Biotecnología agrícola mitos

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21 - 2001 15 BIOTECNOLOGÍA, BIOPIRATERÍA Biotecnología agrícola: mitos, riesgos ambientales y alternativas Miguel A. Altieri* ANTECEDENTES Hasta hace unas cuatro décadas, los rendimientos agrícolas en los Estados Unidos se basaban en los recursos internos, el reciclaje de la materia orgánica, mecanismos de control bioló- gico y patrones de lluvias. Los rendimientos agrícolas eran modestos pero estables. La producción estaba salvaguardada porque en el campo se cultivaba más de un producto o varie- dad en el tiempo y el espacio, como un seguro contra la apari- ción de plagas o la severidad climática. El nitrógeno del suelo era restablecido por la rotación de los principales cultivos con leguminosas. Las rotaciones destruían insectos, malezas y en- fermedades gracias a la ruptura efectiva de los ciclos de vida de estas plagas. Un típico agricultor de maíz sembraba maíz en rotación con diversos cultivos, como soya, y la producción de granos menores era intrínseca para mantener ganado en la fin- ca. La mayor parte del trabajo lo hacía la familia, que era due- ña de la finca, con ayuda externa ocasional. No se compraba equipo ni se usaban insumos externos (Altieri 1994; Audirac 1997). En el mundo en desarrollo, los pequeños agricultores im- pulsaron sistemas agrícolas aun más complejos y biodiversos, guiados por un conocimiento indígena que ha superado la prue- ba del tiempo (Thrupp 1998). En este tipo de sistemas, la co- nexión entre agricultura y ecología era bastante fuerte y rara vez se evidenciaban signos de degradación ambiental. Pero conforme la modernización agrícola avanzó, la co- nexión ecología-sistema agrícola fue destruida, ya que los prin- cipios ecológicos fueron ignorados u omitidos. El lucro, y no las necesidades de la gente o la preocupación por el ambiente, determinó la producción agrícola. Los intereses de los agronegocios y las políticas prevalecientes favorecieron las gran- des fincas, la producción especializada, el monocultivo y la mecanización. Hoy el monocultivo ha aumentado de manera drástica en todo el mundo, principalmente a través de la expansión geo- gráfica anual de los terrenos dedicados a cultivos individuales. El monocultivo implicó la simplificación de la biodiversidad, dando como resultado final un ecosistema artificial que requiere constante intervención humana bajo la forma de insumos agroquímicos, los cuales, además de mejorar los rendimientos sólo temporalmente, dan como resultado altos costos ambien- tales y sociales no deseados. Conscientes de tales impactos, * Universidad de California, Berkeley. © PED-CLADES / FOOD FIRST, Oakland, California. Publicación financiada por: Foundation for Deep Ecology y Fred Gellert Family Foundation (San Francisco, California). 21-2.p65 19/09/01, 12:49 15

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    BIOTECNOLOGA, BIOPIRATERA

    Biotecnologaagrcola:

    mitos, riesgosambientales

    y alternativasMiguel A. Altieri*

    ANTECEDENTES

    Hasta hace unas cuatro dcadas, los rendimientos agrcolas enlos Estados Unidos se basaban en los recursos internos, elreciclaje de la materia orgnica, mecanismos de control biol-gico y patrones de lluvias. Los rendimientos agrcolas eranmodestos pero estables. La produccin estaba salvaguardadaporque en el campo se cultivaba ms de un producto o varie-dad en el tiempo y el espacio, como un seguro contra la apari-cin de plagas o la severidad climtica. El nitrgeno del sueloera restablecido por la rotacin de los principales cultivos conleguminosas. Las rotaciones destruan insectos, malezas y en-fermedades gracias a la ruptura efectiva de los ciclos de vida deestas plagas. Un tpico agricultor de maz sembraba maz enrotacin con diversos cultivos, como soya, y la produccin degranos menores era intrnseca para mantener ganado en la fin-ca. La mayor parte del trabajo lo haca la familia, que era due-a de la finca, con ayuda externa ocasional. No se comprabaequipo ni se usaban insumos externos (Altieri 1994; Audirac1997).

    En el mundo en desarrollo, los pequeos agricultores im-pulsaron sistemas agrcolas aun ms complejos y biodiversos,guiados por un conocimiento indgena que ha superado la prue-ba del tiempo (Thrupp 1998). En este tipo de sistemas, la co-nexin entre agricultura y ecologa era bastante fuerte y raravez se evidenciaban signos de degradacin ambiental.

    Pero conforme la modernizacin agrcola avanz, la co-nexin ecologa-sistema agrcola fue destruida, ya que los prin-cipios ecolgicos fueron ignorados u omitidos. El lucro, y nolas necesidades de la gente o la preocupacin por el ambiente,determin la produccin agrcola. Los intereses de losagronegocios y las polticas prevalecientes favorecieron las gran-des fincas, la produccin especializada, el monocultivo y lamecanizacin.

    Hoy el monocultivo ha aumentado de manera drstica entodo el mundo, principalmente a travs de la expansin geo-grfica anual de los terrenos dedicados a cultivos individuales.El monocultivo implic la simplificacin de la biodiversidad,dando como resultado final un ecosistema artificial que requiereconstante intervencin humana bajo la forma de insumosagroqumicos, los cuales, adems de mejorar los rendimientosslo temporalmente, dan como resultado altos costos ambien-tales y sociales no deseados. Conscientes de tales impactos,

    * Universidad de California, Berkeley. PED-CLADES / FOOD FIRST,Oakland, California. Publicacin financiada por: Foundation for DeepEcology y Fred Gellert Family Foundation (San Francisco, California).

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    muchos cientficos agrcolas han llegado al consenso general deque la agricultura moderna se enfrenta a una severa crisis eco-lgica (Conway y Pretty 1991).

    La prdida anual en rendimientos debida a plagas en mu-chos cultivos (que en la mayora llega hasta el 30 por ciento), apesar del aumento sustancial en el uso de pesticidas (alrededorde 500 millones de kg de ingrediente activo en todo el mun-do), es un sntoma de la crisis ambiental que afecta la agricul-tura. Las plantas cultivadas que crecen como monocultivosgenticamente homogneos no poseen los mecanismosecolgicos de defensa necesarios para tolerar el impacto de laspoblaciones epidmicas de plagas (Altieri 1994).

    Cuando estos modelos agrcolas se exportaron a los pasesdel Tercer Mundo a travs de la llamada Revolucin Verde, seexacerbaron an ms los problemas ambientales y sociales. Lamayor parte de agricultores de escasos recursos de AmricaLatina, Asia y frica ganaron muy poco en este proceso dedesarrollo y transferencia de tecnologa de la Revolucin Ver-de, porque las tecnologas propuestas no fueron neutras encuanto a escala. Los agricultores con tierras ms extensas y mejormantenidas ganaron ms, pero los agricultores con menoresrecursos que viven en ambientes marginales perdieron conmayor frecuencia y la disparidad de los ingresos se vio acentua-da (Conway 1997).

    El cambio tecnolgico ha favorecido principalmente la pro-duccin y/o exportacin de cultivos comerciales producidos, so-bre todo, por el sector de las grandes fincas, con un impactomarginal en la productividad de los cultivos para la seguridadalimentaria, mayormente en manos del sector campesino (Pretty1995). En las reas donde se realiz el cambio progresivo de unaagricultura de subsistencia a otra de economa monetaria, se pu-sieron en evidencia gran cantidad de problemas ecolgicos y so-ciales: prdida de autosuficiencia alimentaria, erosin gentica,prdida de la biodiversidad y del conocimiento tradicional, e in-cremento de la pobreza rural (Conroy et al 1996).

    Para sostener tales sistemas agroexportadores, muchos pasesen desarrollo se han convertido en importadores netos deinsumos qumicos y maquinaria agrcola, aumentando as losgastos gubernamentales y exacerbando la dependencia tecnol-gica. Por ejemplo, entre 1980 y 1984 Amrica Latina importcerca de 430 millones de US$ en pesticidas y unas 6,5 millo-

    nes de toneladas de fertilizantes (Nicholls y Altieri 1997). Esteuso masivo de agroqumicos condujo a una enorme crisis am-biental de proporciones sociales y econmicas inmensurables.

    Lo irnico es el hecho de que los mismos intereses econ-micos que promovieron la primera ola de agricultura basadaen agroqumicos estn ahora celebrando y promoviendo laemergencia de la biotecnologa como la ms reciente varitamgica. La biotecnologa, dicen, revolucionar la agriculturacon productos basados en los mtodos propios de la naturale-za, logrando una agricultura ms amigable para el ambiente yms lucrativa para los agricultores, as como ms saludable ynutritiva para los consumidores (Hobbelink 1991).

    La lucha global por conquistar el mercado est condu-ciendo a las grandes corporaciones a producir plantas desarro-lladas con ingeniera gentica (cultivos transgnicos) en todo elmundo (ms de 40 millones de hectreas en 1999) sin las apro-piadas pruebas previas de impacto sobre la salud humana y losecosistemas, a corto y largo plazo. Esta expansin ha recibidoel apoyo de acuerdos de comercializacin y distribucin reali-zados por corporaciones y marketeros (por ejemplo Ciba Seedscon Growmark y Mycogen Plant Sciences con Cargill) debidoa la falta de reglamentacin en muchos pases en desarrollo.

    En Estados Unidos las polticas del Food and Drug Organi-zation (FDA) y la Environmental Protection Agency (EPA)consideran a los cultivos modificados genticamente sustancial-mente equivalentes a los cultivos convencionales. Estas polti-cas han sido desarrolladas en el contexto de un marco regula-dor inadecuado y en algunos casos inexistente.

    Las corporaciones de agroqumicos, las cuales controlancada vez ms la orientacin y las metas de la innovacin agr-cola, sostienen que la ingeniera gentica mejorar la sostenibi-lidad de la agricultura al resolver los muchos problemas queafectan a la agricultura convencional y librar al Tercer Mundode la baja productividad, la pobreza y el hambre.

    Comparando mito y realidad, el objetivo de este libro escuestionar las falsas promesas hechas por la industria de la in-geniera gentica. Ellos han prometido que los cultivos produ-cidos por ingeniera gentica impulsarn la agricultura lejos dela dependencia en insumos qumicos, aumentarn la producti-vidad, disminuirn los costos de insumos y ayudarn a reducirlos problemas ambientales (Oficina de Evaluacin Tecnolgica

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    1992). Al cuestionar los mitos de la biotecnologa, aqu semuestra a la ingeniera gentica como lo que realmente es: otroenredo tecnolgico o varita mgica destinado a entramparlos problemas ambientales de la agricultura (que son el pro-ducto de un enredo tecnolgico previo) sin cuestionar las su-posiciones defectuosas que ocasionaron los problemas la pri-mera vez (Hindmarsh 1991). La biotecnologa promueve solu-ciones basadas en el uso de genes individuales para los problemasderivados de sistemas de monocultivo ecolgicamente inesta-bles diseados sobre modelos industriales de eficiencia. Tal en-foque unilateral y reduccionista ya ha probado que no esecolgicamente slido en el caso de los pesticidas, enfoque quetambin adopt un enfoque similar, usando el paradigma unqumico-una plaga comparable al enfoque un gen-una plagapromovido por la biotecnologa (Pimentel et al. 1992).

    La agricultura industrial moderna, hoy convertida en ep-tome por la biotecnologa, se basa en una premisa filosficaque es fundamentalmente errnea y que necesita ser expuestay criticada para avanzar hacia una agricultura verdaderamentesostenible. Esto es particularmente relevante en el caso de labiotecnologa, donde la alianza de la ciencia reduccionista y laindustria multinacional monopolizadora llevan a la agriculturapor un camino equivocado. La biotecnologa percibe los pro-blemas agrcolas como deficiencias genticas de los organismosy trata a la naturaleza como una mercanca, y en el caminohace a los agricultores ms dependientes de un sector deagronegocios que concentra cada vez ms su poder sobre elsistema alimentario.

    LA BIOTECNOLOGA, EL HAMBREEN EL MUNDO Y EL BIENESTARDE LOS AGRICULTORES

    Poblaciones hambrientas en mediode la abundancia

    Las compaas de biotecnologa sostienen que los organismosgenticamente modificados (GMO en ingls) especficamentelas semillas genticamente alteradas son hallazgos cientficosnecesarios para alimentar al mundo y reducir la pobreza en lospases en desarrollo. La mayora de las organizaciones interna-

    cionales encargadas de la poltica y la investigacin para el me-joramiento de la seguridad alimentaria en el mundo en desa-rrollo hacen eco de este punto de vista. Este punto se basa endos suposiciones crticas: que el hambre se debe a una brechaentre la produccin de alimentos y la densidad de la poblacinhumana o la tasa de crecimiento; y que la ingeniera genticaes la nica o la mejor forma de incrementar la produccinagrcola y por lo tanto cubrir las futuras necesidades de ali-mento.

    Un punto inicial para aclarar estas falsas concepciones esentender que no hay una relacin entre la presencia del ham-bre en un pas determinado y su poblacin. Por cada nacinhambrienta y densamente poblada como Bangladesh o Hait,hay un pas escasamente poblado y hambriento como Brasil oIndonesia. El mundo hoy produce ms alimentos por habitan-te que nunca antes. Hay suficiente alimento disponible paraproveer 4,3 libras por persona cada da: 2,5 libras de granos,

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    frijoles y nueces; alrededor de una libra de carne, leche y hue-vos y otra de frutas y verduras (Lappe et al. 1998).

    En 1999 se produjo suficiente cantidad de granos en elmundo para alimentar una poblacin de ocho mil millones depersonas (seis mil millones habitaron el planeta en el 2000), sistos se distribuyeran equitativamente o no se dieran comoalimento a los animales. Siete de cada diez libras de granos seusan para alimentar animales en Estados Unidos. Pases comoBrasil, Paraguay, Tailandia e Indonesia dedican miles de acresde tierras agrcolas a la produccin de soya y yuca para expor-tar a Europa como alimento del ganado. Canalizando un ter-cio de los granos producidos en el mundo hacia la poblacinhambrienta y necesitada, el hambre cesara instantneamente(Lappe et al. 1998).

    El hambre tambin ha sido creado por la globalizacin,especialmente cuando los pases en desarrollo adoptan las pol-ticas de libre comercio recomendadas por agencias internacio-nales (reduciendo los aranceles y permitiendo el flujo de losproductos de los pases industrializados). La experiencia de Hait,uno de los pases ms pobres del mundo, es ilustrativa. En1986 Hait import slo 7.000 toneladas de arroz, porque lamayor parte se produca en la isla. Cuando abri su economaal mundo, los inund un arroz ms barato proveniente de losEstados Unidos, donde la industria del arroz es subsidiada. En1996, Hait import 196.000 toneladas de arroz forneo alcosto de US$ 100 millones anuales. La produccin de arrozhaitiano se volvi insignificante cuando se concret la depen-dencia en el arroz extranjero. El hambre se increment (Aristide2000).

    Las causas reales del hambre son la pobreza, la desigual-dad y la falta de acceso a los alimentos y a la tierra. Demasiadagente es muy pobre (alrededor de dos mil millones sobrevivencon menos de un dlar al da) para comprar los alimentos dis-ponibles (a menudo con una pobre distribucin) o carecen detierras y los recursos para sembrarla (Lappe et al. 1998). Por-que la verdadera raz del hambre es la desigualdad, cualquiermtodo diseado para reforzar la produccin de alimentos, peroque agudice esta desigualdad, fracasar en el propsito de redu-cir el hambre. Por el contrario, slo las tecnologas que tenganefectos positivos en la distribucin de la riqueza, el ingreso ylos activos, que estn a favor de los pobres, podrn en realidad

    reducir el hambre. Afortunadamente tales tecnologas existen ypueden agruparse bajo la disciplina de la agroecologa, cuyopotencial es ampliamente demostrado y analizado ms profun-damente a lo largo de este libro (Altieri et al. 1998; Uphoff yAltieri 1999).

    Atacando la desigualdad por medio de reformas agrarias semantiene la promesa de un aumento de la productividad quesobrepasa el potencial de la biotecnologa agrcola. Mientras quelos defensores de la industria hacen una promesa de 15, 20 eincluso 30 por ciento de aumento de los rendimientos por labiotecnologa, los pequeos agricultores producen hoy de 200 a1.000 por ciento ms por unidad de rea que las grandes fincasa nivel mundial (Rosset 1999). Una estrategia clara para tomarventaja de la productividad de las pequeas fincas es impulsarreformas agrarias que reduzcan las grandes propiedades ineficientese improductivas a un tamao pequeo ptimo, y as proporcio-nar las bases para el incremento de la produccin en fincas depequeos agricultores, incrementos ante los cuales empalidecerala publicitada promesa productiva de la biotecnologa.

    Es importante entender que la mayor parte de innovacio-nes en la biotecnologa agrcola se orientan a las ganancias msque a las necesidades. El verdadero motor de la industria de laingeniera gentica no es hacer la agricultura ms productiva,sino generar mayores ingresos (Busch et al. 1990). Esto se ilus-tra revisando las principales tecnologas del mercado de hoy:(1) cultivos resistentes a los herbicidas, tales como la Soya ReadyRoundup de Monsanto, semillas que son tolerantes al herbici-da Roundup de Monsanto, y (2) los cultivos Bt (Bacillusthuringiensis) que han sido desarrollados por ingeniera genticapara producir su propio insecticida. En el primer caso, la metaes ganar ms participacin de mercado de los herbicidas paraun producto exclusivo, y en el segundo, aumentar las ventasde semillas, aun a costa de daar la utilidad de un productoclave para el manejo de plagas (el insecticida microbiano a basede Bt) en el que confan muchos agricultores, incluyendo a lamayora de agricultores de cultivos orgnicos, como una pode-rosa alternativa a los insecticidas.

    Estas tecnologas responden a la necesidad de las compa-as de biotecnologa de intensificar la dependencia de los agri-cultores en semillas protegidas por la llamada propiedad in-telectual que entra en conflicto directamente con los antiguos

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    derechos de los agricultores a reproducir, compartir o almace-nar semillas (Fowler y Mooney 1990). Cada vez que pueden,las corporaciones obligan a los agricultores a comprar una marcade insumos de la compaa y les prohiben guardar o vender lasemilla. Si los agricultores de los Estados Unidos adoptan soyatransgnica, deben firmar un acuerdo con Monsanto. Si siem-bran soya transgnica al ao siguiente, la multa es de unos3.000 US$ por acre, dependiendo del rea. Esta multa puedecostarle al agricultor su finca, su hogar. Controlando el germopla-sma desde la produccin de semillas hasta su venta y obligandoa los agricultores a pagar precios inflados por paquetes de semi-llas-qumicos, las compaas estn decididas a extraer el mxi-mo beneficio de su inversin (Krimsky y Wrubel 1996).

    Qu hay del arroz dorado?Los cientficos que apoyan la biotecnologa y estn en desacuer-do con la afirmacin que la mayor parte de la investigacin enbiotecnologa est basada en el lucro ms que en la necesidad,usan como parte de su retrica humanitaria, el recientementedesarrollado, pero todava no comercializado, arroz dorado. Estearroz experimental es rico en betacaroteno, el precursor de lavitamina A, que es un producto nutritivo importante paramillones de nios, especialmente en Asia, quienes sufren dedeficiencia de Vitamina A que puede conducir a la ceguera.

    Quienes han creado el arroz dorado dicen que este nuevocultivo fue desarrollado con fondos pblicos y que una vezque se demuestre su viabilidad en campos de cultivo, ser dis-tribuido gratuitamente entre los pobres. La idea de que unarroz genticamente alterado es la forma apropiada de tratar lacondicin de dos millones de nios en riesgo de ceguerainducida por la deficiencia de vitamina A revela una tre-menda ingenuidad sobre las causas reales de la malnutricinpor falta de vitaminas y micronutrientes. Si nos remitimos alos patrones de desarrollo y nutricin humanos, rpidamentenos damos cuenta que la deficiencia de vitamina A no estcaracterizada como un problema sino como un sntoma, unaseal de alerta. Nos alerta de mayores deficiencias asociadas tantocon la pobreza como con el cambio en la agricultura, desdesistemas de cultivo diversificados hacia monocultivos, promo-vido por la Revolucin Verde.

    La gente no presenta deficiencia de vitamina A porque elarroz contiene muy poca vitamina A, o betacaroteno, sino por-que su dieta se reduce solamente a arroz y a casi nada ms, ysufren de otras enfermedades nutricionales que no se puedentratar con betacaroteno, pero que podran ser tratadas, juntocon la deficiencia de vitamina A, con una dieta ms variada. Elarroz dorado debe ser considerado un intento unidimensionalde reparar un problema creado por la Revolucin Verde: elproblema de la disminucin de la variedad de cultivos y la di-versidad en la dieta.

    Una solucin de varita mgica que coloca betacarotenoen el arroz con potencial dao ecolgico y a la salud, altiempo que deja intacta a la pobreza, las dietas pobres y elmonocultivo extensivo, no puede efectuar ninguna contribu-cin duradera al bienestar. Usando la frase de Vandana Shiva,un enfoque de esa naturaleza revela ceguera ante las solucio-nes sencillas disponibles para combatir la ceguera inducida porla deficiencia de vitamina A, que incluye a muchas plantas,que cuando son introducidas (o reintroducidas) en la dieta pro-porcionan el betacaroteno y otras vitaminas y micronutrientes.

    Aunque los vegetales silvestres han sido consideradosperifricos en los hogares campesinos, su recoleccin como sepractica actualmente en muchas comunidades rurales constitu-ye un aditivo significativo a la nutricin y subsistencia de lasfamilias campesinas. Dentro y fuera de la periferia de las pozasde arroz hay abundantes vegetales de hoja verde, silvestres ycultivados, ricos en vitaminas y nutrientes, muchos de los cua-les son eliminados cuando los agricultores adoptan el mono-cultivo y los herbicidas asociados (Greenland 1997).

    Los biotecnlogos en arroz no entienden las profundastradiciones culturales populares que determinan las preferen-cias de alimentos entre la poblacin asitica, especialmente elsignificado social e incluso religioso del arroz blanco. Es alta-mente improbable que el arroz dorado reemplace al arroz blan-co que por milenios ha jugado variados papeles en aspectosnutricionales, culinarios y ceremoniales. No cabe duda que elarroz dorado sacudir las tradiciones asociadas con el arroz blan-co en la misma forma en que lo haran las papas fritas verdes oazules en las preferencias de la gente de los Estados Unidos.

    Pero incluso si el arroz dorado ingresa en los platos de lospobres de Asia, no hay una garanta de que ello beneficiar a la

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    gente pobre que no come alimentos ricos en grasas o aceites.El betacaroteno es soluble en grasas y su ingestin por el intes-tino depende de la grasa o aceite de la dieta. An ms, laspersonas que sufren de desnutricin proteica y carecen de die-tas ricas en grasas no pueden almacenar bien la vitamina A enel hgado ni pueden transportarla a los diferentes tejidos cor-porales donde se requiere. Debido a la baja concentracin debetacaroteno en el arroz milagroso, las personas tendran quecomer ms de un kilogramo de arroz diario para obtener laracin diaria recomendada de vitamina A.

    Aumenta la biotecnologa los rendimientos?Un importante argumento propuesto por los biotecnlogos esque los cultivos transgnicos aumentarn significativamente elrendimiento de los cultivos. Estas expectativas han sido exami-nadas por el informe (1999) del Servicio de Investigacin Eco-nmica (Economic Research Service, ERS) del Departamentode Agricultura de los Estados Unidos (USDA), a partir de da-tos recolectados en 1997 y 1998 para 112 y 18 combinacionesregin/cultivo de Estados Unidos. Los cultivos observados fue-ron maz Bt y algodn, y maz, algodn y soya tolerantes aherbicidas (HT), y su contraparte de cultivos convencionales.

    En 1997 los rendimientos no mostraron diferencias signi-ficativas entre los cultivos con y sin ingeniera gentica en sietede las 12 combinaciones cultivo/regin. Cuatro de las 12 re-giones mostraron incrementos significativos (13-21 por cien-to) en el rendimiento de las plantas con ingeniera (soya tole-rante en tres regiones y algodn Bt en una regin). El algodntolerante a herbicidas en una regin mostr una reduccin sig-nificativa en el rendimiento (12 por ciento) comparado con sucontraparte convencional.

    En 1998 los rendimientos no tuvieron diferencias signifi-cativas entre cultivos con y sin ingeniera en 12 de 18 combi-naciones cultivo/regin. Cinco combinaciones (maz BT en dosregiones, maz HT en una regin, algodn Bt en dos regiones)mostraron aumentos significativos en el rendimiento (5 a 30por ciento) de las plantas con ingeniera, pero slo bajo pre-sin alta del barrenador europeo del maz, que es espordico.De hecho muchos entomlogos piensan que la mayora de losagricultores no se beneficiaran de las tecnologas Bt bajo nive-

    les promedios de infestacin del gusano barrenador, dado queniveles poblacionales negativos de esta plaga se dan espordi-camente una vez cada 4-8 aos. El algodn tolerante a herbici-das (tolerante al glifosato o Roundup) fue el nico cultivo coningeniera que no mostr aumentos significativos en el rendi-miento en ninguna de las regiones donde fue probado.

    En 1999, investigadores del Instituto de Agricultura yRecursos Naturales de la Universidad de Nebraska plantaroncinco diferentes variedades de soya de Monsanto, junto consus parientes convencionales ms cercanos y las variedades tra-dicionales de ms alto rendimiento en cuatro localidades delestado, usando tierras de secano y campos irrigados. En pro-medio, los investigadores encontraron que las variedades trata-das por ingeniera gentica aunque ms costosas produ-can seis por ciento menos que sus parientes cercanos sin inge-niera, y 11 por ciento menos que los cultivos convencionalesde mayor rendimiento. Informes de Argentina muestran losmismos resultados de ausencia de un mejor rendimiento de lasoya HT, la cual universalmente parece mostrar problemas derendimiento.

    Las prdidas en el rendimiento se amplifican en cultivoscomo el maz Bt donde se requiere que los agricultores dejen el20 por ciento de su tierra como refugios de maz no transgnico.Se espera que parcelas alternantes de maz transgnico y notransgnico retarden la evolucin de la resistencia a las plagas al

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    proveer refugios a los insectos susceptibles a fin de que puedancruzarse con insectos resistentes. Los cultivos en el refugio po-siblemente sufran fuerte dao y de este modo los agricultorestendrn prdidas en el rendimiento. Un refugio totalmente li-bre de pesticidas debe tener el 20 a 30 por ciento del tamaode una parcela sometida a ingeniera, pero si se usan insectici-das, entonces el refugio debe tener alrededor del 40 por cientodel tamao de la parcela biotecnolgica porque asperjar coninsecticidas incrementa el desarrollo de la resistencia al Bt(Mellon y Rissler 1999).

    Si por el contrario se dedicara el 30 por ciento de losterrenos cultivables a plantar soya bajo un diseo de cultivosen franjas con maz (como muchos agricultores alternativoshacen en el medio oeste), se obtendran rendimientos de msdel 10 por ciento que con los monocultivos comparativos demaz y soya, al tiempo que se introduciran potenciales para larotacin interna en el campo donde los arreglos contorneadosminimizan la erosin en las laderas (Ghaffarzadeh et al. 1999).Ms an, el barrenador europeo del maz sera minimizadoporque las poblaciones de esta plaga tienden a ser menores enlos sistemas de cultivos mixtos y rotativos (Andow 1991).

    En el caso del algodn no hay una necesidad demostradade introducir la toxina Bt en el cultivo ya que la mayor partede Lepidpteros (mariposas y polillas) que atacan este cultivoson plagas secundarias inducidas por los pesticidas. La mejorforma de enfrentarlas no es asperjando insecticidas sino usandoel control biolgico o tcnicas culturales como la rotacin olos cultivos alternados con alfalfa. En el sureste, la plaga clavees el gorgojo (boll weevil), inmune a la toxina Bt.

    Cules son los costos para los agricultoresamericanos?

    Para evaluar la economa de la finca y el impacto de los culti-vos transgnicos en las fincas de los Estados Unidos, es buenoexaminar la realidad que enfrentan los agricultores de Iowa,quienes viven en el corazn de las tierras del maz y la soyatransgnicos. Aunque las malezas son una preocupacin, el pro-blema real que ellos enfrentan es la cada de los precios de susproductos debido a la superproduccin a largo plazo. De 1990a 1998 el precio promedio de una tonelada mtrica de soya

    disminuy en 62 por ciento y los retornos de los costos des-cendieron de 532 a 182 US$ por hectrea, una cada del 66por ciento. Frente a la cada de los retornos por hectrea losagricultores no tienen eleccin excepto hacerse ms grande oabandonar las tierras. Los agricultores slo se podrn mante-ner en el negocio si incrementan el rea de cultivo para com-pensar la cada en las ganancias por unidad de rea. Cualquiertecnologa que facilite el crecimiento ser adoptada, inclusosi las ganancias de corto plazo son consumidas por los preciosque continan cayendo en la medida en que se expande elmodelo agrcola industrial.

    Para estos agricultores de Iowa la reduccin de los retor-nos por unidad de tierra de cultivo ha reforzado la importan-cia de los herbicidas dentro del proceso productivo porque re-ducen el tiempo que dedican al cultivo mecanizado y permitena un determinado agricultor sembrar ms acres. Una encuestallevada a cabo entre los agricultores de Iowa en 1998 indicque el uso de glifosato con variedades de soya resistentes alglifosato redujo los costos del control de malezas en cerca del30 por ciento comparado con el manejo convencional de ma-lezas para las variedades no transgnicas. Sin embargo, los rendi-mientos de la soya resistente al glifosato fueron menores encuatro por ciento y los retornos netos por unidad de rea deterreno fueron casi idnticos en la soya resistente y en la con-vencional (Duffy 1999).

    Desde el punto de vista de la conveniencia y la reduccinde costos, el uso de herbicidas de amplio espectro en combina-cin con variedades resistentes a los herbicidas atrae a los agri-cultores. Tales sistemas combinan muy bien con las operacio-nes en gran escala, la produccin sin labranza y los subcontratospara la aplicacin de qumicos. Sin embargo, desde el puntode vista de precios, cualquier fluctuacin en el precio de lasvariedades transgnicas en el mercado empeorar el impacto delos actuales precios bajos. Tomando en consideracin que lasexportaciones americanas de soya a la Unin Europea decaye-ron de 11 millones de toneladas a seis millones en 1999 debi-do al rechazo de los consumidores europeos a los organismosgenticamente modificados (GMO), es fcil predecir un desas-tre para los agricultores que dependen de los cultivostransgnicos. Las soluciones duraderas al dilema que enfrentanlos agricultores de Iowa no vendrn de los cultivos tolerantes a

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    los herbicidas sino de una reestructuracin general de la agri-cultura del medio oeste (Brummer 1998).

    La integracin de las industrias de semillas y qumicospuede acelerar el incremento de los gastos por hectrea de pa-quetes semilla ms qumicos trayendo retornos significa-tivamente ms bajos a los agricultores. Las compaas que de-sarrollan cultivos tolerantes a herbicidas estn tratando de des-viar el mayor costo posible por acre desde los herbicidas haciala semilla va mayores costos de semilla. En Illinois, la adop-cin de cultivos resistentes a herbicidas ha convertido al siste-ma de semilla-manejo de malezas de la soya en el ms caro enla historia moderna entre 40 US$ y 69 US$ por acre, de-pendiendo de las tasas, la presin de las malezas, etc. Tres aosantes, el promedio de costos de la semilla-ms-control de male-zas era de 26 US$ por acre y representaba el 23 por ciento delos costos variables. Hoy representa el 35-40 por ciento(Carpenter & Gianessi 1999). Muchos agricultores estn de-seosos de pagar por la simplicidad y efectividad de este nuevosistema de manejo de malezas, pero tales ventajas pueden tenercorta vida tan pronto como se presenten problemas ecolgicos.

    En el caso de cultivos BT la informacin demuestra queel uso de insecticidas ha bajado especialmente en algodn. Lamayora de los estudios sugieren que se han bajado el nmerode aplicaciones por hectrea/ao, resultando en una reduccinen el suelo nacional en USA de 450.000 kg de ingredienteactivo (i.a.), pero esto representa slo una reduccin de 0,18 kgi.a. por hectrea, o 9 por ciento reduccin del promedio de2,01 kg i.a. por hectrea. Para maz Bt la reduccin por hect-rea equivale a 0,04-0,08 kg de i.a. por hectrea, un ahorromnimo comparado con reducciones de 50 por ciento con ma-nejo integrado y de 100 por ciento con agricultura orgnica.

    Pero como se enfatiz antes, el costo final que los agricul-tores pagan es su creciente dependencia de los insumosbiotecnolgicos protegidos por un sistema severo de derechosde propiedad intelectual que legalmente inhibe el derecho delos agricultores a reproducir, compartir y almacenar semillas(Busch et al. 1990). Los agricultores que ejercen este derechopero a la vez rompen el contrato firmado con una corporacinpueden perder sus fincas ya que el contrato estipula que debenpagar tres mil dlares por acre por infringir el acuerdo. Para unagricultor con mas de 100 acres el costo es desastroso.

    La biotecnologa beneficiar a los agricultorespobres?

    Muchas de las innovaciones de la biotecnologa disponibles hoyeluden a los agricultores pobres, ya que estos agricultores nopueden pagar por las semillas protegidas por patentes, propie-dad de las corporaciones biotecnolgicas. La extensin de latecnologa moderna hacia los agricultores de escasos recursosha estado histricamente limitada por considerables obstculosambientales. Se estima que 850 millones de personas viven entierras amenazadas por la desertizacin. Otros 500 millones vi-ven en terrenos demasiado abruptos para ser cultivados. Debi-do a stas y otras limitaciones, alrededor de dos millones depersonas ni siquiera han sido alcanzadas por la ciencia agrcolamoderna. La mayor parte de la pobreza rural se desarrolla en labanda latitudinal entre los trpicos de Cncer y Capricornio,la regin ms vulnerable a los efectos del recalentamiento glo-bal. En tales ambientes, una gran cantidad de tecnologas bara-tas y accesibles localmente estn disponibles para mejorar y nolimitar las opciones de los agricultores, una tendencia que esinhibida por la biotecnologa controlada por las corporaciones.

    Los investigadores en biotecnologa piensan solucionar losproblemas asociados con la produccin de alimentos en esas

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    reas marginales desarrollando cultivos GM con caractersticasque los pequeos agricultores consideran deseables, tales comomayor competitividad frente a las malezas y tolerancia a la se-qua. Sin embargo, estos nuevos atributos no son necesaria-mente una panacea. Caractersticas como la tolerancia a la se-qua son polignicas (determinadas por la interaccin de genesmltiples). En consecuencia, el desarrollo de cultivos con talescaractersticas es un proceso que tomara por lo menos diezaos. Bajo estas circunstancias, la ingeniera gentica no da algopor nada. Cuando se trabaja con genes mltiples para crear unrasgo determinado, es inevitable sacrificar otras caractersticascomo la productividad. Como resultado, el uso de una plantatolerante a la sequa incrementara los rendimientos de un cul-tivo slo en 30-40 por ciento. Cualquier rendimiento adicio-nal deber provenir del mejoramiento de las prcticas ambien-tales (como la cosecha del agua o el mejoramiento de la mate-ria orgnica del suelo para mejorar la retencin de la humedad)ms que de la manipulacin gentica de caractersticas especfi-cas (Persley y Lantin 2000).

    Aun cuando la biotecnologa pudiera contribuir a incre-mentar la cosecha en un cultivo, eso no significa que la pobrezadisminuira. Muchos agricultores pobres en los pases en desarro-llo no tienen acceso al dinero, al crdito, a la asistencia tcnica oal mercado. La llamada Revolucin Verde de los cincuenta y se-senta ignor a esos agricultores porque la siembra de las nuevasmedidas de alto rendimiento y su mantenimiento por medio depesticidas y fertilizantes era demasiado costosa para los campesi-nos pobres. Los datos, tanto de Asia como de Amrica Latina,demuestran que los agricultores ricos con tierras ms extensas ymejor llevadas obtuvieron ms de la Revolucin Verde, mientraslos agricultores con menores recursos en general ganaron muypoco (Lappe et al. 1998). La nueva Revolucin Gentica slopodra terminar repitiendo los errores de su predecesora.

    Las semillas genticamente modificadas estn bajo controlcorporativo y bajo la proteccin de patentes y, como conse-cuencia, son muy caras. Ya que la mayor parte de las nacionesen desarrollo todava carece de infraestructura institucional ycrdito con bajos intereses, elementos necesarios para llevar es-tas semillas a los agricultores pobres, la biotecnologa slo exa-cerbar la marginalizacin.

    Los agricultores pobres no tienen cabida en el nicho de

    mercado de las compaas privadas, cuyo enfoque est dirigidoa las innovaciones biotecnolgicas para los sectores agrcolas-comerciales de los pases industrializados y desarrollados, don-de tales corporaciones pueden esperar grandes retornos a suinversin en investigacin. El sector privado a menudo ignoracultivos importantes como la yuca, que es un alimento funda-mental para 500 millones de personas en el mundo. Los pocosagricultores empobrecidos que tendrn acceso a la biotecnologase volvern peligrosamente dependientes de las compras anua-les de semillas genticamente modificadas. Estos agricultorestendrn que atenerse a los onerosos acuerdos de propiedad in-telectual y no sembrar las semillas obtenidas de una cosecha delas plantas producto de la bioingeniera. Tales condiciones cons-tituyen una afrenta para los agricultores tradicionales, quienespor siglos han guardado y compartido semillas como parte desu legado cultural (Kloppenburg 1998). Algunos cientficos yformuladores de polticas sugieren que las grandes inversionesa travs de asociaciones pblicas-privadas pueden ayudar a lospases en desarrollo a adquirir la capacidad cientfica e institu-cional para delinear la biotecnologa de manera que se adapte alas necesidades y circunstancias de los pequeos agricultores.Pero, una vez ms, los derechos corporativos de propiedad in-telectual sobre los genes y la tecnologa de clonacin de genesarruinaran tales planes. Por ejemplo, EMBRAPA (el InstitutoNacional de Investigacin Agrcola de Brasil) debe negociar li-cencias con nueve diferentes compaas antes de poder lanzaruna papaya resistente a virus, desarrollada con investigadoresde la Universidad de Cornell (Persley y Lantin 2000).

    LOS ORGANISMOS GENTICAMENTEMODIFICADOS Y LA SALUD HUMANA

    Son los cultivos transgnicos similares a losconvencionales?

    Las agencias gubernamentales que regulan los cultivos obteni-dos por la biotecnologa consideran a estos sustancialmenteequivalentes a los cultivos convencionales. Esta conjetura esinexacta y carece de base cientfica. La evidencia demuestra quela transferencia gentica usando tcnicas del ADN essustancialmente diferente de los procesos que gobiernan la trans-

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  • Biotecnologa agrcola: mitos, riesgos ambientales y alternativas

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    ferencia de genes en el mejoramiento tradicional. En este es-fuerzo, los mejoradores de plantas desarrollan nuevas varieda-des a travs del proceso de seleccin y buscan la expresin dematerial gentico que ya est presente dentro de una especie.El cruzamiento convencional involucra el movimiento de gru-pos de genes ligados funcionalmente, principalmente entrecromosomas similares, e incluye a los promotores relevantes,secuencias reguladoras y genes asociados involucrados en la ex-presin coordinada de la caracterstica de inters en la planta.

    La ingeniera gentica trabaja principalmente por mediode la insercin de material gentico, generalmente de fuentessin precedentes, es decir, material gentico que proviene de es-pecies, familias e incluso reinos que anteriormente no podanser fuentes de material gentico para una especie en particular.El proceso involucra el uso de una pistola inserta genes (genegun) y un gen promotor de un virus y un marcador comoparte del paquete o construccin que se inserta en la clula dela planta hospedera. Las actuales tecnologas del ADN consis-ten en la insercin al azar de genes en ausencia de secuenciasnormales del promotor y los genes reguladores asociados. Comohay pocos ejemplos de caracteres de plantas en las cuales se hanidentificado los genes reguladores asociados, actualmente no esposible introducir un gen totalmente funcional usando lastcnicas de ADN. Estas tcnicas tambin involucran la inser-cin simultnea de promotores virales y marcadores selectivosque facilitan la introduccin de genes de especies no compati-bles. Estas transformaciones genticas no pueden suceder cuandose usan los mtodos tradicionales, lo cual explica ampliamentela forma tan abismal en que estos dos procesos difieren (Hansen1999).

    En resumen, el proceso de ingeniera gentica difiere cla-ramente del mejoramiento convencional ya que ste se basasobre todo en la seleccin a travs de procesos naturales dereproduccin sexual o asexual entre una especie o dentro degneros estrechamente relacionados. La ingeniera gentica usaun proceso de insercin de material gentico, va un gene guno un transportador bacteriano especial, cosa que no ocurre enla naturaleza. Los biotecnlogos pueden insertar materialgentico en una especie a partir de cualquier forma viviente,creando as organismos nuevos con los cuales no se tiene expe-riencia evolutiva.

    Se pueden ingerir los cultivos transgnicossin peligro?

    El prematuro lanzamiento comercial de los cultivos transgnicos,debido a la presin comercial y a las polticas de la FDA y la EPAque consideran a los cultivos genticamente modificadossustancialmente equivalentes a los cultivos convencionales, hatenido lugar en el contexto de un marco regulador aparentemen-te inadecuado, no transparente y, en algunos casos, inexistente.De hecho, la aprobacin del lanzamiento comercial de los culti-vos transgnicos se basa en la informacin cientfica proporcio-nada voluntariamente por las compaas que los producen.

    Se estima que cerca del 50 por ciento de los alimentospreparados a base de maz y soya en Estados Unidos provienende maz y frijol soya genticamente modificados. La mayor partede los consumidores desconocen esto y no tienen posibilidadde determinar si un alimento es transgnico, ya que estos nollevan una etiqueta que lo diga. Dado que ningn cientficopuede aseverar que tales alimentos estn completamente libresde riesgos, se puede considerar que la mayora de la poblacinde los Estados Unidos est siendo sujeta a un experimento dealimentacin en gran escala. Los consumidores de la UninEuropea (UE) han rechazado los alimentos genticamentemodificados (Lappe y Bailey 1998).

    Debido a los mtodos no usuales utilizados para producircultivos GM, algunos temen que las variantes genticas produ-cidas puedan introducir sustancias extraas en la provisin dealimentos con efectos negativos inesperados sobre la salud hu-mana. Una preocupacin importante es que alguna protenacodificada por un gen introducido pueda ser un alergeno ycausar reacciones alrgicas en las poblaciones expuestas (Burksy Fuchs 1995).

    La biotecnologa se emplea para introducir genes en di-versas plantas que son fuentes de alimentos o componentes devarios alimentos. Los caracteres que se introducen incluyen re-sistencia a virus e insectos, tolerancia a los herbicidas y cam-bios en la composicin o el contenido nutricional. Dada ladiversidad de caracteres, es fcil predecir el potencial alergnicode las protenas introducidas en los alimentos que provienende fuentes sin registros de poseer alergenos o que tienen se-cuencias de aminocidos similares a las de alergenos conocidos

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    presentes en protenas de mani, almendras, leche, huevos, soya,mariscos, pescado y trigo.

    Hay una pequea pero real posibilidad de que la ingenie-ra gentica pueda transferir protenas nuevas y no identifica-das en los alimentos, provocando as reacciones alrgicas enmillones de consumidores sensibles a los alergenos, pero sinque haya posibilidad de identificarlos o de autoprotegerse detales alimentos dainos.

    Otra preocupacin est asociada con el hecho de que casien todos los cultivos genticamente modificados se incorporangenes de resistencia a los antibiticos como marcadores, para in-dicar que una planta ha sido modificada con xito. Es de esperarque estos genes y sus productos enzimticos, que causan lainactivacin de los antibiticos, estn presentes en los alimentosmodificados y sean incorporados por las bacterias presentes en elestmago humano. Esto trae a colacin importantes preguntassobre las consecuencias en la salud humana, particularmente sicomprometen la inmunidad (Ticciati y Ticciati 1998).

    El tratamiento con ingeniera gentica puede eliminar oinactivar sustancias nutritivas valiosas en los alimentos. Investi-gaciones recientes demuestran que la soya modificada resisten-te a los herbicidas tiene menores niveles de isoflavonas (12-14por ciento), fitoestrgenos clave (principalmente genistina) pre-sentes en forma natural en la soya y que constituyen un poten-cial protector contra algunas formas de cncer en la mujer(Lappe et al. 1998).

    No hay cientfico que pueda negar la posibilidad de quecambiando la estructura gentica fundamental de un alimentose puedan causar nuevas enfermedades o problemas de salud.No hay estudios de largo plazo que prueben la inocuidad delos cultivos genticamente modificados. Estos productos no hansido experimentados en forma exhaustiva antes de llegar a losestantes de las tiendas. A pesar de esto, los cultivos transgnicosestn siendo probados en los consumidores.

    BIOTECNOLOGA, AGRICULTURA Y MEDIOAMBIENTE

    La biotecnologa se est usando para reparar los problemas cau-sados por previas tecnologas agroqumicas (resistencia a los

    pesticidas, polucin, degradacin del suelo, etc.) desarrolladaspor las mismas compaas que ahora lideran la biorrevolucin.Los cultivos transgnicos creados para el control de plagas si-guen de cerca los paradigmas de usar un solo mecanismo decontrol (un pesticida) que ha demostrado repetidas veces sufracaso frente a insectos, patgenos y plagas (Consejo Nacionalde Investigacin 1996). El promocionado enfoque un gen-una plaga ser fcilmente superado por plagas que continua-mente se adaptan a nuevas situaciones y desarrollan mecanis-mos de detoxificacin (Robinson 1996).

    La agricultura desarrollada con cultivos transgnicos favo-rece los monocultivos que se caracterizan por niveles peligrosa-mente altos de homogeneidad gentica, que a su vez conducena una mayor vulnerabilidad de los sistemas agrcolas ante situa-ciones de estrs bitico y abitico (Robinson 1996). Cuandose promueve el monocultivo tambin se inhiben los mtodosagrcolas ecolgicos, como las rotaciones y los cultivos mlti-ples, exacerbando as los problemas de la agricultura conven-cional (Altieri 2000).

    En la medida en que las semillas obtenidas por ingenieragentica reemplacen a las antiguas variedades tradicionales y susparientes silvestres, la erosin gentica se acelerar en el TercerMundo (Fowler y Mooney 1990). La bsqueda de uniformidadno slo destruir la diversidad de los recursos genticos sino quealterar la complejidad biolgica en la cual se basa la sostenibili-dad de los sistemas tradicionales de cultivo (Altieri 1996).

    Hay muchas preguntas ecolgicas sin respuesta sobre elimpacto del lanzamiento de plantas y microorganismostransgnicos en el medio ambiente y la evidencia disponibleapoya la posicin de que el impacto puede ser sustancial. Entrelos principales riesgos ambientales asociados con las plantas pro-ducidas por ingeniera gentica estn la transferencia involuntariade transgenes a las especies silvestres relacionadas, con efectosecolgicos impredecibles.

    El impacto de los cultivos resistentesa herbicidas

    Resistencia a los herbicidas

    Al crear cultivos resistentes a sus herbicidas, las compaasbiotecnolgicas pueden expandir mercados para sus productos

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  • Biotecnologa agrcola: mitos, riesgos ambientales y alternativas

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    qumicos patentados. (En 1997, 50.000 agricultores plantaron3,6 millones de hectreas de soya resistente a los herbicidas,equivalente al 13 por ciento de los 71 millones de acres de soyaa nivel nacional en Estados Unidos, Duke 1996). Los observa-dores dieron un valor de 75 millones de US$ a los cultivosresistentes a los herbicidas en 1995, el primer ao decomercializacin, lo que indica que para el ao 2000 el merca-do sera de unos 805 millones de dlares, que representan uncrecimiento del 61 por ciento (Carpenter y Gianessi 1999).

    El uso continuo de herbicidas como bromoxynil y glifosato(tambin conocido como Roundup de Monsanto), toleradospor cultivos resistentes a estos herbicidas, puede acarrear pro-blemas (Goldberg 1992). Se sabe muy bien que cuando unsolo herbicida se usa continuamente en un cultivo, se incre-menta enormemente el riesgo de desarrollo de resistencia alherbicida en las poblaciones de malezas (Holt et al. 1993). Seconocen unos 216 casos de resistencia a una o ms familias deherbicidas (Holt y Le Baron 1990). Los herbicidas del grupoTrizzinas registran la mayor cantidad de especies de malezasresistentes (alrededor de 60).

    Dada la presin de la industria para incrementar las ven-tas de herbicidas, el rea tratada con herbicidas de amplio es-pectro se expandir, intensificando as el problema de la resis-tencia. Por ejemplo, se ha proyectado que el rea tratada conglifosato se incrementar en unos 150 millones de acres. Aun-que el glifosato se considera menos propicio para crear resis-tencia en malezas, el aumento en el uso del herbicida dar comoresultado resistencia de las malezas, aun cuando sea ms lenta.Esto ya ha sido registrado en poblaciones australianas de pastoscomo ryegrass, quackgrass, Eleusine indica y Cirsium arvense (Gill1995).

    Los herbicidas destruyen ms que las malezasLas compaas biotecnolgicas sostienen que el bromoxynil yel glifosato se degradan rpidamente en el suelo cuando se apli-can con propiedad, no se acumulan en el agua subterrnea, notienen efectos sobre otros organismos y no dejan residuos enlos alimentos. Sin embargo, hay evidencia de que el bromoxynilcausa defectos congnitos en animales, es txico para los pecesy puede causar cncer en los seres humanos (Goldberg 1992).

    Debido a que el bromoxynil se absorbe a travs de la piel, yporque causa defectos congnitos en roedores, es probable quesea peligrosos para los agricultores y trabajadores del campo.Asimismo, se ha informado que el glifosato es txico para al-gunas especies que habitan en el suelo, incluyendo predatores,como araas, escarabajos carbidos y coccinlidos, y para otrosque se alimentan de detritos como los gusanos de tierra, ascomo para organismos acuticos, incluyendo peces (Paoletti yPimentel 1996). Se sabe que este herbicida se acumula en fru-tas y tubrculos porque sufre relativamente poca degradacinmetablica en las plantas, por lo que surgen preguntas sobre suinocuidad, especialmente ahora que se usan anualmente msde 37 millones de libras de este herbicida slo en Estados Uni-dos. Ms an, las investigaciones demuestran que el glyphosatetiende a actuar en una forma similar a la de los antibiticos,alterando en una forma todava desconocida la biologa del sueloy causando efectos tales como:

    Reducir la habilidad de la soya y del trbol para fijar nitr-geno

    Hacer ms vulnerables a las enfermedades a las plantas defrijol

    Reducir el crecimiento de las micorrizas que moran en elsuelo, hongos clave para ayudar a las plantas a extraer elfsforo del suelo.

    Creacin de supermalezasAunque hay cierta preocupacin porque los cultivos transgnicospor s mismos puedan convertirse en malezas, el principal ries-go ecolgico es que el lanzamiento en gran escala de los culti-vos transgnicos promueva la transferencia de transgenes de loscultivos a otras plantas, las cuales podran transformarse enmalezas (Darmency 1994). Los transgenes que confieren ven-tajas biolgicas significativas pueden transformar plantas silves-tres en nuevas o peores malezas (Rissler y Mello 1996). El pro-ceso biolgico que nos preocupa es la introgresin-hibridacinentre especies de plantas diferentes pero emparentadas. La evi-dencia seala que tales intercambios genticos ya se realizanentre plantas silvestres, malezas y especies cultivadas. La inci-dencia de Sorghum bicolor, una maleza emparentada con el sorgo

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    y el flujo gentico entre el maz y el teosinte demuestran elpotencial de que los parientes de los cultivos puedan convertir-se en malezas peligrosas. Esto es preocupante dada la cantidadde cultivos que crecen en las proximidades de sus parientessilvestres sexualmente compatibles en Estados Unidos (Lutman1999). Debe tenerse extremo cuidado en los sistemas agrcolasque se caracterizan por polinizacin cruzada, como avena, ce-bada, girasoles y sus parientes silvestres, y entre el raps y otrascrucferas relacionadas (Snow y Moran 1997).

    En Europa hay una gran preocupacin sobre la posibletransferencia de polen de genes tolerantes a los herbicidas delas semillas oleosas de Brassica a las especies Brassica nigra ySinapsis arvensis (Casper y Landsmann 1992). Algunos culti-vos crecen cerca de plantas silvestres que no son sus parientescercanos pero que pueden tener cierto grado de compatibili-dad cruzada como los cruces de Raphanus raphanistrum x R.sativus (rbanos) y el sorgo alepo x maz-sorgo (Radosevich etal. 1996). Repercusiones en cascada de estas transferencias pue-den en ltima instancia significar cambios en la estructura delas comunidades vegetales. Los intercambios genticos consti-tuyen una amenaza grande en los centros de diversidad, por-que en los sistemas agrcolas biodiversos la probabilidad quelos cultivos transgnicos encuentren parientes silvestressexualmente compatibles es muy alta.

    La transferencia de genes de los cultivos transgnicos acultivos orgnicos representa un problema especfico para losagricultores orgnicos; la certificacin orgnica se basa en quelos productores puedan garantizar que sus cultivos no tengantransgenes insertados. Algunos cultivos que pueden cruzarsecon otras especies, como el maz o el raps se vern afectados enmayor grado, pero todos los que desarrollan agricultura org-nica corren el riesgo de contaminacin gentica. No hay regla-mentos que obliguen a un mnimo de separacin entre los cam-pos transgnicos y orgnicos (Royal Society 1998).

    En conclusin, el hecho de que la hibridacin y laintrogresin interespecficas sea algo comn en especies comogirasol, maz, sorgo, raps, arroz, trigo y papa, provee una basepara anticipar flujos genticos entre los cultivos transgnicos ysus parientes silvestres, que pueden dar lugar a nuevas malezasresistentes a los herbicidas (Lutman 1999). Hay consenso en-tre los cientficos de que los cultivos transgnicos en algn

    momento permitirn el escape de los transgenes hacia las po-blaciones de sus parientes silvestres. El desacuerdo est en cunserio ser el impacto de tales transferencias (Snow y Moran1997).

    Riesgos ambientales de los cultivos resistentesa insectos (Cultivos Bt)ResistenciaSegn la industria biotecnolgica, la promesa de los cultivostransgnicos insertados con genes Bt son el reemplazo de losinsecticidas sintticos que ahora se usan para controlar insectosplaga. Pero esto no es muy claro ya que la mayor parte de loscultivos son atacados por diversas plagas y las plagas que nopertenecen al orden Lepidoptera de todos modos tendrn queser combatidas con insecticidas porque no son susceptibles a latoxina Bt expresada en el cultivo (Gould 1994). En un recien-te informe (USDA 1999) que analiza el uso de pesticidas en latemporada agrcola 1997 en Estados Unidos en 12 combina-ciones de regiones y cultivos, se demostr que en siete locali-dades no hubo diferencia estadstica en el uso de pesticidas en-tre cultivos con Bt y cultivos convencionales sin Bt. En el Del-ta del Mississippi se us una cantidad significativamente mayorde pesticidas en algodn Bt versus algodn sin Bt.

    Por otro lado, se sabe que varias especies de lepidpteroshan desarrollado resistencia a la toxina Bt tanto en pruebas decampo como en laboratorio, lo que sugiere la posibilidad deaparicin de importantes problemas de resistencia en los culti-vos Bt a travs de los cuales la continua expresin de la toxinacrea una fuerte presin de seleccin (Tabashnik 1994). Nin-gn entomlogo serio puede cuestionar si la resistencia se de-sarrollar o no. La pregunta es qu tan rpido suceder? Loscientficos ya han detectado el desarrollo de resistencia de com-portamiento en algunos insectos que aprovechan la expresinirregular de la potencia de la toxina en el follaje del cultivo,atacando slo las partes con bajas concentraciones de toxina.Es ms, ya que las toxinas insertadas por medios genticos confrecuencia disminuyen en los tejidos hojas y tallo conforme elcultivo madura, la baja dosis slo puede matar o debilitar com-pletamente las larvas susceptibles (homozigotes); en consecuen-cia, puede presentarse una adaptacin mucho ms rpida a la

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    toxina Bt si la concentracin permanece siempre alta. La ob-servacin de las plantas de maz transgnico a finales de octu-bre indicaron que la mayora de los barrenadores europeos delmaz que sobrevivieron, haban entrado en dormancia prepa-rndose para emerger como adultos en la siguiente primavera(Onstad y Gould 1998).

    Para retrasar el inevitable desarrollo de resistencia de losinsectos a los cultivos Bt, los bioingenieros estn preparandoplanes de manejo de resistencia que consisten en mosaicos deparcelas transgnicas y no transgnicas (llamadas refugios) parademorar la evolucin de la resistencia proporcionando po-blaciones de insectos susceptibles que puedan cruzarse conlos insectos resistentes. Aunque estos refugios deben tenerun tamao de por lo menos 30 por ciento del rea cultivada,el nuevo plan de Monsanto recomienda refugios de slo 20 porciento, incluso cuando se usen insecticidas. Adicionalmente,el plan no ofrece detalles en cuanto a si los refugios se plan-tarn junto con los cultivos transgnicos, o a cierta distancia,donde segn los estudios son menos efectivos (Mallet y Porter1992). Adems, debido a que los refugios requieren el difcilobjetivo de la coordinacin regional con los agricultores, noes realista esperar que los agricultores medianos y pequeosdediquen 30-40 por ciento de su rea de cultivo a refugios,especialmente si los cultivos en estas reas van a soportar fuer-tes daos por plagas.

    Los agricultores que enfrentan los mayores riesgos del de-sarrollo de resistencia de los insectos al Bt son los agricultoresorgnicos de los alrededores, quienes siembran maz y soya sinagroqumicos. Una vez que la resistencia aparece en una pobla-cin de insectos, los agricultores orgnicos no podrn usarBacillus thuringiensis en la forma de insecticida microbiano parael control de plagas de lepidpteros que se trasladen de los cam-pos transgnicos vecinos. Adems, la contaminacin genticade los cultivos orgnicos, resultado del flujo de genes (polen)de los cultivos transgnicos puede comprometer la certifica-cin de los cultivos orgnicos y los agricultores pueden perdersus mercados. Quin compensar a los agricultores orgnicospor tales prdidas?

    Sabemos por la historia de la agricultura, que las enferme-dades de las plantas, las plagas de insectos y las malezas se vuel-ven ms severas con el desarrollo de monocultivos, y que los

    cultivos genticamente manipulados de manejo intensivo prontopierden diversidad gentica (Altieri 1994; Robinson 1996).Basados en estos hechos, no hay razn para creer que la resis-tencia a los cultivos transgnicos no evolucionar entre los in-sectos, plagas y patgenos como ha sucedido con los pestici-das. No importa qu estrategia de manejo de la resistencia seuse, las plagas se adaptarn y superarn las limitacionesagronmicas (Green 1990). Los estudios de resistencia a lospesticidas demuestran que puede aparecer una seleccin no in-tencional y resultar en problemas de plagas mayores que losque existan antes del desarrollo de nuevos insecticidas. Lasenfermedades y plagas siempre han sido amplificadas por loscambios hacia una agricultura genticamente homognea, pre-cisamente el tipo de sistema que la biotecnologa promueve(Robinson 1996).

    Efectos sobre especies benficas

    Manteniendo las poblaciones de plagas a niveles muy bajos, loscultivos Bt podran potencialmente dejar morir de hambre alos enemigos naturales, porque los predadores y avispas parsi-tas que se alimentan de las plagas necesitan una pequea canti-dad de presas para sobrevivir en el agroecosistema. Entre losenemigos naturales que viven exclusivamente de los insectos alos cuales los cultivos transgnicos estn diseados para des-truir (lepidoptera), parasitoides de huevos y de larvas seran losms afectados porque son totalmente dependientes de hospe-deros vivos para su desarrollo y supervivencia. Algunospredadores podran tericamente prosperar en organismosmuertos (Schuler et al. 1999).

    Los enemigos naturales podran verse afectados directa-mente por efecto de los niveles intertrficos de la toxina. Laposibilidad de que las toxinas Bt se muevan a travs de la cade-na alimentaria de los insectos presenta serias implicaciones parael biocontrol natural en campos de agricultores. Evidencias re-cientes muestran que la toxina Bt puede afectar a insectos be-nficos predadores que se alimentan de las plagas de insectospresentes en los cultivos Bt (Hilbeck 1998). Estudios en Suizamuestran que la media de la mortalidad total de las larvas delCrisopas predadoras (Chrysopidae) criado en presas alimenta-das con Bt fue de 62 por ciento, comparada con 37 por ciento

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    BIOTECNOLOGA, BIOPIRATERA

    cuando se alimentaron con presas libres de Bt. Estas especiesde Chrysopidae alimentadas con Bt tambin mostraron untiempo ms prolongado de desarrollo a lo largo de su estado devida inmadura (Hilbeck 1998).

    Estos hallazgos son preocupantes, especialmente para lospequeos agricultores que confan en el rico complejo depredadores y parsitos, asociados con sus sistemas de cultivomixto, para el control de las plagas de insectos (Altieri 1994).Los efectos a nivel intertrfico de la toxina Bt traen a colacinserias posibilidades de causar rupturas del control natural deplagas. Los predadores polfagos que se mueven dentro y entrecultivares mixtos encontrarn presas que contienen Bt, duran-te toda la temporada (Hilbeck 1999). La ruptura de los meca-nismos de biocontrol puede dar como resultado un incremen-to de las prdidas del cultivo debido a plagas o conllevar a unuso ms intensivo de pesticidas, con consecuencias para la sa-lud y riesgos para el medio ambiente.

    Tambin se sabe que el polen transportado por el vientodesde los cultivos Bt que se deposita en la vegetacin naturalque rodea los campos transgnicos puede matar otras especiesde insectos. Un estudio de la Universidad de Cornell (Losey etal. 1999) demostr que el polen de maz que contiene toxinaBt puede ser transportado varios metros por el viento y depo-sitarse en el follaje de la planta Asclepias con efectos potencial-mente dainos sobre las poblaciones de la mariposas monarca.Estos hallazgos abren toda una nueva dimensin de los impac-tos inesperados de los cultivos transgnicos sobre otros orga-nismos que juegan papeles clave pero muchas veces desconoci-dos en el ecosistema.

    Pero los efectos ambientales no se limitan a cultivos e in-sectos. Las toxinas Bt pueden ser incorporadas en el suelo jun-to con los residuos de hojas cuando los agricultores aran latierra con los restos de los cultivos transgnicos luego de lacosecha. Las toxinas pueden persistir por dos o tres meses, por-que resisten la degradacin cuando se unen a la arcilla y a loscidos hmicos en el suelo en tanto que mantienen su activi-dad txica (Palm et al. 1996). Tales toxinas Bt activas que seacumulan en el suelo y el agua, junto con los residuos de hojastransgnicas, pueden tener impactos negativos sobre el suelo ylos invertebrados acuticos, as como sobre el reciclaje denutrientes (Donnegan y Seidler 1999).

    El hecho que el Bt retenga sus propiedades insecticidas yque se vea protegido de la degradacin microbiana al unirse alas partculas del suelo, persistiendo en varios suelos por lo menos234 das, es una seria preocupacin para los agricultores pobresquienes no pueden comprar los costosos fertilizantes qumi-cos. Por el contrario, estos agricultores usan los residuos loca-les, materia orgnica y microorganismos del suelo para mejo-rar la fertilidad (especies clave, invertebrados, hongos o bacte-rias) que pueden verse afectados negativamente por la toxinaligada al suelo (Saxena et al. 1999).

    Hacia la adopcin del principio de la precaucinLos efectos ecolgicos de los cultivos obtenidos va ingenieragentica no se limitan a la resistencia de plagas o a la creacinde nuevas malezas o razas de virus. Como discutimos aqu, loscultivos transgnicos pueden producir toxinas ambientales quese movilizan a travs de la cadena alimentaria y que puedenllegar hasta el suelo y el agua afectando as a los invertebrados yprobablemente alteren los procesos ecolgicos como el ciclo delos nutrientes. An ms, la homogeneizacin en gran escala delos terrenos con cultivos transgnicos exacerbar la vulnerabili-dad ecolgica asociada con la agricultura en base a monoculti-vos (Altieri 2000). No es aconsejable la expansin de esta tec-nologa a los pases en desarrollo. Hay fortaleza en la diversidadagrcola de muchos de estos pases que no debiera ser inhibidao reducida por el monocultivo extensivo, especialmente si elhacerlo ocasiona serios problemas sociales y ambientales (Thrupp1998).

    A pesar de estas consideraciones, los cultivos transgnicoshan ingresado rpidamente en los mercados internacionales yse han ubicado en forma masiva en los terrenos agrcolas deEstados Unidos, Canad, Argentina, China y otros pases al-canzando ms de 40 millones de hectreas. Es una pena querecin hoy, despus de cuatro aos de comercializacin masivade los cultivos transgnicos, el ex Secretario de Agricultura deEstados Unidos, Dan Glickman, haya solicitado estudios paraevaluar los efectos de largo plazo de estos cultivos, tantoecolgicos como sobre la salud. Esta iniciativa es tarda, ya quela liberacin ecolgica de genes no es recuperable y sus efectosson irreversibles.

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    El rpido lanzamiento de los cultivos transgnicos y elconsecuente desarreglo financiero (los precios de las accionesde las compaas de biotecnologa estn declinando) es unareminiscencia perturbadora de los previos incidentes con laenerga nuclear y los pesticidas clorados como el DDT. Unacombinacin de oposicin pblica y obligaciones financierasforz la paralizacin de estas tecnologas luego que sus efectossobre el medio ambiente y la salud humana demostraron queeran mucho ms complejos, difusos y persistentes que las pro-mesas que acompaaron su rpida comercializacin.

    En el contexto de las negociaciones al interior de la Con-vencin de Diversidad Biolgica (CBD, en ingls) el ao pasa-do, 130 pases han demostrado sabidura al adoptar el princi-pio de precaucin firmando un acuerdo global que controlael comercio de los organismos genticamente modificados(OGM). Este principio que es la base para un acuerdo interna-cional sobre bioseguridad (International Biosafety Protocol)sostiene que cuando se sospecha que una tecnologa nueva puedecausar dao, la incertidumbre cientfica sobre el alcance y laseveridad de la tecnologa no debe obstaculizar la toma de pre-cauciones. Esto da el derecho a pases a oponerse a la importa-cin de productos transgnicos sobre los cuales hay sospechasmnimas de que representan un peligro para la salud o el me-dio ambiente. Desgraciadamente un bloque de pasesexportadores de granos encabezado por EUA se opone a esteacuerdo internacional argumentando que los productos agr-colas deben eximirse de tales regulaciones por atentar contra elmercado libre. El principio de la precaucin establece que enlugar de que los crticos sean los que prueben los daos poten-ciales de la tecnologa, los productores de dicha tecnologa de-bern presentar evidencia de que sta es inocua. Hay una claranecesidad de pruebas independientes y monitoreo para asegu-rar que los datos autogenerados presentados a las agenciasreguladoras gubernamentales no estn parcializados o inclina-dos hacia los intereses de la industria. Adems, se debiera pro-piciar una moratoria mundial en contra de los OGM hastaque los interrogantes lanzados tanto por cientficos de renom-bre quienes estn haciendo investigaciones serias sobre el im-pacto ecolgico y en la salud de los cultivos transgnicoscomo por el pblico en general sean aclaradas por grupos decientficos independientes.

    Muchos grupos ambientalistas y de consumidores queabogan por una agricultura ms sostenible demandan el apoyocontinuo a la investigacin agrcola con base ecolgica ya queexisten soluciones agroecolgicas a todos los problemas biol-gicos que la biotecnologa quiere resolver. El problema es quela investigacin en las instituciones pblicas refleja cada vez mslos intereses de grupos privados, dejando de lado los bienes deinvestigacin pblica como el control biolgico, los sistemasorgnicos y las tcnicas agroecolgicas en general (Busch 1990).La sociedad civil debe exigir ms investigacin sobre alternati-vas a la biotecnologa, desarrollada por universidades y otrasorganizaciones pblicas. Hay tambin una urgente necesidadde rechazar el sistema de patentes y los derechos de propiedadintelectual intrnsecos de la Organizacin Mundial de Comer-cio (OMC) que no slo provee a las corporaciones multina-cionales el derecho de apropiarse y patentar recursos genticos,sino que tambin acenta la velocidad a la cual las fuerzas delmercado estimulan el monocultivo con variedades transgnicasgenticamente uniformes.

    ALTERNATIVAS MS SOSTENIBLESQUE LA BIOTECNOLOGAQu es agroecologa?Los defensores de la Revolucin Verde sostienen que los pasesen desarrollo deberan optar por un modelo industrial basadoen variedades mejoradas y en el creciente uso de fertilizantes ypesticidas a fin de proporcionar una provisin adicional de ali-mentos a sus crecientes poblaciones y economas. Pero comohemos analizado anteriormente la informacin disponible de-muestra que la biotecnologa no reduce el uso de agroqumicosni aumenta los rendimientos. Tampoco beneficia a los consu-midores ni a los agricultores pobres. Dado este escenario, uncreciente nmero de agricultores, ONG y defensores de la agri-cultura sostenible propone que en lugar de este enfoque inten-sivo en capital e insumos, los pases en desarrollo deberan pro-piciar un modelo agroecolgico que da nfasis a la biodiversidad,el reciclaje de los nutrientes, la sinergia entre cultivos, anima-les, suelos y otros componentes biolgicos, as como a la rege-neracin y conservacin de los recursos (Altieri 1996).

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    Una estrategia de desarrollo agrcola sostenible que mejorael medio ambiente debe estar basada en principios agroecol-gicos y en un mtodo de mayor participacin para el desarrollo ydifusin de tecnologa. La agroecologa es la ciencia que se basaen los principios ecolgicos para el diseo y manejo de sistemasagrcolas sostenibles y de conservacin de recursos, y que ofrecemuchas ventajas para el desarrollo de tecnologas ms favorablespara el agricultor. La agroecologa se erige sobre el conocimientoindgena y tecnologas modernas selectas de bajos insumos paradiversificar la produccin. El sistema incorpora principios biol-gicos y los recursos locales para el manejo de los sistemas agrco-las, proporcionando a los pequeos agricultores una formaambientalmente slida y rentable de intensificar la produccinen reas marginales (Altieri et al. 1998).

    Se estima que aproximadamente 1,9 a 2,2 mil millonesde personas an no han sido tocadas directa o indirectamentepor la tecnologa agrcola moderna. En Amrica Latina la pro-yeccin es que la poblacin rural permanecera estable en 125millones hasta el ao 2000, pero el 61 por ciento de esta po-blacin es pobre y la expectativa es que aumente. Las proyec-ciones para frica son an ms dramticas. La mayor parte dela pobreza rural (cerca de 370 millones) se centra en reas deescasos recursos, muy heterogneas y predispuestas a riesgos.Sus sistemas agrcolas son de pequea escala, complejos y di-versos. La mayor pobreza se encuentra con ms frecuencia enlas zonas ridas o semiridas, y en las montaas y laderas queson vulnerables desde el punto de vista ecolgico. Tales fincas ysus complejos sistemas agrcolas constituyen grandes retos paralos investigadores.

    Para que beneficie a los campesinos pobres, la investiga-cin y el desarrollo agrcolas deberan operar sobre la base deun enfoque de abajo hacia arriba, usando y construyendosobre los recursos disponibles la poblacin local, sus conoci-mientos y sus recursos naturales nativos. Debe tomarse muyen serio las necesidades, aspiraciones y circunstancias particula-res de los pequeos agricultores, por medio de mtodosparticipativos. Esto significa que desde la perspectiva de los agri-cultores pobres, las innovaciones tecnolgicas deben:

    Ahorrar insumos y reducir costos. Reducir riesgos.

    Expandirse hacia las tierras marginales frgiles. Ser congruentes con los sistemas agrcolas campesinos. Mejorar la nutricin, la salud y el medio ambiente.

    Precisamente es debido a estos requerimientos que laagroecologa ofrece ms ventajas que la Revolucin Verde y losmtodos biotecnolgicos. Las caractersticas de las tcnicasagroecolgicas:

    Se basan en el conocimiento indgena y la racionalidad cam-pesina.

    Son econmicamente viables, accesibles y basadas en los re-cursos locales.

    Son sanas para el medio ambiente, sensibles desde el puntode vista social y cultural.

    Evitan el riesgo y se adaptan a las condiciones del agricul-tor.

    Mejoran la estabilidad y la productividad total de la finca yno slo de cultivos particulares.

    Hay miles de casos de productores rurales que, en asocia-cin con ONG y otras organizaciones, promueven sistemasagrcolas y conservan los recursos, manteniendo altos rendi-mientos, y que cumplen con los criterios antes mencionados.Aumentos de 50 a 100 por ciento en la produccin son bas-tante comunes con la mayora de mtodos de produccin. Enocasiones, los rendimientos de los cultivos que constituyen elsustento de los pobres arroz, frijoles, maz, yuca, papa, ceba-da se han multiplicado gracias al trabajo y al conocimientolocal ms que a la compra de insumos costosos, y capitalizandosobre los procesos de intensificacin y sinergia. Ms importan-te tal vez que los mismos rendimientos, es que es posible au-mentar la produccin total, en forma significativa, diversificandolos sistemas agrcolas y usando al mximo los recursos disponi-bles (Uphoff y Altieri 1999).

    Muchos ejemplos sustentan la efectividad de la aplicacinde la agroecologa en el mundo en desarrollo. Se estima quealrededor de 1,45 millones de familias rurales pobres que vivenen 3,25 millones de hectreas han adoptado tecnologasregeneradoras de los recursos. Citamos algunos ejemplos (Pretty1995):

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    Brasil: 200.000 agricultores que usan abonos verdes y culti-vos de cobertura duplicaron el rendimiento del maz y eltrigo.

    Guatemala-Honduras: 45.000 agricultores usaron la legu-minosa Mucuna como cobertura para conservacin del suelotriplicando los rendimientos del maz en las laderas.

    Mxico: 100.000 pequeos productores de caf orgnicoaumentaron su produccin en 50 por ciento.

    Sureste de Asia: 100.000 pequeos productores de arrozque participaron en las escuelas para agricultores de MIPaumentaron sustancialmente sus rendimientos sin usar pes-ticidas.

    Kenia: 200.000 agricultores duplicaron sus rendimientos demaz usando agroforestera basada en leguminosas e insumosorgnicos.

    Historias exitosas en Amrica Latina

    Estabilizacin de las laderas en Amrica Central: Quizs el prin-cipal reto de la agricultura en Amrica Latina ha sido disearsistemas de cultivo para las reas de laderas, que sean producti-vos y reduzcan la erosin. Vecinos Mundiales asumi este retoen Honduras a mediados de la dcada de los ochenta. El pro-grama introdujo prcticas de conservacin del suelo como eldrenaje y el diseo de canales, barreras vegetales y paredes deroca, as como mtodos de fertilizacin, como el uso de abonode excremento de pollos y cultivos intercalados con legumino-sas. Los rendimientos de granos se triplicaron y en algunoscasos se cuadruplicaron, de 400 kg por hectrea a 1200-1600kg. El aumento del rendimiento asegur una amplia provisinde granos a las 1.200 familias participantes en el programa.

    Varias ONG de Amrica Central han promovido el usode leguminosas como abono verde, una fuente gratuita de fer-tilizante orgnico. Los agricultores del norte de Honduras es-tn usando el frijol velloso con excelentes resultados. Los ren-dimientos de maz son ahora ms del doble del promedio na-cional, la erosin y las malezas estn controladas y los costos depreparacin del terreno son menores. Aprovechando la bienestablecida red agricultor-a agricultor en Nicaragua, ms de milcampesinos recuperaron tierras degradadas en la cuenca de SanJuan en slo un ao de aplicacin de esta sencilla tecnologa.

    Estos agricultores han disminuido el uso de fertilizantes qu-micos de 1900 a 400 kg por hectrea, y han incrementado losrendimientos de 700 a 2.000 kg por hectrea. Sus costos deproduccin son 22 por ciento menores que los de agricultoresque usan fertilizantes qumicos y monocultivo.

    Recreando la Agricultura Inca: En 1984 varias ONG yagencias estatales ayudaron a los agricultores locales en Puno-Per, a reconstruir sus antiguos sistemas (waru-warus) que con-sisten en campos elevados rodeados de canales llenos de agua.Estos campos producen abundantes cultivos a pesar de las he-ladas destructoras comunes a altitudes de 4.000 metros. La com-binacin de camas elevadas y canales modera la temperaturadel suelo, alarga la temporada de cultivo y conduce a una ma-yor productividad en los waru-warus que en los suelos norma-les de las pampas con fertilizacin qumica. En el distrito deHuatta, los waru-warus produjeron rendimientos anuales depapa de 14 toneladas por hectrea, un contraste favorable conel promedio regional de rendimiento de papa que es de 1-4toneladas por hectrea.

    Varias ONG y agencias gubernamentales en el Valle delColca al sur del Per han apoyado la reconstruccin de losandenes, ofreciendo a los campesinos prstamos con bajos in-tereses o semillas y otros insumos para restaurar los andenesabandonados. El primer ao, los rendimientos de papa, maz ycebada mostraron 43-65 por ciento de incremento comparadocon los rendimientos de los campos en declive. Una legumino-sa nativa (tarwi) se us en rotacin o como cultivo asociado enlos andenes, para fijar el nitrgeno, minimizar la necesidad de

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    fertilizantes e incrementar la produccin. Estudios en Bolivia,donde las leguminosas nativas se han usado en rotacin de cul-tivos, muestran que aunque los rendimientos son mayores encampos de papas fertilizados qumicamente y operados conmaquinarias, los costos de energa son mayores y los beneficioseconmicos netos son menores que con el sistema agroecolgicoque enfatiza el tarwi (Lupinus mutabilis).

    Fincas integradas: Numerosas ONG han promovido fin-cas diversificadas en las cuales cada componente del sistemarefuerza biolgicamente a los otros componentes por ejem-plo, los residuos de un componente se convierten en insumosde otro. Desde 1989 la ONG CET ha ayudado a los cam-pesinos del sur-centro de Chile a producir alimentoautosuficiente para todo el ao reconstruyendo la capacidadproductiva de la tierra. Se establecieron sistemas de finca mo-delo pequeas, que consisten en policultivos y secuencias derotacin de forraje y cultivos alimenticios, bosques y rbolesfrutales, y animales. Los componentes se escogen de acuerdo asu contribucin nutricional en subsiguientes rotaciones, a suadaptabilidad a las condiciones agroclimticas locales, a los pa-trones de consumo de los campesinos locales y a las oportuni-dades de mercado.

    La fertilidad del suelo de estas fincas ha mejorado y no hanaparecido problemas serios de plagas o enfermedades. Los rbolesfrutales y los forrajes obtienen rendimientos mayores que el pro-medio, y la produccin de leche y huevos supera con creces a lade las fincas convencionales de altos insumos. Un anlisisnutricional del sistema demuestra que una familia tpica produce250 por ciento de protena adicional, 80 y 550 por ciento deexceso de vitamina A y C, respectivamente, y 330 por ciento decalcio adicional. Si todos los productos de la finca se vendieran aprecio de mayorista, la familia podra generar un ingreso netomensual 1,5 veces mayor que el salario mnimo legal mensual enChile, dedicando slo unas pocas horas por semana a la finca. Eltiempo libre lo usan los agricultores para otras actividades, den-tro y fuera de la finca, que les generan ingresos.

    Hace poco una ONG cubana ayud a establecer nume-rosos sistemas agrcolas integrados en cooperativas de la pro-vincia de La Habana. Se probaron diferentes policultivos en lascooperativas, como yuca-frijol-maz, tomato-yuca-maz y ca-mote-maz. La productividad de estos policultivos fue 1,45 a

    2,82 veces ms elevada que la productividad de los monoculti-vos. El uso de abonos verdes asegur una produccin de zapalloequivalente a la que se obtiene aplicando 175 kg de rea porhectrea. Adems, las leguminosas mejoraron las caractersticasfsicas y qumicas del suelo y rompieron eficazmente el ciclo deinfestacin de insectos plaga claves.

    Los casos resumidos (ver Altieri 2000) son slo un pe-queo ejemplo de las miles de experiencias exitosas de agricul-tura sostenible implementada a nivel local. Los datos muestranque los sistemas agroecolgicos, a travs del tiempo, exhibenniveles ms estables de produccin total por unidad de reaque los sistemas de altos insumos; producen tasas de retornoeconmicamente favorables; proveen retornos a la mano de obray otros insumos suficientes para una vida aceptable para lospequeos agricultores y sus familias; y aseguran la proteccin yconservacin del suelo, al tiempo que mejoran la biodiversidad.Lo que es ms importante, estas experiencias que ponen nfa-sis en la investigacin agricultor-a agricultor y adoptan mto-dos de extensin popular, representan incontables demostra-ciones de talento, creatividad y capacidad cientfica en las co-munidades rurales. Ello demuestra el hecho de que el recursohumano es la piedra angular de cualquier estrategia dirigida aincrementar las opciones para la poblacin rural y especialmentepara los agricultores de escasos recursos.

    Sistemas orgnicos

    Los enfoques agroecolgicos tambin pueden beneficiar a losagricultores medianos y grandes involucrados en la agriculturacomercial, tanto en el mundo en desarrollo como en EstadosUnidos y Europa (Lampkin 1990). Gran parte del rea mane-jada con agricultura orgnica se basa en la agroecologa y se haextendido en el mundo hasta alcanzar unos siete millones dehectreas, de las cuales la mitad est en Europa y cerca de 1,1millones en Estados Unidos. Slo en Alemania hay alrededorde ocho mil fincas orgnicas que ocupan el 2 por ciento deltotal del rea cultivada. En Italia las fincas orgnicas llegan a18.000 y en Austria unas 20.000 fincas orgnicas constituyenel 10 por ciento del total de la produccin agrcola.

    En 1980 el Departamento de Agricultura de Estados Uni-dos estim que haba por lo menos 11.000 fincas orgnicas en

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    Estados Unidos y por lo menos 24.000 que usaban alguna tc-nica orgnica. En California, los alimentos orgnicos constitu-yen uno de los segmentos de mayor crecimiento en la econo-ma agrcola, con ventas al por menor creciendo de 20 a 25por ciento al ao. Cuba es el nico pas que est llevando acabo una conversin masiva hacia los sistemas orgnicos, pro-movida por la cada de las importaciones de fertilizantes, pesti-cidas y petrleo luego del colapso de las relaciones con el blo-que sovitico en 1990. Los niveles de productividad de la islase han recuperado gracias a la promocin masiva de las tcni-cas agroecolgicas tanto en reas urbanas como rurales.

    Las investigaciones han demostrado que las fincas orgni-cas pueden ser tan productivas como las convencionales, perosin usar agroqumicos, consumiendo menos energa y conser-vando el suelo y el agua. En resumen, hay fuerte evidencia deque los mtodos orgnicos pueden producir suficiente alimen-to para todos, y hacerlo de una generacin a la siguiente sindisminuir los recursos naturales ni daar el medio ambiente.En 1989 el Consejo Nacional de Investigacin describi estu-dios de caso de ocho fincas orgnicas abarcando un rango defincas mixtas de granos/ganado de 400 acres en Ohio; hastauna de 1.400 acres de uvas en California y Arizona. Los rendi-mientos en las fincas orgnicas fueron iguales o mejores quelos promedios de rendimiento de las fincas convencionales in-tensivas de los alrededores. Una vez ms estas fincas pudieronsostener su produccin ao tras ao sin usar insumos sintti-cos costosos (NRC 1984).

    Estudios de largo plazo han sido realizados por el FarmingSystems Trial (Experimentos de Sistemas Agrcolas) del Institu-to Rodale, un centro de investigacin sin fines de lucro cercade Kutztown, Pennsylvania. Se probaron tres tipos de parcelasexperimentales por casi dos dcadas. Una sometida a una altaintensidad de rotacin estndar de maz y frijol soya, usandofertilizantes y pesticidas comerciales. Otra es un sistema org-nico al cual se ha aadido una rotacin de pasto/leguminosasde forraje para alimentar al ganado vacuno, y cuyo estircol seha devuelto al terreno. La tercera es una rotacin orgnica dondese ha mantenido la fertilidad del suelo nicamente con legu-minosas como cultivos de cobertura que se incorporan al suelodurante la labranza. Los tres tipos de parcelas han dado ganan-cias iguales en trminos de mercado. El rendimiento del maz

    mostr una diferencia de menos del 1 por ciento. La rotacincon estircol ha sobrepasado a las otras dos en la acumulacinde materia orgnica del suelo y nitrgeno y ha perdido pocosnutrientes que contaminan el agua del subsuelo. Durante lasequa rcord de 1999, las parcelas dependientes de qumicosrindieron slo 16 bushels de frijol soya por acre; los camposorgnicos con leguminosas produjeron 30 bushels por acre ylos que aplicaron estircol obtuvieron 24.

    En lo que debe ser el experimento orgnico ms extensoen el mundo 150 aos en la Estacin Experimental deRothamsted, Inglaterra, se reporta que sus parcelas orgnicascon estircol han logrado rendimientos de trigo de 1,58 tone-ladas por acre, comparados con 1,55 toneladas por acre en lasparcelas con fertilizacin sinttica. No parece haber mucha di-ferencia, pero las parcelas con estircol contienen seis veces msmateria orgnica que las parcelas tratadas con qumicos.

    La evidencia demuestra en muchas formas que la agricul-tura orgnica conserva los recursos naturales y protege el me-dio ambiente ms que los sistemas convencionales. La investi-gacin tambin muestra que las tasas de erosin del suelo sonmenores en las fincas orgnicas y que los niveles de biodiversidadson mayores. El razonamiento de ambos sistemas es totalmen-te diferente: los sistemas orgnicos se basan en la suposicinque en cualquier momento el rea se siembra con abono verdede leguminosas o cultivos de forraje que servir para alimentara las vacas, cuyo estircol a la vez se incorporar al suelo. Lasfincas qumicas se basan en una suposicin totalmente diferen-te: que su supervivencia depende de una fbrica de fertilizantesremota que a la vez est consumiendo vastas cantidades decombustibles fsiles y emitiendo gases.

    Qu se necesita?No hay duda que los pequeos agricultores que viven en losambientes marginales en el mundo en desarrollo pueden produ-cir mucho del alimento que requieren. La evidencia es conclu-yente: nuevos enfoques y tecnologas lideradas por agricultores,gobiernos locales y ONG en todo el mundo ya estn haciendosuficientes contribuciones a la seguridad alimentaria a nivel fami-liar, nacional y regional. Una gran variedad de mtodosagroecolgicos y participativos en muchos pases muestran resul-

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    tados incluso ante condiciones adversas. El potencial incluye:aumento de los rendimientos de los cereales de 50 a 200 porciento, aumento de la estabilidad de la produccin por medio dela diversificacin y la conservacin del agua y del suelo, mejorade las dietas y de los ingresos con apoyo apropiado y difusin deestos mtodos, y contribucin a la seguridad alimentaria nacio-nal y a las exportaciones (Uphoff y Altieri 1999).

    La difusin de estas miles de innovaciones ecolgicas de-pender de las inversiones, polticas y cambios de actitud departe de investigadores y quienes toman decisiones. Los mayo-res cambios deben darse en polticas e instituciones de investi-gacin y desarrollo para asegurar la difusin y adopcin de lasalternativas agroecolgicas de manera equitativa, cosa que stassean multiplicadas y escalonadas a fin de que su beneficio totalpara la seguridad alimentaria sostenible pueda hacerse realidad.Deben desaparecer los subsidios y las polticas de incentivosque promueven los mtodos qumicos convencionales. Debeobjetarse el control corporativo sobre el sistema alimentario.Los gobiernos y las organizaciones pblicas internacionales de-ben alentar y apoyar las asociaciones positivas entre las ONG,universidades locales y organizaciones campesinas para ayudara los agricultores lograr la seguridad alimentaria, la generacinde ingresos y la conservacin de los recursos naturales.

    Se deben desarrollar oportunidades de mercado equitati-vas con nfasis en el comercio justo y otros mecanismos queenlacen ms directamente a agricultores y consumidores. El retofinal es incrementar la inversin y la investigacin enagroecologa y poner en prctica proyectos que hayan probadotener xito para miles de agricultores. Esto generar un impac-to significativo en el ingreso, la seguridad alimentaria y el bien-estar medioambiental de la poblacin mundial, especialmentede los millones de agricultores pobres a qu