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CAPITULO IV SISTEMA GLOBAL NEOLIBERAL EN AMÉRICA …
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CAPITULO IV
SISTEMA GLOBAL NEOLIBERAL EN AMÉRICA LATINA
1. El nuevo giro neoliberal.
Dentro del proceso mundial al que ingresa el capitalismo, a partir de la
década de los ochenta, que se ha dado en llamar globalización, posee
características que lo definen como tal, a juzgar, según el criterio de Marini
(1997),
(…) por la superación progresiva de las fronteras nacionales en el marco del mercado mundial, en lo que se refiere a las estructuras de producción, circulación y consumo de bienes y servicios, así como por alterar la geografía política y las relaciones internacionales,la organizaciónsocial, las escalas de valores y las configuracionesideológicaspropias de cada país.
La globalización es sin duda alguna, la transición a una nueva etapa
histórica, cuyos resultados han generado una nueva fisonomía, dado que
apenas comienza, y ha venido dejando por fuera a algunos países como en
el caso de la población del África, Asia e incluso parte de América Latina,
pero en su movimiento circundante, ha establecido conquistas en todo el
planeta.
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Apuntando a este criterio, el carácter planetario que ha adquirido el
nuevo sistema-mundo, siguiendo las palabras de Wallerstein (1995), la
globalización económica y solamente como tal, representa la culminación de
un proceso de expansión del sistema capitalista gracias a la tecnología
moderna, cuyos agentes activos, según Villa (2004), las empresas
multinacionales son los agentes activos del proceso de globalización, “La
globalización, también denominada con mayor rigor científico mundialización,
se inició, o al menos así lo pareció, en los mercados financieros”.A tal efecto,
los movimientos de capital en el ámbito mundial fueron los más llamativos en
cuanto a su apariencia.
Desde hace tres de décadas, con el cambio de las políticas
económicas en los países capitalistas, como Gran Bretaña, encabezado por
Margaret Thatcher y el Presidente norteamericano Ronald Reagan, en los
Estados Unidos, fue el transito del keynesianismo al neoliberalismo, y en
consecuencia, se ha desatado un proceso en el ámbito mundial que se ha
bautizado como el de globalización.“Representa la continuación de la
expansión capitalista en el ámbito mundial y significa un importante salto
adelante en la consolidación de este sistema”. (Vidal, 2004).
También denominado como mundialización que apareció gracias a los
mercados financieros, puesto que fueron los más atractivos y de mayores
ganancias en el mercado y esa globalización ha venido adquiriendo mayor
movilidad de su capital que es lo que le ha permitido expandirse en todo el
planeta. Pero la globalización tiene su máxima expresión en el despliegue
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mundial del capital productivo, a partir de la acción de las empresas
multinacionales, auténticos protagonistas de este proceso. Hoy en día, la
producción se efectúa a escala mundial y con ello se sostiene, como apunta
Vidal (2004), “Hoy día se produce en muy diferentes puntos del mundo,
prescindiendo del origen del capital y del mercado final al que van dirigidas
las mercancías producidas. El planeta es un solo espacio de rentabilización
del capital”.
En consideración al desarrollo del paradigma de la globalización
neoliberal, resulta de manera crucial, identificar el patrón de continuidad de la
cual se requiere una aproximación evolutiva de este devenir histórico social
que ha sido un fenómeno que ha despertado controversias dentro del mundo
académico, por esta razón, se apunta hacia el siguiente estudio o proceso
histórico:
1.1. Impulso del neoliberalismo a escala global
Como modelo hegemónico, el capitalismo a escala global ha sido
impulsado por Margaret Thatcher en Gran Bretaña, 1979 y Ronald Reagan
en 1980 en los Estados Unidos, con el apoyo de las instituciones financieras
internacionales, el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Son los entes que han
venido promoviendo las políticas de liberación económica y financiera, la
privatización, la desregulación, la promoción del Estado mínimo, no
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interventor en los asuntos del libre mercado y la disminución de las
relaciones laborales.
Con Margaret Thatcher, se asume su compromiso político de reformar
la economía, aceptando, por sugerencia de Keith Joseph, un publicista muy
activo que tenía conexiones con el neoliberal Institute of EconomicAffair,
donde acepta que el keynesianismo debía de desaparecer como sistema
capitalista en la esfera económica y política. Thatcher, se encargo de
interpretar y consolidar la antigua doctrina liberal negando la existencia de
una sociedad y afirmando la existencia del individuo y su familia como
verdadera esencia filosófica del liberalismo. “Todas las formas de solidaridad
social iban a ser disueltas a favor del individualismo” (Harvey, 2007), su
asalto ideológico, en la búsqueda de un “Estado neoliberal”, fue incesante.
Aquí, se redefine el papel del Estado que siguen el modelo de corte
neoliberal y su papel es el de instrumentar la dinámica económica a favor del
mercado, bajo una cultura de la dominancia del mercado sobre el Estado, en
un retiro obligado del Estado en las actividades económicas. Esas
actividades económicas, solo le atañen a las grandes decisiones financieras
y comerciales que permitan el flujo de las ganancias. “Para los neoliberales,
el Estado debe jugar un papel subsidiario, mientras que la sociedad civil se
conforma mediante un conjunto de organizaciones y agrupaciones de
individuos que en forma voluntaria logran objetivos comunes” (Vargas, 2006),
es decir la libertad individual atiende a las decisiones impuestas desde
afuera. (Ver Gráfico 2).
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GRÁFICO 2.
PERSPECTIVA HISTÓRICA DEL PROCESO NEOLIBERAL EN AMERICA LATINA
Fuente: Martínez, 2012
En el caso del modelo neoliberal ingles, las recetas económicas fueron
aplicada con mucha severidad, “con la contracción de la emisión monetaria,
reforma impositiva, tendiente a desgravar los ingresos altos, reducción de
controles en flujos financieros, represión a las huelgas, nueva legislación
anti-sindical y un programa de privatizaciones” (Berguesio y Fandos, 2009).
En el caso de la experiencia de los Estados Unidos, en la
responsabilidad de Ronald Reagan(1980), la denominada por Escurra
(2006), como “ortodoxia neoliberal”, tuvo su cambio más significativo, más
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orientada a competir por la vía militar en competencia con la URSS, a fina les
de la Guerra Fría, sin respetar la disciplina presupuestaria, “lanzándose a
una carrera armamentista sin precedentes” (Anderson, 2003), esto es en
cuanto a su vinculación dentro de la misma competencia entre los dos ejes
que en otrora conformaron la hegemonía de los polos socialistas y
capitalistas.
Dentro del plano ideológico, durante el gobierno de Reagan se
desencadenó un proceso de reorganización ideológica que configuró una
nueva etapa neoliberal con valores democráticos con sustento
neoconservador, mediante un proyecto de sociedad integral, no solamente
limitado en lo económico sino también en lo político.
Tal reorganización iba dirigida directamente a la promoción imperial
estadounidense alrededor del mundo, aunque eso no significo que hayan
obligado, tal como lo manifiesta Harvey (2009), a Thatcher a que se
incorporara a la senda neoliberal en 1979 y mucho menos, obligó a China en
1978, emprender su camino hacia la liberalización. Es decir, que durante el
gobierno del republicano Reagan, se despuntó más hacia una firme
internacionalización con características neoconservadora de expansión e
intervención mundial, del programa neoliberal para envolver su hegemonía
de alcance planetario.
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1.2. Descomposición del Socialismo real y auge de la globalización neoliberal
Con la caída del “socialismo real”, en la URSS, esto le da a la historia
un giro trascendental al modelo capitalista. Todo esto generó efectos
mundiales por su mismo apego al plan neoliberal, porque ya para 1980, se
estaba notando una ineficaz disposición de su economía planificada para
resolver los conflictos internos, en este caso, la ineficacia en la producción y
una escasez de bienes de consumo. En suma, era inevitable detener la crisis
que ya internamente existía que además, “Esto, lógicamente, va a imprimir
una nueva fase de la ideología neoliberal, más allá de los balances actuales
a sus planes económicos, por cierto, no muy prometedores”. (Berguesio y
Fandos, 2009).
A pesar de las vicisitudes económicas y financieras, el esquema de
sociedad implantado desde el comienzo del siglo XX, la antigua URSS,
comienza un nuevo ciclo de adaptación a la nueva geopolítica que afectó su
real poderío como polo hegemónico, durante la década de 1990. Allí,
históricamente, el neoliberalismo, se tornó, como modelo hegemónico. Este
fue el periodo de auge de la globalización neoliberal a escala mundial y es a
partir de allí que surge un nuevo discurso despolitizante del modelo y el
nuevo incentivo a la competitividad y el incremento del consumo de bienes
materiales.
A partir de esta época de “convertibilidad hegemónica”, con el
derrumbe del muro de Berlín y dos años más tarde, con la disolución del
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sistema socialista de la ex Unión Soviética, la visión de Estado central, es
convertido en una visión de incapacidad frente los grandes movimientos de
capitales e incapacidad para dar respuesta a las crisis cíclicas del
capitalismo y esto reafirmó de que “no hay alternativas”, de la cual surge el
criterio de pensamiento único, que consideraba que no hay otra opción al
modelo neoliberal, a tal efecto, Faír (2008), indica que “la década de los 90
se decía que este no era sólo el mejor de los mundos posibles, sino que era
el único que hay”. De ahí, la célebre frase de Fukuyama “el fin de la historia”
que será desarrollado en páginas posteriores.
Con estos dos acontecimientos que marcaron la historia del mundo,
desaparece la Guerra Fría, justamente cuando Margaret Thatcher y Ronald
Reagan venían trazando una nueva etapa capitalista de la que muchas
regiones del mundo acogieron a las medidas que fueron diseñadas por
Hayek y Friedman, lo cual constituyo el florecimiento del modelo neoliberal y
el menosprecio total del keynesianismo o el Estado de bienestar.
La fase de desintegración del mundo socialista diseñado por Lenin
junto con el partido Bolchevique en 1917, había estado en manos de dos
responsables de la desaparición del poderío socialista, por un lado
Gorvachov y por el otro Boris Yeltsin, quien introdujo
complacientemente el neoliberalismo en la denominada Federación Rusa.1
1República cuya moneda en el rublo, que se extiende por Europa oriental y el norte de Asia, establecida en
diciembre de 1991, en la que se integran 20 repúblicas federadas, 10 circunscripciones autónomas, 49 regiones administrativas , una región autónoma, seis territorios administrativos y las ciudades de Moscú y San Petersburgo, que poseen rango federal. La actual Rusia fue en su día, la integración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.).
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El impacto generado por el cambio en el Bloque Soviético adquirió
dimensiones fatales en la adaptación hacia la “nueva sociedad”, puesto que
la adaptación al nuevo esquema no fue fácil para lograr un cambio a favor de
la población. Comenzaron a aparecer irregularidades en las políticas
administrativas, mientras la concentración del 60% de las riquezas eran
percibidas por el 2% de la población, generando así una enorme
desigualdad social y un origen pronunciado de la pobreza, llegando al 53%
de la población.
De igual manera, este cambio estructural también fue testimonio para
que el país adquiriera una abrumadora deuda externa que según Bergesio y
Fandos (2009), llego a 180 millones de dólares, en tanto la fuga de capitales,
se logró cerca de los 250 mil millones de dólares, de donde la recuperación
económica logró fortalecerse gracias a las exportaciones del petróleo y el
financiamiento del FMI.
1.3. Francis Fukuyama y el fin de la historia.
La concepción del neoliberalismo de Fukuyama (1989), director
delegado del Cuerpo de Planeamiento de Política del Departamento de los
Estados Unidos, es:
Fuera del neoliberalismo no hay salvación. Hemos llegado al final de la historia. No hay otra posibilidad, no hay otra salida más que el neoliberalismo. Todas las demás ideologías fracasaron. Lo que
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sirvió en las décadas pasadas fue un sueño que no soluciona nada. El capitalismo neoliberal es el único sistema capaz de producir riqueza, trabajo y bienestar social.
En este artículo, que escribió en 1989, enuncia que al producirse el
desmoronamiento de las sociedades socialistas, el capitalismo y el
liberalismo brotan como el único sistema posible y esto se ve demostrado
porque el resto de los países donde reinaban las políticas socialistas, como
China, a partir de 1978, emprendió el camino hacia la liberalización; Rusia,
en 1985, con la implementación de la perestroika y el glasnot, adoptaron el
sistema liberal. En consecuencia, según Fukuyama (1989) “estaríamos ante
el fin de la historia”, de la cual, “el Fin de la Historia es el punto final de la
evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia
liberal occidental como la forma final del gobierno humano (…)”.
Para Fukuyama la cultura de consumo configura una ideología de la
dominancia que se expande y triunfa sobre las demás. La democracia
capitalista se sitúa como el sistema político ideal. "(...) en el fin de la historia
no es necesario que todas las sociedades se conviertan en exitosas
sociedades liberales sino que terminen sus pretensiones ideológicas de
representar diferentes y más altas formas de la sociedad humana". En pocas
palabras, para Fukuyama el liberalismo (ahora neoliberalismo) y el
capitalismo son el sistema político y evidentemente económico imperante en
el planeta y que fuera de él no hay otra alternativa. Aunque advierte que el
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“fin de la historia” no representa que todas las sociedades tendrán el éxito de
ser liberales, sobre este respecto, Maldonado (2006), indica:
Basa esa aseveración en el hecho de que ni China, ni Rusia son, y quizás tampoco llegaran a serlo, sociedades liberales, puesto que sólo han logrado impulsar tímidos cambios que les han apartado el camino de la confrontación de las visiones del mundo, adaptándose a la visión tanto económica como política del liberalismo en algunos ámbitos.
En Fukuyama se puede apreciar, según su concepción liberal del
mundo, su aversión hacia la concepción colectivista del hombre puesta en
cualquier medida que vaya a favor del bienestar de la sociedad en términos
de cooperación mutua. Es para Fukuyama el fin de los conflictos ideológicos
y el triunfo del liberalismo y como todo condiscípulo de los clásicos del
paradigma liberal, su concepción no escapa en la afirmación del triunfo del
mercado por encima de cualquier decisión colectivista y la resolución de los
problemas del individuo es la satisfacción del consumo.
Se puede notar su convicción hayekiana, de que el proceso histórico
para Hayek ha conducido al capitalismo de mercado competitivo, muestra
una tendencia hacia el bien y la historia, consistirá en acercarse más al bien
individual, es decir, que la historia pendiente consistirá en la gradual
expansión del capitalismo de mercado.
Para Hayek, la historia es el fin de las utopías y Francis Fukuyama, el
fin de la historia, considerado en esta investigación como el “discurso anti-
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colectivo o despolitizante”, constituye el desafío de la globalización neoliberal
hacia las nuevas formas de organización anti-hegemónicas.
Necesario es reiterar con el fin de concretar la realidad política,
económica e ideológica que ha caracterizado el proceso de mundialización
neoliberal, por una parte, el llamado fin de historia, cuyo motivo es excluir la
capacidad de acción humana en la búsqueda de la transformación de la
humanidad para el bien colectivo y por otro lado, el advenimiento de la
globalización como un nuevo paradigma o una nueva concepción de la
historia que con el fin de lograr una era de bienestar, como marco filosófico,
ha significado la reificación de la praxis capitalista, cuyo proceso y
consolidación como lo ha indicado Anderson (1999), ha sido un complejo
proceso de confrontaciones sociales y de crisis, confrontación con el
hombre, las organizaciones políticas y sociales que buscan una forma de
emancipación y sus instituciones y confrontaciones ideológicas y culturales
contra el sistema de dominación impuesta por el capitalismo tecnificado y
mundializado que ha enfrentado al hombre y la sociedad para el dominio y
sujeción.
En los próximos capítulos que se van a analizar contribuyen a debatir
sobre este tema que ha generado mucha polémica en el mundo académico
e intelectual, en la cotidianidad, lo cual es la visión liberal que ha prevalecido
en América Latina desde los años que el capitalismo tuvo la oportunidad de
incorporarse a los procesos de desposesión de sus espacios productivos y
del sujeto mismo.
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2. Implantación del Neoliberalismo en América Latina.
Se vive una época postmoderna que es nada más y nada menos el
nuevo modo de vida y de pensar a un nuevo orden de convivencia. La
globalización neoliberal a escala global impulsó grandes transformaciones
en todas sus dimensiones, en lo político, económico, cultural, social e
ideológico, sin considerar la diversidad existente en el continente
latinoamericano, en el caso especifico y es el motivo de este punto y el resto
de los capítulos que le siguen.
Los años 70 al 90 del siglo XX, constituyeron momentos de cambios
en América Latina, por ser los tres momentos de la inclusión de la región al
proceso neoliberal. Con la llegada por la fuerza a través del golde de Estado
en Chile en 1973, y con el predominio de Milton Friedman y sus seguidores,
los “Chicago Boys”, comienza el eslabonamiento de una sucesivas oleadas
neoliberales en América Latina establecidas a través de golpes de Estados y
posteriormente a través de la vía electoral.
En algunos países de América Latina, el neoliberalismo se instauro en
forma radical, es decir, por la vía de facto, fue necesario llevar a cabo una
serie de golpes de estados para instalar dictaduras militares, sobre todo en
países denominados del cono sur . En el caso de Brasil en 1964 y 1968, en
Argentina en 1966, en Chile en 1973, luego Argentina y Uruguay en 1976.
Sobre todo, a partir de la década de 1970, se inscribe en la región los
orígenes del capitalismo de libre mercado, cuyas recetas obligadas, para el
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funcionamiento de este capitalismo fue la apertura a los grandes capitales y
servicios extranjeros y para que la función operativa del libre mercado se
llevara a cabo, era necesario romper con los cánones que habían sido
establecidos por el patrón keynesiano, a este respecto, Petras (2000: 157),
sostiene que “Solo tras el ataque generalizado contra los sindicatos de la
clase trabajadora, las asociaciones cívicas urbanas y las organizaciones
campesinas, fue posible implantar las políticas neoliberales”. Esto significo el
comienzo de las resistencias populares gestadas a raíz de ciertas medidas
impuestas en detrimento del espíritu colectivo y solidario de del pueblo y la
clase trabajadora.
Algo de gran significación impuesto por el patrón neoliberal, como
medida “indispensable” para la instauración del régimen anti-colectivista fue
la de dividir a la clase trabajadora, como principal medida, posterior a ello,
fueron las medidas privatizadoras secuenciales que se fueron dando,
comenzando por la industria petrolera, para luego seguir con las
comunicaciones, el transporte, entre los más afectados.
En Chile, por ejemplo, el rol del Estado, entendido como un aparato
regulador económico o Estado de bienestar, fue inmediatamente eliminado.
Luego se da un nuevo ciclo de regímenes vinculados al capital transnacional
o de libre mercado, “vinculado e interrelacionado con las espirales
socioeconómicas ascendentes y descendentes, que a su vez, están
estrechamente relacionadas con la parte fundamental del repertorio
neoliberal : las denominadas políticas de ajuste estructural como condiciones
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impuestas por los denominados organismos de acción multilateral, tales
como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para otorgar
respaldo financiero destinado a afrontar un grave problema de pagos
internacionales, tales como la deuda externa. “Se trata de una receta única y
de pretendida validez universal que se aplica con independencia de la
situación particular de cada país." (Zabalo, 2000).
Estas grandes “olas neoliberales”, constituyen, desde el punto de vista
sociológico, la apertura y la continuidad de un desarrollo de “inserción
capitalista en América Latina”. Entiéndase que estos regímenes impuestos
en la región tuvieron desde un principio el rechazo de las masas y fue
impuesto, tal como en Chile, por la vía del golde de estado y posteriormente
por la vía del consenso propugnado por los medios de difusión masiva. Es de
considerar que la implantación de estos regímenes, así como lo señala
Méndez (2004. 78), “no fue consecuencia directa del fracaso de los
proyectos populistas o de estatismos socializante, pues la mayoría de esos
proyectos latinoamericanos no fueron castigados por el voto popular sino que
fueron derrocados por golpes de Estado”. Por otro lado, se establece, en
este análisis, que por la vía electoral, los medios masivos de difusión
contribuyeron fuertemente en derrocar al Estado “populista”, cuyo éxito se
gestó por la capacidad de convencimiento a amplios sectores de la sociedad
capitalista, entre ellos, las élites sociales y políticas, de que no hay otra
alternativa que la admisión del modelo neoliberal.
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2.1. Ciclos políticos neoliberales.
Luego del periodo de los regímenes militares en América Latina, que
controlaron la región entre 1964 a 1999, se fueron implantando gobiernos
civiles, que como dice Petras (2000:163), se encontraron casi “totalmente”
atrapados por la deuda externa. Sobre este aspecto, Ceballos (1996), indica
que,
Los gobiernos del Cono Sur intentaron aplicar algunas fórmulas social-demócratas como modelo económico desarrolladas por la Comisión Económica para América Latina, más conocida como la CEPAL, en parte porque el neoliberalismo estaba demasiado asociado con los militares, pero también, debido al temor de que los efectos negativos de este modelo económico podrían afectar sus pretensiones electorales.
Como primer aspecto, es necesario recordar sobre la transición que se
llevó a cabo a partir de los años 80 del siglo XX, de los regímenes militares a
regímenes civiles, se asoció con el denominado nombre de
“democratización” de donde Ceballos (1996), a este respecto aclara:
La realidad, sin embargo, vino a demostrar que esto fue sólo un cambio de régimen que no alteró o desafió el poder de las instituciones más críticas del Estado tales como las Fuerzas Armadas, los servicios de inteligencia, los servicios civiles, los bancos centrales y el poder judicial
En la década de los 80 del siglo XX, considerado como gobiernos de
la primera ola, que consistió en el denominado retorno de la democracia
representativa que bajo la figura del sufragio universal, para elegir a su
representante a conformar los gobiernos civiles, se instauro la etapa del
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“terror político”. Ceballos (1996), confirma que existió el temor de estos
gobiernos representativos, frágiles desde el punto de vista político,
sobrevivieron por la “continua presión de los militares y sus asociados, al
gran capital nacional y extranjero”.
En este periodo de transición política y de “democracia flexible”, se
comienza a inaugurar un renovado proceso de luchas políticas y
movimientos sociales que estaban en contra de este estilo de gobierno y que
estaba bajo las condiciones de la presión militar y del gran capital. Es
necesario recordar, de esta manera que en Brasil y Argentina comienzan el
gran ciclo de protestas materializadas a través de las movilizaciones sociales
en reclamo de sus derechos humanos, que a la larga parecía aseverarse en
la mayoría de los países de Sur América.
Entre los regímenes que conformaron este nuevo ciclo están los
gobiernos, según Petras (2000), de la Primera Ola, que consiste en la
instauración de los gobiernos civiles a principio de los 80 del siglo XX,
representado por los gobiernos de Fernando Belaúnde en 1980 a 1985 y
Alan García, que va de 1985 a 1990, en Perú; Raúl Alfonsín de 1983 a 1989,
en Argentina; Miguel de la Madrid en 1982-1988, en México; Julio Sanguinetti
de1985 a 1990, en Uruguay y José Sarney en 1985-1990, en Brasil.
Regímenes de la Segunda Ola, al final de los 80 del mismo siglo,
representados por los gobiernos de la segunda ola de políticos neoliberales
surgidos de procesos electorales, como Carlos Andrés Pérez (1989-1993) en
Venezuela, Carlos Menem (1989-1995) en Argentina, Fernando Collor de
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Mello (1990-1993) en Brasil, Alberto Fujimori (1990-1995) en Perú, Jaime
Paz Zamora (1989-1993) en Bolivia, Luis Lacalle (1990-1995) en Uruguay o
Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) en México.
Los regímenes de la Tercera Ola, representado por los gobiernos de
regímenes neoliberales que se instauraron entre 1993 y 1995, entre estos
están: Alberto Fujimori (1995-2000), en Perú y Carlos Menem (1995-1999),
en Argentina, ambos reelectos, Ernesto Zedillo (1994-2000) en México,
Rafael Caldera (1994-1998) en Venezuela, Gonzalo Sánchez de Losada
(1993-1997) en Bolivia y Fernando Henrique Cardoso (1995-1999) en Brasil.
Para el análisis de estos tres momentos se considera, en última
instancia, efectuar su análisis de manera general para que sean efectivos los
niveles comparativos de cada proceso o momentos indicados.
Estos gobiernos que representan el comienzo en la aplicación del
neoliberalismo en América Latina, se caracterizaron por un prolongado
proceso de luchas y movilizaciones populares. A este respecto, Espeche
(2003), expresa que:
Vale recordar, en este sentido, la campaña de las “directas ya” en Brasil, las movilizaciones sindicales y del movimiento de derechos humanos en Argentina, las protestas mineras en Bolivia o los cacerolazos y movilizaciones sindicales en Uruguay. Un nuevo ciclo de protestas sociales parecía afirmarse en la mayoría de los países de la América del Sur, sin duda, una expresión de la revitalización de los movimientos sociales tras los años sombríos de las dictaduras”.
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Necesario es interpretar que así como se efectuó en América Latina
ciclos de ascensos de programas de ajustes económicos, los mismos fueron
seguidos por acciones de protestas encaminadas a las reivindicaciones
humanas y en efecto, laborales, cuyas consecuencias degradan la práctica
del modelo neoliberal en América Latina.
El análisis consecutivo de esta investigación permiten aclarar que, en
efecto, tal como se ha mencionado en líneas anteriores, habría que
agregarle sobre el temor de algunas de las nuevas autoridades civiles de
poder subsistir con sus frágiles gobiernos democráticos por la incesante
presión de los militares y sus sindicados que han estado al servicio del gran
capital, los mismos, en alianzas con los grupos políticos, las élites locales y
los grupos hegemónicos foráneos, constituían un fuerte poder de veto sobre
los procesos de democratización, violentando los denominados esquemas
reivindicativos de las clases en reclamos populares2, donde se han
practicados crímenes contra dirigentes políticos de izquierda, la corrupción y
otros hechos que han sido silenciados por la complicidad de los gobiernos y
Fuerzas Armadas. Sobre este aspecto, es bueno señalar que “Las nuevas
Autoridades civiles elegidas decidieron abandonar estas controversias
materias, concentrándose en la protección y promoción del modelo
neoliberal puesto en práctica por las Fuerzas Armadas” (Ceballos, 1996).
2 Generalmente contra las luchas campesinas y obreros de los centros urbanos
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Desde el punto de vista político y económico, muchos de estos
gobiernos se lanzaron hacia una orientación del liberalismo, dejando de lado
el espíritu estatista. Tal es el caso del presidente Víctor Paz Estensoro en
Bolivia en 1985, que luego de ser elegido, impulsó una serie de políticas
económicas neoliberales mediante el “Decreto Supremo 21.060”. Durante su
mandato, salvó al país del colapso económico y de la hiperinflación. Pero
sacrificando a los trabajadores, cuando tomó drásticas medidas como el
despido de 23.000 de ellos que estaban ligados a la industria del estaño.
Otro presidente boliviano quien gobernó desde 1993-1997 fue
Gonzalo Sánchez de Lozada, durante el momento de reproducción, había
sido ministro de Planeamiento y coordinación. Bolivia para ese entonces se
hallaba fuertemente endeudado decidió tomar drásticas medidas
neoliberales, como la privatización de empresas del estado, el control de los
gastos y, la reducción de los mismos en los servicios sociales y en los
programas de educación, entre otros. En este sentido, como es obvio, la
inflación fue contenida, pero tuvo costos sociales que se manifestaron en
detrimento de la calidad de vida de los sectores más vulnerables de la
población. Este gobierno estuvo evidenciado por la capitalización, la reforma
educativa y una pronunciada descentralización administrativa.
Estos esquemas económicos, dispuestos a ejecutar cambios
económicos en sacrificio de las mayorías, también fueron concebidos en el
resto de los países que formaron parte de esta primera ola de prácticas
neoliberales donde se dieron importantes cambios económicos por el ajuste,
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tal es el caso de México en 1988, durante el gobierno de Carlos Salinas de
Gortari, dentro del momento de decadencia neoliberal. Durante su mandato,
1.100 empresas de todo tipo, desde cadenas y productoras de cine y
televisión, hoteles, inmobiliarias, mineras, intuiciones azucareras,
automotrices, siderúrgicas, pesqueras, transbordadores, fueron privatizadas,
la única industria que no se pudo privatizar fue la industria petrolera. Con ello
se obtuvo 23.000 millones de dólares, los cuales fueron utilizados para bajar
esa deuda que pasó del 19 al 6% permitiendo, de ese modo, un menor pago
de intereses y un crecimiento en el gasto social.
Para 1994 se firma el Tratado de Libre Comercio (TLC) que fue un
bloque social entre Canadá, Estados Unidos y el propio México que
establece una zona de libre comercio, entrando en vigencia a partir de 1994,
luego de más de tres años de negociaciones.
Y así, como en estos países, donde se cristalizó una fuerte dosis de
cambios estructurales, en países con Argentina y Perú igualmente se
orientaron medidas antiinflacionarias y privatizadoras. Así mismo, en
Argentina la situación económica comenzó a cambiar de igual forma,
recesión, ajuste, déficit fiscal, endeudamiento y la desocupación fueron
algunas de las características que se daban por ese entonces. Se puede
decir que “emerge” la Argentina de los pobres, sin salud, educación,
seguridad, empleo, sólo había protestas.
El contexto de los ’90 en el Perú no era poco favorable. El país
presentaba una grieta económica sin precedentes, con un Estado incapaz de
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resolver los inconvenientes de la nación. Para 1990, en su primer mandato
para el momento de decadencia, Alberto Fujimori logra vencer en segunda
vuelta a Mario Vargas Llosa, de esta manera se inician reformas liberales en
la economía, más allá del autoritarismo, la lucha contra el terrorismo y la
constitución de una red de corrupción que luego se descubriría al final.
Las reformas llevadas a cabo implicarían pasar de un modelo
económico que manejaba el Estado desde la época del reformismo militar a
la apertura de la economía a los mercados internacionales y la privatización
de una serie de empresas que no eran beneficiosas para el país siendo
estatales.
En Venezuela, durante la segunda presidencia de Calos Andrés
Pérez, comenzada a finales de los ’90, el contexto que se estaba
desarrollando no era muy favorable, mientras el valor del petróleo había ido
bajando, algo contrario a lo que sucedió en su anterior presidencia, la
moneda se había devaluado, la inflación era muy elevada y una deuda
externa muy alta”, entre otras cosas. Por lo tanto al no tener demasiado
margen para actuar, inició un plan el cual comprendía una clara tendencia
neoliberal: liberación de las importaciones, eliminación del control de los
precios (salvo para la “canasta básica”, denominado allí “cesta básica”), la
privatización de aquellas empresas que no sean estratégicas y que estén en
manos del Estado.
Asimismo, el alza de los precios del petróleo (un 100%), el
congelamiento de los salarios, menos actuación del Estado y reducción del
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gasto público. Por otro lado, pidió financiamiento del Fondo Monetario
Internacional (FMI) para un programa de ajustes e incrementó tarifas del
servicio público (un 30%).
En consecuencia, esto trajo inconvenientes ya que surgieron rechazos
a estas medidas efectuadas por quienes debían trasladarse a trabajar a
capital, por el aumento del combustible y en consecuencia, del transporte
público. Todo esto ocasionó, una gran protesta en contra de estas medidas,
saqueos a supermercados, lo cual produjo la acción de las Fuerzas
Armadas, la represión y numerosas muertes, ante la incapacidad del
gobierno local de controlar esta situación. Además del “Caracazo”, se
produjeron manifestaciones que resquebrajaron el piso que tenía el Poder
Ejecutivo. Durante la Guerra del Golfo (1990/91), aumentó el precio del
crudo lo que supuso un alivio económico aunque no social debido a la
cantidad de conflictos en ese ámbito.
En tanto los regímenes de la tercera ola que representa una altísima
pobreza por las mismas condiciones sociales producto del desempleo y
precarización laboral que hasta la clase media había mostrado una caída
vertiginosa de su nivel de vida, ayudado por una precipitada caída de los
niveles políticos en alianza con los sectores que representaban los acuerdos
institucionales como mecanismo que permitió la estabilización del sistema
político, tal es el caso del gobierno en Venezuela de Rafael Caldera. Este
acuerdo se había mantenido desde el denominado Pacto de Punto Fijo, en
1959, lo que en el curso de cuarenta años, el bipartidismo representado por
118
los dos partidos políticos que funcionaron como el sistema bipartidista,
Acción Democrática y Copei, caracterizándose así la Coalición Política de
Partidos en alianza con los sectores de la sociedad, tales como la Iglesia y
las elites venezolanas en acuerdo con el capital internacional.
Durante el gobierno de Rafael Caldera se llevaron a cabo reformas
estructurales durante su segundo periodo en 1994 a 1998, “fueron por una
parte la simplificación de la estructura tributaria y la instauración del
Impuesto al Valor Agregado, y la continuación de las políticas de ajuste
estructural” (Mariñez, 2004).
Es de notar que las medidas de ajuste estructural afectó grandemente
en la mayoría de los países de la región por la regularización del gasto
social, lo cual se traduciría en medidas de austeridad donde el movimiento
obrero, en su afán de lograr su debilidad por sectores hegemónicos, que
generó en gran escala, un desempleo abrumado, tal como ocurrió en el
mandato de Carlos Menem en Argentina, el ministro de Economía, Roque
Fernández, un monetarista formado en la Universidad de Chicago, anunció
otro paquete de medidas que incluía el aumento de los precios de la
gasolina, eliminación de los subsidios, el recorte de la promoción de la
industria y la exportación y la eliminación de los subsidios a la exportación y
de esta manera restringió el derecho a la huelga como resultado de las
políticas de ajustes que afectó en gran manera a los trabajadores.
De igual forma, durante el gobierno de Fernando Henrique Cardozo, a
partir de 1995, durante la tercera Ola Neoliberal, las medidas llevadas a
119
cabo se centro en un programa de estabilización económica que generó
gran malestar en la población, los trabajadores del sector público y privado
se levantaron en huelga contra los planes de ajustes económico del nuevo
gobierno al igual que en México, durante el gobierno de Ernesto Zedillo que
basados en la implementación de los programas de ajustes impuesto por el
FMI y Washington para el rescate financiero de miles de millones de dólares
a finales de 1994, Zedillo introdujo como medida emergente un nuevo plan
de austeridad que consistía en la ejecución de recortes presupuestario,
“incremento de los precios de productos alimenticios y de electricidad y un
aumento del impuesto sobre el valor añadido” (Petras, 2000:177).
En conclusión, como es de notar, la mayoría de estos países
aplicaron sus recetas, basadas en las políticas del Consenso de
Washington, que será abordado más adelante. Es de recordar que estos
gobiernos habían apoyado de forma irrestricta su política económica en los
programas de estabilización y ajuste económicos, delineados por los
técnicos del FMI y del BM, es decir, los artífices del Consenso de
Washington.
Desde el punto de vista político, la mayoría de los gobernantes que se
prestaron para cumplir con las medidas neoliberales, como agenda para el
rescate de la hegemonía a través de la desposesión de sus espacios
económicos, fueron hechos políticos que prometían en principio medidas
populistas para ganar adeptos en la población, tal como lo expresa Petras
(2000), “los neoliberales no hacen campañas para conseguir el poder político
120
de acuerdo con sus programas: no prometen reducir salarios, desmantelar al
Estado de bienestar, reducir las pensiones o aumentar los artículos de
primera necesidad y los servicios sociales básicos”.
Esto es parte del engaño de las agendas de ajustes montadas a
través de las propagandas políticas de corte naciona listas y el ensamble de
un discurso ideológico postmoderno que se traduce en el rescate y acuerdos
hegemónicos con los sectores de la vida social como la Iglesia, los
empresarios, los banqueros, sectores militares y medios de comunicación,
que llevan cabo una pedagogía sociológica presentando “la nueva sociedad”
como el progreso globalizado.
2.2. El Consenso de Washington y su impronta ideológica.
El Consenso de Washington constituye una lista de propuestas de
cambios en la política económica que en previo acuerdo, fueron tomadas por
los organismos financieros internacionales y centros económicos de poder
con sede en Washington. Pero que a través de las propuestas de su mentor
principal, John William son en 1989, en un documento titulado “Qué entiende
Washington por reformas políticas”, de donde se diseñan las políticas
económicas a través de diez acuerdos para su aplicación a favor del gran
capital financiero, el mercado y la privatización.
Son medidas estrictas de control económico para garantizar las
ganancias a los más ricos empresarios mediante el asalto al Estado
121
democrático y social que se había establecido a partir del New Deal3 en los
Estados Unidos y consolidado en Europa luego de la Segunda Guerra
Mundial
Estas medidas ideadas para el control y permanencia del mercado se
aprecian de la siguiente manera:
• Disciplina presupuestaria.
• Cambios en las prioridades del gasto público (de áreas menos
productivas a sanidad, educación e infraestructuras);
• Reforma fiscal encaminada a buscar bases imponibles amplias y
tipos marginales moderados;
• Liberalización financiera, especialmente de los tipos de interés;
• Búsqueda y mantenimiento de tipos de cambio competitivos;
• Liberalización comercial;
• Apertura a la entrada de inversiones extranjeras directas;
• Privatizaciones;
• Desregulaciones;
• Garantía de los derechos de propiedad.
3Significa “Nuevo Trato”. Es el nombre dado por el presidente estadounidenseFranklin D. Roosevelt a su
política intervencionista puesta en marcha para luchar contra los efectos de la Gran Depres ión en Estados Unidos. Este programa se desarrolló entre 1933 y 1938 para sostener a las capas más pobres de la población, reformar los mercados financieros y redinamizar una economía estadounidense que había quedado herida desde el Crac de1929del siglo XX por el desempleo y las quiebras en cadena.
122
Con el derrumbe del bloque socialista, el capitalismo como sistema,
quedó libre y posterior a ello, el orden económico mundial comienza a
establecer un nuevo giro mundial. Surge de esta manera una estrategia para
la economía y el comercio mundial, denominado el neoliberalismo donde el
país más poderoso del planeta sufre un ascenso económico a nivel
planetario. Para Bautista (2008), este hecho se traduce como lo indica:
(…) Así, los Estados Unidos se convierten en el principal promotor de esta corriente ideológica a través de su gobierno y de sus principales empresas transnacionales que penetran en los diversos sectores de aquellas naciones que han sido elegidos como objeto de su interés inundándolas de productos y servicios (Bautista, 2008)
Esas naciones que buscan adecuarse al nuevo modelo
económico como producto de la crisis económica, debido a la deuda
externa del siglo XX que afecta a los países del “tercer mundo”, se
introduce allí la ideología hegemónica en defensa del mercado y con
prevalescencia, la libertad individual que se garantiza la libertad del
mercado. Esa postura ortodoxa ha dominado durante su ejecución en
1990 desde los Estados Unidos.
Es importante reconocer y como evidencia ideológica reflejada en
América Latina, que mediante el Consenso de Washington se ha pretendido
crear un “Estado neoliberal” puesto que la libertades que representa
expresan los intereses del capital financiero, del mercado y la propiedad
privada y no solamente es como para algunos autores lo indican, en
123
términos económicos, que dicho consenso o acuerdo de medidas para el
ajuste como una lista de propuestas de cambios en la política económica
asumida por los organismos multilaterales, es, por decirlo desde el punto de
vista sociológico, una forma de justificar la globalización neoliberal a través
del discurso que en su pretensión está la de lograr la sumisión pasiva para la
aceptación de las “fuerzas del mercado”.
Ha y que considerar que en la etapa de ascenso del neoliberalismo y
“como ideología dominante, en los últimos 30 años, transformada en sentido
común, no buscaba el debilitamiento del Estado, sólo buscaba retirarlo de la
esfera productiva, es decir, que dejara de ser un Estado productor” (Bresser,
2009), promueven al mercado como institución más modesta que el Estado,
basado en la competencia, por ello se busca la manera de afianzar al
mercado con los méritos de aceptación colectivo para su consenso. Para los
neoliberales, sin el mercado sería imposible coordinar los grande y
complejos sistemas económicos que produce el sistema capitalista.
El Consenso de Washington por su papel hegemónico como agenda
que imponen las agencias de Bretton Woods (Fondo Monetario Internacional
y Banco Mundial), han incrementado su poder gracias a su discurso
despolitizante en contra del avance socialista que ha sido aceptado por la
élite aliada al gran capital.
Países como los Estados Unidos, quien ha sido el principal promotor
de la corriente ideológica importada por el neoliberalismo a través de la
medida de ajustes económicos (e ideológicos?), que a través de las
124
empresas multinacionales han penetrado en los diversos sectores en las
naciones del “tercer mundo”, de donde han sido fuentes de recepción de las
más recalcitrantes ideologías a través de patrones de conductas, estilos de
vidas, valores y creencias que se han impuesto por medio de ambientes
diseñados para tales fines, tales como la educación, la cultura, la manera de
hablar, de vestir, etc.
En esto , para que el Consenso haya podido funcionar ha sido
necesario ubicarlo dentro de los paradigmas ideológicos que sostienen que
hay una sola forma de pensar, el pensamiento global único, que citando a
Hikelammert (2001) cuando aclara que el mercado capitalista tiene como
finalidad (no única), de homogenizar y monotonizar el planeta. Aquí cabe la
idea de que el mercado capitalista, en su penetración a los países de la
región a través de las medidas económicas impuestas, ha logrado configurar
un orden ideológico tal cual como lo expresa Fukuyama, con sus propias
connotaciones ideológicas para aceptar ese mismo orden establecido a
través de la democracia liberal, cuando se refiere a la globalización
neoliberal. En este caso, la aceptación del ajuste ideológico y cultural.
2.3. Impactos de la globalización neoliberal en América Latina.
En lo estrictamente económico, la globalización, como expresión de un
capitalismo en su fase expansiva y por efectos de sus propias leyes
económicas, se ha constituido como el único y más poderoso modo de
125
producción dominante en el planeta, siendo el imperialismo, como lo expresa
Gómez (2003), la primera manifestación expansiva del capitalismo:
Pero el imperialismo no globaliza al capital, no es una etapa realmente globalizadora. No creó un mercado global ni un terreno único para la competencia económica entre las distintas facciones. Por el contrario, el imperialismo creo áreas coloniales cerradas, que representaban las áreas de dominación de cada una de las superpotencias y que, por supuesto, prohibían comerciar fuera del área.
Esta situación creó las condiciones para que operara la globalización
impactando, como condición sine qua non, sobre las economías locales,
transformándolas en economías globales en la apertura de los mercados
internacionales, generando a su vez, traumas en la economía en su
condición de economías dependientes, causando una grave dislocación en
el sector productivo por la excesiva competencia en el mercado, tal como
sucedió a partir de los años ’80 y ’90 del siglo XX en la región, generando un
alto volumen de dependencia económica, por efectos de la privatización y la
restricción del Estado que a su vez fue fortaleciendo la capacidad económica
de los países hegemónicos conformando a la vez las estructuras
económicas comandadas desde los países centrales.
Estos bloques económicos, para muchos economistas críticos,
conformó los denominados “bloques expansionistas” que hoy dominan el
mercado: Estados Unidos, Canadá, quienes dominan el escenario
económico de América Latina. Mientras la Comunidad Europea tiende a
expandirse económicamente hacia Europa Central y Oriental, la ex Unión
126
Soviética, Medio Oriente, África, Japón, sudoeste asiático y el Pacífico (Ver
Gráfico 3).
Gráfico 3
Expansión Económica del mundo
Fuente: Edgar Martínez (2012)
Las fuentes expansivas, como arma poderosa dentro del esquema
competitivo es el consumismo y así lo refleja Gómez (2003), cuando indica:
“Si nos preguntamos qué es lo que principalmente se exporta con tendencia
globalizadora, la respuesta más breve apuntaría a la expansión del
consumerismo”, más adelante, el autor citado, aclara que esta práctica
127
económica expansiva, acarrea la exclusión de grandes mayorías al disfrute
de algunas de las ventajas que ofrece la globalización.
Desde el punto de vista sociopolítico e ideológico, mientras el
neoliberalismo favorece a los capitales vinculados al mercado y las elites
exportadoras, un sector mayoritario y diversificado, en el caso de la región,
se empobrece en medio de las violaciones de los derechos humanos, y
mientras existe o se ha diseñado un Estado complaciente y represivo
encargado de dividir a los trabajadores y despolitizar a las organizaciones
sociales en su imposición y convencimiento del pensamiento único, implanta,
no obstante, una antropología de la pobreza en el individuo. Han fracturado
la diversidad en un contexto, para utilizar el concepto gramsciniano, que va
hacia una dirección ideológica de la sociedad, es decir, una visión del mundo
distorsionado de la realidad.
En consecuencia, el neoliberalismo desde el punto de vista político y
social ha contribuido de manera expedita a crear una sociedad regulada por
los ajustes impuestos y han generado un paradigma individualista, puesto
que la misma ética neoliberal, direccionada por el mercado, según la ética de
mercado de Milton Friedman (1967), parte de la idea del ser humano como
insaciablemente egoísta, cuya meta principal es satisfacer sus propios
objetivos individuales, como un logro personal para el incremento de las
ganancias y mermar las posibles participación popular en la vida política.
Para los años ’90 del siglo XX, los cambios sustantivos en medio de la
crisis social, política y organizacional que se había vivido en décadas
128
anteriores había convertido en los diferentes sociedades de la región se
habían comenzado a gestar eventos aislados por la misma práctica
ideológica y política del neoliberalismo, secuelas, como la cultura de la
pobreza, desempleo, exclusión y los mismos efectos provocado por la
desigual distribución de los ingresos.
Un informe presentado en 1993 examina cuantitativamente las
personas que participan en los eventos y procesos que determinan sus vidas
y de qué manera lo hacen. La transición democrática en muchos países
dependientes, la caída de muchos regímenes socialistas y el surgimiento
mundial de organizaciones populares son hechos que forman parte de un
cambio histórico y no son sólo una serie de eventos aislados. La
participación popular se está convirtiendo en el tema central de hoy en día. El
Informe analiza tres medios fundamentales de participación popular: los
mercados innocuos para las personas, la gobernabilidad descentralizada y
las organizaciones comunitarias, especialmente las organizaciones no
gubernamentales (ONG) y sugiere medidas políticas concretas para abordar
los crecientes problemas del crecimiento sin empleo, que en suma han
contribuido a aligerar los cambios que la misma demanda social exige.
En términos generales, hoy en día los niveles participativos de la
población latinoamericana se han convertido en participación diversificada,
Como la participación puede producirse en las esferas económica, social y
política, cada persona participa necesariamente de muchas formas y a
129
muchos niveles. En la vida económica, como productora o como
consumidora, como empresaria y como empleada.
En la vida social como miembro de una familia o de una organización
de la comunidad o de un grupo étnico. Y en la vida política como votante, o
como miembro de un partido político, o quizá, de un grupo de presión. Todos
esos papeles se traslapan e interactúan y forman pautas de participación que
se interrelacionan y a veces se refuerzan mutuamente. Todas estas son las
manifestaciones de vida pública que hoy en día se están practicando en
todos los niveles de la vida social en respuesta a las grandes demandas de
la población producto de las políticas impuestas por el mercado neoliberal.
La globalización neoliberal establece lo que Gómez (2003) denomina
“La debacle vergonzante de la globalización de la pobreza”.