capitulo 10 de Rebeca de la Granja Sol

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\ I N, \ 4 I I \ ¿ I ñ 4 ñ \ 4 ñ \ CAPITIILO X EL ARCO IRIS L tío Jerry tosió y se oqitó en lo silic muchqs veces mientrqs duró lcl nqrrqción de Rebeco, pero ocultó cuidqdosqmente sus sentimientos de simpotío, limi tén-rdose q murmurqr, de vez en cuqndo: -iPobre pequeñc! ¿Qué vomos q hqcer de ti? -¿Verdod que me llevqrá a Mcplewood, míster Cobb? -- rogó con ocento lqstimero Rebeccl. -Estcrte tronquilo - replicó é1, sin que su tqrdo mente ql- bergoro lq menor idecr de 1o que iba q hocer -. Yo me cu! doré de mL pequeña pqsqjero. Y ohorcr iomq un bocodo, chi- quillo. Unto tu pqn con un poco de conservo de tomote; acércqte o lq mesq. Ocupo el sitio de mi viejo y sírveme, ¿quieres?, otrq tcrzq de té. Lcx moquincric¡ mentql de Cobb ercr de lqs mós rudimen- iorios y no funcionqbo sin grcn trobojo ni oun cuondo 1o movíqn el ofecto o lo simpctícr. En el cqso presente lamentó como nuncc su fcrltq de inspiroción y su estupidez, y ovonzó o tientqs por eI cqmino gue se le ofrecío, conficrndo en lq Providenciq. Confortqdq, entretqnto, por el tono del mcyorql, y disfru- Rebeca tle Ia granja Sol.- 6

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Libro infantil de literatura estadounidense, principios del siglo XX, educación primaria, libro descatalogado

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CAPITIILO X

EL ARCO IRIS

L tío Jerry tosió y se oqitó en lo silic muchqs vecesmientrqs duró lcl nqrrqción de Rebeco, pero ocultócuidqdosqmente sus sentimientos de simpotío, limitén-rdose q murmurqr, de vez en cuqndo:

-iPobre pequeñc! ¿Qué vomos q hqcer de ti?

-¿Verdod que me llevqrá a Mcplewood, míster Cobb?

-- rogó con ocento lqstimero Rebeccl.

-Estcrte tronquilo - replicó é1, sin que su tqrdo mente ql-

bergoro lq menor idecr de 1o que iba q hocer -. Yo me cu!doré de mL pequeña pqsqjero. Y ohorcr iomq un bocodo, chi-quillo. Unto tu pqn con un poco de conservo de tomote;acércqte o lq mesq. Ocupo el sitio de mi viejo y sírveme,¿quieres?, otrq tcrzq de té.

Lcx moquincric¡ mentql de Cobb ercr de lqs mós rudimen-iorios y no funcionqbo sin grcn trobojo ni oun cuondo 1omovíqn el ofecto o lo simpctícr. En el cqso presente lamentócomo nuncc su fcrltq de inspiroción y su estupidez, y ovonzóo tientqs por eI cqmino gue se le ofrecío, conficrndo en lqProvidenciq.

Confortqdq, entretqnto, por el tono del mcyorql, y disfru-

Rebeca tle Ia granja Sol.- 6

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tando tímidomente con lq nuevq importoncio que se le dcrbq,Rebecc levontó en el qire lq tetera de porcelono. azul, sonriólevemente, se ciisó el cobello y sb secó los ojos.

-Supongo que tu mqdre se qleqrqró mucho cie volverte

c ver... - insinuó ql c¡zqr míster Cobb.Un liqero, ligerísimo temor, oculto en el fondo del corqzón

de Rebecq, se cqitó y cobró volumen oi oír Ic preguntc.

-Supongo que le disqustcrómi fugo de la cqsq de lcdrillo

y sentirá gue no hcrya qcertqdo c complqcer o lo tíc Miron-dq; pero le hcné comprender lqs cosos lo mismo que q usted.

-Creo yo que ql hqcerte venir crquí seríq mirqndo a tu

educqción; pero clcrro estó que Io mismo podrás ir q lq escue'1o en Temperqnce.

-En Temperqnce sólo estó qbierta lc¡ escuelo dos meses<rl cnio y lq grqnjo está muy lejos de oirqs essuelqs.

-¡Bueno, bueno, en eI mundo hcry otrqs coscs que no son

precisamente lq educqción! - respondió el tío Jerrv qtscqndo

un trozo de postel de mcmzqnqs.

-Es muchq verdqd..., pero modre pensobo que oquí iboc convertirme en un personcje - dijo tristemente Rebeco, Iqn-zcrndo un breve sollozo, mient¡qs trqtobq de beberse el té.

-Yq verós qué contenta estcrrás cuqndo vuelvqs q verteen ls grqnjs... tqn llencr de niños-observó el viejo mqmu'llero, que noda qnheiobc tonto como consolar a lc pobrecriqturq.

-Demcsiodo llencr, por desgrccio' Pero Ano ocuporó mi

lugqr en Riverboro.

-¿Y si Juonq y Mirondc se niegon cr crdmitirlc en su cct'

scr? Es posible que no qui.ercn tenerlq, porque con tu fugq se

vqn q poner furioscs, cosc muy nqturql.Estc idec no se le hobío ocurido q Rebecq.uTendrío grc¡ciq

- se dijo -, gue por hqber rechczqdo

eilc Ic fríc hospitolidod de sus tíqs, éstos le volvieron lcr es-

pcldc q su hermcrnq.,

-¿Es buenq nuestro escuela de Riverboro? - inquirió el

tío lerry, cuyo cerebro funcioncrbq qhorq con unq rcrpidezqlcnmqnte.

-¡Buenísimc! ¡Miss Decnborn enseñc muv bien!

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-¿Te gustc, verdcd? Bien. Tcmbién tú Ie gustqs o ellc. Lo

sé porque mi mujer bojó estc tcnde o lq fqrmqciq por un me-diccmento que le hon receiqdo a Seü Strout y se tropezó conmiss Deorbom en el puente. Solió o relucir lc cuestión de loenseñonzc, porgue yc sqbes lo que cr mi viejq le gustan loschiquillos, y de unc coscr en otro pregmntó: u¿eué tcrl vc lopequeña de Tempercnce?

-¡Oh, es Ic mejor qlumnc que ten-

so! - replicó lq maestrq -: Si todos fueron como el.lq, trc.

bojcnío sin esfuerzo en lq essueic desde lq sclido hosto lopuestq dei sol.

-ioh, míster Cobb! ¿De verdad dijo eso? - exclomó Re-beccr, con el rostro resplondeciente y recobrando súbito crni-mcrción -. Es verdqd gue he estudiodo con ofén todo el tiem,po, pero a poriir de hoy me meteré en lcr cqbezq hosto lo quedicen lcs tcrpcs de los libros.

-Querrás decir qr:e 1o hcr¡ícs si te guedcnos oquí - ob-

servó Cobb -. Es lóstimo gue tengqs que deicn el colegio porculpc de Iq tíc Mircrndo. En fin, tienes rozón que te sobrq,porgue esq señorcr está chiflodq y es insoportoble. Diríasegue se qlimentq de mcrnzcrnqs qgriqs. Por otrq pcnte, tú tom.poco tienes muchq pcciencic, ¿eh?

-No mucho-replicó Rebeca con sentimiento.

-Si oyer me hubierqs dicho todo esto, yo hubiercr podidocconsejqrte de otro modo. Ahorq yo es torde y no puedo d+cirte que estós en un error; cryer te hubiera hecho comprenderlc verdad: esto es, que lc tíc Mircmdc te qlimentq, te viste yte costec uncr educqción y que piensc mqndorte q esiudicr¡mós icrde a Wcnehqm, cueste lo que queste. Es cierto gue r+sulta difícil de qguqntccr y que ie prodiqc sus beneficios demqnerc que te peson como ladrillos; pero no por eso dejo dehocértelos, y o ti te tocc, por consiguiente, pogcnle con tubuencr conductq. Juc¡no es mejor que Mircrndc, ¿verdod? Otclmbién es dura de pelcn?

-Tío Juona y yo nos ilevomos muy bien - exclomó Re-becc-, es buenq y omoble y 1o guiero mucho. Tombién creoque eIlc me guiere; recuerdo gue en ciertq occsión me ocqri-ció la cqbezo. No importcr gLle me riñc todo el dícr porguetcrnbién me comprende; pero no puede defenderme de tío

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Mirondo; creo que ellc le tiene cqsi tcrnto miedo como yo.

-Entonces yo puedes fiqrurorte Jo que vo q sufrir cuqndo

vect gue hos desoporecido. Pero, lq cosq no tiene qrregio. TíqJuonc no pqscx una vidq muy divertido junto o la tíc Mirondo.Es muy listo, y, nqturolmente, se qviene mejor contigo. Lqotrq noche, cl scriir de lc¡ iqlesiq, estuvo hcrblcndo mi mujercon ello. nDesconoceríqs iq cqsq de lodrilio, Sqrq

- le dijomiss Jucrno -. Lo he converiido en un tolle¡ de modistq y yaienso cosidos tres vestidos. ¿Qué te porece? ¿Verdod gue lasolterono se vuelve presumidc? Ahoro doy clqses en lq es-suelq dominicol porque quiero renovqr mi juventud. Así po-dré ocompoñor q Rebecq, quqndo vcryo de meriendq ql cqm-po.o Dice mi viejo gue nuncq lo ho visto pqrecer tqn jovenni tqn dichoso.

En lc cocino imperó un silencio ton denso, que hubieropodido pqlpqrse; silencio interrumpido únicomente por el tic-toc del reloj de pored y los lc¡tidos del corozón de Rebecq,que cosi qhogqbqn

- o por lo menos o ello se lo poreció -lq voz del reloj. Lcr iluüo cesó, unq súbito luz rosqdq IIenó eIcomedor y por lq ventono distinguieron el hombre y ic niñcrun orco iris que porecío coloccrdo en el cielo como puenterqdiante. ulos puentes sirven pcrc otravesqr los luqores difí-cilesn, se dijo Rebeco; y, cl pcnecer, el tío Jerry ocobobcr deconstmir un puente sobre sus penos, dándole Io energío ne-cescriq pqrct proseguir su cqmino.

-Yq no llueve - monifestó el hombre qtqcondc lo pipc -,el oi¡e está limpio, el oguocero ho lcrvodo lcr tierrq y moñonc

por io moñono todo brillqró como nuevo... Moñqnq, cuondotú y yo crucemos el río.

Rebeco empujó Is tqzq que tenío delonte, se levontó de lomesct y en silencio se puso icr choqueto y el sombrero.

-No pienso cruzcr el río, tío Jerry - dijo -. Me guedoré

oquí y... No sé cómo tomcr¡ó lc tío Mircndo mi escopotoria,pero ahoro que tengo vqlor volveré q cqsq. ¿Serícr tqn buenogue me ocompoñcra?

-EI tío jerry - replicó el mcrl¡oroi, encqntqdo - no te d+,

jorá de lq mqno hcstcr que todo quede qrreglodo. Ahoro bien:me pqrece que yq hos soportado estq noche lo bostcnte pcna

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ponerte enfermq. si se enterq de que hcs sclido de ccso, Mi-r-cndg se enfqdqró y enojaró, estoy seguro de ello, sin qten-de¡ q rqzones. Pero podrícmos hqcer lo siguiente: yo te llevoq 1o cosq de lodrillo en un cqrro, lo d.etengo en lc esguina ytú entrqs en lq cqsq por lo puerto rqterqr. Tus tícs sclárón otcobertizo parq hoblor conmigo de lq cqrg-q de leñc que tenoo

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Si: síntió ,.í.lrd" por un singular scntimíento de sosíego.

gue lievorles estq mismq semon.', tú te escurres entoncesfuerq del cqrro y subes q tu cuqrto. A estcs horqs no estqrócerrcrdq oún 1o puerto principol.

-No-contestó Rebeco-. Todovíc no. Nuncq se cierrqhcstc que lc tíc Mircndq se vq q qcostqr. pero ¿v si hoy loestuvierq?

-No temqs, no lo estcsá, y si lo estó crfrontcremos lqsconsecuencios, cunque creo yo gue mejor será que no lasqfrontemos y gue lo arreglemos todo o lc chito cqllondo. Des-

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pués de todo, cün no te hos esccrpodo. Unicqmente hqs ve-nido o consuitqrme si lo hcr¡ícs, y hemos qcordqdo que novale lc penc. El solo pecodo c¡ue hos cometido, q mi enten-der, es el solir por lo ventqnq cuqndo te hobíon enviqdo odormir. Pero como no es un pecado grcrve puedes, si quieres,contórselo o 1o iío lucnc el domingo, pongro por coso, puesentonces tendró el émimo bien dispuesto y lleno de religión.Eila te diró si es preferible que hcbles o no de lo ocurrido conlo tíc¡ Mirondc. A mí no me gn:stq engqñqr q lcr gente, perotompoco creo que hoyc obliqoción de confesorles nuesirosmclos penscrmientos... Ecr, vénnonos y no te olvides del p+.tcte. u$16¡¡pre cIue se vo de viqje, mqdre, se llevo el cqmisónde dormir., Estcrs fueron los primeros pclcbras que te oyópronuncicn el tío Jerry. Poco se fiqurobo entonces que ibos ctroer el cqmisón o su cqscr... Ahorc métete en ese rincón yno te muevas. No vqmos q consentir que lcs gentes veqn cr

unq chicq escopcrda de su cctsq, pues si lq vierqn ¡hoJcrícljoleo otro vez!

Después de subi¡ c hurtodillcls lq escqlero, y ol versecquello noche metidc en lq ccrmo, q pesqr de que le vibrobonlos nervios de todo el cuerpo, Rebeca se sintió invodidc porun singulqr sentimiento de sosiego. Lo hcbíon solvc¡do delerror, impidiendo gue cometierc¡ uno tontería seria; le hobíonimpedido que diero un disguslo cr su mqdre, cJue irritqra ymortificc¡rq cr sus tíqs. Ahoro se le der¡etíq el corqzón y estobaresueltc cr conquistorse el ofecto de la tío Mirondo por olgúnmedio desespercdo e incluso a olvidar lo que más le dolío:lq c¡lusión desdeñosq c su podre, en guien pensobcr con lqmcryor cdmiroción y a quien nuncc hobío oído criticor; pues,c pesqr de todcs los penos y decepciones sufridcrs, AurelicRandoll jcrmós hobía comunicqdo tqles tristezas cr sus hijos.

Tql vez hubiero servido de consuelo q su herido espíritu,sober gue tampoco Mirondcr Swayer poscbo unc bueno no-che, y que lamentobq su qsperezq, sobre todo ql ver qdopiqra Jucrnq tqn elevqdq octitud en el csunto. Aunque se confe-

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sorcr semejonte debilidad, Mirccrdq no podíc soportccr lo des_crprobcción de Jucna.

De regreso c¡ su cqsq, c lc luz de lcs esirejlqs, el tío Jerry,muy contento de su tentqtivq pora mcmtener Iq pqz en Ia cqsode lcdrillo, pensobo con tristezc en eI contqcto de la ccrbezode Rebecc sobre su rodilla y en lo lluvic de lóqrimos derrq-

Celebro que estés contcnta,

mqdqs sobre su propio mono; en lq dulzurc y buen juicio delc niño ol dcrrse cuentct de su error; en 1o rópido decisión quetomó, unq vez comprendió cuúl erc su deber; en lq conmove-dorcr sed de crmor y de comprensión que 1o devorobcr.

-¡Señor, Dios mío! - exclomó, o medic¡ voz-. ¡Poderosc

Señorl ¡Mcltroicr e insultqr qsí q uno niño como éso! Es cie-cir: pcrcr otros pieles más durqs, tqn duros como l<¡ del ele-fonte, eso no hubiero sido un insulto; pero en Iq de escr tierncrcriqtura todo produce el efecto de un lctiqczo. Si Mironda

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Swcryer tuvierq, como mi viejo y yo, unq tumbc crnte lcr cualrezqr, creo que serío mucho mejor de Io gue es.

-Jcmós he visto q unq niño quitorse de en medio eI trq-

bqjo como Rebecq hoy - observó Mi.rondc, dirisiéndose oJuqncr oquel sábcdo por Ic tcnde -. Lcr reprimendo de cryerero proboblemente io que necesitqbc¡ y me pqrece que suefecto duroró por Io menos un mes.

-Celebro que estés contentq - replicó iucnq -. Lo que

tú necesitqs es tener un gusqno bajo el pie; no unq niñq vivoy sonriente. Rebeca pqrece volver de la querrq de los sieteqños. Estq moñcno, cuando bojó io escqlerq, se me fiquró que

habíc envejecido en unct solo noche. Si sigues mis consejos,

1o que no es tu costumbre, me permitirás que Io lleve junto

con Emmq Juqna ql río, mcñqnq por lcr torde, y que invitedespués q cenqr con nosotros q Ernmo Juqncx. Luego, en tulugqr, yo lc dejcr¡ía ir el miércoles o Milltown con ios Cobb;esto 1o animqró y le devolveró el crpetito. EI miércoles se cqscr

lq hermqnq de miss Deqrbom, por Io que hqv vscqción en 1o

escuelc, y los Cobb y los Perkins pienson ir q lcr Feric demuestros de Milltown.