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Capítulo 11

Memoria e identificación

MARro MARRONE

, f I 11111'1 en la guardería

1, f (,1 título de un artículo que apareció en elJournal ofthe Ameri-,1"11/1' '!/,Psychiatry en 1975 (en inglés «Chosts in the Nursery»). Una

11\11I'lnior fue publicada como un capítulo del libro Clinical Stu-"'/,1111 MI'?I,tal J-Iealth: The First Yt;arof Life (Estudios clínicos en salud

11,111111' 1'1 [mmer año de vida), publicado por Selma Fraiberg en1 IIllnl as [u ron Selma Fraiberg, Edna Adelson y Vivian Shapi-111 , 1.1II\~S onocida es Fraiberg, ahora fallecida. Fue catedráti-

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recuerdo consciente en el presente. Sin embargo, los mecanismos defensa en contra de estos sentimientos pueden influir de forma neen la conducta hacia los hijos. Esto, a su vez, probablemente afecte alsarrollo de la personalidad de los hijos. Fraiberg y coIs. (1975) dicenestos fantasmas «son los visitantes del pasado olvidado de los padres.visitas sin invitación en el bautizo». Y continúan: «En nuestro pro¡-".__infantil de salud mental hemos visto a muchas de estas familias y susbés. El bebé está ya en peligro cuando lo conocemos, mostrando los - -tomas tempranas de una inanición emocional, síntomas serios o dañdel desarrollo. En todos estos casos, los bebés se han convertido en ~actores silenciosos de las tragedias familiares. En estas familias, el bes cargado, desde el momento en que llega al mundo, con el pasado opre-sivo de sus padres. Al parecer, el padre está condenado a repetir con _propio bebé, con terrible y exacto detalle, la tragedia de su propia ifancia- (edición de 1980, pág. 165).

En cambio, hay «familias en que la historia paren tal de tragedia, cm -dad y tristeza no se impone de esta manera a los hijos». Hemos oídomenudo a los padres expresar un deseo consciente de no repetir su his--toria: «Quiero para mi hijo algo mejor de lo que yo tuve» (pág. 166). Asípues, la transmisión intergeneracional de perturbaciones es un asuntocomplejo que no puede ser reducido a una simple fórmula. Aun así, loestudios clínicos realizados por el equipo de Fraiberg mostraban, que conuna frecuencia significativa, se encontraban historias de relaciones deapego de tipo ansioso en los padres de hijos perturbados.

Ejemplos clínicos

Una niña de cinco meses y medio mostraba poco interés por su en-torno; era apática, demasiado silenciosa, casi no sonreía. No intentabaalcanzar a su madre espontáneamente por medio del contacto visual ode gestos de acercamiento. Emitía pocas vocalizaciones espontáneas. Unagrabación en vídeo que recogía un momento de la interacción entre lamadre y la hija ofreció pistas importantes. En los brazos de la madre elbebé llora sin esperanzas y no se vuelve a la madre en busca de consue-lo. La madre parece distante, sumida en sus pensamientos. Intenta ungesto ausente para calmar al bebé y luego se rinde. Aparta la mirada. Enla cinta, el llanto continúa durante cinco minutos terribles.

La madre de la niña había sido desatendida en su infancia. Su propiamadre (la abuela de la niña) tenía una enfermedad psiquiátrica. La his-toria de la familia estaba dominada por más de un síntoma de pertur-baciones serias. Como exponen Fraiberg y sus colegas: «La historia deabandono y descuido de la madre estaba siendo psicológicamente re-presentada, recreada con su propia hija» (1980, págs. 167-168).

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Xl. MEMORIA E IDENTIFICACIÓN

Parece existir un patrón que ha sido observado en varios marcos clí-nicos: los padres que han sido desatendidos por sus propios padres tien-den a desatender a sus hijos; los padres que han sido abusados tiendena abusar; los padres que han tenido padres inconstantes tienden a ser in-constantes con sus propios hijos. En sesiones de supervisión, Bowlby so-lía decir: «La gente tiende a tratar a los demás como ha sido tratada».

Entonces, cuando vemos casos como éste, ¿qué podemos hacer pararomper el círculo intergeneracional? Parece que el elemento más importantees ayudar al individuo a revisar sus propios modelos operativos internosde relaciones de apego. Otro aspecto importante del programa de tra-tamiento es trabajar con lil familia como totalidad, además de con el niño.El primer cometido es proveer una base segura para que pueda surgir

confianza en un padre que tal vez no haya conocido la confianza. Elsegundo cometido es el de ayudar a los padres a recordar y sentirse mástranquilos y aliviados con respecto a su propia historia de apego, en par-

o cular a los aspectos dolorosos o angustiosos de su infancia. Una obser-cación muy interesante fue hecha por el equipo de Fraiberg: para pro-

ucir un cambio psíquico, el récuerdo es necesario pero no es suficiente.Los padres pueden quejarse de haber experimentado pérdidas y shocksocionales, de haber sido heridos y no haber podido hablar, por ser pe-eños, de sus sentimientos con nadie. Pero no se observa ningún cambio,quico o de comportamiento significativo hasta que los padres vuelvensentir lo que sintieron en el pasado, cuando se sintieron desconsolados,rrorizados, ansiosos o dolidos, es decir, hasta que los sentimientos guar-os puedan ser confiados al terapeuta. Estos padres recordaban los he-

de sus experiencias de abuso en la infancia. Lo que no recordabansu sufrimiento. «Fue por fin un alivio llorar, un consuelo sentir la cam-

ión del terapeuta» (Fraiberg y cols., 1980, pág. 173).-na condición que se requiere en estas intervenciones terapéuticaso erse con rapidez para proteger al bebé. Un psicoanálisis conven-

puede tardar años en finalizar. El bebé no puede esperar. Una es-emporal de ese tipo puede ser demasiado lenta para un niño en de-

zrollo que está siendo dañado en la interacción diaria. Fraiberg insistía_ convicción de que el padre o la madre incapaces de ecordar su in-

o impondrían el dolor en su hijo. En consecuencia, una parte esen-e la técnica terapéutica es ayudar a los padres a recordar aconteci-[Os dolorosos de su propia infancia, junto con las emociones

o das. Un padre en terapia dijo: «Pero, ¿qué sentido tiene hablar?Tehe guardado estas cosas para mí. Quiero olvidar. No quiero pen-

_ :::J terapeuta respondió con comprensión, pero también le explicótentar olvidar no resuelve los sentimientos subyacentes. Su men-e: «Será seguro hablar conmigo de los recuerdos y pensamientosrizadores, y cuando hable de ellos ya no necesitará tenerles mie-

.......•,~ •.•drá otro tipo de control sobre ellos».

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Normalmente, a medida que progresa el tratamiento, el terapeutaayuda al individuo adulto a ver cómo el miedo a las figuras paren talesde su infancia le ha llevado a identificarse con sus cualidades temibles.Aunque, en algunos casos, puede ser posible identificar una figura adul-ta, en el pasado de los padres, que tuviera una postura de protección,tolerancia o comprensión. En el caos y terror de su infancia, pudo ha-ber una persona que salvara a la persona del colapso total: una tía, unvecino, un profesor, alguno de los padres que muriera joven.

Los estudios clínicos presentados en Fantasmas en la Guardería se re-fieren a padres que han experimentado un grave abandono o abuso ensu infancia. Se puede concluir fácilmente que la técnica terapéutica pro-puesta por el equipo de Fraiberg es aplicable fundamentalmente al tra-bajo con víctimas de este tipo de dramas. Pero cuando Bowlby me llamóla atención sobre este trabajo, quiso subrayar que cualquier paciente conuna historia de apego inseguro (de cualquier grado) podría beneficiar-se de este tipo de acercamiento técnico. Con esto quiero indicar un acer-camiento basado en la exploración detallada del pasado del paciente.Esto, que puede parecer una idea básica en la psicoterapia psicoanalíti-ca, es una idea que necesita ser subrayada. Esta técnica no excluye ha-cer interpretaciones transferenciales, pero no fuerza todo el trabajo ha-cia la transferencia.

Identificación con el agresor

El equipo de Fraiberg observó un modelo al que definieron como «im-presionantemente uniforme»: el de un individuo que formaba una iden-tificación patológica con los aspectos negativos de sus padres. Escribie-ron: «Sin embargo, si nombramos esta condición con el término comúnde identificación con el agresor, no añadimos mucho a nuestro conocimientode esta defensa. La literatura de que disponemos sobre este tipo de de-fensa es escasa. Más allá de los escritos tempranas de Ana Freud, quenombraban y destacaban esta defensa en el período formativo de la in-fancia, todavía no conocemos las condiciones que gobiernan la elecciónde esta defensa en lugar de otras alternativas, o la dinámica que perpe-túa una identificación con el enemigo, por decirlo de alguna manera, apartir de estudios clínicos a gran escala» (1980, pág. 194).

Es verdad que todo el tema de la identificación con los aspectos ne-gativos de otros es una cuestión descuidada en la literatura psicoanalíti-ca. Algunas opiniones interesantes sobre este tema pueden encontrarseen el libro de J oseph Sandler The Analysis of Defense (1985: El análisis dela defensa) que es una trascripción de las discusiones sostenidas por AnnaFreud, Joseph Sandler y otros en la Clínica Hampstead. Una cuestióninteresante en este libro es que la identificación ocurre con otro que pro-

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Xl. MEMORIA E IDENTIFICACIÓN

voca ansiedad. La identificación se combina con la suplantación de la per-sonalidad del otro, el niño pasa, de ser la persona amenazada, a ser elque amenaza.

Claro que esta identificación puede ocurrir como un comportamien-to pasajero, justo después de haber experimentado ansiedad. Este seríael caso, por ejemplo, de un niño de seis años en análisis quien, poco des-pués de haberse sentido atacado por su dentista, atacó a un muñeco ensu casa. En cambio, lo que parece más difícil de explicar de forma senci-lla es cómo este tipo de identificación se convierte en un rasgo del carác-ter y, consecuentemente, en un patrón de conducta que puede manifes-tarse después de muchos años y en incontables interacciones. Podemossuponer que, en estos casos, la situación cargada de ansiedad ocurrió ennumerosas ocasiones durante el desarrollo temprano del individuo.

Este tipo de identificación puede también conllevar una identificaciónproyectiva: si te trato como yo he sido tratado, te haré sentir vulnerable.De esta manera me desharé de mi propio sentido de vulnerabilidad. Qui-zá, en vez de hablar de identificación con el agresor, deberíamos hablarde la propia integración con el otro, un concepto que la propia AlmaFreud mencionó usando la palabra alemana angleichung ( Sandler, 1985).

Fraiberg y cols. observan: «Estamos en terreno sensato, clínica y teó-ricamente, si postulamos que hay una forma de represión presente enesta defensa, que provee motivación y energía para la repetición. Pero,¿qué es lo reprimido? De un número de casos que conocemos en los quela identificación con el agresor fue explorada clínicamente como mecanis-mo central en la crianza patológica de hijos, podemos informar de queel recuerdo de eventos de abuso en la infancia, de tiranía y abandono es-taba disponible de forma explícita y en un escalofriante detalle. Lo queno se recordaba era la experiencia afectiva asociada». (1980, págs. 194-195; encursiva en el original).

En otras palabras, en muchos casos el recuerdo de sucesos dolorososno se reprime. Lo reprimido es el dolor en sí mismo. Fraiberg y cols. es-cribieron: «La clave hacia nuestra' historia de fantasmas parece encon-trarse en el destino de los afectos en la infancia. Nuestra hipótesis es queel acceso al dolor de la infancia se convierte en un poderoso disuasorioen contra de la repetición en la crianza de los hijos, mientras que la re-presión y aislamiento de los afectos dolorosos provocan los requeri-mientos psicológicos para la identificación con los traidores y agresores»(1989, pág. 195).

Tres tipos de memoria

La experiencia de Fraiberg demostró que la recuperación de escenasdolorosas de la juventud del paciente, junto con las emociones asocia-

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das, tenían valor terapéutico. Mi propia experiencia, trabajando tantoen terapia individual como en grupos, confirma esta suposición. Pareceser que, con la técnica terapéutica adecuada, es posible recuperar los re-cuerdos de tales episodios y que estos recuerdos se hallan normalmenterelacionados con cuestiones sin resolver del pasado. Normalmente, el te-rapeuta ( y el grupo en la terapia de grupo) responden a estos relatosemocionales con confianza y empatía.

La clave para la recuperación consciente de recuerdos de aconteci-mientos particulares es la resonancia entre sentimientos irresueltos delpresente y sentimientos del pasado. En otras palabras, el paciente pue-de empezar a hablar sobre una situación difícil del presente y, de repente,sentirse sorprendido por el recuerdo espontáneo de un acontecimientodel pasado. La naturaleza de tal suceso parece relacionada con la difi-cultad en el presente. Estas observaciones clínicas pueden requerir algunaexplicación teórica, por más imperfecto o incompleto que esto sea.

En el volumen III de Attachment and Loss (El apego y la Pérdida afecti-va), Bowlby (1980) llamó mi atención sobre la distinción introducida porTulving (1972), entre dos formas de almacenar información sobre la pro-pia historia personal. Una de las formas es la de almacenar informacióncon relación a momentos o escenas específicos del pasado de manera au-tobiográfica. La otra forma es almacenar la historia de acuerdo a unaapreciación más general, de acuerdo a su significado, a su aportación alconocimiento personal.

Stern (1985, pág. 94) también se refiere al trabajo de Tulving que con-cuerda con el punto de vista de Bowlby. Dice que el estudio de los siste-mas de memoria es crucial para entender cómo se integran las diferen-tes invariantes del sí mismo insertadas en las vivencias del sujeto.

En el tipo de almacenamiento episódico, la información es almacena-da de forma secuencial en el sentido de episodios fechados temporal-mente o de acontecimientos y relaciones temporales espaciales entreacontecimientos. Cuando alguien dice: «Recuerdo un día, debía tenerunos diez años, estaba de vacaciones con mis padres en el sur de Fran-cia. Estaba jugando con mi padre y mi madre se acercó sonriendo y nosdijo que realmente disfrutaba estando con la familia. ¡Puedo recordar susonrisa!». Esta persona está recordando información almacenada de for-ma episódica.

En resumen, la memoria episódica consiste en escenas recordadas, or-denadas secuencialmente, y localizadas en un momento específico. Es par-ticularmente importante el recuerdo de los sentimientos experimentadosdurante el suceso. (Bowlby, 1980). Bowlby creía que los recuerdos episó-dicos, al ser evocados, son generalmente versiones relativamente poco dis-torsionadas de lo que realmente ocurrió. También ha sido recientemen-te sostenido (por ej., Crittenden, 1992) que los recuerdos episódicospueden ser recreados, particularmente en niños pequeños.

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En la práctica clínica, el recuerdo de la memoria episódica parece quenunca está libre de componentes interpretativos. Sin embargo, los epi-sodios recordados parecen ser verosímiles, tienen una calidad convin-cente, expresan una percepción directa que el sujeto tuvo de su realidadinmediata. Representan un pedazo pequeño pero coherente de la ex-periencia vivida (ver Stern, 1995, págs. 196-199).

En contraste, en la forma de almacenamiento semántica, la informa-ción existe en forma de proposiciones generales sobre el mundo, deri-vadas de la experiencia personal de alguien, de lo que se ha aprendidode otros, o de una combinación de las dos. Lo que se incorpora a la me-moria semántica siempre se remite a una estructura cognitiva existente.Un ejemplo de memoria semántica sería el dado por una persona quedice: «En mi niñez, a menudo íbamos de vacaciones a Francia y pasába-mos muy buenos momentos». Se supone que este tipo de memoria es laprimera que se construye a partir de las generalizaciones ofrecidas porlos otros ( Bowlby, 1980). Principalmente representa la realidad desde laperspectiva del cuidador.

Bowlby (1980) escribió: «Un corolario para la distinción entre el al-macenamiento episódico y semántico, y que probablemente sea de mu-cha relevancia clínica, es que el almacenamiento de las imágenes de lospadres y de uno mismo es casi seguro de al menos dos tipos distintos.Mientras que los recuerdos de comportamientos unidos a y de palabrasdichas en una determinada ocasión serán almacenados episódicamente,las generalizaciones sobre la madre, el padre y uno mismo (seif) serán al-macenadas semánticamente (en un formato analógico, proposicional, ouna combinación de ambos), serán incluidos en lo que he llamado mo-delos operativos. Dados estos distintos tipos de almacenaje, se abre uncampo fértil para el nacimiento de conflictos, ya que la información al-macenada semánticamente no necesita concordar siempre con la que esalmacenada episódicamente; y es probable que en algunos individuos lainformación almacenada de una manera discrepe altamente con la al-macenada de la otra manera».

En el caso de una persona que recuerda sus vacaciones en Francia, nohay correspondencia entre los recuerdos semánticos y episódicos. Pero,suponiendo que hay otra persona que comienza una terapia y le dice asu analista al principio de su tratamiento: «De niño tuve unas maravi-llosas vacaciones en Devon y Gales»; pero, a medida que progresa el tra-tamiento, recuerda un buen número de episodios específicos de las va-caciones en los que se sintió asustado al ser testigo de las terribles peleasentre sus padres. En este paciente existen contradicciones entre sus re-cuerdos episódicos y semánticos.

Bowlby (1980): «Una razón para la discrepancia entre la informaciónde un tipo de almacenaje y de otro, yace, con toda probabilidad, en laexistencia de una diferencia con respecto a la fuente de la que deriva la

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parte dominante de esta información. Mientras que la parte dominantede la información que va a parar al almacenamiento episódico parece de-rivar de lo que la persona misma percibe y una parte secundaria sólo delo que le ha sido contado sobre el episodio; con respecto a lo que va aparar a la memoria semántica el énfasis se invertiría: lo que le ha sidocontado sería dominante sobre lo que la misma persona pueda pensar(pág. 63).

Bow1by, en nuestras sesiones de supervisión, a menudo se refería alhecho de que los padres quieren ser vistos por sus hijos de forma favo-rable. Incluso cuando el comportamiento de los padres deja mucho quedesear, quieren que sus hijos maximicen las apreciaciones positivas y mi-nimicen las percepciones negativas. Con este fin dirán a sus hijos que sucomportamiento es mejor de lo que parece, o si no, por lo menos le atri-buirán una relevancia más aceptable. En circunstancias como éstas, el in-dividuo puede tener dificultad para integrar recuerdos de aconteci-mientos específicos, como él los percibió, si su almacén semántico estáaltamente influido por la versión de los cuidadores acerca de lo ocurri-do y la evaluación de éstos sobre la calidad de la relación.

Sin embargo, hay casos en que los recuerdos episódicos de momen-tos adversos son integrados con un almacenaje semántico realista. He ob-servado, a partir de mi práctica clínica, que los pacientes que pueden pre-sentar una versión coherente de recuerdos episódicos y semánticosadversos, han tenido a alguien en su niñez con quien ha sido posible ha-blar y reflexionar sobre estas situaciones adversas.

Cuando Bowlby (1980) llamó la atención sobre estos sistemas, Tulvingtodavía no había avanzado en sus estudios. Años después, cuando Tul-ving (1985) incluyó la noción de un tercer sistema, memoria procedimen-tal, la comprensión del comportamiento de apego en relación con la me-moria avanzó un paso más.

Crittenden (1992) afirma: «Se cree que la memoria procedimiental co-difica la información que se relaciona con los patrones recurrentes de es-tímulos sensoriales y de respuestas conductuales. Este esquema senso-riomotor (Piaget, 1952) opera en forma preconsciente y consiste enmodificaciones aprendidas acerca el repertorio de atención e inclinacio-nes de conducta especificas de la especie, con las cuales nace el bebé».

El hecho de que se almacene información de distinto tipo (secuenciasde comportamiento, episodios, generalizaciones) explica la coexistenciade múltiples perspectivas de la realidad que pueden tener grados varia-bles de correspondencia o discrepancia mutua. En el desarrollo tem-prano, la integración de recuerdos procedimentales, semánticos y epi-sódicos, actúa como un gran organizador de los modelos operativosinternos o de las representaciones del self y los otros.

Parece que, en el caso de la psicopatología, el individuo ha fracasadoalintentar integrar estas múltiples perspectivas porque no ha sido capaz

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XI. MEMORIA E IDENTIFICACIÓN

de acomodar su propia perspectiva a las que ha tomado prestada de susotros significativos. Otra posible razón para la incapacidad de integrarun tipo de memoria con otra puede ser la necesidad de reprimir senti-mientos dolorosos asociados a algunos recuerdos episódicos. Una de lasmetas del proceso psicoterapéutico debe ser obtener, explorar, reflexio-nar e integrar estos distintos sistemas de memoria.

A diferencia de la memoria semántica, la memoria episódica operaprincipalmente a nivel inconsciente. Ninguna de estas memorias es fá-cilmente accesible a la revisión o modificación consciente. Sin embargo,de los dos tipos de memoria, la memoria episódica parece estar más en-terrada. Este, particularmente, parece ser el caso en los individuos ape-gados de forma ansiosa. Si no se realiza el procesamiento consciente dela memoria episódica, los modelos operativos internos enraizados en es-tos episodios seguirán teniendo influencia, pero permanecerán inmodi-ficados.

Me di cuenta de la utilidad clínica de recordar y revivir escenas o epi-sodios tempranos del pasado del paciente mucho antes de comprome-terme con la Teoría del Apego. Estaba yo viviendo en Argentina y haciendomi formación en psicodrama. En las sesiones de psicodrama, el terapeu-ta a menudo ayuda al paciente (el protagonista) a moverse gradualmentea través de un camino de libre asociación, en el que, a partir de la des-cripción de escenas del presente, pasará a revivir y representar escenasdel pasado. En ese momento había una serie de psicodramatistas entre-nados en psicoanálisis, como Fidel Moccio, Eduardo Pavlovsky, HernanKesselman y Carlos Martínez Bouquet, que decían que el inconsciente es-taba organizado en escenas y que era importante terapéuticamente llegara las escenas del pasado (escenas latentes) a través de las escenas del pre-sente (escenas manifiestas). Sólo de esta manera podemos entender me-jor el verdadero significado y las raíces históricas de los episodios actua-les con los que un paciente generalmente comienza las sesiones. Elresultado de revivir y representar recuerdos episódicos en una sesión depsicodrama puede a menudo ser tan intenso como esclarecedor.

Así que, cuando en nuestras sesiones de supervisión,]ohn Bowlby di-rigió mi atención a episodios del pasado de) paciente, la idea de revivirescenas del pasado no era nueva para mí. Esta es una técnica que pue-de usarse en terapia individual, de grupo, matrimonial y familiar.

Se ha sugerido que las experiencias pasadas que se recuperan en laterapia y las representaciones de acontecimientos particulares se ven in-fluidas y, hasta cierto grado, son transformadas por la codificación de laexperiencia original (Linsday y Read, 1994). La codificación de la expe-riencia original está determinada -al menos en parte- por las expe-riencias posteriores. Entonces, parece ser que las experiencias que ocu-rrieron en un cierto punto del desarrollo del individuo pueden verseafectadas por las experiencias posteriores y por las interpretaciones pos-

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teriores que se hagan de esas experiencias. Es posible que esta visión seacorrecta. En cualquier caso, uno puede explorar tales procesos en el cur-so de un análisis. Las respuestas de un paciente a este tipo de preguntasa menudo son verosímiles, informativas y efectivas desde el punto de vis-ta terapéutico.

Recuerdos de abuso sexual

En años recientes algunos psicoanalistas se han interesado por un temaespecífico: el del recuerdo del abuso sexual (ver, por ejemplo, Sandler yFonagy, 1997; Sinason, 1998). El punto mayor de debate es si esos re-cuerdos son verdaderos o falsos. ¿Debemos creer al paciente cuando serefiere a episodios de abuso, especialmente de abuso sexual? Bowlby pen-saba que es más probable que un paciente utilice mecanismos defensivospara mantener fuera de la conciencia los recuerdos de abuso que inventeepisodios que nunca ocurrieron. De cualquier manera, el abuso sexualno ocurre como un episodio aislado en una familia que funciona bien.En casi todos los casos, si el abusador es un miembro del núcleo familiaro muy cercano, la familia es disfuncional. El analista no necesita ampa-rarse en recuerdos específicos de abuso sexual para comenzar a desa-rrollar su tarea terapéutica. Puede comenzar por explorar las manifes-taciones múltiples de la disfuncionalidad familiar antes de trabajar sobrelos recuerdos episódicos.

Ha llamado también la atención de los psicoanalistas el hecho de queen el síndrome de estrés postraumático generalmente aparecen sínto-mas intrusivos, esto es, recuerdos del evento traumático que vuelven unay otra vez. En estos casos, el agente del trauma no fue un miembro dela familia. Pero cuando el agente del trauma sea una figura de apego,de la familia o muy próximo, lo más común será que -en lugar de apa-recer síntomas intrusivos-Io que ocurra es que el sujeto tienda a olvi-dar, a eliminar los recuerdos traumáticos de la conciencia. Las explica-ciones que hasta el día de hoy tenemos disponibles son: (a) el dolor queel individuo siente es mucho mayor cuando el agente traumatógeno esuna figura de apego que cuando no lo es (y por lo tanto, los mecanis-mos de defensa que se requieren son más sólidos); (b) cuando el agen-te es una persona de la familia o del entorno muy cercano, éste -y amenudo toda la familia- tratará de impedir el reconocimiento del abu-so y los procesos reflexivos que su elaboración requeriría. Sería impen-sable que un padre que abusa de su hija le diga: «A ver, dime qué sien-tes cuando abuso de ti. ¿Por qué piensas que lo hago? ¡Reflexionemosjuntos!».

La siguiente experiencia que tuve con una paciente que sufre de untrastorno disociativo de la personalidad (ver Capítulo 16, sobre trau-

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XI. MEMORIA E IDENTIFICACIÓN 215

ma y disociación) ilustra el poder de los mecanismos de defensa. Estapaciente, que viene a cuatro sesiones a la semana, después de tres añosde terapia, siguiendo sus propias asociaciones, se acuerda de un epi-sodio increíblemente traumático quele ocurrió a la edad de nueve odiez años, perpetrado por su padre. El era granjero y coleccionista dearmas, además, era violento e impulsivo y en varias oportunidades ha-bía matado perros que no le obedecían en presencia de mi paciente.La niña sabía que su padre era capaz de matar animales sin mira-mientos. La familia vivía en el medio del campo, fuera de la vista detestigos potenciales.

A menudo, el padre abusaba de ella sexualmente en una cabaña ale-jada. En esta sesión, la paciente se acuerda de un episodio de abuso se-xual seguido por una amenaza que le hizo el padre con uno de sus ri-fles: <<iSicuentas lo que pasa aquí, te mataré con este rifle!»

Al recobrar este recuerdo episódico, la paciente se convulsiona emo-cionalmente, hasta el punto de decir que en este momento no se sientecapaz de conducir su coche. Le ofrezco que se quede en la sala de espe-ra por el tiempo que necesite para recobrar la capacidad de conducir.Así lo hace. Aproximadamente dos horas después recibo un e-mail de ella,firmado con otro nombre, pidiéndome disculpas «por haber faltado a lasesión». Cuando vuelve para la sesión siguiente, no se acuerda de lo quepasó en la sesión anterior pero tampoco se acuerda de que me mandóese e-mail.

Durante las sesiones siguientes, la paciente las usa para hablar de te-mas triviales o superficiales. Unos días después, en medio de la sesión,abre su cartera y extrae un cuchillo de cocina de grandes dimensiones ydice: <<iOh...! INo sé por qué traje este cuchillo! ¡Será para ver si... l». Actoseguido, sin terminar la frase, se yergue y trata de dirigir la punta delcuchillo en la dirección de mi pecho. Yo le respondo: «il'on ese cuchilloen el suelo! Seguramente estás tratando de hacerme sentir el terror quetu sentías cuando tu padre te amenazaba.» Ante esta interpretación, lapaciente deja caer el cuchillo en el suelo y se pone a llorar desconsola-damente.

Identificaciones múltiples y dispares

Suele ocurrir que algunas personas se identifican con aspectos del ca-rácter del padre y otros de la madre, siendo unos y otros mutuamenteincompatibles o contradictorios. Por ejemplo, un paciente que había te-nido una madre sumisa y un padre autoritario, en su vida adulta oscila-ba entre comportarse de manera sumisa o dominante, según el momentoy circunstancia. Tales cambios eran motivo de asombro y confusión parasu mujer, hijos y compañeros de trabajo.

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216 MARro MARRONE

Fracaso de identificación

Se da en algunos casos una situación según la cual un niño o adoles-cente no logra asimilar aspectos positivos de un padre. Generalmente elmotivo por el cual esto ocurre es que la pareja marital tiene conflictos se-veros, a menudo a continuación de un divorcio. En ese caso, uno de lospadres constantemente le comunica a su hijo comentarios hostiles sobreel otro. Por ejemplo, una madre divorciada le decía constantemente a suhijo: «ITú eres tan malo como tu padre!», «lNo hagas lo que hace tu pa-drel», o cosas por el estilo. Estos comentarios tenían el beneplácito delnuevo novio de la madre y de la abuela materna. El mensaje que estehijo recibió y asimiló es que nada de su padre le era permitido como mo-delo de identificación. El resultado fue que esta persona no pudo iden-tificarse con aspectos positivos de su padre, su honestidad, su tesón enel trabajo, etc., quedándose vacío de recursos internos para actuar en lavida con capacidad de trabajo y otras virtudes que su padre tenía.

El psicoanálisis clínico establece claramente que la identificación es unfenómeno de importancia vital en todas las relaciones humanas. La iden-tificación no es solamente un mecanismo de defensa sino que también,en condiciones óptimas, es una manera de asimilar los aspectos positivosde las figuras de apego. Desde luego, como hemos ya visto en este capí-tulo, los procesos de identificación juegan un papel importante en latransmisión intergeneracional de patrones de apego, aun cuando los fac-tores que intervienen en tal transmisión son a menudo aún más com-plejos. Con respecto a la técnica analítica, es importante tener en cuen-ta que traer a la superficie recuerdos episódicos y sus afectos asociados-aun cuando a menudo sea un parto laborioso- suele dar muy bue-nos resultados terapéuticos e iluminar muchos aspectos importantes delfuncionamiento psíquico e historia personal del paciente.