Cappelletti - Lucrecio Poeta y Filósofo de La Liberación

download Cappelletti - Lucrecio Poeta y Filósofo de La Liberación

of 7

Transcript of Cappelletti - Lucrecio Poeta y Filósofo de La Liberación

  • Rev. Fil. Univ. Costa Rica, XX (SI), 37-43,1982

    LUCRECIO, POETA Y FILOSOFO DE LA LlBERACION

    El De rerum natura de Lucrecio es el nicopoema filosfico de la Antigedad que nos hallegado completo o casi completo. Slo tenemosfragmentos del Peri physeos de Parmnides y delhomnimo de Empedcles; apenas una veintenade versos del de Jenfanes.

    Sin embargo, los datos conservados sobre lavida de Lucrecio son ms escuetos an que los quepodemos recabar sobre aquellos remotos filso-fos-poetas presocrticos. La fuente principal pare-ce ser san Jernimo, que es tan poco historiadorcomo filsofo, y siente -sin duda- tan pocasimpata por Lucrecio como podra experimentar-la por cualquier ateo.

    Al referirse al ao 569 ab Urbe condita (esdecir, al 95 antes de la era cristiana), escribe en elcomplemento a la Historia Universal de Eusebio deCesarea: "Ti tus Lucretius poeta nascitur. Postea,amatorio poculo in furorem versus, cum aljquotlibros per intervalla insaniae conscripsisset quospostea Cicero emendavit, propria se manu inter-fecit, anno aetatis XLIV" (Nace el poeta TitoLucrecio. Ms tarde, presa de furiosa locura por unfiltro amatorio, y habiendo escrito durante losintervalos de su demencia algunos libros que luegocorrigi Cicern, se suicid a los cuarenta y cuatroaos de edad).

    Todas estas noticias, con ser tan parcas,estn sujetas a controversia.

    En primer lugar, como seala Ernout, lafecha del nacimiento no es enteramente segura, yaque, si bien los mejores manuscritos la fijan en elao 95 a. de e., otros hay que la ponen en el 94.

    Por otra parte, lo que Jernimo dice chocacon lo que afirma el gramtico Donato, en subiografa de Virgilio: "Initia aetatis Cremonae egit(vergilius) usque ad virilem togam, quam XVanno

    Angel }. Cappelletti

    natali suo accepit isdem illis consulibus iterumduobus quibus erat natus, evenitque ut eo ipse dieLucretius poeta decederet" (Durante sus primerosaos vivi /Virgilio/ en Cremona, hasta la togaviril, que recibi en el dcimo quinto ao de suvida, siendo de nuevo cnsules aquellos dos duran-te /cuyo primer consulado/ haba nacido; y suce-di que en aquel mismo da muri el poetaLucrecio).

    Si admitiramos literalmente esta noticia ytuviramos la suficiente buena voluntad como paraver en la singular coincidencia cronolgica algoms que una piadosa alegora de la continuidad delgenio pot-i-code Roma, Lucrecio habra fallecidoel 15 de octubre del ao 55 a.C., esto es, en elsegundo consulado de Pompeyo y Craso, con locual su nacimiento se retrotraera al 99 a.e. Y, adecir verdad, tan probable parece esa fecha comola que da Jernimo.

    El otro hecho importante consignado porste, es decir, la locura producida por un venenoamatorio y el consiguiente suicidio, ha sido toda-va ms discutido que el primero, como sealaBoyanc.

    Ernout lo tiene como una pura novela.Segn l, Suetonio, que constituye la fuente deJernimo, es muy poco digno de confianza, comolo prueba la facilidad con que acoge en sus Vidasde los Csares una cantidad de inverosmilesfbulas.

    Giussani, otro gran lucreciano, no ve, sinembargo, mayor dificultad en aceptar la locura y elsuicidio del poeta, fundndose en criterios inter-nos, de carcter estilstico. Es decir, la pasin y lavehemencia que impregnan los hexmetros delvasto poema filosfico y la relativa falta de unorden lgico y de una clara disposicin de las ideas

  • 38 ANGELJ.CAPPELLETTI

    demostraran, segn el fillogc italiano, una pro-funda perturbacin en el alma del poeta.

    A nuestro juicio, el desorden y la carencia deestructuras lgicas no son tan graves comoGiussani parece creer. En general, puede decirseque existe un orden bsico y que en sus grandesrasgos no es difcil captar en el poema unadisposicin lgica. Se tiene la impresin, eso s, deque falta un ltimo retoque, tanto en el lenguajecomo en la disposicin de las partes. Tampoco lavehemencia, que alterna, por lo dems, con pasajesserenos y aun prosaicos, bastara para argirninguna clase de locura. No bastara, en realidad,ni para suponer una neurosis.

    Sin embargo, tampoco tiene razn Ernoutcuando afirma que una obra tan claramentedispuesta y tan lgicamente construda como elpoema lucreciano no pudo haber sido compuesta"per intervalla insaniae".

    Este tipo de argumentacin pasa por altoalgunos hechos muy notables de la psiquiatra,como, por ejemplo, er estricto desarrollo lgico delpensamiento de algunos tipos de psicticos en unaesfera especfica. Pasa por alto tambin algunosnotables ejemplos en la historia de la literaturamoderna, como el caso de Tasso o el de Gerardode Nerval.

    Por otra parte, qu nos impide pensar quela enfermedad mental (= locura) de Lucrecio nofue una psicosis cualquiera sino, como creeStampini, una epilepsia?

    A pesar de todo Ernout acierta en este puntocontra Giussani, pero por razones muy diferentesde las que aduce hasta aqu. Resulta, en efecto,mucho ms convincente cuando dice que "lalocura y el suicidio han debido ser penas inventa-das por la imaginacin popular para castigar alimpo que se negaba a creer en la supervivencia delalma y en la influencia de los dioses tanto como enel poder de los sacerdotes". Podrfa suponerse quela leyenda surgi ya en la piadosa corte deAugusto. y no extraara mucho, en tal caso, quela repitiera un autor cristiano como Jernimo.

    Pero cuando se tiene en cuenta el carcterparticularmente intolerante y vindicativo de laapologtica cristiana de los primeros siglos frente alos ateos y a todos los oponentes de la fe, y seadvierte que ni Arnobio ni Tertuliano se refieren ala denigrante enfermedad y lamentable muerte delimpo Lucrecio, ni Lactancio las aade a lamacabra serie que escribi "de mortibus persecu-torum", uno debe inclinarse a creer que la leyenda

    de la locura y el suicidio surgi no slo entrecristianos sino tambin entre cristianos de unapoca tarda, esto es, entre contemporneos deJernimo, o tal vez, como opinaTrencsnyl-Waldapfel, en el propio Jernimo.

    El ltimo dato proporcionado por ste, quese refiere a la obra y su publicacin, no resultamenos discutible. Jernimo se basa, sin duda,tambin aqu en Suetonio, pero no lo entiendecabalmente. Dice, en efecto, como vimos, quehabiendo compuesto Lucrecio algunos libros ensus momentos de lucidez (cuando no haca presade l la locura), a stos ms tarde "los corrigi"(emendavit) Cicern.

    Ahora bien, aqu parece haber un leveanacronismo, porque el introducir correcciones"choca -como dice Valent Fiol- con la maneraantigua de publicar obras pstumas" (1). Por otraparte, el poema no nos deja precisamente laimpresin de haber sido "enmendado", pulido ocorregido, sino todo lo contrario.

    Ni Jernimo ni Donato dicen nada sobre lafamilia y los antepasados de Lucrecio ni sobre sucondicin social ni sobre el lugar de su nacimiento.Tal pretericin ha ocasionado una larga serie dehiptesis al respecto entre fillogos e historiadores.Muchos sostuvieron en el siglo pasado que Lucre-cio haba nacido en Roma. Segn ellos, el silenciode la tradicin al respecto podra explicarse por elpoco inters que la ciudad de los Csares y de losPapas mostraba por su hijo prdigo, poeta impo yenemigo de la religin. Aunque no hay pruebapositiva que confirme tal hiptesis, tampoco haynada que la impugne.

    De cualquier manera, las otras alternativaspropuestas no resultan ms aceptables que sta.As, por ejemplo, se supuso que Lucrecio eraoriginario de la Italia septentrional, por su cogno-men "Carus", que parece tener origen galo. Perotambin se pens en lo contrario, a saber, queprovena de la Italia meridional, porque el mismocognomen suele encontrarse en la onomstica de laciudad de Pompeya.

    Con respecto a la estirpe y a la condicinsocial del poeta-filsofo tambin se han formuladohiptesis diversas y contrarias. Segn algunosautores, Lucrecio habra sido un aristcrata. As loprobara la actitud altiva con que en ciertasocasiones se refiere al pueblo (1 945; 11 622) y lafamiliaridad con que trata a un poderoso hombrede Estado, como Memio. Adems, llevaba tresnombres (Titus Lucretius Carus), como los anti-

  • LUCRECIO, POETA Y FILOSOFO DE LA L1BERACION 39

    guos patricios. La "gens Lucretia" constitua unade las ms rancias e ilustres estirpes romanas.

    Pero la actitud altanera frente al pueblopuede demostrar sencillamente que el poeta tenaconciencia de su superioridad intelectual, tantopor ser un buen escritor y un erudito versado enlos autores griegos como por ser un filsofoposeedor del secreto de la felicidad.

    El hecho de que alguien llevara tres nombrestampoco prueba gran cosa, ya que en un momentodado (ciertamente antes del nacimiento de Lucre-cio) comenzaron a usarlos tambin los plebeyos.En cuanto al apellido "Lucretius", no denotanecesariamente la pertenencia a la ilustre "gens"mencionada, puesto que el apellido era utilizadono slo por los miembros de una estirpe o familiasino tambin por sus clientes y hasta por suslibertos.

    La hiptesis contraria, segn la cual eldesinters de Lucrecio por los asuntos polticos y,en general, por la "res publica" demostrara suorigen plebeyo, provinciano o servil, parece toda-va menos fundada, ya que el alejamiento de lacosa pblica y la prescindencia de toda actividadpoltica son justamente reconocidos como tpicosrasgos de todo filsofo epicreo.

    No han faltado, por cierto, quienes asignaranal poeta un rango intermedio, haciendo de l un"caballero", esto es, un miembro de la clase"equestris", como su editor Cicern. y estahiptesis no es menos plausible (ni ms) que lasanteriores.

    Aunque tampoco sabemos acerca de la per-sona y la vida del poeta, conservamos prcticamen-te ntegro su poema, lo cual no deja de ser unacircunstancia sumamente feliz, ya que es mucho loque se ha perdido de sus antecesores en el cultivode las musas latinas.

    De los dieciocho libros de los Anales de Enioslo nos quedan unos seiscientos versos; de lascuarenta comedias de Cecilio tenemos apenas unostrescientos versos; escassimos fragmentos se hansalvado de las "fabulae togatae" (Afranio, Atta,Titinio); no son muchos los que sobreviven de lostrgicos Pacuvio y Accio, y de los treinta libros destira que compuso Lucilio podemos leer hoy slounos mil cuatrocientos versos.

    No han faltado, sin duda, fillogos quesostuvieron que el De rerum natura qued sustan-cialmente inconcluso. Estos suelen argir que elfinal de la obra parece demasiado brusco yrepentino. Dicen tambin que Lucrecio ha prome-

    tido antes un final en el que tratara de los dioses,y termina hablando, en cambio, de la peste deAtenas.

    Sin embargo, tales razones no tienen dema-siado peso. Al comienzo del libro VI declara elpoeta que su obra est llegando ya al fin (pleraquedissolvi; quae restant percipi porro). Adems,como bien observa Bergson, aqul enumera alcomienzo del Libro 1, los principales temas que hade desarrollar (naturaleza del alma, origen de lacreencia en los espritus, fenmenos celestes,primeros principios de la filosofa natural, produc-cin natural de las cosas, etc.) y cada uno de esostemas es efectivamente tratado en el poema talcomo lo conservamos (2).

    Es muy probable, en cambio, que el poetano revisara su obra ni diera los ltimos retoques ala composicin y el estilo. Tal vez lo sorprendi laenfermedad o la muerte; tal vez otras desconocidascircunstancias se lo impidieron.

    Pero el poema no puede considerarse verda-deramente inconcluso; aunque falta el anunciadofinal sobre los dioses, el cual deba haberseaadido quiz en seguida despus de la descripcinde la peste de Atenas. Pasajes hay que causan laimpresin de no haber sido pulidos y ni siquieradefinitivamente redactados; tambin encontramoslagunas, y stas no se deben tal vez slo al estadode los manuscritos. Sin embargo, puede suponerseque no se ha perdido nada sustancial y que la obranos ha llegado ntegra y completa.

    El ttulo de la misma, De rerum natura, essin duda traduccin del griego Peri physeos, queera, a su vez. el ttulo de uno de los ms conocidostratados de Epicuro y que, en general, llevabantodos los tratados filosficos de los presocrticos,ya estuvieran en verso (Jenfanes, Parmnides,Ernpdocles], ya en prosa (Anaximandro, Hercli-to, Anaxgoras). Por tal razn, al traducirlo alespaol, parecera ms correcto decir Sobre lanaturaleza, como pretenda Edoardo Crema, y noSobre la naturaleza de las cosas, como suelen hacertradicionalmente los traductores (3), desde elabate Marchena hasta Lisandro Alvarado y otrosms recientes (Rodrguez Navas, Disandro, Acu-a).

    Sin embargo, cabe preguntar por qu elmismo Lucrecio no tradujo el Peri physeos por Denatura, como haran autores posteriores (comoEscoto Ergena, que titula su "opus magnum",precisamente De divisione naturae).

    Tal vez la adicin del genitivo "rerum" se

  • 40 ANGEL J. CAPPELLETTI

    dcba slo a la' impericia del poeta, que encara laardua tarea de crear un vocabulario filosficolatino a partir de los textos griegos, tarea en la cualapenas encuentra errticos precedentes en Enio yPacuvio. Es posible que el sustantivo "natura",'utilizando en latn con su acepcin vulgar ycotidiana, le pareciera insuficiente para traducir elrico y complejo significado del griego Peri Physis,y por eso se crey obligado a especificarlo con el"rerum",

    El poema est dedicado a un tal Memio, aquien se suele identificar con Cayo Memio Geme-lo, hijo de L. Memio. Este, despus de haberllegado a las dignidades de tribuno (66 a.C.) y depretor (58 a.C.), culmin su "cursus honorum"con el cargo de gobernador de Bitinia (57 a.C.).Tal personaje, como dice Bergson, "paraft avoirt tout autre chose qu' un philosophe" (4). No sedistingua por la pureza de sus costumbres. Duran-te su destierro en Grecia, adquiri el Jard n deEpicuro, y, haciendo caso omiso de los pedidos delos epicreos, que deseaban erigir all un altar alvenerado maestro, edific su propio palacio (Cf.M.T. Cicero, Epist. ad fam. XIII 1).

    No es fcil conjeturar por qu Lucreciodedic su obra precisamente a semejante indivi-duo. Quiz pretendiera con ello ser admitido en laclientela de un influyente pblico; pero, si as fue,su eleccin, como dice Valent Fiol, no resultdemasiado afortunada, ya que Memio acab pron-to su carrera poltica en el exilio (53 a.C.), dondemuri ms tarde (5). Tal vez determinara ladecisin del poeta el hecho de que Memio, amantede la literatura griega (y despreciador de la latina),haba demostrado admiracin por Epcuro: quisodemostrarle posiblemente que tambin en latn sepodan expresar, y con suma belleza y eleganciapor cierto, las ideas liberadoras del filsofo delJardn.

    Segn vimos, san Jernimo dice que Cicern"corrigi" el poema lucreciano (despus de lamuerte de su autor, se entiende). Un humanista delRenacimiento, Hieronymus Borgius, autor de unabiografa de Lucrecio (1502), va ms all, y diceque ste "Ciceroni vero recen tia ostendebat car-mina, eius limam secutus" (Mostraba a Cicern susrecin escritos versos y acataba sus correcciones).Pero si resulta bastante inverosmil que Cicernhaya corregido los versos de Lucrecio despus de lamuerte de ste, segn antes dijimos, mucho ms loes que lo haya hecho durante su vida y a medidaque los iba escribiendo. Se trata solamente, como

    bien anota Ernout, de "1' elucubration d' unhumaniste qui dilu et remani a sa fantaisie lesdonnes fournes par la Chronique de saint[rme",

    Sin embargo, el que Cicern editara la obra,en el sentido de hacerla copiar y ponerla encirculacin, no puede desecharse. Una cierta con-firmacin del hecho se puede hallar en ciertaepstola que envi a su hermano Quinto (Epist. adQuintum fratrem II 9), donde dice: "Lucretipoemata, ut scribis, ita sunt, multis luminibusingenii, multae tamen artis" (Los poemas deLucrecio son tales como t dices, dotados de unbrillante ingenio y, sin embargo, con muchaciencia). Esta carta es de febrero del 59 a.C.

    Ahora bien, si elegimos el ao 55 comofecha de la muerte Je Lucrecio, la epstolaciceroniana representara precisamente el eco de laprimera impresin del Arpinate cuando su her-mano le hizo llegar, a fin de que la publicara, elmanuscrito del poeta muerto (y la carta parecesugerir ms naturalmente esta hiptesis); si elegi-mos el ao 53, entonces la epstola ciceronianatestimoniara que el De rerum natura era conocidopor Cicern an antes de la muerte de Lucrecio(6).

    El hecho de que Cicern no se refieraexpl citamente en ninguna parte de sus escritos ala edicin de Lucrecio ha inducido a algunos adudar de que l fuera precisamente el editor:resulta poco verosmil -dicen- que un hombretan dado a hablar de todo cuanto hace hayaomitido este trabajo de editor. Tal vez -podracontestarse- el trabajo le pareca insignificante.

    Se ha sugerido tambin que el Cicern alcual alude Jernimo no es el clebre orador MarcoTulio sino su hermano Quinto. Mas, como observaBergson, en los escritos de san Jernimo nunca seda el nombre de Cicern sino al orador.

    Tampoco ha faltado quien sugiera que eleditor del De rerum natura fue Atico, corresponsaly amigo de Cicern, filsofo epicreo, que habraemprendido la tarea en colaboracin con el histo-riador Cornelio Nepote, el cual, segn consta,conoca y valoraba el poema. Tal hiptesis nopresenta, en verdad, muchos fundamentos positi-vos, pero tampoco se puede descartar la posibili-dad de que Atico y Cornelio Nepote se hubieranocupado, movidos por celo filosfico o simpataesttica, en divulgar y hacer copiar la obra 1I0 cualequivale a editarla).

    Al emprender la composicin de su poema,

  • LUCRECIO, POETA Y FILOSOFO DE LA LlBERACION 41

    Lucrecio no se enfrent solamente a una tarea decreacin potica y de divulgacin filosfica, sinoante todo a una exigencia de ampliacin y enrique-cimiento oe la lengua latina. Se vio ante lanecesidad de crear un lxico filosfico, un nuevoidioma dentro del idioma.

    Es verdad que en este propsito haba sidoprecedido por Enio y por Pacuvio. El primero deellos, que se consideraba z s m'smo una reencarna-cin de Pitgoras, expone en su Epicharmus, porboca del pitagrico de Siracusa, una teora filosfi-ca del mundo, y traduce -o, I1Ycsbien glosa- laHistoria Sagradadel tilo-cirenaico Evemero.

    "Aporta, para tratar los problemas metafsi-cos, el conocimiento de diversas filosofas griegas,crticas o rmsticas, len especial el pitagorismo, detendencias religiosas y morales; y el epicuresmoque, al explicar el origen del mundo por transfor-maciones materiales, deja a un lado los dioses/,unido al buen sentido prctico del romano, para elque toda visin del universo es buena, con tal queno violente el sentido comn y d va libre a unaactividad provechosa para el Estado" (7).

    Pacuvio, sobrino de Enio, senta una graninclinacin por la filosofa, y esto se traduca en lainsercin de largas parrafadas filosficas en sustragedias, lo cual les restaba agilidad e intersdramtico.

    Sin embargo, ni Enio ni Pacuvio (ni menos,por supuesto, Lucilio, Plauto o Terencio) habanlogrado crear un vocabulario filosfico, que permi-tiera expresar en latn las ideas de los pensadoresgriegos. Esto es lo que Lucrecio quiere hacer, sinque se le oculten las dificultades de la empresa:

    Nec me animi fallit Graiorum obscurareperta difficile inlustrare Latinisversibus esse, mul ta novis verbispraesertim cum sit agendum propteregestatem linguae et rerum novitatem.

    (Y no dejo de advertir lo difcil que es pintaren versos latinos los oscuros hallazgos de losgriegos, sobre todo cuando muchas ideasdeben expresarse con palabras nuevas a causade la pobreza de la lengua y la novedad delos asuntos) 1I 136-1391.

    Al poeta parece abrumarlo la magnitud de latarea. "Por vez primera tena que explicar, ensonoros aunque ponderosos vocablos latinos -diceel filsofo y poeta Santayana- el nacimiento y

    naturaleza de todas las cosas tal como sutilmentehaban sido descritas en griego" (8).

    No rehye, sin embargo, la empresa, y lalleva a cabo con tanta felicidad como se podadesear.

    Ms tarde, Cicern, que cuando conoci elpoema lucreciano estaba todava lejos de la filoso-fa, complementar y ampliar con plena concien-cia lingfstica, la obra emprendida en este terrenopor el poeta-filsofo. Y llegar a considerar al latnsuperior al griego como lengua filosfica (Cf. Denatura deorum 14,8; De finibus 1112,5; Tusc.disp.111,5,10).

    A diferencia de Lucrecio, cuyo inters filos-fico se centraba en Epicuro, por no decir que secircunscriba a l, Cicern admiti una ampliagama de influencias doctrinales que abarcabaprcticamente todas las corrientes y escuelas de laHlade, con la sola excepcin del propio Epicuro.As, sus tratados De repblica y De legibuscorresponden ya por sus ttulos a dos dilogos dePlatn (Repblica, Leyes). El Hortensius era, sinduda, de inspiracin platnica.

    En su filosofa moral el predominio de lasideas estoicas es evidente. Pero el relativismo de losneo-acadmicos flota siempre en todas sus disputa-ciones tericas y terico-prcticas, y triunfa en sufilosofa de la religin y en su metafsica (Denatura deorum, De divinatione, De fato).

    Aunque conoce el pensamiento de Epicuro,ste no lo atrae ni se deja convencer por l (a noser en algunas cuestiones secundarias). Sin embar-go, su trabajo de "asirnllador" del pensamientogriego se extiende inclusive a l. "An si otro valorno tuviesen los tratados filosficos ciceronianos,les quedara el de haber trasladado al latnconceptos filosficos griegos, y de haberlo hechoadems en terso y apacible estilo, sin hacerle sufriral lenguaje los tormentos de todo gnero querecibe hoya manos de neokantianos, fenomenlo-gos y existencialistas", dice Gmez Robledo (9).

    El mrito de Lucrecio es, sin embargo, tantomayor que el de Cicern cuanto menos predece-sores tuvo en su camino. Ese mrito, por otraparte, consiste no slo en haber "Iatinizado" un"idioma" griego como era el de los filsofos, sinoen haber prestado tambin algo de la "rnaiestas"romana a la sencillez del estilo de Epicuro, que escasi chatura.

    Ms an, como dice Martha, " no es imposi-ble que la severidad enteramente romana delpoema Sobre la Naturaleza haya conmovido a

  • 42

    por su finalidad. Pero la finalidad de una obra es loque le confiere sentido y la hace comprensible.

    Por otra parte, esta determinacin resultainsuficiente. Para lIevarla al nivel de concrecinnecesario, es preciso aadir, en primer lugar, que"tica" significa aqu bsqueda de la felicidad ydel placer; en segundo lugar, que placer y felicidadquieren decir, ante todo y sobre todo, ausencia deldolor fsico y psquico.

    Desde este punto de vista, la tica deLucrecio y de su maestro Epicuro, se presenta enesencia como una doctrina destinada a liberar alhombre del sufrimiento y del dolor, ni ms nimenos que la doctrina de Buda. Desde este puntode vista l.ucrecio, Epicuro y Buda ensean funda-mentalmente una filosofa de la liberacin.

    Sin embargo, entre Epicuro y Lucrecio porun lado y Buda por el otro (pensadores de ambosextremos del mbito lingstico-cultural indoeuro-peo) se da al mismo tiempo una gran contradic-cin.

    Acordes en concebir como propsito esen-cial de sus doctrinas lo liberacin del dolor, Budacree encontrar el camino para ello en la contempla-cin interior que conduce a la negacin del yo ydel deseo; Epicuro y Lucrecio, en cambio, en elconocimiento del mundo exterior, que lleva a laeliminacin de la supersticin y del miedo.

    Buda confa en la meditacin; Epicuro yLucrecio en la experiencia y la razn; aqul cree enla introspeccin iluminada, stos en la cienciafsica. Aqul espera cortar las cadenas del karma yarribar al Nirvana; stos se contentan con eliminarde la mente humana el miedo y la angustia, paracrear en ella este temporal y relativo nirvana que esla felicidad terrena. Buda rechaza terminantemen-te, por otra parte, el determinismo naturalista deciertos filsofos indios de su poca.

    La peculiaridad del De rerum natura consis-te, pues, en lo siguiente: es un poema filosficocuyo fin es la liberacin del olmo individual, ycuyo propsito es ensear a conquistar la felicidad,expulsando de las mentes humanas la supersticin,el miedo y la angustia, pero que considera comonica va posible para lograrlo explicar lo naturale-za de los cosas y sus causas ffsicas, esto es, brindaruna visin cientfica del mundo, de la vida y delhombre.

    Se trata de uno filosoffa de lo liberacin quese realiza por medio de una fsica y de unacosmologa y que slo puede expresar, la grandezade su propsito libertario y lo gigantesco de su

    ANGELJ.CAPPELLETTI

    Cicern y le haya inspirado, pese a todos losdesacuerdos, cierta indulgencia para una sospe-chosa doctrina que acababa de hallar un tan gravey brillante intrprete" (10). De ah, tal vez, surgien el orador que admiraba a los estoicos elproosito de dar a conocer la obra de un discpuloferviente de Epicuro.

    No debemos olvidar, pues, que, como dice B.Farrington, "el primer logro importante de lalengua latina en el proceso de incorporar las ideascientficas y filosficas de los griegos fue el poemaDe rerum natura de Lucrecio" y que este logro"fue tambin el ms destacado" (11). El mismoFarrington interpreta as el significado del poema:"Lucrecio asimil la doctrina de Epicuro y su baseatomista la verti en forma potica segn elmodelo filosfico de Empdocles. Su poema nocontiene nada original, excepto la noble y fervien-te elocuencia del escritor y su eminente capacidadpara la sistematizacin y exposicin ordenada delmaterial. Es indudablemente una obra maestra dela literatura, el mayor poema filosfico de lahistoria, pero desde cierto ngulo es tambin unaobra maestra del pensamiento cientfico, si consi-deramos que la ciencia no es solamente una tcnicasino una filosofa, una mentalidad, una manera dever las cosas, una fe en la razn. El sagrado placeren el espectculo de la naturaleza y en el conoci-miento de sus leyes, la necesidad de un conoci-miento de esas leyes para poder vivir rectamente,el deber de someter la mente a la evidencia de loshechos observados, estas ideas no han sido expresa-das nunca con tal poder y belleza como en laaustera elocuencia de De rerum natura" (12).

    Sin embargo, nada de esto nos da todava elsentido profundo de la obra de Lucrecio ni nosbrindo lo verdadero clave de bveda de su pensa-miento.

    Es obvio que el poema de Lucrecio no fueescrito slo ni principalmente para expresar lossentimientos del poeta frente a la naturaleza; peroes claro tambin que no se puede reducir susignificado al de un mero poema didctico. Pocotiene que ver con las Odas de su imitador Horacioo con las Gergicas de su tambin imitadorVirgilio, No se le puede equiparar a la Tristia delotro admirador, Ovidio, ni tampoco a la astrono-ma versificada de Arate, que Cicern vertira allatn. No puede definirse como una obra cientficasi atendemos a su propsito y su meta.

    Podra decirse que es un tratado de tica?No, sin duda, por su contenido; s, evidentemente,

  • LUCRECIO, POETA Y FILOSOFO DE LA L1BERACION 43

    lucha contra el dolor y el miedo en un gran poemaque asume la forma mtrica de la epopeya.

    La originalidad de este poema debe buscarsems en la forma que en el fondo y ms en el tonoque en la meloda. Lucrecio no slo vierte al latnlos conceptos filosficos griegos sino que tambinconfiere espritu romano a la sabidura helnica.Se trata, para l, ante todo, de una guerra contra lasupersticin y el miedo, de una militante campaapor la conquista de la serenidad y de la beatitud.

    Dice a este propsito Albert Grenier: "A lasabudira que le inculc Epicuro, l ILucreciolaade la tenacidad y la insistencia del viejotemperamento romano, comparte el frentico ar-

    (1) E. VaIent Fiol, Lucrecio, Barcelona, 1949,p.21.

    (2) H. Bergson, Extraits de Lucrce. Mlonges,Pars, 1972, p. 293.

    (3) E. Crema, Un extrafio erro: linglstico,Caracas, 1964.

    (4) H. Bergson, op. cit. p. 268, n.2.(5) E. Valent Fiol, op. cit. p. 22-23.(6) E. Paratore, Storia della leteratura latina,

    Firenze, 1967, p. 266-267.(7) J. Bayet, Literatura latina, Barcelona,

    1966, p. 78.

    dor de su tiempo y lo encamina no hacia 1,ambicin, sino hacia la verdad. La filosofa estotalmente griega, pero el tono con que la difundey predica no lo es ciertamente. Poco importa quela verdad aceptada sea la de Epicuro o la delPrtico. Lo esencial en el poema de Lucrecio senos antoja ser esa apasionada adhesin a un idealabsolutamente intelectual. Es el mismo fiero abso-lutismo de las convicciones que creemos reconoceren la sombra austeridad de Catn de Utica, y talvez incluso en el crimen de un Bruto y de unCasio. Para estos romanos, como dice Cicernburlndose de Catn, las ideas filosficas no sontan slo tema de discusin; son reglas de su vivir,principios de su accin" (13).

    NOTAS

    (8) G. Santayana, Tres poetas filsofos, Bue-nos Aires, 1943, p. 42.

    (9) A. Grnez Robledo, Introduccin a Delos Deberes de Cicern, Mxico, 1948, p.15.

    (lO) C. Martha, Le pome de Lucrece, Pars,1913, p.411.

    (11) B. Farrington, Ciencia y filosofia en 10antigedad, Barcelona, 1972, p. 176.

    (12) B. Farrington, op. cit., p. 177.(13) A. Grenier, El genio romano en 10

    religin, el pensamiento y el arte, Mxico, 1961, p. 173.