutar las cosas más bajas y para ejecutar los castigos que ordena la justicia. Desde que hicieron esta población pactaron con Usmán Bey el ser exentos de tributos menos el diezmo de los frutos, y de algunos años, a esta parte pagan alguna cosa de las tiendas y puestos públicos donde se vende. Los alarbes que viven allí pagan la Garrama al Bey y para cobrarla no tiene que intervenir la justicia de los andaluces sino un ministro de ellos que pone el Bey, que no tiene más autoridad que para cobrar restos de tribu-tos, porque todos están sujetos a la justicia de los andaluces243.

Un autre village morisque décrit par Ximénez et fondé également par les Morisques et dont notre auteur donne une ample description, Teboursuc:

Pasamos adelante por el mismo rumbo y llegamos a una ciudad antigua arruinada llamada ahora Tubursoc. Estaba situada en bajo, circundada de montañas por todas partes menos la entrada244.

Ximénez est impressionné et subjugué par l’hospitalité des gens et en particulier par celle des descendants andalous ou morisques. il ne fait pas de différence entre andalous et morisques, les deux termes sont employés pour désigner les mêmes personnes surtout dans les régions fondées par les morisques expulsés par Philippe iii.

il cite Grech El Oued, village fondé par les Morisques catalans, dit-il, mais ce village se trouve actuellement en ruine, seulement 50 familles y habitent.

Después, partimos de aquí y llegamos al lugar de los catalanes que lla-man Grese Luat el cual tendrá cien vecinos muchas casas deshabitadas y caídas por haberlas dejado cuando el Cherif mandó que se retirasen sus moradores a Túnez. Habitanle algunos moros descendientes de los cata-lanes que fueron expedidos de España en tiempo de Felipe III245.

il revient sur la description de Testour en précisant que toute la ville est construite de pierres romaines et que tous les habitants sont

243 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, E. 198, (1724), folio 118-119.244 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, E. 198, (1724), folio 121. 245 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, E. 198, (29 de julio de 1924), folio 111.

d’origine espagnole:

Después de haber registrado estas inscripciones, mirado el lugar y co-mido partimos pasadas las tres de la tarde y dejamos a la mano izquierda un lugarcito llamado la Seluquía también de andaluces y llegamos a Tex-tor una hora después de haber anochecido. Nos recibió el Xieque o Go-bernador llamado Achí Amed Eriza andaluz benignamente y nos alojó en una casita que está en la plaza. Enviándonos de cenar y cebada para la mula(s). Nos fueron luego a visitar algunos moros andaluces muy cortésmente y así se pasó este día 21 de julio y para entrar en el lugar volvimos a pasar el río Macherda246.

Plus loin dans le manuscrit, Ximénez parle du gouvernement et de l’administration dans ces villages. il insiste et précise que les es-pagnols dans ces régions fondées par eux exercent une politique qui leur est propre et identique à l’organisation administrative espagnole. les noms utilisés sont espagnols ainsi que leur fonction dans le do-maine juridique. D’autre part, ils sont exempts d’impôt depuis l’ac-cord convenu avec Othman bey qui leur a accordé ce privilège afin de leur faciliter une certaine intégration dans son pays. Par contre ils continuent à payer des impôts sur la production agricole annuelle, le dixième, et d’autres impôts sur certains métiers et commerce.

El gobierno de la justicia es precisamente de los andaluces y se reduce a un Gobernador, un Xieque a tres jurados y tres aguaciles. El primero es elegido por vez de todos los moros que descienden de la nación española y es perpetuo, si no es que el pueblo reclame y quiera hacer otro, los jurados se eligen cada año por diez o doce personas, las más principales de los moros españoles, y lo mismo los aguaciles. Aquéllos sirven de ejecutar las órdenes que les da el Xieque, como los tenientes de justicia y los aguaciles para ejecutar las cosas más bajas y para ejecutar los castigos que ordena la justicia. Desde que hicieron esta población, pactaron con Usmán Bey el ser exentos de tributos, menos el diezmo de los frutos. Y de algunos años, a esta parte pagan alguna cosa de las tiendas y puestos públicos donde se vende. Los alarbes que viven allí pagan la Garrama al Bey y para cobrarla no tiene que intervenir la justicia de los andaluces sino un ministro de ellos que pone el Bey que no tiene más autoridad que para cobrar restos tributos porque todos están sujetos a la justicia de los andaluces.

246 Idem, folio 111.

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Ximénez insiste sur la différence physionomique qui persiste en-core à son époque. il dit que les espagnols ont la peau plus blanche que celle des arabes, mieux constitués physiquement et sont nette-ment plus raffinés dans leur façon de vivre. leurs coutumes et tradi-tions sont différentes et ils sont nettement plus élégants que les ara-bes et les bédouins de la région.

Los moros andaluces se diferencian de los alarbes beduinos en el color, en las perfecciones del cuerpo, en el trato y en las costumbres. Los andalu-ces son más blancos, más bien formados y gruesos, en nada semejantes a los españoles, más curiosos y más bien vestidos, costumbres que trajeron de España.

Ximénez évoque, à partir d’un livre en langue espagnole qu’il a trouvé à Testour, l’importance de l’apparat des femmes morisques, en précisant qu’elles portaient plus d’or qu’il n’y en avait dans les boutiques les plus cotées du pays d’accueil et que d’autres portaient de somptueux vêtements que les reines de ce pays n’avaient jamais connus avant leur arrivée.

...hablando de los adornos de las mujeres pues cada una lleva más oro que otros tienen de caudal en las tiendas más ricas y es de suerte que las más mínimas se adornan con cosas que las reinas de esta tierra no llevaban antes de nuestra venida.

D’autre part, la ville de Testour ne cesse de le surprendre. Tout d’abord c’est le paysage de Grenade qu’il retrouve, la ville elle-même a été construite sur le modèle de Grenade, il retrouve un quartier ap-pelé l’alhambra, au milieu de la ville, ils avaient construit une grande place carrée où ils avaient introduit une coutume espagnole: la fête de la corrida comme en Espagne, dit-il. la ville avait 800 maisons et toutes construites de tuiles rouges à la manière espagnole et au milieu on retrouvait le patio espagnol avec quelques exceptions dans la posi-tion des balcons et fenêtres. les vieux parlent encore un bon espagnol mais l’immigration arabe dans cette région a changé progressivement les vieilles traditions espagnoles et les mariages mixtes entre moris-ques et arabes ont été à l’origine de la perte de l’usage de la langue espagnole que les Morisques avaient essayé de garder pendant plus

d’un siècle.

Este lugar está situado en una llanura cerca del río Macherda. Lo fun-daron los moros andaluces que vinieron de España sobre las ruinas de otro lugar más antiguo cuyo nombre ignoro, llámase Textor que en lengua árabe quiere decir licencia. No sé si los andaluces le dieron este nombre para la licencia que obtuvieron para fundar aquel lugar. Quisieron imitar a Granada en su fundación y a un barrio le llaman Alhambra y otros nom-bres como en Granada. La plaza es cuadrada en medio del lugar donde los moros que la fundaron tenían fiestas de toros a la manera de España. Ten-drá 800 casas todas con tejados y patios en la misma forma que en España. Algunas de ellas tienen balcones y ventanas contra el estilo morisco. Hay seis cheimas o mezquitas, nueve morabús, una zayuía. No tienen fuente y para beber traen el agua del río. En una mezquita hay una buena cisterna donde dan agua a los pobres y (forasteros) y nos la daban a nosotros. El gobierno es de moros andaluces. Tienen un Xieque a quien los mismos mo-ros en español llaman Gobernadores, Regidores y un Aguacil a la manera de España. Hay muchos de estos moros andaluces tagarinos y aragoneses, pero mayor es el de los árabes que se han introducido después a vivir en él, y ya en el estado presente se han mezclado las familias españolas con las árabes por medio de los casamientos y los hijos; por esto van perdiendo la lengua española, sólo la hablan bien y vulgarmente los moros viejos anda-luces. Todas las noches, que estuve en este lugar me enviaban a llamar los Señores de Justicia y me hacían sentar en la calle a coger el fresco en una estera que tendían a este fin con algún colchoncillo y de esta suerte estába-mos parlando largamente en español. Referían muchos romances antiguos de Calahinos, de los Infantes de Lara, de los moros de Granada; decían cosas y cosas que son los enemigos que acostumbran los españoles en las conversaciones de suerte que me parecía que estaba en un lugar de Es-paña porque el Gobernador llamado Al Aguacil y a los regidores como se hace en España tiene muy linda huerta en los contornos de buenas frutas como son peras, ciruelas, membrillos, granadas, drunaznos, albaricoques, uvas y otras. Buenos melones e higos que era lo que más ahora abundaba. Mírase desde el río una grande vega rodeada por todas partes de montañas que cogen el lugar en medio247.

247 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, (1724), folio 111.

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Dans plusieurs villages les mets mentionnés par Ximénez au XViiè siècle continuent d’être d’usage aujourd’hui dans certains villages andalous comme la olla espagnole. a Testour, il existe encore un plat morisque, kisâlech, plat spécial qui comporte des escalopes roulées avec des œufs battus et du fromage, le banâdig (alpanada), pâte farcie de viande et cuite au four, le masapan, kaak, etc. Mais la plupart des mets d’origine morisque on les retrouve dans les grandes manifestations traditionnelles: mariage, enterrement, circoncision, etc.

Un des mets les plus importants est le sfenz, sorte de beignets pré-parés de manière différente des beignets du reste de la Tunisie. ils sont servis chauds dans de grands récipients en cuivre étamé ayant la forme de coupe et accompagnés de bols contenant du miel. Marqa hluwa, sorte de ragoût pas très épicé mais sucré, contenant de la viande, des marrons, des raisins secs, pois chiches, et des abricots ou des coins assaisonnés de poivre noir moulu, de safran et de cannelle pulvérisée.

D’autres mets préparés par les femmes à la maison, les pâtes, sorte de macaroni appelé makrona ou maqrunet el abari, c’est-à-dire, «macaroni des aiguilles», parce que, pour les faire, on enroule la pâte autour d’une aiguille de fer longue et fine. Ce pourrait être d’ailleurs l’origine des vermicelles.

Plus réputées encore pour leur origine andalouse, sont les pâtes farcies comme les mzeme et le banadej. On raconte même qu’au mo-ment où les riches «andalous» quittèrent l’Espagne, ils faisaient farcir des mzemes, non pas de hachis de viande, mais d’or ou de pierres pré-cieuses pour remporter ainsi une partie de la fortune qu’ils n’étaient pas autorisés à sortir avec eux. la liste pourrait être longue.

ainsi les recettes culinaires d’origine andalouse se sont répandues surtout chez les populations qui ont directement connu l’émigration des andalous. En dehors de ce périmètre, leur influence ne semble avoir affecté que des milieux citadins. Ceci tient aux caractéristiques bien spécifiques de cette cuisine, comme la couleur jaunâtre due au safran et à l’absence quasi-totale de certains condiments fort utilisés par l’ensemble des tunisiens, notamment dans les milieux ruraux. il est à remarquer également que le goût bien particulier dû au fromage

et au smen et qui demeure un des caractères essentiels des recettes culinaires d’origine andalouse, est loin d’être apprécié par les popu-lations du Sahel peu habituées à l’usage des produits laitiers.

Nous savons que pendant la seconde moitié du XViè siècle, une trentaine d’année peut-être avant l’expulsion, les hommes portent la toque à créneaux, la cape jetée sur les épaules et ne dépassant pas les jarrets, la veste ouverte par devant et serrée par une ceinture où pend l’escarcelle, des pantalons bouffant au niveau du genou qui ne semble pas différer de ceux des bourgeois d’Espagne ou de Flandre. les femmes, plus conservatrices, sortaient avec le voile et leurs pan-talons se prolongeaient par des espèces de houseaux qui descendent en petits plis jusqu’aux pieds, comme on en voit encore aujourd’hui dans certaines villes d’origine andalouse comme Testour, El alia, ou Kalaat al-andalus. Tel était l’accoutrement des Morisques lorsqu’ils arrivèrent en Tunisie. le voyageur Ximénez signale lors de sa visite à Soliman que les femmes morisques portaient souvent des costumes d’une grande élégance et que, dans les vêtements féminins, les tis-sus d’or n’étaient pas rares. ils étaient luxueux dans leur ajustement. aujourd’hui encore dans quelques villages andalous, et en particu-lier à Kalaat al-andalus, les femmes morisques continuent à porter le voile à la manière morisque, malheureusement pas pour longtemps, car le voile portée par une minorité tunisienne a revêtu un autre as-pect de nos jours. aujourd’hui l’habit morisque est portée par une minorité de femmes d’un certain âge et appelé à disparaître. Pendant les fêtes du village, les hommes continuent de porter l’habit moris-que, que je viens de décrire. C’est impressionnant de les voir encore habillés de la sorte.

Dans les villages andalous, Kalaat al-andalus ou Soliman, on continue à célébrer le mariage comme il se faisait en Espagne avant l’expulsion. Ximénez parle longuement d’une cérémonie de mariage à Testour. la fête dure trois jours et, pendant ces trois jours, on danse, on chante, on joue des instruments de musique. la première fête a lieu chez le futur marié. la dernière consiste à ramener la fiancée accompagnée de musique et de chandelles à la maison du marié où a lieu la fête.

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Son estos moros más civiles y corteses que los árabes. Su modo de comer es a la manera de los españoles con poca diferencia. En el tiempo que estaba en este lugar se celebraba una boda de unos andaluces. Tres días tuvieron de fiesta con instrumentos. Antes de celebrarse el matrimonio en casa del novio, y la última, fueron todos los de esta nación a la casa de la novia para llevarla a la casa del novio con velas encendidas y un canto particular que estilan cantar en el camino diverso de los alarbes y dejando las ceremonias que son de la ley y comunes a unos y a otros. Lo particular que ejecutan y que si estila en algunos lugares de España es que todos los de esta nación casados y solteros dan alguna dativa o dinero al novio y lo mismo hacen las casadas y doncellas a la novia con que juntan un caudal muy bueno para poder empezar a buscar la vida y engeñarse para grangear alguna cosa y él va dando las mismas porciones que le han dado cuando los otros se van casando. Hacen gastos bastante grandes en estos matrimonios porque convidan y asisten a la boda todos los de la nación y por el dote y regalos se hacen a los parientes de unos y otros de suerte que al novio le suele costar quinientos y seiscientos pesos todo el gasto. Son estos moros andaluces más dados al trabajo y al cultivo de la campaña que los alarbes como se ve en los jardines, huertas, olivares y viñas que tienen en el contorno del lugar que todos están muy bien labrados que cultiban con mulas, caballos y bueyes. Usan de carros como en España. Los olivares y viñas están plantados con orden geomé-trica con sus linos y buen orden para poder cultivarlos. El agua que es de pozo porque no hay fuente ni río es muy buena y apreciada según expe-rimenta. Tienen mil pesos de renta que han dejado algunos poderosos de los andaluces para hacer limosnas a los pobres y se reparte con fidelidad entre las viudas, huerfanos, pobres vergonzantes y viejos impedidos. En los entierros, se diferencian poco de los demás moros248.

Ximénez ne rate pas l’occasion d’insister sur les différents ap-ports techniques des Morisques. D’après lui, les industries textiles qui sont concentrées dans certains quartiers de la Médina de Tunis et des banlieues emploient une nombreuse main-d’œuvre. On file et on tisse la laine, mais aussi le coton, le lin et la soie. aux tisserands s’ajoutent des teinturiers qui occupent déjà, sans doute, le vieux souk

248 XiMÉNEZ, Diario de Túnez, E. 198, (1724), folio 118-119.

des teinturiers, dont l’emplacement a été dicté par l’existence d’un puits fournissant en abondance une eau excellente, ainsi que des ar-tisans spécialisés dans la confection des vêtements d’homme et de femme. Mais l’industrie de la chéchia est de loin la plus importante et celle qui emploie la main-d’œuvre la plus nombreuse. la fabrication des bonnets de laine, introduite par les Morisques chassés d’Espagne au début du XViiè siècle, comporte un ensemble d’opérations, faisant appel à des travailleurs spécialisés, en plus d’un lieu: tricotage des bonnets de laine à domicile par des femmes de la banlieue de Tunis, foulage des bonnets au moulin d’al-batâm près de Djeida, cardage des bonnets blancs dans les ateliers des souks de Tunis, teinture des bonnets à la cochenille dans la ville de Zaghouan, cardage des bon-nets rouges dans les ateliers des souks de Tunis, où l’on procède à leur finissage. Sa production est, pour une part, apportée dans les pays du Proche Orient où les bonnets de Tunis sont très appréciés. Ximénez donne également un chiffre sur la production et sur le nombre d’em-ployés, je ne dirai pas plus sur les industries décrites par Ximénez et qui pourraient être d’un grand apport historique sur une période peu connue dans l’histoire de la Tunisie. il cite d’autres industries textiles qui sont concentrées dans certains quartiers de la Médina de Tunis et des banlieues et qui emploient une nombreuse main d’œuvre. il cite d’autres industries comme l’industrie du cuir, les peaux de bovins et de caprins qui ne sont pas exportés à l’état brut et sont tannées dans les tanneries de Tunis. il mentionne également le travail du fer, etc.

Une grande partie du journal est consacrée à la course. D’après Ximénez la course continue à être très active et le nombre de cap-tifs est très élevé. il cite l’élite morisque qui participe amplement à la course, comme les Castalli et les Khaznadar que nous avons cité au début de notre exposé. Ce manuscrit invite à une étude statistique des captifs, toutes nationalités confondues. Ximénez distingue deux types de courses, privée ou publique, c’est-à-dire, celle qui relève du bey ou de la régence et celle qui relève d’un certain nombre d’arma-teurs privés. D’après Ximénez, la course tunisienne au XViiiè siècle bénéficie nettement au bey qui se fait construire plusieurs grandes

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embarcations destinées à la course. Un tome de plus de cinq cents folios est consacré à la course où nous retrouvons les différents cor-saires du beylik et les corsaires privés qui, selon lui, chaque année partent en croisière pour prendre en chasse les navires de commerce des puissances ennemies ou pour opérer des descentes sur les côtes des divers Etats de la Péninsule et ramener de leurs courses navires, marchandises et captifs. il s’attarde sur quelques régions du nord du pays où abondent les bagnes et les captifs, les rédempteurs, etc.

l’activité culturelle est également très développée d’après Ximé-nez. la grande Mosquée de Tunis n’est pas seulement un lieu de priè-res où sont célébrés avec le plus grand éclat les offices du vendredi et des solennités de l’année liturgique, c’est aussi une université dans laquelle enseigne les maîtres versés dans les diverses branches du savoir. il souligne également un nombre élevé de collèges. D’après lui, l’enseignement dispensé dans les medersas et à la Grande Mos-quée portait sur un petit nombre de disciplines. il visait à donner une bonne connaissance de la langue arabe et de la religion musulmane par l’étude de l’exégèse coranique (tafsir), des traditions prophétiques (hadith), de la théologie (kalam), des fondements de la religion (usul al din), du droit par l’étude de la jurisprudence (figh) et des fonde-ments du droit (usul al fiqh). Cet enseignement permettait à ceux qui l’avaient reçu d’exercer les professions de maître d’école (muaddib) de lecteur du Coran, d’avocat ou de juge.

En conclusion, le XViiiè siècle n’est qu’une continuité de 1609 et le témoignage de Ximénez ne peut que confirmer la présence morisque en Tunisie. En effet, cet apport de gens immigrés malgré eux et par la force a métamorphosé profondément la société tunisienne de l’époque.

URbANISME ET ARCHITECTUREDES MORISQUES DE TUNISIE

Ahmed Saadaoui

Université de la Manouba

au fur et à mesure que la reconquête espagnole progressait aux dé-pens des musulmans d’Espagne, des vagues de réfugiés dits Andalous vont débarquer sur les côtes maghrébines. l’expulsion brutale et dé-finitive des Morisques sous Philippe iii, en 1609, produit la dernière vague d’immigration, la plus considérable certainement. Celle qui a marqué fortement la mémoire collective des Tunisiens. Plusieurs di-zaines de milliers d’expulsés, empruntant plusieurs itinéraires arri-vèrent sur les côtes maghrébines et tunisiennes. Comme les premiers Hafsides, Uthmân Dey (1594-1610) et après lui Yûsuf Dey (1610-1637) ont encouragé cette immigration et ont facilité l’accueil et l’établisse-ment des réfugiés dans plusieurs endroits au nord-est de la régence de Tunis.

les immigrés se sont intégrés facilement dans les structures ur-baines et avaient tendance à rejeter le monde nomade. le courant d’immigration a surtout alimenté plusieurs villes du pays; et même lorsque les réfugiés se sont établis dans des localités à caractère agri-cole, ceux-ci ont maintenu des liens étroits avec les villes proches. les cités andalouses de la régence de Tunis se groupaient pratiquement toutes autour de la capitale; la ville la plus éloignée de Tunis est Tes-tour, qui en est distante de 75 kms. Nos documents sont explicites, Testour avait, depuis sa fondation, des liens étroits aussi bien avec les autorités ottomanes qu’avec la capitale.

a Tunis, les premiers contingents d’immigrés se sont installés à dans la rue des andalous, déjà occupée partiellement par des hispa-niques depuis la fin du XVe siècle, mais le grand nombre des réfugiés édifia un nouveau quartier qui se trouve dans les faubourgs nord de

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la capitale entre bab Souika, bab El Khadra et bab Carthagène. Ce quartier, qui s’organise autour de sa propre mosquée, jâmic Subhân allah, avait le monopole de l’industrie de terre cuite (carreaux de faïence, poterie et tuile verte).

Un croquis de Tunis qui remonte au XViiie siècle, démontre qu’un autre quartier du faubourg nord de Tunis abritait les Morisques.

a bizerte, les andalous se sont installés dans un faubourg assez étendu du côté du fort espagnol, à l’extérieur des enceintes de la ville, où ils avaient leur propre mosquée.

Dans les villes où ils se sont établis, les andalous ont introduit de nouvelles industries et ont donné une impulsion à plusieurs activités commerciales et artisanales: céramique, tissage de la soie, fabrication de la chéchia, etc.

UN UrbaNiSME ParTiCUliEr

Cependant, l’apport fondamental des Morisques dans le domai-ne de l’urbanisme et de la vie urbaine apparaît clairement dans leurs fondations. En effet, ils ont édifié complètement ou partiellement une vingtaine de localités. les cités réputées d’origine andalouse se re-partissent sur plusieurs régions au nord-est du pays: dans la vallée de la Medjerda, on trouve Testour, Slouguia, Medjez-el-bab, Grich-el-Oued, Tebourba et Djedeida. au cap bon, Sliman, Grombalia, Tour-ki, belli, Nianou. Dans le Sahel bizertin, Kalaat el-andless, ausdja, Ghar-el-Melh, Metline, El-alia, ras-Djebel et Menzel-Djemil. Et en-fin, les bourgades proches de la capitale, telles Manouba, l’ariana, Hammam-lif et Zaghouan.

ibn abî Dînâr (XViie siècle), qui a dressé une liste de quatorze villages andalous, a insisté sur leur rôle dans la mise en valeur des régions qu’ils ont habitées: «ils plantèrent la vigne, les oliviers, éten-dirent les jardins, construisirent les routes.»

ainsi, après une longue période de recul de la vie sédentaire dans ces plaines du nord-est du pays, dont profitèrent les tribus nomades, les andalous ont réussi à renverser la tendance en y créant des noyaux de vie sédentaire et urbaine, bénéficiant de la sécurité relative rétablie

par les premiers deys ottomans. «les villes et les villages, écrivait en 1724 J. a. Peyssonnel, étaient bien rares dans ce royaume avant la venue des andalous. la plupart des villes qu’on trouve aujourd’hui leur doivent leur fondation ou du moins leur rétablissement, parce qu’avant eux, les naturels ou Maures bédouins aimaient mieux vivre sous des tentes à la campagne que dans les villes comme la plupart le pratiquent encore».

les récits de voyages des Européens ont rendu célèbres les centres andalous de la Tunisie. les textes écrits aux XVIIe et XVIIIe siècles ma-nifestent une sympathie particulière pour les Morisques et une cer-taine admiration pour leurs villages «bien percés et bâtis comme les villages de l’Europe» (Peyssonnel). Ces villages andalous pouvaient apparaître très prospères, surtout par rapport à l’environnement no-made local. En outre, l’origine hispanique des fondateurs semble leur avoir donné un certain cachet distinctif: «les habitants étaient Gre-nadins et ils avaient formé leurs villes sur le modèle de Grenade et avaient donné aux places et aux rues les mêmes noms que celles de leurs anciennes villes» (Peyssonnel).

Effectivement, les cités morisques les plus importantes présentent un urbanisme particulier. Des villes comme Testour, Ghar-el-Melh, Sliman, Tebourba ou Medjez-el-bab ont été bâties sur un plan régulier. l’ascendance des fondateurs de ces centres nous incite à attribuer à ce tracé une origine hispanique. En effet, pendant toute la période pré-cédant l’expulsion des Morisques, les conceptions urbanistiques les plus répandues dans la Péninsule, et sous l’influence des idées de la renaissance, insistaient sur la régularité et la symétrie. les exemples des villes ibériques ou latino-américaines édifiées du XVe au XViie siècle sur un plan orthogonal sont très nombreux. au-delà de leur plan régulier, certains éléments de l’aménagement et de la conception des cités morisques de Tunisie sont inhabituels dans le pays, surtout dans les petites villes et les centres villageois, tels le pavement des rues et le tracé de rigoles d’écoulement pluvial. De même, les «places carrées» des villes fondées par les andalous qui «avaient des fêtes de taureaux à l’espagnole» (F. Ximénez), ne peuvent que rappeler un

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élément structurel typiquement hispanique: la plaza mayor.la place dans les villes morisques de Tunisie est centripète, point

d’aboutissement de l’axe principal. D’autres rues peuvent également converger vers elle. la forme et les dimensions varient d’une localité à l’autre. Elle est plus ou moins rectangulaire ou carrée et assez vaste à Tebourba, Ghar-el-Melh ou Testour, alors qu’elle est plutôt irrégu-lière et exiguë à Sliman, El-alia ou Zaghouan.

la typologie, l’emplacement et surtout les fonctions de ces diffé-rentes places laissent à penser qu’elles préfigurent l’apparition pré-coce de la place de type européen en Tunisie. En effet, la place dans les cités andalouses est le centre de la vie de la communauté citadine; elle est le cadre permanent des manifestations urbaines, elle est l’espace public par excellence.

Tout d’abord, elle se constitue en un espace commercial, puisqu’el-le est entourée de boutiques qui regroupent les activités artisanales et de négoce; et c’est là que se tient le marché hebdomadaire.

Ensuite, la place représente un espace religieux, généralement bordée par une ou plusieurs mosquées où se pratiquent les prières quotidiennes, le prêche du vendredi et les processions dues aux fes-tivités religieuses.

Enfin, la place est un espace de distraction. a Testour, «la place carrée —écrivait en 1724 F. Ximénez— se trouve au milieu du village où les Maures qui la fondèrent avaient des fêtes de taureaux à l’es-pagnole». a Sliman, sur la place du village, note le même voyageur, «il y a un café où les Maures pour s’amuser, car ils n’ont pas d’autres divertissements, prennent du café, fument et jouent de quelques ins-truments».

la place recouvre dans ces cités une zone privilégiée accueillant diverses activités. Des édifices publics se dressent sur ses abords et lui confèrent un caractère monumental: mosquées, hammams, fon-douks, cafés et boutiques de commerce et d’artisanat. Sans entrer dans des comparaisons difficiles, on peut signaler des points de si-militudes entre les places des centres andalous avec la plaza mayor du monde hispanique, qui est pourtant plus élaborée et plus variée.

l’arCHiTECTUrE aNDalOUSE

les nouvelles fondations morisques de Tunisie ont connu au XViie siècle une période de prospérité et de croissance. Ces centres étaient bien bâtis et équipés, les descriptions des voyageurs en témoi-gnent. ainsi, une vingtaine d’années seulement après la fondation de Testour, Thomas d’arcos (1631) écrit que le village «contient quelque 1500 feux, fort peuple et remply d’assez belles maisons fabriquées a la christianesque et de sept mesquites qui ont d’assez belles tours».

les centres andalous se sont dotés, dès leur fondation, comme le confirment par ailleurs le texte précité et les recherches archéologi-ques, d’un réseau dense de monuments religieux et civils. Même de petites bourgades, telles belli ou Slouguia, qui avaient au XViie siè-cle une population ne dépassant pas la centaine d’habitants, s’enor-gueillissaient de belles et grandes mosquées d’une qualité architectu-rale inhabituelle dans les villages du pays. D’ailleurs, les chroniques contemporaines ont insisté sur la distinction qui caractérise les mos-quées des cités andalouses «appartenant à la classe des sanctuaires des grandes villes», comme l’a bien remarqué al-Wazîr as-Sarrâj.

l’étude de telles réalisations architecturales permettra de déter-miner l’impact de l’apport morisque sur l’architecture tunisienne du XViie siècle. ainsi, devons-nous orienter nos investigations vers les centres andalous qui ont reçu à cette époque une importante colonie morisque ou qui ont été tout simplement édifiés par cette communauté. Dans ces centres s’élèvent des monuments datés avec sûreté et qui révèlent les caractéristiques de l’architecture andalouse. Cependant, ces réalisations architecturales manquent d’unité; et, par ailleurs, les techniques importées d’Espagne ont été très vite combinées à des techniques et des formes architecturales locales. ainsi, l’ensemble de la production architecturale attribuée aux andalous se regroupe-t-il en deux catégories bien distinctes.

le premier compte des monuments dont l’architecture relève de l’art tunisien du XViie siècle. En effet, la communauté morisque nous a légué des édifices de première importance, mais qui appartiennent

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à un type local, très influencés par les techniques de construction et de décor tunisoises. Cette série compte notamment la Grande Mos-quée de Zaghouan, Tebourba, d’El-alia ou de Ghar-el-Melh.

la deuxième catégorie regroupe les réalisations architecturales les plus originales puisqu’elles reflètent une influence espagnole ma-nifeste, qui s’observent dans les habitations «fabriquées à la chris-tianesque», ou, selon les termes de J.a. Peyssonnel, «bâties à l’euro-péenne avec des fenêtres sur rue couvertes de briques rondes comme en Provence». ainsi, le toit en tuiles creuses est le trait le plus mar-quant qui ait attiré l’attention des voyageurs européens du XVIe au XiXe siècle. F. Ximénez relève ce type de couverture à Sliman, El-alia, Tébourba, Grich-el-Oued, Medjez-el-bab, Slou-guia et Testour; mais c’est seulement dans les deux dernières localités que le toit en tuiles creuses, s’opposant très nettement à ceux du pays, perdure jusqu’au début du XXe siècle.

l’influence de l’architecture espagnole se manifeste avec particu-lièrement d’éclat et d’unité dans les édifices à caractère monumental, en l’occurrence, les mosquées datant de l’époque de la fondation de certaines de ces cités. Nous livrons ici quelques exemples de monu-ments très typiques de cette architecture:

La Grande Mosquée de TestourCe monument est des plus caractéristiques de ce type d’architec-

ture. il possède en effet des formes et des techniques originales. le maître d’œuvre de cet édifice, tout en tirant parti des dispositions habituelles des mosquées locales, a utilisé des techniques architec-turales et décoratives d’origine hispanique, créant ainsi une œuvre de synthèse tout à fait inédite: bien ordonné, l’edifice se distingue par ses imposantes toitures de tuiles s’appuyant sur l’armature des combles qui est constitué en un système de charpentes reposant sur l’extrados des voûtes par l’intermediaire de quarante-huit piliers.

Son minaret, par sa forme —tour carrée que surmontent deux tours octogonales— et par maints détails, parfois fort curieux, atteste une parenté avec les clochers espagnols et plus particulièrement avec

ceux de l’aragon, corroborée encore par les petits pinacles dressés sur les angles de sa tour carrée ou l’horloge décorative ornant le même minaret. la construction de cet édifice avec ses chaînages de briques et son remplissage de moellons, ainsi que la structure de l’escalier en colimaçon, dénote également une filiation hispanique.

le décor du mihrab de cette mosquée offre un autre exemple des plus inattendus de cette architecture chrétienne, importée par les Morisques et utilisée pour le culte musulman. le fronton à ressauts latéraux supportant trois obélisques et un écusson ovale est de toute évidence emprunté à l’art de la renaissance italo-espagnole.

La Grande Mosquée de SlouguiaSlouguia, qui est bâti, comme Testour, vers 1609 sur la rive droite

de la Medjerda, possède une Grande Mosquée d’une valeur architec-turale remarquable par rapport à ses modestes dimensions. l’édifice, dont la façade donne sur la petite place du village, se compose de tous les éléments habituels d’une mosquée à khutba: sahn, bordé sur le côté nord d’une galerie, minaret, situé dans la cour devant le mur antérieur de l’oratoire et salle de prière, divisée par trois rangées de quatre colonnes de remploi en quatre nefs de trois travées. a part les deux coupoles élevées dans l’axe du mihrab, les voûtes d’arête recou-vrent la totalité de cette salle. Ces voûtes sont doublées d’une toiture en croupe de tuiles creuses analogues à celles de Sliman ou de Testour.

la Grande Mosquée de Slouguia marque cependant une évolu-tion par rapport aux deux autres monuments: ici, la charpente du toit est portée par trois lignes d’arcatures placées sur le réseau de piliers qui surmonte l’extrados des voûtes.

la coupole octogonale qui précède le mihrab perce le toit. Elle est surmontée d’un lanternon hexagonal coiffé par une coupolette; la structure de cette coupole et surtout son lanternon tirent leur origine de l’architecture chrétienne.

Par ailleurs, l’ensemble de cette mosquée possède plusieurs élé-ments caractéristiques de l’architecture morisque: l’appareil tolédan,

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les toitures en tuiles creuses, l’encadrement des baies des portes et des fenêtres en briques appareillées et la structure en colimaçon de l’escalier du minaret.

La Grande Mosquée de Medjez-el-babCe monument du XViie siècle a été gravement mutilé au cours

de ces dernières années. il possède cependant certains éléments de construction et de décor d’un intérêt évident. l’oratoire primitif a subi un agrandissement regrettable qui lui a fait perdre sa couverture en voûtes d’arête, doublée de toiture en croupe de tuiles creuses, et son ancien mihrab d’un type fort original et rappelant celui de la Grande Mosquée de Testour. Ce mihrab, dont la niche ouvre dans un arc en plein cintre couronné d’un entablement et d’un fronton supportant des acrotères en obélisques, appartient foncièrement à la renaissance italo-espagnole.

le minaret qui se dresse dans l’angle nord-ouest de la cour a souf-fert lui aussi des restaurations sommaires. Sa tour carrée est surmon-tée d’un lanternon également carré et couronné d’un toit pyramidal. au-dessous des fenêtres géminées, percées en haut du minaret, les quatre faces présentent de grands panneaux ornés de réseaux géomé-triques réalisés par le relief des briques et qui rappellent évidemment les façades mudéjares de l’aragon.

La Grande Mosquée de SlimanDe toutes les grandes mosquées élevées par les Morisques en Tu-

nisie dans les années qui ont suivi leur immigration, la Grande Mos-quée de Sliman est sans aucun doute l’une des plus remarquables. Une inscription, gravée sur une plaque de marbre et placée sur le mur de la qibla, indique que le Ustad Murad l’espagnol a doté la mosquée de la «ville andalouse de Sliman» de biens habous immobiliers en l’an-née 1053/1643. Cependant, la fondation de cette mosquée remonte-rait aux années 1615, comme 1’indique la tradition orale locale.

le monument, situé au centre de la médina, est attenant à la place de la ville. il se compose d’une cour latérale et d’une cour principale

s’étendant sur le côté nord de la mosquée. la salle de prière, ayant les mêmes dimensions que celle de la Grande Mosquée de Testour, compte sept nefs de cinq travées. Excepté la coupole qui précède le mihrab, toute la salle est recouverte de voûtes d’arête établies sur qua-rante-quatre colonnes de remploi.

le décor des voûtes offre l’un des exemples les plus inattendus de ces imitations de l’architecture chrétienne importée par les andalous en Tunisie. le maître d’œuvre a essayé de reproduire sur les voûtes d’arête, en plein cintre de part leur structure, des voûtes qui évoquent celles du gothique flamboyant avec une multiplicité d’arêtes et de clefs de voûte. ainsi, les doubleaux sont d’une largeur normale, les arcs diagonaux imitant les ogives sont largement saillants, alors que les tiercerons et les liernes ne sont que des arcs rentrants tracés dans l’enduit.

les voûtes sont doublées d’un toit à quatre pans en tuiles creuses, dont la charpente est portée par un réseau de piliers en briques éta-blis sur l’extrados des voûtes.

le minaret est placé dans l’angle nord-est de la cour. C’est une tour carrée construite en belles pierres de petit appareil, surmontée d’un lanternon octogonal couronné d’une coupolette. la décoration se concentre sur la partie supérieure du minaret. a ce niveau, les fe-nêtres géminées sont inscrites dans un encadrement de carreaux de céramique polychromes.

la disposition de l’escalier de ce minaret ajoute un autre élément caractéristique de l’architecture andalouse. En effet, celui-ci, qui est en colimaçon, appuie ses marches sur une rampe en hélice.

Cependant, cette mosquée qui témoigne de la nature de l’apport architectural de la communauté morisque en Tunisie révèle, d’un autre côté, plusieurs éléments que le maître d’œuvre a empruntés à Tunis. l’appareil du minaret est ainsi identique à celui du minaret de Yusuf Dey (1615); de même, l’ornementation tapissant le mur de la qibla appartient au répertoire décoratif de Tunis, très pénétré par des éléments orientaux, turcs notamment.

Toutes ces grandes mosquées sont l’œuvre de la première généra-

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tion d’immigrés; en effet, le souvenir du pays natal des réfugiés était trop vivant dans la mémoire des constructeurs pour que les formes et les techniques espagnoles ne fussent pas apparentes dans leurs œuvres. les sentiments de déracinement et de nostalgie, largement relatés par les auteurs contemporains, peuvent expliquer certaines particularités de la première architecture morisque : les toits en tuiles, la forme de certains minarets, l’horloge, les frontons, les obélisques, les blasons, l’imitation des voûtes gothiques. Tous ces éléments ont, outre leur rôle architectural, une signification hautement symboli-que.

Néanmoins, il faut remarquer que même la première génération d’immigrés a adopté plusieurs techniques locales de construction. Ces emprunts étaient parfois indispensables pour l’adaptation des techniques acquises en Espagne aux matériaux qui se trouvaient sur le site. C’est ainsi que la pénurie de bois de grosse section explique les diverses dispositions de charpentes utilisées. Parfois, ces emprunts étaient dus à la nature des nouveaux édifices de culte. ainsi les maî-tres d’œuvre ont-ils tout simplement suivi les dispositions habituelles aux mosquées locales.

a partir du milieu du XViie siècle, les descendants des immigrés, n’ayant pas connu l’Espagne, se sont intégrés plus au moins bien dans les traditions du pays. les réalisations architecturales reflètent l’assi-milation de la communauté morisque. la zâwiya de Sidi ali azzûz de Zaghouan (1710) ou celle de Sidi Nasr de Testour (1733) relèvent d’un type monumental familier à l’architecture religieuse tunisienne de l’époque. Seuls quelques détails de construction, inclus dans les traditions architecturales locales, rappellent les origines hispaniques ou andalouses des habitants des deux villes.

CONClUSiON

Plusieurs localités, conçues et édifiées par la première génération d’immigrés morisques, ainsi que plusieurs réalisations architectura-les, tirent leurs origines d’Espagne.

les villes et villages morisques de Tunisie présentent en effet un

urbanisme assez particulier. leur tracé régulier, la largeur relative des rues, ainsi que certains éléments d’aménagement, comme ces places bordées d’édifices publics et recevant diverses activités, com-merciales, religieuses et de divertissement, ne sont que les reflets des conceptions urbanistiques très influencées par les idées de la renais-sance, qui étaient très répandues dans la Péninsule ibérique.

De même, une partie des réalisations architecturales andalouses mêle des techniques espagnoles à des éléments architecturaux lo-caux, prenant ainsi une place à part dans l’architecture du pays. Ce-pendant, certains éléments de cette architecture, réalisés également par la première génération d’immigrés et reflétant des influences es-pagnoles manifestes, n’ont connu aucune diffusion, tels ces frontons, pinacles, obélisques, horloges ou voûtes en ogives. En effet, ces déli-cates fantaisies ornementales sur des thèmes chrétiens ne pouvaient trouver en Tunisie une postérité. les descendants des immigrés, qui ne connaissaient pas l’Espagne, n’ont retenu que les thèmes les plus simples, ceux qui étaient passés dans l’architecture courante et pou-vaient facilement se transposer dans les techniques locales, comme l’appareil mixte de type dit tolédan, les linteaux et les encadrements des baies en briques appareillées et surtout les toits en tuiles creuses. En outre, ces éléments importés d’Espagne ont été très vite combines à des techniques et à des formes architecturales locales.

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EL LEGADO PATRIMONIAL MORISCO: CONOCER Y

CONSERvAR PARA DIvULGAR

Olatz Villanueva Zubizarreta

Universidad de Valladolid

La tradition ne signifie pas conserver des cendres,

mais garder la flamme allumée (Jean Jaurès)

la Historia, como ciencia, tiene por objeto conocer el pasado del hombre, y las manifestaciones materiales (e inmateriales) de su vida (el patrimonio, en definitiva) constituyen una parte importante de su historia. así, en lo que a los moriscos tunecinos se refiere, tan im-portante como conocer sus identidades e historia política y social, es conocer sus manifestaciones patrimoniales, que nos informan igual-mente y de forma extraordinaria de su pasado histórico.

la mayor parte de los investigadores coinciden en que Túnez fue uno de los destinos preferentes del exilio morisco, y hoy su legado es un ejemplo representativo de patrimonio cultural, tanto material como inmaterial, además de un ejemplo singular de patrimonio his-pánico en una sociedad musulmana. los vestigios materiales mo-

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riscos ocupan un papel importante de la actual riqueza patrimonial tunecina, mientras que su patrimonio inmaterial (en sus diferentes manifestaciones) constituye igualmente un elemento de singularidad cultural, muy arraigado todavía hoy en las localidades de fundación morisca. Cuando hablamos de patrimonio inmaterial lo hacemos de un vasto ámbito de estudio, que según las definiciones oficiales249, se ocupa tanto de las manifestaciones, conocimiento, bagaje tecnológico, tradiciones y expresiones orales, como de los instrumentos y objetos asociados a los autores de esas expresiones.

la historiografía cifra en torno a los 50.000 los moriscos que reca-laron en Túnez en los primeros años del siglo XVii, y lo hicieron, por lo que sabemos, instalándose en una veintena de localidades reparti-das por el noroeste del país, algunas de las cuales les acogieron en sus barrios y otras las repoblaron prácticamente ex novo, la mayoría. a lo largo del curso del Medjerda fundaron (de sur a norte) Testour, Slougia, Mejez el bab, Grish el Ouad, Tebourba, Jedaida y Kalaat al-anda-lous. En el sahel de bizerta se instalaron en aousja, Ghar el Melh, raf raf, ras el Djebel, Metline, El alia, Menzel Djemil, Mateur y en la propia bizerta, creando un barrio propio. En el Cap bon lo hicie-ron en Soliman, Grombalia, Nianou, belli y Turki, y algo más al sur en Zaghouan. En la capital se asentaron en la parte meridional de la medina (en lo que luego daría lugar a la calle y barrio de los andalu-ces) y en la parte septentrional, en Qallaline, entre bab Souika y bab Carthajana. En ellas, como veremos, la huella y herencia hispánica se encuentran por doquier.

CONOCEr Y CONSErVar El PaTriMONiO MOriSCO TUNECiNO

Cualquier aproximación al análisis y estudio del patrimonio debe partir de un conocimiento de las fuentes de información disponibles, fuentes de naturaleza diversa, que en este caso son fundamental-mente escritas y gráficas, pues las arqueológicas, que habitualmente adquieren un papel protagonista en la documentación patrimonial

249 las instituciones internacionales que se ocupan del Patrimonio y, en particular, la UNESCO en su Convention pour la Sauvegarde du Patrimoine Culturel Immatériel de 17 de octubre de 2003, recoge en el artículo 2 del primer capítulo de las Disposiciones Generales su definición: http://www.unesco.org/culture/ich_convention/

—bajo sus múltiples formas y metodologías, de cota 0 para abajo o en el análisis constructivo—, aquí se nos han negado hasta la fecha. El institut National du Patrimoine, como institución encargada de la do-cumentación y restauración del patrimonio tunecino, ha intervenido en los monumentos moriscos a lo largo de las últimas décadas en el plano de la restauración stricto sensu (fundamentalmente de la mano de abdelhakim Slama Gafsi), de forma que la actuación arqueoló-gica, ya sea en el plano de la investigación ya en el de apoyo a la recu-peración monumental (como lo entendemos en el protocolo español, por ejemplo), aquí no tiene lugar por circunstancias principalmente de índole económico.

Carentes de documentación arqueológica, las fuentes escritas y gráficas procuran suplir este vacío.

Para empezar, la documentación archivística se muestra un tanto limitada. los archivos tunecinos no han conservado escritos (si es que los hubo) que dieran cuenta del establecimiento de los moris-cos: fechas de llegada, número, procedencia e identidades, destino y modalidades de instalación, etc. Sin embargo, aunque no de forma directa, nutrida documentación notarial recoge testimonios que dan idea de la presencia y actividad de los moriscos tunecinos. Es el caso de la documentación del archivo del Consulado de Francia en Túnez, fundado a finales del siglo XVi y única cancillería europea en el país hasta finales de la siguiente centuria, que generó miles de documen-tos de naturaleza variada, en su mayoría referentes a registros de ac-tas jurídico-comerciales relacionadas con las actividades mercantiles con el exterior, en decenas de las cuales encontramos a algunos mo-riscos. los extractos de estos documentos, de extraordinario interés, fueron publicados en los años veinte del siglo pasado por el entonces jefe del gabinete de la Résidence Générale de France à Tunis, Pierre Gran-dchamp, en diez voluminosos tomos.

Gracias a esta documentación sabemos, por ejemplo, de las activi-dades mercantiles de los prestamistas Juan Pérez y Juan Zapata en la segunda década del siglo, del influyente Mustafá de Cárdenas (cheick de la nation andalouse et tagarins) durante los años 20 a 40 o de aly

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el Sordo en los siguientes, dedicados mayoritariamente al rescate de esclavos. los mismos documentos indican también que entre los mo-riscos recién llegados había sastres (Osta Mamet ronbos), tejedores de lino, mercaderes de bonetes (chechías) o alfareros, como alfonso de luna y Stamamet ben ali andalus. Un interesantísimo trabajo de Míkel de Epalza de 1969 publicado en la revista Al-Andalus analiza esta documentación y pone nombre a muchos de los actores moriscos de la economía tunecina del siglo XVii.

las descripciones y relatos de viajes representan una fuente de información primordial para el análisis del patrimonio, y afortunada-mente en este capítulo la documentación tunecina resulta excepcio-nal. la situación estratégica de Túnez en el escenario mediterráneo le ha servido para que a lo largo de la historia se convirtiera en la tierra elegida por muchos para asentarse, controlar y admirar, de lo cual surge —por lo que ahora nos interesa— un variado género literario que tiene por objeto (que no por origen) el relato.

así, los primeros textos disponibles (casualmente coetáneos a la llegada de los moriscos) se deben a espías italianos que mediante sus escritos facilitaban información de la actividad que les había sido encomendada. Es el caso de lanfreducci y bosio, que redactaron en 1587 un informe marítimo, militar y político sobre la costa de África, desde el Nilo hasta Cherchell, el de roberto Elliatta, que escribió en 1615 una breve descripción del reino de Túnez (cuyo manuscrito se encuentra en la biblioteca Palatina de Parma y fue dado a conocer por Jean Pignon en 1961), o el de Jean baptiste Salvago, que informó en 1625 al Duque de Venecia sobre los reinos de argel y Túnez (publi-cado por Grandchamp en 1937 en la Revue Tunisienne).

Otros escribieron con distinto ánimo sus impresiones y descripciones del país. En torno a los primeros años del siglo XVii coincidieron varios viajeros, casi todos religiosos, que describieron el país (patrimonio material) y sus costumbres (patrimonio inmaterial) de forma extraordinaria: el trinitario Philemon de la Motte (1700), el doctor Thomas Shaw (1720-1732) y, los más conocidos en la historio-grafía morisca, el francés Jean andré Peyssonnel y el también trinita-

rio Francisco Ximénez, que permaneció en Túnez entre los años 1720 y 1735 con la misión de fundar un hospital para los cautivos cristianos. En particular, las interesantes anotaciones que Ximénez hizo sobre los moriscos en sus viajes por el país (algunos de ellos en compañía de Peyssonnel), convierten a esta fuente de información en excepcional para el estudio del patrimonio morisco tunecino en particular y de la cultura morisca tunecina en general, como ya puso de manifiesto en su día Míkel de Epalza (en el Studia Historica et Philologica in Honorem M. Batllori del año 1984) y ahora lo hace en esta misma obra también la profesora raja Yassine bahri.

Junto a la documentación original de notarios o viajeros, la bi-bliográfica cuenta hoy con una nómina importante de aportaciones, fundamentalmente desde que la cuestión morisca suscitara un reno-vado interés a partir de la segunda mitad del siglo pasado tanto para investigadores tunecinos como europeos, fundamentalmente france-ses y españoles. la publicación en 1973 a cargo de Epalza y Petit de una recopilación de trabajos de dispar temática concernientes todos a la historia morisca tunecina, supuso un hito importante en la his-toriografía reciente, de obligada consulta todavía hoy para una pri-mera toma de contacto con el tema. a esta iniciativa siguió otra, diez años después, que volvió a reunir nuevas aportaciones de los que en aquel momento trabajaban más directamente en la cuestión; me refiero a Etudes sur les Morisques andalous, impulsado por Zbiss, Gafsi, boughanmi y Epalza. Pero junto a estas dos obras que marcaron un antes y un después en los estudios de moriscología tunecina, necesa-riamente hay que mencionar algunos nombres propios que tienen un peso destacado en la historiografía local: abdelhakim Gafsi Slama, ahmed Saadaoui, abdeljelil Temimi o Slimane Mustapha Zbiss, entre otros, que han generado una abundante e interesante bibliografía.

Por su parte, la documentación gráfica constituye asimismo una nutrida e importante fuente de información de obligada referencia para el estudio del patrimonio morisco tunecino. la cartografía an-tigua mediterránea conservada en diferentes archivos europeos y tu-necinos pone a nuestra disposición mapas y atlas, que van desde el

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Medievo hasta la actualidad, en los que aparece por supuesto Túnez, pero también planos parciales de su territorio y dibujos varios de regiones o monumentos concretos; son múltiples las estampas conser-vadas de la bahía de Túnez, de la costa nororiental del país donde se reflejan habitualmente los emplazamientos militares estratégicos de la propia capital, Porto Farina y bizerta o las trazas de fortalezas que se proyecta construir o ya han sido construidas. la mayor parte de esta documentación (si no toda) la reunió Juan bautista Vilar en un volumen editado por el Ministerio de asuntos Exteriores español a primeros de los años 90, al igual que Zouhir Chelli, quien en suce-sivos trabajos encabezados con el sugerente título de La Tunisie au rythme de… (cartas geográficas, estampas y planos) procuró hacer una labor similar de recopilación gráfica.

También las planimetrías actuales constituyen una obligada herramienta de consulta en el análisis patrimonial. Mucha de ella procede del Institut National du Patrimoine; se trata de planos y le-vantamientos realizados en el marco de la documentación generada en los proyectos de restauración arquitectónica cuya consulta puede realizarse en el propio instituto. De naturaleza distinta pero de carac-terísticas similares es la planimetría generada en las escuelas de arquitectura del país, donde en algunos casos se han tutelado trabajos de fin de carrera que tienen por objeto el análisis de tal o cual tema del patrimonio morisco tunecino.

las pinturas y grabados que hicieron algunos viajeros que se acercaron por estas tierras, además de su excepcional valor artístico, resultan de un especial interés como documento gráfico de la historia de Túnez. Entre los más significativos se encuentran las ciento cincuen-ta acuarelas de Charles lallemand, que reprodujo a fines del siglo XiX numerosas villas y estampas de la vida cotidiana tunecina de la época.

Y finalmente, la fotografía es también un documento gráfico de excepcional utilidad para el estudio patrimonial. Y en este sentido, la fototeca del Institut National du Patrimoine ofrece un fondo impor-tantísimo de imágenes de los años 40 a 70, en su mayoría de temática

monumental. Estos documentos sirven para conocer tanto el patrimo-nio desaparecido como las transformaciones sufridas en los últimos años, ambas cuestiones de vital relevancia para un reconocimiento del patrimonio material morisco.

Pues bien, el análisis de todas estas fuentes documentales, al que se ha unido una investigación catalográfica desarrollada durante los dos últimos años, permite reconocer algunas de las manifestaciones más visibles del legado morisco en Túnez.

En el plano inmaterial, la lengua española pasó a Túnez de la mano de los moriscos, quienes incorporaron a su nuevo lenguaje palabras de su bagaje lingüístico, intrínsecamente ligadas a su vida cotidiana y profesional, muchas de ellas todavía presentes en el tune-cino actual; en este sentido, los términos incorporados al trabajo de las chechías son especialmente ilustrativos: krûdu (designa al bonete en su fase inicial: “crudo”), kermez (colorante bermellón: “carmín”), cosnîla (la “cochinilla” empleada también como colorante), taklilis (tijeras especiales para repasar), banqu o kabbissabanko (banco de tra-bajo donde se efectúan las tareas de cardado, apresto y acabado de las piezas), etc. Y la onomástica morisca también está salpicada de originales nombres hispánicos: los Surya (tal vez de Soria), los Qas-talî, Kashtîl, al-Kastilyânû, Kastiyonu, Castelli, al-Castalli o Castellayno de la primera época, hacen clara alusión a su procedencia; y otros a su apariencia: Essourdou, Nigru o Ennigro (célebre saga de arquitectos que trabajaron para los beys), aunque el apelativo al-andalusi es el in-dicador más fiable y extendido de la filiación morisca en Túnez. Sobre este particular, un libro a cargo de M. de Epalza y a. Slama Gafsi, El español hablado en Túnez por los moriscos y sus descendientes (Material léxico y onomástico documentado, siglos XVII-XX), que verá próxima-mente la luz, será concluyente acerca de los préstamos lingüísticos, y en particular onomásticos, que los moriscos han dejado en Túnez.

El folklore y la gastronomía también adeudan influencias hispa-nas. El malouf, la música tradicional, es para muchos una herencia hispana, en la que algunos han visto conexiones con melodías anda-luzas. En el plano culinario, existen recetas de origen español y cier-

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tos alimentos que llegaron a Túnez seguramente de la mano de los moriscos, además de una tradición salpicada de leyendas y cuentos que evocan el exilio merced a algunos platos: se dice, por ejemplo, que las rosquillas kaak ouarka sirvieron para esconder dentro pulseras, pendientes y sortijas de oro de las moriscas en su salida de España.

Sobre algunos rasgos “inmateriales” de los moriscos tunecinos, Ximénez ya apuntaba cien años después de su llegada que los moros andaluces son siempre mas civiles y cortesses, que los otros habitantes. Son arrogantes, severos, graves, amigos de gloria, callados, sufridos, caritativos, trabaxadores, y en una palabra tienen muchas de las costum bres buenas de los Españoles, conservan algunos la lengua española, tienen el uso de carros y carretas, solo ellos hacen quesso, y trabaxan otras manufacturas que sus ascendientes traxeron de España. Y añade, refiriéndose a Testur, que los moriscos tenían una mayor vocación hortofrutícola que el resto de la población como se ve en los jardines, huertos, olivares y viñas que tienen en el contorno del lugar. Y en todos están muy bien labrados, que cultivan con mulas, caballos y bueyes. Usan de carros como en Es paña. Los olivares y viñas están plantadas con orden geométrico, con sus líneas y buen orden para poder cultivarlos.

En el plano material, el legado morisco encuentra en Túnez va-riados y singulares ejemplos en el urbanismo de las villas y barrios de instalación andalusí, y en la morfología y construcción arquitec-tónica, cargadas de técnicas, elementos y tradiciones constructivas hispánicas.

El trazado regular de las calles de las villas y barrios moriscos se contrapone a la tradición musulmana de un parcelario compuesto por casas de patio central, cerradas al exterior y yuxtapuestas entre sí, que forman amplias y compactas manzanas a las que se accede mediante calles ciegas o adarves que dan acceso a las propiedades situadas en el interior de las manzanas. El urbanismo morisco, por su parte, planifica calles rectilíneas, como se hacía en las villas hispanas, cuyos ejes principales pueden converger en un espacio abierto o pla-za, y a las cuales asoman las casas mediante la apertura de ventanas al exterior. las villas de El alia, Ghar el Melh, Mateur, Soliman, Te-

burba, Testur o Zaghuan son un magnífico ejemplo de ello. las plazas de algunas de estas villas concentran además la mayor parte de los elementos destacados de la vida social, económica y religiosa de la colectividad, prevaleciendo en unos casos su vocación comercial (El alia y Teburba) y en otros la de reunión social: es el caso de Soliman, donde ya desde época de Ximénez había, como hoy, una casa de café, donde van los moros a divertirse, porque no tienen otro divertimiento y se reduce a tomar allí café, fumar y tocar algunos instrumentos, o de Testour, donde los moros que le fundaron tenían fiestas de toros a la manera de Es-paña.

Pero también la tipología y la construcción de las propias casas in-corporan trazas hispanas, donde resalta la utilización de techumbres inclinadas rematadas con teja, sobre lo que ya llamaron la atención los viajeros europeos: y las casas están con tejado y hechos a la manera de Es paña en Grish el Oued, fabricadas con rejada a la manera de España en Medjez-el-bab, casas a la manera de España, con texado en Teburba o las de Testur, todas con texados y patios, en la misma forma que en España, y además algunas de ellas tienen balcones y ventanas, contra el estilo mo-risco, refiriéndose al musulmán.

De igual forma, se ha visto un influjo hispano en la utilización de determinados materiales de construcción, como el ladrillo o el tapial, pero sobre todo, en el modo de hacerlo. Son elocuentes los ejemplos (casi todos ellos en edificios monumentales) construidos mediante el denominado aparejo “toledano”, es decir, fábricas de verdugadas de mampostería o tapial enmarcadas por encadenados horizontales y verticales de ladrillos, como es el caso de los muros de la gran mez-quita de Testur, de su minarete o de los de las mezquitas de butriqu o rihbat el-andalus de la misma localidad. También resulta singular el empleo de arcos de medio punto en puertas de acceso a viviendas, con numerosos ejemplos conservados en poblaciones como El alia, raf raf, la medina de Túnez o Zaghuan; llama la atención en ellas, además, la decoración de la carpintería a base de diseños claveteados que dibujan entre otros motivos de cruces y las aldabas de arandelas que cuelgan de media bola de hierro, similares a modelos hispanos.

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Futuras investigaciones tendrían que formular preguntas como si la utilización de tal o cual técnica de construcción o de decoración pu-diera estar en relación con el origen de sus pobladores…

También llegaron de la otra orilla del occidente mediterráneo ciertos elementos arquitectónicos, como el lenguaje clasicista que, co-nocidos a través de la tratadística italiana y española, los moriscos difundieron en estas tierras; inclusive, la vanguardia del arte barroco que comenzaba a desarrollarse en España cuando abandonaron sus tierras de origen. No hay que olvidar que entre los exiliados había un buen número de artesanos dedicados a la construcción (albañiles, carpinteros, yeseros…), que habían participado activamente hasta su marcha y con gran reconocimiento en un sector en continua evolu-ción. El diseño del mihrab de la gran mezquita de Testur, construida por la generación de los recién llegados (y similar al desaparecido de Medjez el bab), se trazó bajo cánones clásicos: hornacina abovedada enmarcada por dos columnas y rematada en un frontón, un esquema repetido en portadas de piedra y retablos de madera policromada de la segunda mitad del siglo XVi hispano; sin embargo, la partición del frontón (como es el caso de Testur) cuenta con escasos precedentes y todos en torno al cambio del siglo: El Greco lo empleó en la capilla de San José de Toledo en 1597 y en el hospital de Tavera en 1608.

El mismo conocimiento y recurso a la arquitectura de los tratados clásicos lo encontramos en la construcción de algunos puentes, cuya obra se atribuye a los moriscos. Claramente, los puentes sobre el Me-djerda de Medjez el bab (1677), Útica y el de la carretera de bizerta (restaurado entre 1770 y 1781), además del de Chuchat en ràdes so-bre el Ouad Mélian (también reparado en las mismas fechas), siguen los dictámenes del canon clásico romano difundidos en los tratados (lo decía Vitrubio): tablero horizontal con pretil en sillería remarcado por una moldura, trazados en planta recta y perpendiculares a la cor-riente del río, con arcos de medio punto y estribos horadados con aliviaderos también abovedados.

También el gusto por los revestimientos cerámicos en la decora-ción arquitectónica pudo tomar un impulso notable con la llegada de

los moriscos. El patrimonio arquitectónico tunecino cuenta con una extraordinaria muestra de azulejería desplegada en la ornamentación de interiores y exteriores, la cual debe mucho, sin duda, al legado cultural y artístico español. la dedicación de los moriscos españoles a este arte y el reconocimiento de su buen hacer es un hecho sobra-damente conocido y contrastado. En ciudades de aragón, andalucía, levante o Castilla los alfareros mudéjares y moriscos monopolizaron la producción alfarera, tanto en la fabricación de vajilla de menaje doméstico como en la de revestimientos arquitectónicos, principal-mente, azulejería.

En el momento de la llegada de los moriscos, Túnez era un crisol cultural y artístico, con gentes llegadas del oriente y occidente medi-terráneo, establecidas aquí aprovechando la bonanza social y econó-mica que daban el comercio y el corso, y una consecuencia inmediata de todo ello fue el impulso de las creaciones artísticas: la construcción de residencias y de edificios religiosos. En ellas, se vislumbra, como es lógico, las huellas de la estética imperante en esas fechas en el Me-diterráneo occidental (sobre todo, españolas e italianas), pero tam-bién la importante impronta otomana, con su singular personalidad; y el gusto por los revestimientos cerámicos en la ornamentación ar-quitectónica (azulejería) es una muestra más de esa realidad artística mediterránea, aunque con unas connotaciones específicas en Túnez que la hacen especialmente interesante.

El papel de los moriscos en esta renovación artística pudo ser realmente activo. la mayor parte de los alfareros instalaron sus talleres en la capital, en el barrio de Qallaline, fuera de los límites de la medina, al norte, entre bab Souika y bab Carthajana, donde todavía hoy encontramos la “rue des Potiers”. Conocemos incluso algunas de las identidades de los alfareros recién llegados: alfonso de luna, allix rebouillon, agy Mamet o Mamet ben alli andalusi, que firmaba en árabe al-Zayyay. Su producción recurría habitualmente al blanco en el fondo, a los trazos en marrón/violeta para el dibujo y al verde, amarillo y azul para el relleno, unos colores que en general carecen de intensidad cromática y que los hace distinguibles de otras produccio-

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nes mediterráneas de las que tanto se ve influenciada. Entre sus influ-jos, la herencia hispana es manifiestamente palpable, en especial en muchos de los diseños desplegados, donde es habitual reconocer la inspiración en la azulejería renacentista española: motivos recurren-tes de la azulejería de arista castellana y aragonesa reproducidos aquí sin relieve, a escala más pequeña y adaptados a la paleta cromática de Qallaline, pero en definitiva, los mismos esquemas y concepción.

Otra de las artesanías que debe su origen a los moriscos es la fabricación de chechías, esos bonetes rojos que aún llevan muchos tunecinos. Es posible que otomanos y moriscos influyeran en cierta manera en la moda tunecina, en la sustitución progresiva del turban-te tradicional por el bonete y en el desarrollo así de una industria floreciente como fue, y ha sido a lo largo de más de trescientos años, la fabricación de chechías. lo apuntó el trinitario Ximénez:

una de las cosas principales que ha cen apreciables el Reyno de Túnez es el tráfico y comercio, esto consiste espe cialmente en todo lo que sirve a la fábrica de los bonetes rojos, que los turcos y moros traen debajo de sus turbantes.

Su contemporáneo Peyssonnel daba más datos: anotaba que la riqueza del país se basaba en el comercio de chechías, seguido de la exportación de aceite, cereal, lana, cuero, esponjas y dátiles, y que para la fabricación de los bonetes se importaban ochocientas bolas de lana de Segovia, además de todo lo necesario para la tintura, en la que participaban, según él, unas quince mil personas.

El papel que tuvieron los moriscos en el desarrollo de esta indus-tria parece determinante, hasta el punto de monopolizar incluso su producción y de servir a sus comerciantes para el enriquecimiento personal y el ascenso social y político en la corte husseinita.

Su proceso de fabricación encierra cierta complejidad productiva que los moriscos se encargaron de salvaguardar para sí mediante un sistema que podríamos denominar de “deslocalización industrial”, tanto de sus instalaciones como de sus trabajadores. En un continuo ir y venir, primero la lana y luego los bonetes entraban y salían de la medina de Túnez hacia las casas y talleres de los operarios que parti-

cipaban en cada fase de la operación, todos ellos moriscos de ariana, El alia, El batan o Zaghuan. De esta forma se garantizaban el control de las materias primas empleadas y el monopolio en los modos de fabricación de estos bonetes.

Desde fechas inmediatas a la llegada de los moriscos a Túnez, existen referencias a su dedicación a este arte, como lo habían venido haciendo antes en España, en ciudades como Sevilla, Córdoba, Gra-nada, Valencia, barcelona y, sobre todo, Toledo, donde en esas fechas había unos doscientos maestros boneteros que fabricaban al año más de medio millón de docenas de bonetes. Entre los recién llegados, al-gunos como Juan Pérez o alonso de Cuevas (rebautizado Mahamet), avalaban sus actividades prestamistas con lana de chechías. Otros, como los mercaderes isuf Sanmar y Stamet l’Eschiabo enviaban a me-diados de siglo cargamentos de jabón y bonetes hacia Génova.

Hoy, la industria de la chechía se debate entre la tradición y el progreso, entre continuar con unos modos de producción y uso tra-dicionales o acomodarse a las exigencias de los nuevos mercados, en particular el turismo, y adaptar su oferta a la nueva demanda. Un futuro incierto al que no debería sucumbir.

… Los habían echado de España por ser moros y aquí los tenían por cristianos…, le confesó Mahamet Corral andaluz, de Soliman, al trini-tario Ximénez. Y, efectivamente, esto es lo que se traduce de su patri-monio, material e inmaterial, como acabamos de ver.

DiVUlGar El PaTriMONiO MOriSCO TUNECiNO

Pues bien, todo este patrimonio histórico, artístico y cultural mo-risco, convenientemente conservado y puesto en valor con las herra-mientas y modelos adecuados, podría convertirse en un bien Turís-tico y de Ocio para el desarrollo socioeconómico de las poblaciones de implantación morisca, como hoy lo es en ese país el rico patrimonio arqueológico púnico y romano: Cartago, Dougga, El Jem o el propio Museo del bardo, visitado por miles de personas al año.

Y precisamente con esta filosofía nace un proyecto puesto en marcha por un equipo hispano-tunecino que pretende elaborar un documento marco para reconocer y trazar las líneas de actuación en

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olatz Villanueva Zubizarreta eL LeGado patrimoNiaL morisco: coNocer Y coNserVar para diVuLGar

materia de puesta en valor del patrimonio morisco250. la propuesta se enmarca en la línea de cooperación hispano-tu-

necina iniciada en materia de restauración con la rehabilitación de la Zagüía de Sidi Qacem el Yellizi en Túnez capital (hoy Museo Nacio-nal de Cerámica), de la Plaza Mayor de Testour o del Fuerte de la isla de Chikli en el lago de Túnez, todo ello en el marco del Tratado de amistad, buena Vecindad y Cooperación entre España y la república de Túnez firmado el 26 de octubre de 1995. Su filosofía y resultados encajan perfectamente en el propósito recogido en su artículo 6, por el que se contempla “estimular el desarrollo socioeconómico de sus poblaciones y establecer programas y proyectos específicos en los di-ferentes sectores”, tales como la formación profesional, el turismo y la artesanía y el desarrollo social y de recursos humanos.

Mientras que aquellos proyectos pioneros de cooperación es-pañola en materia patrimonial se orientaron a la restauración mo-numental, los que se han planteado después lo han hecho hacia la puesta en valor. Como dije, el Institut National du Patrimoine, depen-diente del Ministère de la Culture et de la Sauvegarde du Patrimoine, es la institución tunecina responsable de la documentación, restauración y conservación de su patrimonio histórico y arqueológico, plenamente competente en cuanto a recursos humanos y materiales en ese campo de actuación. Por ello hoy la cooperación en materia patrimonial se entiende más como un vínculo de colaboración para el desarrollo, que para la ejecución puntual de una restauración concreta. Y, en este sentido, desde la Oficina Técnica en Túnez de la agencia Española de Cooperación internacional para el Desarrollo (aECiD) se ha estable-cido un programa en materia patrimonial que tiene por objetivo prin-cipal hacer del Patrimonio Cultural un motor de desarrollo económico y social para la población tunecina mediante, fundamentalmente, la preservación de su patrimonio cultural (creando herramientas para

250 Se trata del proyecto “Plan para la puesta en valor del patrimonio morisco tunecino” que se realiza al amparo de la convocatoria 2008 del Programa de Cooperación interuniversitaria e inves-tigación Científica entre España y argelia, Egipto, Jordania, Marruecos y Túnez (PCi-Mediterrá-neo), de la Secretaría de Estado de Cooperación internacional del Ministerio de asuntos Exteriores y Cooperación. El equipo está formado por arquitectos, historiadores y arqueólogos del Institut National du Patrimoine y de la Universidad de Valladolid, coordinados por a. H. Slama Gafsi y O. Villanueva.

su conservación, puesta en valor y su gestión sostenible) y el apoyo para la creación de un variado tejido laboral en torno a esta actividad turístico-cultural, en la que la formación de profesionales especializa-dos ocupa un lugar prioritario.

En este programa, la investigación y ejecución de proyectos que atienden en particular al patrimonio morisco (indiscutiblemente, máxima expresión del legado hispano en Túnez) cuentan con un apoyo manifiesto. Muestra de ello son los proyectos que se han re-dactado, bien promovidos desde la Oficina, bien aprobados por ella: “Proyecto de rehabilitación de la villa de Testur” (1996), “Plan d’in-terpretation du Patrimoine andalou en Tunisie” (2004) o “Estudio diagnóstico del circuito de las ciudades andalusíes de Túnez a Testur” (2007-2008).

¿Qué aporta, en este panorama, el “Plan para la puesta en valor del patrimonio morisco tunecino” propuesto por los investigadores del iNP-UVa? El proyecto diseñado atiende de forma especial al as-pecto formativo de sus miembros integrantes, en especial, al inter-cambio de herramientas y metodologías de trabajo y de experiencias en el campo de la puesta en valor de estos elementos patrimoniales. Pero además, el impacto del proyecto sería igualmente efectivo en la medida en que, como se espera, el Plan pudiera servir como docu-mento marco para el desarrollo a posteriori de proyectos y actuaciones concretos de recuperación, restauración y puesta en valor de una serie de modelos planteados; modelos sobre los que experimentar procedi-mientos de puesta en valor, consolidación, restauración, introducción de nuevos usos, integración con el paisaje, etc.

Conocemos —los hemos visto— los elementos más singulares del legado morisco sobre los que cabría actuar, en cada caso, de forma particular: el urbanismo (con ejemplos excepcionales en El alia, So-liman, Testur, Teburba) sobre los que habría que analizar tanto su estructura edificada como sus espacios públicos, con especial aten-ción a las plazas, proponiendo nuevos modos de intervención que respeten el carácter original y permitan un uso actual; la arquitectura doméstica (El alia, Menzel Djemil, medina de Túnez): cabría realizar

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diagnósticos tipo que permitan su adecuación y su mantenimiento, atendiendo a sus variaciones tipológicas o constructivas; la arquitec-tura militar (fuertes de Ghar el Melh, bizerta o Túnez): sobre los que se podría proponer sistemas de protección, visita y nuevos usos; la arquitectura artesanal (en relación por ejemplo a la fabricación de las chechías: El batan, molinos de Zaghuan, zoco de chechías en la me-dina de Túnez): sobre los que recomponer la tradición productiva de la cultura morisca, proponiendo incluso nuevos enfoques cara a su desarrollo, sobre todo turístico; la arquitectura “singular” (baños de El alia y ariana, puerto y atarazanas de Ghar el Melh): podrían ser incorporados a nuevos sistemas de ocio; el paisaje (espacios cultiva-dos de raf raf, Kalaat al-andalous o Zaghuan, y arboledas y cemen-terios, como los de Medjez el bab o Mateur): proponer sistemas de tratamiento del entorno de los núcleos habitados o de los edificios singulares aislados para que pudieran ser recuperados como espacios verdes culturales, museos al aire libre...; y finalmente, el patrimonio inmaterial morisco necesitaría de un centro de interpretación para su correcta exposición y divulgación, con escenarios tan privilegiados para ello como la villa de Testur o el zoco de chechías en la medina de Túnez.

El Patrimonio, en definitiva, es un excelente instrumento de transmisión cultural: lo es en origen, como expresión material e in-material de las sociedades que lo crean (una carta de presentación y singularidad), y lo es en la actualidad, como testimonio de la historia de aquellas sociedades. El patrimonio morisco en Túnez constituyó en origen una seña de identidad hispana en la sociedad husseinita, hoy es un elemento excepcional para dar a conocer este importante y singular capítulo de la historia de España y Túnez. Conozcámoslo y divulguémoslo.

bibliOGraFÍa

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INvENTARIO Y RESTAURACIóN DEL PATRIMONIO MATERIAL MO-RISCO-ANDALUSÍ: UNOS CASOS

Abdelhakim Slama-Gafsi

Instituto Nacional del Patrimonio de Túnez

A la memoria de mi querido amigo Míkel de Epalza, profe-sor de la Universidad de Alicante, convencido del patrimonio común tunecino-español engendrado por lazos entretejidos en-tre los dos países desde la fundación de Cartago y Cartagena.

la llegada de los moriscos españoles, expulsados por Felipe iii e ins-talados en una veintena de lugares (ciudades, pueblos, barrios) situa-dos en el norte de Túnez, supuso la aportación de un patrimonio ma-terial común muy importante que presenta un carácter muy variado.

Este patrimonio se traduce en la configuración del espacio, la morfología urbana, el trazado octogonal en torno a la plaza, la regu-laridad de las manzanas, las técnicas constructivas empleadas (muro de tapial, fábrica de ladrillo, cubierta de teja árabe a cuatro aguas, plantas mixtas cuadrada y octogonal en los alminares, bóveda de arista, bóveda de medio punto de ladrillo, arcos con clave de sillar o de ladrillo, y fachada de ladrillo en torno a los vanos, en manchones y verdugada).

los frontones barrocos con entablamentos, medallones, escu-dos en algunos mihrabs, dinteles de ladrillo, azulejos fabricados en “cuerda seca”, cerámica de lágrima de color verde, puertas con clavos

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negros con motivos geométricos y cruces251, muestran las particula-ridades de este patrimonio; un patrimonio de gran valor histórico, cultural y turístico que ha llegado hasta nosotros en un deficiente es-tado de conservación.

El principal objetivo de la realización del inventario y cataloga-ción del patrimonio material de los pueblos y ciudades creados por los moriscos refugiados en Túnez, es el conocimiento exacto de su situación material. Su finalidad es establecer las políticas necesarias para la conservación, rehabilitación y puesta en valor de este rico pa-trimonio.

El inventario, llamado “Carte nationale des sites et monuments historiques”, fue iniciado en el año 1987, después de la firma de un acuerdo entre el Ministère de la Culture et de la Sauvegarde du Pa-trimoine (institut Nacional du Patrimoine) y el Ministère du Plan et des Finances (Comisariat General au Développement regional et de l’aménagement du Territoire) con un préstamo del PNUD. El inven-tario se centró en la redacción de fichas, informes con fotografías, in-formaciones de carácter arquitectónico, investigación bibliográfica, archivística, etc. la redacción de una cartografía informatizada siguió a esta primera operación.

a la hora de repasar el devenir histórico de este patrimonio, la primera referencia con que podemos contar es la de ibn abi Dinar, muerto en el año 1681.

Ese mismo año y el siguiente, los andalusíes llegaron del país de los cristianos, expulsados por el rey de España; eran muchos, Othman Dey los instaló en la ciudad y colocó a los más necesitados con fa-milias de Túnez para que cuidaran de ellos. Más tarde les permitió que se instalaran donde desearan. algunos compraron el Hanachir, donde construyeron casas, y así este lugar fue poblado por ellos. los otros se establecieron en muchos otros lugares como Solimán, belli, Nianu, Grombalia, Turki, El Djedida, Zaghouan, Tebourba, Grich el Oued, Mejez el bab, Slouguia, Testour, El alia, El Kalaa… etc., más

251 DE EPalZa, Míkel; PETiT, ramón, Recueil d’études sur les moriscos andalous en Tunisie, Madrid, instituto Hipano-Árabe de Cultura, 1973; alMaGrO GOrbEa, antonio, La zauía de Sidi Qasim en Túnez, en iD, Tres monumentos islámicos restaurados por España, Madrid, instituto de España, 1981.

de veinte ciudades en total, que alcanzaron su esplendor gracias a los andalusíes, los cuales plantaron viñas, hicieron jardines y construye-ron cómodos caminos para carruajes252.

los textos de viajeros europeos (Peysonnel, Shaw, Frank, Dunant, Cagnat, Paladín, Pellissier de reynaud, el padre Vicherat Guerin y, sobre todo, el religioso español Francisco Ximénez, por ser testigo excepcional del primer tercio del siglo XViii) han dado una docu-mentación muy detallada sobre las ciudades andalusíes253.

El historiador y arqueólogo francés Georges Marçais dedicó una gran parte de su investigación a la ciudad de Testur y nos dejó un inventario detallado sobre el urbanismo y los monumentos de esta ciudad 254.

El escritor y periodista tunecino Othman Kaat, por su parte, re-cogió en 1953 muchas informaciones referentes al urbanismo, monu-mentos, costumbres, nombres, apellidos y topónimos de las ciudades andalusíes 255.

El padre andré louis en su obra radiofónica “Villes et villages de Tunisie” (1964) mencionaba muchas informaciones históricas y orales sobre la vida de estas ciudades.

El primer arqueólogo tunecino, S. M. Zbiss, fallecido en el año 1996, dejó más de 35.000 clichés sobre el patrimonio arquitectónico tunecino a partir del año 1948 256.

Desafortunadamente no tenemos un inventario detallado de las fotos en las revistas antiguas, como la illustration o La Tunisie illustrée, de las tarjetas postales, los mapas, las fotografías aéreas o las pin-turas de artistas como lallemand, Chassiron, andanson, Crapelet o Puchler.

252 Al Munis fi Akhbar Ifrikiya wa Tunis, Túnez, 1967, pág. 204.253 DE EPalZa, Míkel, Nuevos documentos sobre descendientes de moriscos en Túnez en el siglo XVIII, Studia Histórica y el Philologica en Honorem M. batllori, anexos de Pliegos de Cordell iii, roma, instituto Español de Cultura, 1984, págs. 195-228.254 Testour et sa grande mosquée. Contribution à l’étude des Andalous en Tunisie. En DE EPalZa, M.; PETiT, r., Op Cit, págs. 271-284.255 Al Mudun al Andalusiyya, al usbu, Túnez, 1953.256 GaFSi, abdelhakim Slama, Quelques aspects relatifs aux moriscos-andalous en Tunisie, d’après le peintre Charles Lallemand et l’archéologue Sliman Mustapha Zbiss, Mélanges d’archéologie, d’épigra-phie et d’histoire offerts a Slimane Mustapha Zbiss, Túnez, institut National du Patrimoine, 2001, págs. 129 y ss.

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los archivos consulares franceses del siglo XVii257 han propor-cionado también muchas informaciones sobre algunos aspectos de la vida en las ciudades andalusíes. los extractos de estos documentos han sido publicados por Pierre Grandchamp en ocho gruesos volúme-nes.

a través de la documentación conservada en los archivos nacio-nales tunecinos, podemos ver la importancia de estos documentos sobre estas ciudades, como ya he mostrado en mis artículos sobre ya-cimientos y monumentos tunecinos en los siglos XViii y XiX y sobre la ciudad de Teburba 258.

Nos falta todavía hoy un inventario detallado sobre los estudios universitarios realizados (tesis, tesinas, diplomas…), así como la do-cumentación fotográfica relacionada con estas ciudades. Falta tam-bién un inventario de los monumentos desaparecidos. Podemos citar la Gran Mezquita de Medjez el bab, con su mihrab (con frontón bar-roco) y su cubierta de teja árabe a cuatro aguas 259.

En cuanto a la restauración de los monumentos históricos, seña-laremos que el deterioro causado por la exposición a los agentes ambientales de deterioro (lluvia, viento, insolación, oscilaciones tér-micas…) o la deficiente evacuación de las aguas pluviales desde las gárgolas, son las causas más frecuentes de patologías260. Podemos añadir la invasión de líneas aéreas eléctricas y la acción de las vibra-ciones, que han provocado fisuras en los muros de muchos monu-mentos; el crecimiento de una vegetación no controlada; la filtración de agua de lluvia consecuencia de anomalías en la capa impermeable; así como la fragilidad de los materiales: piedra arenisca muy alterable y erosionable con la penetración de agua, el hormigón de tapial, el

257 DE EPalZa, Míkel, Moriscos y Andalusíes en Túnez durante el siglo XVII, al-andalus, (Madrid-Granada), XXiV, 1969, págs. 247-327.258 Revue d’Histoire Maghrébia, (Zaghouan) págs. 87-88, (1997), págs. 639-696, págs. 91-92, (1998), págs. 667-724. «Conséquence de l’expulsió des moriscos: la régénération de la cultura des oliviers à Tebourba en 1726». En L’expulsió dels moriscos. Consequences en el mon islamic y en el mon cristia, barcelona, Generalitat de Catalunya, Departement de Cultura, 1994, págs. 147-157.259 SaaDaOUi, ahmed, Testour du XVIIe au XIXe siècle. Histoire architecturale d’une ville morisque en Tunisie, Túnez, Faculté des lettres de la Manouba, 1996, pág. 473.260 GaFSi, abdel Hakim Slama, Herramientas de conservación, restauración y puesta en valor del pa-trimonio arqueológico morisco-andalusí en Tunicia (1975-2005). Actas X Simposio internacional de mude-jarismo. 30 años de mudejarismo: memoria y futuro (1975-2005), Teruel, Centro de Estudios Mudéjares (2007), pág. 373.

yeso tallado o el moldeado, el ladrillo, el mortero de cal, la cubierta de madera recubierta de barro cocido… la ocupación anárquica de los espacios históricos y la restauración sin autorización son también causas de deterioro.

Como patologías261 más frecuentes en estos monumentos encon-tramos fallos estructurales provocados por fracturas y roturas de la estabilidad del suelo; desagregación de sillares, ladrillos o yesos; o desprendimientos del revoco, mortero, piedras, ladrillo o tapial.

Podemos señalar asimismo que la mayoría de las obras de res-tauración se han hecho con carácter de emergencia para garantizar la estabilidad de los elementos constructivos y ofrecer un recorrido a los fieles que frecuentan las mezquitas y las zagüías.

Una gran parte de las intervenciones son consecuencia de proyec-tos políticos decididos por el Presidente de la república Tunecina, entre los que se encuentran los de Ghar el Melh, Zaghuan y Teburba. Muchas veces estos proyectos cuentan con recursos económicos in-suficientes a pesar de las ayudas presidenciales. El patrimonio mo-risco andalusí puede aprovechar las subvenciones del Ministerio de Turismo, de los ayuntamientos, del Ministerio de asuntos religiosos y las asociaciones de salvaguardia al considerar el patrimonio como un recurso cultural, social y económico. la inversión global durante mi vida profesional (más de treinta años) no sobrepasa el millón de dinares, equivalente a 570.000 euros. Esta inversión ha supuesto una inversión media por monumento de 5.000 dinares/2.837 euros 262.

la consecuencia de estos escasos recursos es no haber podido re-currir a técnicas modernas y más costosas, tales como la fotograme-tría, reconstrucción hipotética, apertura de unidades de excavaciones, catas, sondeos en los cimientos o ensayos para analizar muestras de mortero y pátinas originales recogidas in situ.

261 Ghar el Melh: fuerte Loutani: trazas de incendio, humedad, pérdida de mortero, modificación e incorporación de una nueva construcción en el camino de ronda con un tejado hecho de tejas de Marsella; Ghar el Melh: fuerte Bab Tunis: apertura de huecos para una nueva utilización; Ghar el Melh: fuerte el Wistani: colocación de una capa de cemento; Bizerta: fuerte de los andalusíes: frac-tura y perforación del muro; Bizerta: muralla acostada al fuerte de los andalusíes: erosión de las fábricas de tapial con desagregación de material; Ras Djebel: zagüía Sidi Arbi: ruptura del dintel; Zaghouan: zagüía Sidi Ali Azouz: hundimiento de ciertas partes del suelo.262 la aportación española a la restauración de la plaza Mayor de Testur sobrepasa 454.010 duran-te dos años (2000-2002). Ver Programa de Patrimonio Cultural de la cooperación española, Madrid, agencia Española de Cooperación internacional, 2002, pág. 467.

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asimismo pueden enumerarse otras limitaciones en las tareas de restauración, tales como el empleo restringido de limpiezas mecá-nicas o químicas mediante pulverización o inyección de resinas; la escasa aplicación de pátina o de mortero más caros; la ausencia de desmontaje y montaje de sillares en grandes superficies; la falta de tratamientos biocidas para eliminar y prevenir colonias de algas, aves o plantas; la ausencia de empresas especializadas en la restauración; la falta de dinero para el uso de la piedra de cantería o la formación de jóvenes para tallar sillares; la falta de mano de obra especializada (ladrilleros, tapiadores, yeseros, albañiles y otros); la inexistencia de informes detallados sobre intervenciones anteriores; y la falta de ma-pas de patologías e intervenciones de cada monumento.

Esta realidad nos ha llevado, en definitiva, a adoptar soluciones pragmáticas con técnicas tradicionales, pautas artesanales y medios manuales. Se ha empleado mano de obra local: técnicos poseedores de los conocimientos tradicionales y un saber transmitido de padres a hijos, así como obreros formados según las técnicas tradicionales de construcción.

los criterios de restauración adoptados han consistido en recoger el máximo de información visual, gráfica y técnica; respetar el mante-nimiento de lo existente; seguir una buena gestión de procedimientos y tratamientos para garantizar la máxima durabilidad y para trans-mitir este rico patrimonio a las generaciones futuras; y contar con el acuerdo y la colaboración de profesionales, órganos, organismos y entidades públicas o privadas, nacionales o extranjeras.

los resultados alcanzados durante estos años han permitido recuperar una parte de este patrimonio e insertarlo en su contexto económico, social, religioso y cultural.

Enumeraré a continuación los monumentos que se han restaurado263:1- El alia: la Gran Mezquita y la zagüía de Sidi abderrahman;2- bizerta: la fuente de Youssef Dey, el fuerte de los andalusíes y sus murallas;3- Ghar el Melh: los tres fuertes y la dársena;

263 los monumentos de Soliman, Testur y Túnez han sido restaurados por mis amigos Mohamed Kadri bouteraa, Moheddine boughanmi, Mohamed beji ben Mami, y mi amiga Faouzia ben Zahra.

4- Mateur: la zagüía de Sidi bin aissa;5- Menzel Djemil: la Gran Mezquita, la zagüía de Sidi bouchid y la zagüía de Sidi bin aissa;6- Soliman: la Gran Mezquita;7- Teburba: la zagüía de Sidi bin aissa, la zagüía de Sidi ali azouz y la mezquita Yaakouri;8- Testur: la Gran Mezquita, la mezquita Zituna, la zagüía de Sidi abderrahman y fachadas de la calle mayor;9- Túnez: la zagüía de Sidi Sordo, la mezquita Subhan allah, el pa-lacio Haddad, la madrasa de los andalusíes, el pórtico de la Gran Mezquita Zituna, el panteón funerario de Youssef Dey y la zagüía de Sidi Kasim;10- Zaghuan: la Gran Mezquita, la mezquita del zoco, la zagüía de Sidi ali azouz y la zagüía de Sidi Tayaa;

(Podemos añadir la restauración de muchas fachadas de monu-mentos situados junto a los recorridos turísticos de El alia, bizerta, Testur o Zaghuan).

El estado de conservación de los edificios (fuertes, mezquitas, zagüías) era de ruina inminente. Un adecuado diagnóstico de pato-logías con una metodología apropiada, el uso de artesanos, obreros formados in situ y materiales tradicionales han permitido una inter-vención de consolidación, conservación y puesta en valor de estos edificios del patrimonio morisco en el extranjero. El resultado de la recuperación de los monumentos restaurados desarrolla, en mi opi-nión, una forma particular de restauración ejecutada en un ambiente difícil.

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ALJAMA ET ALJAMÍA ET AUTRES fORMES DE RéSISTANCE MORISQUE

Mohamed Néjib Ben Jemia

Faculté des Lettres, des Arts et des Humanités

Université de la Manouba

iNTrODUCTiON

au Moyen Âge, l’Etat unifié n’existant pas encore, on accepte l’autre dans sa différence, mais avec un statut qui fait de lui un ci-toyen inférieur.

avec l’époque moderne, apparaît une nouvelle conception de l’Etat qui vise à l’homogénéité. En Espagne, cette évolution sera accé-lérée par la victoire sur l’islam. après 1492, le vainqueur chrétien, qui a réalisé l’unité territoriale, veut la parfaire par la réalisation de l’uni-té idéologique et religieuse; il s’oriente donc vers l’assimilation des groupes minoritaires et se sépare de ceux qui refusent de se convertir. C’est le sens de l’expulsion des Juifs en 1492.

En cette fin du XVème siècle, et en ce début du XVième, nous assis-tons donc au renforcement de l’Etat, et à une nouvelle conception du fait religieux. la religion devient donc un lien de cohésion politique entre tous les sujets et le pouvoir du nouvel Etat, symbolisé et assumé par le monarque. ainsi apparaît la doctrine selon laquelle il ne peut y avoir dans le royaume qu’une seule religion, moyen de domination politique: l’unité religieuse est d’intérêt d’Etat. l’établissement de l’inquisition castillane se situe dans cette perspective, et cela dès 1478.

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alJaMa ET rEPli iDENTiTairE

Face à ces changements, les Morisques s’évertuent à conserver leur organisation sociale, héritée du Moyen Âge, dont le noyau est «la aljama» ou conseil municipal. les aragonais et les Valenciens y parviennent.

C’est dans les aljamas de Valence et d’aragon, plus riches, plus peuplées et mieux organisées, que naît la tentation de résistance à l’assimilation et à la répression. Elles sont aussi l’interlocuteur pri-vilégié du pouvoir: lorsque des négociations s’engagent, ce sont des délégués des aljamas qui se rendent auprès du seigneur ou à la cour.

Ces aljamas ont leur organisation, clandestine ou non. il y a là des jurats, des alfaquis, des alcadis. les moriscos principales, c’est-à-dire riches et de qualité, y jouent un grand rôle. Plusieurs sont les descen-dants de très vieilles familles nobles d’avant les Chrétiens. Parmi ces personnages importants, on trouve les abenamirs, les izquierdo...

la grande préoccupation des aljamas était de conserver vivantes les valeurs de l’islam et d’empêcher les Morisques d’abandonner les croyances de leurs ancêtres et les croyances qui y étaient attachées. les aljamas faisaient donc tout ce qui était en leur pouvoir pour maintenir la cohésion religieuse du groupe.

Nous découvrons ainsi la véritable identité des Morisques: ils sont et veulent être les descendants des Mudéjares. ils vivent leur nouvelle situation comme une tentative de dépersonnalisation islamique.

En Castille, où l’habitat est plus disséminé, la aljama, quand elle est organisée, ne pourra pas avoir un rôle aussi efficace qu’à Valen-ce ou en aragon. Néanmoins, là encore, les Morisques essaient de conserver aussi longtemps que possible le modus vivendi fondé sur une certaine tolérance. Dans l’étude menée par r. Carrasco sur la communauté morisque d’arcos, relevant de l’inquisition de Cuen-ca, à la frontière de la Castille et de l’aragon, nous sont présentés des Morisques qui n’ont pas cessé, depuis leur conversion forcée de 1502, de rester attachés à leurs traditions devenues avec le temps plus culturelles que religieuses. C’est tout un ensemble de coutumes qui

survivent. On change de linge le vendredi et on n’hésite pas à aller travailler son jardin le dimanche. On fait gras le vendredi, on refuse de boire du vin et de manger du porc. On a ses périodes de jeûne à soi et on enterre ses morts selon le rituel musulman. bref, on «fait tout à l’envers» comme le dit un témoin Vieux Chrétien. Mais en même temps, dès le milieu du siècle, on ne sait plus aucune prière en ara-be, et l’enseignement des alfaquis n’est plus qu’un lointain souvenir et on ne pratique guère la circoncision. les Morisques d’arcos ont appris à combiner en toute bonne foi leur «être maure» avec les en-seignements de l’Eglise. ils étaient maures et chrétiens à leur façon, plus maures que chrétiens au fond d’eux-mêmes, plus chrétiens que maures par leurs pratiques extérieures. Cela dure jusqu’en 1570, lors-que l’inquisition, préoccupée des contacts qu’ont ces Morisques avec leurs voisins aragonais plus islamisés, intervient.

le Morisque est l’héritier des Mudéjares qui sont eux-mêmes des musulmans d’Espagne. ibn Khaldoun, au XiVème siècle, les présen-tait dans ses Prolégomènes comme jaloux de leur ascendance et de leur agnation, parce que lointains descendants des tribus bédouines du désert. l’esprit de corps, la solidarité, se sont manifestés tout au long de l’histoire de ce peuple.

Cet esprit de corps, qui résulte des liens de la communauté, pous-se le groupe à faire front commun, à manifester sa solidarité face à l’adversaire. «Or, pour combattre, il faut avoir la solidarité du groupe agnatique», affirme ibn Khaldoun.

Cette solidarité (‘asabiyya) est une des caractéristiques des Mo-risques. l’un des principes qui ont permis la survie du groupe au cours d’un siècle de persécutions. Ce principe soude la communauté, et cela, bien sûr, malgré les désertions et les compromissions de quel-ques-uns. Cette solidarité morisque apparaît au moment où l’un des membres est privé de liberté (emprisonnement par l’inquisition, ré-duction à l’esclavage après le soulèvement des alpujarras). alors les gens de la famille vont de village en village pour réunir la somme exigé pour le rachat. Nombreux sont les cas où toute la parenté se mobilise. Cette solidarité s’étend aussi aux amis et connaissances de

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l’esclave. Ce grand sentiment d’une communauté de destin fait partie de l’héritage que les Morisques ont reçu de la brillante civilisation arabe du Moyen Âge à travers les Mudéjares.

la cellule familiale avec le prestige du père joue un grand rôle dans l’organisation sociale des aljamas. De père en fils, on se transmet l’héritage de la foi islamique. l’exemple du Valencien ali Caxet, brûlé le 4 novembre 1576, est de ce point de vue révélateur. Face au Jésuite Jerónimo de Mur qui venait le sermonner en arabe dans sa cellule, il ne sait répondre que ceci: “que era nieto de moro y hijo de moro y quería ser moro y que su padre había sido baptiçado por fuerça”.

les grands lignages apparaissent souvent comme la clef de voû-te de la résistance morisque: les chefs de la rébellion des alpujarras appartiennent aux anciens lignages. la Suprême ne s’y trompe pas: à Valence elle tenta d’affaiblir les grandes familles morisques: après avoir essayé de les attirer à soi, elle s’employa à les déshonorer et à les affaiblir.

Etonnante résistance morisque donc, grâce à cette solidarité et à l’influence de ces lignages, valeurs héritées du Moyen Âge.

1492: cette date représente-t-elle donc une rupture ou une conti-nuité? S’il y eut rupture, elle fut progressive. On alla bien des rapports de féodalité au centralisme, mais des éléments hérités du Moyen Âge se retrouvent tout au long du XVième siècle: pensons par exemple à la situation politique en aragon où les relations entre Morisques et seigneurs ne furent guère modifiées.

il serait par ailleurs assez caricatural d’opposer la prétendue tolé-rance du Moyen Âge (on sait ce qu’elle était devenue au XVème siè-cle: la dégradation des rapports entre les membres représentatifs des trois cultures en témoignent) à l’intolérance de l’époque moderne. il n’en est pas moins vrai que la prise de Grenade ne put qu’aggraver les rapports de force entre vainqueurs et vaincus et que la voie était désormais ouverte à l’intolérance déclarée, humus fertilisent de la haine, du rejet de l’autre et de son expulsion.

C’est dans cette atmosphère que va naître la aljamía dans les communautés mudéjares puis morisques en tant que mécanisme de

défense, le repère d’une identité compromise. Elle essaie d’exprimer l’idéal coranique et de lutter contre le milieu hostile qui l’a condition-née. Elle est le reflet d’une conscience d’être en opposition. Saussure affirme dans le Cours de Linguistique Générale que “les moeurs d’une nation ont un contrecoup sur sa langue et d’autre part et dans une large mesure, c’est la langue qui fait la nation”.

Variante islamique de l’espagnol, la aljamía est un nouveau code linguistique sémitisé à divers degrés. Cette sémitisation répond aux besoins des Morisques d’adapter l’idiome de l’autre à leur spiritualité propre. Cette adaptation est le résultat d’un croisement entre un men-talisme arabo-musulman et le physisme langagier espagnol, croise-ment qui se traduit par une tendance prononcée aux calques lexicaux, syntaxiques et stylistiques de l’arabe, aux emprunts et autres types de néologismes.

Ce qui confrère aux emprunts à l’arabe leur spiritualité et signi-fication intégrale c’est certainement leur mode d’articulation et de substitution au sein du système linguistique espagnol. le plus sou-vent, ces emprunts sont loin d’être des signes arbitraires dont l’usage relève d’une simple commodité d’expression. ils sont motivés par l’univers idéel musulman qui les véhicule et leur assure toute leur charge sémantique et symbolique. ils en sont la conséquence, une réalisation lexicale immédiate264. Ce qui rejette l’explication de leur essence par “l’absence de leurs équivalents en espagnol”, thèse que soutient américo Castro en affirmant que “el elemento árabe en el romance peninsular se debió a la necesidad de llenar deficiencias...”, d’autant plus que nous trouvons dans les textes aljamiado-morisques des technicismes islamiques traduits en alternance avec le terme ara-be: almalake/angel; açadake/caridad; jahannam/fuwego; al fadila/virtud; attohr/purificación, addu’a/rogariya...

les cas d’emprunts à valeur religieuse sont si nombreux en aljamía. ils se font le support linguistique et le sédiment d’un anta-gonisme de foi, vivace en Espagne à son époque la plus conflictuel-le, c’est-à-dire lors de la superposition des trois castes de la société

264 HEGGi, Ottmar, “la función de los entornos en la interpretación semántica: una aproximación a la lengua de los moriscos”, Las Prácticas Musulmanas de los Moriscos, iSD, Tunis, 1989.

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aujourd’hui espagnole: catholique, juive et musulmane.l’introduction de signes arabes dans la langue des Morisques

est certes une caractéristique particulière de la aljamía. Cependant, il est un autre fait linguistique saillant mais à peine étudié: les cal-ques sémantiques de l’arabe. C’est un processus épineux, scabreux, nébuleux. En effet, étant donnée l’incommensurabilité des langues, c’est-à-dire les différences de surfaces notionnelles d’un signe à un autre pris dans deux codes distincts, il est difficile de localiser les cas de croisement sémantique ou encore d’affirmer que le système sémi-tique dans l’exemple de la aljamía a été le modèle idéal de départ, l’origine du transfert sémique d’un lexème conçu en arabe à un lexè-me existant dans la langue cible: l’espagnol. aussi, nous présentons ces quelques exemples avec beaucoup de réserve, exemples étudiés à partir du manuscrit aljamiado 1163 de la b.N.P265.1- Eskribir: la aljamía dote souvent ce verbe d’un sens propre au champ sémantique du verbe (kataba) qui veut dire écrire et à la fois destiner, réserver. (Escribirá allah walardón por ello F° 25).2- Ser pobre de: cette tournure est un calque de l’arabe (faqurun ilà) “être dans le besoin, nécessiter”.3- Oír: en aljamía ce verbe peut être le calque du verbe arabe (sami‘a) qui signifie “entendre”, mais aussi “être favorable à”, “approuver”, “répondre à”.

Si les emprunts constituent un pontage entre les deux civilisations grâce à la perméabilité des structures lexicales, les calques sémanti-ques et les parallélismes expressifs entre l’arabe et l’espagnol consti-tuent un hiatus: ayant à exprimer une vision du monde qui leur est spécifique, les Morisques ont dû calquer dans l’usage de la aljamía, des processus linguistiques propres à leur univers islamique.

Ces calques transcendent la sémantique pour affecter la syntaxe de l’espagnol morisque que l’on voit conserver maintes constructions et tournures arabes. Pour a. G. Fuentes, l’arabisme syntaxique de la aljamía reflète une intention plus ou moins exprimée de se laisser in-

265 bEN JEMia, Mohamed Néjib, Edition critique et étude linguistique du manuscrit aljamiado-morisque 1163 de la Bibliothèque Nationale de Paris, Thèse de doctorat soutenue à l’Université de Paris-Sor-bonne, Paris iV, 1982.

fluencer, intention motivée par le prestige d’une culture supérieure266. En ce sens, la sémitisation syntaxique de la aljamía est la conséquen-ce d’un mentalisme où la langue arabe est vécue comme un modèle idéal et subconscient, un gradient de civilisation, un repère pour la logique et la forme de pensée musulmane, démarche qu’illustrent les nombreux cas de parallélismes sinon de transpositions structurales d’un système à un autre.

l’arabisation de la aljamía affecte aussi le style des auteurs des manuscrits morisques, formant un langage autarcique qui ne plonge que dans la mythologie personnelle et secrète de ses auteurs, dans cette hypophysique de la parole où s’installent les grands thèmes verbaux de leur existence. le style aljamiado est le produit d’une poussée solitaire de la pensée. Ses références sont au niveau de son passé. indifférent aux normes de la société qui le hante, transparent à la société qui l’écoute et le lit, il n’est nullement le produit d’un choix, d’une réflexion sur la littérature de l’époque; il est plutôt la part privée du rituel; ils s’élève à partir des profondeurs mythiques de l’auteur morisque et s’emploie hors de sa responsabilité. il est métamorphose obstinée de l’espagnol chrétien, transmutation d’une humeur rebelle qui essaie de ressusciter la force de l’invocation du verbe coranique à travers les calques stylistiques de tournures arabes. En voici quelques exemples tirés du bNP 1163:

la figure étymologique où le verbe et son sujet ont la même ra-cine morphologique est une figure très courante en arabe, donnant une valeur emphatique à l’action. Cette construction se trouve cal-quée dans les textes aljamiados:

... grita un gritante (F° 75)

... i sálvalos salvamiento (F° 125)

... Kuando tremolará la tierra su tremolamiento... F° 130r)l’ellipse du verbe copulatif, propre à l’arabe, est une figure récur-

rente chez les auteurs morisques:- El día veintinoveno de la luna ( ) día bueno, bendito (F° 143v)

266 GalMÉS DE FUENTES, Álvaro, «interés en el orden lingüístico de la literatura española alja-miado-morisca», Actes du Xe Congrès International de Linguistique et Philologie Romanes, Strasbourg, 1965, tome 2, págs. 527-546.

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- Kien se bañará el día de ‘axura ( ) par él la-l-fadila suya (F° 25)l’archaïsme linguistique de la aljamía constitue un autre aspect

non moins important que les arabismes de sa différenciation et de sa démarcation par rapport à l’espagnol chrétien267. l’archaïsme peut être expliqué comme étant le résultat d’un isolement culturel imposé aux Morisques par la majorité dominante. Mais l’on ne peut écarter l’hypothèse selon laquelle l’existence d’un idéal linguistique différent a poussé les derniers hispano-musulmans d’Espagne à se désintéres-ser des nouveautés de la langue officielle, qui se développe progressi-vement sous l’action du latin dans ses diverses modalités (classique, médiévale, ecclésiastique et humaniste). En effet, à partir de la fin du XVe siècle et tout au long du XVie siècle —époque de la floraison de la littérature aljamiada— l’espagnol connaît de profondes trans-formations qui affectent aussi bien ses moyens d’expression que sa fonction sociale et politique. l’espagnol se convertit non seulement en langue nationale, mais aussi en langue universelle. l’invention de l’imprimerie a accéléré ce processus en contribuant à la diffusion d’un plus grand nombre de textes et à la fixation de nouvelles nor-mes. Cette évolution qui a fait de l’espagnol la langue de l’Empire (“la lengua fue siempre compañera del imperio” disait antonio de Nebrija), s’est accompagnée de profonds changements idéologiques. le particularisme médiéval a engendré l’idéal d’une parfaite unité culturelle et nationale.

Pour les Morisques, la renaissance a dû représenter un mouve-ment irréconciliable avec l’islam. Dans son aspect linguistique, elle serait rejetée par les Morisques pour sa saveur néo-païenne. Durant cette époque la langue littéraire des chrétiens abonde en allusions et en références à la mythologie gréco-romaine. il s’agit d’une espèce de rhétorique qui contribue aux possibilités expressives du langage et que l’on ne retrouve nullement dans la littérature aljamiada. D’autant part, la renaissance correspond à l’époque du nationalisme naissant en Espagne, époque où l’idéologie de l’Etat tend vers l’intégration de la nationalité, la langue et la religion. Commence alors un processus

267 SÁNCHEZ ÁlVarEZ, Mercedes, Observaciones sobre el arcaismo lingüístico de los textos aljamiado-moriscos, Sharaq al-andalus, Xii (1995), págs. 339-348.

centraliste supposant une rupture avec le particularisme médiéval qui permettait dans le passé la coexistence des trois religions révélées sur le sol péninsulaire. il n’est pas étrange que ce conservatisme mo-risque ait eu des répercussions sur la aljamía, langue marquée par le figement de moyens d’expression médiévaux. la révolution linguis-tique de l’espagnol qui a commencé à la fin du XVème siècle, à peine laisse-t-elle des traces dans le lexique ou dans les registres stylistiques des textes aljamiados. Ces textes recèlent, par contre, de cultismes ou de semi-cultismes tels que bendito, capítulo, cátedra, claridad, contrario, escrito, espacio, espiritual, examinar, manifestar, natura, perdurable, perso-na, remembranza, secreto, servitud, etc. il s’agit cependant de cultismes d’origine médiévale. beaucoup d’entre eux restent en vigueur jusqu’à nos jours. leur présence dans les textes aljamiados s’explique par la participation morisque au patrimoine linguistique commun aux trois castes à une époque de convivialité.

aussi bien l’évolution de la langue hispano-chrétienne que celle de sa variante hispano-musulmane sont déterminées par les circons-tances historiques et l’environnement culturel propres à chaque com-munauté. l’expulsion des Morisques en 1609 a mis fin naturellement au phénomène de la aljamía, modalité islamique de l’espagnol, du moins, en puissance. Mais cette modalité reste un cas très intéressant pour la linguistique culturelle, dans la mesure où elle nous donne un exemple clair de différenciation linguistique due à des facteurs extra-linguistiques. D’une part, elle illustre l’impact du crédo islamique et la formation d’un nouveau moyen d’expression propre à la commu-nauté morisque. D’autre part, elle nous éclaire sur le conservatisme des derniers musulmans de al-andalus et leur démarcation par rap-port à la révolution linguistique qu’a connue l’Espagne de la renais-sance, démarcation motivée soit par désintérêt, soit par des scrupules de nature idéologique.

la sémitisation de la langue morisque, ses archaïsmes et ses cultismes sont autant d’aspects qui démontrent que les Morisques ont développé un signe d’identification, une code particulier, mais un code où ils ne se sentent pas en terrain profane et qui leur permet de

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vivre en toute intimité... le maintien de la graphie arabe est une sorte de confession de foi, puisque vécue comme écriture sainte fixant à jamais la voix divine. l’introduction de technicismes islamiques est en rapport avec les thèmes religieux souvent évoqués dans la littérature prosélitiste morisque. le recours à des constructions syntaxiques et à des tournures stylistiques empruntées à l’arabe —qui demeure le référent de leur idéal— est une preuve de l’adhésion des Morisques au modèle culturel et spirituel musulman.

la littérature aljamiado-morisque est en définitive une catharsis, une sublimation des frustrations nées de la hantise et de la persécu-tion inquisitoriales. Elle est une promesse, un repère et à la fois un miroir où se réfléchit la conscience d’être en opposition des derniers musulmans d’Espagne.

aUTrES FOrMES DE rÉSiSTaNCE MOriSQUE. la POlÉMiQUE aNTiCHrÉTiENNE

Utiliser la polémique quand on est minoritaire, c’est dire non à la politique d’intégration, c’est prendre ses distances. Et si le XiVème siècle semble du point de vue des textes polémiques être une époque de léthargie (et il le fut aussi en ce qui concerne les opérations militai-res de la reconquête), au XVème siècle, nous assistons à une floraison du genre, floraison qui coïncide d’ailleurs avec la genèse du phéno-mène linguistique aljamiado que nous venons d’appréhender à tra-vers l’œuvre du Mufti alfaqui de la aljama de Ségovie ‘içâ de Gebir. Ce livre est connu sous le titre de Brebiario çuni. il énumère essentiel-lement les obligations morales et juridiques de tout musulman. On peut dire qu’il est dans le droit fil des recommandations coraniques. D’une part, l’auteur met en garde ses coreligionnaires contre la vie commune avec les chrétiens et leur recommande de préserver leur identité sociologique, garant de leur identité religieuse: “No uses las pláticas, usos y costumbres de los cristianos, ni sus trajes ni semejan-ças, ni las de los pecadores, y serás libre de los pecados ynfernales”. D’autre part, s’il polémique avec les chrétiens, c’est toujours de la façon la plus courtoise. Son œuvre fut très lue par les Morisques, et il nous en reste un nombre relativement élevé de versions, tant en

espagnol qu’en aljamiado.la polémique antichrétienne des Morisques revêt un caractère

traditionnel. les Morisques sont les derniers héritiers de l’islam d’Es-pagne: ils ne renouvellent pas les arguments et s’inspirent donc des grandes œuvres orientales et occidentales. C’est ainsi que le grand théologien al-Ghazâli, qui vécut à alexandrie dans les toutes premiè-res années du Xiiième siècle, influença leurs écrits. les Morisques s’inspirent de son traité Al-radd al-jamil... (“réfutation excellente de la divinité de Jésus-Christ d’après les Evangiles”). Ses œuvres étaient lues par les Morisques. Parmi les manuscrits trouvés dans la “librai-rie” morisque d’amonacid de la Sierra figure un résumé en arabe des œuvres d’al-Ghazâli.

les principes d’exégèse appliqués dans certains écrits morisques sont déjà chez al-Ghazâli: renonçant à l’accusation de corruption des textes de l’Ecriture (tahrif), quelques polémistes admettent leur authenticité et disent que les chrétiens ne savent pas interpréter leurs propres Ecritures, car ils ont un respect excessif de la tradition et ne savent pas reconnaître les métaphores, lorsque le sens littéral est en contradiction avec la raison. C’est peut-être aussi chez al-Ghazâli que les Morisques ont puisé leur argumentation de base concernant la Trinité.

il est vrai que d’autres textes morisques semblent plus près de l’argumentation de ibn Hazm de Cordoue, qui accuse les Chrétiens d’avoir falsifié l’Ecriture.

après l’expulsion, certains Morisques vont chercher des argu-ments chez Turmeda. al-Hanafi, s’interrogeant sur la divinité de Jé-sus, pose cette question: comment les ongles et les cheveux du Christ peuvent-ils tomber et se corrompre s’il est Dieu? Une partie de la di-vinité peut-elle périr? Exactement comme dans la Tuhfa.

Ce que nous devons constater, c’est que dans ces œuvres arabes se dessine la dialectique générale que nous retrouvons dans les textes morisques. Tout d’abord les croyances chrétiennes en la Trinité et en l’incarnation vont contre l’Unité, ou Unicité divine: un ne peut égaler trois. Ensuite, le Christ est à la base de toute discussion polémique: Dieu ne saurait devenir homme. Enfin le culte et les pratiques chré-

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tiennes sont fausses et à rejeter. la critique des textes est le fondement de tout cela: par mauvaise interprétation, ou falsification, les Ecritures chré-tiennes sont inutilisables. On leur oppose le Coran et le rôle du Prophète.

autre caractéristique de la polémique des Morisques: elle plonge ses racines plus que toute autre dans la réalité ambiante. Sa produc-tion est d’ailleurs liée à ces circonstances historiques. Elle est souter-raine, de tels textes ne pouvaient circuler que sous le manteau; il était inimaginable au XVième siècle de pouvoir organiser des controver-ses publiques.

la polémique ne s’arrête pas subitement au moment de l’expul-sion en 1609; on peut même dire qu’elle repart de plus belle en l’ab-sence de l’un des deux partenaires.

les Morisques dans l’ambiance d’une liberté de plume retrou-vée avec l’exil, loin de toute censure, se délectent dans la production d’œuvres polémiques. il s’agit d’affermir dans la foi musulmane les coreligionnaires chez qui peuvent rester encore quelques souvenirs de leur contact avec les chrétiens, et aussi de répondre aux textes qui paraissent en Espagne et dont certains parviennent à leur connais-sance à Tunis. Citons les deux auteurs les plus importants: le premier, ibrâhim al Taybili (en Espagne Juan Pérez). Cet homme de lettres, fort religieux, installé après l’expulsion à Testour, met sa plume et sa maî-trise de la langue espagnole au service de ses compatriotes andalous émigrés. il écrit lui-même des textes d’instruction religieuse et des textes polémiques, et collabore dans ce sens avec le second auteur que nous voulons citer, ahmed al-Hanafi.

l’étude de la polémique intercommunautaire permet d’appro-cher le problème morisque dans un de ses aspects essentiels: l’op-position religieuse de deux communautés. Mais n’oublions pas que l’affrontement prend aussi d’autres formes et qui vont depuis le sou-lèvement armé jusqu’à la résistance passive, en passant par la course et le banditisme morisque.

GéNESIS Y DESARROLLO DEL LIbRO RecueiL D’ÉTuDeS SuR LeS MoRiScoS AnDALouS en TuniSie

Ramón Petit

Instituto Europeo del Mediterráneo

En primer lugar, quiero dar las gracias a la ilustre y sabia institución tunecina beit El Hikma, y en particular a su director y viejo amigo, el Profesor abdelwahab bouhdiba, que, siguiendo la antigua tradición que caracteriza a Túnez como tierra de acogida, nos ofrece la ocasión de reunirnos para hablar de la expulsión de los moriscos de España y de su instalación en Túnez.

En segundo lugar, quiero y debo agradecer la invitación a partici-par en este Coloquio internacional al Embajador de España en Túnez, el Excelentísimo Señor don Juan ramón Martínez Salazar, con el que me unen sólidos lazos desde 1977, forjados en torno a la restauración de la Zagüía de Sidi Qasim aljalizi; y a raja Yassine bahri, directora del Departamento de español de la Universidad de la Manouba, aca-démica correspondiente de la real academia Española de la Historia, y compañera y amiga de aquellos mis años en Túnez.

Salí de Túnez en el mes de febrero de 1987. Desde esta fecha aban-doné mi relación directa con el mundo morisco, con el que estuve muy vinculado durante mi estancia en este país, tanto por mis vi-vencias personales como por el estudio y trabajo a los que me vi ar-rastrado por el gran Embajador de España, fallecido hace un par de años, D. alfonso de la Serna.

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Empiezo a hablarles de mi salida de Túnez cuando debería em-pezar, quizás, por hablarles de mi llegada, de mi primer contacto con descendientes de moriscos y de los estudios y trabajos que a conti-nuación emprendí. Más adelante les hablaré de todo ello. Si he dado comienzo, pues, a estas palabras hablando de mi salida de Túnez y del cese de mi relación con la realidad morisca es porque no pretendo, ni puedo, ahora, aportar ninguna novedad erudita.

Después de dieciocho años de permanencia en Túnez, mi trasla-do a roma en 1987 supuso una reorientación profunda, tanto de mis obligaciones e intereses como de mis curiosidades, y limitó el segui-miento de los avances de los estudios sobre los moriscos a la lectura de artículos especializados y a contactos personales esporádicos con algunos de sus investigadores.

En la actualidad —y después de otra importante reorientación, de hace unos pocos años, debida a mi vuelta a España— los proyec-tos expositivos y las actividades culturales que organiza el instituto Europeo del Mediterráneo, de barcelona, me han permitido reanudar los lazos con el mundo magrebí, y con Túnez especialmente, y tam-bién con los investigadores españoles relacionados con ellos; lazos que, aunque nunca se vieron cortados, habían quedado un tanto re-legados.

Después de esta premisa, paso a contarles, al modo que los crí-ticos de arte denominan “el cuadro dentro del cuadro”, la “historia dentro de la historia” de los estudios dedicados a los moriscos de Túnez que emprendimos Míkel de Epalza y yo en 1971 y que dieron como fruto el Recueil d’études sur les Moriscos Andalous en Tunisie edi-tado en 1973268. Sé que esta historia, o parte de ella, es conocida por algunos de ustedes. Sin embargo, considero que no está de más repe-tirla, ya que espero aportar, si no nuevos datos, sí la pequeña historia humana que la sustenta y que ha hecho posible realidades tangibles.

En septiembre de 1970 el embajador de España en Túnez era D. alfonso de la Serna. Cuando le he mencionado más arriba, lo he hecho con el calificativo de “Gran Embajador”. El mismo calificativo

268 DE EPalZa, Míkel, PETiT, ramón, Recueil d’études sur les moriscos andalous en Tunisie, Ma-drid, 1973, instituto Hispano Árabe de Cultura, Dirección General de relaciones Culturales, M.a.E.

lo he oído a intelectuales, tanto españoles como extranjeros, a diver-sos embajadores españoles y al propio Ministro de asuntos Exterio-res, Miguel Ángel Moratinos. al hablar de alfonso de la Serna en el discurso que leyó en el homenaje del 18 de junio de 2007 en el salón de actos del Museo de américa de Madrid, nos decía:

hombre afable, íntegro y conciliador, de actitud abierta y flexible, que supo adaptarse a los profundos cambios políticos y técnicos que le to-caron vivir en la segunda mitad del siglo pasado. Mantuvo con deter-minación el componente ético y humanista de la diplomacia clásica y antepuso la comunicación personal y el conocimiento a la tecnocracia. El Embajador de la Serna es uno de los más reveladores exponentes de nuestra diplomacia, del acervo de las relaciones internacionales de España y de nuestra cultura en la acción exterior. De él hemos aprendido enfoques y análisis aún vigentes en la política exterior española, que se conduce por sus rastros de entendimiento, diálogo y de buena vecindad,

de los que son buena muestra el diálogo hispano-magrebí y el diálogo euro-mediterráneo que se ha desarrollado desde el Proceso de barce-lona de 1995 y que a partir de ahora asumirá la recién creada “Unión por el Mediterráneo”, con sede en barcelona.

En 1970, apenas incorporado a mi puesto de director del Centro Cultural Español de Túnez, alfonso de la Serna me encomendó dos tareas: la primera, y contando con la colaboración de su amigo, el entonces decano de la Facultad de letras de la Universidad de Túnez, el Profesor Mohamed Talbi, instrumentalizar la enseñanza del espa-ñol en dicha Facultad, que por primera vez se impartiría a finales de aquel mismo año 1970, y dar cuerpo y estructura al nuevo Departa-mento de Español con el apoyo de la Embajada de España.

Para la segunda me dio dos textos: el primero era del mayor eru-dito y bibliófilo moderno tunecino, el antiguo ministro, premio na-cional de literatura y miembro correspondiente de la real académia de la Historia de Madrid, Hassan Husni abdelwahab, titulado: Coup d’oeil général sur les apports ethniques étrangers en Tunisie 269, reeditado

269 abDElWaHab, Hassan Husni, Coup d’œil général sur les apports ethniques étrangers en Tunisie, «revue Tunisienne», Tunis, 1917, págs. 305-316, págs. 371-379. reeditado por «Cahiers de Tunisie», Tunis, 1970, XViii, págs. 69-70, págs. 149-169.

ramón petit GéNesis Y desarroLLo deL LiBro recueiL d’études sur Les moriscos aNdaLous eN tuNisie

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ramón petit GéNesis Y desarroLLo deL LiBro recueiL d’études sur Les moriscos aNdaLous eN tuNisie

en la revista «Cahiers de Tunisie». El segundo era la traducción del inglés al francés por el mismo Embajador del artículo del Profesor John Derek latham270 publicado en inglés en 1957 en «Cahiers de Tunisie» y titulado: Towards a study of Andalusian Immigrations and its place in Tunisian History. Míkel de Epalza y yo lo presentamos en nuestro libro Recueil d’études sur les moriscos andalous en Tunisie con el título: Contribution à l’étude des immigrations andalouses et leur place dans l’histoire de la Tunisie.

la orden del Embajador fue tajante: “¡apréndaselos casi de me-moria!”. ambos textos eran, y creo que todavía son, fundamentales para estudiar la historia y el drama de los moriscos, y también para comprender mejor su integración y la trascendencia de su presencia en la sociedad tunecina. Hoy en día, y después del desarrollo de los estudios sobre los moriscos, son en todo caso una buena introducción a la historia de los moriscos de Túnez.

Éste será, si no el principal, uno de los más importantes ejes cultu-rales y humanos sobre el que alfonso de la Serna hará girar su labor diplomática y cultural en Túnez. Se trataba de fomentar los estudios sobre los moriscos y las relaciones humanas con sus descendientes para rescatar las tradiciones que les conceden un cierto orgullo de casta y que son signos diferenciales frente a los distintos sustratos de la población local.

No es el momento de explayarse sobre el desarrollo de la en-señanza del español en la Universidad de Túnez. Sin embargo, sí es necesario volver a mencionar sus inicios para introducir la llegada del Profesor Míkel de Epalza a Túnez en 1971. Durante dos cursos académicos fue profesor del pequeño Departamento de español que habíamos iniciado andelmagid limayem y yo mismo en diciembre de 1970.

Míkel de Epalza, estudioso y experto, ya entonces, de temas mo-riscos, era conocido en Túnez por los investigadores de temas his-pánicos. además, había participado en 1969 en Hammamet en el primero de los coloquios bianuales entre historiadores tunecinos y

270 laTHaM, J.D., Towards a study of Andalusian Immigration and its place in Tunisian History, “Cahiers de Tunisie,” (Tunis), V, 1957, págs. 203-252.

españoles que se realizarían alternativamente en Túnez y en España durante casi veinte años, y que fueron creados también por iniciativa del Embajador de la Serna.

aunque tampoco es el momento de hacer un análisis político de la situación del Túnez de los años 70, sí creo que una breve men-ción puede contribuir a esclarecer el ambiente en el que se enmarcaba nuestra presencia y se desarrollaba nuestra acción cultural.

Junto a la proverbial afabilidad tunecina, se percibía un notable aperturismo intelectual y una clara voluntad de cooperación en to-dos los campos. En 1970, después del largo y socializante período de cooperativismo del Ministro ben Salah y del gobierno de transición de bahi ladgham, llegamos al nombramiento como Primer Ministro de Hedi Nouira, creador y director del banco Central de Túnez, que acelerará el proceso de apertura del país. Son unos años de libera-lismo creativo, que yo calificaría de entusiasta; años fecundos para los intercambios. En este marco, alfonso de la Serna, creador minu-cioso de buenas relaciones, fijará y ampliará una red de conocimien-tos que profundizará y asimilará para encontrar en ellos los puntos de interés recíproco que nos permitirían establecer un diálogo sincero y continuo.

Espero que lo dicho hasta ahora configure un poco el ambiente en que alfonso de la Serna nos propuso a Míkel de Epalza y a mí el proyecto de hacer un libro que sirviera para poner al día los distintos y desperdigados estudios realizados hasta la fecha sobre los moriscos de Túnez. Esta sugerencia, con las investigaciones, descubrimientos y contactos que a diario se nos presentaban a Míkel de Epalza y a mí mismo relacionados con la realidad morisca, constituyen la génesis de nuestro libro.

Nuestra intención era poner al alcance de investigadores o gente curiosa, de lengua o compresión de la lengua francesa, entre ellos los tunecinos, un conjunto de textos poco accesibles por estar publicados en revistas especializadas y en lenguas muy diversas (árabe, español, inglés, catalán, italiano y francés).

Quisimos justificar la apelación “moriscos andalous” que utiliza-

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mos en el título del libro. Un “andaluz” de Túnez no es forzosamente un morisco. los “moriscos” —en terminología de origen hispánico— son los árabes musulmanes (llamados también andaluces, granadi-nos, mudéjares o tagarinos) que permanecieron en España después de los edictos de expulsión o conversión. Son, pues, españoles de origen árabe y oficialmente cristianizados. En cuanto a “andaluz”, es una denominación de origen árabe que designa a todos los habitantes de al-andalus, de la Península ibérica. así pues, consideramos que la denominación “morisco andaluz” es adecuada, pues se refiere a la comunidad de emigrantes hispano-árabes instalados en Túnez a principios del siglo XVii.

la estructura del libro está confeccionada a partir de los dos trabajos de conjunto y básicos citados anteriormente: los de Hassan Husni abdelwahab y John Derek latham.

Hassan Husni abdelwahab, autor de Coup d’oeil général sur les ap-ports ethniques étrangers en Tunisie, leyó este estudio en el Congreso de Orientalistas de 1908. En él examina todas las aportaciones étnicas extranjeras y se detiene especialmente en la de los moriscos andalu-ces. El autor, con orgullo, se atribuía origen morisco271. El gran mérito de este trabajo es haber destacado las características principales que agrupan a los andaluces de Túnez en una conciencia colectiva común que constituye el rasgo étnico más importante que persiste aún entre ellos en nuestros días272.

John Derek latham, profesor de la Universidad de Manchester, presenta en 1957 en «Cahiers de Tunsisie» el trabajo: Towards a study of Andalusian Immigration and its place in Tunisian History, artículo largo y probablemente el más importante hecho hasta aquel momento sobre los moriscos en Túnez. Mereció que le concediéramos un lugar muy destacado en nuestro Recueil, más aún por no haber tenido la difusión a que era acreedor. a partir de su publicación, los trabajos sobre los moriscos de Túnez adquirieron una amplitud y un nivel científico nuevos. El autor aprovechó todo lo publicado anteriormente para ha-

271 Recueil… cit., págs. 378 y ss.272 Recueil… Presentación del artículo de Hassan Husni abdelwahab, pág. 16.

cer una puesta al día aún válida hoy, decíamos Epalza y yo en 1973273. En cierta medida pretendíamos que nuestro Recueil fuera una nueva tentativa de puesta al día, quince años después, de todas las líneas de investigación que el Profesor latham brillantemente había iniciado para la preparación de su obra Andalusians in Barbary.

De los trabajos publicados entre 1908 y 1957, fechas en las que aparecen los dos estudios a los que nos acabamos de referir, sólo ree-ditamos tres cuyas temáticas no fueron suficientemente desarrolladas por el profesor inglés. Dos, de carácter literario, pertenecen a Jaime Oliver asín; el tercero está dedicado a la arquitectura y es de Georges Marçais, que estudió la gran mezquita de Testur.

Con el mismo afán de completar los aspectos menos tratados hasta el momento solicitamos a los especialistas que considerábamos más indicados artículos que satisficieran las posibles lagunas. Estos artículos representan el ochenta por ciento del total del libro.

Se incluyen cuatro estudios sobre el viaje de los exiliados: Jean Pi-gnon nos habla de su situación anterior al exilio en España siguiendo el libro de Henri lapeyre Géographie de l’Espagne Morisque274. Juan Pe-nella y louis Cardaillac nos describen las distintas vías del éxodo de los moriscos por Francia, los puntos de partida y llegada, así como los abusos y exacciones que sufrían y los procesos que se hicieron en su defensa. Para completar la comprensión de este éxodo, abdelmajid Turki nos presenta dos relatos autobiográficos de moriscos, uno recla-mando sus orígenes nobles hispanoárabes con una argumentación de hidalgo español que alega la pureza de sangre, y otro de un capitán de barco que nos habla de la llegada al Nuevo Mundo de moriscos españoles. Henri Pieri aporta el texto escrito en español por un mo-risco que nos da su punto de vista sobre su nueva patria, Túnez, y la acogida que les dispensan a su llegada Uzman Dey, protector en su aspecto material, y abu-l-Gayt al-Qashash, preocupado por su bie-nestar religioso.

273 Recueil…, pág. 21.274 laPEYrE, Henri, Géographie de l’Espagne Morisque, pág. 304. École Pratique des Hautes Etudes Vi, Section, Centre des recherches Historiques, Col. Démographie et Sociétés T ii, Paris, S.E.V.P.E.N., 1959.

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Denise brahimi, a través de los relatos de viajeros europeos, modi-fica el punto de vista general de este grupo étnico, que pasa de la categoría de pueblo perseguido a pueblo colonizador, rico en cultura, superior y eficaz, vanguardia de una cultura europea avanzada en contraste con el atraso técnico del Magreb árabe. Míkel de Epalza, con una minuciosa investigación de 246 documentos jurídico-comerciales de los archivos del consulado de Francia en Túnez (fundado en 1582 y único consulado hasta finales del siglo XVii), sitúa a los andaluces en su contexto vital, que no es otro que el tunecino, y nos describe sus distintas actividades con listas de sus personajes más destacados.

Juan Penella, l.P. Harvey, Jaime Oliver asín y Clelia Sarnelli nos presentan los lazos culturales y nostálgicos que unen a los moriscos con España, así como los sufrimientos derivados de su situación de inmigrantes expresados literariamente en español. Más adelante, cuando ya habían asimilado la cultura árabe y contaban con sabios y escritores, lo hicieron en lengua árabe, como nos señala el profesor Mohamed al-Habib al-Hila.

El profesor Juan Penella resume en el trabajo que le encargamos las conclusiones de su tesis y fija los márgenes de lo que podríamos llamar “la literatura española en Túnez”. Su estudio, sin embargo, no se limita estrictamente a lo literario, ya que nos introduce en los pro-blemas de adaptación religiosa y cultural de los moriscos de Túnez. Por su parte, el profesor Harley trata de las relaciones de la literatura religiosa de los moriscos tunecinos con la de sus antecesores hispa-nos presentando dos textos: uno de polémica anticristiana, fenómeno corriente e importante de la literatura religiosa de los musulmanes perseguidos, y otro que fija la filiación literaria de una escuela de es-critores musulmanes en español, pasando así de los textos aljamia-dos a textos escritos en buen castellano.

Jaime Oliver asín con el artículo titulado: «Un morisco tunecino admirador de lope», estudia un manuscrito de la colección Gayan-gos y nos habla de la estructura íntima de esta literatura aljamiada como una asimilación de la forma literaria castellana por el islam pe-ninsular y de la doble cultura de los moriscos inmigrados. Del mismo

autor, Jaime Oliver asín, escogimos el segundo capítulo de un pe-queño libro que publicó en 1948 sobre la primera edición del Quijote en que aporta un documento nuevo, de origen hispano-tunecino, a la polémica sobre la primera edición de la obra antes de la princeps de 1605. El autor defiende su teoría con diversos testimonios, resaltando especialmente el de un morisco de Testur llamado Juan Pérez, alias ibrahim al-Taybili.

la investigadora italiana Clelia Sarnelli, de la Universidad de Nápoles, aporta el estudio crítico de un manuscrito de al-Haggari que encuentra en la biblioteca Nacional de El Cairo, un relato auto-biográfico de un musulmán de España que viaja a Francia y Holanda en misión diplomática. Sobre el mismo al-Haggari, llamado bejarano en español, Juan Penella estudia un manuscrito de la biblioteca de bolonia del que es autor de una tercera parte, siendo el responsable de las otras dos el piadoso morisco de Túnez Muhamed rubio. Este manuscrito constituye un auténtico repertorio bibliográfico de obras hispano-musulmanas y morisco-tunecinas escritas en español y ofre-ce a los emigrantes las bases culturales y religiosas necesarias para su progresiva adaptación a la civilización arabo-islámica del Magreb, de la que desconocían aún su lengua y sus prácticas religiosas. aprove-chando su cultura más avanzada y el bilingüismo de algunos de ellos, los moriscos pudieron adoptar la civilización que los acogía sin tener que romper con su lengua madre.

la arquitectura de la capital la estudian Jacques revault y Sliman Mustapha Zbiss, y la de los pueblos, Georges Marçais y abdelaziz Daoulatli.

De Slimane Mustapha Zbiss (llopis), morisco-andaluz ilustre, académico correspondiente de la academia de la Historia de Madrid y arqueólogo, recogemos parte del discurso que, como director del Service des Antiquités del Institut National d’Archéologie et Arts, pro-nunció en el acto de hermanamiento entre la ciudades de Túnez y barcelona el 27 de marzo de 1969. la información que aporta toca temas fundamentalmente arqueológicos como pistas posibles para futuras investigaciones, como son las estelas funerarias y su estudio

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epigráfico (Zagüía de Sidi Qasim aljalizi).De Jacques revault275 seleccionamos diversos textos que reflejan

la aportación de los moriscos a la ciudad de Túnez. Nos informa de familias cuya importancia se mide por la riqueza de sus palacios, de la implantación urbanística del barrio morisco o de los andaluces, y de barrios artesanales como el de los fabricantes de chechías.

la monografía más completa dedicada al pueblo de Testur, toda-vía válida, está escrita por Georges Marçais: Testour et sa Grande Mos-quée. Contribution à l’étude des andalous en Tunisie276. Es fundamental para el estudio del monumento arquitectónico más importante y pre-ciado del patrimonio hispánico de los moriscos emigrados a Túnez. Se trata de un ejemplo excepcional de la influencia del arte barroco en la arquitectura religiosa magrebí, que se erige como testimonio en piedra del biculturalismo que hemos encontrado en la literatura de los refugiados durante las primeras décadas de su instalación en Túnez.

Siguiendo los consejos de Sliman Mustapha Zbiss sobre la necesi-dad del estudio de las placas conmemorativas y las estelas funerarias, el investigador y más tarde director de Fondation pour la Sauvegarde de la Medina de Tunis y director del Institut National d’Archéologie et Arts de Túnez, abdelaziz Daoulatli, recoge nuestra sugerencia de estudiar la placa conmemorativa que se encuentra en la mezquita morisca del pueblo andaluz de El alia, de la que ya habían dado noticia ante-riormente Ozman Kaak en 1953 y J.D. latham en 1957. De esta placa conmemorativa Daoulatli extrae importantes informaciones arqueo-lógicas, históricas y culturales sobre la instalación de los moriscos en unas ruinas deshabitadas desde la época de los romanos.

Siguen los estudios dedicados a la artesanía importada por los moriscos. El que versa sobre la fabricación de la chechía tunecina de

275 rENaUlT, Jacques, Palais et demeures de Tunis (XVI et XVII siècles), Paris, 1967, y Palais et de-meures de Tunis (XVIII et XIX siècles), Paris, 1971, editados por el Centre National de la recherche Scientifique.276 MarÇaiS, Georges, Testour et sa Grande Mosquée. Contribution à l’étude des Andalous en Tunisie, Tunis, 1942, revue Tunisienne, págs. 147-169, reedición con ilustraciones por el ayuntamiento de Testur bajo el Patrocinio del Secrétariat d’Etat aux Affaires Culturelles et à l’Information, Túnez, 1969. Traducción al árabe de S.M. Zbiss, “al Thouraya”, Túnez, 1945-46.

Sophie Ferchiou277 es la obra más completa sobre el tema. Nosotros nos permitimos aportar aspectos complementarios, como los trabajos del profesor Muhamad an-Nabi278 sobre la historia de la chechía an-terior a los moriscos y de Paul Teyssier279, que nos habla del vocabula-rio artesanal de los instrumentos para la fabricación de la chechía.

Clémence Sugier280 nos habla de las tocas femeninas y Fathia Skhiri281 de la fabricación de mantas; aporta también un interesante estudio sobre las múltiples y enriquecedoras influencias de la cocina morisca sobre la cocina tradicional tunecina. ambas ponen de relieve las influencias andaluzas en el conjunto de la vida tunecina.

Tres importantes trabajos de geografía humana, que tienen en cuenta el medio ambiente, la economía, la sociedad y la religión, estu-dian, por un lado, las huellas de la presencia morisca en las regiones rurales del norte de Túnez y, por otro, los distintos procesos de inte-gración de los emigrantes hispanos a las distintas sociedades locales. ahmed Kassab habla de la región de Testur; Mohamed El aouani, del bajo Medjerba, y Hafeh Sethom, de la región del Cabo bon. Sin embargo, queda por estudiar o profundizar, dentro del fenómeno de la integración de la comunidad morisca, su principal distintivo, que es el sentimiento, yo diría orgullo, de los orígenes hispanos que les confiere su conciencia étnica.

Finaliza el libro con los escritos de dos hombres políticos, alfonso de la Serna y Chedly Klibi, ex Ministro de Cultura de Túnez. Ofre-cen reflexiones históricas sobre el contenido político y cultural que puede aportar el estudio de esta comunidad de emigrantes españoles a Túnez en el siglo XVii para las relaciones actuales entre nuestros dos países.

alfonso de la Serna escribe un rico y delicioso artículo que concluye con el siguiente párrafo: La Tunisie et l’Espagne, qui ont vécu,

277 FErCHiU, Sophie, Technique et société: la fabrication de la chechia tunisienne, París, 1971.278 aN-Nabi, Muhamad, Al-sasiya al-tunisiya, eb “Al-Amal al-taqafi”, Tunis, 2 oct. 1970.279 TEYSSiEr, Paul, Le vocabulaire d’origine espagnole dans l’industrie tunisienne de la chechia, «Mélanges offerts à Marcel bataillon par les hispanistes français», bulletin Hispanique, bordeaux 1962, lXiV bis págs. 732-740.280 SUGiEr, Clémence, Les coiffes feminines de Tunisie, «Cahiers des arts et Traditions Populaires», Tunis, 1968, 2, págs. 60-78.281 SKHiri, Fathia, Deux couvertures de Testour, «Cahiers des arts et Traditions Populaires», Tunis, 1969, 3, págs. 21-40.

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au long de l’histoire (…) portant en leur sein (…) la quintessence de toutes les cultures méditerranéennes, pourront offrir à la coexistence des riverains une précieuse contribution de haute valeur politique, au sens le plus noble du mot: la fraîche vitalité de l’Afrique, l’illustre culture de l’Occident et la vieille sagesse de l’Orient. Trois trésors qui se résument dans les noms d’Hannibal, de Saint Augustin et d’Ibn Haldun.

antes de concluir, quiero hablarles de un proyecto de coopera-ción entre España y Túnez iniciado en 1971, siendo Embajador alfon-so de la Serna y concluido diez años después, y que está muy relacio-nado con los moriscos, y especialmente con abu-l Gayt al-Qashash, su protector cuando llegaron a Túnez. Me estoy refiriendo a la restau-ración de la Zagüía de Sidi Qasim aljalizi.

Situada entre la parte alta de la muralla de la Kasba y la Place aux Chevaux de Túnez, fue construida en el siglo XV por Sidi Qasim aljalizi, apodo que recibió por su condición de alfarero fabricante de azulejos. Es posiblemente de origen andaluz, aunque en su tumba hay una inscripción que sitúa su nacimiento en Fez. Formado en Se-villa, emigra al cabo de los años a Túnez. aljalizi aporta las últimas novedades estéticas y técnicas de las cortes árabes de al-andalus. Su llegada a Túnez renueva la alfarería con la aportación de la técnica de la “cuerda seca” y añade modas decorativas nuevas en los azu-lejos que fabrica. El recinto se amplía sucesivamente y, a su muerte en 1496, por su fama de hombre piadoso, su casa se transforma en mausoleo, con una pequeña mezquita adosada. Siguiendo la tradi-ción iniciada por Sidi Qasim de acoger a andaluces expulsados de España, abu-l-Gayt al-Qashash añade dependencias para acoger a los moriscos que llegaban a Túnez. Sidi Qasim aljalizi es un claro exponente de este fluir por el Mare Nostrum, quintaesencia de todas las culturas mediterráneas, en que los círculos vitales se superponen, se entrecruzan, se unen y muchas veces se encadenan.

En la actualidad, y después de la restauración llevada a cabo por España y Túnez, el mausoleo de Sidi Qasim aljalizi sigue siendo un lugar de culto, y alberga un museo epigráfico de estelas funerarias y un pequeño museo de cerámica. En las dependencias anejas a la pe-

queña mezquita se imparten, como en el siglo XV, clases de cerámica, que se iniciaron con la colaboración del ayuntamiento de barcelona. Pasqual Maragall, entonces alcalde, se entusiasmó con el proyecto de ceder dos profesores de la Escuela Massana, dependiente de dicho ayuntamiento, durante cinco cursos académicos. Todo el material de esta nueva escuela de cerámica lo aportó el Ministerio de asuntos Exteriores de España. Sin la contribución del Sr. abdelaziz Daoulatli, entonces director de la Fundación para la Salvaguardia de la Medina de Túnez y autor, como ya he dicho, de uno de los trabajos de nuestro Recueil, difícilmente se habría podido concluir este proyecto en su parte arquitectónica.

Quiero que estos recuerdos en torno a un trabajo realizado en los años 70 sean un homenaje, pequeño pero sentido, a alfonso de la Serna y Míkel de Epalza, protagonistas entonces y hoy ausentes.

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UN PROYECTO AUDIOvISUAL PARA EL Iv CENTENARIO DE LA EXPULSIóN

DE LOS MORISCOS :DE ARAGóN A TúNEZ, EL LARGO RE-CORRIDO DE UNA fAMILIA MORISCA

José María Perceval

Universidad Autónoma de Barcelona

iNTrODUCCiÓN

Hacía tiempo que se venía pensando en la realización de un gran proyecto que, utilizando los medios audiovisuales y las nuevas tec-nologías, afrontara la odisea de la expulsión de los moriscos. la oca-sión ha venido dada por el 400 aniversario de la expulsión.

bajo el patrocinio de la Casa Árabe, un grupo de expertos en el campo de las ciencias sociales y de la comunicación ha diseñado el proyecto de un audiovisual que uniera la cultura y la divulgación a la hora de afrontar el drama morisco con el fin de explicar la historia de lo que sucedió desde una perspectiva didáctica, la situación pre-sente en que se encuentran los estudios sobre los moriscos y las pers-pectivas que plantean las actuales investigaciones. Se eligió realizar un producto audiovisual por su carácter innovador y vanguardista282 y se adoptó el género documental-ficción como la mejor estrategia narrativa de descripción de una realidad histórica283, en el que era

282 CErDÁN, J., TOrrEirO, C., Documental y Vanguardia, Cátedra, Madrid, 2005; COllaS, Gérald, El desafío de la realidad, Valladolid, 1997; COMOlli, J.l. Filmar para ver, buenos aires, 2001. 283 bUONaNNO, Milly, El drama televisivo. Identidad y contenidos sociales, Editorial Gedisa, barce-lona, 1999.

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especialista la productora Sagrera que lo llevó a cabo. No era el primer documental que se realizaba sobre los moriscos.

los medios de comunicación habían tratado el tema en diversos mo-mentos pero desde una posición externa al mismo, con una mínima base histórica y, frecuentemente, cayendo en tópicos sentimentales y románticos nada científicos. Se trataba de realizar un producto cultu-ral que, sin dejar de ser divulgativo, cumpliera unas normas acadé-micas y tuviera un valor pedagógico posterior para la comunidad universitaria.

la finalidad del mismo consistía en mostrar el conocimiento actual que tenemos sobre este acontecimiento histórico sin olvidar la reflexión y el debate sobre la tragedia tal como ocurrió. Todo ello enmarcado en una locución accesible al gran público y cumpliendo los criterios de un formato adecuado al lenguaje audiovisual de la pequeña y gran pantalla284.

Debíamos describir un momento clave de la historia española. Nos encontrábamos ante una decisión política —un decreto emanado del poder real español en 1609— y una tragedia humana —la expul-sión de trescientas mil personas de su tierra natal—. Se trataba, por tanto, de exponer un hecho histórico y, al mismo tiempo, crear una tensión emocional en el espectador que permitiera su identificación con el suceso y un acceso más profundo al mismo285. la expulsión de los moriscos no era un acontecimiento histórico anecdótico, sino algo que conmovió profundamente la sociedad de su época —y nos sigue conmoviendo— como tragedia que afectó tanto al grupo expulsado morisco como a la sociedad cristiana que lo permitió, lo aplaudió o lo condenó en silencio.

El núcleo central de los diversos documentales que formaban el conjunto del proyecto lo constituiría una docu-ficción, un documen-tal ficción, que uniría la historia real con la recreación dramática me-diante actores. Junto a este documental dramatizado, se realizarían otros cuatro documentales de factura más tradicional sobre persona-

284 brESCHaND, Jean, El documental, la otra cara del cine, Paidós, barcelona, 2004.285 CaTalÀ, Josép Maria, La imagen compleja: La fenomenología de las imágenes en la era de la cultura visual, Universidad autónoma de barcelona, 2005.

jes, lugares, vida cotidiana e historia de la comunidad morisca.

El aNiVErSariO DE la EXPUlSiÓN: MEMOria Y rEFlEXiÓN

Un problema de los aniversarios —y sus inevitables celebracio-nes—, es la reductividad posible que se puede aplicar a un suceso tan complejo mediante la mitificación del mismo, destacando sólo uno de sus múltiples aspectos o reduciendo la totalidad a una serie de tópicos bienintencionados. Por una parte, es fundamental contar con el eco mediático, ya que los aniversarios son siempre una buena ocasión para obtener audiencia y recursos económicos para los actos académicos y congresos. Por otro lado, son precisamente los medios de comunicación de masas, muchas veces, quienes acentúan los pro-blemas de un aniversario incidiendo en los aspectos más anecdóticos o triviales del mismo, llegando a deformar absolutamente la reflexión necesaria sobre los mismos.

En el otro extremo —sin eco mediático—, muchos aniversarios son estudiados y conmemorados por un círculo tan reducido de es-pecialistas universitarios que —aunque cuenten con un interés aca-démico evidente, que se refleja en ocasiones en excelentes publica-ciones posteriores—, quedan recluidos en los apartados claustros universitarios, en las disputas de escuelas historiográficas y en las intervenciones especializadas, únicamente inteligibles para el círculo o cenáculo de los profesionales del tema en cuestión.

Por ello, con esta producción cultural audiovisual quisimos huir de estos extremos: evitar tanto el tópico vulgar como la mitificación ingenua que se producen en los aniversarios estrella de los medios, pero sin caer tampoco en la reducción de la superespecialización o el clan cerrado universitario. la reflexión sobre la expulsión de los moriscos se merecía mucho más. No era un hecho histórico más ni una prenda preciosa para las disputas académicas. la seriedad de los estudios realizados hasta ahora debía verse reflejada y era necesario divulgar este punto concreto de una historia desgraciada pero plena de enseñanzas.

Se trataba de una decisión que fue tomada desde el poder y que dividió a dos comunidades dando como inevitable la extirpación de

José maría perceval uN proYecto audioVisuaL para eL iV ceNteNario de La eXpuLsiÓN de Los moriscos

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José maría perceval

varo Galmés de Fuentes, bernard Vincent, Francisco Márquez Villa-nueva, Miguel barrios aguilera, abdeljelil Temimi, Mercedes García arenal, Juan Goytisolo, luis bernabé Pons... Se habían dado pasos de gigante en los diversos apartados desde la historia de mudéjares y moriscos a la literatura aljamiada y el romance morisco; desde las causas generales de la expulsión al estudio local y temático; desde una descripción general de los expulsados al estudio de matices di-versos, grupos que se quedaron, que volvieron, que se ocultaron....

rEFlEJar la COMPlEJiDaD

las historias de buenos y malos son historietas de la Historia. los estudios de los últimos años han reflejado una complejidad enorme de la sociedad morisca y de la sociedad cristiana así como de las dife-rentes actitudes que se adoptaron ante el hecho de la expulsión. las interpretaciones simplistas o historicistas ha quedado atrás.

lo que han demostrado la mayoría de los estudios de los últimos treinta años ha sido que el determinismo histórico debe ser superado por la realidad histórica. No es cierto que la expulsión fuera inevi-table. Podría haber sucedido en las juntas de lisboa de 1582, como acertadamente indicó rafael benítez Sánchez-blanco289, o haberse pospuesto de nuevo indefinidamente como ya indicó el profesor Ma-nuel barrios. Podría haberse ahondado en una política de asimila-ción más profunda exclusivamente religiosa sin tocar las costumbres propias de la comunidad mudéjar-morisca o continuar con medidas represivas etno-culturales que se habían impuesto desde el sínodo de Guadix de 1554290. lo que no parece posible es que se volviera a una política de evangelización suave erasmista y pre-tridentina, ni por supuesto defender la temida «libertad de conciencia» que los panfle-tistas antimoriscos señalaron como el mayor mal posible. los teóricos arbitristas disputaban aún en la primera mitad del siglo XVii, como

289 bENÍTEZ SÁNCHEZ-blaNCO, rafael, «¿Hacia la expulsión de los moriscos? las juntas de lisboa de 1582», Congreso Internacional Las Sociedades Ibéricas y el Mar a Finales del Siglo XVI, III Madrid-lisboa, 1998, págs. 181-202.290 GallEGO bUriN, antonio, GaMir SaNDOVal, alfonso, Los moriscos del Reino de Granada según el sínodo de Guadix de 1554, Granada, 1968.

uN proYecto audioVisuaL para eL iV ceNteNario de La eXpuLsiÓN de Los moriscos

una de ellas, que fue realizada como una purificación general de la sociedad “cristiano vieja” española y alabada como tal. En su mo-mento, lo que revelaba era la decisión de un gobierno débil que bus-caba una víctima fácil para su propaganda, pero se presentó como una gran victoria imperial286. Había que reflejar todos estos aspectos que fueron ocultados por una propaganda magnificadora contra es-tos enemigos de la corona que, con el tiempo, se transformaron en enemigos de la patria.

a partir del siglo XiX, las disputas sobre la esencia de España complicaron la situación. los moriscos fueron utilizados como arma arrojadiza entre dos bandos de la construcción nacional: una escuela progresista liberal describió la expulsión como la consecuencia de la cerrazón de una España intransigente que anuló la otra España; en el otro bando, una escuela conservadora dictaminó la inevitabilidad de una medida que evitó mayores males al unificar la mentalidad de los españoles y homogeneizar el país dentro del catolicismo evitando las guerras civiles. las dos escuelas opinaban sobre la actualidad política y colocaban a los moriscos como actores de otro drama al que no per-tenecían. Esta disputa ha continuado hasta la actualidad287.

Había que acabar con este mito doble y esencialista: superar la alternativa entre caer en una visión de la España intransigente (las dos Españas) o justificar la España que necesitó sobrevivir extirpando cuerpos extraños a su esencia eterna. Y, en los últimos años, un grupo de historiadores había roto el nudo gordiano de esta alternativa ideo-lógica con magníficos estudios y trabajos científicos. Se necesitaba re-sumir y situar los diversos trabajos que durante estos últimos treinta años habían realizado desde diversas perspectivas antonio Domín-guez Ortiz288, Mikel de Epalza, María Soledad Carrasco Urgoiti, Ál-

286 la intención fue clara en los libros encargados para ‘justificar’ la expulsión y estudiados en CaNDaU CHaCÓN, María luisa, Los moriscos en el espejo del tiempo. Problemas históricos e histo-riográficos, Universidad de Huelva, 1998; PErCEVal, José María, Todos son uno. Arquetipos de la xenofobia y el racismo. La imagen del morisco en la monarquía española de los siglos XVI y XVI, instituto de Estudios almerienses, Diputación de almería, 1997. 287 El mejor resumen de esta disputa en el siglo XX es el enfrentamiento teórico entre los parti-darios de Nicolás Sánchez albornoz y américo Castro. Ver CaSTrO, américo, La realidad histórica de España, México, 1954; SÁNCHEZ albOrNOZ, Claudio, España, un enigma histórico, buenos aires, 1957. 288 El libro que rompe una tendencia y marca el cambio es el de DOMÍNGUEZ OrTiZ, antonio; ViNCENT, bernard, Historia de los moriscos. Vida y tragedia de una minoría, Madrid, revista de Oc-cidente, 1979, Nueva edición alianza, Madrid, 1997.

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fórmula de la docu-ficción.El documental, como género audiovisual, ha sufrido en los úl-

timos treinta años cambios muy importantes292. los primeros docu-mentales seguían una estrategia narrativa de tipo lineal trasladando directamente un ensayo escrito que se ilustraba con imágenes en mo-vimiento. la única innovación importante que se añadió en los años sesenta fue el inserto de declaraciones de especialistas sobre el tema expuesto o, en el caso de la línea cultural de la bbC, la presencia de un narrador conocido —un especialista o un personaje público— que se dirige al espectador provocando una cierta complicidad293.

la aparición en ciertos reportajes históricos de figurantes se intro-duce en los años setenta no sin cierta crítica de los historiadores que deseaban una separación absoluta entre su disciplina, considerada como una descripción de la realidad, y la narración de ficción, des-preciada o minusvalorada como simple entretenimiento de las ma-sas294. la polémica sobre si estas apariciones eran adecuadas se unió al hecho evidente de que los primeros ensayos ficcionales de canales de Historia americanos acentuaban directamente tópicos manidos y en muchos casos se presentaban como un parche poco digerible aca-démicamente295.

los films históricos contribuyeron a provocar una reflexión sobre la pedagogía de la ficción como reflejo y reflexión sobre la Memoria histórica. Comenzaron a realizarse films históricos con claras preten-siones documentales como El retorno de Martín Guerre (1982), En busca del fuego (film de Jean Jacques annaud, 1982); films con una ambien-tación histórica controlada por especialistas como El nombre de la rosa (1986), cuya escenografía estuvo asesorada por el medievalista Jacques le Goff296 o El último emperador de bernardo bertolucci (1987).

292 barNOUW, E., Documentary. A history of the non fiction film. New York: Oxford University Press, 1993; alVÁrEZ bErCiaNO, rosa, El documental en televisión: tradición y debates en torno al documental en la genealogía de las actuales formas de no ficción, Tesis doctoral, Uab, barcelona, 2007.293 KriWaCZEEK, Paul, Documentary for the Small Screen, Focal Press, Oxford, 1997.294 la aprensión por la ficción es bien antigua y tiene unas bases teóricas ilustradas: aDOrNO, Theodor, HOrKHEiMEr, Max, “la industria cultural: ilustración como engaño de masas”, Sociedad y comunicación de masas, FCE, México, 1981, págs. 393-432.295 brUZZi, Stella, New documentary: a critical introduction, routledge, londres, 2000.296 la relación entre annaud y el EHESS quedó rota cuando el director impuso la biblioteca de la escena final que no era medieval sino que se basaba en dibujos de Piranesi del siglo XViii.

muestran los escritos de Pedro de Valencia291. Por su parte, la comunidad morisca se encontraba en franco pro-

ceso de aculturación. Nos encontramos desde comunidades aún ara-bizadas y cripto-musulmanas en lugares apartados como las sierras de levante hasta grupos absolutamente integrados como el del Valle de ricote en Murcia, con una gradación que nos muestran fenóme-nos tan complejos como los Plomos del Sacromonte, el Evangelio de bernabé o los diversos textos de la rica cultura aljamiada. Todos no son uno, como afirmaba Jaime bleda. Es la imagen que quiso reflejar la literatura justificatoria de la expulsión y que, desgraciadamente, mantiene aun cierta escuela historiográfica.

En el documental se ha pretendido reflejar todas las escuelas y las maneras de abordar el tema morisco. Desde los que opinan que la expulsión de los moriscos es el primer gran ensayo europeo de ex-clusión étnica que prepara la catástrofe final totalitaria del continen-te, hasta los que piensan que es necesario enmarcar este fenómeno dramático en el contexto de un momento europeo de confrontación con el islam del imperio Otomano y con las guerras de religión que asolaron Europa del norte.

En cuanto a las diversas disciplinas para abordar el tema morisco, se ha intentado abarcar también la mayor extensión y variedad para ofrecer una mejor comprensión de la comunidad morisca y de su ex-pulsión. Por ello, se ha reunido en el audiovisual a arabistas, mu-dejaristas e historiadores de la Edad Moderna junto a especialistas locales, filólogos, sociólogos, antropólogos o pensadores interesados en el estudio de la diferencia y la exclusión.

El PrOYECTO: ¿POr QUÉ UNa DOCU-FiCCiÓN?

la Casa Árabe lideraba el proyecto que se adecua a su propó-sito original constitutivo de tender puentes de comunicación entre el mundo árabe y España, aumentar el conocimiento mutuo, reflexionar sobre los diferentes aspectos de la historia y la memoria que nos son comunes. la forma elegida era un documental histórico que adoptara la forma más actual de narrativa audiovisual: por ello, se eligió la

291 DE ValENCia, Pedro, Tratado acerca de los moriscos, 1606.

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auténtica biblioteca aljamiada a finales del siglo XiX299. Creamos una historia basada en dos hechos reales: la expulsión

de la comunidad morisca de almonacid, pueblo aragonés de tierras de secano, propiedad del conde de aranda300, y el descubrimiento fortuito de esta biblioteca morisca enterrrada durante siglos301. la in-novación que pretendíamos realizar con la docuficción Expulsados: La tragedia de los moriscos daba un paso más. Dos historias se cruzan: por una lado, la de la familia morisca del siglo XVii obligada a salir de su pueblo natal, almonacid de la Sierra y, por otro, la historia de un joven profesor aragonés en busca de la verdad sobre un libro encon-trado en almonacid.

El guión respetó en lo posible los nombres de los protagonistas de la época (la familia aziz fue una de las expulsadas, el señor de almonacid de la época era un Ximénez de Urrea, el capitán larra-soana estuvo en el puerto de los alfaques durante el embarque de los expulsados de almonacid, el clérigo aznar Cardona había sido cura de moriscos en la zona, el doctor Calavera fue expulsado en ese momento...). asimismo, los diálogos fueron extraídos en muchos ca-sos de documentos de la época, novelas, tratados o panfletos anti-moriscos. El pillastre que vende relaciones de Cordel en una plaza cita al completo un texto de Cervantes en El coloquio de los Perros, el sacerdote jesuita recita textos de Pedro de Valencia y el clérigo anti-morisco expone argumentos con palabras del panfletista antimorisco Jerónimo aznar Cardona302.

El guión tenía una trama de novela introspectiva y de aventuras. En una metáfora unamuniana, el protagonista de la ficción, un joven profesor de instituto que ha heredado una casa en almonacid, busca la verdad entre los especialistas de la vida real, pregunta a los histo-

299 aNSON CalVO, María del Carmen, «almonacid de la Sierra: un pueblo de moriscos en la en-crucijada de la expulsión», Destierros Aragoneses, I, Judíos y moriscos, Zaragoza, institución Fernando el Católico, 1988, págs. 303-312.300 los expulsados de almonacid sumaron en el puerto de los alfaques 454 hombres, 490 mujeres, 278 muchachos, 176 muchachas, 119 de teta, en total 1517 personas (son datos de la relación de embarque, dentro del grupo 24, según leg. 225, Estado, archivo General Simancas). los niños no pagaron viaje.301 CODEra, Francisco, «almacén de un librero morisco descubierto en almonacid de la Sierra», braH, V, 1884, págs. 269-276.302 aZNar CarDONa, Jerónimo, Expulsión justificada de los moriscos españoles y suma de las exce-lencias cristianas de nuestro rey don Felipe Tercero deste nombre, Huesca, Pedro Cabarte, 1612.

El documental histórico se iba adaptando a estos cambios de la pantalla grande y los introducía a su vez: los figurantes tenían un papel cada vez más destacado, escenificándose partes completas de la narración con un mayor control de los especialistas universitarios para que no se produjeran anacronismos en vestuarios, mobiliario o construcciones reflejadas en el documental. Estas escenas fueron mejorando en los últimos años hasta la introducción de un género nuevo, la docuficción, que daba un gran salto al introducir diálogos y trama en la representación y donde actores profesionales recreaban momentos históricos concretos con la ayuda de especialistas.

Para las nuevas docuficciones se tomaba prestada una argumen-tación narrativa de la novela histórica y también de la novela policia-ca, por la búsqueda de un misterio que sería desvelado por los suce-sivos investigadores que aparecían en pantalla. El caso más llamativo fue la investigación llevada a cabo por National Geographic sobre el famoso Evangelio de Judas297 con una enorme resonancia mediática.

En los últimos años, los avances de la informática permitían asi-mismo una serie de presentaciones, figuraciones, fondos y construc-ciones virtuales que se incorporaron al género documental dándole una extraordinaria riqueza.

En el documental Expulsados: la tragedia de los moriscos, se pretendió unir todos estos avances al servicio de una exposición divulgativa, pedagógica y científica de la expulsión de 1609. bajo la realización de la productora Sagrera, especializada en documentales históricos para televisión, se buscó un plantel de actores reconocidos de la escena española como Fernando Guillén o Pablo Derqui.

la introducción de tramas de novela negra llevó a idear la búsque-da de un hilo argumental de misterio con un viejo tópico de la novela gótica, el hallazgo de un libro secreto: la historia de la familia aziz escrita en lenguaje aljamiado (grafía árabe y contenido romance)298. Por ello, se eligió como lugar central de la narración la población de almonacid de la Sierra, donde se había descubierto «realmente» una

297 KrOSNEY, Herbert, El Evangelio perdido de Judas, National Geographic & rba; barcelona, 2006.298 bErNabÉ PONS, luis. F., Bibliografía de la literatura aljamiado-morisca, Universidad de alicante, 1992.

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del emir de Marruecos; Villarrubias de los Ojos (Castilla), destacada población porque sus moriscos volvieron ocultando su pasado; Vé-lez blanco (andalucía) donde los moriscos dejaron una impronta en el campo y las construcciones palaciegas de sus señores los Fajardo; Orán, a cuyas playas llegaron los primeros moriscos expulsados de Valencia; o Testur (Túnez), población construida por los moriscos ex-pulsados gracias a la benevolencia del Dey de Túnez al servicio de los otomanos.

En el reportaje dedicado a los personajes se quiso destacar una serie de protagonistas de la comunidad morisca que reflejaran la complejidad y la riqueza de la actuación de esta comunidad en todos los campos de la creación tanto cultural como científica o social. Se destacó a los Marín, familia de traductores y embajadores al servicio de la corona española; el médico Jerónimo Pachet, representante de la tradición médica andalusí perseguida en el siglo XVi; el sacerdote jesuita ignacio de las Casas, miembro de la comunidad morisca al mismo tiempo que religioso cristiano; el teólogo al-Guazir, polemista anticristiano; Núñez Muley, aristócrata e intelectual granadino que intentó, en un famoso memorial, evitar la catástrofe mediando sin éxito con los dirigentes cristianos; Mustafá Cárdenas, negociante y empresario que hizo su fortuna en Túnez.

En el reportaje dedicado a la vida cotidiana se destacaron diver-sos aspectos de la actividad morisca reflejando un día de trabajo en las faenas agrícolas —irrigación, cultivo, productos agrícolas—, y en los trabajos ciudadanos —oficios, actividades, organización de las aljamas—, las actividades de la casa —construcción, gastronomía, vida familiar—, y las de la vida pública del mercado o la plaza. Todo ello, reflejando la continuidad cultural que permanece en España de ese pasado.

Como dice el relator Fernando Guillén al final de este documental:

Hablamos de una ‘almohada’ cuando vamos a dormir, del ‘alfeizar’ de una ventana a la que nos asomamos o de la ‘alcantarilla’ que cruza nuestra calle. Montamos en un caballo ‘alazán’, medimos el campo en ‘fanegas’ o comemos un ‘albaricoque’. Nos hospedamos en una ‘fonda’, rellenamos

riadores que le aclararán sus dudas e inquietudes sobre la comunidad morisca. Para lograr la mejor veracidad en esta fábula se contó con la complicidad de los profesores bernard Vincent, Manuel barrios, Enri-que Soria, María luisa Candau, Dolors bramon, ricardo García Cár-cel, raja Yassine bahri, luis F. bernabé Pons y abdelhakim Gafsi303. Todos entraron en la ficción como actores de la docuficción interpre-tando el mejor papel que podrían realizar, el auténtico de profesores universitarios que responden a las dudas del protagonista.

El protagonista sigue un camino iniciático donde va descubrien-do la realidad de la historia de la familia morisca que se cuenta en el libro encontrado en almonacid y la realidad de la historia de los moriscos que le descubren los especialistas. las escenas unen y suce-den la historia de la familia aziz en los trágicos sucesos de 1610 y la relación del joven profesor con su abuelo en la actualidad, los actores interpretan tanto los papeles del siglo XVii como los del siglo XXi. El hilo argumental nos llevará a una solución final inédita que el prota-gonista descubrirá después de su viaje a Túnez y al pueblo morisco de Testur.

lOS TrES rEPOrTaJES TEMÁTiCOS: GEOGraFÍa, PErSONaJES, ViDa COTiDiaNa

En el reportaje de Geografía se reflejaron unos pocos ejemplos de poblaciones moriscas de la península ibérica y del Magreb escogidas por su singularidad o por un aspecto destacado por la investigación. así se filmó en Hornachos (Extremadura), cuyos habitantes moris-cos terminaron fundando la república autónoma y marítima de Salé en Marruecos; Pastrana (Castilla), la villa de los príncipes de Eboli, donde los moriscos expulsados de Granada contribuyeron al rico flo-recimiento del cultivo y telares de la seda antes de ser expulsados; los pueblos de la sierra de laguar y Muela de Cortes, donde resistieron los últimos moriscos valencianos; Cuevas de almanzora (andalucía), patria de Yuder Pachá, morisco que conquistó Tombuctú al servicio

303 En Túnez y en el marco del congreso ‘les morisques et la Tunisie’ (13-15 noviembre 2008) se grabaron las intervenciones de los profesores rafael benítez Sánchez-blanco, Miguel Ángel de bu-nes, Juan E. Gelabert, Trevor Dadson, Hayet belhmaied, Chakib bennafri, ahmed Saadaoui, Olatz Villanueva, José Cutillas, Mohamed Néjib ben Jemia y ramón Petit.

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Convertidos a la fuerza a principios del siglo XVi, la situación de los llamados «cristianos nuevos» se degrada con la intervención inqui-sitorial.

Finalmente, el documental analiza el momento concreto de la ex-pulsión y el desarrollo de los acontecimientos finales del traslado al Magreb de la mayor parte de esta comunidad.

MarCar UN HiTO, PlaNTEar laS PrOblEMÁTiCaS Y SErVir DE GUÍa DiDÁCTiCa

las intenciones que nos guiaron a la hora de construir este audio-visual no eran únicamente la de ofrecer un producto cultural nove-doso, sino que pretendían obtener una producción educativa con mucho mayor alcance.

En primer lugar, y en relación con el 400 aniversario de la expul-sión, marcar un hito en la reflexión sobre esta tragedia aprovechando los avances de las nuevas tecnologías. El audiovisual introducía tra-tamiento 3D —la bahía de los alfaques presentaba la escuadra espa-ñola de la época extraída de dibujos de la época, los cuadros de la colección que posee la fundación bancaja304—; y, todo el proyecto se coordinaba con una difusión inédita en internet.

En segundo lugar, se deseaba plantear las problemáticas que ha-bían surgido en la investigación sobre la expulsión de los moriscos en los últimos treinta años y que habían cambiado todos los parámetros de la historiografía tradicional española sobre el tema. Se trataba de la ruptura planteada por el historiador recién fallecido Míkel de Epalza, que había introducido dentro de los estudios sobre los moriscos es-pañoles una perspectiva que abarcaba y se expresaba desde las dos orillas del Mediterráneo, rompiendo el paradigma esencialista espa-ñol dominante hasta ese momento305. Este aspecto, que además unía una tendencia plurisdiciplinar, fue continuado por una serie de estu-dios de investigadores tanto peninsulares como magrebíes. El audio-

304 bErNabÉ PONS, luis F., «Una crónica de la expulsión de los moriscos. los cuadros de la colección bancaja», Sharq Al-Andalus. Estudios Mudéjares y Moriscos, alicante-Teruel, 14-15 (1997-1998), págs. 535-538. los cuadros están reproducidos en el catálogo de la exposición realizada por la Fundación bancaja en 1997. 305 DE EPalZa, Míkel, études sur les moriscos andalous en Tunisie, Madrid-Túnez, 1974, (Coautor: ramón PETiT).

un ‘albarán’ en una oficina, estudiamos ‘álgebra’ en la escuela y somos unos ‘zoquetes’ si no aprendemos bien la lección. El ‘alcalde’, el ‘alguacil’ y el ‘alférez’ acompañan nuestra vida municipal. Llamamos fulano a una persona que no conocemos bien y ‘alcahuete’ a una persona que conocemos demasiado. Manejamos ‘dinero’ que viene de ‘dinar’ e incluso decimos ‘ojalá’ cuando deseamos que suceda algo y es simplemente la traslación directa de ‘Alá lo quiera’. El pasado árabe impregna nuestras costumbres y nuestra vida cotidiana.

El rEPOrTaJE HiSTÓriCO

Finalmente, se realizó un último reportaje, de carácter estricta-mente histórico, cuyo contenido duraba 55 minutos y que tenía un formato clásico: una suma de declaraciones de especialistas que en-marcan un recorrido cronológico de los acontecimientos que rodea-ron la expulsión de los moriscos, narrados mediante una voz en off.

En este reportaje se resumió la situación política y social previa a la expulsión, la estructura y conformación de la sociedad morisca en su paso de la sociedad mudéjar a la morisca; y, finalmente, la su-cesión de acontecimientos de los años 1609 a 1614 con los avatares que envolvieron el traslado forzado de 300.000 personas fuera de la península y los destinos a los que arribaron.

la expulsión fue una decisión política dictaminada por el valido Duque de lerma y aprobada por el rey Felipe iii. la situación espa-ñola de esta primera década del siglo XVii estaba enmarcada en una profunda crisis económica y en una necesidad de firmar paces con las demás potencias europeas en un claro declive del imperio español. El perfil de los personajes y el análisis de esta coyuntura centran la primera parte de este reportajes.

En una segunda fase se analiza la suerte de los descendientes de musulmanes que quedaron en zonas cristianas después de la conquista de al-andalus. Primero llamados mudéjares a los que se permitía la práctica de la religión musulmana de acuerdo con las ca-pitulaciones de rendición, su situación se fue deteriorando hasta la servilización mientras la persecución religiosa y étnica aumentaba.

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visual se proponía como un resumen de este recorrido intelectual y una herramienta para continuar el fecundo debate iniciado por este historiador insigne.

Finalmente, el audiovisual —en realidad, un conjunto de docu-mentales— pretende servir de guía didáctica para futuros cursos y seminarios. Se completaría con fichas y libros introductorios que dispondrían de esta herramienta audiovisual para una mejor expli-cación de las problemáticas de la expulsión en seminarios y cursos especilizados.

EPÍlOGO

las ciencias sociales están transformando la estrategia y la forma de comunicar su mensaje, tanto a la comunidad universitaria como al público en general. las nuevas tecnologías pueden aportar herra-mientas importantes en este cambio. No se trata de cambiar el tipo de contenidos ni de vulgarizar el conocimiento aportado por las ciencias sociales, sino de estudiar nuevos lenguajes —audiovisuales y narrati-vos— que potencien la labor educativa.

al mismo tiempo, es necesario introducir en el mundo audiovi-sual productos educativos y culturales de calidad que puedan com-petir con los de entretenimiento para promover un ciudadano crí-tico y responsable. Se debe romper ese nudo gordiano que considera inevitable el axioma de producto educativo y aburrimiento. Por el contrario, hay que responder a una demanda de conocimiento por parte del ciudadano, demostrada en el éxito editorial de la novela histórica, con productos que vayan más allá de la simple ficción no-velesca ofreciendo claves de la interpretación de la realidad.

El caso dramático de la expulsión y el hecho de recordarse en 2009 el 400 aniversario, era una magnifica oportunidad para probar este camino innovador: ofrecer dentro de las ciencias sociales una herramienta de interpretación y análisis, basada en el lenguaje audio-visual, que tuviera una completa utilidad educativa y cultural. la re-construcción ficcionada de la historia de una familia desde almona-cid de la Sierra en aragón a Testur en Túnez ha sido la oportunidad magnífica de demostrarlo.

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Juan e. Gelabert