Cancionero de La Lirica Popular Asturiana - Martinez Torner

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EDUARDO MARTNEZ TORNER

CANCIONERO MUSICALDE LA

LRICA POPULAR ASTURIANAEdicin facsmil INTRODUCCINManuel Fernndez de la CeraOo WConsejero de Educacin, Cultura y Deportes Presidente del IDEA

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PROLOGO A LA 2.a EDICIN Y NOTAS A ESTE PROLOGOModesto Gonzlez Cobas Miembro de Nmero del IDEA

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PRINCIPADO DE ASTURIASINSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS OVIEDO, 1986

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CANCIONERO AUSICALhomenaje a TORNR, en el cual pronunci una conferencia con este ttulo: Importancia y significacin de la figura de TORNR, que cerr con estas palabras.: Tengo la esperanza de que la accin de rescate de la obra de TOR.NER la emprenda nuestra Universidad. Son casi 50 los trabajos en volumen que la forman; pero tambin habra que acopiar la obra indita para editarla como se merece. Este y no otro sera el mejor homenaje que le podramos tributar a este preclaro hijo de Asturias, y el mayor monumento que podramos levantar en su memoria." Desde marzo de 1980 hasta este momento han trascurrido seis aos y el milagro no se ha producido. Pero con esperanza o sin ella lo que hay que hacer es eso, y cuanto antes mejor.

DE LA LRICA POPULAR

ASTURIANA:POR

Modesto Gonzlez CobasOviedo, julio de 1986

EDUARDO nRTlNEZ TORNR

MADRID ESTABLECIMIENTO TIPOGRFICO NIETO Y COMPAA Tutor, 16, telfono 20-42 J.

1920

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notas sobre el origen de la msica popular.Cul es el origen de la msica popular? He aqu una pregunta que ha dado lugar a muy diversas e hipotticas respuestas, y que probablemente nunca podr ser contestada de una manera slidamente cientfica. La msica, a diferencia de las artes plsticas, no es reproduccin ni transformacin de representaciones tomadas de la realidad; no tiene base anloga a la de las dems artes que repose en la experiencia de los sentidos, por lo cual puede decirse que es el arte que parece ms distante de la Naturaleza (1). Sin eirh bargo, ninguno como l tiene tan hondas races en el espritu humano; porque el canto es en el hombre una manifestacin tan primitiva y espontnea como el llanto y la risa. Por consiguiente, no creemos acertado suponer que a msica, en cuanto sonido modulado, haya sido inventada por el hombre en poca alguna, sino ms bien que, siendo natural en nuestra .especie- la~apitud-para el canto, ste ha evolucionado constantemente hasta llegar a las formas actuales_de la cancin popular; y es probable que esta evolucin haya empezado antes que la de ninguna otra manifestacin artstica, puesto que la aptitud musical se encuentra tambin en muchas especies de animales inferiores, en los cuales, segn opinin de los naturalistas, es manifestacin de un deseo sexual y una importantsima arma de combate para las luchas del amor. Darwin dice que algunos pjaros machos encantan y seducen a la hembra(i) Hugo Riemann: Esttica musical.

con una msica en extremo variada. La competencia que se establece cuando son varios los machos que pretenden a una misma hembra, hace que cada uno de aquellos se esfuerce en vencer a sus contrarios por la variedad y dulzura de su canto. Segn Brehm, los ruiseores jvenes son muy inhbiles cantores durante el otoo. Solamente en la primavera, movidos por el celo y estimulados por otros cantores, a quienes tratan de vencer, es cuando su canto alcanza la mayor perfeccin posible (1). Numerosos y muy interesantes casos citan los naturalistas de cantos y danzas que ejecutan varias especies de animales, movidos por el deseo del amor. Sin embargo, puede observarse que no siempre depende de un deseo sexual el canto de los pjaros y su. mayor perfeccin. No es el grito del deseo, dice Schiller, el que se deja or en el canto melodioso del pjaro. El espectculo de la Naturaleza con sus diversos aspectos y variantes, influye indudablemente de una manera poderosa en estos diminutos cantores. El medio ambiente fsico ejerce su influencia, no slo sobre el hombre, sino sobre todos los organismos vivos. Es muy conocido el hecho del terror que sobrecoge a algunos animales cuando sienten prxima la tormenta. Un campesino del Alto Aragn, experto cazador de ruiseores, con el cual hemos conversado acerca del canto de este pjaro, decanos con la mayor ingenuidad que la hembra del ruiseor es tan celosa, que obliga al macho a cantar durante el tiempo que ella permanece en el nido incubando. En algunas partes de nuestra Pennsula suelen sacarles los ojos a los ruiseores, por ser creencia popular y posiblemente sea una verdad experimentadaque de ese modo el canto del pobre pajarillo ciego adquiere una mayor fuerza expresiva y sentimental (2).1i) La exhibicin de sus galas y las danzas de amor no son raras entre los pjaros. Es un hecho muy conocido en Alemania que los gallos silvestres se renen en ciertos lugares, que . son los mismos durante aos, para entregarse a cantos y danzas seguidos de combates, probablemente simulados; las hembras estn agazapadas en los rboles inmediatos presenciando el torneo. L. Bray: Lo Bello, (2) 'En el departamento del Norte, en Francia, existen sociedades ocupadas exclusivamente en la educacin del canto de los pinzones, con objeto de celebrar durante la primavera torneos pblicos, en los cuales el hroe es el pjaro que ms arte demuestra en su canto. A fin de conseguir que el canto del pinzn adquiera una mayor fuerza expresiva, se p rae ti va una costumbre tan brbara como la que arriba dejamos indicada: se ciega a los pinzones pinchndoles los ojos con una aguja. De este modo, segn creencia de los individuos que componen dichas sociedades, el pjaro canta totalmente abstrado del mundo exterior, y sus melodas toman un tinte melanclico emocionante. Es posible que un anlisis minucioso del canto de los pjaros, tanto de su modalidad como de la lnea meldica, nos d formas variadas que dependan de los distintos momentos de su sensibilidad. El placer y el dolor son comunes a todas las especies animales.

El canto de los pjaros se acerca sensiblemente a la verdadera msica, y no cabe hacer distincin entre ste y el canto del hombre, por cuanto que ambos son expresin de la sensibilidad de seres vivos (1). Si el canto del hombre admite la posibilidad de la perfeccin hasta llegar a convertirse en un arte sabio, el de los pjarosdentro, naturalmente, de los lmites que la falta de una inteligencia creadora le impone,es tambin susceptible de perfeccin y desarrollo. Para que un jilguero, por ejemplo, llegue a ser un notable cantor, tanto por la calidad del timbre como por la extensin y modulacin de los sonidos, se le hace oir durante una larga temporada el canto de otro pjaro de distinta familia y que sea superior en facultades msicas. Al cabo de algn tiempo el primero habr adquirido, por el deseo de imitacin, gran parte de la maestra del segundo (2). Esta susceptibilidad de desarrollo y perfeccin no sera posible en el canto de los pjaros si ste slo fuera un movimiento inconsciente y nico, en vez de un movimiento sensorial, manifestacin de sentimientos especiales. No pretendemos llegar con lo expuesto a la conclusin de que el canto de los pjaros, ni que el sentimiento de la belleza en el animal, tengan el mismo valor que en el hombre, aun cuando ste se encuentre en estado completamente, salvaje, pues el grado de perfeccin y desarrollo en el canto de los animales tiene sus lmites, mientras que en el hombre, cuyo cerebro est en constante elaboracin de ideas mltiples y complejas y procede por reflexin analtica, no existe lmite alguno en la perfeccin de sus creaciones. Slo debe servir lo anterior para poner de manifiesto que el canto en el hombre es una facultad connatural, del mismo modo que en otras especies inferiores de animales, y no una creacin posterior motivada por exigencias, ya espirituales, ya materiales. No es admisible tampoco la idea de que la msica deriva de una mayor exaltacin del lenguaje, producida por las emociones que recibe el espritu. Existen razones, dice Darwin, para suponer'que el lenguaje articulado es una de las ltimas, y ciertamente una de las ms sublimes adquisiciones del hombre. Ahora bien: como el poder instintivo de producir notas y ritmos musicales existe en clases muy inferiores de la serie animal, sera absolutamente contrario al principio de la evolucin admitir que la facultad musical del hombre tiene por origen las diversas modulaciones empleadas en el lenguaje de la pasin.(1) Hugo Riemann: Loe. cit. (2) Los pjaros que han aprendido el canto de una especie que no es la suya, como los canarios qu se cran en el Tirol, ensean el nuevo canto a sus propios descendientes. Se puede comparar, como ingeniosamente hace notar BarringtonPhilosophical Transactions las ligeras diferencias naturales del auto de una misma especie, habitando regiones diversas, a los dialectos provinciales; y los cantos de especies aliadas, pero distintas, ajos lenguajes de las diferentes razas humanas. Darwin: La descendencia del hombre y la seleccin sexual. 2

Ciertamente que antes de la formacin del lenguaje la msica popular no tendra, ni con mucho, el valor artstico que hoy tiene. Limitarase a la emisin de sonidos de diferente entonacin, motivada por un movimiento sensorial en el individuo. Cuando el hombre primitivo quisiera expresar las emociones que experimentaba en su vida salvaje, lo hara por medio de sonidos ms o menos musicales, acompaados de saltos o golpes rtmicos, cuyo aire dependera de la intensidad del sentimiento. No otra cosa es lo que hacen los nios cuando experimentan un goce producido por la presencia de una persona o la posesin de un objeto de su agrado. Tal es lo que obliga a suponer que la primera forma de la cancin popular fue la danza (1). Mas una vez adquirido por el hombre el lenguaje articulado, lleg a la invencin del verso, merced, probablemente, al elemento aggico de la msica. Toda poesa primitiva era cantada, hacindose, por lo tanto, inseparables durante mucho tiempo msica y poesa, y ayudndose mutuamente en su evolucin y perfeccionamiento hasta el momento en que,ya bien precisadas las formas de cada una de estas dos artes, pudieron separarse, expresando cada cual libremente los sentimientos humanos. El hombre haba encontrado adems el medio de producir sonidos de manera artificial, y dedicse a inventar varias clases de instrumentos, quedando ya bien definidas las dos formas musicales: vocal e instrumental, las cuales dieron origen, mediante un lento proceso, c. nuestro moderno arte musical (2). Tal es, segn nuestro entender, el origen y proceso del desarrollo de la msica popular: sonidos toscamente modulados, exteriorizacin de sentimientos del hombre primitivo; perfeccin meldica y rtmica de estos sonidos merced a la ayuda del lenguaje articulado; invencin y conservacin de formas meldicas concretas, con caractersticas mtricas o rtmicas.

IIritmo en la msica popular.La. unin de la msica y la poesa viene a ser la yuxtaposicin de dos lenguajes, regidos ambos de una manera idntica por las leyes dejjeentortrnico. Este puede ser tnicojo expresivo. El primero afecta a una de las sflabas de jajpalabra o a uno de los tiempos del grupo rtmico; e! segundo, a las frases deLdjscrso. Por las mismas razones expuestas acerca del origen de la msica, tenemos que admitir que el jrjtma; n

Sub.A... 23

20 89

3 20 11 1 35

1

Grupo segundo: 202 melodas.

B... 110 C... 36 D... F... 9 6 E... 18

23 8 18 6 164

2>

Total . . .202

3

Hyor.

Menor.

Ambas.

Sub.A... Grupo tercero: 15 melodas.

3

2 10 12

1 > 1

B... 12

Total... 15

2 2

Resumiendo: de las 500 melodas que componen el presente Cancionero, pertenecen 402 a estos cinco grupos, cuya relacin entre s es bien notoria. Dentro de stas se puede contar un nmero superior a la mitadgrupo segundocon idntico sentimiento meldico, lo cual hace suponer que sea el ms puro y primitivo, ya que es el que ms arraigado se encuentra en la tradicin popular. De estas 402 melodas, estn compuestas en modalidad mayor 318, en menor 73, y 11 participan de ambas modalidades; puede afirmarse, por consiguiente, que en la msica popular asturiana domina la modalidad mayor. Contrasta esto con la modalidad de las melodas que componen el grupo sexto, y que, por razones que ya hemos indicado, consideramos de tradicin andaluza. Otro hecho que encierra gran importancia, y que justifica nuestro criterio de que en los cinco primeros grupos estn representadas las formas caractersticas de la msica popular de Asturias, es el siguiente: Existen canciones que son de empleo general en Espaa, y que en las diversas colecciones de cantos regionales aparecen transcritas de una manera idntica, es decir, conservando en su integridad el mismo dibujo meldico. Ahora bien; ste pierde su forma al entrar en As^ turias, adaptndose en lo posible al de las melodas de alguno de estos cinco grupos. Vase, por ejemplo, la sealada con el nmero 84, cuya popularidad es grande en la Pennsula. Comprese la forma en que aparece aqu con la que tiene en las dems colecciones de melodas regionales, y se comprobar nuestra afirmacin.

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xxxi la nota en que termina uno de los miembros o de los perodos. Sirvan como ejemplos las canciones sealadas con los nmeros 194, 218, 219, 225, 245, etc. La inspiracin popular no puede, evidentemente, estar sujeta a determinados cnones para la composicin de sus creaciones, pues stas son siempre cosa intuitiva, y no producto de clculos y reglas prefijadas; sin embargo, debido tal vez a la fuerza de la tradicin, y por ende a la educacin musical en ciertos metros y ritmos con giros meldicos especiales,y tal-vez tambin al gust preferente que el pueblo asturiano encuentra con el empleo de determinadas cadencias, formas estereotipadas y conservadas secularmente, hace que todas sus composiciones tengan una cierta analoga en la forma y, desde luego, un mismo sentimiento meldico. Vanse, entre otras, las melodas sealadas con los nmeros 208 y 210, y compreselas con las anteriormente indicadas; fcilmente se observar que unas y otras tienen un fondo comn, tanto rtmico o de distribucin de grupos, como musical o de sentimiento meldico. Y esta misma tendencia de uniformidad, ms o menos manifiesta, se encuentra en general entre las melodas que integran el grupo segundo,por lo cual puede decirse que es sta la forma de composicin que preferentemente usa el pueblo asturiano. Sin embargo, no quiere esto decir que todas aquellas frases meldicas que, ms bien de una manera aparente que real, se separan de la anteriormente indicada, y cuya poesa slo conste de dos o tres versos, no sean de origen netamente asturiano. Examinemos la cancin sealada con el nmero 175. Cntase esta meloda por estrofas compuestas de dos versos endecaslabos asonan tados. Precede y sigue a cada estrofa una invocacin de carcter religioso contenida en un verso de cinco slabas. Evidentemente, la forma meldica que acompae a esta poesa no puede ser igual a aquella que se ajusta a cuatro versos octoslabos. No obstante, podemos considerar la meloda como una frase de cuatro miembros, que aunque de valores rtmicos distintos, guardan cierta simetra en su distribucin:/ Seor San Joan! Patrn del pueblo ye el Seor San Joan. Viva la danza y los que en ella estn. Seor San Juan!

Una observacin anloga puede hacerse con algunas de las melodas populares que se encuentran en los libros de los vihuelistas espaoles del siglo xvi. En el titulado Silva d Sirenas, del maestro Enrquez de Valderrbano, se encuentra una meloda, cuya letra dice: Dnde son estas serranas?Del pinar de Avila son, la cual debi alcanzar gran popularidad en aquella poca, a juzgar por la frecuencia con que aparece en libros coetneos, entre ellos el de Francisco Salinas, De Msica libri septum (1537) y el Cancionero de Palacio, transcrito por Barbieri. Comparada esta meloda con la tan popularsima y antigua en Asturias, sealada en nuestro Cancionero con el nmero 233, tenemos que admitir que ambas tienen un mismo origental vez castellano,aun cuando la asturiana haya modificado su dibujo, sujetndose a una de las formas regionales caractersticas. Un caso idntico lo encontramos en el libro titulado Orphenlca Lyra, del maestro Fuenllana, 1554. La meloda denominada La Girigonza, es la misma que en Asturias se conoce con el nombre de La Gerlngosa, sealada en nuestro Cancionero con el nmero 48. La lnea meldica en esta ltima sufri la misma modificacin regional que la anterior. El estudio de las melodas que componen el subgrupo B del grupo segundo de idntico sentimiento meldico, con tendencia a cierta uniformidad de .composicin, y cuya mayor importancia numrica nos induce a considerar esta forma como la ms arraigada y primitiva en la tradicin asturiananos dar a conocer aproximadamente el carcter general de la msica popular de esta regin. Consta este subgrupo, segn hemos visto, de 108 melodas, de las cuales 20 comienzan descendiendo, y el resto, o sea 88, comienzan, por el contrario, con movimiento ascendente a partir de los siguientes grados de la escala: 59 del primero o tnica, 3 del segundo, 21 del tercero, 2 del cuarto o subdominante y 3 del sptimo o sensible. Resultan, pues, dos grupos principales: el de las melodas que ascienden a partir de la tnica y el de las que parten del tercer grado de la escala en movimiento tambin ascendente. Dentro de las primeras abundan considerablemente las que comienzan con un intervalo de quinta, pasando antes por el tercer grado, o sea haciendo el arpegio del acorde tnico en su primera posicin. Las segundas suben tambin al quinto grado, ya sea de salto, ya diatnicamente. La composicin general en las melodas de estos dos grupos es la siguiente: una frase de cuatro miembros correspondientes a los cuatro versos de la copla, bien sea octosilbica, bien en forma de cuarteta de seguidilla. El primer perodo de la frase hace la semicadencia sobre el tercer grado de la escala, y el segund finaliza sobre la tnica, pasando antes por la sensible. Puede la frase ir seguida de un estribillo, e cual est sujeto al carcter musical.de aqulla, o tener pequflos estribillos intercalados, que son, generalmente, adornos meldicos basados en

El primer perodo de la frase, que termina con el primer verso endecaslabo, hace la semicadencia sobre el tercer grado de la escala y finaliza la frase con la ltima invocacin, haciendo la cadencia perfecta sobre la tnica luego de haber pasado por la sensible. Formas parecidas a la anterior se encontrarn en nuestro Cancionero fcilmente, y en resumen, no vienen a ser ms que variantes de mayor o menor liber-

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xxxni van implcitas exticas influencias y, por tanto, la prdida paulatina de su verdadera personalidad. Y aun cabe suponer influencias exticas en la parte literaria de algunas de las canciones de los cinco primeros grupos, si tenemos en cuenta el lenguaje perfectamente castellano en que estn compuestas y la manera de hallarse expresados los conceptos, impropia, a veces, de la especial sintaxis asturiana. Esto, aparte de lo que pudiera indicar el resultado que se obtiene del estudio de los acentos rtmicos de la poesa en relacin con los meldicos. Como el sentimiento es el principio de toda manifestacin artstica, sea o no popular, el acento expresivo de sentimiento, o pattico, influye sobre el lgico, o de significacin, y ambos deben ir acordados en la yuxtaposicin de los dos lenguajes: musical y potico. Examinando las canciones asturianas segn estos principios, se observa no pocas veces una mala correspondencia entre los acentos prosdicos y musicales. As, por ejemplo, los acentos tnicos de la cuarteta de seguidilla en la cancin sealada con el nmero 194, estn trastrocados por exigencias de los acentos meldicos, resultando la siguiente acentuacin prosdica: No quieR que me quieran, NI ser querivk', quiero ser de los hombres Abo rreciok. Sigue a esta copla un estribillo constante, y vemos que sus acentos tnicos se corresponden perfectamente con ios musicales. Esta meloda la hemos odo cantar con distintas coplas, y en todas ellas la acentuacin era imperfecta. Aho'ra bien: este hecho, repetido en la mayor parte de las canciones que tienen un estribillo constante, podra muy bien indicar que letra y msica, en la parte correspondiente a la copla, no fueron compuestas a un tiempo. No es raro encontrar en la frase musical de algunas cancionessobre todo en aquellas que por su especial objeto tienen que ser cantadas con diversidad de coplas: giraldillas y danzas,un perodo o un grupo rtmico de acentuacin masculina, acompaados de un verso femenino. Mas este defecto se explica teniendo en cuenta que el principal valor de estas canciones de baile reside en la meloda, cuyas fuertes acentuaciones mtricas sirven para regular los movimientos de los bailadores. La letra es en ellas de una importancia muy secundaria; tanto, que muchas veces se cantan acompaadas simplemente de las slabas lar-lar. , En cambio, en aquellas canciones de medida libre, en las que letra y msica tienen un mismo valor expresivocantos de ronda, de pastores, etc.,este defecto de acentuacin se encuentra corregido en la mayor parte de los casos, me-

tad rtmica. Vase, en fin, la sealada con el nmero 197; una variante de la forma que hemos indicado como caracterstica, y cuya particularidad consiste en la repeticin, al final del primer perodo, del primer miembro de la frase, que en este caso equivale al segundo hemistiquio del primer verso de la poesa: SI vas al prado, Marta, si vas al prado, cierra bien la portillera... A una poesa de cuatro versos el pueblo ajusta una frase de cuatro miembros, cuyo nmero de notas fundamentales depende del de las slabas del verso correspondiente, y a una poesa de dos versos sabe ajustar tambin una frase de cuatro miembros, sometindolos al valor de cada uno de los cuatro hemistiquios de los dos versos; o, por el contrario, a una frase de cuatro miembros, pero de valor restringido, es decir, que cada miembro slo conste, por ejemplo, de cuatro notas fundamentales, ajusta dos versos de una cuarteta octosilbica mediante la divisin de stos en hemistiquios, teniendo necesidad de repetir ntegramente la frase musical para completar la poesa. Se da con frecuencia este caso en nuestro Cancionero, y casi siempre la meloda tiende a conservar, ms o menos perfecta, la forma indicada como caracterstica regional. Esta misma tendencia a conservar la forma caracterstica se observa en algunas de las canciones destinadas al baile, en particular en las giraldillas: una frase repetida de dos miembros, de los cuales el segundo hace la cadencia sobre el tercer grado de la escala, seguida de un estribillo que consta igualmente de dos miembros, y cuya cadencia final se apoya en la tnica. Pueden reducirse a una estas dos frases, dada la relacin meldica que entre ambas generalmente existe; de este modo se obtiene la frase caracterstica de cuatro miembros. Vanse las melodas sealadas con los nmeros 53, 160 y 237. La sencillez de esta forma de composicin y el empleo casi constante de idnticos giros meldicos con un mbito de poca extensintngase presente que los subgrupos B y C de cada uno de los dos primeros grupos, son los de mayor importancia numrica, y sus mbitos comprenden intervalos de quinta y sexta, respectivamente,hacen que la msica popular asturiana sea de una cierta monotona que parece evidenciar su primitivez y pureza; es la msica de un pueblo que, debido a las condiciones fsicas de la naturaleza en que habita, circuido por colosales montaas, ha tenido que vivir en forzoso aislamiento de las civilizaciones que en distintas pocas han entrado en nuestra Pennsula. Puesto Hoy, h cambio, en contacto directo con la moderna civilizacin, sus creaciones artsticas van adquiriendo poco a poco los caracteres de la cultura actual^ con matices expresivos que revelan un mayor refinamiento sentimental, aun .cuando en ello

xxxtv

diante un procedimiento instintivo, que consiste en el alargamiento e la penltima slaba del verso hasta e! ltimo tiempo del grupo rtmico, desdoblando ste de triodo que ia acentuacin musical se convierta de aguda en grave, o sea de masculina en femenina, a semejanza de la acentuacin prosdica. Todas estas incorrecciones, en fin, que con alguna frecuencia se encuentran erl las canciones populares, hacen pensar que letra y msica no fueron compuestas a un tiempo y conservadas fielmente con su primitiva forma, sirto que liria de las dos ha sufrido modificaciones, b que a una meloda dada se la ha aplicado utia nueva letra, de distinta acentuacin rtmica.

Jnters del folklore musicaldesaparicin de los primitivos documentos populares y sus causas.Conclusin.La cancin popular es cosa esencialmente impersonal, pues aunque en su principio haya tenido un autor determinado, artista annimo, al pasar a ser dpi dominio del pueblo, ste va poco a poco introduciendo en ella modificaciones especiales, transformndola y adaptndola a su peculiar comprensin y sentimiento; de este modo la cancin pierde el carcter de creacin individual. Ella es de una imprescindible necesidad para el pueblo, por ser el nico medio elevado y noble de que puede valerse para exteriorizar sus sentimientos: la alegra o el dolor, las aspiraciones materiales o espirituales.' La razn y la Historia prueban de consuno que es ingnita en el hombre la necesidad del canto, y muy principal el papel que desempea en la vida. La misma Naturaleza parece habernos hecho presente de l, como dice nuestro Quintiliano, para ayudarnos a soportar las fatigas y los cuidados de la vida. Con la cancin levantan sus abatidos alientos el remero y el labrador que surcan en inacabable lnea la superficie de las aguas y de los campos; ocupa el soldado las horas ociosas del campamento con canciones, parto a veces de su inge^ nio y en que va envuelto un tierno recuerdo para su madre, a la misma hora en que sta lisonjea la pena de la ausencia con sentidas coplas, que establecen una manera de comunicacin ideal entre sus almas. Con canciones puebla el fatigado caminante las soledades de su largo viaje, sujeta a ritmo y medida sus movimienr tos y hace presente a su alma los seres queridos o la patria ausente (1). Es indudable que la cancin influye poderosamente en la educacin de os(1) Costa: Mitologa y Literatura Celio-hispanas.

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XXXVD En vista de la exigua cantidad de datos de que hoy disponemos, hemos credo lo ms prudente limitarros al estudio de la meloda asturiana, y no correr el riesgo de hacer afirmaciones verdaderamente a priori, hablando, por ejemplo, de la influencia en la msica de nuestra nacin de los dos grandes pueblos civilizadoresario y semita,y dando tal cancin como celta, tal otra como rabe, etctera, etc. La labor primordial, de una imprescindible necesidad, es la de recoger la mayor cantidad posible de melodas populares de las diversas regiones, as como las que en su xodo han llevado consigo y conservado hasta hoysegn testimonio de algunas personaslos judos espaoles que viven en el Norte de frica y en el Oriente de Europa (1). Una vez hecho esto, estaremos capacitados para realizar el estudio de nuestra tradicin musical en relacin con la de los dems pases, en donde como en Francia y Alemania, la bibliografa folklrico-musical es muy considerable y aumenta de da en da.

instintos populares. Ella es el libro inmortal de la sabidura y de los sentimientos del pueblo, y en ella est reflejada el alma de los hombres con imagen mucho ms precisa que en ninguna otra manifestacin espiritual. Si bien hasta hace algunos aos, y sobre todo en Espaa, se tomaba la cancin popular como cosa balad, de un valor simplemente recreativo, hoy su estudio interesa seriamente tanto a los artistas: msicos, poetas, literatos, como a los hombres de ciencia: historiadores y fillogos principalmente. En ella buscan los primeros una inspiracin sana, caracterstica de toda buena obra de arte; los segundos encuentran rastros de civilizaciones pasadas, viejas formas del .lenguaje, hechos histricos de mayor o menor importancia que el pueblo conserva en su memoria gracias a la cancin. No es, pues, necesario encomiar el gran valor que para la reconstruccin histrica de la patria van adquiriendo de da en da los trabajos encaminados a recoger, ordenar y desentraar toda esa riqueza de cantos, leyendas, mitos, etc., que constituyen la cultura popular. Con ello se alcanzan dos cosas: acrecentar el caudal espiritual del hombre y conocer de manera clara y elocuente el carcter de los pueblos. En Espaa, siguiendo el camino de otras nacionesaunque desgraciadamente no con tan porfiado empeo y amor,algunos hombres van aplicando su atencin a recoger y ordenar los restos culturales de las distintas regiones. En Asturias, estos restos son abundantsimos, segn hemos podido comprobar en nuestras excursiones folklricas, y es necesario que artistas, literatos e historiadores se apresuren a conocerlos y estudiarlos antes que la moderna e invasora civilizacin los haga desaparecer. Por lo que a la msica popular asturiana se refiere, habamos ideado en un principio hacer un estudio comparativo con la de las dems regiones de Espaa y con las de Europa en general, a fin de apuntar las afinidades que este estudio nos sealara; mas hemos desistido de tal deseo debido, principalmente, a la falta de documentos que nos permitieran conocer el genio musical de cada una de nuestras regiones. Puede decirse que hasta hoy slo se han publicado cancioneros populares de alguna importancia de las regiones de Burgos, Salamanca y Catalua. De otras, se conoce un reducido nmero de melodas, y de algunas, el desconocimiento es absoluto. Por otra parte, los cancioneros antiguos, los libros de los vihuelistas, las cantigas de Alfonso X y algunas composiciones de los polifonistas, tanto religiosos como profanos, de los siglos xv y xvi, si bien contienen algunas melodas populares, no son en nmero suficiente, y no siempre est respetada su verdadera forma popular para que puedan servir de base slida para un amplio estudio comparativo, aparte de que no se hace en estos documentos la indicacin de su procedencia etnogrfica.

De todas las regiones de Espaa, es, tal vez, Asturias, una de las que ms intensamente cultivan la cancin popular. Cada ao, con la primavera, cuando el paisaje recobraron exuberante esplendidez todo su lirismo, aparece un abundante nmero de canciones que, o bien son nueva creacin de nuestra musa regional, o bien antiguas melodas que, despus de un letargo de varios lustros, renacen en la memoria de un viejo campesino y en poco tiempo invaden la provincia. Tal es el caso de El ringo-rango, cancin sealada en esta coleccin con el nmero 354. Mucho antes de su renacimiento, ocurrido en 1915, ya nos haba sido cantada esta meloda por una mujer de avanzada edad, y, segn ella, haca ms de cuarenta aos que El ringo-rango se haba bailado como giraldilla en las romeras de Grado. Mas no siempre estas viejas canciones temporalmente olvidadas conservan a travs del tiempo su primitiva forma, pues, aparte de la evolucin natural a que tanto la msica como las dems manifestaciones del espritu humano estn sujetas, se observan en ella ciertas adulteraciones, ya literarias, ya meldicas, que probablemente provienen de flaqueamiento de la memoria en la persona en quien durante ms o menos tiempo vivi aletargada la cancin, y que al recor(1) 1 notable compositor y folklorista D. Manuel Manrique de Lara, en viajes realizados recientemente por encargo de la Junta para Ampliacin de Estudios e Investigaciones C ientfficas, ha podido recoger entre nuestros judos varios centenares de romances castellanos con sus correspondientes melodas. :

xxxvni darla por cualquier circunstancia especial y tratar de reconstruirla, pone por su cuenta, all donde el recuerdo le abandona, un nuevo miembro musical en consonancia con el sentimiento general de la meloda, o arregla o compone la parte literaria, hacindola perder el sentido que en un principio haba tenido, llegando a veces a ser incomprensible. He aqu, por ejemplo, la poesa con que se cantaba despus de su renacimiento la cancin antes sealada, y cuyo empleo ha sido general en Asturias durante varios aos consecutivos: Marujina, tu chaleco desgarrado tiene el corte; dime con el pensamiento dnde pasaste la noche. A tu mandil, chai un ringo-rango que retumbe el agua en la arena. Qu triste se despide la mi morena! En cuanto a su meloda, que no hemos transcrito por no considerarla de inters para estudiar la evolucin de la frase a travs del tiempo, ha perdido la gracia y la delicadeza que tiene en la versin que aparece en este Cancionero. Si esta ltima puede compararse con las melodas provenzales, como, por ejemplo, la tan conocida O Magali, que Mistral inserta en su poema Mireya y que figura en casi todas las colecciones de cantos populares de Provenza, la versin moderna, en cambio, hace sus cadencias de manera menos inspirada y graciosa, suprimiendo algn giro meldico, segn puede suponerse observando que el nmero de slabas de los ltimos versos es menor que los correspondientes de la cancin transcrita. Parece evidente que las canciones populares de nuestra regin van perdiendo, desde hace algunos aos, el encanto que siempre tiene en s la ingenua lrica campesina. Nuestros pastores ya no lloran sus cuitas de amor al son del rabel o del caramillo, ni en las faenas del campo se emplean con tanta frecuencia las canciones dialogadas, con las cuales en otro tiempo hombres y mujeres, divididos en dos coros respectivos, sobrellevaban alegremente las penalidades del trabajo, merced a la incomparable belleza meldica y al inters de la narracin potica. Bellas costumbres ancestrales, como aquella que consista en solicitar el amor de una muchacha por medio de una cancin, cuya poesa, compuesta ad Aocporel galn, ensalzaba las buenas cualidades de la joven, y segn aqul

xxxix fuera o no'del agrado de sta, era recibido con otra cancin expresando la admisin o la renuncia del amor, han desaparecido de nuestras montaas. La influencia de la moderna civilizacin, que en nuestro pas slo tiene por ahora matices de industrialismo, se deja sentir en los rincones ms apartados de la provincia, all donde los montes se escalonan y los profundos valles duermen silenciosos bajo un manto de niebla. La nueva dinmica industrial perfora aqullos en busca de escondidos tesoros,vy puebla las mrgenes de los ros con gentes de distinta procedencia etnogrfica. A la suave cancin asturiana, de serena melancola, contesta la copla andaluza, cuya meloda es un profundo y constante lamento, o la austera cancin castellana, de recia contextura musical. Nuestras antiguas y expresivas canciones van poco a poco borrndose de la memoria de los campesinos, y no ser exagerado el suponer que cada viejo que muere lleva consigo a la tumba una' de estas manifestaciones espirituales de la raza. A la vez que las nuevas condiciones de vida, contribuyen a empaar la pureza de nuestro manantial lrico las canciones pseudo-populares, compuestas, no por el artista annimo en colaboracin con el pueblo, sino por el msico profesional que vive en la ciudad atento slo a su industria artstica, halagadora de los bastos gustos vulgares. Mas rara vez estas canciones llegan a arraigar en el espritu del pueblo campesino, incorporndose a la lrica tradicional. Suele estar ausente de ellas nuestro genio; no vibra en sus notas el espritu de la raza, por lo cual no consiguen conmover, ni siquiera despertar nuestro profundo ser. Pero aunque estas creaciones pseudo-populares gozan de poca vida, es evidente que, andando el tiempo, llegan a ejercer una perniciosa influencia sobre la sencilla y emocionante lrica campesina, de una ingenuidad encantadora en la forma y de una inspiracin poderosa y elevada, en la cual no- reside la licenciosa desenvoltura ciudadana, sino el puro sentimentalismo de un pueblo que convive con la Naturaleza. Como influencia bienhechora que puede evitar la rpida y total desaparicin de nuestro tesoro musical, podemos sealar la que ejercen los cantores profesionales. Forman su repertorio con viejas y escogidas canciones, incluyendo otras debidas a su numen, pero sujetas a la verdadera tradicin regional. Son estos cantores trabadores y juglares a un tiempo, y de alguno de ellos puede decirse lo que de Perdign en Francia, en la Edad Media, que fo joglar e sap trop ben violar e trabar e cantar (1). Salidos de entre las clases ms humildes de la sociedad de nuestras ciudades, dejan de ser artesanos temporalmente para dedicarse a interpretar en pblico su repertorio. Organizan conciertos en los principales teatros y salones de la regin y realizan tournes por Amrica,(1) Fierre Aubry: Trouores ettroubadours.

xu llevando a nuestros emigrados un eco sentimental de la tierrina. Es ste, quiz, el lazo espiritual que ms fuertemente sujeta a la regin el amor de aquellos de sus hijos que tienen que vivir apartados de ella. nosotros habamos procedido,es decir, anotando todo cuanto el pueblo canta, por insignificante que parezca. Y desde entonces, dolindons de la labor incompleta realizada durante dos aos, hicimos el propsito de recomenzar las excursiones folklrico-musicales por nuestra provincia tan pronto como las vacaciones estivales nos lo permitieran. En Octubre de 1913, finalizadas las vacaciones, regresamos a Pars a fin de continuar nuestros estudios en la Schola Cantorum. Una vez terminado el curso, nos vinimos a Asturias, y aqu hubimos de permanecer por tiempo indefinido, debido a la guerra europea, siguiendo en ello el consejo de nuestro ilustre maestro d'Indy, que en amable carta nos deca:

Antes de dar por terminado este modesto trabajo, nos creemos obligados a hacer pblico nuestro agradecimiento a la Excma. Diputacin Provincial de Oviedo, a cuya generosidad se debe la publicacin de este Cancionero, sin cuyo auxilio material probablemente hubiera permanecido indito por tiempo indefinido. Este agradecimiento adquiere un valor particular de cario y respeto profundos hacia los Sres. D. Armando de las Alas Pumario y D. Celso Gmez, miembros de dicha Corporacin Provincial, cuyo entusiasmo por nuestros trabajos ha contribuido grandemente a dar cima a nuestra labor folklrico-musical; labor emprendida hace varios aos con una finalidad distinta de la que hoy tiene. Habiendo terminado en 1910 nuestros estudios piansticos, y deseando comenzar los de la Composicin musical, cremos que nada mejor que valemos de temas populares de nuestra regin para llegar a adquirir una personalidad propia e interesante. Animbanos a ello, de una parte, la extraordinaria belleza de las melodas asturianas, y de otra, los ejemplos de los ms estimados compositores de otros pases. Con tai objeto habamos comenzado la labor de recopilacin, logrando reunien poco tiempo varias decenas de melodas de distinto carcter y seleccionadas con un criterio restringido, dado el inters meramente artstico que entonces nos guiaba. Anotbamos aquellos perodos meldicos de mayor belleza, desdeando los que considerbamos de escaso inters para un desarrollo fraseolgico. Recogido as un considerable nmero de temas populares, y con el deseo de completar nuestros estudios musicales, nos trasladamos a Pars en el otoo de 1912, ingresando como alumno oficial en la Schola Cantorum, cuyos estudios dirige el eminente maestro Vincent d'Indy. Debido a las admirables enseanzas de la Schola y a los cursos y conferencias sobre la msica popular de diversos pases que frecuentemente se celebran en la Escuela de Altos Estudios, hemos podido llegar a adquirir el conocimiento de los distintos valores de carcter cientfico que, aparte del artstico, encierra la cancin popular. Mas para que sta pueda servir de base slida para estudios cientficos es indispensable que sea recogida del pueblo en toda su integridad y transcrita con fidelidad absoluta, desechando al mismo tiempo el criterio restringido con que

Mon cher Torner:J 'ai refu votre lettre etje viens uous dir qu'il me semble inutile que vous veniez a Pars, d'autant que vous series le seul eleve de cette classe, Fimbel tant part la guerre et Bossavilbaso retourn dans son pays. Mr. Labey est lu mme deuant l'ennemi, tant lieutenant de reserve. Restez done {aire le travail dont vous me parlez (1), qui ne peut qu 'tre intressant pour toas les musiciens et vous nous revenaren, 'espere, au mois d' Octobre prochain pour achever vos tudes. Receueg, tnon cher Torner, tous mes meilleurs souvenirs. Vincent d'Indy. Pars le 24 Dcembre 1914.

Hemos dedicado, pues, el otoo e invierno de 1914 a la recopilacin de canciones populares asturianas, y en febrero de 1915, en posesin ya de un considerable nmero de documentos, comenzamos a dar a conocer al pblico, en conferencias celebradas en el Paraninfo de la Universidad de Oviedo, el fruto de nuestras excursiones folklricas. El xito de estas conferencias, debido exclusivamente a la belleza de los ejemplos ofrecidos, movi a la Excma. Diputacin de Oviedo a concedernos una subvencin a fin de estudiar en las bibliotecas de Madrid los distintos cancioneros espaoles y extranjeros publicados hasta entonces. A este efecto, y para la mejor orientacin de nuestros trabajos, nos hemos(1) Hace referencia a la labor de recopilacin de las melodas populares.

incorporado, en el Centro de Estudios Histricos, a la seccin que dirige el sabio maestro D. Ramn Menndez Pidal. En 1916, y a propuesta del Centro, la Junta para Ampliacin de Estudios e Investigaciones Cientficas nos concedi una pensin para recoger romances tradicionales en las provincias de Asturias y Len, habiendo logrado reunir 83 romances asturianos y 137 leoneses, todos con sus correspondientes melodas. Tal es el proceso de nuestra labor folklrica hasta el momento de la publicacin de este Cancionero, y lo exponemos con detalle, a fin de que sirva de justificacin para las personas y entidades que nos han favorecido con su consejo y ayuda. No se incluyen en este Cancionero los romances recogidos en Asturias, por que su msica es de ndole especial. Exige un estudio aparte del de las canciones lricas, aunque muchas veces tengan ambas intima relacin. Dichos romances sern, en su.da, incluidos en el Romancero espaol, cuya publicacin prepara el Sr. Menndez Pidal. Debemos hacer constar, en fin, que la clasificacin adoptada en este Cancionero no pretende ser definitiva ni indiscutible, sino que ha de considerarse ms bien como un simple ensayo de clasificacin basada exclusivamente en la meloda de las canciones, por creer que la distribucin de stas, atendiendo al asunto literario, no indica nada acerca del genio musical del pueblo. No tiene, pues, ms valor esta clasificacin meldica que el de la prioridad, y nuestra satisfaccin sera grande si este trabajo sirve de punto de partida para llegar a adquirir un mtodo cientfico musical que permita clasificar y estudiar slidamente las melodas populares.

TEXTO MUSICAL

EDUARDO MARTNEZ TORNEROviedo, 1919.