Botto, Malena. Canon
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Representaciones
del intelectual,
Barcelona,
P a i d ó s ,
1996.
(Trad.
cast. de
ilro
Arias)
XZrges, un escritor en las orillas Buenos
Aires,
Ar ie l .
ZX^elPuiS. Después del fin de la literatura, Buenos A.res, Nonna.
9 9 Revistas culturales de dos
decadas
ricanos
n° 517-519, Madrid, julio-septiembre, pp . 195-208
(1970-1990) ,
en
Cuadernos Hispano-
T
9 / CANON
iMalena Botto
—Pero no cualquiera
escribe.
— L a
gente
no
escribe
por una superstición,
porque creen
que hay que ha
cerlo bien.
— ¿ Y no es
así?
—Para nada. A
nadie
le importa si
está
bien o
está
mal. No
sabrían cómo
juzgarlo, por otra parte. ¿Quién
sabe
lo que es un libro bueno o malo, quién
sabe lo que hace bueno o malo a un libro?
C É S A R A I R A ,
El
mago 2003)
¿Habrá
alguien dispuesto a pasarse la vida entera leyendo
libro
tras
libro
para discernir valores, y escribiendo sobre ellos con
isócrona
puntuali
dad
artículos
y
ensayos
de los que piden
maduración
y tiempo, por el
inmenso placer de verse impreso en letras de molde y
leído
por pocos
centenares
de
personas...?
R O B E R T O Giusn, Panorama de la literatura argentina contemporánea 1 9 4 1 )
U N A V I E J A C A T E G O R Í A
Hace algunos
a ñ o s ,
cuando los
debates
en torno del canon
literario
alcanzaban un
momento culminante en nuestro
p a í s ,
favorecido por las
p o l é m i c a s
repercusiones que
susc i tó
la
a pa r i c ión
de
El canon
occidental (1994) de
Harold Bloom, N i c o l á s
Rosa
c r e y ó
necesario recordar que la
d i scus ión
sobre el canon es
b á s i c a m e n t e
universitaria
( 1
9 9 S : 7 5 ) .
En el mismo volumen en el que
a p a r e c i ó
publicado el trabajo de Rosa, Su
sana
('ella se preguntaba por las razones que
ind i ca r í a n
la pertinencia de continuar estas
discusiones relativas a una
vieja ca t egor í a ,
para cuyo revival en los
c í r cu los
letrados
auguraba
el destino de toda moda: br i l lo fugaz, uso
indiscriminado
y discreto abando
n o anle la
s e d u c c i ó n
de otra nueva (1998: 7 ) . Sin embargo, y aunque el momento de
n i . i
M i n o
esplendor haya pasado, podemos decir que el b r i l l o al que Celia se
refer ía
no
ha sulo tan fugaz, y que la
cues t i ón
del canon sigue vigente, así sea de modo indirecto
cu no pocas manifestaciones, varias de las cuales exceden los
l í mi t e s
estrictos de la
academia. Y podemos decir
t a m b i é n
que la
r a zón
con la que entonces Celia
r e s p o n d í a
a su propia pregunta
A l g o
que es a un tiempo más y menos que la palabra canon ...)
119
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C NON
d e s p u é s
de
repasar
su
e t imología
y
usos
en los
diccionarios,
encontramos que se pren
den a ella, como a un
i m á n ,
discusiones de amplio alcance indagando el
estado
de una
cultura
(7 )- es suficiente para explicar la pervivencia. En efecto, el canon se percibe
como
un conjunto de textos fundamentales para una cultura, altamente estimados por
su valor y, por lo mismo, dignos de ser conservados a
t ravés
de sucesivas generaciones.
Lo s criterios de va lorac ión y las
razones
para su c o n s e r v a c i ó n y t rans mis ión son p e r i ó
dicamente objeto de intensos
debates,
que a menudo coinciden con transformaciones
sociales y culturales
significativas.
De ahí lo acertado de las reflexiones de Celia, que
aluden a una primera t ens ión inherente a la noc ión misma de canon: a la vez que su
c r i s t a l i zac ión en un ca t á logo de textos y/o autores tiende a fijarlo en la inmutabilidad
de la norma, el valor es t é t i co o cultural otorgado a
esos
escritos di f í c i lmente pueda
perviv i r como un valor per se —aunque este punto t ambién es objeto de d i s c u s i ó n - y,
aun cuando se admita la existencia de un valor in t r íns eco en los textos, la historia de la
cultura
evidencia que ese valor se reactualiza en vi r tud de las funciones que se
espera
que
estos
textos cumplan en una sociedad determinada.
La
palabra canon proviene del griego ó kavcov, que significa
' caña ' ,
'palo', 'vara'
(Wentzlaff-Eggebert
2000:
8 ).
A partir de
allí
desarrolla una segunda
acepción
como 'regla'
o 'ley' y
este
sentido es,
s egún
John
Guil lory,
el primero que
está presente
en el significa
do de la palabra en las lenguas
europeas
modernas (1990:
l ) ; 5 6
es decir, se
trataría
de un
precepto o
principio
regulador.
57
A su vez
esta
acepc ión ,
junto
con las de
'catálogo
o
lista'
y
'decis ión
de un
concil io' , es tán presentes
en la
formación
del canon
ecles iás t ico,
que es el
precursor del canon
literario.
La
his torización
del
t é rmino
en la cultura occidental
hace
re
ferencia
a un proceso que abarca unos cuatro siglos, por el cual las autoridades de la Iglesia
Católica establecieron la autenticidad -y por io tamo la autoridad- de les textos sagrados,
diferenciándolos de otros textos que formaban parte de la tradición religiosa y que fueron
considerados apócr i fos o de dudosa autenticidad y por ello excluidos de las Sagradas
Escrituras. El proceso de conformac ión del canon bíbl ico puede considerarse terminado
hacia el siglo I V de nuestra era, y la acepción de 'lista o ca t á logo ' en el ámbito religioso se
completa con la nómina de nombres que la Iglesia, aun hoy, incorpora al santoral, con los
santos
que han sido canonizados por la autoridad ecles iás t ica. Las acepciones de 'regla,
principio' y 'decis ión de un concil io' por su parte, cristalizan en un conjunto de normas
doctrinarias -el derecho
c a n ó n i c o -
que regulan el comportamiento de los miembros de la
ins t i tución
religiosa.
David
Lagmanovich refiere que a partir de este proceso queda
esta
blecido
el canon medieval, conformado por tres vertientes:
La iblia
misma, la
patrís t ica
(los
escritos de los
teólogos
llamados
Padres
de la
Iglesia)
y los auctores, autores cristianos
56 Las citas en castellano de
esta
obra provienen de la t r aducc i ón llevada a cabo por
Paola Piacenza.
57 Sin embargo,
para
David Lagmanovic h (2000: 81) en las primeras manifestaciones literari as que se
mues
tran
conscientes
respecto de la cues t i ón del canon -e l paradigma es el
poema
The Canonization de John
Donne- el sentido que
aparece
es el del
deseo
de ser canonizado , de
alcanzar
una fama similar a la de los
santos. Los otros sentidos se
añad i r í an des pués , t ambi én
por
ana l og í a
c on el canon
b í b l i co .
La
i n t e r p r e t ac i ón
de
Arthur M ar o t t i ,
a la que
Gui l l o r y
suscribe en la parte
ñ n a l
de su trabajo, entra
i mpl í c i t amen t e
en
d i s cus i ón
con esa af i r mac i ón de Lagmanovich.
12
L TEORÍ LI TER RI HOY
o
paganos
de la tradición antigua, considerados autoridades (cabe recordar que autor y
autoridad provienen de la misma raíz latina, y que ambos sentidos se hallaron fuertemen
te emparentados durante toda la Edad Media). La inclusión de
esos
auctores const i tuyó el
elemento más problemático para su asimilación al canon medieval. U n complejo tejido de
consideraciones
ideológicas ,
morales y
estéticas
vincula entre sí
estos
elementos
dis ímiles
(...)
En
caso
de necesidad, se usan interpretaciones
alegóricas
de los textos
paganos
para
(...)
preservar la unidad del canon , dice Lagmanovich. Por su parte, Wentzlaff-Eggebert
añade
otras consideraciones: la
mayor í a
de las
personas
en la Edad Media no
sabía
leer
y
escribir, y la
transmisión
de la cultura escrita quedaba relegada al
ámbito
de los monas
terios.
La
única
forma de preservar los manuscritos antiguos del inevitable deterioro era
que los monjes los transcribieran
desde
el papiro
original
a una materia
m ás
perdurable: el
pergamino.
Como el pergamino era muy costoso,
sólo
se
transcribía
aquello que
val ía
la
pena , es decir, los textos cuyo valor ameritaba que fuesen preservados; los textos
erót icos
y mitológicos
fueron, por regla general, excluidos.
De lo desarrollado
hasta
aquí es interesante rescatar algunas cuestiones que serán
fundamentales en relación con el canon literario. En primer lugar, el canon comporta una
selección que no implica meramente una lista de textos canónicos como resultado, sino
un
proceso por el cual otros escritos son apartados, si no se ajustan a los
parámet ros
de
s e l ecc ión ,
y este
aspecto
es crucial para la
cons e rvac ión
y posterior
vi s ib i l i dad
de los
textos en una cultura (si bien la
acepción original
de
apócr i fo
como aquello que
está
escondido u oculto ha sido dejada a un lado, vale la pena recordarla
aquí ) . Según
ve
remos
m ás
adelante, los
debates
recientes se interesan particularmente por contraponer lo
canónico
con lo
marginal,
lo
excluido
o lo
cont racanónico .
En segundo lugar, los
criterios
de
selección
son complejos y de variada
índole : t emát i cos
y morales (qué es lo que los
textos dicen),
estét icos
y de
género (cómo
lo dicen, de acuerdo a qué
pautas
formales y
est i l ís t icas),
materiales y
económicos
(de acuerdo con las posibilidades de
acceso
a los
textos,
y de
producc ión
y
reproducc ión
de la cultura escrita) y finalmente
ideológicos ,
en
un
sentido amplio que en buena medida determina todos los criterios anteriores. De la
conjugac ión de todos estos aspectos surge la idea del
valor
de una obra. En tercer lugar, el
canon está estrechamente emparentado con la tradición, otro t é rmino
bastante
problemá
tico por su complejidad.58 Sin embargo, a pesar de los matices de s ignificación posibles,
parece
haber un
consenso
crí t ico en el sentido de que los dominios de la tradición son más
amplios que los del canon (hecho que se
hace
evidente, por ejemplo, cuando se ut i l iza la
expre sión tradición oral , en alusión a un repertorio de textos que por definición nun
ca s e rán canónicos ) . Así, el canon opera r í a una regulac ión restrictiva sobre el conjunto
58 Raymond
Williams
(1976: 319-320) distingue dos
sentidos
principales de t r ad i c i ón : un sentido activo,
que la muestra como un
proceso
de t r ans mi s i ón en t r ans f o r maci ón
permanente ( apenas hacen
falta dos
generaciones
para
hacer que algo sea tradicionar) y otro pasivo, que tiene un desarrollo más t a r d í o y que la
relaciona con la idea de respeto y obediencia a lo establecido. De esa acepc i ón deriva la tendencia creciente
a orientarse hacia
antigüedad
y ceremonia (en cursiva en el
original),
y la idea de tradicionalismo como lo
opuesto
a la m o d e r n i z a c ió n y a lo moderno. Cuando se considera la tradición en relación
contrapuesta
con
el canon, tiende a prevalecer el primero de los usos.
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CANON
de textos escritos pertenecientes a una
tradición
determinada. Es posible
pensar
que si
una
tradición
comporta elementos
di s ími l es ,
o si en una cultura hay tradiciones diversas
- t a l
el
caso
del reservorio religioso,
filosófico
y
estét ico
que constituye el legado de la
Ant igüedad C lás i ca,
más las tradiciones
hermenéuticas
en pugna en la Iglesia
Catól ica
desde su conformac ión, para el caso que comentamos- el canon aportaría un
criterio
de
unicidad, de relativa homogene izac ión sobre la diversidad. Ese
criterio
puede ejercerlo
directamente sobre las obras, o bien sobre las operaciones de lectura (como ocurre con las
interpretaciones
alegóricas
para preservar la unidad del canon , que comenta Lagmano
vich). De esta manera se pone de manifiesto, más allá de la idea de catálogo que produce
una i lus ión de fijeza y atemporalidad, que el canon no puede constituirse de una vez y
para siempre. Establece respecto del
pasado
una tradición selectiva- una visión intencio-
nalmente selectiva de un
pasado
configurativo y de un
presente
preconfigurado, que re
sulta entonces poderosamente operativo dentro del proceso de definición e identificación
cultural y social (Wi l l i ams 1977: 137)- así como una proyecc ión hacia el futuro que es
inherente a toda norma o principio. En cuarto lugar, y finalmente, no cualquiera está en
condiciones de imponer un canon. Má s a l l á de los
debates
en torno a la posible existencia,
para el
caso
de la literatura, de
cánones
subjetivos, el canon
ecles iás t ico
muestra con toda
claridad
que los formadores de canon siempre se hallan vinculados con, al menos, una
ins t i tución,
ya que son las instituciones (-> Campo literario) las que garantizan el poder
de
impos ic ión
y la
cons e rvac ión
del canon, así como la autoridad de los individuos que
lo
proponen. La pervivencia de un canon
dependerá
de diversos
avatares
al interior de
la ins t i tución
que lo respalde, así como del grado de
par t i c ipac ión
que dicha
inst i tución
tenga en los procesos de
cons t rucc ión
de
hegemonía
en una cultura determinada.
Entre los sigios X Fv y
X V I
-Medioevo tardío, Humanismo, Renacimiento-, la concep
ción medieval del mundo se ve radicalmente alterada y da
paso
a nuevas formas de cono
cimiento y representación. La aparición de la imprenta a mediados del siglo XV modifica
totalmente los modos de relación con la escritura, no sólo porque incentiva la alfabet ización
y
facilita la reproducc ión de los textos, sino porque genera nuevas formas de pensamiento
a partir de la extensión de las práct icas de lectura. Estos cambios coinciden con otros de
índole
más general, como la conquista de nuevos territorios por parte de los
países
euro
peos, el
ascenso
de la
burgues í a
que va a
acabar
consolidando un nuevo tipo de sociedad
(la
capitalista) y los comienzos de la ciencia moderna. Fundamentalmente,
este
proceso es
también
el de la
consolidación
de los Estados nacionales, que implica a la vez la emergencia
de las lenguas
vernáculas
como lenguas autorizadas y la paulatina
pérdida
de exclusivi
dad del
latín
como lengua dominante para los textos escritos. La
pretensión
de jerarquizar
las lenguas romances en
este per íodo,
como se observa en la
Gramática
de Antonio de
Nebrija (1492) para el
caso
del
es pañol ,
es paralela a las luchas por la
u nificación
y conso
l idación
del poder de los
Estados europeos y,
junto con la Reforma, que propicia la lectura
individual y la l ibre interpretación de los textos
sagrados,
arroja como consecuencia la
merma en la hegemonía de la Iglesia sobre el dominio de la cultura escrita. De aquí que
paulatinamente otras instituciones -e l Estado, la primera- se erijan como los guardianes
22
L A TEORÍA
LITERARIA
HOY
de los textos (Sarlo 1995). Durante el siglo
X V I aparece
por primera vez la idea de canon
asociada a un grupo de textos seculares, y puede empezar a hablarse de cánones literarios ,
amparados en la estrecha unidad entre canon, Estado y lengua en tanto
garantes
del proceso
de redefinición hegemónica y de la imposición de una nueva cultura oficial. De este modo
la reconfiguración
del poder
polí t ico
conlleva la
inclusión
en el canon de textos que
hasta
ese momento no eran percibidos ni siquiera como marginales. No obstante, la estricta con
formación de cánones de literaturas nacionales requerirá de un afianzamiento de la noción
de nacionalidad, que
sólo
puede obsei*varse a partir del desarrollo de los Estados capitalistas
modernos -alrededor de la Revolución Francesa y la Revolución Industrial-, y coincide
his tóricamente
con el momento de
const i tución
de la literatura como campo relativamente
autónomo (Bourdieu 1992) (-> Campo l i t e ra r io) . Se trata de un proceso en el que inter
vienen múlt iples factores y que derivará en un cambio radical de la función del arte y de
la
literatura en la sociedad burguesa, así como de la
noción
de autor y las representaciones
en torno de la figura y la personalidad del artista (-> Imagen de escritor ).
Para
Rafael
Gutiérrez
Girardot (1985: 120), el punto de partida de la moderna
his toriografía
literaria
-es decir, de una disciplina abocada a la periodización de la literatura- lo constituye el siglo
X I X
por ser precisamente el siglo de la conciencia
his tórica
y de la
formación
de la idea
de nación y de Estado nacional . Pero, además de esa conciencia histórica, la consolidación
de la sociedad burguesa implica que ahora un conjunto de instituciones, como la escuela,
el
mercado editorial o la
c r í t i ca39
tengan distintos grados de injerencia en los
procesos
de
formación
del canon.
I N S T I T U C I O N E S
P O D E R
Y
T R A N S M I SI Ó N D E L C A N O N
Uno de los aspectos al que
hasta
ahora me he referido al pasar, y que sin embargo es
central, es el de la función pedagógica del canon. Antes y des pués de la conformación del
canon bíbl ico, cuyo propósi to dominante es la transmisión de la doctrina catól ica, existie
ron autores que establecieron cánones con un criterio didác t i co , cuyo objetivo fundamental
residía en la transmisión a través de la enseñanza. Christian Wentzlaff-Eggebert (2000: 10-
15) se refiere a Marco Fabio Quintiliano -autor romano nacido en la región de Hispania,
que vivió en el siglo I - como el primer maestro públ i co de R e tór i ca profesionalizado ,
que recibió un sueldo proveniente de fondos públ i cos . Quintiliano tomó como modelo el
canon alejandrino, conformado por autores griegos, añadió a este escritores y
poetas
latinos
y
procuró que su canon cumpliera la función de una formación pedagógica que excediera
criterios
meramente utilitarios. Si bien la mayor parte de su nstitutio oratoria se aboca a la
enseñanza
del arte de hablar, una preceptiva destinada a la
ejerci tación
y la
formación
pro
fesional
del orador, se concibe en el contexto de una
pedagogía
general en la que entran en
juego
t ambién
criterios
estét icos
y sobre todo morales.
A d e m á s ,
no se
debe
olvidar que la
retórica const i tuía
un arte de la
persuasión,
destinado a
influir y,
por lo tanto, a dominar.
59 La crítica nace en el siglo X V I I I y desde entonces mantiene estrechas vinculaciones con el periodismo,
aunque en el siglo XX se desarrolla además la crítica académica como disciplina
especializada.
23
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CANON
Co n distintas finalidades s egún las condiciones sociales, culturales y polí t icas , la re
lación del canon con la ens eñanza y con la inst i tución escolar es sumamente estrecha.
Para
Pierre Bourdieu (1992: 222) la escuela resguarda como ninguna otra inst i tución la
reproducc ión hegemónica del canon. Si los textos canónicos tienden a equipararse con
los clás icos , es en buena medida
esta
noc ión de la escuela como inst i tución conservadora
la que produce una interpretación de lo c l ás i co como lo opuesto a lo moderno, dado que
c lás i cos admite t ambién la acepc ión de textos que se leen en la clase (-> Clasicis
mos).
La
cons ide rac ión
de la
escuela
como lugar de la
reproducc ión
por excelencia no
es menor, sobre todo cuando se tiene en cuenta que representa para muchas
personas
la
única relación
verdadera con la
dimens ión
de lo literario en toda su vida y siempre se
trata de una
relación fúndante
y condicionante (Ceserani en
B ombini
2004: 25). Si es
cierto
que existen en las
sociedades
modernas
múl t ip l es
formas de contactarse con lo
l i terario, también
es verdad que la
educac ión
escolar
formal
es la
única
instancia que
en
rigor
garantiza -e impone, no hay que
olv ida r lo-
el
acceso
a los textos literarios. Si,
como afirma Bourdieu (1992: 223), la escuela aspira al monopolio de la
cons agrac ión
de las
obras
del
pasado
y de la
producc ión
y la
cons agrac ión
(...) de los consumidores
conformes , lo que se
está
reproduciendo indefectiblemente es todo un orden social. Sin
embargo, las relaciones al interior del campo de la
ens eñanza
son mucho más complejas
y es frecuente que los profesores de literatura tiendan a reaccionar contra las presiones
institucionales y el orden social en el que residen (Gui l lory 1990: 5).
Cuando Gustavo
B ombini
analiza en
os arrabales de la literatura
(2004) la histo
ria
de la
ens eñanza
de la literatura en el
nivel
secundario argentino entre 1860 y 1960,
despliega esa complejidad toda vez que da cuenta de los
debates
en torno a las
plani
ficaciones,
y
ofrece una interesante
inves t igac ión empí r i ca
relacionada con programas,
manuales y colecciones, así como con
prác t i cas
docentes que muchas
veces
constituyen
alternativas a la
prescripción oficial
(-> Literatura). Tal perspectiva permite advertir no
sólo
las tensiones al interior del campo de la
ens eñanza ,
sino en
relación
con el campo
literario (es decir, el conformado por los escritores y
crí t icos
de literatura) y con el campo
del poder. Sobre todo porque la literatura legitimada por el canon escolar tiende siempre
a imponer una lengua modé l i ca o es t ándar , que se contrapone con la diversidad carac
terís t ica del habla cotidiana, y participa por ello en los procesos de dominac ión .
Hacia el Centenario un programa nacionalista impulsado
desde
el
Estado
busca
homoge-
neizar la compleja realidad social generada a partir del aluvión
inmigratorio
y la am pl i ac ión
de los
sectores
medios que pugnaban por
acceder
al sistema de enseñanza. En vinculación
con este espíri tu, son bien conocidas las operaciones fundacionales de Leopoldo Lugones,
co n sus conferencias sobre el
Martín
Fierro (1913, publicadas en 1916 con el título E l
paya-
dor
y de Ricardo Rojas, a través de la publicación de su
Historia
de la literatura argentina
en 1917. Sobre todo la intervención de Lugones a favor de la relegada literatura nacional
resulta ambivalente como gesto democratizador ,
pues
busca una cierta identificación con
lo popular cuya finalidad inmediata es la cons e rvac ión de la hegemonía por parte de la élite
letrada.
A
partir de aquí el poema de J os é Hernández se incluye en todos los programas de
24
L A
TEORÍA
LI TERARI A
HOY
estudio, al tiempo que se va consolidando un paradigma de largo alcance, de carácter histo-
ricista
- y hasta
los
años
cuarenta progresivamente enciclopedista- centrado en la
ens eñanza
de las literaturas española, hispanoamericana y argentina. Una vez consolidados el campo
de la
enseñanza
y el de la
crítica
literaria, el primero tiende a funcionar con un conjunto
de autores y textos ya canonizados, mientras el segundo suele constituir el terreno de las
disputas en tomo a la
conformación
del canon.60
E N T R E E L C A N O N Y E L C O R P U S A M É R I C A L A T I N A Y L O S E S T U D I O S C U L T U R A L E S
E l caso
de la literatura hispanoamericana obliga a enfatizar otra
cuest ión
vinculada
al canon que es la relación entre centro y
periferia.
En nuestros pa í s es , una tradición crí
tica de largo alcance ha debatido la posibilidad de establecer un canon hispano o
lat ino
americano, como entidad supranacional diferente de la suma de los c á n o n e s nacionales.
Pero aquí la di s cus ión en torno del canon ha
estado
indisolublemente ligada a otra que
la
excede o la absorbe, relacionada con los
l ími t es
de la literatura hispanoamericana y
co n la dificul tad para fijar un origen o punto de partida. Las diferentes denominaciones
-literatura
hispanoamericana, iberoamericana, latinoamericana, indoamericana- dan
cuenta de posiciones ideológicas en torno a la concepc ión de lo literario a partir de dis
tintos factores aglutinantes: la lengua, la pertenencia geográ f i ca , la afirmación de una
identidad
diferenciada respecto de la
t radic ión es pañola
o europea.
Esas
fluctuaciones
suponen diversos ' corrimientos ' de un canon difíci l de fijar, porque el corpus hispa
noamericano sobre el que
descansa
es inestable (Caballero
W a n g ü e m e r t
2000: 37). La
t ens ión entre canon y
corpus*
(entendido t ambién como conjunto de textos sobre los
que se produce la
fijación
del canon) atraviesa el
á m b i t o
latinoamericano, en tanto se
ha d i s e ñ a d o una t radic ión interpretativa que lo postula como espacio de cruces entre
diferentes tradiciones,
razas
y culturas. C a tegor í as c r í t i cas como mestizaje, sincretismo
o
t rans cul turac ión ,
al
igual
que manifestaciones
c r í t i co- l i t e ra r i a s
como el modernismo
hispanoamericano (hacia 1890-1900), las formas híbr idas del testimonio o la postula
ción
del barroco como forma de
repres entac ión
inherente a la
expres ión
americana
(- > Neobarroco), dan cuenta de ese proceso que implica un trastocamiento o reconsi
derac ión
de los
géneros
y objetos del canon.
Si desde
la
década
del
sesenta
y
hasta
la del ochenta la alternancia
polémica
de mar
xismo
(->) y estructuralismo (-> Postestructuralismo)
conformó
un paradigma
domi -
60 Por
supuesto,
hay excepciones. En otro género
escolar
complementario de los
manuales,
las antologías, que
constituyen una
novedad
en los años
cuarenta,
sí puede
registrarse
en algún
caso
la
presencia
de
autores
como
Borges
y Mallea,
entre
otros. Por otra
parte,
la
ampliación
del
mercado
editorial a partir de los
años
sesenta produce una modernización en el canon
escolar,
al publicarse colecciones y
manuales
que inclu
yen, por ejemplo,
autores
del boom de la literatura latinoamericana. Finalmente, en
diversos lugares
de su
trabajo
Gustavo
Bombini registra
innovaciones
que tienen que ver con las
prácticas docentes;
una de las
m ás
destacadas por su amplitud y originalidad, y porque se complementa con una activa participación en
la
reforma de los
planes
de
estudio
de 1936 y la elaboración de
programas novedosos para
el Instituto del
Profesorado
y el Colegio Nacional de La
Plata,
es la de
Pedro Henríquez Ureña.
25
8/19/2019 Botto, Malena. Canon
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C NON
nante en A m é r i c a Latina, éste rigió las interpretaciones de lo latinoamericano vinculadas
co n la teoría de la dependencia*, que responden a la consolidación de Estados Unidos
como centro de la dominac ión pol í t i ca , así como de un imperialismo ejercido a través
de la industria cultural y los fenómenos de las posvanguardias (->). No obstante, en los
años ochenta la ampl i ac ión de la noc ión de hegemonía l l evó a poner el acento en los
fenómenos culturales, a cuestionar las formas establecidas de la alta cultura y a percibir
al sujeto latinoamericano propuesto por las teorías dependentistas como fuertemente de
terminado a partir de estructuras de clase, género o raza, construido y hablado por una
él i te académica o por los autores de literatura (por ejemplo, los escritores del
boom),
de
manera que esas construcciones discursivas estarían velando la diversidad existente en las
práct icas y sujetos marginales o cont rahegemónicos . Las dinámicas polí t icas y culturales
comenzaron a considerarse formando parte de un nuevo contexto global, atravesado por
los
debates
en torno a la
Posmodernidad*,
algunas de cuyas manifestaciones proponen la
di s oluc ión
de
categorías
como las de sujeto,
Es tado-nac ión , clase
o
ideología.
Ese clima no es ajeno al fuerte impulso que, hacia los años noventa, se les da a los Estu
dios Culturales (-> Culturas populares) en la academia norteamericana, con un marcado
interés
hacia lo latinoamericano, devenido latinoamericanismo . Esta
operación crí t ica
de
sesgo
deconstructivo tiende a desdibujar la
jerarq uía imp líci ta
en el binomio centro-
periferia en
vi r tud
de su
exal tación
de lo
periférico,
lo diverso y la
sabalternidad*,
y con
lleva un reconocimiento de que los sujetos y
prác t i cas
culturales marginales constituyen
un
elemento activo en los procesos de
cons t rucc ión h egemónica .
El problema se presenta
cuando los enfoques más optimistas del pensamiento posmoderno creen encontrar en
la reivindicación de la subalternidad latinoamericana una suerte de pre del post : ciertas
tradiciones culturales son rescatadas en tanto experiencias -no sistematizadas en un or
den discursivo- que presentarían la posibilidad de subvertir el canon metropolitano, pero
siempre mediante una operación crí t ica de repres entac ión discursiva (un hablar sobre
o hablar por ) que se realiza en el seno de la academia. Algunos crí t icos reconocen el
problema de la repres entac ión y los l ímites de una marginalidad programada (Jitrik
1996: 23) como gesto pol í t i co-académico por parte de una élite intelectual.
El
enfoque multiculturalista implica la
fragmentación
del canon a partir de la
reivindi
cación
de una
multiplicidad
de
cánones
alternativos que
constituirían
la
expresión
de gru
pos e identidades
his tóricamente relegados
en la cultura occidental: literatura femenina,
literatura chicana, literatura negra americana, etc. Esta ampliación, basada en la premisa de
representación de las minorías , parece olvidar a menudo que los procesos de canonizac ión
responden a modos de sanción caracterís t icos de la inst i tución
literaria,
por mucho que ellos
puedan entrar en contacto con otras instituciones, y que el canon literario no representa a
un electorado 'social' al modo de una legislatura ps eudo-democrá t i ca (Gui l lory 1990: 3).
La equiparación de la literatura con expresiones culturales de cualquier tipo -a condic ión de
que sean marginales- pierde de vista su especificidad discursiva y habilita las crí t icas con
servadoras que intentan reinstalar y preservar el canon occidental amparándos e en la
cues
tión del valor estét ico, pero de un valor que se piensa como intrínseco a las obras literarias.
26
L
TEORÍ
LI TER RI
HOY
La polémica intervención de
Harold
Bloom señalada al comienzo va en ese sentido: Bloom
se alza contra la expansión de los Estudios Culturales, que él llama Escuela del Resenti
miento o la trama académico-periodís t ica (1994: 14), más que para proponer un canon,
para denostar lo que considera su destrucción en virtud de dudosos programas de liberación
social.
Para
Bloom el ju i c io sobre las obras literarias ha de ser puramente estét ico e
indi
vidual ( leer al servicio de cualquier ideología, a mi juicio, es lo mismo que no leer nada
(40)), la formación del canon se considera a partir de una relación escritor-lector desprovista
de mediaciones institucionales, y el autor -ca t edrá t i co de la Universidad de Yale- se auto-
proclama incapaz de descubrir ninguna conexión interna entre cualquier grupo social y la
manera concreta en que he
pasado
mi vida leyendo, juzgando e interpretando lo que antaño
denominábamos 'literatura de imaginac ión ' (33). Ese contacto vi tal con la experiencia es
tética se convierte en el fundamento de la lista de autores que propone Bloom como los más
representativos del canon occidental, conformada por veint iséis escritores -doce de ellos
de lengua inglesa, tres
representantes
de la literatura en
español
en su totalidad y once de
otras lenguas- y que tiene en
Shakespeare
su figura central. Sin embargo, la canonicidad en
Bloom se explica mejor por lo que él mismo ha denominado la
teoría
de la angustia de las
influencias,
que supone que la literatura funciona de manera
agonística ,
y que los grandes
escritores realizan una lectura desviada de las obras que leen en su
afán
por liberarse de la
influencia de sus precursores. Una obra
original
-con toda la carga
románt i ca
que el
término
supone- no
sólo
es el resultado de la lectura de una obra anterior, sino que constituye en
sí misma esa lectura, o es la angustia (18) en un sentido no meramente psicológico, sino
que postula las relaciones intertextuales e his tóricas en la literatura a partir de ese diálogo
conflictivo que los escritores sostienen a través de sus obras. La teoría de las influencias
de Bloom no sólo opera una suerte de selección natural entre obras y autores, sino que
supone que la experiencia estética es intransferible y sólo puede ser experimentada por un
yo individual que se define en contra de la sociedad (33). Aunque las obras puedan ser
conservadas y transmitidas por medio de la enseñanza, su valor estético nada tendría que ver
con cuestiones ideológicas ni con valores morales - el arte es absolutamente inúti l (25). El
valor
no puede ser explicado o sancionado socialmente y esto, in extremis, volvería super-
fluo también el ejercicio de cualquier crítica, incluso la que practica el propio Bloom.
61
Si
bien
El canon occidental
es resultado de una
tensión
que se da en el interior de la
academia norteamericana y pretende una inmediata
intervención
en ese campo, las re
percusiones mundiales del
libro
se explican en que las provocativas proclamas de Bloom
tienden a
div id i r
tajantemente las
aguas.
Por un lado, se
hal laría
la
defensa
conservadora
de un canon tradicional, que ignora la efectiva ampl i ac ión del corpus y los cambios en
los modos de producc ión y recepc ión de la literatura, pero que a la vez se ocupa de la
cuest ión específica del valor y suele recordar que hay algo irresistiblemente desplazado
61 Una
perspectiva
que
puede leerse
en
consonancia
con la de Bl oom es la de
George Steiner.
En
Presencias
reales
(1989),
Steiner propone
una imaginaria
república contraplatónica
de
escritores
y
lectores,
de la que
los
críticos
de
arte
han quedado excluidos por
innecesarios, dado
que son las obras de
arte
las que constitu
yen una
auténtica respuesta crítica
a las obras
precursoras.
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8/19/2019 Botto, Malena. Canon
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C NON
y marginal en la hoy común y restrictiva expresión 'consideraciones es t é t i cas ' (Williams
1976: 125); por otra parte, estarían aquellas manifestaciones de los Estudios Culturales
que, o bien proponen sus cánones como quien fija una
agenda
polí t ica, o exigen la total
disolución del canon en vi r tud de su carácter inherente e inevitablemente elitista. Entre
las numerosas posiciones críticas que ocupan ese espectro, desde mérica Latina pers
pectivas distintas coinciden no obstante en señalar la importancia de la localizac ión ,
del
anclaje sociohistórico de los Estudios Culturales o del propio término canon, que se
percibe
heredado
de una
tradición eurocéntrica.
28
L
TEORÍ
LIT E R RI HOY
ibliogr fí
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