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Universidad Mayor de San Andrés. Facultad de Humanidades y Ciencias de La Educación. Carrera de Historia. Universitario: Jhosmane Jesus Rojas Padilla. La participación de Capellanes en la Guerra del Chaco I. Introducción Para el siglo XX boliviano, la guerra del chaco se presentaría como un episodio que escarparía los cimientos político, económico y social de una trayectoria de su vida, que también encontraría en otra guerra (la del pacifico) este cambio “necesario” pero, aun costo bastante alto. La República boliviana que desde la década del 20 sentaría ideológicamente soberanía sobre estos territorios, pero en las acciones serian algunas escaramuzas presénciales en este vasto territorio llamado Chaco. La presencia de la mano “evangelizadora” en el frente de batalla, daría un aliciente al soldado, oficial, para enfrentar su destino, en cualquiera de los puntos de la zona de conflicto, buscando darle razón a su creencia y a su fe, en una salvación eterna en Cristo, en Dios. Si bien es cierto que el interés económico movilizarían esta guerra, buscando el preciado elemento negro, que a razón de las palabras de Guillermo Calvo Ayaviri “….donde broto el liquido codiciado que se pagaba con el

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Universidad Mayor de San Andrés.Facultad de Humanidades y Ciencias de La Educación.Carrera de Historia.Universitario: Jhosmane Jesus Rojas Padilla.

La participación de Capellanes en la Guerra del Chaco

I. Introducción

Para el siglo XX boliviano, la guerra del chaco se presentaría como un episodio que

escarparía los cimientos político, económico y social de una trayectoria de su vida, que

también encontraría en otra guerra (la del pacifico) este cambio “necesario” pero, aun costo

bastante alto.

La República boliviana que desde la década del 20 sentaría ideológicamente soberanía

sobre estos territorios, pero en las acciones serian algunas escaramuzas presénciales en

este vasto territorio llamado Chaco.

La presencia de la mano “evangelizadora” en el frente de batalla, daría un aliciente al

soldado, oficial, para enfrentar su destino, en cualquiera de los puntos de la zona de

conflicto, buscando darle razón a su creencia y a su fe, en una salvación eterna en Cristo, en

Dios.

Si bien es cierto que el interés económico movilizarían esta guerra, buscando el preciado

elemento negro, que a razón de las palabras de Guillermo Calvo Ayaviri “….donde broto el

liquido codiciado que se pagaba con el liquido rojo y caliente, por defender la patria, es decir,

liquido por liquido. Sangre por petróleo”

II. Los Capellanes Castrenses

Un capellán es típicamente un miembro del clero que sirve a un grupo de personas que no

están organizadas como en una misión o iglesia. Por ejemplo, un capellán es a veces

asignado a una unidad militar, una capilla privada, un barco, una prisión, un hospital, un

colegio u otra escuela, inclusive en parlamentos.

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En la Guerra del chaco, el estudio de esta problemática, en referencia al lado humano de los

combatientes, su creencia, su fe, monopolizada por un Estado de religión Católica, en el total

de los casos, no ha sido estudiado como una fuente para entender este fatídico episodio de

nuestra historia boliviano del siglo XX.

Su presencia y participación estarían destinadas a la evangelización, el cuidado espiritual -

moral y físico de los combatientes, tanto en situación de combate, como en situaciones de

tensa calma, más que todo en los regimientos distanciados densamente del frente de batalla.

La atención sanitaria, en los “hospitales de Sangre”

Según el Código de Derecho Canónico, en su parte II referente a la constitución de jerárquica

de la iglesia y los capellanes indica:

Que el capellán es un sacerdote a quien se le encomienda al menos en parte, la atención

pastoral de alguna comunidad o grupo de fieles, para que la ejerza de acuerdo al derecho

universal y particular. Además de aquellas que se conceden por derecho particular o especial

delegación, el capellán por razón de su cargo, tiene la facultad de oír las confesiones de los

fieles encomendados a su atención, predicarles la palabra de Dios, administrarles el Viático y

la unción de los enfermos y también conferir el sacramento de la confirmación a los que se

encuentren en peligro de muerte. En los hospitales, cárceles y viajes marítimos el capellán

tiene además la facultad que solo puede ejercer en esos lugares y los capellanes castrenses

se rigen por leyes especiales.

Los capellanes según su rango o actividad han recibido diferentes denominaciones, como las

cuales:

Capellán de altar. El que cantaba las misas solemnes en la capilla de palacio los días que

no había capilla pública. Se llaman así también los que hay en algunas iglesias destinados

para asistir al que celebra.

Capellán de coro. Cualquiera de los sacerdotes de las iglesias o catedrales para asistir en el

coro a los oficios y horas canónicas.

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Capellán de honor. El que decía misa al rey y demás personas reales en su oratorio

particular y asiste a los oficios y horas canónicas y otras funciones de la capilla de palacio en

el banco denominado de capellanes.

Capellán mayor. El que es cabeza o superior de algún cabildo o comunidad de capellanes.

Capellán mayor del rey. El prelado que tiene la jurisdicción espiritual y eclesiástica en

palacio y en las casas y sitios reales.

Capellán mayor de los ejércitos. Vicario general de los ejércitos.

Capellán real. El que obtiene la capellanía por nombramiento del rey como los que había en

las capillas reales de Toledo, Sevilla o Granada entre otras.

Capellán de Su Santidad. El que es nombrado por el Papa por sus atribuciones,

contribuciones y conocimientos, por lo general se trata de un presbítero anciano a quien se le

otorga el título de Monseñor.

El Reglamento del 9 de enero de 1828, la Orden General del 6 de septiembre de 1843, el

Decreto del 1 de diciembre de 1858, darían los lineamientos para cumplir a cabalidad lo

encomendado por el Estado Boliviano a la misión de capellanes en las fuerzas Armadas.

El Decreto Supremo del 25 de noviembre de 1932, decretaría, en seis artículos, la creación

de la jerarquía eclesiástica militar (JEM) para la asistencia religiosa y moral en tiempos de

guerra y de paz.

Con esta creación de la jerarquía eclesiástica militar, la permanencia durante el conflicto

seria de carácter inmutable, en el total de los casos, con algunas excepciones que se darían

relacionados a la avanzada edad o al embate de fuerzas, por parte del personal capellán

castrense.

La JEM seria conformada de la siguiente manera:

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- Obispo Castrense.- Excelentísimo Monseñor Cleto Loayza Gumiel.

Primer Obispo de La Diócesis de Potosí.

- Vicario General Castrense.- Tte. Cnel. Mons. Félix Delgadillo.

- Vicario del Primer Cuerpo.- My. Luís A. Tapia.

- Vicario del Segundo Cuerpo.- My. Alberto Cotier.

- Capellán de La Tercera División.- Cáp. Leonardo Swatrs.

- Capellán de La Cuarta División.- Cáp. Lucio Rojas.

- Capellán de La Quinta División.- Cáp. Medardo Torres.

- Capellán de La Séptima División.- Cáp. Pedro Miranda

- Capellán de La Octava División.- Cáp. Julio García Quintanilla

III. El Seminario Conciliador San Cristóbal

Para el mes de marzo de 1933, el Arzobispado, por orden del Excelentísimo Monseñor Fray

Francisco Pierini y Serafíni OFM, ordenaría al presbiterado, a cuatro seminaristas que

concluyeron sus estudios superiores en el Seminario. Una vez cantada la misa, los recién

ordenados y estudiantes de teología, (un total de 16 seminaristas) partirían por la mañana el

17 de marzo de 1933 conformando el Destacamento 111, al frente de batalla.

Los testimonios de su participación, tanto de capellanes, como de enfermeros o estadígrafos,

serian recibidas mediante cartas, por el Rector del Seminario Padre Abdón Salinas.

IV. Las Cartas

Dentro de la correspondencia y apoyándome en la recopilación de Guillermo Calvo Ayaviri,

sobre “testimonios” de Capellanes, estos tienen un alto grado de discernimiento en torno a la

visión humana nefasta del conflicto, como fueron sus repercusiones en carne propia de los

combatientes.

Presbítero Carlos Gerick Suárez

“Por la tarde se presento otro caso de izquierdismo en el Regimiento. Es el tercero que yo

veo, auque los anteriores no han sido tan manifiestos; este parece no dejar lugar a dudas, y

es lastimoso, pues se trata de un cruceño, un buen soldado que ya ha estado mucho tiempo

en la guerra. Sin embargo a pesar de la severa pena que hay para estos desgraciados

(fusilamiento inmediato, sin mas elementos de juicio que la palabra del cirujano que hace el

reconocimiento de la herida) los casos se repiten y en ese tiempo con mas frecuencia. Con el

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doctor Montaño hemos logrado salvar a este hombre haciéndolo pasar como herido de

guerra, es decir, tiro no intencional y de bala enemiga. Es realmente doloroso aunque

explicable este caso, que se ha dado ha llamar izquierdismo, porque generalmente es la

mano o el brazo izquierdo los que pagan el pato. Uno no se explica como se llega a tomar

una resolución de este tipo: pegarse así mismo un balazo a sangre fría, muchas veces hasta

volarse un miembro, por solo el deseo, de salir del frente, de la guerra. Pues se trata de

combatientes que han estado ya largo tiempo en la guerra, algunos sin salir ni a Villamontes.

Están cansados por eso toman esa resolución, a sabiendas que ella puede costarles la

vida….”

“….esta vez he estado alejado de la granizada de balas por ayudar ala doctor Montaño en su

puesto de socorro, que esta cerca del Comando del Regimiento, de tal manera que todos los

que han caído en el asalto han muerto sin ningún auxilio religioso. Salí con u grupo de

zarpadores y camilleros para cumplir con la piadosa tarea de enterrar a nuestros muertos.

Hemos encontrado tan solo a 4, con los 7 de ayer suman 11 los del regimiento 19. Aquí

están los pobrecitos, a pocos pasos de la línea enemiga conquistada, en pleno campo de

tiro, en la misma posición en que los encontró una muerte instantánea. No se ve que se

hayan arrastrado ni revolcado, y curioso, todos están de bruces, cuando el impacto de frente

debería haberlo empujado hacia atrás. Uno de ellos todavía empuña una granada de mano.

Me he acercado a ello con emoción. Con respeto y elevando a Dios una fervorosa plegaria

por el eterno descanso de sus almas, luego ordene que abrieran cuatro fosas y no una

común….”

El impacto que provocaría tales acontecimientos, en la conciencia de más de un millar de

capellanes que situándose en cerca de la línea enemiga, le daban la última unción a los

cuerpos de los combatientes, recordando las bases de su formación, la esperanza en Dios,

como salida a la muerte.

El servicio de capellán castrense seria requerido con bastante ímpetu por parte del personal

de oficiales, para recibir el aliciente religioso en el campo de batalla. En carta dirigida al

gobierno, el Comandante de la 8va División Coronel Ángel Revollo, mencionaba “Tienen que

venir los sacerdotes hábiles comprendidos en los llamamientos. No importa que las ciudades

y los pueblos queden mal atendidos: Bolivia es ahora el Chaco y aquí tiene que converger

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todo, lo profano como lo sagrado. Necesitamos sacerdotes para cada unidad. Que vengan

todos los que puedan. Aunque no recorran la línea ni se expongan, en los combates, es

suficiente que celebren frecuentemente la misa ante los repetes, que creen en Dios y en la

misa….”

Lo arraigado de la religión Católica en las Fuerzas Armadas, sumado al conflicto bélico por el

cual atravesaba el país, eran factores necesarios para que la tarea y oficio del capellán

castrense sea requeridísima y valorada, por oficiales y soldados.

V. Los hospitales de Sangre

Así dentro de la otra tarea encomendada a los Capellanes Castrenses, estaba la atención

sanitaria de heridos, ante la falta de una infraestructura y personal medico.

Reconocer también el trabajo por parte de novicias y monjas en esta empresa, donde se

atendía a heridos y como en algunos conventos, se reubicaron las instalaciones para

convertirlos en albergues.

Las misioneras de La Congregación Cruzadas de la iglesia en 1932, dictaban catequesis,

alentadas por la madre superior Nazaria Ignacia March Mesa (beatificada). Sin espacio físico

en los hospitales, habilitaron espacios en su noviciado, instalando hospitales de sangre,

organizando ollas comunes, como también la creación de hogares de huérfanos.

De igual forma las ordenes religiosas de Carmelitas y Concepcionistas, emprenderían esta

tarea de “atención espiritual” y solidaridad, tanto con heridos, como con familiares de

combatientes.

Estos hospitales estuvieron ubicados en todo el territorio: En Charagua, Capitán Silverio

Menacachi, En Machareti, Capitán Nazario Neri, En Tarairi, Capitán Luís Mateoli, En Entre

Ríos, Capitán Tomas Huerta, En Tarija, Capitán Julio Francisquini, En Villazon, Capitán Félix

M. Iñiguez, En Sucre, Tte. Cnl. Francisco Cerro SJ, En Potosí, Capitán Nicanor Vela,

Capitán Jorge Procopio Gutiérrez, En Oruro, R.P. Guardián del Convento de San Francisco,

En La Paz, Mayor Manuel Pió Rojas Balcazar, Capitán Friseo Oblitas, R.P. Rodríguez SJ, En

Santa Cruz de la Sierra, Mayor Víctor Rueda, En Cochabamba, Francisco Cano. Sumado al

aporte de la Cruz Roja, se lograría apalear, no totalmente, la falta de un verdadero sistema

de sanidad de guerra.

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IV. Conclusiones.-

La mayor parte de capellanes que participaron en este conflicto, quedaron en el anonimato y

en el olvido, sus testimonios de su participación en este conflicto bélico, en algunos casos,

muy pocos se lograrían publicarlos (el caso del Presbítero Carlos Gerick Suárez). Está

información nos enriquecería bastante la óptica y la visión, con la cual se llega a estudiar

este tema, porque olvidamos que así como seres humanos, sus creencias religiosas los

alentaron y fortalecieron a afrontar la realidad de talvez caer en batalla y aferrarce a su fe y

dogmas espirituales.

VII. Bibliografía.-

Calvo Ayaviri, Guillermo. El Seminario Conciliar de San Cristóbal de Sucre y sus capellanes

castrenses durante la Guerra del Chaco (1932-1935): Testimonios de una vivencia. Archivos

Bolivianos de Historia de la Medicina. Volumen 7 Nº 2, Volumen 8 Nº 1.Sucre. Julio 2001 y

junio 2002: 101-112 pp.

Del Castillo Crespo, (Mons. Gral. Brigada). Gonzalo. Obispado Castrense De Bolivia. Plan

Pastoral 2009 – 2013. La Paz. 2009

Del Castillo Crespo, (Mons. Gral. Brigada). Gonzalo. Historia del Obispado Castrense de

Bolivia. Inédito (Sin publicar)

López Menéndez, (Canónigo) Felipe. Arzobispado de Nuestra Señora de La Paz. Imprenta

Nacional. La Paz. 1949

Sanjines Rodrigues, Ramiro. Cofradías y Mercedarios en La Paz. Topaz. La Paz. 2007

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VIII. Anexos.

Mons. Cleto Loayza Mons. Ricardo Chávez AlcázarObispo de Potosí Obispo Encargado del Servicio Primer Obispo Encargado del Servicio Religioso en la FF.AAReligioso en las FF.AA 29 de septiembre de 1960Durante los años 1940 – 1960

Mons. Rene Fernández ApazaSegundo Vicario CastrenseDurante los años 1975 - 1895