Boletín de Historia y Antigüedades

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Historia

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    PURCHASED FOR THE

    UNIVERSITY OF TORONTO LIBRARY

    FROM THE

    CANAD COUNCIL SPECIAL GRANT

    FOR

    LATN AMSRIGM STDIES

    Obrar Y

    \m 2 b 1968

    de jfiszoria y Jnzig-Jiedades

    ^i ri RGANO DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

    Director, IEDRO M. IBANEZ

    Bogot ^ ReplDlica de Colombia

    boletn de historia

    El presente nmero es el primero del volumen VII de este rgano de la Academia Nacional de His- toria, cuya publicacin al present, apoyiata por el se- or Ministro.de Gobierno, don Jor^ Roa, disting-ui-' do miembro de la corporacin, aparece el da 1^ de cada mes. - .

    Hacemos notar que este hecho "fclira la Admi- nistracin actual, pues da exacto cumplimiento a la Ley 24 de 1909, ya que en tiempos anteriores tuvo que suspenderse la 'aparicin del Boletn por no haber encontrado amplio apoyo oficial,' como por fortnalo tiene al pi^esente. A esas irregularidades s'e debe que apenas hayan aparecido seis volmenes en los aos corridos desde el mes de Septiembre de 1902 has- ta hoy.

    Sea esta la ocasin de presentar nuestros agra- decimientos a los muchos distinguidos escritores que han colaborado en las pginas de este repertorio de nuestra historia nacional, ya los mismos y todos los cultivadores de los estudios histricos ofrecemos nuevamente las columnas del rgano de la Academia.

    MEMORIAS HlSTORiGAS

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  • MEMORIAS HlSTORiGAS

    Debemos la laboriosidad: del distinguido miembro de nmero de la Academia doctor Diego Mendoza el publicar continuacin un interesantsimo manuscrito sobre la histo- ria del pueblo chibcha, que haba desaparecido de nuestros archivos y que afortunadamente el doctor Mendoza copi del original en los archivos de la Pennsula. El mismo doc-

    vn 1

    Boletn de Historia y Antigedades

    tor Mendoza, de acuerdo con nuestro criterio, juzga que el importante manuscrito es obra del bogotano presbte- ro Domingo Duquesne, quien recibi rdenes sagradas y acept los curatos de Lenguazaque y Gachancip. El publi-^, cista don Jos Mara Vergara y Vergara refiere que sirvi" estos beneficios por ms de veinte aos, y que fue nombra- do por Carlos iv Cannigo de la Catedral metropolitana en 1800. Duquesne es el autor de una Disertacin sobre el calen- dario de los mtciscas, que tuvo muchos apologistas, pero que trabajos ms serios, como el del seor General Ernesto Restrepo Tirado, hoy Presidente de la Academia, conside- ran como estudio que alucina primera vista, pero que no resiste al anlisis.*

    El doctor Liborip Zerda public en el Papel Peridico Ilustrado otras memorias histricas del doctor Duquesne, y un estudio etnolgico de la nacionalidad chibcha. Vergara asevera que Duquesne hizo una Gramtica del idioma muis- ca, que se ha perdido, y una crtica burlesca de la filosofa peripattica. Versara cita el Comento al Apocalipsis y otros manuscritos de Duquesne, que tambin dio como extravia- dos, y las muestras de estilo que l pone en su Historia de la Literatura se conforman bien con el estilo de las Memorias que vamos reprodlicir.

    El Cannigo Duquesne muri en Bogot el 30 de Agos- to de 1822.

    MEMORIAS HISTRICAS

    DE LA IGLESIA Y PUEBLO DE LENGUAZAQUE

    PROLOGO

    No ha}^ iglesia que no debiera conservar cuidadosa- mente su historia. Su ereccin, las constituciones de su fundacin, las leyes particulares de su gobierno, la memo- ria de sus rentas, el genio y carcter de los fieles que la componen, son otros tantos objetos cu3^os conocimientos son necesarios para su recta administracin, que interesan la curiosidad y sirven al deleite instruccin de los hombres.

    Con este fin hemos juntado en este libro todo lo que pue- de servir componer ilustrar la historia de la iglesia de Lenguazaque. Habindonos destinado la Divina Providen- cia, sin mrito alguno nuestro, para administrarla, hemos credo que era de nuestra obligacin formar este gnero de Memo7as^ que contienen nuestro parecer todo lo que pue-

    Memorias histricas

    de ser til para la direccin de nuestra pequea grey, re- ducindolas breve escrito; porque as se viene los ojos y se representa como de un solo golpe todo lo que conviene tener presente para su direccin.

    Hemos dividido nuestras Mefnorias en cuatro partes; en la primera tratamos de los indios en el tiempo de la gentili- dad, en cuya obscuridad se nos dejan ver muchas luces que nos aclaran aquellos caminos investigables de su providen- cia, por los cuales sac finalmente la religin de la verdad y de la luz estas miserables gentes que haban estado por tantos siglos tan de asiento en las tinieblas y sombra de la

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  • muerte.

    En la segunda y tercera hablamos de la ereccin de esta iglesia, del patronato que tiene en ella el glorioso Obispo y mrtir San Laureano, y de la educacin y direccin espiri- tual dlos concilios y reglamentos que han dado para el go- bierno los Prelados eclesisticos. En la cuarta exponemos el Gobierno civil y poltico, cuya noticia es importantsima los curas.

    No se debe creer que hemos tenido poco trabajo en la formacin de estas Memorias. Los libros antiguos de esta iglesia, que contenan todo el gobierno de ella, por lo respec- tivo los primeros tiempos de su fundacin, perecieron en- teramente por el descuido de nuestros mayores. Como hemos carecido del beneficio de la prensa, no han podido transmi- tirse nosotros muchos actos histricos que podran intere- sar la curiosidad literaria, y algunas tradiciones que se han perpetuado estn desnudas de aquellas circunstancias que son necesarias para la inteligencia de los sucesos, carecen de aquella especie de verosimilitud sin la cual no tiene au- toridad este argumento. Con todo eso, cuanto hemos escrito est fundado en slidos documentos que hemos tenido pre- sentes, y otros instrumentos de aquellos que dan fundamen- tos los escritos.

    Hemos puesto nuestro libro el ttulo de Memorias his- tricas, por tomarnos la libertad de insertar en el algunas piezas y monumentos antiguos, siempre apreciables los li- teratos, cuyo contexto hubiera turbado la narracin hu- biera cortado aquel tejido del estilo corriente y seguido, del que usa la mayor parte de la historia.

    NDICE DE LOS CAPTULOS

    Pr7nera parte.

    Captulo 1*? Topografa y cualidades de Lenguazaque. Captulo 2^ Genio y costumbres de los habitadores de Lenguazaque.

    Captulo 3^ Idolatras de los lenguazaques.

    Boletn de Historia y Antigedades

    Captulo 49 Riqueza de los lenguazaques. Captulo 5^ Conquista de lenguazaques. Captulo 6^ Predicacin de los Apstoles en Lengua- zaque.

    Segunda parte.

    Captulo 1^ Ereccin de la iglesia de Lenguazaque.

    Captulo 2 Patronato de San Laureano, Obispo y mr- tir, en la iglesia de Lenguazaque.

    Captulo 39 Culto de San Laureano en Lenguazaque.

    Captulo 4^ Gobierno y educacin de los indios.

    Captulo 5*? Cdula del Rey nuestro seor sobre la edu- cacin de los indios.

    Captulo 6^ Modo que se ha observado en la educacin de los indios.

    Captulo 7^ Carcter de los indios y trabajo del oficio pastoral entre ellos.

    Tercera parte.

    Captulo 1*? Constituciones y reglamentos eclesisticos de los Concilios.

    Captulo 2 Minuta de los casos reservados nuevamente, arreglados por el Ilustrsimo seor Arzobispo de esta Me- trpoli.

    Captulo 39 Arancel de derechos de espaoles 5^ mesti- zos, segn los sinodales de este Arzobispado.

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  • Captulo 4^ Disciplina antigua y moderna sobre estos derechos.

    Captulo 5^ De la cuarta arzobispal.

    Captulo 6 Reglamentos de las visitas eclesisticas.

    Captulo 7^ Disciplina en orden matrimonios.

    Captulo 8^ De las cofradas.

    Captulo 9 Memoria de los privilegios de los indios.

    Cuarta parte.

    Captulo 1^ Del Gobierno poltico de los indios.

    Captulo 2^ De los Jueces reales de los indios.

    Captulo 3^ Ordenanzas formadas por los seores Pre- sidentes de este Reino.

    Captulo 4^ De los tributos de los indios.

    Captulo 5^ De los privilegios concedidos por Su Majes- tad los indios.

    Captulo 6^ Estado antiguo y moderno de Lenguazaque, y causas de su disminucin.

    Memorias histricas

    CAPITULO I

    TOPOGRAFA Y CALIDADES DE LENGUAZAQUE

    Leng-uazaque fue en otro tiempo una poblacin consi- derable de los dominios de Tunja. Pero aunque reconoca vasallaje este Rey, se g-obernaba por Cacique particular, y de tanta autoridad, que no dud aadir su nombre pro- pio el renombre de Cacique, ttulo que se haban apropiado sus Soberanos como el que ms altamente significaba el ca- rcter de su soberana. Con el nombre de este Cacique ha sido conocido hasta nuestros das el territorio de su juris- diccin.

    Estuvo fundada la ciudad de Lenguazaque (que con este ttulo hablan de ella nuestros historiadores) en el mismo sitio que al presente, con poca diferencia. Distaba de la cor- te de su Rey como seis leg-uas, y veinticuatro de la del Zipa. Las casas estaban cubiertas de paja, pequeas y mal forma- das; amontonadas ms que distribuidas, servan ms bien la confusin que ala hermosura del lug^ar. Estaban sembra- das en el campo sin orden, porque sus artfices ignoraron del todo las reglas de arquitectura y el buen gusto de aque- lla simetra y proporcin que da toda la gracia nuestras poblaciones. Se acomodaban en esto la naturaleza, porque no buscaban en sus chozas otras conveniencias que las de un corto y leve reparo contra las inclemencias del tiempo. Es sin duda alg-una este pas uno de los ms bellos y hermosos del Nuevo Reino. Su parte principal se prolonga en forma de lengua, por un corto valle muy despejado y alegre, ro- deado por todas partes de pequeas colinas, cuyas puntas, elevndose y deprimindose, forman con sus caprichosas figuras una perspectiva agradable.

    Est ceido este valle de una primavera perpetua. El campo despide por s mismo una suave fragancia. Sus ores, sin orden, sin cultivo, forman mil figuras diferentes, que exceden todos los primores del arte. Parece todo el terre^ no un jardn prolijamente. No se ve otra cosa que este modo sencillo de obrar que tiene en todas partes la natura- leza

    Divdese esta deliciosa llanura en dos partes iguales. El ro de Tibit, que al entrar en esta jurisdiccin muda su nombre en el pas y el color transparente y cristalino en otro bermejo algo desapacible, por l quebrada de las Ove- jeras, que se le introduce. Pero estos accidentes en nada al- teran la calidad de sus aguas, que son reputadas con razn

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  • por unas de las ms excelentes. Debe su orig-en al pramo de Gachaneca, el ms alto y benfico de todo el Reino, por

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    la liberalidad con que reparte hacia todas partes sus ag-uas. Despus de haber formado un breve semicrculo, va se- pultarse en la lagfuna de Fquene, tan clebre en nuestras historias por la supersticin y fbulas de los indios. Crece en los inviernos y arrastra mucha arena dla que va roban- do de sus orillas. Ha ocasionado algunos naufragios en se- mejantes ocasiones, no tanto por el peligro que amenazan SU5 corrientes, cuanto por el que siempre trae consigo la embriaguez en que los miserables que han perecido en l han naufrag:ado.

    Est Lenguazaque rodeado por todas partes de lagunas. Al Medioda, la de Suesca, famosa entr los indios por sus supersticiones: tendr ms de tres leg'uas de bojeo. Afir- man que por tiempos se deja ver en ella un pescado neg-ro del g:randor de un buey, cuyos dientes son tan venenosos, que llegan despedazar alg"una res que se arroje incauta- mente sus vados y salga con vida la orilla, despide un hedor intolerable y se corrompen todas sus carnes. La de Ubat, por el Occidente, que es un agregado de muchos pantanos que ocupan espaciosos terrenos. Y por el Septen- trin, la de Fquene, qu se extiende la manera de un pe- queo mar, por ms de diez leguas de longitud y tres de la- titud, segn lo escriben nuestros historiadores. Al Oriente est el pramo de Gachaneca, de que hemos hablado.

    Sin embargo de las daosas impresiones que puede re- cibir el aire de las aguas detenidas en estos estanques, el pas de Lenguazaque es sano, y aunque es fro, no es destem- plado. El cielo es despejado y poco tempestuoso, y muy de- licioso su temperamento. Est poblado de todo gnero de animales: pjaros de excelentes plumas y vistosos colores, aves para la caza, otras de rapia y otras nocturnas, de di- ferentes figuras y tamaos, larga materia los ageros de indios ; cuadrpedos de varias especies : venados en tanta abundancia, que hacen menos increbles las relaciones de los cazadores; guardatinajos, zorros, tigretillos y otros muchos cuya prolija individuacin sera fastidiosa nuestros lecto- res. El ro lleva alg-unos pescados pequeos, y en los bosques se suelen encontrar alg-unas culebras, quienes los natura- les llaman bobas, no porque carezcan de veneno, sino por la particular timidez con que huyen de los hombres.

    Encuntranse sobre los riscos algunas esmeraldas no mu5^ finas, principalmente en el invierno, y se asegura que hay mina de ellas en el cerro de la Cuba, lo que no es in- verosmil, si se atiende la g-ran copia que tenan los indios de estas piedras preciosas en el tiempo de la Conquista.

    Memorias histricas

    CAPITULO II

    GENIO Y COSTUMBRES DE LOS HABITADORES DE LENGUAZAQUE

    Los lenguazaques (comprendidos en la Nacin dlos moscas) eran ms cultos y polticos que los dems indios de Tierrafirme. Andaban vestidos, sea que su razn un poco ms despierta les avisaba los intereses de la decencia, sea que el fro de su pas los oblig-aba buscar este reparo con- tra sus inclemencias. Pero sus vestidos nada tenan de cos- toso ni superfino, acomodndose la precisa necesidad de la naturaleza. Los tejan de algodn, y su forma era casi la misma que al presente ; su g-nero de vestuario era comn todos; pero los nobles y ricos los usaban pintados, hallando en estos pequeos accidentes todo el apoyo de aquella vani- dad que en todas las naciones se funda sobre ellos.

    Pero aunque no conocan entre ellos estas diversas for- mas de vestidos que se varan cada paso entre nosotros, segn los caprichos de la moda, no dejaban por eso de estar dominados de los mismos vicios, ni de buscar en el ornato

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  • del cuerpo algo ms de lo que permite la precisa decencia del estado. Adornaban pues sus cabezas con unos casquetes he- chos de pieles de animales feroces, matizados con vistosa va- riedad de plumas de todos colores, entretejidas con algn orden y curiosidad, en medio de las cuales colocaban hacia la frente medias lunas de plata de oro, con las puntas hacia arriba ; todo lo cual serva no slo al adorno de la ca- beza sino al fomento de su vanidad, porque segn la piel de que formaban el casquete, se compona de todo ello un sm- bolo de la bravura valenta de su dueo. Traan tambin en sus brazos sartales de cuentas de hueso piedras, chagua- las de oro en las orejas y narices, agujereadas este efecto ; reprensible vanidad que nos pareciera ms brbara si no vieranios imitar en parte esta tirana del vicio en naciones ms cultas.

    El gusto de la moda entre los indios no era tan vario y tan inconstante como entre nosotros, pero era ms extra- vagante y penoso ; su mayor gala consista en pintarse con varias tintas, hallando hermosura en ello mismo, con que la desfiguraban : tan comn ha sido el uso de los afeites ; pero en ellos era sumamente extrao, porque no tiraban en- mendar la naturaleza, sino borrarla, aadiendo los ros- tros ms hermosos muchas pinceladas.

    Los indios eran idlatras de su cabello : la mayor afren- ta que se les poda hacer era cortrselo, y en las leyes de su gobierno este era el castigo ms ignominioso. Juzgaban que era ms hermoso siendo ms negro, y aunque la naturaleza favoreca su idearse tomaban el trabajo de tenerlo metido

    Boletn de Historia y A7iiigedades

    en leja y aguas fuertes, al fuego, por muchas horas. Las mujeres lo traan suelto, 5^ procuraban que fuese muy cre- cido, sirvindose para ello de la virtud de algunas yerbas. Los varones lo usaban largo, hasta los hombros y partido en forma nazarena.

    Eran ms aplicados los estudios de la paz que al ejer- cicio de la guerra. Con todo, se procuraban distinguir en la ocasin, ganando entre los suj^os reputacin de valerosos. Sus armas eran hondas que disparaban con menos pujanza que destreza ; espadas de macana, parecidas los montan- tes, 5^ unos dardos pequeos que llamaban tiraderas : suje- tbanlos entre dos palos pequeos, y salan con ms menos violencia segn la fuerza del que los despeda.

    Hablaban la lengua chibcha, que era la general de los moscas. Computaban los aos por las lunas, y el cielo vena ser como el nico libro de su cronologa. Ignoraron las letras, y no conocieron tampoco el arte de los smbolos, que hizo tan cultos los egipcios y tan clebres los mejicanos.

    No obstante, procuraban coordinar los sucesos ms con- siderables de la Nacin, reducindolos una especie de metro verso que enseaban sus hijos, perpetuando en loque podan por este medio su historia, que se iba desfigurando ms en el curso de los aos por el tejido de nuevas fbulas con que la iban aumentando. Porque proporcin de lo que olvidaban de aquello poco que haban recibido de sus mayo- res, suplan esta falta con las mismas noticias desfiguradas, que iban degenerando ms as como se iban apartando de su origen. Siendo por esta causa las verdades antiguas se- mejantes al sol, que cuanto ms se va avanzando en el cielo se va ausentando de nuestros ojos : suceden despus la obs- curidad y las tinieblas, esto es, el olvido y la ignorancia de las primeras noticias.

    No sabemos que el Zaque de Tunja hubiese llevado, como el Zipa de Bogot, su poltica ambicin hasta el pun- to de dar leyes sus vasallos. Toda la ley de los lenguaza- ques era la voluntad del Prncipe y los mandatos de sus Ca- ciques, quienes profesaban por las tradiciones que haban recibido de sus antepasados.

    No conocieron estos indios otros instrumentos musica- les que los caracoles y fotutos. La msica siempre era acom- paada de sus danzas, en que observaban un comps mara- villoso. Pero en todo ello reinaba un aire triste y desabrido, que haca sumamente fras todas sus piezas, como lo vemos

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  • hoy en las reliquias que les han quedado de su canto. Pero era divertido en extremo, y lo usaban en las labores del campo, que aun siendo su sola ocupacin, entraba en el ms racional, porque los restantes consistan en la embriaguez y ociosidad, que han sido, entre todos, sus vicios favoritos.

    Memorias histricas

    CAPITULO III

    IDOLATRA DE LOS LENGUAZAQUES

    Conocan los lenguazaques un Ser Supremo dueo so- berano de todas las cosas; pero sus espritus estaban dema- siadamente asidos la tierra para que se pudiesen elevar sobre las cosas sensibles la contemplacin de la primera causa. As, lejos de servirse de las criaturas para conocer al Creador, paraban en ellas, formando otras tantas divinida- des de las que eran en su concepto ms admirables her- mosas. El sol era el superior objeto de sus cultos 3^ adora- ciones, y su luz que alumbra sus cuerpos, deslumbraba sus almas, que hacan de ella el principal motivo de su vene- racin.

    Aunque el sol era el dios del cario dlos moscas, tene- mos fundamento para creer que los lenguazaques se exce- dan en la supersticin con que lo veneraban ; porque aun- que los adoratorios eran frecuentes en todas sus poblaciones, tenan tres templos principales, que eran como los santua- rios de su religin y respetados por esto con mayor venera- cin. Uno de ellos estaba en Guachet, sitio tan inmediato Leng-uazaque, que se poda reputar por uno mismo. Y en este supuesto es fcil concebir que lo visitaran los lengua- zaques con ms frecuencia que los dems.

    El demonio tena destinado este templo para que segn las ocurrencias, se sacrificase en l un mancebo, que desde pequeo criaban para aquella brbara funcin. Era con- dicin precisa que este miserable fuese nativo de un cier- to pueblo de los Llanos que conocemos hoy con el nombre de San Juan. Luego que la infeliz vctima llegaba la edad de los doce aos, sus dueos la paseaban de Provincia en Provincia, con el fin de venderla en precios tan excesivos, que slo los Reyes Caciques la podan comprar. De este modo los lenguazaques seran muchas veces, los oferentes, los espectadores de un tan impo y brbaro sacrificio.

    No era inferior su veneracin las lagunas, que entra- ban tambin en el nmero de sus divinidades. Sus adoracio- nes eran profusas y costosas, porque arrojaban en ellas lo que tenan ms precioso, deleitndose as el demonio ms en lo que los empobreca que en lo que le daban. Tenan tambin dolos de diversas materias y figuras extraordina- rias, y se repar en todos ellos que eran mal tallados. No nos admira este depravado gusto de sus estatuarios, porque el demonio ha querido en todas partes que sus imgenes le sean un poco parecidas, y aun es de creer que los indios las trabajasen sobre el modelo que dejaba impreso en sus ni- mos en sus apariciones; pero s nos dolemos de la inaver-

    Boleiin de Historia y Antigedades

    tencia de nuestros mayores, que han lisonjeado las ideas de los indios en este punto con una condescendencia irracional, formando de este mismo modo las efig-ies de los santos y principalmente las de la Santsima Virgen, como lo hemos notado en este y otros pueblos de este Arzobispado.

    Haba sacerdotes para el servicio de sus adoratorios y culto de sus dioses. Sus ministros eran respetados religio- samente y recompensados por los dones frecuentes con que los enriquecan. Eran en la opinin de los indios sus sacer- dotes unos hombres santos, como destinados ofrecer sus dolos los sacrificios y oblaciones del pueblo. Pero esta pre- tendida santidad estaba ms en el concepto de las gentes que en el ejercicio de sus obras. Y antes por su maldad, en que excedan a los dems, eran visitados con mucha fre-

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  • cuencia del demonio, que se serva muchas veces de ellos como de orculo para significar su depravada voluntad los pueblos.

    Entre las funciones del sacrilego ministerio se contaba la asistencia y celebracin de las primeras nupcias. Mira- ban los lenguazaques con religioso respeto el impedimen- to del parentesco, pero no hacan la misma atencin al de afinidad, y as, no dudaban casarse con sus mismas cuadas. El matrimonio les era costoso, porque en buenos trminos tenan que comprar la mujer con quien se casaban. El marido ofreca los padres por ella cierta cantidad, y ne- gada la peticin, la iba redoblando hasta tres veces; si persistan en negarla, desista para siempre de su demanda, pero si accedan las splicas, tenan que entregarla al es- poso por cierto tiempo, en el cual le era lcito casarse con ella abandonarla. De este modo el nmero de las mujeres se contaba por el de la riqueza y facultades de los maridos.

    Usaban igualmente en sus entierros muchas ceremonias de religin. Eran profusos con los muertos, en cuyos sepul- cros depositaban cantidad de esmeraldas, oro y plata, res- tituyendo la tierra por una falsa piedad estos metales que haban extrado de ella por sobrada codicia.

    La funcin de ms esplendor que celebraban en su gentilidad eran las procesiones, que dirigidas obtener de sus dolos el remedio de sus necesidades, ejecutbanlas con grande aparato de joyas, en que brillaba toda su rique- za. Sus ceremonias eran ridiculas y desproporcionadas. Di- vidanse en diferentes cuadrillas, distinguidas por la diver- sidad de los trajes. Disfrazbanse en varias especies de ani- males feroces, de cuyas pieles se cubran, y aunque los re- medaban perfectamente en la figura, el demonio que les su- gera estas invenciones se deleitaba ms en ver cuan embru- tecidos tena sus nimos. Unos lloraban y otros rean, mez- clndose estos dos contrarios efectos y resultando de ellos

    Memorias histricas

    una disonancia monstruosa, que con todo eso no se dejaba percibir de su razn.

    Los dems ritos de su gentilidad no tienen cosa que in- terese la historia. Toda su religfin era un tejido de contra- riedades ysupersticiones, cuya confusa mezcla eraigualmen- te repugnante al entendimiento y al corazn, y cuya rela- cin prolija servira ms manchar que ilustrar la narracin.

    CAPITULO IV

    RIQUEZA DE LOS LENGUAZAQUES

    Los lenguazaques eran ricos por la abundancia de es- meraldas, oro y plata, pero lo eran mucho ms por aquella loable economa que los haca vivir slo la naturaleza. La historia nos descubre sus grandes tesoros, pero siempre ser en ella un problema indeciso si los debieron ms su indus- tria al beneficio de la tierra.

    En efecto, es dificultoso encontrar entre los lenguaza- ques la veta de esta mina, porque si atribuimos estos logros al comercio, es necesario sealar en Lenguazaque un equi- valente, porque indios en este gnero casi no supieron otros contratos que las permutaciones, y no es fcil hallarlo entre unas gentes que no sacaban de sus tierras otras ventajas que las de las cosechas precisas para su sustento. Si los que- remos buscar en el fondo de la tierra, no se halla vestigio al- guno por donde creer que hubiese minerales. Lenguaza- que, por otra parte, no era un pueblo industrioso que pu- diese agenciar con sus manufacturas y sacar su abundancia de las necesidades de los otros.

    Tampoco se puede decir que los indios buscaban para una vez y que les duraba para siempre lo que adquiran, porque no gastaban, como nosotros, en superfluidades. Pues es cierto que se deshacan de sus alhajas cuando perdan con el uso aquella especie de estimacin que les daba la no-

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  • vedad. Ninguna Nacin ha mirado el oro con ms despre- cio que los indios, 3^ con todo, ninguna lo gast tampoco con ms profusin. Lo enterraban en sus sepulcros cuando mo- ran lo sepultaban cuando vivos, por una especie de supers- ticin, convirtindose la avaricia en idolatra refinndose en ellos hasta el punto de ser en todos modos una servidum^ bre de los dolos.

    Lo ofrecan con profusin en las lagunas y en los ado- ratorios, y no tenan poca parte sus sacerdotes en estas obla- ciones; y lo tributaban tambin sus Caciques, que entraban en el nmero de sus divinidades y que veces se les mani- festaban tan crueles que no se aplacaban sino por medio de

    12 B O le Un de Historia y Antigedades

    estos sacrificios. As su relig-in y su poltica caminaban de acuerdo en despojarlos. Y los lenguazaques, tan liberales con sus dueos como escasos consigo mismos, se afanaban en buscar nuevas riquezas, ms por contentar la avaricia ajena, que por la suya propia.

    No obstante podemos discurrir que sus tesoros los de- ban en parte su industria y en parte ala naturaleza: la inmediacin en que se hallaban Ubat 5^ Suesca, y que eran como los emporios del comercio entre los indios, da alguna especie de verosimilitud este pensamiento: concurran de todas partes sus ferias, y principalmente esta ltima, que perteneca los guatavitas, los cuales excedan los dems en el arte de labrar el oro, dando la materia, de suyo pre- ciosa, nueva estimacin por la figura. Y podran tal vez ser- vir para sus cambios las esmeraldas que se hallaban en otro tiempo con ms abundancia en Lenguazaque.

    Aunque no falta quien escriba que todos estos cerros estn preados de oro, debemos confesar que no se halla vestigio alguno de tales minerales. Sin embargo, pudo suce- der que se encontrasen en otro tiempo algunos gramos de oro en la superficie de la tierra, como ha sucedido en otras partes, no siendo inslito que desaparezcan estas produccio- nes, ocultando despus la tierra en su seno lo que antes ma- nifestaba, en lo cual no sabemos si nos hace mayor beneficio si es ms liberal en lo que oculta en lo que descubre, cuando el oro por nuestros abusos sirve ms nuestra ruina que nuestro provecho.

    CAPITULO V

    CONQUISTA DE LENGUAZAQUES

    Haban vivido los lenguazaques en la esclavitud del de- monio por muchos siglos, pero la Divina Clemencia dispona que les amaneciese ya la luz de la verdad. Su monarqua no haba sido otra cosa que el imperio de las pasiones; sus le- yes fundamentales se dirigan establecer el libertinaje de las costumbres, y por eso eran obedecidas con tanta exacti- tud, porque contra las pragmticas que favorecen los apetitos ha}^ pocos delincuentes. Sus reyes eran los prime- ros en obedecer sus decretos, y el ejemplo de los prncipes era otro nuevo motivo de la correccin de los vasallos. En fin, su estado era el ms deplorable, porque se mandaban por ley los- pecados como en otras partes se prohiben.

    Quiso pues la Piedad Divina sacar los indios de la ser- vidumbre del demonio y ponerlos en la libertad de los hi- jos de Dios, sirvindose como de un medio proporcionado de las armas siempre gloriosas de nuestros catlicos monar-

    Memorias histricas

    cas, disponiendo que sobre las ruinas de una monarqua brbara y brutal se erigiese el imperio de la justicia y de la razn, destinando la conquista de la Amrica nuestros piadosos Reyes como por premio de aquella constancia y fidelidad con que han defendido siempre los intereses de la Religin.

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  • Luego que los espaoles mandados por el General don Gonzalo Jimnez de Quesada aparecieron en Vlez, cubri los indios una consternacin que en breve se hizo general, porque siendo el miedo una pasin contagiosa, se propag por todas las Provincias y lugares del Reino. Los indios, so- bresaltados, slo pensaron en su seguridad, y como el miedo se fabrica de las aprensiones, todos los terrores dando ma- yor bulto las apariencias, semejantes aquellos vidrios que aumentan los objetos, se difundi la noticia de su llega- da, vestida de tantas circunstancias, que todos se imagina- ban que tenan sobre s toda la ira del Cielo y todas las ca- lamidades con que sus dioses iban exterminarlos.

    Porque se deca que estos extranjeros arrojaban rayos de la misma manera que sus dioses ; que eran unos mons- truos compuestos de dos cuerpos diferentes, y que mirados dos. visos representaban diversos aspectos, semejndose por una partalos hombres y por otra los brutos, porque se haban figurado que el caballo y el jinete eran una sola pieza ; que estos espectros se mantenan de carne humaba ; que corran con una increble ligereza por la tierra, j que veces volaban por el aire, semejantes aquellas aves de rapia que elevndose hacia el cielo, aseguran la presa cuan- do parece que estn ms distantes de ella, abatindose despus con un mpetu tanto ms funesto cuanto el ani- mal que se arrojan estaba ms descuidado ; en fin, aadan que nada poda resistir su saa ni satisfacer su voracidad.

    Sobrecogidos los indios de estos falsos rumores que ha- ba fabricado la novedad y propagado el miedo, aumentn- dolos en la distancia, tomaron el partido de subirse los montes, manera del que huye precipitadamente de una inundacin que vaya cubrirlo. Los lenguazaques toma- ron tambin esta resolucin, retirndose un cerro que ha- ce espaldas la Cuba, en que todava se conservan los ves- tigios de su miedo en una gran zanja que formaron al re- dedor, en una sola noche, segn la tradicin que se ha per- petuado hasta nosotros. Estajespecie de defensa que usaban en sus guerras serva ms entretener su pavor que su seguridad, y con todo, todos los primores de su milicia esta- ban ceidos de estos pequeos arbitrios, limitando los ardi- des militares este gnero de hostilidades que sirven ms detener que impedir los progresos de enemigos.

    Encerrados en esta trinchera esperaban su suerte, sos-

    14 Bolet7i de Historia y Antigedacles

    teniendo la cruda batalla de su miedo, ms combatidos de su temor que de sus enemigos, cuando se dejaron ver en Guachet los espaoles. Los indios de este pueblo hicieron varias tentativas para desengaarse ; y luego que lo logra- ron, experimentando por s mismos que los extranjeros no eran aquellos brutos feroces que les haban pintado, se en- tregaron voluntariamente, trocando sus vanos temores en una amigable confianza. Esta alegre noticia sac los len- guazaques de sus dudas 3^ dess trincheras, y volviendo su pueblo, esperaron con seguridad los espaoles.

    Entraron stos en Lenguazaque el da 14 de Marzo del ao de 1538. Recibironles los lenguazaques con todas las demostraciones de amistad y rendimiento que pudieran de- searse ; regalronles muchas piezas de oro, esmeraldas, animales 5^ mantas, que fueron entonces de su mayor apre- cio, por la desnudez y necesidad en que se hallaban, y pu- sieron su pueblo bajo de la proteccin y dominio de nuestro augusto Soberano. Fueron los lenguazaques los segundos que profesaron nuestros Reyes esta fidelidad, y tardaron en ser los primeros la breve distancia que haj^ de Guachet Lenguazaque. Y aunque aqullos les toc el honor de la primaca, los excedieron stos en el modo de entregarse, porque sin detenerse hacer experimentos, depusieron sus temores con la misma facilidad que los haban concebido. Les salieron voluntariamente al encuentro, cosa que no ha- ba hecho ningn otro pueblo. Su ejemplo fue fecundo de imitadores, que su sonido hicieron lo mismo todos los in- dios comarcanos, y su fidelidad fue slida, porque se mantu- vieron firmes en la obediencia en el tiempo de las mayores tribulaciones que sucedieron luego en los pueblos conquis- tados, y la accin de su entrega les es muy gloriosa, porque no se sabe si brill ms en ella su confianza su valor, com-

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  • pitindose confundindose su sencillez y su animosidad.

    De este modo qued Lenguazaque por nuestros Reyes, quienes ellos mismos, voluntariamente, se sujetaron, sin que hubiese costado una sola gota de sangre la toma de este pueblo, en que se conquistaron un tiempo la poblacin y las voluntades, siendo esta ltima la ms importante los conquistadores, para los que sirve poco ganar las tierras dejando enemigos los corazones. Esta conquista ha sido para los lenguazaques, como todos los indios, el manantial de todas sus felicidades. A ella deben todos los beneficios de la cultura 3^ de la religin, el menor de los cuales no se puede pagar con todos los tesoros del mundo, y lograron por ella el hacerse hombres y despus cristianos.

    Memorias histricas 15

    CAPITULO VI

    PREDICACIN DE LOS APSTOLES EN LENGUAZAQUE

    La predicacin de los Apstoles de sus primeros disc- pulos en estas partes del mundo, es una memoria que deba conservarse con todo cuidado que deba ilustrar con el ma)^or estudio la Iglesia americana. Hablando en general de todo este vasto continente, no se puede dudar que predica- ron en l los Apstoles sus discpulos. Las divinas Escritu- ras favorecen este dictamen, porque hablan en trminos que significan mu}^ claramente que la predicacin apost- lica se percibi en todo el mundo, que el eco de su voz se dej or en todo el mbito del orbe, 3^ que sus palabras pe- netraron hasta los confines de la tierra. Jesucristo mismo, cuando confi el ministerio de la palabra los Apostles, les mand que lo anunciasen todas las gentes. No exceptu ninguno, y por consiguiente se los encomend a todos.

    Esta sola razn bastaba para persuadirnos esta verdad, porque aunque las palabras generales de los sagrados libros se pueden ceir alguna vez ms estrecha significacin, no se puede hacer esto jams sino cuando alguna razn nos obligue ello, segn la excelente regla que nos da sobre esto San Agustn. Pero qu inconveniente pudo obstar la pre- dicacin de los Apstoles? Acaso los mares? Y por ventura aquel Espritu que andaba sobre ellos necesita precisamen- te los bajeles para llevar al otro lado los designios de su gloria? De las capas de algunos sacerdotes no form en un momento navios con menos causa para transportarlos? O ser ms dificultoso la Providencia el hacerlos navegar de este modo muchas leguas que pocas millas? Le faltaban acaso otros arbitrios ? Para dar de comer un Profeta en- cerrado mand Dios un ngel que arrebat Habacuc por los cabellos; qu dificultad ha}'- pues para que usase del mismo medio con los Apstoles, fin de que repartiesen tantos pueblos hambrientos el pan de la divina palabra?

    Podra pensar alguno de estos crticos indigentes que miran todas las cosas lo humano, pretendiendo sujetar te- merariamente los designios de la gracia la economa de la naturaleza, que la vida de los Apstoles, despus de recibi- do el oficio de la predicacin, fue muy corta para que pudie- sen correr todo este vastsimo continente; pero aun midien- do los pasos apostlicos por esta geometra, no habra difi- cultad alguna, porque est averiguado que San Francisco Javier, escudero de su espritu, anduvo en solos diez aos ms leguas que las que contiene todo el mbito de la tierra.

    Ms graciosos son los que adjudican un Reino slo

    1 6 Boletn de Historia y Antigedades

    tres Apstoles, y no les sobr uno para todo un mundo, mi- diendo la infinita Providencia de Dios por la limitada pru- dencia humana, que siendo muy liberal para unas partes, es mu}^ escasa para otras; ni el argumento negativo que se toma del silencio de los autores eclesisticos prueba cosa al- guna, porque aunque los hombres ignoraban que haba un nuevo mundo, no lo ignor aquel Dios que lo haba formado.

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  • En fin, son innumerables los vestigios que hay en la Am- rica de la predicacin de los Apstoles de sus discpulos. Las seales de sus pies estampadas sobre las piedras ; las tradiciones de los indios ; la noticia que se hall en ellos de las verdades de nuestra Religin, y lo que era ms fuerza algunos crticos, las medallas que se han encontrado debajo de la tierra, cavando, que examinadas en la Academia de las Medallas de Pars, se ha hallado que son de los primeros siglos de la Iglesia.

    Omitimos infinitas reexiones que podramos hacer en este asunto, porque no escribimos disertaciones crticas sino memorias histricas de Lenguazaque ; y as, cindonos nuestra idea nos contentamos con insinuar lo que puede contribuir este punto, por lo respectivo Lenguazaque. Estos indios conservaban la memoria de un hombre quien llamaban el Bochica, lo miraban como al fundador de sus primeras costumbres 5^ hacan su pintura con muy bellos rasgos, como de un hombre excelente que se elevaba sobre ellos en las luces y la capacidad, mandado por el Cielo para restablecerlos en la pureza y en la inocencia de la vida. Afirmaban que de el haban recibido las noticias ms impor- tantes de la creacin del mundo, del diluvio, de la inmorta- lidad del alma, del juicio universal y de la resurreccin de los muertos. Describan por medio de varias figuras y alu- siones los combates que haba sostenido con el demonio y las gloriosas victorias que haba ganado. Informaban de su vestido, muy semejante al que usaban los Apstoles, y ha- blaban con suma veneracin aun de sus menores circunstan- cias. Tenan desfiguradas estas verdades con muchas fbu- las, por entre las cuales no se deja de conocer la luz que les alumbr y la doctrina del Evangelio, que eso pudieron re- cibir no de otro sino de algn Apstol.

    No se debe omitir lo que escribe el General Quesada : que todos los pueblos de Tanja y por consiguiente los len- guazaques ponan la seal de la cruz sobre los sepulcros de aquellos que moran mordidos de culebra. Fue fcil que con el transcurso del tiempo equivocasen la serpiente infer- nal con estas otras vboras, y usasen el remedio contra su veneno, sin acertar emplearlo contra el demonio, que tena tan inficionados sus nimos.

    Todo esto junto no deja de fundar algn gnero de pro-

    Cuestin Panam 17

    habilidad para probar que predicaron los Apstoles en Len- guazaque. Es cierto que en el retrato del Bochica daban alg-unas pinceladas con que lo desfiguraban, atribuyndole cosas extraas que no pueden convenir un Apstol. Pero sera necedad pretender que todas estas verdades se hubie- sen conservado en toda su pureza por tantos sig-los, porque no habindose propag-ado entre ellos el sacerdocio y no ha- biendo conocido tampoco el uso de las letras, era necesario que degenerasen en algo de su ingenuidad. Antes bien, to- das estas mentiras con que vistieron su modo aquellas grandes verdades, son otros tantos slidos fundamentos para establecer la tradicin, pues su pesar se conservaron pruebas del grande impulso con que se imprimieron en sus nimos. As se deben mirar como aquellas nubes que aun- que ocultan la luz del sol, no la destruyen. O son ms bien estas fbulas, en el retrato del Apstol, como las sombras que distribuyen en el lienzo los pintores, que hacen resaltar con ms viveza la pintura.

    {Continuar)

    CUESTION PANAM

    El ao de gracia de 1909 sali luz de las prensas de la capital belga, en edicin de lujo, una obra, en cuya elegan- te portada, encima del flameante escudo de nuestra patria, se ostenta en letras encarnadas el ttulo La Rptibligue de Colojnhie. Su autor, Henry Jalha}^ Frente la portada, el mejor retrato grabado que ha)^amos visto del General Rafael Re3^es, y en el prlogo y la ojeada histrica se levan- tan dos altares sobre los cuales arde en adulatorias frases el

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  • incienso quemado al que hace dos aos rega los destinos colombianos.

    Escrito en estilo sencillo y claro, tal que parece versin literal del castellano, el aludido trabajo abunda en mritos y no carece de documentos. Finos y bien escogidos graba- dos, enmarcados entre los ntidos caracteres de imprenta, en pginas separadas, realzan 5^ embellecen el texto, de por s interesante.

    Debemos dar las gracias al autor extranjero por las bellas descripciones que hace de nuestras riquezas, los elo- gios nuestro carcter nacional, el tino carioso con que, al hablar de cada poblacin, escoge en ella lo que pueda darle ms brillo, formando un conjunto bien acondicionado para la exportacin. Indudablemente, todos aquellos que de nuestro pas no conozcan ms que lo que escribe M. Jalhay, se formarn de l una idea simptica y halagadora.

    vn^-2

    1 8 Boletn de Historia y Antigedades

    No pedimos que se queme tan precioso libro, llamado servir de ornato las bibliotecas, pero s protestamos con- tra l. La pluma que lo escribi es la misma que en Blgica firma los pasaportes nuestros conciudadanos. El seor Jalhay es Cnsul General de Colombia, y su obra, en una otra forma, fue patrocinada por uno de nuestros primeros Magistrados. Lleva pues un pasaporte, un sello semioficial. Y sin embarg-o, en el mapa que la acompaa, nuestros lin- deros slo se extienden al noroeste hasta el cabo Tiburn ; en la pgina 14 dice : Lmites.... al Noroeste con Pana- m,* y en el cuerpo todo de la obra hace omisin absoluta de todo lo relacionado con el rebelde Departamento, i Y slo la Academia de Historia y el peridico Su7 Amrica han alzado su voz de protesta, y el Cnsul sigue ostentando en la portada de su oficina su gracioso ttulo de representante de Colombia!

    En 1907, dos aos antes, haba sido publicada en Bogo- t la Guia de la Repblica de Colo^nhia^ por Manuel M. Za- mora. El mismo retrato clsico, muy mal grabado, y la respectiva dedicatoria al General Reyes, pero en castellano. En el prefacio se hacen los elogios de un ex-Presidente y de un ex-Ministro, y se aplaude el acierto del actual Go- bierno (General Reyes) al dar fomento la publicacin y propender que ella (la Guia) se difunda por todo el terri- torio colombiano. > Y ese libro, que no es ms que una mala recopilacin de lo que otros produjeron, consagra treinta pginas la palabra Putumayo, y en todo l, borradas exprofeso, sistemticamente, no se encuentra ni una sola palabra relativa Panam, palabra sta tambin suprimida. Para dar ms seguridad los panameos de que no nos pertenece su territorio, el tmido autor ha borrado hasta las palabras que forman el lmite de aquel Departamento con el del antiguo Cauca.

    Recordemos la conmocin producida cuando el aludido magistrado quiso imponerlos famosos tratados con Panam. Las masas, ese abigarrado conjunto de hombres de todas las clases sociales, sin distincin de partidos, lanzaron su voz de protesta. El sentimiento nacional, herido, estuvo punto de estallar. I Muchos hombres pblicos apoyaron al manda- tario, y centenares de empleados firmaban adhesiones.. . ! No hagamos vergonzosos comentarios. La implacable histo- ria juzgar aquellos que por no perder un pan agregaron su nombre la lista que encabezara el execrable Huertas.

    Hubo soborno, amenazas. El plan estaba tan bien pre- parado, tan convencido el magistrado de que hara aceptar los Tratados, que ya lo tena todo previsto. En las obras de carcter oficial, como las dos que analizamos tan somera- mente, Panam estaba anticipadamente independizado.

    Cuestin Panam 19

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  • Sigamos analizando. Muchos creen que la separacin de Panam es un hecho cumplido ; pero el Poder Ejecuti- vo an no loha reconocido as, y los colombianos hemos pro- testado contra el resultado de ese contubernio del oro y de los caones extranjeros. No comprendemos cmo hombres inteligentes se han desviado por ese camino, y cmo altos empleados han dejado pasar y aun apoyado la circulacin de textos y de mapas en que nuestro territorio aparece mutilado.

    En 1907 el seor Ang-el Mara Daz Lemos publica la sexta edicin de su Cojnpendio de geografa de la Repblica de Colombia, El autor en advertencia preliminar acepta, deplorndola, la separacin del Istmo. igasele : Un des- pojo escandaloso, ejecutado por un Gobierno fuerte, en pleno siglo XX y la faz del mundo civilizado, no poda en justicia aceptarse por el Gobierno 5^ pueblo colombiano, porque las usurpaciones entre los individuos entre las naciones nunca pueden legitimarse en el terreno de la moral y de la justicia, por ms que pasen la categora de hechos cumplidos.

    Despus de escribir estas patriticas lneas el seor Daz Lemos hace prescindencia absoluta de aquel pedazo de nuestra Repblica y lo reconoce como nacin independien- te. Dejemos libertad al seor Daz Lemos para opinar de esta manera, pero s protestamos contra los establecimien- tos nacionales de enseanza y contra los muchos profesores que han adoptado aquel libro como texto. En Bogot lo hemos visto hasta ayer en manos de los jvenes educandos.

    Un ao antes, en la nueva carta geogrfica de Colom- bia, el General Francisco J. Vergara y Velasco, en los apun- tes que la orlan, pone tmidamente Panam^ Departamento en rebelin. Motivo por el cual sin duda el autor prescinde de entrar en ms detalles y calla hasta el nombre de su capital y ciudades principales. Suponemos que para casti- gar los rebeldes, en la Sinopsis estadstica que acompaa al mapa, est puesto as: Centro Amrica- Panam. En litigio.

    El doctor Dvila Flrez ocupaba el alto puesto de Mi- nistro de Instruccin Pblica cuando pidi la Casa Fo- rest, proveedora del Ministerio de Instruccin Pblica en Pars, una coleccin de mapas de Norte, Centro y Sur Amrica. Dada estaba ya la orden oficial para repartirlos en las escuelas, y ya en la Costa haban entregado algunos. Y en esas cartas geogrficas de hermoso barniz 3^ vistosos colores, est puesto Panam como nacin, y era el Gobier- no de Colombia, por medio de uno de sus agentes ms res- petables, el que las pona oficialmente en manos de los maes- tros. Qu contraste! aquel Gobierno que se haba propues-

    20 Boletin de Historia y Antigedades

    to como punto indeclinable de su programa no aceptar los Tratados con Estados Unidos y Panam, haca que se ense- ara a las nuevas generaciones que reconoca su indepen- dencia. Esos mapas, segfn entendemos, fueron mandados hacer Pars inocentemente, 3^ se orden que se repartie- ran debidamente. Adems de que tienen ms errores que palabras 3' que por todos los puntos cardinales nos roban te- rritorio, suprimen Panam en la Amrica del Sur, y en la Amrica Septentrional 3^ Central est pintada con color de oro.

    Estos errores, picardas, complacencias, ignorancias y descuidos, pueden sernosmuy perjudiciales ms tarde. Son armas que vamos entregando los vecinos para las presen- tes 3^ futuras discusiones de lmites. Lo que hoy por negli- gencia dejamos pasar, quiz, no lo podremos borrar maana sino con charcas de sangre.

    Ernesto Restrepo Tirado

    PROPOSIGION

    PRESENTADA POR EL DOCTOR DIEGO MENDOZA Y APROBADA POR

    LA ACADEMIA

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  • La Acadcjnia Nacional de Histo7'ia, consideran'do:

    1^ Que la Repblica de Colombia no ha reconocido la existencia de Panam como entidad internacional indepen- diente.

    2^ Que mientras este reconocimiento no se verifique por las autoridades llamadas por la Constitucin dirigir 3" sancionar los actos internacionales, Panam es un Depar- tamento de la Repblica de Colombia.

    3*? Que el reconocimiento de Panam como entidad in- dependiente no puede llevarse cabo sin que antes se dis- cuta 3^ se decida por un Tribunal de Arbitramento la res- ponsabilidad del Gobierno de los Estados Unidos en la re- belin de Panam en 1903.

    4^ Que la separacin de Panam de la Repblica de Colombiano es un hecho jurdicamente cumplido segn la ley internacional y el Tratado celebrado por Colombia en 1846 con los Estados Unidos.

    5^ Que en guarda de sus derechos intereses esenciales, la Repblica de Colombia no puede, sin el consentimiento de

    Fr oposicin

    SUS autoridades constitucionales y de su pueblo, desconocer el hecho fundamental de que sus Secciones territoriales constituyen una unidad nacional perpetua, y no simple alianza temporal rescindible a voluntad de las partes que la forman.

    6^ Que el rechazo popular que sufrieron los proyectos de Tratados firmados en Washington en 9 de Enero de 1909 demuestra que el sentimiento nacional es contrario la aprobacin de esos pactos.

    7^ Que hay una masa suficiente de opinin en los Es- tados Unidos en favor de un arreglo equitativo con Colom- bia por la violacin del Tratado de 1846, llevada cabo por el Gobierno Ejecutivo del primero de los pases nombrados.

    8^ Que el actual Presidente de los Estados Unidos ha declarado que no deben quedar excluidas del arbitraje las cuestiones de honor, dinero y territorio, que son precisa- mente las que mantienen Colombia en conflicto con los Estados Unidos.

    9^ Que la Repblica de Colombia no puede sentar el precedente de que nacin alguna establezca protectorados sobre porciones de su territorio; y que la Academia Nacio- nal de Historia, guardadora, segn los fines de su instituto, de la verdad geogrfica y de la verdad histrica, no puede dejar pasar inadvertido el hecho de que en algunos mapas y en libros ms menos oficiales que circulan bajo la auto- ridad el patrocinio oficial se desmiembre su territorio,

    rksuelve:

    1*? Que el seor Presidente de la corporacin, trans- cribiendo este Acuerdo, se dirija al seor Ministro de Ins- truccin Pblica y solicite de el la adopcin de las medidas oficiales que su patriotismo, discrecin 3^ prudencia aconse- jen, efecto de desautorizar los mapas y los libros de que se ha hecho mencin, en cuanto unos y otros circuan bajo la garanta el patrocinio de los Gobiernos Nacional y De- partamentales; 3^

    2^ Que se publique este Acuerdo en el Boletn de His- toria y Antigedades y en uno ms peridicos de la capital.

    Tambin orden la Academia, peticin del doctor Chaux, que esta proposicin, traducida al ingls, se remita con los correspondientes comentarios al World de Nueva York para su publicacin.

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  • Bolt'tn de Historia y Antigedades

    LA PRIMERA BATALLA DE LA PUERTA

    De una monogfrafa publicada en Horizonies, de Ciudad Bolvar, nmero 93, escrita por don L. Duarte Level, toma- mos las lneas referentes la desgraciada batalla en que Bolvar y Marino fueron vencidos por Boves el 15 de Junio de 1814, y por consecuencia de la cual qued muerta la re- volucin en Venezuela. En los prrafos que vamos repro- ducir se honra la memoria de tres proceres colom-bianos que rindieron su vida en aquel memorable campo : el Te- niente Coronel Pablo Silvestre y los Comandantes Pedro Antonio Agero y Gregorio ngel. Las bellas lneas del seor Duarte Level son las siguientes :

    COMIENZA LA BATALLA

    Rotos los f ueg-os, la infantera realista avanz resueltamente sdbre Aragua, que sostuvo el choque formado en columna. Las montoneras de Boves se estrellaban contra el disciplinado batalln, y retrocedan para volver la carga con ms furia. La artillera barra la llanu- ra y obligaba los realistas replegar su resguardada posicin. Carga Lpez con sus Cazadores y llega cerca de la artillera ; pero se vio obligado retroceder, dejando tendida gran parte de su afa- mada tropa. Bolvar vio ganada la batalla y orden una carga de la caballera. Esta fue dbil, indecisa y sin resultado. Si hubiera cargado de firme, se habra descubierto el plan de Boves. Impaciente el Libertador, ordena una carga general, y cae en el lazo tendido por su enemigo.

    Marcha Aragua de frente, y se le ordena desplegarse en alas para abrazar la llanura : sigele Barcelona en columna, cerrando el flanco izquierdo de los patriotas, tiempo que Cuman toma el lado derecho. Al llegar la quebrada de La Puerta el enemigo se hace firme en la loma que est detrs de ella. Al mismo tiempo sur- gen tres grandes cuerpos de caballera realista 3' caen la sabana inesperadamente, entrando por el flanco izquierdo patriota y car- gando sobre la caballera enemiga, que slo piensa en salvarse. R- pidamente intenta resistirle Barcelona^ pero sucumbe cogido entre dos masas de lanceros. Aragua^ empeado en romper el frente, es su vez atacado por un costado : su extensa formacin le impide opo- ner seria resistencia, y desaparece bajo las patas de los caballos de Boves: el pnico se apodera de los patriotas y todos piensan en huir. La artillera cae en manos de los contrarios, felizmente ya ago- tados los pertrechos. Monagas y Cedeo, apenas con un centenar de jinetes, salen camino de Villa de Cura.

    EL BATALLN CUMAN SACRIFICIO DE ANTONIO M. FREITES

    Mientras esto pasaba, Cuynan se forma en cuadro, apoyado eri una ondulacin del terreno, teniendo su retaguardia el Gurico. Boves ordena su destruccin : aquel duelo muerte concentra la aten- cin del ejrcito espaol, y se suspende la persecucin de los fugiti- vos. Rechazados los jinetes espaoles, el batalln emprende su reti- rada en correcta formacin. Aquel Cuerpo as perdido entre el bos- que de lanzas enemigas, marchando sereno al sacrificio y agrupado al pie de su bandera, era la imagen de la Patria, coronada por el martirio: del humo de sus fusiles sala el incienso de la inmortalidad;

    La primera batalla de la Puerta 23

    sus divisas amarillas brillaban con los rayos de un sol de verano y semejaban dorados laureles que ornaban la frente de aquellos h- roes: sembrado quedaba el camino que llevaba con los cadveres de los que caan, y al avanzar pisaba los muertos espaoles que dejaba el enemig-o en las repetidas carg-as. En vano esper un amago si- quiera de nuestra caballera : cuando se acabaron los pertrechos, Cu7nan hinc la rodilla en tierra y resolvi vender cara la vida. Asaltado por dos Cuerpos de caballera, fue roto el cuadro y consu- mse el sacrificio. Freites, vindolo todo perdido, se levanta la tapa de los sesos y cae al pie de su bandera. Los realistas respetaron su cadver, y Lpez le hizo dar sepultura.

    A las dos de la tarde mil cadveres republicinos quedaron en el campo, entre ellos Garca de Sena, Aldao, Freites, Lobatn, Mu- oz Tbar, Mendiri, el Teniente Coronel Pablo Silvestre y los Co- mandantes Pablo Antonio Agero y Gregorio ngel, estos tres lti-

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  • mos de la Nueva Granada.

    APOSTILLAS

    CXIV

    A nuestras manos han llegado los fragmentos del diario de un santafereo, parecido en su estilo y en sus detalles los de Varg-as Jurado y Caballero, que publicamos en la Patria Boba, Son nicamente diez hojitas desteidas y bo- rrosas, arrancadas de un pequeo cuaderno, en el cual ha- bra sin duda algunas ms que se perdieron.

    Poca cosa hay all nueva para nuestra historia : casi todos son apuntes sobre muerte de algn pariente, otras efemrides de familia. Pero da la casualidad de que los aos all anotados, 1783 1788, inclusive, no estn en el Da- 7w de Vargas Jurado, que llega solamente hasta 1780, y se les menciona muy brevemente en el libro de Caballero. Su autor fue el Presbtero Juan Ramrez.

    Quizs interesen los aficionados la historia de Bogo- t los detalles all consignados sobre viejos episodios de los tiempos coloniales.

    Del ao de 1783 apenas dice Caballero : Este ao fue la peste grande donde murieron sobre 5,000 personas,* y luego habla de haber sido colocada la primera piedra de la Capuchina. Ramrez es menos lacnico:

    El da 23 de Enero de 83 sali Nuestra Seora de las Nieves la iglesia mayor rogativa por las viruelas y peste ; estuvo hasta el da 26 y vino hasta Santo Domingo, y el da 29 vino San Fran- cisco; en todas estas iglesias todos los das dijo la misa el seor Ar- 2obispo Virrey Gngora, y aqu se le hizo la novena de noche con sus plticas.

    Luego anota un acontecimiento familiar, el viaje de un pariente al Socorro, y agrega despus esta otra fecha :

    24 Boletn de Historia y Antigedades

    El da 24 de Mayo de 83 lleg-a la noticia de las paces esta ciudad de Santaf ; se repicaron todas las campanas las diez del da, y hasta el da 21 de Marzo de 84 se publicaron solemnemente son de cajas y presencia de los Ministros, que salieron la plaza.

    Llega luego al ao de 1784, y despus de registrar la muerte de una hermana, pinta en una hoja un monstruo terrible, y al pie pone las siguientes palabras, que retratan toda una poca :

    Este es un diseo que hice del monstruo marino anfibio que nos cuentan y nos dicen por cartas que se hall en el Reino de Chile en una lag-una llamada Tagua, y que sala de ella y haca muchos daos en gentes y ganados, devorndolos. Era (dicen) de ms de tres varas de largo y mu}' corpulento ; tena muchas armas, que jugaba con mucha ligereza y fuerza, particularmente las dos colas : la una con que hera, y la otra con que aferraba las presas. Se sostena en dos patas gruesas, con uas largas. El rostro de forma de hombre, con una boca muy grande, armada de dientazos fuertes y feroces ; las orejas grandes, largas manera de asno, y dos cuernos muy grandes y fuertes, con que se coronaba la cabeza, que era redonda, de la que naca una espaciosa y poblada melena, tan larga que le llegaba hasta las patas, y stas en ella se solan enredar; y final- mente tena dos alas grandes que ayudaban su ligereza y mons- truosidad. Dcese que cien hombres armados lo cogieron vivo, y no se nos dice ms. Esta noticia coh la pintura lleg aqu Santaf en el mes de Marzo de 1784. Yo slo digo que el tiempo manifestar si es verdad n.

    Estas eran las noticias que llegaban Bogot en esos benditos tiempos. Falta ese dragn no slo en los libros de historia natural sino en los de herldica 5^ mitologa.

    Pero no todas las noticias eran as de pavorosas. Sigue de este modo el diario :

    En este mismo ao de 84, al principio, lleg la noticia de estar

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  • propuesto para Obispo de anillo de este Nuevo Reino el Licenciado Carrin Marfil, Provisor y Vicario General y Gobernador que es actual de este Arzobispado, mozo al parecer de treinta 3^ cinco aos y de genio dominante y cruel. Lo trajo de Espaa y en su familia el seor Gngora, cuando vino de Arzobispo, y nos lo puso de Provisor, y luego que empu el bastn de Virrey, lo hizo Gobernador del Ar- zobispado. En el mes de Septiembre de este ao vino noticia de la promocin del doctor Jos Antonio Isabel] a. Cannigo de esta igle- sia, para el Obispado de Cumanagua, y junto con sta la de la pro- mocin Obispo del seor Villegas, Provisor que trajo de Espaa el seor Arzobispo Manso y actual Comisario del Santo Oficio en Cartagena de Indias.

    Luego ya no son simples noticias que llegan la dormi- da ciudad, sino acontecimientos ocurridos en ella.

    El da 20 de Octubre de este ao sali para Cartagena fel seor Virrey Arzobispo Gngora con toda su familia, sin saberse el fin de tan intempestivo viaje: todos lo estamos mirando y nadie sabe lo que es: ello dir.

    El mismo da 20 de Octubre entraron en el convento de la Or- den Tercera, ejercicios espirituales, cuarenta y siete mujeres, las ms hermanas profesas, y entre ellas muchas principales de esta

    Apostillas 25

    ciudad. El da 28 fue la comunin general, muy edificativa y devota. Varias de ellas salieron tan aprovechadas que han reformado sus trajes, quitndose las ropas altas y usndolas ms bajas y decentes.

    Falta despus una hoja, y nos hallamos lug^o en el ao de 1785. Fue entonces el terrible temblor que arruin mu- chos edificios de la capital. Aun cuando de esto s nos habla Caballero, y consta en varias crnicas, copiamos lo que dice Ramrez, pues hay mayores detalles :

    En este ao de 1785, hoy da martes 12 de Julio, las ocho de la maana, hubo un fuerte terremoto en esta ciudad de Santaf: no dur arriba de dos minutos, pero en este corto tiempo caus muchos daos en los edificios, particularmente en los templos y conventos, y entre ellos fue mayor y ms funesto el de la ig-lesia de Santo Domingo, que cay la techumbre desde el arco toral hasta el coro, y toda la arque- ra de la capilla del Rosario. Tres rganos singulares que tenan en ambos coros se hicieron pedazos; pinturas famosas, dorados, venta- nejas de vidrieras; y lo que ms lastim fue la muerte violenta de muchas personas, as hombres como mujeres, que murieron oprimi- dos entre las ruinas del templo y que estaban oyendo una misa que se cantaba en el altar de Nuestra Seora de la Salud. Algunos po- cos pudieron sacar vivos, pues los ms los sacaron muertos y hechos pedazos, y stos fueron siete, y tres salieron vivos y sanos, entre ellos una mujer preada que se meti en un confesonario, donde se libr debajo de las ruinas; es mujer de un Antonio Riao. La dems gen- te sali huyendo, as por la puerta principal como por la que lla- man reglar, por la que se entraron al claustro, corriendo al aviso y voces que dio un buen caballero llamado Ley, quien se levant hu- yendo y dicindoles que salieran que se caa el templo, y si no, hubie- ran perecido muchos. Los sacerdotes se quitaron y huyeron tambin, pues esto sucedi acabada la epstola, al ir cantar el Evangelio. Del campanario de la capilla de Nuestro Amo cay una de las bolas pirmides de piedra al altozano, y mat otras dos personas ; y se dijo como cierto que milagrosamente escap el seor Oidor Messa, quien pasaba entonces para audiencia por el mismo altozano. En el conventico de la Orden Tercera se cay todo el claustro alto, cuyo techo estaba ya desprendido haca aos del paredn costado de la iglesia, y aunque lo advert y avis en tiempo que pudo remediarse, no hicieron aprecio mis hermanos de ello, y quiera Dios que en ade- lante no resulten mayores daos y ruinas con la portada y la torre, que han quedado bien lastimadas y no tratan de repararlas. La torre de la iglesia de San Francisco se lastim y false mucho, y desde primero de Agosto trataron de aliviarla bajando las campanas y desbaratndola para modificarla. La torre de la iglesia del Cole- gio del Rosario ha padecido la misma ruina y la estn ya derribando.

    Caballero no registra de este ao otras efemrides, fue- ra del terremoto. Ramrez nos da estas otras dos :

    El da 11 de Agosto sali el doctor Ilustrsimo Isabella de esta ciudad para la de Cartagena, consagrarse y de all seguir su Obispado de Cumanagua. A fines de este Agosto acordaron quitarle al campanario de la capilla las pirmides de piedra y el ltimo

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  • cuerpo de l, como en efecto lo quitaron. Y al mismo tiempo comen- zaron formarle y ponerle estribos de cal y canto al paredn de la iglesia de San Francisco que corre al lado y calle de la plazuela, el que dicen que se venci.

    El ao de 1786 no lo menciona Caballero en su diario, y apenas en la enumeracin que hace de acontecimientos

    2$ BoUn de Historia y Antigedades

    memorables al principio de ste, habla en cuatro lneas del incendio en el palacio de los Virreyes. Ramrez seala va- rias fechas de ese tiempo, y da mayores detalles del incendio.

    Por el correo de Enero de 86 lleg^ la noticia de haber muerto en Cartag-ena el doctor Ilustrsimo Isabella. No se consagr de Obispo, y el da 24 le hicieron exequias funerales en la Catedral, con gran pompa y dando cuatro reales de limosna para las misas. En este mismo mes y ao comenz fabricarse la obra del cuartel para la g-uardia en el puente de San Francisco, costendola el Cabildo.

    Falta despus una hoja, en la cual seguramente se ha- blaba ms de este ao, pues lugfo sig^ue con el mismo as :

    El da 22 de Mayo de este ao de 1786 se empez la obra de la torre de San Francisco, reedificndola desde los cimientos, pues como dicho queda, se false y venci la antigua con el terremoto, y la desbarataron. El artfice que hace esta obra es un oficial del Rey y vino esta ciudad con el cargo de Director de las reales fbricas, llamado Esquiaqui.

    El da 28 de dicho mes y ao la media noche publicaron las campanas el incendio y fuego que abras el palacio de los Virreyes, que era en la plaza, y como estaba unido con la Audiencia y dems oficinas y archivos, se echaron la plaza cuantos autos y papeles contenan, con lo dems, mientras otros cortaban las maderas y te- chumbres para suspender y atajar que no se abrasase todo, como que as slo se ataj, pues apagarlo era imposible. Ardi tan igual- mente y con tanta actividad, que al amanecer ya estaba todo consu- mido, y han proseguido derribndolo, dicen, para reedificarlo, lo que para esto hay orden del Rey, conforme al plano diseo que ahora tres aos hizo el Padre Aparicio y se haba remitido la Corte. Este citado Padre Aparicio era de grande ingenio para toda arte de manufactura, y entenda los elementos matemticos. Vino de secular y no adelant sus conveniencias y bienestar en este estado ; sigui por el eclesistico, y el seor Arzobispo Gngora Caballero (sic) Vi- rrey lo tuvo ocupado en algunas obras en que nada medr, 3^ lti- mamente lo acomod de Capelln del hospicio de mujeres, y en este mismo ao de 85, da del terremoto, muri.

    El da 10 de Junio de 86 muri 5I Oidor don Benito Casal Mon- tenegro, gallego de nacin. Lo haba ya jubilado el Rey con media renta. Fue casado con hija del Fiscal Alvarez, dej varios hijos y mala fortuna, que es lo peor.

    Luego siguen otras cosas sin importancia y despus sta, que algo contribuye aclarar un punto histrico :

    En este mismo tiempo fue la prisin del Marqus don Jorge Lozano, y lo llevaron para Cartagena, dice que por haber informa- do al Rey contra el Virrey.

    Varias versiones se han dado sobre la prisin del Mar- qus de San Jorge. Se ha dicho que fue por su participa- cin en la insurreccin de 1781 y por nuevas conspiracio- nes ; de ello hablamos en el prlogo de Los Comuneros. Otros dicen que fue por enemistad con el seor Arzobispo Virrey. Esta anotacin del librito de Ramrez viene dar algn apoyo dicha opinin. Existe, sin embargo, la orden de prisin, publicada por Briceo, en la cual se habla de su

    Apostillas 27

    participacin en la sublevacin de 1781. La orden es de 1784. Se explica la demora en cumplirse, por hallarse el Vi- rrey en la Costa.

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  • Lo dems del diario, Memoris lber, como l llama, tiene escaso interes cosas que constan en otras historias : fechas de muertes de muchos parientes personajes poco conoci- dos, posesiones de cannigos, lista del Coro y Cabildo de la Catedral en 1787, llegada de bulas a un Obispo, etc. etc.

    Para la biografa del seor Caballero y Gngora s con- viene que conste el siguiente dato :

    En este mes de Junio de este ao se puso en ejecucin la cesin y limosna tan piadosa que hizo el Excelentsimo seor Gngora para el reparo de los daos y ruinas que caus el terremoto en los tem- plos, conventos y casas de esta ciudad el ao de 1785, de la renta municipal de un ao ; y segn la distribucin, le dieron al convento de Santo Domingo diez mil pesos ; al de San Francisco, veinte mil ; y proporcin de los daos cada convento y casa su porcin : unos cuatrocientos pesos, otros ochocientos, otros miles, etc. Obra santamente piadosa y de corazn generoso, ser de eterna memoria, aunque la emulacin la quiera obscurecer, y Dios, que es el infini- tamente justo, se la aceptar y retribuir. Amn.

    CXV

    Poco conocido es el viaje del General Obando de Pas- to al Per en 1841 por el Putumayo y el Amazonas. Sus bigrafos hablan de l, pero sin dar detalle alguno. Y aque- llo fue una alta proeza.

    Existe un pequeo folleto publicado en Popa3^n en 1888, titulado Episodios de la vida del General J. M. Ohan- dOy donde est relatada da por da esta peregrinacin, a travs de la comarca amaznica. Pero como ese folleto es poco conocido y el nombre de Obando no lo citan bigrafos ni viajeros al hablar del Putumayo, y fue l de sus prime- ros exploradores, creemos til extraer algunos datos de esa publicacin. Ella fue hecha por uno de los hijos del Gene- ral, quien se sirvi para ello de lo que ste le haba referido y de un diario que llevaba el seor J. I. Carvajal, compa- ero del clebre caudillo en esa singular aventura.

    Hay ah adems apuntes geogrficos de aquella regin, que son importantes. En una de nuestras apostillas hicimos notar cmo todos los libros de geografa y todos los mapas, as colombianos como ecuatorianos}^ peruanos, son deficien- tes errneos en cuanto los afluentes del Putumayo. El General Obando, que baj en canoa desde muy arriba, se detuvo en muchas playas y subi por algunos de esos ros, pudo bien darse cuenta de ellos y de su situacin y distan- cias. As, esta narracin sirve para precisar la geografa de esa poderosa arteria.

    28 Boteiin de Historia y Antigedades

    Obando sali de Pasto el 5 de Septiembre de 1841, con los seores M. Crdenas, A. M. Cspedes, J. I. Carvajal, F. Torres y J. Espaa. El da 6 fueron al pueblo de la Lagu- na; el 7, al pramo de Chaup; el 8, la aldea de Santiago; el 9, Sibundoy; el 10, Minchoy, y el 11, al ro Titango; tres das despus llegaron Mocoa. De ah salieron hacia el ro Uchipayaco, en el cual se embarcaron el da 19. Horas des- pus caj^eron al ro Guineo, que desemboca en el I^utuma- yo. Al da siguiente llegaron este ltimo y se entregaron sus ondas hasta el 27 de Octubre, que llegaron al Ama- zonas.

    All se mencionan los siguientes afluentes del Putuma- yo, despus de la boca de San Miguel : Cuembi (riachuelo), Cancaya,^ Pauj y Saguas. Por los dos ltimos subi el Ge- neral algn trecho, para volver luego bajar al Putumayo. Ese ro Pauj no figura con este nombre en ninguno de los mapas y libros que hemos consultado. El Caucaya debe ser el mismo que llaman algunas cartas Canca3^a. Est escrito as varias veces en dicha relacin, 3^ esto indica que no es error de imprenta. Cul ser el verdadero nombre ?

    Como lo habamos indicado en esa o\.r -a. a-postilla^ con- vendra fijar antes de firmar tratados la verdadera geogra- fa del Putumayo. Se suele hablar de sus afluentes y sea- lar algunos de ellos como demarcacin, pero la verdad es

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  • que esos ros los llaman unos de un modo 5^ otros de otro, y en los mapas se hallan en distintas latitudes.

    Bien merece tambin ese viaje de Obando una nueva edicin, por los importantes datos que all se encuentran para nuestra historia y nuestra geografa.

    El General Obando, como es sabido, lleg doce aos despus de esta peregrinacin la Presidencia de la Re- pblica, la cual haba ocupado ya por poco tiempo en 1831.

    cxvi

    En el Pafel Peridico Ilustrado (1882) se hizo esta pre^ gunta : cul es la verdad histrica del personaje conocid- simo entre nosotros con el nombre del doctor Arganil ? Y un lector de aquella amena publicacin contest en el n- mero siguiente :

    Hemos odo decir que apareci el doctor Arganil en Venezuela, por los aos de 1819, poca que coincide con la desaparicin muerte del notable Tallien, en Francia, el mismo que acompaaba Kleber en el Cairo cuando fue asesinado, y desde entonces se dijo que el doc- tor Arganil no era otro que aquel conspicuo personaje de la Revolu- cin Francesa.

    La especie la hemos odo repetir en ocasiones, y por eso la citamos una vez al hablar de los enigmas de nuestra histo-

    Apostillas 29

    ria (prlogo de ^/jP/'^:rs?r). Sealamos la cuestin como un curioso tema de investigacin, pero lejos estuvo de nos- otros asegurar tal cosa, ni le hallamos a ella jams funda- mento alguno.

    En realidad, los bigrafos de Tallien eran poco precisos sobre el fin de este sombro personaje, y algunos le hacan morir en Portugal olvidado 3^ desconocido. A Arganil se le crey por algunos clrigo portugus, y ah tal vez se vio un indicio en pro de esa suposicin. Sala ste del pas donde el otro desapareca.

    Lenotre, el laborioso investigador de la historia de Francia, en su obra Vieilles maisons^ Vieux pai>rs, nos da un captulo titulado La vejez de Tallien^ y all se ve cul fue el fin de ste y la fecha y ellu^ar de su nacimiento.

    Tallien pas en Pars sus ltimos das, y muri all el 16 de Noviembre de 1820, las seis de la maana, sin otra com- paa que la de una sirvienta. Lenotre inserta el prrafo necrolgico que le consagr ese da \. Journal des Dbats:

    M. Tallien ha muerto esta maana en Pars. No recordaramos que l fue miembro de la Convencin sino para recordar al mismo tiempo la poca afortunadamente clebre del 9 thermidor. ... El ser- vicio inmenso que l hizo entonces su pas obtendr gracia para un

    voto que l ha expiado, adems, en veintisis aos de pesar

    M. Tallien ha muerto pobre : podemos asegurar que en sus ltimos aos hubiese estado reducido la miseria ms absoluta, sin el recur- so que un augusto benefactor le acordaba. Sus exequias tendrn lugar el viernes prximo en la iglesia de San Pedro de Chaillot.

    Ha}' pues que abandonar esa versin sobre Arganil, si acaso haba an algunos que la aceptasen, y buscar por otro la4p la pista del clebre francs que tom, ya anciano, parte en nuestras intrigas 3^ agitaciones de los primeros aos de Colombia y que muri en esta ciudad sin revelar el miste- rio de su juventud.

    Ya en la Revista del Rosario (Febrero de 1909), en un interesante artculo sobre Arganil, hizo notar el seor L. A. Cuervo el lugar y el ao de la muerte de Tallien, 3' que ste no poda ser Arganil.

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  • Tambin se dijo que Arganil era quien haba llevado en la punta de una pica la cabeza de la princesa de Lamba- lle. Este hecho abominable se le atribuy igualmente al Ma- riscal Brue, 3^ por ello fue asesinado en Avignon en los das del terror blanco. Enrique Houssaye nos relata en su her- mosa obra 1815 los detalles de la muerte de este valiente Mariscal, 3^ nos dice que el populacho le gritaba cuando fue descubierto por ste : < El malvado, el asesino, el bandido, l ha llevado en la punta de una pica la cabeza de la Prince- sa de Lamballe ! Y luego, ya reducido prisin, hubo un cobarde que fue all insultarlo y amenazarlo, y le repiti la misma frase.

    3 o Boletn de Historia y Antigedades

    Segn las Memorias de Barras dice Houssaye, esta calumnia, forjada en la poca de la Revolucin, haba sido esparcida en el ejr- cito por camaradas de Brue que le tenan envidia. Fue ella repro- ducida en varios panfletos en 1814. Intil es agregar que el carcter de Brue desmiente esta leyenda. Adems, Brue no estaba en Pa- rs durante las jornadas de Septiembre. l haba dejado esta ciu- dad el 18 de Agosto de 1793, y el 3 de Septiembre se hallaba en Ro- dermarck cerca de Thionville.

    Si as se calumniaba en Francia y en su poca todo un Mariscal, no es raro que tambin se echase tamao cri- men sobre un francs misterioso en lejanas comarcas y mu- chos anos despus del suceso. Aqu se podra decir lo de aquel loco quien no conmova un sermn sobre la pasin :

    CXVII

    Al citar el nombre del conquistador alemn que vino esta ciudad ocurre la duda sobre el modo como l debe ser es- crito. EsFredeman, Fedremann, Frideman Federmann? De estos modos y de otros ms aparece escrito en nuestros libros de historia. Lo mismo sucede con el de los banqueros que prepararon su expedicin y la de los dems tudescos que tomaron parte en la conquista de Venezuela. Se es- cribe Welser, Welzar, Velzar Belzar?

    El seor Schumacher, que estuvo aqu de Ministro de Alemania ahora aos y que estudi bastante nuestra histo- ria, escribi varios trabajos sobre ella. Uno de ellos se titula Dir Unternehmungcn der Aiigshiifget Welser in Venezuela, Ah est en el ttulo el modo como se debe escribir este apellido. El seor Schumacher consult archivos en su pas y vio la firma de aquellos banqueros. Llambanse el uno Bartolom 3'^ el otro Antonio. El mismo escritor menciona en su estudio varias veces al conquistador que se encontr aqu con Quesada y Belalczar y dice: Federinann,

    El ilustrado americanista don Juan Fastenrath, tam- bin alemn, escribi sobre las expediciones de sus compa- triotas en estas comarcas, 5^ escribe ig-ualmente Welser y Federmann. El nos da sobre ste datos importantes. Fe- dermann escribi sus viajes y ellos se publicaron despus de su muerte por su cuado Juan Kifthaber. La obra se ti- tula Indiaiiche Historia, Ein schone kurzzveilige historia Ni- colaus Federmafins des jngeren von Ulm erster raise so er von Hisi>ania und Andalosia auss in Ifidias des oceanischen mors gethan hat, und was iJwi allda ist begegnet bis auf seine Wie- derkunft in Hispaniam aiiffs kurzest heschriehen, ganz lustig zu lesen. Se halla dicho libro en la Biblioteca de la Univer- sidad de Tubing"a, y en l se mezclan palabras alemanas 3- espaolas. En 1859 fue reproducido por el doctor Carlos

    Apostillas

    Hpfel, y forma el tomo 47 de las publicaciones del Liitera rischen Verein de Stutlgart.

    Con el nombre del primer adelantado que enviaron los Welser hay tambin diferencias: Es Alfinger, Dalfinger, D'Alfing-er Thalfing-en?^ Como se ha dicho que su nombre

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  • le vena de su ciudad natal, el seor Fastenrath observa que no hay ninguna poblacin en Alemania llamada Alfin- ger. < Hay dos pueblos dice llamados Alfing-en, cerca de Aaled (Wurtemberg), y otro llamado Thalfingen, prximo Ulm, donde los Besserer, aquellos patricios tan famosos de la ciudad del Danubio, tienen an hoy un castillo. Los escri- tores alemanes dicen que Dalfing-er Alfing-er perteneca a una estirpe de patricios residentes en Ulm, la ciudad de los recuerdos que el Emperador Maximiliano llamaba su hija ms favorita, despus de Aug-sburgo, y de que dijo un pro- verbio de la Edad Media: Domincui el inundo, la fuerza de Venecta, el esplendor de Augshurgo^ la artillera de Strasbur- go^ la sal de Nurefiiburg y el dinero de Ulm. El que haba de desempear un papel tan importante en la historia de Ve- nezuela, la pequea Venecia, tena pues por patria la rival de la ciudad de las lagunas. Un amigo mo, el distinguido poeta de Ulm Adolfo Wechssler, cree que el Miser Ambro- sio de las crnicas espaolas era un Besserer de Thalfingen; pero siguiendo la autoridad de su contemporneo y paisano Nicols Federmann,le llamar Ambrosio Dalfinger de Ulm.> El seor Schumacher dice tambin Dalfinger en su obra que citamos antes.

    Todos los alemanes que han escrito sobre esa expedi- cin de sus compatriotas escriben Welser, Federinann y Dalfinger, Vanse las siguientes obras que cita el seor Schu- macher.

    Karl von Kloden, Di Welser n Augshiirg ais Besitzer von Venezuela und die von iJinen vei'anlossten Exfeditionen dahin, in der Jeitschrift fiir Allgeme7ie Erdkande V, (Berln, 1854).

    Albrecht Pfister, Amhrosius Dalfinger und Nikolaus Federmann in de? Allgemeinen Deutschen Biographie. (Leip- zig, 1875).

    Moritz Weinhold, Nikolaus Federmajins Reisc in Vene- zuela IS2Q-IS3I' (Dresden, 1866).

    Cita tambin el seor Schumacher las biografas de Jorge Federmann y Felipe de Hutten, escritas por Frie- drich Ratzel y publicadas en la misma obra citada, Auge- nieinen Deutschen Biografhie, En ello hay un error de im- prenta sin duda. No hubo en la conquista otro Federmann, y quien esto se refiere es Jorge Spira, compaero de Federmann y que es el mismo llamado por los alemanes Jorge Hohermuth.

    3t Boletn de Historia y Antigedades

    Juan de Castellanos dice que Alfinger le pusieron un epitafio que empezaba as :

    En Alfinger fue nacido, Una ciudad de Alemania.

    Bien pudo ser esto error de imprenta 5^ que quisieron decir Alfingen.

    Tenemos pues que el nombre de la ciudad es ste, pero que los escritores alemanes antig-uos y modernos dicen Al- finger.

    CXVIII

    La primera ciudad fundada en nuestro pas fue Nues- tra Seora la Antigua, y se cree generalmente que este nombre de Antigua le viene de su antigedad. Nos llam la atencin ver usado ese nombre desde los das de la Con- quista, cuando la ciudad no era aun vieja, y hallamos la razn de ello. Nos explicamos decamos que se llame Puente Nuevo, en muchas ciudades, un puente muy viejo, porque el nombre se va transmitiendo de generacin en generacin ; pero lo contrario s es inverosmil, que sllame antiguad una ciudad desde el da de su fundacin, y ms cuando esa ciudad no subsisti, sino que muri joven.

    Por ah tropezamos no recordamos dnde con el si- guiente dato : esa ciudad fue fundada por el bachiller En- ciso en memoria de Nuestra Seora la Antigua de Sevilla,

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  • por voto que hizo si venca aquellos indios tan valientes 3^ feroces.

    El Diccionario Geogrfico de Estaa^ por Madoz, men- ciona en el artculo Sevilla la capilla de Nuestra Seora de la Antigua, cuya imagen dice, aseguran algunos eruditos escritores, exista en la mezquita de los moros.

    Recientemente hemos visto mencionada aquella pobla- cin en el informe de la Comisin de longitudes publicado en el Boletn del Ministerio de Relaciones Exterioras.

    Dice all el seor Garzn que no muy lejos de Titumate, al Sur, estn las ruinas de Santa Mara la Antigua, 5^ que existen los restos de un gran muelle 3'a sumergido bajo el mar y que todava se transita por la trocha que de ah abri Balboa para pasar al Darin del Sur.

    CXIX

    En la A-postilla cxvi hablamos del doctor Arganil y se- alamos una versin que exista sobre l : la de que fue el asesino que llev en una pica la cabeza de la Princesa de Lamballe. En las Memorias del General Posada se dice que esta era una de las versiones que corran aqu sobre este per-

    Apsiilias 33

    sonaje. Mencionamos en nuestra A-postilla al Mariscal Brue, que fue asesinado por atribursele tambin aquella abomi- nacin.

    Lug-o hemos hallado en la Enciclopedia de Larousse, en la palabra Lainballe^ lo siguiente :

    Entre los verdaderos asesinos de la Princesa de Lamballe se seala un tal Charlat, tambor que parti poco tiempo despus para la Vende con los voluntarios parisienses, y que fue muerto por sus cam aradas por su participacin en ese crimen; despus, un gendar- me licenciado llamado el Gran Nicols, condenado por este hecho en 1795 veinte aos de presidio; Grison, que figur en el ao v en las bandas realistas y que fue guillotinado; Petit-Mamin, juzgado igual- mente en 1796, pero absuelto, etc.; adems, durante la reaccin, bajo el Imperio y aun bajo la Restauracin, nada ms comn que esta acu- sacin; vino ser esto una le3^enda, y no haba barrio de Pars don- de no se designase algn individuo como el que haba llevado la ca- beza de Madame Lamballe haba contribuido al asesinato. Un tal Biennais, entre otros, mercader de aves, calle Saint-Honor, perse- guido por estas acusaciones, sin duda calumniosas, acab por matar- se de desesperacin. Bajo Luis xviii se lleg hasta acusar Tissot, de la Academia francesa, quien, cuando las jornadas de Septiembre, desempeaba una misin en S aboya.

    A stos que menciona Larousse ag^regaremos otro, men- cionado recientemente por distinguido historiador.

    Lenotre nos habla de un hombre quien se haca res- ponsable de aquel horrible crimen. Un italiano llamado Ro- tondo, 3^ que llegamos pensar fuese este Arganil. Y la ver- dad es que ese individuo s estuvo entre- los asesinos de la Princesa, y desapareci aos despus, sin que se supiera cul fue su fin.

    En qu bastilla vivi l en adelante? dice el citado autor. De qu gran crimen era el misterioso cmplice ? Qu trgico fantasma iba detrs de l ? De qu manera muri ? Dnde ? Cundo ? Cuntas interrogaciones que quizs quedarn para siempre sin res- puesta.

    Un momento llegamos pensar, como queda dicho, que ste fue el doctor Arganil. Pero la edad no corresponde ; Rotondo haba nacido en 1750. Arganil muri en 1842, y no era un anciano as, de noventa y dos aos. Arganil dice en su declaracin en Septiembre de 1828 que es mayor de setenta aos, y luego, en folleto publicado por l en 1833, dice que tiene setenta y cinco aos ; luego naci por ah en 1758.

    Otro da daremos nuevos datos sobre el enigmtico per- sonaje y sealaremos algunas coincidencias entre l y otro personaje citado por Lenotre, que desapareci sin dejar rastro de su existencia.

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  • cxx

    Con motivo de haberse encontrado al pie del Tequenda- ma una botella en reciente descenso que se hizo la cascada, se nos ha pedido algn dato sobre esto. Bien que los papeles

    vn 3

    34 Boletn de Historia y Antigedades

    hallados en ella al ser descifrados aclaran el punto, sealare- mos este dato que aparece en un artculo de don J. F. Ortiz sobre nuestra cascada. Fcil es que la botella de que ah se habla sea la encontrada ahora, y que estuviese el autor mal informado en cuanto la parte final :

    El Presbtero Romualdo Cuervo, metido en una petaca de cuero, sostenida por fuertes rejos, baj ochenta varas de profundidad en frente del gran banco de piedra en que se estrellan las ag-uas y saltan deshechas en menuda niebla. All dej escrito su nombre y una bote- lla vaca sobre una piedra. Varios jvenes bajaron una vez al Salto, vieron la botella y apostaron unas cuantas (de vino) al que le diera un balazo. Cargaron las escopetas, y el primero puso la bala una cuarta de distancia, el segundo toc la punta del corcho, y el tercero, que si mal no recuerdo era Andrs Santamara, la volvi cien pedazos.

    CXXI

    Existe en el Museo Nacional una carta autog-rafa de Cristbal Coln, y al pie de ella hay esta nota :

    Esta carta se dice ser de mano del genovs Cristbal Fernndez de Colombo, y la dio por un afecto de amistad el Capitn del bergan- tn genovs don Ventura Glvez al Presbtero J. M. Aiguilln en Ge- nova, ao de 1832.

    Creemos que esta carta no es autgrafa, sino un facsmi- le. En 1828 se publicaron en Italia por el Padre Juan B. Spotorno, con el ttulo Cdice Diplo'nitico Colomhoamericano^ cuarenta y cuatro documentos relativos Cristbal Coln, en italiano 3^ espaol, con dos facsmiles autog-rafiados : uno de stos, la carta del gran descubridor Nicols Oderico, fecha 21 de Marzo de 1502, que es la misma que existe en el Museo. El ejemplar de este facsmile fue sin duda el obse- quiado al doctor Aiguilln. La carta autgrafa se conserva en Genova cuidadosamente en el Palacio Ducal. De ella habla M. Jal en su obra la France Maritime publicada en 1838. Entre los documentos que l menciona existentes all y que l vio en 1834, figura la citada epstola. En la monumental obra sobre Coln de don J. M. Asensio, aparecida hace pocos anos, est publicada esta carta (no en facsmile, sino en tipo corriente), y all aparece reproducido el artculo de M. Jal.

    Es sin embargo objeto precioso ese documento que existe en el Museo, pues en l puede verse y estudiarse la letra y conocerse la firma del grande hombre y las extraas letras que la acompaaban. Adems la obra de Spotorno e& escasa; de ella se hicieron pocos ejemplares y se vendieron precio elevado. Esta carta fue quizs arrancada de uno de esos ejemplares, tal vez haba sido ella impresa no slo con el Cdice sino tambin en hojas separadas. Es en todo caso- digna de mucho aprecio aquella donacin.

    E. Posada

    Honores f7ib7'es 35

    HONORES FNEBRES

    TRIBUTADOS AL GENERAL FRANCISCO DE P. SANTANDER

    Los discursos y dems noticias que van en se- guida corren publicados en folleto de difcil adquisi- cin, por lo cual los reproducimos, como tambin para

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  • rememorar el 71^ aniversario de la muerte del Gene- ral Santander,