Bonanza Peroninsta

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De la bonanza peronista ala crisis de desarrollo por PABLO GERCHUNOFF Y DAMIÁN ANTÚNEZ* PERÓN ANTES DE PERÓN Hay días muy particulares enla vida de las personas. El húmedoe inestable lunes 8 deoctubre de 1945, el coronelPerón cumplía cincuenta añosy lo celebraba con bastante discrecióny no poca ansiedad juntoa Eva Duarte, en su departamentode la calle Posadas. Durantela jornada anterior se habíacelebrado el Día de la Madre,pero es improbable quePerón haya visitado a JuanaSosa Toledo. El martes 9 amaneciómás frío y se convertiríaen una jornada políticamente importante:los principales jefesmilitares consiguieron quePerón renunciara a todos suscargos oficiales en el gobiernode Edelmiro J. Farrell. Considerabanque el coronel se habíaapartado de los principios de larevolución del 4 de junio; lo acusabande un desempeñodemagógico al frente de la vicepresidencia,del Ministerio deGuerra y, fundamentalmente, dela Secretaría de Trabajo y Previsión;estaban convencidos deque Perón encubría una clara intenciónde ser presidente. Luego de varios días de luchade palacio, lo que en los hechoshabía sido una destitución seconvertía en detención. La ordenen tal sentido fue expedida a las cinco de la tarde del viernes 12, mientrasPerón y Eva Duarte descansaban en el paraje “Tres Bocas”, del Tigre. Deallí Perón fue trasladado a su domicilio, a donde llegó a la una de lamañana del sábado. Dos horas después fue embarcado en el cañonero“Independencia”, que lo llevó a su provisorio destino: la isla Martín García.La sensación de que Perón ya no tenía futuro político se generalizaba,pero fue equivocada. Los militares que se le oponían intentaron que Farrelldesignara un gabinete de inequívoco tinte antiperonista, de modo de alzarsecon el dominio pleno del gobierno. Sin embargo, el triunfo que inicialmenteobtuvieron se diluyó. Las disidencias y las dudas hicieron queel gobierno perdiera finalmente la dirección de los acontecimientos. Nose pudo impedir la proclamación de una huelga general para el día 18 deoctubre, ni tampoco la sorpresiva congregación de multitudes obreras enla Plaza de Mayo desde las primeras horas del miércoles 17. Luego delos confusos episodios de la jornada que se narran en la introducción deeste libro, el escenario quedó montado. El público no había fallado. Sólofaltaba el protagonista principal. Llegó a la noche y comenzó su victoriosodiscurso cuando sólo faltaban cuatro minutos para que el día terminara. Pero el ‘45 no sólo tiene la importancia de ser el año fundacional delmovimiento político que llevaría a Perón al poder pocos meses después.Es algo menos y algo más que eso. Es el año de una fuerte inflación —casi el 20%— que superó largamente el promedio mundial y cuyas consecuenciasmás inmediatas fueron la caída del nivel de actividad y de lossalarios reales y la desaceleración en el ritmo de creación de empleo, enparticular del empleo industrial. Es, por lo tanto, desde una perspectivaeconómica de corto alcance, un año mediocre y olvidable, durante el cuallas autoridades económicas tuvieron como preocupación principal frenarla expansión del crédito y contener el desequilibrio fiscal. A la vez, sinembargo, 1945 es un momento de rupturas y cambios trascendentales.Por lo pronto, es el año en que 1

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De La Bonanza Peronista a La Crisis de Desarrollo

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De la bonanza peronista ala crisis de desarrollopor PABLO GERCHUNOFF Y DAMIN ANTNEZ*

PERN ANTES DE PERNHay das muy particulares enla vida de las personas. El hmedoe inestable lunes 8 deoctubre de 1945, el coronelPern cumpla cincuenta aosy lo celebraba con bastante discreciny no poca ansiedad juntoa Eva Duarte, en su departamentode la calle Posadas. Durantela jornada anterior se habacelebrado el Da de la Madre,pero es improbable quePern haya visitado a JuanaSosa Toledo. El martes 9 amanecims fro y se convertiraen una jornada polticamente importante:los principales jefesmilitares consiguieron quePern renunciara a todos suscargos oficiales en el gobiernode Edelmiro J. Farrell. Considerabanque el coronel se habaapartado de los principios de larevolucin del 4 de junio; lo acusabande un desempeodemaggico al frente de la vicepresidencia,del Ministerio deGuerra y, fundamentalmente, dela Secretara de Trabajo y Previsin;estaban convencidos deque Pern encubra una clara intencinde ser presidente.Luego de varios das de luchade palacio, lo que en los hechoshaba sido una destitucin seconverta en detencin. La ordenen tal sentido fue expedida a las cinco de la tarde del viernes 12, mientrasPern y Eva Duarte descansaban en el paraje Tres Bocas, del Tigre. Deall Pern fue trasladado a su domicilio, a donde lleg a la una de lamaana del sbado. Dos horas despus fue embarcado en el caoneroIndependencia, que lo llev a su provisorio destino: la isla Martn Garca.La sensacin de que Pern ya no tena futuro poltico se generalizaba,pero fue equivocada. Los militares que se le oponan intentaron que Farrelldesignara un gabinete de inequvoco tinte antiperonista, de modo de alzarsecon el dominio pleno del gobierno. Sin embargo, el triunfo que inicialmenteobtuvieron se diluy. Las disidencias y las dudas hicieron queel gobierno perdiera finalmente la direccin de los acontecimientos. Nose pudo impedir la proclamacin de una huelga general para el da 18 deoctubre, ni tampoco la sorpresiva congregacin de multitudes obreras enla Plaza de Mayo desde las primeras horas del mircoles 17. Luego delos confusos episodios de la jornada que se narran en la introduccin deeste libro, el escenario qued montado. El pblico no haba fallado. Slofaltaba el protagonista principal. Lleg a la noche y comenz su victoriosodiscurso cuando slo faltaban cuatro minutos para que el da terminara.Pero el 45 no slo tiene la importancia de ser el ao fundacional delmovimiento poltico que llevara a Pern al poder pocos meses despus.Es algo menos y algo ms que eso. Es el ao de una fuerte inflacin casi el 20% que super largamente el promedio mundial y cuyas consecuenciasms inmediatas fueron la cada del nivel de actividad y de lossalarios reales y la desaceleracin en el ritmo de creacin de empleo, enparticular del empleo industrial. Es, por lo tanto, desde una perspectivaeconmica de corto alcance, un ao mediocre y olvidable, durante el cuallas autoridades econmicas tuvieron como preocupacin principal frenarla expansin del crdito y contener el desequilibrio fiscal. A la vez, sinembargo, 1945 es un momento de rupturas y cambios trascendentales.Por lo pronto, es el ao en que termina la Segunda Guerra Mundial, en unsiglo signado por las grandes guerras y por las secuelas traumticas delas posguerras. Winston Churchill dira en 1948 que el perodo 1914- 1945haba sido la segunda guerra de los treinta aos, y en esa frase expresarael pensamiento de muchos lderes de la poca, incluido Pern. Y1945 es el ao de una cifra que se conocera aos ms tarde y quedemarcara una frontera simblica: la participacin de la industria manufactureraen el Producto Bruto Interno (PBI) superaba por primera vez enla historia argentina a la del sector agropecuario. As, guerra, posguerra eindustrializacin constituiran el escenario inicial en que se iba a desplegarla poltica econmica peronista. Seran, al mismo tiempo, origen deinterrogantes cruciales que Pern ira contestando sobre la marcha y conacciones muchas veces contradictorias.

Despus de la guerraAhora que los campos de batalla se silenciaban, hacia dnde marcharael mundo? El panorama internacional se le apareca, a quien comoPern pensaba a la Churchill y conservaba en la memoria la frustradareconstruccin de la pasada posguerra y la lgubre experiencia cotidianade la Gran Depresin, salpicado de malos presagios. Por qu no iba asuceder lo mismo? Ya no era apenas un teniente de 23 aos, como en1918. La experiencia de militar maduro que en 1929 haba comenzado aensear historia en la Escuela Superior de Guerra y que en alguna ocasinhaba tomado cursos de economa poltica le dibujaba un horizontecargado de oscuros nubarrones. As lo haba dicho en 1944:

(...) Est por terminar la guerra en Europa, y los que nosomos ya muy jvenes conocemos cules son las consecuenciasde las terminaciones de las guerras en Europa.Los gobernantes de hoy deben mirar fijamente a ese perodode posguerra que viene como para nosotros, cargado deoscuros nubarrones que las mentes ms privilegiadas nopueden prever en sus consecuencias cuando comienzan adescargar su accin. La posguerra traer profundos problemas,(...) en primer trmino una paralizacin y una desocupacin.Traer, asimismo, una agitacin natural en las masas,pero traer tambin una agitacin que no ser naturalsino artificial de esas mismas masas.[footnoteRef:2] [2: Juan D. Pern, El sindicalismo gremial sucede al sindicalismo poltico, en: El pensamiento del secretario de Trabajo y Previsin en el anlisis de los problemas de la clase media, Buenos Aires, 1944, p. 28.]

Atrs haban quedado las bondades de la belle poque, del comerciomultilateral y del patrn oro, presididas por el dominio mundial britnico;eran para Pern piezas arqueolgicas y no una escena a la que se pudieravolver. La lectura que haca Pern de la posguerra parta de considerarque de aqulla no haban surgido ganadores claros, y de ello se ira convenciendoan ms al transcurrir los tres primeros aos posteriores alarmisticio, cuando los estrepitosos fracasos de los gobiernos de coalicinde la Europa occidental dieran lugar al inicio formal de la denominadaguerra fra entre los Estados Unidos y la Unin Sovitica. Tampococrey Pern en las promesas de crear un nuevo orden econmico internacional,basado en la libre convertibilidad de las monedas y en el restablecimientodel comercio multilateral. Esas promesas haban surgido de laConferencia de Bretton Woods, pero el escepticismo de Pern no era uncapricho. Con la mente puesta en experiencias como Locarno, Gnova yLondres, Pern crea poco en el xito de las conferencias internacionales.Las idas y vueltas de Bretton Woods parecan darle la razn. El objetivode esta conferencia haba sido disear instituciones y polticas queevitaran los errores cometidos en el tratado de Versalles y durante elperodo de entreguerras, errores que acabaron por dejar sin un manejounificado y coherente al sistema de pagos internacionales al pretenderuna reedicin del patrn oro que haba funcionado con xito hasta 1914.En eso coincidan todos los participantes, pero haba serias diferenciasoperativas que acabaron siendo conceptuales. Para el titular de la delegacinbritnica, John M. Keynes, no se podra adoptar un sistema depagos internacionales basado en la libre convertibilidad de las monedassi antes no se atenda financieramente a las destruidas economas queemergan de la contienda. Para ello era imprescindible dotar al continenteque haba sido escenario blico de cuantiosos fondos destinados a lareconstruccin. Keynes observaba, ya hacia el final de la guerra, unaEuropa que, tal como la describe Derek Aldcroft:

(...) se encontraba desorganizada y muy cerca de la miseria.Desde Stalingrado a Saint-Nazaire y desde Murmansk aBengasi haba una estela de devastacin y destruccin, conlos peores estragos producidos en las regiones central yoriental. La extensin de los daos y las prdidas de la produccineran ms graves de lo que haban sido en la PrimeraGuerra Mundial. Las manufacturas estaban paralizadas,el comercio estaba casi paralizado, la produccin agrcolaestaba por los suelos y las comunicaciones estaban seriamenteinterrumpidas... Europa se encontraba en un estadosumamente dbil (...)[footnoteRef:3] [3: Derek H. Aldcroft, Historia de la economa europea (1914-1990), Crtica. Barcelona. 1998, p. 131.]

Para Keynes, slo con la ayuda norteamericana Europa se encaminaraa recuperar un potencial exportador que la dotara de divisas que hicieransostenible la aplicacin de tipos de cambio fijos y convertibles. Sinembargo, la oposicin inicial de los Estados Unidos a invertir sumas importantesde dinero dej sin efecto las propuestas de Keynes, dandolugar a las ms ortodoxas y ms mezquinas del representante estadounidenseHarry White, sobre las cuales se crearan finalmente el FondoMonetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucciny Fomento (BIRF), ms conocido como Banco Mundial. Otra institucin,el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT), surgira recinen 1947. Su propsito no era otro que el de revertir el bilateralismo comercialsurgido al finalizar la guerra como consecuencia de los controles decambios implantados para racionalizar las exiguas divisas disponibles.En definitiva, el GATT procurara inducir al comercio mundial hacia elmultilateralismo, limitando barreras arancelarias y paraarancelarias.Lo cierto es que ninguna de estas instituciones cumplira en el futuroinmediato con la misin que se les haba encomendado. El fracaso delFMI obedeci a la combinacin de dos factores: por un lado, la granescasez de dlares que afect tanto a Europa occidental como a Japn ycuya contrapartida fue la abundancia de dlares en los Estados Unidos,que para 1945 llegaron a poseer dos tercios del stock de oro monetariomundial; por otro lado, el propio triunfo de la posicin norteamericana enBretton Woods determin la insuficiencia de efectivo con que fue dotadoinicialmente el organismo, y por lo tanto su impotencia para hacer frentea los graves desbalances en la distribucin de la liquidez internacional. Elcaso del BIRF fue un calco: naci prcticamente sin fondos, y hubo queesperar ms de una dcada para que comenzara a financiar, fundamentalmente, proyectos de inversin en infraestructura pblica. En cuanto alGATT, muy pronto demostr su incapacidad para combatir el bilateralismocuya causa era la mala distribucin de la liquidez, al tiempo quedebi permitir la vigencia de una fuerte batera de subsidios y proteccionesen el sector agropecuario de los pases europeos.Las dificultades del flamante orden econmico internacional para resolvercon eficacia los recurrentes problemas de la posguerra, en combinacincon el notorio crecimiento electoral de los partidos comunistas enpases como Italia, Francia, Holanda o Blgica, impusieron una revisinde la ahorrativa poltica norteamericana. Poco a poco los Estados Unidosfueron acrecentando su disposicin a intervenir en forma directa y comprometidaen tanto lder del naciente bloque occidental constituido comoalianza militar en la Organizacin del Tratado del Atlntico Norte (OTAN).As, para 1947, el presidente Harry Truman y su secretario de EstadoGeorge Marshall retornaron al pensamiento de Keynes e idearon un programaesencialmente financiero para recuperar la capacidad productivade la regin occidental del continente. Pero la evolucin hasta llegar aesa decisin sera lenta; en todo caso, en 1945 ni siquiera estaba planteada.Si la economa internacional iba o no hacia una mayor integracinmonetaria y comercial en un plazo ms o menos corto era una incgnitadifcil de develar en 1945. En cambio, Pern tena ante s una realidadpalpable sobre la que poco se poda discutir: la ampliacin de los rolesdel Estado en el mundo entero. Sobraban ejemplos. Meses despus dela liberacin de Pars se puso en marcha en Francia el programa por elcual haba abogado la Resistencia. Primero se nacionaliz Renault cuyos propietarios fueron acusados de colaboracionistas, una parte dela industria del carbn y la compaa area Air France; ms tarde ocurrilo mismo con el Banco de Francia, las mayores instituciones de crdito,las empresas de seguros, gas y electricidad. En Gran Bretaa, luego deltriunfo electoral de los laboristas en julio de 1945, se transit por losmismos carriles. La poltica de nacionalizaciones del primer ministroClementAttlee abarc las finanzas, los telgrafos, la aviacin civil, laelectricidad, el gas, los transportes, la industria del carbn y la del acero.A ello se agreg la HealthServiceAct que garantiz una completaasistencia mdica a todos los residentes de las islas britnicas y unconjunto de prestaciones sociales que realizaron casi por completo lasideas de Beveridge. Por otra parte, Pern haba visto de cerca la organizacinproductiva estatal del fascismo, que los partidos democrticositalianos heredaban y no tenan intenciones de desmontar, y la experienciade poltica econmica nazi cuando ya se haba superado la GranDepresin. Ms lejos de l, a uno y otro lado, se extendan el socialismode Estado en el oriente europeo y las prcticas de regulacin pblica enlos Estados Unidos.Para cualquier observador atento, el origen de esta transformacin debaquedar claro. Se trataba menos de una victoria cultural de las ideassocialistas que de un cambio en los signos de los tiempos. Partidospolticos y coaliciones de muy distinta raigambre ideolgica adoptaron,con sus matices, programas en cuyo centro haba una mayor intervencinestatal. Las guerras, la depresin, y en muchos pases el atrasoeconmico, eran los factores convocantes de la actividad del Estado. Lasguerras y la depresin, por otra parte, forjaban un clima solidario quehaba estado ausente durante la larga bonanza de la Pax Britnica y elpatrn oro: ahora, en los 40, el desempleo y la pobreza no eran ya calamidadesnaturales e inevitables, sino problemas polticos que deban serresueltos con instrumentos que slo los gobiernos tenan a la mano.

La herencia de la industrializacinAhora que el final de la contienda iba a restablecer la circulacin internacionalde mercancas, qu iba a ser de la industria manufacturera ydel empleo que ella generaba?; cul era, en otras palabras, la capacidaddestructiva de la paz sobre la estructura productiva argentina? Muchosse hacan esas preguntas en 1945, pero seguramente a nadie desvelabantanto como a Pern. Es que no se trataba, para l, slo de unadiscusin sobre estrategias de desarrollo en la que la cuestin central erael grado de diversificacin del tramado industrial. Estaba en juego, tambin,la consolidacin del movimiento poltico que lideraba. Su base social,aquella con la cual iba a ganar las elecciones de febrero, eran, antesque nada, los seis millones de ocupados y, muy en particular, el milln ymedio de trabajadores industriales que venan cambiando la fisonoma delas grandes ciudades. Nada deba poner en riesgo la seguridad de susempleos.Una mirada retrospectiva desde 1945 revelaba un hecho irrefutable: laindustrializacin argentina y sus consecuencias sobre la estructura socialeran un fenmeno acumulativo que vena de lejos. Entre 1880 y 1914haba sido lo que alguien denomin felizmente la armona de los opuestos,ese proceso en el que la locomotora agropecuaria vinculada al imperioingls arrastraba actividades industriales que giraban en torno del ferrocarrily de la elaboracin de alimentos; ms tarde, el estallido de laPrimera Guerra signific no slo el principio del fin de la belle poque,sino tambin un primero y efmero impulso a la sustitucin de importaciones;ese impulso dej huellas apenas perceptibles, pero en la dcada del20 el presidente Alvear pudo recibir con beneplcito un flujo masivo deinversiones extranjeras en la industria, predominantemente de origen norteamericano,que ampli aceleradamente la gama de la produccin nacional;durante los 30, el cambio de rgimen macroeconmico le dio otroimpulso a la industria: la poltica monetaria, como en casi todo el mundo,se volvi ms autnoma de los avatares externos y por lo tanto msexpansiva durante la fase depresiva del ciclo econmico. Como ello ocurrien el contexto de una penuria de divisas que desde 1931 termininstalando el control de cambios como una pieza clave de las polticaseconmicas, el resultado fue un mayor y ms diversificado crecimientoindustrial. El mecanismo era simple: la demanda aumentaba pero esademanda no poda canalizarse hacia bienes importados. Por lo tanto, lasustitucin de importaciones floreca.Sin embargo, lo que para Pern representaba una experiencia vvidaeran los cinco aos previos a su llegada a la presidencia. Al comenzar laSegunda Guerra, la opinin ilustrada coincida en que el conflicto blicotendra efectos deletreos sobre la produccin. El recuerdo de la PrimeraGuerra, durante la cual el nivel de actividad haba cado ms que durantela Gran Depresin, alimentaba los temores. sa fue la principal razn porla que, durante 1940, Federico Pinedo present al Congreso su Plan deReactivacin Econmica, el primer intento articulado y consciente en lahistoria argentina de llevar a cabo una poltica que contrarrestara, coninstrumentos monetarios y fiscales, las tendencias recesivas del mercado.Afectado a su conocida misin militar a Europa, Pern no estaba enla Argentina para presenciar y aprender del debate. Pero a su regresopudo compartir la perplejidad de muchos: por causas que la historiografaha tratado profusamente, el Plan Pinedo nunca se puso en prctica y, sinembargo, la depresin no lleg. Entre 1914 y 1918, el nivel de actividadcay al 1% anual; entre 1939 y 1945 aument al 2,6% anual.Qu es lo que haba ocurrido? Desde comienzos de la Segunda Guerra,la economa argentina estaba experimentando un proceso distinto delde la Primera Guerra y del de la Gran Depresin. En aquellos dos eventos,el derrumbe de las exportaciones y la fuga de capitales haban llevadoa la Argentina a recesiones profundas: faltaban divisas y sobrabanbienes. Durante la Segunda Guerra la dinmica fue otra: sobraban divisasy faltaban bienes, en particular los bienes indispensables para manteneren movimiento la maquinaria de la produccin. Sobrante de divisas yfaltante de bienes fueron cara y contracara de un mismo fenmeno. Lasnaciones involucradas en el conflicto necesitaban toda su produccin fronterasadentro e importar lo que fuera necesario para evitar escaseces alas poblaciones movilizadas. El caso de mayor impacto en la economamundial fue el de los Estados Unidos: prohibi algunas exportaciones,redujo otras, se retir de muchos mercados, aument sus importacionesy us las bodegas de sus barcos casi exclusivamente para transportarpertrechos blicos. La Argentina fue afectada por los movimientos delgigante. Por un lado, sufri dificultades para acceder a bienes que hastaese momento formaban parte de su comercio regular; por otro, comenza venderle significativamente a la primera potencia mundial y a ocupar sulugar como proveedor de muchos pases latinoamericanos.As, el tradicional modelo de comercio triangular implantado durantelos aos 20, que implicaba supervit comercial con Inglaterra y dficitcomercial con los Estados Unidos, qued por lo menos en suspenso.Durante la guerra, la Argentina tuvo supervit en todas las reas comerciales.Y si bien es cierto que los importantes excedentes con Inglaterraestaban bloqueados y fue un debate permanente de la poca qu hacercon esos fondos, el acceso de las exportaciones argentinas al rea deldlar permiti acumular divisas de libre disponibilidad. Un retrato estilizadode las estadsticas de la balanza de pagos entre 1941 ao en quelos Estados Unidos entran en la guerra y 1945 ao en que la guerrafinaliza clarifica acerca del escenario inicial que le esperaba a Pern:para el promedio del quinquenio, la Argentina le vendi al conjunto deAmrica el 50% de sus exportaciones totales y el saldo neto de la balanzade pagos fue un 63% en divisas de libre transferencia y un 37% endivisas de compensacin. Eso explica que en 1946, inmediatamente despusdel cambio de gobierno, las reservas internacionales del BancoCentral estuvieran constituidas en un 65% por oro y divisas de libre transferenciay en un 35% por divisas de compensacin.Ciertamente, que sobraran divisas y faltaran bienes conform un paisajeeconmico de caractersticas excepcionales. Como consecuencia delracionamiento impuesto por las naciones en guerra y de la escasez debodegas, las importaciones en esos aos fueron tan bajas como durantela Gran Depresin y ms bajas que las registradas durante la PrimeraGuerra. La insuficiencia en la oferta de bienes provenientes del extranjeroen un contexto en que el sector externo creaba dinero tuvo una dobleconsecuencia. La primera consisti en que los gobernantes tuvieron quecuidarse de la inflacin y no de la recesin. La segunda fue que se abriun espacio para una industria que haba venido consolidndose desdefines del siglo anterior y que ahora estaba en condiciones de ocupar ellugar de las importaciones que no podan efectivizarse. Tambin en estesentido la Segunda Guerra era distinta de la Primera. Durante la Primera,la industria era todava muy frgil y poco desarrollada y la clase dirigentedemasiado aferrada a las bondades indiscutibles de la belle poque comopara esperar un impulso irreversible hacia la sustitucin de importaciones.Durante la Segunda Guerra las cosas haban cambiado, tanto en laestructura productiva como en las mentalidades.Que la inflacin haya sido durante la guerra una de las principalespreocupaciones econmicas fue una sorpresa, pero una sorpresa explicable.Mientras las restricciones a la circulacin internacional de mercancasoperaran como el principal factor limitante del crecimiento, unaestrategia macroeconmica expansionista slo conducira al incrementoincesante de los precios. Fue en este nuevo escenario, diametralmenteopuesto al que haba proyectado Federico Pinedo pocos meses antes,que su sucesor en la cartera de Hacienda, Carlos Acevedo, lanz un planpara frenar el crecimiento del gasto pblico y reducir el poder de comprade la poblacin mediante nuevos impuestos. No es que estuvieran enfrentadasdos visiones del mundo econmico, una reactivante la de Pinedoy otra ortodoxa la de Acevedo. Simplemente, las circunstancias habanexperimentado un viraje profundo e inesperado. El mismo RalPrebisch, artfice del plan reactivante de 1940, escribi ms tarde:

De un momento de sombro pesimismo, de negras perspectivas,como fue 1940, pasamos, con unos meses de transicin,a una situacin opuesta. Esto aconseja dar una granflexibilidad a los planes monetarios o financieros para poderadaptarse rpidamente a los cambios en la situacin. Bastareflexionar lo que habra ocurrido de haberse iniciado el plande construcciones y si al poder de compra lanzado en esaforma se hubiese agregado el nuevo poder de compra derivadodel aumento de las exportaciones: se habra dilatadoexageradamente la circulacin, con las consecuencias perniciosasque tiene siempre. Lo peligroso en estos planes esdetener el impulso cuando sobrevienen factores de otra ndoleque hacen innecesario proseguirlo.[footnoteRef:4] [4: Ral Prebisch, La experiencia del Banco Central Argentino, en sus primeros ocho aos, en: Banco Central de la Repblica Argentina, 1935-1985: Cincuentenario del Banco Central de la Repblica Argentina, Buenos Aires, 1985.]

El men tributario de Carlos Acevedo tuvo un cierto sabor peronistaavant la lettre, pero puesto al servicio de un programa de estabilizacin:hubo un impuesto destinado a apropiarse del incremento de los preciosganaderos, que atravesaban una indita bonanza internacional; tambinun aumento en las alcuotas del impuesto a los rditos; finalmente ungravamen a los beneficios extraordinarios. La propuesta fracas despusde haber aglutinado un poderoso frente opositor liderado por los ganaderos,pero tras el movimiento militar del 4 de junio una versin ms moderadade ese mismo plan termin por aprobarse: el campo fue gravado conun impuesto al excedente de beneficios que se cobraba en proporcin ala diferencia entre el precio vigente para los productos de exportacin yun precio promedio del pasado. Un ao atrs, el gobernador Rodolfo Mo-reno haba logrado la sancin de una ley de impuesto progresivo a laspropiedades rurales de ms de diez mil hectreas en la provincia de BuenosAires. Borrosamente, se prefiguraban los lineamientos de una polticaque luego el peronismo hara propia y desarrollara hasta sus ltimasconsecuencias. Y Pern pudo seguirla de cerca luego de su regreso deEuropa.Mientras tanto, la expansin del producto y del empleo industrial proseguansin prisa y sin pausa, y ya no habra retrocesos, como habaocurrido despus de la Primera Guerra. La oportunidad que brindaba elracionamiento en la oferta de bienes extranjeros no se desaprovechaba.Las manufacturas de origen nacional abastecan el mercado interno eincluso se proyectaban hacia el exterior: durante 1943, las exportacionesindustriales explicaron casi el 20% de las exportaciones totales y alimentaronla efmera fantasa de que la Argentina poda participar de un mododistinto al del pasado en la divisin internacional del trabajo. Ms realista,un informe del Banco Central del mismo ao 1943 alertaba que el final dela guerra no deba ser tambin el final de los nuevos bros que mostraba laindustrializacin. Es que, para ese momento, algo estaba claro: era elcrecimiento industrial el que haba neutralizado los pronsticos recesivos,casi unnimes al iniciarse la contienda.Por otra parte, el impulso industrialista no era apenas el fruto de unevento externo que poda ser fortuito y temporario. Haba, a diferencia delo ocurrido durante la Primera Guerra Mundial, polticas especficas quelo alentaban. Ya rega desde principios de los 30 un esquema de controlde cambios que se perfeccionaba permanentemente y que desde la recadarecesiva que haba sorprendido al mundo en 1937 estaba acompaadode un sistema de permisos previos de importacin; los redescuentosdel Banco Central, aunque moderados por la necesidad de contener lainflacin, favorecieron durante la guerra ms a la industria que a la agricultura,la ganadera y el comercio; se organiz un Comit de Exportacin yEstmulo Industrial y Comercial; se aprobaron no menos de quince regmenesde promocin industrial en provincias y municipios; respondiendoa los retos econmicos de la guerra, el presiden te conservador RamnCastillo cre la Flota Mercante del Estado para atemperar la escasez debodegas y promovi la sancin de la ley de Fabricaciones Militares paraautoabastecerse en la esfera de la produccin blica y para invertir enindustrias estratgicas en las que el empresariado nacional no iba a invertir.As pues, en 1945 Pern tena ante sus ojos a la Argentina que emergade la guerra e iba, con sus profundos cambios, al encuentro del fenmenopoltico que lo tendra como protagonista. Se poda decir, con AlfredoGmez Morales, que esa Argentina no haba sufrido graves deterioros ensu mecanismo productor. En verdad, se poda decir ms que eso. Laguerra haba sido un test con resultado positivo sobre la salud de la nuevaestructura productiva y sobre su capacidad de sostenerse y expandirse;haba significado industrializacin con crecimiento del empleo. Si unaprimera reaccin iba a tener Pern contemplando este cuadro, eventualmenteamenazado por las consecuencias econmicas de la paz, sera lade conservar el principal activo que heredaba: la industrializacin. Ya nose trataba de debatir si industrializacin diversificada o industrializacinselectiva; sa poda ser una discusin relevante a principios de la guerra,no al final. A mediados de los 40, despus de alguna vacilacin que parecaemerger de los documentos del Consejo Nacional de Posguerra, aPern le qued claro que, por razones econmicas y polticas, todo loque haba nacido mereca seguir viviendo.

MUNDO FELIZ (1946-1949)Cuando Pern accedi a la conduccin del Poder Ejecutivo el 4 dejunio de 1946, el que iba a ser su colaborador ms estrecho en materiaeconmica durante los dos primeros aos y medio de gestin, MiguelMiranda, ya lo estaba esperando desde posiciones de gobierno. A pedidodel presidente electo, que quera evitar un complicado debate en el nuevoCongreso, Farrell haba nacionalizado y reformado el sistema financieropor decreto y haba creado el Instituto Argentino para la Promocin delIntercambio (IAPI) como parte de ese sistema financiero. Corran los mesesde marzo a mayo y dos de los instrumentos ms poderosos de la polticaeconmica peronista estaban listos para funcionar. Tambin a pedido dePern, Farrell nombr a Miranda presidente del Banco Central y al mismotiempo titular del IAPI. Miranda era un empresario de 56 aos, inquietopor las cuestiones econmicas pero de una formacin poco sistemticay de lecturas ocasionales. Lleg al gobierno de Pern acompaado deunos pocos hombres de confianza Rolando Lagomarsino, que a partirde junio ocupara la Secretara de Industria y Comercio; Orlando Maroglio,que lo sucedera desde julio de 1947 en la presidencia del Banco Centraly con una obsesin: convertirse en el custodio del desarrollo industrialargentino. Con el nico contrapeso de la prudencia que puso RamnCereijo desde el Ministerio de Hacienda y bendecido por Pern con laconduccin del Consejo Econmico Nacional, Miranda puso en ello elfoco de su accionar. En ese lenguaje militar al que a veces apelaba,Pern dira ms tarde que Miranda haba encabezado el equipo de asaltoque tuvo a su cargo abrir el fuego en el campo de batalla de lastransformaciones del peronismo.Pero la preservacin de una estrategia de industrializacin, con seruna pieza fundamental de la poltica econmica peronista, no fue, en losaos iniciales, el signo distintivo de la accin del gobierno. De hecho, sialguna caracterstica particular e irrepetible tuvo esa edad dorada quetranscurri entre 1946 y 1948 y que ha quedado en la memoria colectivacomo el autntico peronismo fue 1a persecucin del ideal del plenoempleo que, por cierto, no estaba muy lejos, el aumento de los salariosreales y un profundo cambio distributivo. Si la guerra haba sido industrializaciny empleo, la inmediata posguerra de Pern iba a ser unaumento acelerado del nivel de actividad en todos los sectores vinculadosal mundo urbano, un incremento indito de las remuneraciones popularesy un salto en la participacin de los trabajadores en el ingreso. Lo segundono poda ser sin lo primero. El mundo feliz del peronismo se montsobre el legado de una estructura productiva profundamente modificadapor la expansin de la manufactura.Es probable que no podamos encontrar en esos aos un caso similar,al menos entre aquellas economas de ingresos intermedios que estabantransformando sus estructuras al calor de la sustitucin de importaciones.Muchos pases con los que la Argentina era por una u otra razncomparable Chile, Brasil, Mxico, Colombia, Australia, Nueva Zelandase embarcaron por entonces en polticas de industrializacin acelerada,nacionalizacin de servicios pblicos y de algunas manufacturas, consolidacinde polticas sociales. La Argentina tuvo todo eso pero tuvo tambinel agregado de una impresionante poltica de reparto. En apenas tresaos, los estratos sociales ms sumergidos experimentaron la multiplicacinen el poder de compra de sus ingresos y las clases medias accedierona un conjunto de nuevos bienes que implicaron un salto de calidaden su confort. sa fue la impronta del peronismo.

Prosperidad sin fin?Por qu se hizo?; cmo se hizo? Haba en Pern una necesidadpoltica y un diagnstico econmico. La necesidad poltica era la de sortearsin problemas el desafo de unificar en un movimiento poltico y bajosu liderazgo personal los fragmentos que lo haban apoyado en las eleccionesde febrero de 1946. Naturalmente, los incrementos salariales y ladistribucin progresiva del ingreso eran funcionales a ese propsito. Encuanto al diagnstico econmico, no poda estar, y no lo estaba, en contradiccincon su estrategia poltica. Hemos visto ya que Pern entrevea,al llegar a la presidencia en junio de 1946, un equilibrio poltico internacionalinestable, con posibilidades ciertas de un nuevo estallido blico. Estabaconvencido, adems, de que al igual que en la Primera Guerra lareconstruccin europea sera lenta y costosa, signada por la escasa liquidezde las naciones que haban participado del conflicto y por un esquemade comercio internacional bsicamente cerrado. No todos pensabanlo mismo en el mundo de la inmediata posguerra. De hecho, el presidenteDutra estaba llevando a la prctica en Brasil una poltica ilusionadaen que las promesas de Bretton Woods se cumpliran rpidamente. Perosi los pronsticos deban ser evaluados a la luz de lo que ocurrira en losaos inmediatos siguientes, a Pern no le faltara razn.Esa razn, por lo menos provisoria, haca necesario que la Argentinase refugiase en su mercado interno como el espacio econmico y polticodonde asegurar su futuro. Desde luego que si lo que haba que atenderera el mercado interno, lo primero que haba que hacer era darle forma.Para ello Pern necesitaba consolidar una demanda interna que actuaracomo locomotora de un ciclo virtuoso de crecimiento econmico y cuyopunto de partida fuera la expansin del consumo. Como, a diferencia deotros pases, la inmensa mayora de la poblacin ya estaba integrada atravs del empleo al circuito capitalista, ello slo se poda lograr con unfuerte aumento en los salarios nominales que, convertidos en concomitantesaumentos en los salarios reales, provocaran una redistribucin delingreso que actuara como impulsora de la produccin.Un factor vital ayud al gobierno de Pern a cumplir su objetivo: con elfinal de la guerra y la gradual adaptacin de las naciones beligerantes alos nuevos tiempos de paz fue desapareciendo el racionamiento de bienesimportados. Rpidamente los Estados Unidos comenzaron areconvertir su economa, ocupar mercados y expandir su oferta de bienesal resto de las naciones. Otros pases siguieron, gradual y dificultosamente,un camino similar. Al mismo tiempo, quedaron disponibles para eltransporte de mercaderas las bodegas que en aos anteriores se habanutilizado para cargar pertrechos blicos o tropas. Las angustias de Pern,que tiempo antes haba prometido que barco que llegara a puertos argentinosvaco se ira vaco, quedaban en el olvido. Volva a haber productospara comprar y volva a haber medios de transporte para acercarlos alpas. Era un retorno a la normalidad.Quiz, como pensaba Pern, se trataba de una normalidad transitoria.Pero, en todo caso, ella abri un espacio muy cmodo para que la Argentinadesplegara polticas monetarias, fiscales y salariales expansivas. Esque el racionamiento haba puesto un lmite a las importaciones al tiempoque el pas aprovechaba condiciones para exportar a destinos inimaginableshasta poco tiempo antes. Entre 1939 y 1948 hubo, como nuncaantes ni despus durante el siglo, diez aos consecutivos de supervit debalanza comercial. Entre 1941 y 1948 hubo ocho aos consecutivos desupervit de cuenta corriente; entre 1940 y 1946 hubo siete aos consecutivosde acumulacin de reservas. La Argentina haba estado ahorrandoen exceso y dispona de un sobrante de divisas; era, por lo tanto, unainvitacin a gastar, fuera para consumir, fuera para invertir, fuera para repatriardeuda.Nadie rechaza una invitacin as, y Pern no lo hizo. El liderazgo fuedel consumo popular, y el instrumento para impulsarlo fue el aumento delos salarios nominales, que a partir de 1944 ya se vena gestando, aunquetodava con poca fuerza, desde la Secretara de Trabajo y Previsin.Sin embargo, algo fall inicialmente. Como lo dira el propio Pern mstarde para describir circunstancias muy diferentes, los salarios iban porla escalera y los precios por el ascensor. Que los precios que viajabanpor el ascensor fueran en buena medida los de los productos primariosque la Argentina exportaba, era una bendicin para el pas. Pero, desafortunadamente,esos productos constituan a la vez los insumos para elaboraraquellos bienes que componan el ncleo de la canasta familiar, demodo que los intentos oficiales por aumentar el poder de compra de lostrabajadores se esterilizaban. Hasta que Pern lleg a la presidencia enjunio de 1946, los salarios todava no haban aumentado en trminos reales.A partir de 1946, las cosas cambiaron favorablemente para los objetivos del gobierno, en parte por la fortuna, en parte por una poltica econmica deliberada. La fortuna residi en que las cotizaciones internacionales de las exportaciones argentinas permanecieron muy altas hasta 1949, y ello determin que el pas se beneficiara de los mejores trminos del intercambio exterior del siglo. Sin embargo, las autoridades econmicas comandadas por Miranda encontraron ahora los mecanismos para que de las buenas nuevas participaran los trabajadores. Hubo, en ese sentido, una primera y eficaz herramienta: la abundancia de reservas internacionales en oro y divisas de libre disponibilidad y la perspectiva que tena el gobierno de que esa abundancia se perpetuara, hicieron posible que los mltiples tipos de cambio permanecieran estables hasta la devaluacin inglesa de septiembre de 1949. La paridad fija durante un perodo prolongado moder la inflacin y consecuentemente moder tambin la erosin de los salarios reales que la inflacin produca.La segunda y crucial herramienta fue el IAPI. Liquidada la Corporacin para la Promocin del Intercambio creada por Federico Pinedo como parte de su Plan de Reactivacin Econmica de 1940, el IAPI la reemplaz, pero el empuje de Miranda termin convirtindolo, hasta 1949, en un poder autnomo y multifactico dentro del aparato del Estado. El instituto financi la venta de productos argentinos a pases europeos quecomo Espaa, Francia, Italia u Holanda no tenan por entonces liquidez para comprar; import arpillera, cemento, caucho, madera, maquinarias y material de transporte en muchos casos se trataba de pertrechos de guerra que luego eran colocados a precios promocionales en el mercado interno; subsidi precios de artculos de consumo masivo; particip en la adquisicin de los ferrocarriles de propiedad britnica y francesa; otorg crditos a las empresas pblicas y a los ministerios para apoyar las inversiones previstas en el Primer Plan Quinquenal; prest en forma directa a firmas privadas a tasas de inters que resultaron fuertemente negativas.Pero si algo hizo el IAPI para que los salarios reales aumentaran durante esos primeros aos de gobierno de Pern, ello tuvo que ver con su funcin ms relevante: la centralizacin del comercio exterior. Su intervencin permiti cortar el vnculo hasta entonces automtico entre los precios internacionales y los precios nacionales de los bienes agropecuarios. Hasta 1949, el IAPI, que se presentaba oficialmente como la superacin de las prcticas explotadoras llevadas a cabo por el tradicional oligopolio comercializador de granos, pag a los productores rurales una cotizacin algo as como un 50% menor que la que perciba por sus ventas al mercado mundial. Los excedentes obtenidos por esa va eran usados por el instituto para algunos de sus variados fines o canalizados hacia el sistema financiero nacionalizado. Mientras los campos devastados de Europa en particular los campos granferos de Europa oriental no recuperaran su capacidad productiva, los precios de los productos agropecuarios que la Argentina exportaba se mantendran en un nivel muy alto, de modo que el mecanismo de transferencia de ingresos del campo a la ciudad que el IAPI pona en prctica conservara su viabilidad sin llevar a los productores rurales a la quiebra.De los mltiples objetivos a los que poda aspirar un gobierno popular industrialista como el de Pern, ms de uno se alcanzaba, entonces, a travs de la administracin de precios relativos, en cuyo centro estaba el IAPI. Al recortarse los precios nacionales de los alimentos, los incrementos de los salarios nominales, que se tornaron muy frecuentes con el nuevo gobierno, derivaron en mayores salarios reales y en una expansin del consumo que adicion demanda efectiva e incentiv la produccin y las inversiones. A esa dinmica contribuyeron tambin otras iniciativas polticas: los controles de precioshabituales por entonces en la Argentina y en buena parte del mundo occidental; la institucin del aguinaldo, decretada por Farrell en diciembre de 1945 como parte de la campaa electoral de Pern; la ley de alquileres, aprobada por el Congreso en noviembre de 1946 para favorecer al 63% de la fuerza de trabajo que todava no tena casa propia.El signo de los cambios ocurridos en materia distributiva entre 1946 y 1948 puede o no sorprender, pero su magnitud sorprende sin duda: los salarios reales se incrementaron un 40% durante el trienio; la participacin de los asalariados en el ingreso total pas del 37% a casi el 40%a y sigui aumentando hasta alcanzar un nivel del 47% en 1950, cuando se registr un mximo histrico que no se repetira; la tasa de crecimiento del PBI fue del 8% anual, pero la del consumo fue del 14% anual; consecuentemente, el consumo total pas del 81% del PBI en 1945 al 93% en 1948. Semejante terremoto social no ocurri a costa de la inversin, que se increment del 10% del PBI en 1945 al 16% en 1948, sino de una modificacin radical en las cuentas externas. Ms consumo y ms inversiones significaron que las importaciones casi se sextuplicaran entre 1945 y 1948, pero como el nivel inicial era irrisorio debido a los ltimos coletazos de desabastecimiento y como los precios de exportacin todava estaban altos en ese ltimo ao de fulgurante esplendor econmico que fue 1948, todo lo que ocurri fue que el pas dej de acumular reservas y elimin lo que para Pern era, con justicia, un indeseado supervit comercial.La marca fsica del nuevo patrn distributivo se hizo notar rpidamente. Los comerciantes de todos los ramos vivieron su momento de euforia. Entre 1945 y 1948 las ventas de cocinas aumentaron un 106%, las de heladeras un 218%, las de indumentaria para seoras y nios provista por grandes tiendas minoristas un 125%, las de indumentaria para hombre un 100%, las de calzado un 133%, las de discos fonogrficos algo ms de un 200%. Poder adquisitivo alto y crdito barato para el consumo fue la combinacin explosiva, y su expresin ms visible, el acceso masivo a los aparatos de radio. El medio de comunicacin de ltima generacin llegaba a todos los hogares. Durante los primeros tres aos del gobierno peronista, su venta creci casi un 600%. Mientras tanto, algo ms sutil que la bonanza del comercio a la calle estaba ocurriendo en el centro de la Capital Federal. El Banco Municipal de Prstamos haba dejado de recibir el desfile de pequeos propietarios disminuidos que iban all a empear sus bienes. Ahora era a la inversa. El Banco organizaba masivos remates de muebles, vajillas, alhajas y pinturas que haba venido acumulando durante los malos tiempos. Eran remates populares y alegres, en los que una clase media repentinamente prspera converta su dinero en efectivo en bienes con los que hasta poco antes no haba soado.

Proteccin, crdito, industrializacinLa voluntad oficial de proteger la produccin de manufacturas de inters nacional, calificacin que en los hechos le caba a toda la industria, ya haba quedado tempranamente reflejada en el Rgimen para la proteccin y la promocin de la industria de 1944. Si se los compara con los que estaban poniendo en juego otras naciones que apostaban a la industrializacin como frmula para salir del atraso, los instrumentos de ese rgimen combinados con otros que se aplicaron luego no tuvieron nada de original. Se elevaron los aranceles; se reforzaron en algunos momentos y se relajaron en otros siempre de acuerdo con la disponibilidad de divisas los permisos previos para la obtencin de cambios; se estableci un sistema de preferencias para la importacin de materias primas y bienes de capital; se mantuvo el control de cambios, con tipos de cambio mltiples segn actividades productivas. Durante los aos iniciales del gobierno peronista, esta batera de polticas se volc a favorecer el surgimiento de nuevas empresas industriales y el reequipamiento de las existentes, aprovechando los grados de libertad que otorgaba el buen nivel de reservas internacionales.Pero, a partir de 1946, la poltica monetaria y crediticia se convirti en una estrella de la economa peronista y en una potente palanca para el sostn de la industria. En marzo de ese ao prolfico, al tiempo en que se pona en funcionamiento el IAPI, se modific profundamente el rgimen de funcionamiento del Banco Central. La nacionalizacin lo convirti en un instrumento pleno de la accin del gobierno. La cantidad de dinero ya no estara vinculada a las reservas internacionales, como en las viejas pocas del patrn oro, ni tampoco a los depsitos del pblico. Lo que importaba bajo el nuevo rgimen eran las autorizaciones que el Banco Central otorgaba a las instituciones financieras para que stas inyectaran dinero en la economa concediendo prstamos. Y el nico lmite a los redescuentos era la prudencia de los gobernantes. En ese contexto, los bancos privados se convirtieron en meros intermediarios que trabajaban a comisin, sin capacidad de decidir a quin beneficiar con los crditos ni qu tasas cobrar. Esas eran facultades exclusivas del Banco Central que, al ejercerlas, no haca otra cosa que reflejar las prioridades nacionales. Nada hace ms patente la subordinacin de la poltica crediticia a la estrategia general del gobierno que la composicin del directorio de la institucin: all estaban representados el Banco Nacin, el Banco Hipotecario Nacional, la Caja Nacional de Ahorro Postal, el recin creado Banco de Crdito Industrial, los ministerios de Hacienda, Agricultura y Obras Pblicas y las secretaras de Industria y Comercio y de Trabajo y Previsin.A decir verdad, la Argentina tampoco fue muy original en su reformafinanciera. En diciembre de 1945 Francia nacionaliz su Banco Central yconsagr el monopolio estatal de la emisin de dinero; diez das antes delas elecciones que llevaran a Pern a la presidencia, Inglaterra sigui elmismo camino; y lo mismo hizo Holanda dos aos ms tarde. Variospases latinoamericanos se acoplaron a esa poltica, un poco antes o unpoco despus de Pern. Pero si la arquitectura financiera de la reformano fue un caso especial, la magnitud de lo que a partir de all se puso enjuego fue, al igual que en la poltica distributiva, una marca del peronismo.La consigna oficial era crdito abundante y barato. Los prstamos totalescasi se quintuplicaron entre fines de 1945 y fines de 1948 despus dehaberse expandido menos de un 20% entre 1940 y 1945; los prstamosal sector privado estuvieron cerca de triplicarse; los prstamos al sectoroficial se multiplicaron por 30, como reflejo monetario de la transformacindel Estado. Las tasas de inters no pasaron del 5% anual,significativamente ms bajas que la inflacin. En todo esto se percibieronlas huellas de Miranda.

Miguel Miranda y la industria nacional

(...) Era yo un jovenzuelo cuando contest al maestro Juan B. Justo que no estaba de acuerdo con su posicin frente al librecambio. Le dije: Si aceptramos su opinin de que las cosas deben traerse de cualquier parte por el solo hecho de que sean algo mejores o ms baratas, deberamos empezar por reemplazar a todos los ferroviarios criollos por ferroviarios japoneses, en vista de que estos ltimos trabajan ms y costaran menos, pues los mantendramos con arroz (en aquel tiempo la bolsa era barata), con ventaja sobre los criollos que estn acostumbrados a sus buenos churrascos. Tambin le dije que el librecambio nunca permitira industrializar al pas, y como consecuencia no habra elevacin de la clase obrera, porque sta no existira. Es lgico: no puede haber clase obrera que merezca el nombre de tal donde no hay industrias.

Miguel Miranda, Cmo se dirigi nuestra economa y retras el progreso industrial del pas, en: Hechos e Ideas, N 42, Buenos Aires, agosto de 1947.

La distribucin del crdito revela otro rasgo de la poltica peronista. Al parecer, los prstamos a la industria se sextuplicaron mientras que los destinados al sector agropecuario se duplicaron. No caben dudas de que en la fiesta del crdito peronista, que lo abarc todo, el privilegio mayor fue, durante los aos iniciales de gobierno, para los empresarios industriales sin distinciones. Entre 1945 y 1948 las ramas ms beneficiadas constituyeron un amplio abanico que comprendi desde la elaboracin de harinas, fideos, azcar, vinos, aceites y la confeccin de prendas de vestir, hasta las manufacturas del caucho, la madera y los metales y las inversiones en construccin, energa, transporte y comunicaciones. Haba en esa heterogeneidad una eleccin ms o menos consciente sobre el patrn productivo que se quera alentar: la industrializacin sustitutiva de importaciones sin ninguna clase de selectividad, sin industrias naturales y artificiales, desde las confecciones, las cocinas y las heladeras, hasta los bienes de capital y los materiales que necesitaban los servicios pblicos. El teln de fondo que guiaba esta poltica era el recuerdo fresco de las escaseces de la guerra. Por eso, para un Pern escptico sobre un futuro de paz para el mundo, la cifra del progreso econmico era el autoabastecimiento.En esto, la Argentina no se diferenciaba de otros pases que se habanembarcado en procesos similares. Pero haba en esta preferencia por laindustria algo ms idiosincrsico: las tasas de inters reales negativasmoderaban los costos de inversin y principalmente los del capital detrabajo, que se haban encarecido por el aumento de los salarios. Ascomo los precios internacionales altos de los bienes que exportaba laArgentina hacan viable la mejora sustancial en el poder de compra delos trabajadores y la expansin de la demanda de consumo, as como elarsenal proteccionista garantizaba la reserva del mercado interno paraquienes producan fronteras adentro, el crdito barato permita a la industriapagar el nuevo nivel de salarios. Cada pieza era necesaria. En eseambiente nacieron cien tos de empresas nuevas y se consolidaron otras:AgostinoRocca fund Techint en 1947; en ese mismo ao LeicerMadanesech a andar FATE; Franco y Antonio Macri comenzaron a participar en elPlan Eva Pern de Viviendas a mediados de 1948; Torcuato Di Tella,cuyas primeras inversiones datan de principios de siglo, las multiplic enlos inicios del peronismo. Otros hombres del empresariado industrial crecierony se enriquecieron por entonces: Jos Blanco, de Navenor; JosMuro de Nadal, de Papelera Argentina y Papelera Ro Paran; NicasioAntelo, de Picardo y Antelo.La expansin del crdito a travs de los redescuentos del Banco Centralfue una lluvia de pesos para la mayora de los argentinos, gratamentesorprendidos por lo que a todas luces era una novedad. Naturalmente, lainflacin se aceler, pero menos que lo que cualquier estudioso de lostemas monetarios podra suponer. Despus de dcadas de estabilidad,inflacin muy moderada o en algunos momentos deflacin, los precioscomenzaron a moverse ms rpidamente. Pero, en todo caso, lo hicieronen un contexto mundial que a la finalizacin de la guerra se haba tornado,previsiblemente, ms inflacionario. El ritmo de incremento de los preciosen la Argentina se mantuvo, durante el trienio 1946-1948, a la par queel de los pases ms importantes de Amrica Latina, algo as como un15% anual. Recin durante el segundo semestre de 1948 la inflacin dejde ser apenas un matiz de inquietud en un paisaje econmico francamenteidlico. Y en 1949, por primera vez, los precios crecieron ms quedurante la crisis de 1890. Haban transcurrido casi sesenta aos para queun fantasma olvidado volviera.La razn por la que en esos aos iniciales del peronismo la sociedadrespondi con una inflacin moderada a la exuberancia monetaria de susautoridades es todava un enigma. Sin embargo, hay una certeza: a losargentinos no les pareca mal guardarse una buena cantidad de los billetesadicionales que reciban. No slo ocurra que nadie haba visto undlar alguna vez, sino que tampoco estaban, por el momento, ansiosospor verlo. Haba, todava, suficiente confianza; casi nadie pensaba que laArgentina haba ingresado en una nueva era distinta de la que iba a vivirel mundo occidental caracterizada por la alta inflacin. Dicho en trminostcnicos, la demanda de dinero aunment porque sa era una formacomo cualquier otra de atesorar una riqueza que repentinamente se habamultiplicado y que nadie sospechaba que se iba a erosionar. As fue queel agregado monetario ms simple y que mejor expresa la preferencia porliquidez de la sociedad el circulante ms los depsitos en cuenta corrienteen relacin con el PBI pas del 24% durante el quinquenio 1940-1944 al 31% durante el quinquenio 1945-1949. Ese se convertira en elnivel ms alto del siglo.Hubo otro factor, vinculado al corazn de la poltica peronista, que debehaber contribuido a la monetizacin: el aumento de los salarios reales yel cambio en la distribucin del ingreso. La gente retiene en forma dedinero una proporcin de sus ingresos y de su riqueza, pero los sectoresde menores ingresos retienen una proporcin mayor. Ello ocurre porqueel dinero de inmediata disponibilidad sirve para consumir y para afrontarcircunstancias adversas inesperadas, y sos son los dos fines a los quelas capas sociales menos favorecidas destinan la mayor parte de susingresos. Es posible, entonces, que la poltica de Pern se haya beneficiadode un encadenamiento de hechos virtuosos: los salarios realesaumentaban, el patrn distributivo se volva ms igualitario, la demandade dinero se incrementaba y consecuentemente las presionesinflacionarias se moderaban.

La transformacin del EstadoSi la distribucin del ingreso y el crdito barato eran signos distintivosdel peronismo que acababa de llegar al poder, si la industrializacin era laplataforma que haba que preservar y expandir para construir desde ellaun tejido social distinto, entonces el Estado tena una funcin importanteque desempear. Haba que coordinar voluntades dispersas; haba queconstruir instituciones nuevas como el IAPI o el Banco Central nacionalizado;haba que nacionalizar (estatizar) lo que Pern llamaba elsistema nervioso de la economa, esto es, los servicios pblicos; habaque invertir en muchas actividades que requeran grandes volmenes decapital y que por lo tanto no estaban al alcance del empresariado nacionalpero que eran fundamentales para el buen desempeo de una estructuraproductiva de la que se pretenda la autosuficiencia; haba que preparar a las Fuerzas Armadas para desenvolverse en un mundo que se presuma conflictivo; haba que incorporar hasta al ltimo de los argentinos a un proyecto poltico que no deba tener adversarios porque era el proyecto de una nacin movilizada; haba que resolver las controversias internacionales que dejaba como legado la guerra. Y haba que hacerlo todo rpido y simultneamente.No se parta de cero. Hemos visto ya que las grandes guerras, la depresin econmica y el atraso de muchas naciones eran desde haca tiempo el caldo de cultivo propicio para una mayor intervencin pblica en pases de tradiciones polticas muy dismiles. Y hemos visto tambin que antes de que llegara Pern a la presidencia, y aun antes de la asonada militar de junio de 1943, ese desplazamiento hacia una creciente participacin del Estado en las cuestiones econmicas permeaba en la Argentina. Primero haba sido la creacin del Banco Central, de las Juntas Reguladoras de granos y carnes, de la CAP (Corporacin Argentina de Productores). Pero durante los aos de la Segunda Guerra los gobiernos de la concordancia y las autoridades surgidas del golpe del 4 de junio fueron ms all: comenzaba a prefigurarse un Estado empresario con un rol central de los militares, complemento ineludible de un proceso de industrializacin cada da ms proclive a la autarqua. En parte por esa tendencia a un cambio estructural, en parte porque las circunstancias externas obligaron en algunos aos a comprar cosechas invendibles en el mercado, el gasto pblico ya haba comenzado a aumentar durante la guerra.Lo que Pern hizo al acceder a la presidencia fue imprimir velocidad ala transformacin del Estado. Si la evolucin de las erogaciones pblicasindica prioridades, entonces la priori dad de Pern fue poner al Estadonacional al servicio del modelo de desarrollo, econmico naciente. Lasparticipaciones en el gasto pblico total de la seguridad exterior e interior,de la salud, de la educacin, de los intereses de la deuda pblica, de losgastos administrativos, se mantuvieron aproximadamente constantes odescendieron. En cambio, la participacin del Estado empresario en elgasto total pas del 36% en 1946 al 47% en 1950. La obvia explicacinde este fenmeno reside en el traspaso a manos del Estado de los serviciospblicos y de las fuentes de energa hasta entonces de propiedadextranjera. Este traspaso era central para la nueva poltica econmica. Apropsito de las nacionalizaciones de los puertos, una publicacin oficialdejaba traslucir, en 1950, el clima de ideas que impulsaba el proceso:

(...) Los puertos en manos extranjeras eran un eslabn dela cadena de explotacin de los capitales internacionales.Como se ha visto, gran nmero de ellos eran verdaderasposesiones de capitalistas extranjeros. Los argentinos quelos transitaban tenan la sensacin de caminar por tierra extraa.Hoy esos puertos son argentinos y la firmeza de nuestropaso dice con elocuencia del sentimiento de orgullo que nosdomina al haber reconquistado esos pedazos de suelo criollo.Los beneficios de la explotacin de esos puertos iban alexterior; hoy quedan acrecentando el bienestar de nuestropueblo.La poltica portuaria que ayer era de explotacin cruda, hoyes de fomento y tiende a promover el progreso de vastaszonas que estaban libradas a la arbitrariedad del conceptotpicamente capitalista que rega.[footnoteRef:5] [5: La Nacin Argentina. Justa, libre y soberana, Peuser, Buenos Aires, 950, p. 108.]

La nacionalizacin de los ferrocarriles fue la ms importante, no slopor la magnitud de la operacin o por el carcter simblico que tena laruptura con el capital ingls vinculado a la vieja Argentina pastoril, sinotambin porque a travs de ella se resolvera un problema que estabapendiente en las relaciones econmicas y financieras con Gran Bretaa:qu hacer con los saldos comerciales acumulados en el pasado y quepermanecan bloqueados en Inglaterra; y qu hacer a futuro con lainconvertibilidad de la libra. El primer intento por encontrar una solucinsimultnea que abriera paso a la nacionalizacin y destrabara el litigiofinanciero fue el pacto Eady-Miranda, acordado apenas tres meses despusde la asuncin de Pern como presidente. Hubo una condicin necesariapara que ese pacto pudiera firmarse: si bien Gran Bretaa habasalido muy golpeada de la guerra, con un importante desequilibrio en elbalance de pagos y con una abultada deuda externa en libras esterlinas,en 1946 sus autoridades ratificaron los convenios de Bretton Woods y,con ello, se comprometieron a restablecer en un plazo breve laconvertibilidad de la libra con el dlar a la paridad acordada con el FMI. Acambio, Gran Bretaa obtendra prstamos de los Estados Unidos y Canadque serviran como reaseguro financiero para abandonar exitosamentela in convertibilidad.En ese contexto, signado por el optimismo sobre la futura liberalizacinfinanciera britnica, la delegacin argentina logr el acuerdo formalpara que las libras que obtendra del comercio con Gran Bretaa pudierancanjearse por dlares estadounidenses a partir de la firma del tratado. Encuanto a los ferrocarriles, luego de fracasar las negociaciones para conformaruna sociedad nacional de capitales mixtos para su explotacin, seavanz muy rpidamente por el camino de la adquisicin definitiva. Enfebrero de 1947 se firm un contrato de compraventa segn el cual laArgentina pagara 150 millones de libras por la nacionalizacin de losactivos, y ese pago se efectuara en ms de un 85% con los fondosbloqueados en el Banco de Inglaterra. As, considerado en su conjunto, elarreglo Eady-Miranda pareca tener slo beneficios para la Argentina: yano habra libras bloqueadas a futuro; y las libras bloqueadas en el pasado,que si bien estaban protegidas por una clusula de garanta oro pagabanun inters misrrimo, serviran para recuperar lo que para Pern eraun resorte esencial para el desenvolvimiento econmico.Pero todo se derrumb. En julio de 1947 Gran Bretaa adopt finalmentela convertibilidad y sin embargo no pudo sostenerla por ms decinco semanas debido a la violenta corrida desatada contra la libra. LaArgentina denunci el convenio Eady-Miranda por incumplimiento de parte, puesto que el mismo estaba supeditado a la vigencia de la convertibilidad.Esto oblig, por lo tanto, auna nueva negociacin queculmin en la firma del denominadoPacto Andes, enfebrero de 1948. De acuerdocon el nuevo convenio, laArgentina termin pagandolos ferrocarriles con un crditootorgado por el propiogobierno ingls a cuenta delos futuros excedentes comerciales.Para un gobiernocomo el argentino, temerosode que tarde o tempranola libra esterlina terminaradevalundose, esa formade pago era conveniente:despus de la crisis dela efmera con vertibilidad inglesa, los saldos corrientes del comercio conInglaterra no tenan garanta oro, mientras las libras bloqueadas s. Enese contexto, nada era ms conveniente que pagar con la moneda vulnerabley quedarse con la moneda garantida.El caso de los ferrocarriles fue el primero y el ms importan te, peroforma parte de un corpus de nacionalizaciones que, si bien no constituyouna rareza en trminos de la comparacin internacional, ayuda a pintar elcuadro de poca. A los ferrocarriles les siguieron los telfonos quepertenecan a la ITT, las usinas elctricas, las empresas de gas, lospuertos con sus elevadores, las plantas de servicios sanitarios, los seguros,los silos de campaa. De esas nacionalizaciones surgieron nuevasempresas estatales que impulsaron la inversin pblica. As naci la EmpresaNacional de Energa, que en poco tiempo tuvo a su cargo la construccinde treinta y siete plantas hidroelctricas; la de YacimientosCarbonferos Fiscales, que inici la explotacin de las minas de Ro Turbio;la de Gas del Estado, que comenz el tendido del gasoducto ComodoroRivadavia-Buenos Aires. Se expropiaron, adems, las empresas alemanasque fueron la base del grupo DINIE (Direccin Nacional de Industriasdel Estado) al tiempo que se estatizaba el transporte urbano de pasajerosde la Capital Federal.En el lenguaje de Pern, para 1949 el sistema nervioso de la economaya estaba en manos del Estado. En ese mismo ao, el nuevo texto constitucional consagr legalmente esa poltica al declarar al Estado dueo natural de los servicios pblicos y de las fuentes de energa. El Primer Plan Quinquenal 1947-1951 complement las nacionalizaciones con una gua sistematizadora de las inversiones pblicas que incluy la defensa exterior, un rubro que durante 1946 haba explicado el 60% de los gastos de capital llevados a cabo por el sector pblico. Y sin embargo, era todava posible preguntarse si, para los patrones dominantes en el mundo de posguerra, Pern era un estatista. Aos ms tarde, Antonio Cafiero iba acontestar que no:

El estatismo o capitalismo de Estado le es esencial al socialismo y no al Justicialismo. Nuestro Justicialismo, es verdad, carga una buena dosis de estatismo. Pero tan slo por imperativo de las contingencias econmicas internacionales. No porque lo lleve en la sangre. Y, crame, si no tuviramos que luchar contra el estatismo internacional y defender al pas de la satelizacin de los imperialismos, echaramos por la borda nuestra carga de estatismo sin desmedro, antes bien con medro del Justicialismo.[footnoteRef:6] [6: Antonio F. Cafiero, Cinco aos despus..., edicin del autor, Buenos Aires, 1961.]

En todo caso, s se puede afirmar a la distancia que as como Pern aceler la construccin de un Estado empresario, nunca construy un Estado benefactor en sentido estricto. El ncleo de su poltica social fue de naturaleza macroeconmica: los salarios altos y el pleno empleo. Los gastos pblicos en educacin y salud se incrementaron, pero a un ritmo apenas mayor que el del PBI, y es recin a partir de 1950 cuando la sumade esos dos rubros iguala a las erogaciones militares. En cuanto a lastransferencias para atender a los sectores sociales ms postergados, undictamen acerca de lo que ocurri con ellas es difcil. Sabemos que recinexperimentaron un aumento de importancia aunque transitorioentre 1949 y 1951, esto es, cuando los niveles de salarios y los volmenesde empleo comenzaron a ceder como consecuencia de la crisis y porlo tanto creci la demanda colectiva por la aplicacin de polticascompensatorias.Sin embargo, algn rol difcil de cuantificar debe haber desempeadola Fundacin Ayuda Social Mara Eva Duarte de Pern. La fundacin,administrada financieramente por Ramn Cereijo fue, sin dudas, una poderosaherramienta poltica del gobierno peronista, pero ese poder no erapuramente publicitario: resultaba de la atencin masiva y extendida quedesde ella se prestaba a quienes no estaban integrados al circuito productivoformal. Financiada con donaciones empresarias obtenidas lasmayora de las veces con mtodos cuasi compulsivos, la fundacin construyhogares de trnsito para los indigentes y los ancianos, distribuysubsidios monetarios, edific 21 hospitales policlnicos y 19 hogares-escuelaen regiones abandonadas, reparti ropas, muebles, cocinas,mquinas de coser, proporcion equipos a quienes queran instalar talleresindependientes y tiles escolares a los chicos ms necesitados. Enparalelo a las instituciones gubernamentales, se desarrollaba una parteno desdeable de la poltica social.La transformacin del Estado estaba en marcha, y era tan vertiginosay desafiante como el conjunto de la poltica econmica de esos aos.Como consecuencia de esa transformacin, el gasto pblico liderado porlas erogaciones de capital y en particular por la poltica de nacionalizacionesaument aceleradamente. Durante el quinquenio previo a la guerra,1935-1939, los gastos consolidados en relacin con el PBI alcanzaron el21%; durante el quinquenio de la guerra, 1940-1944, al 19,5%; durante elprimer quinquenio de gobierno peronista, 1945- 1949, el 29,5%. Semejanteavance en el gasto no tuvo una contrapartida equivalente en el desequilibriofiscal. Eso fue as porque el gobierno de Pern concentr esfuerzosen cobrar impuestos y aumentar la presin tributaria: la tarea de Cereijo.Entre el quinquenio previo y el posterior a la guerra se triplic la participacinen el PBI de los gravmenes a los rditos, a los beneficios extraordinariosy a los beneficios eventuales; a pesar de que la sustitucin deimportaciones provoc una disminucin en los recursos provenientes dela Aduana, los tributos indirectos en conjunto tambin crecieron. Sinembargo, lo que signific una verdadera revolucin en la estructuraimpositiva fue la reforma previsional, dictada por Farrell en el mismo decretopor el que instaur el aguinaldo. Los aportes personales y patronalesa las cajas fueron ganando ao a ao mayor relevancia y en 1948 yarepresentaban ms del 4% del PBI. Como el sistema recin naca, prcticamenteno haba jubilados que demandaran erogaciones, de modo quela reforma era para el gobierno man del cielo. Aos ms tarde, criticandola gestin peronista, Ral Prebisch escribi: (...) el presupuesto de laadministracin no ha actuado directamente como factor inflacionario, puesse acudi a la colocacin de ttulos en las cajas de jubilaciones, a fin deconseguir el equilibrio desde el punto de vista monetario. Esto no significaque este tipo de financiacin deje de representar un serio problema,pues destinar tan cuantioso ahorro (..) a gastos fiscales que slo en partecorresponden a capitalizacin (...) significa malograr este ahorro. A principiosdel gobierno, ni Pern ni sus ejecutores de poltica econmicaestaban dispuestos a prestar atencin a un desbalance que recin haracrisis un par de dcadas ms tarde.

ENTRE AYER Y MAANA (1949-1952)Quin perda lo que los sectores populares ganaban? Era una preguntasencilla, y tena una respuesta intuitiva que, hasta fines de 1948,result tambin certera: nadie. En la percepcin colectiva, la Argentinahaba recuperado su riqueza de antao, slo que ahora estaba mejordistribuida. La economa se expanda a una velocidad similar a la de principiosde siglo; los salarios reales crecan sin pausa en un contexto inditode pleno empleo y de fortaleza institucional de los sindicatos; los beneficiosempresarios tambin crecan, gracias al impresionante volumende ventas y al crdito barato para financiar las inversiones y el capital detrabajo. Incluso el campo no tena tantas razones para protestar y, dehecho, sus organizaciones gremiales se comportaban con bastante moderacin:si bien el estatuto del pen y la ley de arrendamientos ruraleshaban sido iniciativas oficiales difciles de digerir, si bien el IAPI se apropiabade una buena parte de los extraordinarios precios internacionalesde la produccin agropecuaria, los ingresos que les quedaban a los hombresde campo eran suficientes para mejorar, entre 1945 y 1948, ms deun 30% los trminos del intercambio interior. Hubo durante esos aossustitucin de cultivos en la pampa hmeda. Crecieron en importanciasemillas nuevas como el girasol, el man y la cebada; decrecieron cultivostradicionales como el maz, el trigo, el lino y la avena. Pero, en todocaso, no hubo una crisis rural. En palabras de Carlos Emery, ministro deAgricultura de Pern:

(...) Al productor se le dio un precio retributivo por su produccin.Ahora, si el gobierno en la venta gan, no era endetrimento del productor porque si hubieran hecho esa ventaa travs de los exportadores habituales hubieran recibidomenos. Ahora, naturalmente el productor no piensa que fuebien retribuido sino piensa que tambin poda haber tenidoderecho a esa plusvala que benefici al pas.[footnoteRef:7] [7: Entrevista al Ing. Carlos Emery Archivo de Historia Oral, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, 1971, p.20.]

Para el 9 de julio de 1947, cuando el presidente Pern proclam enTucumn la independencia econmica intentando otorgarle una jerarquaigual a la de la independencia poltica, el clima de optimismo era tanintenso como durante los festejos del Centenario. Y lo sigui siendo hastafines de 1948. Fue entonces cuando el Poder Ejecutivo impuls y aprobcon los votos de una Convencin Constituyente abrumadoramente adictauna reforma constitucional que, al modificar el artculo 77, permiti lareeleccin del presidente. Eso ha quedado grabado a fuego en la historiapoltica. Sin embargo, la reforma, consagrada en marzo de 1949, fue msque eso: desde una perspectiva econmica, signific escribir en las Tablasde la ley la doctrina que dio sustento a las profundas transformacionesdel perodo de asalto peronista: el artculo 37 fij los derechos deltrabajador, de la familia, de la ancianidad y a la educacin; el artculo 38incorpor la funcin social como lmite al libre usufructo de la propiedadprivada; el artculo 40 determin que las fuentes naturales de energa eranpropiedad imprescriptible e inalienable del Estado y que los serviciospblicos pertenecen originalmente al Estado y no pueden ser enajenadosni concedidos para su explotacin.Irona de la historia: la doctrina fue escrita cuando los bros econmicoscomenzaban a vacilar. Para que la expansin productiva y la justiciasocial se sostuvieran deban cumplirse dos condiciones: la perdurabilidadde los beneficiosos trminos del intercambio exterior y la inflacin bajocontrol. Los trminos del intercambio favorables servan para financiar lasimportaciones de bienes de capital y de insumos necesarios para el crecimientoy, como haba quedado claro durante los primeros aos de gobiernoperonista, para moderar el conflicto entre el campo y la ciudad; lainflacin bajo control evitaba una carrera entre precios y salarios que inevitablementeterminara perjudicando a los trabajadores. Desafortunadamente,desde 1949 y hasta principios de 1952 los trminos del intercambiocayeron un 36%, hasta el mismo nivel que en 1935; en cuanto a lainflacin, las cosas tambin empeoraran: el promedio simple del perodo1949-1952 fue del 33%, significativamente ms alto que el 10% de lospases ms importantes de Amrica Latina, que el 9,5% de Australia yCanad, que el 6% de una Europa que comenzaba su recuperacin, queel 2,5% de los Estados Unidos.A partir de 1949, la economa argentina ingres en una zona de penumbra.La edad dorada haba terminado. La economa ya no iba a crecer al8% anual sino que permanecera estanca da hasta entrado 1952. Peroesta nueva etapa ya no contara con el liderazgo de Miguel Miranda y conla participacin de otros hombres de la industria y el comercio comoOrlando Maroglio o Rolando Lagomarsino. Un exceso de audacia y algunoserrores de clculo dejaron a Miranda a un costado del camino. En sulugar, un equipo ms tcnico, de formacin universitaria y experiencia enla burocracia pblica, tomara la posta. Su figura ms destacada, AlfredoGmez Morales, un economista de apenas 40 aos, ocupara simultneamentela cartera de Finanzas, la presidencia del Banco Central y laconduccin del Consejo Econmico Nacional. Corra el mes de enero de1949 y los nuevos responsables de la gestin econmica comenzaban aafrontar desafos ms complejos y menos heroicos que los de la etapainaugural del gobierno: cmo adaptarse a un mundo que, lentamente,pareca alejarse del colapso y de la guerra; cmo contener la inflacin sinafectar los salarios y el empleo.

En palabras de Gmez Morales, el propio Pern haca la siguiente evaluacin de la etapa en la cual Miranda haba dirigido la poltica econmica:

(...)Pern: - S, ya s que Miranda en algunas cosas chapuceaba bastante, pero, dgame (dirigindose a Gmez Morales), si yo lo hubiera llamado a Ud. en 1946 y le hubiera dicho que haba que hacer esto, que haba que nacionalizar el Banco Central, que haba que nacionalizar los depsitos, etc., Ud., funcionario de carrera, qu hubiera con testado? Gmez Morales: Probablemente que no se poda hacer. Pern: -Ah!, eso me pas con muchos, Miranda dijo que s, que se poda hacer y se es el mrito de Miranda. (...)

Entrevista al Dr. Alfredo Gmez Morales. Archivo de Historia Oral, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, junio de 1972, pp. 47-48.

Seales del mundo, seales del cieloDurante 1947 y principios de 1948, Miranda haba invertido las divisassas eran sus palabras en bienes de capital, insumos crticos y repatriacinde deuda. Lo haca sin vacilaciones porque hasta poco antesde su renuncia tuvo la conviccin de que precisamente divisas era lo quenunca le faltaran. En su percepcin, la conflictividad de las relacionesinternacionales derivara en una nueva guerra y, con ello, en otra etapa dedesabastecimiento y altos precios de los alimentos y las materias primas.As pues, las divisas quemaban en las manos y haba que desprendersede ellas. Los Estados Mayores de las Fuerzas Armadas lo acompaabanen esa visin. Al fin y al cabo, la crisis y el bloqueo de Berln, yaa mediados de 1948, eran acontecimientos que confirmaban el pronstico:pronto, y en cualquier latitud, el dinero se desvalorizara y los bienesse valorizaran. Tan fuerte era la conviccin de Miranda que durante 1948se anim a una arriesgada apuesta especulativa: retuvo una parte de lascosechas suponiendo que la paciencia lo compensara con mejores precios.Pero como a todo especulador, le poda ocurrir que un evento inesperadodiera al traste con su juego. Ese evento irrumpi en la escena.Fue el Plan Marshall.Es que las seales del mundo son muchas veces ambiguas, difcilesde desentraar. Al mismo tiempo que se desarrollaba la crisis de Berln,los Estados Unidos lanzaban el Plan Marshall. Si Berln era el lado oscurode la posguerra, aquel que prolongaba las turbulencias convirtindolasen una marca permanente del siglo, el Plan Marshall reflejaba la decisinnorteamericana de reconstruir, bajo su control, una Europa prspera, capazde producir y comerciar. Es que los Estados Unidos ya no podansostener una situacin econmica internacional caracterizada por la ausenciade socios comerciales. Europa tena que vender para comprar, yen particular para comprarle a los Estados Unidos. Y para vender tenaque producir. Como consecuencia poltica colateral, un Plan Marshallexitoso servira tambin como dique de contencin para las tentacionesexpansionistas soviticas.En un comienzo, la idea del secretario de Estado George Marshall nopareca peligrosa para la Argentina ni contradeca la visin de Mirandaacerca de la evolucin futura de los precios agrcolas. Al menos como elembajador norteamericano se lo narr al propio Pern a fines de 1947, setrataba de lo siguiente: el gobierno de los Estados Unidos donara ovendera a precios muy bajos equipamiento industrial y alimentos a lospases europeos amigos. En el caso de los alimentos, que era el queinteresaba a las autoridades argentinas, los norteamericanos compraransaldos exportables a varios pases pagando los precios de mercado paraluego proceder a su distribucin. Si alguien se haca cargo del costo de laoperacin era el fisco de los Estados Unidos; para las naciones productoras,la iniciativa resultaba econmicamente neutral y en todo caso erapolticamente redituable, ya que significaba un gesto de colaboracin paracon los vencedores de la guerra.Sin embargo, al tratarse en el Senado norteamericano, la iniciativa deMarshall sufri varias modificaciones, una de ellas muy dura para losterceros pases. Cada gobierno le comprara los alimentos a sus propiosproductores y los donara a las naciones europeas. Eso fue lo que hicieronlos Estados Unidos por volmenes muy cuantiosos, derrumbando losprecios de mercado y haciendo fracasar la especulacin de Miranda. Porotra parte, la Argentina no estaba en condiciones de actuar como losEstados Unidos. Mitigar el hambre de Europa significaba obtener menosdivisas; obtener menos divisas significaba detener el proceso de industrializaciny amenazar el pleno empleo. As fue que el gobierno de Pern,despus de algunas negociaciones que no significaron progreso alguno,qued afuera del Plan Marshall. Formalmente, la Administracin para laCooperacin Econmica (ECA), que coordinaba la ayuda a Europa, seneg a incorporar a la Argentina a su cartera de clientes. En lugar de unacuerdo con los vencedores, volvieron a la memoria las tensas relacionesde Pern con el departamentode Estado haciael final del gobierno deFarrell. No hubo, pues,negocio econmico; tampoconegocio poltico.El canto del cisne parauna visin del mundo queapostaba a la guerra ocurridurante el inviernoboreal de 1950-1951. Lainvasin de Corea delNorte a Corea del Surhaba sucedido en junio,pero la seal de alarmason cuando a fines deao las tropas norteamericanas,que haban intervenidopara darle un finalexpeditivo al conflicto,fueron rechazadas msall del paralelo 38 por elEjrcito de Corea delNorte y por los voluntarioschinos. El generalMac Arthur reclam la invasin a China; el Estado Mayor comunic a loscomandantes de las fuerzas estadounidenses esparcidas por el mundoque la situacin existente en Corea aumentaba considerablemente laposibilidad de un conflicto general. En la Argentina, mientras tanto, unaescena conocida se repeta por ltima vez. Los militares y una parte delgobierno exigieron el uso masivo de las reservas para abastecer al pas.Sin embargo, haba en esta oportunidad dos diferencias: en primer lugar,las reservas internacionales venan descendiendo ao tras ao desde 1947con la sola excepcin de 1950; en segundo lugar, la conduccin de lapoltica econmica ya no estaba en manos de Miranda sino de GmezMorales, y eso signific un cambio. Gmez Morales, persuadido de queno habra una conflagracin extendida y de que la recuperacin europeaera irreversible, se opuso a la renovada demanda por invertir las reservas.Su victoria no fue completa, las importaciones aumentaron durante 1951,pero la rpida estabilizacin del frente coreano y la posterior finalizacinde la guerra le dieron la razn.Mientras tanto, las seales del cielo fueron, por esos aos, ms contundentesy ms dainas para el pas que las seales del mundo. Ademsde la cada de los precios, fruto de la mutacin en el escenariointernacional, hubo una reduccin de volmenes en la produccin y en lasexportaciones agropecuarias. La fuerte sequa de la campaa 1949-1950fue apenas un anuncio de la que con mayor rigor azotara al campo durante195 1-1952. Las exportaciones totales en 1949 apenas pasaron el 70%del nivel del ao anterior; y las de 1952 fueron casi un 25% menores a lasde 1949. Durante 1952 la noticia cotidiana era la imposibilidad de sembrar,la muerte del ganado por falta de agua, los incendios espontneosde campos. La escasez de granos fue tan intensa que el gobierno promovila elaboracin de pan mediante mezclas de mijo y centeno en sustitucindel trigo. Aunque parezca un dato trivial, ello caus estupor en muchosargentinos, a quienes les pareca una aberracin que en un pasconsiderado el granero del mundo se acabara consumiendo, por casi dosaos, un pan ajeno a su tradicional blancura. De todas maneras, GmezMorales ha subrayado la equidad dentro de la calamidad: Se comi pannegro, pero lo comieron todos, desde Anchorena hasta el hombre mshumilde.El duro trance climtico golpe con violencia a la economa, pero nodej de ser un factor coyuntural. El factor estructural, que vena de lejos,era la evolucin decepcionante del comercio exterior y en particular delas exportaciones. Si bien durante los tres primeros aos de gobiernoperonista el precio promedio de los productos que venda la Argentina sehaba incrementado en un 200%, el volumen exportado en 1946 habasido menor que el de 1935, que a su vez haba sido inferior al de los aosms exitosos de la dcada del 20. La tendencia descendente de lasexportaciones argentinas era en parte el resultado de la crisis del 30 ydel consecuente colapso del comercio internacional. Pero para el nuevoelenco econmico, resultaba insatisfactorio y paralizante concentrar todala explicacin en una variable que no podan dominar. Si bien ellos compartancon muchos otros economistas latinoamericanos una visin pesimistasobre el comportamiento futuro de las exportaciones de materiasprimas, algo haba que hacer: el pas se enfrentaba por primera vez a loque ms tarde se conocera como el ciclo del stop and go. Pero ahoraestaba pasando, despus de los momentos felices, por la amarga fasedel stop.

Qu hacer?Cadas de precios y sequas derivaron entonces en una drstica reduccinde las divisas disponibles, y ello oblig a comprimir an ms lasimportaciones, ya bastante restringidas. El gobierno debi ser ms selectivoen la asignacin de divisas, y gradualmente fue reforzando salvoen 1951, un oasis climtico y un error de perspectiva sobre las consecuenciasde Corea el sistema de permisos de cambio que regulaba laobtencin de bienes extranjeros. Pero esta poltica, obligada por las circunstancias,tuvo un costo: el pas haba llegado a un punto en que eraimposible contraer las importaciones sin alterar la produccin industrial,que obtena del exterior muchos de sus insumos. Uno de los sectoresms dinmicos durante los primeros aos de la posguerra sufri as conlas restricciones adicionales a las importaciones. Los aos 1949 y 1952fueron dos de los tres nicos entre 1944 y 1958 en los que la produccinindustrial result menor que la del ao anterior. Las importaciones para laindustria y el propio nivel de actividad del sector manufacturero caan alcomps de la disponibilidad de divisas, poniendo en evidencia el taln deAquiles de un proceso de industrializacin volcado hacia el mercado internoque haba comenzadounos veinte aos antes peroque se haba profundizadodurante el peronismo.Acentuar el proteccionismoera, para la renovadaconduccin econmica, apenasun reflejo defensivo. Laverdadera solucin consistaen aumentar las exportaciones,recibir inversiones extranjeras,o una combinacinde ambas cosas. Al finalizarlos aos 40, las inversionesextranjeras orientadasa pases como la Argentinaconstituan un casillerovaco; si haba por entoncesun flujo masivo de capitalesentre naciones, steera el del Plan Marshall, ysu destino era Europa.Gmez Morales apenas encontrun res quicio cuandopara saldar una deuda conacreedores de los Estados Unidos por operaciones comerciales obtuvoun prstamo del Eximbank por 100 millones de dlares que se desembolsarondurante 1951. De todas maneras, para un gobierno que, comorepeta con frecuencia Pern, poda desenvolverse sanamente con recursospropios, sin recurrir a la mendicidad ni asociarse al FMI, ese prstamofue tan necesario como desagradable. Faltaba todava algn tiempopara que el mundo le abriera a Pern una ventana a la inversin y paraque Pern abriera su mente a recibirla con beneplcito.Haba, pues, un nico camino en ese momento de transicin, entre elayer de la guerra y el maana de los treinta aos gloriosos que viviraOccidente. Ese camino era el de alentar la oferta de bienes que pudiesencolocarse en el mundo para mitigar la escasez de divisas. Dos obstculosdificultaban la tarea. Uno de ellos, la industria no estaba preparadapara insertarse en el circuito del comercio internacional: su expansindiversificada en un mercado relativamente pequeo le quitaba escala y leaumentaba costos; el otro obstculo resida en que una herramienta depoltica econmica le estaba vedada a la gestin de Gmez Morales: ladevaluacin. Por lo menos hasta que una victoria rotunda confirmara yreforzara el liderazgo poltico de Pern en los comicios de noviembre de1951, nada deba reducir, por lo menos intencionadamente, los salariosreales. Es cierto que en septiembre de 1949 la depreciacin de la libraesterlina en algo as como un 30% oblig a la Argentina, al igual que acasi cuarenta pases, a reajustar sus tipos de cambio en una proporcinequivalente. Pero sa fue una medida inevitable, una movida en el tableroapenas para permanecer en el mismo lugar. No tuvo el objetivo de corregir,estructuralmente, las penurias del sector externo.En ese escenario, el gobierno apost al campo. Y lo hizo apelando alos mismos instrumentos que le haban servido para favorecer a la industriaen los aos anteriores. Un caso interesante fue el del IAPI. Las autoridadesmodificaron la carta orgnica del Banco Central durante 1949 ydejaron afuera del sistema financiero a la superinstitucin creada por Miranda. Ya no se atenderan, desde ella, los requerimientos crediticios dela Fuerzas Armadas, de los ministerios, de muchas reparticiones pblicas;ya no se utilizaran sus eventuales beneficios para expandir la capacidadprestable de los bancos. El IAPI se limit desde entonces a sufuncin primordial: la comercializacin de las cosechas. Esa era una cuestinde prudencia y de pulcritud administrativa, virtudes que siempre ocuparonun lugar alto en el orden de valores de Gmez Mora les y de suscompaeros de gabinete econmico. Pero adems, y lo ms importante,junto al cambio en la arquitectura institucional ocurri otro. A partir de1949 el gobierno se adapt a los nuevos trminos del intercambio exterior,menos beneficiosos para el pas, y comenz a comprar las cosechasa los productores a precios ms altos que los que perciba por su ventaen los mercados internaciona1es: Gmez Morales no era un industrial,como Miranda. Quiz por eso le result fcil comprender que el mandatodel momento era, como haba dicho Emery, garantizar cotizaciones remunerativasal campo, aunque ahora ello implicara prdidas para el IAPI.Gmez Morales haba aprendido una ley de hierro: se necesitabanms saldos exportables si se quera mantener el desarrollo industrial alque Pern aspiraba irrenunciablemente. Por eso, un segundo instrumentoque se dibuj con relieve entre 1949 y 1952 fue el de la reasignacin delcrdito por parte del sistema financiero nacionalizado. Una rpida comparacinestadstica ilustra el impresionante viraje ocurrido: desde fines de1948 hasta fines de 1951, el crdito a la industria se multiplic poco msque por uno y medio, mientras que el crdito al campo estuvo cerca decuadruplicarse. Una silenciosa transformacin estaba ocurriendo en elsistema financiero para que la revolucin industrialista con que soabaPern se sostuviera. El campo reciba un flujo masivo de prstamos atasas subsidiadas con la esperanza de que, en sintona con la poltica deprecios remunerativos, se amortiguara el golpe que el mundo le estabaasestando a las exportaciones argentinas. Nadie pensaba en recuperarlos lozanos aos 20, pero s, al menos, en dejar atrs el largo estancamientode la produccin agropecuaria.Al IAPI pro agrario y a la poltica crediticia pro agraria deba sumarseuna ltima herramienta si es que el objetivo era superar la parlisis de larueda maestra. Haba que ofrecerle al campo los insumos y los bienesde capital necesarios para incrementar su productividad y por lo tanto suvolumen de produccin; haba que tornar ms fructferas las tareas delabranza y de cosecha, y hasta la propia actividad ganadera. En estesentido, la poltica comercial sirvi a las intenciones del gobierno.Consistentemente con la reasignacin del crdito, tambin los permisosprevios a la importacin se reasignaron a favor del sector agropecuario,principalmente para la adquisicin de maquinarias agrcolas. A partir de1949, las palabras de orden fueron tecnificar las explotaciones rurales.Esas palabras atravesaran todo lo que restaba del gobierno de Pern ysu influencia se prolongara hasta los tiempos de Frondizi.Fue exitosa la apuesta al campo?; tena sentido llevarla a cabo sinel instrumento de la depreciacin monetaria? Es imposible responder aesas preguntas: la maldicin de las repetidas sequas afect tanto al agroprobablemente como nunca durante el siglo que la poltica econmicase convirti en un factor secundario para explicar los avatares de larealidad. Gmez Morales no fue, hasta finales de 1952, un hombre debuena fortuna. La economa permaneci frenada: las exporta ciones hundidasen un nivel muy bajo, los salarios comenzaron a deteriorarse. Lasmeditadas iniciativas de la conduccin econmica para adaptar a la Argentinaa un mundo que marchaba hacia la paz se encontraban con demasiadosobstculos. Y tampoco el otro gran desafo, la lucha para abatirla inflacin, ofreca por entonces resultados prometedores. Pero en estecaso, hay que convenir que la estrategia gradual y minimalista que seautoimpuso el gobierno hasta el plan de estabilizacin de 1952 ejerci unpapel preponderante.En realidad, la inflacin se hizo consciente como problema de gobiernoya a fines de 1948. Miguel Miranda era todava el conductor de lagestin econmica, pero su criatura, que haba llevado a la mayora delos argentinos a la conviccin del progreso material indefinido, comenzabaa exhibir su lado oscuro y