Cablín en el recuerdo

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revista gente año 1995

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EN ACCION. Los llaman losdelirantes del cable. Pero de delirantes notienen nada. Son superprofesionales ydistintos. María Eugenia y Sol ponen untoque maternal y didáctico. Claudio yEsteban aportan el humor.

@ on los delirantes del cable. Deun canal de cable para chicos, pe-ro que atrapa también a los gran-

. des. El original fenómeno se lla-ma Cablín, y de ellos habla todo

el mundo. Claudio Morgado (35), EstebanProl (27), María Eugenia Molinari (21) ySol Mantilla (21) asoman en la pantalla ca-da media hora, en miniprogramas de seisminutos que hacen las veces de separadoresde dibujos animados. Encarnan personajesúnicos, algunos ya clásicos, como Batman yRobin, el Mago Maravilla, los Alpinistas oel Chef Migó, conductor de un espacio pro-pio: Cocinando con Migó. Pero el platofuerte es la sección de Consejos útiles, don-de Claudio y Esteban, colgados cabeza aba-jo, pero al derecho en pantalla, desafían lasleyes de la gravedad. El truco es excelente

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pero, como los magos, no lo revelan.Los cuatro llegaron al canal Cablín en

septiembre del '94. Hasta ese momento, ha-bían trascendido, pero no excesivamente:María Eugenia era una cara conocida paralos bajitos: anteojos mediante, hacía de in-telectual de El agujerito sin fin, junto a Iu-lián Weich. Sol, en cambio, se mostraba co-mo una actriz "seria" junto a RodolfoBebán en El precio del poder. Esteban Prol-también un chico Montaña rusa-, algunavez, con Claudio Morgado (el veterano delgrupo), había mantenido contacto con el

público infantil a través de El agujerito ...,amén de sus años como maestro de un jar-dín de-infantes,

Cablín tiene, además, música propia. Es-tá a cargo de Claudio, un musicólogo condiploma, que suele estar acompañado por

estrellas locales del cali-bre de Pipo Cipolatti, Fa-biana Cantilo y ClaudiaPuyó.

Sol y María Eugenia,por su parte, desde unpapel casi maternal, po-nen límites a los deliriosde los varones.

El clan de Cablin jue-ga en pantalla, se divier-te. Actúa deformandocuentos clásicos, comoaquella nueva versión deCaperucita roja -abso-lutamente libre-, donde

la niña del cuento llega a lo de su abuelitapor el camino más largo y al lobo feroz no lequeda más remedio que hacerse vegetaria-no. Así de simple, como la propuesta. Dife-rente y respetuosa. Y sin publicidades, sinpremios para el espectador: propuesta ab-solutamente insólita y vanguardista en estosdías. Pero con una creatividad de bajos re-cursos que los puso en la mira de varios ca-nales de aire.

por: Jorge Martínez Carricartfotos; Julio Giustozzi