Calhoun - Emoción

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Thaducción de Mnnn¡z Cmo ¿QUE ES I-]NAE,MOCION? Lecturas clásicas d,e psicotogía fitosófic;a Csrsnnn Cersoux y Ronnnr C. Sorouor.¡ (C,ompiladora) gE¡fTR0 DE tfivEsTIGACloNES YESÍUDIOS SUPERIORES EN A¡fTROPOLOGIA SOCIAI. BIBLIOTECA FONDO DE. CULTURA ECONÓMICA uÉxrco ."h 0070299

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Thaducción deMnnn¡z Cmo

¿QUE ESI-]NAE,MOCION?

Lecturas clásicas d,e psicotogía fitosófic;a

Csrsnnn Cersouxy Ronnnr C. Sorouor.¡

(C,ompiladora)

gE¡fTR0 DE tfivEsTIGACloNES

YESÍUDIOS SUPERIORES EN

A¡fTROPOLOGIA SOCIAI.

BIBLIOTECA

FONDO DE. CULTURA ECONÓMICAuÉxrco

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B PREFACIO

tos clave. Por ejemplo, la perspicaz explicación de Martin Heideg-g€r --que era incomprensible para les ¡ey¿¡6s- sobre los estadosde ánimo y las emociones no llegó ulteriormente hasta el públicoen general porque asi lo quisieron sus albaceas literarios. Paracomp€nsar la extrema dificultad de su texto y la imposibilidadde obtener permiso para reimprimir, solicitamos la ayuda del estu-dioso de Heidegger, Charles Guignon, que ha resumido admirable-mente la teoría de Heidegger y la difícil filosofía en la que estáincrustada. Finalmente, en la Cuarta Parte, hemos incluido unapeqüeña muestra de la üscusión de las emociones, ahora extensa,entre los filósofos ingleses y norteamericanos.

Hemos resumido las consideraciones relacionadas con la pre-gunta "¿Qué es una emoción?" en nuestra Introducción, y tambiéndamos breves introducciones a cada selección. Al final del librohay una extensa Bibliografla con anotaciones. Esperamos que estetexto sirva no sólo como una colección de importantes documen-tos históricos, sino también como una fuente para que continúeel debate sobre la naturaleza de la emoción.

INTRODUCCIÓN

Crrpsrrnr C¡¡,¡rouN v RoBERT C. SolorvroN

"¿QrÉ ES uNA nrrrocróN?"

HncE 100 años, el filósofo y psicólogo norteamericano WilliamJames hizo esa pregunta en el título de un ensayo que apareció enla revista británica Mind. A partir de entonces, los filósofos y lospsicólogos han estado rebatiendo, negando y revisando su respuesta.

James no fue el primero que hizo esa pregunta, naturalmente.Hace 2 500 años, Platón y Aristóteles debatieron la naturalezade las emociones, y Aristóteles, en su Retóríca, formuló unateoría de Ia emoción llamativamente moderna que resiste las crí-ticas contemporáneas y proporciona una importante opción frentea la teoría jamesiana aún dominante.

La teona jamesiana, simplemente formulada, es que la emociónes una reacción fisiológica, esencialmente en su acompañamientosensorial: un "sentimiento". La opinión de Aristóteles, en con-traste, abarca un concepto de la emoción como una forma más omenos inteligenüe de concebir cierta situación, dominada por undeseo (por ejemplo, en la cólera, el deseo de venganza). Entreestas dos teorías, tan separadas por el tiempo y el temperamento,continúa gran parte del debate moderno. Por un lado, está laparticipación obvia de las reacciones y sensaciones fisiológicas enla experiencia de la emoción. Por otro lado, está el hecho de quenuestras ertrociones a menudo son inteligentes, y de hecho son aveces más apropiadas y perspicaces que las calmadas deliberacio-nes de lo que llamamos "Íazón". En el "calor del momento"(aunque no todas las emociones generan "calor", como ya vere-mos),la inteligencia de nuestras emociones quizá no sea tan obviacomo su condición física bruta. Sin embargo, estos dos conjuntosde consideraciones, el físico y el conceptual, son esenciales paradar cualquier respuesta adecuada a la pregunta "¿Qué es unaemoción?"

En consecuencia, muchas de las teorías más modernas abarcanlo que algunos han llamado la perspectiva de "dos componentes"de la emoción, uno fisiológico, y el otro "cognoscitivo" (o sea,que abarcan conceptos y creencias). En psicología, los psicólogos

Charleston, Carolina del SurAustin, TexasEnero de 1983

C. C.R. C. S.

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IO INTRODUCCIÓN

de la Universidad de Columbia, Stanley Schachter y Jerome E.S.inger, han afirmado contundentemente esta perspectivJ neojame-siana de los "dos componentes": una emoción es una reacciónfisiológica, como insistió James, pero también es una actividadcognoscitiva que "pone una etiqueta,,, o sea, que identifica laemoción como una emoción de cierto tipo, y que abarca un cono-cimiento "apropiado" de las circunstancias.

En filosofía, como es de esperarse, se ha prestado mucha másatención al lado "cognoscitivo" del análisis: !c"at es la conexiónentre una emoción y ciertas creencias? Si una persona está aver-gonzada, debe creer que la situación es incómoda; por ejemplo,si una persona está enamorada, debe creer que el ser-amado tünepor lo menos algunas virtudes o atractivos. No obstante. ; es laemoción simplemente el conjunto de creencias? ¿O quiá esel conjunto de creencias más alguna reacción fisiolólica ldentifi-cable? El trabajo que se ha hecho recientemente en filosofía seha concentrado en el papel de la creencia en la emoción. v laconexión precisa entre una creencia o creencias y la emoción.Por ejemplo, se ha sugerido que ciertas creencias son condicionesprevias para determinadas emociones; también se ha sugerido quelas creencias son un componente lógicamente esencial de la emo-ción, que ciertas creencias son idénticas a la emoción y que lasemociones simplemente suelen causar ciertos tipos de

-creencias

(por ejemplo, los celos hacen que una persona sea suspicaz, o elamor hace que una persona piense lo mejor de la personá amada).Uno de los puntos focales de las controversia, u.cfrrales ha lleeadoa determinar la conexión precisa entre la emoción y la creeicia.

Aunque a menudo hablamos de que las emociones están ennuestro "interior", es obvio que el análisis de la emoción no sepuede limitar a los aspectos "internos" de la fisiología y psicología,a los trastornos viscerales, a las sensaciones, deseos u

-ar"a.rJiur.

Las emociones casi siempre han sido también .,n urpá"to "exter-Do", y más obviamente su "expresión,'en la conducta. ¿Hasta quéPunto es importante la conducta en este análisis? como .es natuial,generalmente identificamos las emociones de las demás gentes ob-servando lo que hacen, pero ¿ es esto parte de la propiJ emocióno sólo un síntoma de ella? Muchos fil,Ssofos y prióotogos han lle-qldg u identificar, incluso a definir, las emocion., .á^o pautasdistintivas de conducta. ¿Qué papel desempeñan las circunstanciasen la emoción, aparte.de-prwocarla (algunas veces) ? ¿Tiene algoque ver la cultu¡a en el análisis? por ejemplq ¿podiía alguilnenamorarse si hubiera crecido en una cultura donáe virtualriente

INTRODUCCIÓN 11

nunca se hubiera oído hablar del amor romántico? ("¿Cuántagente", escribió el aforista francés La Rochefoucauld, "nuncahabúa amado si no hubiera oído la palabra amor?")

En este libro hemos tratado de incluir una muestra represen'tativa de las respuestas clásicas y contemporáneas a estas pregun-tas. Las selecciones van desde Aristóteles hasta el presente, yrepresentan autores de varias disciplinas así como de varias orien-taciones filosóficas. En esta Introducción proporcionamos al lectorun esbozo de los diversos enfoques de la filosofía de las emocionesy una muestra de las diversas preguntas que han llegado a definirlas obras publicadas sobre este tema. Primero examinamos las

principales teoúas sobre la emoción, y luego introducimos los pro-blemas que se encuentran en el análisis de las emociones,

CrNco MoDEI-os os nvroctóN

El tema de la emoción no es del dominio exclusivo de alguna dis-

ciplina, pero la tarea de presentar una teoría claramente definidade la emoción ha caído tradicionalmente en los filósofos y psicó-

logos. Aristóteles y los estoicos produjeron dos de las primerasdescripciones de la ernoción, y subsecuentemente otros filósoiosy psicólogos produjeron muchas otras; pero a Pesar de su largahistoria, la emoción no fue considerada como un tema filosóficoimportante por su propio derecho. Las teorías sobre Ia emociónfueron expuestas dentro del contexto de temas más amplios, comoel análisis y clasificación de los fenómenos mentales en general y el

origen del conocirniento moral (veremos esto especialmente al ha-

blar sobre las teorías evaluativas de la emoción). Sin embargo,en el curso de los últimos diez o veinte años, el clima intelectualha cambiado radicalmente. La emoción, como un campo de estudioindependiente, está atrayendo cada vez más el interés de los filó-sofos. Este enfoque en la emoción puede reflejar la introversióngeneral (algunos dirían que el "narcisismo") de años recientes,que se ha visto más claramente a nivel popular. Pero tambiénmuestra que existe la necesidad de una descripción más ampliade la emoción, que remplace las descripciones fragmentarias quehan resultado inevitablemente de que se haya relegado a la emo-ción en comparación con otros temas filosóficos y psicológicos'

Al abordar la teoría de la emoción, podríamos comenzar porrevisar aquellos problemas que han inquietado a los filósofos ypsicólogoe. Uno de los problemas más básicos tiene que ver con.

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12 INTRODUCCIÓN

distinguir entre las emociones y otros fenómenos mentales. Porejemplo, ¿ en qué difieren las emociones de las percepciones senso-riales, de los estados puramente físicos de agitación o excitación,y de las actividades más "cognoscitivas" de juzgar y creer? ¿O esque difieren? René Descartes y David Hume establecieron unaanalogía entre las emociones y las percepciones sensoriales, hacien-do hincapié en la pasividad de ambos fenómenos y en su diferen-cia de actos mentales tales como querer y juzgar. Francis Hutchesony William James van aún más lejos, argumentando, en diferentesformas, que las emociones son un tipo especial de percepción.Aunque la idea de que las emociones son pasivas e irracionales(queriendo decir que no son cognoscitivas y que son irrazonables)ha tenido influencia durante largo tiempo, algunos filósofos con-temporáneos, como Errol Bedford y Jean-Paul Sartre, han puestoen tela de juicio esta idea argumentando que las emociones separecen a los juicios (especialmente a los juicios de valor) o inclusoque las emociones son una especie de juicío o creencia. Otros,como Franz Brentano, insisten en que las emociones son fenómenosmentales distintos qu€ no se pueden explicar por analogía conotros tipos de fenómenos mentales o como constituidos a partirde éstos.

En segundo lugar, para la clasificación de las emociones entreIos fenómenos mentales está la tarea de ordenar determinadasemociones dentro de tipos genéricos, IJna forma de hacerlo seríaagn¡par las emociones que se parecen entre si; por ejemplo, lasimpatía y la compasión en comparación con la cólera, el resen-timiento y la indignación. En una forma más general, podríamosdistinguir los llamados estados de ánimo "sin objeto", como porejemplo la euforia y la angustia, de otros sentimientos como loscelos y la envidia, que siempre tienen un objeto. Cualquier clasi-ficación depende, en gran parte, de cómo se analiza una emoción.Los análisis que hacen hincapié en el "sentimiento" de una emo-ción generalmente también clasifican las emociones en aquellascomo el deleite estético y el disfrute, que generalmente son "leves"o "calmadas", y aquellas como la rabia, que son esencialmente"violentas" o turbulentas. (Hume establece esta distinción entrelas emociones "calmadas" y las "violentas".) Los análisis que hacenhincapié en la naturaleza evaluativa de las emociones generalmentedistinguen entre las emociones evaluativas y las meras reaccionesemocionales apasionadas. (Esta distinción es característica de lasteorías más evaluativas, incluyendo la de Brentano y la de Scheler. )

IJn tercer problema -la base psicológica de la emoción- ha

INTRODUCCIÓN 13

sido y sigue siendo motivo de controversia. Los cambios fisiológi-cos, como por ejemplo, el que se produce bajo la influencia dedrogas o de estar exhausto físicamente, pueden modificar nuestrasemociones, y algunas van acompañadas típicamente por cambiosfisiológicos (pensemos, por ejemplo, en el rubor de la vergüe4za).Como ya veremos) un gmpo significativo de teorías de la emociónhace de los trastornos fisiológicos o de la percepción de los tras-tornos el centro de una descripción de lo que es una emoción opor lo menos de una descripción de determinado tipo de emoción(véanse especialmente las teorías de Descartes, James y Darwin).Sin embargq actualmente muchos filósofos y psicólogos nieganque estos trastornos sean un componente importante o incluso ne-cesario de una emoción. (Véase, por ejemplq la selección deRyle.)

Aunque no es parte integral de una teoría de la emoción (enIa forma en que lo son los otros tres problemas), el interés por elpapel que juegan las emociones o que deben jugar en nuestrasvidas morales y prácticas, a menudo ha llevado a un interés enlas teorías de la emoción. Por ejemplo, en el concepto de Aristó-teles de la vi¡tud moral es basica la idea de que nuestras emocio-nes deben ser apropiadas a la situación --que deben sentirsehacia el individuo indicado, bajo las circunstancias indicadas y enla cantidad correcta, no siendo ni demasiado violentas ni demasiadocalmadas-. Entre los filósofos morales de los siglos xvn y xvrrl,la benevolen cia, la simpatía y el respeto figuran como motivosimportantes para la acción mo¡al. De hecho, Hutcheson, Humey Kant elaboraron teorías de la emoción en gran parte en respues-ta a preguntas sobre la motivación moral y el conocimiento. Ade-más, como veremos al hablar de las teorías evaluativas de Iaemoción, muchos filósofos han argumentado que las emocionesdesempeñan un papel critico en nuestra conciencia y conocimientode los valores morales y estéticos, y de otros valores.

En la teoría de la emoción, el punto básico es el análisis de Iaemoción en sus componentes o aspectos. Dada la larga historiay las fuentes interdisciplinarias del pensamiento sobre la emoción,sería realmente sorprendente que las teorías de la emoción se

pudieran clasificar claramente. No obstante, para organizar nues-tros pensamientos sobre lo que es una emoción podríamos permi-tirnos algún exceso de simplificación, revisando los tipos generalesde análisis, teniendo en cuenta que esto constituye una visiónglobal de aquello en que hacen énfasis primordialmente las dife-rentes teorías de la emoción. Con esta advertencia, veamor cinco

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It INTRODUCCIÓN

enfoques importantes del análisis de la emoción, que podríamosllamar de la sensación, fisiológico, conductual, evaiuativo y cog-noscitivo. Cada uno subraya un componente diferente de la emo-ción. Las teorías de la sensación (Hume) y las teorías fisiológicas(Descartes, James) hacen hincapié en el "sentimiento', real deuna emoción, aunque no están de acuerdo en si es principalmenteun sentimiento psicológico (por ejemplo, sentirse abrumado) o unsentimiento de cambios fisiológicos reales (por ejemplo, sentir quese le retuerce a uno el estómago de disgusto). Las explicacionescausales de las emociones figuran prominentemente en el análisisde ambas teorías. En las teorías conductuales, como su nombre loindica, se presta especial atención a las conductas distintivas rela-cionadas con diferentes emociones. Las emociones son analizadasya sea como la causa de esas conductas (Darwin) o como algoque consiste única o principalmente en patrones de conducta(Dewey, Ryle). Las teorías evaluativas (Brentano, Scheler) compa-r-an

las actitudes en pro y en contra de las emociones (sentir agra-do, desagrado, amor, odio, etcétera) y los juicios de valor positivoso negativos. En este tipo de análisis, el "objeto" de la emoción esimportante. Finalmente, las teorías cognoscitivas, que cubren unamplio espectro de teorías particulares, se enfocan en la conexiónentre las emociones y nuestras creencias sobre el mundo, nosotroc

lnismos y los demas. Por ejemplo, las emociones parecen dependerde ciertas creencias (la envidia depende de la-creencia á" qrr"otra persona ha tenido mejor suerte que nosotr.os, por ejemplo),y pueden modificar nuestra percepción del mundo y nuestrascreencias al respecto.

Teorías de la sensación y fisiológica

Entre las teorías de la emoción, las que están de acuerdo con losconceptos populares de la emoción, así como con ciertos rassosobvios de algunas emociones, por lo menos, son las que caen bájoel encabezado de teorías de la sensación y fisiológica. Antes dehacer cualquier reflexión teórica sobre la emoción,-puede parecerobvio que las emociones son algo que sentimos dentio de nosotros(las punzadas del remordimiento, la excitación del amor, el fríodel temor), que subsecuentemente encuentran su expresión en laacción. También puede parecer obvio que las emociones nos so-brecogen. Son intrusas no invitadas y fastidiosas, que nos distrae'de llevar a cabo nuestras meiores intenciones. lrustrando una

INTRODUCCIÓN 15

visión "objetiva" de las cosas y obligándonos a portarnos en formaslamentables, o por io menos irracionales. En gran parte, la teoría

fisiológica y la de la sensación describen este sentimiento familiar.Ambas teorías comienzan por observar que la agitación mental

y física, la excitación y el estlmulo frecuentemente, si no siempre,acompañan a las experiencias emocionales. Por eso la emoción es

considerada principal o exclusivamente como un "sentimiento"

-una sensación discernible y a vec€s violenta- que ocurre en

nosotros, que dura un periodo de tiempo determinado, Y Quepuede tener una ubicación definida en el cuerpo (la basca esto-

macal del disgusto, los fuertes latidos del corazón producidos porel temor, etcétera) . Siendo esencialmente "sentimientos" o sensa-

ciones simples, las emociones ofrecen poca substancia para el aná-lisis. Los teóricos de Ia emoción deben contentarse con detallar los

orígenes causales de las diferentes emociones y los efectos de

las emociones sobre nuestra conducta y cognición.A pesar de que la teoría de la sensación y la teoría fisiológica

pueden compartir ciertos temas, difieren en un punto central. Losteóricos de la sensación sólo están interesados en la psicologíade la emoción: en cómo experimenta la gente sus emociones.En contraste, los teóricos fisiológicos, aunque secundariamente in-teresados en la psicología de la emoción, persiguen la base füio'lógica d,e la experiencia emocional: lo que sentimos cuando esta-

mos enojados son diversos cambios y alteraciones fisiológicos.La teoria de la emoción de David Hume (Primera Parte) ejem-

plifica claramente una teoría pura de la sensación. A diferenciade loe teóricos fisiológicos, Hume pasa por alto los acompañantesfisiológicos de la emoción. De hecho, en su opinión, las emocionesdifieren de los dolores y placeres físicos precisamente en que las

emociones no necesitan ir acompañadas de sensaciones físicas

definidas y localizables. No obstante, las emociones se sienten deun modo característico. Son sensaciones, aunque no sean específi-camente sensaciones físicas, y podemos distinguir una emoción de

otra en parte determinando cómo se siente. Esa atención al senti-

miento psicológico o mental, diferente de lo que se siente con el

trastorno físico, permite a los teóricos de la sensación distinguirentre las emociones leves como el disfrute estético y las emocionesviolentas como la nbia. La distinción entre las emociones calma-das, que en general sólo se sienten mentalmente, y las violentas,que en general abarcan trastornos fisiológicos, es básica en laciasificación de Hume de las emociones. En contraste, en las teo-rías fisiológicas, en que la sensación de un trastomo físico'es su-

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16 INTRODUCCIÓN I7

que a cada momento estamos realmente sintiendo o experimen-tando la emoción. En esta forma, decimos "la he amado duranteaños" o "por largo tiempo he temido que él hiciera esto", sin quererdecir que a cada momento estarnos experimentando un sentimien-to detectable de amor o temor.

Al interpretar estas dos teorías de la emoción -la fisiológicay la de sensación- es importante marcar el uso extenso de losanálisis causales. Las dos teorías necesitan análisis causales, yaque, por ser "sentimientos" básicamente simples que no se puedenanalízar, las emociones no pueden consistir en deseos, conductas,percepción de objetos, etcétera. La cólera, por ejemplo, consiste sim-plemente en sentir que uno enrojece, tiembla, etcétera. Gritar, de-sear la venganza y darse cuenta de que alguien lo insulta a uno noson componentes adicionales de la cólera. Son las causas y efectosde ésta. Un insulto puede hacernos enojar; la cólera nos hace gritary desear la venganza. Aunque Hume emplea análisis causales en sudescripción de las emociones "directas" o "indirectas", la utilidadde los análisis causales resulta más abrumadoramente evidente enla descripción cruelmente mecanicista de Descartes de la emoción.El temor, por ejemplo, se analiza como sigue: Se está acercandouna bestia que infunde terror. Por la vía de los ojos y las fibrasnerviosas se proyecta en el cerebro una imagen de la bestia. Estopone en movimiento los "espíritus animales" que fluyen a la es-palda y disponen las piernas para la fuga. El mismo movimientode los "espiritus animales" enrarece la sangre, enviando "espíritusanimales" de regreso al cerebro para fortalecer y mantener lapasión del temor (Artículo xxxvr). Todo el proceso p¿rrece ocunirsin la intervención de la conciencia, y de hecho, Descartes afirmaque los trastornos fisiológicos que produce el temor pueden causarIa fuga independientemente de cualquier acción voluntaria (Ar-tículo xxxvnr) . Lo que es particularmente significativo (y comoya veremos, particularmente cuestionable) no sólo sobre el análi-sis causal de Descartes sino también sobre cualquier análisis causaligualmente extenso, es que significa que las emociones solo tienenun lazo empírico contingente con las características relacionadascon las emociones con cierto objeto o situación, con la conductaemocional, y con el deseo. Como resultado, es posible que unapersona se sieñta avergonza.d,a por llegar tarde al mismo tiempoque duda de que sea tarde. (Véase la expücación de Thalbergsobre este punto.)

Un poco más adelante veremos otras críticas de la teoría dela sensación y de la teoría fisiológica.

TNTRODUCCIÓN

mamente importante, el disf¡ute estético y las emociones leves sim'a-res no parecen ser emociones en lo absoÍuto. sóro se p,r"d.., """o.como emociones estirando la teoría hasta su fi."it"j pár-.;Jlpr.,postulando trastornos fisiológicos _,_ry--i".,r"r, casi imposibles dediscernir- (James, un

-teórico-f;dárog*á, ," .""r." mucho a haceresto' comenta que los lramados "r"r',ñ-iá.,tos intelectuales,, van casiinvariablementJ acompañados de trastoÁos fisiológicos: ..La reac-ción corporal entra en acción mucho *¿, a. lo que generalmentesuponemos, como puede verse con una introspección -cuidadosa,,.)La teoÉ,a fisiolóiica más notable ., tu t"o.iu de la emoción deWilliam James. Ainado ..1 ,lg;;"; .ol'o.;_i"rrtos rudimentariosdel cerebro, el sistema nervioso" y lu, ,rírceras, James realiza unades^cripción (,avanzada.para su,i"t"f.i'"a" los trastornos fisioló-grcos que están por debajo de las emliones. (Es interesante com_parar la descripción de james con ra u'ti.,-,rir ,*.i""iiri"rü."

1,"^P*:::"s.) James argumenta que el hecho de sentir la áo-lot --qu:,, para él equivale a la emoció¡ ¡¡i5¡¡¿_.ro ., li'ota percepción de estos trastornos fisiológicos. para defender estaafirmación ---que ra percepción de los tiastornos fisiológicos es laemoción-, James noi pidÉ q"" i;g;;;s cuál sería la emociónsi le quitamos todos los sentimientos"de

"git .iarr, viscosidad, tem-blor, rubor, etcétera. Lo único q":;;;;:dará, dice James, es unapercepción intelectual, p^or ejeÁplq la'fercepclón del peligro sinel sentimiento real del temor.Por convincente que pueda ser el argumento de James, hay quedesconfiar de él poi aá. -oC'or.- p;ñ;;;

d e I o¡. . ud -

q ;'ü tras romos f isiol ó gi co J' s ::T::X ";Ir't"fr ,

?jiTff,Jf,}!:,::T' tener ra

"moci8., ,i., "l *,.'üi""."offir;,corporar. r¡atemos :iiffii,:'"0:Ti:rL"ff"Ttu[i:l T,Trigercepción del peligro. Si.no.s.e ti"""

"irrg.lrra conciencia del pe-lrgro' el sudor y ra respiración aceleradl podrían interpretarsecomo un signo de enfermedad. Segundo, aunque los rubores, es-calofríos y cosas por er estiro son ;;qg;;".".arios de Ia emoción,parecen ser necesarios sólo para lo {ue los filósofos ú_;; ;*ciones "ocurrentes,', o sea, experiencius emocionales que sucedene¡ ^momentos

específicos y tienen duraciones ¿.t..U.,ááár. "¿ó;

:t^1.^r.l:r, por ejemplo, afirmaciones como ,,Err.y-rr" -""..!""_

zado que me dan Ean¿5 ds llorar,, o ,,Estaba tan enojada que veíarojo".) Los trastolos fisiorógico, ;.;;;;.n ser.necesarios paralo que los filósofos ll¡vec es n o s atri b uim os ffL,lT.Tt;"::*li::"ll,lll,Xll.1,; ?", "i:;

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IB INTRODUCCTÓN

Teorías conductuales

Aunque los filósofos que defienden la teoría de la sensaciín y lateoría fisiológica de la emoción hacen del "sentimiento" o expe-riencia subjetiva de la emoción el centro de sus análisis, losproponentes de las teorías conductuales se concentran en otrorasgo prominente de la emoción: la conducta emocional. Paraellos, la conducta observable, no la experiencia privada, es labase para analizar la emoción. Algunos teóricos conductualesincluso niegan que el "sentimiento" de Ia emoción desempeñealgún papel en el análisis de la emoción. Este viraje del "senti.miento" de la emoción a la conducta emocional en parte reflejauna diferencia en la forma en que los teóricos conductuales venlas emociones. Mientras tratemos de "llegar" a Io que es una emo-ción pensando en nuestras propias experiencias de la cólera, elamor y otras semejantes, parece natural pensar que la emociónes principalmente algo que sentimos €n nuestro interior. Sin em-bargo, no sólo experimentamos nuestras propias emociones sinoque obseroarnos las emociones de otros. Vemoa la culpabilidad"escrita" en el rostro de alguien; vemos el fulgor de la hostilidado el enrojecimiento de la excitación; y quizá escuchemos el temblordel pesar en la voz de otro o la cólera en la injuria verbal. Además,a veces descubrimos nuestros verdaderos sentimiento,s observandonuestras acciones. Quizá observemos que estamos hablando cons-tantemente de otra persona, y sólo entonces nos damos cuentade que nos hemos enamorado. Ifay también buenas razones filo-sóficas para observar la conducta en vez de concentrarnos exclu-sivamente en el "sentimiento" subjetivo, en un análisis de laemoción. Como ya veremos, al afirmar que las emociones sonexperiencias privadas e internas llegamos a la conclusión para-dójica de que nunca podemos equivocarnos sobre nuestras propiasemociones y de que nunca podemos conocer confiablemente lasemociones de los demás.

La "conducta emocional" es realmente un término global quecubre no sólo las acciones físicas y verbales de tipo deliberadoo voluntario, como gritar de gozo y abrazar afectuosamente a unamigo, sino también las "conductas" innatas o reflexivas, comollorar de pes¿rr o sobresaltarse por un sonido inesperado, asícomo (para algunos teóricos) los pensamientos no expresados yloa cambios fisiológicos obvios como el rubor de la vergüenza.Algunas conductas emocionales pueden ser aprendidas y dependerde la cultura (por ejemplo, arrodillarse por reverencia) , mientras

INTRODUCCIÓN 19

que otras (como el rubor) son innatas. Algunas pu€den ser expre-siones voluntarias de emoción; otras, involuntarias. Además, lamayor parte de los escritores contemporáneos que abogan porlas teorías conductuales hablan no sólo sobre la manifestación oactuación real de las conductas emocionales, sino también sobre

una disposiciri¿ a exhibirlas. (Gilbert Ryle por ejemplo, argumentaque la cólera es una tendencia o disposición a gritat, enrojecery lanzar insultos, en la misma forma que la fragilidad es latendencia a hacerse pedazos cuando lo golpean. Una disposiciónno es un deseo. Decir que alguien puede ruborizarse cuando sientevergüenza es simplemente decir que tiene probabilidades de ru-borizarse. )

Charles Darwin fue el primero en hacer un estudio extenso de

la conducta emocional y trató de explicar su origen en su utilidadpara la supervivencia. En su importante obra sobre la conductaemocional, The Expressíon of Emotions in Man and Animals,Darwin formuló tres principios para explicar el origen de las

conductas emocionales. Primero, algunas conductas emocionales,argumentó, evidentemente se originaron en intentos deliberadospor aliviar s€nsacione$ o satisfacer deseos; en consecuencia, pos-

tuló que retorcerse puede ayudar a disminuir el dolor fisico y queun perro echa para atrás las orejas cuando siente miedo o cólerapara impedir que se las arranquen en una pelea. Esas conductasútiles pueden volverse habituales en un ¿nimal y finalmente llegara ser innatas, argumentó Darwin. (Darwin acePtó la opinión deLamark, ahora desacreditada, de que los hábitos se pueden rans:mitir genéticamente.) Éste es el principio de los hábitos útilesasociados. Segundo, otras conductas emocionales, como la del perroque mueve la cola, aparentemente no sirven para ningún propósitoútil; pero surgen, según pensó Darwin, como la antit€sis de con-ductas útiles relacionadas con emociones opuestas (en este caso,

como la antítesis de la cola erecta de un perro colérico). Este es

el principio de la antítesis. Finalmente' aunque algunos cambiosfisiológicos, como inhalar aire con fuerza, pueden servir para pre-pararse para la acción, otros cambios fisiológicos, como ruborizarseo palidecer, aparentemente no sirven ningún propósito útil, sinomás bien son el resultado de la excitación corporal de una Personadurante una experiencia emocional. Darwin llamó a esto el prin-cipio de la acción directa del sistema nervioso excitado sobre el

cuerpo.Estrictamente hablando, el trabajo de Darwin sobre la conducta

emocional no es una teoría de la emoción. Para é1, la conduc-

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20 INTRODUCCIÓN

ta emocional no constituye total ni principalmente la emoción,sino que más bien la expresa o es un signo de la emoción. La propiaemoción es un fenómeno precisq que causa la conducta emocional.Darwin habló muy poco sobre la emoción. Aparentemente estaba

de acuerdo con los teóricos de la sensación y con los fisiológicos en

que las emociones son experiencias internas y privadas (y de ahlel tipo de experiencia de la cual uno sólo puede tener un signoexterno).

La teoría de Darwin de Ia conducta emocional reveló la nece-

sidad de describir adecuadamente la conexión entre la emoción y

la conducta. En su obra La teoría de Ia emo'ción (SegundaParte), John Dewey argumentó que la idea de Darwin de laexpresión no explica por qué ciertas conductas caracteÁzan a

ciertas emociones. Decir que el temblor y la respiración aceleradaexpresan temor no explica por qué estas conductas generalmenteacompañan al temor. Aplicando el propio concepto de Darwin-1ue las conductas emocionales se derivan de las respuestas útilesa situaciones emocionales- Dewey argumenta que la conductaemocional no es causada por una emoción preexistente. La con-ducta es determinada por la situación y se puede explicar refirién-dose a movimientos que fueron originalmente útiles, o que todavíale son, para hacer frente a una situación de este tipo. Por ejemplo,el temblor y la respiración acelerada caracterizan al temor porquenos preparan a huir de una situación peligrosa. Las conductasemocionales, en consecuencia, son provocadas directamente porlos estímulos externos, y no por algún "sentimiento" interno lla-mado emoción.

Dewey también criticó el concepto de Darwin de la expresión,argum€ntando que sólo para el observador las conductas parecenexpresar emociones. Para el que la experimenta, toda conductarelacionada con la emoción constituye en parte la propia emoción.Las emociones, según Dewey, tienen tres componentes: 1) uncomponente intelectual, o la idea del objeto de la emoción;2) un "sentimiento", o en los términos de Dewey, un quale; y 3)una disposición a comportars€, o una forma de comportarse.Para Dewey, "el modo de comportarle es lo principal , y. - ' laexcitación ideal y la emocional (el "sentimiento") son constituidosal mismo tiempo". En otras palabras, la idea del objeto de laemoción así como el "sentimiento" peculiar de una emoción sonproductos de la conducta emocional. Por ejemplo, al encontrarnoede improviso frente a un oso, instintivamente nos preparamospara huir. Hay un momento de tensión, de respiración acelerada,

INTRODUCCIÓN 2I

cuando todo el cuerpo se alista pata la acción. Como resultado,

el oso se percibe primero como "un oso del cual hay que huir";y el sentimiento de temor es (como argumentó James) el senti-

miento de estos cambios físicos.Hay otros problemas mas serios con el punto de vista de que

la conducta expresa algún fenómeno interno, privado y emocional'(De hecho, la tesis más general de que todos los sucesos y estados

mentales son fenómenos internos privados plantea dificultadesfilosóficas.) Primero, si una emoción ¿s sólo una experiencia in-terna privada, 'un "sentimiento", cad.a persona necesariamente

tiene acceso privilegiado a sus emociones y conocimiento de ellas.

Por la misma razón, aparentemente nunca Podemos equivocarnossobre qué sentimos; o por lo menos, no habría una forma de des-

cubrir nuestros errores, puesto que sólo podríamos clasificar las

emociones por cómo se "sienten". Es cuestionable que siempreestamos en la mejor posición para conocer nuestras emociones

y que no podemos etiquetarlas equivocadamente. Los psicoanalistasfreudianos y de otros tipos trabajan bajo la suposición de que unapersona puede equívocarse resPecto a lo que siente o incluso no

darse cuenta de ello, y que el psicoanalista puede estar en muchomejor posición que el paciente para determinar los verdaderossentimientos de éste. Además, según parece' a veces nos equivo-camos respecto a nuestras emociones (como lo indica el caso de

un chico que dice odiar a una chica que vive en la misma calle,pero que posteriormente descubre que la ama) , mientras que los

demás las reconocen correctamente (sus padres lo supieron todoel tiempo) . Muchos filósofos argumentan que apelamos a laconducta, no a cómo "se siente" una emociónt pata corregirnosy para reconocer las emociones de los demás. De nada serviráreplicar que en casos de errores nosotros noe corregimos "volvien-do a sentir" la emoción; esto suscita un segundo problema, es

decir, ¿cómo sabemos que estamos volviendo a sentir la misma

emoción en vez de sentir simplemente otra diferente? Tampocoservirá contestar que incluso si los demás no están de acuerdo conla forma en que clasificamos nuestras propias emociones, de todosmodos estamos en la mejor posición para determinar qué emo-ciones sentimos; porque aunque hagamos esto, puede ser solo

porque estamos en mejor posición para conocer toda la gama de

nuestras conductas y no porque tengamos acceso privilegiado a

alguna experiencia interna privada.Segundo, aunque podemos estar seguros de nuestras propias

emociones, sólo podemos conocer las emociones de los dentás por

Page 9: Calhoun - Emoción

3i

22 INTRODUCCIÓN

inferencia (por Io que dicen y hacen), y en consecuencia sólo ten-tativamente. Como nosotros nos ruborizamos cuando estamos aver-gonzados, razonamos que, por analogía, cuando otra persona se

ruboriza debe estar avergonzada. No obstante, sin la posibilidadde confirmar esta inferencia por ac@so directo ¿ la experiencia deotros, la analogía no prueba que cuando los demás se ruborizanestán sintiendo cualquier emoción o la misma que nosotros senti-moe. Sin embargo, nuestra atribución de emociones a los demástara vez toma esta forma tentativa. No tenemos que inferir quenuestro jefe está enojado con nosotros, lo sabemos. La emoción,y no meramente su expresión, parece ser un fenómeno público.

En vista de consideraciones como éstas, los conductistas psico-lógicos como John Watson (el padre del conductismo) y B. F.Skinner, así como los conductistas filosóficos como Gilbert Ryle,evaden la idea de que la conducta meramente expresa o señalaalgún fenómeno emocional privado e interno. En vez de eso argu-mentan que la conducta y la disposición a comportarse así enrealidad constituyen la propia emoción. En The Concept of Mind(Cuarta Parte), Ryle argumenta que todos los términos mentales(por ejemplo, "se siente enojado", "cree", "sospecha") se puedendefinir únicamente en términos de conducta, y 9ue todas las atri-buciones de estados o sucesos mentales a nosotros mismos y a losdemás se pueden justificar plenamente apelando a la conductade una persona o a su disposición a comportarse de formas carac-terísticas. Esto significa, en efecto, que como los términos mentalesse refieren a la conducta y a la disposición a comportarse en deter-minada forma, los estados y sucesos mentales, incluyendo las emo-ciones, no son más privados que los estados físicos.

Teoríns eualuatiuas

Por lo general, lo que sentimos sobre la demás gente, los sucesos

y las cosas de nuestras vidas indican qué valor les damos. Cuandoamamos, admiramos, envidiamos y nos sentimos orgullosos de

algo, también le atribuimos un valor; cuando odiamos, terñemoso encontrarnos que algo es vergonzoso o desagradable, pensamosmal de ello. Por consiguiente, muchos filósofos contemporáneosargumentan que hay una conexión lógica entre las emociones y las

creencias evaluativas. Por ejemplo, parte de la lógica de la ver-gíienza es que cualquiera que se siente avergonzado debe tambiénalbergar alguna creencia que Ie indica que ha actuado mal. Esas

INTRODUCCIÓN 23

teorías (de las que hablaremos más en la próxima sección) hacen

que las emociones dependan lógicamente de las evaluaciones.

i ft.y otro grupo importante de teor{as que sostienen más direc-

t *"át" q,r""lu,,*o.ion"t soz (por lo menos en parte) evalua-

ciones. A' ot.r teorías las llamamos teorías evaluativas de Ia

emoción.Precisamente en qué sentido las emociones Jo¿ evaluaciones

depende de la teoría evaluativa que se use. Según algunos teóricos

(plr ejemplo, Sartre y Solomon), las emociones son o se parecen

u ¡"i"iot de 't alot o creencias no expresados' La melancolía es una

c.etci" de que nada vale la pena. Según otros (por ejemplo,

Hutcheson y 3che.ler), las emoci'ones son "percepciones" de valor

análogas t íu, p"r""pciones sensoriales de los colores y los-sonidos'

Al ditrutar .r"u pi.i.r.", "vemos" que es bella. Otros teóricos mas

(por ejemplo, Húme y Brentano) soetienen que las- emociones son

,i*pt.-""i" -sensaciorres

agradables, o desagradables o actitudes

"r, p.o o en contra sobre las cuales formulamos nuestras creencras

de valor. Cuando admiramos el carácter de una persona, con'si-

deramos que éste es bueno. [Es obvio que las diferencias aqul -pro-

vienen parcialmente de que no hay acuerdo sobre el tipo de fenó-

menos ^mentales qrr" ,ott las emociones (véase la explicación de

la p. 6).1Ademásdehacerhincapiéenlafunciónevaluativadelaemo-

ción, muchos de estos teóricos elaboraron análisis complejos de

la eioción. En las teorías de Brentano, Scheler, Sartre y Solomon'

fo. ejemplo, es básica la idea de que las emociones están dirigidasi'irrt".r"ionul*ente" hacia los objetos del mundo. O sea, Puesto

que las emociones se sienten en relación con las cosas del mundo'

to ,on simplemente "sentimientos" brutos, como una punzada

o un dolor "g,.do;

son una forma de estar conscientes del mundo.

Estar orgulld" ¿" algo que se ha logrado es una forma de estar

conscienie de ello, (Hay, naturalmente, otras formas de estar cons-

cientes de un logro que no necesariamente abarcan el orgullo:

recordarlo, imagiiarlo o reconocerlo, por ejemplo') Estos.teóricos

también aíslan-otros componentes de la emoción. Scheler, por

ejemplo, argumenta que las emociones s€ "sienten" de un modo

p.""iso,'mi"i-rt.as que Sartre hace hincapié en la importancia de la

agit^ciá" física por lo menos en algunas emociones' Brentano

aigrrmenta qr're lat emociones son fenómenos sumamente complejoe'

y i rgi.re qrre Ia cólera contiene, además de una con-actitud' un

d"r"ó d" iung n"u, un estado de agitación física, y varios 'gestoscorporales, coino apretar los puños y rechinar los dientes'

il

Page 10: Calhoun - Emoción

24 INTRODUCCIÓN

Independientemente de las diferencias entre las teorías eva-luativas, todas pintan una imagen singularmente racional de laemoción. Lejos de ser reacciones ,.ciegas,', irracionales que nosimpiden ver el mundo "objetivamente';, las emociones son fenó-menos mentales importantes en lo epistemológico que comple-mentan la percepción de la razón llevándonos al mundo de losvalores morales, estéticos y religiosos. A veces, como es natural,nuestras emociones nos llevan por el camino equivocado. Lo queodiamos puede ser bastante loable, pero una teoría evaluativade la emoción trata de mostrar qué salió mal en estos casos envez. de suponer que las emociones obscurecen o distorsionan nece-sanamente nuestra visión del mundo.

Las teorías evaluativas mejor conocidas son qutzá ra del sentidomoral y la del sentimiento moral, elaboradas en el siglo xlrrr porun grupo de filósofos morales británicos, incluyendo á lord Shaf-lesbury (Characteristics of Men, Manners, Opinions Times),Francis Hutcheson (véase especialmente Itlustrwions on the Morarl.?t, y A Systetn of Moral Phitosophy), y David Hume (véase"De las pasiones" en la Primera Parte). Ninguna de éstas,.rnp.ro,es una teoría evaluativa de la emoción en general. O sea, in elsentido moral y en las teorías del sentimiento, sólo ciertos placeresy dolores "intelectuales" (por ejemplo, el goce estético y ü .pro-bación moral) tienen una función lvaluatlva. La gama ordinariade emociones

-resentimiento, esperanza, temor, etcétera- son res-

puestas emocionales más o menos ,,ciegas" o irracionales. Defechg- la mayor parte de las teorías evaluátivas, y no simplementelas del sentimiento moral, están limitadas precisamente- en estaforma porque deben tomar en cuenta el hecho de que nuestrasemociones frecuentemente no parecen concordar .o., il valor realde las coaas (nos enamoramos de un pillo y sentimos antipatíapor una persona virtuosa). Esto sugie¡e que las emociones ,¿o sonevaluativas o por lo menos no son confiablemente evaluativas.Una forma de salir de esta dificultad es simplemente dividir laesfera emocional en emociones evaluativas y emociones ,,ciegas,'.

Desgraciadamente, esto excluye cualquier teoría de la emociói engeneral y tiene el serio inconveniente de hacernos dudar de si laspocas "emociones" evaluativas son emociones. (Si la aprobaciónmoral, por ejemplo, difiere de la generalidad de las emociones,¿por qué considerarla una emoción?)

Mientras que lord Shaftesbury introdujo la idea de sentimientosmorales especiales, Francis Hutcheson formuló la primera teorlaevaluativa detallada de la emoción. Hutcheson postuió la existencia

INTRODUCCIÓN 25

de "sentidos internos" (por ejemplo, un sentido moral y un senti-do de la belleza) análogos a los cinco sentidos externos. Estoa sen-tidos internos nos permiten experimentar sentimientos tan agradablescomo la aprobación moral y el goce estético. F{utcheson sugirióque, siendo análogos a ver y oír, los sentimientos placenteros ydolorosos (cada uno con su propio "sentimiento" distintivo) "per-ciben" los valores estéticos y morales.

Los contemporáneos de Hutcheson y filósofos posteriores cues-tionaron la existencia de sentidos internos comparables a lossentidos externos. David }Iume abandonó subsecuentemente estaanalogía entre la emoción y la percepción, aunque siguió defen-diendo los sentimientos evaluativos especiales. Como vimos ante-riormente, para Hume las emociones son "sentimientos" (a dife'rencia de las percepciones sensoriales). Como resultado, Humeargumentó que los sentimientos morales y estéticos no percibenvalores. No obstante, podemos apelar a los sentimientos de apro-bación moral o goce estético al hacer juicioa de valor porque,argumentó Hume, un "valor" es simplemente la facultad de unapersona o cosa para evocar estos sentimientos.

Después del siglo xvur, los moralistas británicos perdieron inte-rés en el sentido moral y las teorías del sentimiento, pero el interésen una teoría evaluativa de la emoción se volvió a suscitar entrelos moralistas de la Europa continental en los siglos xrx y xx.Entre los que construyeron nuevas teorías evaluativas estabanAlexius Meinong (On Emotional Presentation),Franz Brentano yMax Scheler (Tercera Parte).

En The Origin of Our Knowledge ot' Right and lUrong, Bten'tano esboza una teoría evaluativa de la emociín en generaJ. Todaslas emociones contienen una actitud que evalúa el pro y el contra.Así, el resentimiento, la esperanza, el gozo y la desesperaciónfuncionan igualmente para evaluar nuestra situación, pero nuestrasevaluaciones pueden estar equivocadas. Nuestro odio por otrapersona con su consecuente condenación puede estar injustificado.Al manejar esos casos de emociones aparentemente irracionales(emociones que entran en conflicto con los valores reales), Bren-tano establece una analogía entre la emoción y el juicio. Si vemostodos los tipos de juicios que hacemos, encontramos que algunosson lo que Brentano llama juicios "ciegos", mientras que otros son

"evidentes" o "perspicaces". Muchos de nuestros juicios surgendel instinto, el hábito o el prejuicio (piensen, por ejemplo, en lascreencias estereotipadas que tienen muchos sobre los intelectuales,las mujeres que manejan, y los homosexuales). Aunque r.1uiá

Page 11: Calhoun - Emoción

INTRODUCCIÓN 27?6 INTRODUCCIÓN

estemos completam€nte convencidos de que son ciertoe, no pode-mos encontrar bases racionales que los apoyen. "Lo que se afirmaen esta forma puede ser cierto", argumenta Brentano, "pero esigualmente probable que sea falsq porque estos juicios no abarcannada que manifieste que son correctos". En contraste, otros juiciosso¿ manifiestamente correctos; por ejemplo, sobre lo que estamospensando, asl como los juicios matemáticos y lógicos. Estos juiciosparecen "evidentes", cie¡tos e infalibles. También las emociones,piensa Brentano, pueden tener o carecer de "evidencia". A vecesamamos u odiamos las cosas por instinto, hábito o prejuicio. Elamor avaro al dinero es un arnor de este tipo, y según Brentano,no sentimos que sea r¡n amor "correctott o que sea evidentementeun amor por algo que vale la pena de amarse. (¿ Estaría deacuerdo con esto el avaro?) Otras veces, digamos al amar la sa-biduría exp€rimentamos la "corr€cción" de nuestro amor. Estamosseguros de que amamos lo que es bueno y vale la pena de seramado. Al establecer la similitud entre las emociones "correctas"y los juicios evidentes, Brentano resolvió un problema importantede los teóricoo del sentimiento moral, a saber, "¿Q,ré garantrzz-que lo que admiramos, disfrutamot o amamos sea de hecho bueno(especialmente porque no todos admiran, disfrutan o arnan lasmismas cosas) ?" Para Brentano, es la experiencia de lo correcto.

Siguiendo a Brentano, Max Scheler, como los teóricos anterio-res del sentimiento moral, distingue una vez más entre las emo-ciones evaluativas (lo que él llama "funciones de sentimiento") ylas ernociones no evaluativas ("estadoa de sentimiento"). Las emo-ciones evaluativas son actos mentales intencionales

-formas de

darse cuenta del mundo--. A través de esas emociones nos damoscuenta de los valores, en gran parte como al ver percibimos loscolores y las formas. Por ejemplq al disfrutar de la "Noche estre-llada" de Van Gogh, "vemos" que es bella. En coRtraste, las emo.ciones no evaluativas son reacciones emocionales a lo que ya hemoeconsiderado bueno o malo. No son una forma de darse cuentade las cosas. Aunque Scheler no era totalmente consistente en estepunto, aparentemente pensó que la mayoría de las emociones(gozo, temor, cólera, etcétera) son "estados de sentimiento" y nocontienen un componente evaluativo.

Partiendo de los teóricos del sentimiento moral y pasando porScheler surgieron las teorías evaluativas, no tanto por un deseo deentender la emoción sino en un esfuerzo por abordar la fuentede conocimiento-de-valor. Por otro lado, Sartre y Solomon abor-daron la emoción directa"mente, elaborando una teoría evaluativa

de un tipo muy diferente en que las emociones colorean o im-

pregnan 1l mundo con valores. A diferencia de los teóricos ante-

,ioi"r, Sartre presupone la posibilidad de hacer evaluaciones inde-

pendientemenie de-la emoción. La propia emoción, que siempre es

prorrocada por alguna situación problemática, "transforma mág|i.amente" la situáción al reevaluarla en el sentido de proyectar

una nueva estructura de valores. En la melancolía que nos aqueja

después de una pérdida, reevaluamos emocionalmente el mundo

y lá',rolvemos neútr.l (todo es gris, nada es interesante), tratando

de reducir al mínimo nuestro sentido de la pérdida negando que

algo vale la pena. Esto se efectúa a través de la conducta emo-

ciánal: evitar lugares brillantes y concurridos, sentarse quieta-

mente en la soledaá, etcétera. La transformación evaluativa efectua-

da por la emoción ocurre totalmente en el nivel prerreflexivo. No

*oáifi.r*o, deliberadamente la estructura de valores del mundo,

ni nos damos cuenta de haberlo hecho. "si la emoción es un chiste,

es un chiste en el que creemos"' En la emoción nos encontra-

mos en una realidad que hemos proyectado nosotros mismos'

Y según Sartre, el estado de trastorno y agitación física de muchas

emociones representa la seriedad con que creemos en esta persPec-

tiva del m,t.rdo. En su teotTa, la racionalidad de la emoción se

deriva no de que refleja los verdaderos valores de las cosas, sino

de que transforma subjetivamente situaciones problemáticas e

indeseables.

T eorías co gno'scitiuas

En las teorías fisiológicas de Descartes y James, la conciencia prác'-

ticamente no desempeña ningún papel, ya sea como algo - que

corxtituye parcialmente la emoción o bien la genera y. la mantiene.

Las emociones son respuestas reflejas inmediatas a situaciones sin

el intermediario de una interpretación o cognición consciente del

contexto emocional. Aquí la emoción verdaderamente se encuentra

opuesta a la raz6n, cuando la "raz6rf' a grandes rasgos sig:lifica

cualquier clase de actividad cognoscitiva o interpretativa. En su

extrüo más lejano, esos en{oques son Io que podríamos llamar

teorías "cognoscitivas" de la emoción: aquellas en que las emo-

ciones son ionsideradas total o parcialmente como cogniciones o

como algo que depende lógica o casualmente de las cogniciones.,,Cognición" aquí no significa necesariamente el acto de conocer

(arrique pu"de significarlo, como en la teoria de Brentano de laemocón iorrecta). La cognición, en este contexto, pueüe ser

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28 INTRODUCCIÓN

simplemente una creencia o una interpretación de una cosa o unasituación. Muchas de las teorías que ya hemos explicado bajodiferentes encabezados podrlan también clasificarse como teoríascognoscitivas. Para Hume, se requiere casualmente que ciertascreencias produzcan pasiones "directas" e "indirectas" (aunqueesto no se requiere para los calmados sentimientos morales y esté-ticos). De modo similar, casi todas las teoúas evaluativas soncognoscitivas (las teorías del sentimiento moral plantean un pro-blema especial, puesto que no está claro si los sentimientos moralesson ellos mismos un tipo de cognición o si son simplemente pla-ceres que proporcionan la base para creencias evaluativas). SegúnBrentano y Scheler, por lo menos algunas emociones son ellasmismas cogniciones de valor; según Sartre y Solomon, las emo-ciones son interpretaciones evaluativas. La teoría psicológica deSchachter y Singer también hace hincapié en el papel de lacognición en las experiencias emocionales. Sobre la base de estudiosexperimentales, ellos argumentan que un estado de excitaciónfisiológica y una conciencia e interpretación de la propia situaciónson cruciales para la emoción. El hecho de que nos salga al pasoun hombre armado en un callejón obscuro puede inducir excita-ción fisiológica (como en la teoría de James y Lange), pero laexperiencia del temor depende de una interpretación cognoscitivado las implicaciones de la situación. (Se debe invocar todo unsistema de conocimiento y de experiencia pasada respecto al usode armas y la probable intención de cualquiera que merodea enuna callejuela obscura con un arma.) A falta de esas cogniciones,no se experimentará ningún trastorno psicológico que se puedaclasificar como emoción.

Aunque Htrme, Schacter y Singer argumentan que las creenciascausan emociones, y muchos teóricos evaluativos argumentan que iasemociones son en parte creencias, en otro conjunto de teoríascognoscitivas más contemporáneas se postula una conexión lógicaentre la emoción y la cognición. En su mayor parte, estas últimasteorías se derivan de un movimiento filosófico general llamado"filosofía del lenguaje ordinario", o "filosofía lingüística", cuyatesis principal es que si deseamos entender determinado fenómeno,debemos examinar la forma en que hablamos de él y especialmentelas restricciones lógicas que gobiernan el uso de términos que serefieren a este fenómeno. Por eso, en el caso de la emoción, debe-mos examinar los criterios para el uso correcto de términos deemoción. Por ejemplo, ¿bajo qué condiciones tiene sentido decir"estoy enojado"? (¿Podemos estar enojados contra un objeto

INTRODUCCIÓN 29

inanimado o contra alguien de quien se duda que nos haya hecho

daño en alguna forma? Aquí no se trata de lo que nosotros, de

hecho, sentimos, sino de lo que podemos decir lógicamente sobre

nuestras emociones.)Errol Bedford usa este enfoque ("Emociones", Cuarta Parte),

argumentando que las emociones lógicamente presuponen creen-

cias evaluativas y objetivas, y que cada tipo de emoción tiene un

conjunto de creencias típicas. Por eso, argumenta que "las pala-

bras de emoción forman parte del vocabulario de evaluación y

crítica". La afirrnación "estoy enojado con mi hermana" dicealgo no sólo sobre mi propio estado emocional, sino también indicaalguna evaluación negativa sobre mi hermana. Es, por decirlo así,

un juicio de valor indirecto. Como las declaraciones de emoción

funcionan en esta forma, lógicamente presuponen alguna creenciaevaluativa. Bajo este punto de vista, es un error lingüstico, unmal uso del lenguaje, decir: "estoy enojado con mi hermana,pero no creo que sea posible criticarla en ninguna forma". Lasemociones también presuponen creencias objetivas sobre el con-

texto emocional. La esPeranza y el gozo, por ejemplo, dependen

de diferentes evaluaciones de la probabilidad de un suceso. Se

puede estar contento de un suceso que ha acontecido realmente

o que es muy probable que ocurra, pero no de uno que sincera'

mente dudamos que ocurra. (Esto contrasta con Ia esperanza.

No podemos tener esperanza de lo que ya acontecií, y quiza ni

siquiera de lo que probablemente ocurra, aunque podemos sentir

esperanzas de que ocurra algo poco probable, como sacarnos lalotería. ) Las creencias sobre la responsabilidad y sobre las rela-

ciones personales y sociales pueden también formar parte de las

emociones. La turbación y la vergüenza dilieren en sus atribucio-nes de responsabilidad (podemos sentirnos turbados por un Lapsus

freudiano no intencional, pero no avergonzados por esto). Simi-larmente, los celos y la envidia presuponen diferentes relacionessociales. Sin una explicación ulterior, sería incorrecto decir que

yo estoy celoso del idilio que están sosteniendo dos extraños (aun'que bien podría sentir envidia).

IJna ventaja de cualquier teoría cognoscitiva es que es posible

hacer un análisis claro de 7a racionalidad de las emociones. Aunquenuestras emociones pueden ser irracionales o inapropiadas parala situación actual, sólo lo son porque tenemos creencias erróneas

o injustificables sobre la situación. (Puedo estar furioso con mihermana porque ha chismorreado sobre mí, cuando en, realidad

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30 INTRODUCCIÓN

no lo hizo.) Las tablas se han volteado; es a la ,,ra26n,,, no a laemoción, a la que se debe acusar de inacionalidad.

Concediendo que las emociones abarcan en alguna forma la:ogli:ióT,.es una-pregunta abierta y un tema que provoca consi-derable debate: cómo está relacionada la cogniciEn con la emoción.¿El Ju c-ognición causalmente necesaria? lE, lOgi.u*ente nec€_saria? ¿O una emoción es ella misma una cognición? IrvingThalberg sopesa los méritos del enfoque causal á, .o*pur..iá.,con el lógico, y opta por cltro más que combina ambos.

Dnnz pnon¡-EMAS EN r,r- lNÁusrs pr Le E,rvrocróN

¿Que es Io que cuenta como emoción?

sería un er¡or pretender que se ha ilegado a un acuerdo sobre loque se puede considerar como una emoción. ciertas pasiones pa-recen estar incluidas en cada lista de emociones, en especial^ lat'len, el temor, los celos, y las formas intensas de amor.^Algunashan sido objeto de prolongados debates filosóficor. p;, +ilpi;,¿es e! respeto una emociót S.S"" algunos filósofos Áorul.r,toda Ia ética de Immanuel {anr, "r, q,r1 el respeto po, la leymoral es considerado un motivo ,o,ry dif"..rrte de otls deseosy.emociones, gira sobre este punto. ¿Es el amor una emoción?Ciertamente la variedad adoiescente de amor romántico debeconsiderarse como una emoción, con sus trastorno' fisiológicostjlj.os y su obsesión inexorable. En cambio, d gué se puede tecirdel amor "conyugal" d:.y"3 pareja que lleva casada niuchos años,en que esos trastornos^fisiológicos rara vez se presentan (si es queapaf,ecen llguna vez) ? ¿Qué decir del u-o. po. el país o,

"r, el

9¡emnlo de Humq el amor por la justiciaf ¿Debemos ilá-r."emociones" a estos sentimientts rerati'vamente ármados que han

*::lO:,t".*o tiempo? ¿O debemos llamar emociones sólo a aque-llas pasiones más bien violentas, que con tanta frecuencia se pre-sentan explosiva, momentánea e "irracionalmente"? Hume insistióen que debemos designar así tanto a las pasiones "calmadas,,como a las "violentas',, y que las primeras eran a menudo muchomás importantes en nuestra comprinsión de ra naturaleza humanague las segundas. En particular, que el sentimiento que lo, fitáso_lgl d"] siglo xvm llamaban ,,simpltía', (no sólo Hume, sino tam_bién Jean-Jacques Rousseau y Adam dmith, puru ,,áb.a¡ sóloa tres) parecla ser esencial para la -oratíd"^d y para ,rrrrrr.u

INTRODUCCIÓN 31

buena concepción de nosotros mismos. Antes de que podamoscontestar la pregunta, "¿Qté es una emoción?", primero necesi-taríamos llegar a un acuerdo sobre qué se ha clasificado comoemoción.

¿Los estados de ánimo son emociones? ¿Qué decir del gozo,la melancolía, el miedo o la angustia? ¿Tiene importancia que losestados de ánimo puedan prolongarse durante un periodo de días

o de semanas, mientras qtre la mayona de las emociones violentasduran minutos u horas? ¿Importa que la mayoría de los estados

de ánimo parezcal¡ ser mucho menos precisos sobre sus objetos

-a qué se deben- que la mayona de las ernociones? ¿Qué decirde pasiones como "el a¡nor a la vida", el temo¡ a lo desconocido,o estar "enojado con el mundo"? ¿Qué decir de aquellos estados

de ánimo que parecen consistir en algo en particular, por ejemplo,estar deprimido por esa carta o estar angustiado por ser rechazado?

¿Los estados de ánimo son emociones? ¿Son las emociones estadosde ánimo específicos de corta du¡ación? ¿Deben diferenciarsedrásticamente los estados de ánimo de las emociones, como dos

tipos bien distintos de pasión?Algunos filósofos han tratado de distinguir entre las emociones

y los estados de ánimo y entre las emociones violentas de pocaduración y las emociones calmadas de larga duración, con la dis-tinción entre un "episodio" y una "inclinación". IJn episodio es

un suceso que está ocurriendq generalmente de corta duración yclaramente limitado en tiempo. ("Me enojé cuando él entró porla puerta y no me calmé hasta que lo oí irse".) Una inclinaciónes una tendencia a €star sujeto a cierto tipo de episodios. ("Cadavsz que la veo se me pone carne de gallina".) La distinción fueel meollo de la filosofla de la mente que expuso Gilbert Ryle ensu trascendental libro Concept of Mind (1949). Ryle analtzó lamayoria de los sucesos mentales en términos de disposiciones oinclinaciones a portarse en ciertas formas, pero Ia distinción se usaahora frecuentemente en una forma más general. Se ha sugerido(por ejemplo, por William Alston en el artículo sobre "Senti-mientoe y emoción" en la Encyclopedia of Philosophy) que las

emociones como tales son episódicas, consisten en un sentimientoinmediato y una reacción fisiológica, pero muchos términos quedenotan emoción no significan emociones como tales, sino incli-naciones a sentir una emoción. Según esto, la cólera prolongadano se debe considerar como cólera, sino más bien como la inclina-ción a enojarse bajo ciertas circunstancias. El amor "conyugal",asimismo, a menudo no se considera como la emoción del .amor

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32

rI

ll:

I

(ejemplificado por nuestro adolescente enamorado), aunque bienp"a.iá tomarse io*o .t.tu inclinación a tener una amplia variedadde emociones episódicas, algunas de las cuales no son amorosas

(como por ejemplo los celos y el resentimiento) .

Las áistinciones entre las emociones "calmadas" y las "violen-tas" y entre los términos que denotan emociones episódicas o

inclinación a tenerlas, nos muestran que debemos ser sumamente

cautelosos al preguntar "¿Qué es una emoción?" como si las

emociones fueian un conjunto de fenómenos homogéneos' Algu-nas emociones parecen ser más físicas que otras; algunas parecen

totalmente ligadas a las creencias de una persona, de tal manera

que la "*pt"rió.t

física y la fisiológica Parecen casi ajenas. Algunas

emociones parecen ligadas a las circunstancias inmediatas, otras

parecen sei posibles bajo casi cualquier circunstancia. Algunas

"r.rocio.es eslán claramente conectadas con el placer y el dolor;

otras) como la curiosidad científica o el amor a la justicia, parecen

carecer de egoísmo. Algunas emociones se pueden cambiar fácil-mente por medio de la discusión racional; otras no pueden cam-

biarse. Algunas emociones parecen estar completamente fuera de

nuestro control, mientras que otras Parecen ser en gran partevoluntarias. Amelie Rorty ha mostrado que las listas de las "emo-ciones" no siempre han sido las mismas, ni siquiera durante los

últimos años.1 A medida que cambian los análisis y las preguntas,

también cambian las listas, y así resulta que están relacionadas

estas dos preguntas: "¿Qr.té es una emoción?" y "¿Qtté cuenta

.o*o .*oiión?" No podemos contestar una sin proporcionar algún

tipo de respuesta a la otra.

¿Cuáles emociones son básicas?

Desde la antigüedad, los teóricos de la emoción han tratado de

hacer una lista de las emociones "bá"sicas", emociones que se en-

cuentran virtualmente en todas las personas, supuestamente desde

su nacimiento, que se combinan para formar las emociones márs

especializadas y iomplejas. Descartes, Por ejemplo, hizo una lista

dá seis emociones básicas: asombro, amor, odio, deseo, gozo y

tristeza (Artículo L)(D(). Todas las demás emociones, sugirió Des-

cartes, eitán ,,compuestas por éstas". El conductista norteamericano

1 Amelia Rorty, Erplaining Emotions (Los Angeles: university of cali-fomia Press, 1980).

INTRODUCCIÓN 33

John Watson, más frugal en su metafísica emocional, mencionósólo tres emociones "básicas": cólera, temor y amor (en el sentidoprimitivo de "dependencia"). En su opinión, las moléculas denuestra vida emocional están compuestas de estos átomos elemen-tales. Spinoza sugirió que los celos son una combinación de odioy envidia. Freud, toma¡do los celos como una emoción muchomás compleja, la divide en pesar, tristeza, antagonismo, odio a sí

mismo, y "la herida narcisista".¿Cuáles son las emociones básicas? Antes de hacer otro intento

por contestar esa pregunta, es esencial saber claramente qué se

está preguntando. ¿Una emoción básica debe ser común a todoslos seres humanos? ¿O podría haber emociones "básicas" distin-tas en las diferentes culturas? ¿Una emoción "básica" debe mani-festane desde la infancia o es posible que estas emociones se

aprendan o se desarrollen? ¿Una emoción "básica" debe ser uncomponente atomista de nuestra química emocional, un compo-nente que no se puede dividir? ¿O po'dría ser una estructura com-pleja, una gestalt que da lugar a otras emociones no a través dela combinación, sino más bien por disolución o transformación?De hecho, ¿existen Ias emociones básicas o podrían ser únicamen-te una mat¡iz enormemente compleja de diversas emociones,entretejidas como partes diferentes de un amplio tapiz, tan com-plejo que pocos de nosotros experimentamos alguna vez más deuna parte de él? O a la inversa, ¿podría haber una o pocas emo-ciones básicas, con la diferencia entre nuestras muchas expresionesde emoción, siendo la diferencia en la forma en que pensarnos o"etiquetamos" la emoción, quizá una diferencia en la circunstan-cia m¿ís bien que en la estructura?

¿A qué se deben las em"ociones? (Intenciondidad)

Como indicamos anteriormente, uno de los puntos más discutidosque han surgido en el análisis contemporáneo de la emoción es la"intencionalidad", o "a qué se debe" una emoción. El fenómenoes sencillo de describir. LJna emoción no es simplemente un senti-miento "interno", como una jaqueca; también tiene una referen-cia "externa"¡ cofi alguna situación, persona u objeto. IJna per-sona que está enamorad.a ama a otÍa. (Incluso una personattenamorada del amor" a veces ama a otra como el "objeto" desuoamor.) IJna persona se enoja por algo, aunque parezca queestá enojada también con todo lo demás. Algunas emocio¡res se

TNTRODUCCIÓN

ii';,.!,,il

ii'

Page 15: Calhoun - Emoción

34 fNTRODUCCIÓN

refieren a uno mismo -vergüenza

y orgullo, por ejemplo---r p€rode todos modoa se refieren en general a cualquier sentimiento,fisiologla y conducta que caracterizan a la emoción.

Estas son simples observaciones, pero las ramificaciones filosó-ficas son numerosas. Los filósofos escolásticos de fines de la EdadMedia señalaron un rasgo curioso de la intencionalidad, al quellamaron "inexistencia intencional". (Esta terminología fue in-troducida de nuevo a la filosofía moderna por Franz Brentanoen el siglo xx.) No es necesario que exista el objeto de una emo-ción (o de cualquier "acto mental"), como un objeto intencional.Por ejemplo, una persona puede enamorarse de un personaje queapareoe en una novela o en una película, de alguien que no existe.A menudo nos enojamos por sucesos supuestos que luego resultaqr¡€ no ocurrieron, y nos condolemos por supuestas pérdidas, queposteriormente se descubre que fueron informadas falsamente. Esos

ejemplos suscitan tremendos problemas ontológicos, que han sidoobjeto de debates filosóficos durante siglos. El "objeto" de esas

emociones -a qué se deben- no es un objeto real, y en conse-cuencia la conexión entre la emoción y su objeto no puede ser larelación ordinaria entre sujeto y objeto como en "José observabaa Enrique" o "Federico le pegó a Jorge". Si José está enojadoporque cree que Enrique le robó su coche (siendo que no lo hizo),el objeto de la emoción de José es el curioeo objeto que Enrique Ierobó su coche. Pero si no ocurrió tal cosa, ¿cómo vamos a descri-bir en qué consiste el "objetd' de la emoción de José? No podemosdeci¡ correctamente que José está enojado "por nada", pero tam-poco podemos decir literalmente que está enojado porque Enriquele robó su coche.

El problema de la intencionalidad surge de la simple observa-ción de que nuestras emociones ocurren "por algo". ¿Cuál es larelación que representa "por algo", estas palabras engañosamentesimples? David Hume introdujo el fenómeno de la intencionalidaden las discusiones modernas (sin usar esa palabra) y señaló laincómoda relación entre una emoción y su objeto intencional---a qué se deben- y la diferencia entre el objeto y la causapsicológica de la emoción (el conjunto de circunstancias que laprovocaron). El .orgullq por ejemplo, es analizado por Humecomo una emoción causada por la idea de nuestros propios logros,lo que a su vez produce en nosotros otra idea, el concepto de sí

mismo o ego, que es el objeto del orgullo. Esta incómoda relaciónentre causa, emoción y objeto, que Hume describe corno "unaimpresión entre dos ideas", abarca una idea de sí mismo como

INTRODUCCIÓN

causa y como objeto. ¿Cuál es la conexión entre los dos? ¿Acasoel objeto intencional no es otra cosa que la causa de una ernoción?La causa debe ser un suceso real o una situación (por ejemplo,una percepción o un pensamientq así como un incidente o situa-ción); pero el objeto debe tener esa curiosa propiedad de la "in-existencia intencional". Bn los casos en que la emoción de unapersona está equivocada, entonces ia causa es evidentemente dife-rente del objeto. Por eso, algunos filósofos han sacado la conclu-sión de que el objeto es si.empre otra cosa que no es la causade la emoción. (Véase Kenny, Cuarta Parte.)

Las controversias actuales sobre la intencionalidad de las emo-ciones se confunden aún más por Ia relación poco clara entre laintencionalidad de la emoción y las formas de lenguaje usadaspara describir la intencionalidad (a menudo llamada "interuiona-lidad" con "s".) La intencionalidad requiere que determinadasemociones tengan determinados tipos de objetos; la intensionali-dad requiere que ciertas descripciones de una ernoción traiganconsigo ciertas descripciones de su objeto. Por ejemplo, llamar auna emoción "orgullo" parece requerir que se describa aquellode lo que se está orgulloso como un logro propio. Esta cuestióngeneral fue presentada oblicuamente por llume, quien llamó ala conexión entre una emoción y a la idea que era su objeto unaconexión "natural", término ambiguo que ayudó a obscurecerla cuestión de si la conexión era simplemente una conexión causalentre ideas, como sostenía en general la teorla de Hume, o unaconexión lógica de algún tipq de tal ma¡lera que una emociónsin cierto (tipo de) objeto no podía ser (lógicamente) ese tipode emoción. Por ejemplo, tener miedo requiere un objeto que se

crea que es temible; de lo contrario no hay miedo. Los autorescontemporáneos de Estados Unidos y Gran Bretaña han elevadoeste problema al centro mismo de los debates sobre las emociones;veremos varias formas en que lo han tratado (por ejemplo, la deKenny en la Cuarta Parte).

La conexión problemática entre una emoción y su "objeto" se

complica aún más por el hecho de que diferentes emociones se refie-ren a diferentes aspectos de un objeto. Esto ha llevado a varios auto-res, siguiendo al fenomenólogo alemán Edmund Husserl, a distinguirentre diferentes "niveles" de intencionalidad y también entre elobjeto intencional y el "acto" intencional de una emoción. Porejemplo, a una persona podría encantarle el pelo de Sara sin quele encantara Sara, o viceversa. Otra persona podría estar enojadapor la mala actuación de un solo actor, sin estar enojada" con

35

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36 INTRODUCCIÓN

toda la obra teatral. IJna persona podría sentirse avergonzada desu conducta sin odiarse a sí misma por completo. Amelie Rorty,por ejemplo, distingue entre el "objeto" y el "blanco" de unaemoción, refiriéndose el primero al objeto global y el segundo sóloa determinado aspecto que tiene que ver con la emoción. El mismoobjeto o aspecto podría ser la referencia de "actos" emocionalesmuy diferentes, y un acto emocional en particular, por ejemploel resentimiento, bien podría referirse a varios aspectos diferentesde la persona resentida.

Cómo explicar las em,oclones

Las emociones pueden explicarse por lo menos en dos formasdiferentes, que es válido iniciar con preguntas como "¿Por quése enojó fulano?" El primer tipo de explicación podría ejemplifi-carse simplemente por la respuesta, "porque no durmió en todala noche". El segundo se puede ejemplificar por "fulano pensóque esa mujer estaba tratando de matarlo". El primero se refierea la causa de la emoción, y el segundo al objeto intencional de laemoción.

Las explicaciones causales de la emoción pueden tener unaforma semejante a una ley: "Cada vez que ocurre X, entoncesocurre E (una emoción)", pero es más frecuente que esas genera-lizaciones semejantes a una ley estén meramente implicadas. Decir,por ejemplo, que "fulana se enojó porque vio la pared amarilla"deja abierto el grado de la generalizaci6n causal. (No todo elmundo se enoja cuando ve una pared amarilla, ni es obvio queestá implicado que ella se enoja cada vez que ve una pared ama-rilla.) Una explicación causal de una emoción puede ser tansimple como la designación del incidente que "la desató", o puedeser tan compleja y tan detallada como toda la historia causal decierta emoción en cierta persona. Sin embargo, lo que es críticoen cada explicación causal es que cita condiciones o sucesos ante-cedentes sin los cuales no habría ocurrido la emoción en particular(dejando a un lado la compleja cuestión de otras causas posibles).

Por otro ladq una explicación intencional explica una emociónen términos del punto de vista del sujetq independientemente deque el "objeto" que él o ella describe desempeñe o no un papelen una explicación causal. Podríamos decir que las explicacionescausales son "objetivas" y son (por lo menos algunas veces) inde-pendientes del punto de vista del sujeto, mientras que las expli-

rr,

INTRODUCCIÓN

caciones intencionales_ siempre dependen del punto de vista delsujeto. IJna forma más técnica de demostrar ésto, en el lenguajede la "intensionalidad", sería decir que la explicación .nrrril d.una emoción abarca descripciones que son ,.tánsparentes,, y quese pueden dar en varias formas que son independientes del ,'rr;"'io,mientras que las.explicaciones intencionales abarcan a.r.;p"i'o.r",que

.son -"opacas" y presuponen descripciones exactas dei puntode vista del sujeto. Por ejemplo, ,rrr.

"*pli.ación causal de ,.José se

enojó cuando vio la serpiente" podría -también

du.se como" ,¡sése enojó cuando vio la manguerJ d"l jardín, pues la confundió"conuna serpiente". Sin embargo, ésta no ", ,r.ru descripción por;bl"del objeto de su emoción pára José en ese momento; L explicacióncausal puede describir-la.manguera en varias foráas; lr

"*pti.a-ción intencional está limitada a alguna descripción á" ,r'u ,..-piente, pue.sto que ése era el objeto de la cóleá de José.T,as explicaciones fisiológicas son una forma im"portante deexplicación causal. A menudo explicamos la i*itabilidad de unapersona citando el hecho de que había dormido poco o habíabebido demasiado. Las explicaciones fisiológicas óvia-..ri. ,.aplican independientemente de que el sujeto se dé cuenta o node ellas. Por ejemplo, cad.a

"-o.lór, tiene sus causas próximas enel cerebrq pero sólo un neurofisiólogo podría saber esto, e incl.rsoentonces, sería una forma rara de explicar la propia conducta... Son más problemáticas_ las explicaciones qrr" .ítun causas psico_lógicas. Por.ejemplo, podemos explicar el hecho de que ,r,u p"r-sona se enoja cada vez que ve un cartelón anunciando al toieroespañol El cordobés, señalando que esos cartelones le recuerdana.una novia que tuvo en España y que lo abandonó en pamplona.Sin embargq el cartelón ---o más'eiactamente, el hecho de ver elcartelón- no es entonces el objeto, sino más bien la causa de laemoción, y la explicación es esenciarmente una explicación causal.La cólera se debe a que lo abandonó su novia, pero Ia ;;;;"causal que lo lleva a pensar en su novia no necesita ser parte delacolera o su.objeto. lDe_hecho, es posible que la p"rrorri. .,rrn.uadvierta conscientemente el .urt"ió.r o lu ,".rr".r"ia de asociacionesque hicieron qüe se enojara; sólo nota que está pensando de im_proviso en su antigua.novia y que está enojado.j

A veces,- la explicación cauial-y Ia explicación intencional pare-cen ser idénticas. Por esto es tan difícil de manejar el análisis delo.tgyll" que hizo Hume, en que el ,,yo', era tanio la causa comoel objeto de la emoción. Sin emba.goj lu, dos explicaciorr", p,r.á.,jugar papeles muy diferentes en nuestra descripción de la eáoción.

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38 INTRODUCCIÓN

La historia causal de una emoción y la explicación intencionalde la forma en que el sujeto ve el múndo a irarrés de cierta emo-ción ciertamente se traslaparán e interactuarán en muchos puntos,pero es importante distinguir entre ellos. Los psicólogos, podríamosargumentar, están interesados esencialmente en las explicacionescausales de la emoción; loe fenomenólogos están interesados esen-cialmente en las descripciones intencionales de la emoción. Losfilósofos en general abrazan aspectos de la psicol$r" y la feno-menologíq y a menudo sufren al tener que escoger entre los dostipos de descripción; por tanto, no debe sorprendernos que hayantratado por largo tiempo de integrarlos dentro de una formaunificada de explicación.

Existe un tercer tipo de explicación al que se da generalmentemucha menos atención que a los ot¡os dos. A veces, la respuestaa la pregunta "¿Por qué está tan enojado Fulano?" quizá no serefiera a una causa ni al objeto de la emoción, sino que más bienes una respuesta en términos de la motivación de una persona altener cierta emoción. "Porque encuentra que siempre se sale conla suya cuando se enoja" es una explicación en términos de la"recompensa" anticipada de una emoción. Al enojarse, por ejem-plo, una persona puede encontrar qu€ está plenamente justificada,y que éste es un sentimiento agradable o gratificante. IJna personaque está "enamorada del amor" puede enarnorarse a fin de dis-frutar de los beneficios psicológicos de esa emoción, y ésta puedeser una mejor respuesta a la pregunta "¿Por qué?" que cualquierdescripción de la causa o de la persona que ama (actualmente).

La racional,idad. d.e las emociones '*

Se ha sugerido con mucha frecuencia que las emociones son esen-cialmente "irracionales", sin tratar de explicar qué significa esto.Ante todo, si las emociones abarcan creencias, es obvio. que noson no-racionales, como una simple jaqueca o una uña enterra&.Como son, en parte, fenómenos "cognoscitivos" y "evaluativos",las emociones presuponen racionalidad en el sentido psicológico: lahabilidad para usar conceptos y tener razones para lo que unohace o siente. Si estas razones son bu,enas razones, eso es ya otroasunto.

Decir que las emociones son ;rracionales en un sentido es admitirque son racionales (en el sentido psicológico que acabamos deexplicar), pero también negar que tienen buenas razones para

tt.,

iINTRODUCCIÓN 39

serlo. Por ejemplo, podríamos sugerir que las emociones abarcanevatuaclones, pero que estas evaluaciones son casi siempre erróneasy cortas de wista, y ocasionalmente correctas sóro por accidente;pero esta opinión no es muy plausible, en vista de la perceptividadde muchas emociones. DL

-hecho, podríamos u.g,r-.rri- con

mucho- más fuerza, como lo hace Hume, que no tendríamos valoressr no tuera por nuestras emociones (aunque Hume confundió elpunto insistiendo ulteriormente en una r{gida distinción entrela razón y las pasiones, de tal manera q,r"

-i., emociones fueranpor su propia naturaleza "irracionales"-). euizá las emociones

son, por su propia naturaleza, fenómenos ,,subjetivos,,; y, sin em_bargo, como aJirmó Pascar metafóricamente, "er .oruóÁ tiene susrazones" también. Nuestras emociones son a veces más perspicacesque las deliberaciones más objetivas e impersonales dÉ la razón.Un estallido espontáneo de cólera o de decto puede ,", -u.lomás_significativo y..fiel a nuestras necesidades y principios ñ; lo,clebates y "racionalizaciones" intemos demasiaáo-prorongadós, quedan demasiado crédito a los consejos de otras personas y a princi_pios en los que no creemos ¡ealmlnte. De hecho, , .,r.é.,

", i..u_cional ser objetivo e impersonal, y es aquí dondá u r".io.,uliáuade las emociones es más evidente.

Las emociones como tales no son racionales e irracionales.Algunas emociones son increíbremente estúpidas, o,.ur ,"r, p"rrpi-caces. El filósofo alemán Nietzsche sugiere que 'itodas ra, pásiorie,tienen una fase en que son meramente áesastrosas,

"rlunJo ,"

cuelgan de su víctima y la hacen caer con el peso d" ,í "rt,rpid.",,,pero luego sigue. argumentando que ésta nó

"s ,r.ra rc26Á para

rechazar las pasiones; es más bien una raz6n para ed,rcrrlar.Enojarse.con su jefe por un comentario sin importancia ;;;á"ser estúpido en extremo, pero enojarse en determinado momentode una junta política-puede ser un golpe genial. nrru-oru.r" ñ;á.ser Ia cosa más inteligente o la triár

-to.r-t" que puede hacer una

qe1sonal y el temor en el contexto correcio, según argumentóAristóteles en su Etica, puede ser mucho más'racionar yir"""iurpara 9l valor que la mera temeridad, la ausencia de un temorapropiado.

Las e¡mociones y la ética

como las emociones pueden ser racionales o irracionales, interi-gentes o estúpidas, tontas o perspicaces, su papel en la ética llegaa ser mucho más complejo y más central de io que muchos granrl-es

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40 INTRODUCCIÓN

filósofos y moralistas han sugerido. Por un lado hay una largatradición de filósofos morales, de los cuales Hume es el másfamosq que yuxtapusieron la raz6n y la emoción e insistieron enque la emoción, no la raz6n, era el meollo de la ética ("la raz6nes, y debe ser, la esclava de las pasiones"). Por otro lado, el filó-sofo Immanuel Kant, por ejemplo, argumentó que la moralidadera un empeño estrictamente racional y que las emociones (o loque él llamó más generalmente "las inclinaciones") no eranesenciales para la moralidad. Lo que ambos filósofos solían des-cuidar son aquellos asp€ctos de las emociones (o por lo menos dealgunas emociones) que son ellos mismos racionales y han soca-vado así la premisa de toda la disputa.

Este antiguo conjunto de teorías éticas ha llegado a destacaren la filosofía reciente. En Inglaterra y Estados Unidos, un amplioconjunto de opiniones "meta-éticas" (literalmente, "sobre la ética")han sido defendidas bajo el título general de "no-cognotivismo",basándose en que los juicios éticos no se pueden conocer y no sepuede decir que sean verdaderos o falsos. Un poderoso subconjuntode esas teorías son las llamadas teorías "emotivistas" de la ética,que, como su nombre lo indica, sostienen que las demandas éticasexpresan emociones más bien que creencias. Un defensor bienconocido de la teoría "emotivista", A. J. Ayer, de la l-Iniversidadde Oxford, insistió en que a-firmaciones como "esto es bueno"realmente no tienen mucho más significado que "¡Hurra!" EnEstados lJnidos, Charles Stevenson puso en tela de juicio simi-larmente 25 siglos de filosofía moral al establecer una distinciónentre "actitrd" y "creencia", insistiendo en que las opinioneséticas corresponden estrictamente a la primera clasificación, no ala segunda, actualizando así a Hume, pero sin invocar la refinadateoría de las emociones de Hume.

La conexión entre las emociones y la ética, a pesar de estasdistinciones artificiales y a veces destructivas, siempre ha sidoestrecha. Aristóteles, en st Ética, insistió en que el "hombre bueno',debe sentir las emociones coffectas en los momentos correctos,y no sentir las incorrectas. Varios filósofos morales prominentesde Inglaterra en el siglo xvrrr, a quienes se llamó algunas veces"teóricos del sentimiento moral", insistieron en que la motivaciónmoral sólo puede entenderse en términos de ciertas emocionescruciales, en particular de emociones de empatía como la ,,simpa-

tia" y la "compasión". En sus teorías llegamos a apreciar otradimensión de la emoción, que va más allá de la pregunta ,,¿erré

es una emoción?" Y también más allá de los diversos intentos por

INTRODUCCIÓN

entender y explicar las emociones. Esta nueva pregunta es elualor de la emoción, y los valores comparativos de las diversasemociones. Docenas de pensadores, no sólo Hegel y Nietzsche, hancitado el aforismo "No se ha hecho nada grande sin que inter-venga la pasión", y de esos dos podríamos esperar que dijeranalgo así, pero también de un Immanuel Kant (en sus conferenciassobre historia). En cuanto al valor de las diversas emociones, laBiblia está llena de amonestaciones en pro y en contra de las

emociones sobre una base ética. El orgullo, la envidia y la cólerason pecados "mortales"; la fe, esperanza y caridad son virtudescardinales. Por largo tiempo se nos ha dicho que debemos evitaremociones "negativas", como el odio, a favor de emociones "posi-tivas", como el amor, pero ¿qué significa esta distinción entre las

emociones "positivas" y "negativas" ? ¿ Se refiere sólo al hechode que algunas emociones son hostiles y otras benignas? ¿O loque se busca es la salud de la persona que las tiene (como argu-mentó Spinoza) ? ¿Cómo evaluamos nuestras emociones? ¿Cómodeterminan nuestras emociones nuestras evaluaciones éticas? Estaspreguntas están estrechamente relacionadas, y toda la historia dela ética muestra que no podemos proporcionar una respuestasatisfactoria a una sin la oúa.

Emociones y cultura

Es frecuente que se trate a las emociones como cuestiones de"instinto", como vestigios de un pasado más primitivo, como as-

p€ctos de nuestra biología tanto como de nuestra psicología, queno se pueden aprender ni enseñar. No obstante, puesto que lasemociones abarcan conceptos y creencias, quizá se puedan apren-der en determinada cultura y, quizá, se puedan aprender en formaalgo diferente en las diferentes culturas. Por ejemplo, , algunosantropólogos importantes (Lindzey, 1954; Leach, 1981)' han dadopor sentado con frecuencia que las emociones son esencialmentelas mismas en todos los pueblos y en todo el mundo. Sea estocierto o no, de todos modos es un asunto que se debe investigarcon ahínco.

Hay algunas pruebas que indican que las emociones puedenser diferentes en las diferentes culturas. La antropóloga Jean L.

2 Véase, por ejemplo, R. Schweder (comp.), Culture Theory: Essays onthe Social Origi.ns ol Mind, Self and Ernotion (Cambridge: CambridgeUniversity Press, 1984).

+l

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Fruf¿,i

42 INTRODUCCIÓN

Briggs, por ejemplo, publicó un libro hace algunos años tituladoNeoer in Anger en el que argumentó que en ciertas tribus deesquimales la gente nunca se enoja. No se trata simplementede que no expresen cólera; tampoco la sienten. De hechq ni si-quiera tienen una palabra en su vocabulario que quiera decircólera (la palabra que más se acerca a esto, significativamente,quiere decir "infantil"). Se ha dicho que muchas culturas no com-parten nuestra obsesión por el amor rornántico y que emocionescomo la envidia, los celos y el pesar obviamente corren una suertemuy diferente en las diferentes culturas. Debería investigane ydebatirse hasta gué punto éstos son asuntos de énfasis en las dife-rencias de expresión, o hasta qué punto dependen más bien de lascircunstancias en que la gente siente esta o aquella emoción. Noobstante, por lo menos es obvio que, a medida que aprendemosmás sobre las emociones y aquellos aspectos de la emoción que sonmás que fisiológicos, esas cuestiones interculturales llegarán a sercada vez más importantes, tanto para nuestra comprensión de lasemociones y la "naturaleza humana" como para contestar las pre-guntas éticas más apremiantes de nuestra época.

Emociones y expresión

Anteriormente en esta Introducción vimos que ia expresión de laemoción en la conducta ha sido considerada frecuentemente comoparte de la esencia de la emoción. De hecho, los conductistas mfuradicales han argumentado que una emoción en último términono es otra cosa que un patrón de conducta. Esto, emperq haceque la conexión exacta entre una emoción y su expresión sea mo-tivo de alguna confusión. Si, por ejemplq una emoción no es otracosa que cierta dispo'sición a portarse en algunas formas caracte-rísticas, como argumentó Gilbert Ryle, entonces la conexión entreuna emoción y su expresión es más cuestión de definición que decausa y efecto. De hecho, la sugerencia de que una persona podríatener cierta emoción sin las disposiciones apropiadas a portarseasí, no tiene sentido. Por otro lado, siempre ha sido un truco popu-lar de los escritores de ciencia ficción y de los que hacen relatos deviajes sugerir que otros pueblos, bajo otras circunstancias, podrlanexpresar sus emociones en forma muy diferente. Edgar Rice Bu-rroughs, el creador de Tarzán, escribió sobre un pueblo que llorabacuando estaba alegre y reía cuando estaba enojado. (Hay, dehecho, muy buenos ejemplos de ambas cosas en la vida real.) Si

INTRODUCCIÓN 43

podemos imaginar tan fácilmente emociones sin su expresión usual,entonces el lazo lógico entre la emoción y la expresión se debilitaconsiderablemente. Quizá podamos decir que cada emoción de-manda alguna expresión, y que la inclinación a la "acción vigo-rosa", como la llamó William James, es una parte intrínseca decada emoción. Esto, empero, debilita la tesis conductista y cierta-mente nos dice muy poco sobre las diferencias entre las emociones.Además, por atractiva que pueda ser la idea de la "acción vigoro-sa" en lo que se refiere a las emociones más violentas, es difícilver cómo es aplicable, y rnucho menos esencial, para las emocionesmás calmadas, como la fe devota o el amor duradero. Nuestro ejem-plo principal de expresión emocional no debe ser la tendencia apatear al gato en un arranque de cólera. La expresión más signi-ficativa de una emoción quizá no sea nada más que una miradareveladora o cierto impulso al caminar. Por otro lado, como yadijimos, puede ser que toda la conducta de una persona, y nadamenos, esté en el contexto en que se expresan las emociones másbien que en la acción o el gesto.

Podríamos catalogar las expresiones más típicas de emoción y,trabajando retrospectivamente, suponer junto con Darwin que elpropósito de esas emociones y su expresión sirvió en otro tiempo,antes de que fueran sometidas a un escrutinio riguroso y al controlde la sociedad. (Darwin sugiere que nuestra inclinación a rechinarlos dientes cuando estamos enojados representaba anteriormenteuna tendencia a morder a nuestros enemigos.) Empero, la pre-gunta más filosófica se refiere a la naturaleza de la propia expre-sión. ¿En qué sentido una acción o un gesto "expresa" (literal-mente, "saca a la fuerza") una emoción? A veces, la conexiónentre los deseos integrados en la emociín y la expresión en acciónno puede ser más clara. Por ejemplo, si A¡istóteles tiene razón enque la cólera es el deseo de venganza, entonces sería difícil cues-tionar si es apropiada la acción punitiva, por ejemplo, levantarel puño o la espada, como una expresión de esa emoción. Cuandola expresión natural es reprimida --cuando estamos enojados conun superior o alguien más fuerte que nosotros- es cuando lanaturaleza de la expresión se vuelve particularmente difícil de en-tender. ¿ Por qué molestarnos en patear un árbol o mordernos ellabio? ¿En qué nos ayuda murrnurar maldiciones en voz baja, y,tomando la acción directa como nuestro paradigma, por qué cuentan como una expresión esos gestos sin objeto? No toda expresiónsirve a un propósito, pero la expresión de la emoción tampocopuede clasificarse simplemente como "conducta sin prqpósito".

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44 INTRODUCCIÓN

La comprensión de la expresión emocional se complica así oreci-samente en la misma forma que la comprensión de la propiaemoción, y probablemente debemo, .orr.¡oi. que, hasta 'ci"itopunto, son una misma cosa.

Emociones y responsabilidad

En la medida en que nuestras emociones son reacciones fisiológicas,o el movimiento de lo que Descartes llamó "espíritus animiles',,nuestras pasiones realmente nos vuelven ,.pasivJs',. Son algo quenos sucede; las "sufrim^osl' (el significado de la palabrr"p..iór,está en la "Pasión de cristo"). p.to si bien .r.r"rlt.u, .*o.io.r.,tienen otros componentes, como las creencias y formas de com_portarser no está tan claro que somos

-como áice el dicha- las

"víctimas" de nuestras emociones. Somos, hasta cierto punto,responsables de nuest¡as creencias, y podemos controlar nuestraconducta, incluso nuestros hábitos arraigados, aunque tengamosque hacer algún esfuerzo.

Gran parte de nuestra literatura está llena de relatos de genteque está "cautiva" de sus emociones, y algunas de nuestras metá-foras más populares hacen que hs ááociJnes suenen como si dehecho nos ttsucedieran".

Somos ,,atacados', por los celos, ,,para-lizados" por la culpabilidad y ,,sorprendidos" por el amor.'Uá*o,nuestras emociones como excusas, por ejemplo cuando decimos"No pude evitarlo; estaba enojadísimo .r, Lr. momento,'. o ,,No loculpes, está enamorado". Empero, hay consideracio.r", qr" señalanun concepto muy diferente de nuestra capacidad para controlarnuestras emociones. En primer lugar, como es natural, hay muchasformas de controlar la ixpresión o las circunstancias de nuestrasemocione,s, la primera negándonos a permitirnos ciertas acciones,la segunda permaneciendo lejos de las situaciones en que sabemosque es probable que ocurran ciertas reacciones emociónales. peroaunque el control de la expresión no es todavía el control de laemoción, william James señaló que actuar co.mo si uno tuai¿ra(o no tuviera) cierta emoción bien puede ayudar a modificar ala propia emoción. James sugiere q,re al ,ógurr" a llorar, unamujer puede también no ponerse tiiste. En lsas circunstancias,no somos tanto las víctimas de nuestras emociones como los auto-res de ellas.

A veces nos encontrarnos creando activamente una emoción paranosotros mismos, "provocándonos', ira o preparándonos para une

rii

t

INTRODUCCIÓN 45

desilusión. IJna ,persona que "se enamora" bien puede haberseestado preparando para el supuesto enamoramiento durante años,e inclrrso en la agonía..d" rg obsesión, queda por verse hasta quépunto la persona está "cautiva" de su emoción y hasta q,ré prrntomantiene de buena gana la obsesión, e incluso la protege .orrtrudistracción o interferencia por cualquier medio voluntario.

En la medida en que nuestras emociones abarcan creencias, y enque-somos en algún sentido responsables de lo que .r".-or, ,o.rro,también responsables de nuestras emociones. un estudiante concreencias falsas, en un tema en qu€ se espera que esté cuidadosa_mente preparado, no puede alegar ignorancia. ú.ru p"..orn intran-sigente. y llena de prejuicios es responsable de sus c.Je.rcius, aunquehaya sido creada en un ambiente en que esas creencias sean comu-nes' En la medida en qu€ la cólera abarca un sentido de injusticia,ese sentido de injusticia está sujeto a todas las restricciones yresponsabilidades racionales de cualquier idea moral. puesto quelos celos abarcan alguna idea de loi ,.derechos,' sobre otra plr-sona, están sujetos a las razones que tienen que ,n., ao., .ru,creencias. Y como el amor es un juicio sobre la "belleza" de otrapersona, como afirmó Platón tan dramáticamente en su sirnbosio.ésa también es una opinión de la que debe hacers" ,"rporr.ubl" .la persona, aunque en este caso generalmente estamos dispuestt_rsa conceder el punto sin discutir demasiado.

ser responsables de nuestras emociones hasta cierto punto noes lo- mismo que ser capaces de controlarlas, pero es eviáente quelos dos conjuntos de cnnsideraciones pertenecen al mismo g..,poy que se da por sentado por lo menos algún grado de contiol

-al

asignar la responsabilidad. Esto no significa que una persona debeser,capaz de cambiar sus emociones.,a voluntad,' (aunque es po_sible hacerlo más de lo que creemos). Lo que sí significa ", q,r"debemos investigar y analizar seriamente el grado

"ñ qr_," nuestras

emociones son voluntarias y corregibles, y en que¡uestra emoción nose debe descartar como mera pasividad, idea que nos proporcionatantas excusas cómocias.

Emociones y conocimiento

Entre las diversas formas que tenemos de controlar o provocarnuestras emociones (tomar drogas, evitar o buscar ciertas situacio-nes), la mas filosófica y a veces la rcrrás eficaz es entendernos anosotros mismos. IJn mayor conocimiento de nosotros i¡ismos

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Ktr

46 INTRODUCCIÓN

y de nuestras emociones puede ser el primer paso para cambiarlas, yconocer uno o dos datos nuevos puede ser una forma segura deliberarse de una emoción o de fomentarla. En el caso más sencilloposible, averiguar que es falsa la creencia en la que se basa lapropia emoción cambia inmediatamente la emoción. Por ejemplo,José está enojado con Enrique porque le robó su coche; luegodescubre que Enrique no le robó el coche y deja de estar enojado,porque ya no hay nadie contra quién enojarse. Si las creenciasson componentes esenciales de la emoción, entonces un cambioen la creencia generalmente (aunque no siempre) modificará laemoción, y debe considerarse que el conocimiento contribuye a nues-tras emociones, no se opone a ellas. Claro está que hay emocionesirracionales, basadas en creencias demostrablemente falsas, y tam-bién es cierto que, incluso con un cambio radical de conocimiento,la emoción puede seguir existiendo. (Por ejemplo, José puededescubrir que Bnrique no le robó el coche, pero sigue furioso conél por hacerle creer que le habla robado el coche.) Incluso si uncambio de c¡eencias no siempre cambia una emoción, de todosmodos el conocimiento es un determinante crítico de la emoción.y a menudo también nos permite probar su racionalidad.

Sin embargo, las creencias que son esenciales para nuestrasemociones no siempre se pueden ver o cambiar tan fácilmente.La emoción y la compre¡sión de uno mismo a menudo están rela-cionadas más complejamente de lo que parece sugerir nuestro sen-cillo ejemplo anterior; en la psicología clínica son aún más com-plejas. Lo que una persona cree que es el objeto de una emoción(la cólera de José contra Enrique por robarle el coche, por ejem-plo) no es si€mpre el objeto real de la emoción, un objeto quequizá ella no quiera admitir ante si misma (en nuestro ejemplo,el hecho de que Enrique acababa de hacerle una broma a Josédejándolo en ridlculo). Además, a veces el conjunto de creencias,y por consiguiente la naturaleza, de la emoción, no es reconocido.Por consiguiente, una emoción particularmente degradante a me-nudo es interpretada como cólera u odio; el amor romántico, unaemoción notoriamente peligrosa, frecuentemente aparece en lavida así como en la ficción bajo la guisa de cualquier número deotras emociones incluso opuestas (especialmente el odio). Encualquiera de los dos casos, independientemente de que sea elobjeto de la emoción o la propia emoción lo que no se conoce,podríamos decir, imitando a Freud, que la emoción es "inconscien-te". Nada particularmente misterioso se afirma así sobre la natu-raleza de la mente; sólo se dice que, debido a la complejidad de

INTRODUCCIÓN +7

las creencias que constituyen nuestras emociones, y debido a nues-tro propio interés no poco frecuente en creer lo que nos gustaríacreer sobre nosotros mismos en vez de lo que es cierto o más plau-sible, no siempre recon@emos nuestras emociones tal como son,y no siempre estamos dispuestos (ni es siempre razonable) a con-siderar las creencias que las componen en la forma objetiva eimpersonal que generalmente pasa por "racionalidad".

Sin embargq el conocimiento de nosotros mismos hace posiblecambiar nuestras emociones. "Donde hay id, dejemos que hayaego", dijo Freud; cuanto más sepamos sobre nosotros mismos, máspodremos controlar nuestras emociones. Esta es, naturalmente, Iaraz6n más práctica para estudiar las emociones, ya sea sobre unabase individual y personal en nosotros mismos o en un nivel másabstracto, como los intentos por contestar la pregunta: "¿Qué es

una emoción?" reunidos en este volumen. De hecho, llegar areconocer la verdadera naturaleza de las emociones puede ayu-darnos a cambiarlas. Supongamos que llego a darme cuenta de queestoy enojado no porque me hayan hecho una injusticia, sino másbien porque estoy tratando desesperadamente de defenderme enuna posición particularmente embarazosa. O supongamos que llegoa reconocer que estoy celoso no porque realmente ame a tal o cualpersona, sino más bien porque resiento que alguien me quieraquitar algo que "me pertenece". Con esa simple comprensión demí mismo, mis celos desaparecen. De hecho, esta habilidad de au-tocomprensión es tan poderosa para cambiar nuestras emocionesque Freud, a principios de su carrera, llegó a creer en "la curaciónhablando", en el simple hecho de que llegar a entender nuestrasemociones, "traerlas a la conciencia", debe ser suficiente paraquitarles fuerza y darnos control sobre ellas.

El optimismo racionalista de Freud era un error; muchas emo-ciones resultan ser demasiado inexpugnables como para que pue-dan ser fácilmente susceptibles a "la curación hablando". Además,Freud, al hacer tanto hincapié en eliminar las emociones irracio-nales dañinas, no prestó tanta atención a las emociones que sonpositivas y racionales. En un caso de cólera justificada, por ejem-plo, cuanto más nos entendamos a nosotros mismos

-incluyendohasta qué punto hemos sido ofendidos-, más enojados nos pon-dremos. Similarmente, cuanto más detenidamente ve un amantelas virtudes de su amada, más crecerá el amor (un proceso queel novelista francés Stendhal identificó como "cristalización", lamultiplicación de las virtudes que llega a ver el amante).

El conocimiento y la autocomprensión ayudan a controlar o

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4B INTRODUCCIÓN

provocar nuestras emociones, pero también ganamos conocimientoy autocomprensión a través dé nuestras emociones. Aunque a me-nudo se ha dicho que las emociones son "ciegas", el hecho es que,a través de nuestras emociones, a menudo percibimos ciertos deta-lles y situaciones (relativos a la emoción) mucho más clara yperspicazmente de lo que haríamos en otra forma. A menudopodemos aprender más sobre nuestros valores y nonnas moralesprestando atención a nuestras emociones que escuchando las deli-beraciones más abstractas de la "raz6n práctica"; y los teóricosmorales, de los cuales Flume es quizá el más representativo, tienenraz6n, por lo menos en parte, cuando insisten en que podemosdiscernir lo que está bien y lo que está mal por nuestros ,,senti-

mientos" más bien que por los argumentos. Sin emoción no habríavalores, sino sólo reglas y métodos sin inspiración. Es la emoción,no la reflexión, Ia que más significado le da al mundo.

, La emoción y el conocimiento son mucho más personales delo que sugeriría el énfasis tradicional en la raz6n y la comprensión

-a diferencia de las pasiones-. De hecho, algunas emociones,por ejemplo, la curiosidad científica y el amor a la verdad, sonesenciales para que adelante el conocimiento. Por demasiado tiem-po hemos hecho énfasis en las demandas impersonales del conoci-miento en vez de la pasión por saber, y tanto el conocimientocomo la pasión han sufrido con esto. Podemos decir también quegran parte del ímpetu que impulsa la nueva ola de interés en lasemociones es el deseo de averiguar cómo podemos provocar esasemociones tan valiosas que hemos dejado durante demasiadotiempo sujetas a las contingencias fortuitas de la infancia; me¡efiero no sólo a la curiosidad y la pasión por la verdad, sinotambién a la pasión por la justicia y la compasión, el amor quedura toda la vida, e incluso, en el momento corr€cto y en cieitamedida, a la indignación justificada. Estas no son intrusionesmomentáneas en nuestras vidas, sino su núcleo mismo y la fuentede nuestros ideales. LJna vez que comenzamos a pensar en lasemociones en esta forma, y a sentir el interés más tradicional poraquellas emociones que parecen ser una forma de locura o .rruobsesión irracional, la importancia de estudiar las emociones debequedarnos más clara, no sólo como una curiosidad intelectual, sinotambién como una necesidad práctica y personal. ,,La vida queno ha sido examinada no vale la pena vivirse", dijo Sócrater. Ertues la idea con la cual se ha reunido esta colección de ensayos, yaque reconocemos que las emociones, aunque a menudo descuidadasen la filosofía, siempre han sido esenciales para la vida.

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ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Page 23: Calhoun - Emoción

60 ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Este tipo de cólera aumenta rápidamente, está dirigida a asun-tos y personas que no debe dirigirse, y muestra más vehemenciade la debida, y sin embargo, cesa con igual rapidez -ése

es el

mejor aspecto de esta condición-. Los que pierden su cólerarápidamente lo hacen porque no perseveran en ella, pero en carac'telstica brevedad descargan su cólera libremente y luego quedancalmados.

Los individuos de mal genio, debido a este exceso, se enojancon rapidez por todo y con todos, de ahí su nombre. La genteamargada tiene una cólera difícil de reconciliar y que dura Iargotiempo; perseveran en su cólera. Sólo la venganza la hace cesar,

puesto que las represalias ponen fin a la cólera intercambiando el

placer por el dolor. Sin venganza o antes de ella, estas personas

llevan su carga emocional. Nadie puede ver su cólera escondiday convencerlos de que se deshagan de ella, y los seguirá consu-

miendo a medida que pase el tiempo. IJna persona de este tipose convierte en un fastidio para sus amigos y para sí misma.

Llamamos "insoportables" a los que se encolerizan por moti-vos que no lo ameritan, a los que llegan a sentir una cólera más

intensa y duradera de lo debido, y a los que no se reconcilian sin

la venganza ni el castigo.Ponemos el exceso de cólera en contraste con la benignidad.

La primera ocurre más frecuentemente -no perdonar es más

humano-y la gente "insoportable" es lo peor que podemosencontrar.

Lo que dijimos anteriormente se demuestra también en este

argumento, y es que no es una tarea fácil delinear cómo, conquién, con qué y por cuánto tiempo debe uno enojarse, ni en quépunto la cólera justificable se vuelve injustificable. Al que se

inclina un poco hacia el exceso o la carencia de cólera no pode'mos culparlo; a vece$ alabamos a los que carecen de cólera y los

llamamoo bondadosoa, y otras veces alabamos al que está insopor-tablemente enojado diciendo que "es muy hombre" y apto parael liderazgo. No es fácil especificar hasta dónde tiene uno queinclinarse antes de no ser ya digno de alabanza. Los criteriosdependen de las circunstancias y de cómo las percibimos. Porotro lado, hay una cosa evidente: la tendencia intermedia es dignade alabanz4 aquella en que la gente se enoja con las Personas ylas cosas que debe, en la forma que debe, por el tiempo debido,etcétera; y la tendencia excesiva así como la tendencia a carecer decólera merecen culparse proporcionalmente a su magnitud. Sinduda, debemos quedarnos en la tendencia intermedia.

RENE DESCARTES( 1596-1650)

INrnoouccróN

De Nrño, Descartes era físicamente débil pero mentalmente diná-mico, y ya desde entonces

-como lo haría el resto de su vida-

pasaba gran parte de su tiempo leyendo, pensando y escribiendo.Fue educado en la tradición escolástica, en que todas las cuestio-nes eran sometidas a la autoridad; pero Descartes se rebeló contraesto, incluso como estudiante, e insistió en "la luz natural de larazón" y en la capacidad del individuo para resolver las cuestionespor sí mismo. Con esta actitud, los métodos de las matemáticas leatrajeron naturalmente, y pronto forjó la idea de que estos mé-todos podían aplicarse también a otros campos, especialmente ala física y a la filosofía. En consecuencia, la base de su filosofíaes un método deductivo, cuya meta es la certeza absoluta. Estorequiere por lo menos una premisa indudable, y Descartes la des-cubrió al darse cuenta de que no podía dudar de su propia exis-tencia, resumida en esta conocida fórmula: "Pienso, luego existo".Partiendo de esta premisa pronto argumentó que su creencia en

Dios podía ser igualmente cierta, y por lo tanto también podíaserlo su conftanza en sus propias percepciones sensoriales, puestoque Ia exactitud de éstas estaba garantizada por la bondad deDios. Fue en estas deliberaciones cuando también elaboró su dis-tinción dualística entre la mente (cuya existencia, pensamientos,creencias, etcétera, yo conozco inmediatamente) y el cuerpo (cuyaexistencia y características yo conozco sólo a través de las percep-ciones), particularmente en sus Meditaciones d.e 1641. Descartespasó los últimos años de su vida en una controversia algo acalo-rada sobre sus doctrinas, y casi la mitad de su vida exiliado deFrancia. Murió en Suecia.

La clave de la teoría de Descartes sobre la emoción y de suteoría de la mente en general, es su distinción metafísica entredos tipos de substancia: Ia mental y la física. La mente, segúnDescartes, es una "substancia no extendida" definida por suspropiedades de pensamiento y libre albedrío. Los cuerpos, encambio, están extendidos en el espacio y sometidos a las leyes me-

6l

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62 ANTECEDENTES HISTÓRICOS

cánicas de la física. Por tanto, una tarea general de la filosofiade Descartes fue explicar cómo podían interactuar unas substan-cias tan diferentes (que, por definición, están totalmente conteni-das en sí mismas y son independientes entre sí). Su respuesta es

burda y no totalmente consistente. A veces argumenta (por ejem-plo, en la obra de donde se tomó la selección que aparece más

adelante) que la mente y el cuerpo se juntan en una pequeñaglándula que está en la base del cerebro, la glándula pineal, cuyafunción era totalmente desconocida entonces. Otras veces argu-menta que la mente puede interactuar con cualquier parte delcuerpo por medio de lo que él llama "espíritus animales" (par-tículas minúsculas de sangre), que llevan mensajes a diversas

partes del cuerpo.Esta perspectiva dualística de ia mente y el cuerpo suscita pro-

blemas especiales cuando el tema es la emoción' Las emociones,

que son una suMivisión de ese gmpo general de fenómenoa psí-

quicos a los que Descartes llama "las pasiones", Parecen estar

divididas entre Ia mente y el cuerpo; y esto da rczón de algunos

de los problemas que tuvo Descartes con su propia teoría- Por

otro lado, Descartes piensa en las emociones como sentimientos

de agitación física y excitación, y se esfuerza en describir, en

términos apropiados para el nivel de conocimiento científico de

su tiempo, lo que sucede en el cuerpo cuando experimentamosuna emóción. Así, por ejemplo, señala que la sangre sale rápida-mente del corazón cuando hay miedo, y los espíritus animales

pasan del cerebro a los miembros, disponiéndonos a huir. En lamedida en que Descartes piensa en las emociones como sensacio-

nes, su teoria de la emoción prepara el escenario para muchas

teorías posteriores, como la de Hume (Primera Parte) y la de

James (Segunda Parte), en la que las emociones no son otracosa que sensaciones de agitación. Descartes, empero, no se limitaa estÁ análisis fisiológico de la emoción. También describe las

emociones en lenguaje mentalístico directo, y habla de Ias percep-

ciones, los deseos y las creencias relacionadas con las diferentes

emociones. Así, por ejemplo, dice que el asombro depende de que

percibamos la novedad de una cosa y creamos que es digna de

mucha consideración, y que el odio surge de la percepción del ca-

rácter dañino de una cosa y abarca un deseo de evitarla. Al reco-

nocer la dimensión conceptual de las emociones, Descartes parece

estar luchando hacia una imagen rnás cognoscitiva de las emocio-

nes, una imagen característica de muchas teorías contemporáneas

de la emoción.

RENE DESCARTES

Tomado de "LAS PASIONES DEL ALMA"

DE LAS PASIONES EN GENERAL E INCIDENTALMENTEDE TODA LA NATURALEZA DEL HOMBRE

Anrícur-o I

Aquello que respecto a un sujeto es pasión,respecto a alguna otra cosa siempre es acción

En nada se ve más claramente la naturaleza defectuosa de lasciencias que hemos recibido de los antiguos que en lo que hanescrito sobre las pasiones. Aunque éste es un asunto que en todotiempo ha sido objeto de muchas investigaciones, y aunque noparece ser uno de los más difíciles, como cada quien ha experi-mentando las pasiones dentro de sí mismo, no hay necesidad detomar prestadas de otro lado observaciones a fin de descubrirsu naturaleza; no obstante, es tan poco lo que los antiguos noshan enseñado sobre las pasiones, y está tan lejos en su mayor partede ser creíble, que no puedo aibergar ninguna esperanza deaproúmarme a la verdad excepto evitando los caminos que elloshan seguido. Por eso con todo gusto escribiré como si estuvieratratando un asunto que nadie hubiera tocado antes de mí; y, paracomenzar, considero que a todo lo que ocurre o que sucede denuevo, los filósofos lo han llamado pasión generalmente hablando,en lo que se reliere al sujeto al cual le ocurre, y una acción res-pecto a aquel que hace que ocurra. Por eso, aunque el agente y elrecipiente son frecuentemente muy diferentes, la acción y la pasiónson siempre una misma cosa, aunque tengan diferentes nombresdebido a los dos diversos sujetos con los cuales puede estar rela-cionada.

Anrícuro XVII

CuáIes son las funciones del alma

Después de haber considerado así todas las funciones que le ata-ñen al cuerpo únicamente, es fácil reconocer que no hay nada'en

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64 ANTECEDENTES HISTÓRICOS

nosotros que debamos atribuir a nuestra alma excepto nuestrospensamientos, que son principalmente de dos tipos, une siendolas acciones del alma, y el otro sus pasiones. Aquellas a las que yollamo acciones son todos nuestros deseos, porque encontramos porexperiencia que proceden directamente de nuestra alma, y pare-cen depender de ella únicamente. Por otro lado, generalmentepodemos llamar pasiones a todos aquellos tipos de percepción o

formas de conocimiento que se encuentran en nosotros, Porque amenudo no es nuestra alma la que las hace lo que son, y porquesiempre recibe de ellas las cosas que son representadas por ellas'

Anúcuro XVIII

De la uoluntad

Nuestros deseos son de dos tipos, uno de los cuales consiste en las

acciones del alma que terminan en el alma misma' como cuando

deseamos amar a Dios, o generalmente hablando, aplicar nuestros

pensamientos a algún objeto que no es material; y el otro en las

acciones que terminan en nuestro cuerPo, como cuando del simplehecho de que deseamos dar un Paseo a pie se sigue que nuestras

piernas se mueven y que caminamos.

A¡.rícurc XIX

De las percepciones

Nuestras percepciones son también de dos tipos, una tiene el almacomo causa y la otra el cuerpo. Las que tienen el alma como

causa son las percepciones de nuestros deseos, y de todas las ima-ginaciones u oÚos pensamientos que dependen de ellos. Es segu-

io qrr" no podemos desear nada sin percibir por el rnismo medio loque deseamos; y, aunque en relación con nuestra alma es una

acción desear algq podemos decir que es también una de sus pa-

siones percibir lo que desea. No obstante, como esta percepción

y esta voluntad son realmente una misma cosa, la más noble

ii"*p." proporciona la denominación, y Por eso no acostumbra-

mos llamarla pasión, sino sólo acción.

RENÉ DESCARTES

Anrícur,o XXII

D'e Ia diferencia que existe entre las otras percepcitnes

Tcdas las percepciones que no he explicado aún llegan al almapor intermedio de los nervios, y hay entre ellas esta diferencia,que las relacionamos en un caso con objetos externos que afectana nuestros sentidos, y en el otro a nuestra alma.

Anrícur-o XXIII

De las percepciotus que relacionamoscon objetos que están dent¡o de nosotros

Aquellas que relacionamos con las cosas que están fuera de nos-otros, o sea con los objetos de nuestros sentidos, son causadas,por lo menos cuando nuestra opinión no es falsa, por estos objetosque, excitando ciertos movimientos en los órganos de los sentidosexternos, los excitan también en el cerebro por intermedio de losnervios, que hacen que el alma los perciba. Por eso, cuando vemosla luz de una antorcha, y oímos el sonido de una campana, estesonido y esta luz son dos acciones diferentes que, simplemente porel hecho de que excitan dos movimientos diferentes en ciertosnervios, y por medio de éstos en el cerebro, dan dos sensacionesdiferentes en el alma, sensaciones que relacionamos con los sujetosque suponemos son sus causas, de tal manera que pensamos quevemos Ia antorcha y oímos la campana, y no percibimos los mo-vimientos que proceden de ellas.

65

Anrículo XXIV

De las percepciones que relacionorlos con nuestro cuerpo

Las percepciones que relacionamos con nuestro cuerpq o conalgunas de sus partes, son las de hambre, sed y otros apetitos natr.r-rales, a las cuales podemos unir el dolor, calor y otras que perci-bimos como si estuvieran en nuestros miembros, y no e., oL¡"totque están fuera de nosotros; podemos así percibir al mismo tiempoy- por intermedio de los mismos nervios el frío de nuestra mano )¡el calor de Ia flama a la cual se acerca ésta; o bien el calor de la

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66 ANTECEDENTES HISTÓRICOS

mano y el frío del aire al cual está expuesta, sin que haya ningunadiferencia entre las acciones que nos hacen sentir el calor o elfrío que está en nuestra mano, y aquellas que nos hacen percibirlo que está fuera de nosotros, excepto que por una de estas accio-nes que sigue a la otra, juzgamos que Ia primera ya está allí y quela otra aún no sobrevive, pero está en el objeto que la car¡sa.

Andcurc XXV

De las percepciones que relacionarnos con ntustra alma

Las percepciones que relacionamos únicamente con el alma son

aquellas cuyos efectos sentimos como si estuvieran en el almamisma, y de los cuales generalmente no conocemos la causa próxi-rna con la cual los podamos relacionar: ésos son los sentimientosde gozo, cólera y otras sensaciones semejantes, que a veces excitanen nosotros los objetos que mueven nuestros nervios y tambiénpor otras causas. Sin embargq aungue todas nuestras percepcio-nes, tanto las que se relacionan con objetos que están fuera denosotros, como las que .se relacionan con las diversas emocionesde nuestro cue{po, son verdaderamente pasiones respecto a nues-

tra alma, cuando usÍunos esta palabra en su significado más gene-ral, no obstante estamos acostumbrados a restringir su significadoa aquellas que se relacionan con la propia alma; y estas últimasson las únicas que explicaremos aquí bajo el nombre de las pa-siones del alma.

Anrícur.o XXVI

Que las imaginaciones que sólo dependen de los mouimientos

fortuitos del espíritu pueden ser pasioncs tan uerdaderas cornolas percepciones que depend,en de lo'¡ neraios

Nos toca aquí advertir que todas las cosas que el alma percibe porintermedio de los nervios también pueden ser representadas por elcurso fortuito de los espíritus animales, sin que haya ninguna otradiferencia excepto que Ias impresiones que entran al cerebro porlos nervios son generalrrrente más vivaces o definidas que las queson excitadas allí por los espíritus, lo cual me hace decir en elAttículo XXI que lo primero se parece a una sombra o imagen

RENE DESCARTES 67

de lo segundo. Debemos también adve¡tir que a veces sucede queesta imagen es tan similar a la cosa que representa que ,ro, pod._mos confundir allí respecto a las percepciones que

-se relacionan

con objetos que están fuera de nosotros, o por lo menos con aque-llos que se relacionan-.con ciertas partes je nuestro .,l".po, p".oque no podemos engañarnos tanto respecto a las pasioneq ya^queestán tan cerca de nuestra alma y tan totalmenti dentro á" Éluque es_ imposible que ésta las sienta sin que éstas sean realmentecomo las siente. Así a menudo cuando dormimos, y a veces inclusocuando estamos despiertos, imaginamos ciertas cosas con tantatúeÍza que pensamos que las vemos delante de nosotros, o lassentimos en nuestro cuerpo, aunque no existen en absolutó; peroaunque podemos estar dormidos, o soñar, no podemos sentirnostristes o conmovidos por cualquier otra pasión sin que sea muycierto que el alma realmente tiene esta pasión deniro de ella.

AnrÍcuro XXVII

La delinición d.e las pasiones del almn

Después de haber considerado en qué difieren las pasiones delalma de todos sus demás pensamienios, me par€c. qr'r. podemosdefinirlas generalmente como las percepciones, sentimientos o emo-ciones del- alma que ¡elacionamos especialmente con ella, y queson causadas' mantenidas y fortificadas por algún movimiento

-de

los espíritus.

Anrícuro XXVIII

Explicación de Ia primera porte de esta delinición

Podemos llamarlas percepciones cuando hacemos uso de esta para-bra generalmente para significar todos los pensamiento, q.r" ,roson acciones del alma, o deseos, pero no ..rundo el término se usasólo para significar una cqjnición clara. La experiencia nos mues-tra que

-aquellos que se encuentran más agitados por sr¡s pasiones

no. son los que mejor las conocen; y qrr"1a estrecha alianza queexiste entre_el

-alma y el cuerpo hace cbnfusas y obscuras ,,r, p..-

cepciones. Podemos también llamarlas sentimientos porque sonrecibidas en el alma en la misma forma que los objetos de iuestrossentidos externos, y no son conocidas én otra fbrma por ellos;

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68 ANTECEDENTES HISTÓRICOS

pero Podemos aún más exactamente llamarlas emociones del

alma, no sólo porqua "i:,'o*b'" puede ser atribuido a todos los

cambios que ocurren en ella ---o sea, todos los diversos pensa-

mientos que llegan " JU* sino mái especialmente porque. de

todos los'tipo, á" pensamiento que puede tener' no hay otros

q,r" p,r"dun agitar y trastornar el alma tan poderosamente como

las pasiones.

An'rículo XXIX

ExPlicación de la segunda Parte

Yo añado que las pasiones se relacionan particularmente -con

el

;l^;: " fin de distinguirlas de oros sentimientos que están -rela'cionados, unos con objetos externos como los olores' sonidos y

colores; otros con nuestro cuerpo como en el hambre' la sed y el

dolor. También añado q"t 'o"^"t"sadas,

mantenidas y fortificadas

oor alsún movimiento ie los espíritus, a fin de distinguirlas. de

ñ;t;&*;";;;,-; los que podemot llamar emociones del alma

que se relacionan con elia, pito qtt" son causadas por ella misma;

v también a fin de e*plicár su causa fundamental y más próxima'

!t" "luru*"nte las diitingue de los ot¡os sentimientos'

Anrícuro XXXIV

Cémo interactúan eI al'rna' y eI cuerpo

Concibamos aquí que el alma tiene su sede principal en Ia pequeña

tiá"á"r" q,-r. &ittó en medio del cerebro' desde donde se proyecta

a todo el resto del cuerpo por medio de los espíritus. animales'

io, -n"*io,

e incluso la sangre, que, participando en. las impre-

,iá.., a" los espíritus, pttti" ite"attot por las arterias a todos

los miembros. Y ,ecoda"do lo que se ha áicho anteriormente sobre

la máquina de nuestro cuerpo' o sea' que los pequeños filamentos

de nuástros nervios están distribuidos de tal manera en todas sus

partes ql:e corl ocasión de los diversos movimientos que son exci-

i"á"t "iii pol objetos sensibles, abren en diversas formas los poros

del cerebro, haciendo que los espíritus animales contenidos en

esras cavidades entren ün diversai formas en los músculos' por

.,tyá -"ai" pueden mover los miembros en todas las formas dife-

rentes en que son capaces de ser movidos; y también que todas

RENE, DESCARTES 69

las demás causas que son capaces de mover los espíritus en diver-sas formas son suficientes para conducirlos a los diversos músculos;añadamos aquí que la pequeña glándula que es la sede principaldel alma está suspendida en tal forma entre las cavidades quecontienen los espíritus que éstos la pueden mover en tantas formasdiferentes como hay diversidades sensibles en el objeto, pero quepuede también ser movida en diversas formas por el alma, cuyanaturaleza es tal que recibe en sí misma muchas impresiones diver-.-1, o sea, que posee tantas percepciones diversas como haydiversos movimientos en esta glándula. Recíprocamente, la má-quina del cuerpo está formada de tal manera que por el simplehecho de que esta glándula es movida por el alma en otra forma,o por alguna otra causa, cualquiera que sea, empuja los espíritusque la rodean hacia los poros del cerebro, que los conducen porlos nervios hasta el interior de los músculos, por medio de loscuales hace que se muevan los miembros.

Anrícur,o XXXV

Ejemplo del modo en que las írnpresiones de los objetiuos se unenen la gldndula que está en m¿dio del cerebro

Así, por ejemplo, si vemos a algún animal que se acerca a nosotros,la luz reflejada de su cuerpo describe dos imágenes de ella, unaen cada uno de nuestros ojos, y estas dos imágenes forman otrasdos, por medio de los nervios ópticos, en la superficie interiordel,cerebro que está frente a sus cavidades; desde a\lí, poi'medio de los espíritus animales que llenan sus cavidad"r, eitusimágenes se proyectan de tal manera hacia la pequeña glándulaque está rodeada por estos espíritus, que el movimiento que formacada punto de una de las imágenes tiende hacia el mismo puntode la glándula hacia el cual tiende el movimiento que forma elpunto de la otra imagen, que representa la misma parte de esteanimal. Así las dos imágenes que están en el cerebro forman unasola sobre la glándula, la cual, actuando inmediatamente sobreel alma, hace que ésta vea la forma de este animal.

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70 ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Anrícur¡ XXXVI

Ejemplo de la f orma en quo las pasiones son excitadas en el alma

Y, además de esq si esta figura es muy extraña y atemorizante, osea, si tiene una estrecha relación con las cosas que anteriormentehan hecho daño al cuerpq eso excita la pasión di la aprensión enel alma y luego la del valor, o bien la del temor y consternaciónsegún el temperamento particular del cuerpo o la fuerz,a del alma,y dependiendo de que hayamos comenzado a ser protegidos poruna defensa o por la huida contra las cosas dañinas con i.s ".ril",e-stá relacionada la presente impresión. En ciertas personas esodispone al ce¡ebro en tal forma que los esplritus refLjados de laimagen así formada en la glándula prosiguen de allí a tomar suslugares en parte en los nervios que sirven para voltear la espalday disponer las piernas para la fuga, y en parte en aquelloi queaumentan o disminuyen los orificios del coraz6n, o por lo menosque agitan tanto las otras partes de las cuales es enviada la san-gre, que esta sangre se enrarece de una manera diferente de lausual, envía al cerebro los espíritus que están adaptados paramantener y fortalecer la pasión del temor, o sea, que están adap-tados para mantener abiertos o por lo menos volver a abrir losporos del cerebro que los conducen a los mismos nervios. por elsolo hecho de que estos espíritus entran en estos poros, excitanun moümiento particular de la glándula que ha destinado Ianaturaleza a hacer que el alma sea sensible a esta pasión; y conloestos poros están relacionados principalmente con los pequeñosnervios que sirven para contraer o agrandar los orificios del cora-zón, eso hace que el alma sea sensible a ella lo mismo que elcotazín.

Anrícur,o XXXVII

Por qué parece como si todas ellas fuerancausadas por algún mouimiento de los espíritus

Y como lo mismo ocurre en todas las demás pasiones, o sea, queson causadas principalmente por los espíritus que están contenidosen las cavidades del cerebro, ya que se dirigen hacia los nervios quesirven para ampliar o contraer los orificios del corazón, o parallevar a él en varias formas la sangre que está en las otras partes,o, en cualquier otra forma, llevar adelante la misma pasión, pode-

RENE DESCARTES 7Imos entender claramente de esto por qué hemos dicho en mi defi-nición anterior que son-cau.adas po. átgú. _orr;*iento particularde los espíritus inimales.

Anrícuro XXXVIII

Ejemplo de los moainientos del cu,erpo quea.compañan a las pasiones y no dependm iet atma

En la misma forma en qrre el curso que toman estos espíritushacia los nervios del corazón es suficientl-para dar el movimientoa^la glándula que pone el temor "n

.l ui*u, así también el simplehecho de que ciertos espíritus procedan "í ;;;;;"*r""i"ir"los nervios

-que sirven pu..

.morre. las piernas en Ia huida, haceque se produzca otro movimiento en Ia misma glánd,rlá, --por

medio del cual el alma es sensible a esta huida tl"";;;iü,yn nesta forma la huida puede.ser p.""o.uáu.., ", ",r".po

por la dis-

ffrT[:.d" los órganos ú.,icaminte,-;;;'q"" el alma contribuya

AnrÍcur,o XXXIX

Cómo una sola causa puede excit,ardiferentes pasiones en díferentes hombres

La misma impresión que tiene un objeto aterrorizante sobre raglándula, y q,r. p.o.,roca temor en cierios hombres, puede excitaren otros el valor y la confianza; la razÁn de esto ;;;;;;,los cerebros están constituidos eí i" -ir_. f"r*a, y que el mismo::l"T':li de Ja glandlta que ,r, u[-r*o, excita et temor, enotros hace que los espíritus entren e, lo, poros del .o.n o,qi.los conduceá parcialmente hasta l* ,"*i* que sirven para mo_:::li: manos con propósitos de defensu'fropiu, y en parte a losnervros que agitan e impulsan la sangre'haiia-.i .orár¿.r ..r i.manera. reqygrid_a para

. producir los espíritus apropñ;:

";r;"la continuación de esta défensa, y ."r".,"i.1 deseJ ¿".

"li"l" "*'

Page 29: Calhoun - Emoción

i

72 ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Anrícuro XL

El principal efecto ile las pasiones

Es necesario advertir que el principal efecto de todas las pasiones

en los hombres "t qnó incitan y disponen su alma para descar

aquellas cosas para lás cuales preparan su cu€rPo, de tal-manerlqrre el sentimiento de temor lo incita a desear escapar, el del valor

a desear luchar, y así sucesivamente'

Anrícur,o XLV

Cutíl es el poder del alrna en relación con sus pasiones

Nuestras pasiones no pueden igualmente ser excitadas directamente

o eliminaáas por la aición de nuestra voluntad, pero sl pueden ser

excitadas indírectamente por la representación de cosas que está-n

generalmente unidas a las pasiones que deseamos tenert y que

ion contrarias a aquellat q,r" d.t"^*os hacer a un lado' Así, a finde provocar el valár "t ,rto mismo y eliminar el temor, no es sufi'

ciente con tener la voluntad de hacerlo, sino que debemos también

aplicarnos a considerar las razones, los objetos o ejemplos que nos

plnrrade., de que el peligro no es grande-; de que-siempre hay más

seguridad "tt tu ¿.tása que en lá huida; que debemos tener la

gf8.i. y el gozo de haber vencido, al mismo tiempo que no pode-

to, "r'p"."."

nada sino lamentación y vergüenza por haber huido'

y así sucesivamente.

Anrícur-o XLVI

La razón que imPide que el almn sea

totalmente capaz de controlar su pasión

Hay una razón especial que impide que el alma sea capaz de in-

*ráiuto de cambiár o deiener sus pasiones (al definir las pasiones

yo he dicho que no sólo son causadas sino también mantenidas y

iorol..iáu, por algún movimiento particular de los espíritus).

Esta razón "i qrr" casi siempre van acompañadas por alguna con-

*".i¿" que tiene lugar en il corar6.n, y en consecuencia también

en toda lá sangre y .ñ l* espíritus animales, de tal manera que hasta

RENE DESCARTES 73

que esta conmoción haya cesado, siguen estando presentes en nues-tro pensamiento en la misma forma que los objetos sensibles estánpresentes allí mientras actúan sobre los órganos de nuestros senti-dos. Y así como el alma, al prestar muchiatención a alguna otracosa, quizá- no oiga un ruido ligero o sienta un dolor li{ero, perono puede dejar de oír un trueno o de sentir el fuego q,rJl. q,r"-ula mano, puede similarmente sacar lo me.ior de ias pu.iorre, másbajas, pero no de las más violentas o fue.tes, excepto después deque se ha calmado la conmoción de la sangre y los esplritus.Lo más que puede hacer la voluntad mientras está ocu*ienio estaconmoción es no ceder a sus efectos y reprimir muchos de los mo_vimientos a los cuales dispone el cuerpo. por ejemplo, si la cóleranos hace levantar la mano para golpear, la voluntab generalmentepuede detenerla; si el temor incita nuestras pierna-s a huir, lavoluntad puede pararlas, y así sucesivamen¡e en otros casos si_milares.

Anrícur,o XLVIII

Cómo reconocerrlos Ia fuerza o enlermedad delas almas, y qué les falta a los que son más débíIes

Es por el éxito en estos combates que cada individuo puede descu-brir la fuerza o la debilidad de su alma; aquellos en quienes pornaturaleza la voluntad puede conquistar mái fácilmenté las pur;o_nes y detener los movimientos del cuerpo que las acompañan, sinduda poseen las almas más fuertes; p.to huy otros que no puedenponer a prueba su fuerza, porque nunca hicieron que su váluntadIibrara Ia batalla con sus annas correctas, sino ,óio con aqueilasque le.pronorcionan cie¡tas pasiones para que pueda resistir aotras. Aquello que yo llamo srrs armui correctas consiste en losjuicios

lirmes y determinados que respetan el conocimiento delbien y el mal, y en cuya búsqueáa ha resuelto realizar las accionesde su vida; y las almas más débiles son aquellas cuya voluntad nose decide. a seguir ciertos juicios, sino que se permite a sí mismaque continuamente Ia arrastren las pasiones prisentes, que, siendoa menudo opuestas unas a otras, jalan la voluntad primeio a unlado, luego al otrq

-y, al emple uri^ p^r^ Iuchar .orri.o sí misma,colocan el alma en la más deplorable de las condiciones. por esocuando el temor representa la muerte como un mal extremo,un mal que 1ólo se puede evitar huyendo de é1, la ambición porsu parte señala la infamia de esta fuga como un mal p"o, qu" lu

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74 ANTECEDENTES HISTÓRICOS

muerte. Estas dos pasiones agitan la voluntad en diversas formas;y al obedecer primero a una y luego a la otra, está en continuaoposición consigo misma, y así hace que el alma esté esclavizadae infeliz.

DEL NÚMERO Y ORDEN DE LAS PASIONE,S YUNA EXPOSICION PN I.AS SEIS PASIONES PRIMITIVAS

Antícuro LI

CuáIes son las primeros causos de las pasiones

Sabemos por lo que se ha dicho anteriormente que la causa ft¡nda-mental y más próxima de las pasiones del alma no es otra que laagitación con que los espíritus mueven la pequeña glándula queestá en medio del cerebro, pero eso no es suficiente para distinguiruna cosa de otra; es necesario investigar sus fuentes, y examinarsus primeras causas: y, aunque pueden algunas veces ser causa-das por la acción del alma que determina concebir este o aquelobjetq y también simplemente por el temperamento del cuerpoo por las impresiones que se reciben fortuitamente en el cerebro,como sucede cuando nos sentimos tristes o alegres sin ser capacesde dar una razón, de todos modos parece por lo que se ha dichoque en todos los casos las mismas pasiones pueden también serexcitadas por los objetos que mueven los sentidos, y que estosobjetos son sus causas más frecuentes y principales; de lo cual se

deduce que a fin de encontrarlas todas, es suficiente considerartodos los efectos de estos obietos.

Anrícuro LII

Cuál es su modo de op,eración y córno puedcn ser enumerados

Yo menciono además que los objetos que mueven los sentidos noexcitan diversas pasiones en nosotros debido a todas las diveni-dades que hay en ellos, sino sólo por las diversas formas en quepueden hacernos daño o ayudarnos, o en general ser de algunaimportancia para nosotros; y'que el modo de acción acostumbradode todas las pasiones es simplemente esto, que ellas disponen elakma a desear aquellas cosas que la naturaleza nos dice que son

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útiles, y a persistir en este deseo, y también provocan la mismaagitación de espíritu que generalmente las hace disponer el cuerpopara el movimiento que sirve para llevar a cabo estas cosas; espor eso que, a fin de enumerarlas, debemos meramente examinaren su orden muchas formas divenas que son significativas paranosotfos en que nuestros sentidos pueden ser movidos por susobjetos; y aquí haré una enumeración de todas las principalespasiones según el orden en que se Ies puede encontrar.

Anrícur.o LXIX

Que sóIo hay seis pasiones primitiuas

El número de aquellas que son simples y primitivas no es muygrande. Al revisar todas aquellas que he enumerado, podemosadvertir fácilmente que hay sólo seis de este tipo: asombrq amor,odio, deseo, alegría y tristeza; y todas las demás están compuestaspor algunas de estas seis. Por eso, a fin de que su multitud noabrume a mis lectores, trataré aquí las seis pasiones primitivasseparadamente; y después mostraré en qué forma todas las demásse derivan de ellas en su origen.

Anrícum LXX

EI asombro, su delinición y causa

El asombro es una sorpresa repentina del alma que hace que seaplique a considerar con atención los objetos que le parecen rarosy extraordinarios. Es así causado principalmenle por- la impresiónque tenemos en el cerebro que presenta los objetos como algo raroy en consecuencia dignos de mucha consideración; Iuego por elmovimiento de los espíritus, que están dispuestos por esta impre-sión a inclinarse con gran f.uerza hacia la parte del cerebro endonde está la impresión, a fin de fortificarla y conservarla allí; yestán también dispuestos por ella a pasar de allí a los músculosque sirven para retener los órganos de los sentidos en la nrismasituación en que están, de tal manera que siga mantenida porellos si es por ellos que se formó.